Narraciones Extraordinaras - Revista El Rollo - Edición 25

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EDICIÓN 25 / DICIEMBRE 2020 / ISSN 2027 - 3096


NARRACIONES

EXTRAORDINARIAS - CONTENIDO -

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EDITORIAL STEVEN WILSON EN 6 RELATOS Juan Francisco Jaramillo MI PEQUEÑO SHOW Alejandro Aristizábal Vanegas MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS Valentina Cárdenas ENTRE LA CULTURA GÓTICA Y LAS PERVERSIONES MUNDANAS Laura Ximena García López

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POEMAS Shara Bueno

36

LOS GIROS LABERINTICOS DEL ESCRITOR Valeria Cuellar Saavedra

42

LO QUE REALMENTE IMPORTA Andrés Giraldo

ED25 Director

Johan Andrés Rodríguez Lugo

editor

Jorge Mendoza Portillo

Community Manager Andrés Giraldo

editor Fotográfico

Christian David Acuña

EDITOR MUSICAL

Juan Francisco Jaramillo

EDITOR AMBIENTAL Luis Restrepo

Diseño y Diagramación

Johan Andrés Rodríguez Lugo

Portada Maucho

Director Ejecutivo

Agostino Abate Fundación Providencia 2000

Edición Número 25 Diciembre 2020 ISSN 2027 - 3096

@Revistaelrollo Revista El Rollo revista_elrollo

* Las opiniones emitidas en los textos aquí publicados son respondabilidad única y exclusiva de los autores

www.revistaelrollo.com.co


- CONTENIDO -

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MIEDO A LA LUZ Juliette Uribe EL AMIGO SECRETO Johan Andrés Rodríguez

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MIS PENSAMIENTOS DURANTE LA CUARENTENA Valentina Cárdenas Cadena

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LA PLAZA, IMÁGENES Y SONIDOS DE LA NOCHE Luis Restrepo

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SOLEDAD EN FEMENINO Laura Ruiz

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PARA NOSOTRO, PAPÁ Leonardo Silva

EL CIELO Y EL INFIERNO Yveen Morales LA MALA NOCHE Nicolás Amado UN ENTIERRO PREMATURO Margarita Bohórquez


Editorial

¡L

legó diciembre! Decimos ahora sin alegría, gritamos ahora más como un refugio que nos recuerda lo efímero que fue este año que “por fin se acabó”. Un año tortuoso por demás que no nos deja otra cosa que las ganas infinitas de que se acabe rápido y una ilusión infantil de que lo venidero será mejor, porque no está bien creer o asegurar que quizás el otro año será peor. Es inevitable no pensarlo pero es socialmente reprochable asegurarlo y más en este último mes, en donde, como dice la canción: Al llegar la media noche, cuando risa y llanto se confunda entre la gente… nos olvidaremos tal vez de todo esto y miraremos al cielo oscuro de la noche y rogaremos a las estrellas o a los juegos artificiales que lo que traiga el 2021 sea menos peor, porque así nos toca en Colombia, pilotear con lo menos peor, además de tener cuidado de no ahogarnos con las 12 uvas. Es casi que absurdo vivir en esta Colombia en plena pandemia donde lo menos grave es el virus SARS-CoV-2 que azota al mundo. Tenemos aquí problemas más graves: masacres, feminicidios, pobreza, desigualdad, hambre, desempleo y un largo etcétera que no se compara al terror y la desdicha encontradas en la obra de Edgar Allan Poe, porque claro, no podemos hablar de Narraciones Extraordinarias sin referirnos al padre de la literatura policiaca, pero no la de las manzanas podridas y las violaciones extrajudiciales, esas obras vendrían décadas después. Las estadísticas de ahora en adelante tendrán una posdata de explicación en donde el protagonista será el coronavirus. Se dejaron de hacer muchas cosas, dejamos de hacer infinidad de actividades, la vida realmente nos cambió y tuvimos que vernos seguir y seguir y luchar y trabajar y sobrevivir aun cuando afuera, en las calles, la muerte nos acompañaba constantemente. Al parecer, la naturaleza fue la única que disfrutó los meses de encierro de las personas, los corales se recuperaron, aparecieron


especies que se creían extintas, vimos desfiles completos de animales recorriendo las calles y ciudades y nosotros mientras tanto en reuniones por Zoom, Meet, Cisco, Google academy y todas las aplicaciones que se hicieron populares durante el 2020. Cuando propusimos el tema de la edición #25, queríamos dejar un poco de lado el tan importante realismo mágico colombiano en donde al fiscal anticorrupción lo encarcelan por corrupto. Queríamos ir más allá, quisimos proponerle a nuestros colaboradores que nos narraran esas anécdotas, situaciones y recuerdos que se salen de toda magia y se vuelven realidad, pues bien es cierto que es mucho más narrable lo que sucede a diario en el país del Sagrado Corazón de Jesús. Bastarían muchas novelas para dejar plasmado el terror que se vive en Chocó, Providencia,

San Andrés, Amazonas, La Guajira y casi que en cada departamento diariamente. Huracanes, ríos desbordados, fenómenos naturales, incendios, masacres, hambre, muertes y masacres. Esta edición trae entonces una serie de relatos, anécdotas, crónicas, poemas, ilustraciones y dibujos que nos recuerdan el caos que habita en nosotros mismos. Ha sido un año para recordar, para no olvidar, para re-pensar, y como se volvió popular re-inventarnos, aún sin habernos inventado completamente pero aquí estamos nuevamente para ustedes, con este rollo que esperamos pueda trascender y tocar esas puertas, ventanas y habitaciones que se han mantenido cerradas durante meses evitando que la muerte, en sus múltiples formas, nos llegue de un momento a otro para decirnos:

Nunca jamás.




Steven Wilson


6relatos

en

Texto:

Juan Francisco Jaramillo

Comunicador Social - Periodista Editor Musical - Revista El Rollo


Narraciones Extraordinarias #25

D

esde hace años existe un consenso que define a Steven Wilson como “el músico británico más exitoso del que la mayoría de la gente nunca ha oído hablar”. Sí, lo anterior es una contradicción tremenda si se considera al éxito en la industria musical como la capacidad de ser escuchado por una audiencia numerosa ya que para eso existen las estadísticas que arrojan las redes sociales y las plataformas de streaming. Pero el éxito en el caso de Steven Wilson –al igual que otros tantos músicos- debe ser visto por la calidad y riqueza en sus obras.

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Wilson hace parte de esa camada de músicos de rock progresivo contemporáneo que desde comienzos de la década de los noventa han revitalizado a un género que se creía estancado en los viejos patrones sonoros de los años setenta con obras de carácter faraónico por sus extensos pasajes sonoros y recibió un golpe a la mandíbula con el surgimiento del punk y su crudeza relegándolo a la categoría de una música compleja de escuchar, en su momento se diría que era “música hecha para músicos”. El frente de trabajo principal de Steven Wilson fue Porcupine Tree, una banda que editó diez álbumes de estudio y que permitió revitalizar el rock progresivo haciéndolo atractivo para nuevas audiencias al incluir elementos del pop, la música electrónica o el metal.

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Tras un par de discos en solitario, “Insurgentes” de 2008 y “Grace for Drowing” de 201, Wilson editaría en 2013 “The Raven That Refused to Sing (And Other Stories) el que es considerado por la crítica especializada como su obra magna en términos de musicalidad y que además en las letras está escrito a partir de la influen-

cia de escritores de terror británicos de comienzo del siglo XX como M.R. James, Algernon Blackwood y Arthur Machen lo que le confiere una atmósfera bucólica y de penumbra que lo conecta con la larga tradición británica de relatos cargados de suspenso, terror o desasosiego. El tema con el que abre el disco es Luminol, una canción que según Wilson está basada en un músico callejero que algún día observó en una estación de tren y que parecía un fantasma en medio de la multitud, según las palabras del músico británico: “No importa cómo sea el clima; él siempre está ahí, tocando su guitarra acústica y cantando estas canciones. Nieve, lluvia, vientos huracanados, nada le impedirá estar en su lugar. Es el tipo de persona tan metida en su rutina que incluso la muerte no lo detendrá”. El siguiente tema, Drive Home habla del peso de los recuerdos y los traumas. Es así como según Wilson: “Una pareja va en un automóvil por la noche, están muy enamorados, el hombre está conduciendo, y su pareja, su esposa o novia o quien sea, está en el asiento del pasajero y al minuto siguiente tienen un accidente de tráfico en el que ella muere”. El fantasma de la pareja del hombre finalmente regresa diciendo: ‘Ahora voy a recordarte lo que pasó esa noche’. El hombre revive el accidente de una forma muy vívida incluyendo la muerte de su pareja. De nuevo, la idea de un trauma que lleva a una parte perdida de la vida de este tipo hace que él no pueda lidiar con la realidad de lo que sucedió, por lo que lo bloquea y hace que tenga que acudir a los objetos de su pareja para tratar de editar la película que transcurre en su memoria”.


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Video Luminol: https://www.youtube.com/watch?v=wYfQ1I-VV7M

Las cosas más extraordinarias pueden ocurrir en medio de las situaciones más comunes, de eso se trata The Pin Drop en el que una pareja que lleva casada por conveniencia muchos años colapsa. “La canción la canta básicamente la esposa. Está muerta, el marido la arrojó al río y flota en el río mientras canta esta canción, más allá de la muerte, más allá de la tumba, por así decirlo. La idea de que a veces en una relación puede haber tanta tensión, tanto resentimiento y odio tácito, que la cosa más pequeña puede desencadenar un episodio violento, y en este caso, uno que termina en tragedia. El sonido de un alfiler cayendo en un piso puede ser lo que provoca la furia “.

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En muchos relatos de terror clásicos suele aparecer la figura del Diablo como un antagonista que está al acecho de las almas de los desafortunados que se atreven a retarlo, de eso trata The Holy Drinker que narra la historia de un pastor protestante que en público lleva una vida recta e intachable pero que en privado es un alcohólico empedernido y reta al Diablo en una competencia para medir la capacidad de ingerir alcohol, según Wilson el desenlace de la historia es la condena eterna: “Por supuesto, no se puede vencer al diablo en una competencia de beber, no se puede vencer el diablo en cualquier cosa y entonces pierde para acabar arrastrado al infierno”.

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La penúltima canción del disco, The Watchmaker, es otro relato de fantasmas clásico en el que un hombre que tiene una relojería entierra a su esposa en el suelo del taller para tenerla cerca, el fantasma de la mujer regresa para llevárselo y así poder estar juntos en la eternidad. El cierre del disco corresponde a The Raven That Refused to Sing, según Steven Wilson esta es la canción más hermosa que ha compuesto en su carrera, la letra cuenta la historia de un anciano que ya siente cerca la hora de su muerte y en una epifanía recuerda a su hermana mayor que falleció cuando aún eran niños, este recuerdo lo consuela y en ese momento aparece un cuervo, entonces el hombre cree que ese cuervo es la manifestación espiritual de su hermana y le pide que grazne una vez como señal de que si es ella; pero el animal se niega y el hombre poco a poco se apaga esperando que ocurra el milagro de ese último graznido del ave.

Steven Wilson Portada The Raven That Refused to Sing and other stories


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Video The Raven That Refused to Sing: https://www.youtube.com/watch?v=u4XevlloPY4

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Video Drive Home: https://www.youtube.com/watch?v=ycYewhiaVBk

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I

Mi

PEQUENO Show


Texto:

Alejandro Aristizábal Vanegas Estudiante, Comunicación Social - Periodismo Universidad La Gran Colombia, Armenia

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Ilustración:

Jorge Alberto Mendoza Comunicador Social - Periodita Docente universitario Editor General - Revista El Rollo

oy caminando por un pasillo del centro comercial, de la nada, un miedo invade lo más profundo de mis entrañas. Miro a todos lados múltiples veces, solo veo gente atrapada en la adicción, sea comida o un celular. Me siento en la banca más cercana, el empleado de la tienda de ropa para jóvenes se acerca, me ofrece agua y dice que no puede darme nada más porque sabe de mi condición de diabético. Le digo que no, que no quiero agua, aunque sí quiero. Realmente digo que no porque siento que aseveró mi miedo. Me paro, camino, aunque mis piernas flaquean, me balanceo como si estuviera en una hamaca y logro llegar al baño para vomitar jugo gástrico porque, al parecer, no desayuné.


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Una señora, que por su vestir puedo deducir que trabaja limpiando estos baños, me dice que si le doy plata puede ir a preguntar por una pasta que no contenga dimenhidrinato, ¿cómo sabe que soy alérgico al componente para el mareo? Le grito que se vaya, que no quiero hablar con nadie, que no necesito a nadie. ¿Cómo es que saben esos datos de mí? Miro el punto rojo del inodoro, está corrido a la derecha y en el espacio que sobra a la izquierda veo, camuflado en el vidrio negro, algo aún más negro, tiene forma circular: ¿Es una cámara?

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Siento vértigo como si estuviera subiendo y bajando en la Red Force de Ferrari. Veo borroso e, incluso, algo pixelado. Mi visión tiene una sensación de viñeta, se abren y se cierran mis ojos, hasta que por fin todo queda negro. Despierto sobresaltado y con el corazón a tope, lo primero que veo es Netflix preguntándome que si seguía ahí; al parecer había visto película tras película. Solo recuerdo que vi Matrix, por recomendación de mi padre y luego, por un algoritmo que todavía desconozco, terminé viendo El Show de Truman.

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En la cultura popular y, sobre todo, en las ramas de la filosofía, se encuentra una película muy aclamada, pues no es muy común que temas tan complicados y altamente debatidos se encuentren en el tema central de una producción cinematográfica. Esta es, por supuesto, Matrix (Lana Wachowski, Lilly Wachowski; 1999). Aquí se nos plantea, a través de una trama de acción, que el mundo en el que vivimos es una simulación, al puro estilo de Los Sims, solo que mucho más realista. Es decir, el mundo es un juego, todo está regido por un código y una máquina.

El otro filme, que por ser comedia descreemos que pueda idear un escenario tan interesante para pensar, pero se demuestra todo lo contrario. Jim Carrey es el actor principal y hace de un personaje llamado Truman Burbank, que siempre ha vivido en una ciudad que fue creada para él. Christof, el creador de Seahaven Island, condiciona toda la vida de Truman para poder hacer un show televisivo que se transmite 24 horas al día alrededor del mundo. Puede que no haya preguntas, que todo parezca muy sencillo y que solo me trajo malos sueños y un sudor horripilante, pero vamos más allá. ¿Qué construye nuestra realidad? ¿Un sistema operativo o un señor sentado en una silla? Para Neo su vida es, al igual que la de Truman (y mi horroroso sueño), el gran momento. Sus pisadas, su tacto o cómo con un sacudir de manos están cerrando un negocio. Ambos tienen una “iluminación” tal cual se originó Buda. Una serie de eventos hacen que ellos despierten, se pregunten qué es lo que pasa, si lo que están viviendo es real: ¿es esto real? Para mí fue literalmente ver un miedo que tengo despierto, el que me estén observando, incluso, en los momentos más íntimos. Para Neo fue la llegada de una banda de personas que lograron burlar el sistema y salir de la simulación. Para Truman, fue ver de nuevo una cara ya conocida, la de su padre, que supuestamente había muerto ahogado cuando una tormenta azotó la barca en la que navegaban. Pero, ¿cómo es que ambos creían que estaban viviendo el mundo real cuando todos nosotros sabemos que es mentira?


Para entender esta idea, primero hay que entender un ejemplo: imaginemos a la secretaria de una empresa que administra un edificio, ella es la encargada de mantener el registro de los pagos de los habitantes y todo lo relacionado con las transacciones. Para ella poder llevar a cabo el trabajo por el que se le paga, necesita un sistema para poder organizar y analizar todos los recibos, es decir, para ello necesita un lenguaje. Un lenguaje para distribuir las carpetas en un orden, para que cuando las necesite no sea un problema encontrarlas. Ella, la secretaria, ve su oficina y todo lo que la relaciona como una secretaria. Lo mismo pasa con un fotógrafo, ellos siempre dicen que todo lo ven como si tuvieran un ojo por cámara, tienen un sistema, un lenguaje que les permite imaginar los encuadres. A Truman no le pasaba exactamente lo mismo, de hecho, era totalmente lo contrario. A Truman lo obligaron (sin que él supiera) a adoptar un lenguaje para así poder entender la realidad que se le presenta. A Neo le tocó

El lenguaje es un sistema para entender la realidad, sus bases. Porque la realidad en la que vivimos es una construcción social y no hay nada más humano que la comunicación. Eso quiere decir que podríamos vivir en nuestra propia simulación o en nuestro propio show. Mi show: Aristizabal´s show. Solo necesitaría un poco de control sobre el lenguaje, porque quien lo controle, controla la vida de todos, pues nadie piensa que pueda ser un Truman.

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entender el lenguaje binario en el que estaba construido su mundo, su realidad, su simulación. Porque el lenguaje (en todas las expresiones, idiomas o incluso lo que se comunica de forma indiscreta) funciona como unas gafas para ver el mundo.

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Tal vez estoy haciendo muchas preguntas, pero como ellos, quiero que ustedes lo piensen. Al despertar de mi sueño, corro a la biblioteca y cojo mi copia en inglés de Sapiens, de Yuval Noah Harari y busco la parte en la que habla sobre el lenguaje y cómo éste condiciona las culturas. “The most important impact of script on human history is precisely this: it has gradually changed the way humans think and view the world” (Harari, 2014). Este asombroso libro nos da una excelente muestra de lo que es y ha sido el lenguaje para la evolución (buena o mala) de la especie.

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MÁS ALLÁ DE LAS

fronteras Texto:

Valentina Cárdenas Cadena Estudiante, Comunicación Social - Periodismo Universidad de Ibagué


una vela amarilla (que enciende antes de cada consulta junto con una intención para tener éxito), una agenda y un vaso de agua. Daniela Cifuentes, tiene 27 años, nació en la ciudad de Bogotá y se graduó de la Universidad de San Buenaventura, es de tez morena, delgada, con un largo, y liso cabello negro. Detrás de ella, se pueden notar unos pequeños puntos de colores que le dan vida a la habitación blanca que la rodea. Su computadora emite un sonido junto con una notificación en Hangouts lo que quiere decir que es momento de trabajar. Aunque Madrid, España, ya se ve alcanzada por la noche al otro lado de la pantalla, en el continente americano, los rayos de luz aún iluminan los hogares. Enciende la cámara, ajusta sus gafas y se encuentra con el segundo paciente de los cuatro que usualmente atiende en el día. La tele-psicología, según el Colegio Colombiano de Psicólogos se refiere al contacto o comunicación entre un terapeuta y un paciente o grupo de pacientes, utilizando la tecnología como modalidad de comunicación. “En las consultas no solo nos enfocamos en la comunicación verbal, sino también en la no verbal. Esto era anteriormente más fácil por la presencialidad. Sin embargo, ahí es donde entra la creatividad y la recursividad para lograr que la consulta sea lo más beneficiosa posible”.

Uno de ellos, y el más común, es el reto a nivel tecnológico. Muchos de los pacientes no tienen conocimiento frente a cómo usar los programas para realizar las sesiones, es así, como Daniela desarrolló un instructivo que les permite poder ingresar a las reuniones. Y hasta el momento le ha dado resultado.

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más fuerte de lo que crees”, “Mereces ser feliz”, papeles de colores, un computador,

En tiempos de confinamiento la tele-psicología ha significado una gran ventaja, puesto que, permite mantener los procesos de acompañamiento psicológico superando barreras geográficas y las limitaciones de contacto. Sin embargo, también trae consigo una serie de retos que han tenido que enfrentar.

Pero adicional, otro reto supone la confianza con los pacientes. “Allí es donde debes buscar alternativas, específicamente de cada caso, para poder lograr una conexión con el paciente. Por mí parte, me encargo de utilizar muchos elementos gráficos para poder animar o incentivar, pero también realizo algunos ejercicios al tiempo, para convertirme en un acompañamiento”. A pesar de que las consultas virtuales, como es el caso de la tele-psicología no son una práctica nueva, ya que se lleva implementando desde antes de la pandemia, está en constante evolución y actualización. Existen unas series de recomendaciones por parte de los colegios y asociaciones de psicología que se deben seguir para garantizar un éxito en las terapias. Las técnicas y herramientas que recomiendan son la base de Daniela para el desarrollo de sus sesiones, pero adicional a esto, ella también desarrolla sus propios recursos y actividades.

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omo todo un ritual, Daniela alista su escritorio en donde se pueden encontrar carteles hechos a mano con frases como “Eres

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“Me oriento mucho por las técnicas de mindfullnes, técnicas de relajación y respiración, juego de roles, el seguimiento del estado de ánimo o mood tracker, ejercicios de introspección, desensibilización sistemática. Mi enfoque es cognitivo-conductual, así que me rijo por muchas de sus técnicas, aunque me gusta conocer otras metodologías, no me quedo con una sola”.

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Sí bien es cierto que la pandemia situó la salud mental en la lista de prioridades, el poder fortalecerla requiere muchas veces de un acompañamiento profesional, lo que genera cierto recelo, puesto que un gran porcentaje de personas evitan acudir a profesionales por ciertos prejuicios existentes.

“Cuando les pregunto a mis pacientes por qué no acudieron con anterioridad al psicólogo, responden: porque asistir es muy caro, me da pena, me da miedo, es muy leNo hay duda de que el coronavirus jos o aún peor, porque creen que es para generó un cambio drástico en nuestras vi- locos”. das. La población se tuvo que enfrentar al temor, angustia y miedo que generaba el virus y el aislamiento. Según la Organización Mundial de la Salud, informes indiDurante la pandemia, el tiempo incan que se está produciendo un aumento de los síntomas de depresión y de ansie- vertido en aplicaciones web aumentó en un 20%. Las redes sociales fueron las dad en varios países. que crecieron en términos de interacción, Según el informe “Ansiedad, depre- puesto que, con las personas encerradas sión y miedo: impulsores de la mala salud en sus hogares, estos eran los medios que mental durante el distanciamiento físico utilizaban para mantener el contacto, exen Colombia” realizado por PROFAMILIA, el 75% de personas encuestadas en el mes de mayo del 2020, reportó haber tenido un síntoma o más asociado con el deterioro de su salud mental. También, casi tres de cada cuatro personas (73%) que están sufriendo y que están aceptando la situación de cuarentena reportan estar más ansiosas y deprimidas de lo habitual.

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Dentro de las conclusiones que maneja este estudio, se destaca que, “El Covid19 ha afectado la salud mental de la mayoría de las personas (aproximadamente 3 de cada 4). Los síntomas más comunes: nerviosismo, cansancio e inquietud”.


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plica en un informe App Annie, una aplicación encargada de la recolección de datos de mercado. Daniela Cifuentes, no ajena a las crisis que se generaron en los días de confinamiento, con la iniciativa de querer ayudar a su comunidad y en vista del aumento del uso de las redes sociales, tomó en cuenta estos tres factores y decidió usarlos a favor de la salud mental. Así es que nace

@dani.therapy.

“Quería aportar un granito de arena y decidí empezar a realizar consultas, a subir contenido psicoeducativo, educar a las personas, y a mostrarles la importancia de la salud mental”. Inició el 25 de junio, y hasta el momento cuenta con más de 500 seguidores en la plataforma de Instagram. Tiene más de 60 publicaciones en las que trata temas relacionados a la ansiedad, suicidio y emociones. Busca que el contenido que produce sea original, con temáticas actuales y que nos pasan en el diario vivir para que las personas puedan sentirse identificadas. Uno de sus objetivos con el contenido que comparte, es darle a la salud mental el lugar que se merece.

Pero adicional a los posts, vídeos y transmisiones en vivo, implementa una estrategia, la cual ha tenido gran acogida y la llena de orgullo, las consultas psicológicas gratis.

“Siento que a la salud mental no se le ha dado la prioridad que se necesita. Cuando te duele una parte de tu cuerpo, vas al médico; sin embargo, cuando es un dolor emocional, no le prestas atención porque quejarte de esto, socialmente está mal visto. Y es que, para tener una buena calidad de vida, debes tener salud mental”.

Actualmente cuenta con 50 procesos, en distintos países: Colombia, México, Italia y España, y aunque la diferencia horaria esté de por medio, con organización, ha podido atender todos estos casos con éxito. Revista

“Realmente esto lo hago de una manera muy altruista, porque sé la necesidad que hay en este momento, y quiero dar mi acompañamiento, porque para eso fue lo que estudié, mi objetivo principal siempre ha sido ayudar a las personas. Y al hacerlo virtual, de manera gratuita, dinámica, busco lograr impactar”.

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“Algunas personas acuden a que simplemente las escuche. Desean hablar, llorar, desahogarse, y con eso basta. Hay otras personas que acuden para tener una terapia como tal. Y a todos les doy la misma prioridad”. Adicionalmente, este proceso también ha sido un aprendizaje recíproco, puesto que, comenta esta joven, cada caso le exige mucho más profesionalmente hablando. Logra aprender de cada uno de sus pacientes, y ha podido utilizar para sí misma las herramientas y recomendaciones que comparte. Y a pesar de que su cuenta ha tenido gran acogida, más allá de ser reconocida, Daniela Cifuentes espera dejar un mensaje positivo. “Podemos cambiar vidas, simplemente, escuchando, acompañando. No todo requiere dinero. Con el simple hecho de que se escuche a una persona al menos una vez, puedes cambiarle la vida.”


“Eres más fuerte de lo que crees”, “Mereces ser feliz”


Entre la cultura

Gรณtica y las perversiones MUNDANAS


Texto:

Laura Ximena García López Estudiante, Grado 11 Colegio Comfenalco Armenia

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Ilustración:

Jorge Alberto Mendoza Comunicador Social - Periodita Docente universitario Editor General - Revista El Rollo

l placer de pecar, ¿Qué sería de nosotros si Eva jamás hubiese mordido la manzana? Quizá estaríamos en el paraíso aburridos, buscando las formas de llegar al Averno para encontrarnos con las perversiones y tentaciones que nos ofrece el infierno. En medio del terror y la perversión se crearon autores que hasta el son de hoy nos han dejado miles de dudas, aquellos escritores que plasmaron con una pluma y un papel, las palabras que hoy en día albergamos en nuestra consciencia. Es nuestro queridísimo Edgar Allan Poe el padre de la cultura gótica, quien nos dejó con el corazón en la mano luego de leer sus escalofriantes relatos. Aunque no dejemos de lado las tentaciones que corrompen al hombre, dentro de ellas se encuentra el tan “odiado” Marqués de Sade, quien mediante sus escritos pasionales logró dejar a la multitud agobiada por tanto libertinaje.


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Comencemos hablando de Edgar Allan Poe, escritor, periodista romántico y crítico de origen estadounidense, quien es reconocido por ser el padre del relato corto y un revolucionario de la cultura gótica para aquellos tiempos (mediados de 1800). Algunos de ustedes habrán tenido la oportunidad de leerlo mediante alguno de sus famosos cuentos como Corazón Delator, Los Crímenes de la Calle Morgue, El Gato Negro, La Caída de la Casa Usher, entre otros. Quienes han tenido la oportunidad de leer algunas de sus obras, notarán que predominan en los personajes de sus relatos la demencia al igual que la perdición. Este hombre seguirá prevaleciendo conforme pase el tiempo, pues sus escritos son los que vuelven locos a quienes lo leemos. Por otra parte tenemos a Donatien Alphonse François de Sade, mejor conocido como el Marqués de Sade, filósofo y literato francés conocido por obras como Los Crímenes de Amor y Los 120 Días de Sodoma. Quienes han tenido el placer de leerlo, se podrán dar cuenta que su característica de mayor peso es crear personajes pasionales con sed de venganza y deseos sádicos. Cuentos como Emilia de Tourville, La Mujer Vengada y La Flor del Castaño son la viva reencarnación de sus anhelos. Fue considerado como una figura prohibida en toda Francia, pues la iglesia católica incluyo varias de sus obras dentro del índice de libros prohibidos. Algunos afirman que era un violador, otros aseguran que era un monstruo, y no cabe duda de que seguirá siendo…la perversión sexual de quien provoca su propia excitación cometiendo actos de crueldad en otra persona…

Quiero enfocar la atención en analizar un cuento de cada uno para establecer mayor claridad en por qué estos hombres fueron tan reconocidos y que hacía destacar a sus escritos del resto. En primer lugar La Máscara de la Muerte Roja de Edgar Allan Poe. Esta historia ilustra un pueblo llamado “Próspero” en donde habita un príncipe el cual goza de su posición en la realeza y disfruta de todos los placeres que se le otorgan, sin embargo no todo es abundante en este lugar, pues la Muerte Roja acecha a la gente de Próspero, trayendo perdición y ruina. Por lo cual el príncipe decide encerrar a todos en el castillo y evitar a toda costa a la Muerte Roja, sin embargo el príncipe no desea aislarse del todo, un día decide hacer una fiesta de disfraces (o de máscaras para ser exactos), para todos los que habitan en dicho castillo. Aunque los planes de nuestro querido príncipe no fueron los que había previsto, una figura sombría y manchada de sangre aparece en su festejo, era la Muerte Roja que lo había buscado todo este tiempo. Pero veamos que hay más allá. En primera instancia tenemos las descripciones sombrías que caracterizan a los personajes de Poe, por ejemplo, Durante mucho tiempo, la «Muerte Roja» había devastado la región. Jamás pestilencia alguna fue tan fatal y espantosa. Su avatar era la sangre, el color y el horror de la sangre. (Página 1). Esto

para resaltar que la Muerte Roja es una representación del miedo que se le tiene a morir, se le describe como una peste fatal que se llevó a todo un pueblo y que devoraba a sus víctimas hasta quitarles el aliento.


rantes fantasías, atavíos como de loco. Había mucho de lo bello, mucho de lo licencioso, mucho de lo bizarro, algo de lo terrible y no poco de lo que podría haber producido repugnancia. De un lado a otro de las siete salas pavoneábase una muchedumbre de pesadilla (p.6). De la mis-

ma manera el reloj de ébano cobra una vital importancia en este texto, ya que este es un breve recordatorio de que el tiempo avanza y con el nosotros, pues cada campanada que da el reloj simboliza nuestro tiempo de vida y longevidad, hasta el momento de su campada final, lo que significa que ya no existimos más. Y la vida del reloj de ébano extinguiéndose con la del último de aquellos licenciosos. Y las llamas de los trípodes se extinguieron. Y la tiniebla, y la ruina, y la «Muerte Roja» tuvieron sobre todo aquello ilimitado dominio (p.13)

Ya que he ilustrado un poco al maestro de la literatura gótica, quiero dar paso al sadismo hecho persona. Para ello el cuento de Emilia de Tourville escrito por el Marqués de Sade. Aquí se relata la historia de Emilia, quien decide vivir un amorío que va en contra de las normas sociales, pues una señorita no debía ser vista con un hombre que no le correspondiese, pero Emilia en contra de las normas que imponía Francia, cae enamorada a los bra-

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zos de su amado. Lo que Emilia no sabía era que iba a ser engañada por una mujer cuya única motivación era obtener dinero, de tal manera que idea un plan para que abusen de Emilia y luego ésta en tal desdicha enfrenta una lucha entre comentarle a su amado o no sobre aquellos que han profanado su cuerpo sin su consentimiento. Para su sorpresa, sus hermanos se dan cuenta de que ella se está viendo con su amado señor De… sin objeción alguna y prueba que valga, los hermanos de Emilia la acusan de ser una prostituta, una mancha social para la posición tan importante que ostenta su familia. Por esto deciden encerrarla en un castillo y contratar a dos mujeres para que día a día corten sus brazos hasta que se desangre. Para desdicha de sus hermanos esto no ocurre, Emilia sale victoriosa y logra vivir su romance con su adorado Marqués de Luxeuil. El Marqués en sus cuentos relata una pasión, un encanto por un individuo en específico, (…) a tal extremo supo seducirme, que abusó de mi debilidad y en sus brazos me convertí en el ídolo de su pasión y en víctima de la mía propia. ¡Placeres crueles! ¡Cuántas lágrimas me habéis costado y cuántos remordimientos han de desgarrar todavía mi alma hasta el postrer instante de mi vida! He

aquí el fragmento en el que Emilia confiesa que ha sido víctima de sus propios placeres, que fueron ellos los que hicieron de ella un alma débil y vulnerable, a tal punto que ella misma fue participe de su crueldad y casi paga con su mortalidad. Por otra parte, también específica una serie de malos tratos y de abusos que sufrió la protagonista gracias a su ingenuidad, ¡Oh, señor!, ahorradme el resto de esos horribles detalles. Me dejaron

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Aunque no hay que dejar de lado los símbolos que posee este cuento, como por ejemplo las habitaciones que prevalecen en el lugar donde vive el príncipe, estas son de siete colores, azul, púrpura, verde, naranja, blanco, violeta y negro. Cada una de ellas puede llegar a representar algún sentimiento, emoción o momento, por ejemplo el naranja es el otoño, el púrpura el anochecer, el blanco serenidad, entre un montón de representaciones que el lector le puede dar, Deli-

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desnuda en seguida, ahogaron mis gritos con bárbaros procedimientos y me arrastraron junto a aquel hombre indigno, que mofándose de mis lágrimas y riéndose de mi resistencia sólo se preocupaba de asegurarse de la infortunada víctima a la que destrozaba el corazón; dos mujeres no cesaron de librarme de aquel monstruo, y dueño de hacer cuanto quisiera se contentó con apagar el fuego de su culpable ardor únicamente con abrazos y con impuros besos que me dejaron sin ultrajes… Aunque se me hace machista y estereotipado asumir que una mujer entre los dieciséis y diecisiete años no es capaz de tomar sus propias decisiones o incluso es tan tonta como para no darse cuenta de las verdaderas intenciones de un particular, algo que denigra la capacidad de cualquier mujer.

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(…) era mi propio amante, había sido él quien me había traicionado. Esto era lo que decía aquella carta atroz, cuyas palabras aún siguen grabadas en mi corazón con trazos de sangre. Que amor tan puro y magnifico el que tuvo el Marqués de Luxeuil por su amada Emilia. Solamente el Marqués de Sade es capaz de pintar una historia perfecta en medio de desgracias y abusos, es él quien explora sus mayores deseos en sus obras, quien sabe si Emilia no fue una más de sus tantas alucinaciones.

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Recopilando lo que se ha hablado anteriormente, estos dos hombres son el claro ejemplo de una sociedad que ahora mismo está sumida en la demencia y desesperación, los placeres prohibidos y la profanación, porque son ellos los que relatan un paisaje que no está ajeno a la

realidad en la que vivimos diariamente, Emilia puede ser cualquier persona que dentro de su inocencia y pulcritud salta directo al pozo de la crueldad humana. Mientras que otros escapan de la Muerte Roja o incluso tienen el descaro de tentarla y hacer de ella algo lejano que nunca llegará, aunque la realidad es otra, pues las campanas están sonando y el tiempo se está agotando. Son nuestro “odiado” Marqués de Sade y nuestro “aclamado” Edgar Allan Poe, quienes de la mano nos llevan a paisajes oscuros y tenebrosos, llenos de bestias disfrazadas de ovejas, solo ellos tienen la capacidad de escribir un mundo ficticio que tarde o temprano se materializa en las perversiones y el mal mundano.


Narraciones Extraordinarias #25

“A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa”.

– Edgar Allan Poe –

“La crueldad, lejos de ser un vicio, es el primer sentimiento que imprime en nosotros la naturaleza”.

Revista

– Marqués de Sade –

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KATERINE Poema:

Shara Bueno

Foto:

Leo Vรกsquez


Narraciones Extraordinarias #25

Hoy que se astilla mi sonrisa y los viernes saben a domingo, sé que no tocaré la puerta que cerraste para siempre. ¿Acaso fuiste la flor que brotó en el asfalto y la vida pisó? Hoy, los días son números que corren y mis manos, una red de palabras que intentan atrapar recuerdos: Amplias, pero no rápidas, no alcanzaron las tuyas cuando aún había tiempo. Hoy que intento rescatar la luz que perdí en el camino, me pregunto hasta dónde me alcanzará la esperanza.

Revista

De la agilidad de la muerte, ya no tengo dudas. 31


PARA TI

Poema:

Shara Bueno

Foto:

Leo Vรกsquez


Narraciones Extraordinarias #25

Ahora que destruimos el mundo y tratamos de encender un cabo de esperanza inexistente, mascullo las palabras que quisiera decirte en medio de la noche, cuando el fuego ilumine tu rostro y descubra en ti los ojos de Dios, mirándome con deseo. ¿Qué sucederá cuando sepas que me fracturé los sueños? Por si las dudas, fabricaré unas alas para que puedas observar el caos sin lastimarte los pies, para que huyas y testifiques a quien corresponda, que la humanidad se extinguió y que tú no aplicas, porque esas alas perpetuaron tu existencia y los hombres no conocen nada sobre la eternidad. Mientras tanto yo, aquí en la tierra, prepararé mi carne, pútrida o inexistente para cuando regreses, pero tuya, como todas las palabras y los orgasmos que provocaste en mí. Ahora que destruimos el mundo y tratamos de encender un cabo de esperanza inexistente, te ríes al parecer de un meme buenísimo que a mí no me causa gracia, Noticia de última hora: mujer de 21 años se suicida lanzándose del puente La Florida.

Revista

Qué bueno que primero ensayé las alas – pienso – mientras bajas en el inicio de tu Facebook, vas a tu perfil y subes una foto con tu nuevo amor. 33


Poema:

Shara Bueno

Foto:

Leo Vรกsquez


Narraciones Extraordinarias #25 Revista

NO TENGO CUENTA BANCARIA, PERO SÍ UNA DE FACEBOOK DONDE POSTEO MEMES Y POEMAS

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Los giros laberĂ­nticos

del escritor (La literatura de Edgar Allan Poe)


Texto:

Valeria Cuellar Saavedra Estudiante, Grado 11 Colegio Comfenalco, Armenia

Ilustración:

Jorge Alberto Mendoza

Comunicador Social - Periodita Docente universitario Editor General - Revista El Rollo

“A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa”.

A

lo largo de la historia el hombre ha manifestado la necesidad de traducir el mundo a través de las letras, como parte de la semiótica que lo compone como escritor y creador del más maravilloso universo de fantasías a la imagen y semejanza de su propia naturaleza. La literatura es la acción poética de la lengua que se le brinda al mundo, y de forma inmediata el más grande de los placeres al que se puede enfrentar el hombre en tiempos en los que la vida no tiene mucha importancia, sumergiéndose así el alma en un mundo laberintico, producto inconsciente de la imaginación humana en la que el hombre se constituye en el eje central de su producción literaria. Edgar Allan Poe, representante de las más exquisitas manifestaciones literarias arraigadas al terror y el suspenso dentro de la cultura gótica de la época, refleja la naturaleza catastrófica de su obra casi elevando la voz de su historia a través de la escritura, una vida decadente y sumamente influenciada por la ingesta de drogas como el opio y el alcohol, sustancias que le permitieron perfilar un recorrido literario catártico para eludir las pesadas culpas de su caótica existencia. “¡Pobre infeliz! Sus grandes ojos fulguraban en vez de brillar, pues el efecto del vino en su excitable cerebro era tan potente como instantáneo” (1849: Pag 10) […] “¿qué enfermedad es comparable al alcohol?”. (1843: Pag 7)


Entre las obras de mayor encontramos obras como El gato negro, publicada en el año 1843. La cual relata la historia de un hombre, quien sumido ante un abrumador sentimiento de culpa y desprecio debido a los efectos del alcohol, termina asesinando a su propia esposa influenciado por el repudio que siente tanto hacia ella como hacia el pequeño gato negro de quien es dueño. En dicha obra podemos evidenciar a través de la narración del autor la construcción de giros laberinticos influenciados por la pérdida de la cordura y la sobriedad, que guían al protagonista en un camino abrumador de contradicciones contra sí mismo, desenlazando una trágica historia de terror. Este relato es, sobre todas las obras escritas por Poe, la manifestación más amplia de desespero en relación a su vida y la cercanía de su subconsciente con la idea de la muerte, idea que se concede a partir de los conceptos que allí se abordan, tales como el alcoholismo, el desequilibrio tanto emocional como físico y el desprecio

Narraciones Extraordinarias #25 Revista

El alcohol ha significado para Poe la creación de caminos construidos sobre bases de pérdida y tristeza, caminos laberinticos que en obras como El corazón delator, El gato negro, El péndulo o La máscara de muerte roja, reflejan ese desasosiego ligado a la necesidad de encontrar el camino, o centro de la pérdida de la vida misma; es así como el escritor a través de metáforas como la muerte, el cuarto negro, la culpa del asesino, o el palpito de un corazón escondido refleja una incansable búsqueda de la sobriedad, ese estado en el que su naturaleza creativa deja entre ver los pasajes más oscuros de su mente y el constante sentimiento de pérdida que a través de su lectura se logra percibir en la vastedad de sus palabras. Poe a través de la escritura pretendió encontrar el sentido de su existencia tomando como pretexto la ingesta de sustancias como el alcohol y las drogas a modo de analgésico ante su insoportable realidad, siendo conducido finalmente hacia la muerte. Sin embargo, este logró indiscutiblemente sentar una nueva mirada sobre el género, renovándolo a través de un nuevo estilo y estructura, posicionándose así entre una nueva gama de grandes escritores, título que ha trascendido en el tiempo.

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Narraciones Extraordinarias #25

hacia su vida y el mundo que lo rodea. Conceptos que desenlazan finalmente, como en gran parte de sus producciones en la muerte de los personajes (en este caso la esposa del protagonista) y en el surgimiento de sentimientos como el remordimiento y la culpa que abruman al personaje, situación evidenciada tanto en el presente relato como en El corazón delator, publicado en el mismo año.

Revista

Dando continuidad a lo expuesto, es posible a partir de ello dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Son el alcoholismo y la drogadicción el alimento y motor de la genialidad del escritor, o en su defecto la causa de su decadencia? Cabe poner en manifiesto que la genialidad de Poe fue y será para la historia de la literatura un antes y después. Aunque se tiene conocimiento de los grandes perjuicios que dichas adicciones significaron en la vida del escritor, estos a su vez le permitieron perfilar un gran imaginario creativo y sobrellevar las pesadas cargas de su caótica existencia, conduciéndolo así hacia la muerte y abriéndole paso a la manifestación más amplia de su existir. “La vida es un laberinto. Algunas personas deambulan toda la vida buscando la salida, pero sólo hay un camino que te lleva cada vez más profundo y sólo cuando llevas al centro lo entiendes. La muerte es incomprensible, pero puedes reconciliarte con ella. Hasta entonces te preguntarás si tomaste las decisiones correctas” (2017: T1, E5).

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Referencias Strambotic. (s,f) Sociedad de la Filosofía Aplicada. Recuperado de: https://www.facebook.com/Sociedadefilosofiaplicada/

Poe. E.A. (s,f) Corazón Delator, frases. Recuperado de: https://versosdeamorm.blogspot.com/2019/02/corazon-delator-edgar-allan-poe-frases.html Poe E. A. (1849) Hop Frog. Recuperado de: http://www.ataun.eus/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Edgar%20Allan%20Poe/Hop-Frog. pdf Poe E. A. (1843) El Gato Negro. Recuperado de: http://www.ataun.eus/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Edgar%20Allan%20Poe/El%20 gato%20negro.pdf Odar, B. (productor). (2017). DARK [serie de televisión]. Alemania: Netflix.



Lo que realmente

importa Texto:

Carlos AndrĂŠs Giraldo

Comunicador Social - Periodita CM - Revista El Rollo


Narraciones Extraordinarias #25

L

a señora de la casa siempre se levanta a las 5 a.m., lo sé porque yo miro el reloj cuando la escucho caminar por la casa, a esa hora todavía está oscuro, me reconforta saber que pude levantarse, que no tose, que a sus 65 años todavía tiene la vitalidad intacta; es una suerte de sinestesia emocional, esas cosas que uno solo siente con alguien muy cercano, y claro, mi caso es especial, la señora de la casa es mi mamá, y mientras ella siga bien, yo estoy bien. A esa hora se dirige a la cocina a tomar su medicamento para la tiroides, luego se recuesta una hora más y ahí sí empieza el día oficialmente, el doctor le recomendó eso: “una hora exacta de reposo después del medicamento”, y ella lo cumple como un acto religioso, creo que también le da miedo, como a mí… Vivimos en el campo y la vida aquí no tiene mucho de diferente a la ciudad, hay rutinas como en todos lados, aunque a veces nos creemos más dueños de nuestro tiempo; no hay un jefe respirándonos encima para cumplir con los objetivos, ni horarios estrictos, las cosas se hacen porque sencillamente se tienen que hacer y eso se encarga de marcar el ritmo, aunque aquí tampoco somos dueños de mucho, y es que lo que importa aquí es prácticamente gratis: el clima, siempre fresco, el arbolito de papaya, que ahora nos regala casi 50, y de buen tamaño, ¡ya no sabemos cómo dar la papaya! No es nuestro tampoco el canto de los pájaros que se asoman a la ventana esperando el arrocito que sobró del día anterior, ni la fortuna de estar tan “resguardados” del mundo y todo lo que le puede estar pasando.

Revista

Bueno, aquí no importaba, o al menos no pasaba de una cara de genuina sorpresa cuando se estaban muriendo mil personas por día en Italia, por un virus que salió de China “por comer murciélago”, y nosotros con todas esas papayitas tan sabrosas ahí, -¿será que no tenían más para comer?-, ni siquiera importó mucho cuando nos encerraron, y había que usar tapabocas siempre afuera, porque afuera no había más que pastico, los perros, las vacas y la gente que pasaba saludando.

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Narraciones Extraordinarias #25 Revista

La cosa empezó a importar cuando yo no podía estudiar, porque en la Universidad empezaron a hacer todo virtual, que entre a internet y busque esto, que lea estos textos y resuelva este taller en la plataforma, que el parcial se hace por videollamada, y aquí que no llegan esas comodidades modernas, que a duras penas llega la señal celular, pues me tocó comprar datos para los días de entrega y hablar con los profesores. Ubiqué los únicos dos ladrillos de la casa en donde medio llega la señal necesaria para mandar las tareas, esto último será muy chistoso pero en unos años, hoy no me da para reírme al respecto, todavía no sé cuántas personas están en mi situación o en peores, pero estoy seguro que son muchas.

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Luego empezó a importar progresivamente en otras cosas, “Mija, el niño me dijo que en el pueblo dizque hay casos” – le decía el esposo a la señora, y yo la veía como se recogía toda, porque a él era al que le tocaba salir a comprar las cosas que toda casa necesita, y el viejito a ella no le puede faltar, porque de esos 68 años que él tiene, han vivido juntos más de 20, y el niño es el hijo que trabaja en el pueblo y ya no es tan niño, pero es el menor y así se va a quedar siempre, pero allá estaba expuesto a todo lo que hace un mes estaba



Narraciones Extraordinarias #25

en Italia, ¿y entonces?, no estábamos tan seguros como parecía, y a mí también se me revolvía todo, porque en la televisión decían que mientras más edad más peligroso es el virus ese, de un tipo que se fue a comer sopa de murciélago, y que después supimos que no era por necesidad, sino que allá les gusta eso. Y así fue, el bicho ese que había llegado a las ciudades hace rato ya nos empezó a importar, y ya empezamos a poner alcohol en todas partes, y al que salía le tocaba llegar a bañarse, y si no lo hacía, pues “cantaleta” no le faltaba hasta que lo hiciera, nos dimos cuenta que del campo sale todo para la ciudad y que de la ciudad todo llega al campo. Empezamos a ver las grandes camionetas con placas de Bogotá, Cali, Medellín, todas llenas de gente igual de asustada a nosotros buscando uno de esos “pedacitos de cielo” donde estábamos parados, pero muchas de esas gentes venían también con el diablo adentro, con el virus, entonces empezaron los “vea que la señora de la finca de allí se enfermó” y “vea que el señor de la carnicería que viene a repartir por aquí se enfermó”. Miedo, en el campo, donde todo el mundo es fuerte, donde le dan machete a las brujas, pero solo en números impares para que no vuelvan. En el campo, donde todos tienen la piel más áspera; miedo, de ese que se mete hasta los huesos, porque sentimos a ese monstruo que se mete a las personas y las ahoga hasta matarlas dando pasos sonoros, acercándose, como un péndulo que baja lentamente hacia nosotros.

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Las cosas más sencillas empezaron a ser preocupantes, solo nos podíamos abastecer ciertos días, solo podía salir uno, ¿y si de pronto pisaba donde no era?, ¿Y si ya se había traído sin querer algo de ese virus entre el arroz y las verduras?

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La señora de la casa se veía su novela en las tardes, pero intranquila, hasta hoy sigue intranquila, porque la jaula así sea de oro sigue siendo una jaula; yo me sentaba a leer algún libro y a esperar, porque al final no queda más que eso ¿no?, esperar, ponerse los audífonos y escuchar lo que se quiere escuchar, no el “hay 50 contagiados hoy en el Quindío… 100…350…”, sino escuchar a Chopin o Bach o alguna banda de pospunk rusa que un día me encontré y que decía en una de sus canciones: “La vida es dura y poco reconfortante, pero es tan fácil morir”, frase que no hizo más que llenarme de ansiedad.


Aquí no le ha pasado nada a la señora de la casa, ni al viejito, ni al niño, pero todavía nos morimos del miedo, porque la gente se empezó a morir en la ciudad, luego en el pueblo, hasta en la vereda, y aquí no importa cuántos seguros le pongamos a la puerta en la noche, ni cuantas bebidas de “pronto alivio” con anamú, eucalipto y limón nos tomemos, porque el día que menos pensemos la gente se puede morir también aquí en la casa. Esa “nueva normalidad” es algo que nadie puede adoptar ni disfrutar por voluntad propia, ni en el campo, ni en la ciudad, porque nos limita con la misma mano a todos, por eso hasta que todo pase, nos tocará seguir imaginándonos las sonrisas debajo de los tapabocas oliendo a alcohol y escuchando los mismos pajaritos cantando aquí y allá a través de las ventanas, cuando podamos, es la única manera de seguir escuchando temprano en las mañanas los pasos de aquello que realmente importa.


Miedo a la

luz

Texto:

Juliette Uribe

Estudiante Comunicación Social - Periodismo Universidad de Ibagué Ilustración:

Catalina Aristizábal


El miedo a la oscuridad puede traducirse como temor a lo desconocido, mientras que en la luz puedes ver lo que hay frente a ti. ¿Y qué es peor? ¿No saber lo que sigue y caer, o saber perfectamente que viene y no poder evitarlo porque te carcome el pánico?

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L

a gente usualmente le tiene miedo a la oscuridad, pero yo le tengo miedo a la luz.

En la luz se pueden ver las angustias, los traumas, el dolor. Y a sabiendas de que nadie quiere vivir invadido por esa plaga, es preferible ocultarse en la oscuridad. Allí no se sabe que hay, nadie puede verte, no puedes ver a nadie. La mente se confunde. Es como cuando se cierran los ojos a la hora de dormir. Eres consciente de que estás en un estado vulnerable frente a lo que pueda ocurrir alrededor, pero te entregas al confort del sueño porque todo está oscuro. Pero en un lugar bien iluminado puedes ver todo y cada una de las cosas, todo distrae, mucha luz encandila, es estrés constante. En “Ensayo sobre la ceguera” José Saramago se planteó un mundo invadido por una epidemia de ceguera blanca. Sí, blanca. Tan blanca como la leche. Como tener un foco en la cara. La única persona que podía ver en este mundo apocalíptico, presenciaba la podredumbre y la des evolución de la humanidad. Todos los demás ignoraban la magnitud de la situación.

Revista

Y vuelvo a preguntar ¿qué es peor? ¿desconocer lo que ocurre a tu alrededor o ser consciente y no poder hacer nada? Tal vez lo peor sea amar la luz: saber lo que pasa, ver todo, entender y no querer hacer nada al respecto.

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Texto:

Johan Andrés Rodríguez

Comunicador Social - Periodista Director General - Revista El Rollo

EL AMIGO

Secreto


Narraciones Extraordinarias #25

T

odos los días me levanto con miedo a sentir algo, cuando escribo esto se cumple una semana de haberme expuesto a un positivo, han sido días de incertidumbre, desasosiego y ansiedad. No hay día en que no me detenga cada hora a analizar lo que estoy sintiendo, a respirar conscientemente, a escuchar mi cuerpo, a sentir mi cuerpo, pero nada, no siento nada, los días pasan y pasan y yo no siento nada, el problema es que los positivos aumentan, los negativos quedan con dudas y yo, yo no siento nada. Durante meses nos hemos cuidado como nos han indicado, salimos lo menos posible y solo cuando ha sido estrictamente necesario, hemos tomado las medidas de bioseguridad que se han establecido, es más, cada que salimos somos más paranoicos que cualquiera. Por lo general salimos Morado, Rosa, Amarillo, Negro y yo, vamos a restaurantes al aire libre, a cafés con medidas y siempre usamos tapabocas, desinfectante y alcohol. Hemos trabajado muchas veces juntos, incluso con Rojo, Gris y Naranja, y todos hemos sido responsables en nuestra cotidianidad, en nuestras casas y con nuestros familiares.

Revista

Sin embargo, bajamos la guardia, no hay otra expresión que explique por qué hoy la mitad del grupo es positivo y la otra mitad vive en la incertidumbre y la paranoia, y luego estoy yo, que no siento nada.

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La cosa es así, llevábamos meses sin vernos, sin salir y sin encontrarnos. Antes solíamos vernos cada quince días, para charlar, comer o tomar licor. Eran encuen-

tros esporádicos y anhelados por todos, teníamos el protocolo de cuota monetaria y demás, Morado prestaba la casa, Celeste y Negro se encargaban de la gestión del licor; Rojo, Gris y Azul nos acompañaban por gusto, aunque ellos nunca consumían alcohol, y siempre me designaban a mí los asados, la comida y la mantequeada. Eran reuniones muy tranquilas, en el mejor de los términos, tranquilas es que hasta hoy no hemos llorado a nadie, en el sentido de que nadie se ha muerto, porque de resto, las anécdotas dan para un libro entero. Completamos 3 años seguidos celebrando el día del amigo secreto, la excusa era vernos, hace un año fue increíble, quizás por el hecho de que las probabilidades de volvernos a reunir eran mínimas y cada uno empezaba a buscar su propio camino en la vida, decidimos que esa celebración sería épica, aunque siempre son épicos nuestros encuentros, en todo caso, este año no podía ser la excepción y mucho menos no intentar superar la anterior, con todo y pandemia, era la excusa perfecta para hacer como si no pasara nada y reunirnos, charlar y celebrar. A principios de mes hicimos el sorteo, metimos los papelitos a la espera de quién sacaría a quién, usamos una aplicación para esto y el amigo secreto nos llegaba a nuestros correos, no había endulzada ni encuentros previos porque la situación no lo permitía y como siempre hemos sido borrachos pero buenos muchachos, dijimos que solo nos veríamos un día para repartir los regalos y entregar las endulzadas, era solo un día, nada podía salir mal y teníamos un mes entero para prepararnos.


Narraciones Extraordinarias #25

De todos los más responsables con las normas han sido Morado, Negro y Rojo, siempre tienen alcohol en sus vehículos, salen lo menos posible y por lo general cuando nos vemos son quienes nos surten de implementos de aseo y están a la expectativa de a dónde vamos, con quienes y por qué. Morado teme más por su familia que por su vida, como todos, Negro y Amarillo siempre cuidan sus hogares y obvio Rosado y yo también, pero ya saben a lo que me refiero.

La paranoia y ansiedad que me caracterizan lograron que no me sintiera cómodo rodeado de todos en un momento de incertidumbre y de aumento de positi-

Revista

La finca ya estaba reservada, nos iríamos el sábado en la tarde y volveríamos el domingo en la mañana. El sitio era alejado, solo estábamos nosotros y eso nos daba un poco más de seguridad, el contacto con los dueños fue a la entrada cuando nos tomaron la temperatura, nos dieron desinfectante y nos mostraron la casa en donde nos hospedaríamos; era una finca campestre, tres cuartos dispuestos para quince personas, una piscina mediana, mesa de billar y una zona de BBQ que al final de la noche fue la discoteca improvisada de todos nosotros. Realmente no quería ir, sospechaba que Negro ya era un impostor y por ende prefería mantenernos a la distancia, pero Rosado y Morado insistieron en que quizás sería el último espacio para compartir, además que como todo estaba pasando, quizás Amarillo no volvería tampoco a estar con nosotros. De todas formas, había una responsabilidad adquirida, yo había sacado a Blanco y hubiese sido muy triste para ella que su amigo secreto no estuviera.

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vos, además de otras cosas que no vienen al caso, resulta pues que desde el inicio me alejé del grupo entero, me fui a jugar con Azul un rato, y luego compartí con Morado y Rosado. El día se terminaba, la noche empezaba y todos nos dirigimos a nuestros cuartos para arreglarnos, prepararnos, bañarnos y tener todo listo para la repartición de regalos. Previamente decidimos que comeríamos arroz chino, era lo más fácil en el momento y el domicilio podía llegar hasta la finca en donde nos encontrábamos. Todo estaba listo, aunque Celeste y Rojo no dejaban de toser, sin embargo, nadie hacía aspaviento de nada, pues todos somos amigos, somos equipo, quién sería capaz de traicionar a uno de nosotros, nadie, eso pensábamos y hasta el momento los años no lo habían demostrado.

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El juego fue sencillo, cada uno hablaba de un momento que vivieron a lo largo de estos cuatro años con el amigo que sacaron, inició Rojo, había sacado a Gris y recordaron sus primeros días en la Universidad, desde siempre han sido los mejores amigos, compañeros y casi hermanos. Luego Amarillo habló de su cariño hacia Morado, todos nos reíamos y recordábamos ciertos momentos que mencionaban pues casi en todos estábamos presentes los diez, a veces once, a veces quince, a veces veinte, otras veces solo cuatro, o dos, pero han pasado años y la amistad se conserva, por eso confiamos en todos, hasta ahora nadie ha sido traicionero, al menos no de forma consciente.

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Resulta pues que Blanco me sacó a mí, y yo la saqué a ella, fue muy chistoso porque de todos, nosotros hemos sido


Como siempre, fui el primero en caer, quizás por la edad, la paranoia, el desasosiego, o simplemente las semanas de trabajo que tuve. En el cuarto junto a mí durmieron Gris, Amarillo y Azul. Al lado del baño el otro cuarto estaba para Naranja, Blanco y Celeste y en el último, Rojo, Morado y Rosado. El primero en despertar fue Amarillo, había carrera de carros y él no se la podía perder, Azul también es amante de los deportes así que se despertaron y prendieron el televisor, yo me levanté después, era una mañana soleada, curioso es que siempre que estamos en una finca los días son soleados, no importa si es lunes o martes, o sábado o domingo, esos sitios parece que fueran dispuestos en zonas donde no llueve, al menos mientras uno está.

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El momento cúspide de la noche inició, los protocolos disminuyeron, la cercanía se hizo presente y la música sonó más alto, las quince copas se redujeron a dos, los metros de distancia disminuyeron a centímetros y los gritos, alaridos y risas aumentaron de forma exponencial; bailamos, saltamos, nos abrazamos; hablamos, dijimos y nos reímos; recordamos, añoramos y prometimos; bailamos, bailamos y saltamos, bebimos, bebimos y bebimos y al final de la noche, todos juntos nos dormimos.

Azul me sugirió preparar café, porque claro, todos se iban a levantar malucos por la noche, así que me puse en gestión, conseguí una olla, alisté la estufa, prendí el fogón y empecé a calentar el agua, a falta de colador de café, tuve que utilizar una camiseta vieja, obviamente muy limpia y pues el café había sido el regalo que me dio Blanco, así que todo estaba preparado, el agua empezó a calentar y yo me dispuse a la preparación, entre tanto se levantaron Rojo, Naranja y Celeste. Las escuché de lejos pues Rojo estornudó y realmente Celeste nunca dejó de hacerlo, todos estaban pendientes de lo que sentían, pero ambas afirmaron que no pasaba a mayores, que era una simple gripe. Yo terminé de preparar el café, alisté los vasos desechables y empecé a servir. Como buen anfitrión empecé a repartir a todos los que querían y por último me senté junto a Amarillo y Gris a hablar de cosas. La mañana avanzaba, cada uno se preparaba y se arreglaba, debíamos dejar la finca antes de las diez de la mañana y como era domingo, todos nos encontrábamos listos para descansar antes de la semana siguiente. Luego de todo, nos quedamos Rosado, Morado, Amarillo, Blanco, Azul, Celeste y yo para desayunar, fuimos a un restaurante cercano del pueblo en donde nos encontrábamos y pedimos el menú que nos ofrecieron, algunos tomaron caldo, otros pidieron arepa y otros simplemente querían tomar mucha agua. Al final de la tarde estaba nuevamente en mi casa, descansando, alistando cosas para el otro día madrugar.

Revista

compañeros desde siempre, desde el primer día de la primera clase del primer semestre, hemos trabajado juntos, discutido juntos e incluso todos dicen que tenemos algo más, pero no es cierto, somos amigos, todos somos amigos y nos cuidamos los unos a los otros, nos respetamos, nos valoramos y nos defendemos.

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Eran las once de la mañana cuando un mensaje en el grupo “La Épica” nos alertó, como estaba ocupado, miré el grupo media hora después, ya había 50 mensajes 10 audios y un montón de stikers que alertaban sufrimiento, miedo y llanto. Empecé a leer y con el paso de cada mensaje mi corazón se fue acelerando. No sabemos cómo o por qué, pero no fue en la finca, resulta que Rojo dio positivo, y Gris también, todos quedamos alterados; Rosado y Morado propusieron hacerse la prueba, pero aún era muy pronto para esto, aunque muy tarde para lo demás. Todos se quedaron asustados esperando lo que acontecería. Algunos empezaron a llamar a las EPS y otros empezaron a gestionar los laboratorios para hacerse la prueba particular. Yo me quedé de una pieza, no sabía qué hacer, ni qué decir en mi casa, casi no salgo y preciso cuando me voy regreso contaminado, era lo peor, la paranoia me invadió y un dolor de cabeza se apoderó de la tarde que siguió. Al día siguiente Rosado empezó a sentir síntomas, preguntamos por los primeros positivos y pedimos que todos nos fueran diciendo cómo se sentían: Maluco, normal, normal, maluco, normal, normal, normal, maluco, maluco, normal, maluco, y yo, que no sentía nada, que no siento nada y sigo sin sentir nada. La Secretaría de Salud de Armenia ya estaba informada de la situación, el miércoles empezó a llamarnos a todos para realizar el cerco epidemiológico y claramente ya avergonzados tuvimos que confesar nuestra irresponsabilidad. No había más qué hacer o pensar, solo quedaba esperar, hacernos la prueba y aislarnos definitivamente de la familia, amigos y la calle.

Los resultados se dieron así 5 positivos, 6 negativos y yo que no sentía nada, aunque la prueba de sangre que me hice pasados los once días arrojó un rotundo negativo, como bien es sabido la EPS nunca me respondió para darme una cita, simplemente quedaron informados de la situación tanto por mí como por la Secretaría de Salud, pero ni esto valió para que tomaran cartas en el asunto. Me la hice el día 11 aún sin sentir nada. Es increíble el comportamiento del virus, no entendemos, nadie entiende, y todos quedamos sorprendidos. Ser negativo me tranquilizó, sin embargo, todos los días los síntomas de todos aumentan. Rojo no tiene sabor, Rosado se la pasa durmiendo, Gris tiene congestión y maluquera, Blanco no siente nada pero al parecer contagió a su familia, Amarillo fue negativo pero de la EPS lo llamaron a decirle que no bajara la guardia pues quizás podía ser un falso negativo, Morado y yo nos quedamos simplemente con la angustia y cada día pasamos revista en el grupo sobre el comportamiento de cada uno, somos amigos, en todo caso, que a alguno le pase algo nos duele a todos, el amigo secreto fue extraordinario y hoy nos queda la lección de la irresponsabilidad, pues en todo caso ¿qué podía salir mal en plena pandemia? Era solo una reunión entre conocidos.


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Revista

Mis pensamientos durante la

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cuarentena

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Narraciones Extraordinarias #25


Texto:

Valentina Cárdenas Cadena Estudiante, Comunicación Social - Periodismo Universidad de Ibagué

Ilustración:

Jorge Alberto Mendoza

Comunicador Social - Periodita Docente universitario Editor General - Revista El Rollo

Marzo:

Hay algo extraño que se nos está acercando, lo leo en todas partes, lo escucho en todas partes, Dios quiera que no lo sienta, no hay duda de que la hora llegó, todo entra en crisis y como todo un profeta, Edgar Allan Poe lo escribió alguna vez: La Muerte se ha erigido un trono, en una extraña ciudad que se levanta solitaria, muy lejos, en el sombrío occidente 1. Como sí estuviese describiendo aquel escondido sitio que encabeza los titulares, epicentro que le dicen.

Abril:

Inspirado en

Edgar Allan

Poe

En todo lo que haya texto, audio o imagen, abundan palabras serias, pensamientos graves que la memoria para siempre turban 2, mis sueños se construyen a partir de las frases, del miedo, y simplemente ya no hay espacio para nada más, mi mente es ruido y mi cuerpo solo un pedazo de materia y soledad que ocupa espacio en una habitación oscura.

Mayo:

La soledad traspasa las fronteras de mi cuerpo, ya no hay afecto, ya no hay amor, reina la preocupación, en las fotografías están aquellos amigos que por siempre nos dejaron, caros amigos para siempre idos, fuera del tiempo, fuera del espacio 3. Ya sólo hacen parte de una colección de recuerdos, que son los que mantienen una


esperanza que se va apagando al darse cuenta de que se han desvanecido los bellos ensueños de la juventud 4.

Junio:

No sabes cuántas noches llevo sin dormir, los días ya no son días, son simplemente cuentas obligatorias de un calendario, sé que estoy desposeído de mi fuerza y no muevo un músculo mientras estoy tendido, todo a lo largo, pero, ¿qué importa? 5 el futuro se ha desvanecido y los planes son utópicos.

Julio:

La costumbre se ha convertido en rutina, el miedo es persistente pero no me controla, la muerte se respira pero salgo a la calle, y aunque un pedazo de tela aprisiona mis palabras pienso hacía mis adentros: ¡Silencio y desolación y profunda noche! Os percibo ahora y os siento en toda vuestra fuerza 6. Me apropio de esta pesadilla, y mientras las piezas de mi alma que aún tratan de reconstruirse me dirigen a un camino sin rumbo, pero con final más cerca que nunca, me permito contemplar un drama de esperanzas y temores 7. Pero mi cuerpo ansía libertad, y ya los días no son tan oscuros, supongo que me estoy acoplando a la nueva normalidad, sí es que algo de esto puede ser normal.

1

Fragmento extraído del poema de

Edgar Allan Poe: “La ciudad en el mar” 2

Fragmento extraído del poema de Edgar Allan Poe: “Ulalume”

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Fragmento extraído del poema de Edgar Allan Poe: “Dreamland”

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Fragmento extraído del poema de

Edgar Allan Poe: “El día más feliz” 5

Fragmento extraído del poema de Edgar Allan Poe: “Para Annie”

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Fragmento extraído del poema de Edgar Allan Poe: “El coliseo”

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Fragmento extraído del poema de

Edgar Allan Poe: “El gusano vencedor”


La Plaza

Imรกgenes y sonidos de la noche


Texto:

Luis Hernando Restrepo Aristizábal

Comunicador Social - Periodista Tecnólogo en Sistemas de Gestión Ambiental Editor Ambiental Revista El Rollo Fotos:

Christian David Acuña

Comunicador Social - Periodista Promotor de lectura Editor Fotográfico Revista El Rollo


Narraciones Extraordinarias #25

E

l declive de la tarde anuncia una noche impetuosa. La luz del ocaso se esfuma por entre el sol de los venados, que cruza sus últimos rayos a través de los ventanales de los edificios que rodean La Plaza. Las campanas de una torre grisácea con blanco que mantiene una cruz de concreto, recién terminan su último y estrepitoso bullicio del día, pero, después de 30 campanadas, sus ondas vibratorias aún cimbran el cielo raso sobre mi cabeza. Las golondrinas y tórtolas finalizan su baile aéreo cotidiano, manteniendo, preventivamente, la precaución frente a algún gavilán pérfido y cazador. Yacen aquí frente, en la plaza de El Libertador y del Monumento al Esfuerzo, apretados entre palmas, bancas y carritos de café, los adoquines grises y naranjas del epicentro de una ciudad con poco más de 130 años, ubicada frente a unas montañas victoriosas, copadas de pomposas nubes, pero perdida ante la ignominia y la indolencia de la civilización humana.

Revista

Muchas son las gentes diversas que la transitan día y noche. Unos se van cuando abruman las horas nocturnas, pero otros llegan, porque saben y lo imponen, que la oscuridad previa a la media noche les pertenece. Entretanto, lejos en el tiempo, más allá en el pasado, más allá en el futuro, durante la luz del astro rey, hay quienes huyen con fingimiento ante la penumbra, sólo hasta cuando anteponen su careta, saliendo de las apariencias del día para resurgir ante la lujuria de la noche.

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Los sonidos de la noche imperan ante el silencio de la soledad. Pocos autos circundan las calles, el viento sopla las vertiginosas ramas de las palmas y los árboles,

las garzas vuelan unidas hacia el norte, y las altas puertas de la catedral cierran inclementes ante la penumbra y el rostro de la indigencia. El sol ya no es más. Escasos infantes juegan en la plaza: algunos niños tras una pelota llenos de risas, algunas niñas en sus bicicletas con los ojos de papá y mamá que se aferran a ellas. Antes del regreso a casa, parejas que se toman de la mano, solitarios que se aferran a un cigarro, ocurrentes que fotografían las luces de las casitas en la montaña, perros que corren detrás de sus colas y de sus humanos, caóticos que insultan al cosmos y extraviados que preparan su entrada triunfal hacia la oscuridad. Priman esas pequeñas luces de farolas que iluminan los rostros de quienes terminan sus cervezas en los tomaderos que rodean la plaza; en la nostalgia del licor, aún se habla de fútbol clásico, de historia patria y de lo feroz que ha sido la vida durante el 2020. Los carritos de dulces se han ido, los de café sin embargo persisten y los de comida rápida se mantienen en una de las esquinas; el hambre de la gente es lo que más perdura. Cuando las nubes de tormenta todavía no llegan, la luz de la luna y las estrellas enfocan a unos cuantos que pernoctan en pequeños refugios entre los muros de La Plaza, asilados dentro una vieja cobija y con una mochila llena de sueños. Pero cuando llueve, inclemente fuerza del agua en una región tropical, encontrar un techo seguro y algo de suelo seco se convierte en el mejor regalo de la vida. Hay quienes mucho recorren, calles y carreras, inmigrantes y nacionales, miles de caminos, buscando ilusiones en medio de lo abrupto de la noche, comida entre los cestos de



Narraciones Extraordinarias #25

la basura, y algo de esperanza frente a los balcones residenciales que algo de hogar siquiera mantienen. La vida en la tenebrosidad es ópera prima para las sustancias que alteran la realidad de la existencia. Quienes se aprovechan de la noche, la utilizan como amante para acompañar sus rituales que durante mañana y tarde, les tocaría un poco minimizar. Con la droga, se busca en la oscuridad algo de luz que no se haya durante el día, como noctámbulos aferrados a algo que los mantenga firmes en tierra, pero que termina por condenarlos al caos de lo etéreo.

Revista

En medio de las sombras perpetuas, las imágenes y los sonidos de la noche afloran en La Plaza: las sirenas de las ambulancias retumban, cada tanto, con mayor vibración; las luces rojas y azules que acompañan el chiflo motorizado de

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la Policía que hace el barrido, cuadra por cuadra, de lo que una burda sociedad supremacista exige como escoria social; los lamentos y quejidos del pobre desahuciado que busca en la roña y en las sobras algo de bocado; el camión de la basura que sigiloso recorre las calles, mientras los operarios, barrenderas y barrenderos, vestidos con su overol verde esperanza, recogen nuestra vanagloriada inmundicia; los gemidos del gato y los ladridos del perro que ante cualquier silbido o chistado alarman sus cuerpos para luego huir en la oscuridad; las escurridizas ratas que se escabullen temerosas entre arbustos y alcantarillas; las ondas de radio de los viejos transistores que acompañan con noticias y relatos a los vigilantes, que cuidan y dan sus vidas por algo que no les es propio; la camarilla de jóvenes con pasado y futuro incierto, que nacieron en Venezuela, pero ahora son presente en


Narraciones Extraordinarias #25

Cada esquina de La Plaza tiene su propia historia. Son oficinas ambulantes que mantienen diversas economías informales que llevan el mínimo de subsistencia a cada familia. En una de las esquinas, los puestos de comida en sus carritos de sombrillas de colores, con sus alimentos grasosos, pero fervorosos para el pueblo; en otra, los que venden minutos, con sus rotos chalecos fluorescentes, echando pa-

trañas y compartiendo historias con quienes cambian divisas, dólar, euro, peso; en otro de los puntos, los antiquísimos vendedores de dulces, olvidados diariamente, pero recordados únicamente en época electoral, con sus cajitas de colgaderas, vendiendo siempre galletas, chicles, cigarros y uno que otro piropo; y en la otra esquina, un grupo de mujeres trans, con faldas cortas y extenso maquillaje, siempre cotorreando entre amigos y amigas, mientras ofertan sus inmigrantes cuerpos, día y noche, ante la lujuria del colombiano incauto.

Revista

Colombia, con sus bafles a todo volumen trasfiriendo la revolución caribeña del reggaetón a los oídos de los y las vecinas del centro; las historias de vida de cientos de inmigrantes que encontraron en estas tierras una salida alterna e indulgente a la situación de su país de origen. Durante mañana, tarde y noche La Plaza se convierte en la “Little Caracas”.

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Narraciones Extraordinarias #25 Revista

Las siniestras calles de la noche convergen en La Plaza. Ante la oscuridad simulan un caos postapocalíptico que representa la desidia del tiempo en una ciudad que perdió su memoria y pretende construir realidades ajenas a sus raíces. Cuatro esquinas rodean La Plaza de Armenia. Hace mucho no hay centro histórico, el desarrollo lo desapareció, pero el Centro Administrativo Municipal, ubicado a pocas cuadras, pareciera estar muy lejos de la realidad ciudadana, no sólo del centro, más del sur, porque desconocen allí, los y las oficinistas de la burocracia, las luchas y las historias de la olvidada Ciudad Milagro, e incluso, desde el vigésimo piso del edificio de la Gobernación, ubicado frente a La Plaza, se encuentra displicente el ojo que todo lo ve, pero se engendran ahí en la altura, negligentes, la mirada que se hace ciega y el oído que se hace sordo ante las imágenes y los sonidos de una noche vagabunda en La Plaza de Bolívar de Armenia.

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Soledad en

femenino


Poema:

Laura Ruiz

Estudiante, Comunicación Social - Periodismo Universidad de Ibagué Ilustración:

Jorge Alberto Mendoza

Comunicador Social - Periodita Docente universitario Editor General - Revista El Rollo


Narraciones Extraordinarias #25

Entré a mi casa, en realidad no he salido. Pero es mi casa. Cerré con llave 3 veces y repetí el proceso en caso de haber omitido algo. La casa vacía, y ahí estaba yo escuchando mi respiración. Caminé recto por el pasillo y a la izquierda a la habitación. El aire estaba denso y ya sentía la presión. Jamás cierro las puertas o las ventanas, pero esta vez sí. Me desvestí con vergüenza y me vestí de nuevo con rapidez. Aún era solo yo.

Revista

Bebí un vaso de agua fría de un solo respiro, para refrescar la sequedad que igual no se fue. Revisé la puerta de entrada de nuevo, solo por si acaso.

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En línea recta por el pasillo, mirando hacia atrás para no dejar nada a la imaginación. Antes de apagar la luz del pasillo, verifico los rincones que no revelan las sombras y enciendo la luz de la habitación.


Narraciones Extraordinarias #25

Ahora debo cerrar esta puerta y de nuevo me sofoco Certifico que la cerradura esté con llave. 2 veces para estar segura. La ventana, no la puedo cerrar, de otro modo me ahogaría en pensamientos. Y tal vez por ahí pueda escapar, 14 pisos abajo. Debo dormir. Hace calor y me cobijo con 3 capas. Solo dejo mi nariz afuera. Me deslizo en la oscuridad. No pasa mucho tiempo después de que mi cuerpo se profundiza.

Revista

Alguien abrió la puerta de la habitación. No escuche las tres cerraduras de la puerta principal. Ni los pasos rectos por el pasillo. 75


Narraciones Extraordinarias #25

ción.

No escuche abrir la puerta de la habita-

Ya no tengo cobijas. Hay un hombre al lado de mi cama. Y tiene su mano sobre mi seno. Me dice que no hable. Pero aunque quisiera no puedo. Trato con todo para gritar. Pero no puedo. El hombre presiona mi seno. Y yo solo puedo mirarlo a los ojos, sin poder fijar la mirada.

Revista

Si bajase su mano, Solo serían 14 pisos abajo. Otra vez.

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Pero sin ver su rostro, lo sé. Yo sé quién es.


Si nadie puede salir. Solo él podría entrar. Solo él podría evitar que las sombras lo revelaran. Solo él pudo saber de la ventana abierta. Solo él pudo saber que lo hice a propósito. Solo él pudo saber que no podía estar sola. nunca lo estuve. Solo él sabe cómo aprovechar el dolor de la soledad.

Narraciones Extraordinarias #25

Él sabe quién soy.

¿Sola? con otras miles. 14 pisos abajo. Otra vez.

Revista

Y aún nos sigue persiguiendo.

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EL CIELO

y

El Infierno Texto:

Yveen Morales Comunicadora Social - Periodista


Dante llegó con todo y sus círculos del infierno. También el lugar perfecto y utópico que llaman cielo estaba disponible. Nosotros, como es usual, estábamos frente a una decisión binaria, “esto” o “aquello”, “si” o “no”, “bien” y “mal”.

Narraciones Extraordinarias #25

U

n lunes cualquiera del 2020 el paraíso y el purgatorio abrieron sus puertas, podías entrar, salir, aprender o ignorar. Era decisión de cada quién, y con todo a merced de todos, del alma afloró el verdadero “ser”.

Y aunque parece sacado de una mítica historia o de los libretos de una película de suspenso, es real. Cuando me atragantaba con las 12 uvas el 31 de diciembre y escribía mi lista de deseos y propósitos para el nuevo año, jamás contemplé una pandemia mundial y aun así aquí voy sobreviviendo a ella. Un virus, al mejor estilo de Hollywood, se esparció por todo el mundo, cerró fronteras, encerró a las personas, colapsó economías, canceló viajes y eventos. Acabó con la vida de millones y millones, separó familias, demostró el “valor” del dinero y le dio un respiro a la madre naturaleza. Lo más particular, no se detiene. Había que elegir: creer o no creer, cuidarse o no hacerlo. Sin embargo y a pesar del libre albedrio la situación colmó hospitales y los gobiernos tuvieron que “pensar” por todos sus gobernados. En medio de la zozobra, del drama y la incertidumbre el verdadero ser de los habitantes del planeta tierra empezó a emerger. Ese “Yo” camuflado por el maquillaje, la etiqueta y protocolos. Esa esencia que muchos desconocían porque se habían dedicado a copiar y replicar.

Revista

En la esquina del ring, cuando no había a dónde huir, ahí y solo ahí pudimos ver la realidad del otro y la realidad propia. Empresas muy sólidas colapsaron, personas aparentemente fuertes a punto de enloquecer. La verdad tomó la palabra.

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Narraciones Extraordinarias #25

Un panorama global, ahora ¿qué pasa en los universos particulares? ¿qué pasó en cada uno de los hogares? Allí, en esas cuatro paredes, fue donde el cielo y el infierno hicieron de las suyas.

nos dedicó tiempo de calidad, solo que no así, no tan “de lleno” ¡oh sorpresa la que se llevó! Al descubrir las locuras de sus hijos y las estupideces cotidianas con las que sale su familia.

Los números, como suele suceder en Colombia, son alarmantes, por ejemplo 1.221 llamadas se recibieron durante el periodo de aislamiento en la línea 155 reportando maltrato intrafamiliar, un incremento del 103%, comparado con el mismo periodo del año pasado; 38.331 casos de violencia intrafamiliar tienen reportados la Fiscalía entre el 20 de marzo y el 30 de agosto; la violencia entre parejas aumentó en el trimestre un 0,4 %, 36 casos más, para un total de 10.220.

Los juegos y travesuras se acrecentaron, alimentados también con las aventuras y aprendizajes de Agustín (el bebé de la casa). Un festín de carcajadas y suspiros. Y es que el día que me convertí en mamá no me imaginé que iba a ser tan divertido acompañarlo a descubrir el mundo y menos que una pandemia me daría la oportunidad de estar a su lado sin límite ni horarios.

Muchas veces, durante la cuarentena, me quedé con la mirada perdida en el infinito pensando en esas mujeres que se resguardaban en el trabajo, que huían al supermercado, ahora encerradas 24/7 con el mismísimo demonio. Admiro su tenacidad. De un tiempo para acá decidí eliminar el prejuicio, decidí no juzgarlas, cada una es un mundo y tendrán sus razones para estar allí, para permanecer.

Revista

También pensé en aquellos solitarios, con hambre de aprobación social, con vacíos y miedos, los vi encerrados y solos, huyéndole al espejo, callando su propia voz con música, series y redes sociales. Sentí pena, era una oportunidad de lujo para sanar, pero estaban en un contexto muy extremo y en soledad.

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A mi hogar llegó la cola del diablo y un abrazo de Dios. No fuimos ajenos. Mi papá llevaba mucho sin compartir 24 horas seguidas con nosotros, por el trabajo, el ocio o los afanes, no me malinterpreten, es un excelente padre y siempre

Agustín fue un faro en medio de la pandemia. Cada que nos sentíamos ahogados, abatidos o desesperados, él llegaba con alguna ocurrencia y “nos hacía el día”. Ser su cómplice y enseñarle nuevas hazañas hizo que las horas y los días pasaran sin drama. Fuimos presas de una telenovela, “Chepe Fortuna”. Nos atrapó un sábado donde no había “nada para ver” y con la nostalgia del recuerdo nos quedamos lelos. Esa novela develó y sanó grandes heridas, la cola del diablo queriendo “dañar el parche”. Recordamos a la abuela y sus consejos, sanamos la falta de tiempo, curamos las ausencias por las largas jornadas laborales. Fue tanto el “engome” que descargamos todos los episodios, hacíamos todos los quehaceres temprano para sentarnos desde las 2:00 pm a disfrutar la novelita. Al mejor estilo de los fans de La Casa de Papel, la familia Morales Cuartas se devoraba 8 y 12 capítulos diarios.


Fue tanto lo que aprendimos, sanamos y reconfirmamos, que al final del encierro mis padres decidieron renovar sus votos matrimoniales. Renovar su promesa de amor e incondicionalidad eterna. El abrazo de Dios.

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A nosotros también, el encierro, nos sacó los dotes de chef. Nos arriesgamos con recetas y la mejor hora del día era esa donde todos sentados en la mesa compartíamos y “criticábamos” el menú.

Revista

Sé que nadie tenía en sus planes afrontar una pandemia, sé que nuestros propósitos dieron mil vueltas y aunque seguimos inmersos en la zozobra porque el virus “no cede”, este respiro y esta pausa obligada que nos dio el 2020 nos mostró el interior del cielo y el infierno.

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La Mala

Noche

Texto:

Nicolás Amado Murillo

Estudiante Comunicación Social - Periodismo Universidad de Ibagué

Ilustración:

Jorge Alberto Mendoza Comunicador Social - Periodita Docente universitario Editor General - Revista El Rollo


Narraciones Extraordinarias #25

H

e aquí el único testimonio verídico, pero no comprobable de la serie de acontecimientos que ocurrieron la no muy lejana noche del octubre pasado. Evocar el recuerdo de aquellos hechos suscitará no solo la vergüenza y la culpa sino también el horror entre quienes aún viven en esta parte de la ciudad. Escribo cuando mi cuerpo ya ha dado señales inequívocas de la llegada de la muerte y cuando mi mente aun se ocupa en algún porcentaje de mantener la cordura. Este año la hoz de la muerte se posó sobre la humanidad, aquí y allá morían ricos y pobres de un extraño virus cuyos síntomas eran confundidos con los de una simple gripe. La enfermedad manchaba los pulmones, ahogando a los enfermos sin importar si eran ancianos, jóvenes, católicos o ateos. Las gentes morían de fiebre y estornudos, que ni la aguas de panela, el limón, o la menta curaban.

Revista

Común se volvió, a mis ojos, ver mujeres persignarse constantemente rociando alcohol en las puertas ventanas y andenes, quemando ramas de eucalipto al interior de las casas, y evitando a toda costa los saludos, las conversaciones, los abrazos o cualquier forma de acercamiento con vecinos o familiares. Yo, que era el centinela, debía impedir que más de 5 personas se reunieran en cualquier calle, esquina, tienda o iglesia. Mi trabajo, como era de esperarse, provocaba las más aterradoras miradas, me había convertido en la personificación humana del virus, que servía en exclusividad para cuidar en las noches las 4 calles del barrio y el Cementerio Central Vanidad.

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Narraciones Extraordinarias #25

El Cementerio Vanidad era, por no decir más, el lugar en el que ocupaba mayor esfuerzo. Entre la maleza, los árboles, las lápidas, las cruces -o semi cruces- y las tumbas con fechas del siglo pasado, se escondía uno que otro ladronzuelo al acecho de los desprevenidos. No faltaban por supuesto los amantes que cedían al deseo y veían en el lugar abandonado el sitio perfecto para saciar las ganas reprimidas por la cuarentena, causando entre los habitantes comentarios sobre la ineficiencia de mi trabajo.

Revista

Preocupado por cumplir con eficacia mis labores, estaba yo la noche -la mala noche- del octubre pasado, de píe bajo el reloj de la capilla que marcaba las 12, cuando un grito ensordecedor cortó el aire y atravesó las calles: -¡Una Bruja! La voz, aguda y ahogada venía del Cementerio Vanidad, al cual llegué jadeando, linterna en mano. Justo en la calle una mujer se halaba las greñas, se arrodillaba y se levantaba, llevada sin duda por el espanto, con la mirada puesta en lo alto de un árbol de mamoncillo, repitiendo una y otra vez lo mismo: -¡Una bruja!.

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Mayor fue el horror, cuando durante mis inútiles intentos por hacer que la mujer se calmara con oraciones, se coló una carcajada que venía de la copa del árbol. Ante la evidencia irrefutable de la presencia diabólica, terminé por ser presa del temor y el espanto. Sin más remedio me abracé a ella, y entre sollozos y gritos recitábamos ave marías. Poco a poco, las primeras bombillas se encendían en cada una de las viviendas aledañas, solo al cabo de unos segundos, una voz lúgubre y ronca dijo: - ¡Venga por sal! Pero la invitación ocasionó la reac-

ción menos esperada. De lo alto del árbol empezaron a caer los mamoncillos fuera de su cascara y acabados de masticar, con tal puntería que uno de los frutos cayó en el vaso con sal que sostenía una de las 10 o 15 personas que estaban allí, como este cayeron otros sobre las cabezas y los píes de los curiosos, lo que provocó en algunos espectadores regurgitaciones producidas por el asco al sentir las semillas caer aun untadas de saliva de bruja. Los vasos con sal y mostaza, los crucifijos y el eco de las oraciones fue multiplicándose, mientras las carcajadas se repetían con más frecuencia. Entre la muchedumbre se empezaron a idear planes para trepar hasta la copa del árbol y capturar de una vez por todas a la bruja. En unos segundos me vi en la mitad de un circulo en el que todas las miradas me apuntaban, con resignación me acerqué al tronco me abracé a él y puse un pie listo para escalar. Sentí en unos segundos la arena que raspaba mi cara y por inercia solo corrí, uno de los hombres, machete en mano aseguraba que entre las ramas y los frutos de mamoncillo se veía, claramente, el ojo grande y amarillo como la yema de un huevo. No quedó hombre, niño o anciano que dudara cuando una de las ramas del árbol crujió y a la luz de la luna, todos vimos la sombra de un par de alas de pisco extenderse y sin más ni más volar de la copa del mamoncillo a lo alto de otro árbol plantado al interior del Cementerio Vanidad. Algunos hombres armados de valor y machetes decidieron ingresar al campo santo, entre los cuales me encontraba, y como si faltase sazón para alimentar el horror, sobre las tumbas, y las


En las noches siguientes el esfuerzo de mi trabajo disminuyó, ya nadie quería salir ni a la puerta. Las noches se hicieron más largas y cada hora traía consigo el tedio y el recuerdo de aquella mala noche que aún me impedía conciliar el sueño. Aterrado me la pasaba de píe frente al portón de la iglesia. Rápidamente la noticia se extendió por la ciudad, el voz a voz trajo consigo nuevos expertos que aseguraban ver, oír, sentir y percibir la bruja. Llegaban con cámaras de video a buscar las pruebas, las huellas, los rastros y la evidencia que los hiciera famosos. Los grupos religiosos

Estos y otros comentarios terminaron por hacer mella, muchos optaron por decir que la incredulidad y no la superstición fue lo que los motivó a salir aquella noche, el tema fue la comidilla en las tiendas, bares y peluquerías. Con el paso de los días cada uno fue hablando menos de la bruja, evitando ser cuestionados, nadie sabía ya con seguridad que había visto.

Narraciones Extraordinarias #25

Por fortuna, la sombra de los árboles, lapidas y cruces empezó a proyectarse sobre la vía, así como la de nuestros cuerpos al aparecer los primeros rayos dorados del sol. Algunos vencidos por el sueño habían decidido regresar a las viviendas, otros en cambio yacían dormidos en lo frio del pavimento. Yo por el contrario sabía que el sueño me iba a ser esquivo por muchos días, el fuego que todo lo renueva, consumió los pestilentes trabajos de brujería, entre los cuales muchos habían encontrado sus propias fotos. Nadie se dio cuenta a que horas o en que instante la bruja desapareció, las carcajadas fueron reemplazadas por el aire frio de las primeras horas de la mañana, con el nuevo día volvió también la razón, y al estado de agitación le siguió un profundo sentimiento de calma, que escondía sin embargo la sombra de la duda y todavía incredulidad por lo que había pasado.

llegaban a validar sus creencias, y hasta arribaron biólogos que dijeron que en realidad nuestra bruja era un ave nocturna. Para la ciudad fuimos la burla, el nuevo virus de la superstición y la ignorancia.

La muerte en cambio se paseaba por las calles, tocaba las puertas y se iba llevando a niños, ancianos, mujeres y hombres. Cada tanto, bajo los rayos abrazadores del sol pasaban los ataúdes acompañados del cura y de los 2 o 3 familiares del muerto. Todos sabíamos que algún día seríamos presa de la enfermedad incurable a la que vecinos apodaban la maldición de la bruja. Yo, el centinela fui avisado de mi muerte con los primeros ataques de tos y las fiebres nocturnas, a mí, me tocaba morir solo, y con seguridad ser enterrado entre fechas del siglo pasado.

Revista

bóvedas profanadas hallamos fotografías pinchadas con alfileres, tabacos, muñecos de trapo, y oraciones con las más extrañas imágenes e idiomas.

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Un entierro “prematuro”


Margarita María Bohórquez Villegaz

Estudiante Comunicación Social - Periodismo Universidad de Ibagué

Ilustración:

Santiago Pérez (Orión)

Estudiante Comunicación Social - Periodismo Universidad de Ibagué

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Texto:

T

odos le tienen miedo a algo, a las alturas, a perder su trabajo, a las arañas, a la oscuridad, a los payasos, e incluso a la soledad misma, para algunos ciertas cosas parecen ridículas, pero hay un temor que muchos tenemos en común, el ser enterrado vivo, ser dado muerto por error y terminar en un ataúd enterrado tres metros bajo tierra, pues da terror pensar que en esa situación el oxígeno es limitado y nuestro espacio se ve severamente reducido, y aun cuando gritemos con todas nuestra fuerzas puede que nadie nos oiga. Es ahí donde nos damos cuenta que la línea entre la vida y la muerte es realmente fina.

Revista

Pues bien, ese es mi caso, pero no hay un ataúd que rodeé mi cuerpo, ni visto un traje elegante digno de mi funeral, ni he adquirido una rigidez similar a la muerte, soy nada más que un desafortunado minero que mientras daba por terminada su jornada me sorprendió un derrumbe que ha tapado mi salida de esta mina ilegal de carbón a unos 100 metros bajo tierra.

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Narraciones Extraordinarias #25

No estoy solo, junto a mi están dos de mis compañeros, uno de ellos que tras recibir el impacto de una roca en su cabeza quedó inconsciente y así lleva un tiempo, intentamos ponerlo lo más cómodo posible y reanimarlo en este húmedo y frío piso, pero no hay mucho que podamos hacer por él en este espacio tan pequeño a la vez. Tras el suceso, mi compañero y yo no hacemos otra cosa más que buscar una forma de salir, rezándole a Dios y a la Virgen del Chiquinquirá para que nos saquen de este lugar con vida, pero tras mover unas rocas nos dimos cuenta de que entre más cavemos agravamos nuestra situación, y con temor de sufrir la misma suerte que nuestro herido compañero decidimos detener nuestra operación. Y aquí estamos sentados uno al frente del otro, escuchando nada más que las oraciones del otro.

Revista

Desde entonces no tengo la certeza de cuánto tiempo ha pasado, si ha sido un día, seis horas o unos minutos, sé que nos queda poca agua que hemos tratado de racionar lo mejor que hemos podido, nuestras linternas todavía tienen batería suficiente para aguantar dos semanas más, pero sabemos que no sobreviviremos más de eso si no tenemos agua. Además, sabemos por protocolo e instinto que lo que menos debemos hacer es entrar en pánico, pero es difícil cuando vives una situación así.

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Trato de no pensar en ello, tengo esperanza de que no tardaran mucho en rescatarnos y que podremos volver a casa con nuestras familias, pero sé que esa posibilidad es escasa dado que soy pobre y vivo lejos de la mina, a veces suelo tar-

dar tres días en volver a mi hogar, y en tan solo tres días podría ya estar muerto, nuestro capataz a su vez podría darnos por muertos dada la magnitud del accidente y no mandar ninguna ayuda, al fin al cabo para él solo somos un par de empleados y el rescate le puede salir más caro que buscar un reemplazo. El compañero herido no se ha movido, temo que ya está muerto y mientras lo contemplo pienso en la forma en que pasó de este mundo al otro, entonces me puse a pensar en cuál sería la forma más dulce de morir, si esperar a que mi sangre se contaminara de tanto monóxido de carbono, que en este momento estoy respirando, o ser víctima de una explosión espontanea generada por el metano y los gases que aquí se acumulan, quedarme sin agua o morir de inanición haciendo que eventualmente todos mis órganos fallen, de frío dada la distancia que estamos bajo tierra, o como he venido sospechando por la manera tan extraña y siniestra en que me observa mi compañero que sea él quien acabe conmigo para aguantar más aquí abajo. No quiero tampoco pensar en el peor escenario donde me vea en la necesidad de tener que deshacerme de mi compañero, ambos nos conocemos desde hace más de diez años y es eso lo que me hace recordar que me trajo aquí en primer lugar. De este trabajo subsiste mi familia, y a pesar de que no es el mejor nunca me detuve a detallar lo peligroso que es para mí, y sobre todo para mi familia si llegase a morir, se quedarían sin dinero y es por eso que cuando se me presentó la oportunidad no la pensé ni dos veces para aceptar aun sabiendo que es una mina


ilegal. Simplemente pensé que no podía rechazarlo dada la situación de mi querida familia. Ahora, no sé qué es lo que más me molesta, si es el hecho de estar incomodo en este duro y frío piso, el hambre que me invade, el fuerte olor que despide el cadáver de mi compañero, o la intensa mirada del que sigue vivo frente a mí. Si él me matara y fuera rescatado nadie le cuestionaría, el mismo diría que morí de puro miedo, no habría investigación, y si el llegase a consumir mi cuerpo para mantenerse fuerte, no sería repudiado, más bien alabado por tener tanta determinación para sobrevivir en un entorno tan lamentable. El infame seria recibido por su familia y seguramente se haría ver como un héroe ante sus ojos, la mía por otro lado, le imploraría saber cómo fueron mis últimos momentos ante de sucumbir a la muerte. Y entonces lo supe, si quería por lo menos quitarme esa molestia de encima tenía que matarlo yo primero. Evalué las opciones que tenía a la mano, bien podría tomar mi pico y atacarlo mientras este desprevenido, pero este me sigue mirando de una manera muy extraña, no me queda tiempo, debo actuar rápido, pensé en arrojarle un pedazo de carbón para confundirlo un momento y después acabar con él, no tenía muchas fuerzas pero algo tengo que hacer, así que lo hice, le arrojé lo primero de pude agarrar con mis manos y con un grito que inundó el lugar me abalancé a su cuello, él también lo hizo y ambos empezamos a forcejear, podía sentir su fétido aliento en mi cara y veía, a pesar de todo, sus ojos llenos de ira y de rencor. En el fondo siempre lo he odiado y si voy a morir me niego


Narraciones Extraordinarias #25

a que sea a manos de él. En un momento las dos luces se apagaron y quedamos en la más absoluta oscuridad, peleando, el intentaba llevarme contra las rocas y golpearme hasta matarme, tropezamos con el cadáver de nuestro otro compañero y aproveche la oportunidad, saque fuerzas de donde pude y lo estrangule, pude ver que la fuerza que el ejercía sobre mi disminuía y no me detuve. Cuando sentí que su agarre ya era minúsculo me tranquilice un poco, controlando mi respiración, me dolía la cabeza, pero me concentre en escuchar, él ya no respiraba. Lentamente lo solté, atento a cualquier posible movimiento, pero nada, me di cuenta de que estaba sobre él, y me fui deslizando para alejarme de su cuerpo, estaba por tomarle el pulso cuando escuché un ruido, pero no venía de mi compañero, venia de la pila de rocas y tierra que obstruía nuestra salida, apareció una luz cegadora y la voz de un hombre; al fin había sido rescatado.

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El hombre se presentó y me dio unas gafas oscuras y unas cuantas instrucciones, pero no recuerdo muy bien su nombre, tampoco tengo muy claro lo que pasó después, para mi todo era difuso, recuerdo el saludo de mi capataz y uno que otro compañero sorprendido por saber que estaba con vida. No preste atención a nada de eso, estaba feliz por haber sido el vencedor de esa pelea.

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Con el tiempo supe dos cosas, me habían rescatado por pura suerte ya que donde estaba yo, era de donde más carbón estaban obteniendo, al enterarme me reí, estuve a punto de morir por la avaricia de estos malditos y me salvé gracias

a lo mismo. Lo segundo hizo que mi corazón se detuviera y un frío recorriera mi cuerpo, al sacar los cuerpos de mis dos compañeros pudieron constatar que ambos llevaban más de tres días muertos, al parecer el mismo día del accidente. Atribuyeron sus muertes al accidente y a la respiración de monóxido de carbono. Yo había sobrevivido aparentemente gracias a un “milagro”. Ahora, ni yo mismo sé que lo que paso ahí abajo, si lo que sentí y pensé vivir fue producto de la oscuridad y del miedo jugando con mi cabeza, o una alucinación causada también por la respiración del gas. Si fui yo el responsable de la muerte de mis dos compañeros no lo sé con certeza. A veces me pregunto si acaso me peleé con la Muerte allí abajo y lo que viví fue una ilusión resultado de mi convicción de salir de allí con vida. Ya no estoy seguro de absolutamente nada de lo que viví esos tres días que para mí fueron una eternidad. Lo único que sé es que cuando muera, no deseo que me entierren, quemen mi cuerpo y arrojen las cenizas al aire, porque enterrado vivo ya estuve, y les aseguro que es el peor infierno que alguien puede experimentar.



Texto:

Edgar Leonardo Silva Tafur

Estudiante Comunicación Social - Periodismo Universidad de Ibagué Ilustración:

Iván Ramírez


Para nosotros, A

Papá

Edgar le digo que no olvide aquel gol. En mitad de cancha le arrebató el balón al contrario y lo envió al palo derecho del portero.

A ese arco, años atrás, llegaron 6 goles. Edgar era el cuidapalos y el modelo. Hay que aclarar: su madre lo fotografiaba en pleno partido. A causa de ello, un hombre no olvidó aquella fatídica mañana. En una ocasión, ese hombre y su pareja, aprovecharon que Edgar ingresó a casa y dieron rienda suelta a la malicia: escondieron su bicicleta. Luego, dicha mujer se encargaría de arreglar su ropa, incluso, la del colegio. Allí, entre otras cosas, empezaría a notar un movimiento de caderas rudimentario. Hablando de cosas rudimentarias, a cientos de kilómetros de distancia se hallaban varios artefactos de esa clase. Contra la madera yacía un tarro de talco empleado para ubicar las “flechitas” y agarrar señal. Unos cuantos metros a la izquierda estaba la ventana. Edgar solía encajar una puntilla para cerrarle el paso a la noche y lograr dormir. Todo esto me lo digo a mí mismo. Y lo hago para recordar que papá y yo, tenemos muchas cosas en común, además del nombre. Él llegó a jugar cerca de uno de los volcanes más peligrosos del mundo. Él nunca se pudo parar en los pedales de la bicicleta. Él no aprendió a bailar. Pero, compartió sus historias conmigo. Por eso, escuchando a Piero, puedo decir: ¡Qué lindo es sentarse en cualquier lugar y ver los relatos de papá, pasar y pasar!



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