DOS HERMANOS - UNA VIDA

Page 1


2


DOS HERMANOS – UNA VIDA

DOS HERMANOS – UNA VIDA Prof. Alberto Enrique Viana Reyes

ISBN 978-9974-99-009-8

3


4


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Dedicado a mi esposa, a mis cuatro hijos y a mis tres nietos

5


6


DOS HERMANOS – UNA VIDA

ÍNDICE CAPÍTULO I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX XXI XXII

PÁGINA 9 23 33 43 61 73 83 99 107 123 133 149 165 171 179 187 198 215 241 255 259 263

7


8


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPÍTULO I

Julia y Esteban se habían conocido siendo compañeros de clase en el liceo. Sin pensarlo se enamoraron uno del otro. Comenzaron a estudiar juntos. Sus compañeros les decían que eran inseparables. Ellos vivían, junto a sus padres, en una ciudad del interior de Uruguay. A pesar de que la ciudad era una capital departamental, tenía solo 20.000 habitantes, por lo que se trataba de una ciudad tranquila donde, prácticamente, toda la gente se conocía entre si. La madre de Julia era enfermera del hospital y su padre, empleado del municipio de la ciudad. Si bien no tenían dinero, podían vivir cómodamente teniendo casa propia. Económicamente, vivían en forma desahogada pero no podían darse grandes lujos El padre de Esteban tenía una pequeña empresa constructora que se dedicaba, especialmente, a la construcción de viviendas. Sin embargo, en algún momento, participó de construcciones importantes tales como la del gimnasio de un club deportivo. La madre era ama de casa y se dedicaba al cuidado de sus hijos, Esteban, que era el mayor y Angélica que era cuatro años menor que Esteban.. Cuando los dos estaban cursando el sexto año del secundario, un día, al salir de clase, Julia le dijo a Esteban - Esteban, tenemos que hablar - Si – dijo él, algo extrañado por la seriedad de la expresión de Julia. - Creo que lo que hay entre nosotros es en serio, ¿no? A Esteban no le llamó la atención la manera de expresarse de Julia ya que siempre se comportaba de la misma manera y era una de las tantas cosas que lo maravillaban. - Si, mi amor – dijo Esteban algo temeroso. - No, no te preocupes – dijo ella al ver la cara de Esteban – lo que pasa es que quiero que nuestra relación sea más formal - Decime como 9


-

-

-

Mirá, hasta ahora nos hemos comportado como dos niños que juegan a estar enamorados, pero creo que sería momento que fueras a casa, conozcas a mis padres. Está bien. Yo te amo, tú lo sabés bien, así que me parece una buena idea. ¿Qué te parece si mañana, sábado, en la tardecita, me vas a buscar a casa? – preguntó Julia. Bueno – dijo Esteban – pero ¿qué dirán tus padres? Ellos ya lo saben. Yo le conté a mamá, hace mucho, de lo nuestro y ella quedó encantada porque conoce a tu familia. Bueno, mañana voy por tu casa. Hay algo más – dijo Julia con la misma seriedad – tú sabés que yo quiero seguir enfermería como mamá. Si, lo se desde hace mucho – le respondió él Bueno, el asunto es que me voy a ir a Montevideo a estudiar. Se que eso puede separarnos – dijo Julia con lágrimas en los ojos. Él, tomándole la mano, le dijo Mirá Julia, yo nunca te cambiaría por nadie. No importa que estemos lejos uno del otro. Te amo – Esteban – creí que no podíamos seguir. No, al contrario, llevamos mucho tiempo compartiendo prácticamente todo, esto nos va hacer bien. Y tú, ¿qué vas a hacer? Voy a inscribirme en el curso de construcciones en la Escuela Técnica. De esa manera podré seguir el trabajo de papá.

Al día siguiente, Esteban fue hasta la casa de Julia. Ella lo recibió con una enorme sonrisa y le dio un abrazo Julia era una chica muy bonita, de tez muy blanca, rubia con el cabello con bucles que, muchas veces le caían sobre la frente. Ojos azules y con un muy lindo cuerpo, bien proporcionado. Medía 1,70 lo que la hacía más espigada. Esteban medía 1,80, tenía cuerpo fornido y musculoso. Eso lo había logrado trabajando en las obras de construcción junto a su padre y con la práctica de deportes. Tenía cabello castaño claro y ojos verdes. 10


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Julia lo hizo pasar a Esteban. Se notaban que se sentía feliz de recibirlo en la casa. Se sentaron, los dos, en un sillón de dos cuerpos que había en el pequeño living. Julia, a la que brillaban los ojos, le dijo - Esteban, dentro de un ratito viene mamá. ¿Qué querés tomar? - No, nada – dijo él algo cortado - En serio. Yo voy a tomar un refresco y te traigo uno para ti. Cuando Julia trajo los refrescos, junto a ella apareció su mamá. - Hola Esteban – le dijo dándole un beso – es una alegría que vengas a casa - Muchas gracias. Se lo debo a la invitación de Julia - Mira, muchacho, Julia sabe muy bien como eres tú, así que aquí serás siempre bienvenido. Y ahora me voy que tengo mucho que hacer. La mamá de Julia se despidió de Esteban con un beso. Cuando se fue, Julia lo abrazó y le dijo - Mi amor, ¡cómo te voy a extrañar! - Yo también – le contestó él dándole un beso muy prolongado. Al terminar los exámenes finales del último año del ciclo secundario, Julia y Esteban procuraron estar juntos la mayor parte del tiempo. Salían a caminar, tomados de la mano, todas las tardes. Si ella tenía que hacer mandados para su casa, siempre pasaba por la casa de Esteban ya sea para verlo un instante o para saber si podía acompañarla. Los dos tenían muy claro que, los siguientes años, cuando ella se fuera a estudiar a Montevideo, iban a ser una prueba muy dura para su relación. Aún cuando no lo dijeran, no podían asegurar que esa relación, que ellos consideraban imposible de deshacer, pudiera durar viviendo tan separados. El día que ella partió hacia Montevideo para comenzar los cursos, Esteban la acompañó hasta el ómnibus. Eran las 5 de la mañana y lloviznaba. Ambos permanecieron abrazados hasta que ella tuvo que subir al ómnibus. Esteban se quedó mirando para ver si la divisaba a través de las ventanas. Ella lo miró con los ojos llenos de lágrimas. 11


Recién cuando el ómnibus partió, Esteban se dio cuenta que estaba empapado por la lluvia. Le corrió un escalofrío por su cuerpo. Aquello había sido muy duro. Era la primera vez que se separaba de alguien a quien quería. Julia fue a vivir a casa de sus tíos en el barrio del Prado de Montevideo. Cuando se integró a la escuela de enfermería no tuvo inconvenientes en hacer amistad con sus compañeras. Su gran personalidad la hacía líder y por eso todas la buscaban como amiga. En los fines de semana, cuando tenía libre, siempre buscaba pretexto para salir a divertirse en pubs y boliches. Ella pensaba que se había adaptado rápidamente a la vida de una gran ciudad. En cada verano, cuando volvía a su ciudad, sentía que el único atractivo que tenía era ver a Esteban. Estando con él pasaba ratos muy agradables y sentía que realmente estaba enamorada. Esos cuatro años fueron muy desconcertantes para Julia, porque, por un lado estaba la atracción de Esteban y por otro el estudio, que la entusiasmaba mucho, y la libertad en una gran ciudad, podía hacer lo que quisiera sin control de los vecinos. Por el contrario, para Esteban, esos años había sido de gran sacrificio. Alternaba el trabajo con su padre con el estudio en la Escuela Técnica. Se agregó que, durante seis meses su padre no pudo trabajar por un accidente en una obra. Eso lo obligó a Esteban a hacerse cargo del mantenimiento de la economía de la casa. Él compartía la alegría de Julia cuando volvía en sus vacaciones, pero notaba que estaba realmente cambiada. A veces, cuando la veía se cuestionaba: “¿Seguirá enamorada de mi? ¿Es posible que esta mujer tan bonita y desenvuelta me quiera como su esposo?” Pasaron los cuatro años y Julia volvió a su ciudad con el título de auxiliar de enfermería. Se sentía realmente muy contenta y sus padres muy orgullosa de ella.

12


DOS HERMANOS – UNA VIDA

La noche que volvió, sus padres decidieron hacer una fiesta a la que invitaron a todos sus ex compañeros de clase. Esteban no se separaba de ella, como temiendo que se la quitaran. La fiesta se prolongó hasta la madrugada. Luego de transcurrido todo ese tiempo, Esteban estaba al frente de la pequeña empresa de construcciones de su padre, lo que le había dado una cierta independencia económica. Su hermana Angélica se había ido a estudiar Economía en Montevideo y, de acuerdo a lo que ella decía le iba muy bien. Se había ennoviado con un compañero de clase que, según ella, era de una familia de muy buena posición. Con el apoyo de la madre, Julia consiguió un puesto de auxiliar de enfermería en el hospital local. Allí ella sentía que había acertado en la vocación. Le agradaba mucho el grupo de personas que trabajaban con ella, ya que algunas la conocían desde pequeña. Una tarde, cuando salía de la guardia, Esteban la fue a

buscar. - Hola, amor, ¡qué linda sorpresa! – dijo ella dándole un beso apasionado - Te vine a buscar porque estoy solo en casa. Mamá y papá se fueron a visitar a Angélica a Montevideo y se me ocurrió que podríamos ir para casa. - Ay, Esteban, me encanta la idea, pero, ¿qué digo en casa? - Mirá, decís que va a estar un rato conmigo y después yo te acompaño. Luego de pasar por casa de Julia, los dos se fueron tomados de la mano a casa de Esteban. Se sentaron en un sillón del living y comenzaron a hacerse caricias. Más tarde estaban los dos sin ropa, besándose apasionadamente y haciendo el amor. - Julia, ¡como te quiero!, quiero que nos casemos Ella no respondió y solo le dio un beso tan apasionado como al principio Los dos se sentían cada vez más cerca uno del otro y, en varias oportunidades, hablaron de la posibilidad de casarse.

13


Un mes después, estando Esteban en una obra, uno de los obreros le dijo - Esteban, está Julia que quiere hablar contigo A Esteban le llamó mucho la atención ya que Julia no era de ir a su trabajo. Cuando llegó a la calle, la encontró con una cara muy seria y los ojos llenos de lágrimas. - Julia, ¿qué pasó, mi amor? – preguntó Esteban - No te enojes pero, estoy embarazada Esteban la quedó mirando por un segundo pensando “¿cómo puede haber pasado si, teóricamente, nos cuidamos los dos? -

Pasado ese instante, la abrazó, besándola y riendo, le dijo Mi amor, ¡qué linda noticia!, casémonos enseguida ¿Estás seguro? – preguntó Julia temerosa. ¿Por qué no habría de estarlo? Te amo, me amás, ¿qué más podemos pedir? Tenía miedo que te enojaras – le contestó ella ya más repuesta.

Un mes más tarde, Julia y Esteban se casaron en una ceremonia muy sencilla. Fueron a vivir a la casa que Esteban hacia tiempo había terminado. Julia bromeaba con él - Decime, ¿cómo estabas tan seguro que te ibas a casar conmigo? - Ya lo sabía pero nunca pensé que tan pronto podríamos compartir todo lo nuestro. - Pero me voy a poner gorda y fea y me vas a dejar de querer - No amor, para mí seguirás, siempre, siendo la mujer de mi vida Siete meses más tarde nació un hermoso bebé, Américo La vida de Julia y Esteban se transformó completamente. A pesar que la madre de Julia la ayudaba, tenía mucho más trabajo pero, a medida que Américo iba creciendo, sus gracias sus primeras palabras, compensaban el trabajo. Américo tuvo una infancia muy feliz. Sus padres vivían pendientes de él, de que no le faltara nada, o consentían en todo.

14


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Sin embargo, a medida que iba creciendo, Américo se había vuelto caprichoso. Cuando se le ocurría algo, si no lo consentían, se ponía a llorar, a dar punta de pie y a tirar todo. -

En muchas oportunidades Esteban le decía a Julia No lo consientas. Tiene que aprender a tener límite No te preocupes – decía Julia – es chico todavía. Cuando comience a ir a la escuela ya va a tener esos límites

Cuando Américo cumplió 4 años, Angélica, la hermana de Esteban, había venido de visita y les dijo - No se preocupen por la fiesta de cumpleaños, yo me encargo. - Nosotros podemos hacernos cargo – le dijo Julia de mala manera. - Bueno, pero dejame que sea mi regalo – le contestó Angélica dejando pasar el tono de Julia. Durante la fiesta de cumpleaños, Américo preguntó - ¿Y cuándo vienen los payasos? - Hoy no hay payasos – le dijo Angélica Fueron suficientes las palabras de Angélica para que Américo se pusiera a llorar y a protestar contra su tía. - ¡La tía es mala! – le decía a su madre – no quiso que hubiera payasos. - Pero Mico – trataba de consolarlo Angélica – están todos tus amiguitos. En ese momento, intervino Julia y, dirigiéndose a Angélica, le dijo - Mejor te vas, porque el pobre Mico no entiende que no le hayas hecho el gusto. - Pero Julia – dijo Esteban – ¿estás echando a mi hermana? - Si, que no se meta en nuestras vidas – dijo Julia mientras tenía en sus brazos a Américo. Este enfrentamiento entre las cuñadas no era nuevo. Julia estaba muy celosa de lo que Angélica había logrado. Se había recibido de Contadora, estaba ennoviada con un chico de alta sociedad de Montevideo, también Contador y tenía, junto con él, un estudio contable. Solo el que, cada vez que Angélica venía a visitarlos lo hiciera en su automóvil, ponía de muy mal humor a Julia. 15


En esos años, varias veces, Julia o Esteban, debieron concurrir a la escuela llamados por la maestra o por la directora. Había un problema muy serio en el comportamiento de Américo por peleas con sus compañeros, por pegarle a las chicas o hacer cosas inapropiadas. Al comenzar a cursar primer año de primaria, un chico más grande que él le pegó. Julia fue muy enojada a habar con la directora de la escuela pero ella, que la conocía muy bien, le dijo - Estoy de acuerdo, Julia, con que el otro chico estuvo mal. Ya le pusimos una sanción, pero ten en cuenta que esto es lo que ha sembrado tu hijo a lo largo del año anterior. - Pero Mico – dijo Julia – siempre ha sido un chico muy bueno, me extraña que me digas eso. - ¡Julia!, por favor – le dijo la directora – ¿quieres que traiga los antecedentes? ¿Cuántas veces tuvieron que venir tú o Esteban por los problemas de Américo. Te aconsejo que le hables o, en último caso, lo hagas ver con un especialista. - ¡¿Ahora me decís que mi hijo no es normal?! – dijo Julia. - No, no es eso, pero cuídalo. Ahora es muy chico y puedes encarrilarlo. Luego de saludar a la directora, Julia salió de la escuela en un estado de furia que no se podía contener. Américo le preguntó - ¿Ese nene me va a seguir pegando? - No, mi amor, ese nene es malo. Tenés que tratar de no juntarte con él. Hacia fin de año, cuando Américo estaba cursando el primer año de escuela primaria, hace 25 años, Julia lo llamó y le dijo - Tengo una noticia para darte - ¿Me vas a regalar algo? – contestó él con cara de alegría - No, no es un regalo – le contestó Julia – dentro de muy poco vas a tener un hermanito - ¿Si? – dijo él con decepción - Si, y vas a poder jugar con él. A partir del nacimiento de Rodolfo, la vida de Américo cambió. Ya había dejado de ser el “rey” de la casa. Sentía que Rodolfo le había usurpado esa posición. Comenzó, entonces, una agresión muy sutil y callada hacia su hermano menor. 16


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Cuando Américo iba a salir a pasear con sus amigos, Julia le decía - Mico, ¿por qué no llevas a Fito? - No, mamá, lo único que hace es molestar y no hace caso. Al comenzar la escuela, Rodolfo se negaba a que Américo lo llevara. Un día Esteban le preguntó - Fito, ¿por qué no querés ir con Mico a la escuela? - Porque Mico me trata mal, se ríe de mí, me dice que soy retrasado mental porque soy grande y recién estoy en primero. Américo, que estaba presente, le contestó, a gritos - ¡Papá, es un mentiroso!, lo que pasa es que nunca me hace caso. - Bueno Mico – dijo Esteban – primero no grites y, a partir de ahora lo voy a llevar yo. Rodolfo disfrutaba de las 4 horas que pasaba en ella, porque podía alternar con otros chicos, lejos de la estricta disciplina que le imponía su madre. Desde que cursaba primer año se destacó por su inteligencia y su iniciativa para interpretar problemas. La decepción más grande de Rodolfo era al llegar los fines de semana. Sus compañeros de clase lo invitaban a ir a jugar al fútbol. -

-

En más de una oportunidad, él le dijo a su madre Mamá, me invitaron a ir al parque a jugar al fútbol Fito – le contestaba su mamá – sabés que no quiero que andes en la calle. Es muy peligroso. Pero mamá, Américo y otros chiquilines van y sus padres no les dicen nada. Mico es grande y sabe cuidarse y con respecto a tus otros compañeros, ese es un problema de los otros padres. Aquí en casa es diferente. Mamá – dijo Rodolfo enojado y gritando – eres mala, solo preferís a Mico. Mirá lo que ganaste. Este fin de semana te quedás sin mirar tele y vas a tener que ayudar a tu padre con las plantaciones.

17


Él se fue para su cuarto y se encerró dando un portazo. Detrás de él, apareció su padre. Rodolfo no se había dado cuenta que ya había llegado de trabajar. Cuando lo vio, se paró y quedó con la cabeza baja - Dígame, jovencito, ¿qué es eso de andar golpeando puertas? - Es que mamá no me deja ir a jugar al futbol con mis amigos – dijo Rodolfo en voz baja. - Mirá, lo que diga tu madre es palabra santa. Aquí no se discute y la próxima que salgas con alguna de esas, te las va ver conmigo. Así fue que llegó al 6° año de Primaria, siempre con las mejores notas. Sus compañeros lo admiraban pero, al mismo tiempo decían que era raro. Nunca quería ir a jugar con ellos los fines de semana. En los recreos en la escuela, lo dejaban de lado y, si alguna vez lo dejaban jugar con ellos al fútbol, lo ponían en el arco obligándolo a tirarse al piso para tomar la pelota. Rodolfo era conciente que, al llegar a su casa con toda la túnica sucia, se iba a ligar un rezongo de la madre, pero la satisfacción de jugar con sus compañeros, le hacía olvidar eso. La rivalidad entre los hermanos se vio de manera más notoria cuando una tarde, estando los dos con Esteban, llegó Julia llorando. - Mamá ¿qué te pasó – le preguntó Esteban - Decile a los chicos que se vayan al cuarto – dijo ella entre sollozos abrazándose de Esteban - Mico, Fito, vayan para su cuarto y se quedan allí hasta que los llame – dijo Esteban con voz autoritaria. -

Dirigiéndose a Julia, que seguía abrazado a él, le dijo Bueno, contame que te pasó.

Con la voz entrecortada por los sollozos, Julia le comenzó a contar - ¿Te acordás del doctor Matías Fisca? - Si, el médico que viene todos los miércoles – le contestó Esteban – ¿qué pasó? Julia demoró en responder, ahogada por el llanto. 18


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

Esperá, te traigo un vaso de agua y te tranquilizás así me podés contar. Así lo hizo. Julia tomó un sorbo de agua Nos avisaron que hoy, cuando retornaba a Montevideo en su auto, chocó de frente con un camión y murió – contó Julia rompiendo en un llanto desconsolado. ¡Qué horrible! – dijo Esteban que no entendía bien el disgusto tan grande de su esposa. Lo que pasa – dijo Julia – es que hasta hace un rato, estuve trabajando con él atendiendo a sus pacientes. Está bien, quedate aquí a mi lado y así te tranquilizás

Mientras ello sucedía entre Julia y Esteban, en el cuarto, se había desatado una verdadera batalla entre los dos hermanos. Américo, queriendo asustarlo a Rodolfo, lo quería desnudar y tocarle los genitales. Rodolfo se defendió como pudo hasta que tomó el mango de una caña de pescar y le pegó con él en la cabeza a Américo. Este gritó de dolor. Le comenzó a sangrar una herida en la cabeza. Julia y Esteban fueron corriendo a la habitación. Cuando entraron no podía creer lo que vieron. Américo tirado en el piso con la cabeza sangrando y Rodolfo arrinconado manteniendo aún el mango en sus manos. -

Julia, siendo Nurse, atendió enseguida a Américo y dijo Tengo que llevarlo al hospital. Tú quedate con Fito y tratá de averiguar que pasó Esperá que llamo al vecino que te lleve en el auto.

Mientras llegaban al hospital, Julia le había efectuado una primera curación y le parecía que no se trataba de una herida profunda. A pesar que Rodolfo era menor que Américo, había desarrollado un buen físico pero seguía siendo un niño y estaba llorando, verdaderamente asustado. Después que Julia se fue con Américo hacia el hospital, Esteban se sentó en una de las camas y dirigiéndose a Rodolfo - Fito, vení, dejá de llorar y me vas a contar que pasó. ¿Te fijaste lo que le hiciste a tu hermano? 19


-

¿Me vas a pegar? – fue lo único que preguntó Rodolfo antes de acercarse a su padre. No, no es pegando que se resuelven los problemas. Ahora me vas a contar que fue lo que pasó – le contestó Esteban Es muy feo y no me gustó lo que me quería hacer Américo – explicó Rodolfo con vergüenza Contame, soy tu padre, no importa que haya sido, quiero que me cuentes. Quería – dijo Rodolfo llorando – desnudarme y tocarme el pirulín y me dijo que él iba a hacer lo mismo.

Cuando terminó de contarle lo sucedido a su padre, este lo abrazó y se quedó callado. La realidad era que no sabía como podía salir de aquella situación. - Mirá Fito, dijo, ahora vamos a comer algo, a tomar unas mantas de aquí y te acostás en el sillón del living. Vas a dormir allá. Si viene mamá, no te levantes, aunque estés despierto, no mires. Yo lo voy a hablar con mamá. Andá al baño y ponete en pijama. - Si papá – dijo Rodolfo con la cara colorada y llena de lágrimas. Rodolfo volvió del baño, ya cambiado, comió unas empanadas y, tal como se lo había indicado su padre, se acostó y se tapó. Esteban se puso a pensar “Que difícil es esta relación entre los dos hermanos. ¡Qué será que los tiene tan separados? Además, me voy a tener que armar de paciencia y valor para contarle la verdad a Julia. No creo que vaya a aceptarla.” -

Sobre las once de la noche volvieron Julia y Américo. ¿Cómo está? – preguntó Esteban Por suerte, bien. Solo fue un rasguño – le contestó Julia – ¿pudiste preguntarle a Fito que fue lo que pasó? Si, y me contó Tuviste más suerte, Mico no quiso contarme nada. Dijo que solo estaban jugando. Bueno. Le dije a Fito que se acostara en el living para evitar problemas – le contó Esteban – vamos para el cuarto. Mico – dijo Julia – comé algo y te acostás.

20


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Julia y Esteban se fueron a su dormitorio. Se sentaron juntos en la cama. Él la abrazó. - Todavía no puedo reponerme de la muerte de Matías y encima pasa esto entre Mico y Fito – dijo Julia mientras se le caían las lágrimas. - Te entiendo, pero era solo un compañero de trabajo – justificó Esteban - Si, pero no sabés lo difícil que fue ir al hospital. Todos estaban muy afligidos. - Está bien, puedes desahogarte conmigo, pero tenemos que enfrentar la relación entre Fito y Mico. - ¿Qué pasa entre ellos? – preguntó Julia - Tú sabés que a Mico nunca le hizo gracia la llegada de Fito. Es más, en alguna oportunidad yo mismo he visto como Mico le hacía burla o se reía de él. - ¡Son cosas de chicos! – dijo Julia casi gritando - No estoy atacando a Mico, que se que es tu preferido, pero es semejante pelotudo que no puede aprovecharse del hermano que es más chico. - Tú sabés que Mico es muy bueno – dijo Julia – incapaz de hacerle daño al hermano - En estas condiciones y contigo tan sensible como estás hoy no creo que debamos discutirlo. - No, no, pero me vas a contar que historia te dijo Fito – dijo Julia en tono imperativo. - Según me contó, y lo hizo entre lágrimas, Mico quiso desnudarlo y tocarle los genitales, diciéndole que lo mismo iba a hacer él. En ese momento, Fito tomó un mango de una caña de pescar y le pegó. - ¿Y tú le creíste el cuento? – preguntó Julia - Parecía sincero cuando me lo dijo - Mirá, vamos a ponerle una penitencia a Fito y veremos que hacemos con Mico. - Está bien. Vamos a descansar, ahora - No. Me voy a cambiar y vamos con Beatriz en su auto al velorio de Matías. - ¡Estás loca! ¿A esta hora van a viajar a Montevideo? – preguntó indignado Esteban - Mirá, te guste o no me voy. 21


Julia se vistió y se fue. Esteban quedó sentado en la cama pensando “¿Julia se enloqueció? No puede ser que por la muerte de un desconocido haga tal disparate.” Se alzó de hombros, se fue al baño y, luego, se acostó.

22


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO II

Rodolfo llegó al 6° año de Primaria, siempre con las mejores notas. Sus compañeros lo admiraban pero, al mismo tiempo decían que era raro. Nunca quería ir a jugar con ellos los fines de semana. Fue en esa época, cuando había cumplido los 12 años, que comenzaron a despertarse sus deseos sexuales. María, una compañera de clase de 6° año, era una chica que parecía mayor que los demás. Era baja, y tenía desarrollados abundantes senos para su edad. Rodolfo la miraba porque le llamaba la atención, no porque fuera bonita, sino pos esos senos tan prominentes Como Rodolfo era el más adelantado del grupo, María, en varias oportunidades, le pidió que la ayudara con las tareas en clase. Para ello se sentaba al lado de él y no cesaba de rozarlo con aquellos prominentes senos. Aquello excitaba enormemente a Rodolfo. Más de una vez estuvo tentado a tocarlos pero no se animó. -

Una mañana, a la hora del recreo, María le dijo a Rodolfo. ¿No te quedás a ayudarme a terminar los deberes que no pude en casa? Si – dijo él. Bueno – dijo María – cuando todos se vayan todos al recreo me ayudás.

Una vez que todos los alumnos y la maestra salieron del salón, María vino hasta el banco donde estaba Rodolfo. Lo tomó de la mano. - Vení – le dijo María. - A donde – le respondió Rodolfo. - Atrás de aquel mueble de la esquina que quiero mostrarte algo. Lo arrastró a Rodolfo hasta donde ella decía y cuando estuvieron escondidos, ella se desprendió la túnica y una camisa que llevaba debajo y le mostró aquellos senos voluminosos. 23


Rodolfo no sabía si salir corriendo o quedarse. Ella le tomó una mano se la pasó acariciando los senos mientras con la otra tomaba los genitales de él. Rodolfo quería salir corriendo. “Si nos agarran aquí nos echan de la escuela y en casa me matan”, pensó. Se soltó y antes de poder salir del escondite, ella le dijo, levantándose la pollera - Mañana hacemos lo mismo pero más completo. Él salió hacia el patio casi sin aliento. Trató de tranquilizarse para que nadie notara lo que le había pasado. Dio gracias a que todos estaban en sus juegos y nadie vio que él estaba allí. Cuando estuvieron en clase, después del recreo, Rodolfo estaba distraído, tanto que la maestra le preguntó que le pasaba. Cuando la maestra se lo dijo por segunda vez, Rodolfo se puso colorado y le contestó - No me siento bien, maestra. - ¿Quieres salir del salón? - No, no. Durante el resto de la clase, trató de no mirar a ninguno de sus compañeros. Como María se sentaba atrás no la veía, pero si veía a Mabel, la chica de la que él estaba enamorado. Mabel era una chica delgada, bonita de cara y cuerpo muy infantil. Siempre andaba con su túnica impecable y el cabello castaño claro atado atrás. Tenía unos enormes ojos castaños oscuros que contrastaban con lo blanco de su piel. Los dos padres de Mabel eran profesionales. Él era escribano y ella abogaba. Vivían en una preciosa casa, cerca de la escuela. Rodolfo y Mabel fueron compañeros de escuela desde el primer año por lo que, entre ellos, había una amistad que se había formado a través del tiempo. Sin embargo, Rodolfo nunca se animó a decirle nada de lo que sentía por ella ahora. La gran diferencia social y económica hacía que él pensara en que se había trasformado en su amor imposible.

24


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Cuando Rodolfo volvió a su casa después del incidente con María, estaba nervioso y preocupado. Pensaba “¿y si alguien nos vio? Seguro que se lo cuentan a la maestra y ella a la directora. Me enviarían a un reformatorio después de recibir una paliza de mi padre. ¿Qué puedo hacer?” La madre, que hacía un rato había vuelto del hospital, les sirvió la comida. Tal era la preocupación de Rodolfo que no tenía ganas de comer. A pesar de ello, trató que su mamá no lo notara pero sentía que, en cualquier momento, podía vomitar todo lo que estaba comiendo. Julia, como una buena madre, notó el desgano de Rodolfo, cosa rara en él que siempre estaba dispuesto a comer todo porque, según decía, ir a la escuela le daba hambre. -

Fito, ¿qué te pasa? ¿Te sentís mal? – le preguntó Julia Si, mamá, no tengo hambre y tengo todo el estómago revuelto. ¿Comiste alguna porquería en la escuela? – le preguntó ella No mamá, solo la manzana que me diste. Mirá, vení para el cuarto que te reviso y si encuentro algo raro, nos vamos al hospital.

Rodolfo y su mamá se fueron al dormitorio del matrimonio y Julia lo hizo recostar en la cama. Con la experiencia de Nurse que tenía, lo revisó por miedo a una apendicitis. Lo palpó y no notó nada anormal. - Mirá Fito, mejor que no comas nada – le dijo su madre - Si mamá - Contame, ¿no te pasó nada raro en la escuela? - No mamá, me empecé a sentir mal cuando venía. - Bueno, descansá un rato y si seguís así nos vamos al hospital que te vea un médico. “¿Qué hago?”, pensó Rodolfo. “Si se lo cuento a la vieja me va a cagar a palos. Voy a tratar de contárselo a papá” Esperando que llegara su padre, se quedó dormido. Más tarde se levantó. Su madre había salido a hacer compras porque esa noche tenía guardia en el hospital. A las 6 de la tarde llegó su padre. - Fito, ¿Qué hacés? – le preguntó. 25


-

Nada papá Haceme un favor, prepará un mate mientras me doy un baño

Rodolfo preparó el mate y se fue para la quinta en el fondo de la casa. - Está lindo para tomar mate aquí – dijo el padre. - Si, papá, además te quiero contar algo que me pasó en la escuela porque no me animé a contárselo a mamá - Vamos a ver ¿Qué pasó? – dijo Esteban que era un hombre tranquilo y que sabía escuchar - ¿Te acordás de María Hernández, la hija de José? – preguntó Rodolfo - Si – le respondió el padre – ¡cómo se ha desarrollado esa niña! Pero, ¿es mayor que tú? - Creo que si, pero está en mi clase porque me parece que repitió algún año. - Bueno – dijo Esteban – contame que pasó - Mirá, me da mucha vergüenza, pero te lo tengo que contar. Sabés que yo ayudo a muchos compañeros de clase, incluida ella. Hoy, antes de recreo me pidió si podía quedarme a ayudarla con los deberes. Le dije que si. Cuando estábamos sentados en el banco, se paró, me agarró de la mano y me arrastró hacia detrás de un ropero que hay en el salón. Cuando estábamos allí se abrió la túnica y la camisa y me tomó una mano para que le acariciara las tetas mientras con la otra mano me agarraba el pito. - Pará, pará. ¿Qué hiciste tú entonces? – preguntó el padre - Me solté como pude y salí corriendo al patio, mientras ella se levantaba la pollera y me decía, “mañana te doy más” Rodolfo estaba colorado y con lágrimas en los ojos. El padre lo convidó con un mate y le dijo - Mirá Fito. Esa chiquilina debe andar caliente contigo y te quiere comprometer. Sabe que eres de buena familia y como tenemos casa, deben creer que tenemos plata. A ti te explicaron en la escuela, las relaciones sexuales entre hombre y mujer. En eso hay que andar con mucho cuidado y más a tu edad. Tratá de separarte de ella. No le hagas caso. Hacé de cuenta que no pasó nada. - ¿Y si me sigue buscando? – preguntó Rodolfo 26


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

Si no le hacés caso, se le va a pasar. Quedate tranquilo. Otra cosa: hiciste bien en no decírselo a mamá. Yo veo como se lo cuento, si se da la oportunidad. Gracias papá – dijo Rodolfo dándole un beso. Un rato después, Julia se asomó a la puerta de la cocina Ustedes dos, ¿se van a quedar sin hacer nada? Hoy les toca cocinar porque me tengo que ir al hospital. Está bien mamá – dijo Esteban – ya vamos para allí. Andá tranquila que nos hacemos cargo.

Los siguientes días de clase habían sido complicados para Rodolfo. Trataba, en lo posible, de no encontrarse con María, a pesar que ella lo seguí buscando. Rodolfo recordaba las palabras de se padre: “Si no le hacés caso, se le va a pasar” No quería que, además, Mabel, de quien creía estar enamorado, se diera cuenta de que María lo buscaba. En más de una oportunidad, mientras él conversaba con Mabel de lo que estaban estudiando, María se acercaba para ver si podía interferir. Entre la tirantez que existía entre los dos hermanos y el mal humos de Julia, Esteban trataba de conciliar para ver de poder convivir sin dificultades Llegó la fiesta de fin de cursos en la escuela. Rodolfo estaba feliz porque iba a iniciar una nueva etapa: el liceo. Ya a esa altura, y a pesar de sus 12 años, era un chico alto de muy buen físico, rubio y ojos azules. El día de la fiesta, después de toda ceremonia, se organizó un baile. Todos se habían quitado las túnicas. Las chicas compañeras de él y de otras clases, lo miraban como invitándolo a bailar, pero él solo tenía ojos para Mabel. Ella tenía un vestido de color rosa, con un pequeño escote y un cinturón muy fino y unas chatitas grises

27


Rodolfo se quedó mirándola mientras los demás se divertían con la música hasta que, en un momento, Mabel vino hacia él y, con esa voz que él adoraba, le preguntó - Fito, ¿por qué no bailás? Cuando él le iba a contestar, ella lo tomó de la mano y lo llevó hasta donde estaban todos. A él le parecía mentira tener una mano de ella entre sus manos y sentirla que lo miraba. Así estuvieron divirtiéndose por un largo rato hasta que ella dijo. -

-

En cierto momento, Mabel le preguntó. ¿Qué vas a hacer en las vacaciones? Nada, en realidad, en las vacaciones ayudo a papá en la quinta porque mamá trabaja y ¿tú? Seguramente nos vamos a Montevideo a ver a mis abuelos y después nos iremos a alguna playa del este. ¿Volvés cuando empiece el liceo? – preguntó él No, vuelvo antes, pero el liceo lo voy a hacer en Montevideo Entonces no nos vamos a ver – dijo Rodolfo con un hilo de voz Bueno, cuando tenga vacaciones vendré porque mis papis seguirán viviendo aquí. ¿Y te vas a adaptar a vivir en Montevideo? Si, porque allá están mis abuelos y voy muy seguido. Mirá, mi mamá me vino a buscar – le dijo ella Si, yo también tengo que irme – le contestó Rodolfo Ella le dio un beso en la mejilla y le dijo Que tengas lindas vacaciones y ojalá podamos vernos pronto Gracias – le contestó Rodolfo que había quedado como petrificado con la noticia de no volver a ver a Mabel.

En esos días, Julia pasaba muy nerviosa, preocupada por el resultado de los exámenes que tenía que rendir Américo para terminar el segundo ciclo secundario. Él, como era más inteligente que estudioso, los pudo salvar sin inconvenientes y, fue así, que una tarde le dijo a su madre - Bueno, vieja, ahora terminé preparatorios. Tengo que ir a Montevideo para entrar en facultad.

28


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

Ay, Mico – dijo Julia – tenemos que ver como. Alojarse en Montevideo es caro y tú sabés que nosotros vivimos de mi sueldo y de lo que puede aportar tu padre. Pero es fácil – dijo él – le manguéas a la tía Angélica. Por lo que yo se, tienen una casa bárbara allá y guita no les falta. Bueno, lo voy a charlar con tu padre. Vamos a ver que opina porque te imaginarás que yo no me voy a rebajar a pedirle a tu tía. Tenés razón, vieja, que se mueva algo el boludo de Esteban ¡Américo!, no hables así – lo reprendió Julia Hablalo hoy mismo porque el tiempo se pasa volando. Ah, otra cosa, decile al imbécil de Fito que no se meta en el cuarto cuando yo estoy.

A las 5 y media de la tarde llegó Esteban de trabajar. En ese momento, Julia lo saludó tan fríamente como siempre y le dijo - Esteban, tenemos que resolver la ida de Mico a Montevideo. - Julia – le contestó él – ahora está complicado. Sabés que hay poco trabajo. ¿Pensaste cómo podemos hacer para pagar los gastos de alojamiento y todo lo demás? ¿Por qué no esperamos un poco y, mientras tanto, Mico hace algún curso aquí? - ¡No seas egoísta! ¡Querés estropearle la vida! – le gritó Julia - Bueno, calmate y decime si se te ocurrió alguna solución. - En realidad – dijo Julia – se le ocurrió a Mico. ¿Por qué no le decías a tu hermana que se haga cargo? Esteban se quedó mirándola y pensó: “Esta mujer está loca. ¿Con qué cara le pido a Angélica que se haga cargo de Mico? ¿Qué tranquilidad puedo tener yo de que este anormal no haga alguna cagada? -

Cuando reaccionó, un instante después, dijo Julia, ¿por qué no la llamás tú? Le podés explicar bien que es lo que querés. ¡Ni loca!, ¿yo rebajarme a pedirle un favor a tu hermanita? Pedíselo tú, es tu hijo. Bueno, me voy a bañar y después la llamo – contestó Esteban resignado.

29


Más tarde, Esteban tomó el teléfono, se encerró en el cuarto, y llamó a su hermana. Le daba vergüenza tener que pedir algo que, para él, era descabellado. - ¿Angélica?, Esteban - ¡Hermanito!, qué raro que me llamaste. ¿Pasó algo? - No, quedate tranquila, mirá en realidad es para pedirte algo, pero me da vergüenza. - No seas bobo, ¿qué es? - Sabés que Mico tiene que ir a Montevideo para ingresar en facultad y estamos buscando la manera de poder resolverlo. - Pero Esteban, ¿querés que me enoje contigo? Nosotros, Nacho y yo vivimos en una casa enorme. Hay espacio de sobra. Se puede quedar con nosotros. - Pero es una molestia – dijo Esteban – además no se como se puede arreglar Mico con el dinero que podamos darle. Tú bien sabés como es él. - No te preocupes. Que Mico venga para aquí. Por los gastos, después arreglaremos. Así que dalo por solucionado. Solo avisame cuando viaja. - No sabés el peso que me sacás de encima, Angélica, te quiero mucho. Un beso y dale saludos a Nacho. - Un beso para ti y para tu mujer y los chicos. Cuando Esteban salió del dormitorio, Julia lo estaba

esperando - Y, ¿qué te dijo tu hermanita? - Se mostró muy preocupada por ayudarnos. Dijo que Mico puede ir a vivir con ellos y que no nos preocupáramos por los gastos, que después hablaríamos. - ¡Vaya a saber con qué sale después! – dijo Julia - Julia – le dijo Esteban - ¿puedo saber que te pasa? Te noto de mal humor y siempre sales con respuestas inapropiadas. - Perdona, estoy muy cansada. Me voy recostar una rato A la semana siguiente, Américo viajó a Montevideo. Él sabía que era una nueva experiencia y tenía que proponerse salir adelante como fuera.

30


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Ese verano fue muy caluroso. Rodolfo se divertía jugando con la manguera de regar la quinta. Como su madre no le dejaba salir solo, aprovechaba a jugar en la quinta plantando alguna legumbres y jugando el resto. Desde que su hermano, Américo, había viajado a estudiar a Montevideo, él quedaba solo en su casa gran parte del día mientras sus padres trabajaban. De acuerdo a lo que le indicaba su madre, se hacía cargo de alguna de de las tareas como tender las camas, barrer y ordenar todas sus cosas. Los fines de semana y cuando su padre tuvo licencia, aprovechaban para irse juntos, en bicicleta, hasta un pequeño arroyo cercano a la ciudad. Allí con una pequeña caña de pescar y ercanando con lombrices obtenidas en la quinta, se dedicaban a intentar pescar. Lo único que lograban eran pequeñas mojarritas, pero era suficiente para pasar el día divertido. Cuando hacía mucho calor, se tiraban al agua en una parte llana del arroyo y su padre le enseñaba a nadar.

31


32


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPÍTULO III

Américo llegó a la terminal de ómnibus en Montevideo. Al bajar vio que su tía Angélica lo estaba esperando. - Hola Mico – dijo ella dándole un beso - ¿Cómo estás tía? - Bien, como ya ves, esperándote. Pero estás hecho un hombre. Américo era un muchacho alto, delgado, de cabello castaño oscuro y ojos verdes. Estaba vestido de jeans, camisa de manga corta, calzado deportivo y llevaba en la mano una campera. Fueron los dos caminado hasta el estacionamiento, llevando las dos valijas que traía él. Cuando llegaron al Astra de Angélica, Américo se quedó pensando: “¿Cómo ha hecho esta loca para tener ese auto? Seguramente es puta.” Angélica era una mujer de estatura mediana, tenía muy buen físico, destacándose su cintura pequeña. Tenía el cabello rubio, lacio y unos enormes ojos verdes. Su boca se destacaba cuando sonreía, por sus labios y sus dientes muy blancos. Su vestimenta era a la última moda y, a pesar de haber nacido en un hogar humilde, se destacaba por su elegancia y su gusto al vestir. -

Mico – dijo Angélica – antes de ir a casa vamos a buscar a Nacho al estudio. Si, no hay problema – le respondió él y pensó: “Voy a conocer a la máquina de hacer guita.”

Llegaron a un edificio muy lujoso. Angélica entró el auto en el garaje y subieron, el ascensor, hasta el sexto piso. Allí desembocaron en el estudio contable que ocupaba toda la planta. Había gran cantidad de gente trabajando. Se dirigieron hacia una oficina cuya puerta estaba cerrada. Angélica le preguntó a la secretaria - El contador, ¿está con gente? - No, contadora – dijo la chica – pase nomás. 33


Angélica y Américo entraron al escritorio de Ignacio. Era un espléndido escritorio, con ventanales, todo forrado en madera y con unos muebles de acuerdo a ese lujo. Sillones de cuero negro, escritorio de roble oscuro, etc. Ignacio se puso de pie - Hola mi amor – dijo dirigiéndose a Angélica y dándole un beso - Nacho – dijo ella – él es Américo, mi sobrino, que viene a quedarse con nosotros para estudiar en facultad. Ignacio era un hombre alto, delgado, con rasgos muy acentuados. Ojos castaños y cabellos negros, donde se podían ver algunas canas, a pesar de su joven edad. Siempre estaba muy bien vestido y siguiendo dictados de la moda. Era integrante una familia de muy buena posición económica. Su padre tenía una empresa de producción y ventas de artículos farmacéuticos, además de campos dedicados a la cría de ganado de raza. Ignacio era el Gerente General del laboratorio, además de compartir el estudio contable con Angélica. -

-

Bueno – dijo Ignacio – sabés que eres bienvenido a casa. Todo lo que necesites no tenés más que pedirlo. Acordate que un sobrino de Angélica, es sobrino mío. Gracias Ignacio – le contestó Américo impresionado por el recibimiento. Nacho – dijo Angélica - ¿demorás mucho?, porque quiero que Mico se instale en casa. No mi amor, vayan ustedes que en un rato voy y almorzamos juntos.

Un rato más tarde Américo y su tía llegaron a la casa donde vivía ella con Ignacio. Era suntuosa una casa en el bario de Carrasco. Carrasco es un barrio ubicado al este de la ciudad de Montevideo a unos 15 KM del centro. Se extiende sobre la costa del Río de la Plata. Es una zona residencial por excelencia, donde habita gran parte de la alta sociedad.

34


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Américo quedó asombrado porque la casa estaba rodeada de muros muy altos y su tía accionó un control remoto para abrir los portones por donde entraron el auto. Cuando Angélica bajó del auto, se acercó un hombre, bajito, canoso y ella le dijo - Felipe, él es mi sobrino que viene a vivir con nosotros. Poné sus cosas en el cuarto grande de huéspedes - Encantado joven – le respondió el hombre y prosiguió – Si señora ya tenemos todo pronto con Emilia. - Ah, por favor, avisale a Emilia que el señor viene a almorzar con nosotros. Mientras tanto, yo le muestro la casa a mi sobrino. - Si señora, quédese tranquila Américo escuchaba aquel diálogo y le parecía mentira estar con tanto lujo. Pensó: “tengo que ingeniarme para sacar la mayor cantidad de guita. A estos se les sale por las orejas.” Comenzaron, Américo y su tía, a recorrer aquella mansión. En la planta baja tenía dos livings con sillones de cuero de color verde inglés, un comedor con mesa para 12 personas, comedor diario con office, una sala de estar con un televisor de 52‟‟. Tres baños totalmente equipados. En la planta alta, 4 dormitorios todos es suite, con aire acondicionado y otra sala de estar con balcón hacia el jardín. En el jardín había una enorme piscina delante de una barbacoa y, un poco más atrás, el garaje para 4 autos. -

-

Tía – preguntó Américo - ¿para qué una casa tan grande?, les sobra espacio Si es cierto, lo que sucede que era la casa de los padres de Nacho y vivían sus hermanas. Ahora que ellas se casaron y se fueron a vivir al exterior, los padres se compraron un departamento en Pocitos y nos dejaron esta casa para nosotros. Yo le dije a Nacho que era una locura, pero el padre insistió en que viniéramos a vivir aquí. ¿Y quien se encarga de la limpieza? Además de Felipe y Emilia, hay dos chicas, Alicia y Alejandra que se encargan de acomodar la casa con la supervisión de Emilia. ¿Y viven acá? – preguntó Américo 35


-

-

Si, las habitaciones del personal están detrás de la barbacoa y tienen todas las comodidades. Ya vas a conocer a las chicas, son adorables. Ah, mirá, ahí llegó Nacho. Vení Mico que le digo a Felipe que te lleve hasta tu cuarto así te acomodás y después venís con nosotros. Si, tía – fue lo único que se le ocurrió decir a Américo.

Después que el mayordomo cerró la puerta, Américo se puso a observar el dormitorio. Aquello era como lo que él, alguna vez, había visto en revistas. Una gran cama de dos plazas, escritorio, sillones de cuero, televisor LCD de 32‟‟, aire acondicionado y una puerta ventanal que daba a un balcón con escalera al jardín, desde donde se apreciaba la piscina Después entró al baño. Era, según lo que apreció, tan grande como su habitación en casa de sus padres, todo equipado, con espejos y cosas que nunca había visto como un jacuzzi. Se sentó en la cama y se puso a pensar “yo tengo que llegar a tener esto o más. Me voy a tener que dar maña para ganar plata, vincularme con gente de alta sociedad, porque solo estudiando, no se logra tener esto, no jodan.” Poco después, salió de su habitación y bajó las escaleras. Oyó las voces de sus tíos que venían desde el living y fue hacia allí -

-

-

Mico – dijo Angélica – ¿pudiste arreglar tus cosas? Sí tía, sin ningún problema ¿Te gustó la habitación que te aprontamos? – preguntó Ignacio Si, está bárbara, además tengo donde estudiar y todo. Justamente – dijo Ignacio – mañana te voy a llevar a la facultad así arreglás todo para comenzar. Otra cosa, Mico, ¿tenés permiso de conducir? Si, tengo – contestó Mico – pero no lo he usado. Sabés que se me ocurrió, mi amor – dijo Ignacio dirigiéndose a Angélica – que Mico podría usar el Gol que era de mi hermana. Está allí parado y no vale ni la pena venderlo. Pero hace mucho que está parado – le contestó Angélica Si. Mañana voy a llamar a Pintos que lo venga a buscar y lo ponga en condiciones.

Américo escuchaba aquello sin poder creerlo. “Yo con auto. Ya voy a entrar ganando con todas las minas.” 36


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Al día siguiente, Américo junto con Ignacio, fueron a la Facultad de Economía. Completaron todos los trámites para que Américo pudiera comenzar los cursos de inmediato. Siendo viernes, Ignacio lo invitó a irse con Angélica y él a pasar el fin de semana a Punta de Este. de Ignacio.

Cuando viajaron a Punta del Este lo hicieron en la BMW

Punta del Este es un balneario del Uruguay, considerado uno de los más importantes de América del Sur. Se encuentra a unos 120 Km. al este de Montevideo. Los precios de las casa más lujosas en dicho balneario, superan los varios millones de dólares. Estas están distribuidas en barrios con amplio jardines y mucho arbolado. Al llegar a Punta del Este, se fueron directo a la casa de Angélica e Ignacio. Se trataba de una enorme mansión rodeada de jardines y árboles, situada en el barrio llamado Cantegril, lugar donde están algunas de las mansiones más importantes. Está situado al oeste de la península y desarrollado en una franja de más de 2 Km. sobre la costa. En cuanto llegaron salieron a recibirlos una mujer y un hombre que, por la manera que saludaron, Américo se dio cuenta que era el personal de servicio. - Américo – le dijo Angélica – ellos son Elvira y Juan quienes se encargan de mantener la mansión - Ay, gracias, señora Angélica, solo servimos a los señores – dijo Elvira en tono muy humilde. - Américo es nuestro sobrino que vino a estudiar a Montevideo y lo invitamos a pasar el fin de semana aquí – les dijo Ignacio. - Si, señor – dijo Juan – ya le aprontamos la habitación con todo lo que usted indicó. Américo estaba asombrado de la importancia que había adquirido su tía Angélica después de haberse ennoviado con Ignacio. El trato del personal de la casa, tratándola de señora, le llamó poderosamente la atención. Se puso a pensar “¿papá y mamá sabrán

37


en qué medio se mueve la tía? No lo creo porque nunca les escuché comentar nada. Mejor, tengo que aprovechar todo lo que pueda.” -

-

Bueno Américo – dijo Angélica – Juan te acompaña a tu habitación. Después que estés cómodo te venís al jardín del fondo así tomamos algo y después almorzamos. Si tía – le contestó Américo

El mayordomo lo acompañó hasta una habitación. Le abrió la puerta y le indicó donde estaban las llaves de las luces, el baño, las toallas. - Muchas gracias Juan – dijo Américo - No tiene que darlas, estamos para servirle. Después que el hombre cerró la puerta, Américo se puso a observar. Aquella habitación era similar a la de Montevideo, solo que estaba en planta baja. Luego de dejar la habitación, iba atravesando un enorme living, se cruzó con Elvira y le preguntó - Señora, ¿sabe donde están mis tíos? - Si joven – le contestó ella – venga conmigo que lo acompaño. Llegaron a una enorme terraza de piso de piedra, junto a una enorme piscina, donde había varias mesas con sus respectivas sillas y sombrillas. Angélica estaba en malla recostada sobre un sillón tomando sol y Ignacio debajo de una sombrilla, leyendo un libro. Cuando lo vio a Américo, se paró - Américo, te estaba esperando ¿Qué tomás? - No le sigas el tren a Nacho – dijo Angélica – tomá lo que quieras. - Una cerveza, ¿puede ser? – dijo Américo que no se acostumbraba a aquella atención. No supo de donde, pero en ese momento apareció Juan y José Ignacio le dijo - Juan, traé una cerveza para Mico, un whisky para mí y un refresco para la señora. - Si, señor, enseguida. 38


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

Américo – le dijo Ignacio – esta noche vamos a darnos una vuelta por casa de unos amigos. Ahí te voy a presentar chicos de tu edad. Muy bien – dijo Américo Vas a ver – dijo Angélica – que son chicos muy bien. Además hay una chica que también entró este año a la Facultad de Economía. Pueden compartir el estudio. Después de almorzar, los tres se fueron a descansar Hay que descansar porque después la noche se hace muy larga – dijo Ignacio.

Cuando Américo se despertó, se levantó y vio que había un papel escrito que habían pasado por debajo de la puerta. Lo levantó y leyó: “en la puerta tienes algo que espero que te sirva. Los compré especialmente para ti. Te esperamos en el living. Besos. Tu tía”. Américo abrió la puerta y encontró dos pantalones, 3 remeras y dos pares de mocasines. Los tomó, sacó de su mochila ropa interior, se desvistió y se fue a bañar. Cuando se secó con aquellas toallas bien afelpadas, revisó un armario en le baño. Había desodorante y perfumes. Eligió uno de cada uno, se lo puso y fue al dormitorio a vertirse. Cuando lo estaba haciendo sonó el teléfono que esta en una de las mesas de luz. Él tomó el tubo y contestó - ¿Si? - Mico – era la voz de su tía – te estamos esperando, dormilón - Ya voy tía - ¿Viste lo que te dejé? - Si, gracias, ya estoy vestido. Américo se había puesto un pantalón de vestir liso, color beige, con dos bolsillos laterales y una camisa de manga corta estampada a cuadros en algodón. Un bolsillo en el delantero con bordado y mocasines de cuero. Luego de vestirse, se miró al espejo y no podía creer que él estuviera vestido de esa manera. Cuando iba a salir para encontrarse con sus tíos, recordó que no había arreglado nada ni en el baño ni en el cuarto y pensó: “menos mal que no estoy en casa si no mamá me mata, pero aquí tengo quien me sirva ¡Así se vive!” 39


Fue caminando despacio tratando de orientarse en aquella casa tan grande. Al fin llegó al living donde estaban Angélica y José Ignacio tomando algo y mirando televisión. - Mirá que pinta – dijo Ignacio – ¿tomás un whisky? - Si, gracias – contestó Américo. - Mico – dijo Angélica – ahora vamos a ir a la fiesta de cumpleaños de la hija de un gran amigo de Nacho. - ¿Y yo voy a caer así de improviso? – preguntó Américo - No te preocupes – le dijo José Ignacio – es gente de lo mejor y, además, Silvina, la hija de un amigo. Más tarde llegaron a otra mansión en la que, evidentemente, había una gran fiesta. Ni bien se bajaron del auto, salió a recibirlos un matrimonio de más edad que Angélica y Ignacio. Luego que se saludaron con un abrazo, Ignacio dijo - Andrea, Santiago, les presento a mi sobrino Américo, futuro Economista Andrea le dio un beso y Santiago le dio la mano

diciéndole - Bienvenido a nuestra casa. Siempre nos gusta recibir a futuros profesionales - Gracias señor – dijo Américo disimulando su nerviosismo - Andrea – dijo Santiago – llamá a Silvina para que le presente a sus amigos. Unos minutos más tarde apareció Andrea acompañada de una chica de estatura mediana, rubia, de ojos muy azules, cabello en bucles, una cara que a Américo le pareció de un ángel y vestida con un traje ajustado, que hacía ver sus formas casi perfectas. Calzaba unas sandalias de taco alto. - Silvina – dijo Santiago – él es Américo, el sobrino de Angélica e Ignacio - Encantada de conocerte – dijo la chica con una maravillosa sonrisa adelantándose y dándole un beso en la mejilla a Américo – ¡Ah!, y muchas gracias por el regalo - Gracias – fue lo único que atinó a decir Américo, que no tenía idea de qué le había regalado, mientras pensaba “esta chica tiene que ser mía. Tengo que comportarme con mucha soltura. Hay mucha plata atrás. No puedo desperdiciar esta oportunidad. ” 40


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Vení conmigo – dijo Silvina tomándolo de la mano – así te presento a mis amigos.

Llegaron a un jardín donde estaban reunidos chicas y varones de edades similares, por lo que pudo estimar Américo. Todos lo saludaron y enseguida se pusieron a conversar entre ellos. Silvina se ocupó de que Américo no quedara aislado, al ser nuevo en el grupo. - Te voy a presentar a una amiga que también sigue economía – dijo Silvina, y dirigiéndose a una chica dijo – Martina, vení La chica, alta, delgada, de cabello castaño oscuro y ojos del mismo color, estaba vestida con una falda ajustada y una blusa algo traslúcida que dejaba ver que su cuerpo estaba perfectamente proporcionado. - Hola – dijo Martina – ¿así que tú también seguís economía? - Si – le respondió Américo – vamos a ver como me va. - Ah, si estudiás y te metés, seguro que te va bien – le contestó ella – ¿Ya estuviste en la facu? - Si, fui con mi tío y ya arreglamos todo. - ¿Por donde vivís en Montevideo? – preguntó ella. - En Carrasco, en casa de mis tíos - ¿Y en qué vas a facultad? – preguntó Martina – ¿tenés auto? - No, por ahora voy en ómnibus, pero creo que pronto voy a tenerlo – dijo Américo - Si te animás, podemos arreglar y vas conmigo en mi auto – dijo ella. - Claro, muchas gracias, podemos arreglar. - Mirá, tomá mi teléfono y como el martes tenemos que estar temprano en la facu, el lunes me llamás y me decís por donde te paso a buscar. Siguieron conversando sobre lo que les gustaba de la carrera. Ella le contó que había se había entusiasmado porque su padre tenía campos con cría de ganado y ella quería especializarse en pasturas. - Y decime – preguntó Martina – ¿por qué elegiste esta carrera? - Yo nací en el interior y conozco a varios amigos de mi padre que son Contadores, como mis tíos, me informé con ellos y me 41


entusiasmó – mintió Américo que, en realidad, nunca se había cuestionado el por que seguir esa carrera. De esa manera siguieron conversando un rato hasta que se acercó Silvina y dijo, sonriendo - Martina, no te hagas la viva. Lo acaparaste a Américo -

Los tres se rieron y Silvina dijo Américo, vení conmigo así comemos algo. Con el asunto del cumpleaños, no he comido nada. Está bien.

Un rato más tarde todos los jóvenes que estaban en la fiesta organizaron una recorrida por los Pubs en Punta del Este. Américo no sabía que hacer pero en ese momento apareció su tía. - Américo, nosotros tenemos que irnos porque Nacho tiene una reunión de negocios mañana temprano en Montevideo. ¿Qué querés hacer? - Me voy con ustedes – le contestó Américo aliviado al salir de aquel trance de aparecer como un ignorante de las fiestas. - Bueno – dijo Angélica – busquemos a Silvina para despedirnos. Cuando encontraron a Silvina que estaba con otras amigas incluyendo a Martina - Me voy, Silvina – dijo Américo – estuvo muy lindo todo. - Ah, ¿ya te vas? – le contestó ella con una cara afligida que a Américo le pareció entre sincera. y inquisidora. - Si – dijo Angélica – sucede que Nacho mañana tiene que estar temprano en Montevideo - Bueno, pero llamame – le dijo Silvina a Américo – Angélica tiene el teléfono. - A mi también – dijo Martina. - ¿Y como sabe tu teléfono? – le preguntó Silvina - Porque arreglamos para ir juntos a la facu. En aquella charla entre las dos chicas, Américo percibió algo de celos entre las dos mujeres y se sonrió, pensando, “¿Ya habré empezado a ganar? - Les prometo que las llamo – les dijo con voz triunfadora pero sospechando que detrás de eso había algo oculto 42


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO IV

El lunes, Américo se quedó en la casa de sus tíos. Se quedó acostado en la cama mirando televisión. Oyó que golpeaban la puerta. - ¿Si? – dijo – ¿Quién? - Señor, soy Alicia, la mucama. Si está ocupado vengo más tarde - No, no, esperá que ya te abro – y pensó: “tengo que conocer a estas nenas.” Se puso un short y fue a abrir la puerta de su dormitorio. Al abrirla se encontró con una chica de estatura mediana, piel cobriza, cabello muy negro y largo recogido, ojos castaños y una sonrisa muy bonita. Su cuerpo aparecía cubierto por una túnica con un pequeño escote, pero podía verse que tenía muy buenas formas. Américo quedó algo cortado porque se dio cuenta que ella no tenía nada debajo de la túnica. - Pasá nomás – dijo Américo – me quedé dormido y, ni siquiera desayuné. - Buen día señor – dijo ella que pasó rozando el cuerpo de Américo – me llamo Alicia. - No me digas señor – dijo Américo, tomándole la mano que ella no soltó – solo decime Mico. - Está bien Mico – dijo Alicia – poniéndose en punta de pie y dándole un beso en la mejilla. Américo la abrazó y le dio un beso en la boca que ella respondió. - Nena – dijo Américo – tú querés algo más que hacer el cuarto. - Si, lindo, pero ahora no podemos – le respondió ella – de noche dejá la puerta de la terraza sin tranca. Ella se separó y vio que Américo estaba excitado y se sonrió. Él se puso una remera y unas pantuflas y bajó a desayunar. Lo hizo despacio para que no se notara su excitación. -

Al llegar a la cocina estaba Emilia Buen día – dijo Américo – ¿mis tíos salieron? Buen día señor – le contestó Emilia – el señor salió temprano y la señora está en el escritorio. ¿Quiere desayunar? 43


-

Si, gracias.

Mientras tanto, Esteban había llamado por teléfono a su hermana Angélica. - Angélica – dijo Esteban – contame como está Mico porque su madre está nerviosa por él. - Mirá Esteban. Decile a tu mujer que él está muy bien. El fin de semana fuimos a Punta del Este y estuvimos en una fiesta muy linda. - ¿Y cómo anda de plata? Las cosas aquí no andan bien, tengo pocas obras y estamos sobrellevando con el sueldo de Julia - Esteban, no se preocupen por eso. Mico es para Nacho y para mí como un hijo, así que no le va a faltar nada. - Por favor, Angélica, avisame por cualquier problema y decile a Mico que llame a Julia - OK, no te preocupes Américo, que ya había desayunado, subió a su habitación. Cuando llegó estaba todo ordenado y había un pequeño papel sobre la mesa de noche que decía: “Después de las 11 de la noche vengo”. Tomo el papel, lo tiró en el inodoro, se vistió y bajó a ver a su tía. -

-

-

Buen día – dijo Angélica – ¿dormiste bien? Si tía. Estaba pensando en llamar a la chica que sigue economía Está bien. Es bueno que te relaciones con tus nuevos compañeros. Ah, Mico, me acaba de llamar tu padre. Estaba preocupado por si necesitabas dinero. Le dije que no se hiciera problemas, pero me pidió que llames a tu madre. Si, la voy a llamar. Tía, ¿puedo hacer una llamada desde mi cuarto? Si, como no, solo pulsá el 3 y es una línea libre. Bueno voy allá y llamo a mamá. Mico – dijo Angélica – yo ahora me voy al estudio. Cualquier cosa que necesites se lo pedís a Felipe o a Emilia. Yo ya le dije que, cuando tuviera el almuerzo pronto, te llamara. Otra cosa que Nacho me dijo y me había olvidado. Si vas a salir, tomá este dinero por cualquier cosa. No hace falta, tía, además hoy me voy a quedar aquí. Bueno, subo a mi dormitorio. 44


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Después de despedirse de Angélica, Américo subió a su dormitorio. Se sentó en el sillón frente al escritorio y se quedó pensando en si llamar o no a Martina Al final se animó y la llamó a Martina. Cuando marcó el número se dio cuenta que era un celular. - Hola, Martina - Si, ¿Quién eres? - Américo. Había quedado en llamarte - ¡Hola!, ¿cómo estás? Mirá, mañana a las 8 esperame en Rivera y Arocena ¿Te ubicás? - Si no hay problema. - Mi auto es un Hyundai Accent rosado. Lo vas a distinguir enseguida - OK. Nos vemos - Ah, antes que me olvide, Silvina me preguntó por ti. Llamala. - Ya lo hago, besos Américo estaba indeciso si llamar o no a Silvina. Le resultaba raro que una chica como aquella lo estuviera buscando. Pensó: “Tengo que ir despacio. Este tipo de mujer te puede meter en líos. Además acordate que sus padres son amigos de Angélica y Nacho.” Unos minutos después, Américo tomó el teléfono y marcó el número de Silvina. Oyó una voz muy suave - Hola - Hola, ¿Silvina?, te habla Américo - ¡Hola!, ¡qué alegría! – dijo ella – ¿cómo estás? - Bien, muy bien. Te había prometido llamarte, ¿te acordás? - Si, como no me voy a acordar. Me dijo Martina que mañana se encuentran para ir a la facu. “Qué rápido corren los chismes o se están disputando mi persona. Insisto que hay algo raro”, pensó Américo. - Si es lo que habíamos arreglado – respondió Américo. - Está bien pero prometeme que me vas a llamar y nos encontramos. Además tengo necesidad de hablar contigo. Me lo pidió papá – dijo Silvina.

45


-

Te lo prometo. Mañana, apenas llegue de facultad, te llamo. ¿Vas a estar? Si y por si no me encontrás en casa, anotá el número de mi celular. Está, lo tengo. Te llamo y arreglamos algo. Un beso y gracias por llamar – dijo Silvina con voz cautivante. Un beso – le contestó Américo que no se le ocurrió decir otra cosa.

Esa noche, Américo se acordó de lo que le había dicho Alicia: “Dejá la puerta sin tranca”. Estaba nervioso y, al mismo tiempo ansioso por lo que pudiera pasar. Muchas veces se dijo: “Capaz que esta mina me tomó el pelo y me quedo esperando al pedo.” A las 9 de la noche cenó con sus tíos. A Américo le llamaba mucho la atención que el mayordomo sirviera la comida en aquella mesa enorme. - Decime Mico – dijo Ignacio – ¿cómo te ha ido hoy? - Bien, pero, en realidad, no me he movido de aquí. - Mañana vas a facultado, ¿no? – le preguntó Angélica - Si ya arreglé con Martina, la chica que conocí en Punta del Este. Me pasa a buscar en Rivera y Arocena. - Ah, justo, – dijo Ignacio – seguramente en unos días vas a tener el auto. Hoy, temprano, lo vinieron a buscar. -

Cuando terminaron de cenar, Américo dijo Me perdonan. Mañana me tengo que levantar temprano. Es mi primer día de facultad. Si, qué descanses – le respondió Angélica. Nosotros nos acostamos dentro de un rato – dijo Ignacio.

Con nerviosismo, Américo subió a su habitación. Se desvistió y se quedó solo con calzoncillos. Trancó la puerta de que daba al corredor y fue a la puerta que daba a la terraza. La abrió y miró hacia el jardín. No vio ningún movimiento. Miró la hora. Eran las 10:30 de la noche. Para distraerse encendió el televisor y apagó la luz. Estuvo un rato esperando. Tenía miedo de dormirse y hacer un papelón. Volvió a mirar la hora. Eran las 11:10. Pensó: “Era como me lo suponía, esta mina me tomó el pelo. Ahora se debe estar cagando de risa.” 46


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Cuando estaba sumido en esos pensamientos, oyó que alguien abría muy lentamente la puerta de la terraza. Era Alicia, pero solo podía ver su cara - Apagá la tele – le dijo ella - Si – contestó Américo Apenas lo hizo ella entró en la habitación y cerró la puerta con mucho cuidado. Recién allí cuando ella se acercó, Américo pudo ver que tenía puesto un brevísimo short y una musculosa que apenas cubría sus senos. Él había permanecido acostado de espaldas por lo que ella se le subió encima y le dijo. - Tenemos que hablar despacio para que nadie nos oiga. - Si – dijo Américo que ya se había excitado al sentir el calor del cuerpo de ella. - Bueno, ahora decime que querías – le dijo Alicia sonriendo. Américo la abrazó le quitó la musculosa y el short mientras ella le quitaba el calzoncillo y comenzaron a besarse uno al otro. En cierto momento, él dijo - Esperá que me pongo el preservativo - No hay problema conmigo – le respondió ella Siguieron con una verdadera orgía de sexo. A las 4 de la mañana, Américo se despertó. Alicia estaba acostada a su lado, dormida. Él la despertó - Alicia, tenés que irte. - Si – dijo ella levantándose perezosamente - Estuvo muy bien - Si, pero contigo no ganamos dinero – le respondió Alicia - ¿Cómo? - Si, los jueves, que tenemos libre, Alejandra y yo nos vamos a los boliches a levantar viejetes. ¡No sabés la guita que hacemos! - Ah – dijo Américo que no le salió otra palabra - Escuchame – dijo Alicia – mañana quiere venir Alejandra. ¿Puede? - Decile que si, igual que hoy.

47


Alicia salió, sigilosamente por la puerta de la terraza y Américo se quedó pensando: “Estas dos son unas putas de primera. ¿Cuánto harán cada vez que salen? Esto me interesa. Puede ser una fuente de ingreso extra. Pero, ¿y si la tía se entera? Espero que no.” Pensando en lo que le había pasado, se quedó dormido. A partir del día siguiente, Américo comenzó su vida universitaria. Acompañado de Martina, se fue informando de los cursos y horarios que debía cumplir. Desde ese momento se había propuesto destacarse en el estudio. Poco a poco y con el pasar del tiempo, se fue adaptando y comenzó a distinguir a los estudiantes que iban a seguir la carrera y a aquellos que concurrían a facultad a alternar en un medio social. Él quería llegar a recibirse lo más pronto posible, por lo que se dedicó firmemente a estudiar. Los horarios de facultad eran bastante complicados lo que, agregado a que no, por ahora, tenía auto, lo obligaba a quedarse de la mañana hasta la tarde y, a veces, hasta la noche. Una tarde, cuando llegó a la casa de sus tíos, Emilia le

dijo -

Señor, lo llamó una chica, Silvina. Me pidió que la llamara. Aquí anoté su teléfono. Gracias Emilia – le respondió Américo.

Él se quedó pensando. Silvina era una chica hermosa pero no podía creer que tuviera interés en él. Además le habían quedado en la cabeza: “tenemos que hablar. Me lo pidió papá” Sin embargo, el deseo de salir de duda de lo que le había dicho Silvina pudo más que su pensamiento. Tomó el teléfono y la llamó - Hola – oyó la voz de ella. - ¿Silvina?, Américo te habla. - Ah, ¿apareciste? Me tenías abandonada. - No fue mi intención, sucede que el estudio ya se puso complicado. 48


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Si, ya se, Martina me contó que tienen muy poco tiempo libre. Es cierto. Hay días que me paso desde la mañana hasta la noche allá. Bueno, pero mañana es sábado. ¿Podríamos encontrarnos?

Américo quedó sorprendido con la propuesta de ella por lo que demoró unos segundos en responder. - Si – dijo Américo – ¿dónde puede ser? - ¿Conocés el Shopping de Punta Carretas? - Si, fui una vez – mintió Américo - Bueno, te espero mañana a las 11 de la mañana en la puerta principal por la calle Ellauri. - Está bien, allí estaré. - Un beso grande – dijo Silvina. - Un beso. Cuando cortó la comunicación se puso a pensar en cómo hacer para llegar hasta el Shopping, en qué cantidad de dinero tendría que tener. No podía pasar vergüenza ante una chica que era tan especial como ella. Punta Carretas Shopping es un centro comercial de Montevideo, ubicado en el barrio de Punta Carretas. Desde el punto de vista arquitectónico, es un reciclaje que ocupa las antiguas instalaciones de la Penitenciaría de Punta Carretas, originalmente inaugurada en 1910. Enseguida se le ocurrió que quien podría asesorarlo era su tía Angélica. Esperó a que su tía llegara a casa - Tía – dijo Mico – necesito pedirte un favor. - Hola lindo, hace días que no se nada de ti, nos hemos desencontrado - Estoy muy ocupado con el estudio. - Si, me imagino – le respondió Angélica. - Tía, ¿me podrás dar una mano? - Si, decime, ¿qué necesitás? - ¿Te acordás de Silvina, la hija de los amigos de ustedes? - Si, ¿qué pasó? 49


-

Me invitó para vernos mañana a la 11 en el Punta Carretas Shopping – explicó Américo – No tengo idea de cómo ir y ni siquiera qué dinero necesito para estar a tono con una chica como ella. Bueno. Esperame que en una media hora nos vamos al Shopping. Pero tía, no quiero molestarte, solo era para que dieras una idea. Dejate de embromar, eres mi hijo postizo.

-

Poco después, Angélica le dijo ¿Estás pronto?, bueno subí al auto y vamos ¿Y dónde vamos? Hasta el Shopping. Allá nos espera Nacho

-

-

Eran las 7 de la tarde de un viernes y el tráfico se había puesto muy denso. De cualquier manera, Angélica manejaba con gran habilidad y prudencia. Cuando llegaron al Shopping, luego de estacionar el coche, subieron a la plaza de comidas donde Ignacio los esperaba sentado tomando un café. Cuando vio a Angélica y a Américo, se levantó y fue al encuentro de ellos. Luego de darle un beso a ella, se dirigió a Américo. -

-

Me dijo Angélica que tenés que encontrarte con Silvina – dijo Ignacio Si – contestó Américo – hoy la llamé y me dijo de vernos aquí. Por eso le pedí ayuda a la tía y la molesté. No seas bobo Mico – dijo Angélica – ya te lo expliqué Una cosa que me llamó la atención – dijo Américo – es que me dijo que el padre le pidió que hablara conmigo. No se por qué será – dijo Ignacio – pero una de las empresas de Mercado es de organización de eventos y un hotel que dicen que es muy especial y muy caro. Trabajan mucho en Punta del Este en verano. Nuestro estudio lleva la contabilidad de alguna de las empresas, pero de la de eventos, no se quien la lleva. Perdoname que me meta – dijo Angélica – pero si te ofrece algún trabajo, no vayas a descuidar el estudio. No tía, quedate tranquila – dijo Américo – tú sabés que recibirme es lo más importante para mí. 50


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Mico, esta tarde tengo retirar el Gol del taller, ¿te animás a ir conmigo? – dijo Ignacio. Si, lógico Está bueno – dijo Angélica – porque así se va acostumbrando a manejarlo. Yo ahora voy para casa

Luego de despedirse de Angélica, Américo e Ignacio se fueron, en la BMW de este último, hasta el taller donde habían preparado el Gol. Al llegar los calió a recibir un hombre canoso, bajito, con lentes. - Buenas tardes Pintos, como anda – le dijo Ignacio - Bien, contador. Ya está pronto el Gol. Le hicimos todo, cambiamos cubiertas, batería, aceite y filtro y le recargamos el aire acondicionado. - Bárbaro – le contestó Ignacio - Pero contador, ese auto está nuevo. Prácticamente no tiene kilometraje. - Es cierto Pintos – le contestó Ignacio – mi hermana casi no lo usaba. Ahora lo va a usar él, mi sobrino Américo. - Mucho gusto joven – le dijo Pintos - Américo, cualquier problemita que tengas con el auto, se lo traés a él o lo llamás – le dijo Ignacio. - Está bien – dijo Américo emocionado por ya tener auto. - Bueno, nos vamos – dijo Ignacio y dirigiéndose a Américo – te animás a llevarlo. - Si, lógico - Yo voy adelante así te indico el camino - OK. Un rato después llegaron a casa de Angélica e Ignacio. Ella, cuando los oyó llegar, salió al jardín. - Te felicito Mico – le dijo - ¡que lindo que quedó el auto! - Gracias tía y gracias Nacho. Es bárbaro. - Vamos adentro así tomamos algo y cenamos – dijo Ignacio. - Si, además tengo que llamar a Martina para decirle que voy en el auto – dijo Américo. - Andá, hablá por teléfono y después baja a tomar algo antes de cenar – dijo Ignacio. Américo fue hasta su dormitorio y llamó a Martina 51


- Hola, ¿Martina? - Si, ¿quién? – dijo ella - Américo - Ah, hola. ¿Te pasó algo? - No solo quería avisarte que ya tengo el auto - Ah, gracias, lástima – dijo ella - ¿Por? - Porque me había acostumbrado a charlar en el viaje. - Bueno, después hablamos en facultad. Chau. - Chau Américo se quedó pensando: “¿Qué pensaría esta mina? ¿Qué me iba a agarrar de noviecito? ¡Mirá que son rompe las minas!” -

Américo bajó al living donde estaban sus tíos. ¿Tomás algo? – preguntó Ignacio Solo una cerveza chica, ¿puede ser? – le respondió Américo recordando que iba a tener otra noche de sexo. Si, como te cuidás Dejalo Nacho, está bien que se cuide – dijo Angélica.

Después de cenar, se fue a su dormitorio con el pretexto que tenía que estudiar. Se afeitó, se bañó y se quedó en calzoncillo mirando televisión con la luz apagada. En ese momento le entraron dudas: “¿Cómo será esta otra mina? ¿Capaz que es un bicho? Bueno, eso me pasa por apurado. Tendría que haberla conocido antes.” En ese momento oyó que abrían la puerta de la terraza. Miró la hora. Eran las 10:50. Se levantó y fue hacia la puerta. La abrió y, delante de él había una chica rubia, alta, de facciones muy delicadas. Su cuerpo estaba cubierto por un camisón que no permitía ver sus formas. Ella, con una sonrisa, le dijo - Yo soy Alejandra. Alicia me dijo que me esperabas - Si, te estaba esperando. Esperá que apago la tele. Después que Américo apagó el televisor, se dio vuelta y vio que ella estaba sentada en la cama. Él se sentó a su lado y ella le puso la mano sobre la pierna. Américo quiso abrazarla, pero ella lo apartó y le dijo - Vamos a aclarar algo. 52


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

¿Qué tenemos que aclarar? – le preguntó Américo entre extrañado y molesto. Mirá que esto nosotras lo hacemos por dinero. Alicia te lo contó, ¿no? Si, pero – comenzó a decir Américo No, a ti no te vamos a cobrar porque Alicia me dijo que tú nos vas a conseguir hombres que paguen muy bien.

En ese momento Américo pensó: “¿De donde sacó eso la otra puta? Mejor que se callen la boca o las voy a tener que cagar a patadas. No, mejor, las amenazo con que le voy a contar a la tía.” - Es posible, pero me tienen que dar tiempo – dijo Américo – pero contame, ¿cómo hacen? - Los jueves tenemos libre. Nosotras nos vamos de aquí los miércoles a las 6 de la tarde. Vamos hasta un bulo que tenemos en el centro, descansamos, nos cambiamos y después nos vamos a algunos boliches. Siempre agarrás a alguien que te paga. Tenemos todo el jueves, así que si pescamos algo gordo, nos llenamos de guita. El viernes de mañana a las 7, estamos de vuelta. Con la charla y las perspectivas del compromiso en que las dos mujeres lo habían metido, a Américo se le habían ido las ganas de tener sexo, pero ella lo comenzó a acariciar y, además se sacó el camisón dejando al desnudo un cuerpo espectacular con unos senos enormes. Comenzaron con besos y luego tuvieron sexo, pero siempre ella llevó la iniciativa. Cuando terminaron, ella se levantó, fue al baño y luego se fue sin decir nada. Américo se volvió a bañar y se acostó. Todavía le daba vuelta en la cabeza lo que le había dicho Alejandra “Alicia me dijo que tú nos vas a conseguir hombres que paguen muy bien”. Pensando en eso se durmió. Al día siguiente, se vistió y bajó a desayunar. Tenía que ir a encontrarse con Silvina. Estaba tranquilo porque era fácil llegar hasta el Shopping yendo todo por la rambla. 53


Estacionó el auto y, como era temprano, se fue caminando, despacio, hacia donde le había indicado Silvina Él estaba preocupado por no reconocer a Silvina, pero en un momento vio que una rubia preciosa lo saludaba con la mano. Se aproximaron y ella lo abrazó y le dio un beso en la mejilla. - ¿Cómo estás? – preguntó ella. - Muy bien, más ahora que te veo. - ¡Ay!, gracias – le respondió ella con una maravillosa sonrisa. Silvina tomó la mano de Américo y se fueron a recorrer el Shopping. Estuvieron un buen rato caminado mirando vidrieras. Ella entró a probarse alguna ropa y le consultaba a Américo si le gustaba como le quedaba. Américo diciéndole que le quedaba bien, pensaba: “a una belleza como ella le queda todo bien. ¿Qué puedo opinar yo?” -

-

-

Mico, tengo hambre, ¿comemos algo? – preguntó ella. Si, pero con la condición de que yo invito. No, pagamos a medias. No, te quedarías con hambre – le dijo él sonriendo. Mientras comían, Silvina le dijo Mirá, en realidad, tenía ganas de verte, pero, además, papá me dijo que quería que te hablara de algo. Bueno, pero tengo que hacerte dos preguntas – le dijo Américo sonriendo. Si, decime ¿Puedo saber por qué tenías ganas de verme? Porque me caíste bien. Eres muy educado y tranquilo. ¿Y la otra pregunta? – dijo ella. ¿De qué me tenés que hablar? Mi padre tiene varias empresas. Entre ellas, capaz que tu tío te lo dijo, hay una que se dedica a la organización de fiestas, desfiles, un hotel, etc. Esa empresa, con el hotel inclusive, en realidad, la manejo casi toda yo, junto con un socio de papá. Y yo, ¿para que serviría? – preguntó Américo

54


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

A mi padre se le ocurrió que podrías ser un buen relacionista público, como se dice ahora un RRPP. ¿Te parece? – preguntó Américo algo extrañado. Si, él dice que tenés la pinta como para hacerlo. Me gustaría hablarlo con tu padre primero, porque yo tengo la facultad. Es cierto – dijo Silvina – pero este trabajo es más que nada para el verano en Punta del Este. Bueno, cuando tú quieras, podemos hablar con tu padre – le respondió Américo. Tengo que irme. ¿Quéres que te lleve hasta tu casa? – dijo Silvina Yo también tengo que ir a estudiar, pero no te preocupes, yo tengo auto ¿Me acompañás hasta el estacionamiento? – pidió ella Si.

Cuando llegaron junto a la BMW de ella, Américo se agachó para darle un beso en la mejilla y ella lo abrazó y le dio un beso apasionado en la boca. Él, muy sorprendido, le preguntó - ¿Y eso? - ¿No te gustan las mujeres? – le dijo ella con total naturalidad - Si, pero… - Bueno, cuando quieras puedo comprobarlo – dijo ella riendo y se subió en el auto y se fue. Américo se quedó pensando: “¿Qué quiere esta mina? Primero voy a hablar con su viejo. Vamos a ver de que se trata y cuanto paga.” Lentamente se fue caminando hasta donde había dejado el Gol. El domingo aprovechó para ponerse al día con el estudio. Sabía que ese era su principal objetivo, a pesar que le había quedado rondando en la cabeza la idea de trabajar en algo que pudiera darle mucho dinero y figuración. -

Al bajar a almorzar, se encontró con sus tíos. ¡Américo! – dijo Ignacio – no se te ha visto la cara

55


-

Estudiando tío – le respondió – cada vez se pone más complicado Está bien – dijo Angélica – tanto Nacho como yo pasamos por eso. Pero si estudiás, salís adelante sin problema. Américo – dijo Ignacio – tu tía y yo te compramos un regalito. ¿Si? ¿Por? Por nada en especial, pero es algo que necesitás, sobre todo andando en auto en la calle – le dijo Ignacio y dirigiéndose a Angélica le dijo – dáselo tú mi amor.

Angélica le entregó un celular de última generación. Américo lo recibió y, emocionado dijo - Es mucho para mi - No, está bien para quien estudia – dijo Angélica – pero que enseñe a usarlo Nacho porque yo, ni idea. Más tarde, después de almorzar, Américo se fue a su dormitorio. Quería estrenar el celular. Primero llamó a Silvina. Le dio que el celular estaba apagado o fuera del área de cobertura. Le llamó la atención, pero no le dio importancia. -

Después se le ocurrió llamar a Martina Hola, ¿Martina? – dijo Américo No habla la madre, ¿quién la llama? Ah, señora – dijo Américo – mucho gusto. Mi nombre es Américo Sánchez. Soy un compañero de facultad de Martina. Mira, ella no está ahora pero, si quieres, puedes darme el número de teléfono y le digo que te llame. Si – le contestó Américo – dígale que, cuando pueda me llame.

Se sentó en el escritorio y se puso estudiar. En un momento levantó la vista y vio a Alicia y Alejandra que conversaban en el jardín. Estuvo a punto de llamarlas, pero pensó: “Nadie puede saber que me acuesto con ellas. Pero si me vienen a apretar con la guita, ¿qué hago? No me gusta la idea de decirle a la tía lo que ellas hacen porque se me descubre la fiestita. ¿A qué me meto en puteríos de los que no se salir? ” Cuando ya estaba anocheciendo, sonó el celular de Américo. Él lo tomó y atendió - Hola, ¿Mico? – oyó a una voz femenina 56


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Si, ¿Martina? Si, ¡qué linda sorpresa! – dijo ella – así que tenés celular. Si, por eso te llamé. Ah, yo te iba a llamar a tu casa. Viste que tenemos el parcial. ¿Podemos prepararlo juntos? Si, puede ser. Yo mañana temprano voy a la facultad a buscar material. ¿Por qué no te venís después por casa? Acá tenemos espacio de sobra para estudiar. Anotá la dirección. Bueno, cuando salgo de facultad te llamo OK, beso.

Américo se quedó pensando: “¿No querrá otra cosa esta mina? Mañana le llevo la carga.” A la mañana siguiente, Américo salió temprano para facultad. Levantó el material de estudio que buscaba y, al salir, llamó a Martina. - Nena – dijo Américo – estoy saliendo para tu casa. - OK, te espero Al llegar a la casa de Martina, a Américo le llamó la atención que, al enfrentar el auto a los portones, estos se abrieron. Entró el auto y vio que Martina salía al jardín a recibirlo. Cuando él se bajó del auto, ella le dio un beso en la mejilla y le dijo - ¡Qué lindo, Mico, que podamos estudiar juntos! - Si, cierto – le contestó él algo sorprendido - Vamos al escritorio. Allí estamos tranquilos. ¿Querés tomar algo? - No, gracias, hace un rato que desayuné. Estuvieron un rato estudiando sentados uno al lado del otro. En un momento, los dos estaban leyendo algo y sus caras estaban muy juntas. Américo tomó la cara de ella y le dio un beso en la boca. Ella se separó poniéndose de pie y dándole una soberana cachetada, le dijo - ¡¿Pero quién te creés que eres?! ¡¿Estás acostumbrado a tratar con putas?! Yo no soy así y, antes que digas nada, te pido que te vayas.

57


A Américo le dolía tanto la cara como su orgullo. Tomó sus cosas y se fue. Martina se quedó tan enojada que se le caían las lágrimas. Apareció su madre - ¿Qué pasó Martina que tu compañero se fue? - Nada, mamá, lo llamaron de la casa. - A ver, mirame. Chiquilina, estás llorando. Decime que pasó. - Este imbécil se quiso propasar conmigo – dijo Martina sollozando - ¿Te hizo algo? - Me quería besar el muy repugnante. ¿Por qué un hombre no puede entender buenas intenciones? - Martina, yo conozco a sus tíos. ¿Querés que hable con ellos? - No, mami - Pero te vas a tener que ver con él en facultad – dijo la madre - No, estamos en grupos diferentes. Además no quiero saber más nada de él. - Martina, tené cuidado con los chicos que elegís. - Si mami y perdoname. Américo fue en su auto hasta la rambla. Lo estacionó y se miró la cara. El ojo izquierdo se le había comenzado a poner morado. Se puso a pensar que explicación podía dar en casa de sus tíos. “Ya se me va a ocurrir”, se dijo -

-

Esa noche, cuando bajó a cenar, Angélica le dijo ¡Mico!, ¿qué te pasó? Me golpeé de la manera más idiota – le contestó él ¿Cómo? Fui a salir del baño y me pegué con la puerta Dejame ver, muchacho – dijo Angélica – capaz que tenemos que ir a la urgencia. No, tía, no es nada. Esperá que voy a buscar hielo. Al llegar Ignacio, después de saludar, le dijo riendo ¿Anduviste a las piñas? ¿Espero que haya sido por una chiquilina? 58


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

No le tomes el pelo, pobre – dijo Angélica – se pegó muy fuerte ¿Contra qué? Contra una puerta aunque no lo creas – dijo Américo

Américo se disculpó con sus tíos y, con el pretexto del golpe, al terminar de cenar, se fue a su dormitorio. Todavía seguía muy enojado con la reacción de Martina. “¿Qué se habrá creído esa atorranta? ¿Qué pretendía? ¿Qué la ayudara y no pagarme?”

59


60


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPÍTULO V

Ese año Rodolfo comenzó el liceo, sintió la nostalgia de la escuela. Si bien algunos de sus compañeros eran los mismos, otros eran nuevos. Le costó, al principio, adaptarse a tener diferentes profesores de acuerdo a cada asignatura. Era mucho el trabajo que demandaba estudiar y, sobre todo, al no tener todos los libros, se veía obligado a recurrir a la biblioteca. Como, algunos días, tenía que quedarse después del horarios de clases, no le fue fácil convencer a su madre. Con la ayuda de su padre, acordaron que se quedaría dos veces por semana y que tenía que traer toda la tarea ya terminada y mostrársela a su madre. A pesar de las dificultades iniciales, Rodolfo comenzó a destacarse por su inteligencia y poder de observación. Fue de esta manera que, cuando llevó las primeras calificaciones a sus padres, estos quedaron gratamente sorprendidos. Al llegar el invierno con las lluvias y el frío, a Rodolfo le costaba levantarse para ir al liceo. Tomaba una taza de café con leche con un pedazo de pan y, muy abrigado, salía caminando. La madre no lo dejaba ir en bicicleta porque le había dicho que era muy peligroso. A él le caía mal eso porque la mayoría de sus compañeros de clase iban en bicicleta o, a algunos de ellos los llevaba, en auto, el padre o la madre. Si bien esto le causaba algo de envidia, él pensaba: “No importa. Ya llegará el día que yo tenga mi auto.” Durante todo ese año, su vida se desarrolló entre la monotonía del estudio y tener que salir con su padre, con un carrito, a recoger leña para mantener la estufa encendida. Los fines de semana los dedicaba a trabajar en la quinta o a jugar con los autitos que le habían regalado.

61


Al llegar setiembre, Rodolfo volvió a sentir aquella necesidad de expresar lo que sentía sexualmente. Una tarde, cuando su padre volvió de trabajar, aprovechando que su mamá estaba trabajando en el hospital, le dijo - Papá, tengo que hablar algo muy serio contigo. Esteban, que conocía muy bien a su hijo, no le extrañó su seriedad y pensó que debería ser algo importante. -

Decime Fito, ¿qué sucede? Mirá, no se como explicártelo. La mayoría de mis compañeros dicen que ya anduvieron con mujeres. Cuentan que sus padres los llevaron a donde hay mujeres que hacen eso, pagándoles. Ellos dicen que es la manera de debutar.

Esteban lo escuchó atentamente mientras tomaban mate y le preguntó - Tus compañeros, ¿te dijeron si les gustó? - Mirá, a mi me asustó un poco. Uno de ellos me contó que le tocó una mujer vieja, según él, que se desnudó e hizo que él le hiciera de todo. No me gustó y, no te rías, hasta me dio miedo. - Fito, puede ser que alguno de tus compañeros lo hayan hecho, pero la mayoría de los chiquilines fantasean con eso para hacerse pasar por importantes. - ¿Y qué hago yo, papá? - Nada, ahora no hacés nada. Cuando llegue el momento de hacerlo, tú mismo te vas a dar cuenta. Lo vas a poder hacer con alguien que te guste. - No se lo cuentes a mamá – dijo Rodolfo. - No, m‟hijo, quedate tranquilo. Después de la charla con su padre, Rodolfo quedó más tranquilo. No le importaba que sus compañeros hicieran. Al terminar el curso, Rodolfo obtuvo las notas más altas de todos los chicos de primer año. Los profesores lo felicitaron y lo animaron a que siguiera así.

62


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Cuando llegó a su casa, estaban sus padres y, con gran orgullo, Rodolfo les mostró el boletín de clasificaciones que decía, además de las notas: “Brillante alumno” -

-

-

Tanto Esteban como Julia lo abrazaron. Bueno – le dijo Julia – tenemos una sorpresa y un premio por tu actuación ¿Qué? – preguntó Rodolfo asombrado La semana que viene vamos a Montevideo a casa de mis tías ¿A Montevideo? ¿Y qué vamos a hacer allá? – preguntó Rodolfo algo intrigado. Primero, es un premio para ti, después que hace mucho tiempo que no veo a mis tías y por último, a tu hermano, queremos felicitarlo. Ha salvado todos los exámenes. ¡Qué culo que tiene! – exclamó Rodolfo ¡No hables así! – le gritó su madre – sabés que Mico ha estudiado mucho y se lo ganó. Si, pero también tuvo la suerte de conocer gente de plata – le contestó Rodolfo que le seguían molestando mucho las diferencias que hacía su madre, entre su hermano y él. Eso no tiene nada que ver y tú no eres quien para opinar. Cuando llegues a la edad de Mico, quiero saber en qué andarás – le contestó la madre que había cambiado el carácter porque no le gustaba que le criticaran a su hijo mayor.

El lunes de la semana siguiente tomaron el ómnibus para trasladarse hacia Montevideo. Para Rodolfo todo era nuevo. Los lujosos asientos del ómnibus, el aire acondicionado, la gente que viajaba. Se puso a observar por la ventana. Ya el ómnibus había tomado la carretera. Notaba que se desplazaba a una velocidad muy alta. Lo miró a su padre, que estaba en el asiento del otro lado del pasillo. Esteban se levantó y se acercó a él y le preguntó - ¿Pasa algo, Fito? - No nada, me parece que va muy rápido y me asusta un poco Esteban esbozó una sonrisa y le contestó - No te preocupes, vamos seguros.

63


Entre que se había levantado temprano, la emoción de hacer algo nuevo como viajar y la comodidad del asiento, Rodolfo terminó durmiéndose. Cuando ya había pasado un rato, Rodolfo oyó que su padre le hablaba - Fito, estamos entrando en Montevideo. No quiero que te lo pierdas - Gracias, papá – dijo Rodolfo restregándose los ojos. Cuando miró por la ventana del ómnibus quedó sorprendido por el movimiento de autos, de camiones, de ómnibus y de personas. Apenas unos minutos más tarde el ómnibus que los llevaba entró en la terminal. Rodolfo vio que toda la gente se ponía de pie dispuesta a bajarse. Él hizo lo mismo, tratando de no perder de vista a sus padres. De alguna manera era muy extraño ver a un muchacho alto, de buen físico, rubio y ojos muy azules, comportarse como un niño. Solo sus padres podían entenderlo. Solo había cumplido trece años. Al bajar del ómnibus, Rodolfo vio un matrimonio mayor los saludaba. Eran Eladia y su esposo Julián, tíos de Julia, que había venido a recibirlos. Julia se adelantó llevando de la mano a Rodolfo mientras Esteban se ocupaba de las valijas. Esa actitud de su madre le molestaba mucho a Rodolfo pero, por otro lado, como estaba asustado de perderse entre tanta gente, lo aceptó. -

Julia se abrazó y besó con sus tíos y les dijo Aquí está Fito ¡Pero que grande que está! – exclamó Eladia dándole un beso que le mojó la mejilla – está hecho un hombrecito – agregó.

Rodolfo estuvo a punto de secarse la cara pero la mirada furiosa de su madre, lo detuvo - ¿Cómo estás? – le preguntó Julián extendiéndole la mano - Bien – dijo Rodolfo y esa fue su única palabra 64


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Bueno – dijo Julián – dejame ayudarte Esteban, el auto está en el estacionamiento.

Caminado llegaron hasta donde estaba el automóvil de Julián, un Falcon del „80 que se notaba había sido cuidadosamente restaurado. - ¡Qué lindo te quedó el auto! – dijo Esteban - ¿Viste? Dio trabajo pero ya lo tengo impecable. Además anda al pelo. Pusieron las valijas en el baúl del coche y se subieron los dos hombres adelante y las mujeres, junto con Rodolfo atrás. - ¡Y le pusiste cinturones de seguridad! - exclamó Esteban - Si, Están exigiendo y, además está muy bien – le respondió Julián, y lo notable es que me hice traer desde Estados Unidos, cinturones de tres puntas para todas las plazas. - ¿Y quien te los consiguió? - Mi hermano que está allá. - Hablando de eso – dijo Julia – ¿dónde anda Mico? - Sabés que Américo es muy reservado y no cuenta nada – le contestó Eladia – capaz que tú le sacás algo. Pero además viene poco por acá. Siempre que me llama está en casa de tu cuñada. Mientras el auto se desplazaba por diferentes calles y avenidas, Rodolfo pensaba: “¿Cómo hace la gente para no perderse? Ya no se cuántas vueltas hemos dado. Y, al fin veo lo que son los semáforos”. Luego de un rato llegaron a una casa rodeada de jardín con árboles frutales. Estaba en un barrio llamado Prado. Julián entró el auto hacia un garaje que estaba en el fondo pero lo detuvo para que bajaran todos. La casa tenía un gran living comedor, 3 dormitorios, dos baños una cocina que incluía un comedor diario. Al fondo estaba el garaje para 4 autos y, junto a él, una habitación de servicio con baño. -

¡Qué linda tenés la casa! – dijo Julia

65


-

-

¿Viste? Desde que Julián se jubiló y se dedicó a restaurar autos, me ha ayudado muchísimo y hemos podido dejar a nuestro gusto. Bueno, decime como nos distribuimos. No queremos estorbar – le dijo Julia Tú y Esteban va al dormitorio que queda al lado del nuestro. El otro puede ocuparlo Fito. Está todo preparado. Ay, Eladia, ni me lo menciones. ¡Estoy tan angustiada de no ver a Américo! Pero ya hace tiempo que no vive con ustedes. Tendrías que haberte acostumbrado.

Rodolfo escuchaba aquella conversación sin querer oírla. Nunca había escuchado hablar a su madre de él de esa manera. Por eso decidió tomar su mochila e ir hacia la habitación que le habían asignado. -

Rodolfo oyó que su padre lo llamaba Fito, vení acercate a tomar unos mates con nosotros – dijo Esteban Ya va, dejo esto – indicando su maleta – y me siento con ustedes

A la una de la tarde, Eladia y Julia los llamaron para ir a almorzar. Durante la comida todos hablaban al mismo tiempo, pero Rodolfo no dijo ni una palabra. Cuando ya estaba de sobremesa, Julián dijo - Bueno, si quieren vayan a descansar un rato y después vamos a dar una vuelta. Quiero que Fito conozca la playa. Rodolfo se fue a la habitación que le habían dado. Al mirar por la ventana que daba al fondo vio los garajes en los que había dos autos medio desarmados. Un Ford A y una camioneta vieja de la que no pudo distinguir la marca. Ahí se detuvo un momento y pensó “sería lindo dedicarse a la reconstrucción de autos, pero debe ser caro.” Llegó a su habitación y se tiró en la cama. No estaba de buen humor. A él no le gustaba salir de su casa y de su entorno. Además estaba en casa de gente que él apenas conocía lo que lo hacia sentir más inseguro. A pesar de todo, se quedó dormido. 66


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Se despertó cuando oyó voces en el jardín delante de su habitación. Se levantó, fue hasta el baño y se lavó la cara. Se asomó y vio que estaban todos a los que se había sumado Américo, que había llegado. Se sintió tentado a acostarse otra vez y hacerse el dormido. No tenía ganas de saludar a su hermano, pero sabía que, si demoraba, iba a venir su madre a buscarlo. Por eso salió de la habitación y se dirigió hacia donde estaban todos. El primero que lo vio fue su hermano Américo. - Hola chiquito – dijo Américo – hacía tiempo que no te veía - Hola – le contestó Rodolfo - Pero Fito, dale un abrazo a tu hermano – terció Julia - Dejalo mamá – dijo Américo riendo – sabés que Fito siempre fue mal educado. Américo, desde que se había venido a Montevideo, siempre andaba muy bien vestido a la moda, lo que le sorprendía a Rodolfo y siempre se preguntaba “¿de donde saca plata este para vestirse así?” Vio, además, que en el jardín había estacionado un Gol. Pensó: “es lo que yo digo. Este tipo tiene un culo bárbaro. ¿De dónde habrá sacado plata para comprarse auto? ¿Y como lo mantiene? Debe andar en alguna joda.” Después recordó que, según él mismo, siempre pensó que Américo era el protegido de su madre y de su tía, por lo que le consentían todo pero, de cualquier manera, todo aquello era demasiado. “Hay algo que no entiendo, ¿por qué tiene tanta plata?” Sentía que, entre él y su hermano, había un abismo de diferencia. “Yo, si no me avivo, terminaré como albañil igual que el viejo peleando por un peso.” -

En ese momento Julián dijo Américo, íbamos a dar una vuelta hasta la costa, pero no cabemos todos en el auto No te preocupes tío – dijo Américo – tengo cosas para hacer Buen, entonces vámonos antes que se venga la noche.

Se subieron, al auto, los padres de Rodolfo, Julián, Eladia y Rodolfo y salieron. 67


Durante el paseo en el que Julián no paraba de hablar indicando los lugares por los que pasaban, a Rodolfo lo único que le interesaba era el gran movimiento de vehículos y de gente. Luego de un trayecto, que a él le pareció largo, desembocaron en una avenida muy ancha a la que Julián la llamó la rambla. Rodolfo quedó impresionado por la inmensidad del mar. Él había estudiado sobre la existencia de las costas del Uruguay, había visto muchas fotos y también en la televisión, pero ahora era diferente. Estaba frente a aquello que parecía no terminar nunca. La Rambla de Montevideo es una prolongada avenida de más de 22 Km. de largo que bordea la costa del Río de la Plata en Montevideo, Uruguay. En la zona de playas había gran cantidad de gente bañándose. Rodolfo miraba con mucha curiosidad pero sin decir palabra, mientras los mayores conversaban entre si. -

Emprendieron el regreso luego de dar una larga vuelta Cuando lleguemos vamos a preparar unos chorizos a la parrilla – dijo Julián Está bien, Eladia y yo – dijo Julia – preparamos una ensalada.

Luego de cenar se fue a acostar. Durmió intranquilo. Extrañaba su cama y sus cosas. Al despertarse, se dio cuenta que había conversaciones en el jardín por lo que asumió que sus padres estaban levantados. Se levantó, se acomodó la ropa y salió. - Fito, tu padre fue a buscar los pasajes para poder irnos mañana temprano. - Está bien. ¿Cómo les fue? – preguntó Rodolfo casi por compromiso. - Esteban – dijo Eladia – no fuiste a visitar a tu hermana. - Es cierto, pero la llamé y le mandé saludos por Mico. Ella estaba en el estudio y no quería molestarla. Al día siguiente Rodolfo y sus padres, Julia y Esteban emprendieron el regreso a casa. Rodolfo sentía una gran alegría. Era 68


DOS HERMANOS – UNA VIDA

volver a donde él conocía todo, donde tenía sus cosas, donde estaba todo lo que extrañaba. Llegaron a la casa antes del mediodía por lo que Esteban

dijo -

-

Julia, no te preocupes por la comida. Ahora vamos con Fito y compramos algo de carne, pan y algunos tomates y hacemos algo en la parrilla. Esteban, ¿no es mucho gasto? – le respondió su mujer. Mirá, vamos a aprovechar que son los últimos días de vacaciones.

Rodolfo, mientras iba caminando al lado de su padre, se sentía feliz. Saludar a la gente que conocía desde que era niño, las casas que siempre había visto, “esto es lo mío. Aquí es donde he formado mi vida.” Durante el almuerzo estuvieron conversando del viaje que habían hecho - Fito – dijo su padre – ¿te gustó Montevideo? - No, no me gustó. Mucha gente. Es una ciudad muy grande. Te podés perder en cualquier momento. - Pero todo el mundo se quiere ir a vivir allá – dijo Julia - Si, pero no creo que yo pudiera - Fito, tenés que ponerte a pensar que cuando termines liceo vas a tener que ir a facultad. Es un sacrificio para nosotros, pero queremos que estudies. - Entiendo, mamá, pero ¿por qué no puedo aprender un oficio acá y quedarme a vivir? - Fito, entendé a tu madre. Con un oficio, como el mío, por ejemplo, nunca vas a tener todo lo que se puede. Una carrera universitaria te da mucho más. Mirá a Américo. - Está bien – contestó Rodolfo – cuando llegue el momento lo haré. - Así me gusta que razones – dijo Julia. - Mamá, esta tarde, ¿puedo ir hasta la plaza a encontrarme con los gurises? - Bueno pero sabés que no podés venir tarde. - Gracias mamá – dijo Rodolfo levantándose de su silla y dándole un abrazo y un beso a su madre.

69


En muchas de las capitales departamentales de Uruguay, era común que en el centro de la ciudad existiera la plaza principal. De acuerdo a las tradiciones de los españoles en el diseño de las poblaciones, en forma de tablero de ajedrez, alrededor de esa plaza se erigía la Jefatura de Policía, la Iglesia Católica, el edificio del Gobierno departamental. Con el tiempo y llegando a la época actual, se han agregado salas cinematográficas, bares y tiendas. Sin embargo, poco a poco la parte comercial, se ha ido extendiendo a lo largo de las calles más transitadas Siempre existió la costumbre, que aún hoy sigue arraigada, de parte de los más jóvenes, de reunirse en la plaza. Esas reuniones pueden ser todos los amigos sentados en los bancos, parados tomando un refresco o un helado o, lo más común, caminar por la vereda, alrededor de la plaza. El advenimiento de las pequeñas motos no quitó esa costumbre porque, si bien algunos chicos transitan en sus vehículos alrededor de la plaza, en algún momento se detienen y la estacionan en lugares que están diseñados a tal fin, El propósito puede ser reunirse con amigos que están en la plaza o seguir a alguna chica que les interesa. Rodolfo fue con dos amigos hacia la plaza. Sabía que allí se iba a encontrar con sus compañeros de clase. Era como él pensaba “ratos de libertad sin la tutela de mamá” Cuando llegaron era ya el atardecer. Había sido un día de mucho calor, por lo que había mucha gente joven en la plaza. Estuvieron un rato dando vueltas, hablando con otros amigos hasta que Rodolfo dijo - Me tengo que ir si no la vieja me mata -

Los amigos se rieron y uno de ellos dijo Esperá. Mirá ahí vienen unas gurisas que me parece que no son de aquí

Cuando Rodolfo miró a las chicas a las que se refería su amigo, sintió que le corría un escalofrío por todo su cuerpo. Una de esas chicas era Mabel. Estaba muy bonita. Su cuerpo lucía como de una mujer, delgada pero con formas, su piel muy blanca y sus ojos castaños 70


DOS HERMANOS – UNA VIDA

oscuros. El cabello, muy lacio, recogido con un moño. Vestía una falda con una blusa y calzaba sandalias chatitas. Ella lo vio y, alejándose de donde estaban sus amigas, se dirigió hacia Rodolfo - ¡Fito! – exclamó ella dándole un beso en la mejilla – ¡que alegría encontrarte! -

-

Rodolfo que había quedado petrificado, le respondió ¿Desde cuando estás aquí? Desde hace unos días. Pasé por tu casa pero los vecinos me dijeron que habías viajado con tus padres. Si, fuimos a Montevideo a ver a mi hermano. ¡Qué lástima! – dijo ella – yo no estaba allá Si, una lástima – dijo Rodolfo con voz entrecortada. ¿Cómo te fue en el liceo? Muy bien. ¿Hasta cuando te quedás? Me voy mañana – dijo ella con cara que a Rodolfo le pareció de tristeza – pero, mirá, yo tengo tu teléfono. ¿Lo tenés todavía? Si, ¿no te acordás cuando te llamaba para consultarte por los deberes? Cuando esté en Montevideo, en casa de los abuelos, te llamo y te paso la dirección y el teléfono así hablamos. ¿Tenés compu? Si – mintió Rodolfo Bueno también te paso la dirección de e-mail para poder escribirnos. No te digo que lo haga enseguida porque de aquí nos vamos a pasar unos días a Punta del Este.

El entusiasmo de ella y aquella voz tan dulce hacía que a Rodolfo le pareciera que se iba a desmayar. - Esperá mi llamada – le dijo ella dándole un beso en la mejilla de despedida. - Voy a estar esperando. Rodolfo se fue tan distraído que ni siquiera se despidió de sus amigos. Aquel encuentro con aquella chica lo había dejado con un gusto agridulce. Caminando sin siquiera saber por donde iba, llegó hasta su casa. 71


Se quedó pensando: “Tengo que darle la razón a mamá. Tendré que estudiar una carrera si quiero que una gurisa como Mabel me de bola. Pero tener que ir a vivir en Montevideo. Eso es casi imposible. ¿De dónde van a sacar plata los viejos.”

72


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO VI

Al haber rendido todos los exámenes con éxito, Américo se puso a pensar que hacer. No quería volver a casa de sus padres y la monotonía de un pueblo. A pesar que Silvina hacía tiempo que no lo llamaba, decidió llamarla él. Recordó que ella le había hablado de la posibilidad de trabajar en la empresa que ella regenteaba. -

Tomó su celular y la llamó Hola, ¿Silvina? – dijo él ¿No me digas que eres tú, Mico? – le respondió ella Si, soy yo, ¿te asombra? Si, creí que te habías asustado de lo que te dije cuando nos vimos. No, ¿por qué tendría que asustarme? Lo que pasa es que el estudio me ha tenido muy ocupado. Decime, ¿pasó algo con Martina? – preguntó ella No, nada, lo que sucede es que estamos en grupos diferentes y nos vemos poco o nada. Está bien. Decime, ¿pensaste en lo de trabajar con nosotros? – preguntó Silvina. Justo, además de querer verte, quería charlar de eso. Ay, ¡qué galante! ¿Por qué no te venís hasta casa? Ahora está papá y podemos charlar. OK, en un ratito estoy. Besos Besos

Un rato después, Américo estaba en casa de Silvina. Ella lo recibió con un abrazo que lo dejó asombrado - Pasá, Mico que papá te está esperando Silvina acompañó a Américo hasta un suntuoso escritorio donde estaba el doctor Mercado. Él se puso de pie y abrazó a Américo - ¿Cómo estás? ¿Cómo están tus tíos? – le dijo - Muy bien, doctor – le contestó Américo algo cortado por el recibimiento de él.

73


-

-

-

-

Nada de doctor – dijo Silvina – solo Santiago, acordate que es mi padre. Bueno Mico – dijo Mercado – tomá asiento y vamos a charlar de lo que quería hablar contigo. Gracias – dijo Américo que estaba impresionado por el lujo de aquella habitación. Creo – dijo Mercado – que Silvina te debe haber anticipado algo. El asunto es así. Ella quería tener una empresa a su cargo y se le ocurrió crear una para atender eventos, fiestas, desfiles, etc. Yo conseguí el apoyo de un amigo que vive en España, Francisco Paz, que tiene allá una empresa similar y estuvo dispuesto a colocar capital en la nuestra, construyendo un hotel muy especial, de alta categoría La que regentea todo es Silvina y sus colaboradoras, que ya vas a conocer. Entiendo – dijo Américo – pero ¿cuál sería mi ocupación? Se lo explico yo, papi – dijo Silvina – Tu ocupación sería conseguir promotoras, clientes, es decir, todo lo que respecta a relaciones públicas. Estarías presente en todas las reuniones o fiestas que se hagan a esos efectos. No quiero ser aguafiestas – dijo Américo – pero tengo que seguir con la facultad. Si, eso está claro –dijo Mercado – por ahora este sería un trabajo solo para los meses de verano en Punta del Este. Podría ser que surgiera algún evento aquí en Montevideo, fuera de la temporada, pero eso te llevaría poco tiempo. Pero papi – dijo Silvina – seguro que Mico quiere saber las condiciones del contrato. Si, a eso iba – le contestó Mercado – tendrías que estar en Punta del Este desde diciembre hasta marzo. Allá compramos una chacra que la transformamos en un hotel 5 estrellas, como te dije, donde te alojarías, con todo pago, las oficinas a tu disposición y un sueldo, para comenzar de tres mil dólares mensuales.

Américo sintió que se le aflojaban las piernas, pero se dijo: “no puedo mostrar ansiedad. Voy a pedir algo más.” - Estoy de acuerdo con todo, pero necesitaría tener días en que pueda venir a Montevideo por el estudio, siempre que no interfiera con algún evento. - Sin duda – dijo Mercado – por eso no va a haber problemas 74


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

¿Sabés que me gustaría? – dijo Silvina – que nos fuéramos mañana para allá así ya conocés todo y podés ponerte en funciones enseguida. ¿Podrás viajar mañana? – preguntó Mercado Si, supongo que si – le respondió Américo – solo que tengo que hablarlo con mis tíos. Bueno, bienvenido a la empresa – dijo Mercado – arreglá con Silvina como hacen mañana. Ella ya va a tener el contrato y te aclaro que lo del contrato es solo una formalidad. Gracias – dijo Américo poniéndose de pie Te acompaño hasta el auto – le dijo Silvina

Cuando salieron al jardín ella se colgó del cuello de Américo y le dio un beso en la boca. Ante la sorpresa de él, le dijo - Acordate que me tenés que demostrar algo - ¿Si? ¿Qué es? – le preguntó él - Que te gustan las mujeres – dijo ella riendo - Bueno. Mañana te llamo para arreglar la ida a Punta del Este - OK. Cuando salió de casa de los Mercado, se puso a pensar como les iba a contar a Angélica e Ignacio, la oferta que le habían hecho. Tenía que ser cauteloso, achicar el tiempo en que iba a estar ocupado, porque Angélica ya le había advertido que no quería que abandonara los estudios. Al llegar a la casa de los tíos, ellos ya estaban. Américo fue a su dormitorio, se cambió y bajo a encontrarlos. Como no estaban en el living, le preguntó a Felipe - ¿Sabe dónde están mis tíos? - Están en el escritorio – le respondió el mayordomo - ¿Están con gente? - Creo que no, señor. Américo fue hasta el escritorio y vio que la puerta estaba abierta. - Hola, ¿puedo entrar? – preguntó - Si, lógico – dijo Angélica – solo estábamos conversando de trabajo. ¿Pasó algo? 75


-

-

-

-

Si, en realidad lo quiero comentar con ustedes Decinos nomás – dijo Ignacio Estuve en casa del doctor Mercado. Estuvimos hablando de la posibilidad que yo tome un trabajo con ellos. ¿Y? ¿Qué sucedió? – preguntó Angélica Me ofrecieron un trabajo de relacionista público pero, el problema es que tengo que ir a vivir a Punta de Este en el verano. ¿Y el estudio? – preguntó Angélica con cierta preocupación No, no lo dejo, tía, solo sería por dos meses y, si tengo que venir a Montevideo, no hay problema. ¿Te ofreció buenas condiciones? – preguntó Ignacio. Si, yo considero que son buenas. Un sueldo de tres mil dólares mensuales, alojamiento en una chacra que convirtieron en hotel 5 estrellas, entre San Rafael y José Ignacio. La verdad es que son muy buenas – dijo Ignacio – y ¿qué vas a hacer? Mañana voy a ir a conocer todo con Silvina, que es la que regentea todo. Bueno – dijo Angélica – fijate bien que todo sea normal y no vayas a abandonar el estudio. Te lo digo por ti y por tu madre que, si lo dejaras, me mata. Quédense tranquilos. En realidad es una changa por solo dos meses.

Al día siguiente, a las 10 de la mañana, Silvina pasó a buscar a Américo en su BMW. Enseguida partieron hacia Punta del Este. Después de poco más de una hora, siguieron, pasando Punta del Este, por la ruta 10 rumbo al este. Al llegar a la circunvalación que lleva a José Ignacio, Silvina dobló hacia la izquierda, tomando el camino que lleva a Pueblo Garzón. José Ignacio es un balneario al sureste del departamento de Maldonado, sobre las costas del Océano Atlántico, a unos 40 KM de Punta del Este. Se trata de una pequeña península de un par de kilómetros de largo por 800 metros de ancho. En sus inmediaciones existen chacras de lujosas infraestructuras donde veranean muchos extranjeros de gran posición económica.

76


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Garzón es un poblado de apenas 200 habitantes dedicados a la agricultura y explotación de canteras de granito. Tomó más vida desde que en 2004 se estableció el Hotel y Restaurante Garzón, en una antigua propiedad del pueblo. Cuando tomaron el camino de tierra hacia Garzón, fue la primera vez que Américo habló - Nena, ¿hasta dónde me traés? - ¿Tenés miedo? – le preguntó ella riendo - No, no es eso, pero hemos caminado una barbaridad. Cuando Américo dijo eso, Silvina giró a su izquierda y entraron en un camino totalmente arbolado hasta llegar a un enorme establecimiento. Lo estaba a la vista simulaba el casco de una estancia de enorme dimensiones. Cuando se detuvo el auto, Silvina dijo - Bajá Mico y vamos a visitar. Este es nuestro centro de operaciones. Se llama “Solsticio”. - Si – dijo riendo por el nombre y algo asombrado por lo que estaba presenciando. Entraron por lo que era la puerta principal y encontraron un lobby de un lujoso hotel. Allí una de las chicas que estaban dijo - Hola Silvina, no te esperábamos. - ¿Alguna novedad? – dijo Silvina haciendo notar su superioridad. - No nada importante - ¿Está Francisco? - Si, está en la oficina. ¿Querés que lo llame? – le dijo la chica - Si, haceme el favor. Explicale que estor recorriendo las instalaciones – le contestó Silvina y, dirigiéndose a Américo le dijo – vamos Mico así ves como es esto y te muestro donde vas a estar tú. El hotel estaba formado por unos 45 bungalows lujosamente equipados. En el centro había dos piscinas de dimensiones olímpicas, una de ellas con posibilidad de cerrarla. - ¿Esto funciona como hotel? – preguntó Américo. - Si, es de los más caros que hay y ofrece todo tipo de servicios – le dijo ella guiñándole un ojo al decir esto último. - ¿Hay gente alojada ahora? 77


-

Es posible, pero se llena más adelante, durante las fiestas y en enero y febrero. Mirá, aquí llegamos a tu habitación.

Entraron y Américo quedó asombrado por el lujo y las comodidades. Eran dos habitaciones y un baño. En una de las habitaciones había un sonmier de dos plazas, televisor de 32‟‟, un placard y un ventanal que daba a las piscinas. En la otra, un escritorio con un notebook, lujosos sillones forrados en cuero además de una mesa con seis sillas. - ¿Qué te parece? – preguntó Silvina - Está muy bien - Bueno – prosiguió ella – en realidad esto es para cuando quieras trabajar tranquilo. Tú vas a tener tu oficina en el edificio principal. Mirá, ahí viene Francisco. Francisco Paz era un hombre alto, delgado, de unos 45 años, cabello entrecano, con piel tostada por el sol y ojos castaños. Vestía un short de gabardina y una camisa blanca de manga corta. - Pancho – dijo Silvina – él es Américo, Mico para nosotros, nuestro relacionista. - Bienvenido – dijo Francisco – Silvi ¿por qué no vamos a las oficinas que está más fresco y después almorzamos? - OK – le respondió ella. -

-

Cuando llegaron a las oficinas, Silvina dijo Mico, esa es tu oficina Más tarde viene Beatriz que va a ser tu secretaria Mico, y perdona que te llame así – dijo Francisco – ¿Cuándo vendrías a instalarte. No, no hay problema, está bien que llames a sí. Pienso venirme mañana, si arreglo todo en casa. No puedo asegurarte a qué hora. No, está bien – dijo Francisco – me viene muy bien que vengas mañana porque pasado mañana tengo que viajar. Como Silvina va y viene, tú quedarías a cargo de todo el establecimiento. ¿Te parece que podré? – dijo Américo algo asustado Si – dijo Silvina – vas a poder, además siempre estaremos los tres en contacto. ¿Qué les parece si vamos a almorzar y aprovechamos para irle presentando todo el personal a Mico? – dijo Francisco. 78


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Bárbaro, vamos – le contestó Silvina – y no te preocupes Mico porque en la computadora tenés a todo el personal con antecedentes y fotos, así que no tenés que memorizar nada.

Durante el almuerzo estuvieron conversando sobre los diferentes aspectos del funcionamiento de la empresa. A Américo le llamó la atención que ellos mencionaron, en varias oportunidades, la necesidad de contratar más promotoras. - Después – dijo Francisco – Silvina te va a explicar como funciona el tema de las promotoras, pues eso va a ser uno de tus cometidos. - OK, cuando más rápido aprenda, mejor – dijo Américo. -

Después de almorzar, Silvina dijo Américo, ¿Por qué no vas a descansar?, ahora hace mucho calor. Salimos más tarde. OK

Américo se fue al bungalow que le habían asignado. Se quitó la ropa y se acostó. Como estaba el aire acondicionado encendido y él había tomado un poco de vino, se quedó dormido. Un rato más tarde, oyó que golpeaban en la puerta. Pensó que era para avisarle que se tenían que ir. Se puso el pantalón y fue a abrir. Grande fue su sorpresa cuando vio a Silvina que solo vestía un bikini de baño. - Hola – atinó a decir Américo – creía que me venías a buscar para irnos. - No, eso puede esperar – dijo ella – antes tenemos que hablar de otras cosas. Ella entró y se recostó en la cama. Américo solo apreciaba el magnífico cuerpo de aquella chiquilina. - ¿De qué tenemos que hablar? – le preguntó Américo - Ah, ¡ya te olvidaste! – dijo ella – tenés que demostrarme que te gustan las mujeres. Américo pensó: “¡Qué me gustan las mujeres? ¿Soy idiota o quiere hacer el amor conmigo?” - Decime como te lo demuestro – le preguntó - Vení y acostate conmigo. 79


Recién allí Américo se dio cuenta que ella estaba tapada con una sábana y se había quitado el bikini. Él se acercó y ella se puso de rodillas en la cama dejando todo su cuerpo al desnudo. Le quitó la ropa a Américo y comenzó a besarlo hasta que él se excitó y tuvieron un encuentro sexual violento. Luego de un rato, ella se levantó envuelta en una sábana, se fue al baño y luego salió con el bikini puesto. - No me gusta comentar estas cosas – dijo – pero eres un buen macho. Te voy a tener que cuidar. Haceme un favor, traeme una cerveza del frigobar. - ¿Vas a tomar? – preguntó él – tenés que manejar. - ¿Y para qué te tengo?, manejás tú y listo. - Bueno, pero tenés que explicarme otra cosa, ¿no? - Si y esto forma del trabajo – dijo Silvina – En este establecimiento, no me gusta decirle hotel, se alojan altos ejecutivos extranjeros y algunos uruguayos. A veces vienen con sus parejas. Aprovecha donde estamos ubicados, donde nadie los ve, pero contratan nuestros servicio si le aseguramos una buena compañía. Obviamente tiene que ser alguien que puedan mostrar si van a una reunión. - ¿A ver si entiendo? – dijo Américo – ustedes contratan prostitutas para atender a estos señores. - No seas grosero – dijo ella – son damas o caballeros de compañía, solamente. - ¿Y se cobra por ese servicio? - Si, al precio del alojamiento se le agregan entre tres y cinco mil dólares o más, según la categoría de la acompañante y el tiempo que requieran de su servicio. De esa cantidad, la chica o chico, se quedan con el 60% y el resto es nuestro. Ah, te aclaro que también se les da alojamiento con todos los gastos pagos. - Bueno – dijo Américo – ahora decime donde entro yo. - Tú vas a tener varias tareas. Contratar ese personal, es decir, elegir si sirven o no, administrar todo el establecimiento. Tené en cuenta que Pancho viaja mucho y yo no se nada de administración. - Está bien, pero creo que el sueldo que hablamos no es mucho. - Yo se lo dije a papá – dijo Silvina – y me dijo que eso lo arreglara contigo, aumentando el sueldo y cobrando comisiones. 80


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Si, eso está bien – dijo Américo - ¿Cuándo nos volvemos a Montevideo. Voy a mi bungalow, me cambio y nos vamos. Esperame en la oficina.

Cuando Américo llegó a casa de sus tíos, ellos estaban en el jardín junto a la piscina. - Hola – dijo Angélica – contanos como te fue. - Hola – saludó Américo dándole un beso a sus tíos – me cambio y vengo Después de cambiarse Américo bajó a donde estaban sus tíos. -

-

-

¿Cómo te fue? – le preguntó Ignacio Muy bien, la verdad es que quedé asombrado del establecimiento Si – dijo Ignacio – Mercado me había comentado, pero, ¿y tu trabajo? En realidad es más administrativo que otra cosa – dijo Américo que se reservó muy bien de cual era la actividad de aquel hotel – porque el socio de Mercado, que es español, viaja porque tiene otro igual en Ibiza, creo. ¿Y cuando empezás? – preguntó Angélica Me tendría que ir mañana. Voy a pasar por facultad para ver las fechas y me voy. ¿Querés que te arregle algo de ropa? – preguntó Angélica No tía, me arreglo solo, es poco lo que voy a llevar. Además estoy solo a un par de horas en auto. Ah, una cosa, Ignacio, ¿puedo usar el Gol por ahora? Si, lógico, no te preocupes.

81


82


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPÍTULO VII

Rodolfo había comenzado se segundo año de liceo. Ahora se sentía más a gusto. Sus compañeros eran los mismos del año anterior. Además, algo muy importante para él, su madre no estaba tan exigente. Le daba permiso para ir a jugar al fútbol con sus amigos, salir el sábado por la tarde, etc. Él pensaba que, como Américo estaba lejos, estaba más cariñosa y permisiva. Todavía tenía en su recuerdo el encuentro con Mabel. Muchas veces, cuando estaba tratando de concentrarse en el estudio, le aparecía el recuerdo de la cara de ella. Su pregunta era: “¿Se acordará de mi? Después que nos encontramos no me llamó más. Es difícil.” En medio de esos pensamientos, muchas veces se le borraba la cara de Mabel lo que lo preocupaba porque suponía que eso significaba que él también la estaba olvidando. A raíz de lo que le pasaba con Mabel, comenzó a interesarse en otra chica que lo acompañaba hasta su casa porque vivía a una cuadra de la suya. Él la consideraba una muy buena amiga y un gran apoyo en el estudio. Sin embargo, sus amigos le decían a los dos que eran novios, cosa que molestaba a Rodolfo porque no quería que Marisa, su amiga, se sintiera mal. Algo que le llamaba la atención a Rodolfo era que Marisa, físicamente, era la antítesis de Mabel. Marisa era una chica bajita, regordeta con el cabello enrulado pero era muy alegre e inteligente. En el mes de junio, tenían que concurrir a practicar con el coro del liceo. Por razones de horario, esas prácticas eran, los martes y jueves en el liceo a las 6 de la tarde. A Rodolfo lo habían elegido porque 83


la profesora del coro le había dicho que tenía una excelente voz. A él no le entusiasmaba mucho, pero no podía negarse. Una tarde, a la 7, ya estaba oscuro y un amigo de Rodolfo, Manuel le dijo cuando iban saliendo del liceo - Fito, tú acompañás a Marisa hasta la casa, ¿no? - Si, ¿por qué? - Yo voy con Raquel – dijo Manuel – ¿viste la obra que hay en la otra cuadra? - Si, en parte la hizo mi padre – le contestó Rodolfo - Acompañame y las apretamos y tenemos sexo con ellas. Rodolfo lo miró y, en ese momento se acordó de su experiencia con Alejandra en Montevideo. - Mirá – le dijo a Manuel – te acompaño hasta allí pero yo sigo - Andá, cagón, apretala a Marisa que le va a gustar, no ves que está caliente contigo. Salieron los cuatro del liceo. Se despidieron de los demás una cuadra más adelante llegaron a la obra que había mencionado Manuel. Estaba muy oscuro y Manuel tomó de la mano a Raquel y se metieron para dentro de la obra. - ¿Qué hacen? – preguntó Marisa - No se – dijo Rodolfo que le daba vergüenza saber lo que quería Manuel. - Vamos a ver – insistió Marisa - No, no, dejalos, vamos que se hace tarde – le contestó Rodolfo y siguió caminando. - Esperame – le gritó Marisa -

Cuando llegó al lado de Rodolfo, le preguntó ¿Qué quería hacer Manuel con Raquel? No sé, es cosa de ellos – le respondió Rodolfo

Siguieron caminando en silencio. Al llegar a la casa de Marisa, se despidieron y Rodolfo siguió para su casa. Al llegar, estaba su madre y le dijo - Creí que te habías demorado - No mamá, llegué a la misma hora de siempre. - Andá a lavarte las manos que ya cenamos. 84


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Esa noche Rodolfo demoró en dormirse. Pensaba que habría pasado entre los otros amigos. Al día siguiente, Rodolfo llegó al liceo antes de las 8, como lo hacía habitualmente. Cuando entró, el portero le dijo - Fito, andá a la dirección. La directora quiere hablar contigo. Rodolfo, sin contestar se dirigió a la dirección. Le dijo a la secretaria - Me dijeron que la directora quiere verme - Si, entrá – le contestó ella. Él abrió la puerta y encontró un panorama que casi se desmaya. Estaban Manuel, Raquel y Marisa, llorando y tres señoras, una de las que Rodolfo conocía porque era la madre de Marisa. - Sánchez – le dijo la directora – necesitamos que usted nos cuente que pasó anoche cuando salieron del coro. - Si señora – dijo Rodolfo balbuceando – cuando salimos fuimos Marisa, Raquel, Manuel y yo caminando juntos, como lo hacemos todos los días que tenemos coro. - ¿Y qué pasó en el camino? - Raquel y Manuel se distanciaron y Marisa y yo seguimos hasta nuestras casas. - Usted, ¿no vio qué hacían Raquel y Manuel? - No señora, le repito, seguimos caminando con Marisa, ¿no es cierto? – dijo dirigiéndose a Marisa -

Ella asintió con la cabeza. Gracias Sánchez – dijo la directora – usted y Marisa pueden ir a clase. Si señora.

Salieron los dos de la dirección. Todos los alumnos estaban en clase. Rodolfo aprovechó y le preguntó a Marisa. - ¿Sabés qué pasó? - Raquel llegó tarde y llorando a la casa. Cuando la madre le preguntó que le pasaba, ella le contó que Manuel la había manoseado y no se que cosas más - ¿Y Manuel? 85


-

Está como pollo mojado. No quiere hablar. ¿Viste? Tú querías quedarte. ¡Qué bien hicimos en seguir! Si, ¿Qué le pasará ahora a Manuel? – preguntó ella Manuel no tiene padre, seguro que la madre lo va a matar a palos y, después, lo mande a un reformatorio ¡Qué horrible! Por favor, Marisa – dijo Rodolfo – no comentes nada con nadie porque nos pueden meter en líos.

Sonó la campana para un recreo. Sus compañeros rodearon a Marisa y a Rodolfo preguntando que había pasado. Ninguno de los dos dijo nada, a pesar de la insistencia. Al mediodía Rodolfo llegó a su casa. Vio que solo estaba su padre. Respiró con alivio. - Hola papá, lo saludó, ¿y mamá? - Hola, se fue al hospital. ¿Cómo te fue? - Bien, pero hay algo que quiero contarte sin que se entere mamá - ¿Tan grave es? – le preguntó Esteban - Si, en serio, sobre todo si mamá se entera – le contestó Rodolfo - Bueno, contame mientras termino de cocinar. - Ayer cuando volvíamos del coro ya había oscurecido. Veníamos Marisa y yo, como lo hacemos todos los días y Raquel con Manuel que se ofreció a acompañarla. Cuando llegamos a la obra a la vuelta del liceo, Manuel la llevó a Raquel para dentro de la obra. - Y tú, ¿qué hiciste? – preguntó Esteban que apagó la cocina y se puso a atender con más interés. - Marisa quería quedarse para ver que hacían pero yo le dije que siguiéramos. - Si, ¿y entonces? - Hoy, cuando llegué al liceo me hicieron ir a la dirección – dijo Rodolfo - Pero, ¿por qué? ¿Qué hiciste? – preguntó Esteban. - Yo no hice nada. La directora me preguntó si había salido del liceo con ellos. Yo le dije que sí, pero que después Raquel y Manuel se alejaron mientras nosotros seguimos.

86


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

A ver, no estoy entendiendo. ¿Qué pasó para que la directora te llamara? – dijo Esteban presintiendo que había pasado algo grave. En la dirección estaban las madres de Manuel, Raquel y Marisa y yo temblaba que hubieran llamado a mamá. Pero no me contaste que pasó – insistió Esteban Según me contó Marisa, Manuel la metió a la chiquilina a la obra para apretarla y manosearla. Ella llegó tarde a su casa y cuando la madre la retó, ella, llorando le contó lo que había pasado. Doña Elena se enojó mucho y anoche mismo llamó a la directora. Fito – dijo Esteban – al fin y al cabo tenés que darle la razón a mamá. No se puede andar con cualquiera de noche por la calle. Manuel puede ser un buen chico, pero con esto queda marcado para toda la vida. Menos mal que me lo contaste porque mamá es amiga de la madre de Raquel y, seguro, se va a enterar. Tú no hables nada. Yo voy a ver como lo manejo. Andá a lavarte las manos así comemos.

Una tarde, aún en otoño, cuando Rodolfo llegó a su casa, vio que, sobre la mesa del comedor había unas cajas de cartón. Miró las escrituras que tenían las cajas y decían: “Computer…”, en una y en la otra: “Monitor…” Como sus padres no habían llegado, se sentó a mirar y pensó: “¿Habrán comprado una computadora? Qué bárbaro, capaz que me dejan usarla y me puedo comunicar con Mabel.” Rodolfo estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no oyó cuando entró su padre. - ¿Qué me decís de la compra? – le preguntó Esteban - ¿Es una computadora? ¿Es nuestra? – preguntó ansiosamente Rodolfo - Si, es nuestra – le contestó Esteban – el sábado viene Raúl, el hijo de Acosta, que se dedica a instalarlas y, además, nos va a dar algunas instrucciones de cómo usarla. - ¿Y yo podré usarla? – preguntó Rodolfo - Con tu madre ya dijimos, si no te distrae mucho de los estudios no habrá problema. - No, no, solo para aprender. Es muy importante saber computación – dijo Rodolfo 87


-

-

-

-

Si, es cierto – dijo Esteban – además Raúl me dijo que ya estaba conseguida la conexión a Internet. Eso fue lo que convenció a tu madre para así puede mandarle mensajes a Mico. Pero papá – dijo Rodolfo – hace unos días cuando les dije que tenía que comprar unas hojas, mamá y tú me dijeron que no se podía gastar, que tú no tenías trabajos y estábamos dependiendo del sueldo de mamá. Es cierto, es así – dijo Esteban – pero esta computadora y toda la instalación la paga tu tía Angélica. Ella quiso que, al irse Mico, no estuviéramos tan alejados de él. Ah – asintió Rodolfo que se quedó pensando “¿Cómo la tía tiene tanta plata y nosotros vivimos con lo justo?”

En las siguientes semanas la computadora fue el atractivo de la casa. Julia estaba maravillada de poder enviarle mensajes a Américo y que él se los contestara en el mismo día. Rodolfo tenía acceso a la computadora cuando estaba presente alguno de sus padres. El técnico les había indicado de cómo poner una clave para que solo pudieran usarla ellos o bajo su supervisión. A Rodolfo no le hacía gracia eso porque, según lo que le habían dicho sus amigos, se podía entrar a sitios porno que mostraban de todo. De cualquier manera era, para él, un gran entretenimiento. Al llegar Rodolfo a su casa desde el liceo, al mediodía, su madre estaba en la cocina. Él entró a saludarla. - Hola mamá, Y ella solo le respondió - Hola – dijo sin siquiera darle un beso. Rodolfo se dio cuenta enseguida que, algo que venía sospechando desde hacía días, era cierto. La relación entre sus padres no andaba bien. Después de dejar sus libros y cuadernos en el dormitorio, decidió ir a la huerta del fondo para saludar a su padre. Cuando iba saliendo, retrocedió y se dedicó a dejar ordenado el cuarto porque pensó: “Si hay lío, el primero que la ligo soy yo. Mejor que mamá no encuentre nada para rezongarme.” 88


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Saliendo a la quinta en el fondo de la casa, encontró a su padre mirando las plantas y tomando mate. - Hola papá – lo saludó - Hola Fito, ¿cómo te fue en el liceo? – le contestó Esteban dándole un beso. - Bien, ¿pasa algo con mamá? - Son los enojos de ella – le contestó Esteban – no te preocupes. Eso si, no la contradigas en nada ni le pidas nada. - Pero papá, preciso plata para comprar unas hojas de dibujo – dijo Rodolfo - Menos mal que me lo dijiste a mí – le contestó Esteban – dejá que yo veo como conseguirte. ¿Para cuando precisás las hojas? - Para mañana, tengo que llevarlas al liceo. - Está bien, yo te las consigo. Rodolfo volvió a su cuarto. Sin darse cuenta, tenía lágrimas en sus ojos. Él quería mucho a sus padres por lo que le dolía mucho aquella tirantez entre ellos y pensó: “Estoy seguro que todo se debe al puto de mierda de Mico. Ese imbécil es el preferido de mamá. No se por qué papá no hace nada, no se lo dice. Mirá donde anda ahora aquel degenerado y donde estamos nosotros.” Los pensamientos de Rodolfo fueron cortados por el llamado de su madre - Fito, vení a poner la mesa - Si mamá – dijo él recordando lo que le había sugerido su padre, en lugar de protestar como lo hacía siempre. Cuando estuvieron sentados a la mesa, ninguno de los tres habló. De pronto, Julia dijo - Ustedes que no hacen nada, terminen que yo me voy. - ¿Dónde vas? – preguntó Esteban - ¡A trabajar! - le contestó Julia de mala manera y tomó su abrigo y se fue. La tensa situación entre Julia y Esteban se prolongaba el tiempo. Si bien, en algunos momentos, Esteban trataba de conversar algo, ella solo contestaba con monosílabos. Rodolfo veía que cada vez la relación estaba deteriorándose y no entendía el por qué. 89


Suponía que como su padre no tenía trabajo, eso molestaba mucho a su madre. A pesar de su corta edad, Rodolfo pensaba: “Qué fuerza tiene la plata. Nunca pensé que en una pareja se pueda romper todo lo hecho por entrar en una crisis de dinero.” Muchas veces pensó en decirle a su padre que le pidiera ayuda a la tía Angélica, pero sabía que Esteban era muy orgulloso como para pedir ayuda. Al llegar las vacaciones de invierno, Rodolfo se quedó en casa todos los días ya que no se animaba a pedir para salir. Los días en que no llovía, ayudaba a su padre en la quinta. Poco a poco se fue haciendo muy amigo de Esteban. Sin embargo, un día él le dijo - Fito puede ser que las cosas entre tu madre y yo no anden bien. Eso pasa en todas las parejas pero tú no podés alejarte de ella. Tenés que tratarla como siempre - Si papá – le respondió Rodolfo – pero hay veces que le hablo y ni me contesta. Durante los días de lluvia, en los que no se podía salir a trabajar en la quinta, Rodolfo aprovechaba a ayudar a su madre en la casa, limpiando, tendiendo las camas y arreglando la cocina. Una noche, cuando ya todos estaban acostados, Rodolfo escuchó una fuerte discusión entre sus padres. Esto lo angustió mucho. Él los quería a los dos por lo que se le llenaron los ojos de lágrimas. Se puso a pensar que podía hacer él: “¿Y si llamo a la tía Angélica? Total, peor que ahora no va a ser, y ¿qué me puede pasar si se enteran? Otro rezongo más. Estoy acostumbrado. Mañana voy a buscar el teléfono de la tía y cuando esté solo en casa, la llamo.” Pensando en esa posibilidad, se durmió. Al día siguiente, al levantarse, Rodolfo vio que en el sillón del living había, bien ordenado, una frazada y una almohada por lo que dedujo que su padre había dormido allí. En el dormitorio de sus padres la cama estaba tendida. Fue al baño, se lavó y se vistió. Arregló su cuarto y se fue a la cocina. En la heladera había un cartel “Fito hacete el desayuno y no salgas que llueve mucho. Al mediodía vuelvo. Papá” Angustiado por lo que podría haber pasado, Rodolfo pensó que quizás su madre se hubiera ido. Fue hasta el dormitorio y revisó el ropero y vio que estaba toda la ropa de ella. 90


DOS HERMANOS – UNA VIDA

En ese momento se acordó lo que había pensado en la noche y se puso a buscar donde podía estar el teléfono de su tía. Cuando lo encontró, un poco tembloroso y con grandes dudas de cómo explicarle la llamada a la tía, Rodolfo marcó el número. -

-

Respondió una voz de mujer ¿Tía Angélica? – preguntó Rodolfo Si, ¿quién habla? Fito, tía Hay Fito, ¿qué pasó? No me asustes. ¿Por qué me estás llamando tú? No, tía, no pasa nada grave. Bueno, menos mal, explicame que necesitás. Tía, mamá y papá están muy enojados entre ellos. Papá está sin trabajo y mamá se lo hace notar a cada momento. Anoche tuvieron una discusión muy fuerte y papá durmió en el sillón del living. No se que hacer, por eso te llamé. Tengo miedo A Rodolfo se le quebró la voz y se puso a llorar Fito – dijo Angélica – quedate tranquilo y voy a hablar con ellos. Si, tía – dijo Rodolfo entre sollozos – pero que no se enteren que te llamé, si no, me matan. No, no, yo me encargo, pero decime, ¿cómo te va en estudio? – dijo Angélica tratando de calmar a Rodolfo. Bien, tengo las mejores notas – dijo él más entusiasmado – ahora estamos de vacaciones pero el lunes vuelvo a clase. Bueno, Fito, quedate tranquilo que yo voy a ver que hago. Esta llamada es un secreto entre tú y yo. Gracias, tía, un beso Un beso grande para ti. Te quiero mucho – le contestó ella

Cuando cortó la comunicación, Rodolfo se sintió mucho más aliviado a pesar del temor que sentía en que sus padres se enteraran de la llamada. Una mañana, unas semanas después, Esteban estaba ordenando las cosas en la casa. Rodolfo se había ido al liceo y él, como no tenía ocupación, ordenaba la casa ya que Julia estaba haciendo horas 91


extras en el hospital. Cuando estaba ocupado lavando la cocina oyó el timbre de la casa. Miró la hora: eran las 10:30 de la mañana. Pensó: “¿Quién podrá ser a esta hora?” Fue hasta la puerta y abrió y llevó una sorpresa. Era su hermana, Angélica. - Esteban, cuanto hace que no te veía – dijo ella dándole un abrazo y un beso. - Angélica, ¿qué hacés acá? No avisaste que venías. - ¿No soy bienvenida, acaso? – dijo ella sonriente. - No, no es eso, es que nunca imaginé verte así sin aviso. Pero pasá. ¿Te viniste en auto y sola? Estás loca. - Bueno, prepará un mate y vamos a conversar – dijo ella. Esteban quedó maravillado de la elegancia de su hermana. Vestía unos jeans ajustados, una campera de gamuza y botas haciendo juego. -

-

Él vino y se sentó junto a su hermana. Decime que te trajo por acá – dijo él. Bueno, pero primero decime como andan tus cosas. ¿Julia, donde está? Julia trabajando. Las cosas no andan bien. No consigo trabajo. Estamos viviendo del sueldo de Julia y algunos ahorros que teníamos. Pero no me llamaste, ¿por qué? – preguntó Angélica. ¿Para qué? Tú no me ibas a encontrar trabajo – le contestó él. ¿Y como andan las cosas con Julia? – preguntó Angélica.

Esteban quedó pensando: “esta mujer tiene un sexto sentido. ¿Cómo sabe que las cosas no andan bien?” - Mirá – dijo él – a ti no te voy a mentir. La relación con Julia no anda bien. Desde que quedé sin trabajo estamos viviendo de su sueldo y eso la pone mal y en contra mío. - Pero ¿por qué la pone en contra tuya? - No se, hemos tenido discusiones fuertes. Yo creo que Julia está muy cambiada y, lo que es peor es que el que está saliendo perjudicado es Fito. - ¿Por qué él? – preguntó Angélica. 92


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Porque está sufriendo la falta de dinero. Fijate que, en las vacaciones, no lo pudimos llevar a ningún lado, ni siquiera al cine. ¿A qué hora viene Julia? – preguntó Angélica Debe estar por llegar – le contestó Esteban.

-

En ese instante se abrió la puerta de calle y entró Julia. ¡Angélica!, ¡qué alegría verte! – exclamó Lo mismo digo – dijo Angélica dándole un abrazo.

-

Angélica quedó impresionada con el aspecto de Julia. Estaba muy delgada, su cara demacrada. Era apenas una sombra de aquella belleza rubia de ojos azules. Desprolija en la vestimenta, el cabello sin arreglar donde se veían ya algunas canas, le dio pena. Era evidente que el matrimonio no estaba pasando un buen momento. - Pero, contame – dijo Julia – ¿qué te trajo hasta acá? - Fundamentalmente quería verlos y charlar un poco con ustedes – le contestó Angélica. - ¿Has sabido algo de Mico? – preguntó Julia que no ocultaba la ansiedad por tener noticias de su hijo. - Si, en realidad deberíamos vernos más seguido, pero nuestros horarios no coinciden - Nosotros tenemos noticias de él bastante seguido – dijo Esteban – gracias a la computadora. - Pero no es lo mismo – dijo Julia mirando con enojo a Esteban – cuando nos escribe no sabemos si nos dice la verdad. - ¿Y por qué nos va a mentir? – dijo Esteban. Angélica percibió, en ese momento, que se podía suscitar una discusión en la pareja, por lo que intervino. Tomó su teléfono y lo llamó a Ignacio - Nacho, mi amor, ¿lo viste a Mico?...ah, está bien…si estoy con ellos. Un beso. - Recién había estado con Mico que se iba a clase. Nacho lo va a esperar para almorzar juntos. Cuando Rodolfo volvía del liceo, al mediodía, vio que en la puerta de su casa había estacionado un auto matriculado en Montevideo. Uno de sus compañeros de clase que veía caminando con él, le dijo 93


-

¿Tú viejo se compró auto? ¿Estás loco? – le contestó Rodolfo – si no tenemos ni un mango. ¿Y de quién es ese auto? – preguntó su compañero Yo que sé, debe ser alguien que vino a buscar a papá por un trabajo porque mamá está en el hospital.

Rodolfo entró por el pasaje para autos al costado de la casa. Eso le daba la oportunidad de ver quien estaba en su casa, si estaban en el living comedor. Su asombro fue muy grande cuando vio que, quien estaba sentada conversando con su padre, eran su tía Angélica y su madre. -

Cuando entró a la casa, por el fondo, Esteban lo llamó Fito, vení a saludar a tu tía

Rodolfo entró en el living, con algo de miedo, pero tenía confianza en que su tía no lo hubiera delatado - Hola Fito – dijo Angélica dándole un abrazo y un beso – qué grande estás. - Gracias tía – dijo Rodolfo sin saber por qué se le habían escapado aquellas palabras - ¿Cómo andan tus estudios? – preguntó ella que interpretó el agradecimiento de Rodolfo - Muy bien - Pero mirá que físico tenés – dijo Angélica – las chiquilinas debe estar detrás de ti - No, no mucho – dijo él ruborizándose - Fito – dijo Esteban – preparate un mate y andá al fondo que la tía, mamá y yo tenemos que hablar. Dentro de un rato, almorzamos. - Si, porque yo los invito a comer afuera, en un restorán – dijo ella. - No es necesario – dijo Julia – mirá mi aspecto. Mejor preparamos algo aquí. -

Después que Rodolfo se fue, Angélica les dijo Vamos a conversar sobre lo que me trajo hasta aquí, además de querer verlos. 94


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Julia y Esteban se miraron extrañados. No entendían cual era el sentido de las palabras de Angélica que continuó. - Sé que tú Esteban estás sin trabajo y tú, Julia te estás matando para poder mantener una vida decorosa. - Pero Angélica – dijo Julia – no queremos ayudas económicas. Ya bastante hicieron por Mico. Nosotros nos vamos a arreglar. - No, no es una ayuda económica – dijo Angélica – sino la posibilidad de trabajos con buenos sueldos. Ustedes saben que Nacho y yo tenemos un estudio contable. Llevamos la contabilidad de varias empresas muy grandes, entre ellas una constructora que está comenzando una obra enorme en Montevideo. Los directores de la empresa nos plantearon la posibilidad de conocer a un capataz general de obra que trabaje junto a los arquitectos e ingenieros y se nos ocurrió que podías ser tú, Esteban. - ¿Tendría que irme a Montevideo? ¿Y Julia y Fito? – preguntó Esteban - Aquí viene lo mejor – siguió Angélica – en el sanatorio en que nos atendemos están buscando una nurse con mucha experiencia para el cargo de Nurse Jefe del CTI de Cardiología y, enseguida, se me ocurrió ofrecer a Julia. Es una institución de las mejores del país y atiende servicios internacionales. Tanto Julia como Esteban se quedaron callados. Aquella oferta que les estaba haciendo Angélica era casi increíble.

-

-

-

Esteban, mirando a para ver la reacción de Julia, dijo Tendríamos que ir a vivir a Montevideo pero, ¿dónde? Estuvimos estudiando las posibilidades y Nacho ya encontró un apartamento en el barrio de Buceo, donde les quedaría bien para el trabajo de los dos Angélica – dijo Julia – ahora no podemos ir. Haría falta arreglar muchas cosas. La casa, el liceo de Fito. Mirá Julia – dijo Angélica – ahora necesitaría que Esteban fuera conmigo a Montevideo. Los empresarios de la obra están muy apurados y no se puede perder una oportunidad así. En cuanto a ti, el puesto es seguro, así que podremos esperar a que Fito termine el curso. ¿Y con la casa? ¿Qué hacemos? – preguntó Esteban. 95


-

-

De eso me ocupo yo. La vendemos y con ese dinero compran algo allá. Parece que tenías todo pensado – dijo Julia con un tono de desconfianza. No pienses mal, después de haber ayudado a Mico, era lógico que Nacho y yo nos ocupáramos de ustedes. Pero tené en cuenta que no les estamos regalando nada, solo facilitando poder vivir mejor. ¿Y como sabías si nosotros aceptaríamos? – siguió Julia con el mismo tono

Angélica estuvo un instante en silencio pensando: “realmente tenía razón Esteban. Julia no está bien.” - Julia – le contestó Angélica – tanto Nacho como yo no los obligamos a nada. - Angélica – dijo Esteban – te darás cuenta que no es una decisión fácil. - Es cierto – contestó Angélica – quizás lo mejor sería que yo me fuera y ustedes deciden. Espero que me contesten en el correr de esta semana para concretar las entrevistas. Mientras hablaba, Angélica pensaba: “tengo ganas de mandarlos a la mierda e irme. Esta mujer está totalmente loca y mi hermano parece un flan que se mueve si ella se lo permite.” - No, esperá – reaccionó Esteban – vamos a conversarlo. Creo que Fito también tendría que saberlo. - Está bien – dijo Angélica – yo me voy a visitar a una amigas que hace años que no veo y vengo más tarde, ¿les parece? - Bien – dijo Julia – en un rato te contestamos. Ni bien Angélica se retiró, Esteban, que estaba enojado, dijo -

-

Julia, lo que nos está ofreciendo Angélica es una muy buena oportunidad. Y no estoy pensando solo en nosotros, pienso en el futuro de Fito. Cuando termine el liceo, ¿qué va a hacer? Si – le contestó Julia – pero tanta amabilidad de parte de tu hermana no me hace sentir bien. No seas cabeza dura – le contestó Esteban – cuando lo ayudaron a Mico no dijiste nada más que estabas encantada con las posibilidades que le daban. 96


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

Si, pero era distinto – dijo Julia. ¿¡Distinto!? – exclamó Esteban – no veo por qué. Es mucho menos de lo que hicieron por Mico. Solo nos están ofreciendo una oportunidad para salir de esta mediocridad en la que estamos sumergidos. Está bien – dijo Julia en voz baja – llamá a Fito. Vamos a conversarlo con él.

Esteban salió al fondo de la casa y vio a Rodolfo sentado tomando mate y comiendo un pedazo de pan. Aquella imagen lo conmovió y pensó: “no podemos seguir así. Le estamos estropeando la juventud a este chiquilín. No se puede desperdiciar la oportunidad.” Le hizo señas a Rodolfo que viniera. Al entrar Rodolfo al living, Julia le hizo señas para que se sentara a su lado. Rodolfo lo hizo pero quedó extrañado del cariño que le estaba demostrando su madre. - ¿Hablás tú? – dijo Julia dirigiéndose a Esteban - Si – le respondió Esteban – Fito, la tía vino a proponernos algo. La idea es que vayamos a vivir a Montevideo. Según ella, mamá tendría un puesto bueno en un sanatorio privado y yo trabajaría para una empresa constructora. Rodolfo se quedó mirándolos a los dos y, con los ojos llenos de lágrimas, les dijo - Si hacemos eso, ¿mejorarían nuestras cosas? -

Julia lo abrazó y le dijo Si, lindo, estaríamos mejor, quizás en un departamento más chico que la casa pero podríamos hacer mucho más cosas. Y, ¿qué pasa con el liceo? Tú te quedarías aquí, con mamá, hasta terminar el liceo y después te irías a un liceo en Montevideo. A mí me da un poco de miedo – dijo Rodolfo – pero si es para que ustedes estén mejor, está bien. Todos vamos a estar mejor – dijo Esteban. Vamos a comer algo – dijo Julia – y esperamos que esta tarde venga Angélica.

97


Aquella circunstancia de irse a vivir a Montevideo dejó inquieto a Rodolfo. Para él era enfrentar un mundo desconocido; nuevo liceo, nuevos compañeros. Estaba dispuesto a todo esto si la relación entre sus padres volvía a ser la de antes. -

Cuando ya estaba atardeciendo llegó Angélica. Ay, tienen que perdonarme – dijo – me quedé conversando con amigas y no sabía ni que hora era. Está bien – dijo Julia – no te hagas problemas. ¿Pudieron decidir algo? – preguntó Angélica Si, aceptamos todo – dijo Esteban – Claro va a ser un poco bravo separarnos este tiempo hasta que Julia y Fito viajen. Es solo un mes y algo, se va a pasar volando – dijo Angélica – Esteban, ¿podés viajar mañana conmigo? Si, lógico – contestó él – ¿Te quedás con nosotros esta noche? No, no, ya reservé una habitación el uno de los hoteles. Ni estaba enterada de lo bueno que están. El más lindo lo hizo papá – dijo Rodolfo con orgullo. Pero te quedás a cenar con nosotros – dijo Julia que había aprovechado la tarde para arreglarse y lucir mejor.

98


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULOVIII

Américo se había afianzado en su función en el establecimiento. Le asombraba, todavía, la cantidad de chicas que se prestaban a ser lo que Silvina llamaba damas de compañía. Estando avanzado en su carrera, comenzó a hacerse cargo de toda la administración. Fue en ese entonces que se le ocurrió que podía hacerse de dinero extra. Le pareció, al principio, demasiado fácil, pero después de analizarlo, se dio cuenta que su idea era posible. A medida que iba conociendo a los clientes, veía la posibilidad de aumentar la cotización de las acompañantes. Se le ocurrió que si él agregaba mil dólares por cada una, los clientes no se iban a quejar porque era citas clandestinas. Además tenía que hacerlo con aquellas contrataciones de chicas sumamente caras. Fue, de esta manera que, poco a poco, se fue haciendo de un capital. Pensó: “Solo hay un riesgo. Que un cliente venga no estando yo y le cobren, por el mismo servicio, mil dólares menos. Por esta razón es que me voy a tener que quedar todo el año y que las últimas materias se vayan a la mierda. Primero está la guita” El único que podía descubrir su maniobra era Francisco, pero estaba seguro que ofreciéndole una parte, lo iba a convencer. Con Silvina no había problema porque cada vez que Américo le hablaba de las finanzas, ella le contestaba lo mismo: “Para eso te tengo a ti. Lo único que quiero es que, cuando vengo a pedir dinero, me des lo que yo quiero”. Justamente, más de una vez, Américo tuvo que recurrir a “sus” fondos para cubrir la demanda de Silvina, pero no le importaba porque sabía que era por unos días hasta cobrar débitos efectuados con tarjetas de crédito.

99


En Montevideo, mientras tanto, un viernes, al mediodía, cuando Angélica vino a su casa a almorzar, encontró a Emilia sumamente agitada y preocupada. - Emilia, ¿qué pasó? – le preguntó Angélica - Hay señora – dijo Emilia con los ojos llenos de lágrimas – las chicas no han vuelto. - Pero – dijo Angélica – ¿no fuiste a la habitación de ellas para ver alguna idea de que les puede haber pasado? - No, señora, quería ir con usted. - Bueno, vamos – dijo Angélica – ¿tú tenés llave, no? - Si señora Cuando abrieron la habitación de Alicia y Alejandra, todo estaba en perfecto orden pero, los placares estaban vacíos. Se habían llevado todo, inclusive todos los efectos de tocador. - ¿Se fueron sin decir nada? – dijo Angélica – ¡qué extraño! - Le cuento, señora – dijo Emilia – el miércoles cuando se iban, llegó otra chica, Raquel, creo que se llamaba. Lo que me llamó la atención es que esa chica venía acompañada de un hombre en un auto muy lujoso, parecido al del señor. - Mirá – dijo Angélica – aquí dejaron una nota en un sobre. Ella abrió el sobre, desdobló un papel que había dentro y lo leyó en vos alta: “Señora, Emilia, nos fuimos porque nos ofrecieron un trabajo muy importante y con muy buen sueldo. Perdonen que no les avisamos antes, pero todo salió de apuro. No se preocupen por nosotras porque estamos bien, hasta hay posibilidad de viajar al extranjero. Saludos y gracias por todo”. Lentamente, Angélica dobló el papel y lo volvió a meter en el sobre. Se quedó pensando un momento y dijo - Emilia, esto no me huele bien - ¿Por qué, señora? ¿Piensa que haya algún delito? – le preguntó Emilia. - Recuerda que nosotros las sacamos de un refugio. Si bien en aquel entonces eran menores y ahora no, lo mismo tenemos responsabilidades. Voy a llamar al señor. Tú no te preocupes. Lo que lamento es que vas a tener más trabajo. - Eso no me molesta, señora, ya conseguiremos a quien me ayude. - Bueno, tú sigue en lo tuyo que voy a hablar con el señor. 100


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

Angélica se fue hasta el escritorio y llamó a Ignacio Mi amor –dijo él – ¿te pasó algo? No, a mi no y perdoname que te moleste. Cuando llegué a casa encontré a Emilia muy preocupada porque Alicia y Alejandra no había llegado. Fuimos hasta la habitación de ellas y nos encontramos que se llevaron todo y dejaron una carta. Bueno – dijo Ignacio – no me digas más, Ya salgo para allí. Acordate que son chicas que sacamos del refugio. Si, te espero, gracias.

Un rato después llegó Ignacio. Angélica, cuando lo oyó llegar, salió al jardín. Él se bajó del auto, le dio un beso y le dijo - Estás muy angustiada - Si, Nacho, no entiendo por que lo hicieron, por que no hablaron conmigo o con Emilia. Te das cuenta que si era por dinero, no había problema. - Está bien – dijo él – pero vamos a tomar las cosas con calma. Tenés la nota que dejaron. - Si, tomá, leela y me decís que pensás. -

-

-

Ignacio la leyó un par de veces y luego dijo Hay algo que mencionan, además de que se hayan ido de esta manera, y es que digan que pueden tener posibilidades de viajar. Emilia me contó – dijo Angélica – que el miércoles, cuando se iban, las vino a buscar una amiga en un auto parecido al tuyo que manejaba un hombre. Decime – dijo Ignacio – Américo estuvo el miércoles aquí, ¿no? Si – contestó Angélica – ¿pensás que él tenga algo que ver? No, no creo, pero podemos preguntarle si las vio. Quizás haya visto que se estaban preparando para irse. Tenés razón – afirmó Angélica Ignacio tomó su celular y lo llamó a Américo. Nacho, que raro llamándome, algún problema – dijo Américo No, nada importante – le respondió Ignacio – el miércoles, cuando estuviste aquí viste a las chicas, a Alicia y Alejandra. No, tío, es más, apenas las conozco. ¿Por qué? ¿Les pasó lago?

101


-

-

No se – le dijo Ignacio – pero sucede que hoy no vinieron y cuando Angélica y Emilia fueron a su habitación, se encontraron que se llevaron todo y una nota diciendo que se iban. ¡Qué raro!, ¿no? – dijo Américo Si. ¿Cómo andás tú? Bien, bárbaro, todo funciona muy bien. Bueno, no te molesto más. Tío, si sabés algo de las chicas, avisame. Quedate tranquilo. Beso

Ignacio se quedó pensando. Angélica se quedó mirándolo y le dijo - Mi amor, Nacho, tenés cara de preocupación. - Es que algo no me cierra. Hasta el miércoles las chicas estaban bien. No entiendo quien o como les pueden haber ofrecido y qué les ofrecieron – dijo Ignacio. - Nacho – dijo Angélica – ¿qué podemos hacer? ¿Les habrá pasado algo? - La verdad, no se, pero voy a llamar a Manuel. Él quizás nos pueda dar una idea. Ignacio tomó su teléfono y llamó al abogado de su confianza, Manuel Villador. - Hola Manolo, Nacho te habla - Si, ya vi. ¿Qué andás precisando? – le contestó el abogado - Es algo que no me gustaría hablarlo por teléfono. - ¿Por donde andás? - En casa. - Yo también, en un par de minutos estoy allí - Gracias Manolo -

Cuando cortó la comunicación, le dijo a Angélica. Vamos a esperar que nos aconseja Manuel. No se por qué, esto me huele mal ¿Un secuestro? – preguntó Angélica angustiada No se, mi amor, pero quedate tranquila, ya lo vamos a resolver.

Unos minutos después llegó el abogado. Después de saludarlos a Angélica y a Ignacio, él dijo 102


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Debe ser algo complicado para que me hayas llamado a esta hora Pasá – dijo Angélica – vamos al escritorio asi charlamos. ¿Tomás algo? No, gracias, Angélica.

Después de estar sentado en lo sillones del escritorio, Ignacio le explicó. - ¿Te acordás de esas dos chicas que trabajaban en casa?, bueno, ellas tienen parte de la tarde del miércoles y el jueves libre y siempre vuelven el viernes temprano. Bueno, hoy no volvieron, pero es más, se llevaron todas sus cosas y dejaron esta nota. - ¿Cómo les pagaban el sueldo? – preguntó el abogado - Semanalmente y además estaban en blanco, sabés que los dos somos contadores – dijo Angélica sonriendo. - Si, lógico, ¿y cobraron esta semana? - No, justamente, les tocaba cobrar hoy – dijo Ignacio El abogado se quedó leyendo la nota que las chicas

habían dejado. - ¿Qué querrán decir con esto que pueden viajar al exterior? – preguntó. - Mirá – dijo Angélica – además de eso hay otra cosa rara. Según Emilia, el miércoles las vinieron a buscar una amiga con un hombre en un auto que describió, parecido al de Nacho. - ¿Tienen los nombres completos de ellas y fotos? – preguntó el abogado. - Si, mirá – dijo Ignacio mostrándole fotos – esta es Alicia Maderna y la otra Alejandra Ramos. - ¿Alguien más sabe de esto? – preguntó el abogado - Un sobrino nuestro que trabaja en el establecimiento del doctor Mercado – le contó Angélica - Bueno, déjenlo en mis manos. En cuanto tenga novedades se las comunicaré. Ustedes no hagan nada, sigan su vida normal. Después de saludar a Angélica e Ignacio, el abogado se fue. Angélica estaba inquieta. - Nacho – dijo – me da la impresión que hay algo raro detrás de la desaparición de las chicas.

103


-

-

Si, a mí también me parece raro, pero debemos mantener la calma. Me gustaría que hablaras con Emilia y Felipe para explicarles que Manuel se va a hacer cargo de todo. Si, quedate tranquilo. Vamos a almorzar y después vamos para el estudio.

Luego de almorzar, los dos se fueron en el auto de Ignacio. Angélica le había dicho - Estoy muy preocupada para manejar - Si, no te preocupes, esta tarde nos volvemos temprano y te hago mimitos – dijo él sonriendo- ¿Prometido? ¡Me haría tanto bien! - Prometido – dijo él pasándole el brazo derecho sobre los hombros. -

Cuando volvieron a la noche, Angélica le dijo a Ignacio Hay algo que nunca les pregunté a las chicas ¿Si, qué? – donde se alojaban los miércoles y jueves cuando salían de aquí Esperá – dijo Ignacio – que le digo a Felipe que nos traiga algo de beber y le pido a Emilia que venga.

Aparecieron en el living, Felipe con sendos vasos de whisky y detrás de él, Emilia. - Ay señor – dijo Emilia – perdone que venga con esta facha, pero estaba cocinando - No tiene que disculparse, Emilia, seguro que está preparando algo muy rico – dijo Ignacio riendo - Estoy segura – afirmó Angélica con una sonrisa y agregó – vení Emilia y sentate conmigo que queremos charlar. Usted también Felipe, acerque una silla. Las dos personas estaban muy asombradas porque, si bien tanto Angélica como Ignacio siempre los trataban muy bien, nunca habían estado sentados con ellos en el living. -

Miren – dijo Ignacio – lo queremos es tener una idea de lo que les puede haber pasado a estas chicas para irse de esa manera. La verdad señor – dijo Emilia – a mí me ha dejado muy mal. Recuerde que estaban a mi cargo. 104


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

No, Emilia – dijo Angélica – tú no tienes ninguna responsabilidad, así que no estés preocupada. ¿Ustedes saben donde se alojaban los días de salida? – preguntó Ignacio. La verdad que nunca se me ocurrió preguntarles – dijo Emilia Si me permite – dijo Felipe que había permanecido callado Si, lógico – le dijo Ignacio Yo les escuché decir que tenían una habitación, ellas le llamaban bulo, pero no se donde. Ese es un gran dato – dijo Ignacio – gracias a los dos.

Al retirarse Emilia y Felipe, Ignacio dijo, voy a llamar a Manuel. Tomó el celular y llamó - ¿Manolo? ¿Estás muy ocupado?, solo te robo un minuto. Estuvimos hablando con Emilia y Felipe y él dijo que las chicas tenían un bulo, no sabe donde…si, se supone que alli se quedaban... ¿así? ¿Tan complicado puede ser?...Bueno, perdoname, un abrazo. - ¿Qué te dijo? – preguntó Angélica - Que es un dato más, pero que hay tantas pensiones que alquilan habitaciones, que va a ser difícil. Pero me dijo algo importante. Habló con la policía y con el juez y decretaron cierre de fronteras para ellas. - ¿Creés que pueda tratarse de una trata de blancas? – preguntó Angélica. - No me lo aseguró, pero me dijo que hay que agotar todas las posibilidades. - Vamos a cenar – dijo Angélica sonriendo – y después me prometiste unos mimos. - Si, mi amor, acordate que mañana viene tu cuñadita – dijo Ignacio - No me cambies la conversación, bandido – dijo Angélica riendo

105


106


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO IX

Después de mucho trabajo ordenando cosas, separando lo que iban a llevar y lo que dejaban, Rodolfo y Julia se trasladaron a Montevideo para instalarse en la nueva casa. Como Esteban se había instalado antes y ya estaba trabajando, en una camioneta de la empresa, hicieron un viaje trasladando lo más delicado, aprovechando un sábado en que no trabajaba El departamento que había conseguido José Ignacio era en el barrio Buceo. Tenía 3 dormitorios, dos baños un amplio living comedor al frente con terraza, cocina completa con terraza lavadero y garaje. Parte de los muebles ya estaban en departamento por lo que fue poco lo que tuvieron que traer desde la casa en el interior. Julia y Rodolfo llegaron al departamento al sábado siguiente y Esteban, que tenía libre, los esperaba. Julia recorrió todo el departamento mirando con curiosidad y algo de desconfianza. Rodolfo y Esteban iban detrás de ella esperando que emitiera algún juicio sobre la nueva casa que iban a compartir. Finalmente, ella dijo - Esteban, es muy lindo, pero, ¿no es demasiado para nosotros? - Si te gusta, está todo bien. Fijate que con mi sueldo cubro todos los gastos y sobra - ¡Qué bueno! - exclamó Julia, lo que asombró a Esteban - Si, mirá Fito como se fue a ver su cuarto – dijo Esteban - ¿Y qué pasó con mi trabajo? – preguntó Julia sentándose en un sillón del living. - El lunes, de mañana, viene Angélica para llevarte y presentarte. - Esteban, ¿averiguaste por el liceo de Fito? – preguntó Julia - Si. Angélica ya me dijo que no nos preocupáramos. Ella ya lo inscribió en un Colegio Privado. 107


-

-

¡¿Cómo?! – exclamó Julia – ¿en un Colegio Privado? ¿Quién va a pagar? Angélica me dijo que ellos, es decir Nacho y ella se harían cargo. Esteban – dijo Julia entre enojada y asombrada – ya se que Angélica es tu hermana, que está en muy buena posición, pero esto ya es demasiado. Julia, no tenés que ponerte así – le contestó Esteban – al fin y al cabo, como tú decís, Angélica es mi hermana y ayudó a Mico y Fito es tan hijo nuestro como él.

Julia se fue a la habitación que iban a ocupar ellos. Con cuidado abrió la cama y se recostó. Esteban, que la siguió, le preguntó - ¿Necesitas algo? - No, nada, gracias, estoy cansada y quiero pensar. ¿Por qué no hablás con Fito y le explicas lo del Colegio? - Está bien – le respondió Esteban que quedó pensando “Julia, evidentemente no está bien. Protesta por cualquier cosa y cuando vemos que se abre un horizonte, se enoja. ¡Qué difícil es entenderla!” Esteban se fue hasta la cocina, se preparó el mate y llamó a Rodolfo - Fito, vení, vamos a la terraza y tomamos unos mates. Poco después estaba Fito y su padre sentado en sendos sillones en la terraza, tomado mate. - Y, ¿qué parece vivir en Montevideo? – preguntó Esteban - Tú ya sabés, viejo, que me da un poco de miedo. Es una ciudad muy grande, pero, ya se, me voy a tener que acostumbrar. - Si, te vas a ir acostumbrando de a poco. En estos días mientras no empieza el liceo, te conviene salir a caminar un poco. Pero ¡ojo!, no hablar con ningún desconocido y si tenés alguna duda, te volvés a casa. - ¿Y a qué liceo voy a ir? – preguntó Rodolfo - Justo, de eso quería hablarte. La tía Angélica te inscribió en un colegio privado. A ella le pareció que era lo mejor para que no extrañaras mucho el cambio. - ¿Un colegio privado? ¡Ahí van los chiquilines de mucha plata! – le respondió Rodolfo sorprendido

108


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Es cierto, pero la tía se va a encargar de todo, así que tú, lo único que tenés que hacer es estudiar mucho para salir adelante. Mirá, Angélica viene dentro de un rato y lo vamos a hablar con ella.

Más tarde estaban los tres reunidos en el living mirando televisión. Sonó el timbre del portero. Rodolfo fue a atender, por la novelería de hablar por el intercomunicador - ¡Quién es! – casi gritando - Tu tía, abrime – le contestaron. - Papá, es la tía pero no se que botón hay que apretar. Con una sonrisa, Esteban fue hasta el intercomunicador y le abrió a su hermana. - Si sabés quien es, tenés que apretar este botón – le indicó a Rodolfo – pero nunca le abras a nadie que no conozcas. - ¡Qué complicado! – rezongó Rodolfo. Poco después sonó el timbre de la puerta del apartamento. Julia se levantó y fue a abrir. - Angélica, que alegría – le dijo - Lo mismo digo – le contestó Angélica dándole un abrazo – pensé que no llegaría el momento de estar juntos. La hermana de Esteban estaba, como siempre, muy bien vestida con pantalones, una blusa, chaqueta haciendo juego con el pantalón y zapatos de taco alto. -

Bueno – dijo Angélica – cuéntenme que les ha parecido el apartamento y la zona. Estoy asombrada – dijo Julia – nunca pensé que el salto iba a ser tan grande. Y tú, ¿qué decís? – le preguntó a Rodolfo Es muy lindo pero tengo que acostumbrarme – le respondió él. Si, vas a ver que, dentro de poco, te vas a sentir como si siempre hubieras vivido aquí. Angélica – dijo Julia – me dijo tu hermano que lunes íbamos a ir al sanatorio. Si – dijo Angélica – tenemos cita con el director a la 10 de la mañana. Yo te paso a buscar. 109


-

-

Perdoname por lo que te voy a preguntar pero, ¿cómo tengo que ir vestida? Bueno, de eso me ocupo yo – le contestó Angélica – si no están muy cansados, nos vamos al Shopping y vemos la ropa que te guste. Además le va a venir bien a Fito conocer el Shopping. Julia lo miró a Esteban y dijo En este momento no tenemos dinero como para irnos de compras y menos de ropa. Por favor, ustedes son la gente que yo quiero así que de eso no se habla. Además, ya tengo una oferta concreta por la casa.

Un rato más tarde estaban los cuatro caminando por el Shopping. Rodolfo estaba asombrado por lo grande, la cantidad de gente y la cantidad de comercios. Fueron entrando en uno y otro y, al final, todos, incluidos Rodolfo y Esteban había comprado ropa nueva. En un momento, mientras Julia se probaba unos pantalones y Esteban miraba otras vidrieras, Angélica y Rodolfo quedaron solos, y ella le dijo - ¡Eres un genio! – y le dio un beso - No entiendo, tía, ¿por qué? – le contestó Rodolfo - Porque si no me hubieras llamado hace unos meses, nada de esto estaría ocurriendo. Ahora pasaste a ser hijo mío también, le dijo abrazándolo Rodolfo sintió una inmensa alegría y emoción. Nunca había sentido que alguien le manifestar el cariño de esa manera. En ese momento, salía Julia con unas bolsas de ropa que había comprado y preguntó - ¿Qué son esos cariños? - Es que le decía a Fito que él es un hijo mío, también – le respondió Angélica. Casi enseguida se les unió Esteban que también había comprado algo de ropa y calzado.

110


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Bueno – dijo Angélica – ahora falta Fito. Vamos que te voy a llevar a comprar ropa moderna.

Entraron, Rodolfo acompañado de su tía, a varias casas y salieron con bolsas de ropa y calzado. -

-

Cuando se dirigían al auto de Angélica, Julia le dijo Angélica, hemos gastado una barbaridad. Yo creo que en mi vida gasté tano en un año. Mirá Julia, esto es algo que hacemos Nacho y yo por ustedes porque los queremos y deseamos que se sientan bien, que no haya angustias. No es justo que eso suceda, si nosotros podemos ayudarlos. Si está bien y gracias – dijo Esteban – pero yo anoté todo y te lo vamos a pagar. No jodas Esteban – le contestó Angélica, riendo – vamos ahora para su casa así charlo con Fito por el colegio. ¡Ah!, me olvidaba, esta noche cenan en casa. Es orden de Nacho.

Julia y Esteban estaban asombrados con aquello, parecía tan caído del cielo que hasta pensaron que atrás venía algo raro, pero no podían imaginar que. Fito no entendía nada, pero estaba feliz, sobre todo por las palabras de su tía. Al llegar a la casa, Julia y Esteban se pusieron a arreglar lo que habían comprado. Parecían dos chicos con juguetes nuevos. A Esteban le parecía estar viendo a la Julia de la que se enamoró cuando eran estudiantes. Mientras tanto, Angélica se llevó a Rodolfo a la terraza del frente para poder conversar - Mirá Fito, con Nacho estuvimos viendo cuales eran las mejores posibilidades para ti. Llegamos a la conclusión que, para que termines bien los cursos, es mejor en un colegio privado. No es un colegio muy grande y allí vas poder aprender inglés, computación, además de las materias del curso - Tía – dijo Rodolfo – ¿no me sentiré con el niño pobre que va a un colegio de ricos? 111


-

-

No para nada. Empezando por tu pinta. Con esos ojos vas enloquecer a más de una chica. Además, yo me voy a ocupar de llevarte e irte buscar todos los días. Pero eso es una molestia – protestó Rodolfo. No, ninguna molestia, gracias a ti tus padres están mejor ahora Gracias tía – dijo Rodolfo dándole un beso

Poco después, Angélica se despidió de los tres haciéndoles recordar que tenían que ir a cenar y preguntó - ¿Quieren que los venga a buscar? - No, dijo Esteban sonriendo, tomamos un taxi porque en la camioneta nos podemos ensuciar. - Está bien. a las 8 los espero en casa. ¿Esteban tú tenés la dirección, no? - Si, quedate tranquila. Un poco antes de las 8 de la noche, Julia, Esteban y Rodolfo tomaron un taxi. Esteban le indicó la dirección al chofer. Los tres iban muy bien vestidos, con ropa sport, pero muy bien combinada. Rodolfo se sentía como si estuviera soñando y, ese momento, le vino a la memoria Mabel, el amor de su vida: “¿Qué será de la vida de ella? ¿Qué diría si me viera vestido así? Ahora que estoy en Montevideo podría llamarla para verla. No se si me animo.” -

Mientras iban en camino, Julia dijo Ay Esteban, hoy hablé con la tía Eladia. Está muy ofendida que no hayamos ido a verla. Mirá, dijo Esteban, ahora cuando lleguemos a la casa de Angélica, la llamás y le decís que mañana de mañana vamos verlos. Si, es mejor

Al bajar del taxi en la casa de Angélica e Ignacio, Julia quedaron asombrados del lujo. Rodolfo permanecía mudo. No podía creer que existieran casas tan grandes. Esteban tocó timbre y salió una mucama, uniformada, a atenderlos - Pasen, por favor – les dijo – los señores los están esperando. Angélica se adelantó a saludarlos. Atrás de ella apareció Ignacio. Ella se los presentó diciendo, con una sonrisa 112


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

Él es el culpable de todo los que les está pasando No digas eso – dijo Ignacio – es una tarea de los dos por gente que queremos. Pasen al fondo – dijo Angélica – que estamos preparando un asado Se fueron al fondo donde estaba la barbacoa y la piscina. Fito – dijo Ignacio – cuando quieras la piscina está a tu disposición Gracias – fue lo único que atinó a responder. Bueno, ¿qué van a tomar? – preguntó Angélica Yo un refresco – dijo Julia Esteban ya se, un whisky, ¿y tú Fito?, ¿te tomarías un whisky? Y si, uno chiquito – dijo sin mirar a su madre que lo miró enojada. Estos son mis sobrinos – dijo Ignacio – igual que Mico, nunca dicen que no. Nacho – dijo Julia – ¿estuviste con Mico en Punta del Este? ¿Cómo está? Si estuve. Está maravillosamente bien. No saben que bien se ha adaptado al funcionamiento de la empresa. Ay, no sabés como lo extraño. Espero que venga para fin de año.

“¡Ya tenía que arruinar la noche con el recuerdo de ese puto de mierda. ¿Qué hago si aparece para las fiestas? Me lo voy a tener que bancar”, pensó Rodolfo Angélica que se había dado cuenta del cambio de la cara de Rodolfo le preguntó - Fito, ¿te pasó algo? - No, nada, ¿puedo ir a ver la piscina? - Si, andá - Capaz que le hizo mal el whisky – dijo Julia - No tomó nada mamá – dijo Esteban La cena transcurrió amablemente y las conversaciones fueron intrascendentes. Acordaron poder ir a Punta del Este en la primera oportunidad que se presentara.

113


Luego, Rodolfo y sus padres se fueron en taxi para su casa. Cuando llegaron, Julia le dijo a Rodolfo - ¡Es la última vez que tomás alcohol!, y ahora no dejes toda tu ropa tirada que es muy cara. - Si, mamá – contestó Rodolfo mientras pensaba “No podía durar mucho la felicidad pero tengo esperanzas en la tía Angélica.” Al día siguiente, domingo, se subieron Rodolfo y sus padres a la camioneta que la empresa le había cedido a Esteban. Durante el viaje hasta el Prado, Rodolfo fue intentando reconocer lugares y, en algunos casos lo logró. -

-

Al llegar, Eladia y Julián los recibieron con gran alegría. Me parece mentira tenerlos tan cerca – dijo Eladia. Si, tía – le contestó Julia – ahora podemos estar más en contacto. Pero vengan – dijo Julián – cuéntenos como ha sucedido todo esto Después de saludar y mientras los mayores hablaban, Rodolfo se puso a mirar hacia la calle. Quería reconocer donde ya había estado.

A la mañana siguiente comenzó la vida normal para Rodolfo y sus padres. Esteban se fue a la 6:30 de la mañana porque comenzaba a trabajar a las 7. Poco antes de las 9:30, llegó Angélica a buscar a Julia para ir a la entrevista. Julia se había vestido con un traje chaqueta con una blusa y zapatos de taco. Se había maquillado, y lucía tan bien que, cuando Angélica la vio, le dijo - ¡Cómo me gusta verte así! - Bueno, vamos – dijo Julia que estaba nerviosa – ya le dije a Fito que no salga. - Fito – le dijo Angélica – vestite que dentro de un rato te vengo a buscar para ir al colego. -

Salieron las dos hacia al sanatorio en el auto de Angélica Tenés la ventaja – dijo Angélica – que queda cerca de tu casa. En un ómnibus estás enseguida. 114


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Si, era una de las cosas que había evaluado

El llegar al sanatorio, Angélica se dirigió hacia la recepcionista y le dijo - Buen día, señorita, ¿el doctor Preto? - Buen día, ¿a quien anuncio? – le respondió la recepcionista - Angélica Sánchez, él nos debe estar esperando Unos minutos después, Angélica y Julia entraban en el despacho del director del sanatorio. El médico, un hombre de unos 65 años, con poco pelo, canoso, de físico grueso y con lentes de montura fina, se puso de pie y exclamó abrazando a Angélica - ¡Angélica!, qué alegría verte. Siempre tan bonita, ¡qué suerte tiene el bandido de Nacho - Tú siempre tan exagerado – le dijo Angélica – te presento a mi cuñada, Julia Iruleguy - Mucho gusto señora – dijo el doctor Preto – realmente es un orgullo que alguien de su capacidad se pueda incorporar a nuestro equipo. - Gracias doctor – dijo Julia en voz baja – pero creo que exagera en su evaluación. - No, no lo crea señora, hemos leído todo su curriculum y es asombroso – le respondió el médico Julia pensó: “¡Esta Angélica! ¿Quién sabe lo que le ha inventado de mí? - Ahora llamo recursos humanos y ya llenamos las formalidades – dijo el doctor Preto - Bueno, dejo a mi cuñada en buenas manos – dijo Angélica levantándose para irse. - Gracias Angélica – dijo el médico – y dile a Nacho que quiero saber cuando nos vemos Después que Angélica se fue, vino personal de recursos humanos y Julia llenó una serie de formularios. Una vez que terminó, el doctor Preto le dijo - Señora, ¿puedo llamarla por su nombre? - Si, doctor, por favor – dijo ella que se sentía en su mundo 115


-

Bueno vamos a ver su área, el CTI de cardiología.

Subieron un piso por un ascensor interior y, al llegar entraron en la sala de nurse de cardiología. Allí había varias auxiliares de enfermería a las que, el doctor Preto, le presentó a Julia como la nueva jefa de nurse. A una de las enfermeras le preguntó por el director del área, el doctor Pintos. Una de las mujeres salió de la sala diciendo que iba a buscarlo. Unos minutos después apareció el director del CTI de cardiología, el doctor Alejo Pintos. Julia quedó impresionada porque el doctor Pintos era un hombre menor de 50 años, alto, de muy buen físico, cabello castaño en el que se veían algunas canas y una cara casi perfecta. - Doctor Pintos – dijo el doctor Preto – le presento a su nueva colaboradora, la señora Julia Iruleguy, que será la nurse jefe del área - Encantado – dijo el médico – dándole un beso. - Lo mismo dijo – dijo Julia a la que se le habían aflojado las rodillas por la amabilidad del médico - Bueno, me retiro – dijo el doctor Preto – ustedes arreglen su trabajo. - Gracias Justino – dijo el doctor Pintos y dirigiéndose a Julia le dijo – ¿puedo llamarte Julia?, a mi me llamás Alejo - Si, gracias – le contestó ella - Vení vamos a recorrer el área así mañana ya venís a hacerte cargo. No sabés cuanto necesito a alguien en quien pueda confiar. - Bueno – dijo Julia Mientras caminaban por el área de cardiología, el médico fue explicándole todo lo referente al funcionamiento, los horarios, etc. Al final la invitó a tomar una café en la cafetería para charlar de las cosas importantes a cubrir y el modo de tratar el personal. - Ya se que tenés mucha experiencia en esto, pero nunca está demás hablarlo. - Está muy bien – le respondió Julia – siempre hay que estar aprendiendo. - ¿Estuviste en personal? – preguntó él 116


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Si, ya lo hice. Bueno, mañana, dijo el médico, pasas por allá y ya vas a tener todas tus cosas. Te cambiás y te venís para aquí. No se quién será el cardiólogo de guardia, pero yo me encargo de avisarle.

El doctor Pintos la saludó con un beso y Julia se fue hacia la salida pensando: “Me siento como si el mundo hubiera cambiado para mí. Un sanatorio de primer nivel y trabajando con gente como el doctor Pintos.” Cuando Angélica dejó a Julia en el sanatorio, se fue a buscar a Rodolfo. Tocó timbre y oyó la voz de Rodolfo - ¿Quién es? - Tu tía, bajá y vamos al colegio - Ya voy Un rato después, Rodolfo y su tía entraban en el colegio. A él le llamó la atención que había muchos chicos, algunos que esperaban para dar examen y otros que estaban haciendo deporte en un campo al fondo del edificio del colegio. Angélica se dirigió a la recepcionista y pidió para hablar con la directora. Poco después se encontraban Rodolfo y su tía en el despacho de la directora del colegio - Angélica – dijo la directora – que alegría volver a verte. Cuéntame, ¿qué es de la vida de Nacho? - Está muy bien y trabajando mucho. - Parece mentira, era un vago de primera. Tú no escuches – dijo dirigiéndose a Rodolfo. - María Luisa, él es mi sobrino, Rodolfo Sánchez. Tiene que tratarlo como si fuera un hijo nuestro. Rodolfo se levantó para darle la mano, pero la directora también se levantó y le dio un beso. - Lindo muchacho Te vas a sentir muy bien aquí. - Es lo que le dijimos con Nacho. - ¿Sabes Angélica?, estuve estudiando sus antecedentes y realmente son brillantes, tal que se nos ocurrió, con la asesora pedagógica que, quizás pudiera ingresar directamente en 4° año. 117


-

-

-

¿Qué te parece a ti? – le preguntó Angélica a Rodolfo Puede ser, ¿pero no será un salto muy grande? – preguntó él Mira – dijo la directora – si tú estás dispuesto, mañana podrías venir a hacer un test. No te asustes que no es un examen, es solamente para evaluar esa posibilidad. Nos gusta empujar nuestros buenos alumnos. ¿Qué pretendes hacer después del ciclo secundario? Me gustaría llegar a ser técnico electricista – dijo Rodolfo ¡Qué bien!, porque lo puedes hacer aquí en el colegio. Bien – dijo Angélica – no le robamos más tiempo María Luisa Solo decirle que Nacho y yo figuramos como sus tutores. Sucede que sus padres, por lo complejo de sus tareas, no podrían estar en el colegio frente a algún problema. ¿A qué hora tendría que estar Rodolfo aquí? A las 8. La prueba le va a llevar hasta mediodía y no te preocupes por eso, ya tomé nota. Gracias y, si, no se preocupe, yo me encargo.

Después de saludarse y cuado subieron al auto de Angélica, Rodolfo dijo - Tía, ¿te parece que podré hacer esa prueba? - Si, sin ninguna duda. Tenés que venir tranquilo. Es solo un test. - ¿Viste que dijo que dura hasta mediodía? ¿Cómo hago para volver? - Cuando lleguemos a tu casa, te tengo una sorpresa. -

Al llegar a la casa de Rodolfo, Julia no había llegado aún. Mirá lo que tengo para ti, dijo Angélica, mostrándole una caja ¿Qué es? Un celular, así vas a estar en contacto con todos, pero, fundamentalmente, mañana, cuando termines el test, me llamás si todavía no llegué y te paso a buscar. Ahora te enseño como usarlo.

Mientras estaban los muy concentrados en saber usar el celular, llegó Julia. - Hola, dijo, ¿cómo les fue? - Muy bien – dijo Angélica – mañana tiene que ir a hacer un test y quizás lo adelanten un año. Y a ti, ¿cómo te fue? 118


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Muy bien. No sabés lo lindo que es saber que vas a estar haciendo lo que más te gusta, para lo que te preparaste. Mañana ya tengo que estar, temprano, a las 6 de la mañana. ¿Quién sabe si tengo ómnibus a esa hora y, si no, le pido a Esteban que me lleve, es cerca. Mirá mamá lo que me regaló la tía – dijo Rodolfo mostrando el celular Ay, Angélica, no lo malcríes – dijo Julia No te preocupes, yo me encargo de él. Además me había olvidado de otro regalo – dijo Angélica – sacando una caja de su cartera. ¿Qué es? – dijo Rodolfo con la ansiedad de un niño en el cuerpo de un hombre. Un reloj, no podés andar sin saber qué hora es – le dijo su tía. ¡Angélica! – protestó Julia

-

Angélica, sin hacer caso a la protesta de Julia, les dijo Bueno, y ahora nos vamos los tres a comer al Shopping Pero…, dijo Julia Nada de peros, vamos que tengo un hambre bárbara Yo también – dijo Rodolfo

-

-

-

Esa tarde, cuando Esteban llegó a la casa, Rodolfo le contó sobre todo lo sucedido en el colegio. Julia no contó nada hasta que Esteban le preguntó. Ella hizo un resumen sin darle mucha importancia ni demostrar entusiasmo. Lo último que preguntó fue - Mañana tengo que estar antes de las 6 de la mañana, ¿me podrás llevar? - Si, como no - Bueno, voy a hacer la comida. Esteban se quedó pensando: “¡Qué raras son las reacciones de Julia! ¿Habremos vuelto a lo mismo de antes? Pero ahora no tiene pretexto, nunca estuvimos mejor. No se, mejor, cuando pueda, lo voy a conversar con Angélica porque no me animo a preguntárselo a ella.” Al día siguiente a las 7:20 de la mañana, Rodolfo se encontraba en el hall de entrada del edificio esperando a su tía. Estaba muy nervioso y constantemente miraba su reloj y verificaba tener el celular en el bolsillo. 119


A la 7:30 llegó Angélica y Rodolfo salió corriendo hacia el auto. -

-

Hola tía – dijo dándole un beso. Hola, se te nota nervioso Si, es algo nuevo para mi Ya te dije ayer, es solo una prueba. No te angusties, tenés que encararla tranquilo. Cuando llegaron al colegio, Rodolfo dijo Tía, dejame en la puerta. Entro solo si no van a creer que soy un paisano asustado. Está bien, caballero – dijo Angélica riendo – así me gusta verlo. Cuando termines, si no vine todavía, me llamás.

Rodolfo le dio un beso a su tía y entró en el colegio sin mirar para atrás. Llegó hasta la recepción y no había nadie. Miró la hora. Eran las 7:55. Esperó unos minutos hasta que llegó una chica que le dijo - Hola, buen día, que necesitás - Tengo que hacer una prueba. La señora directora me dijo que estuviera a las 8. Mi nombre es Rodolfo Sánchez. - Esperá -

La chica tomó el teléfono y llamó a alguien Hola, si, hay un chico,… Sánchez que viene a hacer una prueba, si…si yo lo acompaño, ¿vas a estar allí? OK Acompañame – le dijo a Rodolfo – que vamos hasta un salón donde está la asesora pedagógica.

Mientras caminaba detrás de la recepcionista, Rodolfo miraba todo. Era tan distinto a su liceo del interior. Había computadoras por todos lados. Al llegar la chica le dijo - Pasá, ya te están esperando La asesora pedagógica era una mujer joven de unos 40 años, bajita y más bien regordeta pero con una sonrisa muy simpática. - Hola – le dijo a Rodolfo – me llamo Victoria. Ya se que tu nombre es Rodolfo - Hola – le respondió él

120


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

Toma asiento que te voy a mostrar las pruebas. Tienes que hacerlas tranquilo. Todas se tratan de temas que tú sabes. Cuando estés trabajando, seguramente vendrá algún profesor para ver si necesitas algo. A eso de las 10, viene la profesora de matemática, para así puedes tomar un descanso de media hora y, si quieres vas hasta la cantina y comes algo. ¿Alguna pregunta? No, gracias, está todo bien – respondió Rodolfo

Rodolfo miró todas las carpetas que tenía sobre el escritorio. Tomó la que decía Matemática y comenzó con ella. Mientras estaba trabajando, entraron algunas personas pero él no les prestó atención para no desconcentrarse. -

Más tarde oyó una voz femenina que le decía. Mira, ya son las 10 así que puedes parar e ir a tomar algo

A Rodolfo le llamó mucho la atención la dulzura de la voz por lo que levantó la mirada y se encontró con una chica alta, delgada pero con un cuerpo muy bello, de cabello y ojos castaños y una cara que, a Rodolfo, le pareció divina - Si, gracias – balbuceó – ya termino esto y voy. - No, no te apures. Cuando terminó, se puso de pie, entumecido, y le llamó la atención que él era más alto que ella. - Mira – dijo ella – mi nombre es Tina y, seguramente seré tu profesora de Matemática. - Muchas gracias profesora – dijo Rodolfo - Ay, no me digas profesora que me haces vieja – dijo ella riendo. Rodolfo volvió al salón y siguió con la pruebas. Cuando ya eran la 11:30, ya había terminado con todas. Se tomó un tiempo para revisar sus respuesta y 15 minutos más tarde, se levantó de su lugar. En el salón estaba la asesora pedagógica que le preguntó. - ¿Terminaste con todo? - Si y ya revisé. Creo que en algunas tuve dudas, pero en general, estuvo bien. - Bueno, cuanto me alegro. Puedes irte ahora. ¿Te viene a buscar alguien? 121


-

Si, mi tía. Ahora me fijo si llegó y si no, la llamo – dijo Rodolfo con cierto orgullo Está bien. Espero verte pronto

Rodolfo saludó y salió hacia la puerta. Cuando miró, estaba el Astra de su tía. Corrió hacia él y subió. Le dio un beso a Angélica y ella le preguntó - ¿Y? ¿Cómo te fue? - No quiero hacerme ilusiones, pero creo que muy bien – dijo Rodolfo que lucía cansado pero feliz - ¡Ese es mi hijo! – dijo Angélica riendo – en premio nos vamos a almorzar juntos

122


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO X

En SOLSTICIO, se había comenzado a incrementar la actividad. Américo había dejado un par de exámenes sin dar porque él tenía que estar cuidando lo que se había propuesto. “Total, ¿quién se va a enterar que me quedaron exámenes sin dar”, pensó. El problema que tenía que resolver de inmediato era donde guardar el dinero que iba cobrando. No podía abrir una cuenta en un banco por que se le descubriría la maniobra. Se le ocurrió, entonces, hacerle un doble fondo a una de sus valijas. Luego guardó, en ella, toda la ropa que no iba a usar y la metió en el placard. Cuando contó, antes de guardar el dinero, había ocho mil dólares. Una tarde, mientras estaba en la oficina controlando las facturas, llegó Francisco y le dijo - Oye, Mico, ¿podemos platicar un rato? - Si, termino esto y voy – pensó “la puta este gallego se enteró de mi negocio. Tengo que inventar un pretexto.” Unos minutos después, Américo fue a la oficina de Francisco - Hola – dijo Américo al entrar - ¿de querías hablar? - Mira – dijo Francisco – cierra la puerta porque esto es algo que tiene que quedar entre tú y yo. En ese momento a Américo le temblaron las piernas, pero mantuvo la apariencia de de estar tranquilo. - Bueno, Pancho, no me tengas con la intriga. Decime que pasa o pasó – le dijo Américo - Yo he visto que tú tienes una muy buena vinculación con las chicas que contratamos. Eso me alegra porque quiere decir que hicimos bien en contratarte, es más, ya se lo comenté a Silvina. - Te agradezco mucho, Pancho, pero estoy cumpliendo lo que ustedes me habían encomendado. - Si, es cierto – dijo Francisco – pero lo que quiero es que aproveches esa vinculación para otra cosa. - ¿Si? – dijo Américo tratando de aparecer asombrado. 123


-

Si. Mira, a través de un dealer, he conseguido un aprovisionamiento de lo que ustedes llaman “maría”. Es de muy buena calidad y el precio es bueno.

Américo pensó: “este gallego me quiere meter en lío. ¿Cómo hago para zafar?” - ¿Y qué tendría que hacer yo? – preguntó Américo - Tú solo tendrías que enterarlas que existe la posibilidad. Que pueden, si quieren, usarla ellas u ofrecerla a sus clientes. - ¿Y como la obtendrían? - Las envías a que hablen conmigo, pero nada de esto se puede enterar Silvina – le respondió Francisco - Listo, no hay problema – dijo Américo. - Otra cosa – le dijo Francisco – cuando entré por Carrasco me preguntaron si conocía a dos chicas y me mostraron las fotos. Como les respondí que no, me dijeron: “trabajaban en la casa de uno de un amigo de su socio”. ¿Tú sabes algo? - No, para nada. ¡Qué raro que mis tíos no me hayan comentado nada! – dijo Américo con cara de asombro. - Listo – dijo Francisco – ahora ya sabes de tu tarea especial. - Solo una pregunta más – dijo Américo – ¿me toca algo de la ganancia? - Lógico, quédate tranquilo. Américo se fue a su oficina. Se quedó pensando en que lo de las “acompañantes”, se podía ocultar, pero la venta de droga era entrar en un camino muy peligroso. “Pero no puedo perderme una ganancia que puede ser muy jugosa”, se dijo Cuando ya estaba atardeciendo llegó una delegación de ejecutivos, en su mayoría norteamericanos. Eran 5 hombres y dos mujeres. La recepcionista le tomó todos los datos y después entró en la oficina de Américo - Mico – dijo la chica – la persona que lidera el grupo pregunta por el servicio extra. - Dejá que yo voy – dijo Américo – y hablo con ellos. Gracias. Américo salió de su oficina y se acercó a donde estaban reunidos los recién llegados. El hombre que los lideraba era un colombiano. 124


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

-

-

-

Buenas tardes y bienvenidos – dijo Américo – yo soy el encargado de relaciones del establecimiento. Buenas tardes – dijo el colombiano – mi nombre en Armando Roca y soy quien me encargo de todo lo que necesitan los señores. Muy bien, mi nombre es Américo y ustedes dirán que necesitan En la oferta que recibimos incluía damas de compañía – dijo el colombiano – esperábamos encontrarlas en el aeropuerto, pero no fue así. Mire, Armando, nunca lo hacemos de esa manera porque queremos mantener la privacidad, pero está todo previsto. Lo que no sabía es que también venían dos señoras. Tenemos contratadas 7 damas. ¿Tengo que hacer algún cambio? Usted me lo dice y de inmediato lo hacemos. No – dijo el colombiano – 7 mujeres está bien Otro pequeño inconveniente – dijo Américo – por cada una deben abonar mil dólares más. Esta época hay mucha demanda y todo se encarece. No hay problema – dijo el colombiano – pero en la factura, ¿solo parece lo que corresponde a alojamiento, no? ¿A quién le pagamos lo otro? Lógico, lo otro me lo pagan a mi – le respondió Américo Bueno, como nos vamos a quedar dos días, aquí traigo el efectivo. ¿Lo otro con quien lo tratamos? Con las mismas chicas. Vamos a mi oficina y lo contamos OK – dijo el colombiano y dirigiéndose al resto - Go to their rooms. It's settled.

Cuando entraron en la oficina de Américo, el colombiano abrió el maletín y le entregó 56 mil dólares. Américo los miró y casi se cae de espalda. Nunca en su vida había visto tanto dinero junto. El colombiano lo saludó y se fue. Américo retiró los 14 mil dólares que le “pertenecían”, lo guardó en un cajón de su escritorio y el resto lo puso en la caja fuerte. Ni bien terminó de cerrar la caja fuerte, entró Silvina. - Hola amor – dijo ella – ya veo que el negocio camina. Pero, ¿qué te pasa?, te veo nervioso. - Es que este colombiano anormal me acaba de entregar 42 mil dólares en efectivo 125


-

¡Pero que bien he caído! – dijo Silvina – ni que hubiera sabido. ¿Sabés?, necesito 10 mil. Está bien, me sacás un peso de encima – le contestó Américo.

Mientras Américo contaba el dinero, Silvina le dijo - Ayer me encontré con tu tía en el Shopping. ¿Sabías que tus padres se vinieron a vivir a Montevideo. - No, para nada. Con el trabajo de aquí se me pasa el tiempo y no tengo espacio ni para hacer una llamada. - ¿Y no tendrás un ratito para mí? – dijo ella con cara de mimosa y abrazándolo. - Si, para ti siempre tengo. ¿Dónde vamos? - Te espero en mi bungalow. No demores. Tengo muchas ganas de sentirte. - En un ratito estoy – dijo Américo Pensó: “Justo tuvo que caer ahora. ¿Qué hago con el dinero? Lo voy a poner en este cajón con llave. Espero que Francisco no tenga llave. En cuanto se vaya esta loca. Lo pongo en mi escondite. Date por contento Mico que no dijo de ir a tu cuarto.” Américo salió de la oficina. Ya era de noche y muchos de los alojados estaban en el bar o cenando. Américo saludó a algunos y se dirigió hacia el bungalow de Silvina. Golpeó y oyó que, desde adentro, le decían: pasá. Él entró en el bungalow que estaba a media luz. Apareció Silvina que vestía un camisón corto y traslúcido. Enseguida lo abrazó y le dijo - ¿Podré estarme enamorando de ti? - Silvina – dijo Américo – no empecemos con esas tonterías. - ¿Te parece una tontería estar enamorado? - Sabés muy bien que lo hacemos solo por placer - Tenés razón, cuando venía para acá, me moría por estar contigo. -

Cuando estaban los dos en la cama, sonó el celular de Américo. Hola, ¿Mico? Si, Valentina, ¿qué pasa? El señor Armando Roca quiere hablar contigo. Está bien, no te preocupes, ya voy para allí

126


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Américo se vistió y fue para la recepción. Allí estaba el colombiano - Américo, perdona, pero surgió un inconveniente. - No te preocupes – dijo Américo – mi función es estar a vuestro servicio. Cuéntame que pasó. - Una de las chicas, que estaban con una de las mujeres, se negó a compartir. - No hay problema, ya la sustituimos – dijo Américo y dirigiéndose a Valentina le dijo – llamá a Flor que venga enseguida. - No sabes como te agradezco – dijo el colombiano. - En unos minutos está todo arreglado. Cuando el colombiano se fue, Américo le preguntó a Valentina - ¿Quién fue? - Pato - Borrala de las primeras y ponela al final – dijo Américo – estas son las que nos puede meter en lío. - Mico – dijo Valentina – tenés un minuto. - Si, decime - Cuando necesites alguna chica, puedo estar yo. Américo se la quedó mirando y Valentina, si bien no era llamativa de cara, tenía un cuerpo muy bien formado. - Nunca se me había ocurrido – le dijo él - Si, yo veo que las chicas salen encantadas con la cantidad de dinero que ganan. - Bueno, si hay algún otro problema o Flor no llega, le decís a Marcelo que se haga cargo y vas tú. - OK, gracias. Él se fue pensando: “¡qué las parió a las minas! Por un mango más cualquiera es puta. Y todavía tengo que satisfacer a la otra allá.” Al llegar a la habitación notó que Silvina no estaba normal. Se le trababa la lengua y, al querer levantarse de la cama se cayó. Américo la ayudó a levantarse y, entonces se dio cuenta que había tomado mucho, pero, además, sospechaba que había consumido droga. - Silvina – dijo él – contame que hiciste. 127


Es…tuve… (hip)…tomando un whisky…Me parece que… (hip) me cayó mal. - Pero, ¿fumaste marihuana o inhalaste coca? - Una…línea…no …más Ni bien dijo esto se puso de pie y vomitó sobre la alfombra. - Ay, Mico, ayuda…me. Me voy…a morir. - ¡Qué pelotuda! – le gritó Américo – esperá que voy a pedir hielo. -

Un rato después, trajeron hielo a la habitación. Américo atendió al conserje en la puerta, no quería que viera aquel desastre. Silvina seguía sentada en la cama con la cabeza entre sus manos. - Se me parte la cabeza – decía ella - Bueno, ahora vas a ver como se cura esto – le dijo Américo Como pudo la puso de pie, la desnudó y la llevó al baño. Allí la puso debajo de la ducha y la abrió de manera que saliera solo agua fría. Ella solo gritaba mientras Américo la sostenía para que no se cayera. Luego de un rato, la envolvió en una toalla y la llevó a la cama esquivando todo el piso vomitado. - ¡Silvina! – le gritó Américo – no podés quedarte dentro de esta mierda. Voy a llamar a recepción para ver cual está libre - Lle…vame a tu habi…tación. - ¡Ni en pedo! ¿Para que me cagues toda mi habitación! Tomá ponete esta bata y llamo a recepción. Un rato más tarde Américo la dejó durmiendo en otro bungalow y se fue para el de él. Al entrar, se miró al espejo y dijo - Mirá como me dejó esta loca de mierda. Además ni cené Se cambió y se fue a su oficina. Abrió el cajón donde había dejado el dinero y lo puso en un pequeño bolso de cuero que siempre usaba. Luego se fue al comedor. Había mucha gente. El chef, cuando lo vio le dijo - Señor, tenemos gran concurrencia. ¿Qué mesa le preparo? - No te preocupes, Miguel, como aquí en la barra pero antes servime un whisky doble con mucho hielo. - Si señor, ¿le voy preparando algo? 128


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Si, por favor, una tira de asado con ensalada Enseguida señor.

Mientras Américo tomaba su whisky, apareció el colombiano. - Américo – le dijo – realmente el servicio aquí es impecable. Te felicito - Gracias, pero no tenés por qué darlas. Mientras cenaba, Américo se puso a pensar: “¿Los viejos viviendo en Montevideo? ¡Qué raro! ¿Qué habrá pasado? Mañana voy a llamar a la tía.” Un rato más tarde se fue a su bungalow. Guardó el dinero en su escondite, se dio un baño, se afeitó y se acostó. Antes de dormirse se quedó pensando en qué habría hecho Silvina. Al día siguiente, Américo se levantó temprano, como era su costumbre. Fue hasta la administración. Ya estaba la otra recepcionista - Buen día Camila – saludó Américo - Buen día Mico - No sabés si Silvina está durmiendo - No, no está Mico, me dijo el sereno que a las 5 y media de la mañana se fue. - Bueno, ¿cómo está todo esta mañana? - Bien, ningún problema. Los viajeros que llegaron ayer alquilaron un micro para ir a Punta del Este. - ¿Y ya se fueron? - No, no todavía, creo que están desayunando. - Bueno, paso por el restaurante y me voy a mi oficina. La idea de Américo era ver como eran las damas de compañía que habían contratado. Cuando las vio quedó muy impresionado porque eran, realmente muy bonitas y muy elegantes. Los turistas que estaban con ellas eran todos mayores de 60 años, tanto los hombres como las mujeres. Se quedó pensando en aquellas dos señoras, con aspecto de abuelas finas, participando de orgías. “Bueno, cada uno tiene sus gustos. A mí qué puede importarme. Mientras paguen”: pensó. 129


Cuando llegó a la oficina se acordó de lo que le dijo Silvina: “¿Sabés que tus padres se vinieron a vivir a Montevideo?” Tomó el celular y marcó el número de Angélica. - Hola tía – dijo Américo - Mico, ¡sorpresa! – le respondió ella - ¿cómo andan tus cosas? - Muy bien, con mucho trabajo, pero es lo que esperaba - Pero ahora decime – dijo Angélica – el estudio, ¿cómo va? - Bien, he salvado casi todos los exámenes (“No le puedo mentir porque va a facultad y averigua”) - ¿Cómo casi todos?, no habíamos quedado en eso. - Son solo dos que rindo en marzo - Acordate lo que te dije de tu madre – dijo Angélica - A propósito, tía, me dijo Silvina que los viejos se vinieron a vivir a Montevideo. - Si, es cierto y estaría bien que vengas a ver a tu madre que está desesperada por saber de ti. - Bueno, está bien – le contestó Américo – en cualquier momento me voy hasta Montevideo. - ¿Tú tenés el número del celular de ella?, está trabajando en el BR. - Si, lo tengo, me voy hasta allí, la llamo y, de paso los visito a ustedes un ratito. - OK, besos y no te pierdas – le dijo Angélica. Cuando Américo cortó la comunicación, oyó que golpearon la puerta de su oficina - Adelante – dijo - Hola Mico – dijo Francisco – oí que hablabas por teléfono y no te quise molestar. - No, no molestás, estaba hablando con mi tía. Justamente ella me contó que mis padres se vinieron a vivir a Montevideo y me pidió que vaya a verla. - Podrías ir el lunes – dijo Francisco – yo tengo que viajar a España y tú puedes llevarme en mi auto hasta Carrasco. Lo único que sería necesario que volvieras en el día. - Si, lógico – le respondió Américo – pero hay otra cosa. Ayer estuvo Silvina y se llevó diez mil. Creo que deberíamos repartir algo y depositar el resto.

130


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

Bueno – le contestó Francisco – hazme todos los cálculos, Recuerda lo que hay que pagar a las chicas y al personal. El resto lo depositamos. Quedate tranquilo – dijo Américo – al mediodía te tengo todo pronto así podés ir al banco.

131


132


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO XI

A la siguiente semana, el lunes, Angélica fue a la casa de su hermano. Tocó timbre y escuchó la voz de Rodolfo por el intercomunicador - ¿Quién es? - Tu tía tesoro, abrime - Esperá que tengo que bajar porque ahora dejan la puerta con dos llaves. - OK Rodolfo bajó en el ascensor y le abrió a su tía. Le dio un beso y le preguntó - Tía, ¿qué haces acá a esta hora? - Ah, ¿tengo que pedir hora para verte? – dijo Angélica riendo - No, no es eso – protestó Rodolfo – es que no te esperaba. -

-

-

Ya habían subido al apartamento y Angélica le dijo Sentate que tengo tres novedades para darte ¿Si?, decime – le respondió Rodolfo ansioso Bueno, vamos por partes. Primero, tu hermano viene mañana de Punta del Este ¿Y viene para acá, a casa? No le pregunté, pero me dijo que iba a pasar por casa, así que, seguramente, si se queda, se quedará allá. ¿Se lo vas a contar a mamá? No, espero que Mico la llame – le contestó Angélica. Frente a la cara de sorprendido de Rodolfo, ella prosiguió Sabés como es tu madre, capaz que le cuento y se enoja Cierto – dijo Rodolfo – pero me dijiste de tres novedades Si, la siguiente es que pasaste el test y comenzás en 4° año en el colegio. Rodolfo pegó un salto y la abrazó a la tía Tía, te quiero mucho, ¡eres genial!

133


-

El mérito es tuyo y ahora, lo tercero, vestite que tenemos que ir a comprar el uniforme y las cosas del colegio ¿Ya ahora? – dijo él – falta para que empiecen las clases Bueno, una mala, el colegio comienza en febrero En realidad, es mejor – dijo Rodolfo – así no me aburro en casa

Poco después tía y sobrino estaban en el Shopping viendo lo que tenían que comprar para el comienzo del colegio Cuando Rodolfo y Angélica volvieron del Shopping, Julia ya estaba en la casa. - Mamá – dijo Rodolfo algo temeroso – ¿viste el cartelito que te dejé en la heladera‟ - Si, pero ¿por qué no me llamaste al celular? - Por no molestar - Está bien, hola ¿Cómo estás Angélica? - Bien, creí que no me habías visto – dijo la cuñada con sorna - ¿Y qué son estos bolsos? – preguntó Julia - Es que en febrero comienzo en el colegio – dijo Rodolfo orgulloso - A, ¿si? – le contestó Julia como pensando en otra cosa y prosiguió – perdoname Angélica pero me voy a cambiar porque estoy muerta. - Bueno – dijo Angélica – ya me voy, yo también trabajo. Un beso Fito, chau Julia. Rodolfo quedó decepcionado con la actitud de su madre, pero pensó “ya estoy acostumbrado”. Cuando, esa tarde llegó Esteban, Rodolfo le contó todo lo que había pasado. La noticia del colegio, las compras para comenzar en febrero pero se aguantó de contar que Américo estaba por venir de Punta del Este. - ¿Viste que bueno lo de Fito? – le preguntó Esteban a Julia. - Si, ya lo vi – dijo Julia – pero lo que no me gusta es que Angélica ande metiéndose en todo. - Pero Julia, cuando Angélica y Nacho se encargaron de los estudios de Mico, no te molestaba - Era diferente – le contestó ella de mala manera 134


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

¿Por qué diferente? Diferente porque sí y perdoname porque me voy a recostar un rato. No se pongan a mirar televisión que molestan. Ah, Esteban, si querés prepará la cena.

Esa noche, después que Angélica e Ignacio ya habían cenado, apareció Américo. - Mico, no te oímos llegar – dijo Angélica – poniéndose de pie para darle un beso. - ¿Cómo están? – le respondió Américo dándole un abrazo a cada uno de sus tíos. - ¿Qué te trajo por Montevideo después de tantos días? – le preguntó Ignacio. - En realidad fue tu mujer – dijo Américo riendo - ¿Yo? – dijo Angélica – no hice nada - No, es cierto – dijo Américo – lo que pasa es que ella me dijo que los viejos están viviendo en Montevideo, y me pidió que viniera a verlos. - Está bien – dijo Ignacio – y contame, ¿cómo va el negocio de Santiago? - Muy bien, tanto que hoy vine porque el socio de Santiago viajaba a España y me vine con él en su coche, pero mañana, después que vea a la vieja, me vuelvo. - ¿Tanto así? – dijo Angélica - ¿por qué no te quedás unos días. Tu dormitorio aquí está siempre disponible. - Gracias, tía, pero lo que pasa es que no estando Pancho, me tengo que hacer cargo de todo. - ¿Cenaste ya? – le preguntó Angélica - Si comimos con Pancho en el aeropuerto mientras esperaba para embarcarse. - Américo – dijo Ignacio – esta es tu casa, así que disponé. Nosotros ahora nos vamos a acostar. - Gracias, tío, yo también me voy a acostar. Justo me traje algo cómodo para vestir. Voy a buscarlo al auto. Por si no los veo, ya les doy un beso. Después de despedirse, Américo se fue al jardín a sacar una mochila del auto y sus tíos se fueron a acostarse.

135


Al día siguiente, Américo desayunó junto a sus tíos. Estuvieron conversando un rato hasta que él dijo. - Me voy porque quiero sorprender a mamá en el hospital. - Es muy buena idea – dijo Ignacio – nosotros también tenemos que irnos a trabajar. - Mi amor – dijo Angélica dirigiéndose a Ignacio – yo voy un poco más tarde porque tengo que hablar con Emilia porque parece que una hermana de ella y la hija podrían venir a trabajar con nosotros. - Ah, estaría bueno – dijo Ignacio – si no los pobres van a cansarse con esta semejante casa. Después que Ignacio y Américo, Angélica fue hasta la cocina. Allí estaban Emilia y Felipe. - ¿Precisaba algo, señora? – preguntó Felipe - No, gracias, solo quiero hablar con ustedes – le contestó Angélica - Ah, señora – dijo Emilia – ya hablé con mi hermana y está encantada de venir a trabajar aquí. - Está bien y me alegro – dijo Angélica – pero no era de eso que quería hablar con ustedes. Por favor tomen asiento. Emilia, te noté muy nerviosa en el desayuno. ¿Pasó algo que no me enteré? -

-

-

Emilia lo miró a Felipe y se llenaron los ojos de lágrimas. Ay, Emilia – dijo Angélica – no me asustes. Tenés que contárselo a la señora – dijo Felipe en forma imperativa. ¿Qué me tenés que contar? – le preguntó Angélica Señora – dijo Emilia secándose las lágrimas – quizás sean cosas mías, pero el auto en que vino el señor Américo es el mismo en el que se fueron Alicia y Alejandra. ¿Te parece? No se, pero hay algo que noté. ¿Vio que el auto es negro?, bueno en la puerta tiene pintadas, en dorado, muy chicas, tres letras “SOLSTICIO”. Como están entrelazadas no se ven muy bien, pero si llama la atención el contraste entre lo oscuro del auto y el oro de las letras. A ver si entiendo bien. Tú me estás diciendo que Alicia y Alejandra se fueron en ese auto. ¿Y tú viste quién lo manejaba? 136


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

No señora, no vi bien, parecía un hombre, vio que tiene los vidrios oscuros y, como estaba atardeciendo, no pude ver. ¿Qué decís tú, Felipe? – le preguntó Angélica El día que las chicas se fueron – dijo Felipe – yo miré cuando el auto ya se iba. Fue allí que le dijo a Emilia que era de la misma marca que el auto del señor. Lamentablemente, no pude ver las letras en aquella oportunidad. Bueno – dijo Angélica – ustedes quédense tranquilos. No lo comenten con nadie. Yo voy a hablarlo con el señor y él sabrá que hacer. Si Américo vuelve por aquí, no le comenten nada. No, señora – dijeron los dos a coro - quédese tranquila.

Angélica tomó su cartera, su notebook y, apenas se subió al auto, tomó el celular y llamó a Ignacio - Nacho, mi amor, ¿vas a estar en el estudio? - Si, tesoro, ¿te pasó algo? – preguntó él extrañado - No, pero quiero contarte algo que me enteré recién. Ya salgo para allí. - Bueno, te espero. Cuidate, no corras - Beso Ni bien llegó al estudio, fue a la oficina de Ignacio. Se sentó y él la miró extrañado - Angélica, amor, ¿qué te pasó? Ni me diste un beso - Ay, si, predoname, es que lo que tengo que contarte me ha dejado muy alterada. - Contame, por favor, ¿quéres un vaso de agua? - No, no, estoy bien. Te cuento – dijo Angélica – hoy en el desayuno noté que Emilia estaba nerviosa, alterada. Por eso, cuando Américo y tú se fueron, fui a conversar con ella y con Felipe. Le pregunté, directamente si le había pasado algo. Y ni te imaginás lo que me contó. - Mi amor – dijo Ignacio – no me tengas sobre ascuas - Si, perdoná. Me dijo que el auto en que había venido Américo, era el mismo en que se habían ido Alicia y Alejandra. - ¿Y cómo puede estar segura? – preguntó Ignacio – BMW como esa hay muchas. - Pero ninguna tiene las letras SOLSTICIO en dorado en la puerta. 137


-

-

Ignacio se quedó un rato pensando. ¿En qué pensás? – le preguntó Angélica No lo puedo creer. ¿No te dijo si vio quien manejaba en aquella oportunidad? No, me dijo que como tiene vidrios oscuros y estaba atardeciendo, no distinguió bien quien manejaba. Bueno, está bien – dijo Ignacio – pero si ese es el auto, hay algo atrás para investigar. Quizás Mico no tenga nada que ver, pero, de cualquier manera lo voy a charlar con Manuel. Yo sigo con lo mío – le dijo Angélica Si, haceme el favor, apurá a las chicas con las liquidaciones de sueldos. Me voy a ir hasta el estudio de Manuel, que a esta hora lo agarro

Américo salió de la casa de sus tíos y se fue directamente al hospital donde trabajaba su madre. Cuando estacionó el auto, tomó su celular y la llamó - ¡Mico! – exclamó ella – ¿dónde estás? - En la puerta del hospital esperándote. - Ay, no me digas. Ya voy saliendo. Américo vio, un rato después, que Julia salía y miraba para todos lados. Él pensó: “Esta vieja chota debe estar buscando el Gol”, entonces se bajó del BMW y le hizo señas. Cuando ella lo vio, vino corriendo y lo abrazó y lo comenzó a besar. - Bueno, mamá – dijo él – van a creer que somos amantes. - Ay, no seas así, Mico, me moría de ganas de verte. Pero contame como te va, que hacés. - Bueno, te cuento, pero vamos al Shopping y después a almorzar. Yo te invito o ¿tenés algo que hacer? - No, no tengo nada – dijo ella - ¿Y tu otro hijito? - ¡Qué se arregle!, pelotudo Ignacio fue hasta el estudio de su abogado, Manuel Villador. Cuando él lo recibió, le dijo - Ignacio, debe haber algo importante para que vengas así de improviso

138


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

-

Si, es cierto – dijo Ignacio – tenés que perdonarme pero solo te quito unos minutos. No, no hay problema, solo que me llamó la atención. Te cuento – dijo Ignacio – anoche vino Américo, mi sobrino, que trabaja en un establecimiento de Mercado, en José Ignacio. Si, ya he oído hablar de él, pero es de alto vuelo Si, es cierto – dijo Ignacio – pero lo más importante es que mi sobrino vino en el auto del socio de Mercado, un tal Francisco Paz. ¿Y? – preguntó el abogado Que, según mi ama de llaves, es el mismo auto en que se llevaron a las chicas, Alicia y Alejandra. ¿Pero como puede estar segura que es el mismo auto? Felipe, mi mayordomo, dijo que era una BMW y Emilia recordó la inscripción en la puerta, en letras doradas: SOLSTICIO. Bueno, dejame todos esos datos y vamos a averiguar que ha pasado. Pero quiero contarte algo que no me gustaría hacer delante de Angélica. ¿Qué es? – preguntó Ignacio con cara de extrañado Las tales niñas, no eran tan santas. Los miércoles de noche salían a “pescar” veteranos con plata. Para hacerla corta, eran unas simple prostitutas. Mejor que Angélica no se entere – dijo Ignacio – ella que las cuidaba como si fueran hijas. Bien, ahora buscaremos que fue lo que pasó. Tenemos un dato muy importante. Me voy que dejé a Angélica sola en el estudio. Gracias por tu tiempo No, de nada, en cuanto tenga noticias te llamo,

Rodolfo miró su reloj. Eran la una de la tarde y su madre no había aparecido. Pensó: “La voy a llamar. Ya se que me va a putear todo, pero no importa.” - Hola, ¿mamá? – dijo Rodolfo - Si, ¿qué querés? - No sabía si venías a almorzar - No, no voy, estoy con tu hermano y vamos a almorzar juntos en el Shopping. Arreglate como puedas. Teminó de hablar y cortó la comunicación. 139


Rodolfo se quedó pensando: “Apareció el estúpido de Mico y ya se pudrió todo. Voy a revisar que puedo comer.” Esteban llegó a su casa a las 6 de la tarde, como todos los días. Cuando Rodolfo lo salió a saludar, le llamó la atención que estaba solo. Entonces le preguntó - ¿Y tu madre? - No vino todavía – contestó Rodolfo de mal humor - ¿Te llamó? - En realidad la llamé yo, se enojó, y me dijo que estaba almorzando con Mico. - ¿Y que comiste? - Un pedazo de pan y tomé mate - Bueno – dijo Esteban – cambiate y vamos hasta el supermercado. Al llegar Julia a su casa, Esteban y Rodolfo estaban cenando un pedazo de pollo con ensalada. Ella entró y les dijo - ¿De donde sacaron comida? - Fuimos a comprar – le respondió Esteban - Está bien, voy a acostarme un rato porque a las 12 de la noche entro otra vez - ¿Querés que te lleve? – preguntó Esteban - No, no te preocupes, me vienen a buscar -

Rodolfo comentó, Debe ser muy bueno ese sanatorio que pasan a buscar al personal Si, debe ser – contestó Esteban en voz baja.

A Rodolfo le llamó mucho la atención lo que dijo su padre, pero no quiso hacer ningún comentario. Temía que la relación entre él y su madre ya se hubiera deteriorado, como antes de venirse a Montevideo. Luego pensó: “todo debe ser por la venida de ese idiota de Mico. Mamá, no entiendo por qué, se pone como boba cada vez que Mico se acerca.” Al irse a acostar se puso a pensar: “se vienen las fiestas, Navidad, Fin de Año, Reyes y yo esperaba poder pasarlo mejor que en años anteriores, pero ya veo que ya se pudrió todo. ¿Qué será lo que pasa con mamá que cambia tanto? Siempre fue muy estricta conmigo, pero nunca tan mala.” Finalmente se quedó dormido. 140


DOS HERMANOS – UNA VIDA

La mañana del sábado anterior a Navidad, Rodolfo y sus padres se encontraban en casa. Julia, porque tenía un día descanso y Esteban porque no trabajaba los sábados, sonó el timbre del apartamento. Rodolfo preguntó - ¿Quién es? - Tu tía – dijo Angélica que le hacia gracia la manera de responder de él - Es la tía – dijo Rodolfo – bajo a abrirle. - ¡Ya viene esa pesada! – dijo Julia – ¿qué invento se le ocurrirá ahora? - ¡Julia! – dijo Esteban en voz alta – Angélica es mi hermana y le debes respeto, por lo menos por lo que hizo por Mico. Julia lo miró asombrada. Nunca lo había visto a Esteban enojarse de esa manera. Bajó la cabeza y no dijo más nada. Al llegar Angélica, Esteban se adelantó a recibirla. No quería que percibiera que Julia y él habían discutido. Detrás de él fue también Julia. - Hola, ¿como están? – dijo Angélica - Bien, disfrutando de un día de descanso – le contestó Esteban - Julia – dijo Angélica – me enteré que estuviste con Mico. ¿Cómo lo encontraste? - Ay, si fuimos a almorzar juntos pero lamenté que se fuera enseguida, me contó que tenía mucho trabajo en Punta del Este y que no podía faltar. - Si, es cierto, aparentemente el negocio funciona muy bien – dijo Angélica. - Pero sentate – dijo Esteban que nunca quería opinar sobre Mico – ¿qué querés tomar? - Está bien – dijo Angélica sentándose – si están tomando mate, tomo con ustedes. - OK – dijo Esteban – Fito ya escuchaste a tu tía Angélica estaba espléndidamente vestida con una solera estampada que resaltaba su belleza, sandalias de taco muy alto y una cartera muy fina que hacía juego con el calzado.

141


La manera de vestir de Angélica molestaba mucho a Julia. “Pensar que la conocí como la pobre hermanita de Esteban que no tenía que ponerse y mirala ahora.” -

-

Bueno – dijo Angélica mientras tomaba mate con Esteban y Rodolfo que se habían sentado a su lado – vine a hacerles una invitación. ¿A los tres? – preguntó Julia que estaba sentada enfrente de Angélica más alejada. Si, a los tres – le contestó Angélica sin dar importancia al tono en que Julia se había expresado. ¿Y cuál es la invitación? – preguntó Rodolfo ansioso Que se vengan a pasar unos días en enero con nosotros en Punta del Este – dijo Angélica. Yo no puedo porque trabajo – dijo Julia Pero tú, Esteban, comenzás tus vacaciones, ¿no? Si, pero prefiero quedarme aquí acompañando a Julia – dijo mientras miraba a su mujer. Bueno, entonces solo me queda un cliente – dijo Angélica sonriendo – ¿qué decís, Fito? Y si papá y mamá me dejan, voy – contestó Rodolfo algo amedrentado Si, como no – dijo Esteban – es muy lindo ir a pasar allá. Está bien, me llevo a Fito, pero quizás, si el tiempo está lindo, nos quedemos unos cuantos días. ¿Hay problema? No ninguno – dijo Esteban mientras Julia seguía callada – ¿y cuando se irían? Después de fin de año, si no tienen inconvenientes Pero Angélica, creo que Fito ni tiene short de baño – dijo Esteban Eso no importa. Vamos Fito a comprar lo que haga falta – le contestó Angélica. Permitime que le dinero para lo que tenga que comprar – dijo Esteban que era el único que hablaba No te hagas problemas, después arreglamos – dijo Angélica cuando ya iba saliendo con Rodolfo.

Cuando Angélica y Rodolfo ya habían salido, Julia se levantó furiosa y dando un golpe en le mesa dijo 142


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

¡Qué mierda se tiene que meter tu hermana en nuestra vida! ¡Le está pudriendo la cabeza al idiota de Fito que debe creer que es millonario! ¡Te lo imaginás en Punta del Este al piojoso de tu hijo! ¡Julia! – le gritó Esteban – ¿qué te pasa? Angélica es mi hermana, ayudó a Mico, nos ayudó a nosotros, ¿qué problema tenés ahora con ella? A mi no me grites. Ayudó a Mico porque lo merecía y mirá ahora es casi un profesional. Y no quiero hablar más contigo, me voy a hacer unas compras y después me voy al sanatorio.

Esteban, sin saber qué hacer, se quedó sentado. Después se levantó y fue al balcón. No podía entender las reacciones de Julia para con su hermana y menos entendía por qué destrataba de tal manera a Rodolfo que siempre había sido bueno con ellos. Muchas cosas le daban vueltas en la cabeza. Pensó: “cuando vuelvan Angélica y Fito, se lo voy a comentar a ella. Quizás conozca a alguien que me pueda orientar porque, evidentemente, Julia no está bien.” Un par de horas más tarde regresaron Rodolfo y su tía. Al llegar, Angélica preguntó - ¿Y Julia? - Salió porque tenía que hacer unas compras e ir a trabajar – contestó Esteban. Angélica, que conocía muy bien a su hermano, se lo quedó mirando. Esteban preguntó - ¿Y Fito? ¿Cómo te fue con las compras? - Bárbaro, papá, vení que te muestro. Fijate que hasta compramos un valija con rueditas. - Bueno – le contestó Esteban – andá arreglando las cosas en tu cuarto, que yo tengo que hablar con tu tía. - Aprovechá a probarte por si algo no te sirve – le dijo Angélica. - Si – dijo Rodolfo y cerró la puerta de su cuarto. - Vení al balcón Angélica que quiero hablar algo y no quiero que Fito escuche. Después que se sentaron los dos en el balcón, Esteban le dijo -

Es sobre Julia y su comportamiento. 143


-

-

-

-

-

-

Me imaginé. La he notado muy alterada. ¿No sabés que le pasa? No, justamente por eso quería hablar contigo. Ahora se ha enojado contigo y lo que más me preocupa con el pobre Fito, que lo único que hace es mantenerse atento para no enojarla. ¿Enojada conmigo? ¿Habré metido la pata en algún momento? ¿Y por qué con Fito que una divinura de criatura? – preguntó Angélica. No tengo idea, pero me gustaría hablarlo con algún médico. Claro no se lo voy a decir a ella, pero quizás me pueda orientar, porque te digo la verdad, ya no se ni como tratarla. Bueno, tranquilizate, yo voy a hablar con un siquiatra y sicólogo amigo. Por otro lado es mejor que me lleve a Fito, así no percibe el problema. Sabés que es lo peor – dijo Esteban – que creo que él se da cuenta, pero no dice nada. No se anima ni a comentármelo. Está bien. Mañana temprano te llamo y te paso los datos del médico. Tú tenés que mantenerme calmo. Yo le voy a hablar del caso. Quizás Julia esté con mucho stress por su nuevo empleo. OK Fito – llamó Angélica – me voy. Ah, tía, me probé todo y me queda bien Bueno, el día 3, a las 10 de la mañana, te paso a buscar y nos vamos. Gracias tía – dijo Rodolfo dándole un beso Chau – le dijo Esteban.

En los días que siguieron, todo se desarrolló con total normalidad. Como Esteban estaba de vacaciones, Rodolfo pasaba más acompañado y compartían tanto las tareas de la casa con las idas al supermercado. Julia parecía más calmada y había vuelto a tratar a su esposo y a su hijo con la forma de cariño de siempre, haciendo marcar su carácter, pero sin suscitar discusiones. Tal había sido el cambio de la actitud de ella, que Esteban pensó que lo de la consulta al médico no iba a ser necesaria. Mientras tanto, Angélica llamó a su siquiatra amigo, el doctor Agustín Rodríguez 144


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Hola, ¿Agustín?...Angélica Sánchez…muy bien…Escuchame, tengo necesidad de charlar contigo…no – dijo Angélica riendo – no es por mi, yo ya no tengo arreglo, es por un problemita de mi hermano… ¿ahora?...si, en 15 estoy allí, un beso. Poco después, Angélica estaba en el consultorio del

siquiatra. - Angélica, hace años que no nos veíamos – dijo el médico - Si, es cierto – dijo ella riendo mientras le daba un beso – gracias a Dios no necesito de tu ayuda, por ahora.

El doctor Agustín Rodríguez era un hombre de unos 65 años, calvo, alto, con abdomen prominente. Su presencia inspiraba respeto. - Tú tan bonita como siempre. Contame en qué anda el bandido de Nacho – dijo el médico - Mirá a él si tendrías que tratarlo – le respondió Angélica con una sonrisa. - ¿Por? , ¿te hizo alguna pillería? - No, pobre, al contrario. Está trabajando demasiado. Fijate que, además del estudio, ahora tomó la dirección del laboratorio y del campo. Anda como loco – contó Angélica. - ¿Y por qué? - Porque, lamentablemente, el papá no anda bien y Nacho se hizo cargo de todo. Tú sabés como es él, si todo no anda bien, se vuelve loco. Un día de estos te lo traigo de arrastro – dijo Angélica riendo de lo último que había dicho. - No, mejor decile que me invite a un asado – dijo el médico – pero contame que es lo que te trajo. - Mi hermano, Esteban, vivió muchos años afuera, trabajando con una pequeña empresa constructora. Desde la época de estudiante de liceo estuvo ennoviado con su esposa actual, es decir, unos cuantos años. El problema es que ella, que siempre tuvo un carácter muy fuerte, ha tenido, últimamente, altibajos muy importantes, a veces depresivos, a veces de gran violencia hacia mi hermano y hacia su hijo más chico. - Dos preguntas – dijo el médico – ¿qué hace ella?, y ¿dónde viven ahora? - ¡Qué bruta soy!, tendría que haber comenzado por allí. Ella es nurse jefe del CTI de cardiología del sanatorio BR y él es capataz 145


-

-

jefe de PC Construcciones y, desde hace un par de meses viven aquí en Montevideo. ¿No me estarás contando una visión de cuñada? – preguntó el médico sonriendo. No, justamente, lo que te conté es para que tengas una idea. Por eso me gustaría que hablaras con mi hermano. Obviamente él no quiere que mi cuñada se entere, pero cree que necesita una guía. Bueno, lo mejor es que le pases mi teléfono y me llame y concretamos una entrevista. ¡No le vayas a cobrar!, de eso me encargo yo – dijo Angélica Por favor mujer, después se lo cobro a Nacho – dijo el médico riendo.

Angélica se despidió y pensó en llamar enseguida a Esteban, pero luego se arrepintió. “Tengo que asegurarme que Julia no esté en la casa. Lo voy a llamar esta noche”, pensó Más tarde, antes de salir del estudio, Angélica tomó el celular y lo llamó a su hermano. - Hola Esteban…bien… ¿estás solo? …no, no, me preocupaba que estuviera Julia…bueno, hoy hablé con el siquiatra…le expliqué, a grades rasgos el problema…si, tomá nota del teléfono y lo llamás…me parece que lo mejor es que lo llames cuando me lleve a Fito…no, no tenés que pagar nada porque es un amigo…no te preocupes…después que hables con él me llamás… beso para ti y para Fito. - ¿Quién era? – preguntó Rodolfo - Tu tía, quería saber sobre la ida a Punta del Este. ¿Sabes que quería saber? – dijo Esteban riendo – ¡si te gusta cualquier comida! - ¿Y qué le contestaste? - Que lo mismo te diera piedras. En la noche del 24 de diciembre, Julia, Esteban y Rodolfo fueron a pasar con Eladia y Julián porque este había preparado un asado. Esta forma de pasar la Nochebuena tranquilizó tanto a Rodolfo como a Esteban porque sabían que Julia respetaba mucho a sus tíos y no haría ninguna escena.

146


DOS HERMANOS – UNA VIDA

A la medianoche, cuando estaban cenando, Américo llamó a su madre. Ella fue hacia dentro de la casa y estuvo un rato conversando con su hijo. Cuando salió, con los ojos llenos de lágrimas, Eladia le preguntó - ¿Pasó algo que estás así? - No tía, lo que pasa es que cada vez que hablo con Mico me emociono mucho. Lo extraño demasiado Tanto Esteban como Rodolfo no dijeron nada y siguieron conversando con Julián de los autos que había reciclado. Más tarde, Rodolfo y sus padres, se volvieron en taxi, Esteban no había querido manejar para poder tomar tranquilo, aunque sin excesos. A Julia le tocó trabajar la noche de fin de año, por lo que Rodolfo y Esteban cenaron solos en el apartamento. Cuando eran las 12 de la noche, salieron a ver los fuegos artificiales. Rodolfo quedó asombrado y no decía más que - Mirá aquellos, papá Lo que repetía de continuo. Después de tomar una copa de sidra cada uno y comer un pedazo de pan dulce, los dos se fueron a dormir. Esteban con la preocupación de tener que hablar con el siquiatra, tratando de armar un esquema para dejar bien en claro la situación. Rodolfo con el nerviosismo que le causaba la ida a Punta del Este con su tía.

147


148


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO XII

El día 3 de enero, tal como lo había prometido, a las 11:30 de la mañana, Angélica, llevando a Rodolfo llegaba a la mansión de Angélica e Ignacio en Punta del Este. -

Enseguida apareció Juan, el mayordomo para atenderlos. Juan – dijo Angélica – Fito es mi otro sobrino que va a estar unos días con nosotros Mucho gusto señor – dijo Juan – permítame que llevo sus cosas Gracias – dijo Rodolfo asombrado del lujo y la atención del personal. Señora Angélica – dijo Juan – ¿el señor se aloja en la habitación de huéspedes? Si Juan. Mico vive en el hotel. Fito, ponete la malla de baño y vení a la piscina. Muy bien. Señor – dijo Juan dirigiéndose a Rodolfo – si me sigue le indico el camino.

Rodolfo lo siguió extasiado por el lujo y la atención que recibía. Juan abrió la puerta de una habitación de un lujo que nunca había imaginado. La cama, el televisor, los placares, el baño. Una vez que Juan dejó el equipaje, le dijo - Señor, cuando quiera ir con la señora Angélica, pulsa el botón del teléfono que yo vengo y lo guío porque la casa es muy grande. Hasta que se acostumbre - Muchas gracias – le contestó Rodolfo - Estamos para servirle – dijo Juan cerrando la puerta Rodolfo se sentó en la cama y después de mirar todo, se puso a pensar: “con razón el hijo de puta de Mico no volvió más a casa. Mirá la vida que se da. ¿Qué será el hotel que mencionó la tía? Seguro que está lleno de minas. ¡Qué culo tiene! Bueno, pero ahora voy disfrutar yo sin tener que bancar a la vieja.” Se puso el short de baño, unas pantuflas y una camisa abierta. Cuando Estuvo pronto, pulsó el botón que le había indicado 149


Juan. Enseguida, golpeó la puerta. “¿Estaría esperando a lado de la puerta”, se preguntó Rodolfo. Abrió y allí estaba el mayordomo. - Sígame señor. La señora Angélica ya está allá Rodolfo lo siguió hasta donde estaba su tía, al lado de la piscina, tomando sol. Cuando vio que Rodolfo llegaba, Angélica se incorporó y dijo - Fito, no me quise meter en el agua porque debe estar fría - Yo me meto – dijo Rodolfo – está bárbara. Se tiró al agua y estuvo nadando y haciendo la plancha. En ese momento pensó: “¡Qué diferente a cuando íbamos a pescar al arroyo con papá, y si no sacábamos nada, nos tirábamos al agua y nadábamos!” - Qué bien Fito – le grito Angélica – no sabía que nadabas tan bien -

-

Rodolfo se acercó al borde de la piscina y le explicó Con papá, en verano, cuando tenía vacaciones, nos íbamos hasta un arroyo a decir que pescábamos. Nunca sacamos nada y entonces nos bañábamos. Ahí papá me enseñó. Si, ¿sabés?, cuando nosotros dos éramos chicos, hacíamos lo mismo con tu padre – le contó su tía con una sonrisa Apareció Juan con una jarra de jugo de naranja y unos

vasos. - Ay, gracias Juan – dijo Angélica - Señora, acaba de llegar el señor – le dijo el mayordomo - Gracias -

Dirigiéndose a Rodolfo le dijo Vino Nacho. Voy a recibirlo y después venimos para aquí

Angélica fue al dormitorio y lo tomó a Ignacio por la espalda. Él se dio vuelta y le dio un beso apasionado. - Estás en malla, dijo José Ignacio, ¿querés que te la saque? - No sea tan apurado señor – dijo ella riendo – su sobrino nos espera en la piscina. Más tarde podemos tener tiempo de algo de diversión. - ¡No sabés que falta me hace! 150


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

¡Qué exagerado! – piscina.

dijo Angélica riendo, te esperamos en la

Más tarde apareció Ignacio con el short de baño puesto. Rodolfo se adelantó a abrazarlo y él le dijo - Estás mojado - Tirá a Nacho al agua – le gritó Angélica Cuando Rodolfo lo fue a empujar, los dos se fueron al agua. -

Qué lindo que se está aquí – dijo Ignacio riendo – pero este tipo tiene el físico de un toro Bueno, es tu sobrino, pero vení aquí y qué novedades traés. ¿Fuiste a la fiesta que organizó Mercado?

Angélica no había podido ir porque se quedó acompañando con otras amigas a una de ellas que estaba muy enferma. - Contame – dijo José Ignacio saliendo de la piscina – ¿Cómo está Virginia? - Parece que algo mejor, pero tú sabés como son estas enfermedades. No te imaginás lo emocionada que estaba porque nos hayamos quedado a acompañarla. - Pobre. - Contame lo de la fiesta – dijo Angélica y dirigiéndose a Rodolfo – vení Fito que Nacho nos va a contar sobre la fiesta. - Fue bárbara. Fijate que eran más de 500 personas, comida, bebidas, música, nada salió mal. - Perdoname tío, pero ¿dónde metés a 500 personas para comer? - Se ponen unas carpas gigantes pero que solo tienen techo. La suerte que fue una noche espectacular. - ¿Y cuánto costaba el ticket? – preguntó Angélica - 500 dólares - ¡La puta! – se le escapó a Rodolfo – que caro. - Son cenas muy especiales – le explicó Angélica – ya vas a tener oportunidad de ir a alguna de ellas. - El que estaba en la fiesta era Mico. Me preguntó por ti, pero lo vi muy atareado atendiendo a extranjeros – dijo Ignacio.

151


Rodolfo hizo como que esa última parte no la había escuchado. - Angélica – dijo Ignacio – cuando venía llegando vi que ya están María Isabel con los chicos. Invitalos así se conocen con Fito y pueden salir juntos. - Cierto – después de almorzar la llamo - Acordate que tenemos algo pendiente – le dijo Ignacio riendo y haciéndole una guiñada. Después de almorzar, Rodolfo y sus tíos se fueron a descansar. Rodolfo no estaba muy acostumbrado a dormir siesta, por lo que encendió el televisor que había en su habitación y se puso a mirar una película. Ya habían pasado un par de horas, cuando oyó voces en el corredor. Se levantó y abrió la puerta - Ah, estás despierto – dijo Ignacio – vení, vamos a piscina que tu tía fue a buscar a los hijos de María Isabel. - Si, ya voy – dijo Rodolfo A él no le interesaba mucho conocer a otros chicos y, menos en Punta del Este, ya que había escuchado que eran todos unos creídos porque tenían mucho dinero. Pero, por otro lado, pensó que, en el nuevo colegio, seguramente se iba a tener que enfrentar a ese tipo de gente, por lo que venía bien ir entrenándose. Al llegar a la piscina, su tía Angélica estaba con otra señora, de la misma edad pero más baja, más rellenita y rubia, de ojos muy azules y, junto con ellas había un chico, más bajo que él, de cabello castaño, delgado, vestido con un short de baño y una camisa sport a cuadros y una chica rubia de cabello corto y enrulado piel blanca apenas dorada por el sol, que parecía mayor por su físico, pero con un precioso rostro de niña. Vestía lo que Rodolfo supuso era un bikini pero cubierto en parte por un pareo atado en su cintura Es ese momento que Rodolfo se quedó mirando sin que lo vieran, pensó: “¡qué preciosa chiquilina! No puedo quedarme aquí escondido.” -

Al salir, su tía lo vio y le dijo Fito, vení, quiero que conozcas a mi amiga y sus nenes 152


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Angélica – protestó la chica – no somos nenes Para mí si

Rodolfo se acercó y le dio un beso a la señora, otro a la chica y al varón le dio la mano - Ella es mi amiga María Isabel, esta belleza rubia, es la nena, María Marta y él, el nene – dijo riendo Angélica – es Sebastián. Para ustedes este es mi orgullo, Rodolfo. - ¿Qué edad tenés? – le preguntó la chica - 16 – dijo Rodolfo - Ay, parece que tuvieras más, tan grande Todos se rieron de la ocurrencia de María Marta. - Tenés la misma edad que yo – dijo Sebastián - No me digas que tú eres el bocho que entra este año en el colegio – dijo María Marta. - No entiendo – dijo Rodolfo mirando a su tía - Fito, me olvidé de comentarte – dijo Angélica – María Marta y Sebastián van al mismo colegio que vas tú. - Por eso dije – volvió a recalcar María Marta – nos enteramos que salteaste una año. - Ah, si – dijo Rodolfo que se iba animando a más con la simpatía de la chica - Mirá Seba – dijo ella – ya tenemos quien nos ayude. - Cierto – dijo Sebastián – porque nosotros somos medios burros, sobre todo ella, que es mujer. María Marta empujó a su hermano a la piscina y se sacó el pareo, lo tomó de la mano a Fito y le dijo - Vení, vamos a tirarnos así ahogamos a ese machista y dejamos a las viejas hablando. - Mirá que te escuchamos – dijo Angélica riendo. Los tres estuvieron jugando en la piscina hasta que María Isabel les dijo - Me voy. No vuelvan tarde. Angélica echalos cuando molesten - Andá tranquila. Chicos, ahora le digo a doña Elvira que les traiga la merienda.

153


Rodolfo pensó: “parecen dos gurises bárbaros. Quizás puedan ser mis amigos en el colegio. Voy a animarme para saber como es su vida.” - ¿Ustedes salen mucho aquí en Punta del Este? – les preguntó - No, para nada, solo salimos con mamá – dijo Sebastián - Son medios pesados nuestros padres – dijo María Marta – pero a veces pienso que es mejor. Ves tanto degenerado por ahí. - Mi madre es igual y la tía también – dijo Rodolfo aliviado – pero tenés razón, somos chicos todavía. - En Montevideo – dijo ella – durante la semana, de casa al colegio y del colegio a casa. Yo, a veces le pido a mamá para ir a estudiar a casa de alguna amiga, pero ella me lleva y me trae. - A mi me pasa lo mismo – dijo Sebastián – tres veces por semana tenemos deportes después del colegio, pero mamá no me deja volver en ómnibus. O me va a buscar o vuelvo con la madre de algún compañero. - Fito – dijo María Marta – capaz que mañana te animás a pedirle a tu tía que nos lleve al Shopping. Vamos a eso de las 11 de la mañana, comemos allá y vamos al cine. El problema es que no nos van a dejar volver solos. No le podemos pedir a mamá porque nuestros hermanitos son chicos y se queda con ellos. - Pará que la llamo y le pregunto – dijo Rodolfo que ya se sentía como uno de ellos. Rodolfo fue en busca de su tía. En el camino encontró a Elvira - Doña Elvira, ¿sabe donde está mi tía? - Si señor. Está en el escritorio con el señor - Gracias – dijo Rodolfo y se quedó pensando “¿dónde quedará el escritorio en esta semejante casa? -

El ama de llaves, que percibió la duda de Rodolfo, le dijo Por allí, señor, en aquella puerta Gracias

Rodolfo fue hasta la puerta que le había indicado la mujer, golpeó y oyó que Ignacio decía - Pase. Rodolfo entró medio temeroso 154


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

Hola – dijo Angélica – que hacés acá Perdoná tía, pero los chicos y yo queríamos pedirte algo Bueno, vamos allá, para eso están las tías – dijo Angélica sonriendo Llegaron donde habían quedado María Marta y Esteban Bueno – dijo Angélica riendo – vamos a ver que pillerías están planeando. Nada, ninguna pillería – dijo Rodolfo – queríamos pedirte si algún día podías llevarnos al Shopping. Nos dejás allá, comemos, vamos al cine y después nos vas a buscar. O sea, necesitan un chofer – rió Angélica. Si, pero si podés – le contestó María Marta algo ruborizada Bueno, armen la farra para el viernes. Bárbaro tía – dijo Rodolfo abrazándola y dándole un beso Despacio Fito que me vas a romper – dijo Angélica mientras los otros chicos se reían Bueno – dijo Esteban – nos vamos si no mamá se preocupa Se saludaron acordando que volverían la tarde siguiente.

-

-

Cuando ya se habían retirado, Angélica comentó ¿Te gustaron estos chicos? Son bárbaros. Ojala podamos seguir siendo amigos Ella es muy bonita, ¿no te parece? – dijo Angélica sonriendo Si, tía, pero quiero que sea una linda amiga. Tenés razón, me encanta que pienses como una persona mayor y no como esos tarados que andan detrás de las chiquilinas. Angélica volvió al escritorio ¿Querían algo especial? – preguntó Ignacio No, quieren ir al Shopping y que alguien los lleve. Ya les dije que tú no vas a estar el viernes y que arreglen para ese día. Mi Angélica – dijo Ignacio abrazándola – la mamá de todo. Si, pero tuya no – le respondió ella dándole un beso

Una semana más tarde, Esteban concretó una entrevista con siquiatra. Quedaron en que él estaría en el consultorio a las 7 de la tarde, un día que coincidía con la guardia nocturna de Julia. 155


Poco antes de la hora prevista, Esteban llegó al consultorio. Le dijo a la recepcionista - Buenas tardes, tengo una entrevista con el doctor Rodríguez. - Si señor, ¿a quien anuncio? – le respondió ella - Esteban Sánchez -

La chica tomó el teléfono y dijo Doctor, el señor Esteban Sánchez está para verlo…si, como no Señor – dijo la recepcionista – sígame Gracias.

Esteban entró al consultorio del médico que era más parecido al escritorio de un alto ejecutivo que a un consultorio. - Bienvenido señor Sánchez – dijo el médico, lo estaba esperando - Gracias doctor, espero no tener que entretenlo demasiado. - No se preocupe – dijo riendo el médico – conozco a Angélica y ella no se preocuparía de eso. - Tiene razón – dijo Esteban – mi hermana es una charlatana. - Bueno, Esteban – dijo el médico – vayamos a lo que lo trajo por aquí. Angélica ya me adelantó algo, pero me gustaría escuchar su punto de vista. - No se por donde comenzar – le dijo Esteban – ya que hay mucho que contar. - Usted no se preocupe, comience desde lo que usted considera el principio. Yo lo escucho. Si hay algo que no entiendo o que me interesa, lo interrumpo. - Gracias. Mire doctor, Julia y yo nos ennoviamos desde el secundario. Tengo que reconocer que ella tiene un carácter muy fuerte y fue siempre la que llevó la delantera. - ¿En qué sentido? - Fue ella, cuando terminamos el secundario, que me pidió de formalizar nuestro noviazgo. Todo funcionaba muy bien y compartíamos todo. Luego vino la etapa más dura cuando ella tuvo que venir a estudiar a Montevideo. - ¿Para quién fue dura? ¿Para ella o para usted? - Para mi, obviamente, era separarme de quien yo quería y pienso que para ella también, porque cuando volvía en vacaciones, se comportaba muy cariñosa conmigo. - Muy bien, sigamos en que vino después – le pidió el médico 156


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

-

-

-

Cuando ella volvió con el cargo de auxiliar de enfermería, se sentía feliz. Perdóneme una pregunta. En ese entonces, ¿ya habían tenido relaciones sexuales? No, fue poco después que yo, ansioso por tenerla, se lo propuse Y ella, ¿cómo reaccionó? Muy bien y, realmente, aún hoy lo tengo en el recuerdo. Bien, prosiga – dijo el médico Luego de eso, un día apareció en mi trabajo y me dijo, llorando, que estaba embarazada. Yo reaccioné de inmediato y le dije de casarnos, aunque no entendía como podía haber pasado si los dos nos habíamos cuidado. ¿Cómo siguió la relación entonces? Muy bien. Nació Américo, el mayor. Ella estaba enloquecida con el bebe. Pero más adelante, 4 o 5 años después, quedó embarazada de nuestro segundo hijo, Rodolfo. Usted me cuenta esto como si ella no hubiera querido quedar embarazada, ¿es cierto? Si, realmente fue así. Una noche volvimos de una fiesta. Habíamos bebido. Comenzaron los juegos y ninguno de los dos nos dimos cuenta de cuidarnos. Ahora, cuénteme, su esposa cambió después de eso. Hubo algo más que influenciara en ese cambio. Mire, me acuerdo de algunas de las cosas que empeoraron su comportamiento. La trágica muerte de un médico que trabajaba con ella, la venida del hijo mayor a estudiar a Montevideo, pero lo peor pasó, cuando yo me quedé sin trabajo. Si bien había ahorros, ella me enrostraba continuamente que nos mantenía a nuestro hijo menor y a mí. Mire, Esteban, considero que es un caso difícil. Me parece que cualquier cosa que yo diga ahora puede ser muy subjetiva, pero en primera instancia creo que estamos frente a un caso de stress agudo. Pero hay algo que me llama poderosamente la atención. Según me contó Angélica, ustedes se vinieron a Montevideo mejorando notoriamente s situación económica. Es raro que eso no la haya calmado. Doctor, mi hermana me pidió paciencia. Yo la tengo, pero temo que pueda afectar a nuestro hijo menor.

157


-

-

Entiendo, dijo el médico, es difícil mantener la paciencia en un caso así, pero cualquier cosa que se hiciera de apuro, podría empeorar la situación. Yo tengo amigos en el sanatorio donde ella trabaja. Son muy buenos amigos y voy a averiguar sobre su carácter con respecto a sus compañeros. Eso puede ayudarnos. Obviamente lo haré con la mayor de las discreciones. Gracias, doctor – le contestó Esteban – no le quito más tiempo. Estamos para eso. Si yo se o vislumbro algo, se lo haré saber.

Cuando Esteban salió del consultorio se sentía más aliviado. Era la primera vez que, tranquilo, había podido hacer un racconto de la relación con Julia. La estadía de Rodolfo en Punta del Este se prolongó más de lo que él y sus padres pensaban, pero tuvo la gran ventaja de afianzar más la relación entre los amigos que había hecho allá. Poco después de volver de Punta del Este, Rodolfo comenzó el colegio. El primer día estaba muy nervioso. Comenzaba una etapa hacia los desconocido, según lo que había dicho a si mismo repetidas veces. Angélica llegó temprano a su casa y le asombró que Julia estuviera. - Hola, buen día – dijo Angélica. - Ay Angélica – dijo Julia después de darle un beso a su cuñada – miralo que lindo está Fito de uniforme. Parece mentira que ya esté tan grande. - La verdad que vestido así, parece mayor aún – le contestó Angélica algo asombrada por lo cariñoso del trato de Julia. - No sabés – dijo Julia – cuando lamento que Esteban se haya tenido que ir temprano. - Bueno, pero ya lo va a ver. - Angélica, tú te encargás de indicarle como volver. - Quedate muy tranquila, Julia, yo lo voy a buscar a la hora de la salida. - Fito no quiso que le preparara una merienda 158


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

-

No, no te preocupes, él almuerza en el mismo colegio. Pero vamos que, si no, llegamos tarde el primer día – dijo Angélica riendo. Vení Fito – dio Julia – dame un beso. Acordate que aquí comienza una carrera importante para ti. Al llegar al colegio, Angélica le dijo Bueno, una nueva etapa. Tranquilo todo te va a salir bien. Cuando salgas, si no estoy, me llamás por el celular, pero no te muevas de aquí Gracias tía – dijo Rodolfo dándole un beso.

Se bajó el auto se fue hacia el jardín donde ya estaba muchos chicos. Enseguida vio a Sebastián y se acercó a donde estaba él con otros varones. - Hola Fito, vení que charlamos con estos. Son nuestros compañeros de clase. Todos los saludaron y uno de ellos, bajito con cara de pícaro, le dijo - Acá estamos todos los machos, tan machos somos que no nos animamos a ir a darle un beso de bienvenida a las chicas. -

Todos se rieron y Sebastián le dijo No es así, enano, lo que pasa que ellas tienen otras cosas que charlar.

Mientras Sebastián hablaba, todos vieron que María Marta venía hacia ellos. No se animaron a decir nada. Cuando ella llegó, dirigiéndose a Rodolfo, le dio un beso y le dijo - Fito, te estaba esperando. Vení que mis amigas, las burras, quieren saber quien es que las va a ayudar. Los varones quedaron callados un momento y, uno de

ellos dijo - Seba, ¿quién es tu amigo que ya se ganó a todas la minas? - Un amigo, no jodas, acordate que María Marta es mi hermana.

Poco después la directora junto con los profesores los hizo pasar a todos a un salón de actos. Después que estuvieron 159


ordenados, la directora comenzó el discurso de bienvenida. Mientras ella hablaba, Rodolfo miraba a todo los profesores que había frente a ellos. De pronto individualizó a la profesora de Matemática. Vestía una falda beige y una chaqueta que hacía juego. Debajo de la chaqueta una blusa de un color beige muy claro. Tenía el cabello atado. Rodolfo se la quedó mirando: “¡qué linda que es! ¿Cuántos años tendrá? No parece mucho mayor que yo. No seas estúpido, Fito, mirá si una mina como esa te va a dar bola. Debe tener miles de machos detrás de ella.” Mientras la miraba y pensaba, se dio cuenta que todos estaban cantando el Himno Nacional. Él se recompuso y acompañó, cantando. Una tarde, cuando Ignacio estaba en el estudio, lo llamó Manuel Villador, el abogado. - Hola Nacho, ¿cómo estás? - Bien, ¿tenés algo? - Si, por eso te llamo. ¿Vas a estar en el estudio? - Si, venite que te espero. En ese momento, entró Angélica. - ¿Con quien hablabas? – le preguntó - Con mi amante – dijo él riendo – pero ya llegó Al decir eso se puso de pie, la abrazó y le dio un beso apasionado - ¡Nacho! – exclamó ella riendo – ¡estamos en la oficina!, comportate. - Bueno, por ahora lo voy a dejar así. Me llamó Manolo que, aparentemente tiene novedades sobre la desaparición de las chicas. - ¿Qué podrá ser? – dijo Angélica - Mirá, hay algo que no te conté, pero tengo que decírtelo – dijo Ignacio - Ay, no me asustes - Manolo averiguó que tanto Alicia como Alejandra, los días que salían de casa, se iban a una pieza que tenían alquilada y de allí se iban en busca de veteranos que les pagaran bien. - ¡Nacho!, ¿me estás diciendo que eran…? - Unas prostitutas, si, mi amor.

160


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

¡No te puedo creer! – dijo Angélica con los ojos llenos de lágrimas – pensar que las consideraba como unas hijas. Todo lo que las ayudé. ¿Quién sabe dónde estarán metidas ahora?

Unos minutos después, llegó el abogado. La secretaria de Ignacio, que ya estaba avisada, lo hizo pasar enseguida. - Hola Manolo – lo saludó Ignacio - Hola – saludó el abogado dándole un beso a Angélica - Manolo, le estaba contando a Angélica lo que averiguaste con respecto a la vida que hacía las chicas. - Tenés que perdonarme a mí, Angélica – dijo el abogado – porque fui yo que le dije a Nacho que no te comentara. Yo sabía lo que hiciste por ellas. - Si, no te imaginás – dijo Angélica – la rabia que tengo. - Bueno – dijo el abogado – vamos a lo nuestro. Estuve investigando lo del auto. Ese auto en que vino Américo estos días pasados, el tal Francisco Paz lo compró hace muy poco. Por las fechas, podría no ser el que buscamos. - ¿Y no se puede hacer nada? – preguntó Angélica. - Yo ya hice la denuncia y pasó al juez de crimen organizado. Él le dio intervención al departamento especializado de la policía, pero, el mismo juez, me dijo que, estos casos, pueden llevar mucho tiempo, hasta me habló de años. - En cierta manera, me da pena – dijo Ignacio – las chicas se dejan llevar por pececitos de colores y después las prostituyen. - Manuel – dijo Angélica - ¿tú crees que puede haber pasado eso? - Lamentablemente no se puede suponer nada. La desaparición de esa manera tan rara da para sospechar El abogado se despidió prometiéndoles que les haría saber cualquier novedad. Mientras tanto, Rodolfo había progresado mucho en el colegio. Compartía todo con María Marta y Sebastián. Varios días, en la hora de descanso, después de almorzar en el colegio, se iban los tres a estudiar en la biblioteca. Terminaban allí las tareas, de tal manera de no tener que llevar trabajo a casa. Cada tarde, cuando Rodolfo salía del colegio, Angélica estaba esperándolo. Algunas veces aprovechaba a irse con ellos María 161


Marta y Sebastián, porque su madre se lo había pedido a Angélica. Una tarde, mientras volvían a casa, ya avanzado el año, Rodolfo dijo - Tía, no tenés que venir todos los días. Los chicos y yo podemos volvernos en ómnibus. Hay uno que pasa por casa y por la casa de ellos. - Si – dijeron los amigos de Rodolfo – nosotros se lo a planteamos a mami. Angélica, mientras manejaba, lo miró a Rodolfo que iba sentado a su lado y, dirigiéndose a los tres, les dijo - ¿Qué pasó?, ¿se agrandaron de golpe y no me di cuenta? - Ya hablamos con mami – dijo María Marta – y dijo que si Fito venía con nosotros, no tenía inconvenientes. - Bueno Fito – dijo Angélica – sabés que tenemos que hablarlo con tus padres porque yo me había comprometido. - Si, tía ya se – dijo Rodolfo - ¿Tú podés hablar con mamá? – dijo Sebastián. - Si no se preocupen – le contestó Angélica. Cuando llegaron a casa de Rodolfo estaban Julia y Esteban. Luego de saludar, Angélica les dijo - Fito y sus compañeros me plantearon la posibilidad de que pudieran volverse en ómnibus. Y les dije que no tengo problema en ir a buscarlos, pero insistieron - No se – dijo Julia – ¿a ti que te parece Esteban? - Está bien, tiene que acostumbrarse a andar en ómnibus. No se por los otros chicos, pero a Fito le haría muy bien - Bueno – dijo Fito – tía mañana no vayas. Nos venimos en ómnibus - Bien – dijo Angélica – ahora hablo con María Isabel y más tarde te confirmo. Bueno, me voy que tengo que volver al estudio. En los meses que siguieron, los chicos se afianzaron en volver del colegio en ómnibus. Al principio fue toda una aventura, pero poco a poco, se fueron acostumbrando. Rodolfo se sentía feliz de alternar con gente y ser él el que sobresalía por su físico. Una tarde Angélica, sabiendo que Julia no estaba y que Rodolfo volvía más tarde del colegio, se fue a hablar con su hermano. 162


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Después de hablar sobre Rodolfo, su progreso en el colegio y la amistad que había hecho con otros chicos, Angélica le preguntó a su hermano - Esteban, ¿cómo están las relaciones con Julia?, antes que nada, perdoname que te pregunte, pero no hablamos más del tema y estuve hablando con el doctor Rodríguez. - No, no te preocupes, está bien que preguntes – le afirmó Esteban – mirá, últimamente ha estado bastante estable y si se quiere hasta cariñosa, sobre todo con Fito. - ¿Y contigo?, ha cambiado - No mucho. Me trata muy amable pero nada de cariño. A mi no me extraña porque ella fue siempre muy poco sensual. - Pero, y perdoná la pregunta, ¿no tienen relaciones? Si querés me la contestás o no. - No hay problema. Tú te ofreciste a ayudarme y no puedo ocultarte, aún cuando sean cosas íntimas. Siempre hay algún pretexto, el trabajo, que está Fito y, cuando, esporádicamente la tenemos, ella se comporta de manera fría y sin ninguna pasión lo que de a poco me ha quitado las ganas. - ¿El siquiatra no te ha llamado? – preguntó Angélica - No, para nada y yo no quiero molestarlo porque me dijo que, cuando supiera algo, me llamaría. - Bueno – dijo Angélica – como te dije hablé con él. Me contó que estuvo averiguando sobre el comportamiento de Julia en el sanatorio. Dice que todos coincidieron en decir que es muy eficiente, muy trabajadora y muy exigente con todos, ya sean auxiliares o médicos. A nivel de la dirección del sanatorio la consideran muy bien. - ¿No te dijo nada con respecto a los cambios de humor? - No, me dijo eso, nada más, ah, y me repitió que tú tendrías que tener mucha paciencia. Que todo lo que ha pasado juntos, no lo pueden tirar por la borda. - Gracias, hermanita, así seguiremos. Por suerte a Fito le va muy bien y eso me tiene muy contento. A propósito, ¿has sabido algo de Mico? - No recientemente. Se que en el establecimiento, él es el que está a cargo de todo. Parece que Mercado le tiene mucha confianza fue.

Los hermanos se saludaron con un abrazo y Angélica se 163


-

Poco rato después llegó Fito. Hola papá – dijo dándole un beso ¿Cómo te fue? Muy bien, las pruebas fueron fáciles y me saqué buenas notas Te felicito. ¿y tus amigos? A ellos también les fue bastante bien. Habían estudiado conmigo – dijo Rodolfo con orgullo Bueno, no hay que ser vanidoso. Andá a lavarte las manos y vení a tomar unos mates y comer unos bizcochos que traje.

Luego de cambiarse de ropa, Rodolfo regresó a la cocina donde estaba su padre. - Viejo, dame un mate que te quiero contar algo – dijo Rodolfo - Seguro te mandaste alguna cagada – dijo Esteban riendo. - No, nada de eso. Escuchame y no te rías. Cuando que hice las pruebas para entrar el colegio conocí a mi profe de Matemática. No sabés, es divina y cuando te habla, te derretís. - Pará, pará – dijo Esteban – ¿no me vas a decir que te enamoraste de ella? - Y, si, ¿qué tiene de malo? – preguntó Rodolfo con asombro - Vamos a ver. Primero, es tu profesora y a todos nos ha pasado, hasta en la escuela, de creer estar enamorado de nuestras maestras. Además debe ser mucho mayor que tú - No, papá, no es mucho mayor, cuatro o cinco años – dijo Rodolfo tratando de convencer a su padre. - Solo una pregunta - dijo Esteban- ¿ella se insinuó contigo? - ¿Estás loco?, no me da bola. Me trata como a todos los alumnos. - No quiero pincharte el globo, pero andá olvidando a tu profesora. - ¿Yo cómo hago? – preguntó Rodolfo algo descorazonado - Mirá a otras chiquilinas de tu edad. Por ejemplo, ¿qué pasa con tu amiga María Marta? – preguntó Esteban. - Justo eso, es una gran amiga y la hermana de un amigo. ¿Te creés que me voy a meter? - Lo único que te digo – dijo Esteban – es: olvidate de la profesora, pero, una cosa, prometeme que si ella te insinúa algo, me lo contás. Acordate que eres menor - Si papá – contestó Rodolfo – me voy al cuarto a estudiar. 164


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO XIII

Américo siguió con su plan de cobrar demás los servicios de las damas de compañía. A pesar que, durante el invierno, el movimiento decrecía, el “SOLSTICIO”, se había puesto de moda entre altos ejecutivos de empresas que se hacía escapada de una noche. Este tipo de actividad les permitía mantener, aún en esa época, un alto standard de atención al público. Varias veces Américo debió viajar hasta el aeropuerto de Carrasco, acompañado por la chica elegida, para recibir a algún cliente. Cuando no podía hacerlo él, enviaban un remise, eligiendo siempre el automóvil más caro. Toda esto le había permitido a Américo juntar una cantidad de dinero que no podía ya ocultar en el escondite original. Por esta razón, decidió hacer un cambio. Abrió una cuenta en un banco y depositó lo que equivaldría a lo ganado por él. Los gastos de aquí en adelante, los podría sacar del dinero que tenía guardado. Al ingreso de dinero por cobro demás por las chicas, se le había sumado lo que Francisco le daba por la venta de droga que, si bien no era mucho dinero, sumado a lo demás, se le hacía una pequeña fortuna. Se había propuesto en no llamar ni a su madre ni a su tía porque, seguramente alguna de ellas, o las dos, le iban a preguntar por el estudio, cosa que ya daba por abandonado. Una vez por mes, por lo menos, hacía su aparición Silvina. Su objetivo era venir a pedir dinero. Una de esas veces, llegó en un Mercedes Benz dos puertas y se fue directamente a la oficina de Américo. - Hola, amor – le dijo ella dándole un beso - Hola – le respondió Américo que pensó “Ya viene a pedir dinero. Es lo único que sabe hacer.” – ¿qué hacés? - ¿Cómo que hago? – dijo ella riendo – vengo por lo mío - ¿Y cuanto pensás llevarte? – le preguntó Américo - Lo de siempre, diez – dijo Silvina 165


-

-

Esta vez solo puedo darte cinco. Estamos en baja temporada y hay que afrontar los gastos. ¿Y a mí que me importa los gastos? – dijo ella con prepotencia Mirá, nena, no hables así porque se lo giro a tu viejo y te quedás en bolas. Bueno, dame cinco y los otros cinco me los pagás tú de tu bolsillo por hacer el amor contigo, tengo tiempo Estás loca – dijo Américo extendiéndole un cheque – primero que no valés cinco y segundo que yo no le pago a una mujer por andar conmigo. ¡Andate a la mierda machista! – dijo ella que se dio vuelta y se fue sin saludar

Américo se quedó pensando: “¿en qué joda andará para gastar lo que gasta? Seguro que paga para acostarse con tipos.” Otro problema que se le había presentado a Américo, era conseguir chicas. Sucedía que, algunas de las que estaban, viajaron al exterior y otras habían traído problemas. Fue entonces que se le ocurrió leer los avisos especiales de un diario. Allí encontró varias ofertas de chicas que, según decía el aviso, era importantes. Hasta podrían ser modelos de pasarelas. Decidió, entonces, hacer algunas llamadas. Se pudo contactar con varias de ellas. - Hola, ¿Marcela? - Si, soy yo, ¿quién habla? - Mirá, mi nombre es Américo y soy gerente de un hotel en Punta del Este. Estamos contratando chicas que oficien como damas de compañía para importantes ejecutivos. - Decime, Mico, ¿cómo se que no me estás haciendo perder el tiempo? - Bueno. Yo te digo lo que podrías ganar por noche. Estamos hablando entre dos mil y tres mil - ¿Dólares? - Lógico - Me interesa. Como hago para contactarme contigo. - Me avisás cuando vení a Punta y yo te voy a buscar. Vas a distinguir el auto porque es una BMW negra y en la puerta tiene, en dorado las letras SOLSTICIO. - Puedo ir mañana – preguntó ella 166


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Si y si tenés algunas amigas que te quieran acompañar, traelas, los gastos corren todos por nuestra cuenta Bueno, Mico, me parece mentira, pero te mando un mensaje en qué ómnibus vamos. Gracias Beso

Américo respiró aliviado. Ahora era él que contrataba, por lo que podía ganar aún más. Al día siguiente recibió un mensaje en su celular: “A las 10 de la mañana llegamos a Punta. Somos cuatro. Marcela” Américo se fue en el auto de Francisco hasta la terminal de ómnibus en Punta del Este. Cuando llegó allí, se pudo a pensar: “Tengo que ser muy cuidadoso. Vaya a saber que terrajas son las que vienen.” Al ver llegar un ómnibus, se bajó del auto a observar las personas que bajaban. Entonces vio a cuatro mujeres muy que lucían muy elegantes, alguna de jeans y otras con faldas cortas. Al principio Américo vaciló pensando que podrían no ser aquellas que él esperaba, sin embargo se dijo “mi olfato no me puede fallar.” Efectivamente, una de ellas divisó el auto y le saludó con la mano. Américo se acercó a ellas y la que lo había saludado se adelantó y, dándole un beso, le dijo - ¿Mico?, soy Marcela, ¿como estás? - Muy bien – respondió él – como ves, esperándolas. - Mirá, te presento: ella es Miky, ella Rumi y ella Marty. Todas saludaron a Américo con un beso. Las cuatro eran muy bonitas, con excelentes cuerpos y no aparecían como simples prostitutas. - Bueno – dijo Américo – vamos hasta el establecimiento así conversamos. - Excelente – dijo Marcela que se sentó junto a Américo. Cuando iban en el camino una de las que estaba sentada atrás, dijo - Tú eres muy atractivo, ¿cómo es que se te ocurrió recurrir a nosotras? - Mirá, es muy sencillo – dijo Américo – este es un negocio muy serio, donde se trata con gente de muchísimo dinero. No nos podemos arriesgar con principiantes. Queremos chicas que realmente quieran ganar dinero.

167


El llegar a “SOLSTICIO”, ellas comentaron sobre la fastuosidad del lugar. Al bajar del auto, Américo las guió hasta la sala de reuniones. - Bien – dijo Américo – antes que nada dos cosas. Primero, ¿quieren desayunar? - Si – dijo Marcela – salimos sin tomar nada - No hay problema Américo tomó el teléfono y pidió cuatro desayunos. - Ahora lo otro – prosiguió Américo – aquí tienen 500 dólares cada una por haberse molestado en venir hasta aquí. - Perdoname – dijo Marcela – pero es mucho. No hay ninguna joda, y te repito, perdoname el término. - No, no la hay. Les explico. Aquí se alojan grandes ejecutivos que quieren algo de diversión sin mostrarse mucho. Por eso, las chicas que trabajan para nosotros figuran como damas de compañía. Es probable que alguna de esas personas hasta las inviten a algún evento, como su pareja. - ¿Cómo sería nuestra contratación? – preguntó Miky - Hay dos maneras – le contestó Américo – una es que ustedes se alojen aquí en la temporada de verano, que es cuando hay más trabajo. Tienen bungalows individuales totalmente equipados. La otra manera es que, estando en Montevideo, estén a la orden. - ¿Y donde está la diferencia? – preguntó Marcela. - Estando aquí – dijo Américo – percibirían un sueldo de mil dólares mensuales más 2.500 a 3.000 o más por noche que salieran como dama de compañía de los que el 70% es de ustedes. Aquí tendrían el alojamiento más la comida. Estando en Montevideo, la diferencia está en que recibirían 500 dólares por mes, más los gastos de traslado. Obvio que necesitamos que tengan toda la documentación en regla. - ¿Y qué les conviene más a ustedes? - preguntó Rumi, una morocha muy interesante con una muy linda sonrisa. - En realidad, nos sirven las dos – le contestó Américo – porque hay veces que quien nos contrata llega al aeropuerto de Carrasco, así que pueden optar por cualquiera de las alternativas o rotarse, avisándome, por supuesto. Ah, una cosa más, si aceptan, vamos a precisar un book de cada una, lo más reciente posible. - Está bien – dijo Marcela – creo que a todas nos gustaría pensarlo. ¿Te molesta? 168


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

No, por favor – dijo Américo – pero ahora permítanme mostrarles el establecimiento.

Luego de conocer las instalaciones de “SOLSTICIO”, las chicas optaron por volverse a Montevideo. Américo las llevó hasta la terminal de Punta del Este. Marcela le dijo - Mañana te llamo y te doy la respuesta definitiva. - Si, como no – le contestó él mientras pensaba “atorrantas de mierda, ¿Cuándo van a ganar tanta guita?” Américo quedó sorprendido cuando, al día siguiente recibió un mensaje de Marcela en su celular: “Estamos todas de acuerdo. Viajamos para allí en los primeros días de noviembre. ¿Te viene bien?” Américo le contestó: “Perfecto. Avisame día que viajan para ir a buscarlas”

169


170


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO XIV

Al año siguiente, en enero, Rodolfo viajó, junto a Angélica, a Punta del Este a pasar unos días. María Marta y Sebastián estaban allá desde que terminaron las clases y él quería estar con ellos ya que a partir de ahora, seguirían caminos diferentes. María Marta y Sebastián seguían Economía y Rodolfo quería ser técnico en instalaciones eléctricas. Esteban se quedó en Montevideo, a pesar que Angélica le había ofrecido pasar unos días con ellos, aprovechando sus vacaciones. Como siempre, él le había dicho que prefería quedarse a acompañar a Julia. Ignacio volvía muy cansado cada vez que volvía, porque el trabajo en el laboratorio, en los campos de crianza de ganado de raza, era de mucha responsabilidad Cuando iban estaban conversando, llegaron Rodolfo y sus amigos a usar la piscina. - Me voy a ver como anda todo en Montevideo – dijo Ignacio después de saludar a todos - ¿Venís a cenar? – preguntó Angélica - Si, pero podríamos ir al desfile. Tengo invitaciones. ¿Por qué no venís? - Sabés que me gusta más descansar – le contestó Angélica - Esperame, no vuelvo tarde - No, ya se. Suerte – dijo Angélica dándole un beso Al día siguiente, Angélica estaba desayunando junto con Rodolfo. Como el día estaba muy lindo, había planeado ir a la playa. Sonó el celular de Angélica. Ella miró y vio que era Esteban: “¿Qué raro”, pensó y atendió. - Esteban, ¿pasó algo? - ¿Fito está contigo? - Si, pero contame – insistió Angélica - No comentes nada si él está presente, pero Julia me dejó, se fue de casa. 171


En ese momento Rodolfo había salido al jardín a recibir a sus amigos. - Esperá – dijo Angélica – ¿cómo que te dejó? ¿No te dijo nada y se fue? - Dejó una carta que me ha dejado por el piso. Necesitaría que vinieras porque no se como decírselo a Fito y además estoy hecho mierda – dijo Esteban con la voz quebrada. - Bueno, tranquilizate. Yo dejo a Fito con mi amiga María Isabel y voy para allí. Quedate en tu casa y no hagas ninguna estupidez. - No, quedate tranquila, esto lo veía venir, pero me pegó fuerte. - Bueno, haceme caso, tranquilizate. Yo salgo en un rato. Angélica se fue al dormitorio a cambiarse. Ignacio, que hacía un rato había llegado, abrió los ojos, se incorporó y preguntó - ¿Qué hacés? - Me voy a Montevideo. Esteban me llamó diciendo que Julia lo dejó. Por favor, hacete cargo de Fito. Está en casa de María Isabel pero prestá atención por si precisa algo. - OK, pero andá con cuidado. No hagas locuras - Ya se – dijo Angélica que le dio un beso y salió. -

-

Fue hasta la casa de su vecina y le dijo María Isabel, tengo que viajar a Montevideo por un problema en el estudio. Nacho está en casa. Cualquier cosa que precise Fito, le pedís a Elvira o a Juan. Andá tranquila y no corras ¿Volvés? – preguntó Rodolfo Si, es casi seguro que esta tarde estoy de vuelta.

Dos horas después, Angélica llegaba a casa de su hermano. Cuando él abrió la puerta, ella quedó impresionada. Él estaba demacrado y se abrazó a ella y se puso a llorar. Tenía un sobre en la mano y agitándolo dijo - Casi treinta años juntos y ahora me dice todo esto. - Bueno calmate - dijo Angélica – andá a tomar un poco de agua y dame ese sobre. Esteban la obedeció como un chico pequeño. Angélica abrió el sobre y sacó una hoja escrita en computadora: 172


DOS HERMANOS – UNA VIDA

“Esteban: Lo nuestro se acabó. Fueron demasiados años aguantando tu falta de ambición y de compañerismo. Ya he probado que existen hombres mucho mejores que tú. Uno de ellos fue el padre de Mico que, lamentablemente se mató. ¿Acaso creías que me habías embarazado tú? Sabés muy bien que el vago de Fito yo no lo quería y tú, prácticamente me violaste, como lo has hecho otras veces. No te aguanto más. Ya encontré el hombre de mi vida. No me busques. Lo poco que te queda de dignidad, usala alguna vez. Fito queda a tu cargo porque es TU hijo y si no que lo cuide tu “hermanita”. Quedate con lo que queda en la casa. Yo no necesito nada de eso. He comenzado una vida mejor junto a un hombre maravilloso. Julia PD: Ya te van a llegar las citaciones del divorcio” Angélica se quedó pensativa mientras su hermano la miraba. Después de un rato dijo - No quiero opinar porque se como te debés sentir. - Si, he quedado totalmente desarmado. Hay muchas cosas que comencé a entender de su comportamiento, tanto antes de venir a Montevideo, como ahora. Pero, ¿sabés?, creo que me saqué un peso de encima. Tú no te imaginás el calvario que fue vivir junto a esta mujer todos estos años. - No quiero meter púa – dijo Angélica – pero cuando ella quedó embarazada de Mico, ¿no sospechaste nada? - Tenía mis dudas porque los dos nos habíamos cuidado, pero, en ese entonces, ella seguía siendo cariñosa, a su manera, claro. Supongo que era porque seguía viendo y conviviendo con el padre de Mico. - ¿Sabés quien era? - Pienso que el doctor Frisca, aquel que se mató en la ruta. Ahora entiendo la desesperación y el desasosiego de aquel momento. - Creo Esteban que lo mejor es hacer borrón y cuenta nueva. Se que no es fácil pero tú eres un hombre joven, tenés un buen trabajo y un hijo a quien cuidar. - Eso me preocupa. ¿Cómo se lo explico a Fito? - Mirá, ¿tú estás en vacaciones?, ¿no? - Si, hasta el domingo. - Bueno, tomá alguna ropa, inclusive un short de baño y te venís conmigo. Allá te despejás un poco y vemos la manera de hablarlo con Fito. ¿Sabés lo feliz que se va a sentir de verte allá? 173


Cuando llegaron a Punta del Este eran las dos de la tarde. Ignacio estaba preparando un asado y los chicos recién llegaban de la playa. Habían ido todos, inclusive lo hijos menores de María Isabel junto con ella y la niñera. -

Cuando Rodolfo vio a su padre, se le iluminó la cara Viejo, te animaste a venir – dijo y le dio un abrazo y lo levantó en el aire Despacio Fito, un día me vas a matar con tus abrazos. Qué alegría que te hayas decidido a venir – dijo Ignacio – ya vamos a comer, pero antes no podés despreciarme un whisky. Bueno, gracias – dijo Esteban Yo también, uno chiquito – dijo Rodolfo.

Apareció Juan, el mayordomo y dijo, dirigiéndose a Esteban - Señor, sus cosas ya están en el cuarto de huéspedes, tal como lo indicó la señora. - Gracias Juan – dijo Ignacio – haceme un favor, acompañá al señor hasta su cuarto así se cambia. - Si señor. Acompáñeme. Un rato después apareció Esteban con short y una camisa. En ese momento, Rodolfo preguntó - ¿Y mamá? ¿Quedó trabajando? - Después de almorzar, tu tía y yo vamos a tener una charla – le contestó Esteban. - ¿Le pasó algo grave?, ¡qué estúpido soy!, si fuera grave no estarías aquí. - No seas ansioso – dijo Angélica con una sonrisa al escuchar su razonamiento – ya te dijo tu padre que vamos a conversar. Andá con tu bebida a la piscina. Cuando Rodolfo se hubo alejado de donde estaban, Ignacio preguntó. - ¿Qué fue? - Mirá – dijo Angélica – leé esta carta que es mucho más de lo que se puede explicar con palabras.

174


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Ignacio tomó la hoja y la leyó. Cuando terminó, no dijo nada. Solo se acercó a donde estaba Esteban de pie y le dio un abrazo. - Esteban – dijo – sabés que contás con nosotros. - Gracias Nacho. Mientras almorzaban, tanto Angélica como Ignacio, mantuvieron conversaciones entretenidas en las que intervenía Rodolfo. Esteban dijo - Fito, ¿le contaste a tu tía lo de la profesora? - Viejo, no seas buchón, ¿cómo voy a contar eso? Creí que era una cosa entre tú y yo - Pero ahora no nos van dejar con la espina – dijo Angélica – tenés que contarnos. - Lo que pasa – dijo Fito poniéndose colorado – es que la profe de Matemática que tuve el año pasado, es una chiquilina divina, dulce, amorosa. - A ver si entiendo – dijo Angélica – ¿te enamoraste de ella? - Si, pero papá me pinchó el globo diciendo que es mayor que yo, que nunca me va a dar bola y no se que más. - Pero, es mayor que tú. - Cuatro años, solamente – le contestó Rodolfo. - Puedo decir algo – preguntó Ignacio. - Si, lógico – dijo Angélica - Mirá Fito, esperá, tené paciencia. Si ella es la mujer de tu vida, ya se van a encontrar y te vas a enterar de lo que siente. - Pero tío, ella es de otra clase social, es mayor y es tan linda que debe tener a miles de babosos detrás de ella. Angélica y Esteban se rieron de lo que dijo Rodolfo y Ignacio dijo - No sean malos, no se rían. Acordate Angélica todo lo que me costó acercarme a ti. Porque, ¿sabés Fito?, tu tía tenía a montones de babosos, como tú decís, a sus pies. - No seas exagerado – dijo Angélica tomándole la mano. Cuando ya estaban de sobremesa, sonó el celular de Angélica. Ella miró y vio un número desconocido. - Hola, atendió poniéndose de pie y alejándose pensando que podría ser algún cliente del estudio. 175


-

-

¿Angélica?, te habla Eladia la tía de Julia. No me nombres si Esteban o Fito está por allí. Ah, ¿qué dice? ¿Cómo está? Bien. Ya me enteré de la barbaridad que hizo Julia. Solo quiero que le hagas saber a tu hermano que estamos con él. Que recurra a nosotros por cualquier cosa que necesite Ah, muchas gracias, se lo diré Nos vemos, un beso grande Igual para usted.

Cuando volvió a la mesa, los hombres estaban enfrascados en una conversación sobre fútbol, por lo que Angélica respiró ya que nadie iba a preguntar quien la había llamado. -

-

Al ir a dormir la siesta, Esteban le dijo a Angélica Vamos a hablar con Fito. No podemos dilatarlo más, por él mismo Tenés razón – dijo Angélica y salió en busca de su sobrino. Cuando estuvieron los tres juntos, Esteban le dijo Fito, esta mañana tu mamá se fue de casa. Nos abandonó Papá, gracias a Dios, yo lo esperaba hace mucho tiempo. ¿Por qué decís eso? – dijo Angélica Yo sabía, desde antes de venirnos a Montevideo, que algo raro pasaba. Se peleaba con papá, me vivía rezongando. Bueno – dijo Esteban – no quiero que le guardes rencor. Es tu madre. Ya se papá, pero la distinción que hacía entre Mico y yo, ya me tenía cansado. Tenemos que dar gracias a la tía que nos ayudó. Bueno, ahora tengo que contar algo. ¿Me dejás, Fito? Si, tía, papá tiene que saberlo. Un día, cuando vivían en el interior, Fito me llamó desesperado. Oía que Julia y tú discutían. Él suponía que era por asuntos de dinero y me pidió ayuda. Fue por eso que aparecí de improviso con el ofrecimiento de venirse a trabajar a Montevideo. Ya veo que no sirvió, pero, por lo menos logramos que ustedes dos estén mejor.

176


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Esteban, muy emocionado, abrazó a su hijo y a su hermana. - Quiero que los dos disfruten de estos días acá – dijo Angélica – Descansen, hagan la vida más tranquila que puedan. Cuando vuelvan a Montevideo, yo me voy con ustedes para arreglar todas las cosas. - Gracias, Angélica – dijo Esteban. - Fito, podés ir que tus amigos te deben estar esperando -

-

Después que Rodolfo se fue, Angélica le dijo a Esteban La que llamó fue Eladia. Está muy enojada con Julia y me dijo que te transmitiera que ellos está a tus órdenes por lo que necesites. En estos momentos conocés a la gente que te quiere – dijo Esteban – me voy a recostar un rato porque estoy cansado. Andá y te levantás cuando quieras. No tenés ninguna obligación.

Angélica volvió a su dormitorio y José Ignacio le preguntó - ¿Cómo tomó Fito la noticia? - En realidad con mucha más entereza que nosotros. Yo creo que ya lo sospechaba. - ¿Te parece? ¿Tan inteligente es? - Si, lo es. Acordate que fue él quien me llamó para decirme que sus padres se peleaban. - Es cierto. ¡Qué duro debe haber sido todo este tiempo para él! - La carta contesta muchas preguntas que, tanto tú como yo, nos hacíamos – dijo Angélica - Si, y nosotros quedamos como unos idiotas ayudando a Mico creyendo que era tu sobrino. - No me arrepiento, creo que hicimos bien. Quizás lo compensemos ahora ayudando a Fito – dijo Angélica. - Hablando de Mico. Ya te lo comenté, pero me parece que anda en algo raro. No quiero ser alarmista, pero me huelo algo que no me gusta. He tratado de hablar con Mercado, pero siempre me salen con evasivas, que está de viaje, que está ocupado. No me gusta nada - ¿Qué negocio se te ocurrió ahora?, hombre inquieto. - Angélica, ¿por qué no nos casamos? – dijo José Ignacio 177


Angélica se levantó de la cama donde los dos estaban recostados y se quedó mirándolo un instante. Enseguida, se tiró encima de él y besándolo y riendo, dijo - ¡Al fin un negocio interesante! ambos sentían.

Ese fue un reencuentro con la pasión y el amor que

Cuando Angélica e Ignacio aparecieron en el jardín, estaban Esteban y Fito tomando mate. - Fito quería ir a buscarlos – dijo Esteban riendo - ¿Viste? – dijo Angélica – nos cuida demasiado - Callate viejo – dijo Rodolfo – siempre tenés que venderme. - Bueno Fito, no protestes y dame un mate – dijo - Nacho – dijo Angélica que se sentía feliz – nosotros nos vamos contigo a Montevideo el domingo porque Esteban entra a trabajar. - Pero no – dijo Esteban – puedo irme en ómnibus. - No, no. Tengo que arreglar las cosas de ustedes – dijo ella – ya se me ocurrió que Filomena puede ir dos o tres veces por semana para ayudarlos con la casa. - Angélica, Fito y yo podemos hacernos cargo de la casa. Tenemos la lavarropa y, mientras no comience las clases como yo, además termino temprano, podemos hacer todo. - Me quieren hacer caso – dijo Angélica riendo que, en todo momento estaba tomada de la mano de Ignacio. - ¿Me parece a mí o hay algo más? – dijo Esteban – se ve en tus ojos, Angélica. - Aprendé Fito – dijo Angélica – acá no se puede guardar ningún secreto. - ¿Y qué secreto tenés, tía? – preguntó Rodolfo - Nos vamos a casar – dijo ella abrazando a Ignacio. - ¿Cómo? – dijo Esteban – ¡qué alegría! Venga un abrazo.

178


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO XV

Al comenzar las clases, tanto Rodolfo como Esteban se habían acostumbrado a la nueva vida. Parecía que, al no estar Julia, todo se deslizaba sin mayores inconvenientes. Económicamente estaban un poco ajustados y, ninguno de los dos, podían darse grandes lujos. Esa situación hizo que Rodolfo tomara el estudio con más interés que nunca. Su objetivo era ponerse a trabajar lo más pronto posible pero sabía que, si no estaba bien preparado, no podía aspirar a un buen trabajo. Un sábado, Angélica e Ignacio los invitaron a comer en la casa en Carrasco. Cuando Rodolfo y Esteban llegaron, se encontraron con una Angélica más radiante que nunca. - Hola – les dijo al recibirlos con un beso – tenemos algo para festejar. - Hola – dijeron Esteban y Rodolfo y este último dijo - ¡Se casaron! - Si – dijo Angélica – tenés una profesión: adivino - No, no es adivino – dijo Esteban – se ve en la cara de los dos. -

-

-

Mientras almorzaban, Angélica le preguntó a Rodolfo ¿Cómo te va en el estudio? ¿Es lo que querías hacer? Me va fenomenal porque era lo que quería – dijo Rodolfo – ahora quiero ver si puedo, además hacer un curso de programación y electrónica. ¡Qué bien! – dijo Ignacio – ¿y donde podes estudiar eso? El problema es ese. Ya le dije – dijo Esteban – que espere a que las cosas mejoren y se lo va poder pagar. Por eso no hay problema – dijo Ignacio No, Nacho – dijo Esteban – ustedes han hecho demasiado por nosotros, así que esperemos a poder hacer esos cursos. No vamos a pagar nosotros. Sucede que el Laboratorio tiene un cupo para programación y electrónica en un instituto. Fito puede ocupar uno de esos lugares. ¿En serio, se puede? – preguntó Rodolfo

179


-

Claro – dijo Angélica – no les estamos dando nada, solo aprovechando una oportunidad. Pero – comenzó a decir Esteban Nada de peros, lo único es que los cursos son de noche y hay que hacer el sacrificio. Además tenés mucho para estudiar. Eso no es problema – dijo Rodolfo – quiero trabajar para ayudar a papá. No le puedo sacar eso de la cabeza – dijo Esteban – ya le he dicho que todo está bien. Que lo que tiene que hacer es prepararse.

Américo había podido, en todo este tiempo, tener una pequeña fortuna. Lo que lo tenía más orgulloso era que nadie sospechaba de cual era su negocio. Estando en pleno invierno, la actividad en el establecimiento era casi nula. De cualquier manera lo ganado durante la temporada les permitía mantenerlo abierto. Como la vida se le hacía muy monótona, en las noches tomaba su auto y se iba a algunos boliches en la ciudad de Maldonado. Pasado el verano, el tráfico en los días de la semana era muy escaso, por lo que a Américo no le importaba si tomaba demás. Una noche, volviendo de cenar y no habiendo bebido mucho vio que en el camino que lleva al establecimiento, había dos mujeres haciendo señas. Américo disminuyó la velocidad y, con precaución, se fue acercando. “Puede ser una trampa para asaltarme”, pensó y, cuando estaba más cerca pudo ver que eran dos chicas con mochilas. Decidió detenerse unos metros antes de donde estaban y se bajó. Las dos chicas corrieron hacia el auto. Américo miró para todos lados para tratar de no caer en una trampa. Cuando una de las chicas llegó junto a él, le preguntó - ¿Puedes llevarnos? Estamos perdidas. Él la miró a la luz del auto. Era una chica de 18 o 19 años, de cabello castaño, de mediana estatura y la otra, que llegó después, tenía el cabello más claro, era de la misma edad e igual estatura. 180


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

¿Para dónde van? – les preguntó. Salimos de pueblo Garzón e íbamos para Punta del Este y un hijo de puta al que le preguntamos, nos indicó mal. Ahora no puedo llevarlas a Punta del Este – dijo Américo – son las 2 de la mañana y allá, en esta época, está todo cerrado. ¿Y donde puedes llevarnos que podamos pasar la noche? – dijo una de ellas. Yo voy para el hotel donde trabajo. Allá hay lugar donde comer algo, bañarse y dormir y mañana, en la mañana, las puedo llevar hasta Punta del Este. ¿Puedes hacer eso por nosotras? Te pagamos como quieras No es necesario que paguen – dijo Américo mientras pensaba “¡qué nochecita podría pasar con estas dos gurisas.”

Cuando llegaron al establecimiento estaban todas luces encendidas como siempre. Allí Américo pudo ver que las chicas eran dos bellezas. - Bueno, me tienen que decir como se llaman - Yo me llamo Felicia y ella María – dijo una de ellas – somos españolas y estamos de paseo en América. - Está bien, pero se han arriesgado mucho. Podrían haberlas asaltado. - Si, cierto – dijo la otra – ya lo han intentado - Bueno, síganme Américo las condujo hasta las habitaciones que ocupan las damas de compañía durante el verano. - Aquí tienen de todo, baño, ropa de cama. Si quieren comer algo, sigan por ese corredor hasta el final y está la cocina. En la heladera debe haber algo - Nos alcanza con poder dormir – dijo la que se llamaba María. - Tú, ¿donde duermes? – le preguntó Felicia. En aquel bungalow al frente. Bueno, me voy. Mañana las llevo hasta Punta del Este. Francisco, que estaba durmiendo, se despertó por el sonido del teléfono en su bungalow. - Hola, ¿quién? – dijo

181


-

Señor, dos chicas salieron corriendo de una de las habitaciones y se llevaron el auto de Américo – le dijo el guardia ¿Y Mico? Creo que está durmiendo ¡Pero son las 4 y media de la mañana! – protestó Francisco – mire vaya y despierte a Mico que yo ya voy.

Cuando Francisco llegó al bungalow de Américo, el guardia estaba todavía golpeando. - ¿Y? – le preguntó Francisco - No he podido lograr que me responda - Hágame e favor. Vaya hasta la administración y traiga la llave maestra. No podemos hacer escándalo porque tenemos huéspedes. Un rato después entraron en el bungalow de Américo. Él estaba tirado en la cama profundamente dormido. - ¡Américo! – le gritó Francisco sacudiéndolo – despierta. Parece que te robaron el coche y no se que más. - ¿Qué? – dijo Américo que no entendía nada - Que parece que don niñas te han robado – le explicó Francisco - ¡La puta que las parió a las gallegas de mierda! ¡Me afanaron! - ¿Tenés el celular? - Si - Llamá a la policía. Anoche a dos gurisas que parecían gallegas, las levanté en el camino. Dijeron que estaban perdidas. Las traje hasta aquí para que pasaran la noche prometiéndoles que las llevaría a Punta del Este. Me durmieron con algo y se ve que buscaban dinero. En ese momento, Américo reaccionó y se fue a mirar su escondite pero vio que la valija estaba en su lugar - Se ve que buscaban solo dinero – dijo para disimular – porque ni ropa se llevaron. - Bueno, ya llamé al comisario – dijo Francisco – acuéstate porque ahora no podemos hacer nada. Mañana hablaremos de lo sucedido

182


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Al día siguiente, Américo se levantó con un tremendo dolor de cabeza. Se bañó, se vistió y se fue a la oficina. Allí ya estaba Francisco. - Buen día – dijo Américo - Buenos días – le respondió Francisco muy serio - ¿Tú querías conversar? – preguntó Américo - Mira Mico – dijo Francisco – este es un negocio que maneja millones de dólares. Una huevada como la tuya de anoche puede tirar todo por tierra. Ya se que te has dedicado a la bebida y drogas. Si sigues así, ya me dijo Santiago que te pague lo que se te debe y que te vayas. - Pero Pancho – dijo Américo – fue solo una vez. Ya se que fue una cagada mía, pero no va a volverse a repetir. - Bueno, vamos a dejarlo, por hoy, como una advertencia, pero ya sabes, si se repite, te vas. - Si – dijo Américo que estaba como un pollo mojado – ¿y vino la policía? - Mercado se encargó de que no trascendiera. Tiene algún arreglo con la policía. - Menos mal - Si, es cierto, ¿te imaginas si se descubre que este lujoso hotel no es más que un prostíbulo? - Vamos todos en cana – le respondió Américo - Una cosa más – dijo Francisco – Encontraron tu auto hecho mierda. Según el comisario, no sirve para más nada. - La puta – dijo Américo - ¿qué explicación le doy a mi tío? El auto era de la hermana y me lo había prestado. - Mira, lo mejor es que dejes pasar unos días y, luego, le cuentas que te lo robaron y lo rompieron. - Si es mejor. Ahora quiero ir a tomar una café y un calmante porque se me parte la cabeza – dijo Américo. - Si, ve. Más tarde le pidió a uno de los choferes que lo llevara hasta Maldonado. Ya había arreglado, por teléfono, la compra de un Mini Cooper y le habían avisado que ya esta en la concesionaria. De acuerdo a lo que había estado haciendo, tenía suficiente dinero en la cuenta como para pagarlo con un cheque certificado.

183


Poco más tarde, volvía a la chacra en su nuevo Mini Cooper. Cuando iba en camino, sonó su celular. Miró y era Julia. - Hola mamá, ¿qué haces? - Mico, ¿dónde te habías metido? Te puse varios mensajes de voz y no los contestaste. Américo respiró profundo pensando “¡Qué suerte que no fue Nacho!” - Se había estropeado la batería, dijo, justo vengo de comprar otra - Mico – dijo Julia – necesito hablar urgente contigo. - ¿Te pasó algo? ¿Estás bien? – preguntó Américo mientras pensaba; “Que no venga a romper las pelotas la vieja ahora que el negocio funciona y va a funcionar mejor.” - No y si, no me pasó nada y estoy bien, pero pasó algo que no puedo hablarlo por teléfono. - Mamá, yo no puedo moverme de aquí porque estoy solo encargado de todo. - Bueno, mirá, mañana voy a Punta del Este y almorzamos juntos. - Está bien. Cuando llegues me decís donde estás y nos encontramos. - Un beso, hijo - Chau Al día siguiente, a las 12, sonó el celular de Américo. Era Julia -

Mico, estamos en Punta del Este, vamos a almorzar en el restorán de Mar T. ¿Venís? Si, ya salgo para allí – le contestó Américo y cortó la comunicación

“¿Estamos dijo? ¿Con quien? ¿No será con el viejo y el estúpido de Fito? No te banco, si veo que están ellos, me borro.” Subió al auto y fue hacia donde le había indicado su madre. Cuando llegó al restorán, la encontró sentada sola. Respiró y se acercó - Hola mamá – dijo Américo - Hola Mico – dijo Julia poniéndose de pie abrazándolo y besándolo – vení sentate. 184


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

-

Como me dijiste estamos, pensé que estabas con alguien – dijo Américo a quien le había llamado la atención de lo moderna y juvenil que estaba vestida su madre Si, vine con alguien – dijo Julia – pero como lo que tengo que hablar contigo es muy íntimo, me dijo que me dejaba sola y que después lo llamara. ¿Íntimo? – dijo Américo asombrado. Si, te lo digo sin más vueltas: me separé de Esteban. ¿Pasó algo? ¿Te hizo algo? No, no daba para más, me aburría, estaba harta de aguantar su mediocridad – le respondió Julia – pero hay algo más que tengo que confesarte. Ay vieja, ¡qué me vas a decir ahora! – dijo Américo poniéndose a la defensiva Que tú no eres hijo de Esteban, eres hijo de Matías Fisca, que se mató en un accidente. Si, me acuerdo del quilombo que armaste cuando murió y ¿por qué no me lo dijiste antes? Porque no había encontrado la oportunidad. Recién ahora se me dio de encontrar al hombre que buscaba para ser feliz.

Julia tomó el celular y escribió un mensaje breve. Unos minutos después apareció un hombre y Julia dijo - Alejo, él es mi hijo Américo - Mucho gusto – dijo el hombre - Lo mismo digo – le respondió Américo que, ya a esa altura, no entendía nada pero no se animaba a preguntar - Alejo es médico y trabajamos juntos – dijo Julia – desde ayer nos fuimos a vivir juntos. - Bueno – dijo Américo – los felicito. Lamento no poder quedarme pero estoy solo en la empresa y tengo que volver - Ay, ¿ni un ratito? – dijo Julia - No mamá, sabés que soy responsable y tengo que estar allá. Después te llamo Américo saludó y se fue hacia el auto. Se sentó y, antes de arrancar, se puso a pensar: “¡qué quilombo! No soy hijo de Esteban pero soy hermano de Fito. Mirá que había sido turra la vieja. ¡Después me critica! Soy un

185


santo comparado con ella. Bueno, que se arregle, ya tiene un macho que la aguante.� Puso en marcha el auto y volvió al establecimiento.

186


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO XVI CUATRO AÑOS MÁS TARDE

Después del tiempo transcurrido, Américo había colocado parte de su capital en el negocio de “SOLSTICIO”. Por conocimiento que había logrado en las altas esferas sociales, estaba considerado como uno de lo relacionistas públicos de más prestigio. Julia aún seguía tratando de cambiar el apellido de su hijo. Se había encontrado con muchos inconvenientes ya que, habiendo efectuado un estudio de ADN al exhumar el cadáver de Matías Fisca, que confirmaba su paternidad, la viuda y los hijos legítimos se opusieron por asuntos sucesorios. Ya a esa altura, Julia había gastado una verdadera fortuna en concretar su capricho y su actual pareja se lo había advertido. Sin amenazarla, en más de una oportunidad, en una oportunidad le dijo - Julia con lo que llevas gastado en el reconocimiento de tu hijo, podríamos haber efectuado dos viajes a Europa. - ¡Si, pero es de justicia! – le gritó ella. - Más que de justicia, creo que es un capricho. - Bueno, me acompañás en esto o dejamos lo nuestro. Ella había vuelto a ser la misma que antes de separarse de Esteban, con el mismo mal carácter. En muchas oportunidades, su nueva pareja, el doctor Alejo Pintos, pensó seriamente en cortar la relación. Si no lo había hecho hasta el momento era por su estrecha relación profesional. Francisco viajaba tres o cuatro veces a España para traer las últimas modas en desfiles y trajes, a tal punto que comenzaron a lanzar una línea de ropa sport con mucho éxito. Angélica e Ignacio seguían su vida tranquila y acompañándose mutuamente. Muchas veces se habían preguntado por qué no habían tenido hijos. Ambos se conformaban con las 187


satisfacciones que les daba Rodolfo, a quien, los dos llamaban su hijo postizo. Ignacio tuvo que pasar por el trago amargo de perder a sus dos padres en poco tiempo. Angélica había sido su gran apoyo en esos momentos tanto sentimentalmente como en la práctica. Ahora él debía hacerse cargo de los varios negocios que tenía su padre, desde asumir, completamente, la dirección del laboratorio hasta administrar los campos que tenía para la cría de ganado de raza. A Angélica le preocupaba el intenso trabajo de su esposo por lo que lo obligaba a tomarse un descanso un fin de semana en Punta del Este, una vez por mes. Fue en uno de esos viajes que se encontraron con María Isabel, que había viajado sola para ver unos arreglos de la casa. A Angélica le llamó la atención lo delgada que estaba María Isabel y su cara demacrada. Al principio pensó que podía estar enferma, pero se animó a preguntarle - María Isabel – dijo Angélica – estás muy delgada. ¿Te pasó algo? - Ay, Angélica – dijo María Isabel poniéndose a llorar – mi marido me dejó. Se fue a vivir a Estados Unidos con una gringa que venía como supervisora del banco. Angélica la abrazó y estuvo un rato conteniéndola. Luego le dijo, - Vení vamos a sentarnos y contame que puedo hacer por ti. - En realidad nada y mucho. El poder desahogarme ya es mucho. No sabés, mis hermanos se han puesto en contra mía porque dicen que no lo supe cuidar por hacerme cargo de lo chicos. - Ah, no – dijo Angélica – eso es una injusticia, perdoname que te lo diga pero tú has sido una madre ejemplar. No pueden acusarte de eso. - Bueno, me voy que tengo obreros en casa – dijo María Isabel - Pero no te pierdas, ¿cómo están los chicos? - Los chicos bien, a pesar de todo. No me pierdo. Nos vemos - Tú tenés mi teléfono, llamame cuando necesites cualquier cosa, por pequeña que sea. - Si, gracias amiga 188


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Cuando María Isabel se fue, Angélica entró al living donde Ignacio miraba televisión porque le había prometido a su esposa que, los fines de semana de descanso, no podía tocar nada de trabajo. - ¡Qué delgada está María Isabel! – dijo Ignacio - No tenés idea de lo que ha pasado. El hijo de puta del marido se fue a vivir a Estados Unidos con una chiquilina. - ¿Y los gurises? - Están todos con ella – dijo Angélica – para peor sus hermanos la critican porque se dedicó demasiado a sus hijos. - ¡Pero que imbéciles! – exclamó Ignacio – ¿acaso los hijos los tuvo con otro hombre? - Tenés razón. Esteban, un poco incentivado por su hermana, había logrado una importante posición dentro de la empresa constructora. Todos los ingenieros y arquitectos de la empresa lo consultaban sobre las diferentes dificultades que podían ofrecer determinados proyectos. Una tarde, cuando ya terminaba la jornada de trabajo, sonó su celular. - Hola, atendió él - ¿Señor Sánchez? - Si, él habla - Mire yo soy Eugenia, la secretaria del ingeniero Suárez. - Si, señorita, dígame - El ingeniero me dijo que le pidiera, si usted podía, que pasara por su oficina al terminar allí en la obra. - Si, como no, dígale al ingeniero que, en cuanto salga de aquí voy. - Gracias - Gracias, a usted señorita “¿Qué habrá pasado para que el ingeniero quiera verme?, pensó Esteban mientras subía a su Corsa nuevo. Puso en marcha el auto y se fue hacia las oficinas de la empresa. Al llegar a la oficina del ingeniero Suárez, la secretaria le dijo - Buenas tardes señor Sánchez, pase que el ingeniero lo está esperando. - Gracias – dijo Esteban y entró en la oficina. - Buenas tardes Sánchez – le dijo el ingeniero poniéndose pie y dándole la mano - Buenas tardes, ¿usted me buscaba? - Si señor, tome asiento. 189


-

Gracias – dijo Esteban Sánchez, de lo que le voy a hablar quizás lo sorprenda. Usted alquila el departamento donde vive, ¿no? Si, señor, desde que vine a Montevideo a trabajar con ustedes. Bueno, es hora que tenga su lugar propio, por lo que hablamos con los directores y le ofrecemos un departamento en una de las últimas torres que están sobre la rambla.

Esteban lo miró un instante mientras pensaba “¿qué estoy escuchando? ¿Cómo piensa este tipo que puedo pagar uno de esos departamentos?” - Ingeniero – dijo – usted sabe que casi sería imposible que yo pudiera comprar uno de esos departamentos. Tengo algo de dinero después que repartimos con mi ex mujer lo obtenido en la venta de la casa, pero no me alcanzaría ni para una entrega. - Pero Sánchez – dijo el ingeniero sonriendo – no dije que comprara, sino que la empresa está dispuesta a regalarle uno como premio a su lealtad. Esteban quedó asombrado con aquel ofrecimiento y pensó: “¿Se habrá comenzado a dar vuelta la torta? Esto me demuestra que un buen proceder siempre, a la larga, tiene premio.” A partir de entonces, Esteban y Rodolfo vivían en un departamento en un octavo piso con muy buenas comodidades. Amplio living comedor con terraza, muy luminoso, tres dormitorios amplios con placares dos baños, una cocina espaciosa con antecocina y terraza de servicio. Además contaba con garaje. Esteban aprovechó parte del dinero que tenía ahorrado para comprar muebles nuevos que estuvieran acorde con el departamento. Para eso le pidió ayuda a su hermana quien estaba encantada del progreso de Esteban. Rodolfo durante todo este tiempo se había enfrascado en el estudio. Además de los que hacía en los institutos, se había propuesto hacer un curso on - line de iluminación. Toda esta ocupación prácticamente no le dejaba tiempo libre. Tenía varias chicas, compañeras de estudio en computación que, viendo la capacidad que tenía, lo invitaban a salir, pero él aceptó un par de veces y no prosiguió. Más de una vez, su padre que lo veía siempre estudiando, le dijo - Fito, tendrías que salir a distraerte un poco. ¿No conoces chicas para salir? 190


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

He salido con algunas pero, casi todas, van al instituto a conseguir hombres ¿Y Sebastián? Él también está como loco, lo mismo que María Marta, estudian en serio. Podemos vernos en verano, siempre que no queden exámenes para atrás.

Ahora ya había terminado sus cursos. Se había recibido de electricista instalador, pero al haber agregado los cursos de programación e iluminación lo habían hecho un experto en automatismo y uso de luces tanto en eventos como en filmaciones. -

-

Ni bien terminó los cursos le dijo a Esteban Bueno ahora tengo que conseguir donde trabajar Está bien Fito, yo ya hablé con la empresa que hace las instalaciones en los edificios y me dijeron que ni bien tuvieras título, fueras a hablar. Viejo, eres genial – exclamó Rodolfo – ¿cuándo voy? Y mañana mismo, tenés que hablar con el ingeniero Duarte. La empresa es GELEC S. A.

Hacia fines de año, tanto Esteban como Rodolfo tenían sus respectivas vacaciones, por lo que Angélica los animó a que fueran a pasar Navidad y fin de año con ellos en Punta del Este. Esteban no estaba muy convencido. Le había dicho a su hermana - Angélica – es muy lindo – pero tú sabés que no soy una persona de esos ambientes. - No digas eso que me enojo – le contestó ella – además, si ustedes van, lo obligo a Nacho a ir y quedarse. Él tiene que descansar porque está trabajando mucho y tengo miedo que se enferme. - Bueno, si es así, está bien, pero con una condición. - A ver, ¿cuál condición? - No me hagas ir a fiestas de lujo. - Prometido – dijo Angélica riendo, ni yo pienso ir. En la tarde de Noche Buena, estaban Angélica, José Ignacio y Esteban reunidos por un lado y Rodolfo con María Marta y su novio, Sebastián con su novia, por otro. En un momento apareció María Isabel. 191


-

Hola María Isabel – dijo Angélica – recién le pregunté a tus hijos por ti. Vení que quiero presentarte a mi hermano que no conocés.

María Isabel, vestida con un bikini y un pareo en su cintura se acercó, saludó y dio sonriendo - Al fin conozco al misterioso padre de Fito. - ¿Por qué misterioso? – dijo él - Porque no te conocía – dijo ella dándole un beso. Tanto Angélica como Ignacio y el propio Esteban quedaron asombrados de la espontaneidad de María Isabel. Para romper el asombro de todos, Angélica preguntó - ¿Y los mellizos? ¿Qué hiciste con ellos? - Se fueron al cine con Palmira Un rato después, Angélica se había quedado charlando con su esposo. Rodolfo charlaba con sus amigos sobre lo que podrían hacer de noche y María Isabel con Esteban, tomando mate estaban enfrascados en una charla que ninguno escuchaba. Angélica se dio cuenta y llamó con un gesto a Rodolfo. Cuando él llegó a su lado, le dijo - Fito, ¿viste a tu padre? Está muy entusiasmado con mi amiga - No digas nada – dijo Rodolfo haciendo un gesto de silencio – si hablás, se espanta como las gallinas. - No me digas - Si, el año pasado, una arquitecta de la empresa estaba loca por él. Lo invitó varias veces y lo llamaba todos los fines de semana. Cuando yo le pregunté, me dijo que no era nada y la borró. -

Angélica se sonrió y le dijo a Ignacio Hace una preciosa pareja y, además, a Esteban le encantan los chicos No seas casamentera – dijo Ignacio riendo – pero tenés razón.

Esa noche María Isabel pasó con sus hijos y Rodolfo con su padre y sus tíos. La noche de fin de año sucedió algo similar. Rodolfo y sus amigos hicieron proyectos para ir a bailar después de medianoche. Ignacio viendo que María Isabel y Esteban conversaban dijo 192


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

-

-

-

-

¡Me prestan atención! Si, dijeron todos Bueno, los chicos ya tienen programa para después del brindis. Nosotros cuatro, los mayores y, no dije viejos, nos vamos de parranda a bailar por ahí. Y nadie puede negarse. Pero Nacho – dijo María Isabel – tengo a los mellizos Se quedan aquí en casa con Juan y Elvira. Ellos los adoran y se van a divertir mucho. Enseguida María Isabel le dijo a Angélica Vení, quiero ver que nos vamos a poner Allá fueron las dos amigas, al cuarto de Angélica Angélica – dijo María Isabel con cara de desesperada – ¿qué hago? Nacho está loco, ¿por qué no me preguntó antes? Pero mujer, ¿qué te pasa? – le contestó Angélica – solo es salir un poco. Entedeme, desde mi ex, no salgo con un hombre. No se como voy a proceder yo ni como va a proceder él. Primero, tenés que terminar de ocultarte y segundo, Esteban es mi hermano y lo conozco bien. Es muy tímido, muy caballero y, si se quiere, hasta parco demás. No, ya se, pero estoy nerviosa como una quinceañera. ¿No habrá algo más? – preguntó Angélica riendo No seas tonta, no es eso, pero no sabés qué culto es Esteban. ¿Esteban? – dijo Angélica con cara de asombro Si, hemos hablado de historia pre-colombina, cosa que a mí me encanta. No sabés cuanto ha leído sobre eso y lo que conoce sobre la medicina Inca, Azteca o Maya ¡Mirá mi hermanito!, yo que lo hacía simplemente un albañil – dijo Angélica abrazando a su amiga – me estás dando la razón. Esta noche te vas divertir en grande. Cuando salieron otra vez al jardín, Ignacio dijo ¿Qué hacían, mujeres? Tú mismo lo dijiste, cosas de mujeres – le contestó Angélica Ya se, cosas de trapos. ¡Miren que son complicadas!

193


Esteban se había mantenido callado y se sonreía de las ocurrencias de su hermana y el esposo. A media noche todos brindaron juntos. Rodolfo y sus amigos, salieron casi enseguida mientras María Isabel y Angélica fueron a vestirse. Los mellizos, Daniel y Federico, hijos de María Isabel, se quedaron con Esteban y Ignacio. Esteban los tomó de la mano, a los dos, y los llevó hasta el medio de la calle para ver mejor los fuegos artificiales. A José Ignacio le llamó la atención lo bien que se daban los dos niños con su cuñado pero no dijo nada, solo los miraba. Más tarde aparecieron María Isabel y Angélica, ambas espléndidamente vestidas. La primera con un vestido ajustado, azul, escotado, con falda por encima de las rodillas, mientras Angélica lucía un vestido ajustado pero con una falda de gasa acampanada y sin breteles. Las dos estaban maquilladas. En esto último, Angélica había tenido que insistir ya que María Isabel se resistía. -

Tu hermano va a creer que le estoy llevando la carga, con este vestido y maquillada – le dijo a Angélica Bueno – le contestó Angélica riendo – que lo crea, por ahí se lo toma en serio y se anima. No seas mala

Ya eran más de la 1:30 de la mañana cuando, en la BMW de Ignacio los cuatro llegaron a uno de los hoteles de gran lujo de Punta del Este, donde se desarrollaba una gran fiesta. Ignacio tuvo mucho cuidado de elegir ese hotel y no el otro, de igual lujo, porque, al comprar las invitaciones, se había enterado que la otra fiesta la organizaban Américo y Francisco. Al bajar del auto, Esteban le extendió la mano a María Isabel para ayudarla - Gracias – le dijo ella – No te importa si me tomo de tu brazo porque con estos zapatos y en este piso, tengo miedo de caerme. - No, al contrario – le contestó Esteban tomando la mano de ella que estaba su brazo. 194


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Pasaron una espléndida velada y, cuando ya estaba amaneciendo, bailando música lenta, Angélica le comentó a Ignacio. - Mirá mi hermanito y mi amiguita. María Isabel y Esteban bailaban muy juntos y ella había apoyado su cabeza sobre el hombro de él. Poco después, decidieron volverse a la casa. Al llegar, Esteban dijo - Miren, los chicos ya se volvieron porque está mi auto - Lo que más te interesó fue el auto – dijo riendo Ignacio - No, se que Fito es muy prudente - Angélica, ¿me ayudás a llevar a los melli a casa? Unos minutos más tarde salió Esteban con los dos niños, completamente dormidos, alzados. Lo seguía María Isabel que se despidió con la mano de Angélica y de Ignacio. - Viste la cara de boba de María Isabel – dijo Angélica. - La misma que ponés tú cuando me mirás – dijo riendo Ignacio. - ¡Te voy a dar tratarme de boba!, vamos a acostarnos y te voy a demostrar que no soy boba – le respondió Angélica. Ese mediodía, todos se levantaron tarde. Sin embargo a Angélica le llamó la atención que se oían conversaciones desde el jardín. Lo que oía claramente era las voces de los mellizos tanto que pensó “seguramente se han venido para casa y Elvira le ha dado el desayuno.” Decidió levantarse para ir a ver ya que temió que los chicos estuvieran solos. Al salir al jardín quedó asombrada. En el suelo, a la sombra, estaban sentados Esteban y los dos chicos. En uno de los sillones estaba María Isabel que los miraba. Al ver a Angélica, le hizo señas que no dijera nada. Angélica se acercó y le preguntó - ¿Te levantaron temprano? - Y si, querían que los trajera para conocer un señor que construye casas – dijo María Isabel en voz baja. - ¿No oíste lo que les dice Esteban? - No, ni quiero meterme, están en una charla que parece muy importante. ¡Qué paciencia tiene con los chicos tu hermano! - ¿Me sonó a elogio o a algo más? – preguntó Angélica - ¡Angélica!, no seas así, solo un elogio 195


En ese momento, uno de los mellizos llegó hasta donde estaban las dos mujeres - Mamá – dijo Daniel muy excitado – Esteban nos va a hacer una casita para nosotros. - ¿Si, mi amor? ¿Y dónde la va a construir? - En el fondo de casa, pero solo si tú lo dejás. - Daniel, el señor está muy ocupado. Quizás pueda hacerla más adelante – dijo María Isabel - ¿Qué señor?, Esteban te dije, mamá – le contestó el chico. -

-

María Isabel se puso de pie y fue donde estaba Esteban Esteban, debes perdonarme. Los chicos querían conocerte Está bien, son preciosos y muy inteligentes – le contestó Esteban poniéndose de pie. Dicen que les vas a construir una casita. Si, mañana compro los materiales y les hago una casita, perdón, si tú nos dejás. Como no voy a dejar – dijo ella tomando una mano de Esteban – ¿sabés el tiempo que hace que no tienen un hombre que sea referente? Bueno chicos – dijo Esteban – mamá nos dio permiso. Vamos a elegir el lugar.

Después que Esteban y los chicos fueron al fondo de la otra casa, Angélica dijo - ¿Qué le hiciste a mi hermano? Está desconocido - Yo no hice nada, habrán sido los chicos - Andá, se te ve la cara de boba cuando hablás de él. - Callate, no sigas que Esteban se va a dar cuenta - ¿De qué se va a dar cuenta? – dijo Angélica riendo – ¿de que estás muerta con él? - ¿Se nota demasiado? - Si - Por favor, no se lo digas a nadie, ni a Nacho - No, quedate tranquila – dijo Angélica abrazando a su amiga. Al día siguiente, temprano en la mañana apareció Esteban en el auto seguido por un camión. Los mellizos salieron al jardín del frente de la casa diciendo 196


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

¡Mamá, mamá!, ¡vino Esteban a construir la casita! Por favor chiquilines que escándalo es ese – dijo María Isabel que salió detrás de ellos. Buen día – dijo Esteban dándoles un beso a cada mellizo Esteban, ¿qué es esto? – le preguntó María Isabel Fui hasta una de las obras que tenemos aquí y me traje unos hombres. En un rato tenemos la casa armada. ¿Te enloqueciste, viejo? – dio Rodolfo que había aparecido medio dormido. Justo, vino el electricista también, así que, en un rato, vamos a tener la casita.

Hacia el final de la tarde, los mellizos tenían armada una casa de madera hasta con luz. Angélica y Ignacio habían venido a ver la obra de

Esteban. - Esa es pos este verano – dijo Esteban dirigiéndose a los mellizos – el año que viene, si mamá nos deja, va a hacerla de material. - Gracias – dijo María Isabel y le dio un beso en la mejilla a Esteban. María Isabel se apartó junto a Angélica e Ignacio, se abrazó a ellos y le dijo - Gracias, ¡ustedes si son amigos! He pasado el fin de año más feliz desde hace mucho. - Nosotros no hicimos nada – dijo Ignacio riendo - ¡Angélica!, ¿qué estuviste contando? – dijo María Isabel en tono de enojo - ¿Yo?, nada, lo que pasa es que lo ve hasta un ciego – le contestó Angélica. Ignacio se puso a leer el diario sentado en una reposera junto a la piscina. Rodolfo y sus amigos se habían ido al Shopping en el auto de Angélica. Ella estaba sentada junto a su esposo, leyendo un libro. En un momento Ignacio se incorporó y dijo - Escuchá, mi amor, esto que estoy leyendo - ¿Qué? – le preguntó ella

197


-

-

-

“Barcelona - Apareció muerta una chica de unos 25 años de nacionalidad uruguaya. Aparentemente habría sido traída a España por una organización de trata de blancas, que opera desde Uruguay. De acuerdo a la poca información que dio la policía su nombre sería Raquel Machado y la habrían matado cuando trató de escapar del prostíbulo en la que la tenían. Hay varias personas detenidas” ¿Qué se te ocurre, Nacho? – preguntó Angélica. Según nos dijo Emilia, ¿no se llamaba Raquel la chica que vino a buscar a Alicia y Alejandra? – dijo Ignacio Ay, tenés razón. ¿Será ella? Pobrecita. Pero eso puede significar que las chiquilinas también pueden estar allá. ¿Te acordás que escribieron que tenían posibilidades de viajar? Si, por eso te lo dije – dijo Ignacio – lo que me preocupa es que hablan de una organización que opera desde acá. Nacho – dijo Angélica – ¿no sería bueno que lo hablaras con Manuel? Tenés razón. Lo voy a llamar. Voy para el escritorio.

Un rato más tarde salió Ignacio al jardín. Angélica se puso de pie y le preguntó - ¿Qué te dijo Manuel? - Que es probable que las chicas también estén allá. Estaba muy enojado por lo que salió en los diarios porque, según el juez, estás detrás de esta banda desde hace años pero no lo han podido probar. Tienen miedo que, con la noticia publicada, se escondan y no los puedan encontrar. - No te puedo creer. En un país tan pequeño como el nuestro – dijo Angélica muy afligida. - ¿Sabés que es lo peor? – dijo Ignacio – que yo creo que Mico está metido en algo de esto. - ¿Si?, si lo decís es por algo - Los otros días cuando fui al banco, lo vi en un Mini Cooper. Con un simple sueldo, no podés comprarte un auto de esos

198


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO XVII

Esteban, Rodolfo y José Ignacio retornaron a Montevideo al terminarse sus licencias. Angélica optó por quedarse unos días más ya que, después, le esperaba mucho trabajo en el estudio. María Isabel se había quedado sola con los mellizos porque María Marta y Sebastián tenían que preparar exámenes. A Rodolfo lo llamaron de la gerencia una semana después de reintegrarse al trabajo. Él fue hasta la oficina del gerente. - Buen día – le dijo a la secretaria - el ingeniero Duarte me llamó. - Buen día, Rodolfo, si pasá – le dijo la chica -

-

-

Rodolfo entró en la oficina del ingeniero y dijo Buen día ingeniero Buen día Sánchez, gracias por venir enseguida. No, señor, no tiene por qué darlas Sánchez, tenemos un pequeño problema en Punta de Este. Allá estamos instalando toda la luminaria para dos pasarelas de modas y luego para un evento social. Están trabajando los muchachos pero, hace un rato, me llamaron diciendo que la consola de luces no funciona y no la pueden coordinar con la de sonido. Perdón ingeniero, pero es raro, yo mismo la revisé antes de irme de licencia. No lo dudo – siguió el ingeniero – pero lo más probable es que la hayan golpeado. ¿Usted conoce Maldonado? Si, señor Bueno, los tres eventos son en el hotel SOLSTICIO y están organizados por ellos mismos, muy buenos clientes nuestros. Necesito que usted se vaya a llevar una consola nueva y supervise toda la instalación y funcionamiento en los tres eventos. Si señor, no hay problema. Bueno, la camioneta está pronta con todo el material, sabía que usted no me fallaría – dijo el ingeniero Duarte sonriendo. No señor, voy hasta casa, tomo algo de ropa y salgo para allá – contestó Rodolfo orgulloso que lo llamaran para una tarea tan importante. 199


-

Mire – dijo el ingeniero – allá alójese en un hotel cómodo por que el trabajo va a ser largo y complicado. Pase por la administración que ya está el dinero del viático. Ah, por cualquier cosa, los directores de SOLSTICIO se llaman Américo Sánchez y Francisco Paz

Rodolfo hizo de cuenta que no había escuchado el nombre de Américo y le dijo -

No se reocupe ingeniero, tengo un amigo allá y me alojo en su casa. Está bien, pero no puede ir sin dinero. Gracias, señor

Luego de pasar por la casa y enviarle un mensaje de texto a su padre avisándole donde tenía que ir, Rodolfo salió hacia Punta del Este. En todo el viaje fue pensando: “la puta me tengo que enfrentar al imbécil de Mico. Espero que todo salga bien y no tenga oportunidad de basurearme. ¿No hay otras empresas de eventos que justo me tenía que tocar esta?” Al llegar al sitio donde estaba armada la pasarela, vio que había gran movimiento de personas, ocupadas de poner las pancartas de publicidad, de instalar sillas, etc. Ni bien lo vio a Rodolfo, uno de los operarios, vino hasta él. - Hola Rodolfo, ¡qué suerte que viniste! No podemos hacer funcionar la consola y los dueños del evento están nerviosos porque no pudimos hacer la prueba de sonido coordinada con las luces. - Tranquilo, Rafael – dijo Rodolfo – yo traje otra consola. Vamos a instalarla y vemos que pasa. Pedile a un par de muchachos que la bajen y la instalamos. Luego de instalar la nueva consola, Rafael dio la orden de encender los generadores y se pusieron a probarla. Un sector de las luces no funcionó. - Puta – dijo Rafael – el más joven de los de la empresa, es un hijo de puta y nos ha basureado en grande. Él fue que llamó al ingeniero Duarte

200


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Mirá – dijo Rodolfo – debe haber algo mal conectado. Deciles que apaguen los generadores y traeme equipo de seguridad, dos tester y vamos a verificar toda la instalación.

Durante un par de horas estuvieron los dos subidos en los andamios verificando todas las conexiones hasta que descubrieron un falso contacto en una línea de luces. Cuando estaban trabajando en lo más alto de la estructura superior del escenario, Rodolfo vio que se detenía un Mini Cooper rojo con techo negro y vidrios oscuros. De él se bajó Américo y una chica a la que él abrazó y fueron hacia la pasarela. -

-

-

-

Rodolfo no quiso seguir mirando y le dijo a Rafael. ¿Tenés el handy? Si Bueno llamá a alguno de los muchachos que nos alcance una conexión nueva. Esta debe haberse estropeado con el salitre del mar. Además avisá que se vayan preparando para cubrir todas las conexiones con cinta impermeable OK. Un rato después, bajaron los dos. Vamos a esperar que aíslen todas las conexiones y después haremos la prueba, dijo Rodolfo. Pero ya es hora de almorzar así que seguimos de tarde. Por si acaso, tú bancás al tipo este – le preguntó Rafael. Tranquilo, aunque no lo creas, lo conozco, así que, cuando me vea va a rajar. ¡No te creo!

Sucedió tal como lo había dicho Rodolfo. Cuando Américo lo reconoció, él y la chica que estaba con él se subieron al auto y se fueron. - ¿Te tiene miedo ese tipo? – preguntó Rafael - No, no es miedo, solo es un cagón – dijo Rodolfo riendo. Rodolfo se subió en la camioneta y se fue hacia la casa de su tía. Cuando iba en el camino pensaba “yo conozco a la chica que estaba con Mico ¿De donde? Capaz que la he visto en fotos porque aquí son todas modelos.” 201


Al llegar a la casa de sus tíos, se bajó de la camioneta y, enseguida salió Juan, el mayordomo. - Señor Rodolfo, ¿otra vez por aquí? - Si, Juan, pero ahora por trabajo - Me permite el bolso. ¿Lo alojo donde siempre? – preguntó el mayordomo. - Si. ¿Sabe donde está mi tía? - En casa de la señora María Isabel. ¿Quiere tomar algo o almorzar? - Traeme un refresco y decile a Elvira que tiene un clavo para darle de comer – dijo Rodolfo -

-

-

-

Unos minutos después llegaron Angélica y María Isabel Fito, ¿qué hacés aquí y disfrazado? Primero un beso al sobinito y no estoy disfrazado, es el equipo de trabajo de la empresa. ¿Cómo estás María Isabel? Bien – dijo ella – yo le dije a tu tía que había llegado alguien porque si esa camioneta enorme y con carteles que me llamó la atención. Si, hubo un problema en la instalación eléctrica de la pasarela de un desfile, y me mandaron a revisarla. Tía, ¿a qué no sabés a quien vi y cuando se dio cuenta que era yo, disparó? ¿A quien? – preguntó Angélica extrañada A Américo. Es el director de la empresa que organiza los eventos. ¿Y por qué disparó? – dijo Angélica Porque es un cagón Fito, no seas así Pero es verdad tía, ¿por qué no se animó a enfrentarme? Fijate que, el capataz nuestro que está trabajando desde hace días aquí, me decía que lo destratado todo el tiempo. ¿Andaba solo? – preguntó Angélica No, andaba con una chica que conozco, pero no se de donde.

Después de decir eso, Rodolfo se golpeó con la mano la frente y dijo. - ¡Claro que la conozco! Fue compañera mía de escuela. Mabel, mi primer amor. - Me acuerdo de ella – dijo Angélica – ¿y anda con Mico? 202


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

No me des manija, tía – dijo Rodolfo riendo Fito – dijo María Isabel que había estado escuchando la charla entre tía y sobrino. Si, decime, hablamos nosotros y nos olvidamos de ti No, no pasa nada, está bien. ¿A qué hora podré llamar a tu padre? – dijo ella algo sonrojada Normalmente, el viejo llega a casa a eso de las 6 de la tarde. Se da un baño y se pone a tomar mate y mirar televisión. Gracias. Angélica, me voy que tengo que almorzar con los mellizos. ¿Te veo después, Fito? Si, chau. Después que se había ido María Isabel, Rodolfo dijo Tía, ¿no me digas que el viejo y María Isabel…? No se nada – dijo Angélica riendo – vamos a almorzar que tenés que volver a trabajar. Me estás ocultando algo. No, en serio, no se nada. Decime, ¿hasta cuando te quedás? Creo que hasta el fin de semana Bárbaro, yo voy a estar porque me voy el domingo, pero si no sabés que están Juan y Elvira. Si, gracias.

Un poco más tarde, Rodolfo estaba en el escenario montado. El personal trabajaba constantemente aislando todas las conexiones. Cuando todos habían terminado, Rodolfo dijo - Rafael, ¿dónde está el sonidista? - Esperá que lo llamo -

Cuando vino el sonidista se asombró de verlo a Rodolfo Así que tú eras el técnico que venía de Montevideo. Aquí me tenés Antonio. Vamos a ver si podemos hacer funcionar esta porquería

Antonio había sido compañero de Rodolfo en los cursos de computación. - Está bien – dijo Antonio - Pero, esperá, vamos a revisar los generadores – dijo Rodolfo – no sea que fallen cuando estamos en medio de la fiesta. 203


Fueron hasta donde estaban instalados dos enormes generadores. Rodolfo los estuvo mirando y charlado con la gente que estaba a cargo - Bueno – dijo Rodolfo – creo que con uno puede alcanzar pero pedí que tengan los dos encendidos. - OK – dijo Rafael mientras iban caminando hacia donde estaban instaladas las consolas. - ¿Y? – preguntó Antonio - Todo OK – dijo Rodolfo – vamos a probar. Luego de anunciar por altavoces que iban a hacer las pruebas, pusieron en marcha las luces y el sonido. A pesar de ser de haber mucha luz del sol, era un gran espectáculo, por lo que la gente se detenía a mirar. Una vez que hubieron probado, apagaron todo y Rodolfo le dijo a Rafael. - Vamos a tener que esperar a la noche para ver la luminosidad y ajustar los reflectores seguidores. Elegí un par de hombres que se puedan quedar de noche. ¿Tú podés, Antonio? - Si, estoy para esto - Bueno, mientras se hace la noche, festejemos con un mate – dijo Rafael. Cuando estaban sentados dentro del predio del desfile esperando la noche, llegó Francisco Paz. Dirigiéndose a Rafael - Me dijeron que hicieron una prueba - Si, señor, pero nuestro técnico, el señor Sánchez quiere esperar a la noche para volver a probar manejando los movimientos de las luces y su intensidad. -

-

-

Rodolfo se había puesto de pie, se sacó el casco y le dijo Mucho gusto señor Paz, todo está funcionando muy bien, pero quiero medir la luminosidad y como funcionan los focos seguidores. Muy bien – dijo Francisco Una buena idea – dijo Rodolfo – sería que usted u otra persona junto con algunas de las modelos que desfilan, estuvieran para que vieran como funciona todo. ¿Y la gente de la televisión? – preguntó Francisco

204


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

Estuvieron viendo la prueba, pero nos dijeron que recién en la noche pueden ajustar las cámaras. Esa es otra de las razones por las que vamos a probar. Más o menos a qué hora lo harán. A las 9, ¿les queda bien? Perfecto – dijo Francisco – nos vemos más tarde

A las nueve de la noche comenzaron con las pruebas. Utilizaron todo lo que tendrían que hacer a la noche siguiente. Rodolfo dejó que Rafael manejara la consola de luces junto con Antonio que manejaba el sonido. Él se limitó a medir la cantidad de lúmenes en cada lugar y comentarlo con la gente de la televisión que le decían donde necesitaban más o menos. La prueba duró como una hora y todo se desarrolló sin problemas. Francisco le presentó a Rodolfo, dos chicas que dijo eran sus socias, pero en ningún momento le mencionó a Américo “Se cagó, nomás”, pensó. Una vez que terminaron las pruebas, guardaron los equipos más delicados y varios de los operarios, incluidos Rafael y Antonio, juntos con la gente de la televisión se iban a comer un asado. Rodolfo les agradeció, pero estaba cansado, con ganas de darse un baño y acostarse. Recién en ese momento se dio cuenta que desde la mañana había estado en movimiento. Cuando iba hacia la camioneta, con el casco en la mano, oyó una voz femenina que decía - Rodolfo Sánchez, ¿qué hace usted aquí? Rodolfo miró en la semipenumbra y todavía medio encandilado por las luces que habían estado probando, solo distinguió la figura esbelta de una mujer. Se detuvo y miró mientras ella se acercaba. Cuando vio la cara, se le aflojaron las piernas y se le cerró la garganta. Tragó saliva y dijo - Prof…Tina, ¡qué alegría! Ella llegó hasta él y lo abrazó. Las dos caras se rozaron. Rodolfo reaccionó la separó suavemente y le dijo - Estoy todo traspirado, ¿cómo está? 205


-

-

¿Qué? ¿Ahora me vas a tratar de usted? Mirá que no soy una vieja – dijo ella riendo – pero decime que hacés con ese mameluco, casco y a esta hora en Punta del Este. Trabajando – dijo él que no se cansaba de mirarla ¿Trabajando? ¿No me digas que eras tú que hiciste todo con esa música y esas luces? Si, soy técnico electricista y en automatismos y la empresa donde trabajo me mandó porque había problemas.

“Está mucho más linda ¿Se habrá casado? Y ahora la veo tan joven. Parece que tuviéramos la misma edad.” - Bueno, pero quiero que me cuentes todo – dijo ella – ¿Qué vas a hacer más tarde? - Voy a pegarme un baño y cambiarme porque estoy hecho un desastre. - ¿Estás en algún hotel? – preguntó ella - No voy a casa de mis tíos en Cantegril - Ah perdón – dijo ella sonriente – no sabía que eras tan fino - No seas mala. - Bueno, apurate y en…una hora te espero en la Plaza de los Artesanos y vamos a comer algo, ¿si? - Si – dijo Rodolfo que sintió que se había ido todo su cansancio – ¿te llevo a algún lado? - No, gracias estoy aquí en un hotel cerca con mi mamá. La plaza Artigas, está enclavada en plena península y se la conoce como Plaza de los Artesanos, porque en ella funciona una feria artesanal. Esta cuenta con más de 250 stands donde se puede adquirir desde simples souvenirs hasta valiosas joyas en plata, oro y piedras preciosas. En la temporada de verano, al llegar el atardecer, es un paseo casi obligado de todos los turistas, por lo que se llena de gente En la casa de los tíos estaban Angélica, María Isabel y los

mellizos. - Fito – dijo Angélica – creí que no venías a cenar, pero ya te hago preparar algo ¿Estuvieron trabajando hasta ahora? - No te preocupes por la comida, voy a comer afuera. Si, estuvimos trabajando hasta ahora porque había que probar las luces de noche. 206


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Bueno, mirá que saqué la ropa del bolso, te al ordené y Elvira te planchó pantalones y camisas Gracias tía, me baño y después de vestirme te cuento algo que no vas a poder creer. Perdona María Isabel que no te saludé

Rodolfo se fue a su cuarto a bañarse y vestirse. María Isabel dijo - Me pareció a mi o estaba ansioso y feliz - No se, nunca había visto a Fito así. Él es como el padre, muy poco demostrativo. Tú sabés, ¿no? – dijo Angélica sonriendo. - Después te cuento. Hoy estuvimos hablando por teléfono. Cuando Rodolfo volvió al living, estaba vestido con un pantalón de gabardina y una camisa de manga corta. - Bueno, sentate un momento y contá que te pasó – le dijo Angélica. - Tía, ¿te acordás de mi profe de matemática? - ¿De la que estabas enamorado? - Si, ella. Cuando iba saliendo hacia la camioneta, me reconoció y me dio un abrazo con gran alegría. - No te puedo creer, ¿y ahora donde vas? - Me invitó a cenar. Me espera en la Plaza de los Artesanos. - ¿A cenar con ella?, bueno pero no podés ir en ese monstruo de camioneta. Llevate mi auto. ¿No lo viste afuera? Me entregaron el Cruze - Ah, no, pero, ¿te parece?, voy a parecer como demasiado creído - No seas tonto y ¡no la hagas esperar! ¡Andate! - Por cualquier cosa, las llaves de la camioneta están sobre la mesa de luz - Si, si. -

Angélica oyó que Rodolfo se iba y le dijo a María Isabel Fito siempre dijo que estaba enamorado de esa profesora. Que era muy linda. Pero debe ser mayor que él, dijo María Isabel Según dijo él, cinco años mayor. No se que pasará pero me acuerdo que, cuando todos le decíamos que no se entusiasmara, Nacho fue el único que le dijo que esperara que la vida da vueltas. Pero contame que pasó con Esteban. 207


-

-

-

Nada importante. Me parece que quedó feliz de que lo llamara. Entre lo que estuvimos hablando, me preguntó cuando volvía a Montevideo. Cuando le dije que en unos días, me dijo que quería verme y pedirme algo muy importante. María Isabel, ya se que es mi hermano, pero mirá que es un hombre muy bueno, muy sincero. Estoy segura que nunca te va a hacer daño. Ya se, pero me pone nerviosa cada vez que lo veo. ¿Por qué? ¿No te das cuenta?, porque no quiero decirle que estoy enamorada y que él no me corresponda. Mirá, si no me falla la intuición, la próxima vez que se vean, te va a besar y te va a decir que te ama

Rodolfo llegó a la plaza de los artesanos. Estacionó el auto por una calle lateral y se bajó. Se puso a caminar entre una cantidad de turistas que toman la plaza como un paseo. En cierto momento se comenzó a desesperar ante la posibilidad de no encontrarse con Tina. Cuando miraba hacia un lado y otro, sintió que le tocaban el hombro. Se dio vuelta y allí estaba ella, tan espléndida como siempre. Vestía una solera estampada con finos breteles y falda corta. Calzaba unas chatitas que hacían juego con el vestido - ¿Dónde te habías metido? – dijo ella dándole un beso en la mejilla para lo que tuvo que ponerse en punta de pie - Estaba aquí procurando encontrarte - Pero yo buscaba el camión en que andabas y no lo vi. - No, es que mi tía me dijo que no podía venir en la camioneta y me obligó a venir en su auto. - Señor Sánchez – dijo ella sonriendo – usted tiene muchos secretos. A veces es un trabajador de la construcción y a veces un nene bien. - No, no me digas eso, siempre soy igual - Ya me di cuenta – dijo ella riendo – ¿te parece si encontramos algún lugar tranquilo para cenar y conversar? - Si, si querés podemos ir a algún restorán en la costanera. -

Mientras caminaban, ella le dijo Rodolfo, ¿por qué me mirás tanto? Ya lo he notado varias veces

208


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

No, no te lo puedo decir ahora. Quizás más adelante pueda explicártelo. Pero tenés que hacerlo, porque a veces me ponés nerviosa. No, no te preocupes, es una estupidez mía

Estaban ya sentados en un restorán en la costanera. No había demasiada gente, por lo que podían conversar tranquilos. Luego de ordenar unos trozos de pescado fritos, una copa de langostinos y una botella de vino blanco, se pusieron a conversar. - Rodolfo, quiero que me cuentes de tu vida – dijo ella – ¿Qué ha sido de ti estos años? - ¿Puedo pedirte algo?, pero no te ofendas. - Si, ¿qué es? – dijo ella algo extrañada - Me acuerdo de ti cuando eras mi profesora, de tu perfume, el mismo que tienes ahora, de tu voz, pero ¿sabés?, no me acuerdo de tu nombre. -

-

Ella se rió y le dijo ¿Es tan importante? Si, si lo es para mi Bueno, me llamo Martina Delgado, soy Economista y doy clases de matemática en secundario. ¿Y? Te voy a seguir llamando Tina, me suena más lindo. ¿Puedo preguntar más? Si, pero después no te quejes si yo pregunto No, lógico. ¿Estás casada, tenés novio? No te parece algo atrevidas esas preguntas para ser mi alumno. No, no te ofendas, lo dije sanamente – dijo Rodolfo que quedó muy preocupado. Está bien – Rodolfo – es lógico lo que quieras saber. Te voy a adelantar algo, siempre me pareciste un chico mucho más maduro que los demás y esa es una de las razones por lo que quiero saber más de ti. Contestando tus preguntas. No, no estoy casada ni tengo novio. Te cuento, hubo un chico con el que. estudiábamos juntos pero un día se quiso propasar conmigo y le di una piña que todavía me acuerdo. ¿Puedo preguntarte el nombre de ese hombre? – dijo Rodolfo. Si, Américo Sánchez – dijo ella – ¡ay!, recién me doy cuenta que es el mismo apellido tuyo. 209


Rodolfo intentó mantenerse calmo para no decirle que Américo era su medio hermano. Sin embargo, ella se dio cuenta que pasaba algo y le preguntó - ¿Qué pasó, Rodolfo? - Nada, nada, resulta que ese señor es uno de los directores de la empresa de eventos para la que trabajamos y, hoy, el capataz, que es un amigo, me dijo que lo ha basureado. - Ah, no me extraña, es medio repugnante por su altanería. Pero ahora tenés que contarme de ti. - Es aburrido – dijo Rodolfo – pero te hago un resumen. Yo me crié en una cuidad del interior. Tuve una infancia bastante complicada porque mi madre era muy estricta conmigo pero no lo era con mi hermano. Mi padre tenía una pequeña empresa constructora y mi madre era enfermera del hospital. Mi hermano se vino a estudiar a Montevideo y, cuando yo creí que iba a tener una vida más tranquila, el viejo se quedó sin trabajo y mamá, con un carácter muy fuerte, se lo echaba en cara muy seguido. Un día que escuché una discusión muy fuerte, me animé y la llamé a mi tía, hermana de papá, que vivía en Montevideo ya se había recibido de Contadora. Ella consiguió un cargo para mamá en el hospital BR y a papá como capataz en PC construcciones. - ¿Y así fue que te conocí a ti en el colegio? – preguntó Martina – y perdoname que te pregunte, ¿como siguieron las cosas entre tus padres? Si no quieres no me cuentes. - Si, ¿por qué no habría de hacerlo? Las cosas siguieron peor. Mamá se fue de casa y nos dejó solos. Gracias a mis tíos pudimos salir adelante. Tú los conociste a ellos en el colegio - ¿Si? - Si, eran los que figuraban como mis tutores. - Pero son muy jóvenes, poco mayores que yo - Si, Angélica y Nacho, bah, Ignacio, son los que tienen casa aquí en Cantegril. - Pero dijiste que quedaron solos tu padre y tú, ¿y tu hermano?, preguntó Martina - Resultó que no era hermano sino medio hermano fruto de una aventura de mi madre – dijo Rodolfo que estaba muy serio - Ay, perdoname Rodolfo con mis preguntas te he hecho recordar pasajes feos. Seguro que ahora debes tener alguna chica que te alegra a vida. 210


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

No, estoy esperando encontrarla – dijo Rodolfo mirándola a los ojos tratando que ella se diera cuenta. Tu hermano, bueno, medio hermano, se vino a estudiar a Montevideo, ¿sabés que estudiaba? – preguntó ella. Economía – dijo él muy serio. ¡Pero entonces es Américo! – dijo Martina Si, pero no creas que soy como él. Para mi él es una porquería y está haciendo plata con cosas no buenas. Rodolfo – dijo Martina tomándole la mano a él – tú eres tú y no me importa lo que hace o hizo Américo. Gracias Tina – dijo Rodolfo mirándola a los ojos Allí está esa mirada otra vez – dijo ella riendo – ¿podés decirme que encierra? No te rías con lo que voy a decir, es lo único que te pido Quedate tranquilo, ¿cómo pensás que me voy a reír? Tina, desde que te conocí y a medida que pasó el tiempo, me enamoré de ti Martina lo miró, le tomó la mano y le dijo No se que decirte. Me tomaste de sorpresa. Tú eres muy serio y muy maduro y no quiero que ninguno de los dos salga lastimado. Vayamos despacio. ¿Podemos seguir la amistad? – le preguntó Rodolfo presionando su mano Te mataría si no quisieras seguirla – dijo ella con una sonrisa – pero ahora vámonos. Es tarde y tú mañana trabajás. Si vamos. Te llevo.

Llegaron hasta el auto sin decir nada. Rodolfo le abrió la puerta y ella subió. Después de subir, Rodolfo le dijo - ¿Puedo llamarte o me llamás tú? - No, llamame tú que estás ocupado. Anotá el teléfono - Mañana, creo que después de las 10, voy a tener libre hasta la noche, cuando se desarrolle el desfile. ¿Te gustaría ir a hacer un picnic en la playa? Yo llevo todo. - Bueno, bárbaro, llamame cuando estés libre

211


Llegaron al hotel. Antes de bajarse, ella le dio un beso en la mejilla y él le tomó la mano. Al hacerlo rozó aquel cuerpo con el que había soñado tanto. Ella se bajó y le saludó con la mano. Unos minutos más tarde, Rodolfo llegó a la casa de sus tíos. Le llamó la atención que la luz del dormitorio del matrimonio estaba encendida. Trató de entrar sin hacer ruido cuando oyó la voz de Angélica - Vení acá, bandido, ¿creías que te ibas a escapar? Contame todo. - Me fue muy bien. Pasamos un rato muy agradable. - Ay, Fito, no seas insulso como tu padre, contá los detalles - Bueno, me estuvo contando de su vida y yo le conté la mía. ¿No podés imaginar con quien estudiaba hasta que ella le dio una piña por querer propasarse? - ¿Con quien? – preguntó Angélica - Con Mico. - No puedo creerte. ¿Y como se dio la conversación para que saliera eso? - Mirá, en realidad, yo no quería que se diera cuenta, pero el apellido me mató. - Ah, es claro. - Hoy, mientras hablaba con ella me acordé que Nacho y tú la conocieron en el colegio. - ¿Si? - Si, cuando ustedes eran mis tutores, a fin de año estuvieron con ella. - Dejame que recuerde. ¿Era una chica, alta, delgada, de cabello castaño oscuro y ojos del mismo color? Si, la recuerdo. No eres bobo, es muy bonita. - ¿Sabés que dijo?, que los recordaba y que ustedes dos eran muy jóvenes. - ¡Qué inteligente y que divina! Pero contame, ¿en qué quedaron? - Bueno, pero no se lo comentes a nadie, le dije que estaba enamorado de ella. - ¿Y ella? - Me dijo que fuéramos despacio pero que quería que no perdiéramos la amistad. Mañana que, después de las 10 estoy libre, vamos a ir de picnic a la playa. - Ah bueno, se puso linda la cosa. Andá a dormir te preparamos con Elvira la heladerita con las cosas 212


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Eres una tía genial – dijo Rodolfo dándole un beso y yendo a acostarse.

Mientras tanto, Martina llegó a la habitación del hotel que compartía con su madre. Ella estaba mirando televisión, pero cuando Martina entró, la apagó y le dijo - A ver que tiene la nena para contarme. - Mami, no soy una nena. Fuimos a cenar con un chico muy lindo, tan grande que yo quedo chiquita a su lado. Es muy serio y lo que me gusta, es tímido. - Pero creo que escondés algo, ¿si? - Bueno, si querés detalles, hace años que lo conozco, pero no lo había encontrado hasta hoy. Al principio me despistó un poco porque trabaja como técnico electricista, pero para en una casa en Cantegril que es de sus tíos - ¿Y cómo sabés que es electricista y que no te mintió? - Porque hoy lo encontré trabajando en la instalación de la tarima para el desfile. Estaba de mameluco, con el casco en la mano y tenía un camioneta enorme que en la puerta decía GELEC - Es una empresa muy importante. Fue la que nos hizo la instalación en la estancia. ¿No será el dueño? - No mami, me contó toda su vida, pero ahora, desmayate por preguntar demasiado. ¿Sabés de quien es medio hermano? - No, ¿cómo querés que sepa? - De Mico, ¿te acordás de él? - Ah, aquél imbécil que se quiso propasar conmigo, ¿Medio hermano? - Si, después te cuento. Ha tenido una vida bastante embromada, pobre pero ha sabido salir adelante. - ¿Lo vas a ver otra vez? - Si, lógico, mañana después de las 10 me va a llamar para irnos de picnic a la playa. Y me voy a acostar Martina pensó “si me sigue preguntado voy a terminar diciéndole que fue alumno mío y va a poner el grito en el cielo. Peor si se entera que estoy enamorada de él.”

213


214


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO XVIII

Julia había llegado al “SOLSTICIO”. Américo, que estaba muy nervioso por haber visto a Rodolfo y porque no hubiera tropiezos en el desfile, discutía con su madre. - Mamá – dijo Américo – no podés venir a vivir aquí. Esto es de una empresa y yo soy solo una parte de ella. - Bueno, por eso mismo – le gritó Julia – en tu parte yo me alojo. - Y decime, ¿por qué viniste a parar aquí? – le preguntó Américo aunque se temía que ya sabía la respuesta. - Porque el idiota de Alejo, me echó de la casa, como si fuera solo de él – dijo llorando a gritos. - Bueno, tenés que tranquilizarte, pero yo no puedo mantenerte. Tenés que volver a tu trabajo. Sabés que tu función no es estar aquí - ¿Y encontrarme con ese hijo de puta? ¿Y donde querés que viva? - Mamá no me jodas, tú tenés un sueldo grande. Alquilate un apartamento, aunque sea chico. Además tenés lo que te doy - ¡Qué fácil la haces! – dijo ella con furia – así te revolcás con esas putas que de acompañantes. - Si no podés irle a pedir ayuda a tu hijito que está aquí, en Punta del Este, trabajando. - ¿A ese inservible? Debe estar vendiendo chucherías en la playa y durmiendo en un caño. - Bueno vieja, dejate de joder y andate. Si seguís aquí, me comprometés. Ahora le pido a uno de los muchachos que te lleve hasta la terminal y te tomás un ómnibus. Tomá, así no te quejás – le dijo Américo dándole dos fajos de billetes. - ¡Me estás echando!, me las vas a pagar - Si, andate, loca, dedicate a hacer bien las cosas – le gritó él -

En ese momento apareció Mabel y le dijo a Américo ¿Por qué echaste a tu madre?, podría haberse quedado con nosotros. ¡No te metas en mis cosas! – dijo Américo dándole un golpe en la cara. 215


Mabel se alejó llorando hacia el baño y, cuando se miró en el espejo, vio que le sangraba un labio y se le había comenzado a hinchar una mejilla. Trató de lavarse y se fue a la cama llorando. En ese momento pensó: “¿A quién recurro? Aquí son todos amigos de Mico. Si les digo algo lo van a apoyar. Además estoy enterada de todo lo que hacen. Me matan antes de dejarme ir.” Rodolfo estuvo a las 7 de la mañana en el sitio del desfile. Ya estaba el resto del personal y comenzaron a revisar que todo estuviera como lo habían dejado la noche anterior. - Los organizadores deben estar contentos – dijo Rafael – porque anunciaron que, en la noche, el tiempo iba a estar muy bueno. - Menos mal – dijo Rodolfo – si no, ¿te imaginás el trabajo? - Ah, te comunico, el otro desfile se canceló, recién me avisaron. Queda solo la fiesta que es en una carpa. - Bueno – dijo Rodolfo – voy a llamar al ingeniero Duarte para ver que hago. - OK Rodolfo tomó su celular y llamó a la empresa donde él trabajaba. - Hola ¿Beatriz?, Sánchez te habla. ¿Está el ingeniero? Me podés pasar con él. OK Después de un par de minutos, - Sánchez, ¿Cómo está? - Bien, todo bien, ingeniero lo molesto por lo siguiente. El desfile de mañana se suspendió. Solo queda la fiesta, pero es en lugar cerrado. ¿Usted estima que yo deba quedarme? - Sánchez, está bien que me haya llamado. Después le cuento por que se suspendió el otro desfile. Para la fiesta no es necesaria su presencia allí. Rafael puede hacerse cargo. Tómese un par de días y reintégrese el lunes. ¿Sería mucha para usted dejarle la camioneta a Rafael? - No, señor, para nada. - Gracias, no quisiera que se quedara sin locomoción, justo en Punta del Este – rió el hombre - No se preocupe. Bueno, gracias señor, por cualquier problema, usted me llama que yo estoy a la orden. - Ya lo se. Éxito esta noche - Gracias. 216


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Cuando Rodolfo cortó la comunicación, Rafael le preguntó - ¿Y?, ¿qué te dijo? - Que no tendría que quedarme pero, hasta el domingo estoy aquí, así que si me precisás, me llamás. Ah. Te dejo la camioneta - Bárbaro. Rodolfo miró la hora. Eran las 10 de la mañana. Tomó su celular. Las manos le temblaban. Marcó el número del celular de Martina. Oyó una voz de mujer que decía - Hola - ¿Tina? – preguntó él - ¿Quién la llama? – dijo la voz - Rodolfo, un amigo. - Desde cuando es amigo – dijo la voz seguida de una carcajada - ¡Qué mala! – dijo Rodolfo – pensé que era tu mamá y ya me estaba preparando. - Qué firme te mantenés, pero, seré curiosa, si era mi mamá, ¿qué le ibas a decir? - No se, se me ocurrieron varias cosas, pero no sabía que hacer. - Está bien, no te torturo más. ¿Hacemos algo? - Si, tengo libre hasta las 7 de la tarde. ¿Vamos a hacer un picnic en la playa? - Si, quiero. - Bueno, te venís hasta el estrado, vamos hasta casa, me cambio, recogemos la heladerita y nos vamos. - Rodolfo, ¿estás loco? ¿Cómo que vamos hasta casa? ¿No está tu tía allá? - Si, ¿qué tiene? - ¿Y como quien me vas a presentar? - Como una amiga, o querés que les diga: mi profe de matemática. - Qué malo ¿Por qué no vas a tu casa y después me venis a buscar? - Porque demoro el doble y quiero verte. - Bueno, me convenciste. Esperame cinco minutos. Un rato después, mientras Rodolfo esperaba junto a la camioneta, apareció ella. Vestía un top, una falda amplia y traía un bolso de de paja. 217


-

Hola – dijo ella dándole un beso a Rodolfo. Hola – dijo él mirándola. Otra vez esa mirada – dijo ella mientras subía a la camioneta Pero esta es la mirada durante la luz del día – dijo Rodolfo riendo. Rodolfo – dijo ella mientras se ponían en marcha – ¿qué digo en tu casa, a tu tía? Nada, no tenés que explicar nada. Ella sabe quien eres y no te va a preguntar nada.

Al llegar a la casa de Angélica e Ignacio, Rodolfo se bajó de la camioneta y la ayudo a bajar a Martina. Entraron al living, él delante y ella un paso más atrás tomándolo de la cintura. -

Angélica se adelantó a saludarla Hola Martina, ¿cómo estás? Bien, Rodolfo quiso venir hasta aquí para cambiarse. Si, está bien. Les preparamos una heladerita con bebidas y algo de comer. Te aclaro Tina, la que lo preparó fue doña Elvira que me quiere mucho – dijo Rodolfo Ay, Fito – dijo Angélica – no seas malo, yo también colaboré y andá a cambiarte que están desaprovechando este día divino.

-

Cuando Rodolfo se fue, Angélica le dijo. Fito me habló de ti, de que yo te conocía, pero perdoname, te hacía mucho mayor. Eres una chiquilina. Ay, gracias. En serio te lo digo, pero quedás chiquita al lado de Fito Si, es cierto, él es muy grande Bueno, nos vamos – dijo Rodolfo que llegó al living. Fito, llevate mi auto, no vas a andar con ese camión Pero tía… Nada. Si preciso algo le pido a María Isabel.

-

Cuando subieron al auto, Martina le dijo ¡Te llaman Fito! Si, ¿no te acordás en el colegio?, todos me llamaba así ¿En qué colegio? – le contestó ella riendo

-

218


DOS HERMANOS – UNA VIDA

María Isabel, que estaba en el jardín de su casa, vio cuando Rodolfo salió con Martina. Vino enseguida a la casa de Angélica y le dijo - ¡Qué preciosa chiquilina!, pero no es mayor que Fito. - ¿Viste? Hacen una pareja muy linda. Ella me pareció muy seria pero que está metida con él. Al llegar a la playa, Martina y Rodolfo se instalaron bajo una sombrilla. El sol estaba muy intenso. Martina dijo - Rodolfo, vení que te voy a pasar protector, si no esta noche no vas poder ni vestirte. - Gracias, pero con la condición que me dejes pasártelo a ti Cuando Rodolfo le pasaba el protector por la espalda a Martina, le parecía mentira estar acariciando a aquella mujer con la que tanto había soñado. Más de una vez estuvo tentado de besarle el cuello, pero recordó sus palabras: “Vayamos despacio”. Se sentaron los dos bajo la sombrilla charlando sobre sus gustos. Así pasaron parte del tiempo. Luego estuvieron comiendo lo que les habían preparado Angélica y Elvira. - Se ve que tenemos gustos muy parecidos, hasta en la comida, dijo Martina - Si, pero la cantidad que comés tú, a mí no me alcanza – dijo Rodolfo riendo. - Compará nuestros físicos. - No me hagas mirarte más – dijo él sonriendo. Rodolfo se acostó y puso su cabeza sobre la falda de ella. Al poco rato se durmió. Ella se quedó mirándolo y, mientras le acariciaba la cabeza, pensaba: “¿Cuándo le voy a decir que lo amo? Me parece que no voy a poder vivir sin él. ¿Qué dirá mami cuando se lo cuente? No importa, si no le digo que lo amo se me va ir. Es demasiado formal para tenerlo a cuentos.” Cuando ya había pasado un rato, Martina se animó y dándole un beso en la cabeza, le dijo - Señor Sánchez, usted tiene que ir a trabajar Rodolfo se incorporó, la miró y le dijo, sonriendo - Soñé que un angelito me dio un beso. - Ay, que lindo sueño – dijo ella poniéndose seria 219


-

Buenos, tenemos que irnos, lamentablemente – dijo Rodolfo. Me ayudas a levantarme – le pidió Martina

Rodolfo le extendió la mano y cuando ella se levantó, la atrajo hacia él y la abrazó, quedando sus caras muy juntas. Lentamente, acercaron sus labios y se besaron apasionadamente. Cuando se separaron, Martina estaba ruborizada y le dijo - No sabía como decirte que te amo. - Gracias – dijo él – es lo más lindo que me ha sucedido en mi vida. Nunca te olvides que te he querido desde el día que te conocí. - No lo olvidaré. Te amo – dijo ella dándole un beso – pero vámonos. - Si -

Cuando llegaron al auto, Martina le dijo Ay Rodolfo, ¡como te quemaste! Cuando llegues a tu casa decile a tu tía que te ponga algo. ¡Qué lástima que no lo pones tú! – dijo él riendo.

Al llegar al hotel donde estaba alojada Martina, Rodolfo le dio un pase para el desfile. - Mirá, le dijo, este es un pase especial para quienes estamos trabajando. Yo voy a estar detrás del escenario. Si no me ves, preguntás por mí. - Si, mi amor, quiero estar a tu lado. Luego de bajar todas las cosas del auto, vio que su tía estaba en el jardín. - Tía, le dijo, me voy a bañar pero me dijo Martina que me pasaras una crema para que no me duela la quemadura. - Eres un inconsciente – lo rezongó riendo Angélica – ¡lo que puede el amor! Andá y, antes de ponerte la camisa, llamame. Cuando Rodolfo volvió, ya vestido, venía con la camisa en la mano. - ¡Cómo te quemaste! – dijo Angélica mientras le pasaba una crema refrescante – pero contame algo. - ¿Algo de qué? – dijo él riendo 220


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

De lo que pasó. No seas malo. Creo que nos amamos los dos ¡Cómo! – gritó ella – contame Callate, tía, me dijo que me ama, pero ahora me voy porque se hace tarde.

A las 7 de la tarde, Rodolfo estaba, junto al personal, en el sitio del desfile. Ellos estaban ubicados detrás del estrado a un lado de él, mientras del otro lado estaba el vestuario de las modelos. Ya había gran movimiento. Estaban las modelos, unos hombres que parecían ser los diseñadores de moda que daban gritos a las modelos, mujeres que las ayudaban a ellas. Entre todas esas personas, distinguió a Francisco Paz. Buscó con la mirada para ver se podía ver a Américo, pero no lo encontró. Rodolfo miró la hora y le llamó la atención que Martina no hubiera llegado. Se puso nervioso pensando que Américo la hubiera encontrado. Unos minutos después, uno de los operarios de las luces apareció acompañado de Martina. - Sánchez – dijo el hombre – la señorita te busca. - Ah, gracias Pedro – dijo y, dirigiéndose a ella – estaba preocupado. - No sabés el gentío que hay, además tenés que acostumbrarte a los tiempos de una mujer – dijo riendo – ¿creías que te había abandonado? - No, mi amor – dijo él dándole un beso – es que Américo debe andar por ahí y temía que te lo hubieras encontrado. - Ay, gracias por advertírmelo. Un rato más tarde comenzó el desfile. Detrás del escenario era un movimiento incesante por lo que, luego de verificar que todo funcionaba bien, Rodolfo tomó la mano de Martina y se apartaron hacia detrás del público que miraba el desfile. En un momento Rodolfo sintió que Martina le apretaba el brazo y se ponía contra él. La miró y ella, poniéndose en puntas de pie, tratando de superar el sonido de la música, le dijo al oído - Allí está Mico y no hace más que mirarme. Rodolfo miró hacia donde ella decía y lo vio. Pasó su brazo por sobre los hombros de Martina y le dijo - Mantenete junto a mí, mientras esté conmigo no se va a animar a acercarse. 221


Ella se acurrucó bajo el brazo de Rodolfo y dejó de mirar hacia donde estaba Américo. Rodolfo vio que Américo los miraba atentamente y comentaba con una chica, a la que tenía abrazada, que, aunque no la distinguía bien, le parecía que era Mabel. Un rato más tarde, temiendo que a Américo se le ocurriera algo extraño, le dijo a Martina - ¿Vamos a caminar fuera de aquí? - ¿Tú no tenés que estar? – le preguntó ella - No, no es necesario, Rafael se encarga de todo. Salieron y caminaron unas cuadras abrazados hasta que Martina le preguntó - ¿Salimos por Américo? - Si, me puse a pensar. Se que a él le ha dado por beber demás y se pone peleador. Es de armar lío – le contestó Rodolfo - Ay, me asustás, tanto es así – dijo ella mirándolo - Mirá, no te conté porque no quiero que creas que lo hago por vengarme de él. Yo te amo y ni siquiera sabía que habías estudiado con Américo. - Mi amor, sabés que yo también te amo. - Bueno – dijo Rodolfo dándole un beso – dejemos de hablar de cosas feas. Vamos a comer algo y me contás que le dijiste a tu madre. Llegaron hasta un establecimiento de comidas rápidas y se sentaron en las mesas afuera del local. Era una noche espléndida. - Bueno, señorita, cuénteme que le dijo su mamá - ¿Sabés lo primero que me dijo? Que te quiere conocer. - Ay, ay, me lo temía – dijo Rodolfo riendo - Y, si, era de esperar, pero te cuento. Cuando llegué me preguntó si había pasado bien, yo le contesté que muy bien e insistió, cuanto bien y le conté que nos besamos. - Se desmayó – dijo Rodolfo - No, fue entonces que me dijo que quería conocerte. - Está bien, cuando tú quieras, vamos – dijo Rodolfo - ¡Por eso te amo! – exclamo ella - no, esperá, le dije que, cuando fuéramos a Montevideo te iba a invitar a cenar a casa para que te conociera. 222


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

Ya te dije, cuando tú quieras. Lo mismo pasa con papá. Quiero que lo conozcas. Ay, si, ya se. Pero quiero aclararte algo. A mamá no le conté de donde te conozco. ¿Viste?, en eso te gané – dijo Rodolfo riendo – hasta papá sabe de donde nos conocemos. Malo – dijo ella poniendo cara de niña enojada ¡No me pongas esa cara que me paro y te doy un beso! No, no, tenemos que portarnos como gente grande. ¿Te parece si volvemos? Si, te acompaño hasta el hotel y me voy para casa. Tengo que ir en taxi porque la camioneta se la dejo a Rafael. ¿Nos vemos mañana? Si, pero tendría que ser después de almorzar porque tengo que acompañar a mamá a mostrar la casa. Está bien, ahora eres tú la que tenés que llamarme.

Llegaron hasta el hotel, se besaron y Rodolfo, al que le seguía pareciendo que vivía un sueño, se fue en taxi para la casa de sus tíos. Al entrar, Angélica le gritó desde el dormitorio - ¿Comiste Fito? - Si, tía, ¿puedo entrar? - Si, pasá - Vengo a darte un beso pero no me despiertes que estoy soñando - ¡Tenés una cara de bobo! – dijo Angélica riendo y dándole un beso. Al día siguiente, Rodolfo se levantó un poco más tarde. Había aprovechado a descansar. Era viernes y tenía que aprovechar ya que el lunes tendría que reintegrarse a trabajar. Se sentía mal, con algo que no podía definir. Nunca le había pasado de extrañar tanto a alguien. Solo pensaba en Martina. Como estaba nublado y lloviendo, se sentó en la antecocina a leer un diario. Le llamó la atención un título: “PROSTITUCIÓN VIP” Sin que le llamara la atención el tema, como Elvira le había hecho unas tostadas y él se puso a comer, tomar mate y leer lo siguiente: “En una investigación efectuada por el diario, a través de varios corresponsales, se ha descubierto una nueva forma de prostitución, la que puede llamar prostitución VIP. Hay empresas formadas como agencias de modelos que ofrecen los servicios de mujeres que se pueden 223


contratar a través de ellos. Esto sucede, fundamentalmente, en Punta del Este, durante la temporada de verano. La investigación ha llevado a que existe un conocido relacionista público con una amplia agenda de contactos en Punta del Este. Este relacionista actuaría junto a otro hombre y dos mujeres, manejando importante y lujoso hotel. El relacionista contacta a chicas jóvenes, prometiéndoles mucho dinero por su colocación de modelos de pasarela. Algunas de ellas, ya sea apremiadas por su situación económica o por los propios integrantes de la empresa, se vinculan a hombres de negocios, principalmente extranjeros, para obtener abultadas cifras de dinero…” Rodolfo cerró el diario y se puso a pensar: “¿Estoy viendo fantasmas? ¿No es esto en lo que anda Américo? Me gustaría hablarlo con Nacho. No quiero comentarlo con nadie más, pero tengo que, de alguna manera proteger a Martina. ¿Estará Mabel metida en esto? ¡Qué hijo de puta mi hermanito!” Sin que se diera cuenta, enfrascado en sus pensamientos, Angélica entró en la cocina. - Buen día – dijo – ¿qué hacés tan pensativo? Ya se no me contestes, hay una carita en tus pensamientos. - Buen día, tía, si es cierto, estaba pensando en que no la voy a ver hasta después del mediodía - ¿Por qué? - Tenía que acompañar a la mamá a mostrar la casa que pusieron en venta. - Te aviso – dijo Angélica – recién hablé con Nacho y me dijo que viene esta tarde y que tu padre viene con él - ¿Papá? ¿Qué le está pasando al viejo? Contame lo que tú sabés. - Yo no se nada – dijo Angélica mientras iba saliendo de la cocina. Esa tarde, a las dos y media, sonó en celular de Rodolfo. Miró. Era Martina - Hola mi amor, estaba a punto de reventar – dijo riendo - Yo también. Quiero verte, pero ahora estamos en casa de mi tía porque mis primos se fueron. Anotá la dirección - OK. Te parece si paso en una hora a buscarte y vamos a tomar un refresco o un café. Te digo por el tiempo. Está lloviendo - Te espero. Si podés un poquito antes, mejor. Un beso - Uno más grade para ti. 224


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Rodolfo fue en busca de Angélica. “Me da vergüenza andar pidiéndole el auto. Mejor me voy en taxi. Tengo el dinero del viático y no he gastado nada”, pensó - Tía me voy – le dijo a Angélica – voy a buscar a Tina y vamos a tomar un refresco - ¿En qué te vas? – preguntó ella - Voy a pedir un taxi. - ¿Por qué?, ¿robaron mi auto? - No, pero te voy a andar pidiendo el auto cada vez que tengo que salir. En Montevideo me arreglo con los ómnibus, aquí me pongo más lujoso y pido taxis. - Mirá nene – dijo Angélica – en Montevideo o aquí, mi auto es tuyo. - Pero… - Nada de pero, tomá, echale nafta – dijo Angélica dándole dinero. - No, dejá, yo le pongo. Lleno el tanque así te queda para cuando te vayas. - ¡Qué fuerza tiene esa chiquita!, andá, andá - dijo Angélica riendo. Rodolfo salió en el Cruze de Angélica. Paró en una estación de servicio, cargó combustible en el vehículo y, luego, se dirigió hacia la casa que le había indicado Martina. Identificó la casa porque Martina estaba en la puerta del jardín esperándolo. - Hola mi amor – dijo Rodolfo bajando del auto - Te demoraste – le protestó ella abrazándolo y dándole un beso. - Un poquito, te amo. - Bueno, ahora vení – dijo ella – vas a conocer a mamá y a mi tía Rodolfo puso cara de susto. Tenía que pensar bien cada pregunta que le hicieran. Entraron en la casa tomados de la mano. - Mami – dijo Martina – aquí tenés a mi amor. - Mucho gusto señora – dijo Rodolfo dándole un beso y tratando que no se notara su nerviosismo. - Nada de señora – dijo la madre de Martina – solo decime Cecilia. Mirá ella es mi hermana Etelvina. - ¡Qué lindo muchacho, Tina! – exclamó Etelvina dándole un beso. - Está tía – dijo Martina – no lo asustes. 225


-

Bueno – dijo Cecilia sonriendo – ahora contame que hiciste para que esta mujer hable todo el día de ti. Nos tiene aturdida. En realidad – dijo Rodolfo que se mantenía serio – no hice más que decirle que la quiero. ¿Viste mami? – dijo Martina abrazándose a él – es un amor. Bueno, pero ahora nos vamos un rato. ¿Volvés a cenar? No se, mami, te llamo o pasamos por acá.

Salieron de la casa de la tía de Martina y se fueron hasta el centro de la península. Dejaron el auto estacionado y entraron en un Café. Pidieron sendos refrescos. Se pusieron a charlar sobre la vida futura. Rodolfo le dijo - Quiero que, en Montevideo, podamos seguir compartiendo momentos como este. - Si, yo también – dijo ella – pero hay algo que no te pregunté. - ¿Qué? - Por dónde vivís. - En Buceo, cerca de la Rambla y tú, ¿seguís en Carrasco? - ¿Cómo sabés eso? – preguntó Martina - De ti se todo, por eso te he estado esperando. - Bueno – dijo ella riendo – ahora no vivo más en Carrasco. Vivo en Pocitos. - ¡Qué suerte! – exclamó Rodolfo – te voy a poder ver muy seguido. Seguían conversando sobre lo mismo cuando, de pronto, Martina dijo - Rodolfo mirá esa chica que acaba de entrar. Parece estar lastimada Rodolfo miró hacia la puerta y vio a una chica, de grandes lentes oscuros, pañuelo atado en la cabeza. Vestía jeans, una remera y una chaqueta. Levaba calzado deportivo. Un instante después Rodolfo saltó de su asiento y dijo - ¡Es Mabel!, vení Tina, precisa ayuda Martina también se levantó y fue junto a Rodolfo que ya estaba con Mabel - ¿Qué te pasó? – le preguntó él 226


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Ay, Fito, me parece un milagro encontrarte – dijo Mabel y se puso a llorar. - Voy a buscar un vaso de agua – dijo Martina - Calmate – le dijo Rodolfo a Mabel En ese momento, Martina le alcanzó un vaso con agua, sacó de su cartera un calmante y se lo dio. - ¡No puedo quedarme aquí! – exclamó Mabel – vámonos. - Si, si – dijo Rodolfo – vamos al auto. Tina, pasale el brazo por los hombros y la ayudás. Fueron los tres hasta el auto y se subieron. Martina lo hizo atrás con Mabel. - Fito, por favor – dijo Mabel – ponete en marcha. - Si – dijo él mientras ponía el auto en movimiento – pero contanos que te pasó. Podés hablar tranquila, ella es Tina, mi novia. - Ay, ¡es horrible! – exclamó ella, volviendo a llorar – anoche Mico llegó totalmente borracho y drogado. Me quiso violar y me pude escapar. Esta mañana apareció donde yo estaba y me llevó, a golpes hasta nuestra habitación. Me rompió la ropa y me quería violar. Luché hasta que le pegué con un jarrón en la cabeza y se desmayó. Salí corriendo a la ruta y un coche de matrícula argentina, con un matrimonio, me paró y me trajo hasta aquí. Querían llevarme hasta una clínica pero yo le agradecí y me bajé aquí sin saber que iba a hacer. - Quedate tranquila – le dijo Martina – Rodolfo te va a encontrar una solución. -

Rodolfo miró por el espejo retrovisor y vio la cara de Martina que le hacía señas como que Mabel no estaba bien, se había sacado los lentes y tenía toda la cara lastimada. Había apoyado su cabeza en el hombro de Martina. Él detuvo el auto sobre la costanera. Mabel reaccionó y dijo - No pares Fito, Mico debe estar buscándome. - No te preocupes – dijo él – Américo no conoce el auto y tiene vidrios oscuros. Ahora escuchame. Hay dos caminos. Uno es que hagamos la denuncia a la policía, pero tengo mis dudas. El otro es que te vayas a la casa de tus padres. - Tenés razón – dijo Mabel – lo mejor es que me vaya con papá y mamá. - Bueno – dijo él – vamos a la terminal. 227


Cuando llegaron a la terminal, Rodolfo se bajó y les dijo - Quédense aquí, voy a averiguar si hay un servicio directo a Montevideo - Andá tranquilo – dijo Martina – pero cuidate que no aparezca Mico Unos minutos después, Rodolfo volvió al auto, subió y les dijo - Ya tengo el pasaje. El ómnibus sale en cinco minutos y va directo, no pasa por Maldonado. Mabel, ¿tenés tu celular? La ciudad de Maldonado, capital del departamento del mismo nombre, se encuentra hacia el norte de Punta del Este, pero unida urbanísticamente con ésta. La terminal de ómnibus de la ciudad se encuentra a 4,5 KM. de la terminal de ómnibus de Punta del Este. Existen servicios de autobuses que, al salir de Punta del Este rumbo a Montevideo, pasan por la terminal de Maldonado y otros salen directamente para la capital del país. -

-

Si – dijo ella – lo tengo en la mano Bueno, después que el ómnibus salga de Punta del Este, llamá a tus padres y cuando termines de hablar con ellos, me llamás así yo hablo con tu padre. ¿Harías eso por mí? – dijo Mabel. Lógico. Ahora nos bajamos los tres, Tina te acompaña hasta el ómnibus mientras yo me quedo cuidando.

Ellas fueron caminando hasta el ómnibus. Cuando Mabel se iba a subir, le dijo a Martina - Cuidalo a Fito, es un muchacho muy bueno, un gran hombre. - Si – dijo Martina, dándole un beso – lo voy a cuidar mucho. Martina volvió y tenía los ojos llenos de lágrimas. Cuando se acercó Rodolfo, este la abrazó y le dijo - Gracias mi amor - ¿Te das cuenta lo que me podría haber pasado? – dijo ella - Si, pero no te angusties, ahora trataremos de ver como sigue Mabel. No se si te conté. Mabel fue compañera mía en la escuela. Yo estaba enamorado de ella, esos amores de escuela, pero nunca se lo dije. Ella viajó a Montevideo y no la vi más que una vez, en vacaciones. Después nunca más. 228


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Después que el ómnibus se puso en marcha, los dos subieron en el auto. Rodolfo lo puso en marcha y fue hacia la costanera marchando despacio. - ¿Qué vas a hacer? – le preguntó Martina. - Voy a cuidar que Américo no aparezca y pretenda seguir al ómnibus. Rodolfo vio el Mini Cooper rojo que venía en sentido contario en la costanera de doble vía. A pesar del tráfico, dio vuelta en U y se puso a seguirlo. - ¿Qué pensás hacer? – le preguntó Matina - Vamos a evitar que persiga al ómnibus en el que va Mabel. - Pero, por favor, tené cuidado – dijo ella. Américo dirigió su auto a la calle Gorlero, la principal de la península y Rodolfo lo siguió. Cuando llegaron a una esquina con semáforos, Américo quiso adelantarse porque encendió la luz amarilla, pero no se dio cuenta que delante de él había una camioneta Dodge doble cabina 4x4. Incrustó en Mini Cooper debajo de la camioneta, rompiendo hasta el parabrisas. Rodolfo y Martina vieron que Américo se bajó del auto y comenzó a darle punta pies. En un minuto se congregó gran cantidad de gente, lo que aprovechó Rodolfo para dar vuelta en la esquina y salir de la península, diciendo - Dios existe y castiga aquí en la tierra. - ¿Eres creyente? – le preguntó Martina que estaba más tranquila - Si, lo soy, pero creo que no hay que esperar a morirnos para pagar las culpas. - Tenés razón – dijo ella sonriendo - ¿podemos pasar por casa de mi tía? Quiero avisarle a mamá que vamos a casa de tu tía. - Si, mi amor, hoy me demostraste que eres mi pareja. Martina se rió y no dijo nada. Cuando llegaron a la casa de su tía, se bajó y entró. Un rato más tarde volvió. Se había cambiado de ropa. Como había parado de llover, se puso un vestido sin mangas, ajustado al cuerpo y calzado con sandalias de taco alto. Además se maquilló. - ¿Qué significa este cambio? – preguntó Rodolfo - Quiero dar una buena impresión – contestó ella – pero, además, no te diste cuenta que con las heridas de Mabel, me manché. 229


-

-

-

¡Pobrecita Mabel! – dijo Rodolfo – no es una chica que haya merecido esto. ¿Sabés lo que me dijo al despedirse? – dijo Martina ¿Qué? Que te cuidara mucho y yo le prometí que iba a hacerlo – dijo Martina abrazando a Rodolfo y dándole un beso. Al llegar a la casa de Angélica e Ignacio, Rodolfo dijo Mirá, ya llegaron Nacho y papá. Ay, Rodolfo, no te apartes de mí – dijo Martina – estoy muy nerviosa. Después de lo que pasamos con Mabel y ahora conocer a tu padre, es mucho. No te preocupes. No va a pasar nada.

Se bajaron del auto y entraron en el living. Ya atardecía y el tiempo estaba muy lindo. Salió Juan a recibirlos y les dijo - Los señores están en el jardín - Gracias Juan, mirá, ella es Martina, mi novia, así que la vas a ver seguido por aquí. - Bienvenida señora – dijo Juan con toda la ceremonia - Gracias – atinó a decir Martina. Entraron en el jardín y, cuando Angélica los vio, dijo riendo - Bueno, aquí llega la nueva pareja. - Tía – rezongó Rodolfo – no seas mala. - ¿No es cierto? Rodolfo, sin hacer caso a lo que decía Angélica, tomado de la mano de Martina se dirigió a donde estaba su padre y le dijo - Papá, no sabés lo feliz que me siento de presentarte a la mujer que amo. A Esteban se le cayeron un par de lágrimas y los abrazó a los dos y, dirigiéndose a Martina le dijo - Que tú hagas feliz a mi hijo es el mayor regalo que podés hacerme. - Gracias señor – dijo Martina

230


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Nada de señor – dijo Esteban – si vas a estar con este individuo, yo soy Esteban para ti y no me trates de usted. Si, Esteban, creo que, por lo que me contó Rodolfo, tú fuiste el primero en enterarte. Más de cuatro años sintiéndolo llorar de amor por los pasillos – dijo Esteban riendo Está viejo, no tenés por qué ventilar esas cosas. Martina, él es Nacho, el que aguanta a mi tía Encantado – dijo Ignacio dándole un beso Atrevido – dijo Angélica riendo - ¿cómo vas a decir eso de tu tía? Te quiero, tía – dijo Rodolfo – pero necesito hablar con papá y Nacho OK, vení Martina, sentate aquí que ahora viene mi amiga, María Isabel.

Rodolfo junto con su padre y su tío se fueron para el escritorio. - Miren – dijo Rodolfo – no quería hacerlo tan evidente, pero esta tarde, Tina y yo pasamos un trance bastante difícil. - ¿Qué pasó, Fito? – dijo Esteban - Estábamos en un bar en Gorlero charlando, cuando vimos entrar a Mabel con toda la cara lastimada. Tú te acordás de ella, papá, la que fue mi compañera de escuela, hija del escribano. Nos contó que Américo, borracho y drogado, la había querido violar y, al defenderse, le pegó con un jarrón y él quedó desmayado. - ¿Y tú, qué hiciste? – preguntó Ignacio - Junto con Tina la contuvimos, la llevamos a la terminal y la embarcamos en un ómnibus directo a Montevideo, para que fuera a casa de sus padres. - ¿No hicieron la denuncia? – preguntó Esteban - Miren, Mabel dijo que Américo anda en drogas y yo leí este artículo en el diario. Todo concuerda. Creo que va más allá de una denuncia por agresión. Cuando Esteban y Nacho estaban leyendo el diario, sonó el celular de Rodolfo. - Hola,…, si, soy yo,…ah escribano, ¿llegó Mabel?...no, no tiene nada que agradecer… en este momento estoy con mi padre y mi tío y les estaba contando,…me parece que hay algo mucho más 231


-

-

-

grande,…si, ahora ella necesita contención. En cuanto sepa algo lo llamo,…si señor, si usted quiere puede hacer la denuncia, cuenta con nuestra ayuda,…gracias señor. ¿Quién era? – dijo Esteban El padre de Mabel. Se quiere comer crudo a Américo. Me imagino – dijo Ignacio mientras Esteban se tomaba la cabeza. ¿Qué se te ocurre hacer, Nacho? – dijo Rodolfo. Voy a llamar a Manuel, que es mi abogado y gran amigo – contestó Ignacio – porque estoy pensando que esto puede estar relacionado con algo que están investigando ¿Si? – preguntó Esteban Y, si, yo no les he contado. En casa, en Montevideo, trabajaban dos chicas que Angélica había rescatado de un refugio. Un día, hace unos 5 años, las chicas desaparecieron dejando solo una carta. Yo puse en manos de Manuel todo el tema. No sé si leyeron que apareció muerta, en Barcelona, una chica uruguaya que ejercía la prostitución. Sospechamos que era amiga de las que trabajaban en casa. Tío – dijo Rodolfo – yo creo que debe ser una matufia de Mico, solamente. No, lamentablemente creo que es mucho más grande que una cagada de tu hermano. – le contestó José Ignacio.

Mientras tanto, cuando los tres hombres se fueron al escritorio, María Isabel llegó donde estaban Angélica y Martina. - María Isabel – dijo Angélica – ella es Martina, la novia de Fito - Encantada de conocerte – dijo, sonriendo, María Isabel – te iba a decir que te llevás un tesoro, pero creo que fue él quien ganó. - Gracias – dijo Martina algo cortada. - Ella es María Isabel, mi mejor amiga – dijo Angélica y siguió en voz baja – y creo que pronto va a ser mi cuñada - ¡Angélica! – protestó María Isabel – no lo digas así. Decime, ¿Dónde están ellos? - Fueron para adentro, se ve que Rodolfo quería contarles algo. - Aunque no se toda la historia – dijo Martina – puedo contarles algo. - Si, por favor – dijo Angélica. - Estábamos en un bar en Gorlero charlando, cuando yo observé a una chica que entró. Tenía la cara lastimada. Se lo hice notar a 232


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

Rodolfo y él saltó diciendo: ¡es Mabel! La alcanzamos y nos contó que su novio la había golpeado y se había podido escapar. ¿Y qué hicieron ustedes, porque Mabel fue compañera de Fito en la escuela? – preguntó Angélica Si, él me lo contó – prosiguió Martina – la acompañamos hasta un ómnibus y se fue a casa de sus padres en Montevideo. ¿Les dijo el nombre de ese desgraciado para hacer la denuncia? – preguntó María Isabel. Desgraciadamente, nos dijo el nombre – le respondió Martina mientras se le caía una lágrima No entiendo – le dijo Angélica – y calmate, aquí estás entre gente que te quiere. Ya se, pero ese hombre es Américo que era compañero de estudios, en facultad y, un día, que estábamos en casa estudiando se quiso propasar conmigo – les contó Martina mientras se secaba las lágrimas. ¡Con razón Fito se llevó a mi hermano y a mi esposo para adentro! – exclamó Angélica.

Unos minutos después, los tres hombres salieron al jardín. Angélica, que estaba atenta a la cara de Rodolfo, le dijo - Fito, Martina ya nos contó. Tenés que calmarla. Yo le dije que, contigo, está segura. - Si mi amor – dijo Rodolfo abrazándola – ahora estamos aquí y vamos a distraernos Mientras hablaban, Esteban fue a saludar a María Isabel. Le dio un beso en la mejilla y le dijo - ¿Cómo estás? - Bien – le contestó ella y prosiguió en voz baja – esperándote. - ¿Qué hablan en secreto ustedes? – dijo Rodolfo riendo - Nada – le dijo María Isabel – Fito, ¿no te animás a ir a buscar a los chicos que llegan a Maldonado en un rato? - Si, vamos y les pegamos un susto con Tina – dijo Rodolfo riendo - Vayan en mi camioneta, así los distinguen porque no conocen el auto de Angélica. - OK

233


Rodolfo y Martina se fueron en la C4 de María Isabel a la terminal de ómnibus de Maldonado. En el camino, Martina le preguntó a Rodolfo - ¿Qué les vas decir a María Marta y a Sebastián? Se van a sorprender de verme contigo. - Si, vamos a esperar que dicen ellos – le contestó Rodolfo. Llegaron hasta la playa de estacionamiento y se quedaron esperando que arribara el ómnibus. Un rato más tarde, llegó y de él bajaron María Marta y Sebastián cargando sus mochilas. Cuando vieron la C4 de su madre se dirigieron hacia ella. Como ya había anochecido y no había mucha luz, no les asombró nada. Cuando ya estaban cerca de la camioneta, Martina y Rodolfo se bajaron. Los dos hermanos se detuvieron como pensando si esa era realmente la camioneta de su madre, pero enseguida María Marta gritó - ¡Vino a buscarnos Fito! Pero mirá quién está: ¡Tina! - Tenés razón – dijo Sebastián cuando corrieron hacia ellos Se abrazaron y al separase, María Marta preguntó - Tina, ¿qué hacés acá? - ¿Qué?, ¿no puedo venir recibirlos? – dijo Martina riendo - ¡Bandidos! – dijo Sebastián – ¡ustedes andan juntos! Cuando Sebastián dijo eso, Rodolfo abrazó a Martina y le dio un beso. - Paren un poquito – dijo María Marta – Tina, ¿no me vas a decir que te ennoviaste con este delincuente? - No es un delincuente – dijo Martina – y además lo amo. - Fito, lo conseguiste – le dijo Sebastián - A ver, ¿cómo es eso? – preguntó Martina - Desde que estábamos en el colegio, Fito decía que tú eras su novia - ¿Ves Tina? – dijo Rodolfo riendo, mientras ponía la camioneta en marcha – no se puede guardar ningún secreto. Mientras Rodolfo y Martina salieron, Esteban, María Isabel, Angélica e Ignacio se quedaron conversando sobre lo que había sucedido. - ¿Qué vas a hacer? – le preguntó Angélica a Ignacio - Mirá, justamente estaba esperando la hora. Lo voy a llamar a Manuel – le respondió él - ¿Tenés miedo de algo? – preguntó ella. 234


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Cuando Ignacio se fue para adentro para hablar con su abogado, María Isabel dijo - Esteban, vení un poco a casa. Quiero que veas la posibilidad de hacer una reforma. - Si, vamos – dijo él Angélica se los quedó mirando entre asombrada y feliz porque veía lo bien que se llevaban. Cuando Esteban y María Isabel entraron en la casa de ella, Esteban la tomó por los hombros y le dijo - María Isabel, no se como lo tomarás tú, pero tengo que decírtelo. - ¿Decirme qué? – dijo ella ruborizándose - Que te amo y quiero que te cases conmigo – dijo Esteban mientras la abrazaba y la besaba - Yo también te amo. Eres un hombre maravilloso. Al volver junto a Angélica, venían tomados de la mano. Angélica se puso de pie y les dijo - ¡Qué alegría tengo que se hayan animado a hablarlo! Quiero abrazarlos - Gracias a ti, Angélica, mi gran amiga – dijo María Isabel. Ignacio salió al jardín donde estaban su esposa, su cuñado y María Isabel - ¿Escuché mal? , ¿o hay novedades? – dijo mirando a María Isabel y Esteban. - Mirá que novedades – dijo Angélica indicando las manos de ellos - Venga una abrazo a los dos – dijo Ignacio -

-

Después de haberlos felicitado, Ignacio dijo Bueno, hablé un largo rato con Manuel. Casi en clave, me dijo que sabe que los jueces especializados están detrás de una organización de prostitución VIP y venta de drogas. ¿Puede ser donde está Mico? – preguntó Angélica No me lo pudo decir. Sabés que, por teléfono, hay cosas que no se puede hablar. ¿Y qué vas a hacer? – preguntó Angélica

235


-

-

El lunes a primera hora me voy a entrevistar con Manuel – dijo Ignacio – vamos a ver que sucede, pero quedate tranquila, pero me dijo que era posible que nos necesitara para declarar. Vamos a tratar de disfrutar el fin de semana – dijo Esteban – no quiero que Fito se preocupe. Si – dijo Angélica – vení María Isabel a ayudar a Elvira que somos muchos.

María Isabel fue para la cocina junto con Angélica. Cuando llegaron vio que ya estaba todo pronto para la cena. Entonces Angélica le dijo - Vení acá y contame como fue. - ¿Cómo fue qué? – dijo María Isabel con una sonrisa - No te hagas la boba. ¿Qué te dijo mi hermano? - Me dijo que me amaba y que quiere casarse conmigo, que no sabía que iba a decir yo, pero que tenía que decírmelo. - ¿Y? - Me besó – dijo María Isabel – y yo lo besé a él. ¡Me parecía tener quince años! - ¿Y cómo van a seguir? - No se Angélica, pero hoy me siento tan feliz que no me importa nada. Nos casaremos. Vamos a ver que piensan los chicos. Rodolfo y Martina llegaron con los hermanos que habían ido a buscar a la terminal. María Isabel, que oyó que llegaban, salió al jardín y le sorprendió ver a Esteban con los mellizos. - Les pregunté – dijo Esteban – si te buscaban y me dijeron que me buscaban a mí. - Chicos – dijo María Isabel – no molesten a Esteban. Además llegaron sus hermanos. - Si, ya vamos – contestó Federico Después de saludar a su madre y a sus hermanos, se vinieron todos para el jardín de la casa de Angélica e Ignacio. Cuando estaban todos reunidos, María Isabel vio que sus hijos mayores no se habían dado cuenta que estaba de la mano de Esteban. Entonces le dijo a él, en voz baja - ¿Te parece si, antes de cenar, se lo decimos a los chicos? - Si, pero vamos para tu casa – le contestó Esteban 236


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Escúchenme chicos – dijo María Isabel – vamos un ratito a casa que tengo algo que hablarles. Ustedes, Martina y Fito, vengan también. Perdónenos un ratito, Angélica, Ignacio

Todos fueron juntos. Los más chicos protestando y los mayores algo intrigados. Cuando estuvieron todos sentados, María Isabel lo miró a Esteban y él asintió con la cabeza. - Chicos – dijo ella – hay algo que Esteban y yo queremos anunciarles. Es posible que ustedes opinen en contrario, pero por eso tenemos que hablarlo. - Mamá – dijo María Marta – decinos que pasa, me tenés intranquila. - Es muy simple. Esteban me pidió que me casara con él. Se hizo un silencio entre todos. María Isabel lo miró a Esteban con cara preocupada. María Marta se levantó de donde estaba sentada, abrazó a su madre y, con mucha emoción, dijo - Todos sabíamos que se quieren, pero, ¿casarse? ¡Qué feliz me hacés mamá! Sebastián también se levantó y lo abrazó a Esteban. Atrás de Sebastián, vino Rodolfo y abrazó a su padre y luego a María Isabel. Los mellizos habían entendido poco, entonces, uno de ellos, Daniel, preguntó - ¿Mamá, Esteban va a vivir con nosotros? - Si, mi amor – dijo María Isabel que lloraba – va a vivir con nosotros. Angélica e Ignacio se asombraron de ver venir a todos felices y conversando entre ellos. Cuando llegaron al jardín, donde ya estaba servida la mesa para cenar, Angélica preguntó - ¿Podemos saber que pasó? - ¡Mamá y Esteban se casan! – exclamó María Marta – ¿te imaginás que divino? Luego de dada la noticia, todo eran comentarios y alegría. En un momento, Martina tomó de la mano a Rodolfo y le dijo - ¡Qué feliz me siento de compartir esta alegría! - Esta es la gente que yo quiero – dijo Rodolfo 237


Américo volvió al hotel en taxi. Ya había oscurecido. Entró en el escritorio y allí estaba Francisco Paz, que le dijo - Ah apareciste. ¿En qué lío te has metido? - Nada, hice mierda el auto – le contestó Américo - Pero mira – le dijo Francisco – las chicas me contaron que le pegaste a Mabel y ella salió corriendo hacia la ruta y se subió a un coche de matrícula argentina. - Lo que pasa es que se quería meter en mis cosas – quiso justificarse Américo. - Ya, ya, lo que sea – dijo Francisco – pero si hace una denuncia nos vamos a ver en líos. - No, no te preocupes, es una putita barata. No se a animar a hacer la denuncia. Además, si la hace, ella me pegó con un jarrón, mirá la herida, puedo dar vuelta todo lo que ella diga.. - Si, pero vete y vuelves más presentable y ¡no te drogues! - Andate a la mierda, gallego - No seas cabrón y acuérdate de todas las huevadas que has hecho – le contestó Francisco. Mientras tanto, en casa de Angélica y José Ignacio, todo era una fiesta. Ya era avanzada la noche, por lo que Martina le dijo a Rodolfo - Mi amor, estoy cansada, ¿me podés llevar? - Si, lógico, pero, ¿te pasa algo? – le preguntó él - No, con todo lo que pasó hoy, he quedado muy agotada - Tenés razón, vámonos Después de saludar a todos, Rodolfo y Martina salieron, en el Cruze de Angélica. Antes de llegar a la casa de la tía de Martina, Rodolfo detuvo en auto, le tomó la mano a ella y le dijo - Tina, me va a ser muy difícil estar lejos de ti - A mí también, pero tenemos que programar como va a ser nuestra vida de ahora en adelante – dijo ella - Si, amor, pero quiero poder verte todos los días. - Bueno, yo te dije una vez, vamos despacio – dijo Martina sonriendo - Es que si quieres, ya podríamos casarnos - Rodolfo, ¿me estás proponiendo matrimonio? – dijo Martina con los ojos llenos de lágrimas. 238


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Si, porque no puedo vivir más sin ti. Si, mi amor – dijo ella – cuando estemos en Montevideo, arreglamos todo. No quiero separarme de ti. Apenas llegues a tu casa, llamame – dijo él Si mi amor – le contestó Martina dándole un beso apasionado – Yo me voy el lunes con mamá y mi tía. En cuanto llegue a Montevideo te llamo o te mando un mensaje, si es temprano y estás trabajando.

239


240


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO XIX

El domingo viajaron todos a Montevideo. María Isabel, en su camioneta con sus hijos y su niñera, Angélica e Ignacio lo hicieron en el auto de este y Rodolfo con su padre en el auto de Angélica. Rodolfo, Esteban, Angélica e Ignacio llegaron a la casa de estos últimos. Luego de saludarse, Rodolfo le dijo a su tía - Pedile a Felipe que me pida un taxi - ¡De ninguna manera! – dijo Angélica – yo los llevo - Pero tía – dijo Rodolfo – no te vas a ir hasta Pocitos ahora. - No se discute – le respondió ella sonriendo – además quiero ver como está la cueva de hombres. Poco después, Rodolfo y su padre se quedaron solos. Rodolfo le preguntó - Viejo, por simple curiosidad, ¿cómo van a seguir las cosas con María Isabel? - ¿Por qué te interesa tanto? – dijo Esteban sonriendo - No, pensé que ya tenían algo planeado. - Si, no te puedo mentir, algo planeamos, pero no quiero anticipar nada. Vamos a ver como se desarrollan los acontecimientos. Sucede que ella está a cargo de varias empresas y, una posibilidad sería que yo la ayudara en alguna. - ¿Si?, sería genial, ¿no? - Esperemos. Y ya que preguntás, ¿qué va a suceder con Martina? - Es muy pronto papá, vamos a ver como sigue todo. - ¿Viste?, nunca hay que subir un escalón si no subiste el anterior – dijo Esteban riendo. Mientras tanto, esa noche, en el “SOLSTICIO”, había gran movimiento. Francisco había llegado con la noticia que era posible que la justicia iniciara una investigación por las actividades dentro del establecimiento. - Pero, ¿cómo pudo escaparse información? – preguntó Américo - ¿No te das cuenta, huevón? – le dijo Francisco – la chica que golpeaste debe haber hecho la denuncia. 241


-

-

No creo, era un putita cualquiera. Hubiera venido a pedir plata Bueno, creo que tenemos que prepararnos – dijo Francisco – cuéntame, ¿cuántos alojados con acompañantes hay? Solo uno y el otro vino con su pareja pero los dos se van mañana – le contestó Américo. Bueno, trae a las demás chicas. Diles que tenemos que hablar con ellas. ¿Qué vas a hacer? – le preguntó Américo Tenemos que cerrar, ¿acaso no te has dado cuenta que estamos en plena temporada y no tenemos huéspedes? Lo mejor es cerrar aduciendo reformas y nos ocultamos por un tiempo. ¿Y qué vas a hacer con Mercado y su hija? Los estoy llamando ahora – le contestó Francisco.

Un rato más tarde llegó Américo con tres mujeres que eran las que estaban en ese momento alojadas. Se reunieron ellas, el personal del establecimiento, Américo y Francisco. Este último les dijo. - Hemos tenido algunos problemas que han hecho que baje la cantidad de huéspedes. Por eso mismo, mañana vamos a cerrar el establecimiento. - Pero, ¿qué pasa con nuestros salarios? – dijo una de las chicas acompañantes. - En este momento ya tenemos todo para liquidarles lo que se les adeuda, tanto a ustedes como a todo el personal. Por favor, Américo, vas entregando el dinero a cada uno y que firmen la documentación. Les aclaro que se hay algo que tienen que reclamar, lo hacen al teléfono que Américo les está entregando. Ese es el teléfono de los directores del establecimiento. - ¿Y cuando nos vamos? – preguntó otra de las mujeres - Ya hemos dispuesto dos vans que están en la puerta para que se vaya ahora mismo. Una va directo a Montevideo y la otra va hacia Maldonado. En el establecimiento solo van a quedar 3 personas que se van a encargar de la vigilancia, hasta que se comiencen las obras de remodelación. Cuando Francisco terminó de hablar, la reunión se dispersó y, entonces Américo le preguntó - ¿Qué hacemos nosotros?

242


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Tu, haz lo que quieras. Yo me voy mañana para España. Mañana viajo a Carrasco y me tomo el primer avión que pueda. ¿Hablaste con Mercado? – preguntó Américo No pude ubicarlo, pero si hablé con la hija. Está muy enojada y dice que tú eres el culpable de todo. Pero, ¿por qué? Porque llegó la denuncia de tu putita – contó ella ¡La mierda!, entonces también yo tengo que rajar.

Al día siguiente, tanto Esteban como Rodolfo se reintegraron a su trabajo. Cuando Rodolfo llegó a la empresa, la secretaria del Director, Beatriz, lo llamó al celular - Buen día, Sánchez, el ingeniero quiere verte - Buen día – le respondió él – me cambio y voy Unos minutos después, llegó a la oficina del director de GELEC. - Hola Rodolfo – dijo Beatriz – ¿cómo te fue? - Muy bien. Me dijiste que el ingeniero quería verme. - Si, pasá -

-

Américo golpeó la puerta y oyó Adelante Buen día, ingeniero – dijo Rodolfo Buen día, Sánchez, tome asiento – le respondió él. Gracias – dijo Rodolfo sentándose en aquellos mullidos sillones. Sánchez – dijo el director de GELEC – le debo un par de explicaciones. ¿Si? – dijo Rodolfo que no entendía a qué se refería el ingeniero. ¿Vio que suspendimos la asistencia a uno de los desfiles?, bueno, nos enteramos que se había algo turbio detrás del funcionamiento de ese establecimiento, por lo que, decidimos, abrirnos. ¿Y sabe lo que más nos llamó la atención?, la cantidad de dinero que pretendían pagar porque no suspendiéramos la asistencia nuestra. ¿Qué será? – dijo Rodolfo recordando que su hermano estaba en esa empresa. Perdón por una pregunta – dijo el ingeniero – el contador Ignacio Vázquez, ¿es tío suyo? 243


-

-

Si señor, está casado con una hermana de papá, que también es contadora. ¿Sabe por qué le pregunto?, porque se que su tío llevaba la administración de alguna de las empresas del Dr. Mercado y, hace ya como tres años, me enteré que no la lleva más. Seguramente su tío, que es muy capaz, debe haber sospechado algo semejante. Puede ser –dijo Rodolfo – pero nunca comentó nada. Es más yo estuve este fin de semana pasada alojado en casa de ellos. Bien – dijo el ingeniero – lo otro que quería hablar es de su puesto en la empresa. Lo vamos a poner de Gerente de Instalaciones y Automatizaciones, pero además de cambiar, sustancialmente su sueldo, quiero hacerle entrega de este cheque en retribución a su trabajo.

Dicho esto, el ingeniero Duarte le dio un cheque por diez mil dólares. Rodolfo lo miró y le dijo. - Perdóneme, ingeniero, pero esto es una barbaridad. No creo merecerlo - Una barbaridad es el tiempo que usted le dedica a la empresa y la prolijidad de su trabajo. - Bueno – dijo Rodolfo – no se me ocurre más que decirle gracias, muchas gracias. - Ah, cuando salga, dígale a Beatriz que le indique cual es su oficina y le presente a su secretaria. Cuando Rodolfo salió del escritorio del director de la empresa, estaba medio atontado. En ese momento, Beatriz se paró y le dijo - ¿Me permitís que te de un beso? - Si, pero. ¿por qué? - Porque has trabajado como un león y te lo reconocieron. Vení que te muestro tu oficina y te presento a Rosario, tu secretaria Hablando de todo un poco, ¿tenés novia? - Si – dijo Rodolfo sorprendido por la pregunta - Bueno – dijo Beatriz riendo – podés decirle que se quede tranquila. Rosario es una señora encantadora que hasta tiene nietos.

244


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Rodolfo estaba orgulloso con su nuevo cargo que, si bien era mayor responsabilidad, le daba la esperanza de poderse casar con Martina. Al llegar, de tarde a su casa, Esteban ya había llegado. Rodolfo, con gran alegría le dijo - Viejo, no te imaginás. Me ascendieron a gerente. Y me dieron este cheque - A ver – dijo Esteban - Nene, te vas para arriba, dame un abrazo -

-

Después de abrazarse, Rodolfo le dijo Te veo muy vestido, ¿Vas a salir? Si, me llamó María Isabel y me dijo que los mellizos creen que no me van a ver más. Andá, viejo, los mellizos o ella – dijo Rodolfo riendo Está bien. ¿Qué vas a hacer tú? Voy a esperar porque Tina quedó en llamarme cuando llegara Montevideo. Es raro que no haya hecho, pero seguro que el tráfico la debe haber demorado. En la heladera hay comida – dijo Esteban – y cualquier cosa me llamás. Andá tranquilo y mandale un beso a María Isabel y a los chiquilines.

Cuando Esteban se fue, Rodolfo comenzó a buscar ropa para darse un baño y cambiarse. En ese momento sonó su celular. Él miró. Era Martina. - Hola, mi amor – dijo Rodolfo - ¡Rodolfo!, por favor, ¿estás en tu casa? – dijo ella entre sollozos - Si, Tina, ¿qué pasó? - Voy para allí – le contestó ella y cortó la comunicación. Rodolfo quedó muy preocupado por lo que bajó hasta el hall de entrada del edificio. Unos minutos más tarde, vio parar un taxi y que, de él, bajaba Martina. Rodolfo Abrió la puerta y fue a recibirla. Ella se abrazó y, llorando, le dijo - Es horrible, Rodolfo, estoy muy asustada

245


-

Buen, calmate y vamos a casa – le dijo él abrazándola – y me contás que pasó.

Subieron hasta el departamento de Rodolfo y allí Martina se sentó en un sillón. Rodolfo le alcanzó un vaso de agua y le dijo - Tina, por favor, contame que te pasó. - Si – dijo ella casi sollozando – mamá y mi tía me dejaron en casa hoy a mediodía y ellas siguieron para Paysandú a casa de mi tía. Yo me recosté un rato para llamarte más tarde. Se ve que me quedé dormida y sonó el celular. Cuando lo tomé, era un número desconocido. Contesté. Era Silvina. - ¿Silvina? – preguntó Rodolfo con cara de asombro - Si y después de hablar ella, le pasó el teléfono a Américo. - ¿Y qué te dijeron? - Cosas horribles. Que tenía que declarar a favor de ellos, que me iban a secuestrar para asegurarse, que te iban a matar a ti si no les hacía caso – fue lo que pudo decir Martina antes de ponerse a llorar - Amor – dijo Rodolfo – calmate. Ahora estás aquí conmigo. No te va a pasar nada. Voy a llamar a Nacho. Él debe saber que hacer. -

-

Rodolfo tomó su celular y llamó a su tío Hola, ¿Nacho? Si, Fito, ¿pasó algo? – le contestó Tina está conmigo ahora y dice que la llamaron Silvina Mercado y Américo amenazándola no se por qué cosa ¿Dónde están ahora? – preguntó Nacho En casa. Papá se fue a casa de María Isabel. Está bien. No se muevan de allí. Le voy a pedir a tu tía que hable con María Isabel mientras yo llamo a mi abogado. Esperá mi llamada para hacer cualquier cosa. Si, Nacho, gracias.

Al terminar la conversación Rodolfo miró y Martina estaba sentada en un sillón con su cara entre las manos. Él se sentó a su lado y la abrazó. Ella levantó la cabeza y le dio un beso en la mejilla - Gracias, Rodolfo, no se que haría si no te tuviera.

246


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Me vas a tener siempre, no te me vas a escapar – dijo él sonriendo. No, nunca me voy a separar de ti. Mirá – dijo Rodolfo – Nacho va a llamar a su abogado. Me pidió que nos quedáramos aquí y no saliéramos. Él cuando tenga noticias nos va a llamar.

Martina se abrazó a Rodolfo y se quedó un rato así. Rodolfo, tratando de distraerla, le dijo, - No sabés las noticias que tengo. - Ay, si contame – dijo ella tratando de sonreír - Me ascendieron a Gerente y mirá – le dijo Rodolfo mostrándole el cheque. - ¡Mi amor!, qué alegría. ¿Qué vas a hacer con tanto dinero? - Pedirte algo – dijo él – pero no ahora. - ¿Me vas a dejar con la intriga? - No seas curiosa. Ya lo vas a saber. -

Sonó el celular de Rodolfo Nacho…si…bueno ya bajamos Nacho nos está esperando abajo. Quiere que nos vayamos a su casa.

Martina, abrazada de Rodolfo, bajó junto con él y se subieron al auto de Ignacio. - Hola – dijo Rodolfo - ¿qué sabés de esto? ¿Hablaste con el abogado? - Si, no se impacienten – le respondió Ignacio – ahora cuando lleguemos a casa ya debe estar allá. Además tu tía llamó a María Isabel para que tu padre se quedara tranquilo. - Perdoname, Nacho – dijo Martina – pero, ¿es tan complicado? - No se, estamos tomando las precauciones del caso – le contestó Ignacio. Al llegar a la casa de Ignacio y Angélica, les llamó la atención que había dos automóviles, que, seguramente, eran de la policía. Al entrar al jardín con el auto, el abogado, Manuel Villador, se aproximó a ellos. - Manuel –le preguntó Ignacio - ¿qué pudiste averiguar? 247


-

Por ahora es poco, pero vamos adentro que estamos todos.

Martina se mantenía abrazada de Rodolfo, como temiendo que pasaría algo. Cuando entraron en el living de la casa, allí estaban, Angélica y dos policías que se presentaron. El mayor de ellos dijo - Señores él es el Inspector Martínez y yo soy el Inspector Ríos. Vinimos hasta aquí a pedido del señor juez por intermedio del doctor Villador. - ¿Y a qué se debe su presencia? – preguntó Ignacio - Acaban de llegar al país dos chicas que estaban en España ejerciendo la prostitución. De acuerdo a las primeras declaraciones, ellas fueron llevadas a Europa por un tal Francisco Paz, pero es solo lo que puedo anticiparles. - Pero, Inspector – dijo Martina – ¿puedo preguntarle algo? - Si, por favor, señora - ¿Cómo me llegó una amenaza a mí de parte de Silvina Mercado y Américo Sánchez? - Porque ellos, al igual que Santiago Mercado, están prófugos. Por eso fue la idea de reunirlos aquí, tal como lo ofreció el contador Vázquez. Yo les pediría, si no es mucha molestia, que se mantengan aquí, hasta que sepamos de ellos. - ¿Y demoraría mucho eso? – preguntó Rodolfo - No, no creo, es cuestión de horas. Pero señora Delgado, permítame hacerle alguna preguntas, si su abogado está de acuerdo. - Si – dijo Martina, mirando a Manuel que asintió con la cabeza. - ¿Cómo sabía usted que quienes la llamaron eran Silvina Mercado y Américo Sánchez? - Porque tengo guardado, en mi celular, el número de los dos. Nunca los borré. No se por qué, pero los mantuve. Además ellos se identificaron. - ¿Y recuerda, aunque no sea exactamente, lo que le dijeron? - Ella quedó muy alterada – dijo Rodolfo - Si, es lógico – dijo el policía – piénselo tranquila. - Me dijeron algo así como que me iban a secuestrar para obligarme a declarar a favor de ellos. Que si no lo hacía me mandaban matar – dijo Martina que se puso a sollozar.

248


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

Rodolfo la abrazó y le dijo Tranquila, amor, no te va a pasar nada Si, ya se, perdóneme. Señora Delgado – dijo el policía – ¿podría poner su celular sobre este aparato? Ya lo hablamos con el doctor. Aquí podemos grabar la conversación si ellos vuelven a llamar. Si, como no.

Angélica, que se había mantenido apartada, se acercó a Martina y le dijo - Tina, ¿querés tomar algo? ¿algún calmante? - Solo un vaso de agua fría, ¿si? – le respondió Martina. Poco después, sonó el celular de Martina. Ella se puso muy nerviosa y el policía le dijo - Quédese tranquila, nosotros vamos a estar grabando la conversación y, al mismo tiempo tratando de localizar desde donde la hace. No necesita tomar el celular, hable por este micrófono. - Hola – dijo Martina – quién es - ¡¿Cómo preguntás quien es, puta de mierda?! Soy Silvina Mercado. ¿Dónde te metiste? No te escondas. Te vamos a encontrar igual. Ahora te paso con quien te quiere mucho En ese momento Martina estuvo a punto de ponerse a llorar pensando que podría ser su madre. - Hola – dijo una voz de hombre – te habla Américo Sánchez. ¿Creés acaso que te vas a escapar de nosotros? Ya te vamos a ir a buscar y te encerramos hasta que declares a favor nuestro. Si no lo hacés te matamos. Al cortarse la comunicación, Martina se puso a llorar. Rodolfo la abrazó y se sentaron juntos en un sillón. Angélica miraba la escena y se le caían las lágrimas. Mientras tanto, Manuel Villador, Ignacio y los dos policías hablaban entre ellos. - Evidentemente – dijo el inspector Martínez – no son profesionales en esto. Permitieron que la señora Delgado les mantuviera la conversación. Ellos deben saber algo sobre las maniobras de Francisco Paz y quieren salvarse. 249


Sonó el celular del policía. Él se apartó y lo atendió. Poco después, se acercó a Manuel e Ignacio y les dijo - Dio resultado. Los acaban de detener. - Vamos a decírselo a los muchachos – dijo Ignacio Cuando se acercaron a donde estaban Angélica, Martina y Rodolfo, el doctor Villador les dijo - Ya los capturaron. Estaban más cerca que lo que pensábamos. Así que se terminó la pesadilla. - ¿Cómo fue? – preguntó Rodolfo - No tenemos detalles todavía – dijo el inspector Martínez – pero seguramente en las próximas horas, cuando declaren ante el juez, sabremos más. Sinceramente, les agradezco mucho vuestra colaboración. -

Después que los policías se fueron, Angélica les dijo Se quedan a cenar, ¿no? Si, tía – le contestó Rodolfo que tenía abrazada a Martina Soltala un poco – dijo Ignacio riendo –no la dejás respirar. No, no me sueltes, quiero sentirme protegida – dijo ella sonriendo. ¡Qué lindo verte sonreír! – dijo Angélica Ah, Angélica e Ignacio – dijo el abogado – seguramente van a tener que ir a declarar al juzgado por las chicas que repatriaron. Es necesario que sepamos si son las que estaban con ustedes. Además, vamos a hacer una denuncia penal contra Silvina Mercado y Américo Sánchez por amenazas de muerte.

Cuando el abogado se fue, después de saludar a todos, Angélica, dirigiéndose a Martina y Rodolfo, les preguntó - ¿Por qué no se quedan a dormir aquí y se van mañana temprano? - Ay, gracias Angélica – dijo Martina – pero no tengo ni que ponerme y quiero darme un baño. - Mirá – contestó Angélica – vení conmigo y elegimos alguna de mi ropa. Algo te debe quedar bien. Y tú Fito tenés una ropa que te dejaste en Punta del Este y me la mandó Felipe. Martina al irse con Angélica y lo miraba a Rodolfo como preguntando: “¿Qué hacemos?” 250


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Rodolfo se había quedado en el living sin saber que hacer. Llegó Ignacio con sendos vasos de whisky y le dijo - Antes de cenar viene bien En la planta alta de la casa, Martina y Angélica habían entrado en el vestidor de esta última. - Mirá – dijo Angélica – acá tenés para elegir - Angélica – le contestó Martina – tengo que confesarte algo. Lo hago porque eres la tía del hombre que amo. - Si, decime – le dijo Angélica algo extrañada - Me da algo de vergüenza, pero Rodolfo y yo nunca estuvimos juntos. – dijo Martina - ¿Por qué te tiene que dar vergüenza? Aquí hay habitaciones de sobra así que pueden dormir separados, si quieren – dijo Angélica haciendo una guiñada - No, es en serio – le contestó Martina – no se que pensará Rodolfo. - Es fácil – dijo Angélica – esta noche duermen en cuartos separados. Esta es una situación que deben resolver ustedes. - Gracias, Angélica, voy a darme una ducha y cambiarme. Poco después estaban cenando los cuatro cuando sonó el celular de Rodolfo. - Viejo, ¿qué haces?...en casa de los tíos…si, no te preocupes…beso - Era tu padre – dijo Angélica riendo – ¡cómo te cuida! - Si, pero no era por eso sino para avisarme que se queda a dormir en casa de María Isabel porque los mellizos se lo pidieron. - ¡Mirá que bandida mi amiga! – dijo Angélica riendo y mirando a Martina – pone a sus hijos de pretexto. Luego de cenar, Ignacio se fue al escritorio y Angélica acompañó a Martina y Rodolfo a la planta alta. Le indicó a cada uno su dormitorio. Ellos se despidieron y Angélica bajó a acompañar a Ignacio. Cuando estaban juntos mirando unos documentos, Angélica dijo - Nacho, Martina es contadora. No sería bueno integrarla al estudio para que me ayude. Eso te aliviaría el trabajo a ti. 251


-

-

¡Qué inteligente que eres!, por eso te elegí como mi mujer. No se me había ocurrido. Además es una chica emprendedora y de confianza. Bueno, mañana se lo decimos – dijo Ignacio Yo hablo con ella porque no se como tiene lo del colegio donde da clases. Un chusmerío – dijo Ignacio – ¿se fueron a dormir en cuartos separados? Si, pero no te voy a contar nada. Mejor dejá todo esto ya vamos nosotros a acostarnos juntos.

Rodolfo estaba profundamente dormido. Toda la agitación del día agregado a su ascenso y el dinero recibido, lo habían cansado demasiado. De pronto se despertó sobresaltado. Miró hacia la puerta y allí estaba Martina envuelta en una bata. En voz baja, ella dijo - ¿Puedo entrar? - Si, mi amor – respondió él poniéndose de pie, abrazándola y besándola. - Rodolfo te pareceré una idiota – dijo ella – pero no me animaba a venir porque no sabía que pensarías. - ¿Qué querés que piense?, solo que eres mi mujer. pasión.

Los dos compartieron su primera noche de amor y

Al día siguiente, Martina salió de su habitación y Rodolfo de la suya. Bajaron tomados de la mano al comedor diario a desayunar. Allí ya estaban Angélica e Ignacio. - ¿Durmieron bien? – preguntó Angélica con una sonrisa - Si, muy bien – dijo Rodolfo mientras que Martina se ruborizaba sin decir nada - ¿Y tú? – le preguntó Ignacio a Martina - Si, si, muy bien – dijo ella - Bueno – dijo Rodolfo – ahora tengo que darles una noticia muy importante. En realidad la quería dar anoche, pero no pude. Me ascendieron a Gerente y m dieron un premio. - Felicitaciones – dijeron Angélica e Ignacio que se pusieron de pie para darle un beso. - Ahora no vas a tener pretextos – dijo Angélica 252


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

¿De qué? – le preguntó Rodolfo. De preguntarle – dijo Ignacio riendo Bueno, no se metan, ya va a suceder en su momento – contestó Rodolfo Si – dijo Martina – anoche antes de venir, me dijo que me iba a pedir algo, pero que esperara. Bueno, mientras esperás a este individuo – dijo Angélica – Ignacio y yo te queremos hacer una propuesta. ¿Si? – preguntó Martina extrañada y mirando a Rodolfo A mi no me mires que no tengo nada que ver – le dijo Rodolfo dándole un beso. No, Fito no tiene nada que ver – prosiguió Angélica - ¿te vendrías a trabajar al estudio con nosotros? Antes que me digas nada, sucede que Ignacio con la empresa y los campos, tiene mucho trabajo. Pocas veces, pobre, me puede ayudar y necesito a alguien de confianza y pensamos en ti.

Martina quedó tan sorprendida que no sabía que contestar. Entonces Ignacio le dijo - Martina, no tenés que contestarnos ahora, lo que si podemos darte es cual sería tu situación. Entrarías como socia parte del estudio, así podés cobrar un sueldo y las comisiones que resulten. - Lo único que se me ocurre decir es ¿me permiten abrazarlos? – dijo Martina. -

-

Rodolfo los miraba con una sonrisa Parece que ustedes fueran adivinos – dijo Martina – porque desde ayer me quedé sin el empleo en el colegio. Pero no me dijiste nada – protestó Rodolfo Es cierto perdoname, pero con todo lo de ayer, no quería agregar más problemas. Bueno, señores – dijo Ignacio – tenemos que ir a trabajar. Fito te llevo a tu casa y tú Martina te podés quedar con Angélica así hablan de tu nueva tarea. Angélica, acordate que a las 14 tenemos que estar en el juzgado. Si, andá tranquilo

Después que Ignacio y Rodolfo se fueron, Angélica le preguntó a Martina 253


-

Esa cara diferente que tenés, ¿es solo por el empleo? Ay, no – dijo abrazándola – anoche tuvimos un encuentro maravilloso con Rodolfo. Cada vez lo quiero más.

254


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO XX

A las dos de la tarde, Angélica e Ignacio junto con el doctor Villador, se encontraban en el juzgado especializado. El doctor le dijo a Angélica - Angélica, lo único que te van a pedir es que identifiques a las chicas. Tú no podés hablar con ellas, solo tenés que decir si las conocés y si sabés sus nombres ya que ellas tienen pasaportes, probablemente, falsos. - ¿Tú entrás conmigo? – le preguntó Angélica a Manuel - Si quedate tranquila. Unos minutos después el oficial de justicia llamó a Angélica al despacho del juez. - Buenas tardes señora de Vázquez –dijo el juez – le agradezco que haya accedido a esta instancia. - No, no tiene que agradecer – dijo Angélica que estaba muy nerviosa - Tome asiento – dijo el juez – usted también doctor y perdóneme que no lo saludé – y dirigiéndose a un policía que estaba en la puerta le dijo – puede hacer pasar a las dos mujeres. Cuando Angélica vio a las chicas quedó muy impresionada. Estaban físicamente desfiguradas. Una de ella parecía estar embarazada. Ambas miraron a Angélica con odio. - Señora de Vázquez, ¿identifica usted a estas dos mujeres? – preguntó el juez - Si señor – le respondió Angélica que, frente a la actitud altanera de ellas se había enojado – ella es Alejandra Ramos y la otra es Alicia Maderna. - Muy bien – dijo el juez – puede retirarse, señora, en un momento le alcanzamos su declaración para que la firme. Gracias doctor. -

Al salir del despacho del juez, Ignacio le preguntó Mi amor, ¿cómo fue? Al principio me dio lástima, pero al ver la cara de odio de esas mujeres, me dio una rabia imponente. Bueno, vámonos – dijo Ignacio 255


-

Manuel – preguntó Angélica – en qué sigue esto Ahora van a comparecer los otros acusados. Por ahora, nosotros no tenemos nada que hacer aquí – le respondió el abogado

Mientras tanto, el juez les tomó declaraciones a Alicia y Alejandra, por separado. Las dos estaban asistidas por un abogado nombrado de oficio. Ambas coincidieron en que había sido llevadas a Europa prometiéndoles trabajo de modelos y que, una vez allá las obligaron a prostituirse. - Señorita Ramos – dijo el juez – tenemos entendido que usted ya ejercía la prostitución aquí en Montevideo. - No, no es así, señor, nosotras, con Alicia salíamos y, a veces, teníamos novios que nos pagaban la consumición en el boliche, nada más. - ¿Y quien las animó a irse a Europa? - No tengo nada que decir – dijo Alejandra. - Bien, pueden llevarla. - Señor juez – dijo el abogado que asistía a las dos mujeres - ¿en qué calidad está mi defendida? - Están en calidad de indagada. Pasaré los acontecimientos al señor fiscal solicitando el procesamiento de ambas por reiterados hurtos a las personas que ellas frecuentaban. Poco más tarde llegaron, al juzgado, por separado, Silvina Mercado y Américo Sánchez. La primera en entrar al despacho del juez, fue Silvina, acompañada de su abogado. Después de las rutinas de rigor, el juez le preguntó - Señorita Mercado, ¿cuál era su participación en el establecimiento “SOLSTICIO”? - Yo no tenía ninguna participación en ese establecimiento. Solamente iba a retirar dinero para depositarlo en la cuenta de mi padre, que era el socio mayoritario. - ¿Usted no sabía la actividad que se desarrollaba allí? – preguntó el juez - No señor – dijo Silvina en tono altanero - Bien, oficial haga pasar al otro detenido – ordenó el juez

256


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

Entonces entró Américo. Silvina lo miró enojada. Señor Sánchez – preguntó el juez – ¿cuál era su participación en el establecimiento “SOLSTICIO” ¿ Era el administrador y me encargaba de las relaciones públicas. ¿Usted contrataba a las prostitutas que trabajaban en ese lugar? No, señor, nunca lo hice. Quiero aclararle algo, señor Sánchez. Usted ya está procesado por agredir a una mujer. Un falso testimonio, evidentemente agravaría su situación. Allí intervino el abogado que representaba a Américo Señor juez, ¿está usted amenazando a mi defendido? No, doctor, solamente le estoy recordando cual es si situación. Solamente promocionaba el lugar – respondió Américo ¿De que manera? – preguntó el juez Llamando por teléfono a mujeres que se ofrecían como prostitutas. ¿Usted conoce cuál era la actividad de la señorita Silvina Mercado, aquí presente? Si señor, ella era la principal directora del establecimiento.

En ese momento, Silvina se levantó de su asiento y le propinó un golpe en la cara a Américo, registrándose un tumulto. El juez dio orden de que se los llevaran a los dos. -

Poco después, sonó el celular del juez. Él atendió ¿Si?...ah inspector, dígame…muy bien…si, si, tráigalos a mi despacho. Quiero dictar sentencia hoy mismo. Está aquí conmigo el señor fiscal.

Un poco después entraban en el despacho del juez, Alejandra y Alicia, acompañadas de su abogado, Francisco Paz con su abogado y Julia Iruleguy. - Señores, les quiero advertir que, al más mínimo entorpecimiento con los procedimientos, serán acusados de desacato. - Señora Iruleguy, usted pidió hacer una declaración. - Si señor juez – dijo Julia – la señorita Mercado conjuntamente con mi hijo Américo y Francisco Paz, iniciamos un negocio de

257


-

-

-

contratar mujeres para que sirvieran de acompañantes en el hotel “SOLSTICIO”. ¿Puede explicar como se inició ese negocio, como usted lo llama? – preguntó el juez. Mi hijo, Américo, estaba hospedado en casa de mi ex cuñada, Angélica Sánchez, y allí conoció a dos chicas, Alejandra y Alicia que eran prostitutas. Él lo conversó con Silvina Mercado y armaron un plan para sacarlas de la casa y enviarlas al establecimiento. ¿En que consistió el plan? Américo nos dijo, a Silvina y a mí, que esas chicas eran prostitutas. Entonces Silvina Mercado se disfrazó de chofer y fue a buscarlas con otra chica, Raquel Machado, para que se integraran al plantel. A las chicas ya se los había avisado el propio Américo. Señor Paz, ¿usted estaba enterado de toda esta maniobra? – preguntó el juez No tengo nada que declarar – respondió Francisco ¡Como que no! – gritó Julia – si fuiste el que mató a Raquel porque se quería escapar. Oficiales – dijo el juez – retire a estas personas y condúzcalas junto con las demás a Cárcel Central.

258


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPITULO XXI

Con el paso de los días, Martina se había acostumbrado al trabajo en el estudio. Angélica estaba encantada con ella por su efectividad y dedicación. Más de una vez, a las 6 de la tarde tuvo que obligarla a irse y no quedarse trabajando. Una mañana, mientras tomaban un café en la oficina de Angélica, ella le preguntó a Martina - ¿Cómo andan las cosas con el bandido de mi sobrino? - Ay, Angélica, no lo llames así. Es un hombre maravilloso. No sabés como me trata. Me considero una princesa. Cada día estoy más enamorada de él. - ¿Y no te ha propuesto nada? – preguntó Angélica. - ¿Proponerme qué? - Casamiento, boba o irse a vivir juntos. - No, nunca me insinuó la posibilidad de irnos a vivir juntos. Creo que lo hace por respeto y me parece muy bien. Tú sabés que soy chapada a la antigua. - Voy a tener que empujar a ese individuo. ¡Es igual al padre! - Te mato si le decís algo, Angélica – dijo Martina riendo Esa tarde, cuando Rodolfo llegó a su casa, estaba Esteban vestido para salir. - ¿Vas a salir? – dijo Rodolfo con una sonrisa - Si, pero te estaba esperando para charlar contigo. - Si, decime - Estuvimos hablando con María Isabel. No podemos seguir viéndonos como novios. Ya somos grandes. Además ella está abrumada por tener que administrar las empresas y hay día que veo que está muy cansada. - Bueno, vayamos al grano, ¿qué querés hacer? – dijo Rodolfo sonriendo. - Hoy estuve hablando con el ingeniero Suárez y le planteé la posibilidad de dejar el cargo. Se mostró sorprendido, pero cuando le expliqué las razones me dijo: “ese es su futuro Sánchez, usted es demasiado capaz para seguir de capataz. Eso si, entréneme a alguien” 259


-

Y te vas a casar con María Isabel Si, no puedo mentirte, no sabés como extraño estar con ella. Viejo, metele para adelante, te lo merecés. Ya que hablamos, ¿cómo estás con Martina? Muy bien. No digas nada pero le voy a proponer que nos casemos. Bárbaro. Fijate que se pueden venir a vivir aquí. Si, pero con la condición que te lo pagamos – dijo Rodolfo Dejate de joder. Me voy que se me hace tarde – le contestó Esteban.

Rodolfo se bañó y se vistió. Luego tomó su celular y la llamó a Martina - ¿Rodolfo? – contestó ella riendo – ¿qué es esto de llamar tan tarde? - Hola, mi amor. Lo que pasa que tengo que arreglar algo contigo y tengo que prepararme. - No entiendo nada - Bueno, ponete más linda que de costumbre y te paso a buscar para ir a cenar. - ¿Qué pasó? – preguntó ella - Nada. Decime a que hora paso. - Dame una hora, ¿está bien? - Si, un beso muy grande - Igual para ti Una hora más tarde, Rodolfo tocaba timbre en el edificio donde vivía Martina - ¡Ya bajo! – dijo ella por el intercomunicador Poco después, apareció en el hall de estrada del edificio. Estaba vestida con un traje ajustado, maquillada y calzaba sandalias de taco alto. Rodolfo se quedó mirándola - No pongas cara de bobo – dijo ella riendo – y dame un beso -

El la abrazó y lo único que dijo fue Tina. Te amo Yo también, pero me tenés muy intrigada con tus misterios. Bueno, vamos a cenar y develamos el misterio 260


DOS HERMANOS – UNA VIDA

Tomaron un taxi y poco después estaban cenando en un restorán muy lujoso. Martina no cabía del asombro. Cuando ya había pedido el postre, Rodolfo le dijo - Tengo un regalito para ti pero, cuando te lo de, me tenés que responder. - ¿Responder qué? – preguntó ella - Tomá – dijo Rodolfo entregándole una pequeña caja forrada en terciopelo Martina lo abrió y dentro había un anillo de oro blanco con un espléndido brillante. Ella lo miró un instante y cuando levantó la vista, con los ojos llenos de lágrimas, Rodolfo le tomó la mano - Ahora, la respuesta – le dijo con una sonrisa - Si, mi amor, quiero vivir contigo el resto de mi vida. Él se puso de pie y le dio un beso. En eso vino el maître con un balde de hielo con una botella de champagne y dos copas. Las sirvió y ellos brindaron por su compromiso.

261


262


DOS HERMANOS – UNA VIDA

CAPÍTULO XXII OCHO MESES MÁS TARDE

Tanto María Isabel y Esteban como Martina y Rodolfo se habían casado. Lo hicieron juntos en ceremonia muy emotiva y con una reunión en la que participaron los más allegados. Esteban se había hecho cargo de la administración de las empresas de María Isabel y había demostrado gran habilidad para el manejo tanto del personal como de los negocios. María Isabel había quedado gratamente asombrada cuando la asamblea de accionistas de sus empresas lo había nombra Director Gerente. Todas las personas con la que Esteban trataba elogiaban la sencillez de proceder y manejo de situaciones difíciles. Se acercaba un fin de semana largo en pleno mes de noviembre por lo que Angélica los invitó a todos a pasarlo en Punta del Este. Los más entusiasmados fueron los mellizos, Daniel y Federico porque Esteban les había prometido ir a pescar con ellos. María Marta y Sebastián se habían ido a estudiar a Estados Unidos por lo que los María Isabel y Esteban se habían quedado con los mellizos. Ellos se habían adueñado de Esteban a tal punto que cuando él llegaba de trabajar, los primero en ir a darle un beso eran ellos. Cuando María Isabel quería saludarlo, tenía que apartarlos y les decía - Chiquilines, Esteban viene de trabajar. Déjenlo un poco descansar. - Ta, mamá – le respondían ellos – solo lo querés para ti. El viernes, al atardecer, salieron María Isabel, Esteban y los mellizos en la C4, Angélica e Ignacio en la BMW y Martina con Rodolfo en el Corsa que era de Esteban. Ni bien llegaron, los mellizos se llevaron a Esteban y a Rodolfo a preparar todo para poder salir a pescar al día siguiente bien temprano.

263


Manuel le había avisado a Ignacio que él también viajaba a Punta de Este ese fin de semana y que quería conversar con todos para contarles como había concluido todo el problema de Américo y sus amigos. A la mañana siguiente, los primeros en levantarse fueron los mellizos. Enseguida fueron a despertar a Esteban. - Chiquilines – los rezongó María Isabel – dejen que Esteban descanse. - Dejalos mamá – dijo Esteban – es por la novelería de ir a pescar. - Si mami – dijo Daniel – no sabés el día divino que hace - Bueno – les dijo Esteban – vayan a buscar a Fito y a Nacho - Ay, mi amor – dijo María Isabel – te van a matar. Mirá es muy temprano. - Está bien, que se levanten, vagos - Vení que quiero darte un beso – le dijo María Isabel. - Si, pero veo algo especial en ese pedido, ¿puede ser? - Si, me dijiste mamá, lo más dulce que te he escuchado – dijo ella abrazándolo y besándolo. - Bueno, bueno – dijo Esteban riendo – no sigamos que si no, no vamos a pescar. Un rato después salieron los mellizos, Rodolfo, Ignacio y Esteban el la C4 de María Isabel. Los acompañaba Juan que era experto pescador Elvira les había preparado suficientes sándwiches y jugos para que se llevaran. Más tarde, María Isabel, Martina y Angélica se reunieron en el jardín de esta última a tomar el desayuno. Estuvieron conversando de asuntos intrascendentes. Entonces Angélica les dijo - Bueno, ahora no tienen escapatoria. Tienen como les va en la vida de casadas - Yo estoy encantada – dijo Martina – creía que conocía a Rodolfo, pero es mucho más de lo que yo pensaba. Cuando vuelvo del estudio, no me deja hacer nada. Me obliga a que descanse y me dice que él se encarga de todo. Y no se imaginan cuando vamos de compras. Sabe de precios más que yo, pero, eso sí, no le gusta hacer las compras solo. Siempre tengo que acompañarlo. 264


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

-

-

-

¿Y tú María Isabel? – preguntó Angélica – ya se, no me vas a contar como es mi hermano, pero ¿cómo se llevan? Yo creo que nunca fui tan feliz en mi vida como ahora, ni siquiera cuando tuve a los chicos. Además, Esteban, con la manera de ser que tiene, destila tranquilidad, bienestar. Pero, ¿saben?, ahora que estamos las tres, quiero confesarles algo. ¿Qué? – dijeron a coro Martina y Angélica Estoy muy preocupada porque estoy embarazada Angélica se levantó de donde estaba sentada y la abrazó. ¡Qué felicidad!, pero ¿por qué estás preocupada? Y fijate, a mi edad, puede ser un problema. – le respondió María Isabel. Pero como no eres primeriza, no tenés problema – dijo Angélica Si, eso fue lo que me dijo el médico. ¿Esteban lo sabe? – preguntó Angélica No, no lo sabe. Tengo que decírselo a él y a los chicos y me da un poco de miedo No seas tonta. Esteban se va a sentir feliz. Tú viste como quiere a Fito y los chicos también. Pero, la otra señora de Sánchez se ha quedado callada. No, no pasa nada, solo las escuchaba – dijo Martina. No seas pilla – le dijo Angélica riendo – ¿qué estás ocultando? Que yo también estoy esperando Pero, ¡no nos dijiste nada! ¿Fito lo sabe? No tampoco Bueno, si las señoras me permiten y si no me lo permiten también – dijo Angélica riendo – la tía lo va a anunciar esta noche. ¿Te parece? – dijo María Isabel Si, no se discute, ustedes son mis amigas. Ah, otra cosa más. Esto ya lo hablamos con Nacho y fue idea de él. Martina, tú y Rodolfo se vienen a vivir a casa. ¿Pero por qué? – preguntó Martina Mirá, por muchas razones. Ustedes trabajan los dos. El apartamento es pequeño y, con un habitante más, imaginate. En casa hay 4 personas para atendernos a nosotros dos. Además en la planta alta hay un departamento totalmente independiente. 265


-

-

Son dos habitaciones, con dos baños y una sala. Tú sabés lo grande que es la casa. Bueno, pero tendría que hablarlo con Rodolfo Hice trampa – dijo Angélica riendo – ya lo hablé con Fito ¿Y qué te dijo? Que dependía de tu decisión ¿Puedo meterme? – preguntó María Isabel Si, lógico – le respondió Martina Martina, tú sabés que yo estuve mucho tiempo sola. No hay peor cosa que sentirse desprotegida. Creo que sería lo más lindo para ustedes y, sobre todo, para el bebé, fijate con jardín piscina. Además podrías seguir trabajando, aunque fuera menos. ¿Y si le pido algo a Rodolfo, se enojará? – dijo Martina ¿Fito enojarse contigo?, podés pedirle lo que quieras – dijo Angélica Es que mamá está alquilando y los gastos son muchos. Quizás podríamos alquilarle el departamento nuestro. A ver, Martina, ¿tú pensás que Fito va a dejar que tu madre pague por el departamento? – dijo Angélica Pero es lo justo Bueno. No se habla más – dijo Angélica – Dentro de un rato van a venir los hombres muertos de hambre. Si, yo también voy a ocuparme – dijo María Isabel Ah, mirá que esta noche cenamos todos acá porque quiero dar las novedades – le dijo Angélica

Cerca del medio día llegaron quienes habían ido a pescar. Loa mellizos venían orgullosos cargando, cada uno con sendas corvinas. Atrás de ellos venían los demás con baldes cargados de pejerreyes. - Mamá, mamá – gritaron – mirá lo que pescamos - ¿Ustedes? - preguntó María Isabel - Si mamá, Esteban es un genio. No sabés la cantidad de pescado que trajimos. - Bueno – dijo Esteban – ahora a pegarse un baño y cambiarse así vamos a almorzar. Los dos chicos salieron corriendo a hacer lo que Esteban les decía. María Isabel se acercó a él y le dijo, dándole un beso - ¡Como te obedecen! Eres el padre que necesitaban. 266


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

Amor, tengo un olor a pescado que mato si no te abrazaría. Andá tú también a cambiarte que el almuerzo está pronto.

Mientras tanto, Martina recibía a Rodolfo como si viniera de una expedición - Mi amor, te vas a tener que acostumbrar para cuando tengamos hijos. - Si, y quiero tener muchos – le dijo él dándole un beso. -

Mientras tanto, Ignacio le preguntó a Angélica ¿Le hablaste a Martina de venir a vivir con nosotros? Si, dijo que si Rodolfo estaba de acuerdo. Me pidió algo más. Me dijo si le podíamos alquilar el apartamento a su madre. ¿Y qué le dijiste? – preguntó Ignacio Que se dejara de embromar.

Esa noche, Juan, que era experto en la pesca, ya había limpiado el pescado, preparó la parrilla para hacerlos. Se juntaron todos en al jardín de la casa de Angélica e Ignacio. Cuando estaban tomado algo antes de cenar, Angélica se puso de pie y dijo - A todos los presentes tengo algo que anunciarles Todos la miraron como pensando que había tomado demás - No, no me miren así. Esto es muy importante. En pocos meses vamos a agrandar la familia. - ¿Estás embarazada, tía? – preguntó Rodolfo - No, tonto, los próximos padres son Esteban y tú. Tanto Esteban como Rodolfo se quedaron mirando a Angélica y, un instante después, abrazaron a sus esposas. Rodolfo preguntó - Tía, ¿por qué fuiste tú quien no hizo el anuncio? - Porque Nacho y yo somos los padrinos de los bebes. La noche terminó con gran alegría y festejos. Al día siguiente, Ignacio invitó a Manuel Villador a almorzar. El abogado le había manifestado el interés de charlar sobre las 267


consecuencias de los procesados en el asunto del “La otra vida escondida”. Cerca del mediodía llegó el abogado a la casa de Angélica e Ignacio. Se reunieron todos en el jardín. María Isabel se había encargado que los mellizos se fueran de paseo al Shopping con su empleada. - Manuel – dijo Ignacio – quiero que nos cuentes toda la historia o, por lo menos, lo que tú sabés de ella. - Si – le respondió el abogado – esa fue la idea de venir. Les pido que si hay algo que no entienden y yo puedo explicarlo, me lo hagan saber. Todos prestaban gran atención a las palabras del abogado. - Voy a tratar de comenzar desde el principio o, por lo menos, lo que yo considero el principio. Antonio Mercado consiguió una persona que quería hacer una gran inversión en el país. A Mercado se le ocurrió el poner un hotel y fue así que construyeron el establecimiento. Quien había invertido el dinero quería un rápido retorno por lo que Mercado se contactó con quien tenía un establecimiento similar en Ibiza, Francisco Paz. Según se sabe, la idea de ofrecer un “servicio extra”, fue de Paz y buscaron quien se encargara de esto. Y, ni se imaginan quien fue la persona que comenzó con la tarea. - Ni idea – dijo Ignacio – ¿fue Américo? - No, la encargada de contratar a las primeras acompañantes fue Julia Iruleguy – dijo el Abogado. - ¿Cómo? – saltó Esteban - ¿ella estaba metida en esto? - Si, Esteban y mucho más de lo que puedas creer – dijo Manuel – pero sigo. Una vez que comenzaron a tener los primero clientes, Américo entró a terciar en esto y fue así que se le ocurrió convences a las chicas que trabajaban para ti, Angélica, en que se fueran a trabajar al hotel, por llamarlo de alguna manera. Hasta aquí la historia es de un simple prostíbulo, muy caro, por cierto, pero era eso. La hija de Mercado se hace cargo de todo el negocio y comienza con la provisión de cocaína, de la que era consumidora y Américo, que sabía de sus andanzas, comienza a robarla, es decir, cobraba los servicios de las chicas mil dólares 268


DOS HERMANOS – UNA VIDA

-

-

-

más. Fue así que, cuando allanaron el hotel, encontraron 250 mil dólares en su habitación. Pero, en general, si bien son delitos, no lo son graves, me parece – dijo Angélica Aquí viene lo peor – siguió el abogado – Francisco Paz mató de dos tiros a Raquel Machado, por lo que está requerido por la justicia española, Julia Iruleguy mató a dos chicas que trabajaban como acompañantes, cuyos nombre no recuerdo, cuando, estando embarazadas, le quiso practicar un aborto. Silvina Mercado fue procesada por tráfico de estupefacientes e intento de homicidio en la persona de Américo ¿Y Américo? - preguntó Rodolfo Mirá – le respondió el abogado – era el que la iba a sacar más fácil, pero la denuncia del padre de Mabel, se transformó en intento de homicidio, causa por la que se lo procesó. ¿Sabés? – dijo Ignacio – contás esto y parece de una novela de terror. No puedo creer que quienes han convivido con nosotros se hayan convertido de esa manera.

Martina se mantenía abrazada de Rodolfo y, en un momento, dijo - Pensar que, si seguía con las insinuaciones de Américo, quizás hubiera terminado así - No, mi amor – le dijo Rodolfo – el destino nos unió para evitarlo. Esteban se había quedado totalmente callado, tanto que, María Isabel, lo abrazó y le preguntó - ¿En qué pensás, mi amor? - En que viví tantos años engañado. No lo puedo creer - Pero ahora me tenés a mí - Si tesoro, por eso, nunca, pero nunca, los voy a dejar.

269


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.