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N° 66 14-IX-2015

DE 13 A 17 AÑOS: 4 Reglas de oro para educar a los hijos en la sexualidad MATRIMONIO: Obstáculos que se encuentran los matrimonios en su vida

DE 13 A 17 AÑOS:

4 Reglas de oro para educar a los hijos en la sexualidad Educar a los hijos en aspectos relativos a la afectividad y sexualidad no debe constituir una carga pesada y difícil; más bien debe ser una ocasión para disfrutar la vida familiar y enriquecer la vida cotidiana. Los padres de familia son los primeros y principales educadores de sus hijos también en estos temas. Los expertos hablan de cuatro criterios claves que hay que manejar Primera regla: Llegar a tiempo En este aspecto es mejor no engañarse: nuestros niños saben mucho más de lo que creemos, por eso es mejor hablar “una hora antes” que “cinco minutos tarde”. Ahora los niños desde tempranas edades manejan toda clase de temas, gran parte se debe a la facilidad que hay para acceder a la información a través de las nuevas tecnologías. Este hecho ha llevado a que los niños y adolescentes investiguen por ellos mismos, hallando la mayoría de las veces una información distorsionada acerca de lo que realmente es la afectividad y la sexualidad. Así que la primera fase de la comunicación con los hijos, debe ser dedicada a escuchar lo que piensan y dicen, o a interpretar sus silencios ante ciertas situaciones. A través de la escucha, se podrá formular las respuestas que los

hijos quieren saber. Por eso la necesidad de crear relaciones cercanas con los hijos, de forma que sean los padres los primeros en enterarse de lo que les sucede, así sean cuestiones triviales; después serán unas más serias. Si ante estas primeras inquietudes, los niños encuentran acogida por parte de sus padres, entonces los hijos confiarán en esta fuente para futuras inquietudes sobre sexualidad. Del mismo modo, los especialistas insisten en que no se trata de dar una sola charla sobre sexualidad, sino que se debe hablar frecuentemente sobre ello: “Los hijos viven en un entrono que les comunica continuamente mensajes contradictorios sobre la sexualidad humana; con frecuencia contrarios a los valores que usted desearía transmitirles. Por eso, es importante que les comunique sus valores con un lenguaje lo más cercano posible. La


evasión de temas provocará una curiosidad exagerada en sus hijos, llevándoles a buscar las respuestas en fuentes que podrían ser perjudiciales”, explican los expertos a cargo del proyecto de Educación de la afectividad y de la sexualidad humana desarrollado por la Universidad de Navarra y creadores del sitio Educarhoy.com.

Segunda regla: Hablar con claridad Se debe dar una información clara, es decir, llamar a las cosas por su nombre pero con respeto. Alfonso Aguiló, reconocido autor de educación familiar dice: “No es recomendable recurrir a la fábula –hablar de cigüeñas, de que los niños vienen de París, o historias semejantes– para escapar de las dificultades que lleva consigo la educación sexual. La naturaleza humana aspira a la verdad y el niño o la niña, por pequeños que sean, tienen derecho a ella.” Se ha notado que los padres sienten demasiado temor de afrontar este tipo de temas y por ese mismo temor, suelen enredar sus explicaciones al punto que los niños quedan más confundidos que antes de la charla. Por lo tanto, en este aspecto es fundamental que los padres se preparen y lean sobre el tema, hablen con otros padres de sus experiencias y tengan una consulta con los sicólogos del colegio. Lo importante es valerse de fuentes confiables y bien orientadas.

Tercera regla: Brindar la información de forma gradual No se explicarán los mismos temas ni los mismos detalles a un niño de seis años que a un adolescente de catorce. La información deberá ir nutriéndose a medida que los hijos van creciendo y van reclamando mayor interés. En cuanto a los más pequeños, es recomendable preguntarles qué quieren saber y a partir de ahí darles una explicación básica sin mayores detalles, esto con el objetivo que lo pueda entender y queden tranquilos porque se les ha brindado la información que ellos solicitaban.

“La naturaleza humana aspira a la verdad y el niño o la niña, por pequeños que sean, tienen derecho a ella” Cuarta regla: Abarcar todos los aspectos, no sólo los físicos La educación afectiva y sexual debe abarcar la totalidad del ser humano, no sólo los aspectos físicos: “Se trata de preparar a los jóvenes para el amor. Aunque le hagan una pregunta sencilla, es preciso contestar de manera integrada. Hable del `cómo´, pero también del `porqué´

de la sexualidad.

MATRIMONIO

(…) La sexualidad tiene que ver con nuestra autoestima y felicidad. Somos seres sexuados masculinos o femeninos destinados a amar. La sexualidad sana tiene que ver con nuestro crecimiento y maduración personal armoniosa.” Añaden los expertos de Educarhoy.com.

Obstáculos que se encuentran los matrimonios en su vida

“La sexualidad tiene que ver con nuestra autoestima y felicidad. Somos seres sexuados masculinos o femeninos destinados a amar.”

Son muchos los obstáculos en la vida cotidiana del amor conyugal, y que rompen la unidad de la pareja. Analizamos estas dificultades, recordando que la belleza del matrimonio está justamente en el hecho de conseguir hacer vencer el amor sobre las diferencias personales de cada uno. El amor, cuando vence, suma las divergencias y genera la complementariedad armoniosa. El autor Felipe Aquino describe cada uno de los problemas que se pueden presentar en la vida conyugal: Mentira Por pequeña que sea, genera desconfianza hacia el otro, y la falta de confianza, es lógico, genera los celos, y éstos las peleas. Por esto, la pareja no puede permitir la mentira en medio de ella. Tiene las patas cortas. Comparaciones

Una adecuada educación afectiva-sexual puede marcar la diferencia en la vida de una persona, por eso es una responsabilidad exclusiva de los padres. Por último, no se nos ha de olvidar la regla básica de la educación, instruir con el ejemplo; ser coherente con la idea de la sexualidad que se les transmite a los hijos y vivirla en concordancia. *Adaptación al texto de www.lafamilia.info

Es común el pésimo hábito que algunos matrimonios de compararse con otros matrimonios. La esposa, muchas veces, quiere que su marido sea como el marido de la vecina, que compre una casa como la de la vecina, un auto como el de la amiga, etc. Al marido, a su vez, le gustaría que su esposa se vistiera como la vecina, que fuese culta como la esposa de su amigo, etc. Parientes La sangre habla muy fuerte dentro de nosotros. A nadie le gusta oír hablar mal de sus padres y de sus hermanos. Esto vale también, y mucho, para el matrimonio. Jamás el marido debe hablar mal de los suegros y cuñados a la esposa, y viceversa. No ofendas a los parientes del otro, porque estás ofendiendo indirectamente a tu pareja. Falta de respeto ¡Qué doloroso es presenciar a un marido ofendiendo a su esposa con gritos, malas palabras. ofensas e incluso agresiones físicas!… ¡Qué triste es una esposa ofendiendo al marido!… ¡Un día se juraron amor eterno a los pies del altar! Fíjate, me caso con la persona que escogí entre todas las que conozco, para construir una vida juntos. ¿Cómo ahora la ofendo y le falto el respeto? Voy a dar una receta para que los maridos sean tratados como reyes por sus esposas: ¡traten a sus esposas como reinas! Peleas El matrimonio muchas veces no se comprende porque no asume algunas cosas con claridad y objetividad. Alguien ya dijo que “lo que es asumido no es caro”. Muchas discusiones surgen porque las cosas no están bien definidas. Educación de los hijos

Lo esencial es que el matrimonio sea unánime en la educación, esto es, ambos deben actuar de la misma forma, sin contradecirle en lo que dice y hace con los hijos (Ver: Contradecir al cónyuge es confundir a los hijos). Para ello es preciso que el casado sea unido y dialogue mucho, de modo que se encuentre la forma común de llevar a los hijos. Temperamento Se habla mucho del fracaso de una pareja por “incompatibilidad de caracteres”. En la mayoría, los cónyuges tienen temperamentos diferentes, y es exactamente la armonización de esa diferencia, forjada por el amor vivido cada día, lo que hace bella la vida juntos. No hay temperamento fuerte o difícil que no pueda ser forjado en el fuego del verdadero amor. Falta de delicadeza y reproches La falta de delicadeza y atención es uno de los puntos tristes en la relación de muchas parejas. Un trato frío y distante revela falta de amor y de unión. Es fundamental que cada uno incentive al otro a ser mejor y haga cumplidos a tiempo. Es preciso apreciar el esfuerzo que uno hace para agradar al otro. ¡Cuántas mujeres se quejan de que el marido no nota y no elogia su nuevo peinado, o su vestido nuevo, etc.! Peor aún que la falta de atención es el reproche. Muchas veces, uno menosprecia y humilla al otro con críticas pesadas. Lo peor de todo es que esos reproches, no raramente, son hechas en presencia de otras personas. Es necesario cambiar las actitudes de reprobación por palabras de aprobación e incentivo. La desaprobación y la crítica ácida son peores que la agresión física. Muchos tienen el hábito de notar sólo lo que el otro tiene de negativo, en lugar de enaltecer y agradecer a Dios por lo que el otro tiene de bueno. Nunca critiques a tu esposa, sin antes recordar una de sus cualidades. Recuerda: las personas reaccionan mejor al elogio que al reproche. Dos frases de oro en el matrimonio son: “Perdóname” y “Te quiero”. Si supiéramos pedir perdón y perdonar, seríamos felices. Además, es preciso también expresar en palabras el amor al otro. ¡Y qué difícil es para muchos! Especialmente para los maridos. *Adaptación al texto de www.lafamilia.info


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