El Puro Cuento 6

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Llegamos a su casa y nos sentamos en la terraza volada sobre un jardín que parecía una selva gótica intraducible: guayabos, bugambilias, mangos, castaños, coníferas, cafetos, cuatro cañas de azúcar y una palmera cargada de cocos. Desde la terraza, se contemplaban los austeros muros de El Escorial y la gigantesca montaña detrás. —No son las calaveras de Colón —dijo Lorenzo, siempre discreto, aunque puntual—, sino las carabelas de Colón.

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