Enfermedades Mentales

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EDICIÓN 24 / AGOSTO 2020 / ISSN 2027 - 3096


ENFERMEDADES

M E N TA L E S - CONTENIDO -

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EDITORIAL ESQUIZOFRENIA, UN SEÑUELO MENTAL Camila Vallejo Ospina DEL SER UN RUMIANTE Y OTRAS MUERTES CHIQUITAS Johan Andrés Rodríguez ESTAR CONMIGO ES ESTAR SOLO DOS VECES César Alberto Aristizábal

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REFLEJOS Christian Acuña

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LA MEMORIA BORRADA MI LUCHA CONTRA LA DEPRESIÓN Juan Francisco Jaramillo

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SUSCEPTIBLES POR ACELERACIÓN Luis Hernando Restrepo

ED24 Director

Johan Andrés Rodríguez Lugo

Edición

Juan Francisco Jaramillo

Diseño y Diagramación

Johan Andrés Rodríguez Lugo

Community Manager María Maldonado

Fotografía

Christian David Acuña

Portada y Contraportada Christian David Acuña

Director Ejecutivo

Agostino Abate Fundación Providencia 2000

Edición Número 24 Agosto 2020 ISSN 2027 - 3096

Para más información:

revistaelrollo@gmail.com

POEMAS Laura Lorena Ruiz @Revistaelrollo Revista El Rollo revista_elrollo

* Las opiniones emitidas en los textos aquí publicados son respondabilidad única y exclusiva de los autores

www.revistaelrollo.com.co


A

Editorial

daptarnos a un mundo que no conocíamos ha sido difícil, muchos tal vez habían imaginado y dimensionado esto como la posibilidad de lo que ocurriría por culpa del hombre y sus ideas, pero estaba sólo en los libros. Las distopías nos hacían imaginar futuros inciertos, extremos, exagerados. Había calles solas, sí; había incertidumbre, sí; había gobiernos que no sabían qué hacer, sí; había muertos, guerras y angustia, sí. Cámaras vigilando, prohibiciones de libros y un mundo menos feliz, sí. Pues ahora estamos viviendo una distopía completa, un momento histórico por demás que jamás procuramos o pensamos que pudiéramos presenciar. Estamos haciendo historia aunque realmente no es lo que quisiéramos.

Fuera de eso, la ansiedad, la angustia y la incertidumbre se apoderaron de nosotros, muchos descubrieron su miedo a la soledad, su angustia al encierro; descubrieron que no les gusta vivir con sus familiares, que la convivencia es difícil y que organizar las cosas no era un trabajo tan sencillo. Nos hemos descubierto quietos, mirando al techo, pensando y rogando que todo esto acabe, pero ya había personas así, ya había angustias, ansiedades y esquizofrenias mucho antes. El cerebro ya les jugaba malas pasadas a otros. Tal vez no nos habíamos fijado, pero amigos ya sufrían de depresión, familiares ya tenían trastornos obsesivos compulsivos, y algunos conocidos ya tomaban medicamentos para poder soportar la angustia de estar vivos.

Esta edición de El Rollo debió salir en mayo, se suponía que la convocatoria debía realizarse a finales de marzo, gestionar su contenido en abril, diseñar, diagramar, editar y publicar la última semana de ese mes. Se suponía, además, que realizaríamos una edición sobre feminismo a principio de año y que crearíamos material sobre deportes, los juegos olímpicos, cubriríamos eventos e incluso, si todo salía bien, realizaríamos talleres y viajes. Todo estaba planeado, estructurado y pensado, todo estaba listo, hasta que llegó lo impensable.

Esta edición se pensó como un acercamiento a mostrar y narrar lo que padecen quienes se han diagnosticado con enfermedades mentales. Quisimos ser muy prudentes y mostrar que esto nos toca a todos, nos puede tocar a todos, y que solo es cuestión de un momento, de un suceso, de una pandemia para que encontremos que nuestro cerebro no es tan tranquilo y que nuestro actuar está mediado por cosas que ni nos imaginamos. Que es más común de lo que creemos sentirnos abrumados, con el mundo encima, tratando de cumplirnos, satisfacernos o hacer lo que se supone que debemos hacer. Es angustioso, además, cumplir esa lista de chequeo que nos impone la sociedad y, sobre todo, esa obligación de ser felices a como de lugar.

Hoy podemos afirmar que estamos dentro del mismo sartén, nadie tiene el mango, todos estamos aquí, encerrados en este teflón dividido por quienes se pueden deslizar, por quienes se pegan a lo que pueden y por quienes, como siempre, se aprovechan de las situaciones; y ni hablar de los otros, los de allá, los que a nadie le interesa mientras resuelven su propia situación. Hemos lavado más loza de la normal, hemos limpiado la casa tantas veces y desinfectado los espacios tantas otras que nos parece increíble aprender a comprar productos de aseo, alimentos no perecederos y papel higiénico; hacer reservas de alimentos, de dineros y turnarnos para salir a la calle. ¿Quién lo hubiese imaginado?

Abrimos, así, este número de El Rollo, un espacio que procuramos sea de diálogo y de reflexión. Despedimos a los compañeros que ya no están con nosotros, a quiénes decidieron irse y a quienes la vida se los llevó antes. Pero bien pueda, entren, lean y cuéntenos qué creen o cómo viven las enfermedades mentales. Los esperamos en nuestras redes sociales, en nuestra página web y en cada mensaje de aliento que desde aquí les podemos dar. Recuerden que, a pesar de todo, esto también pasará…


Esquizofrenia un seĂąuelo mental



L

as puertas de las casas opacas que yacían en las calles por las que pasaba, escondían un secreto: felicidad. Caminaba paso a paso bajo una lluvia recia, amarga y fría. El sonido ahogado en risas traspasando las paredes me herían lentamente el alma, pues sabía que jamás haría parte de la dicha de estar al otro lado de la penumbra. Una gota de agua bajó por mi nariz y cayó a uno de mis zapatos, eran mis favoritos por ese entonces, me hizo llorar el ver que su característico blanco había desaparecido esa tarde cuando fueron manchados por el auténtico color de la soledad.

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Hace seis años, cuando recién cumplía 15 años de edad, una noche al llegar a casa encontré muchas personas atiborradas en la entrada, yo alcanzaba a escuchar el llanto de mis dos hermanos consternados por lo que ocurría en ese momento: Don José (mi padre) se había envenenado y en medio de su sufrimiento había escrito una nota que me traumó completamente la vida: “ahora ellos vendrán por ustedes, perdón” la habían descubierto en su mano empuñada. Pero ¿a qué se había referido?, ¿por qué pedía perdón?, ¿quiénes eran “ellos”?, ¿por qué nos había condenado de esa manera?, ¿acaso su muerte no era suficiente dolor como para sentenciarnos a la desdicha?, ¿por qué nos tenía que incluir en su decisión fatal?

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Al pasar los días, asimilando la muerte de mi padre, su ausencia, sus recuerdos, su dolor, mis hermanos y yo nos refugiamos en el silencio de nuestros propios sufrimientos. Los tres ya no hablábamos porque no queríamos hacer notar la angustia y el miedo que sentíamos por haber vivido la tragedia de perder a alguien, aquel que se había ido por voluntad propia. Recuerdo los últimos meses con él, no habían sido muy agradables porque era muy recluido en su fase depresiva de la cual nunca salió. Yo extrañaba a ese pa-

dre de carácter fuerte y humilde que se ganaba el respeto de los demás. Él era alto, corpulento, seguro de sí, las personas lo respetaban por su ilustre intelecto, por ser un eminente profesor de historia. Y cuando se tiene a alguien en la cima de lo inalcanzable y de un momento a otro pasa a ser la base de lo inestable todo pierde el sentido, todo se vuelve un triste e inexistente ideal. Por eso, ya no me agradaba su presencia rodeada de brumas caudalosas. Mi padre había sido diagnosticado como bipolar desde su adolescencia; maniaco-depresivo desde que lo conocimos. Mi madre era incondicional a su lado, hasta que un día intentó atacarla en medio de uno de sus estados de euforia, y fue allí, cuando decidió irse de casa, dejándonos a todos a merced del abandono. Me sentía desprotegida después de la desunión familiar y ahora, tantos años después estaba caminando sin rumbo alguno entre las callejuelas de la ciudad que sufrió conmigo… cada día, cada noche, con sus vientos borrascosos o soles opacados por las nubes estancadas de lluvia congelada, tanto como mi vida. Yo vivía en una finca, hace tiempo, hasta que intenté descifrar la noche. Cuando todos dormían yo me levantaba sigilosamente y me iba para el patio lleno de árboles y cafetales. Había escuchado pasos y susurros afuera, sabía que personas espiaban nuestro descansar. Salía durante la noche y después de varios intentos los descubrí: eran seres con forma de lagarto, con miradas deslumbrantes y se comunicaban en un idioma que jamás logré entender. Quería saber qué era lo que hacían tan cerca de mi familia ¿cuáles eras sus reales intenciones? ¿solo turbaban mis noches o alguien más podía escucharlos? Una noche, logré presenciar su despertar acompañado de una búsqueda incansable por saciar su monstruoso estómago. Cada animal de la finca sufría, ninguno podía huir de tan feroces garras.


Una madrugada, salí a una hora diferente (percatándome de que todos se encontrarán durmiendo) pues no quería que mi familia sospechara que en realidad sí me angustiaba lo que estaba viviendo, ya que eso sería la evidencia de mi locura. Cuando me encontraba en el patio accidentalmente me tropecé con una rama que ocasionó un fuerte sonido que me delató, los hombres extraños me miraron por primera vez. Salí corriendo hasta llegar a la casa, entré, hice todo el ruido posible para que mi familia se despertara y saliéramos lo más rápido posible de ese infierno que ya pertenecía a los extraterrestres. Gritaba, lloraba, explicaba y nadie me entendía. Mi hermana se hizo delante de mí para intentar calmarme, pero en la ventana estaba la mirada de un monstruo y poco a poco vi cómo se transformaba tomando la figura de mi abuela. El miedo me carcomía las entrañas, estaba confundida, no sabía quién era realmente mi familia, o si simplemente vivía en una mentira y todos se habían puesto de acuerdo para matarme, descuartizarme y luego engullir mis partes sin piedad ni pudor alguno.

La noche en la que mi mente agonizó, me inyectaron tranquilizantes y al día siguiente desperté en el hospital del pueblo. Todo estaba tranquilo, pero yo estaba confundida por todo lo que aparentemente ocurrió las noches que pasaron. Me decían que había alucinado, que era causa de brotes mentales y que debía medicarme si quería manejar la situación. Pero yo pensaba en cada momento que había impactado mi vida y en mi supuesta psicosis, y no podía entender por qué estaba condenada a los señuelos de mi mente, no sabía distinguir lo real de lo irreal. Era cuestión de cordura (algo que yo no poseía) comprender la vida, pero yo nunca la pude palpar como los demás, realmente me encontraba en el limbo de lo absurdo y lo inexistente. Desde esa época me fui a vivir a la ciudad tratando de alejarme del silencio para que así mi mente tuviera la poca tentación de despertar en medio de las sombras y comenzar a matarme lentamente en una locura que apenas intentaba comprender. Me invadían los deseos de olvidar el pasado que tanto dolor me causaba: el abandono de mi madre, el suicidio de mi padre, la ausencia de mi hermano y el desequilibrio sentimental de mi hermana; mis supuestas alucinaciones, mi vida fuera de lo normal. Me instalé en un pequeño apartamento, y mi hermana se quedó a vivir conmigo. Meditando sobre la situación de mi vida, y de todo el recorrido y el destino que nunca lograba concretar, decidí buscar un trabajo e iniciar mis estudios en la facultad de arquitectura. Por eso, cada mañana buscaba en las páginas amarillas las mejores ofertas de trabajo, pero claro, muchas veces no resultaban por cuestiones como experiencia laboral, disponibilidad de tiempo, entre otros. Buscaba incansablemente, también porque necesitaba mantenerme ocupada para evitar pensar demasiado. Recuerdo que un día encontré un anuncio que se veía tentador: “se necesita auxiliar en edición

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Los comían vivos, destrozándolos, viéndolos sufrir, algo que les causaba satisfacción pues era así que se calmaban y se volvían a reunir, aparentemente para planear algo. Lo extraño era que al día siguiente cuando desvelada les comentaba a mis abuelos lo que había sucedido ellos salían a revisar y nada presentaba alteraciones. Fue desde ese momento en que me comenzaron a mirar con duda, la duda de mi realidad, de mis desvelos, de mi actitud durante el día, de mis visiones durante la noche. Después de esto, me propuse conseguir evidencia para que me creyeran y se dieran cuenta que en realidad corríamos peligro. Por eso, dejé de dormir, y me quedaba en la oscuridad esperando la aparición de los seres que turbaban mi vida por esos días. Además, no podía correr el riesgo de cerrar mis ojos y ser devorada.

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fotográfica: info: 747532…” me llamó la atención porque yo sabía fotografía, había realizado un curso después de graduarme de bachillerato. La conversación que tuve con la persona que atendió a mi llamada la recuerdo así: -Buenas tardes, llamo para indagar sobre el aviso que se encuentra en el periódico de la fecha…- en ese momento me di cuenta que la fecha del anuncio no correspondía con la actual, eran muchos meses de diferencia, me desanimé por lo inútil de mi llamada y, por ende, el fracaso de mi ilusión- disculpe acabo de notar mi error a la hora de leer el periódico. - ¡NO! Usted no se ha equivocadouna voz con una entonación muy grave y seria me respondió al otro lado de la línea telefónica- por favor deme todos sus datos y yo más tarde volveré a comunicarme con usted. Di mis datos, y después que colgué me di cuenta que no había hecho lo correcto, era poco confiable, el anuncio era muy ambiguo, por lo tanto, la oferta también. Aproximadamente una hora después timbró el teléfono:

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-Señorita Lina María, la esperamos mañana a las nueve de la noche en la calle 22-13, por favor, le exigimos puntualidad.

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A las 8:30 de la noche anunciada, me dispuse a viajar hasta el lugar de las indicaciones, y al llegar me encontré con algo muy inusual: Una calle sola, extensa, donde las únicas casas que la habitaban no ocupaban ni la mitad del espacio. Me adentré y después de caminar varios metros se me acercó un hombre (era joven y su mirada se notaba algo perdida tal vez por el efecto de alguna sustancia psicoactiva) que me pidió seguirlo. Llegamos a un estudio fotográfico, al adentrarme al lugar sentí escalofríos por una serie de modelos que posaban desnudas contra las paredes; cada rostro tenía una figura difer-

ente, unas con más escarcha que otras, catrinas, sonrisas, otras simplemente con la cara cubierta por una manta negra. Todas estas mujeres eran insinuantes y sensuales. - ¡Linda, Lina! Al fin estás aquí- pronunció aquella vez una mujer más bella que las del pasillo, tal vez esta sí era real, las otras solo eran imágenes modificables y fugaces que deshechas provocaban miedo y cubiertas sed de deseo implacable. La mujer me llevó por todo el lugar que se dividía en cuatro partes: la primera era un salón repleto de accesorios, maquillaje, vestuario, todo de uso ideal para posar frente a una cámara. El segundo salón contenía discos, vinilos, afiches alusivos al tango, género perfecto para alardear finura y sensualidad. El tercero era un salón hecho de espejos, reflejos de lado a lado, allí nadie podía escapar de sus miedos, esos espejos hacían reflejar la miseria que ocultaba cada persona. El último salón era el de fotografía, donde se captaba la conformación de las figuras que pasaban por los lugares anteriores, allí se deshacían para volver a comenzar el ciclo día a día: disfraz, goce, reflejo, captura, nada. Mi trabajo en ese sitio apetitoso fue el de editar cada fotografía, yo todas las noches me quedaba a contemplar la figura perfecta de cada protagonista del momento. Ocasionalmente fuera de los horarios de trabajo Ana María y yo nos encontrábamos, nuestras conversaciones se basaban en los detalles llamativos que siempre marcaban a una foto, y que en el momento de la captura no se tuvieron en cuenta ni se habían preparado. Una vez una imagen nos turbó la noche, pues en ella se veía un cuerpo femenino, pero sin sexo ni labios ¿qué podría significar esto? ¿la angustia que sentía esa persona expresada en el cierre de su procreador de vida y el de la ventana que le daba paso a su voz? Esa foto contenía un mensaje aterrador: el del silencio total.


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Tenerla en una clínica psiquiátrica no es lo que una madre desea para sus hijos, y menos a esa edad: 21 años. Ella nunca tuvo la oportunidad de culminar etapas como debían ser. A los 15 años fue su peor recaída, la posibilidad de crear mundos alternos aumentó desde las supuestas sospechas de que alguien la vigilaba en o fuera de la casa. Eran tan extremas las recaídas que para bañarse usaba ropa para evitar ser vigilada completamente en el baño. Salir con ella era una lucha, soltarla de la mano implicaba correr el riesgo de perderla en un accidente, pues se iba persiguiendo al conejo que sólo habitaba en su mente, cruzaba las calles sin percatarse de los autos que podían terminar su existir. Lina María quedó expuesta a la totalidad de su locura cuando su padre la dejó sola en el camino, él era su apoyo emocional, el problema era que él no tenía uno. Yo vivía en medio de la locura ajena. Amarla significó aprender a convivir también con todos sus fantasmas, con sus amigos, con sus hermanos, con su abandono y llanto aflorado en el dolor de la irrealidad. Ella no sabía en dónde ni con quién vivía, porque su mente nunca recreó lo que yo quería: cordura, verdad, felicidad, esperanza. Pero ¿cómo interpretar esto cuando no se sabe ni quién se es? Y ella no lo sabía, o cuando no hay un soporte concreto como un “yo” o por lo menos un “presente” consiente. la mente es tan poderosa, que cuando está invadida de terror, ataca, rebela, desata la furia, desafía a los sentidos.

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Había dejado de tomar los medicamentos que me había recetado el psiquiatra, yo creía que podía superar todo sola, sin ayuda de químicos que si no me ponían eufórica me aferraban a la cama por la pesadez que causaban en mi organismo. Pero los brotes psicóticos se volvieron a manifestar en medio de las alteraciones de sueño, ocasionando un destiempo total. Hubo momentos en los que perdía la noción del tiempo, sentía que me perseguían entre el bullicio y la multitud, dejé de bañarme, casi no comía, a veces me costaba respirar normal y mi salud se fue deteriorando poco a poco… hasta que un día mi mente y mi cuerpo no dieron más y tuve que abandonar la rutina de mi trabajo. Pero antes de eso, había dejado listas una serie de exposiciones con mis mejores logros para el mes siguiente asistir a la exposición fotográfica y con ello ganar reconocimiento y mejores experiencias, yo sólo necesitaba recuperarme.

Hace varios días que mi hija Lina no sale de su habitación, llegó el seis de octubre a las 12 de la noche, resfriada, con el cabello goteando, con las prendas escurridas en agua; llegó descalza y con los pies sangrando de tanto andar la ciudad. Me llamaron a comunicar que se había escapado muy ágilmente por las salidas de emergencia que daban al patio y que descaradamente había trepado los muros hasta quedar libre.

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De la clínica se fugó hace un mes, la había reportado como desaparecida, en grado de vulnerabilidad alto por su condición tanto psiquiátrica como física (por la dependencia hacia los medicamentos). Pero me intrigaba el misterio de lo que había sucedido en ella durante tanto tiempo. Cuando llegó a la casa tenía aires de tranquilidad, además, en repetidas ocasiones la escuché decir: “debo volver” “debo volver” y luego, se quedaba dormida por un poco tiempo y yo procedía a sedarla para que lograra descansar, aunque obligadamente. Pasaron dos meses vacíos para ella, pues su inercia sólo le permitía comer algo para no desvanecer tan fugazmente, hasta que al fin tomó la iniciativa de levantarse de aquella cama que apestaba a depresión, pero sólo lo hizo para dirigirse hacia el teléfono.

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Estaba sumergida en un sueño profundo cuando escuché que el teléfono sonaba, rápidamente corrí a contestar y escuché lo que tanto esperé: la voz de Ana. - Hola Lina, te he estado esperando una serie de noches, me ha causado mucha tristeza tu ausencia, pediste un tiempo para descansar, pero ya va más de lo estipulado. Te llamo para recordarte que hoy a las 9:00 pm es la exposición fotográfica que tanto has esperado, te espero mi bella Lina. Me dispuse a arreglarme, me puse un vestido blanco, labial rojo, tacones negros, me sentía de maravilla, al fin demostraría mi capacidad de lograr algo por mis propios medios. A las 8:30p.m salí de la casa, abordé un taxi y llegué a mi destino. Caminé hasta la puerta que estaba cerrada con llave y al instante una persona la abrió (no la pude reconocer pues todo estaba muy oscuro) y me hizo seguir. El ambiente había cambiado, ahora todo era euforia, ardor. Las mujeres de la entrada celebraban mi llegar y por primera vez vi un gran número de hombres atrapados en su frenesí arrebatado en candor.


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Al ingresar al lugar me encontré con una vista y un olor aterrador, los pasillos estaban casi que saturados por cadáveres de mujeres con sus caras pintadas al azar. Por eso, no logré definir a qué hacían alusión sus rostros. Asustada e invadida de terror, tomé el valor de seguir la travesía por aquella casa en busca de mi hija. A medida que iba caminando noté una división extraña de la casa: en la primera parte, se podían contemplar vestuarios descocidos y sucios. En la segunda, había dos o tres discos dañados que además no tenían portada para identificar su origen musical. En la tercera, no había nada, absolutamente nada. Fue una inmersión tenebrosa y detestable, sentía muchos deseos de llorar, gritar, salir corriendo y pedir ayuda, avisar que ese sitio en realidad era un matadero, la vivienda de un psicópata. Pero cuando llegué a la cuarta división que, hacía también las veces de baño; se derrumbó mi vida al encontrar a mi hija colgada de una cuerda seguida de papeles fotográficos en blanco. Revista

Sonaba de fondo un dubstep y sentía que mi sangre se alteraba. Aquella noche celebrábamos el triunfo de aquel lugar oscuro que resaltaba en las luces brillantes, en las caras pintadas de felicidad. Logré llegar al último cuarto donde permanecían los rollos y revelaciones fotográficas colgadas, algunas aún en negativo, las otras perfectas para contemplar bajo la luz tenue y confusa. Noté que sobre la mesa se encontraba una imagen aun sin positivar, así que procedí a revelarla. Mientras lo hacía me dejé consumir por los tragos, a mi alrededor todos se encontraban bailando de manera exótica (lo misterioso era que casi nunca dejaban de observarme, era como si estuvieran esperando algo en especial) y provocadora. Pasaron más o menos cuarenta minutos, cuando por fin logré colgar la última imagen que le faltaba a esta exposición de fatalismo espiritual y ruinas físicas.

Lina cambió su actitud completamente: Se arregló la cara, usó un vestido blanco. Salió de la casa esa noche despejada y llena de estrellas. Tomé la decisión de seguir sus pasos, pues no podía correr el riesgo de perderla otra vez. Abordé un taxi seguido al suyo que me llevó a una calle muy apartada y sola. Después de abandonar el taxi tomé una distancia prudente para que ella no notara mi persecución. Fue allí cuando me di cuenta que entró a una casa, ella forcejeó la puerta, pero después cuando yo iba a ingresar, me di cuenta que la chapa estaba completamente destrozada, se podía ingresar fácilmente a ese basurero al que insólitamente Lina visitaba de una manera elegante y vivaz.

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Al encontrar a Lina muerta en aquel rincón, descubrí los enlaces estremecedores que su padre y ella habían compartido: su mano empuñada guardaba la verdad. La bajé, la lloré, me partió el corazón saber que nunca logré proteger a mi única hija de las garras feroces de sus monstruos mentales. En parte la culpa de su desgracia era mía porque yo la había condenado a la vida. Por eso me rechazaba y tal vez creaba una imagen materna en uno de sus personajes ilusorios: hermanos, amigos, amanes, mascotas, en diferentes facetas; Justificando sus vacíos y sufrimientos reprimidos en años de oscuridad. La nota que apretó en sus manos hasta el último momento decía: “me alcanzó tu condena, me ganó la locura, papá.”

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HOSPITAL SAN JUAN DE DIOS - Nombre: Lina María, C.C 10949549… - Antecedentes familiares: bipolaridad. - Diagnosticada con: depresión clínica y esquizofrenia. - Hermanos: NO. - Madre: Ana María Ospina. - Padre fallecido. - Medicamentos:

Paroxetina (antidepresivo) Quetiapina (antipsicótico) Olanzapina Ácido valproico (estabilizador estado de ánimo)

- Internada en repetidas ocasiones a causa de sus trastornos mentales, en la unidad de psiquiatría. - Causa de muerte: suicidio. Observaciones:

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Es notable que, en los genes de la paciente, se desarrolló el de la locura, el estado mental desordenado es una condena y una cadena que siempre se repetirá.

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Del ser un rumiante y otras muertes chiquitas Reseña | Johan Andrés Rodríguez

Portada: Grupo Planeta


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uando Residente publicó su sencillo “René”, Margarita posada Twitteo: ¿Alguien le podría regalar a residente mi libro?

Esta canción generó muchísima controversia que aún hoy redunda en memes y burlas por lo que escribió el músico boricua René Pérez hace muchos años en la habitación de un hotel previo a querer lanzarse por la ventana. Residente, como se le conoce popularmente, se sintió agobiado, solo, indefenso y quería suicidarse, era la única salida o respuesta que tenía en ese momento. Todo esto lo confesó en varias entrevistas que le hicieron producto de su canción, un tema que busca retroceder en el tiempo y que narra muchas de las desdichas y de las razones por las que a René el estrés lo tiene enfermo y hace diez años que no duerme. Se trata de una canción que muestra su depresión de forma tangible, dramática y con mucha sinceridad, Residente cogió su depresión, la miró de frente, escribió una canción y años después, cuando sintió que estaba listo, la produjo.

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Ya no queda casi nadie aquí, A veces ya no quiero estar aquí, Me siento solo aquí, En el medio de la fiesta, Quiero estar en donde nadie me molesta, Quemar mi libreta, soltar mis maletas…

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Pero detengámonos en el hecho de que todos se preguntan cómo un cantante con el éxito de René Pérez, puede tener depresión, o cómo un actor como Jim Carrey que siempre se ve riendo, puede tener depresión, o cómo Robin Willians se puede suicidar cuando siempre hacía comedia y se reía todo el tiempo, o cómo tal y tal, o fulano y zutano, o este o aquel se suicidaron por estar deprimidos pero siempre se veían riendo, hablando, disfrutando de su vida, es más, eran ricos, lo tenían todo, nada les faltaba y es ahí en donde el libro de Margarita Posada:“Las Muertes Chiquitas” (Planeta, 2019) entra a narrar esta situación, porque como lo describe ella:

Cuando uno está triste, le hacen falta muchas cosas, pero cuando uno está deprimido no le hace falta nada. Es como estar muerto, una muerte chiquita.

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Este texto no es un libro de autoayuda, no es un libro psicológico ni mucho menos busca entrometerse en la labor de psicólogos y psiquiatras a quienes Margarita les guarda mucho respeto y fidelidad por ser ella misma una persona abiertamente depresiva. En varias entrevistas se refiere al hecho de salir del closet de la depresión. Un tema aún hoy tabú que muchas personas quieren calmar con frases como: “tranquilo que todo estará bien”, “piensa positivo”, “no estés triste”, “usted lo tiene todo, nada le falta”, “deje de pensar esas cosas se está embobando o qué” y así, muchas más.

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Con la intención de convivir con esta condición, Margarita pone diferentes ejemplos sobre qué es la depresión, cómo vivirla, cómo sentirla, cómo enfrentarla y,

sobre todo, qué deben hacer o pueden hacer las personas que rodean a una persona depresiva. Pone al descubierto diferentes historias y acontecimientos que le suceden a familiares y amigos cercanos a ella, que poco se toman en serio: La muerte de un familiar, la pérdida de una mascota, perder un empleo, o simplemente, el hecho mismo de no saber qué sucede, por qué cuesta tanto levantarse en las mañanas, cepillarse los dientes, hacer labores cotidianas e incluso, abrir las cortinas o cambiarse de ropa. Margarita nos introduce en su historia de una forma casi que cómplice, nos deja ver cómo siente, qué siente, qué piensa, qué cree, qué escucha y, sobre todo, qué no puede hacer. En un principio se trató de una novela que buscaba narrar la depresión, pero poco a poco se dio cuenta que este era casi que un espejo sobre ella misma y que sería necesario para afrontar su situación de formas narrativas, con letras, metáforas y ejemplos; el hecho mismo de escribir, dice ella, es lo que la ha mantenido con vida. Es un libro pequeño, 154 páginas, pero entretenido, fuerte, denso y con unas historias cotidianas que buscan mostrar cómo vive la depresión una persona depresiva. Margarita se devuelve en su vida hasta su infancia y empieza a analizar las situaciones por las que ha tenido que pasar para entender en su presente la situación. Para ella, lo que muchos hacemos ante una situación de estrés, caos o de alteración es huir y huir hasta que todo regresa a pasar cuenta de cobro en una bola de nieve que nos envuelve y de un momento a otro nos encontramos en una cama, aferrados a la almohada, llorando sin saber por qué.


La escritora trata de mostrar de formas periodísticas y narrativas que está bien ser débil, llorar, afrontar y resolver todas las situaciones que día a día nos enfrenta el hecho mismo de vivir. En una de sus páginas deja en manifiesto la mala educación que hemos recibido respecto a la forma en que vivimos:

… “Lo que nos pasa es que no nos acostumbran a estar con nosotros mismos desde niños, ni a dejar que el tiempo pase como ha de pasar, porque creemos que lo controlamos y que quedarnos quietos es una pérdida de tiempo en una carrera contrarreloj. No hay carrera y los relojes no andan ni más rápido ni más despacio porque intentemos poner una pata antes de tiempo en el futuro inmediato para poder evadirnos. No somos el conejo de Alicia en el País de las Maravillas, pero aun así creemos que vamos tarde siempre”.

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Se trata entonces de un texto que busca dar algunas herramientas a partir de la propia experiencia de la autora sobre sus formas de vivir en depresión que, aunque no tiene cura, si tiene tratamiento y, sobre todo, deja claro la importancia de la compañía y comunicación con las personas que nos rodean, que no es el exterior quien nos afecta, sino que es una lucha constante con algo que suponemos familiar: nuestra propia mente.

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Estar conmigo es estar solo dos veces” - Parafraseo a Fito Páez -

César Alberto Aristizábal

Foto:

Christian Acuña

n estos días extraños nos hemos dado cuenta que el mundo es corto, estrecho; en cambio la mente se expande y no parece tener límite. Desde siempre me ha causado curiosidad el tema de las enfermedades mentales, tengo personas cercanas con padecimientos de este tipo, lo que me permite tener un punto de observación mucho más cercano. Se ha vuelto un lugar común escuchar: “me siento ansioso, angustiado, bipolar, pandémico, deprimido, orate, bajoneado, low, loco…” y muchas otras que ustedes oyen a diario; esto normaliza o peor, minimiza el hecho de estar luchando con algún problema que la sociedad no entiende o margina.

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Texto:

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Veo una burbuja en mis mensajes, es mi amigo, que desde hace mucho tiempo (tal vez a los 7 u 8 años de edad) empezó su ruta por los consultorios de psicólogos y psiquiatras. - Él: Pasé muy mala noche, no dormí bien. Cada vez me cuesta más concentrarme, no sé cómo la gente anda diciendo que se reinventan, escriben libros, aprende tres idiomas, inician dietas, terminan tesis... A mí este encierro me está estrupando. Estoy roto.

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- Yo: Todo es muy complejo, esto nos supera por tanta incertidumbre. La vida es una mierda. Todos sin ganas de parar, sin reflexionar, sólo interesa la producción. Dijeron que íbamos a cambiar, pero al parecer fue pose.

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Hablamos mucho rato, una de las conclusiones más llamativas es que el aislamiento va a evidenciar un incremento en los problema mentales de los colombianos. Según el psiquiatra José Posada Villa (2019) en el país se “calcula que el 40 % de la población colombiana adulta ha sufrido, está sufriendo o sufrirá un trastorno mental diagnosticable en algún momento de la vida”. Y esto según expertos, en épocas de problemas

de aislamiento social, crisis económicas y cambios bruscos en los estilos de vida se aumenta. Si las cifras anteriores son preocupantes “a todo esto se suma la escasez de psiquiatras en relación con las necesidades de la población. Hoy tenemos unos 1.250 psiquiatras para 48 millones de habitantes, y de estos aproximadamente 450 están dedicados a la clínica. Adicionalmente, el 80% trabaja en las cuatro principales ciudades del país”*. Es decir que estamos enfermos, pero, la gran mayoría, no tenemos alternativas de atención adecuada. Quiero continuar hablando de mi amigo. Él es un progresista, porque uno de los padecimientos que tiene (de los tantos) aún no se determina si es un posible trastorno, una enfermedad mental o un problema del aprendizaje. Lo denominan de muchas maneras, pero la primera vez que se le nombró de forma científica o rigurosa, en el 2002, fue como ensoñación excesiva; también lo conocen como: ensoñación inadaptada, fantasía compulsiva, exceso de fantasía o soñar despierto. Una de las curiosidades es que se acerca mucho a la esquizofrenia, sólo que en el primero la persona sabe que está creando una realidad alterna o modificando su contexto. *https://razonpublica.com/problemas-y-trastornos-mentales-en-colombia/


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Aquí muchos dirán que es tos por toda la casa. De igual fornormal ensoñar y pensar mil ve- ma, los electrodomésticos se conces cómo le vamos a contestar a vierten en naves interplanetarias y alguien que nos ofendió, de qué alguna vez la lavadora se la imamanera podemos enfrentar un ginó como la Estrella de la Muerte. problema o cómo nos veremos en Aparte de lo anterior, un ejemplo las fotos del último megacelular que me hacía para que entendieque aún no tenemos. Pero se sabe ra era el del tinnitus, que cuando que la ensoñación excesiva va más hay más silencio se aumenta, así allá de esto y que se da, en la ma- que en la soledad del ailsamienyoría de los casos, para compen- to todos estos procesos mentales sar la insatisfacción con la realidad se acrecentaron. Sin embargo, los íntima. Los que se vieron la pelí- días han ido pasando, cada vez cula “El Laberinto del Fauno” del hay más tedio y podría ser la mente el único refugio director mexicano placentero. Guillermo del Toro pueden hacer una - Alicia imagen de lo que Deberíamos les estoy contando. Pero un sueño no es ver la salud mental la realidad. como algo de cuidado, no sabemos Para ampliar, Sombrerero en qué momento leamos algunas pasamos un límite cosas que le pasan Y, ¿quién te dice que sea sin retorno. a él: cuál es cuál? Si bien mi pana se siente bien, tampoUna vez esco se anima a ver taba con la pareja nuevamente a cualquier psiquiatra y de repente mientras se besan la porque sabe que a veces sólo se empieza a ver como al espanto del va a la medicación y no hay atenfilme “El aro”. Se imaginan el ni- ciones holísticas. vel de angustia, por un lado estaba cómodo con las caricias; pero por otro, no es tan placentero ver a Samara Morgan encima de uno. Ahí no paran las fantasías, cuando se aburre en alguna conversación convierte al interlocutor en caricatura, entonces por un rato está en una película animada. En otras ocasiones ve pequeños marciani-

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Reflejos Christian AcuĂąa



La memoria borrada – mi batalla contra la depresión –


Juan Francisco Jaramillo


E

n 2014 tuve un episodio de depresión profunda desencadenada por algunas dificultades de orden económico y familiar. Tras una ardua y desgastante batalla contra mi entidad prestadora de salud logré acceder a un tratamiento psiquiátrico consistente en el uso de medicamentos antidepresivos como el Prozac y la Sertralina. Al comienzo del proceso sentí una disminución progresiva de la apatía, cada dosis de los fármacos producía en mí una especie de sensación alucinógena en la que sentía que el cerebro se enfriaba y se derretía como un cubo de hielo, ante ese panorama de felicidad impostada pensé que todo era una ganancia inmediata, pero luego empezaron los problemas. Lo primero que me ocurrió fue perder la capacidad de concentración a largo plazo, eso hizo que por ejemplo me costara trabajo leer un libro, varias veces tenía que devolverme varias páginas para poder hilar con coherencia lo que el autor trataba de decir o sentarme a ver una película era perder el tiempo ya que no recordaba nada de la trama pasados treinta minutos. También experimenté una excesiva sudoración en las manos y una alteración en el apetito, algunas veces tenía un hambre desbordada y en otras me resultaba repugnante el olor de la comida.

Revista

Intenté dejar el tratamiento a medio camino creyendo que ya estaba curado y que la depresión era un asunto olvidado pero el psiquiatra me insistió en que no lo hiciera ya que ese es un error común en los tratamientos con medicamentos antidepresivos y es ahí donde viene el llamado “efecto rebote” que consiste en que al abandonar la medicación sin la supervisión médica, el cerebro experimenta una descompensación bioquímica brutal y la depresión se acentúa, lo que puede conllevar a las autolesiones o incluso al suicidio.

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La depresión ha sido catalogada como uno de los grandes retos de la salud pública a nivel global y su tratamiento supone un gran problema para los estados y las entidades encargadas ya que sus causas, tratamientos y consecuencias son tan complejas como lo es ese laberinto casi infinito de los surcos cerebrales. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo somos alrededor de 300 millones de personas las que padecemos de depresión, para hacerse a una idea de la proporción de esa cifra se puede decir que es casi el 90% de la población total de Estados Unidos, dos veces la población de Rusia o seis veces la población de Colombia. Somos una legión. Otro efecto que me dejó la medicación fue la alteración de la memoria, quienes me conocen saben que mi memoria es privilegiada, puedo mencionar sin temor a la equivocación fechas históricas, efemérides deportivas, discografías completas y un extenso número de datos. Pero el periodo que duré bajo el tratamiento mi memoria sufrió de una pérdida considerable, así que mis recuerdos del 2014 y parte del 2015 son difusos, borrosos e irrecuperables. La lucha contra la depresión es una travesía larga, llena de pasajes complicados, con recaídas y pequeñas victorias y que puede durar toda la vida. Aunque mi tratamiento con medicación duró un poco más de un año, aún experimento leves episodios de recaída en los cuales el apoyo de mis familiares y amigos es un gran aliciente. Me he propuesto entenderme con ese monstruo que yace en mi cabeza paro no darle la posibilidad que me devore, así que por ejemplo cuando caigo en un bache depresivo he resuelto que me bañaré antes del mediodía así vaya a pasar el resto de la jornada tirado en la cama sin voluntad para nada más.

Revista

Me gusta creer que sanarse y calmar el caos de mi cabeza es difícil pero no imposible.

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Susceptibles por aceleración “Mientras leo lo que escribo, voy en espiral”


Texto:

Luis Hernando Restrepo

Christian AcuĂąa

Revista

Fotos:

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Q

ué tan fiel y compleja puede ser la mente del espécimen humano. Fuerza del pensamiento abstracto que juega con las leyes del todo a imagen y semejanza de un universo apenas conocido. Somos energía en espiral, susceptibles por aceleración. La diversidad de un sin fin de matices que se debaten desde el Génesis de la vida entre la dualidad de lo bueno y de lo malo. “De ninguna manera morirán. Es que Dios sabe muy bien, que el día en que comieran del árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal”1 se escribió hace mucho tiempo.

¿En qué momento surge la premisa más importante de la existencia misma? La eterna batalla entre el bien y el mal, el cielo y el infierno, la confrontación de la vida y la muerte. Viajar a través del tiempo y el espacio permitió construir caminos, absolutos, acciones, hipótesis, movimientos; elementos que convergen en una sagrada e infinita espiral de energía.

Revista

La conformación de esa convergencia origina saberes que han proporcionado el cuestionamiento inicial que el ser humano tiene sobre el porqué y el cómo de las cosas. Entre esos, la pintura, como determinante de la visión multidimensional de la existencia; el lenguaje y la oralidad, como sentires del espíritu; la escritura, como expresión manual de conceptos narrativos; la agricultura, como esa relación bellamente íntima con la tierra y el alimento; la música, como mensajera y guardiana de los sonidos de la historia; las ciencias naturales, como la representación biológica de comprensión de la vida; las ciencias exactas, como la perspectiva lógica del entendimiento de los saberes universales; las ciencias sociales, como la exploración constante de la conducta humana y cultural; lo psíquico, como el sentido investigativo de la mente, y lo sobrenatural y paranormal, como la búsqueda mística de respuestas frente a lo que nos es oculto y desconocido.

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1

La Biblia: La Caída. Génesis 3, 4-5


Evolución

Qué inquietante cuestionamiento genera la iniciación y posterior colonización continental del ser humano en el mundo. Se dice que nuestros parientes más lejanos provienen de la solemne África, con la Eva Mitocondrial2 y el Adán Cromosómico3, desde donde se desprende una progenie múltiple a partir de la desaparición del Homo Erectus y 2 Antepasado femenino común que comparte la población actual humana. 3 Antepasado masculino común que comparte la población actual humana.

del Homo Neanderthalensis, para darle paso al dominio final del Homo Sapiens. “Reproducid y multiplicaos, llenen la tierra y sométanla”4 se convirtió en religiosa obligación en un planeta que recién creía concebir la idea de lo bueno y de lo malo. De este a oeste, la deriva continental post Pangea permitió que la gran Abya Yala, mal conocida como América, estuviera perdida ante los ojos del genocidio de la cruz y la corona sólo hasta hace poco más de 500 años. Las extensas estepas de la África negra, los ardientes desiertos del Oriente Medio castaño, los perpetuos fríos de la Europa nívea, las furiosas montañas de la India marrón, el sol naciente de oriente de la Asia amarilla, las majestuosas selvas de la América colorada, las coralinas islas de la Oceanía maorí; cada cultura con amplia inteligencia, pero con distintas velocidades de evolución física y mental en relación a los elementos y seres del entorno, a los animales presentes, y a la visión y lectura de la tierra y del cielo. La Prehistoria, la Antigüedad, la Edad Media, el Renacimiento, la edad Moderna y la Contemporánea, cada una con un tipo de aceleración diversa y múltiple. Todo lo que tiene un principio se plantea desde la perfección y bienhechor al ojo de la universalidad, pero al llegar el fin, instintivamente, se recurre a la opción negativa o al concepto de lo malo o maldad. ¿Qué ocurre cuando lo bueno se convierte en malo? Es un cuestionamiento infinito, reflejado en un pensamiento abstracto que se convierte en real desde la concepción del miedo. 4

La Biblia: Génesis 1,28

Revista

El mundo que conocemos como planeta tierra, contempla extensas eras de creación y evolución. Cientos de miles de años en donde las cadenas de ADN perfeccionaron la vida y moldearon al primer ser homo sapiens, vencedor en la prehistoria por encima de los residuos de otras especies originarias extintas en el pasado. Desde los antiguos primates, con considerable inseguridad ante las grandes bestias y con nula capacidad de ver por encima de los altos pastizales, hasta el hombre erguido, conocedor de la piedra y del fuego, y que comenzaba a alzar la vista hacia el cielo para leer las estrellas, se ha construido toda una compleja red de creencias religiosas, espirituales y científicas, una excelsa trinidad que con el paso del tiempo ha hecho de la vida y la muerte su mejor acogida. Conceptos absolutos de dichas creencias como la evolución del homínido y/o la creación del humano moderno, encontraron un lugar propicio para comprender y relacionarse con lo que nos rodea. Pero esa comprensión, ha generado miedo; y esa relación, muerte.

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Miedo

El miedo se transformó en un absurdo y déspota odio de colores. El racismo es la plena convicción del temor que siente el ser humano a lo que es distinto. La validez de esta desconfianza nos ha convertido en parásitos del tiempo. Y es que le hemos proporcionado ilimitado valor porque enaltecemos nuestro temor a lo que nos es desconocido. Permitimos, impunemente, la victoria de la muerte sobre la vida. El miedo genera odio, y el odio produce muerte. ¿A qué le tememos? ¿Qué tipo de pensamiento merodea nuestra mente para destruir la diferencia? Indudablemente, ha de ser algo de suprema grandeza e importancia, algún tipo de ENERGÍA que desborda el entendimiento humano, algo inconmensurable frente a las teorías del Ser y Estar del mundo que es capaz de producir vida y quitarla al mismo tiempo. Energía que es el Todo y la Nada misma; el Ser o No Ser. Energía en espiral.

Revista

El accionar entre el bien y el mal sugiere un estrecho relacionamiento de visiones filosóficas que se conocen desde el pasado. El Yin Yang5, es la comprensión que describe la dualidad de dos fuerzas opuestas y al mismo tiempo complementarias que son la razón de ser de toda la existencia, “nada existe en estado puro, ni tampoco en absoluta quietud, sino en una constante transformación”, es una espiral cosmogónica de energía.

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La política, la religión y el dinero son representaciones energéticas del miedo. Se considera a la especie humana un ser político con el fin único de vivir en comunidad, ser y estar seguro frente a la cercanía de alguien, siempre y cuando la

5 Concepto del Taoísmo, desde la comprensión filosófica y religiosa constituye la fuente, el patrón y la sustancia de todo lo existente.

libertad de votación y de desenfundar un arma en tiempos dictatoriales de victoria de las mayorías, permita a una bicéfala democracia bufonesca, elegir en sus urnas la legitimización del crimen y la impunidad. La adoración y el sacrificio como pedestales de las religiones buscan la comprensión básica de la vida y la muerte, en especial, las de carácter monoteísta, que han construido su historia milenaria en la relación de “miedo y amor” al dios patriarcal y unidimensional de la Torá, la Biblia y el Corán, con el poder del temor que salva al creyente y condena al no creyente, en donde la fe, si no mueve montañas del todo, por lo menos domina y sodomiza el pensamiento y el cuerpo. La opulencia del dinero, obra del papel ba$ura que engorda la tiranía de las clases élites que pregonan su divinidad desde la adoración de las bolsas de valores y los bancos a quienes << cruelmente >> el vulgo rompe sus finas vidrieras de cristal. Con la politización del poder se edifica el establecimiento de fronteras produciendo una separación de comunidades; el tejido y el ondear guerrero de banderas han planteado una forma de instituir mensajes de guerra y la creación de símbolos que perduran en el tiempo para resignificar los sentidos de la naturaleza. Estas son actuaciones para defender nuestra mente, movida desde el ímpetu del miedo, como una idea implantada y estructurada que se mantiene por los siglos de los siglos como un retrato de las pasiones del instinto primario del ser humano. Política y esclavitud, religión y sumisión, dinero y deuda, han normalizado el poder violento del miedo y la subyugación sobre el más débil, han construido monumentos y palacios de autoridad para la defensa de sus ideas, y la conformación de ejércitos


de muerte, en donde la humanidad se destruye entre sí por la convicción ideológica y suprema del líder, del dios y del profeta; es esto la total anulación de una visión politeísta y biodiversa de los elementales sagrados de la naturaleza. El miedo es tan poderoso que nos hace aceptar las peores cosas y actos sin ningún tipo de cuestionamiento. La concepción del Fin del Mundo es una de las más brutales armas de destrucción masiva jamás implementadas, fraguadas por un poderoso sistema generador de desconfianza en donde se venden verdades y mentiras, que camuflan y distorsionan la realidad. Gente que da su vida por una “verdad”, medios de comunicación que destruyen y manipulan, huestes de muertos en vida que inseminan miedo. Cada civilización, desde sus orígenes, ha plasmado en su libro guía, un sinfín de creencias, demandas, tratados y obligaciones, expandiendo una eterna confrontación religiosa, cultural, social, política, económica y de entretenimiento como combustible para una maquinaria de terror y nepotismo. Ciertas creencias han mutilado el pensamiento diverso: “Quien no crea en el dios patriarcal no será salvo”. El no creyente tiene que profesar su fe en algo que no conoce, de no ser así, no es apto ni elegido. Creer en esta deidad se convirtió en un acto de manipulación masiva, en donde la idea del Pecado Original, es el sometimiento principal que desencadena todo un sistema de esclavitud, opresión y muerte. “Dios mata por no creer en Él, Dios mata por no creer en lo que nos dio”. Los elegidos van al cielo (nivel superior), los condenados van al infierno (nivel inferior); pareciera ésta una visión rústica de la espiral de energía. Abajo; el Hades, el infierno, el averno, el inframundo. Arriba; el cielo, el nirvana, el Valhala, el paraíso. Salvación y condenación se convirtieron en paisajes y escenas bestiales del libro de la vida y la muerte.


Aceleración

Revista

Ubicados sobre una línea gráfica temporal, con la ayuda del Plano Cartesiano6, se podría edificar un conocimiento en numerología tan complejo como diverso. El antes pareciera lineal, un pasado constante que se tomaba su tiempo y esfuerzo para crear y destruir. En cambio, la noción del ahora, está supremamente acelerada. Cambiando de velocidades sobre su ubicación en el espacio y tiempo, como una espiral que se expande y se contrae, retrotrayendo hechos históricos como retrospectivas cíclicas al hoy. Una geometría analítica, de posiciones negativas y positivas que tienen un punto de partida en común, pero con rumbos distintos.

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Odiar un color de piel, destruir el pensamiento diverso, categorizar en clases sociales, son innegables acciones que se convirtieron en la energía vital del caos. Ciertas ideas son a prueba de balas, se mantienen degeneradas de generación en generación, en donde millones dan su vida por una ideología que se conserva a través de las épocas. Se retoma el planteamiento básico pero complejo de la definición de la infinita danza entre el bien y el mal. 6

Concepto científico, teórico y práctico, de relación matemática propuesta por René Descartes.


¿Qué pensamiento pone a nuestra disposición la libertad de escoger el libre albedrío como decisión unánime de nuestro proceder? Pareciese que la concepción de maldad es un término y un acto inevitable en el ser humano, pero que, en contrapartida con la definición de bondad, se mantienen en equilibrio en la balanza de la existencia. Y es ineludible esa malevolencia porque surgimos de la misma, siendo reminiscencia de la crueldad de antaño que se ha mantenido a través de la historia. Esta aceleración nos ha convertido en caníbales de la realidad, modificando a nuestro antojo la naturaleza originaria de los elementos de la existencia. Pensamientos convertidos en acciones que un sistema demencial nos ha impuesto a la fuerza, pero que, enigmáticamente, aceptamos con poco recelo: Instintos que nos han hecho vanagloriar las diferencias étnicas, las guerras y genocidios, una visceral y voraz producción económica, la destrucción de la naturaleza, el desprecio a la sagrada vida de los animales, la transgenización de la agricultura y los alimentos, la imposición de semillas certificadas de muerte, la contaminación y privatización del agua, el aire, la tierra, el espacio del cosmos, y la censura de la información de la modernidad virtual. El actual calentamiento global, proceso

natural del planeta que ha vivido en el pasado procesos de gases de efecto invernadero y diversas glaciaciones, sugiere la actual y desbordada aceleración de la espiral. Las predicciones de futuros cataclismos muestran señales de extinción próxima: concepciones como la llegada del anticristo, el apocalipsis, un posible impacto a la tierra por un asteroide, pandemias, guerras mundiales, terremotos y maremotos, son fieles condicionantes para la conducta humana frente al caos. Videntes y prosistas del pánico de sus sueños premonitorios del fin del mundo se convirtieron en excusa para infringir miedo y violencia. Catástrofes que son la representación de lo que pareciera ser el cruce entre el fin y el inicio de un ciclo de la tierra, en donde el declive por muerte, conflictos, hambrunas, desastres naturales y calentamiento global, envían al ser humano a la obtusa conquista de otros mundos, porque la salvación se convirtió en abandonar nuestro propio planeta. El mundo comenzó sin humanos y terminará sin humanos. El don de ver el futuro, desconociendo el pasado, ha sido el principal encargo del sistema imperante; así vivimos desde un principio y desde siempre.

Revista

Somos susceptibles a la aceleración de la espiral, porque aumenta el ritmo universal y el carácter despiadado de la vida, como una urgencia absoluta para encontrarnos lo más pronto posible con la muerte. Nuestra ubicación en el espacio y tiempo de la espiral está al borde la purga, convirtiendo al amor, a la sexualidad, al dolor y al odio, en vibraciones de elixir energético espiritual y corporal. La locura física y mental pareciera subordinada desde otras realidades que cruzan la espiral de forma transversal, provenientes desde otro tipo de vibraciones ajenas e irreconocibles al nivel cósmico donde nos encontramos.

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Energía en espiral La noción que se tiene del universo permite una ideación de las formas como energía en espiral. Circulares y cíclicos, los movimientos de los astros han logrado una majestuosa atención del ser humano para lograr la comprensión del cosmos. La naturaleza, los planetas, los sistemas solares y las galaxias, son componentes de una energía vibratoria que constantemente nos llama a la inquietud. El sol y la luna, mantienen un equilibrio entre la luz y la oscuridad, en donde los días y las noches, se debaten constantemente la fragmentación del movimiento radial sobre su eje de la tierra.

Revista

Intuir la posible existencia de un multiverso simboliza la capacidad de reestablecer la memoria sobre la existencia de los niveles cíclicos de la eternidad en espiral. Tal es el momento de complejidad contemporánea, entre pensamientos y acciones, entre las nociones del bien y del mal, de la vida y de la muerte, la oscuridad de la noche y la luz del día, que los elementales de tierra, aire, agua, fuego y éter, logran una fusión para la concepción de pasiones en energía sagrada. Esta fuerza es el artilugio que permite una constante y eterna rotación de la espiral del tiempo y espacio, que se expande y se contrae, compuesta por una infinidad de niveles, que contemplan múltiples universos que se mantienen en constante revolución a partir de poderosos y enigmáticos procesos de vibración.

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Pensar en la idea de un multiverso, implicaría una revaloración profunda y compleja del sentido que tenemos moldeado hasta ahora sobre nuestro universo, y la pobre y absurda determinación de la tierra como único planeta con presencia de vida y la especie humana como único ser con “razonamiento superior”. Desconocemos la capacidad de transversalidad de toda

una diversidad de seres del día y de la noche: entidades, elementales, espíritus, monstruos, animales, plantas, personas, que se encuentran presentes en este fragmento de la espiral, siendo personajes que actúan con funciones específicas en lugares, épocas y dimensiones diversas. Somos almas en espiral, porque en reencarnación, la energía no se crea ni se destruye, se transforma. El miedo a la muerte ha concebido la idea de emigrar a otros planetas y sistemas interestelares. Y quienes ya lo han hecho ¿dónde están? La vida extraterrestre permanece revelada sin hechos verídicos, pero fuerte en el pensamiento de cuantiosos que lo comprueban. ¿En qué nivel de la espiral se encontrarán? ¿En qué aceleración serán y estarán? Lo que vemos en nuestra realidad y dimensión pareciera ser el reflejo de algo mayor y mucho más poderoso de lo que es el entendimiento que hemos construido. Pudiera ser el dios monoteísta de las principales religiones una magna existencia extraterrestre sujeta a los paradigmas de la historia, en donde fuimos creados, en un tipo de experimento en probeta, a imagen y semejanza de ese ser supremo espacial, para ser perdurables súbditos en una inmensa mina de oro llamada planeta tierra, subordinados a una entidad o sistema superior, que escoge fieles súbditos humanos, apasionados de terror, que promulgan y venden miedo y muerte, siendo esta la lección mejor aprendida en la historia del mundo: como nos han tratado los de arriba, tratamos a los de abajo. ¿Podrá ser esta la mayor opresión de todos los tiempos en la espiral de la vida o tan sólo una pesadilla mal contada? “La energía se extiende en todas direcciones, siempre es un estado o condición y nunca un lugar”7 7

Vida después de la Vida. Ramacharaka


¿Por qué si ocupamos un lugar en el tiempo y espacio, no sabemos cómo es en todos sus sentidos? En el proceso de imperecederos cuestionamientos, profesamos saber nuestro lugar y pretendemos ser los humanos, de forma vanidosa y petulante, el qué del todo, por consiguiente, construimos y desciframos diversos cómo, dóndes y cuándos, a similitud de nuestros intereses más superficiales y triviales, olvidando por completo el por qué y para qué de la existencia. Conocemos nuestro pasado, pero siempre lo borramos de la memoria, y creemos ver nuestro futuro como si ya lo conociéramos. Hemos devastado y gastado nuestra energía en darle respuesta a algo que vemos y no entendemos, pero creemos en algo que no vemos y consideramos entender. Llevar una vida de interrogantes para descifrar en dónde, cuándo, por qué y cómo estamos es la más atrevida aventura de la especie humana, una travesía cargada de miedos como pensamientos y de energías como materialización del cuerpo para darle un sentido lógico a la existencia misma. Desde las plagas de Egipto a cargo de Moisés, pasando por la Peste Negra de la Edad Media, hasta el Coronavirus de hoy, se cruzan contagios biológicos reales y creaciones artificiales, como queriendo una limpieza de la naturaleza, una manipulación social por miedo, una reestructuración maligna del sistema económico, un deseo de muerte humana, patentar en nuestros cuerpos la vacuna final, o tan sólo una renovación de la energía en espiral. Es esta una diferente modalidad de Guerra Mundial, en donde la información batalla, no en trincheras de tierra y barro, sino de pantallas y teclado. Construir destrucción parece

Al cuestionarnos el fin del mundo, podríamos plantearnos el qué vendría después, ¿otro nivel en la espiral? La concepción del fin de los tiempos debería ser nuestra propia muerte, no la colectiva, porque al morir es en donde nos desprendemos completamente de la responsabilidad terrenal que tienen los que en el presente y en vida sufrimos y gozamos la existencia. Según la espiral, cuando la energía se acaba, vuelve a empezar, en un tiempo y espacio distinto, constantemente en un cíclico eterno que responde al despertar y al cambio de conciencia universal. Es una batalla constante entre los pensamientos y las acciones de la riqueza material versus la riqueza espiritual. Se ha convertido nuestro lugar y espacio en la espiral, en una propiedad privada privilegiada para los dominadores y ejecutores del poder del miedo, produciendo, a su imagen y semejanza, el condicionamiento final de las teorías del inicio y del fin del todo. En el plano cartesiano, se normaliza el poder de las jerarquías en vertical y la violencia en horizontal. Pero es aquí, en donde la espiral, demuestra ser, no sólo iracunda e impetuosa, sino agraciada y esplendorosa desde una visión multidimensional comunitaria para sobrevivir en armonía, sobrepasando la opción única de la dialéctica occidental; es la Tetraléctica, miscelánea melodiosa del pensamiento indígena andino. Es así, como la comprensión de la circularidad

Revista

Fin

haber sido el mejor de los trabajos con los elementos en la historia de la humanidad: madera, roca, metal, cemento, plástico, y plasma, se convirtieron en el amigo fiel del humano moderno opresor. El miedo y la aceleración, nos facilitan, a imposición, una época actual de entretenimiento, como queriéndonos poner a escoger, con tan malévolo propósito, constantes confrontaciones con reinas y reyes, con torres y peones, en la cuadrada dualidad y perenne del blanco y negro.

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de la espiral nos permite acercarnos a ese pensamiento ancestral, donde la agricultura y el movimiento de los astros, nos expresan diversos inicios y aperturas de ciclos, conectando todos los componentes de la naturaleza

Revista

Existe un sinfín de manifestaciones de energía en espiral en la naturaleza. Desde el mínimo fundamental hasta la eternidad del todo, la existencia de fractales son la representación de la geometría de la vida. Los átomos en explosión, las cadenas de ADN en movimiento circular, los tornillos en funcionamiento para unir, las conchas de caracol, las flores en retoño, los patrones de las suculentas, la ornamentación en las alas de las mariposas, las telarañas para aferrar, las ramas de helechos, las castañas de las piñas, las colas de animales, los impactos de ondas en el agua, las trompas de elefante, los movimientos de grupos de peces en el mar, las hélices de las máquinas, los discos de música, los petroglifos en la roca, los torbellinos en la arena, la rotación de tormentas y huracanes, los discos voladores, los movimientos de los astros, las galaxias en expansión, son tan sólo unos cuantos sinónimos cíclicos de la gran Energía en Espiral.

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La especie humana, tan minúsculos e ínfimos, como un virus purulento, que nunca pretende un sincero y personal autoanálisis. Nos hemos deslizado por la inmensidad del tiempo y espacio, dejándonos entender que somos una existencia fétida de fácil corrupción, vanagloriándonos de no inmiscuirnos en la inmundicia ajena, porque felices estamos y nos revolcamos en la propia. Le damos poder al miedo. Destruimos perversamente la biósfera. Perseveramos en discusiones básicas que representan el aspecto más insustancial de nuestra existencia; último día y hora del calendario cósmico y simplemente nos cuestionamos si la tierra es plana o redonda, si el dinero llenará nuestros estómagos y corazones, si la bota/rodilla represora es sinónimo

de grandeza y honorabilidad, si un color de piel representa el bien o el mal, si las religiones nos llevarán a la salvación, si el por qué defecamos en nuestra propia agua nos enfermamos, o el por qué si miramos constantemente al cielo nos preguntamos nuestro lugar en el universo… ¿Será este el fin breve aceleración la espiral, o tan de nuestra

de los tiempos, una en la eternidad de sólo una bifurcación condición mental?

pd: Qué tan especiales y magníficos son los frailejones, espeletias guardianes y elementales protectores de los páramos, que durante las noches trascienden una majestuosa energía violeta en espiral.



Poemas Laura Lorena Ruiz


Ahí está de nuevo.

Asfixia

Escúchame, escúchame por favor, al menos pretende, sé que igual nadie me escucha. He estado existiendo, físicamente existiendo, pero no sé quién soy. Me desgarro los sesos para conocerme, pero me estoy muriendo en el proceso. Es la muerte, la respuesta, ¿lo que quiero? Tirada en la cama asfixiándome de calor, Olvido respirar. Me acuerdo por una punzada vivida en mi cerebro, me ahogo. Respiro entonces, respiro porque me obligo a respirar, no quiero morir en realidad. Necesito las respuestas a una pregunta que no sé formular. Pienso, pienso que esa respuesta está en lo terrenal. Vano y crudo, así, Terrenal. Te juro que trato, pero las palabras se deslizan en mi cerebro y no logro mantenerlas para escribir la prosa existencialista digna, Digna de tu reconocimiento.


Allá afuera, con ellos.

Basura de adolescentes

Ellos, Los que señalo con el dedo. Solo me recuerdan lo que ya sé y me niego a aceptar. Ellos. Ellos lo saben. Ellos lo ven. Porque quiero enlodar mi existencia para dejar de ser tan transparente. Ocultarse entre la mugrienta autenticidad que consumo sin parar. Pero de noche, antes de transformarme en un capullo de lágrimas que no puedo soltar. De noche. Justo antes, me baño. Me limpio el disfraz que repudio con todo mi ser. Y ahí. Ahí. Vuelvo a ser yo, frágil. Una maraña de pensamientos sórdidos. ¿Qué es sórdido? Lo entienden y me frustra su entendimiento. Soy básica. Fácil de entender, porque lo que es para mí difícil, para ustedes es una crisis adolescente en una mujer destinada al fracaso.


Guerra Entre las vibraciones de un teléfono a otro. Yace este pensamiento perdido. Soy un chiste mal contado. Estoy perdida. Lo escucho. Me lo recuerdan. Soy la presencia que incomoda. Me hacen sentir que valgo poco. Es decir, me lo recuerdan. La lucha interna que llevo se desploma. Caen los soldados, pero no en batalla. Caen envenenados y jamás lo sabrán. Yo los envenené. Les di una dosis diaria de repudio. Púdranse bastardos de mierda. Dejen de luchar por esta basura de ser. Encuentren su vida. Porque la mía ya está desperdiciada.



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