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LA GORRA INGLESA Y FITO En los años 80, Fito Cabrales era un músico bastante desconocido, heavy, que vivía en Zabala. Con una alopecia temprana, entró en Gorostiaga antes de que se hiciera tan popular y decidió cubrirse la cabeza con una gorra. Desde entonces, y unas dos veces al año, Fito hace acopio de gorras inglesas en la sombrerería centenaria, que en muchos casos luego regala desde el escenario. Aunque a Emilio Pirla no le hace gracia arreglarle las gorras para que las tire, sin duda es un buen negocio... Quedaron atrás aquellos conciertos en Bilbao la Vieja y el simpático rockero suele vestir su cabeza cada verano y cada invierno con gorras de rayas, cuadritos, espigas… Las hay a cientos, y suele variar su calidad. En el caso de las irlandesas, cuentan con la mejor lana del mundo (Done Fito y su eterna gorra. gal Tweed Woven). A diferencia de los hombres maduros, los chavales vascos, con la referencia de Fito, se han ido haciendo a las gorras inglesas y las usan mucho más ahora que hace años. “Se ha dado la vuelta a la tendencia”, relata Emilio. La verdad es que por unos 30 euros podemos comprar o regalar una, y emular al mítico líder de los Fitipaldis…

BRUCE WILLIS Y SU KANGOL

BORRAJO OLVIDÓ EL CANOTIER

Desde que el ex marido de Demi Moore apareciera por un Zinemaldia con su gorra Kangol dada la vuelta (la visera hacia atrás, a lo rapero), en la centenaria Casa Ponsol experimentaron un “boom de gente que la quería, con el cangurito delante”, narra hoy la veterana Pilar García Zurbano, madre de Iñaki Lecqlercq, cuarta generación del negocio. “Sin duda, su paso por el Festival fue una propaganda buenísima”, reconoce. Según Mario Corazón, esta firma, como muchas otras de moda en Estados Unidos o en Inglaterra, suelen llegar más tarde a la Península, y “ahora en EEUU consideran demasiado alternativa a la Kangol”.

El humorista de origen gallego Moncho Borrajo, en una de sus visitas a los teatros de Bilbao, se dio cuenta de que se había dejado en casa el famoso sombrero que suele ponerse: un canotier o sombrero de paja de alas rectas y copa baja y plana, rodeada a menudo por una cinta negra. ¿Se acuerdan del amigo de Mary Poppins? Este sombrero nos retrotrae a aquellos baños en Zarautz y en La Concha de principios de siglo XX, si bien en el XIX los ingleses y franceses lo popularizaron para ir en barca (de ahí su nombre anglófono boater hat). Otros famosos que lo promovieron fueron Maurice Chevalier y Buster Keaton.

EL BORSALINO Y BOGART Tras tantos años en un comercio con tanta solera como el donostiarra Casa Ponsol, Pilar recuerda cómo hace unos 30 se recuperó la costumbre de pedir el sombrero Humphrey. La marca Borsalino es una de las italianas más renombradas, popularizada por los gángsters americanos, pero también de las más elegantes y de copa alta y ala larga. Pilar advierte del equívoco habitual: “Los hombres serios siguen usando Borsalinos, pero uno bueno cuesta a partir de 130 euros. A uno de fieltro a veces también se le llama así, pero no lo es”. “El Borsalino sería como el Ferrari de los sombreros”, dice gráficamente Mario Corazón, de Casa Yustas, quien añade que “la gente muy mayor, muy tradicional, usa el clásico. A ése le llaman la mascota”, aclara. Pilar observa cómo en estos días hay sombreros en esta línea de ala corta, combinados con otras telas… “más rompedores, pero sin la elegancia del clásico”, estima.

22 de diciembre de 2012

Elegante Bogart.

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