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Los bonos verdes: Una herramienta viable para Centroamérica

ENONOMÍA

César Addario Soljancic

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ESPECIALISTA EN MERCADOS FINANCIEROS Estos instrumentos de financiamiento permiten canalizar fondos para proyectos sostenibles, al tiempo que premian tanto al emisor como al inversor.

Centroamérica es una región que aún ha aprovechado poco el potencial de la captación de fondos vía emisión de bonos verdes. Estos instrumentos, actualmente en crecimiento en el mundo, ofrecen ventajas para el medio ambiente, para los emisores y también para quienes deciden comprarlos.

El bono verde es un tipo de título valor concebido para financiar proyectos beneficios para el medio ambiente, sostenibles, que ayudan a cambiar procesos y hacerlos más amigables para el medio ambiente o a levantar nuevos que cumplen estas mismas características.

Si bien son como cualquier otro bono y se negocian de forma similar, en el caso de los bonos verdes estos son subsidiados, pues pagan una tasa preferencial a cambio de ciertos cumplimientos por parte de quien los toma. Generalmente, responden a los compromisos tomados por las potencias mundiales en los Objetivos del Milenio, como llegar al 95 % de servicio de agua potable y a un 90 % de red de aguas servidas.

Los bonos verdes fueron creados

para alcanzar este tipo de alcance en la infraestructura ya desarrollada y en la que se va a montar, ya que permiten canalizar fondos desde los mercados financieros internacionales hacia proyectos orientados a fortalecer la sostenibilidad del medio ambiente y la mitigación del impacto al cambio climático.

Estos instrumentos han evolucionado hasta convertirse en la herramienta financiera más poderosa y relevante para financiar las iniciativas de desarrollo sostenible a nivel mundial y se diferencian de los bonos tradicionales porque permiten asegurar a los inversionistas que los adquieren que los fondos serán para ello.

Como mencioné al principio, esto no solo abarca a proyectos nuevos, sino que también apunta a la descarbonización de las carteras, ya que pueden aplicar para emisiones verdes las readecuaciones de la industria y también de las matriz energética de los países.

Entonces, ¿quiénes deberían acceder al bono verde? Son candidatas perfectas todas las empresas de agua, ya sea servida o potable, y las compañías que manejan los alcantarillados. En varios casos, como en El Salvador, estas funciones las desarrolla una misma entidad.

También pueden emitir bonos verdes las empresas del sector eléctrico que operan con tecnologías no contaminantes. En estas se ubican perfectamente los proyectos de generación eólica, que aprovechan el viento para productir energía.

Es importante destacar que, a cambio de las tasas de interés y plazos preferentes que permite obtener el emitir bonos verdes los proyectos deben someterse a una fiscalización y auditoría periódicas, para verificar el cumplimiento de las condiciones ofrecidas al momento de plantear el proyecto y hacer la emisión, así como los resultados de la ampliación o manejo de estos proyectos sustentables. Para que un bono sea calificado como verde, se debe identificar el producto de forma detallada, cuantificar el impacto real de este sobre el medio ambiente, así como explicar la gestión de los recursos. Todo ello debe realizarse de la mano de un auditor, e informar regularmente sobre el uso de los fondos. ¿Cómo se realiza una emisión de bonos verdes? En realidad es una emisión normal, como un bono cualquiera, pero tiene particularidades en el offering memorandum que hacen referencia a estas normas que deben cumplirse para encajar en la categoría de bono verde. La conceptualización es igual a la de otros bonos, pero con un agregado aparte.

Estos instrumentos han tenido una buena aceptación en cuanto a que los mercados financieros están desempeñando un papel clave en financiar proyectos sostenibles. Las perspectivas de emisión de bonos verdes en los mercados emergentes son crecientes, y se espera que estas sumen más de US$100,000 millones en los próximos tres años, según cálculos de la firma Amundi, especializada en este rubro.

El hecho de que estos bonos ofrezcan un plazo de repago mayor que el de un bono normal, y que la tasa sea menor a lo que sería un bono en condiciones normales, está generando cada vez más interés en estos instrumentos. Por otra parte, la recuperación tras la pandemia va a ofrecer oportunidades significativas para proyectos ecológicos y relacionados con la sostenibilidad, como las energías renovables, las infraestructuras urbanas verdes y la agricultura climáticamente inteligente.

Según la Corporación Financiera Internacional (IFC), parte del Grupo del Banco Mundial, las oportunidades de inversión en los mercados emergentes podrían generar más de US$10 billones para 2030 y crear más de 200 millones de puestos de trabajo en sectores verdes.

Este interés es relativamente reciente, y ha aumentado de 2016 a la fecha, a medida que surgen nuevos proyectos con enfoque de sostenibilidad. Además, muchos países dan exenciones fiscales a los tenedores de este tipo de bonos. A la fecha, la inversión acumulada en bonos verdes es de US$1 billón, de los cuales US$280,000 millones se colocaron en 2020.

El año pasado, la emisión de bonos verdes en mercados emergentes fue sólida, con 174 de estos instrumentos por valor de US$40,000 millones, repartidos entre 101 emisores. Siete mercados emergentes emitieron bonos verdes por primera vez. Asia Oriental y el Pacífico acapararon la mayor parte de las emisiones de bonos verdes de mercados emergentes, con un 76 %.

En 2020, China siguió siendo el mayor emisor de bonos verdes de mercados emergentes, a pesar de una caída en la emisión, desde más de US$30,000 millones en años anteriores a US$18,000 millones, debido a la crisis del COVID-19 y a un impulso gubernamental para emitir bonos relacionados con la pandemia.

En 2020 también se observó un interés reiterado por parte de un grupo diverso de emisores, con US$300 millones en emisiones de empresas no financieras. Las instituciones financieras representan el 50 % del volumen acumulado de emisiones de bonos verdes de mercados emergentes, lo que contrasta con el 19 % en los mercados desarrollados.

Existe un sólido apetito en los inversores, y los entornos políticos son cada vez más favorables para el crecimiento de los mercados de bonos verdes en los mercados emergentes. La inversión para el desarrollo sostenible es ahora más que necesaria para afrontar las consecuencias económicas y sociales que ha dejado la pandemia.