¿Cómo decir lo que pensamos y sentimos?

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Nº 43 Op mismo, el mejor aliado Además de poner sobre la mesa las expecta vas y atribuciones que invaden nuestros pensamientos, es fundamental ir más al fondo del asunto y preocuparse por tener una visión op mista de la relación matrimonial. Nunca se puede pensar que el esposo(a) nos quiere hacer daño o nos quiere molestar. De hecho, las personas se hieren más por lecturas incorrectas de una situación que por malas intenciones reales. “Es mentalidad posi va y op mista pensar que nadie quiere herir y que si hubo un problema fue sin intención” Es mentalidad posi va y op mista pensar que nadie quiere herir y que si hubo un problema fue sin intención: “no lo hizo bien, o no lo dijo de una buena manera, quizás está cansado, quizás ene un problema…. Habrá que ver y conversarlo”. Por este camino el resultado final, será sin duda, llegar a decir las atribuciones posi vas: “Es comprensible que llegue tarde, seguro que le han preguntado mil cosas antes de salir”.

En la prác ca En teoría todo suena fácil… pero para lograrlo hay que tener en cuenta otros dos puntos importantes: El primero, que la comunicación es un arte. No es llegar y abordar los temas y por ejemplo, decir de una sola, “tú no te preocupas por nuestros hijos”. Hay que tener paciencia y darse el empo necesario para encontrar el modo adecuado, el momento oportuno y la forma más efec va de decir las cosas. Es conveniente tantear y luego hablar, pues no hay que olvidar que quien recibe el mensaje es también una persona con libertad, voluntad, con dis ntas percepciones, que piensa y actúa a su manera y que no se puede llegar y mandar. El segundo, que la esposa o el marido no son los solucionadores de todos los problemas que existen en el día. Se piensa que el esposo(a) debe saberlo todo y tener solución para todo. Sin embargo, en realidad muchos problemas y muchas soluciones se pueden buscar en una amplitud de acciones que los involucre a los dos en la medida de lo que es real y se pueda. *Adaptación de www.hacerfamilia.net

27-V-2014

De 0 a 6 años: Niños caprichosos. Pequeños maestros en el arte de convencer Matrimonio: ¿Cómo decir lo que pensamos y sen mos?

De 0 a 6 años: Niños caprichosos. Pequeños maestros en el arte de convencer Si te ven leyendo, tus hijos querrán hacerlo también

Pon un “tiempo para el cuento”. Lo mejor es al inicio del día, o antes de dormir.

Vayan intercalándose la lectura: una parte tú, otra ellos.

Ten paciencia: la mayoría quieren leer lo mismo una y otra vez. Si leen palabras completas, entienden mejor y disfrutan más.

B o l e n q u i n c e n a l d e e d u c a c i ó n fa m i l i a r d e l o s C o l e g i o s Tu r i c a rá y Va l l e s o l , A l ga r r o b o s y C e i b o s Edición: Padre Luis Andrés Carpio Sardón I Diagramación: Chiara Mavila Ojeda chiara.mavila@pregrado.udep.edu.pe

¿Quién no ha caído, más de una vez, ante las irresistibles peticiones de un niño? A veces, parece imposible mantener una postura firme y de eso, precisamente, es de lo que suelen abusar sin mala intención nuestros hijos. Tienen una capacidad de negociación similar a la de un experto estratega. Todo para alcanzar un único fin: el chicle, la muñeca barbie, ese camión tan caro que además es idéntico al resto de los otros 17 que tiene olvidados en el cajón de los juguetes. Chupetes, chicles, gomitas... los niños descubren rápido mil formas de conseguir de nosotros cualquier po de antojo. Al fin y al cabo, obtener una sonrisa a cambio de un caramelo es un acuerdo que nos exige muy poco. Pero, no podemos olvidar que su sonrisa de hoy, puede llegar a transformase en lágrimas mañana si nosotros, los papás, no somos lo suficientemente valientes como para decir “NO” En el momento adecuado. Además, ¿quién puede decir que un niño caprichoso es un niño feliz?

necesita de nuestra ayuda. Ya no se conforma fácilmente con cualquier cosa y comienza a tomar sus propias decisiones o por lo menos lo intenta. Y es ahí donde radica el problema. Ante sus ojos inexpertos se presenta todo un mundo lleno de posibilidades que le aturden. En defini va, está confundido.

Me gusta todo Es precisamente a esta edad cuando el niño más

Su creciente interés por lo que lo rodea es una ac tud normal e, incluso, posi va en esta etapa de su vida.

“Tendremos que ser nosotros, los papás, los que comencemos a canalizar sus inquietudes y sobre todo, sus primeras decisiones”


Familia: Pero, tendremos que ser nosotros, los papás, los que comencemos a canalizar sus inquietudes y sobre todo, sus primeras decisiones. El fin úl mo de nuestra labor durante este periodo será conseguir que nuestro hijo vaya madurando, adquiriendo, poco a poco, hábitos correctos. Por eso, sucumbir ante sus inconsolables súplicas no es conveniente. A un niño que por lo general se le conceden todos los caprichos no se le puede pedir un buen día que renuncie a algo, pues esta palabra seguramente no estará incluida en su vocabulario. No se trata de poner el tope muy alto, sino de establecer pequeñas metas que permitan a nuestro hijo aprender una lección que le servirá a lo largo de toda su vida. Los peligros del “¡sí!” No existen fórmulas magistrales para evitar que nuestro hijo se convierta en un niño caprichoso. Pero lo cierto, es que una ac tud constante, coherente y razonable de parte de los papás puede ser la mejor medicina con la que se puede "curar" a un niño caprichoso. A la hora de educar a nuestro hijo debemos tener claro que nuestra debilidad los perjudica. Y por ello, no debemos caer, en ningún momento, en el sen miento culpable del que se cree demasiado autoritario. De la fi r m e za d e n u e s t ra n e ga va d e p e n d e rá s u comportamiento a largo plazo. Por ello, sin dejar de buscar una solución amistosa y derrochando cariño y afecto, debemos intentar desarrollar, desde el primer día, su capacidad de autodominio. “Conviene razonar con nuestro hijo los motivos que nos llevan a negarle ese capricho que para él es tan importante” En cualquier caso, hacerle comprender que no debe comportarse como un niño caprichoso no quiere decir que matemos sus ilusiones. El término medio se encuentra en evitar que nuestro hijo se habitúe a ver sa sfechas todas sus exigencias. Por este camino, sólo conseguiremos que el niño se calle durante un rato, y habremos desperdiciado una buena oportunidad de enseñarle a vivir. Además, la felicidad no se la podremos proporcionar permi éndole vivir en un mundo de caramelos y juguetes, sino con mucho cariño y empleando toda nuestra autoridad sobre él para

guiarlo, y enseñarle a confiar en nuestro criterio. Ni todo, ni nada Igual que cuando era tan sólo un bebé le enseñamos a respetar unas reglas básicas: horarios de comidas, dormir de largo toda la noche... ahora toca el turno a los caprichos. De ello dependerá que el día de mañana sepa controlarse, valorar las cosas y disfrutar con lo que ene y cuidarlo. Además, estaremos dando el primer paso para que el niño se acostumbre aceptar depor vamente los "NO" –algunos injustos y mucho más di ciles de asumir‐ que le planteará la vida más adelante.

Matrimonio: ¿Cómo decir lo que pensamos y sentimos?

Las expecta vas: “yo quiero que él/ella…” Las expecta vas implican lo que esperamos recibir de nuestro esposo(a). Muchas de ellas no se elaboran de una manera reflexiva, sino que surgen casi automá camente y están influenciadas por muchos factores, como la publicidad o la conversación con alguna amiga…

“Una actitud constante, coherente y razonable de parte de los papás puede ser la mejor medicina con la que se puede "curar" a un niño Nuestra ac tud tampoco debe ser inflexible. De vez en cuando se puede conceder algún que otro capricho. Sin llegar a transigir por norma, estas pequeñas concesiones nos servirán para demostrarle que valoramos su esfuerzo por mejorar su comportamiento diario. Siempre explicándole que no hay mo vo alguno para sa sfacer caprichos a diario y que éstos son una excepción que de vez en cuando se le permiten a modo de regalo especial. Exigencia razonada Para educar es necesario exigir, aunque esto suponga un reto para nosotros mismos. Indudablemente, en ocasiones, es más sencillo decir "si' que mantener una postura sobria y razonada, pero de nuestra voluntad de hoy dependerá la voluntad de nuestro hijo el día de mañana. Debemos tener claro que educar en la sobriedad no es más que buscar un término medio que le permita valorar las cosas que lo rodean. Además, en cada circunstancia conviene razonar con nuestro hijo los mo vos que nos llevan a negarle ese capricho que para él es tan importante. De este modo, conseguiremos que el niño vaya aprendiendo a diferenciar entre lo que es una necesidad y lo que realmente no deja de ser un simple capricho. Conforme vaya creciendo podremos ir elevando el nivel de los razonamientos adaptándolos, en cada caso, a su capacidad de entendimiento. * Adaptación al texto de Irene Gu érrez

queda en los pensamientos y no se es capaz de decirlo. Se trata de las expecta vas que cada uno ene del otro y las atribuciones de los defectos del esposo(a) que se generan en la mente y que de ahí, por error, no salen y se callan.

Nos casamos con el sexo opuesto y simplemente por eso, tenemos por naturaleza, modos muy dis ntos de comunicarnos. Si a eso le sumamos la inevitable tendencia humana de guardar en la mente lo que esperamos del otro o los defectos que le atribuimos, podemos estar en serios problemas. Siglo XXI, full desarrollo y progreso, pero muchas veces pareciera que entre marido y mujer la comunicación es de la época de las cavernas. Hasta las señales de humo podrían ser más efec vas cuando ambos desconocen la mejor manera de comunicarse. El ponernos en contacto es un acto de voluntad que requiere que tanto marido como mujer, le den la importancia que ene y conozcan algunos aspectos básicos de la comunicación que la hacen muchísimo más fácil y libre de malos entendidos. Ser hombre y ser mujer Para esto, un tema esencial a tener en cuenta, es la diferencia que hay entre ambos sexos a la hora de hablar. Sólo por poner un ejemplo, los hombres, una vez dicho lo que enen que decir, han cumplido con su obje vo y se callan. Por el contrario, las mujeres enden a establecer conexiones y con núan la conversación llenándola de detalles, con la desagradable sorpresa de que muchas veces no se sienten escuchadas. Otro gran problema, ene relación con aquello que

“Para este cumpleaños me va a regalar esa cartera que tanto quiero”. “Estoy seguro que me va a preparar mi comida favorita para celebrar el aniversario”… Los ejemplos son tan infinitos como situaciones hay en el día que nos ponen en relación con el esposo(a). El problema es que, por lo general, estas ideas quedan guardadas en la mente y el gran drama se genera cuando el esposo(a) no actúa como se esperaba, rompe la expecta va e inevitablemente viene una discusión o un voluntario silencio total. “Otro gran problema, ene relación con aquello que queda en los pensamientos y no se es capaz de decirlo” Para evitar estas situaciones, es clave para la buena comunicación, que cada persona conozca sus propias expecta vas y las comente con su esposo(a). Llegar a transmi rlas puede significar un cambio importante en la ac tud, porque, diciéndole lo que esperamos le damos la oportunidad, de poder sa sfacernos.manera, quizás está cansado, quizás ene un problema.

“Aquello que pesa más de todas las cosas es la falta de amor. Pesa no recibir una sonrisa, no ser recibidos. Pesan ciertos silencios. A veces, también en familia, entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos. Sin amor, el esfuerzo se hace más pesado, intolerable”. Papa Francisco


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