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Política comercial para la estimulación económica: Un análisis a la inversa

ENONOMÍA

Después de un encierro generalizado a nivel mundial, producto de las medidas para contrarrestar la propagación de contagios de la COVID-19, viene la etapa de la recuperación económica en la que nos encontramos actualmente y, cuya duración dependerá de las medidas que se tomen para superar la crisis generada por la pandemia.

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Las decisiones que los líderes políticos y los encargados de la creación de políticas públicas tomen en este momento, deben

Romeo Romero

ECONOMISTA, ESPECIALISTA EN COMERCIO INTERNACIONAL

de ir encaminadas a la restauración del orden económico de sus países, a la reinserción de sus economías en el comercio internacional a niveles pre pandemia y en consecuencia a la recuperación de los empleos perdidos.

Una herramienta para lograr lo anterior, es una política comercial creada con una visión unificada de país, que tome en cuenta la participación tanto del sector público como del privado y que contenga metas claras a mediano y largo plazo.

La política comercial puede definirse como las decisiones políticas que se toman con la finalidad de regular los flujos comerciales tanto hacia afuera como hacia dentro de un país. Algunos componentes para hacer política comercial son los aranceles, los contingentes arancelarios y las negociaciones de tratados preferenciales con socios comerciales, entre otros.

El Salvador, desde su adhesión a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995, se embarcó en una decidida política comercial abierta; es decir, tendiente a la liberalización de aranceles y otras barreras al comercio, dando como resultado hasta la fecha, la negociación de 8 Tratados de Libre Comercio, 2 Acuerdos de Alcance Parcial y un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Vale la pena mencionar que en el marco regional, el país es parte del Tratado General de Integración Económica Centroamericana desde 1961, del cual se derivan otros instrumentos jurídicos que buscan liberalizar el comercio entre los países centroamericanos. ¿Pero qué se necesita para poder regular estos flujos comerciales, y qué hay hacer antes como país para poder producir bienes y servicios que estén aptos para entrar en otros mercados? Por el otro lado, ¿qué preferencias podemos ofrecer a socios comerciales sin menoscabar las industrias nacionales, y qué clase de complementariedades se buscan con industrias extranjeras? Es necesario analizar y considerar estas preguntas, y para responderlas es necesario hacer un análisis a la inversa. Bajo el supuesto que la finalidad de la política comercial es exportar e importar productos con socios comerciales, demos un paso hacia atrás y pensemos que para poder realizar de forma competitiva las operaciones de comercio exterior se necesitan medidas de facilitación de comercio para agilizar el flujo comercial. La política comercial además tiene un componente procedimental en el puesto fronterizo, el cual puede incorporar modernización de la infraestructura física, digitalización de documentos, firma electrónica, utilización de big data y blockchain.

Pero para hacer llegar las mercancías al recinto aduanero hay que tomar en consideración dónde se encuentran localizadas las empresas exportadoras, las rutas fiscales que utilizan y el estado en el que estas rutas se encuentran, los horarios en las que los medios con carga comercial transitan y si estos se encuentran en el camino con el resto de vehículos particulares; también, hay que tomar en cuenta la localización de los depósitos temporales, los de perfeccionamiento activo/pasivo. Para identificar lo anterior, es necesario seguir una estrategia de logística y movilidad que permita definir los procedimientos para que las mercancías puedan llegar de forma rápida y segura al punto de salida del país, en el caso de las exportaciones, o desde los recintos aduaneros hasta las bodegas de las empresas, en el caso de las importaciones.

Si damos otro paso hacia atrás, tomando en cuenta que ya tenemos países que quieren comprar nuestros productos, debemos tener empresas que produzcan lo que nos quieren comprar. Para eso es necesario crear todo un sistema productivo, que vaya desde la promoción de carreras técnicas, la modernización de las pequeñas y medianas empresas (PYMES), el fortalecimiento de los encadenamientos productivos y acceso a financiamiento. De la misma manera, crear el marco jurídico e institucional necesario para la atracción de inversión extranjera directa que permita la generación de empleo y mayor eficiencia productiva.

Al hacer este análisis a la inversa, vemos que con la política comercial, además de afectar la economía con el comercio internacional, se beneficia de igual forma al consumidor final, ya que el comercio genera competencia y la competencia genera mejoras en la relación calidad y precio de los productos nacionales y, al abrir las puertas a productores internacionales, el consumidor también gana al tener más opciones de bienes y servicios que vienen del exterior.

En conclusión, una política comercial, como hemos mencionado, con un enfoque a largo plazo y con un rumbo claro establecido, beneficia al país y a la población como un todo, a través de la generación de empleo, aumento de la competitividad y la colocación de los productos locales en el mercado mundial.