Un hombre y su vida

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UN HOMBRE Y SU VIDA

UN HOMBRE Y SU VIDA Prof. Alberto Enrique Viana Reyes

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UN HOMBRE Y SU VIDA

ISBN 978-9974-98-844-6

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UN HOMBRE Y SU VIDA

CAPITULO

PÁGINA

I

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II

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III

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IV

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V

67

VI

85

VII

97

VIII

105

IX

115

X

125

XI

137

XII

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XIII

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XIV

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XV

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XVI

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XVII

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XVIII

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XIX

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XX

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XXI

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UN HOMBRE Y SU VIDA

CAPÍTULO I

Sonó la sirena de la planta industrial. Andrés sabía que, a pesar que para todo el personal de planta terminaba su día de trabajo, no era así para él porque venía el personal de mantenimiento y debía hacerse cargo. En realidad es una tarea rutinaria que se realizaba dos veces al mes, pero la Dirección de la Empresa quería que siempre hubiera un responsable. Él, que era el menor de cuatro hermanos, se había criado en una ciudad del interior del Uruguay. Cuando terminó sus estudios secundarios debió trasladarse a Montevideo para ingresar en la Facultad de Ingeniería. Andrés se había recibido hacía dos años de Ingeniero Industrial, pero hacía cuatro que trabajaba en esta Empresa. Había comenzado como ayudante del Gerente de la Planta pero, cuando se recibió, le dieron el cargo de Jefe de Mantenimiento. Si bien su cargo implicaba supervisar el mantenimiento cuando la fábrica detenía su actividad, debía estar presente durante todo el día, junto a un grupo de mecánicos para cubrir cualquier eventualidad. Al terminar la tarea, ese día, inusualmente temprano ya que había ningún desperfecto, tomó su mochila del armario de su oficina, se puso la campera y salió a tomar el ómnibus que lo llevaría hasta su casa. Una vez que se subió se puso los auriculares de su MP4 para hacer más corto el viaje. Miraba hacia la calle sin ver, ya que había tratado de dejar su mente en blanco. No quería llevarse problemas del trabajo a casa. Al bajar del ómnibus, se dio cuenta que estaba lloviznando y hacía algo de frío, pero caminó sin apuro las dos cuadras que lo separaban de su departamento.

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Entró, prendió la luz, dejó su mochila y su campera y fue al baño. El apartamento tenía un living comedor, un estar, la cocina, un baño y un dormitorio cuya ventana daba a la calle. Tenía, además, un patio interior que servía para colgar ropa y al que daban las ventanas de otros departamentos. A pesar de ser pequeño, era moderno y tenía una cochera Estaba ubicado en el barrio Palermo que se ubica al sur de la ciudad, sobre la costa del Río de la Plata. En esa zona aún permaneces antiguas viviendas donde habitaban los inmigrantes de fines del siglo XIX. Junto en el barrio Sur, el barrio Palermo es el centro de la actividad de carnaval, donde desfilan, en los Desfiles de Llamadas los descendientes de parte de la colectividad afrodescendiente. Andrés encendió la cocina a gas y puso la caldera con agua para prepararse un mate. El mate es una infusión preparada con hojas de yerba mate, previamente secadas y molidas,. Una vez que preparó su mate, se puso a pensar en su vida hasta ahora. Él era un hombre de 30 años, alto de pelo castaño y ojos verdes. Su piel es blanca pero curtida por el sol de los veranos en la playa. Sus hermanos se habían ido separando de los padres. Los mayores María y Pedro se habían recibido de Agrónomos y se habían ido a vivir a Nueza Zelandia. Paola, que tenía 32 años, se recibió de abogada y trabajaba en un estudio. Según la última vez que la vio, estaba ganando muy bien, “aunque creo que no es solo con la profesión”, pensaba Andrés. Sus padres que, con gran sacrificio habían logrado que sus cuatro hijos fueran profesionales universitarios, seguían viviendo en el interior. Tenían un negocio de venta de maquinaria y suministros agrícolas y, aparentemente, con sus altibajos, con la actividad había prosperado.

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Para Andrés no fue fácil separase de sus padres para venirse a vivir a Montevideo. Estuvo, durante el tiempo que cursó su carrera, alojado en un hogar de estudiantes. El primer año fue un desastre, no desde el punto de vista académico, sino anímico. Más de una vez estuvo a punto de largar todo y volverse a vivir al interior. “Mejor me voy a ayudar a los viejos así pueden descansar”, se decía. Al sugerírselo a sus padres, estos se enojaban mucho y le decían que nunca le perdonarían que no terminara la carrera que siempre había soñado. Recordaba su primera experiencia en el amor. En ese amor que hace cosquillas en el estómago, que no deja comer ni dormir. Fue en sexto año de escuela con una compañera de banco: Sonia. Se preguntaba ¿que será de su vida? Se acordaba que el último día de clase cuando estaban formados para ir al patio para la ceremonia de fin de curso, ella le tomó la mano y él, como un tonto, pensaba ahora, se la había soltado con vergüenza que los demás se dieran cuenta. También se acordó de sus primeras experiencias sexuales con una compañera de liceo. Nunca pasó nada entre los dos, pero ellos pensaban que había “hecho el amor”. Pensaba en los primeros días en Montevideo. Su angustia. El extrañar todo. El miedo a que se rieran de él porque hablaba de con un acento que lo distinguía de los demás. La única manera que encontró de quitarse todos esos miedos fue enfrascándose en el estudio. Poco a poco fue dándose cuenta que no le era difícil salir adelante con las pruebas parciales y los exámenes. Tanto en primer como en segundo año, sacó las notas más altas. Su éxito en los estudios había trascendido entre sus compañeros y comenzaron a pedirle ayuda. Fueron las primeras ganancias que obtuvo, ya que todos le pagaban por sus clases. Pero también apareció una chica, muy bonita, con un cuerpo espectacular y, sobre todo con una ropa muy ajustada: Mariela. 11


Ella le pidió que le ayudara con Física porque ya había fallado en dos parciales y tenía que dar el examen completo. No había problema, solo que ella quería que fuera a su casa. Andrés le dijo que le iba a salir más caro, pero a ella no le importó. Resultó que Mariela era ninfómana y desde el primer día se le tiró encima, lo desnudó y lo obligó a hacer el amor. Andrés comenzó a cansarse porque era lo único que a ella le interesaba, así que comenzó a esquivarla cada vez que la veía en Facultad porque ella lo perseguía. Cuando le faltaban dos años para recibirse, apareció un aviso de ayudante de Ingeniero para una fábrica. Se presentó y obtuvo el cargo. Todo se volvió más complicado por la falta de tiempo, pero, de cualquier manera, dos años más tarde obtuvo su título de Ingeniero Industrial. Sus padres, orgullosos de su hijo más chico, le regalaron un Notebook Se había terminado el agua para el mate y pensó que tenía que hacerse algo de cenar. El tiempo no estaba como para salir a comer ni tampoco las finanzas. Abrió la heladera y vio unos panchos y pensó: “tengo pan y con esos panchos estoy arreglado”. Después de cenar, se bañó, se afeitó y se acostó. Prendió la televisión y se puso a mirar un programa que hablaba de los cambios de personalidad en el individuo y se quedó dormido. Al día siguiente se levantó, como siempre, a las 6 de la mañana. Se preparó un café y unas tostadas, se vistió y se fue a tomar el ómnibus para ir a la Planta. El día estaba amaneciendo con cielo despejado. Parecía que el tiempo iba a estar bueno. Al llegar lo había llamado el Gerente de Planta - Aguiar, esta noche se festeja el cumpleaños de la Empresa. Yo sé que a usted no le gustan muchos las fiestas pero hoy van a estar todos los Directores. Creo que se vería muy bien que usted estuviera presente. - Gracias, Ingeniero. Es cierto que no me gustan pero iré. ¿Dónde y a qué hora es? 12


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Es el Club de Golf y está propuesta para las 9 de la noche. Como hoy es viernes, mañana podemos dormir tranquilos. Allí estaré, señor.

El Gerente de Planta, Ingeniero Agustín Sánchez es un hombre de unos 60 años, delgado, canoso, con los lentes siempre sobre la punta de su nariz tal que, al hablar, mira por encima de ellos. Hacía mucho que trabaja en la Empresa y, a pesar que muchos empleados decían que era muy riguroso, Andrés nunca tuvo problemas con él. Cuando dejó la oficina de Sánchez, Andrés se puso a pensar que tenía que vestirse de traje. Por suerte hacía poco se había casado un compañero y tuvo la necesidad de comprarse uno. El día transcurrió como de costumbre. Andrés estuvo bastante atareado porque tenía que preparar el informe sobre lo que se debía reparar la próxima semana. Almorzó, como todos los días, en el comedor de la Planta. Al terminar la jornada, a las 4 de la tarde, el Gerente de Planta lo saludó - Hasta luego. Nos vemos más tarde. ¡No me falle, Ingeniero! - No señor, hasta luego – contestó Andrés. Cuando llegó a su casa fue derecho a ver cómo estaba el traje. Por suerte lo había guardado en una funda y lucía impecable. Fue al placard y vio que tenía una camisa blanca, sin uso, que le había regalado su madre. “Siempre hay que tener ropa de vestir. No vas a andar siempre como si fueras la estadio”, le había dicho. También tenía la corbata azul oscura y los zapatos, “de casamiento”, según él. A las 8:30 de la noche, tomó su gabardina, también regalo de sus padres, y salió rumbo al Club de Golf. Aunque no era lejos, decidió tomar un taxi.

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CAPITULO II

El Club de Golf está situado al sur de la ciudad de Montevideo, sobre la rambla que bordea el Río de la Plata y se encuentra en una zona residencial de alta categoría. Andrés mostró su invitación, entregó su gabardina y entró al salón donde se realizaba la reunión. Estaba todo el personal jerárquico de la Empresa, los Gerentes y otras personas que, supuso, serían invitados. De inmediato se le acercó un mozo y le ofreció un vaso de whisky que él tomó. También se le acercó otro con una bandeja llena de saladitos. Andrés tomó uno, el menos complicado, y una servilleta. Se sentía como que todos lo estaban mirando para ver si hacía alguna macana. En ese momento vio al Gerente Administrativo de la Empresa, Contador David Terra, que lo saludó con la mano. Andrés se acercó a saludarlo - ¿Cómo andás Ingeniero? – le preguntó Terra - Bien, aquí disfrutando de la reunión. - ¡Lo decís con un entusiasmo que matás! - Sabés que no me gustan mucho las fiestas de este tipo, donde no conocés a casi nadie. Estás como perdido. - Decime, ¿te compraste auto? - No todavía. Estoy esperando a juntar dinero. - No seas amarrete. Comprate un auto. Te vas a sentir diferente El Contador Terra era un hombre uno o dos años mayor que Andrés, alto, rubio de ojos castaños y que siempre andaba impecablemente vestido de traje. Andrés pensaba que había llegado a ese puesto por ser el yerno de uno de los Directores de la Empresa Hacía tiempo que Andrés venía pensando en comprarse un auto. Sabía que sería una comodidad para él y que lo 15


haría sentir más liberado, no dependiendo de los demás cuando iban a jugar fútbol o a la playa, pero tenía que resolver algunos aspectos como cuanto modificaría su presupuesto, etc. Él tenía un muy buen sueldo, pero era muy cuidadoso con respecto a los gastos. Siguieron conversando de cosas sin importancia entre ellos y luego se les unieron otros Gerentes así que la conversación se hizo bastante desprolija, hasta que avisaron que estaba lista la cena e invitaban a pasar. Andrés se sentía algo perdido. En cada lugar había 3 copas, 3 juegos de cubiertos y dos platos, uno encima de otro. “Yo voy a seguir lo que hacen los demás. Por lo menos si alguno se equivoca, no seré yo el único” El Presidente del Directorio comenzó con su discurso hablando de los años transcurridos y los desafíos que esperaban a la Empresa. Andrés escuchaba sin oír y recorría con la mirada toda la larga mesa hasta que su vista se cruzó un la de una preciosa rubia, con cara de niña, pelo que le caía con bucles sobre los hombros, de ojos azules que lo miró fijamente y se sonrió. Como la chica estaba lejos pensó que le había sonreído a otra persona, pero en el transcurso de la comida, la escena volvió a repetirse. Cuando terminó la cena, la sobremesa se prolongó, demasiado, a gusto de Andrés. Cuando vio que algunas personas se levantaban para irse, él aprovechó e hizo lo mismo. Pasó por el guardarropa por su gabardina y salió. Iba caminando buscando un taxi que lo llevara hasta su casa cuando vio que se acercaba una BMW Serie 3 plateada y paraba a su lado. Pensó: “debe ser alguien que necesita algún dato”, pero de dentro del auto escuchó - Andrés, ¿para dónde vas?

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Él se agachó y miró para dentro del coche. Quien conducía era la chica rubia que lo había estado mirando. - Claro, ahora que eres Ingeniero, ni me reconocés. Era Florencia Bauer, hija del Presidente de la Empresa. Javier la había conocido cuando recién había entrado a trabajar porque el Gerente de Planta le había pedido que hiciera un plan de desarrollo de la industria que ella tenía que presentar para la tesis en su carrera. Habían pasado ya cuatro años y aquella chica de 19 años, se había convertido en una preciosa mujer. - Perdoname, Florencia. La verdad no te había conocido. - ¿Para dónde vas? - Para casa - ¿Tan temprano? Dale, subí y vamos a tomar una café que te quiero contar algo. No me digas que no. Mañana no madrugás, dijo la chica abriendo la puerta del auto. Andrés subió, se puso el cinturón de seguridad y la miró. - ¿Qué tengo? - Nada que no parecés la Florencia que yo conocía. - ¿Es un piropo o una crítica? Andrés se rió y pensó “estoy loco, ¿me estoy tirando un lance con la hija del patrón? - Bueno, ¿tenés alguna preferencia? – dijo Florencia - No, tú manejás - OK Arrancó el auto fueron hasta un Pub. Bajaron y se sentaron en una mesa. Andrés sintió que los hombres que había en aquel local lo miraban con envidia ya que Florencia lucía espléndida. - Ahora contame qué ha sido de tu vida – dijo ella - Nada especial. Después de terminar la carrera, de casa al trabajo y viceversa. A veces, los fines de semana, voy con unos amigos a jugar fútbol y, cuando hace calor, a la playa. En las vacaciones voy a visitar a los viejos que, como tú sabés, viven afuera. - ¿Tenés novia? - No, pero ¿qué es esto?, ¿un interrogatorio?

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Ay, no seas malo, solo quería saber como te ha ido estos años. Pero ahora contame de ti. Poco para contar. Me recibí de Economista y, a veces, ayudo a papá en la Empresa, pero la verdad es que quiero disfrutar antes de ponerme a trabajar en serio. Estuve viajando por Europa después de recibirme y no mucho más.

Andrés no se sorprendió con lo que le contó ya que él sabía de la posición económica de Florencia y, además, ella lo contó con toda naturalidad. - ¿Y tenés novio? – preguntó Andrés - No. ¿Me vas a hacer alguna propuesta?, dijo riendo -

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Él, ruborizándose, le contestó Boba, solo preguntaba. Si, si. Te pusiste colorado – rió ella Bueno, está. Solo era una pregunta. ¿Y qué querías contarme con tanto apuro? Ay, no sabés, un problema por el que está pasando una amiga. Es una historia complicada y larga y, lo peor es que no se me ocurre como ayudarla. Florencia, no te enojes pero es tarde, y tú con ese auto, es un peligro ¿Qué te parece si mañana, a eso de las 11 de la mañana, nos encontramos en la Plaza Virgilio a tomar unos mates y me contás todo? Capaz que, después, hasta te invito a comer algo. Ah, pero no vayas con ese auto. Tomate un ómnibus.

Florencia lo miró con los ojos bien abiertos. Para ella era algo desconocido ira a una plaza a tomar mate y, más desconocido aún, tomar un ómnibus. No protestó porque sabía que Andrés se lo había dicho como un buen amigo. - Está bien. Si tú lo decís, nos vemos mañana. Ahora te llevo hasta tu casa. - No y no te enojes. Me pone muy nervioso que andes por la calle a esta hora con ese auto. - Pero… 18


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Sin decir nada, señorita. Se me va para casa y mañana nos vemos

Salieron a la calle, se saludaron y Andrés se quedó mirando como se iba ella en su BMW. Mientras caminaba hacia su casa pensó: “Qué raro que venga a mi. ¿Será que soy un atractivo para todas las locas?” se rió y siguió caminando. Al día siguiente estaba fresco pero había sol espléndido. Andrés preparó el mate y salió de su casa para encontrarse con Florencia en la Plaza Virgilio. La Plaza de la Armada o Plaza Virgilio, se sitúa en una amplia punta llamada Punta Gorda. La rodea una zona residencial situada al este de la ciudad y a pocos kilómetros del centro. La plaza tiene frondoso árboles, caminos y pendientes, algunas suaves otras con forma de barrancos. Andrés tenía dudas sobre que Florencia se animara a ir, pero, de cualquier manera, cuando llegó a la Plaza, se sentó en un lugar donde pudiera verla si llegaba. Se puso a pensar que había sido muy poco caballero al decirle que viniera a encontrarse con él, más sabiendo que era una chica de alta sociedad, la hija del dueño de la Empresa, nada menos. Al poco rato, la vio llegar con jeans, sweater y calzado deportivo. Lucía más bonita que la noche anterior - Hola, ¿pudiste llegar sin problemas? - Si, hice trampa. Me trajo mamá. No tenía ni idea qué ómnibus tomar para venir y, además debe hacer como 15 años que no tomo uno. - Bueno, perdoname. Anoche dije de vernos aquí porque es un lugar precioso, pero me hubieras llamado y nos veíamos en otro lado. - ¿Y dónde querés que te llame si no se tu celular? Parece que se lo das solo a las personas que te interesan – rió Florencia. - No seas boba. Anotá - Te traje un regalo, dijo ella sacando una bolsa de biscochos. Mami me dijo que es rico tomar mate con bizcochos. 19


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¡Qué buena idea! Estaba con hambre. Tomás un mate. No te rías, pero nunca probé un mate. ¿Por qué habría de reírme? Mirá, chupás de la bombilla, pero hacelo despacio porque si no podés quemarte. El gusto es amargo. Probá.

Florencia probó y ahí si Andrés no pudo aguantar una carcajada al ver la cara de ella. - ¿Cómo puede la gente tomar esto? Es amargo y está caliente. Y no te rías, malo, si nunca había tomado. - Está bien y perdoname. Comete un bizcocho y empezá a contarme la historia que tenés. - Mirá, es tan complicado que no se por donde empezar. Si lo quisiera decir en pocas palabras, quiero rescatar a mi amiga que, según me parece, está metida en una secta o con gene que practica filosofías raras, por lo menos para mí. Poniendo una cara de duda e incredulidad, dijo Andrés - Pero, ¿existen sectas aquí en Uruguay? - No estoy segura, pero todo da la impresión de que si existen. - Ay, ay, ay, ¿no me querrás meter en líos? - No, Andrés, por lo que te conozco. Eres la única persona en quien confiaría esto. - ¿Y te has imaginado, por lo menos, qué podría hacer yo? - No, justamente, no se me ocurre nada. Andrés la miró perplejo y pensó: “¿por qué tengo que agarrarme a todas las locas? ¿Qué imán tengo con ellas?” - Hooooolaaaaaaaa, sigo aquí – dijo Florencia - Si, es imposible no verte – bromeó Andrés – sucede que estaba pensando que deberíamos saber mucho más acerca de tu amiga y de donde puede estar. - Mirá, yo le prometí a sus padres que los iba a ayudar. Como te darás cuenta, están desesperados. - Si, entiendo, pero… 20


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No, no pienses ahora. El lunes te llamo y vamos a ver a los padres de mi amiga, ¿Te parece? Florencia, ¡todavía no nos casamos para que dispongas lo que debo hacer! – dijo Andrés riéndose. Perdoname – le contestó Florencia, ruborizándose.

Cuando la vio ruborizarse, Andrés pensó: “¿estará enamorada de mí?”, pero enseguida desechó la idea. Era la hija del dueño de la Empresa y él un simple empleado que recién comenzaba a abrirse paso. - Bueno, Florencia, dejame pensarlo. El lunes me llamás a eso de las 7 de la tarde y vemos qué hacer. Ahora. ¿vamos a comer algo? - No te ofendas, pero quedé llena con los bizcochos. - Te acompaño hasta el ómnibus, entonces. - ¿Estás loco? Llamo a mami y me viene a buscar. - Te acompaño hasta que vea el auto. Después desaparezco. Sabés que soy chúcaro. - ¡Qué bobo! Te llamo el lunes. - Chau - Chau Andrés había comido solo dos bizcochos y era la una de la tarde. Entonces caminó hasta una chivitería cercana y se pidió un chivito canadiense y un refresco. . Cuando se iba a tomar un ómnibus para volver a su casa, sonó su celular. Era su hermana - Paola, ¿qué hacés? Hace tiempo que no sé nada de ti - ¿Donde andás? - En Punta Gorda. Me vine a tomar mate y recién me comí un chivito que estaba bárbaro. - Maldito, sabés que me encantan, pero no puedo porque engorda. Quedate ahí que te paso a buscar porque tengo que hablar contigo. - ¿Tú? ¿Pasó algo con papá o mamá? - No, ellos no tienen nada que ver. Esperame. “¿Qué querrá esta loca? Seguro que anda metida en algún lío. Pero es abogada, ¡que se saque ella del lío!”, pensó. 21


Pasado un rato, Andrés vio el VW Vento rojo de su hermana. Andrés se subió al auto y, después de ponerse el cinturón - ¿Para dónde vamos? - Para tu casa, ¿podemos? - Si, no hay problema. Paola es una mujer delgada, espigada, de perlo lacio y castaño, cortado carré y con un cerquillo sobre la frente, ojos color café. Estaba vestida con jeans, una remera blanca muy ajustada y calzado deportivo. Andrés siempre pensó que su hermana es muy bonita, pero nunca confió en su sano juicio. Al llegar a la casa, Andrés, abrió - No te fijes en el desorden. No tengo quien me haga las cosas - No me voy a fijar. ¡Ni pienses que yo me voy a poner a ordenar! – dijo riéndose - Si lo hiciera me desmayaría, ¡nunca hiciste nada! - Bueno, dejate de pelear. - Está bien. Contame que querías de mí. Me llamó la atención que te acordaras que tenés un hermano menor. - Mirá. Estoy remetida con Francisco. - ¿Qué Francisco? ¡¿No me digas que…?! - Si el Director del Estudio. - ¿Y él te da bola? - También está metido conmigo - ¿Pero él no es casado? - Si, se quiere divorciar y la mujer no quiere. Lo que sucede es que si él pide el divorcio le sale carísimo. - Mirá Paola, cada día estás más loca. Habiendo tantos hombres por ahí, te vas a meter justamente con él. - Bueno, ¿qué querés?, uno no elige enamorarse. - Está bien. ¿Y yo dónde encajo en esta historia? - Aquí viene lo más bravo y no podés decir que no. Andrés puso cara de pocos amigos. Sabía que su hermana podía salirle con una barbaridad tal como matar a la mujer. - No puedo decir que no, según lo que me propongas. No voy a matar a nadie. 22


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No, bobo. Lo que quiero es que le lleves la carga a la mujer, así ella se embala contigo, la pescamos y sale el divorcio por adulterio. ¡¿Estás loca?! ¿Viste mi facha? ¿Cómo voy a seducir a una mujer de la alta sociedad? ¡Ni auto tengo! Dejate de joder. Solo a vos se te puede ocurrir esto. Bueno, ¿terminaste de gritar? Si, pero no voy a hacer nada. Dejame que te explique. ¿No tenés plata para comprarte un auto? Si, tengo. Pero un autito y, si es usado, mejor porque es más barato. No voy a tener en cuenta tus comentarios. Te sigo explicando. La idea que tenemos Francisco y yo es que te mudes a un departamento en Pocitos. Te compramos un buen auto, ropa adecuada y luego te damos los piques de donde la podés encontrar a la mujer. Ah, si. Bárbaro, todos van a decir que robé en la fábrica o que me saqué un premio, yo que nunca juego. Ya lo tenemos pensado. Como siempre fuiste muy ordenado y ganás bien en la fábrica, decidiste cambiar de vida. Paola, si no fueras mi hermana, llamaría a un loquero para que te llevaran.

Paola se puso a mirarlo. Andrés podía ser un hombre atractivo. Evidentemente, para ella, era una idea genial. - ¿A ver si te convenzo de una buena vez? Mirá, aquí tengo unas fotos de ella. Paola le extendió un sobre con una cantidad de fotos de una mujer de unos cuarenta y pico de años, cabello negro, ojos verdes, una espléndida figura y de piel bronceada. Había fotos de ella en bikini junto a una piscina y otras en las que estaba vestida fiesta con escotes profundos que resaltaban su belleza. - Es linda. ¿Qué tiene de malo para que el imbécil de tu jefe se quiera divorciar? - Se enamoró de mí. - Hay gente con gustos extraviados – dijo Andrés riéndose. 23


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Bobo. ¿Aceptás? Por ser tú. Pero no quiero que me metas en líos. Si la cosa no sale, no sale y, además, ¿qué pasa con el apartamento, el auto y todas las demás cosas, después? Nada, te quedás con todo. Todo tiene que estar a tu nombre porque si no se descubriría la maniobra. Está bien. Gracias hermanito. Sabía que no me fallarías – dijo Paola abrazándolo. Si, pero no lo puede saber nadie. Justo eso te iba a decir. ¿Tenés novia? No muchas, porque a las feas las pateo – rió Andrés Te hablo en serio No, no tengo

En ese momento pensó en Florencia. ¿Cómo le explicaría el cambio? Mejor no cambiar nada. - Paola, se me acaba de ocurrir algo. - ¡No te me eches atrás! - No, no es eso. Lo mejor sería que, para todo el mundo yo siga haciendo la vida de antes y para la señora que no se su nombre, sea el “nene” bien que anda por ahí. - Está bien. Ella se llama María Mercedes Dante. Le dicen “Mechi” a la podrida. - Ya sacó las uñas la gata. - ¿Qué querés? Si ella es una loquita que solo le gusta figurar en las fiestas y no lo deja en paz a mi Francisco. - Ah, como estamos. ¡“Tú” Francisco! - Andrés el lunes de tarde te llamo para comenzar el cambio - Llamame al celular porque el lunes, justamente, tengo que hacer. - Está bien. Un beso y me voy. - Chau. “Estoy convencido: tengo un imán para las locas y para los quilombos. Yo que vivo tranquilo y sin problemas”, pensó Andrés golpeándose la cabeza con la mano.

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Ya se había hecho tarde y no tenía nada para prepararse la cena, así que decidió salir a cenar a una parrillada que quedaba cerca. Pidió un asado de tira, una ensalada mixta de lechuga y tomate y una cerveza. Cuando Andrés terminó de comer se fue a caminar. Hacía un poco de frío, pero de cualquier manera necesitaba despejarse un poco y tratar de poner sus pensamientos en claro. Ese día habían sucedido muchas cosas. Cosas a las que no estaba acostumbrado: el problema de la amiga de Florencia, la “locura” que le había propuesto su hermana.

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CAPITULO III

Al día siguiente, domingo, se levantó tarde. Se puso a arreglar su departamento. Como el día estaba soleado, puso a lavar ropa en la lavadora. Cuando hubo terminado, tomó su Notebook y les escribió una mail a sus padres. Sabía que ellos apreciaban más que los llamara, pero tenía miedo que, si hablaba, se le escapara algo de los líos en que se había metido. Su madre, sobre todo, lo conocía muy bien y tenía una rara habilidad de hacerle hablar de lo que él no quería. Cuando terminó, se preparó el mate y se fue hasta el supermercado a hacer las compras para la semana. En ese momento se puso a pensar: “Cuando haga lo que me pidió Paola, ¿podré tomar mate? ¿Y quién me va a hacer los mandados? Voy a tener que andarme escondiendo. Montevideo es una ciudad chica y tengo que cuidar que no me vean. ¡Qué lío!” Volvió del supermercado, ordenó lo que había comprado, se preparó un refuerzo de salame y queso y salió a colgar la ropa en el patio interior. Cuando ya había terminado siente una voz femenina y juvenil - Yo quiero un marido así. ¡Qué ordenado que eres! - Hola Margarita. ¿Qué hacés? - Nada, admirándote. Margarita era vecina de Andrés desde que él se fue a vivir ahí hacía 3 años. Era una chica de 18 años, de pelo castaño oscuro y muy corto, de cuerpo algo gordito pero con una figura espléndida. Además usaba la ropa siempre uno o dos talles más chicos, según pensaba Andrés. . - ¿Y el estudio?, preguntó Andrés - Más o menos. Me parece que voy a tener que dar exámenes. - Pero, ¿por qué no te ponés las pilas? - Porque no tengo a nadie que me ayude. 27


Andrés se dio cuenta de la indirecta, pero hizo como si no la escuchara. “No más líos”, pensó. - Deben haber algunas compañeras que quieran ayudarte. - Las mujeres no saben explicar y, además, solo hablan de otras cosas. - Bueno, elige algún varón que sea estudioso. - Andá, Andrés. ¿dónde vivís? Lo único que quieren es tocarte. Bueno, me voy que me parece que llegó la vieja y si me pesca hablando me mata. Chau. “Con esa ropa ¿cómo querés que no te toquen?”, pensó Andrés. Más tarde, sonó su celular. Era Florencia. - ¡Sorpresa!, soy yo - Florencia, ¿qué pasó? - ¿Qué tenes que hacer esta noche? - Dormir – bromeó él. - Ay, no seas malo ¿Te gusta la música brasilera?, porque te quiero invitar a un Pub en el que toca un grupo brasilero. - Bueno, te salió todo como una ametralladora. Decime dónde es y capaz que voy. - No, no. Ya está arreglado. A la 10 de la noche te paso a buscar. Dame la dirección de tu casa. Andrés, como si fuera un niño bien educado se la dio. - Chau, nos vemos esta noche – dijo ella y cortó. “Cuidado, Andrés. Es muy fácil enamorarse de mujeres así y después salís lastimado”, pensó A las 10 en punto tocaron el timbre. En la puerta estaba Florencia con ese halo de luz que él percibía en ella. Había venido en su BMW. - Hola – dijo ella – Vamos que se nos hace tarde - Otra vez andás con este auto de noche sola - No rezongues que te hace más viejo. Al rato estaban instalados en el Pub. Pasaron una noche muy divertida. Andrés se rió mucho con las ocurrencias de Florencia al criticar algunas personas. A veces, Andrés tenía que hacerla callar, para que la gente no la oyera.

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Cuando ya eran la 1:30 de la madrugada, salieron del Pub y Andrés dijo. - No te podés ir sola a esta hora. - No te preocupes, te llevo hasta tu casa y voy a casa. - No, no, yo me voy en taxi. Tú andate para tu casa. Por favor, cuando llegues llamame. Voy esperar tu llamado. - Está bien, señor – dijo riéndose Andrés esperó que ella se pusiera en marcha y luego se tomó un taxi. Cuando iba llegando a su casa, sonó el celular. Era Florencia - Aquí estoy sana y salva. - Qué suerte - No te olvides que, de tarde, te llamo. Un beso - Chau El lunes, como todos los días, a las 7 de la mañana estaba en la Planta. Se fijó si en el parte del fin de semana había novedades. Como las había, decidió dar un paseo mirando las máquinas como trabajaban. Veía como todo el personal de la Planta conocía su cometido. -

En ese momento, se acercó el Ingeniero Sánchez. ¿Cómo anda Aguiar? Buen día señor, bien. Estaba mirando que el área de empaque podría mejorarse. ¿Si? ¿Cómo piensa? ¿Se necesitaría mucha inversión? No, Ingeniero. Sería solo cambiar la frecuencia de empaque. Explíqueme, por favor, cual es su idea.

Andrés le explicó lo que él había pensado, haciendo un esquema con un bolígrafo sobre su mano. - Es cierto – dijo el Gerente de Planta – Páseme un informe y lo elevamos a la Dirección. Estoy seguro que lo aprobarán. - Si señor. Esta misma tarde lo tiene en su despacho. 29


Andrés se daba cuenta que estaba dándole más importancia a su trabajo para sacarse, de su cabeza, los líos en que había quedado metido en el fin de semana. Después de terminar el informe que le había pedido el Ingeniero Sánchez, se fue a almorzar en la cantina de la Planta. En la tarde, estuvo planificando el mantenimiento que habría que hacer durante el tiempo que duraría su licencia, el próximo mes. Cuando estaba trabajando en eso entró uno de los capataces - Ingeniero. Se rompió la cinta transportadora de una de las empacadoras. Habría que cambiarla, pero para eso hay que parar la producción. Andrés se fue junto con el capataz. Ordenó parar la producción y le dijo a los mecánicos de mantenimiento que tenían media hora para cambiar la cinta. Efectivamente, a los veinte minutos, estaba en marcha otra vez la línea de producción. Cuando el Ingeniero Sánchez se enteró, vino hasta la oficina de Andrés - Ingeniero Aguiar, por lo que sucedió hoy, es que lo quiero a usted siempre a mi lado. Lo felicito. - Gracias, señor, pero debe felicitar a los mecánicos de Mantenimiento. Ellos hicieron la tarea. ¿No cree que habría que darles un incentivo? - Si, ya lo creo. Voy a llamar a Terra para que prepare los cheques. Me va a decir que no tiene plata, pero lo presiono y hoy, esa gente se va con un dinero extra. Gracias otra vez Ingeniero. A las 4 de la tarde, sonó la sirena. Todo quedó en silencio. Andrés vio que un grupo de seis mecánicos estaban en la puerta de su oficina. - Ingeniero – dijo uno de ellos – ¿podemos hablar con usted? - Si, lógico – “otro quilombo no, por favor” pensó Andrés - Queríamos agradecerle por lo que consiguió para nosotros. ¿Sabe que bien viene ese dinero extra? 30


UN HOMBRE Y SU VIDA

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No tienen nada que agradecerme, reconocimiento a un trabajo bien hecho.

es

solo

el

Cada uno de los seis mecánicos pasó, le dio la mano a Andrés y se retiraron. Él quedó muy emocionado. Nunca pensó que gente tan sencilla, fuera tan profunda como para ver cuando algo había que reconocer. Luego de cumplir con la rutina de todos los días, llegó a su casa. Se preparó el mate y, en ese momento, sonó su celular. - Hola, Florencia - Andrés, estuve que reventaba por llamarte todo el día, pero me contuve. - ¿Pasó algo especial o solo porque querías oír mi voz? – bromeó Andrés Ella dejó pasar la indirecta - Ayer estuve con los padres de mi amiga y les dije que tú eras la solución y están apurados por conocerte. - Estás cada día más loca. ¿Qué solución? No he podido ni pensar qué hacer. - No importa. Lo que si importa es que ellos te tengan confianza, así te contarán con detalles todo el problema. Ahora te voy a buscar y vamos a verlos. - ¿Y si yo no pudiera? - Irías lo mismo por acompañarme a mí. - ¡Qué vanidosa insoportable! - En veinte minutos estoy allí – dijo Florencia y cortó la comunicación. “¿Qué les digo a estas personas? ¿Cómo puedo yo entrar a ilusionarlas? Vamos a ver que me cuentan ellos”, pensó Andrés. -

Al rato tocaron timbre en la casa de Andrés. Era Florencia. Hola, Andrés, ¿estás pronto? Creo que si, dejame agarrar las llaves.

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Subieron al auto de Florencia y Andrés preguntó ¿Por donde vive esta gente?

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En Carrasco, cerca de casa, es de allí donde los conozco. Además, con Andreina fuimos compañeras de clase.

Carrasco es un barrio al sudeste de la ciudad de Montevideo, sobre la costa del Río de la Plata. Es uno de las zonas residenciales preferida por gran parte de la clase alta. -

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Mientras iban en el auto sonó el celular de Andrés Hola, Paola. ¿Estás en tu casa? No, voy camino a una reunión de trabajo Te necesito mañana a las 2 de la tarde para firmar unos papeles Pero a esa hora estoy en la Planta. Andrés, arreglalo, vos podés. Bueno, ¿y qué hago? Esperame que a 1:30 te paso a buscar OK Florencia, que escuchaba, le preguntó ¿Problemas? No, mi hermana que quiere que firme unos papeles para que le pueda llegar un dinero que le mandan mis hermanos a mis padres – mintió Andrés.

Se quedó callado pensando: “si Florencia se entera en qué estoy metido, me interna en un siquiátrico” Llegaron frente a una casa enorme, rodeada por un muro de piedra muy alto. Florencia paró el auto de frente a un portón e hizo sonar la bocina. Pasados unos segundos se abrió el portón y entró el auto. A los costados del auto se pusieron dos doberman. - Yo no me bajo, dijo Andrés, sabés que le tengo terror a esos bichos. - No te preocupes. Me conocen. Florencia bajó y los llamó - King y Queen vengan conmigo.

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UN HOMBRE Y SU VIDA

Los dos perros, obedientes se fueron con ella y en esos momentos aparecieron los dueños de casa. Es una pareja de unos 50 años. Él, un hombre alto, delgado aunque con un abdomen que estaba creciendo, pelo canoso, de lentes. Ella, una mujer rubia de ojos claros, que debió haber sido muy bonita, pensó Andrés. Ambos estaban de jeans y remera. Enseguida se adelantaron a saludar. - Andrés Aguiar, te presento al doctor Guillermo Paz y su señora Carolina – dijo Florencia. - Mucho gusto – apenas le salió a Andrés - Estamos encantados de conocerlo Ingeniero. Flo nos ha hablado mucho de usted. - Ay, Caro y Guille, no lo traten de usted que se va a creer importante – dijo Florencia, riendo. Mientras iban entrando a la casa, Andrés no hacía más que admirar el lujo con que estaba alhajada. - Bueno – dijo Florencia – tienen que contarle a Andrés todo lo que saben. ¿Han tenido noticias de Andreina? - Solo por algunos mails que ha enviado, donde en realidad, lo único que nos dice es que está bien y que no nos preocupemos. - ¿Y no dice dónde está? – intervino Andrés. - No, no tenemos idea. - Yo me callo y ustedes le cuentan a Andrés toda la historia hasta ahora. Entre los dos, el matrimonio, le contó que su hija había hecho un viaje a Machu Pichu hacía un año. Ellos le habían ofrecido pagarle para que hiciera el viaje en avión hasta Lima y luego en una excursión hasta Machu Pichu, pero ella no quiso. Quería hacer el viaje por tierra. Fue, entonces que les habló por teléfono diciendo que había conocido a alguien, que no saben si es un hombre o una mujer, que, según ella, tenía el poder de la “bilocación”. Bilocación es un término utilizado para describir el fenómeno en el cual una persona u objeto puede estar ubicado en dos lugares simultáneamente. Bilocación, es un término utilizado 33


para describir el fenómeno en el cual una persona u objeto está ubicado en dos lugares simultáneamente. Los padres de Andreina siguieron explicando que, después de esa comunicación, por seis meses no tuvieron más noticias. Se movieron con la policía, con gente de su conocimiento, tanto en Perú como en Uruguay, pero no lograron nada, hasta que un día, hacía tres semanas, les envió el mail que le comentaron. Andrés quedó pensativo. Aquello era muy raro. “¿Qué podría haber sucedido en el viaje a Machu Pichu? ¿De dónde se podría estar comunicando?” - ¿En qué pensás, Andrés? – preguntó Florencia - Me vienen a la cabeza muchas interrogantes. ¿Qué puede haber pasado en el viaje? ¿Quién será la persona?, una pregunta, doctor, ¿tienen el último mail? - Si, mamá, trae la Notebook. No me llames doctor, Guillermo, nomás. - Aquí está y ahí está el mail – dijo la señora. El mail decía: “Estoy bien. Estoy aprendiendo una nueva filosofía de vida. No se preocupen por mí. Nina” -

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-

Andrés estuvo mirando las propiedades del mail Seguramente está enviado desde un “Cyber Café” para que no lo identifiquen. Evidentemente ella, o quienes están con ella no quieren que ustedes se acerquen. Lo extraño – dijo el médico – que no han solicitado dinero ni nada. Bueno, pueden suceder dos cosas. Que solo sea una congregación que lo que necesita son adeptos o que el pedido de dinero venga más tarde, cuando se aseguren que Andreina está, realmente con ellos. Lo que les pido es que cualquier novedad que tengan, se la hagan saber a Florencia que ella se comunica conmigo. De cualquier manera, no abandonen todas las investigaciones que puedan hacer. ¿Y qué vamos a hacer? ¿Nos vamos a quedar con los brazos cruzados? – dijo Florencia. 34


UN HOMBRE Y SU VIDA

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Flo, seguramente Andrés debe tener ideas, pero hay que llevarlas adelante. Si, realmente, se me han ocurrido algunas pero quiero pensarla bien. Ay, muchísimas gracias, Andrés. Cada persona que se nos une es una esperanza más de encontrar a Andreina.

Cuando ya iban en viaje, en el auto, hacia la casa de Andrés, Florencia le dijo - Decime alguna de las ideas que tenés - Una, por ejemplo, hay que hacer el viaje a Machu Pichu por tierra. Pero eso va a tener que esperar hasta mi licencia. - ¿Y creés que se puede averiguar algo así? Estás loco. - Es una en un millón, pero hay probar. - Está bien, llegamos. Te llamo mañana. Un beso - Chau Andrés entró en su casa y al rato sonó el timbre de la puerta. Pensó: “¿Se habrá olvidado de algo, Florencia o le pasó algo?” Abrió y apareció Margarita que entró casi empujando a Andrés. - Ay Andrés, tenés que ayudarme – dijo, abrazándolo - Margarita, ¡¿qué hacés?! Ella estaba vestida con una remera blanca casi traslúcida, sin nada abajo que hacía que se notaran sus senos, un mini short de jeans y sandalias. - A ver. Primero, soltame. Después, ¿qué te pasa? Ella se soltó y quedó mirándolo con cara de nenita afligida. - Anoche salí con unos amigos sin que mis padres supieran y lo peor fue que se enteraron, entonces dije que había estado contigo estudiando. - Pará, te pasaste. Vamos para tu casa y hablo con tus padres. - No podés porque ellos no están, así que estoy solita contigo. - Haceme el favor, andate para tu casa. No me molestes más. Eres una caprichosa y no inventes mentiras conmigo – dijo Andrés abriendo la puerta y haciéndole señas para que saliera. - ¿No te gustan las mujeres? ¿Eres gay? 35


- Andate – respondió, cerrando la puerta con un golpe. “No tengo remedio. Todos los líos me llegan a mí”, pensó Lo que le habían contado los padres de Andreina le estaba dando vueltas en la cabeza. “¿Para qué me meto en estos problemas? Con mi trabajo y mi vida antes de esto, vivía tan tranquilo”, pensó. Se fue a afeitar y bañar y luego se acostó.

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UN HOMBRE Y SU VIDA

CAPITULO IV

Al día siguiente, a primera hora, Andrés habló con el Gerente de la Planta para explicarle que tendría que tomarse la tarde para hacer unos trámites. - No se haga problema, Ingeniero – dijo el Gerente – después de lo que consiguió ayer, tiene merecido una salida. - Gracias, Señor A la 1:30 PM, estaba Paola en su VW Vento. Salieron de la Planta y se fueron hacia Pocitos. Allí en un edificio de departamentos nuevos, los esperaba el doctor Francisco Díaz Aguirre, jefe y amante de Paola. - Hola, Andrés – dijo el abogado – solo te conocía de nombre. - Hola – contestó. El abogado era un hombre de unos 45 años, alto, de pelo entrecano, muy cuidado, de ojos castaños y piel bronceada. Estaba vestido con un traje gris oscuro y una camisa blanca impecables, con una corbata azul claro que hacía juego con el pañuelo que llevaba en el bolsillo. - Mirá, Andrés este será tu departamento – dijo Paola que estaba de la mano del abogado – Nos ocupamos de todo. De tu ropa, tu calzado, bah, todo. A partir de ahora esta será tu casa. - Está bien – dijo Andrés – pero sabés que voy a seguir viviendo donde estoy ahora. - Si, ya se lo dije a Francisco y estuvo de acuerdo. Pero es necesario que administres bien tus tiempos. Nadie puede sospechar. - En el garaje está tu auto – dijo el abogado – es un Mini Cooper color crema con techo negro. Aquí tenés las llaves del auto y del departamento. Tenés que firmarme los papeles. Todo está a tu nombre, pero, por favor, nunca muestres nada que te identifique. 37


Andrés estaba perplejo, con unas ganas enormes de echarse atrás, pero sabía que no podía hacerle eso a su hermana. - ¿Y qué va a pasar si no funciona? - Mirá – dijo Francisco – sabemos que estás sacrificando parte de tu vida, así que esto quedará como parte del pago de un trabajo. - Una cosa más – dijo Paola – Como tú sabés jugar al tenis, te hicimos socio del Club de Tenis, porque ese puede ser uno de los puntos de encuentro, pero ahí figurás como Andrés Fleitas. Aquí está tu carnet. En el placard del otro dormitorio están las raquetas Wilson y los tubos de pelotas Dunlop. - Nosotros – dijo el abogado – sabemos muy bien que tenés un buen trabajo que no podés desatender, así que esto no se trata de una tarea full time, eres tú el que vas a tener que administrar los tiempos. Ah, acá tenés tu tarjeta de crédito. No la muestres a nadie porque está a tu nombre y no te preocupes por el pago ya que los estados de cuenta vienen a mí. -

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Le entregó una tarjeta dorada. ¿Sabés qué? – intervino Paola – es como si tuvieras otra vida. No se va a prolongar por mucho tiempo, así que salís ganando por todos lados. Está bien – dijo Andrés, con voz muy baja. Vení, vamos a ver el auto y después cada uno de nosotros se va por su cuenta. Aquí en el edificio lo único que saben es que viene un nuevo propietario y que hoy vinimos, como abogados, a concretar el negocio.

Bajaron al garaje y ahí estaba el Mini Cooper todo equipado. Era como si fuera un sueño para Andrés. Paola y Francisco se fueron y, entonces, Andrés subió otra vez al departamento. Era un edificio en el barrio Pocitos, en un sexto piso, sobre la rambla. Tenía dos dormitorios en suite, una cocina amplia, un living cuyas ventanas dan a la rambla, un departamento de servicio además de una pequeña terraza interior. Andrés pensó: “en el living creo que cabe mi departamento”. La verdad es que se sentía 38


UN HOMBRE Y SU VIDA

raro, como que aquello no era para él, pero ahora ya estaba embarcado. Pocitos es un barrio de la ciudad de Montevideo. Está ubicado sobre la costa del Río de la Plata, y se caracteriza por edificios de 10 a 15 plantas, con apartamentos lujosos. Cuando salió del edificio dio gracias a Dios que no lo vio nadie con la mochila al hombro, si no iban pensar que se trataba de un ladrón. Tenía que pensar muy bien como iba a hacer para cambiar de vida durante el día y los fines de semana. Además estaba Florencia que no le perdía pisada. Al principio pensó en contarle todo, pero después desistió. Pensó: “en Carrasco se conocen todos. No vaya a ser que Florencia conozca a la tal Mechi”. Al tomar el ómnibus para ir a su casa “verdadera” como pensaba él, sonó su celular. - Hola Andrés, ¿en qué andás? - Florencia, voy en ómnibus para mi casa. - ¿Tenés algo que hacer después? - No, la verdad que no. Tuvo ganas de decirle que quería detenerse a pensar en su vida. En qué iba a ser de ella de ahora en adelante, pero Florencia, con su manera de ser tan espontánea, podía ser un buen bálsamo para el lío que tenía en la cabeza. - Bueno, en media hora te paso a buscar y vamos a comer algo. Yo invito. - Está bien, pero tú no invitás nada, yo pago. - Está bien, machista. Esperame. Andrés entró en su casa y le pareció que llegaba del más allá. No se le ocurría como iba a hacer los cambios. El auto no lo podía traer aquí pero con la ropa que iba a trabajar no podía llegar al departamento en Pocitos. Iba a tener que empezar a moverse en taxi. Se terminaron los tiempos de volver en el ómnibus escuchando el MP4. Un rato más tarde, llegó Florencia. Él la esperaba en la puerta. De reojo vio que Margarita los espiaba por la ventana. - Hola Andrés, ¡qué cara de cansado! 39


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Y, a veces, trabajo, aunque tú no lo creas – sonrió Ya se. Vamos a un lugar lindo y tranquilo así conversamos. ¿Sobre qué querés conversar? Sobre Andreina. Ah, creí que se trataba de algo entre nosotros – bromeó Bobo, no sigas con eso que cualquier día te propongo casamiento y te morís – dijo ella riéndose a carcajadas.

Llegaron a un restaurante sobre la rambla. Se sentaron y Andrés pidió un whisky doble. Florencia abrió unos ojos enormes de asombro y pidió un coctel de frutas sin alcohol. - No sabía que te dedicabas beber – dijo ella. - Solo a veces. Se pusieron a comentar lo que habían hablado con el matrimonio Paz. Conversaron sobre las posibilidades de encontrar alguna pista que pudiera dar donde y con quien se encontraba Andreina. - Mirá – dijo Andrés – creo que la única esperanza, como ya te dije, es hacer el viaje que ella hizo a Machu Pichu. Es en esos viajes donde deben estar estos tipos que convencen a la gente. - Bueno, si lo decís así es porque ya lo tenés pensado. Pero si viajás, yo voy contigo. - ¿Estás loca? ¿Qué le vas a decir a tus padres? Además viajando sola con un hombre que apenas conocés. De ninguna manera. - ¿Ah, no? Voy sola. - Mujer sos imposible de cabeza dura. Es arriesgado y yo solo me las puedo arreglar. - Ya te dije. Voy contigo y no se discute. - Bueno, vamos a ver qué sucede. - Vamos a ver, nada. No está en discusión. Te acompaño. Yo te metí en esto y te voy a acompañar en todo, sea arriesgado o no. Cuando terminaron de cenar, salieron del restaurante y, al cruzar la calle, como había mucho tráfico, ella tomó la mano de Andrés. Él no hizo ningún gesto, pero un shock 40


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le corrió por todo el cuerpo. “¿Me estaré enamorando? Con todos los líos que tengo, es lo único que me faltaba” pensó Ella lo llevó hasta la casa. Se despidieron con un beso en la mejilla. Otra vez vio que Margarita estaba espiando por la ventana. “Esta loca me va a meter en un lío. Tengo que cuidarme mucho” Después de bañarse y afeitarse, se acostó y se puso a pensar en que al día siguiente tenía que comenzar su segunda vida. Cuando llegó a la Planta, recordó que era miércoles y, por tanto había que hacer una inspección de rutina. Siguió las pautas que estaban establecidas, sin ninguna novedad. A la hora de almorzar fue al comedor de la Planta y, mientras almorzaba, sonó su celular. Era Paola. - ¿Qué hacés Paola? - Te quiero avisar que esta tarde a las 6 de la tarde, va estar en el club. - ¿Y que querés que haga? Me presento y digo: vengo a cargarte. - No, idiota. Yo me encuentro contigo y te presento como un amigo. Es importante que aparezcas como muy interesante. - Pero, como, ¿tú la conocés? - Si es claro. Por eso te voy a presentar. - Está bien, chau A las 4 de la tarde, cuando sonó la sirena de la Planta, Andrés salió rápido como nunca lo había hecho. Se llamó un taxi de antemano que lo llevó a su casa. Lo hizo esperar mientras se cambiaba con ropa más apropiada y se hizo llevar al departamento en Pocitos. Cuando llegó, el portero lo saludó y el subió apresurado. Se cambió, poniéndose ropa sport que él consideraba de lujo, pero que le quedaba muy bien. Bajó al garaje, se subió al Mini y salió hacia el encuentro.

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Al llegar al club, vio que el VW Vento de Paola ya estaba. Entró haciéndose el desentendido y entonces, Paola - Andrés, ¿qué hacés por aquí? - Hola, ¿cómo estás?, hacía mucho que no te veía. En ese momento se dio cuenta que había una mesa en la que estaban sentadas tres mujeres, entre las que distinguió, de inmediato a Mechi por su elegancia. - Si es cierto. Es que he estado de viaje. Mientras él hablaba con Paola, notó que la Mechi lo había quedado mirando embobada, mientras las otras dos mujeres hablaban entre ellas. “Esto va a ser más fácil de lo que pensé”, pensó Andrés. - Vení Andrés que te presento a una amiga. Andrés se acercó y Mechi se levantó como un si tuviera un resorte. - Mercedes, te presento al Ingeniero Fleitas, un viejo amigo. - Encantada – dijo ella mirándolo como para hacerle una radiografía. - El encantado soy yo ante tanta belleza – le salió a Andrés. - ¡Qué galante! Ya no hay hombres así. Cuénteme Ingeniero. ¿A qué se dedica? - Bueno, primero, vamos a tutearnos y no me digas Ingeniero, solo Andrés. Ella se rió. - Está bien, Andrés. Yo soy Mechi para mis amigos y ¿te puedo considerar uno de ellos? - Claro Mechi. Mirá, soy un navegante solitario. Trabajo para una empresa que tiene Plantas Industriales en varios países y viajo de aquí para allá. Andrés no cabía de asombro de su capacidad de inventiva. Lo que dijo le salió sin pensarlo. - ¿Y no hay nadie que te acompañe? – dijo Mechi haciéndole una guiñada. - No la verdad que no he encontrado quien quiera hacerlo. No creas que es tan fácil. 42


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La conversación derivó en las relaciones entre hombre y mujeres. Mientras tanto Andrés notó que ella había ocultado su anillo de compromiso. amigas Mechi. -

De pronto vio que entraba Florencia con unas en el Club. Él estaba oculto por unas columnas y le dijo a Lamentablemente tengo que irme Ay, ¿tan pronto? Estaba tan linda la conversación. Bueno, pero podemos continuarla cuando tú quieras. Veo que eres un hombre ocupado. Te doy mi celular y me llamás cuando tengas un ratito para mí. ¿Solo un ratito? – bromeo Andrés Pícaro, así me gustan los hombres. Llamame, ¿si?

Andrés la beso en la mejilla y sintió que ella se derretía. Se preguntó: “¿Cuánto hace que un hombre no la toca? ¿No será otra enferma como la de facultad?” Salió del Club casi agachado para que Florencia no lo descubriera. Se subió a su Mini que tenía vidrios oscuros y estuvo tomando aire antes de arrancar. “Tengo que buscar algún lugar que no esté Florencia”, pensó La vuelta fue tan complicada como la ida. Dejó el auto en el garaje de Pocitos, subió, se cambió y se pidió un taxi. Al salir, el portero el dijo - ¿Saliendo otra vez? - Si, pero ahora en taxi. Voy a un asado y no quiero manejar después - Que pase bien, señor - Gracias Cuando llegó a su casa, recién se dio cuenta que estaba empapado en transpiración. Había pasado tantos nervios que estaba muy cansado, por lo que decidió, bañarse, afeitarse e irse a dormir sin comer. Los jueves eran días de reunión de Gerentes. Aunque Andrés no fuera Gerente, lo había citado a raíz del 43


proyecto presentado sobre la línea de empaque. En la reunión se encontraba el Dr. Bauer, Presidente de la Empresa. Andrés se sintió algo perturbado sabiendo que era el padre de Florencia. Después que estuvieron todos en la sala de reuniones, habló el Dr. Bauer. - Ingeniero Aguiar. Realmente muy bueno su proyecto. Lo hemos estado estudiando y concluimos que se puede acelerar el empaque en, por lo menos, un 5%. Lo felicito. Ya le dije a Ingeniero Sánchez que lo pusiera en marcha. Todos aplaudieron y a Andrés se le aflojaron las piernas de tal manera que, si hubiera estado parado, habría caído redondo. - Gracias, señor – fue lo único que se atrevió a decir. Después en la reunión se trataron temas de orden administrativo y de ventas. Andrés pensaba: “este en cualquier momento me llama para saber en qué ando con su hija y yo salgo disparando”. Pero no sucedió nada de eso, sino que, al levantarse la reunión, todos vinieron a saludarlo, incluido en Dr. Bauer. Como ya era la hora de almuerzo, Andrés se fue para el comedor de la Empresa. Tomó su celular y llamó a Mechi - Hola, ¿Mechi?, Andrés te habla - Hola, ¡qué sorpresa! - ¿Mala o buena? - No, ¡divina! No esperaba que me llamaras hoy. - Sabés que se me ocurrió que a eso de las 18:30, podíamos ir a tomar algo en Atlántida, para poder conversar tranquilos, todo si podés, si no, no hay problema. - Bárbaro, no hay problema. Me encanta la idea. - Por donde te paso a buscar. - Mirá, anotá, es la dirección de la casa de una amiga. ¿Te ubicás? - Si, no hay problema, además tengo el GPS en el auto que lleva derechito. 6:30 PM paso a buscarte. - Te voy a estar esperando, un beso - Chau.

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Andrés quedó asombrado del entusiasmo de ella. Parecía como una chica que alguien la invitó. Por otro lado él quería acelerar las cosas. No sabía porqué pero todo le olía mal, como que se iba a transformar en un lío. Después de almorzar volvió a su oficina donde había un montón de papeles con órdenes de entrega de material y órdenes de gasto. Miró las más urgentes, las firmó, las dejó en el casillero de salida y salió a dar una vuelta por la Planta para ver cómo podía ordenar todo lo que estaba pasando. A las 4 de la tarde, cuando sonó la sirena, ya estaba el taxi esperándolo en la puerta. Salió saludando a todos con la mano y pensando: “mañana tengo que darle alguna explicación al Ingeniero Sánchez de por qué salgo disparando; ya sé le voy a decir que estoy haciendo un curso en Facultad de Ciencias, porque no puedo decirle que me he trasformado en un personaje como Clark Kent y Superman”. Llegó a su casa, dejó la mochila verificó que tenía algo de dinero y salió como una exhalación. Al salir, se pechó con Margarita. - Ya vi que no eres gay. Vi la chiquilina que vino a buscar. ¿Solo te gustan las nenas bien? ¿Yo no te gusto? - Chau Margarita, no tengo tiempo para bobadas - ¡Qué ordinario! Le dio la dirección al chofer y le pidió que fuera lo más rápido posible. Una vez que llegaron al edificio, le pagó y subió a su departamento. Eligió ropa sport, se bañó y se vistió. Le llamó la atención que la ropa que había dejado ayer estaba lavada, planchada y doblada. “Me parece que me voy a venir a vivir aquí” pensó riéndose. Bajó al garaje, se subió a “su” Mini y fue a la dirección que le había dado Mechi. Al llegar, tocó bocina y ella salió corriendo como una chica de 15 años. Estaba vestida con unos pantalones ajustados, una remera que hacía notar su espléndido cuerpo, botitas cortas y una saco de tejido de lana. “La verdad parece de mi edad o menor” dijo Andrés. - Hola lindo, ¿cómo estás? 45


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Muy bien, sobre todo al verte ¡Siempre tan galante!

Atlántida.

Se puso el cinturón de seguridad y salieron rumbo a Atlántida es unos de los principales balnearios del departamento de Canelones. Se encuentra sobre las costas del río de la Plata a 45 Km. de Montevideo. Media hora más tarde ya estaban en Atlántida. Andrés entró despacio por la calle principal hasta llegar a la costanera. - ¿Querés ir a algún lugar en especial? – preguntó él. - ¿Por qué no nos estacionamos en algún lugar tranquilo así podemos conversar? - Si, fenómeno. ¿No querés ir a tomar algo? - No, mejor charlar tranquilos. - OK Andrés puso el auto en un lugar sobre la barranca de la Playa Mansa. Mientras manejaba miraba a Mechi de reojo y le parecía que estaba algo tensa, pero no quería precipitar las cosas. Tenía que esperar que todo se diera naturalmente. Y si no se daba, él no perdía nada. Esa era la parte que no lo convencía. - Andrés – habló ella – tú eres muy amable conmigo. Enseguida que te conocí simpaticé contigo, pero hay algo que no sabes y no quiero que, entre nosotros, si somos buenos amigos, haya ninguna mentira. - Tenés razón. Yo siento lo mismo por ti y estoy de acuerdo en que no puede haber mentiras entre nosotros. -

“Se me va a caer la cara por sinvergüenza”, pensó. Sabes, yo soy casada ya hace unos cuantos años ¿Si? ¿Tú amiga Paola no te lo había dicho? No, para nada. No hablamos de ti. Lo único que hizo fue presentarme. ¿No te enoja el hecho de que sea casada? 46


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No, solo que no entiendo y perdón si soy descortés, qué hacés aquí conmigo. Hoy cuando te hablé te oí muy entusiasmada. ¿Viste? Sabía que te ibas a enojar. No en serio, no estoy enojado. Solo me parece raro que estando casada aceptes la invitación de un desconocido. “No te hagas el difícil. Después lo vas a lamentar”. Lo que pasa es que es tan difícil conocer un hombre que te escuche. Todos piensan en la cama y nada más. No creas, no es tan así. No, claro, tú eres muy especial. Fijate que podemos estar hablando aquí.

Ella había pasado el brazo por encima de los hombros de Andrés y le acariciaba la nuca. De pronto, cuando dejó de hablar, lo atrajo hacia ella y le dio un beso apasionado. A Andrés lo tomó tan de sorpresa que solo atinó a abrazar su torso, rozando sus pechos con la mano. Cuando ella se separó, lentamente, bajó la mirada y se puso a sollozar - Perdoname Andrés. No sé por qué hice eso. Creo que fue una atracción del momento. No quiero que pienses mal de mí. - No, no te preocupes. Pero no tenés que llorar – dijo alcanzándole un pañuelo. - Andrés, creo que mejor nos vamos a Montevideo. Creo que arruiné un momento precioso. - Si, nos vamos si te tranquilizás y te sacás de la cabeza que estuviste mal. Hay reacciones que el ser humano no puede controlar. - Ay, ¡eres un divino! Me quedo con tu pañuelo así tengo pretexto para verte otra vez, dijo esbozando una sonrisa. - Así te quiero ver. Contenta y no te preocupes que no pasó nada. - Tengo otra cosa que decirte -

“Más líos, no por favor” pensó Andrés. Si decime 47


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Mañana me voy para Punta del Este con mi marido y tu amiga, que es su socia. ¿Mi amiga? Si, hombre despistado – dijo Mechi riendo – Paola Ah, está bien. ¿Me llamás cuando puedas? Obvio, no puedo perder un amigo como tú

Andrés ya había puesto en marcha el Mini, saliendo a la ruta rumbo a Montevideo. Casi no hablaron en el viaje de vuelta. - ¿Dónde te dejo, Mechi? - En la casa de mi amiga. Dejé el auto allí Al llegar, ella le dio un beso en la mejilla y se bajó rápidamente. Él se fue hacia su departamento en Pocitos. Entró el auto en el garaje y subió. Antes de cambiarse, abrió el bar en el living y tomó una botella de whisky y una lata de almendras ahumadas. Fue a la cocina, sacó bastante hielo y se sirvió un vaso entero de whisky. Abrió la lata, se fue al dormitorio principal, se tiró en la cama y prendió el televisor. “Es todo muy raro lo que pasó. Yo no le había dado ninguna entrada y, sin decir agua va, me estampó un beso que casi tengo que pedir un pulmotor. Está buena Mechi. Los pechos ¿serán de ella o artificiales?” De pronto saltó en la cama. “¿Cómo es eso que mañana viajan los tres a Punta del Este? ¿Que Paola es la socia de Francisco? Aquí hay cosas que no me cierran” Miró el vaso vacío, fue hasta el bar y se sirvió otro whisky. “Tengo que llamar a Paola para que me aclare bien cómo son las cosas” Tomó su celular y llamó. Le dio señal de estar fuera de servicio. “Voy a esperar porque debe estar con el Pancho ese”, pensó y se recostó en la cama. Se durmió tan profundamente que, cuando despertó miró el reloj y eran la 5 de la mañana. “¡Mierda! ¿Qué hago aquí? Se cambió y salió rápidamente. Tuvo suerte de encontrar un taxi que lo llevó hasta su casa. Al llegar, se bañó, todavía tenía el 48


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perfume de Mechi, se afeitó y salió para tomar el ómnibus para ir a la Planta. -

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Cuando llegó, buscó al Ingeniero Sánchez. Ingeniero, ¿puedo hablar un momento con usted? Si, Aguiar, como no Usted debe haber visto que estos días he salido casi disparando a la hora de la salida. Sucede que estoy haciendo un Curso Post Grado en la Facultad de Ciencias. No, no lo había notado. Pero que interesante, y ¿de qué trata el Curso? De logística – mintió Andrés – Realmente es interesante. Mire, justamente ayer le comentaba a Bauer, este muchacho, por usted, va a durar poco aquí. ¿Por qué lo dice? Porque se va para arriba. Usted es demasiado para una Empresa como esta. Bueno, le agradezco, pero no exagere, Ingeniero.

Se fue para la oficina, orgulloso de lo que le habían dicho pero apenado por tener que mentir. En eso se acordó de Paola, pero iba a esperar a la hora de almuerzo. Se puso a revisar los papeles que había dejado pendientes hasta la hora de almuerzo. Tenía un hambre loca y algo de resaca, pero era muy importante que hablara con Paola. Tomó el celular y la llamó - Paola, Andrés. Tengo urgencia de hablar contigo - Ay, nene, estoy en Punta del Este así que no puedo. - ¿Querés que me vaya hasta ahí en el Mini y eche todo a perder? - Esperá un poquito. Se hizo un silencio. Vine a hablar lejos de donde está la gente. Estás loco y te picó un bicho. - Bueno explicame lo de que eres socia de “tu” Francisco, que viajan los tres juntitos. ¡¿en qué relajo estás metida y me metiste a mí?! - Tú arreglás todo gritando. El lunes te explico. - Más bien que tenés que darme una muy buena explicación. Pero mirá que si no me convences tiro todo y vuelvo a mi vida tranquila. - Calmate que el lunes te explico – dijo Paola y cortó. 49


Comió algo y ya es la hora de volver a la Planta. Estuvo trabajando con los capataces para planificar el trabajo de la semana siguiente. Al sonar la sirena a las 16:00, salió haciéndose el apurado. No podía dejar de pensar que le había mentido a una persona que apreciaba mucho. Se tomó el taxi, como el día anterior, pero se fue a su casa. Estuvo arreglando la ropa, lavando la cocina y el baño. “Con esto de ser Superman, no hago nada en casa” Una vez que tuvo todo ordenado tomó el celular y llamó a Florencia - Hola, ¿Florencia? - ¿Apareciste? ¿En qué líos andarás metido? - No, solo mucho trabajo – “Si supieras no querrías verme más”, pensó - ¿Y, ahora que se le ofrece al señor? Andrés notó un cierto rencor en la voz de Florencia. - ¿Estás enojada conmigo? - ¿Tengo que estarlo? - No seas mala, no me trates así Ella largó una carcajada - Bobo, te estaba tomando el pelo. Decime en que andás. - Quería decirte que mañana, de madrugada, me voy para Salto. - ¿A Salto? ¿Se puede saber que vas a hacer a Salto? - Allá hay una congregación que tiene características que podrían coincidir con lo que buscamos y, podría ser una camino para hallar a Andreina - Ah, ¡voy contigo! - ¿Otra vez? Eres cabezona. ¿Qué vas a decir en tu casa? ¿Qué te vas de farra conmigo? ¡No vas nada! - Voy sola. - ¿Qué puedo hacer para convencerte? - Nada. Yo voy, si o si - ¿Y si no te hubiera dicho?, no te habrías enterado. - No me verías más la cara porque las mentiras tienen patas cortas.

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“¿Me lo vas a decir a mi?”, pensó Andrés Entonces no voy y no investigamos. ¿Estás en tu casa? Si Voy para allí, dijo Florencia y cortó

A lo único que atinó Andrés fue a dar una mirada alrededor para ver si estaba todo ordenado y se preparó un mate. Florencia iba a ser la primera mujer, excepto su madre, que entrara en su departamento. Mientras caminaba para un lado y para otro, pensó “¿por qué me pone nervioso que Florencia venga aquí?”. Cuando iba a pensar una respuesta, sonó el timbre de la puerta. Andrés abrió y allí estaba ella radiante como siempre, con esa belleza que conmovía. - Vamos a investigar la guarida de un bandido – dijo Florencia riéndose - No te fijes en el desorden - Es bien una casa en la que vive un hombre solo. No tenés adornos, cuadros, nada. Voy a tener que venir a decorarte tu casa. - Eres peor que mi madre. - Ah, esperá, abrime que tengo que ir al auto. Allá apareció Florencia con una bandeja de comida y una mochila - ¿Tenés garaje? - Si. Tengo un lugar donde guardar el auto cuando me lo compre. - Tomá las llaves y andá a guardarlo, mientras ordeno aquí para cenar - Si, mi señora Andrés se subió a la BMW la puso en marcha y con infinito cuidado la estacionó en el lugar que tenía asignado su departamento. Miró alrededor si habría algún auto que pudiera rayarlo, pero se dio cuenta que los espacios alrededor del suyo seguían vacíos. 51


Volvió al departamento y Florencia ya había puesto la mesa, se había puesto unas ojotas y se había cambiado el pantalón y la remera y se había puesto un pijama. - ¿Y esto qué es? ¿Una invasión? - No, tonto, como mañana tenemos que salir de madrugada, esta noche me quedo aquí, a no ser que tengas programa especial y cerrá la boca que parecés que te hubieran pegado. - Florencia, estás loca. ¿Cómo una chica como tú se va a quedar a dormir en casa de un desconocido? - Ay, cuidado, ¿qué me va a pasar? - No, nada, pero qué dijiste en tu casa. - Le conté a mami y me dijo que estaba bien si yo confiaba en ti - ¿Y tu padre? - ¿Estás loco? Cualquier día le contaría. Ya mami se encargará de inventar algo. Bueno, ahora, mientras comemos, contame que es lo que sabés y para qué vamos a Salto. - Todo lo que he conseguido es a través de Internet. Según parece, cerca de Salto hay una congregación, que se llama Shimani. Tenés que haber oído de la Estancia La Aurora. - Ah, si, ¿donde dicen que han bajado OVNIS? - Si, justamente. Aparentemente allí han creado un centro de sanación aprovechando la energía que dicen que existe en el lugar. Lo que se me ocurrió fue que teníamos que ver qué es. Quizás podamos encontrar una pista para hallar a Andreina. - Ay, Andrés, esto me da miedo. Evidentemente Andreina debe estar en alguno de esos centros. - Eso fue lo que se me ocurrió y por lo mismo es que quiero ir hasta Salto. No creo que encontremos nada, pero podremos informarnos de cómo es que ganan adeptos. - Pero, ¿nos vamos a meter con ellos? - No, quedate tranquila. Lo único que se me ocurre es tratar de contactar a alguien que conozca sobre esta gente. - ¿Y tú pensás que Andreina pueda estar allí?

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No, para nada. Creo que ahí van solo aquellos que creen en esas teorías, pero conociendo como se actúa, nos permitiría saber que buscamos. No voy a poder dormir con esto que hablamos. No seas tonta. Estoy yo aquí. Pero también puedes decidir no ir y voy solo. Ahora el tonto eres tú. ¿Creés que te voy a dejar ir solo? ¿A qué hora salimos? Pienso que si salimos a las 5 de la mañana, a las 10 estamos en Salto. De ser así nos podríamos volver mañana mismo. ¿Te animás a manejar tanto?, porque yo no me animo, menos en carretera. No te preocupes yo manejo. Pero mejor vamos a dormir. Tú te acuestas en la cama grande que yo me arreglo aquí en living. ¿Estás loco? Después de lo que hablamos, ¿voy dormir sola? ¿Y que querés que haga? Te acostás conmigo y me cuidás. Florencia, sabés que no está bien que estés conmigo en mi casa, pero además me pedís que duerma contigo. Ya se, bobo, pero no va a pasar nada.

“No hay duda, estoy enamorado de ella. ¿Qué hago para que no se de cuenta?”´, pensó Andrés. - Voy yo primero al baño – gritó ella Para Andrés era como tener un ángel en su casa. No podía romper ese hechizo. Se sentía en las nubes - Está bien. Mientras yo voy te acostás. Se acostaron los dos, se dijeron las buenas noches pero Andrés evitó pedirle que le diera un beso. Sabía que, si sucedía se rompía ese hechizo en el que él creía. A las 4:30 de la mañana, Andrés se había levantado, se había bañado, afeitado y vestido. Preparó el mate y fue a despertar a Florencia. La miró un rato con el pelo tan rubio y ese pijama de niña. 53


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Florencia – la llamó – es hora. Ay, si, pero dormí tan bien que me gustaría seguir. Dale vaga, que tenemos que hacer 500 Km. OK, ya estoy levantada.

Pegó un salto de la cama y le dio un beso en la mejilla a Andrés. - Buen día mi ángel guardián. - Buen día. - Ya me visto y salimos - ¿Querés un café? - Si eres tan buenito, me vendría muy bien Luego de preparar una café, armó un su mochila con una muda de ropa, por cualquier cosa que pase. Florencia salió ya peinada y pronta con jeans, remera y zapatos deportivos. Tomó el café, fue a lavarse los dientes y se paró, simulando un soldado y dijo, con su mochila al hombro - ¡Estoy lista! - OK, vamos. Fueron a buscar el auto, pusieron las mochilas en el baúl, Andrés arregló el asiento del conductor y salieron hacia la costanera. Pararon en una estación de servicio a llenar de combustible. - Tomá, Andrés – dijo Florencia dándole dinero. - No, no te preocupes, pago con la tarjeta. Andrés pagó con la tarjeta dorada que le había dado Francisco. “Puede ser nafta para el Mini”, pensó. Tomaron hacia la ruta 1, llegando al peaje. Florencia le dijo - Pasá no más que tiene tele peaje. - ¿Y qué va decir tu padre cuando reciba el estado de la tarjeta. - La tarjeta es mía, nene, y la pago yo. - Está bien, señora – dijo Andrés riendo. 54


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Estaba oscuro ya que no había amanecido aún. Andrés manejaba con sumo cuidado y controlando la velocidad. Sabía que era un auto muy veloz, pero tenía que tener mucho cuidado. Cuando ya iban en la ruta 1, Florencia dijo - Qué prudente que eres para manejar. - Siempre soy prudente – contestó Andrés riéndose – pero ¿por qué lo decis? - Porque papá es un loco. Siempre anda a mucha velocidad. Por eso compró este auto ya que mami no quiere viajar con él. - ¿Y viajan separados? - Si, cuando vamos a Punta del Este, él va en su auto y nosotras en este. Al llegar al Km. 67, se desviaron a la derecha tomando la ruta 3 que los llevaría hasta Salto. A esa altura, Florencia se había dormido. Había comenzado a amanecer y el rojizo color del sol le daba en su cabello. Andrés la miraba de reojo. “¡Qué linda es! No me canso de admirarla. Además ese carácter de campanita que tiene me deja medio loco”, pensó. Pasaron por las ciudades de San José, Trinidad. A esa altura Florencia se había despertado. - Buen día señora, ¿descansó? - Ay, si. Ni me di cuenta. No te doy un beso porque puedo distraerte. ¿Por donde andamos? - Acabamos de pasar Trinidad, así que faltan unos 300 Km. ¿Querés parar? - No, para nada. Dejame mirarte como manejás. - Qué, ¿soy un mono ahora? - Bobo. Me encanta viajar al lado tuyo. ¿Te molesta si pongo música? - No. Florencia encendió el equipo de audio del BMW y puso un CD de música ambiental. Al rato se quedó dormida otra vez.

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Al acercarse a la ciudad de Paysandú, Andrés disminuyó la velocidad para entrar en una estación a cargar combustible. Florencia se despertó, medio sobresaltada - ¿Pasó algo? - No, nada. Vamos a cargar nafta. Es un buen lugar para bajarse un ratito, ir al baño y comprar algo de comer, si querés. - Bárbaro. ¿Querés que te compre algo? - Comprá un agua con gas, bien fría. Tomá dinero - ¿Estás loco?, ahora invito yo Cuando recomenzaron el viaje, Florencia se puso a tomar un yogurt con cereales que se había comprado. - ¿Querés un yogurt? - No, estoy muy bien. Alcanzame la botella de agua. Luego de un rato, pasaron por una bifurcación y Andrés le indicó - Por ahí es que se entra a la Cueva del Padre Pío y a la estancia La Aurora. - ¿No entramos ahora? - No. Vamos a llegar hasta las Termas del Daymán. Quizás podamos encontrar a alguien que nos quiera contar de que se trata lo de La Aurora. Dieron una vuelta por las Termas y luego se estacionaron. Se bajaron y Florencia dijo: - ¿Trajiste malla? - Si, porque pienso darme un baño termal. - Malo, no me dijiste nada. Me voy a comprar una. - No sé donde vas a encontrar. - Yo me arreglo. Al poco rato volvió con cara triunfal. Los ojos azules le brillaban más que nunca. - No hay nada que Flo no consiga – dijo - Ya veo. - Vamos. Allí, pagamos y hay lugar para cambiarse y nos damos un baño. 56


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OK

Las termas del Daymán están a 10 Km de la ciudad de Salto sobre la ruta 3. Posee una infraestructura de hoteles, bungalows y cabañas. Las piscinas de aguas termales tienen una temperatura máxima de 40° C.. Andrés se cambió, puso su ropa en un armario que le asignaron y salió hacia la piscina. Se paró a esperar a Florencia. Cuando la vio casi se le detuvo el corazón. Nunca había visto un cuerpo tan espectacular. La malla negra que había comprado, le resaltaba más la belleza. - ¿Qué pasó? – preguntó ella con cara de pícara. - Nada, te estaba esperando. “¿Se habrá dado cuenta de mi cara de bobo? Acordate Andrés de que es hija del patrón. No te hagas el vivo”, pensó - ¡Qué divino bañarse aquí! - ¿Está caliente, no? - Está bárbaro Estuvieron un rato en la piscina y cuando había comenzado a llegar gente, salieron para ir a cambiarse. Después de hacerlo, Andrés se puso a hablar con uno de los cuidadores que, por casualidad, era de la misma ciudad donde él había nacido y, por ende, conocía a sus padres. Hablaron de muchas cosas del pasado y en un momento, Andrés le preguntó si sabía de alguien que pudiera informarles sobre el centro de sanación de La Aurora. El hombre, con total naturalidad, le indicó que fuera a un restaurante que estaba en la esquina y preguntara por Doña María. Es la dueña y sabe todo lo que pasa en Daymán. Allí se acercó Florencia que saludó al hombre y dijo - Me muero de hambre - Si, vamos a un restaurante que nos indicó el señor y ya almorzamos Después de agradecerle, dejaron las mallas mojadas en el baúl del auto y fueron caminando hasta el restaurante. 57


Cuando el mozo vino a atenderlos, pidieron asado con ensalada y agua mineral. Al mismo tiempo le preguntaron por la tal Doña María y le explicaron qué querían hablar con ella. Al ratito, antes que apareciera la comida, apareció una señora de unos 60 años, con delantal. - Hola, chicos. Me dijeron que querían hablar conmigo Le explicaron qué era lo que buscaban y por qué. Le hablaron de Andreina - No hay problema, les puedo contar lo que yo se. Además de las propiedades de las aguas termales, se ha difundido, a través de Internet, un atractivo que los seguidores califican como la energía que emana de los alrededores de Daymán. Ellos creen que existe un centro energético en la estancia La Aurora con la Gruta del Padre Pío. Aquí, en Salto, todos conocen esas afirmaciones, pero no creen en ellas. - ¿Por qué no creen? ¿No es cierto eso? –s preguntó Florencia - No es fácil acercarse y como te dije, todos lo vemos como un fenómeno extraño. Les sigo explicando. Ustedes coman nomás. - ¿No quiere comer algo con nosotros? – preguntó Andrés - No, m’hijo, gracias. A mi encanta hablar de esto así que sigo. De todas formas, los seguidores del movimiento que se ha instalado en el lugar son muchos. Desde el viernes por la mañana y de forma casi imprevista todos los hoteles aquí en Daymán quedan prácticamente ocupados por la gran cantidad de turistas, en su mayoría brasileños y argentinos que llegaron a Daymán para apreciar la finalización de la construcción de la llamada Casa de la Redención que se construye desde hace aproximadamente 2 años y que está ubicada a 12 Km. de estancia La Aurora y que difunde toda esta manera de pensar. Allí además se busca, según dicen que cada visitante se sume al trabajo en el campo y al mantenimiento de los plantíos, ya que de ésta forma la tierra y el “Centro Planetario Aurora”, les proporcionarán a los visitantes, las energías necesarias para curarse. Casa Redención, que es la sede de este grupo llamado “Shimani”.. El Obispado de Salto, cabe recordar, 58


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emitió una exhortación pública a sus fieles a no participar de las actividades en la Casa Redención. Pastorino, prosiguió la señora, reconoce que en torno a la estancia La Aurora, donde se levanta la gruta del Padre Pío, se ha creado una peregrinación constante de personas que atribuyen al sitio la calidad de elegido por extraterrestres para entrar en un supuesto contacto con la Tierra y sus habitantes. Y, ¿usted sabe de alguien que después de unirse a ellos no haya vuelto? Mirá, hay una historia que contó un médico. Esto lo supe porque se comentó mucho aquí en Salto y salió en diario El Pueblo. La hija, que ahora tiene 24 o 25 años. Hace dos perdió contacto con sus padres. En ese lapso, la chica cambió totalmente en sus hábitos. Era una buena estudiante de Matemática. Pero un buen día tomó la decisión. Poco antes le había comentado a su hermana mayor que había conocido a una mujer, Elisabeth César, que practicaba reiki y que la había impresionado mucho. Eso fue todo, hasta que decidió irse con ellos. La chica se fue a Brasil, a un sitio que se llama Figueira, donde parece que hacía un curso para extraer sangre, no sé con qué fin, y que vivía en una comunidad, que experimentaban con yuyos. No fue el único viaje que la chica realizó con el grupo. También visitó un sitio en la Patagonia argentina, otro en la selva peruana, lugares donde al igual que en las tierras salteñas existe, según este y otros grupos, una energía especial o donde se han visto extraterrestres. El doctor dijo que sabía que su hija no está allí en contra de su voluntad, por lo que no se puede hacer mucho. Por lo que usted cuenta es algo preocupante – dijo Florencia Si y no. Nadie obliga a la gente a creer en una manera de pensar. Cada uno cree lo que quiere ¿Y se puede visitar? Mirá, yo no se. Creo que si van hasta allí, pueden preguntar. Creo que son muy cerrados, pero no se pierde nada con ir. ¿Saben donde queda? Si, vimos el camino de entrada cuando veníamos. 59


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Señora, no sabe como le agradecemos. Queremos ayudar a nuestra amiga y estamos buscando datos por todos lados – dijo Andrés No tienen nada que agradecer. Como les dije me encanta hablar sobre esto. Aquí en Daymán, a la gente no le gusta saber de esto. Lástima que sea sábado, si no los hubiera puesto en contacto con el cronista que hizo la nota. Pero sé que está todo en Internet. Después de pagar, se fueron al auto. ¿Viste lo que te había dicho, Florencia? Creo que aquí puede estar la punta para saber donde está Andreína. Si, nunca me lo habría imaginado. Pero, ¿sabés? Me da un poco de miedo. No te preocupes. Vamos hasta ahí para ver si podemos mirar algo.

Se pusieron en marcha hasta llegar a la entrada al camino que los llevaría hasta la entrada de la estancia, pero se encontraron que era muy feo y con la BMW no iban a poder pasar. Pararon, se bajaron y así estuvieron un rato - Ay, Andrés, esto me da escalofríos. Vámonos y les contamos lo que sabemos a los padres de Andreina. - Si ya se hizo tarde. Vamos a llegar de noche a Montevideo. Emprendieron el camino de regreso. Pararon otra vez en Paysandú a cargar combustible. Al pagar con su tarjeta dorada, Andrés pensó “Francisco se va a preguntar que hacía yo en Paysandú. No me importa” Al salir, Andrés notó que Florencia tenía una cara triste. - ¿Pasa algo, Florencia? - No, solo que me dio mucho miedo todo lo que descubrimos. Suerte que estoy contigo. ¿Me dejás pasar el brazo por tus hombros un ratito? - Si

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Florencia pasó el brazo por encima de los hombros de Andrés, aferrándose, en un acto de buscar refugio. Andrés le respondió dándole un beso en la cabeza. - Tranquila, nena. No va a pasar nada. - Gracias. Eres único Cuando ya habían pasado Trinidad se puso a llover copiosamente por lo que Andrés tuvo que disminuir la velocidad. Además ya estaba oscuro por lo que manejaba extremando todas las medidas de precaución. Sonó el teléfono de Florencia - Hola mamá. Si, estamos volviendo…, no, no te preocupes, lo que pasa es que llueve…, no sabés cómo maneja…, bueno, si, y papá… ah qué suerte. Cuando lleguemos te llamo. - Dice mami que te va a contratar como chofer y me dijo que quiere conocerte. - ¿Porque soy un bicho raro? - Más o menos, porque dice que quiere conocer a quien me aguanta tanto – dijo riéndose. A pesar de la lluvia, a las 20:30 iban entrando en Montevideo. - Cuando entremos, te llevo hasta tu casa, te dejo y me tomo un taxi para casa – dijo Andrés. - Estás medio loquito. Mami me dijo que me quedara contigo así no manejo con esta lluvia y, además, no te voy a dejar volver en taxi con el cansancio que debés tener. - Pero, Florencia, no seas cabezona. Sabés que no me gusta. - Ay, ¿soy tan fea? - Boba, sabés muy bien por qué lo digo. - Nada, nada. Usted señor maneje que yo lo cuido. Con el reflejo de la luz del auto, Andrés podía ver el brillo de los ojos de Florencia y su carita que había vuelto a ser la del angelito que él pensaba. Llegaron a la casa de Andrés. Antes pasaron por el supermercado y se compraron pasta rellena y manteca, comida que eligió Florencia. Andrés compró una cerveza y algo para picar antes de cenar. 61


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Cuando entraron a la casa, Florencia dijo ¡Me baño yo primero, canté!

Esas cosas tan espontáneas eras las que más le encantaban a Andrés - Está bien. ¿Sabés donde están las toallas? - Si, claro - ¿Querés tomar un whisky? - Uno chiquito – contestó para sorpresa de Andrés. - OK Salió del baño vestida con su pijama y la cabeza envuelta en una toalla. - ¡No tenés secador de pelo! - No, no tengo. No recibo visitas como la tuya – dijo Andrés riéndose - Bueno, andá a bañarte así comemos que estoy molida. - Si, ya voy. ¿Sabés preparar la comida? - Andá, andá, ¿Quién te creés que soy? Andrés salió del baño y ella estaba tirada en el sillón mirando la televisión, con un vaso en la mano que, a esa altura, solo tenía hielo. - ¿Comemos? – preguntó Andrés - Si, ya va a estar. Llamé a mamá para avisarle que estaba todo bien. Papá está en la estancia y vuelve recién mañana de tarde. Comieron en silencio. Cuando terminaron, Andrés se levantó a lavar los platos y ella dijo - ¡Qué esperanza! Usted se me va derechito a la cama. Hizo más de mil kilómetros y no quiero que se me vaya a morir. - Pero, Florencia. - Nada de peros. ¡Obedezca! Andrés se acostó y en ese momento sintió que estaba verdaderamente cansado. Había sido un día de mucho trajinar pero, sobre todo, de muchas emociones. Al rato vino ella con el pelo suelto con todos sus rulos dorados. 62


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Mirá como quedé por no tener secador. Divina, dijo él con una sonrisa. Hasta mañana, Andrés Hasta mañana

Se sentía, en el silencio de la noche, la tormenta y la lluvia. Había pasado un rato cuando Andrés oyó la voz de Florencia - Andrés, ¿estás durmiendo? - No, porque si no, no te oiría. Él abrió los ojos y tenía la cara de ella y sus ojos azules a apenas veinte centímetros. Estuvo a punto de tomar su cara y besarla, pero se contuvo. - Gracias por aguantarme. Eres divino. Ahora podés dormir ya no te molesto más. - Dormite, cabezona – dijo Andrés sonriendo. A las 7:30 de la mañana Andrés se levantó, fue al baño, se afeitó y luego se preparó el mate. Todo lo hizo cuidando de no hacer ruido porque Florencia seguía durmiendo. Él la miró desde la puerta del dormitorio. Parecía una niña con todo su pelo revuelto en rulos y su carra de ángel, como le había puesto él. A las 9, la llamó, llevándole una bandeja con una taza de café y unas tostadas - Florencia, es hora de despertarse. - Ah – dijo ella desperezándose – ¡qué lindo está para dormir! ¡¿Y esto que es?! – dijo mirando la bandeja. - El desayuno para la princesa. - Me parece que te voy a llevar para casa. Si mamá se entera que me trajiste el desayuno, te mata. - ¿Por? - Porque me estás malcriando. - Bueno, no es para tanto. Tomá el desayuno y levantate que tenés que irte. - ¿Me estás echando? ¿Tan mala soy? - Florencia, ya sabés qué pienso de que te quedes conmigo aquí. No lo hagas difícil. - Está bien. Ya me voy – dijo haciéndose la enojada. 63


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No te enojes. Tontito, ¿cómo me voy a enojar contigo?, que eres, como dijo mami, la única persona que me aguanta. Ya me levanto. Voy a buscar el auto al garaje OK

Más tarde, Florencia ya estaba pronta para irse. Se paró en la puerta y se abrazó de Andrés. - ¡Te voy a extrañar! - Yo también – se le escapó a Andrés - ¡Ah, si!, entonces me quedo – dijo ella riéndose – ¡Te pusiste colorado! – y seguía riéndose – Si me extrañás mucho, llamame. Le dio un beso en la mejilla a Andrés, se subió al auto y se fue. Andrés entró en su casa. Se sentía vacío. Le dolía el estómago. Durante ese día y medio que había pasado con Florencia se había sentido tan feliz, que ahora retomar la vida anterior, le iba a costar. Cuando pensaba en eso, se acordó de “la otra vida”, como la llamaba él. “¡Qué ganas de mandar todo a la mierda! ¿Para qué me habré metido? ¿Cómo salgo ahora?” Tomó el celular y llamó a su hermana, Paola - Hola, Paola, ¿por dónde andás? - Estoy llegando a Montevideo. - ¿Venís sola? - Si, Pancho y Mercedes se quedaron y vuelven mañana. ¡Estoy con una rabia! - ¡Vení para casa! Necesito hablar contigo ahora. - Pero, Andrés, estoy cansada. - ¡Te venís ya! – dijo Andrés y cortó. Se quedó nervioso y enojado. Sospechaba que su propia hermana lo había metido en un lío, pero no se daba cuenta de qué se trataba. Se puso a ordenar el departamento y la ropa, haciendo tiempo. No estaba muy seguro que su hermana le hiciera caso y viniera. Sin embargo, sonó el timbre. Abrió la puerta y allí estaba Paola. 64


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Hola, hermanito – dijo ella entrando. Estaba vestida, como siempre muy elegante - Paola, sentate y me vas a explicar de qué se trata todo este quilombo - Tranquilo, nene, no hay ningún quilombo, como vos decís - Ah, si, y te vas con tu macho y su esposa a Punta del Este. - Andrés, no tenés por qué ser ordinario. - No entiendo en qué andás. - Lo que sucede es que tenemos que disimular. Me revienta estar con ella, pero no tengo más remedio. Ahora decime, ¿has andado con Mercedes? - Fuimos hasta Atlántida el jueves de tarde. - ¿Y? - Nada, estuvimos charlando de cosas sin importancia. Me contó que era casada y nada más. Pensó: “No le voy a contar lo que pasó. No se por qué, pero no me gustó la actitud de ella” - ¿Y no le propusiste nada? - Paola, ¿quién te crees que soy? - Está bien. Es cierto que te dijimos que fueras con cuidado. Oíme, tenemos que abrir una cuenta corriente en dólares en el Banco - ¿Para qué? ¿Tenemos? - Ella, seguro, te va dar plata. Vos la depositás y luego, yo uso de ahí. - Pará, pará. Eso es robar, en mi idioma. - Lo que pasa es que la plata que ella te va a dar es la que le saca a Pancho. - ¿Y cómo sabés que me la va dar a mí? - Bueno, suponemos que si le inspirás la necesaria confianza, te la va a dar. - ¿Y querés decirme que hago si me pide la plata que me dio? - Yo te la doy. Como no podés sacar más de diez mil dólares, no hay problema. - ¡Ah, no! Yo me abro. Estás hablando de miles de dólares. - No me podés dejar ahora. Por favor me tenés que ayudar soy tu hermana. Mañana te paso a buscar por la Empresa y vamos al banco. -

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Pero yo salgo a las 16:00 Si, pero no hay problema, Pancho habla al banco y ya tienen todo arreglado. Él es amigo del Gerente

Andrés estuvo a punto de decirle que no seguía más. Que le entregaba el departamento en Pocitos y el Mini y se abría del tema, pero pensó: “esta le va a ir con quien sabe qué cuento a mamá y me hace quedar como maldito” - Bueno, te espero a las 4 de la tarde. - OK, chau. Comió algo, solo por costumbre porque no tenía hambre. Sentía que le faltaba algo. “¿Será la falta de Florencia?, pensó. Terminó de comer, se bañó, se afeitó y se acostó. Le costó mucho dormirse. Los líos de su hermana y la cara de Florencia le daban vuelta en la cabeza.

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CAPITULO V

Otro día más de trabajo. Se levantó, se vistió y salió a tomar el ómnibus para ir a la Planta. Llegó, dejó sus cosas en la oficina y se fue a dar una recorrida, como todos los lunes. Le avisaron que había una máquina que estaba fallando. Andrés llamó al capataz y se fue con él hasta donde está la máquina. Vieron cuál era el tipo de falla y concluyeron que no era necesario parar la producción para repararla, por lo que el capataz llamó a los mecánicos y se hizo cargo. Andrés volvió a la oficina y se puso a revisar las necesidades de compras que le habían dado las diferentes secciones. Autorizó algunas y dejó otras para consultar. Llegó la hora del almuerzo y, cuando se había sentado a comer sonó su celular. - Hola, Florencia - ¿Qué hace mi ángel guardián? - Trabajando, como todos los días. - ¿Qué vas a hacer después de trabajar? - Mirá, tengo que ir al banco con mi hermana por lo que te conté de mis padres. - ¿Y a qué hora quedás libre? - Ay, ay, ¿qué es este interrogatorio? Estás peor que mi madre cuando yo iba al liceo. - Nada, bobo. Quiero que vayamos a la casa de los padres de Andreina. - Bueno, pienso que a las 4 y media voy a estar en casa. - A esa hora paso a buscarte. - OK, beso - Muchos para ti. “Me va a enloquecer”, pensó Andrés. A las 4 de la tarde, estaba Paola en la puerta de la Planta esperándolo. Todo el personal de la Planta, al salir, miraba aquel auto rojo y como el Ingeniero Aguiar se subía a él. “No les voy a explicar que es mi hermana”, se dijo Andrés 67


Hicieron el trámite en el banco depositando seis mil dólares que llevaba Paola. Él miraba como si estuviera en otro mundo. Cuando terminaron, su hermana lo llevó hasta la casa. Andrés vio que todavía era temprano, así que aprovechó a cambiarse de ropa. Se puso a ordenar el departamento cuando sonó el timbre. Abrió. Era Florencia. - ¿Vamos, caballero? - Si, ya estoy - Manejá tú. A mi me aburre. - ¿Te tomaste en serio lo de chofer? - Ah, ¿no era cierto? – rió ella - Tenés que indicarme cómo llegar a la casa de los padres de Andreina. - Si, no hay problema. Al llegar, Florencia le dijo que tocara bocina. Andrés se acordó de los perros y le pidió que los alejara. Ella, riéndose, le dijo que no se preocupara. Andrés entró el coche. El matrimonio Paz ya estaba en la puerta. Los saludaron con mucho cariño a los dos y los invitaron a pasar al living. El doctor dijo - Ya nos estuvo contando Flo del viaje que hicieron. Andrés tomás un café. - Bueno, si - Mamá andá y hacé un café. - Flo vení, ayudame que Francisca no vino hoy. Cuando entraron en la cocina, Carolina, la madre de Andreina, le dijo - Flo, ¿no me digas que te ennoviaste con este muchacho? Es divino - Ay, Carolina ¡qué más quisiera yo! Me tiene loca, pero no me dice nada y ¡es tan formal!, que no me animo a decirle nada. - Nena, haceme caso, ¡no lo vayas a perder! Con la bandeja con el café fueron las dos mujeres para la sala.

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Los cuatro estuvieron conversando. Andrés les contó, con lujo de detalles, lo que habían hablado con la señora en Daymán. - Guillermo, yo creo que si ustedes van, les van a contar si Andreina está allí – dijo Andrés. - Si – intervino Florencia – además tú Guille tenés una 4x4. Podés entrar, cosa que no pudimos hacer nosotros porque el camino es muy feo. En ese momento sonó el celular de Andrés. El miró y vio que era Mercedes. Rápidamente pensó “¿qué hago?, si no atiendo va a seguir llamando. Bueno, me tiro al agua y veo que invento” - Perdón – dijo y se levantó atendiendo la llamada - Hola divino, soy Mechi La voz de ella se oía como excesivamente melosa. - Hola Mercedes, ¿qué decís? - Me muero por verte. ¿Podés ahora? - No, estoy en una reunión. ¿Me llamás mañana? - Si, te llamo, pero no te olvides de mi - OK - Perdónenme. Llamadas imprevistas – dijo dirigiéndose al matrimonio. - Andrés, dijo el médico, el fin de semana vamos allá. Veremos que suerte tenemos. No sabés cuánto les agradecemos lo que están haciendo. - Guillermo, con el carácter de Florencia, esté seguro que vamos a mover cielo y tierra hasta saber todo. Carolina se levantó y le pidió a Florencia que la ayudara a llevar la bandeja. Solo fue un pretexto - Boba – le dijo Carolina – está que se muere contigo. Te lo dice una veterana. - Ay, no sé. Mejor espero porque me podría llevar una decepción. Cuando ellas volvieron a la sala, Andrés y Guillermo se habían puesto de pié. - ¿Nos vamos Florencia? – dijo Andrés - Si, claro. Vamos a estar en contacto 69


Se despidieron y Florencia fue hacia el lado de acompañante, por lo que Andrés tuvo que manejar. Apenas salieron, Florencia dijo - Andrés, ¿por qué no tenés auto? ¿Precisás dinero para comprártelo? - No, no preciso. Tengo plata pero no he tenido tiempo – contestó sorprendido - Hablo en serio. Yo te presto - Ah, no. ¿Tú me prestarías? ¿Y si soy un bandido que anda detrás de tu dinero? - Te estoy hablando en serio – dijo ella poniendo esa cara de persona seria que la hacía más adorable. - Hablando en serio. No he tenido tiempo de buscar algo que me guste. - Bueno, haceme caso, vamos hasta una automotora. Es temprano. Llegaron y, cuando se bajaron, a Andrés le llamó la atención con la deferencia que los saludaron. - Mirá – dijo Florencia – aquí tenés este Fit. Justo para ti - Bueno, voy a ver. - Que vas a ver ni nada. Ya te lo comprás. - Mujer me vas a volver loco – dijo Andrés en voz baja – no están mirando todos. Ella no le prestó atención y llamó - María Jesús vení que acá tenés un comprador. - Ay, si Florencia. Mucho gusto, ¿cómo estás? – lo saludó a Andrés. - Hola – atinó a decir Andrés - ¿Te gusta? – dijo Florencia – es tuyo - ¿Qué? - Si, no tenés más que firmar y pagarlo, por supuesto. - Perdoname un minuto – le dijo a la chica de la concesionaria y tomando a Florencia de un brazo. - ¿Te volviste loca del todo? - No te enojes. Esta concesionaria es de papá. - Si, pero lo mismo, voy a aparecer como un mantenido por una nenita caprichosa 70


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Dejame aclarar. Primero, el auto lo vas a pagar tú y segundo no soy una nenita caprichosa. Así que vamos así firmás todos los papeles. ¿Te enojaste? Si, lógico. Lo único que quiero es ayudarte y me salís con esas bobadas Quedás más linda cuando te enojás. Bobo.

Cuando salieron de la automotora Andrés le preguntó, - ¿Puedo darte un beso de agradecimiento? - Si, pero me vas a tener que aclarar otra cosa – dijo ella sonriendo Andrés le dio un beso en la mejilla - ¿Qué te tengo que aclarar? - ¿Qué es eso que te llaman otras mujeres? “Ay Dios mío. ¿Cómo explico esto? ¡No quiero perder a Florencia!” - No, es una amiga de mi hermana que quiere que le preste unos apuntes de mis clases - Está bien, pero cuidate. Las mujeres son fatales. -

“¿Está celosa?”, pensó Andrés. Y tú, ¿no eres mujer? Por eso te lo digo – dijo ella riéndose a carcajadas. Cuando llegaron a la casa de Andrés, Florencia le

dijo -

Mañana, a la salida de la Planta, te espero para ir a retirar el auto a la automotora. Florencia, ¿Querés matarme? ¿Por? Como vas a ir a buscarme a la Planta. Eres la hija del Presidente de la Empresa. Tenés razón. No me había dado cuenta. ¿Y cómo vas a hacer con el dinero? Voy hasta el banco… – Ahí ella lo interrumpió. 71


No dejá, yo ya en la mañana lo pago para que ya lo matriculen y lo aseguren y tú me hacés un giro a mi cuenta. Tomá este es el número. Está a mi nombre. ¿Te acordás cuál es? - ¿Te llamás Inolvidable, no? - Ay, ¡qué romántico! Mirá que mañana te espero aquí en tu casa con el auto nuevo. Ambos se bajaron, Florencia le dio un beso en la mejilla a él y se fue. “¿Cómo hago con la otra mañana? Me voy a enloquecer” -

Tomó el celular y llamó a Mercedes. No quería que fura a interferir mientras estuviera con Florencia. - Hola, Mechi, Andrés - Hola, siempre me sorprendés. - ¿Hasta qué hora puedo llamarte mañana para vernos? - Ah, no importa la hora. Mi marido se fue a Buenos Aires así que llamame cuando te quede bien. ¿Algún problema? - No, no es problema. Sucede que tengo que ver a un cliente y no tengo idea a qué hora quedaré libre. - Pero, no te preocupes. Puede ser el miércoles. - Si, pero yo también tengo ganas de verte – mintió Andrés. - OK, llamame de cualquier manera - Si, un beso. “Si estaré abombado que ni siquiera fui al supermercado. Voy a comprar algo para comer” Cuando volvía del supermercado con las compras, se apareció Margarita. Andrés ni se dio cuenta por donde - Hola, mi amor. - Margarita, ¿que hacés? - Esperándote. - ¿A mi? ¿Para qué? - Para contarte algo, pero te lo cuento si me invitás a tu casa. - No quiero saber nada. A casa no entrás. - Malo. Bueno, te cuento lo mismo. Hoy estuvo un veterano preguntando por vos. Vino en un auto negro muy grande y me preguntó si te conocía. - ¿Preguntando por mí? 72


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Si y yo le dije que te conocía como vecino, pero nada más y, ¿sabés lo que hizo el veterano? Me invitó a dar una vuelta con él para ir a algún lugar tranquilo. - ¿Y vos qué hiciste? - Lo mandé a la mierda, viejo degenerado. Llegaron a la puerta de la casa de Andrés. - Chau Margarita -

Cerró la puerta y se puso a pensar.”¿Quién puede haber estado preguntando por mí? ¿Quién sabe mi dirección? ¿No habrá sido el Pancho? No, no lo creo” Como todos los días, Andrés llegó temprano a la Planta. A las 7 de la mañana cuando todo el mundo se había puesto a trabajar, él ya había recorrido todas las instalaciones. Tenía que ir a algunas secciones para averiguar por compras de materiales que se solicitaban y no estaba aclarado para que. Luego de ver y coordinar algunos trabajos, se empezó a meter en los planes que habían venido de la Dirección respecto a la incorporación de nueva tecnología. El Ingeniero Sánchez lo había responsabilizado de investigar cuáles de las máquinas ofrecidas era la mejor en todo sentido. Se trataban de pliegos enormes de datos y planos que había que estudiar profundamente. Su decisión iba a ser fundamental, por lo que, por su propio orgullo e interés, no podía equivocarse. De cualquier manera, el día transcurrió de manera tranquila. Además, Andrés estaba con la novelería de ir a buscar su nuevo automóvil. A las 4 de la tarde, no habiendo ninguna novedad, salió para la automotora. Allí ya tenían su Fit gris pronto. Terminó de firmar unos papeles y salió hacia su casa en “su” auto. En ese momento pensó: “este si es mi auto, no el Mini” Llegó a su casa y lo dejó parado en la calle. Quería que Florencia, si venía, lo viera antes que nadie. Se bañó, se afeitó y se cambió de ropa. Tenía que estar pronto para cambiar de

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estatus en cuanto pudiera, para atender al “otro Andrés”, como él mismo se llamaba. Sonó el timbre de la puerta. Allí estaba su “ángel”, Florencia. - Hola, señor. ¿Ese auto es suyo? - Si señora – le dijo y la abrazó emocionado – ¿Dónde está tu auto? - Vine en taxi. Ahora tengo quien me lleve dijo ella riéndose. - Tú si eres una amiga. No sé como voy a pagarte todo lo que hacés por mí. - No te preocupes, ya te lo voy a cobrar todo junto. ¡Empezá a temblar! – rió ella - No me asustes. Pero pasá. No te quedes en la puerta - No, no. Vamos a dar una vuelta en “tu” auto. - OK Salieron y estuvieron dando vueltas por la costanera. Florencia lo miraba y veía la felicidad de Andrés. A su vez, a él le subyugaba ver la preciosa cara de ella. - ¿Te llevo hasta tu casa? - Obvio. No me vas a dejar tirada por ahí. - OK - Estás contento, ¿no? - Lógico - Bueno, agarrate. Mañana venís a cenar a casa - ¿¡Cómo!? - Si. Como escuchaste. He inflado tanto en casa con Andrés que a mami se le ocurrió que mañana vengas a cenar a casa. - Ay, Florencia. Tú sabés como soy. Contigo tengo mucha confianza, pero con tu familia. - No me importa nada. Venís o venís. - Esta bien, cabezona. ¿A qué hora tengo que venir? - Cuando salgas de la Planta, me llamás y te digo. Ya habían llegado a la casa de Florencia. Ella se bajó después de darle un beso en la mejilla. Le hizo adiós con la mano y le tiró un beso. Andrés puso en marcha el auto y pensó “No puedo dejar pasar el amor. ¿No me rechazará? ¿Esa es mi gran pregunta?”

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“Teniendo auto, evidentemente se me hace mucho más fácil movilizarme entre mis dos realidades”, pensó Andrés, mientras se dirigía hacia el departamento en Pocitos. Al llegar, estacionó su Fit en el segundo garaje al que tenía derecho y subió al departamento. Estaba todo ordenado, como si nunca hubiera entrado nadie. “¿Cuándo vendrán a limpiar y arreglar la ropa? ¿Quién le paga a la persona que lo hace?” De eso se ocuparía después. Ahora era necesario saber que va a pasar con Mercedes. Tomó su celular y la llamó. - ¿Mechi?, Andrés - Hola, ¿por donde andás? - Estoy en mi departamento en Pocitos. - ¿Puedo ir o te molesto? - No para nada. Te doy la dirección. - En un rato estoy ahí - OK Luego de cortar la comunicación, se bañó, se afeitó y se cambió de ropa. Eso le gustaba de “su” departamento, que tenía todo disponible y no tenía que preocuparse ni de la ropa ni nada. Cuando terminó, lo llamó el portero para avisarle que una señora subía a su departamento. Sonó el timbre de la puerta. Andrés abrió y ahí estaba Mercedes, tan bella y provocativa como siempre. - Hola divino – dijo ella abrazándolo y dándole un beso en la boca. - Mechi, ¡estás preciosa como siempre! - Gracias – contestó ella con una voz cálida y casi susurrante. - Vení, pasá. ¿Dónde querés estar? ¿Nos sentamos aquí en el living? - Donde tú digas – contestó Mechi mientras se quitaba el tapado dejando ver un vestido negro con un profundo escote que mostraba no tener nada abajo. - ¿Quérés tomar algo? - Servime un whisky puro, sin hielo. Andrés le sirvió el de ella y se sirvió otro para él que juró no tocar porque tenía que manejar de vuelta a su casa. 75


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¿Dónde dejaste el auto, Mechi? ¿Te creés que iba a venir en mi coche? Me parece que sabés poco de las citas clandestinas – dijo ella con una sonrisa cómplice. Cierto, no lo pensé. Pero veo que estás mucho más animada que la última vez que nos vimos – dijo Andrés mientras le alcanzó el vaso y se sentó frente a ella.

“¡Qué cuerpo y qué piernas tiene esta loca!”, pensó mirándola - ¿Pero que haces sentado ahí lejos de mi? Vení a sentarte a mi lado. - Claro, lógico. Me senté aquí para maravillarme con tu belleza. - ¡Siempre tan galante! - Me dijiste que tu marido está en Buenos Aires. ¿Cuándo vuelve? – dijo Andrés por hablar algo. - Si. ¿Tenés algún problema? - No, para nada - Hay algo que te quiero consultar. ¿Tenés cuentas en dólares? - Si, tengo “Uy, uy ¿No es demasiada casualidad que Paola me haya hecho abrir la cuenta?”, pensó él. - ¿Sabés si en el banco que la tenés se puede girar al exterior? - Si se puede, porque al mismo que abrís la cuenta queda esa posibilidad. Pero ¿por qué esas preguntas? - Te explico. Sospecho que mi marido se está quedando con dinero mío. Él pudo tener el estudio jurídico y la fama que tiene gracias a mi familia. Yo soy hija única y mis padres fallecieron hace tiempo. Toda la fortuna en inversiones y las propiedades me quedaron a mí. Pero mi marido me aconsejó que pusiera parte a su nombre para bajar los impuestos a pagar. - ¿Por qué sospechás que se está quedando con dinero tuyo? - Cada vez que le pregunto por la parte que tiene él, me sale con evasivas y nunca veo un estado de situación. Además, tarada de mí, nos casamos con separación de bienes. 76


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Ah, entiendo – “¿Hasta donde quiere llegar la señora?” pensó – ¿Y en qué te puedo ayudar? - Le voy a pedir a Francisco, mi marido, que venda alguna de las propiedades y recobre las inversiones. Entonces quiero que el dinero quede en una cuenta que no sea mía. - ¿Y querés ponerla en una de mis cuentas? ¿Cómo podés confiar en personas que apenas conocés. - Yo conozco a la gente enseguida y, además, si tú querés, podemos firmar un papel que justifique. Por mí no sería necesario, pero ti, lo hacemos. - Sabés que para no levantar sospechas los depósitos deberán ser menores a diez mil dólares, y, por lo que me estás hablando, son cantidades mayores. - Si, lógico, no te preocupes. Lo hacemos poco a poco. A esa altura, ella ya iba en el tercer whisky. - ¿Y cómo me harías llegar el dinero? - Tú me decís el banco y el número de cuenta y yo lo deposito. - Ay, estoy aburrida de hablar de negocios. Me indicás donde esta el baño. - Si, por ese corredor, entras en el dormitorio principal y tenés la entrada al baño principal. - Gracias. -

Allá se fue ella caminando como una modelo. Andrés la miró y pensó: “cada vez estoy más metido en el lío. ¿Qué hago? ¿La mato a Paola? ¿Cómo zafo de esto? Me huele muy mal” -

Mientras él estaba metido en sus pensamientos oyó Andrés, vení – Era Mechi que lo llamaba. Voy – “¿Qué le habrá pasado a esta loca? Seguro que está borracha y se cayó”

Cuando llegó al cuarto, ella estaba metida en la cama, desnuda, tapada con la sábana solo alguna parte de su cuerpo. A Andrés le costó reaccionar. Tal fue la sorpresa. - Vení aquí conmigo. Quiero que me hagas mimos. Los necesito.

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Mechi, ¿no te parece algo pronto? No quiero aprovecharme de una oportunidad. ¿Decís porque tomé? No te preocupes. Estoy acostumbrada. Vení que te saco la ropa, dijo incorporándose dejando todo su cuerpo desnudo a la vista.

Andrés se acercó y ella comenzó a desvestirlo mientras lo besaba en todo su cuerpo. Al fin vencido él se entregó. Ella se comportó como una verdadera experta y daba gritos de placer. Después de un rato, quedaron ambos boca arriba y ella preguntó. - ¿No tenés algo para fumar? - No, no fumo. - Bueno, me voy. Tomó toda su ropa, fue al baño. Al rato salió y, saludándolo con la mano, se fue. “Qué mal me siento. Siento asco de mí mismo. No fue un acto de amor. Fue un acto animal. No voy a tener cara para ver a Florencia. Casi no puedo pronunciar su nombre ¿Y cuánto va durar esto? Lo peor es que no puedo negarme cada vez que la señora quiera sexo. ¿Qué hago?”, pensó Andrés que sentía el ser más bajo de la tierra. Se bañó para sacarse el perfume de ella, dejó todo desordenado y salió casi corriendo. Se subió a su Fit y salió rumbo a su casa. Cuando llegó, se acostó sin comer. Tal era el sentimiento de culpa que lo perseguía. En la noche soñó que Florencia se había enterado que él andaba con Mechi y le decía, llorando, que no quería verlo nunca más. Se despertó más temprano que nunca. Se preparó el mate y se puso a dar vueltas sin sentido. Lo tenía muy preocupado la situación que había pasado la noche anterior. “¡Justo hoy que tengo que ir a cenar a la casa de Florencia!” Salió un poco más tarde que de costumbre porque ahora tenía “su” auto. Anduvo despacio llegando a la Planta más temprano que nunca. Fue un día monótono, sin mayores novedades. Luego de dar la recorrida habitual por la Planta, se 78


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encerró en su oficina para estudiar los pliegos de ofertas de las nuevas máquinas. Sonó el interno - ¿Ingeniero Aguiar? - Si, Ingeniero Sánchez. ¿Qué necesita? - Usted ya fijó su licencia. - No, la verdad es que no, pero, ¿hay algún problema? Mire que la puedo fijar para cuando usted lo disponga. - No, no. Ningún problema. Cuando tenga una idea, avíseme así me hago cargo yo del mantenimiento. - Si, señor. No se preocupe Allí Andrés se acordó del proyecto de su viaje a Machu Pichu, pero, evidentemente, no podría ser demasiado pronto. Tenía que ver como se desarrollaba su “otra vida”. A las 4 de la tarde salió de la Planta, se subió a su Fit y se fue a su casa. Ni bien llegó, llamó a Florencia - Hola, Florencia. - Ah, menos mal. Ya creí que te habías escapado - ¿Por qué? - No me llamaste en todo el día. Andrés se sentía tan culpable, que creyó notar un dejo de reproche en la vos de ella. - Pero habíamos quedado en que te llamaría cunado estuviera en casa - Si, tonto. Era para hacerte sentir culpable. -

“Y sí que lo lograste” pensó Andrés. Me tenés que decir a qué hora voy Esperá… ¡mami, a qué hora puede venir Andrés!... mamá dice que cuando quieras. ¿Te parece bien a las ocho? Bueno. No me gusta mucho, pero está bien. ¿Qué no te gusta? Que es tarde. Está bien, voy un poquito más temprano, pero no quiero molestar. Más molesto yo y no me echaron todavía – dijo ella riendo 79


- OK, nos vemos - Chau, un beso. “Florencia, un día podré confesarte que te amo y ¿me perdonarás todas mis metidas de pata?”, pensó. Se bañó, se afeitó y se vistió con un pantalón de pana marrón, una camisa sport y una chaqueta de cuero marrón. Se sentía medio ridículo, pero iba a la casa de su “novia” a conocer a su “suegra”. Subió a su Fit, se puso en marcha y paró en una florería. Compró dos ramos de una docena de rosas rojas cada uno. Uno para la mamá de Florencia y otro para ella. Llegó a la casa. Está rodeada de un muro alto y tiene cámaras de seguridad. Andrés enfrentó su auto a la entrada y, al instante, se abrieron los portones. Entró su coche y allí estaba Florencia con unos jeans ajustados a su cuerpo que realzaban su figura. - Hola, señor, ¿a quien busca? - A una chica cabezona, pero muy bonita – dijo sonriendo - Se equivocó de casa. - Ah - Vení y dame un beso que siempre te tengo que dar yo. Andrés sintió que las piernas se le aflojaban. Le dio un beso en la mejilla - Esperá Florencia. Tengo algo en el auto - ¿Qué es? – dijo ella con esa curiosidad de niña que Andrés adoraba. - Este es para ti, dijo – dándole el ramo de rosas. - Ay, Andrés – dijo ella con los ojos llenos de lágrimas – ¡Qué belleza! ¿Y ese otro? - Para tu mamá - ¡Se muere! Entraron a la casa. - Mami. Este es Andrés. - Encantada de conocerte, al fin. - Lo mismo digo – dijo Andrés – dándole un beso y entregándole el otro ramo 80


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Ay, qué divinas. Con razón Flo habla maravillas de ti. Mami, no exageres que se lo va a creer. Pasá, Andrés. ¿No querés sacarte la chaqueta? OK, gracias. ¿Tomás algo? Florencia, ahora tengo que manejar – dijo sonriendo Bueno, pero uno chiquito no hace nada. Ahora me vas a explicar cómo aguantás a este infierno – dijo Macarena, la madre de Florencia. Conmigo se entiende muy bien. Nunca hemos tenido una discusión, excepto cuando se le mete que quiere hacer algo que no corresponde. ¿Y cómo se portó cuando fueron a Salto? Muy bien. Fue una gran compañía. ¿Viste mami? Soy una mujer madura y, además no tenés que averiguar las cosas como si fuera una niña. Flo, en muchas cosas, eres una niña, ¿no, Andrés? – dijo la mamá Hay que dejarla. Es uno de sus encantos. ¿Viste, viste? Eres un divino Andrés – dijo Florencia dándole un beso en la mejilla. Me dijo Flo que está ayudando a los Paz. ¿Qué problema, no? Si, la verdad es que es algo muy difícil. Pobres, yo los entiendo. Figurate, ni Dios lo permita, que me hubiera pasado con Flo. Me muero. Ay, si mami. Pero tú sabés que Andreina es muy especial. No se parece en nada a mí. Es cierto, pero uno nunca sabe. Ah, mirá ahí llegó tu padre.

A Andrés le vino una transpiración fría. Procuró que Florencia no se diera cuenta. - Hola papi, saludaron las dos. - Buenas noches. ¿Cómo está Ingeniero? Un honor tenerlo en casa. - Muy bien, doctor y gracias - Andrés, ¿eres bobo? ¿Cómo le vas a decir doctor a mi padre? Franz a secas y nada más. 81


Florencia, el Ingeniero sabe como tratar. No tenés que darle instrucciones. - Tú también, dejate de embromar. Qué Ingeniero ni Ingeniero. Andrés y nada más. - Bueno, usted manda señorita. Ha visto Andrés quien manda aquí. - No solo aquí – dijo Andrés riendo. Ya se habían aflojado las tensiones gracias a ese don que tenía Florencia de suavizar todas las relaciones. -

La cena transcurrió con un excelente clima de familia, de la manera que a Andrés tanto le gustaba. Al terminar, el doctor Bauer lo invitó a Andrés a tomar un café en la sala. Florencia, que se quedó con la madre preparando el café, le dijo - ¿Qué querrá decirle papá a Andrés? ¿No irá a preguntarle por su relación conmigo? - Ay, Flo, ¿estás loca? Además, ¿cuál es esa relación? Pensaba que son solo amigos o hay algo más que no me contaste. - No, no, somos amigos – dijo Florencia sonrojándose. - ¡Flo!, no me ocultes nada. Sabés que confío en ti y tú siempre confiaste en mí. - Es que, ¿sabés?, estoy que me muero por Andrés, pero tengo miedo que la diferencia de edad y por mi manera de ser, él no lo esté. - Pero, ¿pasó algo entre ustedes? - No, al contrario. Siempre me trata como si fuera su hermana menor, ¡te lo juro! ¿Qué hago mami? - Tener paciencia. Las más lindas relaciones se obtienen así: con paciencia. - Pero tengo miedo que lo gane alguna otra loca de esas que andas por ahí. - ¡Flo, no hables así! Tené paciencia que todo va a salir bien. Yo te lo aseguro. hablaban

Mientras tanto en la sala, Andrés y el doctor Bauer

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Nos contó Florencia que usted pensaba que viajando a Machu Pichu podría saber algo respecto a la hija de los Paz. Si, señor. Es evidente que deben utilizar ese sitio que, según dicen, tiene algo mágico, para ganar adeptos. ¿Y cómo haría el viaje? Hay que hacerlo por tierra. Así lo hizo Andreina y también sucedió en el caso de la chica que supimos en Salto. Es buena idea. Andrés, no dude para nada en pedirme lo que sea necesario para ir. Usted sabe que estimamos mucho al doctor Paz y a su señora. Si, señor, gracias Lo digo absolutamente en serio. Me enojaría que no lo hiciera.

En ese momento entraron Florencia y su madre. - Ya están hablando de trabajo y lo estás rezongando a Andrés – dijo Florencia. - No, te equivocaste – se adelantó Andrés – tu papá me estaba ofreciendo toda la ayuda que necesite para hacer el viaje a Machu Pichu. Florencia, torciéndole los ojos, le dijo - ¿Y cuándo irías? - Dentro de una par de semanas, cuando tenga la licencia. - Papá te puede arreglar eso - No, Florencia, no podemos mezclar una cosa con otra. Mi trabajo en la Planta es un pequeño engranaje para todo funcione. No es cosa de largar todo solo por una corazonada. Hagamos las cosas con tiempo. - Realmente, tiene razón Andrés, -dijo la madre de Florencia – es cierto que los Paz están desesperados, pero nada adelanta enloquecerse. - ¿Vieron que serios son mis amigos? – dijo Florencia, riéndose. Andrés, cuando ya habían tomado el café, se levantó - Bueno, tengo que irme. Mañana es día de trabajo. Florencia, ¿me alcanzás la chaqueta? - Si

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Macarena, Franz, un placer. La verdad es que pasé muy bien junto a ustedes Gracias a ti – dijo Macarena – que se repita Lo mismo digo – agregó Florencia que traía la chaqueta.

Florencia lo acompañó hasta el auto - Florencia, ¿te llamo mañana? – dijo Andrés. - Mejor que lo hagas. Andrés hizo que no se dio cuenta, le dio un beso en la mejilla y subió al auto, bajó la ventanilla - Ah, Florencia, mirá que ya hice el giro a tu cuenta. - Lógico, si no te lo hubiera reclamado – dijo riéndose con la mano.

Andrés puso en marcha el auto y ella le tiró un beso “Esa actitud me enloquece. Un día de estos me tiro del auto, la abrazo, la beso toda y le digo cuánto la amo. ¡Cobarde, no te animás!”, pensó Andrés Llegó a su casa, guardó el auto y se fue a dormir.

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CAPITULO VI

Al llegar a la Planta, el Ingeniero Sánchez, que entraba junto con él le dijo - Aguiar, ya veo que con auto. Era hora muchacho. Usted se lo merece. - Gracias, Ingeniero. - ¿Podrá tener hoy el informe de las máquinas nuevas? - Si ya lo tengo. Justamente ahora iba a entregárselo. - No, no me lo entregue ahora. Llévelo a la reunión de gerentes así le presentamos la idea a todos. Písale a mi secretaria que haga suficientes copias. - Está bien. Andrés fue hasta su oficina, recogió el material y fue a ver a la secretaria del Ingeniero Sánchez. - Hola Dolores, ¿cómo estás? - Buen día, Ingeniero. ¿Cuándo me vas a decir Lola? Dolores es una chica de unos 35 años de pelo muy corto, castaño oscuro, tez bien blanca, figura espigada y unos tremendos ojos negros. - Sabés que nunca, no me gusta. Dolores te queda mejor - Lo voy a pensar, ¿qué necesitabas? - El Ingeniero Sánchez me pidió que hicieras fotocopias de este informe para todas las personas que van a la reunión de Gerentes. - Listo, no te preocupes. Y tú, ¿seguís sin novia? - Por ahora. - Mirá que largo a mi novio y te pesco. Andrés se rió de la ocurrencia de la secretaria, y se fue. La reunión de Gerentes, a la que Andrés tuvo que concurrir, comenzó más tarde que de costumbre y se prolongó debido al estudio de la compra de nuevas máquinas. Cuando terminó ya había pasado la hora de almuerzo, así que Andrés se conformó con un bizcocho y un café que tomó en su oficina. 85


Siguió trabajando en el mismo asunto porque tenía que pasar el detalle de productividad y amortización al Contador Terra. Estaba metido en eso cuando sonó la sirena de las 16:00. Se quedó un rato más y, cuando vio que ya tenía todos los datos para pasarlos mañana, cerró la computadora y su escritorio y se fue para su casa. Cuando iba en viaje sonó su celular. Nunca se hubiera ocurrido atender manejando. Al ratito sonó otra vez avisando que tenía un mensaje. Llegó a su casa, se quitó la campera y vio el mensaje: “Andrés, se que deberás estar ocupado. Cuando puedas llamame. Florencia”. Enseguida la llamó - Florencia, perdoname que no te atendí, pero venía manejando. - Me imaginé. Tengo que hablar contigo. ¿Voy para ahí o me venís a buscar? - ¿Es muy urgente? ¿No podés adelantarme algo? - Es re urgente y solo se puede hablar personalmente - Bueno, está bien. En un rato paso a buscarte - Dale, beso “Ay, ay, ¿qué será esta vez? ¿Habré metido la pata anoche? ¿Y si me dice que me ama? ¡Me muero allí mismo!”, pensó riéndose de la última ocurrencia. Al rato llegó a la casa de Florencia. Se bajó, tocó timbre y por el intercomunicador oyó la voz de Florencia que dijo - ¡Ya voy! Mientras Andrés iba al auto, ella salió corriendo y lo tomó de atrás tapándole los ojos. - ¿Quién soy? - Esas manos las distinguiría siempre – dijo Andrés dándose vuelta de tal manera que sus caras quedaron casi pegadas. Ella se separó sonrojada - No vale, quería darte una sorpresa. - Eres como una niña 86


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¿Te molesta? No, al contrario. Me encanta. Bueno vamos que tenemos que hablar. Adonde vamos. Vamos al Club de Tenis

Andrés tembló pensando que podría aparecer Mechi, pero se dijo “¡que pase lo que Dios quiera!” Llegaron y se sentaron a tomar un refresco Bueno, Ingeniero. ¿Qué habló ayer con mi padre? – dijo Florencia poniendo cara de persona seria - Hablamos de varias cosas. Nada de trabajo, te lo juro. - Ya se, pero ¿qué le dijiste del viaje a Perú? - Le expliqué cuales eran las razones para hacerlo. - Y él, ¿qué te dijo? - Se ofreció a darme toda la ayuda que fuera necesaria, por lo que estima a los Paz. - ¿Le dijiste que yo voy también? - Ay, Florencia, ya te dije que es algo peligroso y que, además, no está bien que hagas un viaje como ese conmigo. - Pero yo quiero ir contigo - No me pongas esa carita que me ablandás y después hago disparates Andrés levantó la vista y vio que Mechi venía hacia ellos. Se levantó - Hola Mercedes, ¿como estás? - Andrés, hacía tiempo que no te veía. - Te presento Florencia, Mercedes - Hola – dijo Mercedes. Florencia ni contestó - Bueno los dejo voy a jugar - Chau - ¡¿Quién es esa loca?! - ¡Florencia!, te puede escuchar. - Qué me importa. ¿No viste cómo te miraba? Te quería comer con los ojos. - Es una amiga de mi hermana. - Perdoname, ¡pero qué amigas tiene tu hermana! -

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Bueno, ya está. ¡Ya está, nada! ¡Si viene otra vez le arranco los ojos! ¿Te podés calmar? ¿Y tú querés que te deje ir solo a Perú? ¿Mirá si te agarra una loca de estas? Florencia, no vamos a pelear por esto. Nunca peleamos. Tenés razón. Guillermo y Carolina se van para Salto el sábado. Ojalá tengan suerte. La verdad es que no creo que Andreina esté allí, pero no se pierde nada con probar. Otra cosa que quería decirte. Mañana me voy con mami a Punta del Este. Papá quiere que arreglemos la casa para el verano. Hablar con jardinero, el de la piscina y todo eso. ¿Y vuelven? Creo que el domingo o el lunes. Depende de qué nos encontremos. ¿No querés venir? Florencia, no corresponde. ¿Y entonces con quien peleo? No te las agarres con tu madre, por favor No bobo. Te llamo cada cinco minutos. ¡Ya se que eres capaz! No, quedate tranquilo. Pero no te juntes con locas. ¡Qué control! ¿No? Alguien tiene que controlarte. Ah, ¿cuándo voy a conocer a tus padres? Un fin de semana vamos OK. ¿Nos vamos? Mami está sola y no quiero dejarla tanto rato. Si, lógico.

Llegaron a casa de Florencia. Ella le dio un beso en la mejilla, se bajó y Andrés se la quedó mirando como entraba. Ella se dio vuelta y le tiró un beso. Cuando Andrés llegó a su casa eran las 20:00. Había pasado por el supermercado a hacer las compras. Sonó su celular - Andrés, Mechi - Hola, ¿qué hay? - Ya vi que te gustan las chicas finas. ¿Por donde andas? 88


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- Voy rumbo a casa. - ¿A qué hora estarás allí? - En una hora más o menos. - Bueno, si no te molesta, voy a las 9 o 9:30 de la noche. - OK “¡Otra vez carnaval! Esta mujer me va a enloquecer”, pensó Antes de salir estuvo verificando las cuentas de los bancos. Cuando vio el estado de cuenta en la que había abierto con la hermana, pegó un salto: habían varios créditos que, al final daban un saldo a favor de U$S 350.000. “¿Qué es esto?”. Salió apurado hacia Pocitos. Al llegar tenía que vestirse apropiadamente para ser su “otro yo” A las 9 y media de la noche sonó el timbre del departamento. Andrés fue a abrir. Era Mechi - Hola, ¿cómo estás divino? - Bien, Mercedes. No esperaba verte hoy - ¿Mercedes? ¿Qué es eso? ¿Me cambiaste el nombre? ¿Ya no hay confianza entre nosotros? Ah, ya sé fue la tilinga esa que estaba contigo. ¿Una nena bien, no? A Andrés le dio un ataque de furia por como se refería a Florencia, pero se dio cuenta que Mercedes estaba borracha o drogada y se calmó. - No, Mechi, me salió así. Además la chica con quien estaba es solo una amiga. - Está bien. Dame un whisky. Andrés no quería discutir. Quería aclarar lo de la cuenta, pero le parecía difícil en el estado en que estaba ella. Le alcanzó un vaso de whisky y él se sirvió otro, para disimular. - Me dijiste que venías por algo - Si, dame un cheque por U$S 300.000. Mañana quiero comprar un departamento y lo quiero pagar al contado. - Pero Mechi. Esas son transacciones que no se hacen así como así. Andrés se dio cuenta, además que en el cheque figura su verdadero apellido. Ella se iba a dar cuenta. 89


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Ay, no sé, nene. Me dijo tu amiga Paola que ella se encargaba. Está bien, pero te lo doy cruzado. Es mucha plata. No te preocupes. Capaz que mañana te pido más. ¿Vamos a la cama? Mechi, no te ofendas, pero tú no te sentís bien. No va a resultar. Creo que, por primera vez un hombre me dice que no, pero ¿sabés?, tenés razón. Esto hay que hacerlo cuando uno puede sentir y hoy no siento nada.

Ella se tambaleó al pararse, tanto que Andrés tuvo que sostenerla. - Ere divino. ¡Cómo sabés tratar a una mujer! Me voy. ¿Sabés donde guardé el cheque? - En tu cartera. Por favor si tenés algún problema, avisame. - Llamame un taxi que voy bajando. Andrés tomó el teléfono y llamó a un taxi. Le dijeron que en 3 minutos estaba en la puerta. “Mientras esta loca baja, el taxi ya está allí”, pensó. Cuando Mercedes se fue, Andrés se sentó, tomó el teléfono y trató de encontrar a Paola. Imposible. Siempre le daba fuera de servicio. “¿Qué hago? Estoy seguro que esto es una estafa o un lavado de activos y yo metido en el medio. Quien me la haya hecho, me la hizo bien. Me cagó para toda la vida.” Se cambió, bajó, se subió en su Fit y se fue para su casa. No quiso cenar. Estaba totalmente desorientado. No tenía idea de cómo hacer para frenar el caos que se estaba desarrollando. Comenzó a tener miedo por lo que podría pasarle. Se levantó muy temprano porque casi no pudo dormir. Preparó el mate y se puso a escribirle un mail a su madre. Tuvo mucho cuidado de no mencionar a nadie que pudiera comprometerlo y menos a Florencia y su relación con ella. En otro momento y en otra situación, hubiera sido a la primera que le habría contado que estaba enamorado.

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UN HOMBRE Y SU VIDA

Cuando llegó la hora, salió se subió al auto y se fue a la Planta. Llegó temprano y se puso a ordenar los papeles que debía entregarle al Contador. Cuando la Planta ya estaba funcionando, hizo una recorrida y, al no haber novedades, llevó el informe al contador y volvió a su oficina quedándose con la mente en blanco. Todo sucedía como en una pesadilla. Pensaba y pensaba cómo salir de esto. No tenía a quien consultar. Volvió a tratar de hablar con su hermana y esta vez le contestó - Andrés, ¿qué querés? - Paola no me gusta nada lo que está pasando. - ¿Y qué está pasando? Él le contó lo pasado en la noche anterior - ¡Qué mina hija de puta! – dijo Paola – le está robando toda la plata a Francisco. - Si, puede ser, pero yo estoy en el medio - Quedate tranquilo. Ya lo vamos a arreglar. - Paola no quiero más líos. Dame el número de tu cuenta y traspaso todo. - ¿Estás loco? Así se descubriría todo. Cortó ya en un estado de desesperación que le dieron ganas de llorar. “Capaz que si Florencia estuviera en Montevideo, le contaría todo.” Sonó su celular. Ya eran las 16:30. No se había dado cuenta de almorzar ni de la sirena de las 16:00. Era Florencia. - Hola mi ángel de la guarda - Hola, ¿cómo estás? - ¿Qué te pasa Andrés? Noto en tu voz cierta tristeza - No, nada. Debe ser cansancio y que te extraño – dijo tratando de reír - Algo te pasa. Te conozco bastante. ¿Querés que me vaya para allí? Mami se puede arreglar sola. - No, gracias, Florencia. Me voy para casa y me acuesto a descansar. - Llamame, ¿si? - Si, cabezona, te llamo 91


- Un beso - Otro grande para ti Andrés estuvo a punto de decirle que se viniera o que él iba a Punta del Este, para contarle todo, pero se contuvo. Se fue para su casa. Se sentía como si le hubiera pasado un camión por arriba. Al llegar, guardó el auto y, cuando iba a abrir para entrar, se dio cuenta que, de un auto blanco que estaba para enfrente, se bajaron dos hombres vestidos de traje y corbata. Un de ellos dijo - Ingeniero Aguiar, ¿podemos hablar con usted? - Si – dijo Andrés titubeando - Yo soy el Inspector Atilio Ramos y él es el Inspector Pedro Guardia de la Dirección de Investigaciones, Departamento de Delitos Complejos – dijo el que parecía ser mayor, mostrándole, ambos, sus credenciales. - Díganme en qué puedo ayudarlos - Podemos pasar. - Si, adelante. Perdón. Pero quedé tan sorprendido. ¿Algún problema con mis padres o alguien conocido? Tomen asiento. - No, no se preocupe – dijo el policía mayor – en realidad queremos pedirle su colaboración. Ante la cara de asombro de Andrés, el otro policía,

le dijo. - Sabemos que usted tiene relación con la señora María Mercedes Dante. - Si, es cierto, pero déjenme que les explique. - No, Ingeniero, perdóneme, pero antes quiero explicarle en qué consiste nuestro pedido. Sospechamos que esa señora, conjuntamente con otras personas están llevando a cabo algo que puede ser lavado de activos o una estafa muy grande. Sabemos que, en una cuenta que está a su nombre se han depositado grandes cantidades de dinero que luego ha sido retirado por esta señora. Sabemos, además que le dijeron que pusieron a su nombre un departamento en Pocitos y un automóvil muy caro.

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Todo lo que usted dice es cierto, pero créame que fui engañado en mi buena fe. Me hicieron un cuento que quizás sólo un idiota como yo se lo creería.

“Voy a tratar de proteger a Paola. No se si podré pero, por ahora, no la voy a nombrar” pensó. - Sabemos que usted no está directamente involucrado y ¿sabe cómo nos dimos cuenta? Cuando usted compró su auto, el dinero lo sacó de otra cuenta, en otro banco, también a su nombre. - Pero, entonces, ¿estoy en las redes de esa mujer? - Y de sus cómplices, porque sospechamos que, detrás de todo esto hay una organización muy grande. - La verdad, me jodieron. Díganme que tengo que hacer. - Nada en particular. Usted ya sabe cómo parece que son las cosas. Queremos, si usted está de acuerdo, que le siga el juego a esta señora que es, hasta ahora, la cara visible. Puede decirnos que no, intervenimos la cuenta corriente y se termina, pero eso haría que se dieran cuenta y, probablemente, escaparían. - No, ahora estoy dispuesto a ayudar, aunque sea para vengarme. - Bien – siguió en otro policía – usted seguirá teniendo la misma relación con esta señora. Lo único que tiene que hacer, cada vez que ella le pide un cheque o un giro, mandar un mensaje de texto con la cantidad a este celular. - ¿Sólo eso? - Si, pero debe seguir tratando todo con la mayor naturalidad como si no supiera nada. Un cosa más. Sabemos que es amigo de la señorita Florencia Bauer. - Si, es una gran amiga - No se deje ver demasiado con ella públicamente. - ¿Podrían hacerle algo? - No creemos, pero tenemos que estar precavidos. Es gente sin ningún escrúpulo y se mueve en altas esferas económicas. Ahora díganos sus dudas. - Antes que nada, dentro de una semana tengo que viajar. Quizás esté más de una semana fuera del país.

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Hizo bien en advertirnos. Quédese tranquilo. Nosotros pondremos una protección para la señorita Bauer. - Pero debe ser discreta. No quiero que Florencia se entere de todo esto. - Quédese tranquilo. Hace días que lo venimos cuidando a usted y no se había dado cuenta. - ¿Si?, es cierto. Hay algo que me dijeron que me quedó dando vueltas en la cabeza. - Díganos qué es. - ¿Qué pasa con el auto y el departamento? Ustedes dijeron que están a mi nombre. - No Ingeniero, le dijeron a usted que está a su nombre, pero ambos son rentados a nombre de alguien que no hemos podido hallar. ¿Le dieron los papeles? - No, es cierto. ¡Qué idiota que soy! - Bueno, ahora está enterado de cómo son las cosas. Está en sus manos que pueda ayudarnos. - Gracias. Perdóneme no les convidé con nada. Quieren tomar algo, algún refresco. - No gracias, Ingeniero, ya nos vamos. Por favor, ante cualquier situación que estime de peligro, llámenos. Se levantaron, saludaron a Andrés y se fueron. -

Andrés quedó pensando “¿Dónde encajará Paola en todo este puterío? No puedo decirle nada. Tengo que seguir. Pero por otro lado me siento como se me hubieran sacado un balde de plomo de encima. ¡Son delincuentes!” Sonó su celular - Hola, divino, quiero verte. ¿En qué andás? - Hola Mechi. Nada. terminando las tareas de un viernes. - ¿Podemos vernos un rato? - Si me das tiempo para terminar. - Bueno, en hora y media te veo en tú departamento. - OK Andrés tenía que llamar a Florencia y apurarse a ir hasta Pocitos. Tomó el celular y llamó - Florencia, aquí tu esclavo reportándose

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¡Andrés! ¡Qué alegría! Se nota que descansaste. ¿Qué hacés? Nada estoy en casa esperando a Ramón para ir a comer. ¿Quién es Ramón? Un compañero de estudio. Hace años que no lo veo y hoy me llamó – mintió Andrés sabiendo que Ramón se había ido a vivir a España. Seguro se van de parranda con unas locas ¿Celosa? No entiendo por qué. Ya te dije, las mujeres son fatales y yo cuido a mis amigos de esas locas. Bueno, te aseguro que no habrá locas como tú decís. ¡Qué duermas bien! Gracias. Tú también. Un beso grande Otro, más grande, para ti.

Andrés se sentía tan bien que casi se olvida de la cita con Mechi. Salió disparando, se subió a su Fit y se fue al departamento de Pocitos. Entró el auto y subió rápido a cambiarse. Tocaron timbre en la puerta Hola divino Mechi, qué rápido viniste. Es que cada día te necesito más. ¿Por qué no nos vamos a otro país a vivir juntos? - No seas loca. Eres casada. - Ay, si, no me lo recuerdes. Dame un whisky doble, sin hielo. - ¿No te hace mal tomar? - No precioso, me excita más. “Bueno ya comenzó el baile”, pensó Andrés - Ah, antes que me olvide, pichón, dame un cheque por doscientos. - No me fijé el saldo. No quiero sobregirarme. - Quedate tranquilo hay mucho más. Andrés hizo el cheque y se lo entregó. Ella lo guardó en la cartera. - Vení, vamos a la cama a jugar un rato. -

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“Otra vez, puta de mierda, me das asco” pensó Andrés, pero enseguida pensó en lo que le habían propuesto los policías. Allá fue. Ella lo desvistió y tuvieron sexo en forma brutal. Ella era como una potranca salvaje que solo quería saciar su deseo. -

Ambos quedaron tendidos en la cama. Mirá que eres aburrido. No tener ni siquiera un porro. No fumo – dijo Andrés disimulando su rabia. Bueno, me voy a ver si consigo.

Se metió en el baño, se vistió dejando sábanas y toallas por el piso y se fue. Andrés, se bañó, se vistió y anotó en su celular un mensaje de texto “200.000” y lo envió al celular que le había indicado los policías. Salió del departamento, paró en una parrillada a cenar y luego se fue para su casa. Extrañaba no poder llamar a Florencia. Como ya eran las 23:30, decidió acostarse. Sonó su celular. Miró. Era Paola - Hola, Paola, ¿qué querés a esta hora? - Solo saber como andan las cosas con Mercedes. - Todo lo bien que se puede andar con una loca de mierda. - ¿Ya empezaste? Sabés que es por poco tiempo. ¿Te ha dado plata? - Si - ¿Cuánto? - Ay, Paola, no jodas a esta hora. ¡yo que sé! No me acuerdo - Está bien, no importa, después hablamos. - No se te ocurra despertarme mañana. Ah, llamá a mamá. Los otros días me preguntó por vos. - ¡Qué vieja pesada! Cuando pueda la llamo. Chau Andrés apagó la luz y se quedó pensando en lo conversado con los policías hasta que se durmió.

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UN HOMBRE Y SU VIDA

CAPITULO VII

Cuando se despertó Andrés, eran las 8:30 de la mañana. Se desperezó, fue al baño y luego se preparó el mate. Se vistió de jeans, remera y zapatos deportivos. Tomó el auto y se fue a la Plaza Virgilio. Se sentó allí mirando el espectáculo de la vista de la ciudad en una mañana luminosa. Pero sus ojos se empañaron recordando la vez anterior. No estaba allí Florencia, esa campanita, como la llamaba él. Sonó su celular. Era ella. - Atorrante. Seguro que todavía estás durmiendo – dijo ella riéndose. - ¡Te equivocaste! ¿A qué no sabés dónde estoy? - Seguro que con alguna loca. - No con muchas. Escuchá… Dejó el celular la aire ya que había un montón de niños jugando - Hola, ¿estás en un jardín de infantes? ¿Te querés hacer el niño? – dijo Florencia y largó una carcajada - No, cabezona, estoy en la Plaza donde estuvimos. - Ay, ¡malo! ¿pero si yo no estoy? - Ya me di cuenta. - ¡Tengo una noticia! Me vuelvo mañana - ¡Qué suerte! Exclamó él con alegría. - No esperaba tanta efusividad Se hizo un silencio. A Andrés se le había escapado aquella expresión desde lo más profundo de su ser. - ¿Estás ahí? - Si, niña acá estoy - ¿Sabés? Estoy segura que te pusiste colorado – dijo riéndose - No me tomes el pelo. - Bueno. Mami me va a matar porque no la ayudo. Mañana en cuanto llegue, te llamo. Un beso grandote. - Un beso. “Soy un imbécil ¿Por qué no le digo mi amor?” 97


Como ya era la 1 de la tarde, fue y se comió un chivito canadiense con un refresco. Se subió al auto para ir a su casa a arreglar algo de la ropa y limpiar. En el trayecto sonó el celular varias veces. “Qué esperen” pensó Cuando llegó revisó las llamadas perdidas: todas eran de Mechi. La llamó - ¿Me buscabas? - Ay si, pichón. Estoy aburrida. Vení a buscarme y vamos a algún lugar íntimo. En tu casa no porque es de día y me ve todo el mundo. - ¿Y dónde querés que te vaya a buscar? - A la casa de mi amiga, ¿te acordás? - Si, esperame en 45 minutos estoy. - Apurate. Otra vez a cambiarse y salir para Pocitos a cambiar de auto. Llegó en el Mini a la puerta de la casa de la amiga de Mechi. Ahí salió ella, “haciéndose la nena” pensó Andrés y después se dijo “¿Son cosas mías o se le notan más los años? Debe ser la rabia que le he tomado a esta mujer. Calmate Andrés”. - Hola, mi pichón, ¿Cómo estás? - Bien, Mechi, sorprendido. Cada vez estás más joven – mintió Andrés - Ay, divino. ¡Como aprecio tu galantería! - ¿Dónde querés ir, Mechi? - A algún hotel de esos de la periferia donde podamos tener sexo más tranquilo. Mirá traje unos porros así fumamos. - ¡Ah, no, Mechi! Una relación no se basa solo en el sexo. Podemos, si querés, ir a tomar algo, a cenar o cualquier otra cosa. - Pero, ¿para qué te creés que te tengo? Solo para que me des lo que no me da el viejo de mi marido, o ¿ahora querés ser tipo novios? - No, no eso, pero siempre lo mismo puede llegar a aburrirnos. - ¡Mirá, guacho atrevido! ¡Dejame acá! No te quiero ver más. - Esperá Mechi. 98


UN HOMBRE Y SU VIDA

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No, nada. Y no me llames

Ella se bajó del auto dando un portazo y se fue. Andrés pensó “¿habré echado todo a perder? No lo creo, ya va a caer por la plata. Soy el único camino que tiene para hacerse de ella. Pero si se fue todo al carajo, no me importa. ¡No la aguanto más!” Andrés se fue a Pocitos, dejó el Mini y se fue en su Fit a su casa. Cuando llegó, se preparó un mate y se puso en la computadora a averiguar cómo podía hacer el viaje a Machu Pichu. Estuvo un rato largo sacando datos, viendo itinerarios. Se daba cuenta que aquél viaje no iba a ser fácil. Sonó el celular anunciando que tenía un mensaje. Lo abrió y leyó: “Si el señor no está muy ocupado, puede llamarme”. Era un mensaje de Florencia. Enseguida él la llamó - ¿Qué hacés cabezona? - Andrés, no seas malo. No me llames así. - ¿Y como te gustaría que te llame? - Nena linda, tesoro o cualquier otra cosa linda. - Bueno, angelito mío - No me tomes el pelo. ¿Qué hacés? - Estaba buscando información sobre el viaje a Perú - ¿Y encontraste algo? - Si, obvio. Pero estimo que va a ser algo complicado. Creo que voy a viajar el viernes. - ¿Ya? - Si, Florencia. No podemos perder el tiempo. Si los Paz no encontraron nada en Salto, tengo que ir a buscar un posible camino para encontrar a Andreina. - Tenés razón. Es que me da pena porque no te voy a ver por quien sabe cuántos días. Andrés se dio cuenta que ella había desistido de acompañarlo, pero no dijo nada - Sabés, Andrés, estuve hablando con mami de ese viaje y me convenció que tú tenías razón. Que es mejor que viajes solo. - Está bien, pero, ¿no estás enojada? 99


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No, cuando llegue mañana te cuento lo que hablamos con mami. OK Bueno, seguí con lo tuyo, Sabés que yo siempre te voy a estar acompañando. Un beso, Florencia. Uno muuuuuy grande para ti.

Cuando cortó la comunicación, Andrés se sentía feliz. Ese era el estado de ánimo que le dejaba siempre Florencia. Estuvo un tiempo más en la computadora y luego, cenó algo que tenía preparado y se fue a acostar. En cierto modo estaba contento, también, por haber puesto a raya a Mercedes. A pesar de ser domingo, Andrés se levantó temprano. Eran las 8 de la mañana. Se preparó un mate y puso la ropa a lavar. Tomó el teléfono y llamó a su mamá. - Hola, vieja… si soy yo Andrés… bien, disfrutando de un domingo tranquilo… ¿Y el viejo?...No, no la he visto, hable ayer con ella y le dije que te llamara… Llamala al celular…Si, es cierto te identifica y no te contesta…Si la veo o hablo con ella le vuelvo a repetir…Un beso, vieja y otro para papá. Luego de cortar se pudo a limpiar y a ordenar el departamento. Hacía días que no lo hacía. Eso le llevó toda la mañana a tal punto que, cuando se fijó la hora eran las 2 de la tarde. No tenía ganas de salir a comer afuera, así que se preparó un churrasco y unos huevos. Tomó una copa de vino. Cuando terminó lavó todo y se acostó a leer un libro. De pronto lo despertó el ruido de su celular. Lo tomó y miró: era Florencia - Vago, ¿En qué andas? - Estaba acostado y me dormí. - ¿Te parece apropiado para un hombre joven? - Si, me parece – dijo él riendo. - ¿Vas a estar en tu casa? - Si, ¿por? 100


UN HOMBRE Y SU VIDA

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Voy para allí. ¡Esperá!, te voy a buscar. Me tomo un taxi. Dormido como estás quien sabe si llegás hasta aquí. Nos vemos.

Andrés había terminado de sacar la ropa colgada en el patio cuando sonó el timbre. Abrió - Hola mi ángel guardián – dijo Florencia - ¡Hola! – dijo Andrés abrazándola, pero soltándola enseguida - ¿Cómo estás? ¿Me extrañaste? - Estoy bien y si, se te extraña por tu bochinche. - ¡Malo! Estás igual de lo que dicen en casa. - Vení, vamos a sentarnos. ¿Querés tomar algo? - Si, mate - ¿Cómo? ¿Mate? - Tengo que dejarme de guarangadas de nena. Si tú tomás mate, yo también. - Está bien – dijo Andrés y fue a poner el agua a calentar para preparar el mate. - Andrés, tres cosas - Si, decime. - Seguro que esta noche llegan Guillermo y Carolina desde Salto. Quiero ir contigo mañana a verlos para saber si averiguaron algo. No creo, porque si lo hubieran hecho, nos hubieran avisado, pero, por lo menos saber cómo les fue. - Está bien. Arreglá a qué hora con ellos, después de las 4 y media de la tarde. Qué más. - Lo que hablamos con mami del viaje a Perú. Ella me dijo que cada vez te tenía más confianza. Que realmente pensabas como una persona adulta y que yo tenía que hacer caso a tus decisiones que eran las correctas. ¡No sabés! Te dejó por allá arriba. - No te voy a decir que me alegro, pero sinceramente voy más tranquilo. Lo único que te voy a pedir es que, mientras yo no esté, te cuides mucho. - ¿Por? 101


En ese momento Andrés se había puesto a preparar el mate y vio que ella lo miraba con algo de extrañeza. “Casi meto la pata” pensó Andrés - Porque no me gusta que andes de noche en la BMW. Sabés que la calle está peligrosa. - Te prometo que me voy a cuidar. - Tomo el primer mate porque dicen que es el del “bobo”. - Está bien -

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Luego de tomarlo, le cebó uno a Florencia. ¿Y qué es lo tercero? Aquí viene el lío – dijo ella riendo. ¿Cómo está el mate? ¿Qué lío? ¿Qué se te ocurrió ahora? El mate está bien. No es feo. No sé porque no me gustó la primera vez. Bandida, no me ocultes lo que tenés que decirme. Bueno, no podés viajar ni el viernes ni el sábado – dijo Florencia muy rápido y en voz baja. ¿Y cuáles son las razones por las que no puedo viajar esos días? Me tenés que acompañar a un casamiento de una amiga, el viernes – dijo ella con la cara que siempre derretía a Andrés. ¿A un casamiento? Si, se casa Stephanie, mi amiga, ya nos invitó. El casamiento es en una iglesia en Carrasco y la fiesta en una chacra en las afueras. Ah, Florencia. Tú sabés que no me gustan las reuniones. Además me voy a sentir totalmente desubicado. ¿Y querés que vaya sola como la única mujer que no tiene un hombre que la acompañe? No me pongas esa cara porque sabés que me vas a ganar. ¿Me vas decir que me acompañás? Si ¡Viva! – gritó Florencia, dando un salto y abrazando a Andrés. Bueno, está. ¡Me vas a matar! Tiene razón Mami. ¡Eres una pieza única! Si, de anticuario 102


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Ay – dijo ella largando una carcajada – no se me había ocurrido. Repetilo y te mato. Aclarame algo. ¿Cómo hay que vestirse para el casamiento? De traje nomás. Con tu pinta, está todo bien. Cargame todavía. Bueno, contame que has hecho estos días Nada en particular. Salí a comer con mi amigo y después a casa. ¿No anduviste con esas locas que te persiguen? No, pero, ¿me estás controlando? Seguro – dijo ella y las mejillas se le enrojecieron – Ya te dije que te tenés que cuidar de las mujeres. Ah, está bien y tú que hiciste. Anduviste con los locos de tus amigos Andrés, ¿estás loco? Estando con mamá no te podés mover. ¿En serio? Si, es cierto. A tu casa puedo venir porque saben quien eres, pero a pesar que soy semejante grandulona, no me dejan salir con cualquiera. Me alegro, por lo menos ya sé que no soy cualquiera.

Habían terminado de tomar mate y ya había oscurecido. - Florencia, te llevo hasta tu casa. - ¿Me estás echando? - Si, porque mañana trabajo - Está bien, te lo decía en broma. Vamos Salieron en el auto de Andrés y se fueron a la casa de Florencia. Al llegar, ella le dijo - ¿No querés bajar? - No te enojes, pero quiero acostarme temprano. - Tenés razón. Dame un beso tú, porque siempre te saludo yo. Andrés le dio un beso en la mejilla. - Chau. - Chau, dijo ella 103


Cuando Andrés se iba, ella le tiró un beso con la mano, como hacía siempre. Andrés llegó a su casa, guardó el auto y se fue a la parrillada a comer algo. Luego volvió, se bañó, se afeitó y se acostó, quedándose dormido enseguida.

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CAPITULO VIII

Para ser lunes, estaba todo tranquilo en la Planta. Todo funcionaba sin problemas. Como era su costumbre, Andrés la recorrió conversando con el capataz sobre la nueva maquinaria que se iba a instalar. Después de almorzar, decidió llamar a su hermana Paola. Extrañamente, le dio libre. - Paola, tu hermanito. - Si, ya me di cuenta - Una pregunta: ¿hasta cuándo voy a seguir atendiendo a esta señora? Sabés que se me da mucho trabajo. Parezco Superman cambiándome de personalidad a las apuradas y según la circunstancias. - Falta poco. Capaz que la semana que viene Pancho procede. - La semana que viene no estoy. - ¿Cómo? - Si, tengo que viajar. - ¿Estás loco? ¿Cómo me vas a dejar cuando ya tenemos casi todo cocinado? - Bueno, retrasalo para la otra semana. Además el sábado la señora se peleó conmigo - ¿Cómo que se peleó contigo? - Si, no te puedo explicar por teléfono, pero se está poniendo pesadita. - Por favor, Andrés, no me eches a perder el plan. Me echarías a perder la vida. Sabés que mi futuro está en juego. - Bueno, pero ya sabés, la semana que viene no estoy. Me voy este viernes. - ¿Ufa, qué hacemos? - Consultalo con tu amorcito. - Chau.

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“No sé por qué se enojó tanto. Una semana más o menos no hace a todo el problema. ¿O será que Paola también está metida en problemas? No, no creo, a pesar que le gusta mucho la plata.”. La tarde se desarrolló sin mayores novedades. Toda la tarea se había reducido al control del funcionamiento de las máquinas. Cuando sonó la sirena de la 4 de la tarde, Andrés se fue a su oficina, tomó el celular y llamó a Florencia. - ¿Qué hace mi cabezona preferida? - Andrés. Te estaba por llamar. Lo que pasa es que papá me tiene prohibido llamarte en horas de trabajo - ¡Bien por tu papi! - Ahora se confabulan todos en contra mío. - No, no es así. Hay quienes, como yo, te apreciamos un poquito. - ¡Malo! - ¿Averiguaste a qué hora podemos ir a hablar con los Paz? - Si, hablé con Macarena. Está muy deprimida porque no encontraron nada. - Yo te había dicho, ¿te acordás? - Si fue lo que yo les dije. - Tenemos que ir con buena onda, ¿no? - Eso es lo que me gusta de ti, siempre tirás para adelante. ¡Grande Andrés! - Bueno, no te pases. ¿A qué hora vamos? - A las 6, ¿te parece? - Perfecto. Un beso. Chau. - Un beso Andrés salió tranquilo hacia su auto. Junto al auto estaba Dolores, la secretaria del Ingeniero Sánchez. - Andrés, ¿para dónde vas? - Para casa. - Hacia donde. - Parque Rodó - ¿Te molestaría dejarme en el centro? - No, no hay problema. Ambos subieron al Fit y Andrés se puso en marcha. - ¿Dónde te queda bien? – preguntó. 106


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Cualquier lado cerca del centro. Viste que salir de acá para el centro es casi imposible. Si, tenés razón

Mientras Andrés manejaba noto que Dolores le ponía la mano sobre su rodilla. Él evitó reaccionar y siguió como si no hubiera pasado nada. - ¿No te pasa nada conmigo? – preguntó ella. - Lola, que me habría de pasar. Tu tenés novio - Si, pero me gustás mucho. Quiero algo contigo. “¿Otro relajo? No, por favor, pero no quiero ser ni descortés ni ordinario” - Está bien, pero deberíamos hablarlo antes, ¿no te parece? - ¡Qué formal que eres! Ya me lo habían dicho - ¿Quién? - Las chicas de la Planta. Dijeron que siempre eres muy respetuoso con ellas. - ¿Y qué esperabas? - Nada, que un hombre soltero, a tu edad, le deben gustar todas las mujeres. - Esa es la fama que ustedes las mujeres nos hacen. Pero no es tanto así. Siempre tenemos corazón para una sola. - ¡No me digas que estás de novio! - No, no. Es que espero a esa chica que me mueva el piso – mintió Andrés. Para él Florencia es su novia del alma, aunque ella no lo supiera. - ¿Y no podría ser yo? - Lola, no seas mala - Ay, dejame aquí. Me queda bien. - ¿En serio? - Si, bárbaro. Un beso y hasta mañana. “¿De qué tengo cara? Del nabo de la fábrica.” Llegó a su casa, se bañó y afeitó y se vistió para ir a la casa del doctor Paz. Tomó el teléfono y llamó a Florencia. - Ay, Andrés me estoy bañando. Te llamo en un ratito – dijo ella 107


Andrés se rió, y se fue a hacer una café. Terminó el café y miró la hora. Eran las 5:15 de la tarde. Tomó el teléfono y llamó otra vez a Florencia - Florcita, ¿no estás pronta todavía? - ¡Andrés! Nunca me había llamado Florcita. ¡Qué dulce! Mientras tú venís estoy pronta. - OK, salgo para ahí. Andrés fue hasta el auto y partió hacia la casa de Florencia. Cuando llegó, se bajó y tocó timbre. Por el intercomunicador se oyó - ¡Ya voy! Al ratito salió Florencia con una sonrisa enorme. Andrés, que la esperaba junto a la entrada, le dio un beso en la mejilla y le abrió la puerta del auto. - ¡Ah, cómo estamos! – exclamó ella - Es lo que corresponde, ¿no? - Tiene razón, señor – contestó ella, riendo. Fueron hasta la casa del doctor Paz. Como de costumbre, les abrieron el portón y aparecieron los dos doberman. - Ya sé, dijo Florencia, esperá que los llamo. Una vez que los perros estuvieron junto a ella, Andrés se bajó del auto y se dirigió hacia la puerta de la casa donde estaba el matrimonio Paz. Se saludaron e hicieron pasar a Florencia y Andrés. - Bueno, cuenten, ¿cómo les fue? – dijo Florencia. - Antes de nada, ¿qué quieren tomar? – dijo Carolina - ¿Le molesta si le pido agua? – dijo Andrés. Tenía la boca seca. Este asunto fue el que lo relacionó al amor de su vida y así seguía considerándolo. - No, por favor, ¿y tu Flo? - No, gracias. - Bueno, pero no comiencen sin mi Carolina le trajo un vaso con agua para Andrés y dijo - Papi, relatales tú, como nos fue. - Bueno – dijo el doctor – fuimos hasta el centro en la estancia La Aurora. No fue fácil conseguir que nos 108


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atendieran, pero luego de un rato de negociar, pudimos hablar con un hombre que, según entendimos, es un de los encargados del lugar. Nos estuvo hablando del “Shimani” y todo lo que, de alguna manera, a través de ti, Andrés, ya conocíamos. Nos recibió de una manera muy fría, pero cortésmente. En lo que fue terminante es en que las personas que están allí en la Casa de Redención, no están obligadas. Están porque son fervientes creyentes de esa filosofía. Nos mostró gente que se iba después de haber estado todo el día allí. - ¿Y pudieron saber algo de Andreina? – dijo Florencia - No, obviamente. Pero de una cosa estamos seguros. El “Shimani” no es una secta cerrada. Vas ahí por tu propia convicción y sales de allí como entraste. - Tendremos que buscar en otro lado – dijo Andrés - Si – continuó el doctor – cada vez se nos acortan más las esperanzas. No hemos recibido ninguna comunicación de Andreina. No tenemos ni idea de que estará pasando ni de dónde está. A Carolina se le caían las lágrimas. - ¡Animo Carolina! – dijo Florencia – estoy segura que Andrés encontrará un camino para hallarla. - Ay, querida, ¡es nuestra última esperanza!, ya no sabemos a quien recurrir - Mirá, Carolina, Andrés se va el domingo así que vamos a esperar. Se va el domingo por mi culpa. - ¡No digas así! – dijo Andrés - Es cierto – afirmó Florencia – el viernes se casa Stephanie y yo lo obligué a que me acompañara. - Ay, es cierto. Nos llegó la invitación para Andreina. No sabemos qué decir. ¡Es una familia tan bien! - Mantengamos todo como que Andreina hizo un viaje – dijo Andrés - Así es – afirmó Florencia. - ¿Y tú la vas a acompañar a Flo al casamiento? – preguntó Carolina - Si, casi me obligaron – dijo Andrés sonriendo.

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Flo, mantené amigos como Andrés. Mirá que no se encuentran a la vuelta de la esquina. Y tú, como Andreina, siempre tan loquitas, no aprecian a los buenos chicos. - Ay, Carolina. No me trates de loquita delante de Andrés, dijo Florencia riéndose. - Andrés – dijo el doctor – dígame cuánto dinero necesita. Los gastos del viaje corren por nuestra cuenta. - Por favor, doctor, no necesito. Créame que lo hago porque es mi gusto ayudarles. - No te gastes Guillermo – dijo Florencia – papá ya le ofreció de todo y no quiso nada. - Doctor, Carolina – dijo Andrés – necesito fotos de Andreina. - Sí, ya lo habíamos pensado y Caro preparó este sobre en que están las fotos más actuales de ella. Le dio el sobre a Andrés y, entonces, Florencia dijo - Vamos a unir nuestras manos para que el viaje de Andrés sea productivo - Si – dijo Carolina Se tomaron las manos los cuatro y, tanto a Carolina como a Florencia se le caían las lágrimas. El doctor tenía el ceño fruncido, evitando sus lágrimas y a Andrés se le nublaron los ojos. Luego de un rato - Vamos, Florencia – dijo Andrés - Si, vamos -

Saludaron y se fueron. Cuando ya habían salido de la casa de los Paz y estaban en la calle, Florencia se largó a llorar. - Florencia, ¿qué pasó? - Ay, Andrés, ¿te puedo pedir algo? - Si, pero, por Dios, no llores. - Pará el auto y abrazame muy fuerte. Andrés la abrazó y ella se acurruco entre sus brazos. Después, cuando ella parecía más calmada, le preguntó - ¿Decime que te pasó? - Nada, me puse a pensar en perder a la gente que quiero. Qué pasaría si desaparecieran mamá, papá o tú. ¡Qué horrible!

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Está bien, calmate. Vamos a mirar el lado positivo. Ahora estamos todos aquí y seguiremos así. Viste lo que dijo Carolina, un amigo como yo no se consigue así nomás – dijo Andrés con una sonrisa para disipar la tristeza. Ella tiene razón. Eres único. Gracias Andrés

Llegaron a la casa de Florencia. Ella le dio un beso en la mejilla a Andrés y se despidió casi sin palabras. Andrés esperó que entrara en la casa y puso en marcha el auto. Llegó a su casa sin darse cuenta. Guardó el auto, se hizo algo de comer, se bañó se afeitó y se fue a dormir. Le costó dormirse. Había quedado muy afectado por la angustia de Florencia. Cuando, al día siguiente, llegó a la Planta, hizo el recorrido de costumbre. Se acordó que hoy tenía que quedarse hasta más tarde porque correspondía la revisión y mantenimiento de la maquinaria. La mañana la pasó preparando el material para dicha revisación. Mientras estaba ocupado revisando el funcionamiento de una de las envasadoras, le sonó el celular anunciando que tenía un mensaje. Lo miró: “Cuando puedas llamame. Mechi”. “Ah, apareciste. Buenos ahora tenés que esperar. La llamaré cuando esté en casa, pero le voy a mandar un OK, para que no siga mandando mensajes”, pensó. Al medio día almorzó solo un sándwich y un refresco. Tomó el celular y llamó a Florencia. - Hola Florencia. ¿cómo estás hoy? - ¡Andrés! ¡Que suerte que llamaste! - ¿Por qué? ¿Pasó algo? - No, nada. Lo que pasa que quería pedirte perdón por lo de ayer, pero como papá me tiene prohibido llamar a la Planta, estaba esperando que salieras. - Pero, ¿por qué tenías que pedir perdón? - Porque ayer me porté como una niña boba. - Nada de eso, esas son algunas de las cosas que admiro de ti: tu sinceridad y tu espontaneidad. - ¿Me perdonás, entonces? 111


Boba, no hay nada que perdonar. Contame qué vas a hacer. Tengo que ir a probarme el vestido para el viernes y, además, mami quiere que la acompañe al Shopping. - ¡Cuidate!, hoy salgo tarde. - Si, ya sé. Te toca mantenimiento. ¡A cuántas nenas lindas tendrás trabajando para ti, hoy!, dijo riendo - Si, todas barbudas y algunas de bigotes Se sintió una carcajada de ella. - No te jorobo más Andrés. Un beso grande - Nunca jorobás. Es muy lindo escuchar tu voz. Beso “Yo sigo esperando para decirle que la amo y un día de estos aparece con individuo a decirme que se casa. ¿Por qué no me animo? Es que, a veces la veo tan niña que tengo miedo que se asuste y me mande de paseo. ¿Son pretextos, no?, cobarde”, quedó pensando. -

Al terminar la hora de almuerzo se enfrascó en la tarea de la tarde. La tarea se había hecho pesada porque había que cambiar toda una pieza de una de las máquinas. Recién a las 6:30 de la tarde, pudo salir para su casa. Al llegar, se bañó, afeitó y resolvió vestirse para ir al departamento e Pocitos. Tomó el auto y fue para allá. Cuando ya estaba instalado y se había servido un whisky, llamó a Mechi. - Hola, ¿cómo estás? - Andrés, ¡estuve esperando todo el día tu llamado! ¡Me tenés abandonada! Andrés estuvo a punto de decirle que la que se había bajado del auto, la última vez que se vieron, fue ella, pero en cambio - Estuve con mucho trabajo. Fijate que recién llego a casa. - ¿Estás en tu casa? Voy para ahí, entonces, si no te molesta. - No, para nada. Te espero. Se puso a mirar televisión y vio, en el informativo, que habían apresado a una banda que se dedicaba a estafar a gente muy acaudalada. La principal de la banda era una mujer que tenía como estrategia vincularse con gente de la alta sociedad. El procedimiento consistía en vaciar cuentas de altos ejecutivos con pretexto de hacer compras de bienes. “¿Será este el caso que me mencionaron los policías? Quizás esto que estoy viviendo no tiene nada que ver con lo que me dijeron y es, realmente lo 112


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que me dijo Paola. ¡Qué lío tengo en la cabeza! Para mejor no puedo llamarlos. Me dijeron que solo lo hiciera en caso de peligro y no hay ninguno a la vista. Por lo menos creo yo,” pensó Andrés. Mientras estaba pensando, sonó el timbre. Abrió y entró Mechi, muy agitada. - Hola, ¿qué te pasa que estás tan agitada? - Andrés, estoy segura que mi marido me está haciendo seguir. No se si pude eludir a los hombres que me siguieron. - Bueno, tranquilizate. Tú siempre tan segura, sabías que podía pasar. Podrías haberme llamado y dejábamos vernos para otro día. - No, eso nunca. Tenía que verte. Me moría si no lo hacía. Me encanta estar contigo. Mechi tenía una falda negra ajustada. Al sentarse se le levantó hasta dejar parte de sus muslos a la vista. - Pichón, servime un whisky y sentate junto a mí. Andrés sirvió la bebida, se la alcanzó y se sentó en el mismo sillón pero algo alejada. - Ay, malo, vení a consolarme. Al acercarse a Andrés, se le levantó más la falda dejando ver todas sus piernas bien formadas y bronceadas. Le pasó la mano por atrás de la nuca de Andrés - ¿No te excita verme?, preguntó ella - Mechi, soy hombre. Pienso que cualquier hombre se excitaría al verte. - Entonces, ¿qué pasa contigo? - Sucede que yo soy algo diferente. Me gustan las relaciones tranquilas donde el sexo no es lo más importante. “¿Qué hago para no pasar por gay? Bueno, a esta altura no me importa. Ya no sé cómo encarar la relación con esta mujer. Cada vez que la veo se me cruza la cara de Florencia y me doy asco yo mismo. ¿Cómo he podido caer tan bajo?, pensaba Andrés - Ah, si ¿te parece? – dijo ella abriéndose la camisa dejando sus pechos al descubierto – mirá esto – siguió ella – dejaría derretido a cualquier ser sobre la tierra. - Tenés razón Mechi. - Bueno, dame tus manos y acariciame. Andrés no tuvo más remedio que aceptar lo que ella le decía, pero tuvo una sensación muy extraña, no sentía nada, era como estar 113


acariciando una pared. Él mismo se asustó y pensó “A mi edad no me puede pasar esto”. Hizo un esfuerzo y la besó, pero no se excitaba. - Estás extraño, Andrés, ¿te pasa algo? - No se. Quizás será que hoy tuve mucho trabajo y estoy muy cansado. - Para que veas que soy una chica buena, no te voy a pedir más. Es cierto, cuando uno está cansado solo piensa en dormir. Otra cosa, tenés que darme un cheque por trescientos. Andrés lo hizo y se lo dio. - Está bien, dijo Andrés. ¿No necesitarás más? Acordate que tengo que viajar. - No, está bien. ¿Cuándo te vas? - Mañana o pasado, no tengo claro todavía – mintió. - ¿Y cuándo volvés? - Creo que en diez días - Te voy a extrañar. Espero que vuelvas con más ganas. - Estate segura que voy a tener mucho más ganas. - Buen, pichón, me voy. Beso Abrió la puerta ella misma y se fue. Andrés se quedó pensando: “¿No decía que la seguían? ¿Cómo salió tan campante? No se por qué pero me da la idea que el tengo que cuidarme soy yo.” Tomó su celular y anotó 300.000 y envió el mensaje de texto al celular que le habían dado los policías. Se cambió de ropa y demoró un rato antes de salir. Bajo al garaje, se subió al Fit y se fue a la casa. Se preparó algo de comer y, luego de bañarse y afeitarse, se acostó. Al apagar la luz se puso a pensar en lo que le había pasado con Mercedes. Nunca había tenido esa sensación de rechazo frente a una mujer. Fue entonces que recordó algo que había leído hace mucho tiempo: Una mañana un veterano le contó a su nieto sobre la batalla que sucede en el interior de las personas. Él le contó, hay una batalla entre dos lobos dentro de nosotros: Uno es malvado y representa la ira la envidia, los celos, la tristeza , mientras el otro es bueno y representa la alegría, paz, amor, esperanza, verdad, compasión y fe. El nieto, después de pensar unos minutos, preguntó y ¿cuál gana? El viejo le respondió: El que tú alimentes. 114


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Andrés pensó: “Está ganando el bueno, es eso lo que me sucede.” Con ese pensamiento pudo dormirse.

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CAPITULO IX

Al llegar a la Planta, a la mañana siguiente, se encontró con la mala noticia que una de las máquinas que habían revisado el día antes, había fallado. Realmente preocupado Andrés fue, junto con el capataz, a ver que era lo que había pasado. Le relataron que la habían puesto en marcha y comenzaban con la elaboración cuando, de pronto, se detuvo. Pensaron en que alguien había pulsado el botón de pare pero no. Andrés se puso a revisar mientras el capataz llamaba a los mecánicos. Al final encontró la falla. Un cortocircuito en uno de los motores pequeños había hecho saltar la llave de seguridad. El problema es que había que cambiar el motor rápidamente para evitar que se echara a perder la producción del día. Trabajando a la par de los mecánicos, todos junto pudieron resolver el problema, colocando un motor nuevo y poniendo en marcha la máquina, salvando la producción. Al terminar, Andrés había quedado muy alterado. Eran las cosas que no le gustaba que le pasaran. Se preguntaba “¿cómo fue que ayer no detectamos la falla en ese motor? ¿Estaré fallando yo? Tengo demasiados problemas en la cabeza. ¡Quiero vivir tranquilo con Florencia y nada más!”. Esto último casi lo grita. Se fue a la oficina y preparó el informe sobre la falla. A la hora del almuerzo fue al comedor y se puso a charlar con otros gerentes. Al terminar, se levantó y se fue a su oficina. Allí lo esperaba el capataz de la Planta. - Ingeniero, ¿puedo hablar con usted? - Si, pase Pérez, ¿qué pasó? - Gracias. Mire lo que entramos en el motor que falló, dijo Pérez mostrándole un alambre grueso de cobre. - ¿Y eso? - No quiero hacer malas predicciones sin pruebas, pero esto lo puso alguien allí. Usted estaba ayer cuando revisamos. - La verdad, es algo muy grave. Venga vamos a hablar con el Ingeniero Sánchez. 117


Llegaron hasta la oficina del Ingeniero Sánchez - Dolores, ¿podremos hablar con el Ingeniero? - Si, Andrés, esperá que te anuncio... Pasen - Ingeniero, Pérez, verlos juntos me asusta. Cuéntenme que pasó - Se detuvo una de las máquinas por un cortocircuito en un motor – dijo Andrés – y ahora vino Pérez y me muestra que, al revisar el motor, encontraron este alambre adentro. Lo más extraño es que ayer a última hora, revisamos todo y probamos cada uno de los motores y todo funcionaba perfectamente. - ¿Pudo haber sido un accidente? – preguntó Sánchez - Puede – dijo Andrés - Perdón – dijo Pérez – pero ustedes saben que los motores están protegidos. Es casi imposible que les caiga algo y quede dentro del motor. - Usted sugiere que alguien lo puso, pero, ¿con qué propósito? - La verdad lo ignoro. - Si fue así – dijo Andrés – tuvo que ser después de las 6 y media de la tarde que nos retiramos. - Bien, ahora está todo funcionando, ¿no? – dijo Sánchez. - Si señor – contestaron Andrés y Pérez - No digan ni hablen nada con nadie. Yo me voy a encargar del asunto - Pero, Ingeniero, están los mecánicos que trabajaron en el motor – dijo el capataz. - Usted puede decirles que me pasaron todo a mí, pero que no tiene idea de cómo sucedió. Puede retirarse Pérez. Ingeniero quédese que quiero comentarle algo. -

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Después que el capataz se retiró Ingeniero Aguiar, ¿qué puede ser esto? ¿Un sabotaje? Nunca nos pasó. La verdad señor que estoy totalmente desconcertado. Solo podríamos saberlo si se descubre quien entró a la Planta después que nosotros nos fuimos. Está bien. Vamos a averiguarlo. Para eso están las cámaras de seguridad. Gracias Ingeniero. 118


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Andrés se fue a su oficina. Cuando sonó la sirena de las 16:00, iba irse pero decidió llamar antes a Florencia. - Hola Florencia. - Andrés, ¡que suerte! - ¿Qué pasó? - Tengo que verte. - Estás muy seria. Estoy en la Planta. Voy para tu casa. “Tiene que haber pasado algo serio para que Florencia me hable así”, pensó Cuando llegó, Florencia lo esperaba en la puerta. - Entrá el auto, dijo ella Andrés entró su Fit - Bueno, Florencia, decime que pasó. Ella, que estaba temblando, le mostró un mensaje en su celular: “Decile a tu novio que salga del medio. Si no lo hace va a perder todo y la va a pasar mal” - ¿Y esto qué es?, preguntó Andrés, ¿a quién se refiere con tu novio? - Se lo mostré a mamá. Ella me dijo que puede ser una broma de mal gusto. También me dijo que podrían referirse a ti, como nos ven tanto juntos. - No lo borres esperá que voy a hacer una llamada. - Entrá, Andrés, no quedes afuera. Andrés entró, tomó su celular y marcó el número que le había dejado el policía. - Ramos, el Ingeniero Aguiar. - Si, Ingeniero, ¿que pasó? - Florencia Bauer, ¿recuerda quién es?, recibió un mensaje. - Repítamelo. Andrés le repitió el mensaje. - Déme el número del cual salió el mensaje Andrés le dio el número - Ingeniero, no parece ser de quienes hablamos, no es gente que se mueva de esa manera, pero de cualquier manera voy a efectuar las averiguaciones. Lo llamo en cuanto tenga noticias. 119


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Gracias, Ramos

Andrés se había cuidado mucho de mencionar que estaba hablando con la policía. No quería poner más nerviosa a Florencia. - ¿Con quién hablaste? – dijo ella - Un amigo que trabaja en la empresa de celulares. Quizás pueda averiguar de donde salió ese mensaje. - Ay, perdoname que te pregunté, no tengo que meterme en tus cosas. - No son mis cosas, Florencia, son cosas que nos afectan a los dos y nunca me perdonaría que te asustes por mi culpa. - ¡Soy una bruta! ¿Qué querés tomar? - Un refresco. - Te podés quedar un ratito. - Si, mi lavandera puede esperar – dijo Andrés riéndose Ese chiste la hizo reír a Florencia, cosa que lo alivió mucho. Ella trajo un refresco para cada uno, ambos Light. - Nos estamos cuidando – bromeó él - Si, estás loco. Yo que tengo tendencia a engordar. - Pero estás super bien. - Si, tú lo decís. Ay, ¡te pusiste colorado otra vez! - No me tomes el pelo. ¿Y cómo te quedó el vestido? - Ah, no sabés. Te vas a caer de espalda cuando me veas. - Podrías ir con tu novio como dice el mensaje. - ¡No tengo novio y no lo vuelvas a repetir! – casi gritó ella - Perdón, fui un idiota. Lo dije por decir algo. - Te perdono por ser tú. Contame, ¿cómo te fue en la fábrica? Andrés quedó sorprendido porque Florencia nunca le había preguntado por su trabajo - Bien, pero qué raro, preguntar por mi trabajo. - ¿Te molesta? - No, para nada, me pareció raro. - Lo que pasa es que pensé que nunca me ocupo de tus problemas y tú siempre estás resolviendo los míos. Ni idea 120


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qué podría hacer yo en tu beneficio, pero por lo menos te lo pregunto. - ¡Eres increíble! - ¿Por? - Porque no se me había ocurrido, ni se había pasado por la cabeza ese razonamiento. - Bueno, ya ves que no soy una nenita boba - Nunca dije eso, cabezona si, pero boba no Ambos se rieron - Florencia, me voy. Tengo cosas que hacer en casa - Si, te acompaño hasta el auto. Ella le dio un beso en la mejilla - Hasta mañana, dijo él. Si se algo te llamo. - OK, hasta mañana, dijo ella tirándole un beso con la mano. Andrés llegó a su casa y seguía pensando en las cosas raras que habían pasado hoy. La falla del motor en la Planta, el mensaje que le llegó a Florencia. “¿Estarán relacionados ambas cosas? Me extrañó lo que me dijo el policía. ¿Estaré metido en otro lío y no me enteré?” Siguió pensando en lo mismo mientras arreglaba su ropa. Luego de bañarse y afeitarse se hizo de comer y se fue a dormir. Al llegar a la Planta, el jueves, el Ingeniero Sánchez lo llamó. Andrés, fiel a su costumbre de llegar antes de hora, fue enseguida. Esperaba un responso por lo sucedido en el día de ayer, pero él estaba seguro que se había revisado y probado todo y no había surgido ningún inconveniente con los motores. - Buen día, Ingeniero – dijo Andrés - Buen día. Siempre temprano, ¿no? - Es costumbre, no me gusta llegar apurado. - Aguiar, estuvimos revisando los videos de las cámaras de seguridad. Hay evidencias de que entró una persona a las 7:20 de la tarde y estuvo recorriendo toda la maquinaria. No es difícil que esa misma persona hay sido la que puso el alambre en el motor. - ¿Y cuál sería el motivo? 121


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Mire, Ingeniero, tanto el doctor Bauer como yo sabemos de quien se trata y cual sería el aparente motivo, pero hasta que no tengamos la seguridad, no queremos darlo a la luz. Yo le comunico a usted lo sucedido, a pedido del doctor Bauer, para que usted tenga la tranquilidad de que el trabajo realizado con el personal de mantenimiento ha sido perfecto. Le agradezco mucho, Ingeniero y, me gustaría que le hiciera llegar mi agradecimiento al doctor Bauer. Así lo haré, quédese tranquilo.

Andrés se fue para su oficina, mucho más tranquilo. Sabía que seguía manteniendo la confianza de la Empresa. Pero, por otro lado, no podía explicarse cual sería el motivo para que alguien hiciera algo como eso y, sobre todo, quien podría ser. Comenzó a descartar gente. En realidad tendría que descartar a todo el personal. No creía llevarse mal con nadie, pero no podía estar seguro. Más adelante podía aparecer una falla más grave y él tendría que asumir toda la responsabilidad. Al rato vino el capataz a anunciarle que había llegado el camión con la maquinaria nueva. Se fueron los dos a supervisar la descarga y ver que los detalles de embarque coincidieran con lo solicitado. Así se pasó todo el día, tan es así que Andrés lo mandó al capataz que fuera a almorzar y él se quedó viendo todo el trabajo. Cansado se fue para la oficina. Tenía la mesa llena de papeles, órdenes de compra, facturas a pagar que, él lo sabía, tenía que liquidar antes de mañana, que sería el último día antes de tomarse sus “extrañas vacaciones”. Mientras estaba controlando eso, llegó Dolores, la secretaria del Ingeniero Sánchez - Hola Andrés. Parecés un ratón entre papeles. - Viste, Lola, esto no es para un Ingeniero. - Necesito si podés liquidarme lo que haya ya autorizado para pagar. - Si, está por aquí - ¿Te ayudo? – dijo ella inclinándose sobre él dejando ver, a través de su escote, todos sus pechos. 122


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Podés ayudar sin necesidad de atropellar – dijo Andrés con una sonrisa. ¡Qué hombre más frío! Ya te voy a pescar, no te preocupes. Ah, aquí están las órdenes de pago. Me las llevo. Chau, desagradecido. ¿Por qué desagradecido? Porque te ofrezco buena mercadería y no la tomás – dijo ella y lanzó una carcajada.

Cuando sonó la sirena de las 16:00, se dispuso a arreglar todo el desparramo de papeles, poniéndolos en carpetas para indicarle al Ingeniero Sánchez donde estaba cada cosa. En ese momento sonó su celular. Pensó que podía ser Florencia, pero no, era el inspector Ramos, de la policía. - Inspector, ¿algún problema? - Ingeniero, pudimos averiguar de donde salió el mensaje que recibió la señorita Bauer, pero no tenemos seguridad - ¿Por qué? - Según el número que usted me dio, corresponde al doctor Sebastián Pena y, de acuerdo a nuestra información, el doctor Pena es el abogado de la empresa en que usted trabaja y, además, socio del doctor Bauer. - ¡Qué extraño! No, yo conozco al doctor Pena y es imposible que haya salido de su celular. - Mire, Ingeniero. Caben dos posibilidades: que el doctor Pena haya perdido su celular o que el número que usted me dio yo lo haya copiado mal. - Lo primero no creo. Además de ser una persona muy cuidadosa, si hubiera extraviado su celular, lo habría hecho bloquear de inmediato. Con respecto al número, podría ser. Por favor dígame el número que yo le di…perfecto ya lo anoté Lo voy a verificar. - Ingeniero, le pido, por favor que me tenga al tanto. A pesar que no lo creemos, esto podría ser parte de lo que estamos investigamos. - Gracias, Inspector. Pierda cuidado que en cuanto averigüe algo, lo llamo.

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“Estoy cada vez más bobo con Florencia. Me muero por oír su voz y no me animo a llamarla. ¿Y por qué no?, pensó Andrés, tomó su celular y la llamó. - Hola Andrés, sonó la voz de ella, como siempre alegre. - Florencia, ¿en qué andás? - Estoy en el Shopping. ¿Terminaste tu trabajo? - Si, ya terminé. - Vení a buscarme, si podés. - Bueno, voy. ¿Dónde te encuentro? - En la puerta. Ya me iba. - OK, esperame. En cinco minutos estoy. Dejó todo lo que estaba haciendo y salió. “Siempre siento como una necesidad de estar con ella. Parece que me ayudara a respirar. ¿Por qué no me animo a decirle todo lo que siento? No, si la pierdo, me muero.” Cuando iba llegando al estacionamiento del Shopping, allá la vio y, como siempre, su corazón dio un vuelco y empezó a latir fuerte. Acercó el auto y ella lo vio y vino corriendo con unas bolsas en la mano. Tenía puesto un vestido sweater gris de algodón elástico acanalado, ajustado, con escote con botones, sandalias y un pequeño s bolso cruzado Abrió la puerta del auto y se subió. En el apuro, al darle un beso a Andrés sus labios casi se tocaron. Ninguno de los dos dijo nada al respecto, solo que ella se sonrojó. - Te iba a llamar – dijo Florencia – solo estaba esperando que pudieras estar en tu casa. - ¿Sabés? Es la primera vez que te veo con vestido. ¡Qué linda que estás! - Soy linda – dijo ella riéndose. - Obvio pero hoy estás diferente. ¿Alguna novedad? - No, ¿por? - Solo preguntaba. ¿Y todas esas bolsas? - Cosas de mujeres. Algún día te vas a tener que acostumbrar. - ¿Te parece que me voy a acostumbrar? - ¡A la fuerza! – dijo Florencia mirándolo con cara de pícara. - ¿Adonde querés ir? 124


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Ay, vamos a casa, ¿no te molesta?, tengo los pies deshechos. OK, allá vamos.

Llegaron a casa de Florencia, Andrés entró el auto. Se bajaron y entraron a la sala. - ¿Me esperás un ratito? – dijo Florencia - ¿Y si no te espero? - ¡Te mato!, esperá. Unos minutos después volvió con un refresco para cada uno, pero descalza. - ¿Qué es eso de andar descalza? - Bueno, qué querés. Estoy segura que caminé mucho más que tú en la fábrica. - No lo dudo. Ah, ¿tenés el celular? - Si, ¿qué pasa? - Solo quiero verificar algo en el mensaje que te mandaron. No voy a revisar tus mensajes, solo mostrame el número del celular del que lo mandaron. Florencia trajo su celular y le mostró el mensaje. Andrés verificó que era el mismo número que le había pasado al Inspector Ramos. - Andrés, ¡no me ocultes nada! Por tu cara ya se que averiguaste algo. - Si, averigüé, pero no se si decirte porque me suena muy raro. - ¡Está, dejate de misterios y decime! – le dijo ella con cara seria. - El celular del que te mandaron el mensaje es del doctor Pena. - ¡¿Cómo?! - Si, lo que oíste. Cuando me lo dijeron no lo podía creer, por eso quería ver si no me había equivocado al pasar el número. ¿Sabés?, lo que puede haber pasado es que el doctor Pena haya perdido su celular. - ¡No te puedo creer! Sé que me decís la verdad, no dudo de ti, pero parece tan increíble. Voy a llamar a papá.

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No, no, Florencia, vamos a esperar. No lo metas a tu padre. Sabés que no me gusta. Yo les mostré a papá y mamá el mensaje y quedaron muy preocupados. Esperá, Florencia, te quiero contar algo. Ay, no me asustes. Ayer se produjo una falla en la maquinaria de la Planta. Tú sabés que el martes hicimos el mantenimiento. Bueno, debido a la falla la planta se detuvo. Pudimos reparar a tiempo. Los mecánicos encontraron un alambre puesto, a propósito, en el motor para que fallara. Yo se lo comuniqué al Gerente de la Planta y él se hizo cargo. Imaginate que yo estaba muy preocupado. Era mi responsabilidad. Pero hoy de mañana, el Gerente de la Planta me dijo que, junto con tu padre, vieron los videos de seguridad y les parecía que habían identificado a quien lo hizo. ¿Y quien fue? No se, no me lo dijeron. El Gerente de la Planta me dijo que me quedara tranquilo, que mi trabajo estaba bien hecho. Entonces, si ahora, vas con esto, me van a terminar echando de aquí y de la Empresa. ¿Estás loco? Con la confianza que te tienen tanto papá como mamá. Creo que tengo que hablarlo con ellos. Yo no les oculto nada. Pero, ¿por qué no me contaste nada? ¿Soy tu amiga o qué? Tú sabés que las cosas de trabajo me las guardo. ¿Te parece que me vaya? Así podés hablar tranquila. ¡No, de ninguna manera! Esperá

Nunca había visto a Florencia con esa energía y tan decidida. Detrás de esa niña linda estaba una mujer de carácter. Apareció Florencia con sus padres. Ambos lo saludaron a Andrés muy cariñosamente lo que hizo que éste se aflojara un poco en sus nervios. - Andrés, contale, por favor, a papá y mamá lo que pudiste averiguar del mensaje.

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Andrés les contó lo que había sabido con respecto a ese mensaje y las dudas con respecto a que el celular fuera el correcto o que hubiera sido extraviado. - Ya me lo imaginaba – dijo el doctor Bauer. - ¿Qué te imaginabas, papá? ¿Por qué no me dijiste nada? – dijo Florencia mirando a sus padres. - ¿Sabés?, porque te conocemos bien e ibas a saltar como una araña, pero ahora ya está. El que mandó el mensaje fue Felipe, el hijo de Esteban. - ¡Le voy a arrancar los pelos! – gritó Florencia. - Calmate – dijo el doctor Bauer – dejame explicarle a Andrés. Creo que merece una explicación. - Lógico papá, Andrés no tiene nada que ver en esto. ¿Por qué lo metieron a él? - Andrés – dijo el padre de Florencia – Felipe Pena dice estar enamorado de Florencia, entonces quiere hacer lo imposible para que ella se fije en él. No quiero juzgarlo porque es el hijo de un amigo, pero no es muy normal. Hace un tiempo estuvo a los gritos aquí frente a la casa, hasta que llamé al padre y se lo llevó. Él fue el autor de lo que encontraron en el motor. Pero le voy a pedir un favor, Andrés. Mantengamos esto en absoluta reserva. Ya hablé con el doctor Pena y él va a tomar cartas en el asunto. - Si, señor, no se preocupe. Le explico. Yo busqué lo del celular porque tenía como hacerlo y me pareció que, de alguna manera, estaba protegiendo a Florencia. - Y nosotros, tanto Macarena como yo, no sabemos como agradecerle todo lo que hace por Flo. Realmente ella tiene que apreciar lo que es un amigo. Los padres de Florencia saludaron y se fueron Y yo, ¿cómo puedo agradecerte por todo lo que hacés? Mirá, tengo una idea. ¿Qué idea? – dijo ella ruborizándose. Cuando vuelva de Perú, te voy a decir cómo me lo vas a pagar - ¿Promesa? - Promesa – dijo Andrés, y se dieron la mano Andrés se levantó para irse. -

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¿Te vas ya? – dijo Florencia Si, Florencia, acordate que estuve trabajando todo el día y, la verdad fue un día pesado. Además mañana tengo que dejar todo pronto para poder irme de licencia. Ay, si, tenés razón. ¡Pensar que vas a sacrificar tu licencia para hacer un favor a una amiga mía! No es ningún sacrificio. Lo hago por ti, por verte feliz con que hemos hecho todos los esfuerzos posibles. ¿Puedo abrazarte? – dijo ella abrazándose muy fuerte a él – ¡eres un amigo de oro! Bueno, no exageremos – dijo Andrés riéndose – además mañana tenemos fiesta. Quiero ver a esta belleza como va a estar ¡Ni te imaginás! Ah, no me dijo la señorita a qué hora tengo que pasar a buscarla. Supongo que a las 7 y media de la tarde está bien Chau, Florencia – dijo Andrés dándole un beso en la mejilla. Chau

Andrés se subió al auto y se fue para la casa. “Cuando vuelvas de Perú ya no tenés escapatoria. Tenés que confesarle que la amás”, pensó mientras iba manejando.

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UN HOMBRE Y SU VIDA

CAPITULO X

Al llegar a su casa se dio cuenta que no tenía nada para hacerse de comer. Salió, entonces caminando y se fue hasta la parrillada cerca. Comió una tira de asado con ensalada, tomó una cerveza y volvió derecho a bañarse, afeitarse y a acostarse. Después que se había acostado, se acordó del traje. Abrió el placard y lo sacó de la bolsa. “Está perfecto”, pensó y se volvió a acostar, durmiéndose enseguida. Se levantó más temprano que de costumbre. Estuvo mirando lo que se tenía que llevar para el viaje. Evidentemente solo quería llevar la mochila por lo que pretendía llevar solo lo necesario. Desayunó y salió para la Planta. A las 6:45 llegó y se puso a mirar el memorándum que había preparado para dejarle al Ingeniero Sánchez con lo que quedaría pendiente. En ese momento apareció Dolores, la secretaria del Ingeniero Sánchez. - Buen día, precioso – dijo ella siempre vestida de manera sugestiva - Buen día, Lola – respondió Andrés sin prestar mucha atención. - Dice el Ingeniero Sánchez si podés ir a verlo. - Si, como no, pero ¿por qué no me llamaste por el interno? - Porque así te llevo de la mano – rió ella Ambos se fueron juntos a la oficina del Gerente de la Planta. - Buen día, Aguiar. - Buen día, señor. ¿Me buscaba? - Si, quería conversar un poco sobre lo que queda para la semana que viene. - Si, como no. - Antes que nada quiero darle una noticia que lo va alegrar. Usted ya sabe que este año me retiro. - Perdóneme, Ingeniero, pero esa noticia no creo que eso sea para alegrarme. 129


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Gracias. No es otra la novedad. El doctor Bauer me anunció que usted es el próximo Gerente de la Planta.

Andrés se quedó mudo no sabiendo si saltar o ponerse a gritar. - La verdad es que me lo esperaba – fue lo único que se le ocurrió decir. - Creo que el doctor Bauer está en lo cierto – dijo Sánchez – usted tiene la pasta para este cargo además de conocer todo el funcionamiento a la perfección. Una cosa más, me pidió que retrasara la instalación de las nuevas máquinas, hasta que usted vuelva de su licencia. - Gracias Ingeniero – dijo Andrés que explotaba de alegría. Siguieron conversando de los trabajos que quedaban pendientes. Se fueron juntos a almorzar y, al volver siguieron trabajando. Más tarde hicieron una recorrida por toda la Planta y Andrés le fue indicando donde se podrían producir dificultades y cuales eran las razones. Ya era la hora de salir cuando Andrés regresó a su oficina. Tenía que decirle la novedad a Florencia pero no lo iba a hacer ahora. No quería que pensara que todo lo que hacía por ella era por interés. Solo esperaba que, cuando pudiera, tenía que decirle que la amaba y, entonces sí le daría la noticia. Salió de la Planta y se fue para su casa. Al llegar, se afeitó y se dio un largo baño. Luego salió del baño y, en ropa interior se preparó un mate esperando la hora de ir a buscar a Florencia. Hacía un rato que estaba sentado tomando mate y pensando en todo lo que había vivido en estas semanas cuando sonó su celular. Miró el mismo. Era Florencia. - Florencia, ¿qué pasó? - Nada. ¿Ya te vestiste? - No, ¿por qué? - Bueno, movete, no vaya a ser que yo tenga que esperarte. - Si, señora, quédese tranquila que voy a estar en hora. 130


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Se lavó bien los dientes. No le gustaba quedar con el aliento de la yerba mate, se perfumó levemente con Polo de Ralph Laurent y se vistió. Una camisa nueva, el traje gris oscuro y una corbata en seda azul oscura. Lo zapatos estaban brillantes. “Mamá siempre tiene razón. Pensar lo que rezongué cunado me hizo comprar estos zapatos.” Cuando iba saliendo se cruzó con Margarita. - ¿Adónde vas con esa pinta? – le preguntó - A una fiesta – s contestó Andrés en forma seca - ¡Siempre el mismo malhumorado! – respondió ella. Tomó su Fit y se fue a lo de Florencia. Se bajó, tocó timbre y oyó, por el intercomunicador, la voz de Florencia - Entrá el auto y esperame. En un ratito estoy pronta. Entró el auto y se bajó. Los portones se cerraron. Se quedó mirando el auto que había hecho lavar, de espalda a la puerta de entrada. De pronto oyó - Hola Era ella. Lucía como salida de otro mundo. Un vestido negro ajustado, llegando a la altura de la rodilla, sin mangas, dejando los hombros desnudos y una chalina negra sobre los hombros. Lo zapatos eran una sandalias entrelazadas de taco alto. Tenía el pelo alaciado y estaba levemente maquillada, lo que realzaba más su belleza natural. Andrés pensó “¿y yo quiero que esta mujer sea mi esposa? Debo estar loco” - Cerrá la boca y decime algo – dijo ella riéndose. - Estás más bonita que nunca. No creí que fuera posible pero es así. - Bueno, tampoco hay que exagerar. - En serio – dijo Andrés mientras la tomaba de la mano y la acompañaba hasta el auto. Le abrió la puerta y se quedó mirando, un segundo, las maravillosas piernas de ella. - ¿Nos vamos? – dijo ella con la naturalidad de siempre - Si, tenés que indicarme dónde es la Iglesia - Ponete en marcha. Es aquí cerca. Al entrar en la Iglesia, que ya estaba casi llena, ella se tomó del brazo de Andrés y le dijo en voz baja. 131


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Es pos tacos altos. No quiero hacer un papelón.

Andrés se dio cuenta que solo era un pretexto, por las miradas y las conversaciones en voz baja de sus amigas que ella saludaba con toda naturalidad. Cuando se sentaron, entró la novia. Al terminar la ceremonia, fueron saliendo y, en un momento, un grupo de amigas de Florencia la apartaron de Andrés, que quedó esperando - Flo, ¿de donde sacaste eso? - ¿Qué eso? - Ese monumento de hombre - Es un amigo, tan bueno que lo obligué a acompañarme. - No seas mala, dijo una de las amigas, es tu novio. - No, en serio, es un amigo - ¿Quién te va a creer? - La verdad, es un sapo. Le doy un beso y se trasforma en él y, después que me deja en casa se vuelve sapo. - Pero amigo así, no es solo amigo - Bueno, no me crean, pero me voy no quiero dejarlo solo, pobre. Cuando se alejaba oyó que decían - ¡Dejalo solo que nosotras nos encargamos! - Ay perdoname Andrés, pero estas locas querían saber quien eras. - ¿Y quien soy? ¿Un extraterrestre? Te digo por cómo me miraban. - Les dije que eras un amigo y que se dejen de embromar – dijo ella con cara seria. - ¿Nos vamos? - Vamos porque es lejos. Llegaron a una chacra preparada para fiestas en las afueras de la ciudad de Montevideo. Se trataba del casco de una estancia del siglo XIX preparado para la realización de fiestas Su salón principal tenía una capacidad de 800 invitados Andrés estacionó el auto, se bajó, dio la vuelta y ayudó a bajar a Florencia. Se dirigieron hacia el salón donde 132


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estaban dispuestas las mesas para seis personas, con los nombres de cada uno. Cuando dieron con la mesa que les tocaba, Andrés vio que estaba su nombre junto al lugar de Florencia. Andrés le dijo, en voz baja, - Bandida, sabías que te iba a acompañar. - Me la jugué y me salió bien. Lo que pasa es que te conozco – dijo riéndose. Andrés se quedó mirándola. Estaba embobado con aquella niña que ahora veía como una mujer tan atractiva como nunca había imaginado. Luego de que llegaran los novios la fiesta estuvo en su mayor esplendor. A pesar que había todo tipo de bebida, Andrés, fiel a su costumbre de no beber alcohol por tener que manejar, se mantuvo siempre tomando refrescos. Cenaron y después se pusieron a bailar. Una música muy movida. Florencia lo sacó a bailar a Andrés a pesar de sus protestas. Ya estaba avanzada la madrugada cuando pusieron música lenta. Florencia lo obligó a Andrés, otra vez, como toda la noche a salir a la pista de baile. Al comienzo él la tomó de una manera muy formal, pero ella entrelazó sus manos en el cuello de Andrés y lo obligó a que la tomara de la cintura, poniendo su cara contra su mejilla. Andrés sintió aquél cuerpo maravilloso contra el de él. Ninguno de los dos habló sino que se movieron al ritmo lento de la música. Andrés se dio cuenta que se estaba excitando por lo que apartó algo el cuerpo de Florencia. Ella, en cambio, no dejó que se apartara y siguió muy apretada contra él. “Esto es sublime. ¿Qué más puedo pedir? ¿Y si le digo ahora que la amo? No, no quiero estropear este momento”, pensó Andrés. Cuando terminó la música, ella apartó la cara de la de él y le dio un beso en la mejilla. Ella tenía sus mejillas bien rojas. - ¿Te parece si nos vamos? – dijo Florencia. - Si, como tú quieras. - Voy al baño y nos vamos. Andrés se quedó conversando con otros hombres que Florencia le había presentado. Al rato vio que ella volvía y un 133


grupo de amigas la detenía a conversar. Como ya sabía que eso significaba tener que esperar, siguió charlando. De pronto vio que un individuo tomaba del brazo a Florencia y se la llevaba hacia fuera del salón. Andrés, que estaba algo distante del lugar, se disculpó con quienes estaba conversando y fue tras de ella. Cuando llegó a verlos, el individuo la tenía contra una pared tomándola de los brazos y queriéndola besar. Andrés corrió, pero no llegó antes que ella se soltara, se levantara algo la falda y le aplicara un terrible rodillazo en los genitales al hombre. Este cayó, doblado tomándoselos y vomitando. Los demás hombres que estaban con Andrés y las amigas de Florencia vieron todo. Andrés la abrazó. - No te preocupes Andrés, este no molesta más – dijo Florencia y se puso a llorar. - Vamos para adentro así tomás algo. - No, por favor, llevame para casa. Andrés seguía abrazándola y la llevó hasta el auto. Se subieron y ella siguió llorando en el hombro de Andrés. En ese momento aparecieron los padres de Florencia y, ante el asombro de Andrés que no sabía que estaban - ¿Qué pasó Andrés? – preguntó el doctor Bauer - Parece que alguien, que no conozco, se quiso propasar con Florencia. Me siento tan culpable, pero fue el único instante en que no estuve a su lado. - No, Andrés, no tenés la culpa – dijo Florencia sollozando – Papá fue el imbécil de Felipe Pena. ¿Por qué no lo encierran a ese individuo? Es un enfermo. - ¿Te hizo algo? – preguntó la madre - No, mami, quedate tranquila. Ya nos vamos para casa. Gracias a Dios tengo a mi ángel guardián que me cuida, dijo aferrándose del brazo de Andrés. - ¿Querés ir con tus padres? – preguntó Andrés - ¿Y perderme tu protección? Estás loco – dijo con una sonrisa entre las lágrimas. Cuando salieron a la ruta para volver a Montevideo, vieron un grupo de autos parados y la Policía Caminera. Le hicieron señas a Andrés para que parara. Se acercó un oficial - Buen día, señor. Me permite la licencia de conductor y la documentación del auto. 134


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Si, como no – contestó Andrés Señor está todo en regla. Le vamos a hacer una espirometría - No hay problema Luego de hacerla, el oficial de Policía Caminera le mostró el aparato que decía cero contenido de alcohol. Le entregó la pipeta de soplar y dijo - Disculpe haberlo demorado. Muchas gracias. - No es ninguna molestia. Puso en marcha el auto y Florencia le dijo - ¡Qué formal y precavido eres! Te admiro por eso - No podés manejar después de haber tomado. - ¿No me regalás la pipeta? - Si, ¿para qué la querés? - De recuerdo. -

Siguieron un rato mientras amanecía y el iba tiñendo la ciudad de diferentes colores. Andrés se puso a reír. - ¿De qué te reís? - ¿No te enojas si te lo digo? - No - Ya sé que no me puedo pelear contigo. Después del rodillazo que le diste. - No seas malo. Pero viste, tengo armas de defensa. - Ya lo creo. - Pero la mejor defensa es tener un amigo como tú. ¿Te molesta si me saco los zapatos? Tengo los pies molidos - Y, claro, tanto baile. - Pero nos divertimos, ¿verdad? - Si, mucho. Llegaron a la casa de Florencia. Cuando ella se iba a bajar. - Ay, ya mañana es domingo y te vas temprano - Si, a las 7 de la mañana tomo el ómnibus. - ¿Puedo pedirte algo? Vení luego de tarde a despedirte. - Bueno está bien. Andrés esperó que ella entrara y puso en marcha su Fit para ir a su casa.

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Llegó, se desvistió, colgó el traje en una percha, se dio un baño y se acostó. Estaba muy cansado. El trasnochar no estaba hecho para él. Se quedó dormido con el recuerdo de la cara de Florencia contra la suya y su cuerpo entre sus brazos. Se despertó con el sonido de su celular. Miró. Es Florencia - Despertate dormilón - La verdad es que ni sabía que hora era. - Son las 4 de la tarde. ¿Venís para acá? - Si, dejame que me despierte bien y voy. - OK, beso Andrés se levantó, se vistió y salió para la casa de Florencia. Llegó y como siempre, al tocar timbre oyó la voz de ella - Entrá el auto. Se abrieron los portones y ella estaba, radiante en la puerta. “¡Cómo cambia esta criatura! De la hermosa mujer a esta deliciosa niña. ¿Cómo no voy a estar enamorado de ella?” - Andrés, pasá, vamos a sentarnos. Mis padres quieren también saludarte. ¿tomás un refresco? - Bueno. Ella se fue y volvió con un refresco para cada uno. El se paró y en eso sintió que su madre la llamaba - Flo, teléfono para ti. Es el doctor Pena Ella tomó el inalámbrico. - Sebastián, ¿cómo estás?...Si, ya entendí y no tenés que disculparte…si se lo voy a decir…¿cómo?...no me digas, no me dijo nada… no, no te preocupes…un beso y gracias por llamar. Dirigiéndose a Andrés, le dijo - Era el doctor Pena. Llamó para disculparse por lo del hijo. Dice que ya tomó cartas en el asunto. También me dijo que te hiciera extensivas las disculpas a ti. - Ah, gracias – contestó Andrés - Ahora, señor, venga a sentarse a mi lado y me va a decir por qué no me participa de las buenas noticias. Andrés puso cara de no entender lo que estaba diciendo - Si, si – continuó Florencia – ¡resulta que va a pasar a Gerente de la Planta y no me lo dijo! 136


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Ay, Florencia, es una posibilidad. No, no es una posibilidad. Resulta que papá le dijo a Pena que tú eres su mano derecha. Que si tú no estás la Planta no funciona. Estoy tan asombrado como tú – dijo Andrés – la verdad es algo que me comentó, al pasar el Ingeniero Sánchez. ¡Vení aquí y dame un abrazo! Tengo que felicitar a mi amigo Gerente. Callate, Florencia, lo va a escuchar tu padre y se va a enojar. No, no me voy a callar. Nunca estuve tan feliz de que alguien progrese por sus propios méritos. Bueno, te doy un beso de agradecimiento y está ¡Siempre el mismo chúcaro! ¡Cómo me gustas que seas así!

Andrés se había quedado algo emocionado. No esperaba que, lo que le había dicho el Ingeniero Sánchez, fuera una realidad y, menos, que el doctor Bauer lo considerara su mano derecha. - Andrés, antes que vengan mis padres te quiero dar algo. - ¿Si? - Mirá, esta cadena con una crucecita de oro era de mi abuela. Quería que yo la llevara el día de mi casamiento, pero ahora quiero que la lleves tú en el viaje que vas a emprender. - Florencia, es mucho. Eso es tuyo. - Por eso mismo. Se que mi abuela y yo te vamos a proteger. Florencia se aproximó y le puso la cadena con la cruz en el cuello de Andrés. Él, con los ojos con lágrimas, le dio un beso en la cabeza a Florencia. Ella lo abrazó fuertemente. Aparecieron los padres de Florencia. Andrés estaba seguro que sabían de la entrega de ella y, por eso, no aparecieron antes. - Andrés, dijo la mamá, sabemos que es un viaje que quizás no nos traiga nada, pero ahí está tu valor. Vení que te quiero dar un beso. El doctor Bauer lo abrazó y le dijo 137


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Yo espero que, al volver, traiga las noticias que todos esperamos. Tengo confianza en usted. Gracias desde ahora.

Los cuatro se quedaron en silencio. Los padres de Florencia se retiraron de la sala y ella se abrazó de Andrés y le dijo. - No me olvido que tenés una promesa para cuando vuelvas. - Si, me acuerdo. Te voy a contar cómo me vas a pagar lo que hice. Ambos se rieron, pero con la risa de la despedida, tratando de ocultar los sentimientos. Andrés salió, le dio un beso en la mejilla a Florencia y se subió al auto. Ella se lo quedó mirando. En realidad no veía nada porque tenía los ojos llenos de lágrimas. Andrés estaba muy emocionado. Llegó a su casa y preparó todo para su viaje. Guardó el traje en la bolsa. Puso la camisa a lavar y se bañó y se afeitó. No tenías ni ganas ni fuerza para comer, por lo que se fue a dormir.

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CAPITULO XI

A las seis de la mañana, el domingo, ya estaba levantado con todo pronto. A las 6:30 llegó el taxi que lo llevaría hasta la terminal de autobuses. En un autobús iría hasta la ciudad de Colonia donde tomaría un Ferry que, finalmente lo transportaría hasta la ciudad de Buenos Aires. Se subió al autobús y se sentó en lugar junto a la ventana. A las 7 en punto de la mañana se puso en marcha. Andrés, mirando por la ventana veía pasar las cosas sin mirarlas. Se puso a pensar en cómo había cambiado su vida en muy poco tiempo. “Pensar que vivía tranquilo con los viejos. Me vine a Montevideo y eso ya fue un cambio traumático. Estudiar, recibirme, trabajar fueron cosas que marcaron los cambios en mi vida. Pero nunca se me había ocurrido que uno podía vivir más de una vida al mismo tiempo. Me miro ahora, viajando hacia lo desconocido, por causa de un amor que es casi imposible y además metido en un lío de dinero por el solo echo de ayudar a mi hermana. Me doy cuenta que mi única salvación, para poder volver a encarrilar mi vida en una sola, es poder encontrar a esta nena lo que, mirándolo ahora, es como buscar una aguja en un pajar, porque, en realidad, no sé lo que voy a buscar. ¿Qué me ha llevado a esta situación? ¿Soy yo o las circunstancias? ¿Será lo que leí hace mucho tiempo sobre el Yin y Yang? El ying y yang está fundamentado es la dualidad de todo lo que existe en el universo, según la filosofía oriental. Describe como dos fuerzas fundamentales y aparentemente opuestas, están en todas las cosas. Mientras estaba pensando en todo lo que lo había llevado hasta la situación actual, se dio cuenta que el ómnibus iba arribando a la ciudad de Colonia. Eran 9:30 de la mañana. Colonia del Sacramento, es una ciudad ubicada a pocos kilómetros de la confluencia del Río Uruguay y el Río de la Plata., a 177 Km. al oeste de Montevideo.

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Estando a solo 40 Km. de Buenos Aires, Colonia tiene un fuerte vínculo con esta. Es posible ver, los fines de semana, a argentinos que vienen a pasear por la ciudad y conocer su casco histórico, declarado monumento histórico por UNESCO. Al llegar al puerto de Colonia, Andrés hizo los trámites de emigración y se embarcó en el Ferry. Pensó, “de aquí en adelante, tengo que estar muy atento. Cualquier cosa extraña tengo que registrarla. Me tengo que acordar que Andreina hizo este camino.” Se sentó. Llevaba su mochila en su falda. Más de una vez miró su celular y estuvo tentado en llamar a Florencia, pero él sabía que para este viaje, no podía distraerse. Cuando el Ferry comenzó a moverse, notó que se mecía algo, cosa que a él no le gustaba mucho. Siempre había odiado viajar en barco. En realidad, le tenía un miedo pánico, pero esta vez se dijo: “eres un hombre con una misión. Tres horas de viaje no te van a amedrentar.” Andrés iba mirando a todos los pasajeros. Le pareció que unas chicas lo miraban y conversaban entre ellas, pero no les dio importancia. Él había fijado en su retina la imagen de las fotos de Andreina y solo esa imagen lo podría conmover. Luego de tres horas de navegación, llegó al puerto de la ciudad de Buenos Aires. Como viajaba mucha gente en el Ferry, Andrés demoró en bajar y hacer los trámites de inmigración. Una vez que pudo salir de la terminal del Ferry, buscó los horarios de los ómnibus a la ciudad de Salta. Eran las 11:30 de la mañana. Vio que tenía un servicio que salía a las 14:30. “Ojalá pueda conseguir pasaje en ese turno”, pensó. Se dirigió hacia donde había taxis y tomó uno. - A la terminal de Retiro, por favor – le indicó al taximetrista - Si, pibe. ¿Viajás al interior? - Si. Espero poder conseguir pasaje en algún micro que vaya a Salta Capital.

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Es complicado, viste. En esta época del año todo el mundo viaja. La verdad que no sé cómo hacen. Está caro viajar. Ya vi el precio de los pasajes y la verdad es que están caros.

El taximetrista manejaba entre aquel tráfico infernal como si estuviera solo en la calle. Para conversar con Andrés se daba vuelta para mirarlo. Andrés pensó “lo único que me faltaría es darme una piña con este anormal.” Luego de algunas vueltas, estuvieron en la terminal de micros de Retiro. Andrés pagó el taxi, se aseguró de tener todo y fue hasta el mostrador de la empresa que él había elegido. Allí lo atendió una chica que le preguntó: - ¿Que querés? - Un pasaje para Salta Capital en el turno de 14:30 - Esperá. Ella miró en la computadora. Mientras tanto vino otra empleada y se puso a conversar. La chica que atendió a Andrés dejó de mirar la computadora y charlaba con la otra. Esto lo puso algo nervioso a él, pero no dijo nada. Después de un rato, le dijo - Pasá por la caja Andrés hizo lo que le dijo. Pagó y retiró su pasaje. Era muy temprano pero él no quería apartarse de donde estaba. Dio una vuelta y encontró un lugar donde comer algo en el nivel 2. Vio el restaurante que era de gran categoría pero no quiso entrar. No estaba para darse lujos. Pidió un sándwich y un refresco, pagó y se sentó a comer mientras miraba aquel gentío que se movía en la terminal. A las 14:25 anunciaron el embarque del servicio hacia Salta Capital. Andrés, con el pasaje en la mano fue hasta donde lo indicaba el anuncio. Mostró su pasaje y lo hicieron pasar hasta donde estaba el bus, un coche de dos pisos, semicama. Él subió y buscó el asiento que le correspondía. Era en la parte superior del coche y contra la ventana. A las 14:30 emprendió el viaje hacia Salta. A su lado se había sentado un hombre de unos 40 años que también, como él, viajaba con una mochila que le había visto colocar en el porta 141


equipajes. El ómnibus iba casi lleno por lo que se sentían las conversaciones de los pasajeros. Era una mezcla de diferentes tonos y diferentes idiomas, lo que denotaba la presencia de personas de diferentes orígenes. Andrés abrió un folleto sobre las ruinas de Machu Pichu. El hombre que iba sentado a su lado le preguntó - Perdóname, vas a Machu Pichu. - Eso pretendo. Veré si puedo llegar. - Me voy a presentar – dijo el hombre – me llamo Constantino Rojas y soy chileno. - Andrés Aguiar y soy uruguayo – contestó Andrés - Si ya lo había notado, por tu acento. Sabes, yo ya he hecho este viaje. Realmente es espectacular pero excesivamente cansador. La verdad es que si quisiera ir otra vez, lo haría en avión. - Pero desde Chile, ¿no es más fácil? - Cierto, pero yo vivo en Buenos Aires y, entonces lo hice desde allí. - ¿Entonces ahora no vas para Perú? – dijo Andrés - No quiero ver si puedo llegar al lago Titicaca por este camino. - No debe ser muy fácil, ¿no? - No, seguro que no, pero es mucho más corto que ir a Machu Pichu. Mientras conversaba con el chileno, Andrés veía que el ómnibus iba atravesando campos muy verdes. Ya hacía rato que habían salido de la gran ciudad. Poco a poco iba oscureciendo después haber visto una extraordinaria puesta de sol. - Sabes, dijo el chileno, cuando fui a Machu Pichu y a Cuzco, iba buscando ese encuentro con la espiritualidad que hablaba Shirley Mac Laine en sus libros - ¡Qué interesante! – dijo Andrés y pensó “este hombre puede ser de ayuda – ¿y encontraste algo? - No realmente. Pero debe ser la altura o, quizás, las aguas sulfurosas de las termas que te hacen sentir diferente. Creo que para sentir lo que sintió ella debe haber que estar en una situación espiritual muy especial.

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Estaba atardeciendo cuando cruzaron una ciudad más. En este caso la ciudad de Rafaela que se encuentra en el centro de la provincia de Santa Fe a una distancia de 530 Km. de Buenos Aires. Ya se había hecho la noche. La azafata de a bordo vino a ofrecer refrescos, café y un sándwich. Andrés acepto un refresco y un sándwich. Igual hizo el chileno. Mientras comían siguieron conversando. A Andrés le interesaba lo que pudiera decirle una persona que ya había hecho el viaje. - Y, dime, ¿vas en busca de algo o solo por ver las ruinas?, preguntó el chileno. - Ambas cosas. Ver las ruinas de Machu Pichu debe ser grandioso. - Ya lo creo. Uno no se imagina como es hasta que no está allí. - Pero también me han contado que, en este camino podés encontrar gente que pertenece a sectas o congregaciones que creen en la curación o, no sé como decirlo, mediante el Reiki. - Me interesa – dijo el chileno – ¿Sabes qué es? - Si, puedo explicártelo, pero es largo - La verdad es que no tenemos nada que hacer – dijo el chileno riéndose. - Reiki – le explicó Andrés – s significa, en japonés, poder espiritual, atmósfera misteriosa. Es considerada una medicina alternativa, complementaria de la medicina tradicional. Según dicen se logra sanar u obtener el equilibrio de un paciente a través de las manos del practicante, canalizando lo que, se supone, es la energía universal. En realidad, es mucho más complejo, solo te digo lo poco que he podido estudiar. - La verdad es que me has dado una lección sobre el tema – dijo el chileno - ¿Nunca habías oído sobre el Reiki? - Si, pero son esas cosas que oyes, pero nunca tienes la oportunidad de estudiarlo a fondo. ¿Y vas en busca de quien te lo enseñe?

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Efectivamente, me dijeron que en la ruta a Cuzco podés encontrar, por lo menos un Shihan y, si tengo suerte un Sôke, aunque no creo que esto sea tan fácil.

Las conversaciones a bordo del ómnibus se habían ido apagando. Ellos eran lo únicos que seguían conversando. - Sería mejor que tratáramos de dormir algo. Es un viaje muy pesad – dijo el chileno - Tenés razón – dijo Andrés echando el asiento hacia atrás para acomodarse. Andrés cerró los ojos y, enseguida tuvo la imagen de Florencia. Instintivamente se llevó la mano al pecho y tocó la cruz que ella le había dado. “¿Qué hará? ¿Estará pensando en mí? Soy un iluso.” Se quedó dormido. Al cruzar la frontera entre Santiago del Estero y Tucumán, amanecía el día lunes. El amanecer deja ver el paisaje. Totalmente diferente al dejado atrás al salir de Buenos Aires. Se había entrado en la precordillera y el ómnibus subía y bajaba pendientes pronunciadas. Mirando, a lo lejos, se veían las montañas. Ya despierto, Andrés se maravillaba con el espectáculo de la serranía. Volvió a aparecer la azafata ofreciendo café con unas masas. Un rato más tarde, el ómnibus pasó por Rosario de la Frontera, ya en la provincia de Salta. Se le conoce con el nombre de La Ciudad Termal por las termas situadas en su cercanía. Al aproximarse a la ciudad de Salta ya se había comenzado a ver un intenso tráfico de camiones y automóviles. Luego de casi 20 horas de viaje entraban en la ciudad de Salta. Salta es la capital de la provincia del mismo nombre y una de las más importantes ciudades del noroeste de Argentina, ubicada al este de la cordillera de los Andes.

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El aeropuerto de la ciudad de Salta es un importante punto de salida de los vuelos hacia ciudades de Argentina, Chile, Bolivia y El ómnibus estacionó en el andarivel de la terminal. Eran las 10:30 de la mañana. Andrés se bajó y sintió que un calor abrazador lo envolvía. Se sentía entumecido por la gran cantidad de horas sentado. Se saludaron con el chileno y se fue a averiguar a qué hora tenía un ómnibus que lo llevara hasta La Quiaca, distante 411 Km. de Salta capital y en la frontera con Bolivia. No le gustó mucho la idea porque el ómnibus salía a las 5:30 de la mañana. Compró el pasaje. “La verdad es que no importa si sale temprano. Así podré adelantar lo más posible”, pensó. Salió de la terminal y tomó un taxi. Le indicó el nombre de un hotel que ya había visto por Internet que era de 4 estrellas. “Teniendo que hacer miles de kilómetros no me voy a sacrificar en los hoteles. Como pago todo yo o con la tarjeta, no importa si es más caro.” Se dijo a sí mismo. -

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Llegó al hotel y se registró Buenos días señor – le dijo la recepcionista. Una salteña con algo de aire indígena, pelo bien negro, ojos algo rasgados y piel morena. Buen día. Necesito una habitación ¿Alguna preferencia? Con una buena cama y un baño con agua caliente. Recién llego desde Buenos Aires en ómnibus – bromeó Andrés. Lo comprendo. Ah, señorita. ¿Se puede dejar la habitación reservada? No hay problema, señor, pero creo que no vale la pena. No estamos en temporada por lo tanto siempre va a encontrar habitación. Gracias. ¿le puedo abonar ya?, porque mañana salgo, de madrugada para La Quiaca. Ah, entonces no debe estar tan cansado – dijo ella sonriendo. No crea, lo que sucede que, cuando uno tiene una tarea, no tiene más remedio que cumplirla. 145


Le pagó y la recepcionista llamó al botones, para que lo acompañara a la habitación. El hotel estaba a 7 cuadras de la plaza principal de la ciudad de Salta, y a pocos pasos de la terminal, con habitación con aire acondicionado, TV cable. Y tenía restaurante. Ni bien le dio una propina al botones, Andrés, luego de encender el aire acondicionado se desvistió y se dio un baño bien caliente y se acostó. Tenía que tratar de dormir ya que mañana iba a ser un día largo al tener que entrar en Bolivia y no saber donde encontraría otro hotel bueno. Debido al cansancio se durmió casi enseguida. Cuando se despertó eran las 5:30 de la tarde y tenía mucha hambre. Recién se dio cuenta que hacía más de 24 horas que no comía algo en serio. Se vistió y se fue al snack bar del hotel. Pidió un refresco y, como había empanadas, pidió dos. Luego de comer, se sintió mejor por lo que decidió salir a dar un paseo caminado. A pesar de estar atardeciendo, seguía haciendo calor. Reconoció por qué Salta se destaca por ser la ciudad argentina que mejor ha decidido imitar la arquitectura colonial o antigua. Posee importantes construcciones, como el Cabildo, la Catedral y el Convento de San Francisco. Pero muchas de sus construcciones son neocoloniales. Ya cansado, decidió volver al hotel. Decidió cenar en el mismo hotel por lo que se fue hasta el Snack Bar y se pidió un whisky para esperar la hora de la cena. Ese atardecer tan lejos del país, tan lejos de Florencia lo entristeció. Volvió a tocarse la cruz y pensó: “esta cruz tiene que tener la fuerza suficiente para que yo pueda cumplir con mi cometido. Es algo que Dios me ha encomendado para que se puedan cumplir mi deseo más grande: casarme con Florencia.” Sin darse cuenta los ojos se le habían llenado de lágrimas.

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Entró al restaurante y se sentó. Vino el mozo con la carta y Andrés le pidió que quisiera solo un bife bien cocido y una ensalada. De beber, pidió una cerveza. Luego de cenar, se fue al cuarto. Había decidido no afeitarse para pasar desapercibido entre los muchos muchachos turistas que había en la ciudad. Se volvió a bañar, aprontó la mochila para salir temprano en la mañana. Tomó el sobre que le habían dado los Paz. Ahí tenía las fotos de Andreina. Las estuvo mirando un rato como para que no se le borrara de sus retinas la imagen de aquella niña. Apagó la luz y se puso a pensar en Florencia. No la podía apartar de su mente. Su amor podía mucho más que todos los sacrificios que podía hacer. A la 4 de la mañana, ya estaba despierto. Se levantó y, a pesar que quería hacer todo con tranquilidad, estaba muy nervioso y pronto estuvo listo para partir. Cuando eran las 5 de la mañana, bajó de la habitación y se hizo pedir un taxi. Al instante tenía el coche en la puerta del hotel. Le pidió que lo llevara hasta la terminal de autobuses. Una vez que estuvo allí, le pagó al taximetrista y buscó de donde partía el ómnibus hacia La Quiaca. Se subió al ómnibus que lo llevaría hasta La Quiaca. No era un bus de la misma categoría del que había venido desde Buenos Aires, pero sus asientos eran cómodos para hacer lo 411 Km. que lo separaban de su destino. Subió mucha gente hasta que el coche estuvo lleno. A las 5:30 de la mañana y ya con un calor agobiante, el bus se puso en marcha. Recién en ese momento, Andrés se dio cuenta que el ómnibus no tenía aire acondicionado o no funcionaba, porque llevaba todas las ventanas abiertas. Si bien el recorrido no era mucho, comparado con lo que había hecho el día anterior, sabía que le esperaban unas 6 horas de viaje. Pasaron por la ciudad de San Salvador de Jujuy, capital de la provincia de Jujuy

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El viaje se hacía largo y pesado, entonces Andrés empezó a buscar con quien hablar. Vio a una señora que aparentaba ser de edad, pero a ese tipo de personas del norte argentino es difícil embocar con la edad. La señora viajaba con una nena que tendría 5 o 6 años. - Señora, perdóneme, ¿usted es de La Quiaca? - Si, m’hijo, ¿por qué? ¿ necesita algo? El tono de la señora lo animó a Andrés a seguir conversando con ella. - Mire, yo soy de Uruguay y es la primera vez que viajo hacia estos lugares. - ¡Pero mire que has venido de lejos! – y se rectificó enseguida – es muy común que la gente siga este camino para llegar a Cuzco. - Eso es lo que quiero, pero no si consigo algo antes. - ¿Y qué vas a encontrar en este rincón del mundo? La señora tenía más cultura que la que aparentaba. Mientras conversaban, la nena que viajaba con ella, se subió en la falda de Andrés, se acurrucó para dormirse. - ¡Pero si será atrevida! ¡Venga aquí, Florinda! El nombre de la chiquita lo conmovió a Andrés y dijo - Déjela, está bien. ¿Sabe lo que quiero encontrar?, un maestro Reiki, dijo Andrés, “tengo que tirarme en todos lados. Quizás en alguno emboque, pensó - Creo que viniste al sitio indicado. Cuando lleguemos a La Quiaca, Allí hay de esos bandidos. - Pero, ¿por qué bandidos? - Mira, niño, yo soy maestra en una escuelita en la frontera con Bolivia. Con la idea de que van a salvar el mundo se están llevando a todos los chicos de esta región. Y, lo que es peor, usan a personas blancas como tú para convencerlos, diciendo que son maestros de esa filosofía. No sé que pretenden. Yo he estudiado lo que es el Reiki y, si bien no estoy de acuerdo, no es lo que estos farsantes pintan. - Pero, ¿es tan así? - Créeme hijo. No te dejes convencer por ellos. Si quieres maestros Reiki búscalos en Buenos Aires. Pero antes tienes que asesorarte. 148


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¿Así que usted puede indicarme uno de esos lugares? Si, quédate tranquilo. Mira el angelito como se durmió, Tienes hijos No, no soy casado y ni siquiera tengo novia – sonrió Andrés Pero, ¿qué hacen las mujeres en tu país que no te pescaron todavía? Dí que a mi edad ya no puedo presumir, pero en mi juventud un chico como tú no se me escapaba – dijo la señora riendo. En realidad, estoy enamorado de una chica pero no me animo a decírselo.

“¿Quién se va enterar si le cuento mi historia a esta señora? Quizás así me quito toda la angustia que tengo”, pensó y le contó toda su aventura con Florencia, quién era ella y él que posición ocupaba. - Mira, hijo, sin conocerte, si lo que tú me has dicho es cierto, no hay mujer que se resista. Te digo la verdad y mira que tengo años, nunca encontré un hombre que hiciera los sacrificios que haces tú por ella. Cuando vuelvas, dile que quieres casarte con ella. Nada de ser novios a ver que pasa. - Mire – dijo Andrés mostrándole la cruz – esto me lo dio ella. Era de su abuela y me lo dio para que me protegiera en el viaje. - ¿Y todavía lo dudas niño tonto? - Es que, a veces, uno le tiene miedo al fracaso. - Sin fracasos no se camina. Lógico, si no haces nada, no vas a tener fracasos, excepto que cuando te llegue la hora y mires tu vida, si no hiciste nada, toda ella habrá sido un fracaso. - Perdóneme, ¿pero usted le enseña todo esto a sus alumnos? - Mira, en estas zonas, tienes que enseñar a leer a escribir a hacer cuentas, pero lo que más importa es enseñarles a vivir. A enseñarles que la vida no es un fracaso como pretenden algunos. Que es linda y que hay que aprovechar todas las oportunidades que se presentan. Además, a estos pobres chiquitos, hay que enseñarles que, por poquito que tengan, tienen lo más preciado: la vida. - La verdad me encanta oírla hablar. 149


No digas eso en voz alta que me van a decir vieja – dijo con una sonrisa. Fue la única vez que Andrés la vio sonreír -

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¿Por dónde andamos? – preguntó Andrés Ya pasamos Tilcara y Humahuaca. Ya nos falta poco.

El ómnibus había parado una infinidad de veces subiendo y bajando pasajeros. Ya se había comenzado a notar la altura de la sierra. El aire estaba más fresco y el ómnibus ascendía por laderas empinadas. Andrés estaba ansioso por llegar. Era la frontera con Bolivia y un paso más para poder encontrar a Andreina. La conversación con la maestra lo había dejando pensando. “Es cierto, entonces que en esta ruta reclutan gente para esa sectas o congregaciones raras. Esto me abre la esperanza que mi intuición no fallará. Florencia, tenés que iluminarme y ayudarme en algo muy difícil. Sé que tú lo podés hacer.” Te quedaste callado. ¿Pasó algo? No, es que en realidad no le conté toda la historia de lo que me trajo hasta aquí. Andrés le relató todo lo que sucedía con Andreina y qué era lo que él estaba buscando. -

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M’hijo, ¡Qué suerte que lo contaste! Yo sé que cerca del puente que lleva a Villazón en Bolivia, hay una casa donde existe una mujer que se dice brasilera y que cura con las manos. Allí siempre hay, acompañándola, unas niñas que, la mayoría son extranjeras y que la mujer llama mis alumnas. Ahora, cuando lleguemos, no te apartes de mí. Te voy a hacer llegar hasta ahí. No vaya a se que tu niña esté entre ellas. ¡Sería más que un milagro! – exclamó Andrés. Los milagros también suceden.

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CAPITULO XII

El domingo, el día que Andrés tomara el ómnibus que lo llevaría hacia la ciudad de Colonia, Florencia se levantó temprano. Estuvo dando vueltas sin saber qué hacer. En más de una oportunidad estuvo a punto de llamar a Andrés, pero se había propuesto no molestarlo. Su madre, que la vio como perdida, le dijo. - Flo, ¿no querés acompañarme a Punta del Este? Tengo que ver cómo quedaron los arreglos antes que vaya tu padre, si no, sabés que se pasa rezongando. - Ay, si mami. Ando perdida. Nunca creí que podría extrañar tanto a un amigo. - Si, ya te vi, pero, Florencia, no me engañes, ¿sólo un amigo? - Mamá, sabés lo que siento por él, pero, es un amigo. Nuestra relación nunca fue más allá de un abrazo de amigos. - Yo me pregunto, Florencia, ¿no será que tú, con tu manera de ser, que no le has dado oportunidad de expresarse? - ¿Te parece? Si fuera así, me mato. ¡Con lo que he esperado para que me hable de sus sentimientos! - Buen, nos vamos entonces - OK Al rato salieron en la BMW para Punta del Este, llegando a las 11:45 de la mañana. - A esta hora, Andrés debe estar llegando a Buenos Aires, dijo Florencia - Querida, no te obsesiones. Buscá algo en qué distraerte. Es lo mejor que podés hacer por ti y por Andrés. - Tenés razón. Me voy hasta la playa porque ahora no hace frío. - Si, pero cuidate. Si no hay gente, volvé si no me quedo preocupada. Florencia estuvo un rato caminado por la playa. Recordaba cada uno de los momentos pasados junto a Andrés. 151


Todos fueron de felicidad y alegría, aún cuando el incidente en el casamiento, se había sentido protegida por él. Se acordó de las noches que pasó en la casa de Andrés, cuando viajaron a Salto. Con una sonrisa de picardía, pensó en lo caballero que él había sido con ella. “¿Por qué no aproveché y me tiré arriba de él diciéndole todo lo que lo amo?, pensó y se rió. Tomó su celular y llamó - Mami, ¿querés que lleve algo de comer?...OK, ya voy Fue hasta una rosticería, compró comida para las dos y se fue para su casa. Luego de almorzar, - Mamá, ¿querés hacer algo? - No, Florencia. Estoy cansada. ¿Tú qué vas a hacer? - Nada me voy a recostar un rato. La caminata por la playa me hizo bien. - Se te nota. Tratá de descansar. Florencia se acostó y, sin darse cuenta, quedó dormida. A las 5 de la tarde se despertó. Se sentía feliz porque había soñado con Andrés. No recordaba bien lo que soñó, pero sabía que fue algo muy agradable. Se vistió y se fue al living. La madre estaba mirando televisión y hablando por teléfono. Florencia nunca se explicó cómo podía hacer las dos cosas al mismo tiempo. Le hizo señas que se iba a caminar por el centro de Punta del Este y que si quería algo la llamara al celular. Estacionó el auto en la calle Gorlero, se bajó y se puso a caminar. Era una tarde espléndida. A lo largo de la calle Gorlero se encuentran comercios, confiterías y cines Se considera el centro a la altura de la calle 27. Desde allí hasta su nacimiento, en el verano, se hace difícil circular y encontrar donde estacionar . Luego de caminar por Gorlero, bajó una cuadra para ver los comercios en la Calle 20. La calle 20 en Punta del Este, conocida como la “Fashion Road” o la “Rodeo Drive del Este”, se encuentra rodeada de hermosos paisajes naturales, a metros de 152


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las verdes aguas de la Playa Mansa con una vista espectacular al puerto. Florencia aprovechó e hizo algunas compras de ropa y, cuando estaba mirando alguna de las vidrieras, se encontró con Agustina y su esposo Gabriel. - Flo, ¿qué haces solita por acá? - Hola, ¿cómo están? ¿Esperando familia y no me dijiste nada? - Viste. Vino medio que de sorpresa, pero estamos felices. Tanto Agustina como Gabriel habían sido compañeros de estudio de Florencia - Me contaron que estás de novia – dijo Agustina. - No, no es cierto. - Pero me dijeron que te vieron con un chico que mata en el casamiento de Stefi. - Es un muy buen amigo, que me acompañó - Con Gabriel siempre comentamos de que raro que no tengas novio. - ¿Y que pasa con ese chico? ¿No está ahora acá? - No se fue de viaje. - ¿Y esás sola en Punta? - No, vine con mami que quería ver como está el departamento. - ¿Qué hacés esta noche? - No tengo pensado nada. - Mirá, estamos con el hermano de Gabriel, Diego. ¿Por qué no nos vamos a cenar juntos? - OK, ¿nos encontramos a la diez? - ¡Bárbaro! Se saludaron y Florencia volvió a donde había dejada estacionado su auto. La verdad que no tenía muchas ganas de salir esa noche, pero pensó que podía ser una manera de distraerse. A las 22:15 se encontraron en el restaurante.

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En Punta Del Este, lógicamente por la actividad pesquera y todo lo relacionado al mar, encontraremos en la mayoría de los restoranes de Punta, diferentes y exquisitos platos de Pescados y Mariscos Luego de cenar sendos platos de mariscos, en determinado momento, Florencia dijo - Agustina, no me acompañas al baño - Si, respondió la amiga Ambas se levantaron y se dirigieron al baño. Ni bien llegaron allí, Florencia se puso a llorar. - Ay, Agustina, perdoname, pero estoy muy angustiada. - ¿Te pasó algo con mi cuñado? ¿Te dijo algo? - No, no, por favor. Soy yo que no aguanto más la angustia de estar lejos de Andrés. - A ver. Tranquilizate y me contás quien es Andrés. - Es el chico que te contaron. Estoy loca por él y se tuvo que ir de viaje por mi culpa. - ¿Cómo que por tu culpa? - Mirá, es largo de contar pero no quiero dejar sentados a tu marido y a tu cuñada. Volvé a la mesa, me traés mi abrigo, me disculpás con ellos y me voy. - No, no te vas sola. Esperame. Agustina fue hasta la mesa en que estaban los dos hombres. - Flo no se siente bien así que la voy a acompañar hasta la casa en su auto. Gabriel, vayan a buscarme dentro de un ratito. - ¿Algo grave? – preguntó Gabriel - No, nada, solo cosa de mujeres. Ella volvió al baño, donde todavía estaba Florencia llorando. - Bueno, vamos, así me contás toda la historia y te desahogás. En el auto de Florencia se fueron hasta su casa. En el camino, le relató a Agustina, brevemente, lo sucedido y el por qué Andrés estaba de viaje. - ¿Querés que diga algo, Flo?, Gabriel, a pesar que estoy segura que me ama, ¡nunca, pero nunca, hubiera hecho eso por mi y menos por una amiga que ni conoce! 154


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¡Qué amiga que eres! Te lo digo en serio. Esperalo con los brazos abiertos. Ese hombre es de oro. Bueno, ¿estás mejor? Si, muchas gracias y perdoname que les arruiné la noche. No te peocupes. Ay, mira ahí llego Gabriel. Un beso.

Se bajaron del auto. Florencia saludó con la mano a los hombres y subió a su departamento. Cuando entró, la madre estaba reunida con unas amigas. Florencia saludo brevemente y se fue para su cuarto. La madre, que vio que algo no andaba bien la siguió - Flo, ¿qué pasó? - Nada mami. Lo que pasa es que estábamos cenando y me entró un terrible angustia al acordarme de Andrés y me puse a llorar, pero Agus me acompañó - Ay niña – dijo la madre abrazándola – no veo la hora que Andrés llegue y le cuentes todo lo que te pasa con él. - Solo me conformo con que esté cerca. - ¡Ah, no nenita! Cuando Andrés esté aquí le vas a contar todo. - ¿Y si me dice que no me quiere? - Te lo aguantás, pero salís de esta angustia. Acostate que me voy con mis amigas. Un beso. Florencia se desvistió y se acostó. Le costó mucho dormirse pensando por donde estaría Andrés. El lunes volvieron a Montevideo y Florencia se encerró en su casa. No quería salir a ningún lado. Prefería leer algún libro y mirar algo de televisión. Acostumbrado a verla siempre contenta y hablando fuerte, su padre le preguntó a su esposa, - ¿Qué le pasa a Flo?, la veo tan triste - Mal de amores, querido. - ¿Cómo? - Ay, ¡qué afuera de la realidad vivís! ¿No te diste cuenta que tu hija está enamorada de Andrés? - ¡No me digas! ¿Y él le dijo que no? - ¡Él ni está enterado! 155


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¡Qué muchachita loca! Voy a ir a darle un beso. El doctor Bauer golpeó en el dormitorio de

Florencia - ¿Se puede? - Ay, papi, entrá. ¿Qué pasó? - Solo quería ver cómo estabas y darte un beso antes de ir a la Empresa. - ¡Estoy hecha una ruina! – dijo ella - Si, ya se. Tené fe mi amor. Todo va a salir bien Le dio un beso y salió. Florencia se quedó pensando en lo que le dijo el padre. Tener fe y se puso a orar.

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CAPITULO XIII

El ómnibus había llegado, finalmente a La Quiaca. La Quiaca es una pequeña ciudad ubicada al noroeste de la provincia de Jujuy. Es el paso fronterizo con Bolivia y dista unos 290 Km. de San Salvador de Jujuy, capital de la provincia de Jujuy. Cuando el autobús se detuvo en la terminal eran las 11:30 de la mañana. La señora se dirigió a la chiquita que seguía en la falda de Andrés. - Vamos Florinda, mi amor. Ya llegamos. - Andrés, ten cuidado de cómo te mueves. Acuérdate que estamos a 3.400 metros sobre el nivel del mar. No vaya a ser que te apunes. Andrés, además de sentir el aire más frío, había comenzado a sentir algo de opresión. Pensó que quizás podía ser ansiedad ya que no se había acordado del problema de la altura. La señora se bajó y Andrés la ayudó a llevar la nena. Al acercarse a una para de taxis dijo - ¡Mira, les entregaron los coches nuevos! Muy bien ordenaditos había cuatro Renault Megane, blancos con los vidrios oscuros, nuevitos. Uno de los chóferes se acercó hacia la señora. La nena se soltó de Andrés y corrió hacia él - Hola mamá, ¿Cómo hicieron el viaje? - Bien, hijo. Ven Andrés. Este es José, uno de mis hijos, el padre de Florinda. Andrés lo saludó y ella continuó - José, llamá al Gavilán que lo necesito. - Si, mamá, recién estaba por aquí esperando el ómnibus. Casi enseguida apareció José con un hombre muy grande, barbudo y de pelo largo. Vestía una campera de cuero 157


gastada, una remera y jeans gastados. En los pies tenía unas botas igualmente gastadas. - Gavilán, ¿cómo andas? - Maestra, hacía días que no la veía – dijo el individuo, dándole un beso - Ay siempre con esa vestimenta. Ves Andrés, aunque no lo creas este pequeño monstruo fue alumno mío – rió ella y prosiguió – Gavilán, escúchame bien: este chico anda en busca de una niña que, parece, podría estar con la mujer que cura con las manos. Tú lo vas a llevar hasta ahí y vas a hacer todo lo que él te diga. No te apartes de él, excepto que tenga que cruzar para el otro lado. Pero si encuentra a la niña que busca, lo llevas con ella a Salta, pero sin cobrar, ¿entendiste? - Si, maestra, con tal de sacarle gente a la curandera, cualquier cosa. - Pero, señora, no es el caso que no me cobre. Él tiene su trabajo – dijo Andrés. - No te preocupes. Aquí en la frontera los amigos siempre están a la orden. Y ahora vamos José que quiero llegar a casa que la nena debe tener hambre -

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Andrés se subió al auto y el Gavilán le preguntó ¿De dónde sos? De Montevideo, Uruguay, ¿conocés? Si. Viví unos años en Buenos Aires y me volví porque no aguantaba el bochinche de la ciudad. Pude hacer unos pesos y con eso me compré el auto. ¿Has visto chicas ahí donde vamos? Si, siempre hay dos o tres. Se visten son unas túnicas grises. Por eso las distinguís.

Mientras él hablaba se adelantaban por un camino con mucho tránsito. Al llegar a cierto punto, giró a la izquierda y le dijo a Andrés - ¿Ves aquél puente? Ese es el cruce a Bolivia a la ciudad de Villazón y, aquí a la derecha en esa casa enorme es que está la mujer. Mirá a mi no puede ni verme porque ya hemos tenido algunas agarradas, así que bajate y mirá y venís a 158


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avisarme. Dejá la mochila, nomás, así no pasás como un turista OK

Andrés se bajó del auto y se aproximó a un gran salón abierto por todos sus costados. En el centro había una mujer que ponía las manos sobre una persona que estaba acostada. Él miró alrededor, adecuando la vista a la semipenumbra. Miró a las tres chicas que estaban alrededor. De pronto la persona que estaba acostada se levantó y salió. Entonces la curandera dijo con voz ronca - Nina, em seguida, entra a mulher que está esperando Una chica se adelantó e hizo entrar a una mujer. Andrés reaccionó enseguida. Era Andreina. Volvió al auto y Le dijo a Gavilán. - Aunque no lo creas, la ubiqué. Tenés que ayudarme - Si decime que hago - Me dijiste que la mujer no puede verte. Bueno yo me voy a acercar a la chica y la voy a sacar de ahí mientras vos armás lío y distraés a todos. Cuando no me veas más es que estoy en el auto. Como tiene los vidrios oscuros no nos van a ver, así que te venís, tranquilo y arrancamos. - OK, entendido. Se bajaron los dos. Andrés se acercó a Andreina que estaba casi en la puerta, la tomó fuerte del brazo y le dijo en el oído - Andreina. Soy un amigo de Florencia y de tus padres. Vine desde Montevideo a sacarte de aquí, así que me seguís hasta aquel auto. Cuando comenzaron a caminar, entró Gavilán y se armó un gran griterío. La curandera que lo quería echar él que no quería salir y las otras niñas que lo empujaban. En ese alboroto, Andrés se llevó a Andreina al auto y se subieron. En unos segundos que a Andrés le parecieron horas, Gavilán se subió y salió disparando. - ¿Todo bien? 159


Parece que si – y dirigiéndose a ella le dijo – Andreina vine a sacarte de este infierno. Nadie va a hacerte daño. Tenés algo debajo. Si es así sacate la túnica así no pueden reconocerte. Entonces ella reaccionó - Tengo una remera. No puedo creer que seas amigo de Flo. ¿Cómo viniste hasta aquí? No puedo salir del país porque ellos tienen mi pasaporte. - Vine en busca tuya. ¿No tenés ningún documento? - Si, tengo la cédula de identidad uruguaya vigente - Viste, son unos idiotas. Estamos en Argentina. Con ese solo documento podés viajar. ¿Queres dármela o la mantenés tú? – ella se la dio - Gavilán, esta nena necesita un abrigo, una mochila y algo de comer. - No te preocupés, vamos hasta casa de la vieja que tiene un negocio y conseguimos todo, pero les recomiendo que no se baje del auto aquí. -

Llegaron hasta un negocio. De allí salió Gavilán con un saco de lana, unos jeans, botas medias y una mochila. También trajo unas empanadas y unos refrescos. Se subió le entregó todo a Andrés y dijo - ¿Y ahora, qué? - Tenemos que llegar a Salta – contestó Andrés - Bueno allá vamos. - ¿Estás loco? Son más de 400 Km - No importa. ¡viste lo que dijo la maestra! - Bueno, pero te pago el viaje. ¿Mil pesos está bien? - Si la maestra se entera que te cobré, me mata. - No, no me cobras, te estoy dando un regalo. Ya el auto iba a alta velocidad por la ruta. Andrés le puso el saco a Andreina y la convidó con las empanadas y el refresco. Siguieron todos callados. En un momento Andrés le tomó la mano a ella. - ¿Tenés fiebre? - Hace ya varios días que vengo con fiebre. - ¿Tomaste algo? 160


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No, me curaba la mujer con Reiki ¡Qué horrible! ¿Te llamás Andrés? ¿De donde conocés a Flo? Trabajo en la Empresa del doctor Bauer. ¿Y conocés a mis padres? Si, Florencia me llevó a hablar con ellos por ti. El sábado, antes de salir de Montevideo estuve con ellos. Fueron tus padres que me dieron estas fotos.

Andrés buscó en su mochila y le dio el sobre. Ella lo abrió y al mirar las fotos se dibujó una sonrisa en su rostro. Andreina es una chica delgada, de rasgos muy finos, pelo muy corto y grandes ojos negros. - ¿Y cómo están mis padres? - Mirá, están bien pero muy angustiados - Pobres, ¡qué mala he sido con ellos! – dijo y se puso a llorar. - Dejala que se desahogue – dijo Gavilán – No sabés lo que debe haber pasado la piba. - Tenés razón – dijo Andrés que seguía teniéndola de la mano que ella apretaba como aferrándose a una realidad que no podía creer. A las 4 horas y media de haber salido de La Quiaca, llegaron al hotel que había indicado Andrés, el mismo en el que se había hospedado el día anterior. Eran las 6 de la tarde Se bajaron del auto. Bajaron sus cosas y fueron hasta la recepción. Gavilán los acompañó. - Buenas tardes señor, ¡qué pronto volvió! - Vio, las cosas salieron mejor de lo que esperaba – dijo Andrés mientras le entregaba los documentos de los dos. Dirigiéndose a Gavilán le puso mil pesos en un de los bolsillos de la campera y le dijo, - Uno siempre encuentra buenos amigos en todas partes Se dieron un abrazo y se despidieron - Buena suerte, Andrés

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El botones los acompañó hasta la habitación. Andrés le dio una buena propina. - Andreina. Para que nadie sospeche nada tenemos que hacernos pasar por una pareja. Pero solo parecer – bromeó. - Si, claro, no sería difícil que, al notar mi ausencia, comiencen a buscarme. - No creo porque nadie se dio cuenta que saliste conmigo. Además nadie puede pensar que ya estamos en Salta. Quizás mañana de tarde podamos viajar a Asunción y de allí a Montevideo. - ¿Y por qué Asunción y no Buenos Aires? - Porque, si te buscan, nunca van a pensar que te fuiste a Paraguay. - Eres muy inteligente, ¿no? - A la fuerza – sonrió él - No me siento bien, Andrés. Me voy a recostar. - OK Ella se sacó los zapatos, el abrigo y se acostó. Andrés le tocó la frente. Tenía mucha fiebre. Tomó el teléfono y pidió al Snack Bar un balde de hielo. No quería llamar médico para que no los identificaran. Al traerle el balde de hielo, Andrés tomó una toalla de mano la sumergió en el balde. Se dijo: “Nena, no te ofendas, pero tengo que desvestirte”. Le sacó la remera y los jeans. Ella quedó solo con una pequeña tanga. Él comenzó a aplicarle la toalla mojada en agua helada en la frente, el cuello, las ingles. Ella permanecía callada. Andrés, en cierto momento pensó que se había desmayado. Así siguió, sin descanso. Ya era bien entrada la noche. La fiebre había comenzado a bajar pero Andrés seguía con aquel tratamiento que les hacía su madre cuando tenían fiebre. Sentado en el piso, le ponía las toallas, se paraba a mojarlas y así sucesivamente. En un determinado momento ya entrada la madrugada, él quedó dormido, sentado en el piso, con la cabeza sobre la cama. 162


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Cuando ya eran la 7 de la mañana del miércoles, Andrés se despertó. Le dolía todo el cuerpo por la posición en que se había dormido. Se incorporó y la vio a ella profundamente dormida. Se quedó mirando aquel cuerpo desnudo, blanco y esbelto. La tapó con una sábana y prendió en aire acondicionado porque ya hacía un calor infernal. Con cuidado de no hacer ruido, sacó ropa de su mochila y se fue a bañar aprovechando para afeitarse. Estuvo un rato debajo del agua caliente para aflojar la tensión de su cuerpo. Se tomó su tiempo para secarse y vestirse. Salió silenciosamente del baño y cuando miró la cama, Andreina estaba de rodillas sobre ella. Cuando lo vio, salto hacia él, abrazándose de su cuello y dándole besos por toda la cara, sin importarle que estuviera desnuda - Andrés, te quiero, te quiero. No puedo creer que existan hombres como tú. Has hecho un sacrificio enorme por alguien que ni conocías. Te quiero, te quiero. Flo debe estar remetida contigo. No es para menos. - Bueno, por lo menos, decime cómo te sentís - Bárbaro, feliz y, no te rías, con hambre. - Muy bien señorita. Póngase esta bata mientras pido el desayuno. -

Ella fue al baño y cuando salió Ay, ¿cómo no te asustaste de mí?, parezco un bicho. Precioso – rió él

Andrés pensó: “No puedo creer haber pasado esta etapa tan difícil. Quedan otras pero creo que lo más bravo ya pasó.” Ya habían traído el desayuno y se pusieron a comer los dos. - Andreina, voy a salir a comprar lo que necesites. Por favor apuntámelo. Ella lo hizo y le dio lo anotado a Andrés - Algunas son cosas de mujer. ¿Te vas a animar a comprarlas? - Claro, ¿Quién te crees que soy? - Por favor. Te quedás aquí y no le abras a nadie. Yo vuelvo en un rato. 163


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Andrés bajó a la recepción Buen día señor, le dijo la recepcionista Buen día. Mire necesito que me averigüe si hay algún vuelo hacia Asunción del Paraguay para esta tarde. En caso afirmativo desearía dos pasajes a nombre de la chica que está conmigo y mío. ¿Puede esperar un momento? Ya le averiguo todo.

La recepcionista tomó el teléfono y habló - Señor, si hay y hay lugar. El vuelo sale a las 16:30. Hay que estar en el aeropuerto una hora antes. - ¿Puede hacer las reservaciones? - ¿Tiene su tarjeta de crédito allí?, porque así ya les paso el pago y me mandan los pasajes aquí. - Ah, perfecto, sírvase, dijo Andrés dándole la tarjeta dorada “Gracias hermanita, por lo menos me serviste en esta”. - Señor ya está. En una hora tengo los pasajes aquí - Muchas gracias. Una cosa más. Tengo que hacer unas compras. ¿Un Shopping? - ¿Qué necesita comprar? -

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Él le mostró la lista. Ella se sonrió. Perdóneme pero hay pocos hombres que salgan a comprar esto. Mire le llamo un taxi para que lo lleve al Mall más cercano, allí tienen Personal Shoppers y entonces una chica lo va a guiar Gracias. Sabía que Salta era linda, pero nunca esperé tener tantos servicios.

Andrés se fue de compras. Encontró una chica muy amable que lo acompañó y lo aconsejó en todo. Además de todo lo que le había encargado Andreina, compró dos valijas de carro para deshacerse de las mochilas. Al rato, cuando volvió al hotel ya estaban los pasajes. La recepcionista se los dio y le dijo - Ya veo que le fue bien con las compras - Espero que si. La jueza está arriba en el cuarto – se rió

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Cuando entró en la habitación con todas las bolsas, ella lo recibió en bata, con una toalla en la cabeza. - ¡Llegó Papá Noel! - Vamos a ver como se portó Papá Noel. Compré, además, dos valijas así nos deshacemos de las mochilas. Mientras ella iba mirando lo que Andrés había comprado, él le dijo. - Ya tenemos los pasajes para ir a Asunción. Hay que estar en el aeropuerto a las 3 de la tarde, así te vestís y almorzamos, por primera vez como gente. - Ay, ¡qué suerte! Sentirme bien otra vez. Cuando ella salió del baño vestida y maquillada, lucía espléndida, totalmente diferente de la Andreina que Andrés rescató. Se aproximó a él, lo abrazó y le dio un beso muy prolongado en la mejilla. - Gracias, Andrés - No es necesario que me des las gracias. Alguna vez te vas a dar cuenta que lo hice por amor. - ¡¿Por Flo?! - No sé, no sé - Si, si, ¡te pusiste colorado! - Bueno, vamos a almorzar – dijo Andrés extendiéndole el brazo - Si, mi caballero salvador. Se sentaron en el restaurante. Andreina dijo - No tengo mucha hambre. Comí como una animal el desayuno. - Está bien, pero pedí algo liviano. Nos quedan unas horas para adelante Andreina pidió una ensalada y Andrés un bife con en salada. Para beber pidieron agua mineral con gas. - Cuando lleguemos a Montevideo, me voy a tomar todo el champagne que pueda encontrar – dijo ella - Creo que vas a terminar mal. - Es que no sé como festejar haber salido de este suplicio

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Andreina, hay algo que hasta ahora no te pregunté, pero debo hacerlo. No te enojes. Ella puso cara seria - ¿Qué es? - ¿Cómo llegaste a conectarte con esta gente? - Mirá, yo había escuchado sobre el Reiki. ¿Tú sabés de que se trata? - Si, se todo lo que hay que saber. - Bueno, a mí me dijeron que cuando venías en el camino a Machu Pichu, encontrabas maestros de Reiki. - Si, los Shihan. - Bueno me conecté con gente que sabía donde encontrarlos. Fue en Bolivia. Pero resulta que los que encontré, me di cuenta enseguida que eran unos chantas. - ¿Y por qué no te apartaste? Porque lo primero que hacen es quitarte el pasaporte. Dicen que ellos lo guardarán y que van a hacer de ti la mejor Shihan del mundo. - ¿Y te enseñaron algo? - No, lo peor es que yo veía que lo que hacían era reclutar chicas, nunca varones, para quien sabe que cosa. - Seguramente imaginaste para qué. - Si, y ahí comenzó mi desesperación. No tenía mi pasaporte. Mi plata se había acabado y no podía comunicarme con nadie porque me tenían siempre vigilada. Ahora te digo: no me explico cómo hiciste para sacarme de allí. Yo me sentía mal y cuando me dijiste que me venías a sacar pensé, todo lo que me pase no va a ser peor que esto. - ¿No creíste en lo que yo te dije? - Era muy difícil pensar que una persona a la que yo no conocía viniera realmente a salvarme. Además ya me sentía muy mal. Hacía días que estaba con fiebre y no podía hacer nada. - Perdoname que te pregunte. ¿Te obligaron a prostituirte? - No mientras estaba allí, pero yo sabía que ese era el camino. Me dijeron que iba a hacer mi especialización en Reiki en Europa. Cuando escuche eso, sabía lo que me esperaba. -

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Mientras contaba eso, se le caían las lágrimas. Andrés, con el pretexto de que tenían que irse se levantó y la abrazó. - Ya está todo bien. No tenés que pensar más en eso. - Gracias Andrés, eres único - No creas, hay muchos hombres mejores que yo. Yo también tengo mis defectos. - Mejores que tú, ¡imposible!, ni siquiera debe haber iguales - ¡Me voy a agrandar!, y mirá que me pongo imposible cuando me la creo – rió él Se levantaron y fueron a la habitación. Ya tenían todo casi preparado. Solo miraron no haber dejado nada y bajaron. Andrés pidió la cuenta, la pagó con la tarjeta y solicitaron un taxi para ir hasta el aeropuerto. Al llegar al aeropuerto, Andrés vio que Andreina se ponía pálida. - ¿Qué te pasa? - ¿Viste esas chicas de túnica gris? Son de la congregación. - Bueno, tranquila. Vamos a averiguar donde tenemos que embarcar y listo. Andrés le pasó el brazo por encima de los hombros de ella y fueron hasta el mostrador de la compañía aérea. Mostró los pasajes y le dijeron que ya podía hacer el check-in e ingresar a la sala de embarque. Al hacerlo, Andreina, que seguía mirando lo que hacían las chicas de túnica gris, se quedó más tranquila. - Parece como si estuvieran esperando a alguien – dijo ella - Tranquila, en poco rato estaremos lejos de todo esto. “La verdad es que estoy agotado. No se hasta cuando mis nervios van a aguantar, pensó Andrés. Al poco rato anunciaron el embarque para los pasajeros que viajaban hacia Asunción. Ellos, empujados por Andreina, fueron los primeros en embarcar. La suavidad de la música a bordo del avió y el aire acondicionado los tranquilizó. Diez minutos más tarde el avión despegó. En ese momento Andreina se aferró muy fuerte al brazo de Andrés. 167


- ¡Le tengo miedo a los aviones!, dijo Andrés se rió y le dijo - Mientras estés conmigo no te va a pasar nada - Ya lo se. Una hora más tarde el avión descendía en el aeropuerto Internacional de Asunción. Bajaron del avión y hacía un calor insoportable. Hicieron los trámites de inmigración y aduanas. Una vez que salieron, Andrés se dirigió hacia el mostrador de una compañía aérea y averiguó que tenían un vuelo a Montevideo para mañana a las 16:00. Sacó los dos pasajes y se fueron a tomar un taxi. Andrés le indicó al chofer que fuera hacia un hotel 5 estrellas en el centro de la ciudad. “No me pienso privar de nada. Que pague el que tiene que pagar,” pensó. Mientras iban en el taxi, le dijo a Andreina - Acordate que eres mi pareja. - Si, por lo menos me hago la ilusión, hasta que Flo me mate. Andrés dejó pasar la alusión a Florencia y le dijo - Te lo digo porque vamos a tomar una sola habitación. - Ya entendí. No te preocupes. Llegaron al hotel a las 17:30. El hotel se encontraba ubicado en el micro centro de Asunción, a minutos del Aeropuerto Internacional y principales bancos, financieras, restaurantes e importantes empresas del país. Se trataba de un hotel 5 estrellas. La habitación muy amplia encontraba ubicada en los pisos superiores del hotel, y estaba decorada con el más exclusivo concepto en diseños de interiores El aire acondicionado estaba encendido, por lo que estar allí era un placer. Andreina se desvistió, se puso una bata y se sentó a mirarlo a Andrés. - ¿Qué hacés? - Voy a mandar un mensaje a Florencia diciendo que estoy en Asunción, pero no les voy a decir que estoy contigo. - ¿Por? - Por si alguien, no lo creo, pueda interceptar el mensaje y sepa dónde estamos. Yo no voy a estar tranquilo hasta que no estés con tus padres. 168


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¿Alguien te ha dicho que eres divino? No embromes. Solo uno más

Andrés tomó su celular y escribió: “Estoy en Asunción. Mañana de tarde llego Carrasco. Tengo noticias. Vayan a esperarme” -

Se lo mostró a Andreina. Flo se va a morir al saber que su amor vuelve. No seas mala. No soy su amor. ¡Quien te ve la cara no dice eso!

Florencia estaba sentada en el living de su casa tomando un refresco. Hacía muchos días que su angustia iba en aumento. Ya era miércoles y no había ninguna noticia de Andrés. “No se que haría si lo tuviera aquí conmigo. Me lo como, amor mío. ¡Te extraño tanto!”, pensaba cuando sonó el celular anunciando que tenía un mensaje. dijo.

“Qué idiota me mandará mensajes sabiendo como estoy”, se Miró el celular y se le detuvo el corazón. Se le nublaron lo ojos y no podía leer. Lo único a lo que atinó fue a gritar - ¡Papá, mamá, un mensaje de Andrés! Los padres de Florencia vinieron enseguida donde ella estaba - Ay, mami, leelo porque yo no puedo - Si, Flo: “Estoy en Asunción. Mañana de tarde llego Carrasco. Tengo noticias. Vayan a esperarme” - En Asunción – dijo el doctor Bauer – Pobre muchacho. Vaya saber que vueltas ha tenido que dar. - Realmente es admirable – dijo Macarena – ese muchacho vale oro. ¿Quién sabe qué noticias trae?, pero si lo dice no han de ser malas. - Mami, yo soy muy egoísta, ya lo sé, pero lo único que me importa es que Andrés vuelve. Yo lo metí en esto y todo lo hizo por mí. - Ah, ¿y todavía dudás de que está enamorado de ti? 169


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¿Cómo? – dijo el doctor Bauer – Cuéntenme como es la historia. Papá no digas nada, pero hace mucho tiempo que me muero por Andrés, pero viste qué formal que es él. No sé si él me quiere de la misma manera. ¿Y por qué no se lo preguntás? Ay, papá, no te desubiques. Ah, así somos los padres, la enamorada eres tú y el desubicado soy yo, dijo dándole un beso en la cabeza. Andá y llamá a Guillermo y Carolina. Les va a gustar estar en el aeropuerto cuando Andrés llegue. Si, es cierto. Los voy a llamar

Florencia tomó el teléfono y llamó a la casa del doctor Paz. - Carolina, acabo de recibir un mensaje de Andrés. Está en Asunción y dice que llega mañana de tarde. Pide que lo vayamos a esperar. Dice que trae noticias - Ay, Flo, te corto ya y voy a llamar a Guillermo que está en el hospital. En Asunción ya se había hecho la noche. Andrés y Andreina se habían quedado mirando televisión. - Andreina, ¿tenés ganas de tomar algo? Te digo porque yo me voy a tomar un whisky. ¿Querés uno? - ¿No me hará mal? - No, no creo. - Está bien. Estaban los dos mirando televisión cuando Andrés preguntó - ¿Tenés hambre? - No, mucha, ¿por? – dijo Andreina - Porque tenemos dos opciones. Bajar al restaurante o pedir algo liviano para comer aquí. - Mejor pedí alguna ensalada y algo dulce para comer aquí. - OK Andrés se paró, tomó el teléfono y ordenó la comida. - ¡Qué acostumbrado estás a viajar! Siempre elegís los mejores hoteles.

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¿Quérés que te diga algo? Es la primera vez que viajo fuera del país. ¡No te creo! ¿Y cómo te desenvolvés con tanta facilidad? No se. Será el instinto de conservación, rió él. ¿Puedo hacer algo? – preguntó Andreina. Si

Ella se levantó lo abrazó y le dio un beso en la mejilla. Se quedó un rato abrazado a él. Andrés, no sabiendo qué hacer le pasó los brazos por la espalda. Cuando ella lo soltó, se quedó con la cabeza baja. Andrés le tomó el mentón y se la levantó y vio que estaba llorando. - ¿Qué pasó, Andreina? - Nada - No, nada, no. Algo te pasa. - Perdoname. Fue un impulso. Es que no puedo creer que haya alguien que haya hecho lo que tú. ¡Con razón Flo está enamorada de ti! - A ver, señorita. ¿De dónde sacó que Florencia está enamorada de mí? - ¡Es que si no lo está es la mujer más boba del mundo! En ese instante tocaron a la puerta. Andrés vio tensión en la cara de Andreina. Era el mozo que traía la cena que habían solicitado. Andrés lo recibió, le dio la propina y, cuando el mozo se fue, le preguntó - ¿Qué pasó Andreina que te pusiste tensa? - Es que no me acostumbro a estar tan libre Andrés le dio un beso en la cabeza y le dijo. - Vamos a comer. Quiero acostarme porque estoy muy cansado - Si, yo también dijo ella. Comieron y después de un rato, Andrés le dijo. - Andá a cambiarte y te acostás. Yo me voy a acostar en ese magnífico sillón. Lo único que te voy a pedir es una almohada. - Andrés, ¿estás bobo? ¿Cómo te boy a dejar dormir en un sillón? Mirá el tamaño de la cama. Además, ¿me voy a asustar el hombre que me cuidó toda una noche en Salta? 171


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Pero… Nada de peros nos acostamos los dos en la cama

Andreina salió del baño con un precioso camisón que Andrés le había comprado en Salta - ¡Mirá qué lindo me queda! - Cierto. Bueno, a ti todo te queda lindo - ¡Ni lo digas que me lo creo! Andrés se fue al baño, se cambió y se puso un short y una camiseta. Al acostarse, le dio un beso en la mejilla a ella y le deseó dulces sueños. Apagó la luz y se quedó pensando “falta tan poco para ver a Florencia. No lo puedo creer. Me tengo que dar fuerzas para confesarle mi amor.” En ese momento le saltó el recuerdo de su “otra vida”. Mercedes y todo el lío del dinero. Se preguntó mil veces como podría zafar de todo eso. Con todo dándole vueltas en la cabeza, se quedó dormido.

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CAPITULO XIV

Al día siguiente Andrés se despertó a las 7 de la mañana. Sintió como que estaba preso. Andreina se había abrazado a él como una niña. Poco a poco se fue desembarazando, tratando de que no se despertara. Cuando lo logró, se fue al baño, se afeitó y se bañó. Se vistió. Al volver vio aquellos enormes ojos negros que lo miraban t un rostro con una brillante sonrisa. - Buen día, mi salvador - Buen día princesa, ¿cómo dormiste? - Como hacía años que no lo hacía. Ah, ¡ya estás vestido! ¿Vas a algún lado? - Voy a esperar que te vistas, así bajamos a desayunar y después quiero dar una vuelta porque quiero comprar alguna cosita. - ¡Pero mirá que una mujer demora en bañarse y vestirse! - Ya lo se, estoy acostumbrado, tengo hermanas. Ella se levantó, le dio un beso y se fue al baño Al rato apareció vestida. Con su figura esbelta, su pelo corto, maquillada y una cautivadora sonrisa, parecía una modelo - ¿Cómo estoy? - Preciosa - ¿Sabés cuánto hacía que un hombre no me decía eso? ¡Años! Bajaron al salón de desayunar. Andreina se sentía como en otro mundo. Aquel lujo y las atenciones que Andrés tenía con ella, le hacían sentir que había vuelto al lugar de donde nunca debía haber salido. Pensaba en la tristeza que les había hecho pasar a sus padres. Lo único que esperaba es que la perdonaran. - ¿Sabés Andrés? Tengo algo de miedo al volver a Montevideo - ¿Por qué? - Por lo que me dirán mis padres. Yo no te he contado. Yo me recibí de Economista junto con Flo. De ahí es que somos tan amigas. Estaba trabajando en una consultora, 173


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cuando se me dio la loca de querer viajar a Machu Pichu y a Cuzco. Fue un capricho de nena. Con casi 24 años me fui a viajar sola contra la voluntad de mis padres. ¡Así me fue! Es por eso que ahora me da miedo. Mirá, no hay nada mejor que la humildad y reconocer nuestros propios errores. Si lo hacemos así, nunca van a dejar de perdonarnos – dijo Andrés y pensó “eso espero el día que le cuente a Florencia mi otra vida. ¡me va a matar!” ¿Y tú? No me has contado nada de ti. Se que trabajás en la empresa del padre de Flo, pero nada más. Mira me recibí de Ingeniero Industrial hace más de dos años, pero hace más de cuatro que trabajo en la Empresa. Actualmente soy Jefe de Mantenimiento de la Planta pero, dicen, que me van a nombrar Gerente de la Planta Industrial – dijo Andrés mostrando algo de orgullo. ¡Ah, pero no sabía que estaba tratando con alguien tan importante! ¿Cómo tengo que hablarte ahora? No seas boba, yo soy yo Un hombre divino. Ya pensé que si Flo no te quiere, te espero yo. Se lo voy a decir – dijo Andreina y largó una carcajada. ¡Te mato donde digas algo!

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Al terminar de desayunar, Andrés le dijo Vamos hasta la habitación y después quiero dar una vuelta. Bueno.

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Cuando bajaron salieron a la calle. Ya hacía un calor insoportable por lo que decidieron meterse en un Shopping. Andrés se paró frente a una joyería y le preguntó a Andreina - ¿Te gusta ese anillo? Se trataba de un anillo de oro blanco muy finamente trabajado con una pequeña esmeralda engarzada. - Es divino, ¿no? - ¿Y ese dije? Un dije en oro blanco con forma de lágrima y con una esmeralda. Venía con una fina cadena también en oro blanco. - ¡Qué buen gusto tenés! ¿Puedo saber para quién es? - No preguntes tanto 174


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Ya se, es para Flo Te dije que no preguntaras Te pusiste colorado, si, si – dijo Andreina riéndose.

Entraron a la joyería y Andrés compro el anillo y dos cadenas con dijes. Los hizo envolver por separado. Pagó con su tarjeta y pensó cuando les llegue la cuenta se mueren. ¡Qué se jodan!” Salieron del Shopping y hacía muchísimo calor por lo que decidieron volver al hotel. Subieron a la habitación. Andreina se quitó los zapatos y se recostó. Andrés le dijo - Vení, parate aquí, frente al espejo y cerrá los ojos. - ¿Qué me vas a hacer? - Nada, niña Él había desenvuelto la cadena con el dije y se lo colocó en el cuello. - Ahora si podés abrir los ojos Ella los abrió y se quedó muda. Se le empezaron a caer las lágrimas. - ¿Y esto? ¿A qué se debe? ¡No lo merezco! - Es un regalo para que te acuerdes que has pasado por algo muy amargo que debe dejarte enseñanzas. - Ay Andrés. No lo puedo aceptar. Es un premio que no me merezco - Bueno, tomalo, que es algo para que tengas la boca cerrada respecto a Florencia – rió él - ¡Bandido! ¡Eso es soborno! Andreina se dio vuelta y se abrazó a él. - Bueno – dijo Andrés – vamos a prepararnos que nos falta la última etapa. - Si. ¿no te enojás si no almuerzo? Pasa que comí mucho en el desayuno y además los nervios no me van a dejar comer. - No, está bien. Yo tampoco voy a almorzar. - ¿Estás nervioso? - Algo - Es por Florencia. - Si, pero además por volver con lo que fui a buscar. Es como un milagro. - Tú hiciste el milagro. ¡Qué nunca se te olvide! 175


Cuando llegó la hora de partir hacia el aeropuerto, los dos bajaron sin hablar. Andrés pagó, salieron y tomaron un taxi. Un rato más tarde hicieron el check-in y después embarcaron. En todo ese rato cada uno de ellos iba sumido en sus propios pensamientos. Para los dos esta última etapa era la más importante. Para Andreina volver a su país, a su casa, a lo que ella estaba acostumbrada. Para Andrés, volver a ver a Florencia, la única mujer a la que amaba, sabía, además que tenía que decidirse a hablarle. Cuando el avión levantó vuelo, Andreina se aferró al brazo de Andrés y no se lo soltó en todo el viaje. En cierto momento se oyó por los parlantes “El comandante de Líneas Aéreas les anuncia que vamos a descender al Aeropuerto Internacional de Carrasco, Uruguay. La temperatura en la ciudad de Montevideo es de 20° y el cielo está totalmente despejado,… Andreina y Andrés no escucharon más nada. A ella le caían las lágrimas por las mejillas y él tenía los ojos nublados por las légrimas. En ese momento preguntó en voz alta - ¿Quién nos estará esperando? Ella permaneció muda. Desde las 2 de la tarde, Florencia, su mamá y la madre de Andreina se habían instalado en el aeropuerto. Había un vuelo que había llegado desde Asunción a las 15:00. Ellas habían mirado a todo el pasaje para tratar de ver a Andrés pero no sucedió. Ahora eran las 6 de la tarde y había llegado el último vuelo que venía de Asunción. - En este tiene que venir – dijo Florencia - Quien sabe nena. Sabes que muchas veces se atraviesan inconvenientes. - Dejate de embromar, mamá. Andrés, si no viniera, me habría mandado un mensaje – le gritó Florencia. - Calmate, Flo – dijo el doctor Bauer que había llegado al aeropuerto junto con el doctor Paz.

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Todos miraban ansiosos a los pasajeros que iban saliendo. Pero había mucha gente porque al mismo tiempo habían llegado vuelos desde San Pablo y desde Buenos Aires. De pronto Florencia vio a Andrés. Su corazón le comenzó a latir más rápido, pero vio que una chica morocha muy bonita venía aferrada a su brazo. “¿Sería esta la novedad?, pensó. Todo sucedió en un segundo porque cuando ella pensó eso Carolina, desvaneciéndose, gritó - ¡Nina! Allí se armó un griterío tal que la gente se daba vuelta a mirar a aquellos “locos” El doctor Paz contuvo a su señora y todos se abrazaron, llorando, a Andrés y Andreina. Después de un rato de estar todos abrazados, dijo el doctor Bauer - Vamos saliendo. Guillermo, ¿Carolina está bien? - Si, no te preocupes, vamos Florencia se había abrazado de Andrés y solo lloraba mientras él la acariciaba. Llegaron a los autos y el doctor Bauer le preguntó a Andrés - ¿Se anima a manejar el auto de Flo? - Si, señor - Yo me voy con él – dijo Florencia - Vamos todos para casa – dijo el doctor Paz. Se pusieron en marcha. Florencia no hacía más que mirar a Andrés y darle besos y abrazarlo. No se animaba a pronunciar palabra. Andrés dijo - Florencia, ¡te extrañe mucho! - ¡No más que yo! – dijo ella – no sabés lo triste que he pasado. Pero ahora, dejame mirarte. No hables nada. Ya vamos a tener tiempo. Mientras tanto, en el auto del doctor Paz, su señora se sentó atrás con Adreina, abrazándola. Andreina solo decía, con voz suplicante. - ¡Perdóneme, perdónenme! 177


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Ahora no hables – dijo Guillermo – no tenemos nada que perdonarte. Estamos felices de estar juntos otra vez.

Al llegar a la casa del doctor Paz, se abrieron los portones y salieron los dos doberman. Andrés, riendo, dijo - Florencia, los perros - Ay, si venía distraída mirándote Se bajaron todos y el doctor Paz les dijo que fueran a la barbacoa. Era un lugar espectacular, enorme, con todas las instalaciones, sillones, diferentes juegos, etc. Recién en ese momento, Andrés sintió que se aflojaba y le dijo a Florencia - Florencia, ayudame a sentarme - Si, ¿qué te pasa? Guillermo, vení por favor que Andrés se siente mal - No, no es nada, solo las tensiones pasadas. El doctor Paz lo revisó, le tomó la presión y le dijo a la empleada - Tráigame un vaso de agua sin gas bien fría. Ya se va a poner bien, Florencia, no te preocupes. Recién en ese momento Andrés volvió a ver a Andreina. - ¿Cómo te sentís?, mi ángel salvador - Salí de acá ¿o acaso me querés robar a mi ángel de la guarda? – dijo Florencia riéndose - No tenés idea las cosas que hizo este hombre para traerme – dijo Andreina – no creo que haya otra persona igual. - No, no hay – dijo Florencia - ¿Me dejan a Andrés un poco en paz?, mujeres – dijo el doctor Paz. Andreina se agachó a darle un beso en la frente y en ese momento se le vio el dije - Nenita, para los besos a Andrés hay que pedir permiso. ¿¡Y eso!? - Un regalo Poniendo los brazos en jarra y haciéndose la enojada, dijo Florencia - ¿¡Cómo que un regalo!? 178


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- Vení acá cabezona – dijo Andrés - No me digas así - Bueno, cerrá los ojos Andrés le puso la cadena que había comprado para ella - Ahora podés abrirlos. - ¡Andrés!, esto es divino, ¿cómo se te ocurrió? ¿Puedo darte un beso? - ¿Ahora pedís permiso? ¿Y que te parece? ¿Me iba a olvidar de mi mejor amiga? Luego de darlo un prolongado y apretado beso en la mejilla, allá salió Florencia como siempre, como Andrés la recordaba, a mostrar el regalo que había recibido. La madre, haciéndole una guiñada, dijo - Un hombre solo regala eso a quien ama. - Mami – dijo Florencia poniéndose colorada Todos se rieron - Bueno – dijo el doctor Paz – vamos a brindar por la felicidad que nos ha traído Andrés. Todos brindaron y Carolina dijo - Nos tienen que contar cómo ha sido todo lo que vivieron - Mirá, el único que puede contar todo es Andrés, pero, la verdad, ha pasado tantas, se ha ocupado de tantas cosas para traerme, que no sé como ese hombre maravilloso, está todavía en pie. - Andreina, Guillermo, Carolina, yo había prometido que iba a hacer lo imposible por traerte. Dios existe y, junto con la cruz que me dio Florencia, me dieron las fuerzas y los milagros para que ahora estemos todos aquí. Todos quedaron en silencio ya que aquello era una confesión muy profunda de alguien que cree en la fuerza divina y de la esperanza. - Durante todos estos días – prosiguió Andrés – he encontrado gente maravillosa que, ¿saben?, no sé si existen o que fueron ángeles que me envió el Señor para pudiera cumplir con una causa como la que había encomendado yo mismo. La propia Andreina conoció a una de esas personas. Nos trasladó desde La Quiaca hasta Salta en auto y no nos quería cobrar nada. Encontré a una maestra de 179


una escuelita que queda en la frontera entre Argentina y Bolivia que me ayudó a encontrar a Andreina. Y quiso Dios que Andreina no había salido de Argentina. No tenía pasaporte porque se lo habían sacado, pero mantenía su cédula de identidad y fue, gracias a eso, que pudimos hacer todo el viaje de vuelta. El doctor Paz, que se mantenía muy serio, como todos los demás, preguntó - ¿Y por qué Asunción? Esa fue una pregunta que nos hicimos cuando Flo recibió tu mensaje. - La gente que había reclutado a Andreina eran traficantes de blancas, nada que ver con Reiki o todo eso. Entonces tenía que asegurarme que no nos seguirían. La única manera era tomar un camino que, quizás, nunca se les ocurriría. Lo más lógico, quizás, para ellos, si querían seguirnos, era Buenos Aires, más sabiendo que ella era uruguaya. - ¡Es increíble en todo lo que pensaste! – dijo Macarena - ¿Y por qué te creés que es mi Gerente de Producción? – bromeó el doctor Bauer buscando aflojar el clima reinante. - ¿Puedo agregar algo? – dijo Andreina - Si, como no – contestó Andrés - No saben lo que hizo Andrés después de que salimos de La Quiaca. Yo salí sintiéndome mal. Hacía días que estaba con fiebre. En La Quiaca, Andrés me consiguió abrigo y alimentos, pero todo el viaje, que son más de 400 Km., lo hicimos con él cuidándome. Cuando llegamos a Salta nos alojamos en un hotel muy lujoso. Según dijo Andrés era en un lugar que nunca nos iban a buscar. Pero yo seguía cada vez con más fiebre. Entonces el, hombre de Dios, me puso paños de agua helada y me cuidó toda la noche sin dormir. Al día siguiente me desperté sintiéndome bien. No me acordaba mucho de o que había pasado, eso no te lo dije nunca Andrés, pero estaba feliz, estaba libre. ¿Y saben lo que hizo este ser incomparable? ¡Se fue a un Shopping y me compró todo lo que necesitaba, hasta cosas íntimas de una mujer y maquillajes! - Andrés, te teníamos confianza, pero nunca que nos imaginamos que eras capaz de hacer todo eso y lo que 180


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seguramente, nos enteraremos más tarde – dijo el doctor Paz. Lo mismo digo – dijo el doctor Bauer.

Florencia que lo miraba a Andrés embelezada, dijo - ¿Recuerdan Guillermo y Carolina cuando les presenté a Andrés? Les dije solo él puede ayudarnos. Y yo creo en él porque es mi mejor amigo Lo abrazó muy fuerte y le dio un beso en la mejilla - Es cierto, fueron Florencia y Andrés los que nos abrieron la cuota de esperanza – dijo Carolina. - Bueno – dijo el doctor Paz – el asado está pronto. Comamos. Después de haber cenado, el padre de Florencia y el doctor Paz lo llamaron a Andrés aparte. - Andrés, tiene que decirnos todo lo que ha gastado - No, señores, yo lo hice por algo que amo más que a mi vida y no podría nunca aceptar pago por eso. - ¡Pero es una locura! – dijo el doctor Paz – deben ser miles de dólares. - Miren, en cierto momento, más adelante van a saber qué fue lo que me movió. Por ahora solo piensen que fue un acto de amor, que no se paga con dinero. Ambos quedaron anonadados y no se atrevieron a preguntar nada. - Bueno – dijo Andrés al volver a la barbacoa – yo tengo que ir para mi casa. - ¡De ninguna manera! – dijo el doctor Bauer – esta noche usted se queda en mi casa, ya está arreglada la habitación de huéspedes para usted. - Pero, doctor, perdón, Franz, no quiero molestar. - Ingeniero, tómelo como una orden - Ese es mi papá – gritó Florencia y todos se rieron Se despidieron de la familia Paz. Andreina se abrazó muy fuerte a Andrés y le dijo - Gracias, quizás algún día pueda agradecerte. Ahora solo puedo decirte gracias 181


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Largando nena – dijo Florencia riéndose

Llegaron a la casa de Florencia. Andrés se sentía un poco cohibido, pero estaba realmente cansado. Después que el doctor Bauer lo acompañó hasta la habitación y le preguntó si necesitaba algo, Andrés quedó solo. La habitación era más que la de un hotel. Baño privado, aire acondicionado, televisor LCD de 32” y un Frigo bar con refrescos. Andrés se desvistió y se bañó. Luego se puso un short y, cuando ya había apagado la luz, sintió que golpeaban la puerta. - Si – dijo, y nadie contestó. Encendió la luz, se levantó y fue a abrir. Era Florencia - Florencia, ¿qué haces aquí? - Te olvidaste de darme el beso de buenas noches Andrés la beso en la mejilla y le dijo - Bueno a dormir – “si no te vas ya te tomo y no te dejo ir más”, pensó Ella se fue y Andrés se acostó. El cansancio lo venció y se durmió enseguida. Tuvo sueños extraños. Seres monstruosos que lo perseguían a él y a Andreina. Florencia que lo esperaba del brazo de un hombre que parecía el novio de Paola. A la mañana siguiente, Andrés se despertó sobresaltado y transpirado Eran las 7:30. Se dio un baño, se vistió, arregló las cosas en su valija y bajó por una escalera que daba al comedor diario y antecocina. Allí estaba Florencia, radiante como siempre, preparando el desayuno. - Buen día señor, ¿durmió bien? - Si, ya lo creo. Entre hoteles y ómnibus ya no daba más Le dio un beso a Florencia y ella dijo - Ay, no tengo mate. Me imagino como lo habrás extrañado. - Si, la verdad, pero que más extrañaba era estar aquí en Montevideo. - ¿Y no me extrañabas a mí? - Si, extrañaba tu bochinche – dijo riendo Después de desayunar, Andrés se paro y dijo - Bueno, ahora sí, tengo que ir a casa. - Yo te llevo 182


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No señorita, usted se queda aquí. Yo me tomo un taxi, me quedo más tranquilo y luego vengo, si me das permiso. Si no venís te voy a buscar de las orejas – rió ella

Andrés tomó el taxi y se fue para su casa. Al llegar le parecía mentira todo lo que había sucedido en menos de una semana. Entró y vio todas sus cosas y sonrió “te vas a tener que poner a arreglar todo, lavarte la ropa y ponerte las pilas que el lunes hay que ir a trabajar. Voy a llamar a los viejos”. Tomó el teléfono y llamó - Hola, vieja, ¿cómo andan?... si, ya sé que no había llamado pero andaba muy ocupado…la verdad es que no sé cuando podré ir, pero en cuanto pueda voy a visitarlos…no, no se nada de Paola, ¿no los llamó?...si yo ando bien…si, mamá, me cuido…no, no necesito nada, un beso. Cortó, dejó el celular sobre la mesa y se puso a sacar las cosas de la valija. Al rato sonó el celular anunciando que tenía un mensaje. Pensó, “no puede ser Florencia. Ella me llama directamente. ¡Lo único que me falta es que sea Mercedes! Terminó lo que estaba haciendo, tomó el celular. Leyó el mensaje y se quedó pálido: “Nos quitaste a una de las niñas. No te vas a salir con la tuya porque vamos en busca de ella. Cuidate” Lo leyó varias veces, “yo que pensaba que se había terminado todo. ¿Qué hago? Tengo que decírselo a Andreina pero no quiero asustarla. Voy a llamar al Inspector Ramos”. - Inspector Ramos, Aguiar le habla - Ingeniero, ¿cómo está? Tenemos varias novedades para conversar. - Si, Inspector, pero antes quiero contarle algo. Le relató todo lo que había pasado en su viaje a Argentina y le leyó el mensaje que había recibido. - Tranquilo, Ingeniero, ya nos ponemos en campaña. Sabíamos que usted había pateado el hormiguero, pero no creímos que estos idiotas se vinieran hasta aquí. Le digo más, usted descubrió algo que ni la Federal argentina había podido encontrar. Lo único que le sugiero es que se lo advierta a la chica y a su amiga la señorita Bauer. - Ya voy a hablar con ellas y voy para su casa. - Por favor, cuando podamos vernos, hablamos del otro caso. Llámeme, por ejemplo, mañana de mañana. 183


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OK y gracias. Ni bien cortó con el Inspector Ramos, llamó a

Florencia - Andrés, se ve que me extrañás mucho – dijo ella con voz de felicidad - Florencia, no te asustes, pero llamá a Andreina y decile que no salga de la casa. Yo ya salgo para tu casa a buscarte y vamos a la casa de ella. - Andrés, por favor, ¿qué pasó? - En cuanto llegue te cuento, preciosa, pero no te muevas de allí - Te espero – dijo Florencia con voz temblorosa. Andrés se subió a su Fit y salió tan rápido como pudo. Estaba muy nervioso. Evidentemente se estaba enfrentando a algo muy peligroso y no tenía idea de cómo procederían. Cuando llegó a lo de Florencia, todo timbre y, por el intercomunicador se oyó la vos de ella - ¡Ya voy! Ella salió corriendo. Vestía jeans y una remera y calzado deportivo. Era como más le gustaba verla a Andrés. Realmente parecía una niña. - Andrés, ¿qué está pasando? – dijo ella angustiada y con los ojos muy abiertos. - Mirá, acabo de recibir este mensaje – dijo Andrés mostrándole el celular. Ella lo leyó varias veces - Ay, por Dios, Andrés esto es muy peligroso. ¿Por qué no damos cuenta a la policía? - Ya lo hice, pero quiero hablar con Andreina y sus padres. ¿Hablaste con ella? - Si, todavía me contó que había pasado casi toda la noche conversando con sus padres. - Bueno, vamos. Andrés puso en marcha el auto y se dirigió hacia la casa de la familia Paz. Cuando llegaron, les abrieron los portones y Florencia dijo 184


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- Yo me encargo de los perros En ese momento salieron a la puerta Andreina y sus padres. - ¡Qué suerte que están los tres! – dijo Andrés Se bajó del auto y saludó a todos. - Pasen y contanos de qué se trata. Florencia nos llamó muy asustada – dijo el doctor Paz - Si, recibí este mensaje – dijo Andrés mostrando su celular – y la verdad es que me preocupé mucho. Esta gente no son más que tratantes de blancas. Por algunas cosas que Andreina me contó, ya lo sospechaba, pero nunca pensé que pudieran llegar tan lejos. - ¡Andrés, Andrés! – dijo Andreina abrazándolo y llorando – no quiero volver a aquello. Protegeme, por favor. Andrés, que estaba con un brazo por encima de los hombros de Florencia, la abrazó con el otro y le dijo. - Vas a estar bien. Quedate tranquila que ahora estamos todos para cuidarte. - Si, Nina – dijo la madre – aquí estamos todos y no te va a pasar nada. - ¿Llamamos a la policía? – preguntó Guillermo. - Ya lo hice – dijo Andrés – Ya vamos a tener noticias -

En ese instante sonó el timbre de la puerta de calle. ¡No atiendas! – dijo Andreina en un ataque de histeria – ¡pueden ser ellos! Tranquila – dijo Andrés – ¿por donde está el visor de la cámara? Por aquí – le dijo Guillermo que lo guió Es la policía – dijo Andrés al ver al Inspector Ramos.

Guillermo abrió el portón y entró un auto blanco. De él se bajaron dos personas de traje y corbata. El doctor Paz se acercó a recibirlos. - ¿Señores? – dijo Guillermo - Somos los Inspectores Ramos y Guardia, doctor y venimos porque el Ingeniero Aguiar nos comunicó el problema con su hija. - Pasen, por favor, justamente en este momento el Ingeniero Aguiar nos estaba poniendo al tanto. 185


Cuando entraron a la sala en que estaban todos, los policías saludaron y, el Inspector Ramos se dirigió a Andrés - Ingeniero. Nos alegramos que haya llegado a tiempo. Por las noticias que tenemos, hay dos individuos que buscan a la señorita Paz - ¿Han podido identificarlos? - Si, ya sabemos quienes y como son, solo resta ubicarlos. Por eso mismo vinimos hasta aquí. Vamos a dejar una guardia discreta, pero les sugerimos que esta noche no salgan de la casa. - ¿Y con la señorita Bauer? – preguntó Andrés. - Sugerimos que usted la acompañe hasta su casa y que, también, por esta noche, no salga de su casa. Allí hace tiempo que tenemos guardia, como usted sabe. - De acuerdo, Inspector, cumpliremos con todo lo que nos indica, pero le pido que, tan pronto tengan alguna novedad, nos avisen. - Esté seguro, Ingeniero, que esta noche los atrapamos. Tenemos la colaboración de la Policía Federal argentina. El otro asunto, está liquidado. Después vamos a conversarlo. - Gracias, señores. Andrés los acompañó hasta el auto y ellos se fueron. Cuando volvió, Florencia le recriminó - ¿Desde cuándo tenés esa relación con la policía? ¿En qué estás metido? - Tranquila, Florencia – dijo Guillermo – es una suerte que Andrés tenga esa relaciones - ¡Pero nunca me lo contó! - Florencia – dijo Andreina – este hombre maravilloso tiene todos los recursos que te imagines y muchos más. Tú tendrías que haber visto cómo se manejó cuando vinimos hacia aquí. Andrés, que se había mantenido en silencio, les dijo - Si ustedes me perdonan, tengo que llevar a Florencia a su casa y tengo la obligación de explicarle toda esta situación. Guillermo, tú tenés mi celular y, además te dejo el celular 186


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del Inspector Ramos. Frente a cualquier cosa que te parezca anormal, lo llamás. - Si, lógicamente Andreina se encontraba sentada en el piso y abrazada a su madre. Solo se oían sus sollozos. Florencia y Andrés se subieron al auto en silencio. Ella tenía una cara de enojo y preocupación. Andrés pensó “ahora tengo que contar todo de mi otra vida. Estoy seguro que voy a perder todo lo que he ganado, pero mi amor por Florencia no puede estar basado en una mentira. Tengo que confesarle todo, aún cuando me duela” Cuando llegaron a la casa de Florencia, Andrés le dijo, tímidamente, - ¿Puedo bajar a hablar contigo? - Si y me vas a tener que explicar todo Se bajaron del auto y entraron a la sala de la casa. Florencia – dijo Andrés – estuve metido en algo muy feo, en algo que yo no quería, pero que las circunstancias me obligaron. A partir de allí le contó todo lo sucedido con su hermana, el departamento en Pocitos, las citas con Mercedes, sin entrar en detalles, las transacciones de dinero y cómo había llegado hasta él la policía. Florencia lo miraba con cara muy seria, como si le estuviera hablando un desconocido. - Sé que tenés todo el derecho de enojarte conmigo y que no quieras verme más. Tuve que guardar silencio para poder descubrir el proceso y, por otro lado, proteger, si podía a mi hermana. Yo quiero seguir siendo tu amigo, pero si tú no lo querés, hasta renuncio a mi cargo en la Empresa y me voy del país. No podría seguir aquí sintiendo que me odiás. - Andrés, esto me ha tomado muy de sorpresa. ¿Te enojás si lo pienso hasta mañana? - No, por Dios, ¿cómo habría de enojarme contigo, Florcita? - Bueno, podés irte ahora. -

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Andrés salió como un perro apaleado. Ya sabía que todo aquello destruiría todo lo que había construido. Pero no había otra solución, Él no podía seguir teniendo dos vidas, solo querría tener la vida entera junto a Florencia, Llegó a su casa, casi llorando. Eran las 9 de la noche. Guardó el auto y entró. No tenía ganas de comer ni de hacer nada. En un instante había perdido todo. Allí quedó sentado por un rato hasta que alguien tocó a la puerta. El fue y abrió. Lo único que vio fue a dos individuos que le dijeron algo que no entendió y comenzaron a pegarle hasta que quedó tirado en el piso medio inconsciente. Luego de un rato, estando muy dolorido y sin poder incorporarse, escribió en el celular: “me asaltaron casa vení estoy mal” y se lo mandó a Florencia. Florencia se había encerrado en su cuarto. No quiso cenar. Se sentía muy dolorida. No pensaba que Andrés pudiera ocultarle algo. Sonó su celular. Vio que era un mensaje de Andrés.”Debe ser pidiendo que lo perdone.” Al abrirlo lo leyó dos veces y gritó - ¡Papá asaltaron a Andrés! ¡Está en la casa y me pide que vaya! - ¡Vamos!, dijo el doctor Bauer. Macarena, llamá a la urgencia que vayan a esta dirección y llamá a la policía. El doctor Bauer manejó a alta velocidad. Florencia estaba muda y se le caían las lágrimas por las mejillas. Llegaron a la casa de Andrés y detrás de ellos llegó la ambulancia y un poco después un patrullero de la policía. El doctor Bauer abrió lentamente la puerta y encontró a Andrés tirado en el piso con toda la cara ensangrentada y desvanecido. Florencia quiso entrar pero él no la dejó. Entró el personal de la emergencia. A Florencia le dio un ataque de nervios y empezó a gritar

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¡Fue culpa mía! ¡¿Por qué no le dije que se quedara conmigo?! El doctor Bauer la abrazó y trataba de calmarla. Uno de los policías le preguntó - ¿Conocen al señor? - Si, es mi novio – dijo Florencia – papá llamá a Guillermo que te de el teléfono del inspector que estuvo con nosotros en su casa. -

Franz Bauer hizo lo que la hija le dijo. Llamó al Inspector Ramos y le contó lo que había sucedido. Ramos le pidió que lo pusiera con el oficial del patrullero. Enseguida, el policía del patrullero dijo que se quedaban a esperar al Inspector. Un rato después, uno de los médicos de la emergencia les dijo a Franz y a Florencia. - Está malherido. Tiene conmoción cerebral y algunas fracturas. Ustedes son familiares. - Si – dijo Florencia – yo soy la novia y él es mi padre - ¿Tiene donde atenderse? - Si – dijo el doctor Bauer llévenlo al Hospital B - Yo voy con ustedes – dijo Florencia El padre no se animó a discutirle. Volvió a llamar al doctor Paz y le dijo - Guillermo, no sabemos que pasó, pero según la emergencia está malherido. Lo llevan al Hospital. Florencia va en la ambulancia. - Ya voy para el Hospital. Guillermo las miró a su mujer y a Andreina y les dijo - Llevan a Andrés al Hospital. No está nada bien. Yo voy para allá. Andreina se puso a llorar silenciosamente y la madre la acariciaba. Mientras tanto en la ambulancia que recorría las calles con la sirena abierta, Florencia miraba a Andrés y pensaba: “perdoname amor mío. Soy una mala mujer. Me confiesas algo y lo tomo como una nenita caprichosa. Dios ayudame, él es mi amor y no puedo perderlo, me moriría en ese mismo instante.”

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Al llegar al Hospital lo internaron en Urgencia y de allí a la Unidad de Cuidados Intensivos. Al rato llegó el doctor Paz. Entró a la sala y cuando salió, miró a Florencia y le dijo - Está muy mal. Tenemos que rezar. Florencia se puso a llorar desconsoladamente y repetía - Fue mi culpa. Si lo hubiera retenido en casa no le hubiera pasado Llegaron el docto Bauer y su señora. Florencia se abrazó a los dos - Tengamos fe, mi amor – le dijo ella a Florencia. - Papá, ¿hablaste con los policías? - Si, no quieren adelantar nada pero parece que encontraron rastro que les indicaría quienes fueron. Ellos suponen que tienen que haber sido dos, por lo menos Florencia pasó toda la noche en la antesala del CTI. Su madre le trajo café y le dijo - Florencia, sería mejor que fueras a descansar. Papá te lleva - No, mami, de aquí no me voy a mover hasta no hablar con Andrés. - Está bien Lo miró al doctor Bauer y le dijo - Papá, andate y venís más tarde más descansado. Por favor pasá a ver a Carolina y Andreina - Si Les dio un beso a las dos y se fue. Más tarde salió el médico de guardia del CTI y les preguntó si alguna de ellas quería verlo. - Si, yo voy – dijo Florencia - Bueno, pero mire que está dormido porque lo tenemos sedado. No le hable - No, no Florencia entró y lo que vio la impresionó tanto que se puso a llorar en silencio. Entre sus manos llevaba un rosario y la cadena con la cruz que ella le había regalado y que se la habían dado en la ambulancia. Estuvo unos minutos y salió. Cuando estuvo afuera se puso desconsoladamente. Su madre no sabía como calmarla. 190

a

llorar


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Fue mi culpa – decía – fue la única vez que me enojé con él, pero sin ninguna razón. Fue por no saber escucharlo. Calmate, Florencia y rezá. Es lo único que podemos hacer en este momento. Mi amor, andate a casa y dormís. Yo me quedo y te aviso si pasa algo. Me voy, pero prometeme que me llamás.

Florencia llegó a su casa, en taxi, y tomó un calmante que el doctor Paz le había dado. Así fue que se durmió profundamente. Se levantó a las 6 de la tarde. Se sentía mejor y con más fuerza. Se bañó y se vistió para volver al Hospital. El doctor Bauer también iba, por lo que la llevó. Ella fue muy callada todo el camino. Cuando llegó a la antesala del CTI, vio una sonrisa en la cara de su madre. Abrazándola, le dijo - Florencia, Andrés se despertó y pidió por ti - ¡Quiero entrar ya! - No esperá que venga el doctor. Él te va a dar las indicaciones. - Mami, ¿estoy bien? - No seas boba, ¿creés que Andrés se va a fijar? Unos minutos más tarde salió el médico y les dijo Realmente estamos asombrados. El paciente ha reaccionado favorablemente. Ya le pudimos sacar la respiración. Ahora si usted va entrar, señorita, evite que él hable. Ya pidió varias veces que quería verla, pero evite emocionarse. Queremos que se mantenga tranquilo. La buena noticia es que, si sigue como hasta ahora, mañana lo pasamos a una sala individual. Florencia tomó aire y se dijo “tranquila, ya está otra vez contigo.” Con el rosario y la cruz en la mano entró. Andrés abrió los ojos y dijo - Florencia - No hables, yo estoy aquí. - ¿Me perdonás? - Te dije que no hablaras. No tengo nada que perdonarte – le dijo tomándole la mano. Así quedaron un rato hasta que vino una nurse y le dijo en voz baja a Florencia -

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- Tiene que dormir. Ella le besó la mano y se retiró. Al salir, vio que la antesala además de sus padres, estaban Andreina y Carolina. Florencia les preguntó - ¿El policía no les dijo que se quedaran en casa? - Ya agarraron a los tipos. Según parece fueron los mismos que le pegaron a Andrés porque creían que yo estaba con él – dijo Andreina – Pero decinos como está. - ¡Hijos de puta! Me gustaría agarrarlos y reventarlos - Tranquila, mujer – dijo Carolina – Contanos como está - Por suerte está mejor. Pude intercambiar unas palabras con él, pero no quieren que hable. ¿Les contaste, mamá, que capaz que lo pasan a la sala? - Si, mi amor, ya les conté. - Y ustedes, ¿con quién vinieron? – dijo dirigiéndose a Andreina y a la mamá - Solas – dijo Andreina – y vine manejando yo - ¡Qué locas! – dijo Florencia abrazándola – Se pueden ir todos. - Pero, Florencia, no ganás nada quedándote. - ¡Sin discusión! – dijo con cara de enojada pero se notaba que estaba mucho más tranquila Se saludaron todos y allí se quedó Florencia, sola, rezando y sabiendo que, ahora estaba acompañada por Andrés. Ya estaba amaneciendo, cuando llegó el doctor Bauer con café y bizcochos para Florencia que se había quedado dormida en un sillón. - Flo, tomá este café y te vas para casa. Descansás un rato y después se vienen con Andreina que quiere acompañarte. - Me voy con una condición. Cuando lo pasen a Andrés a la sala me avisás. - Andá tranquila. Dentro de un ratito viene mamá. A las dos de la tarde les avisaron a Franz y Carolina que trasladaban a Andrés a sala. Franz tomó el teléfono y llamó a Florencia para avisarle. Luego de cortar la comunicación, le dijo a su señora 192


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Ya están viniendo. ¡Ahí lo traen!

Los médicos junto con las enfermeras entraron en la sala que estaba asignada y cerraron la puerta. En es momento llegaron Florencia y Andreina. - ¿Dónde está? – preguntaron las dos casi a coro. - Lo están arreglando. Casi junto con ellas llegó el doctor Paz. Golpeó la puerta y entró en la sala. Estuvieron un rato así - ¡Cómo demoran!, ¿Habrá pasado algo? – dijo Florencia - ¡Esperá! – casi le gritó Andreina que estaba muy nerviosa. Salieron el doctor Paz conjuntamente con otro médico. - Señor Bauer, señoras. Pueden visitar al enfermo, pero les pido que traten de hacerlo en forma tranquila y no estén todos juntos. Él está bien pero todavía tiene el shock de lo que le pasó y se siente cansado. Sean cuidadosos. - Gracias, doctor – dijo el doctor Paz y prosiguió – Andrés insiste que quiere verte Florencia, así que pienso que si estás un rato con él, tranquila, podemos ir entrando de a uno a verlo. - Si, yo voy – dijo Florencia temblando. Al entrar a la sala, vio a Andrés en la cama, acostado boca arriba, con los ojos cerrados. Su semblante estaba mucho mejor, pero aún tenía suero y estaba conectado a un electrocardiógrafo. Ella se acercó, despacio, como para no despertarlo, se sentó a su derecha en un sillón y le tomó la mano. Andrés abrió los ojos, giró la cabeza, la miró y dijo - ¿Estoy en el cielo que veo ángeles? - Andrés, aquí estoy contigo como debí estar siempre, para cuidarte – dijo ella poniéndole la mano sobre la boca – No hables. - Florencia, ¿está tu papá? - Si - Llamalo, por favor

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Florencia salió. Todos se abalanzaron sobre ella a preguntar como estaba Andrés. Ella les contó que lo veía mucho mejor, y agregó - Papá, quiere hablar contigo El doctor Bauer entró rápidamente - Andrés, hijo ¿cómo te sentís? - Mejor Franz. Quiero pedirle un favor. Desde que me fui de viaje no hablo con mis padres. Desearía que usted los llame y les explique la situación. Trate de hablar con mamá, porque el viejo es medio flojo y se puede asustar. Perdí mi celular, pero quizás puedan encontrar el número, porque no me lo acuerdo. - Quedate tranquilo. Ya los voy a llamar. Además creo que Flo tiene tu celular. Al salir les dijo que era lo quería Andrés. Le pidió el celular a Florencia. Ella se lo dio y entró junto con Andreina. Al entrar Andreina, Andrés quiso incorporarse pero Florencia se lo impidió - ¿Viste Andreina?, después de todas la vueltas que dimos, me viene a suceder esto aquí. - Tranquilo, ahora tenés un montón de mujeres para cuidarte – dijo Andreina dándole un beso en la frente - A ver, quiero ponerte la cruz – dijo Florencia, que también le dio un beso en la frente. Andreina salió y, al rato, entraron Macarena y Carolina. Andrés estaba con los ojos cerrados y Florencia, sentada en el sillón con su cabeza sobre la mano de Andrés, también estaba con sus ojos cerrados. Las mujeres salieron con mucho cuidado, sin hacer ruido. Al salir, Carolina dijo - ¡Qué escena más linda! ¿Por qué no se dicen lo que se aman? - Eso va a salir solo – dijo Macarena. -

Vino el doctor Bauer y les dijo a todos Ya hablé con la mamá de Andrés. Me dijo que ya salían para acá. La encontré algo asustada. Será mejor quedarnos. No se Andreina y Macarena, si quieren pueden marcharse. 194


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No, dijo Andreina, mi deber es estar al lado de Andrés. ¿¡Después de de todo lo que hizo por mi!?

Ya eran las 5 de la tarde. Florencia era la única que permanecía con Andrés. Los demás, que estaban en la antesala, vieron que venía una pareja. Ella, una señora muy elegante, rubia de pelo corto con jeans, una campera de lana y botas cortas y él un hombre alto canoso, casi la cara de Andrés, vestido con jeans y campera de cuero. El doctor Bauer se adelantó - ¿Señores Aguiar?, Franz Bauer, mucho gusto – dijo saludándolos - Ay, doctor, antes de entrar, cuéntenos que pasó. Evidentemente para que usted, que es la persona más importante para Andrés, esté aquí, debe ser algo grave. - No señora, quédese tranquila. Mi presencia se debe a la amistad que tenemos con Andrés. Lo sucedido no tiene aún explicación, pero parece que lo quisieron asaltar. Por suerte ahora está bien. - ¿Podemos entrar a verlo? - Si, espere que voy a llamar a mi hija que no quiere separarse de él El doctor Bauer entró y le dijo a Florencia - Flo, están los padres de Andrés que quieren verlo. Andrés abrió los ojos - ¿Los viejos se vinieron? Hacelos entrar, Florencia. Florencia salió y al ver a los padres de Andrés se llevó una agradable sorpresa. Se trataba de personas muy finas. - Tú eres Florencia – afirmó Rosario – la madre de Andrés - Si – dijo Florencia algo cohibida - Realmente eres un ángel como te describe Andrés Florencia se puso colorada y dijo - Pasen, Andrés está despierto. Ellos pasaron y Florencia quedó afuera. Unos minutos más tarde, el señor Aguiar salió y le dijo a Florencia - Andrés pidió que entraras. Florencia entró - Ella es Florencia – dijo Andrés – mi ángel de la guarda 195


Si, ya la conocí. Realmente es un ángel. Ay Andrés, ¿qué estás esperan… Andrés la cortó - Mamá, ¡no empieces! - Está bien. -

Florencia salió y los padres de Andrés se quedaron un rato con él. Unos minutos más tarde vino la nurse y les pidió que salieran porque tenía que hacerle unas curaciones a Andrés. Eran las 7:30 de la tarde y llegó la cena. Florencia dijo - Perdoname Rosario, pero yo le doy de comer. - Ya se. ¡Lo tenés muy mal criado! Los demás se rieron. Franz, que se había retirado un rato, volvió con una cara sonriente. - Mañana le dan el alta, exclamó con inusitada alegría en él - Ay, papá, ¿cómo se lo decimos a la loca de tu hija? - Dejá, ahora viene Guillermo y él se encarga Al rato llegó el doctor Paz, saludó a los padres de Andrés y dijo riéndose - Voy a ver como lo digo. Entró a la sala. Andrés ya había terminado de cenar y los dos estaban tomados de la mano. - Hola, Guillermo, ¿qué hacés por aquí? – dijo Florencia - Traigo una noticia para el señor - Si, ¿cuál? – dijo Andrés - Mañana te vas para tu casa. -

Florencia lo abrazó a Andrés y le dijo Para tu casa no vas. Vas para casa. Te tengo que cuidar. Florencia, tengo todo en casa No importa. Mientras vas para casa, nos vamos con Andreina, recogemos todo lo tuyo y lo traemos para casa. Seguís siendo cabezona Ya lo se, pero no me importa. Llamá a mis padres, por favor

Andrés les dijo

Florencia salió y los llamó. Cuando entraron,

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Mañana me dan el alta. Ustedes tienen trabajo, así que no es necesario que se queden. Conste que no los estoy echando. - No está bien, Andrés. Sabés que a tu padre no le gusta dejar solo todo aquello, a pesar que está cuidado por el personal. Hoy hablamos con Paola. Ya sabía lo que te había pasado pero, ¿sabés que raro?, nos dijo que no se animaba a verte. ¿Por qué? - Más adelante te lo voy a explicar, mamá. Les prometo que, en cuanto me sienta bien, bien, voy a visitarlos. Le dieron un beso y salieron. Saludaron a todos y se fueron. Los demás fueron entrando de uno en uno a despedirse de Andrés y de Florencia. -

Al día siguiente, Andrés se quedó instalado en el cuarto de huéspedes de la casa de los Bauer. Al rato, cuando ya estaba acostado, llegaron Florencia y Andreina. Subieron al cuarto con algunas de las cosas de Andrés y Florencia le dijo, - ¡Hasta el auto te trajimos! Andrés se agarró la cabeza y dijo riéndose - ¡Dios mío! ¡Pobre mi Fit! - Bueno – dijo Florencia – dijo Guillermo que trataras de estar levantado. Que si te cansabas, te acostaras, pero que, preferiblemente, estuvieras levantado. - Si, ya me voy a levantar. - ¿Te preparo ropa? - No, dejá todo y andate. Te veo abajo - Está bien – dijo ella con cara de enojada – no me dejás ayudarte - No Un rato después, Andrés bajó lentamente las escaleras. Cuando Florencia lo oyó, corrió a ayudarlo. - ¿Eres loco? ¿Por qué no me llamaste? - Estoy bien. ¿Podemos ir al living a conversar un ratito? - Si, claro. Allá fueron y se sentaron en el sillón de tres cuerpos, frente a frente. 197


¿Me dejás que te tome las manos? Ay, qué serio que estás, ¿es algo malo? Si es lo que me contaste antes, no quiero saber nada. Para mi eso ya pasó y nunca debí portarme como me porté. Él le puso un dedo sobre sus labios. Luego le tomó las dos manos. - Lo único que te pido es que no me interrumpas. Ella asintió con la cabeza. Nunca había visto a Andrés tan serio - Florencia, estoy muy enamorado de ti y desde hace mucho tiempo. No sé lo que tú sentís por mí. Vio que a ella se le caían las lágrimas - ¿Puedo hablar?, dijo ella - Si En lugar de hablar, lo abrazó y le dio un beso en la boca. Él le respondió y estuvieron un rato besándose, tanto que a él le quedó el rostro mojado por las lágrimas de ella. Cuando se separaron ella dijo. - Andrés, no lo puedo creer. Con todo lo que he esperado este momento. ¿Me creerías que hace 4 años que te amo? Andrés se sonrió como siempre al ver aquella cara de angelito. Enseguida, ella gritó - ¡Mami veni! La madre apareció asustada - ¿Qué pasó? - ¡Andrés me dijo que me ama! – dijo Florencia abrazando a su madre - Yo te lo dije y no me creías. Vení, Andrés y dame un abrazo. Despacito, no vaya a ser que te enfermes otra vez. - ¡Ay, si! ¡No me di cuenta! – dijo Florencia. - No importa, estos abrazos lo único que hacen es curar. Florencia tomó el teléfono - ¿A quien vas a llamar? – dijo Andrés. Ella le hizo señas que se callara - ¿Andreina? ¿Podés venir?... bueno te espero. Un rato más tarde, al llegar Andreina, Florencia se abrazó a Andrés y le dio un beso apasionado. - ¿Y esto? – dijo Andreina riendo - ¡Nos amamos, nos amamos! – repetía Florencia - Dejen que los abrace a los dos. Son mis amigos del alma. -

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Se quedaron los tres sentados conversando. Sonó el timbre de la puerta. La empleada dijo - Flo, es la policía que quiere hablar con el Ingeniero Aguiar - Hacelos pasar, Mirta. Entraron el Inspector Ramos y el Inspector Guardia. - Buenos días señores – saludó Andrés. - Buenos días. ¿Cómo se siente Ingeniero? – dijo el Ramos luego de saludar a las chicas también - Bien, la verdad es que me siento muy bien - La verdad es que nos alegramos mucho. Ingeniero, queríamos hablar con usted por el otro asunto. - Si, señores. -

Florencia y Andreina se levantaron para irse Se pueden quedar – dijo Andrés – no es ningún secreto No, Andrés – dijo Florencia – es algo personal. Después tú nos contás, ¿OK? Está bien

Cuando ellas se fueron, el Inspector Ramos comenzó a hablar. - Todo el asunto en el que usted, sin saberlo, se vio involucrado, fue un gran intento de estafa y lavado de activos. Le cuento la manera de operar. El abogado tomaba mujeres jóvenes en su estudio, preferentemente abogadas recientemente recibidas. Luego trataba de enamorarlas y les hacía creer que no se podía divorciar porque su mujer lo amenazaba con quedarse con toda su fortuna. Él les decía a sus enamoradas que, para intentar el divorcio de manera menos costosa, tenían que “pescar” a su mujer cometiendo adulterio. Su hermana, Paola, sospechó, desde un principio que se trataba de algo raro por lo que se lo contó a un colega nuestro que es también abogado y, creo, compañero de estudios de ella. Fue así que nos llegó la noticia a nosotros y su hermana nos habló de usted, un hombre sin compromisos y en el que podíamos confiar. ¿Usted no se puso a pensar de donde salía el dinero? - Si y, además, varias veces se lo pregunté a mi hermana. Le voy a decir más. En un momento estuve a punto de dejar todo y, si no lo hice, fue por Paola. 199


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Bueno el dinero procedía del narcotráfico y de transacciones fraudulentas que efectuaba el abogado conjuntamente con su mujer y toda una banda. ¿Y a mí para qué me querían? Necesitaban a alguien “limpio” que tuviera una cuenta bancaria de manera que el dinero lo fueran “lavando”. ¿Y sabe donde les falló la operación? Ni me imagino No tuvieron en cuenta que usted no tenía cómo justificar los ingresos de tales cantidades de dinero. Fue allí cuando su hermana nos notificó de cómo se llevaba a cabo la operación. En este momento ya fueron procesados con prisión Francisco Díaz Aguirre, María Mercedes Dante, conjuntamente con otros compinches. Todo se precipitó por una casualidad a raíz de su viaje porque comenzó a aumentar el saldo de la cuenta y nadie podía retirar el dinero ya que solo estaba a su nombre. Inspector, me quedan varias preguntas Hágalas, por favor. ¿Qué pasó con mi hermana Paola? Ella está bien, pero quedó muy afectada porque dice que lo usó a usted sin decirle para que. Ella sostenía que si le contaba, usted nunca iba a aceptar. Otra cosa Si, diga nomás Yo hice gastos en la tarjeta que me habían entregado. ¿Qué hago? Ya fueron cubiertos por nuestra gente. No se preocupe porque la tarjeta ya fue cancelada, así que puede tirarla. No se imaginan que alivio significa sacarme todo esto de encima. Esta doble vida que estuve llevando me había destrozado los nervios. ¿Y por qué me atacaron? No fueron ellos. Los que lo atacaron fueron miembros de una banda de tratantes de blancas que querían saber donde estaba la señorita Paz. Si, yo sentí que me hablaban algo mientras me golpeaban, pero no entendí nada porque, creo, que me desvanecí. Es evidente que, además debe haber pasado algo porque se fueron sin llevarse nada y no se lo llevaron a usted como 200


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rehén. Ingeniero, puedo decirle que ha tenido mucha suerte, no muchas personas viven tan cerca del peligro y salen indemnes. Bueno y, ahora lo dejamos. Quizás, no es seguro, el juez quiera hablar con usted, pero vamos a tratar de evitarlo. Buenos días y muchas gracias. Le dieron la mano a Andrés y se fueron. Ni bien salieron, Andrés abrió la puerta que da al estar interior. Florencia y Andreina, que estaban escuchando casi se caen. - ¡Parecen dos niñas! – exclamó Andrés riéndose - Mi amor, ¡que suerte! Te libraste de todo eso - Si, no quiero ni acordarme. - Vení que llegó papá. -

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Allá fueron los tres. Hola Andrés, ¿cómo se siente? Muy bien, Franz. Con ganas de volver a trabajar ¡Ni lo pienses! – exclamó Florencia – tenés que estar súper bien ahora que vas a ser el futuro yerno del presidente de la Empresa. ¡Florencia!, no me gusta – dijo Andrés ¿Cómo es eso? – dijo Franz Bauer Si, papá, Andrés y yo nos queremos. Los felicito – dijo Franz y dirigiéndose a Andrés le dijo – perdóneme que le pregunte: ¿el departamento que tiene en el centro es suyo? No, señor lo alquilo. Bueno, yo tengo una casita muy linda aquí a la vuelta. Me gustaría que la viera así estaría más cerca. ¡Papá eres un genio! – gritó Florencia. No, no estaría bien que yo aceptara – dijo Andrés. Piénselo, es una buena inversión – insistió Franz

Por detrás de Andrés, Macarena le hacía señas a Florencia para que Andrés aceptara. - Mirá – dijo Florencia – la vamos a ver. Si no te gusta no la aceptás.

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Bueno, esta tarde vamos a verla porque no me puedo quedar de por vida a vivir con ustedes. Ya me siento que soy una molestia. Nada de eso – dijo Macarena – con tal que aguantes a la nena. ¡Ay mami! Ni que fuera inaguantable. Más o menos – dijo la madre riéndose.

Cuando terminaron de almorzar, Andrés y Florencia se fueron a caminar por el jardín y se sentaron debajo de un árbol. Era una preciosa tarde. Durante un rato estuvieron abrazados, en silencio. Andrés pensaba “no puedo creer que esté todo tan bien. Ha pasado tanta cosa durante todo este tiempo, que esta paz parece mentira.” Cuando la miró a Florencia se dio cuenta que ella lo estaba mirando - ¿En qué pensabas Andrés? – preguntó ella - En que te amo, que me invade una paz increíble estando a tu lado. Ella, en lugar de contestarle, le dio un beso apasionado. - Andrés, ¿sabés cuánto hace que quería besarte? No lo podés imaginar. - Mi amor, no debe ser menos de lo que yo deseaba. Ella se levantó y le dijo - Vamos a ver la casita que dijo papá. - Florencia, voy por cumplido, pero no puedo aceptar. Además, ¿cuánto sale una casa en esta zona? - Dejate de embromar y vamos. Salieron y fueron hasta la casa que les había dicho el doctor Bauer. Se trata de una preciosa casa, recién terminada con un gran living, comedor, ante cocina, cocina, baño social, dependencia de servicio, lavadero y garaje para dos autos todo en la planta baja. En la planta alta, tres dormitorios, dos de ellos en suite, un baño, y una terraza que da hacia el fondo, desde se divisa un enorme jardín con piscina y una enorme barbacoa. Andrés quedó enamorado de aquella casa, pero enseguida dijo - Florencia, ¿tu padre pretende que yo viva en esta casa? Primero, quisiera saber como podría pagarla, pero, además, mis muebles se pueden poner todos en una habitación. 202


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Eso tenés que hablarlo con papá. Yo no tengo nada que ver. - ¿Cómo que no? Eres mi amor, ¿no? Ella lo abrazó y le dio un beso riéndose. - Bandida, ya empezaste. Me estás ocultando algo. ¿Qué es? - No se nada - No te creo. -

En ese momento llegó un camión enorme. Andrés y Florencia salieron al frente. Del camión bajaron varios hombres y, el que venía manejando, dirigiéndose a Florencia dijo - Señorita Bauer, ¿podemos descargar? - Si, ya lo creo - ¿Usted puede indicarnos donde va cada cosa? - Lógico Andrés la tomó del brazo y le dijo - Decime que es todo esto - Mirá, yo solo se que papá me pidió que te mostrara la casa. Lo que están bajando es todo el mobiliario que lo eligieron entre mami y Carolina. Así que yo lo único que sé es que te quiero mucho. Andrés no sabía qué pensar. Después que terminaron de bajar todos los muebles, Florencia, cerró la casa y volvieron a la suya. Ya eran las 19:30 cuando llegaron tomados de la mano. Allí estaban, además de los padres de Florencia, Andreina y sus padres. - ¿Qué le pareció la casa, Ingeniero? – dijo Bauer en tono muy serio. - Franz, es preciosa, enorme y, además, está amueblada. Me llevaría una vida pagar todo eso – dijo en tono de broma. - Tiene razón, pero la vida va y viene. Guillermo, ¿tenés los papeles? - Si. Andrés, aquí está el título de la casa y las llaves. Es tuya – dijo Guillermo Andrés, que había quedado pálido, dijo - No, no. Esperen un poco. ¿¡Qué locura es esta!? 203


¿Tú nos preguntás eso? – dijo la madre de Andreina – ¿y la locura que hiciste tú al ir en busca de Andreina? - Pero yo lo hice sin ningún interés. Les digo más, si bien lo hice por algo que me parecía muy importante por la vida de ustedes, lo hice porque me lo pidió Florencia que, para mi ya era el amor de mi vida. En ese momento, Florencia lo abrazó y le dijo - ¿Alguna vez te dije que eres divino? Todos se rieron. - ¿Les parece si cenamos? Vamos a la barbacoa que hay algo de picar. -

Después de cenar, Andrés tenía cara de cansado. Estaba muy pálido - Andrés, no has descansado nada en todo el día – dijo Florencia en todo de rezongo. - Si – dijo el doctor Paz – no abuses de tu buen estado físico. Tenés que cuidarte si no, no te doy el alta para reintegrarte al trabajo. - No, eso no. Tengo que reintegrarme cuanto antes. Franz, ¿cómo está la instalación de la maquinaria nueva? - Esperando por usted, Ingeniero - ¡¿Son locos?! – exclamó Florencia – ¡en casa no se habla de trabajo! - Está bien – dijeron los dos haciéndose los asustados. - Me voy a acostar – dijo Andrés - Te acompaño – dijo Macarena. - ¿Se puede saber por qué vas tú y no yo? – dijo Florencia, vamos las dos. Subieron, vieron que todo estuviera en orden se despidieron. Florencia lo abrazó y le dio un beso muy apasionado. Macarena dijo - Lo vas a lastimar, por favor - Hasta mañana, mi amor – dijo Florencia Andrés cerró la puerta de la habitación, fue al baño, se desvistió y se acostó. Pensó “¿qué hago con esa casa? Cualquier cosa

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que haga puede ofenderlos. Es un regalo y los regalos no se pueden ni vender y rechazar. ¡Siempre estoy metido en líos! Pero este es un lío muy lindo.” Cuando ya estaba casi dormido, oyó que tocaban la puerta. Encendió la luz y miró la hora. Era la una de la mañana. Se levantó, abrió y entró Florencia, en pijama, y cerró suavemente la puerta tras ella - Florencia, ¿Qué hacés aquí? Ella sin decir palabra lo tomó de la mano, lo llevó a sentarse en la cama. Le quitó la remera mientras lo besaba, El comenzó a sacarle el saco del pijama acariciándola y besándola. Así tuvieron su primera noche de amor.

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CAPITULO XV

Al despertarse Andrés, eran las 7:30 de la mañana. Se quedó pensando que había descansado muy bien y en que lindo había sido estar con Florencia. Se levantó, se afeitó y se bañó. Luego se vistió y bajó a la ante cocina. Allí estaba Florencia preparando el desayuno. - Buenos días, amor. ¿Durmió bien? - Si, porque anoche entro un ángel en mi habitación y me hizo descansar muy bien - MI amor, ¡Cuánto te quiero! – dijo ella y se levantó a darle un beso. Cuando estaban besándose, entro la madre de Florencia. - Ah, ya veo que todo va muy bien. Andrés se puso colorado porque pensó que la madre de Florencia sabía lo que había pasado en la noche. Florencia, que lo notó, le dijo en voz baja - No dije nada, quedate tranquilo Andrés, como si no hubiera pasado nada, dijo - ¿Sabés?, me gustaría ir a visitar a mis padres. - Bueno, vamos, dijo Florencia. - No se si tú quieras ir, porque quizás tenga que quedarme hasta mañana, porque hace mucho que no los visito. - Solo no podés ir – dijo Macarena – dejá que Florencia te acompañe. Además pueden ir en el auto de Florencia. - ¿Qué decís, Florencia? - Con tal de estar contigo, voy a cualquier lado. Terminaron de desayunar y Andrés subió a la habitación de huéspedes, tomó algo y volvió. - ¿Nos vamos? – dijo - OK – contestó Florencia – mami, te llamo esta noche - Bien, pero cuídense El viaje fue corto. Solo 120 Km. y ya estaban frente a la empresa de los Aguiar. La firma es representante de las 207


mejores marcas de maquinaria agrícola y tiene un gran local sobre la carretera, con una gran explanada al frente donde había gran cantidad de máquinas. Andrés entró la BMW a la explanada. Se bajaron del auto, se tomaron de la mano y fueron hacia el local. Cuando iban llegando, salió la madre de Andrés - Milagro, milagro, mi hijo por aquí – expresó riéndose – pero además creo que con novedades - Mamá – dijo él abrazándola – ¡qué ganas tenía de volver aquí! Ella es Florencia, mi novia. - Ya la había conocido. ¿Cómo estás mi ángel? ¿Lo convenciste? - Si, Rosario. Tuve que insistir un poco, pero pude. Andrés, un poco extrañado de la confianza entre las dos, dijo sonriendo - ¿Estaban confabuladas a mis espaldas? - Cuánto no sabés de las mujeres. En ese momento salió Paola a saludarlos. Andrés se adelantó y la abrazó con lágrimas en los ojos. Paola lloraba desconsoladamente y le decía - ¿Algún día me vas a perdonar? - Callate y vení a conocer a otra mujer a la que quiero más que a mi vida. Paola se adelantó y dijo - Tú eres el ángel protector de Andrés. Tenés que cuidar mucho de él. Es inigualable. - Ya lo sé, es el hombre más divino de la tierra - ¿Y papá? – preguntó Andrés - Fue a entregar una máquina. Seguramente debe volver al atardecer. Pero no se queden allí. Paola ayudame a cerrar y vamos para casa. Ya eran las 13:00. Fueron a la casa de los padres de Andrés. Una hermosa chacra, rodeada de árboles. La casa, con techo de tejas a dos aguas, es muy grande, con varios dormitorios, una barbacoa al fondo y un jardín alrededor. Florencia no se desprendía del brazo de Andrés. Había entrado en el mundo de él, algo que nunca le había sucedido con nadie. Además se sentía que aquello también sería “su” mundo.

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Almorzaron, estuvieron de sobremesa conversando, entre otras cosas, de cómo se habían conocido. Al terminar, Andrés le dijo a Florencia. - Vení, te quiero mostrar donde jugaba yo cuando era chico. Se fueron, tomados de la mano mientras Rosario y Paola los miraban emocionadas. Ellos se sentaron en un banco y Andrés le tomó las manos, poniéndose serio. - Florencia, no te sorprendas, pero te voy a pedir algo. - ¿Por qué siempre me asustás cuando te pones serio? - No hables. Sacó el estuche del anillo que compró en Asunción, lo abrió y le dijo - Florencia, ¿te querés casar conmigo? Florencia quedó como ahogada en un sollozo y cuando reaccionó, le dijo - ¿Cómo no voy a querer? Sabés que soy tu mujer para toda la vida Los dos se abrazaron y se besaron apasionadamente. Cuando volvieron a la casa, Florencia se secaba las lágrimas. Rosario ya se había ido, pero estaba Paola. - Paola, tenés una cuñada – dijo Florencia Paola la abrazó, sin decir nada. Al volver a la casa de Florencia eran la 8 de la noche. Ella se bajó del auto y, como fue siempre su carácter, comenzó a los gritos a llamar a sus padres. Ellos salieron tranquilos porque ya la conocen. - Doctor Bauer – dijo Florencia – le presento a su yerno. - ¿Qué pasó? – dijo Macarena - ¡Nos casamos! - ¿Cuándo? - Y, si podemos, mañana - No seas loca Florencia, tenemos que arreglar todo, la fiesta, los invitados - Nada de eso mami, nos vamos a casar solo con nuestros familiares y amigos más íntimos. 209


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Pero, Florencia, ¿qué les vamos a decir? Que estoy embarazada No seas loca.

Un mes más tarde se casaron en una capilla muy pequeña en el medio del campo. Solo estaban los padres de ellos y la familia Paz. Se fueron a vivir a la casa que le habían regalado a Andrés, que ya se había reintegrado a su trabajo como Gerente de la Planta. Un tiempo después, cuando Andrés llegó a su casa, Florencia tenía una cara más feliz que nunca. - ¿Qué me estás ocultando? – le preguntó Andrés que ya conocía esa cara. - Veamos, papá. Cuál va a ser el cuarto de Juanita. - ¿Juanita? - La nena que estoy esperando, bobo. - ¿Y por qué ha de ser nena? – dijo Andrés abrazándola - ¡Porque así somos dos mujeres para cuidarte! Andrés estaba feliz con su nuevo puesto en la Planta. La maquinaria que había recomendado funcionaba de maravillas y había asegurado una mayor productividad. A pesar de estar embarazada, Florencia se había transformado en una verdadera ama de casa, sobre todo llevando la economía de la incipiente familia. Como veía que cuando llegara Juanita el trabajo de Florencia se iba a duplicar, le pidió a su mamá que le consiguiera una persona que la ayudara. Fue así que Rosario le mandó a Emilia, una señora de unos 50 años, que conocía muy bien a Andrés desde que él era chico. Florencia se iba, en la tarde, a la casa de sus padres que queda a la vuelta de la esquina, pero tenía especial cuidado de haber vuelto a su casa a las 16:30, cuando Andrés llegaba. Siempre lo recibe con esa sonrisa que él amó y seguía amando tanto. 210


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Ay Andrés, no sé como podés quererme así tan gorda – dijo Florencia tomándose el vientre. Mi amor, tú sabés que estás preciosa. Estés como estés, para mí siempre vas a ser la mujer más linda del mundo, porque es a quien yo quiero más que a mi vida.

Ella lo abrazó y se dieron un beso, tan apasionado como la primera vez. El abrazó el vientre de Florencia y dijo - ¿Ves, Juanita? Así tenés que querer a tu madre. ¡Es el ser más maravilloso de la tierra! - Ay, no hables así que me hacés llorar – dijo Florencia. - ¿Pero por qué? Es cierto - Bueno, vení, te preparé el mate, pero no rezongues si no me quedó bien. - ¿Lo preparaste tú? - Si, yo solita, bueno, con un poco de ayuda de Emilia. - Lo hizo ella sola, Andrés. Yo creo que el amor que puso es lo que hace que le quede bien. - Andrés – dijo Florencia – mamá me dijo si no queríamos ir este fin de semana a Punta del Este. Yo le dije que no, porque, primero que estoy casi para tener la beba y segundo que yo se que te gusta estar en casa. Además, el tiempo está muy lindo así que podemos disfrutar del jardín y de la piscina. ¿Te parece mal? - ¿Como querés que me parezca mal? Mi amor tú, primero y antes que nada y Juanita, merecen todo mi cuidado, así que lo tú digas está siempre bien. Me voy a cambiar y nos vamos al jardín. Andrés, después de cambiarse se puso el short de baño y se fueron los dos, de la mano hacia el jardín. El se metió en la piscina y ella le cebaba mate. - ¡Qué lindo que está! – dijo Andrés - No seas malo, ¿sabés las ganas que me dan de meterme? - Falta poco, Florencia y ya lo vamos a poder hacer los tres. - Andrés, me parece mentira que hablemos de nosotros tres. ¿Te das cuenta lo importante que somos? – dijo Florencia con una sonrisa.

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¡No me sonrías así que te ataco! – dijo Andrés riéndose, mientras salía de la piscina.

Estuvieron un rato disfrutando. Cuando ya eran la 6:30 de la tarde, decidieron ir para adentro. Andrés se cambió y bajó al living. Se sentaron en un sillón, abrazados, como si fuera la primera vez que se declaraban su amor. Ella cerró los ojos y dijo - Andrés, ¿podremos vivir siempre esta felicidad? - Mi amor, la felicidad es cada momento. Así lo hemos disfrutado tú y yo, así que vivamos ahora. Después, será después - ¿Por qué siempre tenés la respuesta justa? - Porque tú me inspirás – dijo Andrés besándola. - Florencia – dijo Emilia – la cena está pronta. ¿La sirvo? - Dejá Emilia, ya tendrías que haberte ido para afuera – le contestó Florencia – yo me encargo de todo. Después de cenar se fueron caminando hasta la casa de los padres de Florencia. - El doctor me dijo que tenía que caminar mucho y no he hecho nada. Ayer, Guillermo me rezongó por eso. ¡Andrés!, ¿me estás prestando atención? – dijo ella - Te miraba lo divina que estás – le contestó Andrés tomándola por la cintura - ¿Viste que no es la misma cintura? ¡Estoy fea! - Ya te dije que no me provoques – dijo él abrazándola y besándola. - ¡Estamos en la calle! - ¿Y qué tiene? ¿Querés que grite que te amo? - ¡No seas loco! - Pero es cierto – prosiguió ella – mirá cómo me crecieron los pechos - Están divinos. Nos vamos a pelear con Juanita por ellos. - No seas asqueroso. ¡Nunca dijiste esas cosas! - Te dije, ¡no me provoques! Ambos se rieron y entraron en la casa de los Bauer. - Hola, mami ¿y papá? 212


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No volvió todavía. Tiene mucho trabajo. ¿Saben?, estoy preocupada. - ¿Por qué? – dijo Andrés - Porque Franz está trabajando mucho y le va a hacer mal. Estuvieron un rato charlando, fundamentalmente, de cuando viniera Juanita. -

Un poco más tarde Florencia y Andrés, volvieron a su casa. Los dos estaban cansados, por lo que se fueron a acostar enseguida. Cuando estaban acostados, Andrés le pasó el brazo por debajo de la cabeza de ella mientras se la besaba y así se durmieron. -

Eran las 6 de la mañana, Florencia lo llamó a Andrés Andrés, me parece que viene Juanita

Andrés pegó un salto y quedó levantado. Estaba tan dormido que no sabía que hacer. Florencia se rió - Andrés, tranquillo, soy yo la que está esperando - Si, si. Y a me visto y tomo todo para ir al Hospital. - Tranquilo, no te pongas nervioso. Quiero que le avises a mamá - Bueno. Poco después ya se encontraban en el Hospital. A Florencia la internaron en una sala y más tarde, las enfermeras la llevaron a la sala de parto. Ya habían llegado los padres de Florencia y los de Andrés estaban en viaje. Andrés estaba muy nervioso. Se abrazó a la madre de Florencia y le decía - ¿Verdad qué va a salir todo bien? - Si, Andrés, podés quedarte tranquilo. Pasado un rato, avisaron que había nacido Juanita. Andrés, lloraba como un niño. Él tenía claro que Juanita era el resultado del amor que existía entre Florencia y él. Cuando trajeron a Florencia a la sala, trajeron a Juanita. Sus ojos azules, enormes, eran exactamente los de la madre. Andrés se abrazó a Florencia y le repetía 213


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Gracias, mi amor, gracias. Juanita en divina. Ahora, como tú dijiste tengo dos angelitos para que me cuiden. Andrés, mi amor. Ese angelito es tuyo, todo tuyo, igual que yo.

Más tarde llegaron los padres de Andrés que se sentían orgullosos de su nieta. Después que les dieron el alta a Florencia y a Juanita, todo el funcionamiento de la casa cambió. Cada vez que Andrés llegaba de trabajar, después de darle un beso apasionado, como siempre, a Florencia, se iba a ver a Juanita. Se había vuelto casi una debilidad para él. Andrés, como Gerente de la Planta, consiguió lo máximo en la producción. Nunca antes se había conseguido tanto. Florencia lo miraba. Aquel, su amor de toda la vida, era el padre de su hija y un avanzado Ingeniero Industrial. Ella se sentía orgullosa de ser su esposa, de ser parte de su éxito y de tener todo su amor. Esa noche, Andrés la abrazó, la fue desnudando muy lentamente y con mucho cariño. Ella se aferró a él y así tuvieron una noche de amor, tal como si fuera la primera vez. A las seis de la mañana, Andrés se despertó y se puso a pensar “esta vida, tranquila es la que quiero. No necesito de aventuras. No me importa donde viva, puede no ser en esta divina casa, puedo tener que trabajar el doble, pero siempre con los seres que más quiero a mi lado.” Mientras estaba pensando oyó que Juanita estaba despierta. Solo se oía su conversación inteligible. Andrés se levantó, en silencio para no despertar a Florencia y se fue a ver a su hija. Cuando ella lo vio, se puso a reír. Buen día, Juanita – dijo Andrés mientras la alzaba, vamos cambiar los pañales. Puso a Juanita sobre el cambiador y se puso a cambiarle los pañales. La niña solo se reía y, como Andrés le acariciaba la cara, -

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ella hablaba en su gorgojeo clásico de los bebés. Cuando terminó alzó a Juanita y le dijo. - Tu desayuno todavía está durmiendo. Vamos a ver si la despertamos. Cuando se dio vuelta, Florencia estaba en la puerta, visiblemente emocionada. - Mi amor, ¿cómo no voy a querer a un padre como tú? Vení conmigo Juanita, tenés que tomar la teta, mientras papá se prepara el mate y me prepara el desayuno. Andrés se la entregó. Florencia se fue al dormitorio de ellos y Andrés fue detrás. Ella comenzó a darle de mamar a la niña y Andrés las seguía mirando. - ¿Qué estás mirando? – dijo Florencia. - A mis dos amores. Pensaba que, cuando te conocí y me enamoré de ti, nunca iba a ver esta escena. - Andate que me dan ganas de levantarme y abrazarte. Como era sábado, proyectaron irse a Punta del Este. El tiempo estaba excelente y convidaba a pasar un día de descanso absoluto. Aprontaron todo, pusieron a Juanita en la silla en el auto y allá se fueron. Pasaron un fin de semana de amor, de placer y de disfrute con su hija. Todos sus movimientos y sus paseos estaban condicionados a Juanita. Cuando ellos se abrazaba y se besaban, Juanita, como sabiendo que sus padres se amaban, aplaudía. Cuando volvían, Andrés le dijo a Florencia - Hace mucho que no disfrutábamos tanto. - Es cierto, pero lo mejor es que disfrutamos los tres. Me parece mentira de que Juanita ya esté integrada a nosotros. Andrés, miró por el espejo y vio como Juanita se había dormido al lado de su madre sentada en el asiento trasero. - Mirá, Florencia, ni siquiera necesito fotos para saber cómo eras de chiquita. Ahí te tengo, con tus rulos y esa carita de ángel. - Te quiero, Andrés, no sé que haría si no te tuviera a mi lado

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Al día siguiente, Andrés salió temprano para la Planta. Antes de irse le alcanzó a Juanita a Florencia, le dio un beso a las dos y salió. A las 7 de la mañana ya estaba instalado en su oficina. Su trabajo se había duplicado porque tenía que cubrir, también, el área de mantenimiento hasta tanto nombraran a alguien para ese cargo. Mientras revisaba unos presupuestos, oyó algo raro. La Planta se había detenido. Salió como una exhalación de su oficina buscando a Pérez, el Capataz de Planta. - ¿Qué pasó Pérez? - Lo que nunca nos había pasado. Un operario se lastimó con una de las cintas transportadoras. - ¿Es grave? - Ahí lo están atendiendo. ¡Mire! Llegó la ambulancia de la emergencia. Andrés se acercó a donde atendían al muchacho. Era un chico recién ingresado de unos 20 años. La cinta le había agarrado la mano y se había desmayado. - Soy el Gerente de la Planta – les dijo Andrés a los médicos de la emergencia – ¿qué tan grave es? - Por lo que podemos ver en este momento, solo hay fractura, pero lo vamos a llevar al Sanatorio del Banco de Seguros por tratarse de un accidente laboral - Lógicamente – dijo Andrés y prosiguió – Pérez acompáñelo. Yo le voy a pedir a mi secretaria que llame a la familia. Andrés se quedó hablando con parte del personal de la Planta y reorganizando los procesos de producción. A la hora de almuerzo, no fue al comedor. Había quedado muy impresionado con el accidente. Tomó el teléfono y llamó a Florencia. - ¡Mi amor, qué sorpresa! – dijo ella. - Necesitaba escuchar tu voz. - Andrés, te conozco muy bien. Contame que pasó. - Un operario tuvo un accidente. En los años que llevo aquí, nunca había pasado. - Pero no es tu culpa. 216


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En cierto modo si. Antes yo estaba supervisando el movimiento de todos los operarios y ahora solo puedo hacerlo a veces. Bueno, tranquilizate. Nosotras estamos bien. Ya almorzamos y vamos a dormir un rato. Juanita te manda un beso. Un beso para las dos. ¡Las quiero!

Al cortar la comunicación, se sentía más tranquilo. Él sentía que tenía una enorme responsabilidad y había comenzado a dudar de su capacidad para hacerle frente. Una vez le comentó al doctor Bauer de la necesidad de nombrar un Jefe de mantenimiento. Suponía que alcanzaba con haberlo hecho. No quería abusar de su relación con el Presidente de la Empresa. Lo llamaron por teléfono. Era Pérez para decirle que el operario solo tenía fracturado dos dedos de la mano izquierda. Lo habían enyesado y lo mandaron para la casa. A las 5 de la tarde, como todos los días, Andrés llegó a su casa. Allí estaban sus dos ángeles como las llamaba él, esperándolo. - Hola, mis amores – dijo Andrés dándole un beso a cada una - Hola papi, te estábamos esperando. - ¿Ah, si? ¿Para qué? - Para ir a caminar un rato - Perfecto, me cambio y nos vamos de paseo los tres. Poco después iban caminando abrazados Florencia y Andrés y Juanita iba en su cochecito, Caminaron un rato en silencio, hasta llegar a una enorme plaza llamada la placita "Conaprole", en Carrasco. Esta placita, tranquila, silenciosa, queda en el señorial barrio de Carrasco. Está al lado de un club de tenis, y a pocas cuadras de la rambla. De pronto, Andrés dijo - Florencia, perdoname que te llamé hoy a mediodía - ¿Y qué te tengo que perdonar? 217


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Yo se que no te gusta hablar de cosas de mi trabajo. Vamos a sentarnos en este banco

Se sentaron y Florencia prosiguió No tengo nada que perdonarte, al contrario me enojaría que no me contaras aquello que te afecta de alguna manera. No podés olvidarte, Andrés, que tu familia somos nosotros y todos lo que hacés, lo hacés por nosotros. Andrés se quedó mirándola y le dijo. - ¡Con razón te quiero tanto! -

En ese momento, Juanita se puso a llorar. - ¿Sabés lo que quiere esta bandida? - Si, me imagino. ¿Por qué no les de mamar acá? - ¿Estás loco? Vamos para casa. Vas a ver que mientras caminamos, no llora. Al llegar, Emilia les dijo - Andrés, llamó tu madre. Dice que la tenés abandonada - Gracias, Emilia, es cierto - ¿Por qué no la llamás? - s dijo Florencia - Porque, cuando estoy trabajando, no puedo y cuando estoy en casa, solo quiero estar con ustedes dos. - ¡No seas exagerado, Andrés! - Lo digo absolutamente en serio, Florencia. No quiero perder ni un minuto de mi vida contigo y Juanita. Pensá cuánto tiempo pasé lejos de ti, pudiéndote tener a mi lado. - Te amo, pero andá y llamá a tu mamá mientras de doy de mamar a Juanita - Y, ¿ves?, me pierdo eso tan sublime. - De madrugada te despierto – dijo riéndose Andrés se fue llamar a su madre. Cuando volvió, Juanita ya estaba en el cochecito. - ¿Alguna novedad? – preguntó Florencia - No, ninguna, lo único que me reclamó por qué no íbamos a visitarlos. - Y tiene razón, dijo Florencia, vamos el sábado, ¿si? - OK 218


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CAPITULO XVI

Andrés llegó a la planta, como siempre, antes de las 7 de la mañana. Se sentó en su oficina y se puso a mirar la cantidad de documentos que tenía sobre la mesa. Al rato entró su secretaria, Dolores. - Buen día, Andrés. Como siempre, trabajando temprano - Hola Dolores, no tengo más remedio si no los papeles me vas a tapar. - Ah, por cierto, ¿firmaste la planilla de horas de la quincena? - No, ¡qué animal!, ni siquiera se donde está. - Esperá que te la busco yo. Aquí está - Gracias Dolores. Esperá que ya lo firmo así lo mandás a Contaduría. - Si, ¿Y cómo anda Juanita? - Bárbaro. ¡Cada vez más linda!, y, además, está tan simpática - Debe ser igualita a la madre - Idéntica - Menos mal, pobrecita. ¿Te imaginás se hubiera salido antipática como el padre? – dijo Dolores riéndose - Mirá, tomá las planillas y andate – bromeó Andrés. Andrés se daba cuenta que no podía seguir haciendo las dos tareas, es decir, la de Jefe de Mantenimiento y la Gerente de Planta. El problema de ayer con el operario y el olvido de la planilla de cobre del personal, lo ponía en evidencia. Se paró y salió de la oficina rumbo a la Planta. Se puso a recorrerla, como el las viejas épocas. Al personal, si bien le llamó la atención que el Gerente estuviera recorriéndola Planta, lo saludó con cierta alegría y respeto. Todos sabían que tener a Andrés en ese puesto, era tener un aliado. Un poco más tarde se encontró con Pérez, el capataz de la Planta. - Ingeniero, qué suerte que lo encuentro. - ¿Qué pasó Pérez? 219


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Nada en especial. Estuve estudiando la máquina procesadora nueva. Esa máquina podría andar mucho más rápido si tuviera una fuente mayor de energía. Pérez, por favor, páseme los datos así los elevo al Directorio. Usted sabe muy bien, porque me ayudó a elegirlas, que se compraron para mejorar la eficiencia de la Planta. Si, señor. A más tardar, mañana, los tiene

Andrés volvió a su oficina y siguió estudiando presupuestos y facturas a pagar. Sobre la mesa tenía las fotos de Florencia y Juanita. A cada rato las miraba y pensaba “no lo puedo creer. ¡Qué lindas son y cómo las quiero!” A la hora del almuerzo solo comió un sándwich y un refresco. Cada vez que le contaba esto a Florencia, ella se enojaba. Decía que se iba a transformar en un hombre flaco y feo. Andrés sonrió al acordarse de eso y fue otra vez a la Planta. La tarde transcurrió tranquila, sin que existieran inconvenientes mayores. A las 4 de la tarde, al sonar la sirena, Andrés acomodó los papeles sobre la mesa y salió. Recién en ese momento se dio cuneta que estaba lloviendo. Corrió hasta su auto y se fue a su casa. Al llegar ahí estaban, Florencia y Juanita, esta última dormida. Les dio un beso y se fue a lavar las manos. - Andrés, como está lloviendo, ¿no me acompañás al Supermercado? No quise salir por Juanita. Emilia se queda con ella. - Si, como no, vamos Los salieron, se subieron al auto y antes de ponerse en marcha, Florencia lo abrazó y le dio un beso muy prolongado. - ¿Qué pasó? - Me moría por estar a solas contigo, como antes. Lo del Supermercado fue un pretexto. - ¿No vamos, entonces? - Si, vamos, pero como si fuéramos novios - O, amigos, solamente 220


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No, ¡no te me hagas el vivo! – dijo Florencia riéndose.

Caminaron un rato por el establecimiento haciendo compras cuando se encontraron con Agustina y Gabriel, amigos de Florencia. Luego de saludarse y de presentarle a Andrés, Agustina le dijo - ¡Mirá que eres bandida, Flo! ¡Con razón lo tenías escondido! Andrés se hizo el que no escuchó, mientras conversaba con Gabriel. - Callate que le da vergüenza que hablen así de él - ¿No me digas?, pero está fortísimo - Bueno, tenemos que seguir. Te llamo mañana Agustina, dijo Florencia Andrés y Florencia se dirigieron a las cajas. Mientras esperaban, Florencia le dijo - ¿Viste cómo no puedo dejarte solo? Esta loca, que está casada, con el esposo al lado y se moría por hablar contigo. - No exageres Florencia. - No estoy exagerando. Por eso, ahora, cuando salgamos, no me despego de ti dijo riéndose. -

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Al llegar a la casa, Emilia les dijo. No saben como ya extraña, la bandida. Cuando se fueron se quedó mirando la puerta como preguntando por qué no la llevaban y ahora al oír el auto, se puso como loca. Pero Juanita – dijo Florencia alzando a la niña – este hombre es de las dos. Me lo tenés que prestar un ratito.

Cenaron, estuvieron conversando, acostaron a Juanita y se fueron a acostar. Luego de acostarse, al rato de haber apagado la luz, Florencia dijo - Andrés, ¿estás despierto? - Si, si no te escucharía. - ¿Te acordás cuando fuimos a Salto? - Lógico, ¿cómo no me voy a acordar’ - Dormimos dos noches juntos 221


Es cierto, pero éramos solo amigos ¡Qué va! Yo no me sentía amiga. Ya te amaba con locura. Me moría de ganas de abrazarte y besarte. - ¿Y por qué no lo hiciste? - Tenía miedo que me tomaras por una loca cualquiera. - De esas noches que pasamos juntos, me acuerdo de muchas cosas, pero una fundamentalmente. Cuado volvimos, ¿te acordás que llovía?, cuando ya habíamos apagado la luz y me hiciste la misma pregunta. - ¿Cuál? - Si estaba dormido. Yo respondí lo mismo y cuando abrí los ojos, tenía tu cara y tus maravillosos ojos azules, a veinte centímetros de mi cara. Me dijiste que tenías miedo. En ese momento te habría abrazado y besado toda - ¿Y por qué no lo hiciste? - Tenía miedo que te ofendieras, perderte y no verte más - Ay mi amor, aquí estoy, dijo ella abrazándolo. Se besaron y lentamente, con gran suavidad y cariño se amaron intensamente -

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Buen día mi amor, ¿durmió bien? – dijo Florencia mientras le daba de mamar a Juanita. Más que bien y, además despertarme con mis dos mujeres, ¿qué más puedo pedir? ¿Qué hora es Florencia? Las 6:10. Tenés tiempo de tomar desayuno. Si, me voy a afeitar y bañar y bajo a tomarlo. Yo te lo preparo.

Andrés se fue al baño. Florencia dejo a Juanita en su cama, que se quedó dormida enseguida y bajó a prepararle el desayuno a Andrés. Cuando Andrés bajó, tenía un desayuno completo preparado. - Florencia, ¿no es mucho? - Te tengo que cuidar. No estás comiendo nada a mediodía, así que desayuná bien. - ¡Cómo me cuidan! – dijo Andrés, dándole un beso

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Hoy vamos a ir al médico con Juanita, para el chequeo mensual. - ¿Por qué no me dijiste? Podríamos haber ido juntos. - Tú preocupate por tenernos bien a nosotras, dijo Florencia riéndose y prosiguió, mamá me acompaña. Andrés había terminado su desayuno, se fue a lavar los dientes. Le dio un beso muy cálido a Florencia. - No le doy a Juanita porque se despierta. - Si, mi amor. Hasta luego -

Florencia se quedó mirando, desde una ventana como se iba Andrés, pensando que nunca habría imaginado, ella que se decía una mujer independiente, estar tan atada a un hombre. Claro, se decía, a un hombre maravilloso que es capaz de matarse por mí. - ¡Cómo lo quiero!, suspiró Cuando llegó a la Planta, como siempre, se fue a su oficina. Al rato legó Pérez, el Capataz de la Planta - Adelante, Pérez - Buen día Ingeniero. Le traigo lo que le prometí. Estúdielo, por favor. Yo creo que sería una buena inversión. Pero hay que calcular el beneficio que puede reportar. - Gracias, Pérez. Déjemelo que lo voy a estudiar y lo elevo a Dirección. Evidentemente se trataba de una inversión importante por lo que, Andrés se puso a calcular la relación costo beneficio, para poder ver si era redituable y, en caso afirmativo, elevar un informe convincente a la Dirección. Luego que tuvo todo armado, la llamó a Dolores, su secretaria - Dolores, te paso este informe que está en borrador. Pasalo en limpio, me lo traés para firmar y lo elevamos a Dirección. - Enseguida. ¿Algo más? - No, gracias - Ah, Andrés, hay un señor de una firma que representa generadores eléctricos que quiere verte. - Hacelo pasar 223


Entró a la oficina de Andrés, un hombre muy bien vestido, de traje y corbata. Era joven, con alrededor de 35 años. - Buenos días Ingeniero, mucho gusto en conocerlo - Gracias. Dígame en qué puedo servirle. - En la firma en que trabajo – dijo alcanzándoles una tarjeta de presentación – nos enteramos de la posible renovación de algunos generadores. - Mire, si bien es cierto que hemos estudiado algo, todavía está en pañales. - No importa. Le dejo folletos sobre nuestros productos y, espero, nos tenga en cuenta en el momento de la compra. - Muchas gracias. Si se concreta el plan, lo llamaré para discutir condiciones El hombre saludó y se fue. Andrés se quedó pensando “¿este cómo se enteró de la compra de generadores? ¿Y quién me lo mandó a mí? Voy a buscar a Pérez. Él es único que está enterado.” Cuando salió de la oficina para buscar al Capataz, Dolores lo detuvo - Andrés, acaban de llamar de Dirección para decir que esta tarde, a las 16:30, tenés que estar en la reunión de Directorio. - ¡Puta! ¡Qué rompe! Perdoname Dolores. Gracias Mientras iba en busca del Capataz, escribió un mensaje de texto: “16:30 tengo que ir a reunión directorio. Llegare más tarde. Un beso grande a las dos” y se lo mandó a Florencia. - Pérez, venga un ratito - Diga, Ingeniero - Vino un vendedor de una firma de equipos generadores, ofreciéndose para vendernos. ¿Cómo pudieron enterarse? - No me lo explico, Ingeniero. Es un tema que manejamos solo usted y yo. Pero, ¿sabe?, pensándolo bien, yo dejé un rato el informe sobre mi mesa. Alguien debe haberlo visto. - ¿Se imagina quien puede ser? - Ni idea. Evidentemente no se trata de una persona de la Planta. Tiene que ser alguien que vino de afuera. - Bueno, déjelo, no es tan importante. Gracias

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Andrés se quedó pensando “¿otra vez con cosas misteriosas en la Planta? En la tarde se olvidó un poco del tema porque estuvo ayudando a dar instrucciones de uso de una empacadora a unas empleadas nuevas. Todas la miraban con gran atención y estaban maravilladas con el trato que recibían de parte de él. A las 16:25, se dirigió hacia la sala de Directorio. Cuando llegó, ya estaban todos los integrantes del mismo, inclusive su suegro, Franz Bauer. - Buenas tarde Ingeniero. Lo citamos porque hay algunos miembros del Directorio que tienen algunas dudas y que solo usted puede aclarar. - Buenas tardes, señores – contestó Andrés extrañado por la frialdad del trato de su suegro y prosiguió – Estoy a las órdenes. - Ingeniero – ahora el que hablaba era el doctor Pena – nos llegó el informe de que las máquinas nuevas no rinden lo que usted lo preveía en su recomendación. Además, parece que existe una sobre facturación en la compra de las mismas. Esto constituye un gran perjuicio para la firma. ¿Puede usted explicarlo? - Señores, el rendimiento de las máquinas está en un 80% de lo estimado. Justamente hoy elevé un informe de cómo hacer para llegar al 100%. Pero aún así, la producción aumentó un 38% con respecto a lo que se producía anteriormente. - Pero esa producción no amortiza la inversión. Creo que se ha cometido un grave error de elección – lo interrumpió el doctor Pena. - Doctor, sin ánimo de polemizar, la relación costo beneficio no se puede hacer solo tomando en cuenta el costo inicial e las instalaciones. Se debe tener en cuenta el aumento del precio de la materia prima. Nosotros, para mantener el estándar de calidad que nos ha posicionado en el mercado, seguimos comprando la mejor calidad. Pero hay un punto que usted tocó y no quiero dejar pasar por alto. Según usted dice, existió sobrefacturación en el precio de la maquinaria nueva. Si fue así, no voy a dudar de su 225


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afirmación, tanto en la factura FOB con en conocimiento de embarque, figura el mismo precio. Mi pregunta es, ¿dónde se sobre facturó?, evidentemente no fue en la Planta. ¿Alguna otra pregunta, doctor Pena? – dijo Bauer. No, doctor Ingeniero, puede retirarse – le dijo Franz Bauer Buenas tardes – saludó Andrés

Salió de la sala de Directorio hecho una furia. Estaban armando algo en contra de él o de la Planta. Pero ¿Por qué? ¿Para qué? Se subió al auto y estuvo un rato sentado tratando de calmarse. Luego se puso en marcha Juanita.

Llegó a su casa, ansioso por ver a Florencia y a Al entrar se encontró que, además de Florencia a Andreina que tenía en su falda a Juanita. Florencia se paró y Andrés la abrazó muy fuerte y la besó. Florencia notó que algo no andaba bien, pero no dijo nada. - Ay, Juanita, vamos a tener que irnos. Estos dos no respetan las necesidades de una – dijo riéndose – Andrés no tenés un hermano gemelo para mí. - No existe otro igual – dijo Florencia – y este es mío - ¿Cómo les fue en el médico? – preguntó Andrés - Muy bien. Juanita aumentó de peso y creció. Me dijo que siguiera dándole de mamar mientras pudiera, pero que ya tenía que empezar a comer. - Andrés, Flo, me voy. Mamá está sola y no le gusta cuando se hace la noche. - ¿Querés que te lleve? – dijo Andrés. - Estás loco. Ya pido un taxi y listo. - Chau - Florencia, subo a cambiarme y bajo enseguida 226


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Al rato, como Andrés no bajaba, Florencia dijo Emilia, podés darle la papilla a Juanita, por favor. Voy a subir para ver si Andrés necesita algo. Andá tranquila, Florencia – le contestó Emilia

Al llegar al dormitorio, Florencia encontró a Andrés boca abajo en la cama. - Andrés, ¿te pasa algo? Él se dio vuelta y le extendió los brazos. - Veni y abrazame muy fuerte. Te necesito más que nunca - Si, mi amor Estuvieron un rato abrazados. - Gracias Florencia. No se que haría sin ti - Bueno, ahora que estás más tranquilo, contame que pasó. Andrés le contó lo que había sucedido en la reunión de Directorio. Los planteos que le había hecho el doctor Pena, dudando de lo que él había propuesto. - Lo que más me dolió, mi amor, fue la frialdad de tu padre. Mismo cuando el doctor Pena dejó entrever una especie de estafa de mi parte, tu papá no hizo ni dijo nada. Es todo muy raro. No te imaginás con la rabia que salí. - Lo de Pena no me extraña. Sabemos que es un hijo de puta, pero papá. ¿Querés que hable con él? - No, ni se te ocurra. Atrás de todo esto hay algo fuera de lo común y yo lo voy a averiguar. - Pero, por Dios te lo pido, nunca dudes en contarme todo. Y si, en algún momento querés largar todo, sabés que tenés mi apoyo. Acordate bien Andrés, Juanita y yo somos tu familia y te seguiremos adonde tu vayas. - Gracias, mi amor – dijo Andrés abrazándola y besándola. - Vamos a bajar así vemos como come Juanita Juanita, cuando los vio aparecer, comenzó a dar saltitos de alegría en su sillita. Emilia dijo - Estábamos comiendo muy bien, pero aparecieron los reyes y se puso como loca - Pero Juanita – dijo Florencia – dejá Emilia que nosotros le damos. 227


Estuvieron los dos riéndose de las caras que ponía Juanita con la comida. Cuando terminó, le extendió los brazos a Andrés. Él la alzó y Florencia le dijo - Dejame limpiarle la boca y las manos. Juanita, ¡vas a ensuciar a nuestro hombre! En es momento sonó el teléfono de la casa. Emilia atendió. - Florencia, tu mamá - Mamá, qué raro. Hola mamá, ¿pasó algo?...si vení, nosotros no cenamos todavía…no te preocupes… te esperamos. - Mamá viene para aquí y dice que quiere hablar con nosotros dos. - ¿Pasó algo? - Ni idea. Emilia, te podés hacer cargo de Juanita. Cuando termines te podés ir a descansar. Yo me encargo de la cena. - Si, no te preocupes. Poco después llegó Macarena, tan elegante como siempre, pero con una cara de notoria preocupación. Los saludó a Florencia y a Andrés. - Mami, no me asustes. ¿Qué pasa? – dijo Florencia - Dejala que hable – dijo Andrés - Flo y Andrés, ustedes son la única familia que tengo, bueno, incluida Juanita, pero ella no puede opinar todavía, pobrecita. Por eso mismo es que vengo a pedirles su opinión o, si pueden, aconsejarme, ayudarme. Florencia, abrió sus ojos azules muy grandes y lo miró a Andrés. Él le hizo seña para que la dejara hablar. - Es acerca de Franz, que quiero hablarles – dijo Macarena. - ¿Pasó algo con papá? – preguntó Florencia - No sé que ha pasado, pero hoy cuando volvió de la empresa me dijo que había pedido un año de licencia y que quería irse solo a Alemania a visitar a sus parientes. - Macarena, por si te alivia en algo, yo estuve en parte de la reunión de Directorio de hoy, y, le comentaba a Florencia, que Franz se comportó de manera muy extraña.

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Si – prosiguió Macarena – Esas actitudes, extrañas en él, las viene demostrando hace un tiempo. ¿No te diste cuenta, Florencia, que ni siquiera pregunta por Juanita? Si, es cierto, pero no había prestado atención. ¿Y tú le atribuyes a algo esta actitud de papá? Guillermo nos recomendó un siquiatra. Lo llevé poco menos que de arrastro. Entró solo a verlo. Estuvieron más de dos horas hablando y, luego, el doctor me llamó. Me dijo que Franz estaba muy estresado y que era necesario que dejara sus ocupaciones por un tiempo. Me dijo además que, a pesar que todos hemos oído hablar del tema, existen varios tipos de estrés. En el caso de Franz se da lo que llaman “El estrés de la Empresa”. ¿Y la solución que dio fue que papá dejara todas las empresas? Si, mi amor. Fijate que, a partir de eso se empezó a poner cada vez más agresivo. No comparte nada conmigo y casi ni habla en casa.

A esa altura, Macarena tenía los ojos llenos de lágrimas. - Calmate mami – dijo Florencia – seguramente es que está enfermo y tiene que hacer algún tratamiento. - Tenés razón Flo, pero lo que más me llama la atención es que, después de más de 30 años juntos, haya decidido irse sin ninguna explicación aparente. Andrés se había mantenido callado. Había algo que no comprendía. Si estaba tan cansado, ¿qué explicación le encontraba a la actitud de él en la reunión de Directorio? ¿Qué presión está soportando de parte de Pena que hace que quiera borrarse por un tiempo? Y tú Andrés, ¿Qué opinás? – preguntó Florencia Mirá, por lo que vi yo hoy, debe haber problemas que lo pueden estar presionando. Perdoname Macarena, ya se que por lo que te voy a preguntar voy a tener una pelea con Florencia, pero tengo que hacerlo. Florencia lo miró algo asustada - Si, Andrés, preguntame. Por eso vine a hablar con ustedes -

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¿No hay otra mujer en todo esto?

Florencia se paró y se acercó a Andrés. Este pensó que le iba a pegar pero, por el contrario, lo abrazó, lo besó y dijo - Gracias, mi amor. Yo tenía la misma idea pero no me animaba a preguntarla. - Mirá que te pregunto esto porque se que los hombres tenemos diferentes reacciones que las mujeres. A una mujer estresada quizás le da por comprar compulsivamente. A los hombres les puede dar por evadir el problema con alguien que no conozca los problemas - Mirá, no están tan equivocados en pensarlo. Yo también lo pensé, pero no tengo ningún indicio que sea así. - Mami, si hay otra mujer, la última en darte cuenta vas a ser tú – dijo Florencia – Mirá y perdoname que sea grosera. Creo que lo mejor es que papá se vaya de viaje. Puede ser una cura para todos los problemas. - Si, mi amor, pero ¿qué hago yo sola en aquél caserón? – dijo Macarena. - Nada, no hacés nada, lo cerrás y te venís a vivir con nosotros. Sabés qué feliz va a estar Juanita de tener a la abuela al lado. - Andrés, ¿no te molesta tener a tu suegra todo el día en tu casa? - Macarena, como tú dijiste, somos tu única familia, así que ni pienses en que molestás. Cenaron los tres, casi en silencio y Florencia y Andrés acompañaron a Macarena hasta su casa. Al llegar, los abrazó muy fuerte y les dijo. - Ustedes si que son unos hijos maravillosos. -

Florencia y Andrés volvieron caminando despacio. Andrés, estás muy pensativo, largá todo lo que tenés en la cabeza. Hoy te dije que veía algo muy extraño en la Empresa. Algo sucede o sucedió que lo obligó a tu padre a alejarse. ¿Y qué puede ser?

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No tengo idea, pero la agresividad de Pena y la pasividad de tu papá, hoy en la reunión, me dan la idea que hay cosas que lo están presionando.

Llegaron a la casa y se acostaron. Antes de dormirse, Florencia, abrazó a Andrés y le dijo. - Acordate lo que te dije esta tarde. No te dejes presionar. Si tenés que largar todo, lo hacés. Lo único importante para ti, tenemos que ser nosotras. Andrés le puso los dedos sobre la boca. - Cállese, mi amor. Esa actitud tuya me provoca infinitos deseos de besarte hasta la madrugada. - ¿Y por qué no lo hacés? Empiezo yo, ¿está? E hicieron el amor, felices de estar juntos y de sentirse tan unidos como cuando eran “solo amigos”, como dice Andrés. Andrés se despertó muy temprano. Aprovechó que Juanita estaba despierta y la fue a ver. Cuando ella vio a su papá, le extendió los bracitos. Andrés la alzó - Buen día, Juanita, vamos a cambiar los pañales La beba se reía cuando el padre le sacó los pañales y la limpiaba. Cuando terminó, la alzó, le dio un beso. Ella le tomaba la cara. - Vamos a ver a mamá Fue hasta el dormitorio. Florencia aún dormía. Con mucho cuidado puso a Juanita junto a su madre y se quedó mirándolas. Florencia se despertó - ¿Y que hacés aquí; Juanita? – dijo riéndose - Esperando para comer – dijo Andrés – ya estoy cambiadita. - Mi amor, vení a darme un beso. No sabés qué bien dormí. Andrés le dio un beso y dijo. - No me quiero entusiasmar. Está Juanita y, además, tengo que ir a trabajar. - Mi amor. Te tenés que acordar lo que te dije. Cuando te sientas muy presionado, pensá en nosotras. - Si, eso hago siempre

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Andrés se fue a bañar y afeitar. Mientras tanto, Florencia ya le había dado de mamar a Juanita por lo que bajó a prepararle el desayuno a Andrés. Él bajó ya casi vestido, tomó el desayuno, se fue a lavar los dientes y, antes de salir - Tu mamá no dijo cuando es que tu padre va a viajar - No, seguramente ni ella lo sabe. ¿Andrés, en serio, no te joroba que mamá venga a vivir con nosotros? - Lo dije absolutamente en serio. Bueno, me voy, un beso Se besaron y Andrés se fue para su trabajo. Llegó temprano. Se puso a mirar los últimos informes de producción. Él estaba en lo cierto. La producción había aumentado sensiblemente desde la incorporación de la nueva maquinaria. Se acordó del tema de los precios. Buscó en su escritorio y encontró las cotizaciones de las diferentes máquinas. Llamó, entonces a su secretaria - Dolores, tú tenés copias de las facturas de las máquina nuevas. - Si, están archivadas. ¿Las querés? - Por favor, cuando puedas. Al rato, cuando Andrés estaba en otra cosa, entró Dolores a la oficina. Lucía pálida y se le caían lágrimas por las mejillas. - ¡Dolores! ¿Qué pasó? - Desaparecieron – dijo ella entre sollozos - ¿Qué fue lo que desapareció? - Las facturas que me pediste. - Pero, vamos a ver, ¿cómo pueden desaparecer? ¿A quién le puede interesar una factura vieja? - No se – dijo ella más calmada – No digas nada, voy a ver si una prueba que hice, dio resultado. - No, no digo nada, pero no te preocupes. “Esto, ¿estará unido a lo que me dijo Pena en la reunión de ayer? Justamente en esos papeles figuran los precios FOB y CIF de los equipos. ¿Pueden haber sido tan hijos de puta como para hacerlos desaparecer?”, pensó Andrés 232


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CAPITULO XVII

En la tarde había reunión de Gerentes. Andrés recordaba con orgullo la reunión a la que asistió siendo Jefe de Mantenimiento. Fue en esa reunión que, hasta el doctor Bauer había elogiado los informes que había presentado. Qué diferente era ahora. Existía un cierto clima de tirantez, que Andrés no sabía a qué atribuirlo, que hacía que el aire fuera irrespirable. En la sala de reuniones estaban todos los Gerentes cuando entraron Bauer, Pena y su hijo Felipe. Andrés sintió fuego en su interior cuando lo vio. Después de lo sucedido con Florencia, no había vuelto a saber de él y, ahora verlo allí, de traje y corbata, le traía un mal presagio. -

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Señores – habló en Doctor Pena – tenemos que anunciarles varias noticias que van a modificar, en algo, el funcionamiento de la Empresa, a partir del próximo lunes. En primer lugar, el doctor Bauer se ausentará por un tiempo bastante largo. En su lugar en la Dirección quedaré yo y, además, hemos creado el cargo de gerente general, que ocupará mi hijo Felipe, a quien ustedes conocen. La creación de este nuevo cargo – dijo Bauer – se debe a las múltiples ocupaciones que tiene el doctor Pena que le hacen imposible estar todo el día aquí. Por esa razón es que nombramos a Felipe en ese puesto de absoluta confianza. Cada uno de ustedes se encargará de comunicarle los cambios al personal que tienen a cargo.

Una vez que terminó la reunión, Andrés se fue a su oficina. Estaba que hervía de rabia, pero lo que más le preocupaba era que, detrás de todos esos nombramientos y cambios, se escondía algo. Él sabía que, a partir de ahora su vida iba a ser muy difícil en la Planta y, entonces se acordó de lo que le dijo Florencia. 233


En la tarde, Andrés estuvo reunido con los diferentes jefes de secciones de la Planta explicándoles los cambios. Todos quedaron extrañados, pero no hicieron ningún comentario. Cuando sonó la sirena de las 16:00, Andrés acomodó todo en su escritorio y se fue a su casa, tan rápido como pudo. Florencia estaba con Juanita en el jardín - Mirá Juanita quien vino. La niña, en cuanto vio a su padre le extendió los bracitos. Entonces Andrés dijo - Teneme a Juanita así le puedo dar un beso, pero quiero lavarme antes de tocarla - ¿Y a mí? - Te amo. Estuve pensando todo el día en ti - Mentiroso - Vas a ver que, cuando te cuente lo que pasó, me vas a creer. ¿Por qué no preparás un mate y nos vamos a sentar al jardín? Está tan linda la tarde. - Si, te esperamos las dos. No te pierdas Se sentaron en el jardín y mientras juanita jugaba con sus muñequitos, Andrés se puso a contarle las novedades a Florencia. - ¡Pero estamos todos locos! – exclamó Florencia – Felipe Pena, gerente general. Me da asco solo en pensar en él. - Pero además, como el doctor Pena no se puede hacer cargo de todo, será él el que va dirigir toda la empresa y, por consiguiente, la Planta. - Mi amor, ya lo tengo todo pensado - ¿Qué? ¿Me vas a matar? – dijo él con la primera sonrisa espontánea que le salía hoy - No, bobo. Tú no vas a aguantar que te mande un degenerado, borracho y drogadicto que, además nunca estudió nada. Entonces ya pensé. Renunciás a la empresa, alquilamos esta casa y nos vamos a vivir con mamá. - Florencia, suena muy lindo y creéme que para mi sería lo mas placentero. Pero no puedo. 234


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¿Por qué? La Empresa, en parte, también es tuya y es la herencia que, trabajando bien le podemos dejar a Juanita y sus hermanos. ¿Y contigo muerto o enfermo, de qué nos sirve? Voy a resistir. Ya te dije, detrás de todo esto hay algo muy raro y yo lo voy a descubrir. Pero no te conté otra cosa. Te acordás que en la reunión de ayer Pena me acusó de sobre precio en la maquinaria. Hoy le pedí a Dolores que me alcanzara las copias de las facturas. Al rato entró Dolores llorando y me dijo que habían desaparecido. ¿Y cómo desaparecieron? No tengo idea, pero la pobre Dolores estaba deshecha. Perdón, señor, usted dijo algo que en lo que me quedé pensando – dijo Florencia con una sonrisa ¿Qué fue, mi amor? ¿Juanita y sus hermanos? ¿Van a venir más? ¿No puede ser? Si, pero no lo esperaba de ti. Florencia, con todo lo que yo te amo, podría tener 5 hijos contigo y seguirías siendo la misma chica que conocí con 19 años. Un angelito que llegó a mi vida Abrazame, Andrés. Eres el ser más maravilloso que he conocido

Emilia ya le había dado de comer a Juanita. Cuando ellos fueron a la antecocina, tenían servida la cena. - Florencia, no tengo ganas de cenar. ¿Se ofenderá Emilia? - Yo tampoco tengo ganas de cenar. Dejá que guardo todo. Y tú andá a acostarte. Andrés subió, la miró a Juanita dormida y luego se fue a bañar y afeitar. Se puso su short de dormir y se acostó. Al rato subió Florencia. - Ah, bandido, ya estás acostado - Hice lo que me mandaste - Bueno, ahora esperá Andrés se quedó mirando la televisión pero sin prestar demasiada atención. En eso apareció Florencia con un 235


Babydoll transparente, negro, atado al cuello. Con su pelo rubio y los ojos azules la hacían una mujer irresistible. - ¡Esto es una sorpresa! – exclamó Andrés – estás divina. - Mi amor esto es para el padre de los 5 hijos que tendremos - Vení acá antes que me tenga que levantar. Florencia, lentamente, se fue acercando hasta que Andrés la abrazó. - Florencia, sigues siendo la misma chica que durmió conmigo dos noches sin que pasara nada. - ¿Por qué? - Porque te deseo tanto o más que antes. Los dos se fundieron en un beso apasionado. A la mañana siguiente, Andrés llegó temprano como siempre. Se puso a revisar entre los papeles que tenía en su mesa para ver si, las famosas facturas, no habían traspapelado. Cuando estaba en eso, entró Dolores - Buen día Andrés – dijo con una sonrisa que no tenía nada que ver con lo afligida de ayer. - Buen día, Dolores, así me gusta verte. - Si, pero no te imaginás por qué. - ¿Te casás? - No, por favor, a ese no lo cazo más – dijo riéndose – es por esto que tengo en la mano. - ¿Y qué son esos papeles? Si son más problemas, me los das el lunes. - No, Ingeniero, lo que tengo en mi mano son las facturas de la maquinaria. - ¿Dónde las encontraste? - Te cuento, pero no digas nada. Pasé por el escritorio de la secretaria del doctor Pena, esa creída muerta de hambre, y vi estos papeles sobre la mesa. - ¿No me digas que los robaste? - No, ingenuo, los tomé prestados, le saqué fotocopias y los devolví a donde estaban. - ¡Qué grande Lola!, te merecés un beso - No te hagas el loco que, como andan las cosas aquí, capaz que le van con el cuento a tu mujer que andás conmigo. 236


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Después que Dolores se fue, Andrés se puso a revisar los papeles que ella le dio. Comparó las cifras con las órdenes de pago que había firmado el Ingeniero Sánchez y todo coincidía. Se puso a pensar “¿Cómo podría llegar a los comprobantes de pago? Es muy difícil. Si lo consulto con el contador Terra, no se si no estará metido en este lío.” Salió a recorrer la Planta. Cuando estaba mirando una de las fases de producción, se le acercó el Jefe de Suministros, el Ingeniero Ramiro Vázquez. Habían sido compañero de estudios y habían entrado casi juntos a la empresa. - Ramiro, hacía tiempo que no te veía - ¿Cómo estás? Iba para tu oficina porque te quiero comentar algo. - Si, decime - No, prefiero hacerlo en tu oficina. - Está bien, vamos A Andrés le llamó la atención el misterio de Vázquez, él no es así, pero no quiso insistir. Cuando llegaron a la oficina de Andrés, Ramiro cerró la puerta. - Andrés, estamos frente a una situación muy grave. Me acaba de llegar la orden de cambiar de proveedor los solventes. - Pero, ¿orden de quien? - Vino firmada por Felipe Pena y refrendada por la de su padre. - Pero eso significa que ya tomaron las riendas. Y, decime, ¿cómo nos afecta en la producción? - Tenemos que reprogramar todo. Además no sabemos que rendimiento da el producto. - Pero no hay tiempo. Ahora me niego a parar la producción y el lunes va a ser un caos. Mirá. Yo voy a programar con mi gente la modificación de las máquinas. Pasame las características del producto y yo me encargo. - Gracias, Andrés, pero, la verdad, no se cómo vamos a salir de esta.

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Ramiro se fue y Andrés se quedó pensando “¿Estarán queriendo fundir la Empresa? ¿Será por eso que Franz se borró? Tengo que aguantar para poder descubrir de que se trata.” Sonó su celular anunciando un mensaje. “cuando puedas me llamas. No es de apuro” -

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Era de Florencia. Andrés, tomó el celular y la llamó Hola, mi amor. Andrés, no quería molestarte, pero llamó tu mamá a decir si nos animábamos a ir hoy porque tu padre se está preparando todo para hacer un asado. Estoy de acuerdo. Nos vamos hoy y volvemos el domingo. ¿Te parece bien? Bárbaro, ya preparo todo para cuando vengas. Te quiero Yo más que tú

Al cortar la comunicación, Andrés se quedó pensando “la semana va a ser de locura. Mejor disfruto el fin de semana.” En la tarde, cuando estaba haciendo la recorrida de costumbre, Andrés vio que había personal de mantenimiento preparando embalajes. No les dijo nada, pero cuando encontró al capataz, le preguntó - ¿Qué hace la gente de mantenimiento preparando embalaje? - Fue una orden del señor Felipe Pena. Dijo que dejáramos todo preparado que a las 18:00 viene gente a llevarse los embalajes. A Andrés se le ocurrieron varias preguntas como ¿quién venía a recoger los embalajes? ¿Por qué después de hora? ¿Quién autorizó la mano de obra del personal de mantenimiento? Pero ninguna de esas preguntas se las podría hacer al capataz. Sabía que él solo cumplía órdenes en esa maraña de mezcla de poderes en se está transformando la empresa. A las 16:00, antes que nadie lo viera, Andrés se subió a su auto y se fue para su casa. 238


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Allí lo esperaban Florencia, Juanita y también estaba Emilia. Tenían todo pronto para partir - Mi amor, ¡qué lindo que llegaste temprano! – dijo Florencia dándole un beso – Emilia aprovecha y se viene con nosotros - Te quiero – dijo Andrés, como siempre emocionado al ver a su esposa – vayan poniendo las cosas en el auto que me cambio y nos vamos Unos minutos más tarde apareció Andrés. Emilia y Juanita estaban ya acomodadas en el asiento trasero, pero Florencia no estaba. - ¿Y Florencia? – preguntó Andrés - Dijo que se acordó de algo, que venía enseguida – le respondió Emilia con una sonrisa Al rato apareció Florencia. Vestía jeans, remera blanca y un saco de lana que lo traía abierto. Calzaba zapatos deportivos. Andrés la vio y quedó embobado - Juanita – dijo – tu mamá tiene 20 años La maternidad había hecho milagros en aquel cuerpo, que ya era maravilloso. - Florencia, ¡eres una niña mujer maravillosa! – dijo Andrés - Solo para ti, pero tenés que comportarte porque están Emilia y Juanita. - Las dos entienden – dijo Andrés abrazándola y besándola durante un rato. - ¡Andrés! ¡Así no vamos a llegar nunca! - Perdón Emilia, pero con una mujer así… - No te preocupes. Me encanta verlos tan felices Hicieron el viaje sin contratiempos. Al llegar Andrés se dirigió directamente a la chacra donde viven sus padres. Al oírlos llegar, los padres de Andrés y su hermana Paola, salieron a recibirlos. Todos se abrazaron en forma muy emocionada, especialmente, Roberto y Rosario con Florencia y Andrés. Además los tres estaban deseosos de ver a Juanita, que los miraba con sus grandes ojos azules y con una pequeña sonrisa. 239


Andrés – dijo su padre, riéndose – tu señora está cada vez más niña. ¿Estás seguro que es la misma que conocimos anteriormente? - ¿Viste papá?, hoy se lo dije. Cada día me sorprende más Florencia solo reía. Se sentía feliz de ver a Andrés tan contento, lejos de todos los problemas. Era como si estuviera viviendo en otro mundo. - Antes de sentarnos en el parrillero – dijo Rosario – vení Florencia así se arreglan en la casa de ustedes. -

Rosario se refería a una casa que el padre de Andrés había hecho construir, detrás de la de ellos, toda equipada, hasta con garaje para dos autos. - Esta casa está siempre pronta esperándolos – dijo - Rosario – dijo Florencia abrazando a su suegra – en verdad somos unos desagradecidos. No venimos nunca pero por vagos. - No importa, Florencia, hoy están aquí y, tanto para Roberto como para mí, es una felicidad inmensa tenerlos. Florencia llevó, junto con Rosario y Emilia, todas las cosas. Entre las tres acomodaron todo en aquella casa que tiene de todo, desde refrigerados con freezer hasta televisor LCD, pasando por el aire acondicionado. La casa constaba de un dormitorio principal, en suite, cuatro dormitorios de huéspedes, todos en suite, una enorme cocina con comedor diario, un enorme living con comedor aparte, baño social, y una barbacoa en el jardín del fondo - ¡Qué preciosa que está! – exclamó Florencia. - Ya sabés – dijo Rosario – es de ustedes. Fijate como será que Paola no quiere venir a quedarse aquí. - Ay, pobre Juanita – exclamó Florencia – debe estar muerta de hambre. Emilia tú estás libre de hacer lo que quieras. Dame a Juanita que yo me hago cargo - ¿Estás loca muchacha? ¿Me voy a perder esta fiesta? – dijo Emilia Volvieron donde estaban Andrés y su padre 240


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Amor, ya tenemos todo instalado en nuestra casa – dijo Florencia dándole un beso y tomándolo de la mano ¿Nuestra casa? Ah, ¿no sabías que tenemos nuestra casa aquí?, ¿verdad Roberto? Es cierto, siempre los está esperando – dijo el padre de Andrés Pueden explicarme un poco de qué se trata. Mirá, dijo Florencia tomándole la cara, ¿ves aquella casa?, bueno me dijo Rosario que es nuestra, ¿no es divina? ¡Estos viejos!, ¡siempre están en todo! – exclamó Andrés

Más tarde se habían reunido todos próximos a la barbacoa. Eran las 19:30 y la noche estaba hermosa. Habían llegado otros matrimonios, amigos de Rosario y Roberto con el pretexto de conocer a Juanita. Como de costumbre, se reunieron los hombres por un lado y las mujeres por otro. Las conversaciones variaron sobre diferentes temas. En un momento, el padre de Andrés le dijo - ¿Y cómo anda tu trabajo? - Bien, papá, con algunos altibajos, tratando de sobrellevar problemas, pero se puede. Lo que sucede es que el padre de Florencia se retiró de la dirección, al menos por un tiempo, y la persona que la tomó me tiene, por diversas razones, entre ceja y ceja. - Pero muchacho, ¿por qué no te venís para acá y te haces cargo de todo esto? Fijate que Paola se quiere volver a instalar en Montevideo, lo que me parece justo por su profesión y mamá y yo ya queremos tomarnos unas vacaciones. - Papá, no se lo digas a Florencia porque me agarra de las orejas y me trae para acá. Ella quiere que deje todo allá porque dice que me está haciendo mal - ¿Ah, ella piensa así? Pensé que se opondría a venirse para acá. Tiene un aspecto tan juvenil que parece que solo le gustara la vida social. - Al contrario. Es muy casera y tan juvenil como la ves tiene un carácter muy fuerte, capaz de hacer frente a cualquier cosa. 241


Al mismo tiempo, donde estaban todas las mujeres hablando, Florencia que ya le había dado de mamar a Juanita, dijo riéndose - ¿Quién quiere una nena buenita, que tengo que ir a buscar a mi hombre. - Dejámela a mí – dijo Rosario – es un angelito rubio de ojos azules Cuando Florencia se iba, una de las vecinas de Rosario dijo, - ¡Qué bonita y qué jovencita es! - Pero es una tigresa cuando tiene que defender lo suyo. No saben como lo cuida a Andrés, además de quererlo. Florencia se acercó a donde estaban los hombres tomando mate y algún que otro whisky. - ¿Se puede entrar en la rueda?, dijo con cara risueña, porque aunque me digan que no, lo mismo entro. Todos se rieron y se levantaron para recibirla - ¿Vieron?, así es mi señora – dijo Andrés abrazándola - Te venía a buscar porque hace mucho que no te veía – dijo Florencia dándole un beso - ¡Florencia!, hay gente adelante - ¡Y que se mueran de envidia! Todos los hombres miraban embelezados a aquella belleza que, además, decía las cosas tal cual las sentía. -

Vamos a cenar que está todo pronto – dijo Roberto

Después de cenar se fueron los vecinos y quedaron solos Roberto, Rosario, Paola, Florencia y Andrés. Florencia ya había acostado a Juanita que se había dormido en los brazos de la abuela. Estaba conversando, cuando Roberto dijo - Florencia, hace un rato le comentaba a Andrés de lo lindo que sería que se vinieran a vivir aquí. - ¡Papá!, te dije que no lo comentaras - Deja que tu padre hable. Seguí Roberto – dijo Florencia. - Andrés me estuvo comentando de los problemas que se avecinan en la empresa y se, porque lo conozco, que va a pelear como un león para imponer su trabajo. Eso, 242


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seguramente le va a hacer mal y a nosotros nos vendría muy bien que se hiciera cargo de nuestra empresa. Lo que pasa – dijo Paola – es que quiero volver a ejercer la profesión y, para eso, quiero instalarme en Montevideo. ¡No lo puedo creer! ¡Mi amor, es la solución que buscábamos! – dijo Florencia Te dije papá, que la primera entusiasmada iba a ser ella. ¿Y por qué no querías que me lo contara? – le preguntó Florencia a Andrés Porque sabía que te iba a entusiasmar y yo quiero saber que sucede allá. No puedo largar todo y listo. Tú sabés que sospecho que hay algo raro. Tu papá no va a dejar la Empresa porque si nomás. Está bien – dijo Florencia – Tú sabés que respeto mucho tus decisiones, pero siempre que ellas no afecten tu salud. Además, sabés que tengo miedo que el trabajo nos separe. Hemos vivido tan juntos hasta ahora. Tiene razón Florencia – dijo Rosario – no puedes sacrificar tu vida por un trabajo. Que la sacrifiques por los que quieres, está bien, pero no por una empresa que hoy está y mañana, quien sabe.

Florencia se había levantado de se asiento y se había puesto detrás de Andrés, abrazándolo. - ¿Te adaptarías, Florencia a vivir aquí? ¿Y cómo sería para Juanita? – dijo Andrés - Lo de Juanita no me preocupa. Tú te criaste aquí y eres el hombre que amo. Y yo me adapto a cualquier lugar siempre que tú estés a mi lado. - Además – agregó Paola – tendrían una gran ventaja. Florencia es Economista por lo que todo lo que refiere las previsiones económicas y financieras, podría manejarlas. - No te hagas la viva, Paola, yo estoy para criar hijos y cuidar a mi esposo, nada de otro trabajo – rió Florencia - Bueno, que no se hable más del tema – dijo Andrés – permítanme un par de semanas. Si las cosas no mejoran, largo todo y nos venimos para aquí Todos aplaudieron la decisión de Andrés. Florencia lo abrazó, le dio un beso y le dijo 243


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¡Gracias, mi amor!

Florencia estaba encantada con su “nueva casa”, como la llamaba ella. Se acostaron y se durmieron enseguida, cansados por todo lo sucedido en el día. A la mañana siguiente, el día se presentaba luminoso, con el cielo completamente azul. Andrés se levantó temprano, se preparó el mate y salió al fondo de la casa, un jardín muy bien cuidado. Caminó hasta ponerse debajo de un árbol y allí se quedó sentado, tratando de poner la mente en blanco y de disfrutar de aquella paz. Florencia, que ya se había levantado, lo miraba desde la ventana de la cocina, mientras preparaba el desayuno. Juanita estaba con ella pidiéndole comer. Entonces Florencia dijo alzando a la niña - Vení Juanita, vamos a buscar a papá para así desayunamos. Cuando Andrés las vio aparecer, se sonrió, se levantó y fue al encuentro de ellas. Las abrazó y le dio un beso a cada una. - A ver Juanita, preguntale a tu padre por qué no nos despertó para venir junto con él – dijo Florencia - Lucían tan lindas durmiendo que no quise interrumpir el descanso. - ¿Vamos a desayunar? - Si, pero si como todos los días como tú pretendés, me voy a venir una pelota. - No exageres -

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Cuando estaban desayunando, Andrés dijo Florencia, ¿te adaptarías a vivir aquí, casi en el medio del campo? ¿Y por qué no habría de adaptarme? Bueno, hay cosas que son diferentes. Por ejemplo para hacer las compras hay que ir hasta la ciudad. Los días de lluvia se pone muy triste, no se. Yo no puedo hablar mucho porque me crié aquí, pero tú. Andrés, ya te lo he dicho muchas veces. No es el lugar donde estemos lo que importa, sino que estemos tú y yo 244


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juntos. Que podamos darle a Juanita esa vida de familia que tanto necesitan los niños. -

Después que habían desayunado, apareció Rosario. ¿Cómo pasaron la noche? Fantástico. Con una tranquilidad única – dijo Florencia. Miren, voy hasta el supermercado y quería saber si precisan algo. ¿Vamos, Andrés?, así ya sabemos dónde queda para cuando vengamos a vivir aquí – dijo Florencia ¡Esta mujer sabe que me enloquece! – dijo Andrés abrazándola y dándole un beso. Andrés, ¿qué va a decir tu mamá? – rió Florencia. Lo único que se ocurre decir es que los veo y no puedo creer que sigan siendo los dos locos enamorados que conocí por primera vez – dijo Rosario

Pusieron a Juanita en el asiento en el auto y allá se fueron los cuatro. Florencia estaba de lo más entusiasmada. Encontraba lo mismo que en los supermercados de Montevideo y, a Rosario le llamó la atención, como conocía de precios y comparaba. Mientras tanto, Andrés, que estaba con Juanita, las miraba. Cuando volvían dijo Rosario - Florencia, no te ofendas, pero la verdad es que recién ahora te estoy conociendo bien - ¿Y te llevaste una decepción? – se rió Florencia - No, al contrario. Cuando te conocí la primera vez, en el hospital, ¿te acordás?, le comenté a Roberto: esta es una nena bien; no se como Andrés se puede relacionar con ella. Después, cuando se casaron, vi la cara de felicidad de mi hijo y creí más en ti, pero hoy, con una bobada, me di cuenta que eres una mujer, mujer, ¿me entendés? - Pero mamá, qué creías, ¿qué me iba a enamorar de una loquita? – dijo Andrés. - ¿Pero cuál fue la bobada, según tú, que te hizo cambiar de parecer? – preguntó Florencia. - Cómo comparabas precios en el supermercado. No tenía ni idea que eras tú la que administrabas todo lo referente a la casa. 245


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Si, lo hago, pero no por obligación. Entiendo que las responsabilidades en una pareja hay que compartirlas. Andrés ya tiene bastante con su trabajo y, por más que él gane muy bien, no se puede derrochar el dinero – contestó Florencia. Ese es mi amor – dijo Andrés riéndose.

Florencia se encargó de cocinar. Para asombro de Andrés, preparó un exquisito plato de pasta rellena con salsa caruso. Luego de terminar de almorzar, mientras Juanita dormía una siesta, Florencia y Andrés se sentaron juntos en un sillón del living, a mirar televisión, tomados de la mano. Florencia apoyó su cabeza sobre el hombro de Andrés y se quedó dormida. Andrés miraba aquellos rulos dorados que siempre fueron su locura y los besaba. Eran las 17:30 cuando oyeron llorar a Juanita. Florencia se despertó sobresaltada. - ¡Juanita llora! – exclamó - Si, tranquila. Recostate que voy a verla – le contestó Andrés. Andrés cambió a Juanita y la trajo al living. Florencia ya le había preparado la mamadera y estaba pronta para dársela. Mientras se la daba, dijo Florencia - Andrés, ¿cuánto dura el amor? ¿cuánto durará nuestra relación de esta manera? - Mirá, yo creo que el amor se va alimentando todos los días. Que, quizás no es igual que al principio y que, después de muchos años, la pasión deja paso al amor incondicional, al no poder vivir sin el otro. En nuestro caso a veces me preocupa lo que tú has sacrificado como persona en nombre de nuestro amor. - ¿Yo? ¿Qué sacrifiqué? - Eres una profesional muy inteligente, de una familia de muy buena posición. Quizás, y ojalá nunca suceda, puedas arrepentirte de haber elegido este camino, dedicándote a acompañarme. - ¿Pensás, acaso que pueda arrepentirme de estar a tu lado?

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No, ni lo imagino. No se que haría si un día me dijeras que retomás tu profesión; que te voy a ver cuando tengas tiempo. - Mi amor, perdoname por haberte hecho esa pregunta boba. Siempre estaré a tu lado. Ni pienses que alguna vez me voy a alejar de ti. Vení, dame un beso. Florencia había dejado a Juanita en su cochecito, entonces la pareja se abrazó con gran amor y pasión. Florencia besaba constantemente a Andrés diciéndole - Siempre, pase lo que pase, estaré a tu lado. -

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Ya se hacía la noche cuando apareció Rosario. No pregunto en que andan porque ya se lo que pasa con los enamorados. Tenés razón, Rosario, cada vez quiero más a tu hijo y me da miedo perderlo ¿Y por qué lo vas a perder? Cosas que se ocurren a ella – dijo Andrés. Bueno, vengo a avisarles que Roberto ya tiene todo pronto en la barbacoa, así que, cuando quieran van para allá. Bueno, nos lavamos la cara y vamos – dijo Florencia riéndose de su propia ocurrencia

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CAPITULO XVIII

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Sonó el teléfono de Florencia Hola, mamá, ¿pasó algo?... si está aquí a mi lado…te lo paso Mamá quiere hablar contigo. Hola Macarena, si,…no te preocupes…si, si… mañana al mediodía estamos ahí. Gracias por avisarme…si, le daré un beso…otro para ti. ¿Qué pasó? – preguntó Florencia. Llegó una citación para mí de un juzgado penal. ¿Para ti? Si, debe ser de las maldades de Pena, pero no te preocupes. Por favor no les cuentes nada a mis padres. No, mi amor, lógico, pero ¿qué vas a hacer? Voy a llamar a Damián Vani, que es un gran amigo y abogado

Andrés tomó su teléfono y llamó. Damián, Andrés te habla. Necesito de tus servicios. Me llegó una citación de un juzgado…creo saber el por qué…no ahora estoy en casa de mis padres pero mañana después de mediodía estoy en Montevideo…si, quedate tranquilo, en cuanto llegue te llamo y nos vemos… un abrazo. - ¿Quién es? – preguntó Florencia - Un viejo amigo y abogado penalista. Pero quedate tranquila, todo va a salir bien. - Te quiero, Andrés y no dudes nunca de mí. Siempre, siempre, toda la vida, voy a estar a tu lado, pase lo que pase, - Me hacés llorar Florencia. Te amo Se abrazaron mientras Juanita los miraba - Bueno – dijo Florencia con una sonrisa – voy a cambiar a Juanita y tú andá a lavarte la cara que parece que yo te hubiera pegado. -

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Fueron hasta la barbacoa. Allí estaban reunidos Rosario, Paola y Roberto que cuidaba el asado. - Hola, ¿cómo están mis nuevos socios? – dijo Roberto. - Aquí estamos, todos listos – dijo Florencia. - Tenemos algo para avisarles – dijo Andrés – nos tenemos que ir mañana de mañana. - ¿Tan pronto? – preguntó Rosario. - Mamá, hay cosas que arreglar en Montevideo. - Y tú Florencia, ¿vas a tener que cocinar? – preguntó Paola. - No, no te preocupes Paola. Yo le doy algo hecho para el medio día. Además capaz que Emilia quiere irse con ustedes. ¿A qué hora van a salir? - A eso de las diez de la mañana – contestó Andrés. Cenaron conversando de la vida en el campo y las diferencias que había con la ciudad. La charla era muy amena pero tanto Florencia como Andrés, tenían la cabeza en otro lado. Ambos se preguntaban que les pasaría de ahora en adelante con los Pena en contra. Una vez que terminaron de cenar, Florencia y Andrés se fueron a acostar. Le dieron un beso a Juanita, que ya estaba dormida, y se acostaron. Florencia vio que Andrés se quedó pensativo, sin hablar. - Decime en qué pensás, no te guardes todo para ti que te hace daño – dijo Florencia - Pensaba que hay muchas cosas que no entiendo y hago esfuerzos por saber de que se trata. Por ejemplo, acusarme a mi de sobre facturación, no tiene sentido. Todo se hizo siendo Sánchez el Gerente de Planta y además, la documentación está toda – le respondió Andrés - ¿Querés que te diga dónde está todo? - Si - Felipe quiere destruirte. Te odia porque yo te quiero a ti. - ¿Te parece que sea eso? - Estoy segura - Pero es muy necio de parte de él. No niego que yo también lo pensé, pero para hacer todo que está haciendo, tiene que haber algo mucho más de fondo. - ¿Cómo qué?

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No lo se, todavía, pero por eso dije que necesito unas semanas. Estoy seguro que voy a descubrir qué es. ¿Y sabés en qué fundamento mis sospechas?, en la partida de tu papá. - ¿Creés que papá esté involucrado? - No, al contrario, creo que dio un paso al costado para no involucrarse. - Lo tienen que haber presionado mucho – dijo Florencia, para no pelear. - Amor, no te preocupes. Sabemos que peleamos contra gente mala, pero nosotros estamos limpios y además estamos juntos y eso es lo que más vale. - Andrés, ¿me abrazás?, así duermo tranquila. Andrés abrazó a Florencia, le dio un beso y se durmieron. -

Eran las 7:30 del domingo. Florencia ya estaba levantada cuando Andrés se despertó. - Vamos, dormilón, parece que dormir abrazadito te hace bien – dijo Florencia riéndose - ¡Qué bien dormí! Anoche creí que, con todo lo que hablamos, no iba a poder dormir. - Bueno, levantate que Juanita ya desayunó y te está esperando. Andrés se levantó, fue al baño, se dio una ducha y

se vistió. - Buenos días mis amores. ¿Quién me da beso? Juanita que estaba sentada en su sillita de comer, le extendió los brazos, pero cuando él la iba a alzar, Florencia se adelantó, lo abrazó y le dio un beso muy apasionado. - Florencia, te amo – dijo Andrés - ¿Viste esta bandida? – dijo Florencia riéndose – quería ser ella primera. Andrés alzó a Juanita y la llenó de besos. - Recién vino Emilia a decirme que se va con nosotros – dijo Florencia - Mejor, te ayuda a ti y, además viajás a mi lado. Luego de haberse despedido de Rosario, Paola y Roberto, alguno de ellos con lágrimas en los ojos, se pusieron en 251


marcha hacia Montevideo. El tiempo había desmejorado y lloviznaba. A las 11:00 de la mañana ya estaban en la casa. Emilia se hizo cargo de Juanita mientras Florencia y Andrés bajaban las cosas del auto. - ¿Vas a llamar ahora a Damián? – preguntó Florencia - Si, pensaba. ¿Precisás algo antes? - No, llamalo y hablá tranquilo mientras yo me cambio y cambio a Juanita. -

Andrés tomó el teléfono y llamó. Hola, Damián, Andrés…si ya estoy en casa en Montevideo…creo que si se de que se trata pero sería mejor conversarlo personalmente, ¿querés que vaya por tu casa o te venís por aquí?...no, a las 17:00 está bien. Te espero… un abrazo.

Andrés subió a contarle a Florencia lo que había hablado y la encontró sentada en la cama, con todos sus rulos dorados sobre la cara. - Florencia, ¡estás llorando! ¿Qué pasó? - Nada, abrazame. Me puse a pensar en los líos que te he metido. - Mi amor, tú no me metiste en ningún lío. Todo lo hice yo porque quise. Además, dígame señora, ¿qué haría yo si no la encontrara aquí con su carita de ángel y cabecita de oro?, me moriría. - Andrés, ¡seguís siendo la misma persona que conocí hace más de 5 años! - ¿Y qué querías? ¿Qué cambiara? - No, por favor, no cambies nunca. - ¿Dónde está Juanita? - Se durmió. Estaba cansada. Pobre amorcito, tiene una madre llorona – contestó Florencia. - Tiene una madre preciosa – dijo Andrés mientras la recostaba en la cama y la besaba. Se quedaron así durante un rato, muy juntos, como ellos habían pensado su vida. Después, Florencia, acariciando la cabeza de Andrés, le dijo 252


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- ¿Vamos a comer algo? - Vamos Y bajaron los dos tomados de la mano. Emilia había preparado el almuerzo. Almorzaron y Florencia dijo - Me voy a recostar un rato. - ¿Te puedo acompañar? – dijo Andrés haciéndole una guiñada - No se, veremos – dijo ella con una sonrisa Esa tarde tuvieron un encuentro de amor suave, sencillo, tranquilo, como a ellos les gustaba. Andrés se levantó mientras Florencia se había dormido. Se bañó y se vistió. Volvió a la cama y abrazó a Florencia por sobre las sábanas, sabiendo que ella estaba sin ropa. - ¡Andrés!, mi amor – despertó ella - Solo quería darte un beso. Voy abajo porque debe estar por llegar Damián. - OK, dentro de un rato bajamos con Juanita Se besaron y Andrés se fue Un rato después llegó el abogado. Se abrazaron. Hacia mucho tiempo que no se veían. - ¿Cómo estás, Damián?, como de costumbre uno llama a los amigos cuando los necesita – dijo Andrés - Dejate de embromar. ¿Cómo estás tú? Ya me enteré que eres papá. - Ya vas a conocer a mis dos amores - Bueno, contame un poco de que se trata todo. - Como tú sabés yo trabajo en la Empresa de mi suegro. Ocupo desde hace un año y medio la gerencia de la planta de producción. La semana pasada, inesperadamente, mi suegro dejó la presidencia y dijo que se retiraba por un año. Tan inesperado fue que, hasta mi suegra y mi señora se quedaron sorprendidas. Él además, decidió viajar a Europa a visitar a sus parientes. El problema fundamental está en que la Presidencia la tomó el doctor Pena y, peor aún, nombró de Gerente General a su hijo. Ellos, sin ninguna causa aparente, me tienen entre ceja y ceja y, en la última sesión del directorio me llamaron porque consideraron 253


que, en la compra de maquinaria nueva, había habido sobrefacturación. En ese momento apareció Florencia con Juanita en brazos - Hola, mucho gusto en conocerte Florencia. Ahora entiendo por qué este solterón cambió de estado - Gracias – dijo Florencia – pero es que necesitaba quienes lo defendiéramos y ahora somos dos. - Sentate mi amor – dijo Andrés – le estaba contando la situación a Damián - ¿Puedo decir algo? – preguntó Florencia - Si, adelante – le respondió Damián - Felipe Pena, quien tomó la Gerencia General, nunca le va a perdonar a Andrés que se haya casado conmigo. Él pretendía ser mi marido, pero se trata de un individuo que tiene todos los vicios que se pueden tener y, ahora se ensañó con Andrés - Florencia tuvo un incidente muy feo con él, cuando aún no éramos ni siquiera novios. Después te lo contaré – concluyó Andrés. - Bueno, dijo Damián, ¿y qué pruebas tienen para acusarte de eso? - Mirá, que yo sepa ninguna. Yo tengo aquí en esta carpeta las facturas de la fábrica, los conocimientos de embarque y las órdenes de pago que, te digo más, ni siquiera están firmadas por mí, porque en ese entonces el Gerente de la Planta era el Ingeniero Sánchez. - Hay algo que no me cierra – dijo el abogado – es el echo que tu suegro se haya retirado. Una pregunta más y, por favor, no te ofendas. - Si, hacela nomás, estamos entre amigos - Esta casa, ¿es tuya? - Si. Aunque no lo creas la recibí como un regalo de una persona que cree que le hice un gran favor. - Perdoname – dijo Florencia – le hizo un favor que no se paga con plata. Le rescató a su hija de un grupo que eran tratantes de blancas. - ¿Cómo? 254


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Florencia le relató todo lo que Andrés había tenido que hacer para rescatar a Andreina y lo que le había sucedido después, cuando lo matones lo atacaron. - Y ese señor que te regaló la casa, puede declararlo. - Si. ¿Querés que lo llame? - Sería interesante hablar con él, porque es el único punto flaco que encuentro. Andrés tomó el teléfono y llamo a casa de los Paz. - Andreina, ¿cómo estás?... ¿Tu padre anda por ahí?...dame con él - Guillermo, necesitaría un favor grande. ¿Podrás venirte hasta casa?...OK, vení con ellas así ven a Juanita. Cortó la comunicación y dijo - Ya viene para acá – y dirigiéndose a Florencia le dijo – vienen Carolina y Andreina que están locas por ver a Juanita - Damián, ¿qué querés tomar? – preguntó Florencia. - Mi amor, prepará un mate. Estoy seguro que a Damián le encantará - ¿Y se animará a tomar un preparado por mí? - Si, como no, es una estupenda idea. Cuando Florencia se fue, Damian le comentó - ¿De dónde sacaste esa mujer? Es preciosa pero, además, es encantadora. - Y ni te imaginás lo compañera que es, como me apoya en todo y siempre está pendiente Cuando Florencia volvió con el mate, sonó el timbre de la puerta. - Dejá Emilia, voy yo. Era la familia Paz y junto con ellos también llegó Macarena. Después de saludarse todos, Florencia dijo - Mami, no trajiste tus cosas - Quiero esperar unos días. Después lo conversamos - Bueno, vamos las mujeres para la barbacoa que los hombres tienen que hablar. Luego que todas se marcharon, Andrés le explicó todo a Guillermo, con lujo de detalles. 255


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Yo le explicaba a Andrés – dijo el abogado – que el único punto en que se podrían agarrar, sería en la casa, pero él me explicó cómo fue que llegó a sus manos. Es cierto. A pesar que no nos gusta andarlo diciendo, esto se lo ganó Andrés – dijo Guillermo Y usted, ¿estaría dispuesto a declararlo? Lógico, porque además está en la deducción de impuestos – contestó Guillermo. Pero ahora me pregunto. ¿Para qué hicieron esta denuncia? ¿Solo para molestar? – dijo Damián. Es posible que lo hayan hecho para asustarme. Son las tácticas de este individuo. Mirá, Andrés, yo conozco muy bien al Juez. Les vamos a hacer retirar la denuncia antes de empezar – dijo Damián ¿Tan así? Si, quedate tranquilo, solo van a pasar vergüenza. En ese momento entró Florencia. Bueno, señores, se terminó la charla de negocios. Hoy se queda todo el mundo a cenar. Ya Emilia prendió el fuego y está preparando el asado. Además, ¿sabés Damián?, no puedo estar tanto tiempo lejos de Andrés. Me empieza a faltar el aire.

Todos se rieron de la ocurrencia de Florencia. Andrés le pasó el brazo por la cintura y le dio un beso, al mismo tiempo que los acompañaba a todos hacia la barbacoa. Luego que cenaron, se fueron retirando Damián, Guillermo, Carolina y Andreina. Solo quedó Macarena. - Emilia, dejá que yo me encargo – dijo Florencia – Solo controlá si Juanita está dormida. - Mami – siguió Florencia – No te quedes sola en aquella casa. - Mirá Flo, tu padre se fue hoy de mañana. Dejame que me recupere y vengo para aquí. - Está bien pero ahora esperá que Andrés y yo te acompañamos - No hace falta, Flo. 256


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Andrés, ¿vamos a acompañar a mamá? Si, lógico

Se fueron los tres tomados del brazo. Al llegar a la casa de Macarena, se despidieron y volvieron Florencia y Andrés abrazados. - Pobre mamá, ¿qué le habrá pasado a papá? - Yo voy a descubrir que hay detrás de todo esto – dijo Andrés. - Estoy segura, pero me da miedo. Tenés que cuidarte mucho. El lunes, Andrés llegó bien temprano a la Planta. Solo se encontraba el sereno. Fue a su oficina y enseguida salió hacia el depósito. Allí había un montón de cajas que, seguramente, habían sido preparadas en viernes o el sábado. Sacó su celular y les tomó fotos. Las revisó por dentro y le llamó la atención el formato interior que tenían por lo que también le sacó fotos. Cuando creyó que tenía todas las fotos, fue a su oficina y las pasó a un archivo codificado en la Notebook. A las 7 de la mañana ya estaba todo el personal, pero la maquinaria estaba parada porque había que calibrarla para el nuevo solvente que se había comprado. Apareció Felipe Pena a los gritos - Ingeniero Aguiar, ¿por qué está todo parado? ¿Qué les pasó ahora? Andrés, tratando de no enojarse le dijo - Señor, al cambiar la calidad del solvente, debe calibrarse toda la maquinaria. - ¿Y por qué no se hizo el fin de semana? - Porque los fines de semana no trabajamos - ¡Mirá ingenierito, me las vas a pagar todas juntas! ¡Te vas a quedar sin nada! ¡Hasta tu mujer y tu hija vas a perder! Andrés se dio vuelta y le dio la espalda para no estamparle una trompada, apagando la grabación en su celular. Todo el personal quedó asombrado de la ordinariez de Felipe. Luego de calibradas las máquinas comenzaron a funcionar. 257


Andrés había quedado muy alterado, pero él sabía que tenía que aguantar. Que todo lo que decía Felipe tenía como objetivo hacerlo reaccionar. A las 14:00 estaban Andrés y Damián en el Juzgado. Le contó a Damián del entredicho de la mañana y le hizo escuchar la grabación, pero no le contó nada de las fotos que había estado sacando. - Pero este hombre está absolutamente loco – dijo Damián. - Lo que quiere es que yo pierda los estribos, pero no lo va a conseguir. - Bueno, mirá – dijo el abogado – veremos de qué consta la o las denuncias. Frente a las preguntas que te hagan, mantenete solo en responder y no agregues nada. Cuando yo entienda que una pregunta no corresponde, ahí haré mi intervención. Unos minutos después el oficial del juzgado llamó a Andrés. Entraron Andrés y Damián a una sala donde había una computadora sobre una mesa y tres sillas. El oficial los invitó a que se sentaran para comenzar el interrogatorio. Luego de pedirle que dijera su nombre, profesión y dirección, preguntó - Señor Aguiar, ¿tuvo usted intervención en la compra de nueva maquinaria para la empresa en que trabaja? - Solo como asesor. - Puede explicar en que consistió su asesoramiento. - En el momento que se estudió la posibilidad de cambiar la maquinaria, el Ingeniero Sánchez, que ocupaba la Gerencia de Planta, me pidió que le diera mi opinión sobre cual sería el equipo que más convenía. - ¿Así que la decisión sobre la compra no la tomó usted? - No, señor - ¿Sabe quién o quienes tomaron la decisión de la compra? - Mi representado no tiene por qué conocer el funcionamiento en las altas esferas de la empresa, ya que, en ese momento, su cargo era de Jefe de Mantenimiento – dijo Damián. 258


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Aquí – prosiguió el oficial – aparecen unos documentos en los que, de acuerdo al denunciante, aparece su firma autorizando la compra.

El oficial del juzgado le extiende a Andrés copias de facturas, conocimientos de embarques y órdenes de pago. - Esas firmas puedo asegurar que no son mías. - Mi representado quiere presentar las copias de la documentación original ya que, estimamos que la presentada por la parte denunciante, ha sido adulterada. Andrés le alcanzó las copias que tenía de la documentación y el oficial la adjuntó al expediente. - Usted vive en una casa que, según el denunciante tiene un valor aproximado de U$S500.000. ¿Podría explicar cómo la compró? - Esa pregunta está totalmente fuera de lugar y no hace al caso que se pretende investigar, pero, mi representado, demostrando buena voluntad, le explicará – intervino Damián - Esa casa, dijo Andrés, me la regaló el doctor Guillermo Paz y aquí tengo la declaración jurada de su parte. El oficial, la tomó y la adjuntó. - ¿Algo más que quiera declarar? - No, señor - Bueno, por favor, lea lo escrito y, si está de acuerdo a lo declarado por usted, le pido que firme cada una de las páginas. Andrés lo leyó conjuntamente con Damián. Lo firmó y se lo entregó al oficial - Gracias, Ingeniero, Doctor, buenas tardes. -

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Al salir, Andrés le dijo Estuve a punto de decirle lo que pasó esta mañana con las amenazas que me hizo este individuo. Hiciste bien en no mencionarlo. Vamos a iniciar un juicio por amenazas. De esa manera enredamos de tal manera el caso, que no van a saber por donde salir. ¿Dónde tenés la grabación? Tomá, la pasé a esta memoria. 259


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Mañana estoy por tu casa con el escrito así lo firmás – concluyó Damián.

Se despidieron con un abrazo y Andrés tomó su celular. - ¿Florencia?, yo, mi amor - Andrés, ¿qué pasó? ¿cómo te fue? - Todo bien. No te preocupes. Ahora voy para casa. - Te espero, no demores - Beso Andrés tomó su auto y se fue directamente hacia su casa. Todavía le retumbaba en la cabeza la amenaza de Felipe. Tenía que advertírselo a Florencia. Este individuo es capaz de cualquier cosa, Al llegar a la casa, Florencia salió a recibirlo. Se abrazó a él muy fuerte - Andrés, mi amor, creí que no llegabas nunca - ¿Qué pasó, Florencia? - Toda la tarde he recibido mensajes amenazadores de Felipe. Dice que nos va a secuestrar a Juanita y a mí para que tú no nos veas más. - Mi amor. ¡qué cosas tenés que pasar por estar a mi lado! - No, no importa mientras tú estés bien. Contame como fue en el Juzgado. - Damián se portó fantásticamente bien. Creemos en que no va a quedar en nada porque no tienen nada. Además, hoy de mañana, Felipe me amenazó delante de todo el personal. Por suerte a mí se me dio por grabarlo en el celular. Le pasé una copia, porque va a iniciar un juicio por amenazas. - ¿Andrés, qué es lo que pasa? - Vení, voy a tomar un refresco y nos sentamos. ¿Dónde está Juanita? - Está durmiendo. - Te explico lo que yo he sacado como conclusión. No tengo como probarlo, pero estoy seguro que es así. Felipe, junto con su padre, están metidos en algo muy sucio. Tu padre se 260


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enteró y lo deben haber presionado para que se fuera y, ahora, me tienen que sacar a mí del medio. Pero, Andrés, ¿qué puede ser tan importante para que hagan esto? No tengo idea, todavía, pero tengo que estar atento. No son demasiado inteligentes y, en cualquier momento, van a meter la pata. Ay, Andrés, no te arriesgues. ¿Por qué no renunciás y nos vamos a vivir con tus padres? No sabés cuanto me gustó la idea. La idea es tentadora, pero no puedo admitir que se salgan con la suya. Son gente sin escrúpulos y lo que hacen es muy sucio. Si, mi amor, pero yo tengo miedo, Sabés que siempre te apoyé en todo, pero este hombre me da miedo. Está bien, tenés razón. Voy a llamar al Inspector Ramos. Él me va a dar alguna idea Andrés tomó el teléfono ¿Inspector Ramos?, Andrés Aguiar, le habla…tengo un problema que quizás usted me pueda ayudar…si, estoy en mi casa…fenómeno, lo espero. ¿Qué te dijo? – preguntó Florencia con una cara de nena muy asustada Viene para acá. Florencia, mi amor, esa carita. Te amo. Sabés que no haría nada que te perjudicara – dijo Andrés dándole besos. Vamos a ver a Juanita.

Subieron los dos. Juanita estaba despierta y, cuando los vio estiraba los bracitos para que la alzaran. Andrés la alzó y la puso paradita en el piso - A ver, Juanita, tenemos que empezar a caminar. Un pasito, otro pasito, así esta bien Florencia los miraba con lágrimas en los ojos. Pensaba “¿cómo puede este hombre, con todos los problemas que tiene, divertirse con su hija?, es único.” Ella fue y se arrodilló y los abrazó a los dos. - Mi amor, no se que haría si no estuviéramos juntos, Tú eres parte de mi – dijo Florencia 261


Más tarde llegaron los Inspectores Ramos y Guardia. Andrés los atendió y luego de saludarlos - Señores – dijo Andrés – tenemos un problema que, creemos, es de seguridad. En la Dirección de la Empresa hubo cambios fundamentales. Mi suegro se retiró, tomando la Presidencia el doctor Pena quien nombró, como Gerente General y encargado de todo, a su hijo Felipe Pena. Esta persona mantiene, desde hace años, cierto encono hacia mí, pero ahora ha llegado a colmos inaceptables que me hacen temer por la seguridad de mi familia. Además introdujo una denuncia por estafa en mi contra. Hoy tuve la primera audiencia en el Juzgado. Esperen, por favor que voy a llamar a mi esposa. -

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Florencia entró, los saludó y se quedó callada Hoy de mañana, el señor Felipe Pena, me amenazó públicamente. Por favor escuchen esta grabación: ¡Mirá ingenierito, me las vas a pagar todas juntas! ¡Te vas a quedar sin nada! ¡Hasta tu mujer y tu hija vas a perder! A esto que ustedes escucharon hay que agregar que, durante toda la tarde le ha enviado mensajes amenazadores al celular de mi señora. Por favor, Florencia, mostráselos a los Inspectores. Lo leyeron y se miraron entre ellos ¿Puedo agregar algo? – dijo Florencia Si, señora, por favor – dijo el Inspector Ramos Hace más de dos años estábamos en una fiesta. Todavía nosotros no estábamos casados. Este señor Pena me tomó del brazo, me sacó del salón de la fiesta y quiso manosearme. Mi padre, en ese momento le pidió explicaciones al doctor Pena, que es el padre de Felipe y el doctor me llamó para disculparse. Por eso es que nos llama la atención su nombramiento en un cargo tan importante y el hostigamiento hacia Andrés. Miren, señora, Ingeniero. Este señor, Felipe Pena, es un viejo conocido nuestro por protagonizar disturbios de todo tipo. Hace tiempo que le habíamos perdido la pista, pero hace poco nos enteramos que estuvo emprendiendo negocios en Brasil. Sin entrar a juzgar a la persona en si, es capaz de cometer actos irracionales. 262


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¿Y se puede hacer algo? Si, lógicamente. Vamos a establecer una guardia muy discreta. Pero no es justo que la señora y su hija permanezcan encerradas, así que se me ocurre que conozcan a su guardia. Esto será únicamente en las horas que usted no esté, Ingeniero. Muy bien, Inspectores, muchas gracias. Siempre he podido contar con vuestro apoyo. Los policías saludaron y se fueron.

Florencia había ido a buscar a Juanita y apareció con ella en brazos. Andrés las abrazó a las dos y dijo - Florencia, mi amor, esto va a ser por poco tiempo. Es cosa de que podamos aguantar. - Tengo miedo que tú te enfermes o que te pase algo a ti. - Quedate tranquila. Mientras tú estés a mi lado estoy protegido. Acordate que eres mi ángel guardián. Florencia se abrazó a él y dijo - Mi amor, no has comido nada con el asunto del juzgado. Vamos a cenar aunque sea temprano, así podemos descansar. - Si, además comemos junto a Juanita. Como eran las 9 y media de la noche, acostaron a Juanita, que se quedó dormida enseguida. Florencia se cambió y se acostó, mientras Andrés se afeitaba y bañaba. Cuando terminó, se acostó. Florencia lo miraba con aquellos enormes ojos azules que él amaba. - ¿Se puede saber por qué me mirás así? – preguntó él - Porque te veo igual que la primera noche que pasamos juntos antes de ir a Salto y, además, siento los mismos impulsos. - Bueno, pero ahora no tenemos por qué reprimirnos, dijo Andrés apagando la luz. Estuvieron ratos besándose como queriendo, cada uno, recordar al otro por el contacto de sus labios. Terminaron con una noche de gran pasión y amor. 263


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CAPITULO XIX

A despertarse, dormilón – dijo Florencia riéndose. Ay, dijo Andrés, un angelito me dio un somnífero y dormí toda la noche. - Mi amor – dijo ella dándole un beso – apurate que se te a hacer tarde. Nosotras bajamos y preparamos el desayuno. - ¿Nosotras? - Juanita y yo, ella me ayuda. Andrés se bañó y se vistió. Bajó y tenía pronto su desayuno. - No tenías por qué levantarte tan temprano, Florencia - No te preocupes, ahora nos vamos con Juanita y nos acostamos otra vez, ¿verdad, mi amor? - ¡Ah, qué bandidas! -

Les dio un beso a cada una y se fue a su trabajo, no sin antes recomendarle a Florencia que anduviera con cuidado y que por cualquier cosa que sucediera lo llamara. En cuanto llegó a la Planta, dejó sus cosas en su oficina y se fue al depósito donde había fotografiado las cajas. Estas ya no estaban. Al volver a su oficina, Dolores ya estaba en su escritorio. - Dolores, buen día. ¿Podrías decirle a Pérez que venga por mi oficina? - Buen día, si, enseguida Andrés abrió su notebook y se puso a estudiar las fotos de las cajas. Tenían un diseño interior bastante extraño y él no podía imaginar que era lo que pondrían en cada una. Mientras estaba en eso, llegó Pérez. - Ingeniero, ¿me buscaba? - Si, Pérez, por dos cosas. Primero usted vio ayer el altercado con el señor Pena. - Si, señor. Escuché también que lo amenazó a usted, pero de una manera muy fea. - Si, por eso mismo tenemos que estar trabajando con la mayor seguridad. No podemos permitirnos fallas de 265


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ninguna especie. No quiero que algo que, según veo, es absolutamente personal conmigo, vaya a ser el pretexto para perjudicar a cualquier persona de la Planta. Quédese tranquilo, Ingeniero. Hoy tenemos que hacer mantenimiento y pondremos el máximo de cuidado. Otra cosa, Pérez. Ayer había unas cajas vacías todas juntas. Estaban armadas de una manera muy especial. Hoy ya no están. ¿Está enterado de algo? Si, el señor Pena hace quedar a 4 personas de mantenimiento y les da planos de cómo deben ser las cajas. Ayer como a las seis y media de la tarde, vino un camión matriculado en Santa Ana do Livramento y se las llevó. Yo no lo vi, pero me lo comentaron los muchachos que se quedaron a cargarlas. ¿Alguien autorizó las horas extras de esas personas? El propio señor Pena firmó la autorización, porque él estaba presente durante la carga. Está bien, Pérez, gracias A la orden, Ingeniero

Cuando Pérez se fue, Andrés se quedó pensando “un camión brasilero cargando las cajas. ¿Para qué será? Nosotros no exportamos a Brasil. Este delincuente está usando la empresa para un negocio suyo. Tengo que descubrirlo.” Mientras estaba pensando entró en su oficina Ramiro Vázquez, el Jefe de Suministros. - Hola, Andrés, ¿podemos hablar? - Si, Ramiro, pasá. ¿Qué sucede ahora? - Mirá me parece que tendríamos que ir a hablar con Felipe Pena o con su padre. El material que me está llegando es de pésima calidad. Lo peor es que yo lo rechazo y enseguida aparece el proveedor con una carta firmada por Felipe, diciendo que tenemos que aceptar esa mercadería por ser de mejor precio. - Bueno, tú sabés que no es fácil hacerle entender algo a Pena, pero vamos a intentarlo. Andrés tomó el teléfono interno y llamó a la secretaria de Felipe Pena, Cristina. 266


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Hola, Cristina. Necesitaríamos, el Ingeniero Vázquez y yo una reunión con el señor Pena...¿ah, no?...¿y cuándo estima?...está bien, gracias Cristina. Parece que Felipe Pena no va a estar en todo el día porque se hallaba indispuesto. Me dijo, además, que quizás tampoco venga mañana, dijo Andrés ¿Y si lo intentamos con el padre? – preguntó Ramiro No está en el país. Mirá lo mejor que podemos hacer es preparar un informe y enviárselo. ¿Tenés un ratito? Lo hacemos ya

Andrés llamó a Dolores para que tomara nota y entre los dos redactaron el informe. - Cuando lo tengas pronto, lo firmamos Ramiro y yo y se lo mandás a Gerencia General. - Perfecto. - Gracias, Dolores Cuando el informe estuvo pronto, ambos lo firmaron y Ramiro se fue. Andrés tomó el teléfono y la llamó a Florencia - ¡Hola amor!, dijo ella, ¡qué linda sorpresa! - ¿Cómo estás preciosa? - Ay, ¡cómo estamos! Fuera de broma, yo estoy bien. No creas que muy tranquila, pero, por suerte mamá se vino para acá. - Me quedo mucho más tranquilo. ¿Fue el guardia que prometió el Inspector? - Si. Son varios y están en autos particulares. Parece que se alternan. Yo no he salido para nada. Espero que tú vengas para ir el Supermercado. - Está bien. No te preocupes. Voy temprano. Cuando sonó la sirena de las 16:00, Andrés salió enseguida rumbo a su casa. Al llegar divisó un de los autos que le había mencionado Florencia. Cuando él iba a entrar por el portón se le acercó un hombre - ¿Ingeniero Aguiar?, soy el Inspector Lalinde de Investigaciones 267


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Mucho gusto oficial – dijo Andrés – bajándose del auto. Ingeniero, estas son las matrículas y descripción de los autos que están afectados a la vigilancia. Si ustedes vieran algún vehículo sospechoso, llamen de inmediato a este teléfono. Muchas gracias, Inspector.

Andrés entró en su casa. Florencia, junto a su mamá y a Juanita, estaba en el jardín del fondo. Cuando vieron entrar a Andrés, Florencia salió corriendo a recibirlo y, detrás de ella corrió Juanita. Florencia se abrazó de él y lo besó. Juanita llegó a abrazarse de los dos. - Hola, mis mujeres, ¿cómo están? – dijo Andrés - Esperando a papá – dijo Florencia que prosiguió – no sabemos estar sin ti, es más, no podemos. - Mi amor, tesoro – dijo Andrés tomándola por la cintura – está todo bien. Yo siempre estoy con ustedes. Andrés alzó a Juanita - ¿Y usted como se portó, hoy? – le dijo - Aprendimos a dar besos. Dale un beso a papá – dijo Florencia Juanita le dio un beso y todos festejaron -

Entonces se aproximó Macarena. Hola, ¿cómo estás?, dijo Andrés, ¡No sabés qué alegría y qué tranquilidad es que estés aquí! Gracias, Andrés, por lo menos sirvo algo de contención. Me voy a cambiar y vamos a hacer mandados. Bárbaro – le contestó Florencia.

Al rato fueron Florencia, Juanita y Andrés al supermercado. Mientras Florencia hacía las compras, Andrés conversaba con Juanita. - ¿Ves esa señora linda, muy linda, que está haciendo las compras?, esa es tu mamá y yo la quiero mucho. Pero mirá bien, Juanita, mirá qué linda es. - ¿Qué hablan ustedes dos? – dijo Florencia - Nada, son cosas entre Juanita y yo

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UN HOMBRE Y SU VIDA

No te hagas la viva, Juanita. Acordate que a este hombre lo vi yo primero. La niña los miraba y se reía. - Parece que supiera de qué estamos hablando – dijo Florencia - Entiende todo. Esperá que se largue a hablar. -

Al salir del supermercado, vieron que cerca del auto de ellos estaba uno de los coches de la policía. - Ay, Andrés, yo se que es por nuestra seguridad, pero ¿hasta cuándo tendremos que seguir así? - Espero que poco, mi amor. Tené un poco de paciencia - Si, ya se. Soy una pesada. Perdoname. - Nada de perdonar. Te amo. Cuando llegaron a la casa estaba Damián. Florencia lo saludó y fue a guardar lo que habían comprado y Andrés se quedó conversando con él - ¿Alguna noticia? - En cierto modo, una buena noticia - Contame. - Ayer tendrían que haberse presentado a ratificar la denuncia y no lo hicieron. El Juez le dio vista la Fiscal, pero, por lo que se, van a archivar la denuncia. - ¿Y qué pasó con la denuncia de amenazas? - Vamos a tenerla en suspenso. Si no sucede nada, la dejamos morir. Lo que pasa es que un tipo de denuncia como esta involucra a mucha gente, citaciones, etc. y termina siendo un trámite larguísimo que no lleva a nada. - Bueno, me atengo a lo que decidas. El problema es que estamos viviendo como en una cárcel, con policías en la puerta. - Si, ya lo vi. ¿Tú creés que este tipo sea capaz de algo? - Mirá, es capaz de cualquier cosa y lo que me tiene más preocupado es la seguridad de Florencia y de Juanita. Él sabe que son mi punto débil y va a tratar de sacarme del medio de cualquier manera. - Pero, hay algo que no entiendo. ¿Por qué ese ensañamiento contigo? ¿Es un asunto personal o hay algo más? 269


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Creo que fue, en algún momento, algo personal. Él pretendía a Florencia, pero ahora creo que hay algo más. Te voy a mostrar algo.

Andrés fue hasta su dormitorio y trajo la notebook. Le mostró a Damián las fotos que había tomado de las cajas en el depósito. - ¿Y qué pensás que sea?, preguntó Damián. - No tengo idea. Me enteré que, después que cierra la Planta, viene un camión matriculado en Brasil y las carga. Además que el formato de las cajas es muy raro, la Empresa no tiene negocios con Brasil, lo que quiere decir que Felipe está haciendo negocios usando a la empresa. - Pero para que te quiera sacar del medio de manera tan violenta, no debe ser un negocio cualquiera – le respondió Damián. - Eso es lo que pienso. Yo se lo comenté a Florencia. Tiene que haber algo muy grande detrás de todo. Yo asocio esto también al retiro del doctor Bauer. - Mirá, Andrés, yo no soy de andar dando consejos, pero te considero mi amigo. Creo que lo mejor es que abandones la Empresa. Tú, con tu profesión encontrás trabajo enseguida y esa va a ser la única manera de vivir tranquilos. Por lo que me he dado cuenta, este tipo es capaz de cualquier cosa. Mirá, dar un paso al costado a tiempo, no es de cobarde, es de persona inteligente. - Florencia me lo viene insistiendo. - ¿Qué es lo que insiste Florencia? – dijo ella entrando en el living - Damián insiste en que tengo que dejar la Empresa si queremos vivir tranquilos. - Damián, ¿puedo darte un beso? - ¿Por qué? – contestó Damián asombrado - Porque, al fin encuentro a un amigo de Andrés que piense como yo. Este cabezón quiere seguir peleando, diciendo que está defendiendo algo que es mío. Tiene razón, pero no es lógico que se arriesgue tanto – dijo Florencia abrazando a Andrés. - Yo creo que es la única manera. Además, le decía a Andrés que él consigue trabajo en cualquier lado – dijo Damián. 270


UN HOMBRE Y SU VIDA

¡Lo peor es que ya lo tiene! Su papá quiere que se haga cargo de la empresa. Fijate como estará de entusiasmado con eso que nos hizo una casa espectacular para nosotros. - Andrés, pensalo. Si hay algo más que investigar, dejáselo a la policía. Y ahora me voy. - ¿Por qué no te quedás a cenar? – preguntó Florencia - Hay alguien que me espera a cenar - Ah, perdón, eso no se puede dejar – dijo Florencia riéndose. Damián se despidió de los dos y se fue. -

Andrés tomó a Florencia por la cintura y, juntos, fueron en busca de Juanita. - ¿Cómo está mi rubiecita de ojos azules? – le preguntó Andrés La niña extendió los brazos y balbuceó algo como “papá” - ¡Dijo papá! – exclamó Andrés, alzándola - Lo estuvimos practicando toda la tarde. - ¡Cómo las quiero! – dijo Andrés abrazándolas a las dos. Emilia les avisó que la cena estaba pronta. Cenaron y luego salieron al jardín. La noche se presentaba muy linda por lo que aprovecharon a sentarse. Juanita estaba en la falda de su padre. - No quiero ser pesada, Andrés, pero ¿viste lo que dijo Damián? – dijo Florencia. - Si, mi amor. Todos tienen razón. Yo también estoy seguro que lo mejor es que deje la Empresa, pero ¡me da una rabia dejar a ese engendro de persona con las manos libres! - Yo entiendo cómo te sentís, pero pensá en nosotras y, sobre todo pensá en ti. Yo te pregunto, ¿cuántas veces almorzaste esta semana? - Ninguna - ¿Te das cuenta, Andrés? No es que yo sea caprichosa y piense solo en mí. Pienso en que tú vas a terminar enfermo. - Amor, yo se que no es un capricho – dijo Andrés abrazándola. - Mirá ese angelito – dijo Florencia refiriéndose a Juanita que se había dormido – ¿es justo que casi no vea a su 271


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padre y que, cuando lo ve siempre tiene cara de preocupación? ¿Tanto se nota? Si, y yo te lo dije hace mucho, no quiero que esto termine separándonos. Yo pensaba ayer: nunca, desde que nos conocemos, hemos tenido una discusión siquiera. No podemos perder eso.

Andrés había apoyado la cabeza en el hombro de Florencia escuchándola. Ella le dio un beso en la cabeza y le dijo - Mamá estuvo averiguando por el alquiler de esta casa. La cotizaron entre 5 y 6 mil dólares. Con eso podemos arreglarnos perfectamente, aún cuando no trabajaras. - Y si nos fuéramos con mis padres, ¿qué va a hacer tu madre? - Ya me dijo que se va a vivir en Punta del Este. Allá vive mi tía y ellas se entienden muy bien. De vez en cuando iríamos a visitarla o ella vendría a visitarnos a nosotros. - Mañana voy a empezar a moverme para dejar todo, te lo prometo – contestó Andrés Florencia lo abrazó entre riendo y llorando. Ella sabía que iban a volver a vivir como a ella le gustaba, tranquila, disfrutando de esa relación que habían fabricado entre los dos. Se fueron a la casa, acostaron a Juanita y Andrés se fue a bañar y afeitar. Cuando salió vio a Florencia mirando el placard. - ¿Qué estás mirando? - La ropa que voy a llevarme. El resto lo dejaré en casa de mamá. Me voy a cambiar. Cuando Florencia se acostó Andrés leía un manual de maquinaria agrícola. - ¿Ya te está entrenando? - Si, lo encontré hoy en la biblioteca. Ni siquiera se como llegó allí. - Bueno, cierre el libro y apague la luz. Hoy quiero estar muy cerquita suyo, dijo Florencia abrazándolo y besándolo. Abrazados se quedaron dormidos los dos

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CAPITULO XX

El miércoles Andrés llegó muy temprano a la Planta. Había dejado a Florencia y Juanita durmiendo. Estuvo en su oficina acomodando sus cosas. Puso el retrato de Florencia y Juanita en su portafolio, guardó también todos los papeles que le interesaban. En ese momento pensó “es una decisión tomada. Hoy presento la renuncia a mi cargo. Lo que me dijo anoche Florencia es cierto. Luchamos tanto para que nuestro amor fuera lo que soñamos que no lo puedo estropear por un capricho y menos puedo poner en riesgo la seguridad de los seres que más quiero en el mundo.” Mientras estuvo arreglando sus cosas, el tiempo había transcurrido. Ya eran las 9:30 de la mañana. Sonó su celular. Lo miró y le llamó la atención que era Macarena. - Hola, Macarena - Andrés, venite enseguida para tu casa - ¿Qué pasó? - Venite. Estamos todos bien, pero venite - OK Cortó la comunicación, tomó todas sus cosas y salió casi corriendo de la oficina, a tal punto que Dolores se lo quedó mirando. Condujo el auto como loco y cuando llegó a su casa se le paralizó el corazón. En la puerta de su casa había dos patrulleros, una ambulancia de emergencia médica, además de otros dos autos. Andrés entró y se tiró del auto. Corrió hasta el living de su casa. Allí había dos médicos atendiendo a Florencia, Macarena tenía en brazos a Juanita y otra gente que no llegó a individualizar. Cuando Florencia lo vio, se incorporó - Mi amor, estás aquí ¡Fue horrible, fue horrible! ¡No quiero que pase otra vez! -

Uno de los médicos le dijo Ya le dimos un calmante. Está en un ataque de nervios, pero físicamente está bien. 273


Florencia estaba acostada en el sillón del living y a su lado arrodillado, Andrés le acariciaba la cabeza. Él no entendía nada pero, evidentemente, había sucedido algo grave. Florencia no era una persona de exagerar y estaba en un estado en que nunca la había visto. Andrés estuvo un rato en esa posición. Ella estaba aferrada fuertemente a su mano. En un momento, lo miró y se echó a llorar. - Calmate, mi amor. Todos estamos aquí – le dijo él suavemente - Quiero contarte lo que pasó – dijo Florencia - Ahora no. Dejá que me lo cuente otra persona o me lo contás más tarde. - No, dejá que me desahogue contigo – dijo entre sollozos y prosiguió – salimos con Juanita para casa de mamá. El oficial de la policía se bajó del auto y dijo que nos acompañaba. Se quedó un poco más atrás de nosotras porque estaba fumando y no quería molestarnos con el humo. Cuando dimos vuelta la esquina, un auto negro, grande se atravesó delante de nosotros. Abrieron las puertas y se bajaron dos hombres como para agarrarnos a Juanita y a mí. En ese momento, el oficial reaccionó e hizo un disparo al aire. Los tipos se subieron al auto y se fueron. - Bueno, ahora, por favor quedate tranquila. Ya me contaste lo que pasó. Tanto Juanita como tú están bien. Mañana de mañana nos vamos a casa de mis padres. - Ay, amor, eres un divino. Eso nos va a devolver la vida. -

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El médico le dijo Vamos a quedarnos hasta que esté bien tranquila. El shock ha sido muy fuerte. Gracias. ¿No será mejor que suba a su cuarto? Vemos si ella quiere. Tiene un carácter muy fuerte. No quería que la atendiéramos hasta que usted llegara, pero por suerte su madre la convenció. Florencia – dijo Andrés – ¿subimos al cuarto? Si, pero traeme a Juanita y que mamá se quede conmigo. ¿Qué vas a hacer tú? No te vayas. 274


UN HOMBRE Y SU VIDA

Quedate tranquila. Yo voy a hablar con la policía. Tan pronto termine, también subo. No voy a salir de casa. Los médicos la acompañaron a acostarse en el dormitorio. Allí se quedó Florencia con Juanita y Macarena. -

Andrés vio, entre la gente que había en el living, al inspector Ramos. - Inspector, cuénteme que fue lo que pasó. - Mire Ingeniero, fue tal como se lo relató su esposa. Tuvimos la suerte que a nuestro oficial se le ocurrió acompañarlas caminando. - Y pudieron identificar el auto o a las personas. - En este momento se dio la alerta para encontrar el auto. El oficial tiene las matrículas y características del vehículo. No creemos que sea fácil encontrarlo, pero vamos a intentar todo. ¿Usted cree que está vinculado al señor Pena? - No tengo ninguna duda, Inspector. - Tenemos que encontrar la forma de vincularlo, ya sea encontrando el auto o a las personas que iban en él – dijo el Inspector Ramos. - Si no me necesitan más, voy a ver a mi esposa. Emilia, por favor, acompaña a los señores. - Si, es mejor que vaya con ella. Está muy alterada. De cualquier manera vamos a dejar una guardia. Es poco probable que vuelva a pasar algo, pero, más vale que nos aseguremos. Andrés subió a la habitación. Los médicos todavía seguían allí. - ¿Cómo está? – preguntó Andrés - Mucho más tranquila. Ahora nosotros nos vamos, pero llámenos ante cualquier duda. - Gracias Andrés se acercó a la cama donde estaba recostada Florencia que tenía entre sus brazos a Juanita. La niña vio al padre y le extendió los brazos, llamándolo. Andrés la alzó y se la dio a Macarena que se la llevó a planta baja. Le preguntó a Florencia - ¿Cómo estás mi amor? 275


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Bien, ahora estoy más tranquila. Perdoname, pero no quisiera pasar otra vez por lo mismo. Nada de pedir perdón. Ya está todo resuelto. Ahora voy a llamar a mamá para avisarles que vamos. Andrés tomó el teléfono y llamó a su madre. Mamá, mañana nos vamos para ahí…si, es definitivo…después te contamos…no, nada malo, solo que decidimos adelantarnos…no, no te preocupes, cuando llegamos vamos arreglando todo…¿sí? ¿Qué es?...está bien, mañana nos enteraremos, un beso de Florencia, de Juanita y mío. ¿Qué dijo? – preguntó Florencia No sabés la alegría de mamá. Ya se iba a poner a arreglar la casa. Yo le dije que nosotros lo hacíamos, pero ella insistió. Ah, además me dijo que papá ya sabía que íbamos y me tiene dos sorpresas. ¿Cómo que sabía que íbamos? – dijo Florencia extrañada. Cosas del viejo, era lo que él quería. Ay, Andrés no sabés como te ha cambiado la cara. Ahora volviste a ser el Andrés que conocía hace años. Dame un beso – dijo Florencia.

Los dos se abrazaron. Sintieron que la vida había vuelto a ser la que ellos habían planeado. - Me voy a levantar – dijo Florencia - Hacelo con cuidado. Dejame que te ayude. - Estoy algo mareada, debe ser por lo que me dieron, ¡qué vergüenza! - ¿Vergüenza de qué? - Es que puse como loca. Tú sabés que no soy así. - Bueno, pero ahora quiero ver a Florencia, la niña de la que estoy enamorado Los dos se rieron y bajaron la escalera lentamente. Abajo los esperaban Juanita, Macarena y Emilia. Todas vieron con alegría que Florencia ya estaba recuperada. - Ya estamos haciendo los planes para viajar mañana, dijo Macarena 276


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¿Y qué fue lo que planificaron? – preguntó Andrés Florencia, Juanita y tú se van mañana de mañana. Llevan lo más imprescindible. Emilia y yo nos encargamos de todo lo demás cunado llegue la empresa de mudanzas. ¡Bien mamá!, sabía que te ibas a encargar de todo. ¿Y ustedes cuando van? – dijo Andrés Quizás mañana mismo. En la empresa de mudanzas me dijeron que venían a primera hora y ellos se encargan de todo. Tocaron timbre. Es Andreina, dijo Emilia ¡Florencia, Andrés!, recién me entero. ¿Qué pasó?, exclamo Andreina. Vení que te cuento – dijo Florencia y fueron las dos a sentarse al living. Después que Florencia le contó lo sucedido, le dijo

que se iban - Mi amiga, te me vas lejos – exclamó Andreina - Lo hacemos por todos. Andrés ya no da más. No puede luchar contra algo que no sabe qué es – le contestó Florencia y prosiguió – vamos a reiniciar el tipo de vida que nos unió Mientras Florencia y Andreina conversaban, Andrés tomo su notebook y redactó un mail con su renuncia al cargo de Gerente de Planta. Lo hizo usando la menor cantidad de palabras posibles y no dio explicaciones. Solo dijo que por razones de fuerza mayor se veía obligado a tomar esa decisión. -

Luego, tomó su celular y lo llamó a Damián Hola Damián. Te cuento: intentaron secuestrar a Florencia y Juanita…no, por suerte la policía actuó…no, no se sabe nada pero yo supongo que se trata todo de lo mismo…acabo de renunciar a la Empresa y nos vamos mañana a vivir con mis padres…si, me voy a hacer cargo de la empresa de ellos…sin quedate tranquilo, yo te tengo al tanto…una abrazo. 277


Andrés fue hacia donde estaban Florencia y su amiga. - Andreina me va a ayudar en lo más importante que tenemos que llevarnos – dijo Florencia - Bueno, está bien, pero háganlo tranquilas. - Si – dijo Florencia abrazando a Andrés y dándole un beso. - Vengan todos para la antecocina – dijo Emilia – les preparé algo liviano de comer. No pueden estar sin alimentarse. Allá se fueron. Macarena le estaba dando de comer a Juanita. Florencia y Andrés le dieron un beso. -

Después de almorzar, Andrés le dijo a Florencia Mi amor, acostate un rato en el cuarto de huéspedes. Mientras nosotros vamos arreglando las cosas. ¡Pero yo quiero ayudar! – respondió Florencia. No seas cabezona, tenés que descansar ¡Cuánto hacía que no me decías cabezona!, parece como si todo hubiera comenzado otra vez. Te amo, mi hombre.

Florencia se fue a acostar y se llevó a Juanita que tenía sueño, mientras todos los demás, incluido Andreina, ordenaban lo que iban a llevar en el auto. Cuando ya estaba anocheciendo, tenían todo arreglado y, algunas cosas ya las habían puesto en el auto. Entonces Andrés fue a ver como estaba Florencia. Las dos, Florencia y Juanita estaban dormidas. Andrés se sentó en el borde de la cama y mientras le daba un beso a Juanita, le acariciaba la cabeza a Florencia. Ella se despertó - ¿Qué es eso de darle besos a Juanita y no a mí? – dijo riéndose y abrazándolo de tal manera que le hizo perder el equilibrio y cayó sobre ella. - ¿Nos podemos quedar así? – dijo Andrés - Por mí, toda la vida, dijo ella besándolo apasionadamente. Juanita se despertó y se trepó por encima de ellos. - Mirá esta atrevida como quiere sacarme del medio – dijo Florencia riéndose - Y si son igualitas; dos niñas 278


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Ya Florencia se sentía bien. Alzó a Juanita y la fue a cambiar. Andrés aprovechó para darse un baño. Desde el baño, le gritó a Florencia - Ya está todo pronto. Mañana, después de desayunar nos vamos. - No lo puedo creer. ¡Qué feliz me siento! – exclamó ella. Macarena, Andreina y Emilia ya tenían todo arreglado. Emilia les había preparado algo para cenar. - Emilia, ¿qué haría sin ti? – dijo Florencia - Nada, tendrías que hacer lo mismo que hacés ahora. Cuidar a tu marido y a tu hija. - Mejor nos acostamos temprano – dijo Andrés – Mañana va a ser un día agitado. - Si, vayan. Yo voy llevar a Andreina y después vengo para acá – dijo Macarena - No te preocupes, me tomo un taxi – dijo Andreina - De ninguna manera, con todo lo que hiciste. Al rato, Florencia, Juanita y Andrés estaban acostados. Juanita se durmió pero Florencia se daba vueltas en la cama - ¿Qué pasa Florencia? – le preguntó Andrés - No puedo dormirme - A ver, vení y abrazate a mí – dijo Andrés. Ella se abrazó muy fuerte de Andrés y se quedó dormida Al día siguiente, Florencia y Andrés se levantaron muy temprano. Estaban ansiosos por iniciar lo que sería una nueva vida para ellos. Despertaron a Juanita, Florencia la vistió y bajaron. Emilia ya les había preparado el desayuno y tenía pronta la mamadera para Juanita. - Emilia, ¿a qué hora te levantaste? – preguntó Florencia - Eso no importa. Lo que me importa es verlos a ustedes tan felices. - Gracias, Emilia. Después de desayunar, cargaron las cosas de último momento en el auto y, después de despedirse de Emilia y Macarena, emprendieron viaje. Florencia y Andrés estuvieron un 279


rato en silencio. El sol estaba alto ya. De pronto, Florencia lo abrazó a Andrés y le dio un beso - ¡Qué feliz soy! Estoy con quienes más quiero y voy a hacer la vida que quiero. - Mi amor, te amo – le contestó Andrés – es nuestra vida. Tenemos que disfrutarla al máximo. Pero a veces tengo miedo que no te adaptes a vivir lejos de Montevideo. - No te preocupes por eso, Andrés, mientras esté junto a ti, puedo vivir en cualquier parte. Lo que no soportaría que hubiera algo que nos separara. Cuando iban llegando, Andrés dijo - Mirá, tiene que haber gente en casa de papá y mamá. - ¿Por qué? - Por esos autos En la entrada de la casa de Florencia y Andrés había un Corolla y una Hilux doble cabina, nuevos. Andrés hizo sonar la bocina y salieron Rosario y Roberto. Florencia se bajó y, antes de bajar a Juanita, se abrazó de ellos - ¡Me parece mentira! – dijo Florencia - Florencia, no sabés la alegría que tenemos desde que Andrés nos avisó que venían. Mientras tanto Andrés había sacado a Juanita de la silla de viaje y la trajo alzada hasta donde estaban sus padres. Roberto los abrazó muy emocionado y Rosario lo hizo llorando. - Bueno, mamá, no tenés por qué llorar – dijo Andrés - Es que como si volvieras de un viaje muy largo. Es una ilusión que siempre teníamos con tu padre y ahora nos parece mentira. Pero vamos, vamos para adentro. No se preocupen de las cosas que Blanca y José las bajan. Dejame mirar a Juanita. ¡Qué grande estás! Florencia miraba todo como si fuera la primera vez. De pronto, exclamó - ¡Andrés, una piscina! - ¿Y eso papá? – dijo Andrés - Bueno es una de las sorpresas – dijo Roberto 280


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¿Y cuál es la otra? – preguntó Florencia como un niña ¿Vieron esos vehículos en la entrada?, bueno, son de ustedes. Pero papá – dijo Andrés – nosotros ya tenemos auto. Mirá Andrés, el director de esta empresa, un Ingeniero, no puede ir al campo en una camioneta vieja, así que te compré la Hilux y, además, como seguramente, la familia se va a agrandar, necesitan un auto más grande. ¿Y quién te dijo que se va a agrandar? – preguntó Florencia riéndose. La experiencia, chiquita, la experiencia.

Ya habían bajado todo del auto. Rosario se quedó con Juanita en brazos, mientras Florencia acomodaba las cosas. - Me voy a caminar con Juanita – dijo Rosario – Vamos papá así los muchachos se ponen cómodos. Por el almuerzo no te preocupes Florencia, ya tengo todo arreglado. Cuando ellos se fueron, Florencia cerró la puerta, se dirigió a Andrés, lo abrazó y le dijo, besándolo - Estoy tan feliz que te voy a comer. - ¿No me dejás que empiece yo? - Bueno, no se, viste lo que dijo tu papá con respecto a la familia - Bandida, parece como si se hubieran puesto de acuerdo Se quedaron abrazados un rato. - Voy a buscar a Juanita que tengo que cambiarla – dijo Florencia - Si, andá mientras voy con papá hasta la empresa, antes que venga el camión con la mudanza. Más tarde llegó el camión con la mudanza y, un poco antes llegaron Macarena y Emilia. Prácticamente no le dejaron hacer nada a Florencia. Las consuegras junto con Emilia y Blanca se encargaron de indicar la posición de cada cosa. Cuando acomodaron todo, Florencia dijo - Le voy a dar una sorpresa a Andrés 281


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¿Qué vas a hacer, Flo? – dijo su madre. Voy a preparar un mate

Todas se rieron y ellas mirándolas haciéndose la enojada, les dijo - Van a aprender a conquistar un esposo. Unos minutos más tarde, llegaron Andrés y su padre. Florencia lo esperaba con el mate en la mano y el termo bajo el brazo. - ¡Mi amor! – exclamó Andrés – lo preparaste tú. Te amo, eres la mujer más linda del mundo – le dijo dándole un beso Florencia se dio vuelta hacia donde estaban las demás mujeres y le dijo, riéndose - Vaya aprendiendo. Les puedo dar lecciones. - No entiendo, ¿qué pasó? - Que creen que soy una nenita malcriada que no sabe atender a su esposo - Si es una mujercita maravillosa, ¿quién va a creer eso? – dijo Andrés. - Roberto – dijo Rosario – la comida está pronta - Esperá un poquito que nos vamos a tomar un whisky. ¿Tomás Florencia? - Uno chiquito - Eso me pareció escucharlo hace un tiempo – dijo Andrés haciéndole una guiñada a Florencia. -

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Ella se rió y se ruborizó. ¡Te pusiste colorada! – dijo Andrés. Dejame que les explique porque si no van a pensar cualquier cosa. Cuando éramos solo amigos, hicimos un viaje a Salto buscando a una amiga. El viaje fue en el día y cuando volvíamos llovía mucho, entonces me quedé en casa de Andrés y él me ofreció tomar un whisky, y yo le contesté lo mismo. ¿Te acordás mami? Si, me acuerdo y aún hoy no entiendo cómo en ese viaje no se ennoviaron 282


UN HOMBRE Y SU VIDA

¿Te quedaste sola con él y no te dijo nada? – dijo Rosario. Nada, lo único que hizo fue cuidarme Me parece que mi hijo es medio bobo, con esa belleza – dijo Roberto - ¡Roberto! ¿Cómo vas a hablar así? – dijo Rosario. - Está bien, Roberto, pero no fue por bobo. Más adelante ambos nos confesamos que no nos dijimos nada por miedo a perder. Todos se rieron -

Cuando ya estaban almorzando, Andrés le dijo a Florencia - Mi amor, después de almorzar, tratá de dormir un rato, por Juanita y por ti. Yo ya estuve contando a papá por qué nos vinimos tan pronto. - Yo se lo conté a Rosario – dijo Macarena – así que es un asunto enterrado. - Mami, te quedás hasta el fin de semana, ¿no?, porque el sábado festejamos el cumpleaños de Juanita y vienen los Paz. Además no tenés que volver sola. Andreina te acompaña. Además en esta preciosa casa hay lugar para todo el mundo. - Bueno y si tú te vas a acostar, te acompaño. Era el primer mediodía que pasaba en su nueva ubicación, pero tanto Florencia como Andrés sentían que habían hecho lo correcto. La tarde había pasado muy rápido. Entre ir a la ciudad a hacer las compras y arreglar la casa, ya eran las 5:30 de la tarde y Andrés ya estaba de vuelta. Florencia y Juanita estaban sentadas en el jardín. Como ya habían comenzado los primeros calores, ya estaban proyectando usar la piscina. Andrés comió algo, junto con el mate y se sentó a los pies de Florencia, apoyando la cabeza en sus piernas. - ¡Qué lindo está aquí! – dijo mientras Florencia le acariciaba la cabeza. - ¿Te das cuenta, Andrés, que nunca podríamos haber estado así en Montevideo? 283


Ya se amor, además, no te imaginás lo entusiasmado que estoy con el trabajo. Vamos a poner un taller para toda la maquinaria de la zona. Papá no se animaba hacerlo porque dice que no tenía quien lo dirigiera, pero ahora que me tiene a mí, le va a dar para adelante. Además, hoy fuimos a los bancos y ya me puso como Gerente General. Él quería ponerme como Director, pero yo le dije que ese cargo siempre iba a ser de él. - ¡Cómo me gusta oírte hablar así!, es como hablabas de tu trabajo cuando yo te conocí. Estabas lleno de proyectos. Volviste a ser tú – le respondió Florencia. - Mirá lo que me trae Juanita Ahí venía la niña con una flor en la mano. - Gracias, Juanita. Dale un beso a papá - Te das cuenta que hasta Juanita está más libre. - Ah, Florencia, ya le dije a mamá que te deje hacer una vida independiente. Que solo te ayude si tú se lo pedís - ¡Ay, Andrés! No seas así con tu mamá. Ella lo hace para que yo me sienta sola y yo estoy encantada. - Si, pero mamá está tan feliz de que estemos aquí, que quiere hacer todo por nosotros. Y mirá que papá también. Fijate que ya me dijo que no hicieras de cenar porque él va a hacer un asado. - Son divinos tus padres. No seas malo con ellos. Lo único que si no me mido en las comidas y hago algo de ejercicio, voy a terminar gorda como una vaca. - Lo mismo te voy a seguir queriendo - ¡No seas malo!, tenés que ayudarme a mantenerme. - Vamos para casa de papá y mamá que ya deben estar frente a la parrilla. -

Allá se fueron los dos, tomados de la mano. Delante de ellos iba Juanita que juntaba las flores que encontraba en el césped. Cuando llegaron a la barbacoa de los padres de Andrés, ya estaban todos reunidos, inclusive Macarena. - Mami, te habías desaparecido – dijo Florencia - Me vine a conversar con Rosario. Vine a decirle que, en cierto modo, le tengo envidia porque los tiene muy cerca.

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Pobre mami, vas a estar sola. Pero te podés venir todas las veces que quieras y si no querés manejar, te venís en ómnibus que yo te voy a buscar a la terminal. Ya sé, además tú sabés que me voy a vivir a Punta del Este con mi hermana, por lo menos hasta que a tu padre se le ocurra volver.

En ese momento apareció Andrés con dos vasos de whisky, uno para él y otro para Florencia. - Ay, Andrés me vas a enviciar - Es por hoy, el primer día – dijo Andrés tomándola por la cintura. - Rosario – dijo Florencia – mi esposo es un poco brutito. No le hagas caso a lo que te dijo, es un desconsiderado. Yo estoy encantada de estar con ustedes. - Está bien, Florencia, yo lo conozco y se lo que me quiso decir, así que no te preocupes. Siguieron conversando mientras Macarena le daba de comer a Juanita. Al terminar de cenar, todos se fueron. Florencia, Andrés y Juanita iban a pasar su primera noche en su nuevo hogar. Ambos estaban maravillados con las comodidades de la casa. - Espero que Juanita se acostumbre a su nuevo cuarto – dijo Florencia. - Todos tenemos que acostumbrarnos a una vida nueva, pero te insisto, que la más me preocupa eres tú - ¡Andrés!, ¿podés dejarte de bobadas? Ya te dije que si tú estás conmigo, yo estoy bien. Además viéndote feliz, soy feliz yo. Vení y dame un beso Después de darle un beso prolongado, Andrés le dijo - Mañana nos vamos con papá a ver a unos clientes. Supongo que volveremos en la tarde. ¿Estarás bien? - Es tu trabajo Andrés. Yo voy a estar bien. No quiero que te preocupes por nosotras. Había sido un día largo y con grandes emociones, así que se acostaron y se durmieron. A las 6 de la mañana, Juanita se puso a llorar. Andrés, que ya estaba levantado, la fue a buscar y se la llevó a la 285


cama a Florencia. Él fue hasta la cocina y le preparó una mamadera. - Juanita, ¿viste que papá tenés? – dijo Florencia - Mi amor, me voy. Papá me debe estar esperando. - No comiste nada, Andrés. Soy una vaga tendría que haberme levantado. - Te quiero mucho, vaga. No te preocupes, yo preparé el mate y, seguro, que papá me hace parar a comprar bizcochos. Andrés se fue dándole un beso a las dos. Tanto para Florencia como para Andrés ese día comenzaba una nueva experiencia. Él con su nuevo trabajo y ella con las ocupaciones de ama de casa, pero en una situación totalmente diferente. Florencia tomó a Juanita y la sentó en su sillita en el Corolla y se fue a la ciudad a hacer las compras en el supermercado. Emilia se había ofrecido a acompañarla, pero ella no quiso. Quería comenzar a valerse por si misma. Estando en el supermercado, le llamaba la atención que la mayoría de la gente la saludaba. No estaba acostumbrada al trato de la gente del interior del país, que es totalmente diferente al trato en Montevideo. Mientras tanto Andrés había viajado unos 140 Km. hasta los campos de unos clientes. Como se acercaba las cosechas de verano, la idea era que esos clientes compraran maquinaria nueva. Estuvieron largo rato charlando hasta concretar dos o tres negocios importantes. Andrés estaba feliz al darse cuenta que podía, perfectamente, tener éxito en la nueva actividad. Junto a su padre volvieron a las 16:30. Cuando iban llegando, Roberto le dijo. - Andrés, andate para tu casa. Ahora es difícil que suceda nada. Si te necesito te llamo. - Pero viejo, es temprano.

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Andá que hace calor y quizás puedas utilizar la piscina. Además dejaste sola a tu familia todo el día – se rió Roberto

Dejó a su padre en la empresa y siguió en la Hilux hasta su casa. Cuando entró había un gran silencio. Entró, sin hacer ruido, en su cuarto y encontró a Florencia y Juanita durmiendo. Se fue a lavar las manos y cambiarse y, con sumo cuidado se acostó al lado de las dos. Le dio un beso a cada una. Florencia se despertó entreabriendo sus ojos - Mi amor, ¿qué hora es? ¿Ya volviste? - Es temprano. Seguí durmiendo – le contestó Andrés - No ahora quiero contarte todo lo que hicimos - ¿Hicimos? - Si, Juanita y yo Le contó de toda la aventura de ir de compras solas. De cómo la trataba la gente Florencia tenía puesto un camisón muy liviano con breteles que dejaban todos sus hombros descubiertos. - Florencia, si no estuviera Juanita, ¡qué bonita eres! - ¿Sabés que te amo con locura? - Si, me encanta verte con tu cara quemada por el sol. No te parecés en nada al Andrés de la semana pasada. Se dieron un abrazo y un beso prolongado. Mientras se despertó Juanita y comenzó a llamar a su padre. - No te lo voy a dejar, es mío – dijo Florencia - No la pelees, pobrecita - ¡Qué pobrecita! Cada vez que me abrazás empieza a llamarte – reía Florencia. - Bueno, vamos a vestirnos y nos vamos a la piscina – dijo Andrés Cuando ya estaban todos en la piscina se les unió Macarena. - Me había quedado dormida – dijo - Todas nos quedamos dormidas. Si no es por Andrés que nos despierta, todavía estábamos durmiendo.

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Ya se había puesto el sol, por lo que, después de haber tomado jugos de frutas y darle de comer a Juanita, todos se cambiaron y fueron a cenar. Juanita se durmió temprano, cansada de jugar en la piscina y entonces, después de cenar, Florencia y Andrés salieron a caminar. Caminaron un buen rato, abrazados, sin decir palabra, hasta que, en un momento, Florencia dijo - ¡Qué lindo es vivir aquí! Fijate que no nos molesta nadie. Que somos solo nosotros dos. - O nosotros tres, dirás – le contestó Andrés con una sonrisa. - No me hagas acordar de esa bandida – dijo Florencia riéndose – ¿Viste que cada vez que me abrazás o me das un beso, se pone celosa? - Son las dos iguales – le contestó Andrés. Al volver ya era tarde y al día siguiente era el cumpleaños de Juanita. Se acostaron y, casi enseguida se quedaron dormidos El sábado fue un día de fiesta. Además de ser el cumpleaños de Juanita, llegaron los Paz. Juanita pasó todo el día paseando con las abuelas, Andreina, Rosario, tanto que Andrés les dijo - No la malcríen - Es su cumpleaños, así que tenemos todo el derecho – dijo Andreina entre risas. Ya en la noche, cuando Juanita ya se había dormido, cansada por toda la agitación, todos se reunieron en la barbacoa. - Andrés, ¡qué lugar maravilloso! -. dijo Guillermo – no sabés lo bien que le a hacer a Juanita. - ¿Verdad? – dijo Florencia – yo estoy encantada. Tenemos de todo y estamos tranquilos. Además no sabés lo bien que le hace a Andrés.

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Todos siguieron conversando hasta las 2 de la mañana. Como ya tenían asignado cada dormitorio, se fueron a dormir, cada uno al suyo. El comentario de Carolina y Guillermo era lo maravillosa que era la casa y las comodidades que tiene. Cuando ya estaban acostados, Florencia le dijo a Andrés - Mi amor, ¿te das cuenta que Juanita ya cumplió otro año? Me parece mentira. Con todo lo que hemos pasado, el tiempo se va volando, por eso es que estoy tan contenta de estar aquí. Hay que disfrutar cada momento. - Ya se mi amor. Tú sabés del miedo que yo tenía que no te adaptaras - Para que te saques eso de la cabeza, porque ahora el cabezón eres tú – le respondió Florencia riéndose – ¿preferías estar en Montevideo, sufriendo por lo que nos podía pasar o por las humillaciones del degenerado? - No ya sé, pero tu vida cambió totalmente - Para mejor. Me siento libre, te tengo siempre cerca ¿Qué más quiero? - Venía abrazame y dame un beso – le contestó Andrés. Se durmieron abrazados. El domingo, todos se levantaron más tarde. Desayunaron todos juntos y los visitantes decidieron marcharse en la mañana. Andreina se fue acompañando a Macarena para que no viajara sola y los Paz, se fueron por su lado. Al rato de que todos se fueron, Emilia y Blanca ya tenían toda la casa ordenada. Florencia se enojó con ellas y les dijo, riendo - ¡No me malcríen! La casa la iba a ordenar yo. - Dejá – dijo Rosario – ellas siempre quieren hacer las cosas antes que una. A mi ya me tienen acostumbrada. - Bueno, entonces cocino yo. Decile a Roberto que hoy, nada de asado. Va a comer pasta. ¿Y Andrés, donde está? - Para que no lo mandes a hacer nada, se fue con Juanita a la piscina y allá está con Roberto tomando mate – dijo Rosario. - Ay, Rosario, no sabés lo bien que le hace a Andrés eso. Entre los dos deben estar arreglando el mundo, pero ¡qué 289


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bien le hace! Claro que en cuanto cocine, voy a rescatarlo. No puedo estar lejos de él. ¡Cómo me llama la atención eso! Siempre se necesitan uno al otro. ¡Qué lindo! – dijo Rosario.

Florencia se fue a la piscina llevándoles un vaso de whisky a ambos hombres. - No se mal acostumbren. Hoy por ser domingo y porque van a comer mi comida. - Mi amor – dijo Andrés que salió del agua, la abrazó y le dio un beso. - ¡Andrés!, me mojaste toda y esta ropa se trasluce – exclamó Florencia - Papá no dice nada, además mirá como está entretenido con Juanita. Roberto estaba en el borde de la piscina, a la sombra, jugando con su nieta que le mostraba los juguetes. Cuando Florencia se fue, Roberto dijo Andrés, esa mujer vale una fortuna. Pero no solo por lo bonita que es, sino por lo inteligente y graciosa. No te conté. El otro día el contador Gutiérrez, ¿te acordás de él?, me preguntó por ella - ¿Cómo que te preguntó por ella? - Si, cuando estábamos arreglando todo para que tú quedaras a cargo de la empresa me preguntó, “Roberto, ¿tu nuera es la Economista Florencia Bauer?” Yo le dije que sí y le pregunté si la conocía y me contó que cuando ella estaba en Facultad y después que egresó, escribió varios artículos sobre economía que, según Gutiérrez, fueron brillantes. Me preguntó por qué ella no siguió haciendo esas publicaciones. - La verdad, papá, que me sorprendés. Florencia nunca me habló de su profesión. En ese momento apareció Florencia, que se había cambiado a decirles que en un rato estaba la comida. Entonces, Andrés le dijo - Economista Bauer, ¿qué es eso de publicaciones brillantes sobre economía? Florencia quedó sorprendida -

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¿De dónde sacaste eso? Además, no me llames Economista, no me gusta – dijo riéndose Papá estuvo hablando con el Contador de la Empresa y él te estuvo elogiando. Además me preguntó por qué no seguiste con tu carrera – dijo Roberto Mirá Roberto. Cuando estudié Economía, pensaba que era mi vocación. Pero después conocí a tu hijo y me di cuenta que mi vocación era ser la esposa de Andrés y que ninguna otra profesión te da más satisfacciones que esta. Ahora que estoy seco, ¿te puedo abrazar? – dijo Andrés que no esperó la respuesta de ella y la abrazó Bueno, vamos a comer y van a ver que también soy buena cocinera.

Almorzaron los cuatro y Juanita. Todos felicitaron a Florencia por la comida. Luego, como hacía mucho calor, Andrés y Florencia decidieron acostarse un rato, mientras los padres de Andrés si iba para su casa. Juanita se durmió en su cama. - No te enojes con lo que te voy a decir – dijo Andrés – ¿viste lo que pasó hoy? - ¿Qué pasó? - Lo que dijo papá de tu profesión. - Pero creo que lo aclaré bien, ¿no? - Si, lo aclaraste, pero… Florencia lo abrazó y lo comenzó a besar mientras le decía - Quiero que nunca más, ¿me entendiste?, nunca más, dudes que mi lugar está a tu lado. Yo lo elegí. Nadie me obligó. - Pero… - Está prohibido hablar, dijo Florencia mientras lo besaba. Se amaron apasionadamente. Cuando atardecía, se fueron a la piscina junto con Juanita. Era una preciosa tarde de verano. Al rato llegó Emilia. - Emilia, ¿qué hacés acá? – preguntó Florencia - Vine a ayudarte un poco, muchacha, siempre querés hacer todo sola. Les llevo un jugo – contestó Emilia. - Como te malcrían – dijo Andrés. - No se cómo convencerla que me puedo arreglar sola 291


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Te ve como muñeca, igual que yo. No sea bobo. Ah, no te comenté. El martes tú y yo vamos a ir hasta Minas de Corrales. ¡¿Para qué?! Entregan unas excavadoras y la importadora mandó las invitaciones. ¿Y Juanita? Se queda con mamá ¿Te parece que no extrañará? No, no creo. Además, Florencia, nos debemos un viaje solos. Mirá, el martes nos vamos hasta Rivera. Pasamos la noche allá y el miércoles, de mañana, nos venimos hasta Minas de Corrales, vemos la demostración y nos volvemos. ¡Sería precioso! Bueno, ya está dispuesto ¿Le dijiste a tu mamá? Si y quedó encantada que le confiemos a su nieta. Además viene Paola porque mañana tiene que arreglar un asunto. En ese momento apareció Paola ¿Qué hacen tortolitos? ¿Dónde está mi sobrina? Venga con su tía Pola Ya la tenés conquistada – dijo Florencia – Quiero pensar que tuviste que venir por cosas tuyas. Asegurame que no fue tu hermano que te hizo venir. Andrés y Paola se rieron. Bueno, digamos que las dos cosas – contestó Paola ¡Andrés!, me hiciste trampa – dijo Florencia dándole un beso. Todo se vale en el amor, dicen, ¿no? – respondió él.

Como ya había caído el sol, todos fueron a cambiarse. Paola dijo - Déjenme a Juanita. Yo le doy de comer - Está bien pero traela así la cambio – dijo Florencia - Vamos Juanita que te cambian y vamos a comer comida rica con la tía Pola 292


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Más tarde cenaron todos juntos, Paola, los padres de Andrés, Andrés y Florencia. Juanita, cansada de jugar se había quedado dormida después de comer. Estuvieron hablando del viaje que iba a hacer Florencia y Andrés, el martes. Florencia les contó del temor que tenía que Juanita extrañara pero Rosario y Paola le dijeron que se quedara tranquila y que disfrutara de un viaje que ambos se merecían. El lunes ya fue un día de rutina. Andrés se levantó temprano y se puso a tomar mate. Un poco más tarde, Florencia le preparó la mamadera a Juanita y el desayuno para Andrés. Mientras desayunaban, Andrés le preguntó a Florencia - ¿Qué vas a hacer hoy? - Tengo que ver que llevamos mañana. - Está bien. Dame un beso que me voy que papá me debe estar esperando. Ah, si querés comprate algo para comer en el viaje. - Andrés, si sigo comiendo voy a reventar. No me quiero pesar, pero me parece que aumenté un par de quilos. - Estás preciosa. Chau Al mediodía Andrés vino a almorzar. Como hacía mucho calor y tenía que volver a trabajar, solo comió un sándwich con un refresco. Estuvieron charlando con Florencia y ella notó que él tenía gran entusiasmo por el viaje que harían al día siguiente. Lo notaba muy contento por lo que no quiso preguntarle el por qué de su entusiasmo. Después de jugar un rato con Juanita, se volvió a su trabajo. Esa tarde disfrutaron de la piscina. Florencia miraba como se divertía con Paola. Eso la dejó más tranquila porque como se entendía bien con la tía, seguramente iba a extrañar menos. Andrés le dijo - No te preocupes amor, ella va a estar bien - Si, estoy segura, pero es la primera vez. Me parece que la que la voy a extrañar soy yo. Andrés la abrazó y la besó. 293


Esa noche, todos se fueron a acostar temprano. Paola se quedó en la casa de Florencia y Andrés para que ellos pudieran salir temprano de viaje. Cuando Andrés se acostó se puso a pensar:” ¿qué habrá pasado con las cajas que se armaban en la Planta? Cuando me llegó esta invitación volví a acordarme de eso, pero es hora que me olvide. Fueron momentos muy difíciles.”

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CAPITULO XXI

Eran las 5 de la mañana cuando Florencia y Andrés salieron de viaje en el Corolla. Florencia dijo - ¿Sabés? Me pasa una cosa muy rara. Estoy tan nerviosa como cuando hicimos el viaje a Salto. Me invaden los mismos deseos de abrazarte y besarte. - No te extrañe, a mí también me pasa. Es como si el tiempo no hubiera pasado para nosotros. Pero hay una gran diferencia - ¿Cuál? - Que ahora podemos hacerlo. Abrazarnos, besarnos con la confianza que somos el uno para el otro. Tomaron la ruta 14 hasta la ciudad de Durazno y allí tomaron la ruta 5 que los llevaría hasta la ciudad de Rivera. A las 8 de la mañana, pasaron por el puente sobre el río Negro, llegando a la ciudad de Paso de los Toros. Florencia preguntó -

¿Por qué se llama Paso de los Toros?

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Se llama así porque era el paso obligado para cruzar el Río Negro. El paso se llamaba Paso general de los Toro, donde a los baqueanos en cruzar, los llamaban hombres toros por su fuerza y valor para cruzar las tropas. Cuando se fundó la ciudad, se llamaba Santa Isabel y luego le cambiaron el nombre por el actual, Paso de los Toros – le respondió Andrés ¡Qué informado estás! – le contestó Florencia con una sonrisa.

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Luego de pasar el puente, se detuvieron en un parador a desayunar. Cuando retomaron la marcha, a unos pocos kilómetros, se desviaron hacia la represa hidroeléctrica de Rincón del Bonete. La represa de Rincón del Bonete, es una central hidroeléctrica que, si bien fue diseñada en 1904, su construcción se 295


comenzó en 1933 e inaugurada en diciembre de 1945. Está sobre el Río Negro a pocos kilómetros de la ciudad de Paso de los Toros. Un rato después de visitar la represa retomaron la marcha. Pasaron, a la altura del kilómetro 388 de la ruta 5, por el costado de la ciudad de Tacuarembó, llegando, más tarde a la ciudad de Rivera. La población uruguayo-brasileña constituye uno de los casos más originales del mundo. A pesar de los tratados binacionales, nunca se fijaron los límites políticos definitivos. Esta imprecisión de fronteras llevó a la unión de los dos pueblos: Rivera, del lado uruguayo y Santa Ana do Livramento, en Brasil. De un de un lado se habla portugués y del otro, español, pero ambos idioma los comprenden perfectamente todos los Andrés dirigió el auto hacia un hotel del lado de Brasil. Allí descendieron y se instalaron. -

¿Querés descansar un rato?, preguntó Andrés. No, mejor vamos a caminar y conocer los Free-Shops. Después cuando volvamos, almorzamos y descansamos un rato

Del lado uruguayo, en la ciudad de Rivera, existe una cadena de Free-Shops donde se puede comprar gran variedad de artículos, libre de impuestos.. Luego de haber caminado un rato, como hacía mucho calor, Florencia y Andrés decidieron volver al hotel. Subieron a la habitación, se dieron una ducha, se cambiaron y bajaron al restaurante. Luego de almorzar, se recostaron. Ambos se desvistieron para estar más cómodos. Florencia le tomó la mano a Andrés y le dijo - Mi amor, estamos aquí, los dos solos.

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Andrés dio vuelta la cara hacia ella y vio, como hacía más de dos años, aquellos ojos azules y el pelo dorado en aquella cara de niña. Ahora no se contuvo. Le tomó la cara entre las manos y la besó. - Mi amor – dijo Andrés – seguís siendo la misma niña de la que me enamoré. - Y tú, el mismo hombre. Me derrito cada vez que me abrazás. Te amo. Se besaron intensamente y se amaron como si fuera la primera vez que lo hacían. Se quedaron dormidos abrazados. Al despertarse ya se había hecho la noche, por lo que se quedaron en la habitación mirando televisión. Ambos se sentían como en sus primeras épocas de novios. - Realmente, necesitábamos esto – dijo Florencia – después de todo lo que pasamos - No quiero que recuerdes eso. Ya pasó y ahora entramos en una etapa de nuestra vida en la que lo único que tenemos que hacer es disfrutarla. Hacía mucho calor y, en la habitación estaban muy cómodos con aire acondicionado, por lo que decidieron no bajar a cenar y solo pidieron un par de sándwiches y refrescos. Luego de comer se quedaron los dos abrazados y así se durmieron. Se levantaron temprano. Se vistieron, acomodaron los bolsos y bajaron a desayunar. Andrés quería llegar temprano a Minas de Corrales, ya que el calor se iba a sentir y además, por Florencia, no quería llegar muy tarde a la casa porque, aunque no lo dijera, extrañaba a Juanita. El valet-parking les alcanzó el auto y les ayudó a cargar los bolsos. Enseguida salieron rumbo a Minas de Corrales. A pocos kilómetros de la localidad de Minas de Corrales y a 114 de la ciudad de Rivera, la empresa Minera San Gregorio retomó su actividad en el año 1996. Hasta ahora ha 297


producido 500.000 onzas de oro ubicándose entre las 30 mayores del mundo. Tanto Andrés como Florencia quedaron impresionados por el tamaño de la mina, de los camiones que trabajan en ella. Andrés quedó, también, muy interesado en la maquinaria que había visto operar. Un Ingeniero amigo de Andrés, les recomendó salir por la ruta 29 que, si bien no está bien, tiene unos paisajes inigualables. La ruta 29 desemboca en la ruta 5 en Paso Manuel Díaz. Es un camino lleno de curvas y, en un de los últimos, se abre un sendero lleno de arbustos por donde apenas pasa un vehículo. Siguiéndolo, se llega hasta uno de los tesoros escondidos en el Uruguay: la primera represa hidroeléctrica de América del Sur, inaugurada en el año 1882. La represa muestra los abandonados galpones, así como partes de una central pasada de pasada de moda. Todo se ubica a pocos metros de las aguas del río Cuñapirú. Este prodigio de la ingeniería comenzó a funcionar apenas 24 mese después de que entrara en funcionamiento la primera central hidroeléctrica del mundo en Gran Bretaña. Luego de sacar una gran cantidad de fotografías, Florencia y Andrés siguieron viaje, por la ruta 5 hacia el sur. Un par de horas más tarde llegaron a Paso de los Toros. Se detuvieron en el mismo parador que en el viaje de ida y pidieron algo de comer. Florencia fue hasta un puesto de revistas y compró un diario. -

¿Alguna novedad? – preguntó Andrés No se, lo compré para que el viaje se me haga más corto. Perdoname amor, pero extraño mucho a Juanita Ya lo sabía. No te preocupes que yo también la extraño. Prestame un poco el diario y ya nos vamos.

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Andrés tomó el diario y al mirarlo muy rápidamente de pronto se detuvo en la página policial y quedó como petrificado Uruguayo detenido por tráfico de armas Fue capturado en Brasil y en Uruguay estaba requerido Después de que un uruguayo fuera detenido en Brasil, donde se le acusó de ser uno de los principales en el tráfico de armas hacia ese país, efectivos de la Dirección de Investigaciones en Montevideo realizó un allanamiento es una casa de su propiedad. La policía de la ciudad de Rivera cumplió una orden expedida por el Juez encargado del juzgado de Crimen Organizado… Junto al artículo había una fotografía de una caja con pistolas adentro, perfectamente embaladas. Andrés identificó aquella caja con la que él había fotografiado en la Planta. Tomó su celular, mientras Florencia lo miraba asombrada. Él le hizo señas que ya le iba a explicar. - ¿Inspector Ramos?, Andrés Aguiar le habla…bien. Acabo de leer lo del contrabando de armas…las cajas en que se embalaban las armas se hacían en la Planta por orden de Felipe Pena…si, aunque le parezca mentira…yo tengo las fotos, pero en este momento estoy en Paso de los Toros, pero lo voy a llamar a mi abogado para que se comunique con usted y se las haga llegar…si, si, corto con usted y lo llamo. Gracias Ni bien hubo cortado la comunicación, marcó el número de Damián Vani - Damián, mirá yo estoy en Paso de los Toros…, después te explico, pero tengo algo más urgente. ¿Viste el asunto del contrabando de armas?...bueno las cajas de las que te di las fotos, son donde iban embaladas…si, las mandaba hacer Felipe Pena…por favor comunicate con el Inspector Ramos de investigaciones y pasale las fotos. Te paso el número…pero hacelo enseguida, no sea que estos se rajen. Un abrazo Damián, más tarde te llamo - ¿Andrés, por Dios? ¿Qué pasó? – dijo Florencia que veía a Andrés totalmente alterado.

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Dejame que tome aire y te explico. No podés imaginarte la emoción que tengo Tranquilizate que te va a dar algo. Tomá el refresco y me contás Florencia, ¡acabamos con los Pena! ¿Cómo? – dijo ella con los ojos llenos de lágrimas al ver la emoción de Andrés Cuando comenzaron todos los problemas en la Planta, con la ida de tu padre y el acoso de Felipe, descubrí que en la Planta se armaban unos embalajes muy extraños. Yo supuse que se trataba de algo raro porque Felipe hacía quedar a personal fuera de hora, a mis espaldas, para que armaran las cajas y, entonces, una mañana que llegué muy temprano, les saqué varias fotos. Esos embalajes son estos, los que están en la foto del diario. ¡Mi amor!, no puedo creer que te hayas guardado todo esto tú solo. ¿Por qué no me lo contaste? Porque cuando nos vinimos con mis padres, creí que ya no tenía esperanzas de descubrir qué había pasado. Pero entonces papá sabía de qué se trataba y por eso se fue. Supongo que si. No le encuentro otra explicación. Quizá él se opuso y le amenazaron contigo y con Juanita. Pero, ¿por qué no nos dijo nada? No se, amor, pero estoy tan feliz. Vámonos así llegamos pronto a casa.

Luego de pagar, se subieron al Corolla y partieron. Hacía mucho calor por lo que Andrés encendió el aire acondicionado. -

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Florencia estuvo un rato en silencio y luego dijo. Todavía no lo puedo creer. Esas basuras. Tenían que ser unos delincuentes. Pero, ¿sabés?, estoy muy enojada con mi padre. ¿Por qué? ¡Porque te largó con todo sin decirte nada! ¡Puso en riesgo hasta la vida de su nieta!

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Está bien Florencia, no te enojes ahora. Vamos a disfrutar que hemos podido vencer. ¿Cuándo vas a llamar para saber que pasó? Cuando lleguemos lo llamo al Inspector

Llegaron a la casa entrada la noche. A pesar que eran las 9 de la noche, Juanita estaba levantada. Cuando vio a sus padres salió corriendo. Florencia la abrazó y la besaba continuamente. Luego Andrés las abrazó a las dos. - Paola. ¿cómo se portó? – preguntó Florencia. - Muy bien, recién, hace un rato comenzó a preguntar por ustedes y yo le estaba diciendo que ya llegaban, cuando escuché el auto. ¿Cómo les fue? - Muy bien – dijo Andrés – con mucho calor, pero todo lo que vimos, fantástico - Andrés – dijo Florencia – ¿vas a llamar al Inspector? - ¿Pasó algo? – preguntó Paola En ese momento entraron Roberto y Rosario. Les dieron un beso a los dos y Florencia les dijo - Vengan, vamos a la cocina mientras Andrés hace una llamada, y les cuento que pasó. Fueron y se sentaron en la antecocina. Florencia saludó con un abrazo y un beso a Emilia y, entonces se puso a contarles. Andrés tomó el teléfono y llamó al Inspector Ramos - ¿Inspector?, Aguiar otra vez…perdóneme que lo moleste pero ¿tiene alguna novedad?... ¡no me diga!...y ¿lo procesarán?... no sabe cuánto le agradezco Inspector…llámeme por cualquier cosa. Cuando Andrés entró en la cocina, todos quedaron mirándolo - ¿Qué pasó? – dijo Florencia - Los detuvieron a los dos y lo más probable es que los procese por contrabando de armas. 301


Florencia saltó de la silla y lo abrazó a Andrés llorando. - Yo sabía que no podía quedar impune todo lo que te hicieron. - ¡Qué bien hicieron en venirse para acá! – dijo Rosario. - Ya lo creo, mamá. Tú y papá fueron nuestra salvación – dijo Andrés – A ver papá andá y serví algo. Hay que festejar.

VARIAS SEMANAS MÁS TARDE Eran las 10 de la mañana y sonó el teléfono de Florencia - Hola mami, qué raro llamando a esta hora. ¿Te pasó algo? - No, Flo, anoche volvió tu padre y quiere hablar con ustedes - Mirá mami, yo sé que tú no tenés nada que ver, pero yo no quiero hablar con papá. Tú sabés que él traicionó a Andrés y eso, para mí, es como si me hubiera traicionado a mí. Además puso en peligro la vida de su propia nieta. ¿Te das cuenta por qué no puedo ni quiero hablar con él? - Ya se Flo, entiendo tu enojo, pero tu padre quiere disculparse con ustedes. Además. Por lo que me dijo, quiere ofrecerle la Presidencia de la Empresa a Andrés. - Mirá. Andrés no está en casa ahora. Yo solo le voy a decir, cuando venga, que lo llame. En cuanto a ese ofrecimiento, es Andrés el que tendrá que decidir. Yo no le voy a contar nada. Además decile a papá que acá no es bien recibido. Que, por lo menos respete eso, que no tenga que echarlo de mi casa. - Ay, Flo, ¡qué situación! - Nosotros no la creamos. - Ya sé mi amor. Un beso a Juanita y a Andrés y tú recordá que te quiero mucho - Un beso mami.

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Cuando cortó la comunicación, Florencia estaba colorada de rabia. Luego se fue calmando. Sabía que lo que había dicho era toda la verdad. Se fue al jardín con Juanita y se metió en la piscina. Cuando escuchó que llegaba Andrés, salió a recibirlo. Lo abrazó muy fuerte y le dijo - Llamó mamá. Dice que papá volvió y quiere hablar contigo. Llamalo mientras cambio a Juanita así almorzamos. Andrés se fue al living para hablar tranquilo. Era una situación difícil porque involucraba a Florencia. Él no quería hacer nada que la entristeciera pero tampoco podía ceder después de todo lo pasado. Media hora más tarde apareció Andrés en la antecocina. Cuando lo vio venir, Emilia se fue muy disimuladamente. Florencia lo miró como preguntando que había pasado. - Mi amor, dame tus manos – dijo Andrés – quizás lo que te diga ahora sea nuestra primera discusión, pero pienso de esta manera y no puedo cambiar. Florencia, muy seria - Decime Andrés - Tu padre me ofreció la Presidencia de la Empresa - ¿Y qué le dijiste? - Que no la iba aceptar bajo ningún concepto. Que mi vida junto a ti la quería desarrollar aquí, donde somos muy felices. Florencia se paró y se le tiró encima - Te quiero, te quiero, te quiero – dijo – seguís siendo el mismo hombre divino que conocí. - Pero, ¿no te enoja mi decisión? - Es la que yo esperaba, la que yo deseaba, pero no quería influir en tu decisión. Los dos se abrazaron, mientras Juanita estiraba los brazos para que la alzaran y pudiera participar de la felicidad de sus padres. 303


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