Agnes

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Agnes erotismo Las palabras vienen y se van a tu lado siempre puedo respirar aire que me estalla en soledad tu presencia es una forma de mirar

Sandra Mihanovich


Quiero cogerme a La Malena –Vení, nena- me dijiste. Como siempre, tu campera de cuero y esos borcegos que te pegan al suelo. Me acerqué sigilosa y expectante, como las gatas (pero sin uñas, porque nunca me acostumbré a tenerlas largas). Me miraste despectivamente, pero el brillo de tus ojos no te dejaba mentir: querías cogerme. Pero estaba la duda de hacerlo como siempre o como yo te lo inspiraba, esa mezcla de brutalidad y ternura… la mejor. Me desabrochaste la camisa de gasa que te dejaba ver mis tetas, me chupaste el cuello, fingí placer. Te saqué la campera, la leñadora y la Pravia (se ve que sos friolenta, Malena). ¡Qué tetas, mujer! Chupaste mis hombros, mis axilas, me di vuelta “solita”; sé lo que te gusta, no necesitás pedirlo (en mi cabeza sonaba… “date vuelta para ver, hoy te puedo convencer” ¿o no?…). Me sacaste el jean (ese que parece pintado), me hundiste la bombacha entre las nalgas, la movías, me exitabas; yo fingía… Te miré de reojo. Desnuda sobre mi espalda me hablabas al oído, te calentabas, lo sentías… Confusión en tu mente. Desnudarse. Chuparse. Acabar. Coger ¡y ya! Esta vez no fue así. Quedaste extenuada, hiciste todo lo que quise, te hice todo, hasta el culo me entregaste y yo no te lo pedí. Sentiste, Malena. ¡Qué humana sos! Tanto como cualquier otra. Otra que no sea yo…


Mujeres de mis aromas Saltar de cama en cama, ejercicio que mantiene las piernas firmes, las neuronas en movimiento y el corazón a resguardo. Sábanas de seda, de algodón, colchones mullidos sobre el piso, algún antiguo sillón. Diversos aromas: incienso, perfume francés, colonias, todos esconden a una mujer diferente a la anterior, nada de parecidos que te recuerden a… Me calienta no saber con qué voy a encontrarme y dejar que mis manos y mi lengua recorran incansablemente todos sus recovecos. Nuestros cuerpos calientes y transpirados se buscan hasta encontrarse en un punto. El momento en que ambas jadeamos y nos movemos. Me siento encima de ellas, me encanta “taparles la boca” sintiendo su lengua entre mis piernas. Algunas tienen lo que se dice “experiencia” y siento que vamos a la par. Con otras, que no han saltado aún por tantas camas, me invade una sensación de “draculismo”, las veo tan tiernitas y al mismo tiempo tan dispuestas a todo. Así las vivo, las siento, las deseo, las disfruto, son las mujeres de las que nunca quiero un recuerdo, salvo aquel que se lleva mi piel…


Encuentro –Voy solo para verte. –Te espero, contestó. Metí un par de pilchas en la mochila, le dejé las llaves a mi vecina Ema para que me riegue las plantas y cuide a mi gata Sasha. Me subí al auto y fue cuando caí en la cuenta: volver a verte. Después de tanta vida… acariciarte sin dejar de mirarte a los ojos, acariciarte y tal vez amarte una vez más. Pasada la media noche ya estaba en su casa, reconoció el motor y salió a recibirme. ¡Qué linda está! El pelo mucho más largo, las pecas todas en su mismo lugar y algunas arruguitas que no dejan de marcarme el paso del tiempo… Todo esto pasó desde mi “huida”. Nos besamos (nuestras bocas se siguen entendiendo) y entramos en la casa sin separarnos. Nos embargaron las mismas pasiones (y desesperaciones) conocidas, pero yo… estaba muy sucia. Me acosté en la bañera, dejé que ella lo hiciera todo, me lavó el pelo, me besó, me pasó el jabón, me acarició. Me sentí cuidada, me dejé llevar. Se desnudó y se sentó sobre mí. Le acaricié los pechos, la cintura. Estoy por estallar y siento una mezcla de melancolía y miedo… Hicimos el amor, nos dormimos hasta que el agua estuvo muy fría y nos tiramos en la cama a comer algo. Después, el paso obligado de “recordar”. Pude esquivar los reproches. Solo quiero añorar el amor que nos unió y que todavía sentimos. Mi “huída”, como ella la bautizó, ocurrió hace varios años y pese a sus parejas no pudo olvidarme. Tal vez ese escape fue el comienzo de esta carrera contra el amor en la que estoy inmersa. Sentir ese amor y no poder manejarlo provocaron esa huida. La siento como siempre, dormida sobre mi pecho. No dejo de mirarla. Esperé a que estuviera profundamente dormida y me fui intentando no dejar rastros.


Besos que son abrazos Cuando di vuelta la cara para mirarte recordé esa canción: …hay mujeres veneno, mujeres consuelo, mujeres puñal, mujeres de fuego, mujeres de hielo… mujeres fatal… Sos toda y cada una de ellas, me provocás sensaciones por demás ambivalentes. Sos mujer, he ahí la explicación. Me enternecés al despertarme con el desayuno. Cuando me llamás, decís “te amo” y cortás sin pensar que yo me quedo helada del otro lado, rodeada de caritas que me miran con ojos curiosos y algo cómplices. No quiero enamorarme, no de nuevo. Quiero que nos llenemos de besos, caricias y desaparecer el domingo hasta el próximo viernes en que tu cuerpo me espera para darme el mejor de los menúes. Quiero cuidarte del hastío y la mediocridad de mis días de semana, de mi vida sin rumbo fijo, quiero resguardarte de mí. Tenemos la duda y la fe de que esto puede ser maravilloso; disfrutemos, no me pidás convivencia, gata en común, tazas mellizas, no digás “juntas para siempre”, pensá en días repletos de sexo y olor a incienso, en nostálgicos atardeceres… vos en tu vida, yo en la mía. Pensá en vos, en mí, no en nosotras. Aprendí que es la única manera de mantener a resguardo el verdadero amor, este que sentís por mí y no me animo a sentir por vos. Mantenerme en la línea divisoria es la única forma que conozco de vivir…


Happy Spring Esta primavera no habrá flores entre nosotras. Hace tiempo que no las hay… Si los replanteos sirven de algo, es muy pronto para poner en práctica lo decidido… ¿Sabés qué voy a hacer esta primavera? Voy a devorarme los días, tomaré mucha agua mineral, transpiraré la camiseta en algún gimnasio. Voy a bicicletear por la ciudad, que a mi paso quedará regada con la mejor energía. Porque pese a lo vulgar que suene “la vida continúa”. Vos y yo (a pesar de la distacia) seguimos unidas por lo (felizmente) inexplicable. Día de la Primavera: no te mando flores; sí mis mejores pensamientos. “Hoy te extraño”. Todas/os/is pasan zarandeando las flores que alguien les regaló o que robaron de algún jardín. A mí (¿por qué voy a negarlo?) “me da cosa…”. Compré flores para mi vieja y para mi abuela y dudé cuando me preguntaron “¿algo más?”. 21 de septiembre. Hoy nacen en mí otros sentimientos, otras ganas, otra vida… Florecen otras esperanzas, otros deseos, otras inquietudes… Desecho la quietud, el desamor, la abulia. Hoy brotan definitivamente mis ganas de ser feliz.


Solo quería besarla El ambiente recibía la luz clara del atardecer. Ella se sentó en el sofá de terciopelo negro. Su cara relucía, el vestido de seda le cubría apenas el pecho y acompañaba sus movimientos. La miró fijamente y sonrió, cómplice. Entonces, María depositó su figura cerca de ella, le dio la mano y ambas pegaron sus cuerpos. María respiraba lentamente cerca de su oído, le recorría la nuca con el vapor de su boca. Comenzó con besos por el cuello hasta llegar lentamente hasta sus redondas y macizas tetas. María daba besos pequeños, como de niña traviesa, y ella disfrutaba. Sus pezones desbordaban de júbilo. Sentía sus labios que saltaban por su cuerpo como gotas de rocío. El vestido rodó hasta sus pies. María siguió besándola hasta la cintura y ella se arqueó sobre el sillón. A María le sobraba la ropa. En un instante quedó desnuda. Ella la tomaba dulcemente por la cintura, acariciaba sus muslos, rozaba con la boca su pelvis. Los labios sedientos indagaron su vulva, su lengua provocaba remolinos de placer. María cayó a sus pies. Ella entró en su boca, jugaron a la guerra con las lenguas. María tocaba la vulva mojada, los dedos entraban y salían, el clítoris se le endureció y María volvió a besarlo una y mil veces. Afuera y adentro llovía a cántaros. Ella galopaba en un torbellino de aires calientes; María la besaba y tomaba sus líquidos. Lo hacían una y otra vez. * Ella merendaba en el Tortoni con unas amigas. Hacía calor en Buenos Aires, sus maridos con los problemas de siempre. Una le preguntó: “¿qué tal la nueva ginecóloga?”. Ella dijo: “quién… ¿María?… es una profesional”. Y sonrió.

Agnes


Tedeschi Loisa, Diego – Presentador Publicado en © Tres de un par imperfecto. Escritos granizados 1º edición – Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 474 p.; 17 x 24 cm. © 2014 Bubok Publishing S.L. ISBN 978-987-33-4964-5 1. Narrativa Argentina. I. Título CDD A863 Impreso en Argentina / Printed in Argentina Impreso por Bubok Fecha de catalogación: 07/05/2014

Hecho el depósito que impone la Ley 11.723 Prohibida la reproducción total o parcial de la obra sin citar al autor. Todos los derechos reservados.


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