Fe y Política Teología desde la Esperanza

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PRESENTACIÓN

P. Alberto Franco CSsR Secretario Ejecutivo Comisión Intereclesial de Justicia y Paz

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ompatir con ustedes esta publicación es para nosotros un imperativo ético y motivo de gran alegría porque es fruto del encuentro multicolor de vidas, resistencias, dignidades y sentidos. Es fruto del encuentro internacional Fe y Política: Teología de la Esperanza, que tuvo lugar en abril de 2010, en el que contamos con el análisis, las reflexiones, las tematizaciones y los testimonios de comunidades indígenas, afrocolombianas, mestizas, junto con el aporte de mujeres y hombres que desde la teología, y su compromiso por la transformación de la realidad social en sus países, han querido ser parte de esta apuesta. Consideramos un deber hacer públicas estas reflexiones que surgen de la vida concreta de víctimas que resisten, de forma no violenta, a las consecuencias funestas de la implementación de políticas neoliberales con su lógica de muerte y destrucción de seres humanos y del medio ambiente. Es parte del proceso de auto constitución de sujetos que hemos acompañado, es un desafío a creyentes para vivir a profundidad nuestra fe y un testimonio ofrecido a quienes se dispongan a recibirlo. Con frecuencia se afirma que los creyentes religiosos no deben participar en política, por ser un asunto que no tiene relación con la religión ni con las iglesias, que la fe es una cosa y la política es otra. Cuando se hace esta afirmación se esta desvirtuando el sentido de la fe o de la política. La política es distinta al partidismo. Es la preocupación por el bien común, por la construcción de una sociedad justa y fraterna, es la búsqueda utópica de hacer posible lo imposible.

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La fe no es una creencia etérea. La fe se traduce en obras y actos, en una particular manera de estar en el mundo, y esa manera de estar en el mundo es necesariamente política. Más aún, quienes afirman que las personas no se deben meter en política, están asumiendo una posición política, ordinariamente a favor de un sistema establecido que tiene valores contradictorios con las convicciones originarias de las religiones, y contradictorios con la búsqueda del bien común. Esa fue la razón por la que el diálogo con varias personas entorno a la relación entre la fe y la política nos llevó a plantear la importancia de encontrarnos, para reflexionar sobre el papel político de la fe y sobre la manera cómo la fe ayuda a la resistencia o a la construcción de alternativas en comunidades que han sido destruidas, dañadas, masacradas, y se estan levantando para mostrar la fuerza de la resurrección de las víctimas. Quienes están construyendo alternativas y están resistiendo tienen una fe profunda. Fe que se convierte en un motor para enfrentar planes contra el medio ambiente, contra la vida, contra las comunidades. Así expresaba una víctima: “mientras las balas sonaban por todos los lados, nosotros rezábamos y encontrábamos en Dios la fuerza para resistir, reclamar nuestros derechos, recuperar nuestro territorio, para recuperar nuestra dignidad”. Esa fe se hace macroecumenismo vivo cuando se defiende la vida y los territorios. Por eso este libro es testimonio del encuentro entre las diversas

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expresiones de fe que los pueblos construyen en sus resistencias. Personas de quince expresiones religiosas, unos de las iglesias llamadas históricas, otros de nuevas denominaciones, personas que reivindican su derecho a ser ateos y están compartiendo con grupos de creyentes que están construyendo alternativas frente a la globalización, frente a la impunidad, que están defendiendo la vida y los territorios, se encontraron, dijeron y consignaron su palabra. Desde el trabajo de acompañamiento, hemos ido construyendo relaciones ecuménicas e interreligiosas con personas y organizaciones de comunidades que hacen resistencia, inspiradas en los horizontes de sentido que nos animan, tanto a cristianas y cristianos como a comunidades indígenas, desde el reconocimiento de lo trascendente, de lo superior que se expresa en la madre tierra, en el agua, el viento, en la conciencia de la dignidad humana. Hemos construido relaciones sólidas de fraternidad con diferentes organizaciones de iglesias con las que hemos avanzado en la búsqueda de concreción de los ideales evangélicos o puramente humanos de la Justicia y la Paz, y que adelantamos trabajos específicos en esa dirección. Esas organizaciones hermanas son de la Iglesia Presbiteriana, la Iglesia Católica Independiente, el Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con los Pueblos de América Latina Oscar Romero, la Fundación Pueblo Indio de Ecuador, el Movimiento por el Cierre de la Escuela de las Americas de Estados Unidos, el Colectivo Ecuménico

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de Biblistas, el Grupo Oscar Romero de Cuba, las hermanas Franciscanas de Nuestra Señora de Lourdes de Colombia, Justapaz de la Iglesia Menonita de Colombia, la Iglesia Menotita de Teusaquillo Colombia, la Iglesia Metodista de Colombia, Acción Permanente por la Paz de Estados Unidos, el grupo Koinonía de Colombia, la Fundación Luis Espinel de Bolivia, el Encuentro Ecuménico Juan Vives de Venezuela, el Centro Balducci de Italia, la Institución Teresiana de Colombia, la Iglesia Católica Independiente de Colombia, el Instituto Misionero Secular IMS de Colombia, los Hermanitos de Jesús de Colombia, entre otras. Hemos tejido una red de relaciones con organizaciones de iglesias en América Latina, que están claramente comprometidas con la construcción de estructuras sociales al servicio de los empobrecidos y las empobrecidas, en particular en países que pueden considerarse progresistas. En estas sociedades el papel de los creyentes se convierte en instancia ética y crítica del poder y se inserta en la construcción de una sociedad alternativa desde la base de los procesos sociales. El encuentro internacional Fe y Política, Teología desde la Esperanza, posibilitó el dialogo y la acción articulada entre organizaciones de base cuyas integrantes en Colombia se inspiran en las experiencias de fe de los sujetos que las constituyen, para resistir a la impunidad de los crímenes de los que han sido víctimas, a la desterritorialización que han padecido en razón del desplazamiento forzado o la implementación de obras de

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infraestructura vial, energética, de telecomunicaciones y agronegocios; con organizaciones similares la sociedad civil en América Latina, inspiradas, también en los mismos ideales, pero que, las coyunturas históricas les han posibilitado elegir gobiernos más progresistas que garantizan mayores condiciones, de las que en Colombia existen para los procesos de dignificación de sus vidas. El encuentro ha posibilitado, también, niveles efectivos de articulación política con sectores sociales progresistas, sectores de iglesia a los que pertenecen los miembros de las comunidades y organizaciones participantes, logrando que las comunidades que afirman sus derechos y resisten a los modelos excluyentes en Colombia, se beneficien de la visibilización, del conocimiento de las experiencias de dignificación que se están construyendo desde la sociedad civil y los gobiernos de esos países, de las prácticas formativas que se están agenciando y de la esperanza que se percibe en esas construcciones. A su vez se compartieron los horizontes de sentido que construyen las comunidades en resistencia con teólogas, teólogos, sociólogas de la religión, tanto del continente como de Europa y Estados Unidos. La experiencia de martirio y profecía que se evidenció en el encuentro y quedó recogido en los testimonios de víctimas y comunidades que aparecen en esta publicación, pueden aportar a reflexiones de la teología de la liberación, en el dialogo sobre el quehacer teológico latinoamericano y planetario en perspectiva emancipadora, sumándose así a los intentos que se vienen haciendo en esta dirección

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desde la década del ochenta del siglo pasado con las lecturas desde los nuevos actores sociales. Esperamos que esta publicación aporte al proceso de articulación que se viene dando en el planeta en torno a la relación fe y política, para el afianzamiento de la esperanza de los pueblos en la construcción de ordenes sociales mas justos donde las víctimas de las diferentes asimetrías sociales puedan compartir sus resistencias, en el intercambio de saberes con mujeres y hombres de teología, de iglesias, de plurales horizontes de sentido que sueñan con una sociedad fundada en la justicia y la paz en donde la vida digna de todas y todos sea posible, como expresión de lo divino en las diferentes tradiciones en que se expresa.

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ESTA FUERZA, ESTAS RESISTENCIAS Voces de las comunidades* Juntamos los tizones de la dignidad Eustaquio Polo, Zona Humanitaria El Tesoro - Camelias, Curvaradó.

Santo Dios, santo fuerte e inmortal, adiós casa donde vivía, ya no vivo en ella, hasta aquí los acompaño y es mi última novena. Santo Dios y santo fuerte e inmortal, adiós casa donde vivía, ya no vivo más en ella y hasta hoy los acompaño y es mi última novena. (Canto alabao)

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osotros y nosotras en la iglesia también cantamos un coro que dice: Juntemos los tizones. Traje unos palos que simbolizan cada país, cada organización, la lucha por la de* Los testimonios que aquí se recogen, fueron compartidos por mujeres y hombres representantes de diversas comunidades asistentes al encuentro Fe y Política.

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fensa del territorio que, juntos, ayudan a que se encienda el fuego de la fe. Voy a juntar estos tizones y a cantar el coro. Dice así: Oh hermanos en la fe, ajuntemos los tizones, porque estando separados, ellos no pueden arder. No pueden, no pueden, no pueden arder. Éramos 120 los que estaban reunidos y todos cayeron bajo el poder de Dios. Mirando en la Biblia, hay una parte que dice: ora a tu Padre en silencio y él te recompensará en público. Nosotros y nosotras, en medio del dolor del desplazamiento de 1997, no podíamos hablar de lo que nos pasó, de las actuaciones conjuntas de los militares y paramilitares en contra nuestra, argumentando que estaban persiguiendo a la guerrilla, de los proyectos de palma, de ganadería que empezaron a montar cuando ya estábamos desplazados, porque de nuevo volvían a agredirnos. Teníamos que callar con el dolor dentro del corazón. Orábamos al Señor. ¿Cuándo habrá justicia? ¿Cuándo podremos hablar de lo que nos están haciendo en estos momentos? Ahora, casi catorce años después, estamos hablando. El Señor nos ha ido recompensando en público aquellas oraciones que hacíamos en secreto porque no podíamos hablar. Ya hoy nos encontramos con Francois, que ha caminado muchos espacios del planeta tierra, se ha dado cuenta de la situación climática del mundo y que, también nosotros, los de las comunidades mestizas, afro, indígenas que compartimos

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nuestros respeto a la vida y al territorio, vemos las afectaciones que nos está causando. Lo que nos está pasando a nosotros y nosotras, también le está pasando a otros hermanos y hermanas del mundo. En este encuentro de iglesias, de etnias, de procesos de resistencia, hay una gracia especial para nosotros, las comunidades que estamos trabajando. Hemos podido hablar de la manera como defendemos nuestros territorios y constatamos que sin la fe en Dios habría sido muy difícil resistir en las condiciones tan difíciles en las que nos hemos encontrado. Nuestra fe nos ha permitido unirnos, orar en silencio, contar testimonios de vida, hacer peregrinaciones, y de esta manera fuimos alcanzando esta gran bendición de celebrar este encuentro de fe y política. Desde una fe entendida como la fuerza, la vida de Dios que nos dio el valor de enfrentarnos a los empresarios de la palma cuando vimos nuestros territorios ocupados, sembrados de palma aceitera. Nos unificamos muchas comunidades nacionales e internacionales, y tomamos la decisión de dignificar nuestro territorio cortando palma. Esta acción, movida por la fuerza de Dios, nos ayudó a sentir más confianza en la capacidad propia de nuestra organización de Zonas Humanitarias y Zonas de Biodiversidad. Hoy sentimos que defender la tierra nos mantiene unidos. En nuestra espiritualidad de la resistencia hay unas palabras importantísimas: Justicia, Dig-

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nidad, Respeto a la Vida. Desde esos principios nosotros, como comunidades, hemos venido haciendo estas resistencias. También estamos resistiendo en medio de la guerra, con muchas amenazas pero también con mucho conocimiento de los intereses que tienen los empresarios. Vamos a completar ya 14 años desde que empezó el desplazamiento, y en este tiempo hemos adquirido mucho conocimiento, desde las iglesias, desde organizaciones amigas con las que hemos encontrado afinidad, porque también creen que la muerte no tiene la última palabra. Luchamos por una tierra libre de monocultivos, en extensiones que atenten contra nuestra madre tierra y que influyen al calentamiento global. Nosotros luchamos para que eso no se aumente. A nosotros nos preocupa que se destruya lo nuestro y lo de los otros países. Tenemos un patrimonio común que es la madre tierra es una herencia dejada por de nuestros ancestros que tenemos la obligación de conservar. Cuando a través de la OIT se dio el reconocimiento a las comunidades indígenas como grupos tribales, y después con nuestra resistencia logramos que se ampliara a las comunidades afrodescendientes, sentimos que la pequeña semilla de la dignidad sembrada en tierra fértil, que los tizones juntos empezaban a dar fuego que calienta también a otras comunidades y grupos de Colombia y el Mundo. Esto lo vamos transmitiendo con responsabilidad, los adultos a los jóvenes y niños. En el tiem-

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po actual tenemos la determinación de aportar al mundo con nuestra modesta resistencia. Estamos dando pasos pequeños. Esto me recuerda cuando Jesús entró a Jerusalén en un burrito, lentamente, pero firme. Estamos dando pasos pequeños, pero firmes, para contrarrestar las amenazas y las ocupaciones que se adelantan en nuestro territorio por multinacionales. Nosotros queremos que esta lucha la unamos para llegar, algún día, con la ayuda de la fuerza de Dios, a ser como Bolivia, que ya tiene pasos adelantados importantes como un presidente que surgió de los movimientos sociales y no de los partidos tradicionales. Nosotros, también nos unimos en esta lucha para resistir por nuestro planeta tierra que nos lo están destruyendo. Gracias a Dios recuperé el cadáver de mi marido Alicia Mosquera, Clamores - Cuenca del Cacarica

Cuando mataron a un amigo, le mocharon la cabeza. Lo echaron al río como queriendo moler todo su cuerpo. Alguien se levantó y recuperó el cadáver, y no lo dejó desaparecer aunque a él le costara la vida. Eso me ayudó a mí. Cuando a mi esposo lo desaparecieron en Turbo, nadie de la comunidad me quería dar razón de qué había pasado. Hasta que hubo alguien que se arriesgó a pesar del miedo, y con la ayuda de Dios me demostraron que yo no estaba sola, que aunque en el municipio no había nadie que me ayudara, desde lejos había personas que se solidarizaban

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conmigo. El día que yo salí para ver dónde estaba enterrado mi marido, llamé a un amigo, y le dije que si en dos horas no lo llamaba era porque algo me había pasado. Pero afortunadamente pude recuperar su cadáver, y ahora está enterrado en el cementerio, gracias a Dios. Con Dios por delante, tendremos tranquilidad, justicia Agripina, Zona Humanitaria Nueva Esperanza, Jiguamiandó

Yo, en mi ignorancia, creía que solo en el Jiguamiandó era donde se había dado la masacre más grande, porque mataron compañeros con piedras, a machete. Pero gracias a otros testimonios, lo que voy llevando en mi memoria hoy día es que no sólo ha pasado en la Cuenca del Jigua, sino en todo el país. Con Dios por delante, creo y tengo la esperanza que algún día, el futuro que nosotros soñamos, en conjunto y unión con todos los personales que estamos aquí reunidos hoy, aunque no seamos nosotros mismos porque ya estamos vencidos de la vejez, pero nuestros niños, que es el futuro del mañana, lleguen a contemplar la tranquilidad, la justicia. De Monseñor Romero aprendemos en el Jiguamiandó Medardo Acosta, Zona Humanitaria Nueva Esperanza, Jiguamiandó

Nosotros conocimos a Monseñor Romero como alguien que eleva la voz y la esperanza de un

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pueblo. Conocimos como lo callaron para que no siguiera predicando esta esperanza en América, pero también me llena de emoción y alegría al ver cómo hombres y mujeres levantamos su bandera, para seguir la lucha y seguir los pasos, la esperanza y la voz que él nos dejó. Gracias a Dios, como mujeres tenemos la voz en alto Nohelia, Zona Humanitaria Pueblo Nuevo, Jiguamiandó

Aquí, en este encuentro, brillan la fe y esperanza que hay en todas nosotras, nosotros, y en medio de la unidad, afrontamos todas las dificultades que tengamos en nuestras comunidades. También me ha impactado mucho, porque veo muchas caras de mujeres, donde tiempo atrás las mujeres no podíamos levantar la cara, tener la cara en alto para poder reclamar nuestros derechos. Hoy en día nuestras mujeres, como madres de familia, tenemos nuestra cara levantada, podemos reclamar nuestros derechos, por la vida de nuestros hijos, de nuestros maridos. En tiempos atrás, los maridos de nosotros les tocó una época que tenían que estar en los montes huyendo, y nosotras como mujeres, en nuestras comunidades dimos la cara y les decíamos a los actores armados, ¿qué pasa?, por favor respeten la vida de nuestra maridos que saben son unos padres afamilariados. Ellos huían por temor, pero no porque eran guerrilleros, no. Huían por temor. Porque había algunos que no tenían la valentía, como varias de nosotras las mujeres en nuestra cuenca. Nosotras como mujeres nos tocó épocas de enfrentarnos con muchas per-

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sonas. Reuníamos nuestros niños y los poníamos a ellos enfrente, y nosotras las mujeres y muchos de los hombres estaban en los montes escondidos por temor, pero gracias a Dios, que por la unidad logramos salir adelante, nos da la fuerza y ojalá esa fuerza y esperanza no se apaguen. Fuente: viewphotos.org.

Me voy a permitir decirles una pequeña poesía y por medio de ella expreso mi fe: Esta es mi patria chica, por la que debo luchar, por ella yo doy la vida en el cielo, en la tierra y en el mar, por eso desde muy niña me consagro con amor, para dejarles escrito mi nombre y mi corazón, por ella debo luchar, ser valiente y ser veraz, luchando por la vida y la paz.

Tengo dos textos bíblicos que me dan mucha fe: Ahora permanece la fe, la esperanza y el amor y de todos ellos el más grande es el amor. Yo quiero que en pocas palabras ustedes mediten lo que dicen estos versículos. La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve, y en eso estamos. En estos momentos hemos tenido una fe pura y hemos esperado una solución pacífica, que se nos pueda sobrevivir una esperanza, una vida más digna, como lo hemos venido luchando, en un proceso de paz, para ver si tenemos más tranquilidad. Nosotros no hemos visto la plena paz ni la plena justicia. Pero tenemos esperanza que si podemos lograr estos objetivos que hemos venido luchando, y los tenemos en la mente. Soy de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. Cuando no hemos

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tenido pastor, hemos tenido el acompañamiento de unos padres y hermanas amigas católicas, y siempre hemos celebrado la Palabra de Dios. Nosotros rezábamos para que siempre tuviéramos personas que pudiéramos compartir la Palabra, que nos dieran un aliento para poder resistir en medio del conflicto y el Señor nos escuchó. Los espíritus Jaibana’ también curan, y protegen al Embera Oiba’ Armando Sinicui, Embera Oiba' gobernador Resguardo Humanitario Obia Dru'a Alto Guayabal Jiguamiandó Chocó.

Jaibana’ es al que a nosotros nos cura cuando pica la culebra. También nos cura cuando se cae en una enfermedad mala. Jaibana’ sirve como para mejor decir, a como estamos viendo aquí en este encuentro, para sacar la maldad que hay en uno. El tiene su espíritu, entonces, si yo hago maldad a este señor, Jaibana’ se da cuenta que fui yo, entonces él que tiene poder, saca de mí lo que hice de maldad. Entonces el Jaibana’ se aprende las cosas por medio de la planta, que para nosotros es sagrada, tal como ocurre con la Jaiba. Con la Jagua nos pintamos, no por querer pintar, sino que eso tiene mucho significado. Nosotros los indígenas nos pintamos. La Jagua sirve para pintar en el ritual que dirige un Jaibana’, cuando se hace una curación. La Jagua sirve cuando una niña se jovencía, nos untamos con eso. ¿Por qué? Buscamos planta medicinal y revolvemos, los untamos para que ella

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tome fuerzas, para que ella no tenga debilidad, y así nosotros sentimos un cuerpo fuerte que no se afecta con las enfermedades. Puede atacar una enfermedad grande pero no caemos así de fácil. Siempre resistimos por medio de la planta tradicional. En nuestro territorio quieren explotar el cerro Jaicatuma, que también le dicen Cara de Perro, que es el que guarda todas las cosas. Si yo soy un Jaibana’ y cojo una enfermedad mala, yo la cojo y la mando al cerro, para que se quede allí y no dañe a los demás que están allá afuera. Entonces en el cerro tenemos todo guardado. En nuestro cerro sagrado es que las empresas mineras quieren hacer una exploración y explotación, pero para nosotros no es viable la exploración de ese cerro. Si permitimos una exploración y explotación, es permitir la destrucción de nuestro pueblo. A los espíritus no les gusta que nadie se introduzca en el cerro. Eso fue lo que intentaron los empresarios, trabajadores de la empresa y militares en enero de 2010. Por ejemplo, si aquí entra un olor muy maluco, aquí la gente se sale: así actuaron esa gente en el cerro. En este momento estamos con esa dificultad, por eso estamos buscando un remedio medicinal que sea bien fuerte, para poder recoger todas las cosas que se dañaron con esta exploración. Cuando entraron los empresarios con el ejército, a ellos les tocó salir de ahí. El cerro tiene tres lomas, ellos estaban en la primera loma y habían tratado de seguir a la segunda loma. Ellos cuentan que sintieron un frío en el cuerpo. De todas

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maneras siguieron adelante, y cuando llegaron al tercer cerro, la tierra tembló, y ahí ellos reconocieron efectivamente que era un cerro sagrado. Para nosotros tocar el cerro daña toda la armonía. Del cerro aprendemos las cosas, aprendemos a cantar, nos bañamos con una planta, sacamos remedios para curar a otra persona, encontramos hierbas para hacer baños medicinales a los adultos. Es el sitio sagrado para nosotros, y gracias a él encontramos alimentos. En él se cría el puerco manao, el pavo de monte. Se encuentran tantas cosas que necesitamos, que consumimos nosotros los indígenas. También voy a hablar de las mujeres. Para nosotros la mujer indígena es un valor. Ella es la médica tradicional, las mujeres se pintan, también la cara. En este momento Jaibana’ dice también que ellas utilizan más que nosotros los hombres, el espíritu, que ella utiliza el trabajo de curar el espíritu malo. Si yo tengo un espíritu malo, entonces, para poder cogerlo, cuatro o cinco mujeres pueden amansarle. Ellas son las que soportan el sufrimiento del parto para poder vivir nosotros. Eso lo valorizamos mucho. La fe nos ayuda a ser convencidos Rosalba Córdoba, Comunidades de Autodeterminación, Vida y Dignidad del Cacarica - Cavida

La fe nos ayuda a ser convencidos. La convicción es que la tierra nos la da Dios, no para negocios, sino para la vida de mujeres y hombres. A pe-

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sar de las dificultades, nos ayuda a resistir, y a convencernos que en la resistencia está nuestra esperanza. Nos anima a que no desfallezcamos, porque el que desfallece nada alcanza, y el que persevera todo lo alcanza. Aunque haya dificultades en la vida, Dios existe. Y como ese Dios existe, es más grande que todo, aunque el hombre piense que se puede imponer con su poder, pero por encima de Dios nadie pasa. Creemos que un día todo lo que los poderosos hacen, no les va a valer, pues el justo vivirá por la fe. Entonces la resistencia nos ha llevado a pensar a nosotros, que hemos sido víctimas de violaciones de nuestros derechos, en los mejores caminos para defender nuestros derechos a la vida y al territorio. Nos hemos organizado en zonas humanitarias para afrontar la guerra. Aunque los adversarios del poder piensen que nosotros como pueblo no pensamos, sí pensamos, y esta forma de delimitar un espacio como hacen en las ciudades, donde solo pueden entrar aquellos que nosotros queremos y sabemos que no están comprometidos con la muerte, nos ha dado muchos resultados. Lo último que se puede perder es la fe y la esperanza de persistir. Aunque haya dificultades, siempre vamos a estar ahí unidos con otros y otras que saben y entienden y nos ayudan a resistir. La fuerza la da el Dios del cielo, porque nada en este mundo se hace sin la voluntad de Dios. Cuando hablamos entre nosotros, porque donde hay dos o más reunidos en nombre de la justicia ahí está

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Dios, nos damos cuenta que a todos y todas nos interesa lo de los otros. Ayer te pasó a ti, y hoy me pasa a mí. Cuando te pasó a ti yo no dije nada, pero hoy que me pasó a mí, no hallo cómo decir. A veces somos tan indolentes e indiferentes. Cuando muchas veces matan al vecino, lo justificamos, y decimos que a lo mejor era guerrillero. Yo misma justifico la acción, entonces estamos justificando al victimario, al asesino. El que planea es una empresa de muerte de los poderosos, y estamos apoyando a la empresa de muerte de los poderosos, e involucran a los hijos de nosotros. A veces nos dejamos vencer del miedo. Nosotros que tenemos un saber debemos apoyar al que menos sabe, educar para el bien del mañana. Y para el bien de nosotros y nosotras mismos. Así que la fe nos ayuda en eso. A título muy personal, digo que la fe no puede desfallecer, porque el justo vive por la fe. A veces el impío se ensaña contra el indefenso porque tiene el poder. Hay una cosa que me llama la atención, cuando veía muchos jefes paramilitares que andaban en muchas partes del país haciendo el mal hoy están en las cárceles y los llevaron a Estados Unidos. Aunque eran parte de la estrategia del Estado, están allá. Aunque también la política que los lleva allá para que muchas cosas no se sepan, están hoy día en la cárcel. Hay fe, y sí lo vamos a hacer Orlando Bolaños, La Argelia, Cauca

Somos una comunidad nueva relativamente, pues empezamos a ser víctimas del desplazaNo. 17, Año 2011

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miento forzado, asesinatos, desapariciones y torturas, desde el año 2008. Nueva en este proceso. Gracias a este proceso que estamos iniciando, empieza a haber algo de confianza, algo de fe, en que la verdad, la justicia y la reparación van a ser posibles. Las situaciones que hemos vivido han sido muy difíciles, y en medio de todas estas amenazas y situación de crimen que estamos viviendo, en medio del desplazamiento forzado, hemos decidido, resistir y regresar a nuestras tierras. En nuestro caso particular, somos una comunidad que ha sido asesinada, amenazada, desplazada por el paramilitarismo después del proceso de la mal llamada desmovilización paramilitar. Esto muestra que el paramilitarismo sigue vigente. Tenemos 200 asesinados en los últimos 3 años, miles de desplazados, otros desaparecidos. A pesar de eso tenemos fe, alimentada por el testimonio de otras comunidades que han retornado. Nuestra fe la anima los pasos andados por otras víctimas como las reunidas en este encuentro. Nosotros queremos retornar, tenemos esa fe que podremos recuperar nuestras tierras y la fe que podremos defender nuestro territorio. Es una fe a futuro. Lo que estoy viviendo aquí me compromete a llevar este mensaje a mi pueblo: sí se puede regresar en medio de la guerra y en medio de tantos intereses que hay sobre nuestras tierras. Hay fe, y sí lo vamos a hacer.

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Todo por la fe Testimonios varios.

La fe nos ha dado el valor para reclamar nuestro territorio con toda la dignidad, no de cualquier manera. Nohemí, Zona Humanitaria Caño Manso, Curvaradó

Soy Adventista. La fe es el motor del alma. En Dios está el control. Control de todas las cosas. Somos su creación, y él sigue controlando y dirigiendo la realidad, aunque nosotros no entendamos lo que pasa. Pero seguimos creyendo en Dios aunque no entendamos. Pedro Cortés, Zona Humanitaria Andalucía Caño Claro, Curvaradó

Soy Adventista. En primer lugar, le doy gracias a Dios porque gracias a él estoy en la zona humanitaria de Caracolí. Tuve fe siempre, desde que salí desplazada, que volvía nuevamente a mi territorio. Y hoy doy gracias nuevamente a Dios, porque por la fe que tuve, mantuve, mantengo, y estoy hoy en el territorio. Y tengo fe que no voy a salir y tampoco nos sacan como quieren. Liria Rosa García, Zona Humanitaria Caracolí, Curvaradó.

Nosotras no creíamos que podíamos tener el monumento que tenemos en Turbo. Hoy en día se respeta el monumento. Nadie quiere que le pase nada al monumento. Agradecemos a la gente de

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Turbo que nos regalaron el sitio donde todo el mundo mira y ve lo que nos pasó. También tengo fe, porque cuando mataron a mi esposo, mis hijos tenían 11 años, y hoy en día mis hijos ya tienen 20 y 22 años y los tengo conmigo, y creo en ellos, a pesar de que nos arrebataron a Herminio, el papá de ellos. Yo pensé que no iba a poder. Doy fe de que si es posible con la ayuda de Dios. Alicia Mosquera Clamores Turbo – Cuenca del Cacarica

Fuimos desplazados en el 2000 del sur del Tolima. Es un territorio montañoso y en guerra. Fue así como llegamos a Ibagué, y por la solidaridad de la iglesia católica, nos reubicamos en la ribera del río Combeima, en el cañón que lleva su nombre, y estamos desarrollando un proyecto agropecuario desde 2002. La fe y el acompañamiento de la iglesia han servido para que nosotros recuperemos la dignidad, porque además del desplazamiento, hemos vivido la falta de comprensión y tolerancia de los vecinos, especialmente de los ricos. Gracias a la fe hemos ido despertando, para despojarnos de las servidumbres y recuperar nuestra dignidad, en busca de la justicia, de una mejor calidad de vida. Pero no solo para nosotros, sino también pensando en los hermanos del Chocó, de la Costa de Buenaventura, y todos los que están aquí, pensando en los compañeros que no han podido lograr una estabilidad económica y están pasando mucha hambre. El propósito de nosotros es colaborar para que haya paz y pan. Campesinos del Tolima

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Entiendo la fe como la certeza de lo que se espera, y la convicción de lo que no se ve. Recordando a nuestro padre Abraham, dice que él sale de su tierra y su parentela por la fe. Hoy hay dos elementos que estamos rescatando, y que por ser inmateriales no podemos verlos, pero la fe nos permite creer en esas cosas que no se pueden ver, porque la fe es esperanza y confianza. La paz es algo inmaterial, no se ve, pero si la podemos alcanzar porque es el producto de la reconciliación de cada uno de nosotros, de esa lucha de cada uno de nosotros en nuestro territorio, de ese trabajo incansable de mujeres y hombres del proceso. La fe nos ha ayudado a sostenernos y permanecer unidos luchando por el derecho a la vida y al territorio en cada una de nuestras comunidades. Rodrigo Castillo. Consejo Comunitario de la Cuenca del río Naya

Con la fe gracias a Dios hemos logrado mucho. Ahora somos resguardo humanitario indígena. Hemos logrado la tutela para defender nuestro territorio, y con la fe hemos logrado que la Muriel no siga explotando nuestros territorios. La fe nos ha permitido estar unidos y tener fuerza. Yo no he estudiado, pero por la fe he podido hablar, vivir como anteriormente, en costumbres y formas. En estos momentos hemos logrado por la fe resistir en nuestro territorio, a pesar que hemos sufrido desde el año 2000 los atropellos del ejército de la brigada 15 y la brigada 17, que nos ha bombardeado. Rermelina Domicó, Embera, comunidad Ibudó, Resguardo Urada Jiguamiandó

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Soy católico. La fe nos ha ayudado a mantener siempre la vida, a mantener la unidad y la esperanza a pesar de los cruentos ataques que hemos vivido en ese río. También nos ha permitido vivir en zonas humanitarias, no tranquilos, pero al menos protegida la vida de los niños y los ancianos. Nos ha ayudado a recuperar el territorio poco a poco. A tener nuevos vecinos que antes no teníamos. También nos ayuda a mantener la unidad, el amor y dignidad en la lucha por defender el territorio, a continuar amando nuestro territorio. Mantener la esperanza de seguir firmes en la lucha mancomunada con todos los demás que estamos hoy en este recinto. Medardo Acosta, Zona humanitaria Nueva Esperanza, Jiguamiandó

El grupo de jóvenes nos ha permitido construir un proceso, en el que vamos descubriendo cómo podemos ir materializando la espiritualidad en nuestro trabajo, respetando las diferencias de confesiones de cada uno de nosotros y nosotras. Porque sabemos que la situación que estamos viviendo afecta a católicos, ateos, a todos en general. Nos ha permitido construir un proyecto productivo que llamamos proyecto de vida, que permite enlazar a todas las generaciones, adultos, jóvenes y niños, y permite que la revolución que nosotros queremos hacer parta de lo interno a lo externo, es decir, que el cambio parta de cada uno de nosotros y así poder cambiar lo demás. Comunidad Sembradores de Vida. Carmelo, Cauca

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Sacerdotisa para la defensa de la vida y el territorio Marina Teresa Sanchez, Sacerdotiza Fraternidad Eucarística de Jesús, Consejo Comunitario de Playa Renaciente (Cali).

Quienes estamos aquí somos de la Iglesia Católica Independiente. Lo que voy a decir es algo que trabajamos en comunidad para traer aquí. La fe es el motor que nos anima para continuar en nuestro proceso de resistencia. Primero, tuvimos una orden de desalojo por parte del municipio. En este territorio donde llevamos más de 200 años, se veía todo lo que hacíamos de protección de nuestras tradiciones ancestrales, y nos miraban como ilegales y nos veían como delincuentes. Hasta los mismos curas que hablaban de la teología de la liberación son cómplices de esta situación. Tampoco contábamos con el apoyo de la iglesia, y si nos uníamos a iglesias evangélicas, muchas dicen que no nos podemos meter en política y por eso tampoco lo veíamos como una alternativa. Nos dedicamos a leer la Biblia en comunidad, y miramos muchos aspectos hasta que llegamos a la siguiente conclusión. Nosotros tenemos un Dios de vida que es un Dios de justicia y de derecho. Es al que seguimos, así el cura no venga y no nos acompañe. En nuestra comunidad vamos a organizarnos y ser solidarios para vivir esa fe. Tuvimos la posibilidad de conocer la iglesia católica independiente. Nosotras, inicialmente, no queríamos nada con curas, pero lo que nos empezaron

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a acompañar mostraron una nueva manera de ser iglesia. Nos reuníamos a celebrar en la calle con el padre. Cuando ellos se dieron cuenta que yo, como mujer, estaba formada en teología, vieron que yo podría prestar el servicio de cura en la comunidad, después de un proceso de elección que se dio en la comunidad, con un discernimiento previo. Cuando se hizo esta elección, había muchos temores porque nuestra comunidad tenía unas prácticas muy tradicionales de la Iglesia católica. Pero para sorpresa de todos, empezando por las mujeres más ancianas, la comunidad planteó que Marina podía perfectamente ser la sacerdotisa para su comunidad. Para Marina supuso la exclusión de la Iglesia católica. Decían que eso era algo satánico. Empezaron a prohibirnos la balsada que hacemos desde 1952 por el río, en el mes de agosto, por las fiestas de la virgen de la Asunción. Los curas y monjas empezaron a decirnos que eso no se podía hacer, pero como ya la comunidad tenía organización propia, siguió con todos los preparativos, aunque las monjas nos trataban de impedir porque no era algo ordenado por el sacerdote de la parroquia de la iglesia Católica. Cuando las hermanas preguntaban que quién dio la orden, la gente respondía que era decisión de la comunidad. Cuando la iglesia Católica quería hacer procesiones por nuestro territorio, nosotros las permitíamos. A nosotros nos ha tocado, en razón de nuestra fe, resistir al interior de la misma Iglesia católica. También luchar por nuestro derecho a

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la vida, al territorio, porque al ser desalojados no tendríamos cómo vivir, porque para nosotros y nosotras toda nuestra vida depende de la cercanía del río. El río es nuestro amigo, nuestro maestro, allí hacemos las celebraciones religiosas, se enamora y se trabaja. Toda nuestra vida se centra en el río. Esa fuerza superior se invoca a través de la unidad, organización y el anuncio práctico de la fe. Nuestro Dios Papá Quetena Orlando Chocho Join Pohobur, Wauman río Cacarica

Ustedes saben que nosotros no hablamos bien el español. Aprendemos como podemos, y no todos hablamos claro. Siempre hablamos de nuestro Dios que nos manda, que se llama Papá Quetena. Ebandamo es el que nos manda. Desde el 1973 cuando el ejército nos desplazó, por el sufrimiento ni pensábamos regresar a nuestro territorio. Nuestro decir era que si el gobierno nos sacó viviremos donde podamos, los Waunan, al borde del río Atrato. Allí todos los ancianos y niños iban muriendo, porque no teníamos como comer. Tan de buenas que un compañero nos llamó a que fuéramos con ellos al río Chintadó, resguardo Embera. Los hermanos Embera nos recibieron. La juventud iba creciendo. Entraban a la escuela y la juventud preguntaba, ¿dónde vivían los Waunan? Les decíamos que en Cacarica, de allá el gobierno nos despojó, nos sacó. Y ellos nos dijeron ¿no podemos regresar a rescatar nuestro territorio? Y decía un compañero: si nos unimos

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podemos rescatar nuestro territorio. Entonces con la fuerza de nuestro padre Quetena, nos unimos. Éramos 24 familias, que llegamos al acuerdo de regresar a nuestro territorio. En el año 2005 volvimos al Cacarica. En ese momento nuestro territorio ancestral, ya había sido convertido en parque nacional. Para eso nos sacaron en 1973. Estamos reclamando al gobierno que nos titule 15.000 hectáreas de nuestro territorio, que limita con Panamá. Pero el gobierno no quiere, reparte de a poquitos. Estamos en este momento gracias a Dios en nuestro territorio. Los de Medio Ambiente van allá, y nos dicen que no podemos trabajar porque eso es del gobierno. Nosotros decimos que por qué nos manda, si es nuestro, y ¿qué vamos a comer entonces? No podemos sembrar plátano, no podemos tumbar monte. En nuestro territorio están los lugares sagrados. Tenemos el cementerio. Tenemos nuestros ríos. Tenemos aire, montañas, aves, plantas, medicinas. Todo lo cuidamos. Todos somos luchadores. Me alegro, y quiero que esto se dé a conocer, todo lo que estamos viviendo.

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LA TIERRA NOS LA DIO DIOS POR ESO VOLVEMOS A ELLA Rosalba Córdoba*

Voy a cantar un alabado que me enseñaron de muy pequeñita: Adiós casita tan bonita, casita donde yo viví. Adiós todita mi gente, ya no vivo más aquí. Santo Dios, santo fuerte, santo fuerte y santo Dios. Y esta hoy se despide porque ya su hora llegó. Y en una constancia grave, perdónamela Señor.

¿Ustedes están de acuerdo que Dios dejó la tierra llena de vegetación? ¿O está mejor como los hombres de hoy por la ambición la tienen? Desde el punto de vista como comunidades en resistencia, podemos compartir con organizaciones de diferentes partes del país que han venido, y también con otros países como el Salvador, Ecuador, Estados Unidos, Bolivia, Bélgica. * Lideresa de las Comunidades de Autodeterminación, Vida y Dignidad (CAVIDA), del Cacarica.

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Como conjunto, podemos hacer muchas cosas, desde el aporte de cada uno. Las comunidades que participamos también tenemos nuestro punto de vista. Tenemos que entender que no estamos solos. Desde la fe podemos construir esperanza y construir acciones. Dios nos da a cada uno un don, que es poder decir, pensar y opinar. Hay dificultades y seguirá habiendo muchas. A las comunidades quiero decirles que es un reto que nos queda, porque si Dios me dio antes del desplazamiento una casita, unas gallinas, un galpón, no como una persona de mucha plata, pero si para tener una vida digna, eso nos lo merecemos, y tenemos que seguir trabajando por recuperarlo. Dios está de acuerdo que los de Curvaradó, Guamo, Cacarica, Cauca, el Meta, Putumayo, Tolima, Naya, Calima, Dabeiba, Valle del Cauca, Trujillo, Chocó, que los de todos los lugares de Colombia, que las diferentes organizaciones y comunidades, vivamos en nuestros territorios. Porque así es como Dios lo quiso, que tengamos una tierra, para que nos sostengamos de lo que la produce. Yo sé que aunque es difícil, no estamos derrotados. Porque la Biblia en Jueces 9,1 dice: Yo estaré aquí siempre contigo. Somos más los pobres que los que tienen, y cada día los pobres debemos proyectarnos, debemos convencernos que somos los dueños de las tierras de las que nos han desplazado, afirmarnos en que somos los dueños de los territorios que los oligarcas nos quieren quitar. Pero arriba de la vida no hay nadie más que Dios, porque la Biblia dice que el justo por la fe

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vivirá, y estamos peleando por algo que es justo. ¿O alguien de ustedes está peleando por algo que no es justo? Todos estamos de acuerdo que tenemos que pelear por lo nuestro. Por el hecho de que yo sea adventista, Dios no me dice que me tenga que resignar al desplazamiento y que me tenga que quedar en una ciudad a vivir en miseria. Dios me dice: esto te he dado y aquí te tienes que quedar. Como eso es lo que Dios me ha dado, tengo que pelear por lo que es justo. No estamos derrotados. Les pido a los que están en la ciudad que se unan a la causa. Este país es de todos. Los que nos desplazaron lo que quieren es que no retornemos para adelantar sus planes en esos territorios. No son sólo los desplazados los que tenemos que luchar, somos todos. Porque si yo me vengo a la ciudad con mis 20 hijos e invito a los vecinos que me sigan, los de la ciudad no van a tener dónde vivir. Tenemos que pensar que esta causa no es solamente de los pobres, de los desplazados: es de todos. Porque si todos los que vivimos en el campo nos venimos a la ciudad, los de la ciudad no pueden salir de la puerta de su casa, porque yo con hambre tengo que robar. Tengo hambre y tengo unos hijos a los que nos quitaron lo que teníamos, y estoy segura que tengo que comer, no sé de qué forma, pero tengo que darle de comer a mis hijos. Quiero decirles que nos unamos. No hay que pensar que si nos desplazaron o nos mataron a nuestros seres queridos, que fue porque hicimos algo malo. Siempre los del poder han querido justificar

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sus crímenes metiendo culpa a sus víctimas. Si Dios dejó la tierra vestida con la vegetación que nos dejó, lo hizo para todas y todos. Si el campesino no trabaja la tierra, el de la ciudad no come. Tenemos que sentir el dolor de los que sufren. Hoy día dicen que en Bogotá hay mucho ladrón. Sí, hay algunos que lo hacen por profesión, pero otros no. Hay quienes piden y no les dan. También los que nos hemos organizado para resistir no somos malos, somos gente buena, hemos hecho una opción de vida para podernos proteger del enemigo, del diablo que nos ataca. Dios no va a permitir que el diablo triunfe. Siempre hay gente solidaria, gente que apoya, que cree en la gente, y aunque el diablo sea sedicioso, el mundo cuando cree y ora, mueve montañas. Las comunidades hemos buscado alternativas para poder vivir, hemos creado las zonas humanitarias, las zonas de Biodiversidad, las zonas de Reserva Campesina, los Resguardos Humanitarios, las zonas de Asamblea Permanente, las zonas de Refugio, Comunidad de Paz... entre otras. Al principio no fue fácil que fueran reconocidas. Pero ya hoy, muchas de estas formas de proteger nuestra vida y nuestro territorio tienen el reconocimiento de la Corte Interamericana o de la Comisión Interemericana. Tenemos que organizarnos, ya hay caminos que hemos andado. Lo que viene no es fácil, es difícil. Sabemos que muchos líderes han vendido la conciencia del pueblo, pero el pueblo sigue firme, porque Dios es justo y él quiere que sigamos ahí. Porque el mal no prevalece, prevalece la fe, lo bueno. No desma-

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yemos. Más bien pensemos que no tenemos otra alternativa que volver a nuestros territorios. No somos profesionales, lo que tenemos es la vida del campo, para sobrevivir. Nosotras y nosotros resistimos y buscamos alternativas. Nuestras propias organizaciones que vivimos en medio de la guerra, las zonas humanitarias y de Biodiversidad, los encuentros nacionales e internacionales, la educación propia, la producción agroecológica, los monumentos y las casas de la memoria, la comunicación con emisoras alternativas. Nos preguntamos si todas estas esperanzas son una realidad. Nosotras y nosotros decimos que sí. Desde ya las estamos viviendo, y es lo que soñamos que alguna vez se generalice en el conjunto del país. No dudamos de las capacidades que tenemos, creemos en la búsqueda colectiva de salidas. Hoy prevalecen los intereses de las multinacionales que están en nuestros territorios. Pero ahí estamos resistiendo. Ellos nos ven como los que hacemos daño, nos ven como si no fuéramos de este mundo, pero somos de este mundo. El llamado de hoy es a que pensemos que no estamos derrotados, que estamos vivos, que somos dueños de nuestras tierras, que contamos con la ayuda de Dios y nuestra posibilidad de sobrevivir está en nuestros territorios, en la tierra que nos dio Dios y que produce leche y miel. Esa es nuestra tierra prometida. Por eso debemos defenderla para nosotros y nosotras, y para las futuras generaciones.

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LA FE EN LA POLÍTICA Francois Houtart*

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a importancia de la fe para la política es bastante grande. El tema es precisamente el aporte de las religiones a la política. Voy a limitarme a una referencia al cristianismo, pero se podría hablar de la misma manera de otro tipo de religiones. Primero, es importante insistir sobre la importancia de la política. La palabra viene del griego, la polis, es decir todo lo que es colectivo, público, frente a lo que es individual. Por eso la palabra política cubre lo que es la vida colectiva de la humanidad, desde el nivel local y el global. Por eso es importante subrayar la importancia de la política para la fe, y eso en referencia con lo que fue la práctica y el discurso de Jesús en su propia sociedad. Jesús se situó como actor religioso y también social y se identificó con grupos bien definidos que eran los grupos oprimidos o excluidos de la sociedad, aunque él no * Teólogo y sociólogo belga, ligado a la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica).

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pertenecía a estos grupos. Pertenecía al grupo de los fariseos que se podría identificar con la clase media de hoy. Esta referencia nos ayuda a entender que la fe cristiana tiene una dimensión política en el sentido global de la palabra, porque no es un mensaje y una práctica de Jesús individual, sino que enfoca los problemas de la sociedad y la oposición a todo poder que oprime a los seres humanos. Es por eso que los valores del Reino, son los valores que Jesús anunció, en particular en referencia con el Padre. Y por eso es importante ver que nosotros también debemos ser inspirados por la práctica de Jesús. Tomaré cinco puntos de referencia. 1. La crisis mundial actual como referencia a la fe cristiana Esta crisis contemporánea evidentemente es financiera y económica, pero con graves consecuencias para millones de personas en el mundo. Por eso tiene una importancia social fundamental. Pero lo nuevo de esta crisis, lo que la diferencia de los años 30, es que se combina con una multiplicidad de otras crisis: alimentaria, energética, climática. Y todas estas crisis tienen una raíz común, que es la lógica del sistema de desarrollo económico capitalista. Para la fe cristiana es indispensable desarrollar un análisis de estas diferentes crisis para entender que es una construcción humana. No es

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Fuente: lofedocolombia.wordpress. com


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el fruto del pasado, de la naturaleza. Es el fruto de una construcción social. Y si analizamos todas estas crisis y sus relaciones con la lógica del sistema económico, debemos llegar a la conclusión que no podemos continuar así, y debemos deslegitimar la lógica del sistema. Es una exigencia de la manera como Jesús se ubicó en su sociedad. Es el fruto de una reflexión en conexión con los valores del Reino de Dios, que son los valores de igualdad, justicia, amor. Son valores cada vez más difíciles de vivir en una sociedad tan desigual, y que está destruyendo no solo los grupos sociales más marginales, sino también el planeta. Por eso es necesario analizar la situación. Así lo hace Franz Hinkelammert, que la muestra como el resultado de un sistema de muerte, sistema que contrasta frente a la opción cristiana, que es una opción para la vida que se expresa de forma simbólica muy fuertemente con la resurrección de Jesús. Si llegamos a la conclusión que esta destrucción de la humanidad y del planeta es el fruto de un sistema de muerte, no podemos aceptar solamente soluciones de simples regulaciones, sino que debemos llegar a la conclusión que este sistema, en su lógica fundamental, no puede continuar y debe ser deslegitimado. En función de las referencias de fe, gente que no tiene fe cristiana puede también deslegitimar el capitalismo, pero con mayor razón nosotros, en función de los valores del Reino. Es por eso que la relación de la fe y la política nos lleva

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a buscar alternativas al sistema, no solamente regulaciones, en los aspectos fundamentales de la vida colectiva de la humanidad en el planeta. Es decir, alternativas a la relación con la naturaleza: no podemos seguir viéndola como un lugar de explotación, sino de respeto como fuente de la vida. Alternativas a la concepción de la economía: no podemos seguir privilegiando el valor de cambio, es decir, lo que vale como mercancía que es la base de la lógica capitalista: es necesario recuperar el valor de uso de todo lo que producimos, de los bienes y servicios. Hay que pensar en la organización social y política de la vida mundial y local con el fin de desarrollar una democracia generalizada a todas las relaciones humanas y todas las instituciones. Y aceptar la multiculturalidad, es decir, la posibilidad para todas las culturas, los saberes, las filosofías, las religiones para construir el mundo y la ética necesaria para hacerlo posible. 2. El problema de la fe y la política, con la situación de las instituciones religiosas Un segundo aspecto es el problema de las instituciones religiosas. Cuando pensamos en la relación fe–política, pensamos más en las instituciones religiosas y las instituciones políticas. Primero, debemos recordar que si las religiones se institucionalizan es por razón de una necesidad de sobrevivencia en el tiempo, para cualquier tipo de actividad humana. Pero sociológicamente hablando, el proceso de institucionalidad es fuente de contradicciones con los objetivos.

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En particular en el dominio religioso, donde se trata de valores fundamentales de la salvación colectiva y personal, la tendencia es a absolutizar y casi divinizar la institución. En el Vaticano II se descubrió la contradicción entre la iglesia institucional y el Evangelio. Por eso se trató de corregir esta contradicción. Siempre vamos a tener esto. Nunca vamos a tener una situación perfecta. Siempre tendremos tensiones entre instituciones y objetivo fundante. En el campo político esto plantea un problema particular. Las religiones, como instituciones, viven en una sociedad particular. Por eso deben organizar vínculos con el sector económico, porque necesitan bases económicas, por ejemplo para construir un templo. Deben tener relaciones con el sector político porque existen en una sociedad, no en las nubes. Así se plantea un problema nuevo de relación entre instituciones y el campo político. Sin embargo hay evidentes intereses institucionales, el interés de existir y poder reproducirse en el tiempo. El problema es que muy rápidamente asistimos, en todos estos sectores institucionales, a una cierta dominación de los intereses de reproducción social sobre la meta fundamental por la cual estas instituciones existen. Por eso tienen la tentación de establecer una relación con lo político que da a la institución religiosa un lugar particular para poder reproducirse. Por eso la tentación de convertirse en una religión de Estado. Esto pasa en el cristianismo y en el islam, o el budismo. También se presenta la tentación de utilizar el poder de las religiones para influir directamen-

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te en lo político. También hay otra tentación: la de evangelizar vía el poder, de establecer relaciones particulares con lo político para evangelizar: esta tentación la hemos conocido desde Constantino hasta el Opus Dei. Podemos concluir que debemos promover la separación entre Estado y religión, que es buscar una auténtica libertad religiosa. Por eso, de la posibilidad de vivir una fe que sea profética. Eso no significa que la religión debe ser solamente un asunto privado, como dicen los neoliberales. La religión también es un asunto público, pero eso no significa que se debe vincular a lo político para ejercer un poder. 3. Comunidades de base frente a lo político Las Comunidades Eclesiales de Base han desarrollado una lectura del Evangelio en función de sus situaciones de desplazamiento, de opresión, de masacres, de guerras. Todos los eventos concretos de estas comunidades las reflexionaron a la luz del Evangelio. Por eso llegaron a descubrir la contradicción fundamental de ciertas situaciones económico–políticas y el cristianismo. Por otra parte, la necesidad de un compromiso de los cristianos por amor a los otros en todo lo que puede ayudar a transformar esta situación, y en algunas circunstancias apoyar y participar en movimientos revolucionarios. Este es un aspecto de la relación de fe–política inspiradora, no de poder, de una acción que sea liberadora.

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4. En qué consiste la teología de la liberación La Teología de la Liberación se desarrolló en función de la experiencia de las Comunidades de fe en sus luchas sociales. Es una teología contextual, es decir, que reconoce que se produce en un contexto particular, no en la luna. Reconoce explícitamente que se construye como un discurso sobre Dios en un contexto particular. Lo hace desde una lectura de la situación con los ojos de los pobres. Porque se puede leer la misma realidad desde los intereses de los ricos, que es totalmente distinto. La Teología de la Liberación hace un análisis de la situación desde los ojos de los empobrecidos y utiliza un instrumento de análisis de la sociedad que ayuda. Es lo que Camilo Torres, antes de la Teología de la Liberación, ya hacía también. Es por eso que el desarrollo de la Teología de la Liberación ha sido tan importante en el continente Latinoamericano y en el mundo. Y es por eso también que ha sido perseguida, no solo política sino religiosamente, por las instituciones religiosas que veían un peligro no tanto para la fe como para la institución y la autoridad. La Teología de la Liberación desarrolla no solo una ética social, sino toda una cristología, una eclesiología, teología pastoral, pero ha dado bastante acento a la ética social, diciendo que la ética no es solo un comportamiento individual, como se pide en muchas Iglesias. Es muy importante pero no basta. Tampoco es solamente un comportamiento institucional, como lo hacen las empresas por ejemplo.

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Estas dos éticas pueden contradecir la ética fundamental de la vida, o sea, la posibilidad para la humanidad y el planeta de reproducir la vida. La Teología de la Liberación descubre que el sistema capitalista está impidiendo esta reproducción de la vida. En ese sentido es totalmente contraria a la fe cristiana y, por eso, anuncia otro tipo de perspectiva y anima a los cristianos, en su propia fe, a comprometerse con la búsqueda de nuevos paradigmas para la vida colectiva de la humanidad. 5. El problema de las revoluciones actuales en América Latina, y los nuevos regímenes políticos De las actuales revoluciones en América Latina, la verdad es que no son revoluciones completas. Son ensayos revolucionarios, pero es en el único sitio del planeta donde se practican. No es en Asia, ni África. Y aquí tenemos algunos avances que contradicen la lógica del capital: por eso tienen tanta oposición. Muchas veces los cristianos estamos de acuerdo en participar en una revolución con la condición que sea hecha por ángeles. Así vamos a esperar hasta el fin del mundo. Ninguna revolución está hecha por ángeles, y siempre vamos a tener pretextos para oponernos. No es tan angélica porque responde también a intereses particulares, o de la institución o de los grupos sociales con los cuales la institución se identifica. El problema no es buscar la revolución perfecta, sino elegir entre sus ambigüedades. La realidad siempre va a ser

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ambigua. Es elegir la ambigüedad de los ricos o la ambigüedad de los pobres. Eso evidentemente significa, para la relación entre la fe y política, el hacer un juicio: cómo plantearse ante lo que está cambiando. En una situación como la de América Latina no podemos dudar, ni un minuto, qué tipo de ambigüedades debemos elegir. Eso se puede traducir de una manera muy clara frente a los regímenes políticos de América Latina hoy. Hay unos que se oponen a los nuevos regímenes. Son el grupo de los ricos, y también alguna parte de la clase media cristiana y la gran parte de la jerarquía católica. Pero hay otra parte de la iglesia, la iglesia como pueblo de Dios, comunidades de base, estudiantes, algunos intelectuales, gente de clase media, que en función de la visión de fe entienden que no se puede reproducir más el tipo de sociedad en el que vivimos y que es necesario realizar cambios. Sin embargo una opción fundamental de tipo político en función de una lectura de fe no significa una actitud acrítica. La referencia a la fe cristiana debe ser siempre crítica. Porque lo que pasa en la institución religiosa pasa también en las instituciones políticas. La institucionalización crea nuevos intereses. Si queremos seguir en la autenticidad de un proceso debemos ser críticos, es decir, ver que la realidad es dialéctica, no es lineal. Por eso debemos continuar con una actitud crítica dentro de un proceso que debe buscar una transformación. Como decía el padre Giraldo, esto corresponde a dos visiones de la fe. Hay una fe que conduce

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a estas actitudes de oposición, a estos cambios fundamentales. En este sentido la fe es el opio de los ricos que permite continuar en sus actitudes desde una justificación religiosa; por otra parte una visión de fe que se implica a estos procesos políticos de cambio. La opción de fe incluye necesariamente lo político, ya sea de manera implícita o explícita. Por eso la orientación que nosotros debemos dar a esta relación, a esta vinculación son los valores del Reino, que son los valores de igualdad, de amor, de justicia y no de un ejercicio de poder. Es eso lo que nos pide la fidelidad al seguimiento de Jesús, actor religioso, testigo de su Padre, en su tiempo, en su historia.

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Una apuesta de muchas “fes” contra el militarismo DE los Estados Unidos Elizabeth Deligio - Kathleen Desautels*

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l origen de la Escuela de las Américas, se remonta a principios de 1945, después de la segunda guerra mundial. Estados Unidos vio la necesidad de crear una escuela en Latinoamericana para entrenar a los militares de estos países. La primera fue en Panamá donde entrenaron a los peores violadores de DDHH de los diferentes países lationamericanos. En 1984 cuando Panamá sacó a los USA del país, el Presidente de ese momento afirmó que la escuela había sido responsable de los mayores disturbios que se conocían en su país, al igual que en toda América Latina. Desde ese año, la escuela fue trasladada al fuerte Benning en Georgia, que es un gran complejo militar. * Integrantes del Movimiento por el Cierre de la Escuela de las Américas (www.soaw.org).

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Las resistencias a la Escuela de las Américas desde Estados Unidos De manera sorprendente, surgió un grupo de misioneros que habían estado en Latinoamérica, en particular el padre Roy Bourgeois, miembro de la congregación católica de los misioneros de Maryknoll. Él trabajaba con los movimientos de resistencia en Bolivia, y por su trabajo fue puesto preso, torturado, y finalmente expulsado de ese país sudamericano. Poco a poco, Roy fue descubriendo que los militares que estaban reprimiendo a los bolivianos eran entrenados en la Escuela de las Américas, y empezó a recolectar información de cada uno de los graduados, encontrando que las peores violaciones a los Derechos humanos que se estaban dando en América Latina eran de su responsabilidad. En 1989, después del asesinato de los Jesuitas en el Salvador y de la mujer y la hija que vivía allí con los jesuitas, Roy, con otro grupo de personas, empezaron un ayuno en frente de las puertas del fuerte Benning. Desde entonces en cada aniversario de este asesinato, que fue el 26 de noviembre, se reúnen frente a las puertas del fuerte, el fin de semana cercano a esta fecha, con el ánimo de recordar a los que fueron asesinados por estudiantes de esta Escuela, pero también para exigir el cierre de la Escuela. Este movimiento surgió, desde un principio, animado por personas que se inspiraron en su fe. Personas que sintieron que el Evangelio les exigía actuar políticamente, y en concreto, les

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Fuente: ipdhal.com


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exigía trabajar por el cierre de la Escuela. La mayoría de los grupos que empezaron a reunirse en noviembre fuero misioneros norteamericanos que tenían presencia en América Latina, y así conocieron de primera mano los abusos y violaciones de Derechos Humanos que cometían los militares adiestrados en Georgia. Desde el conocimiento de los casos, a través de sus hermanos de comunidad, empezaron a constituir este movimiento por el cierre de la escuela de las Américas. Fuente: banderaroja.blogspot.com

Estrategias diseñadas por el movimiento por el cierre Después de esa primera acción de resistencia han surgido otras estrategias como parte de este movimiento. La primera es la vigilia, que se realiza cada año en la puerta del fuerte militar. Se recrea una procesión de funeral, y leemos los nombres de todas las víctimas que ha causado esta escuela. Parte de este acto es la dignificación de todas las víctimas, pero también la exigencia de responsabilidad por estas muertes. Vamos a las puertas de esta escuela porque sabemos que ellos son responsables de estas muertes y les leemos los nombres de todas las víctimas. Otra estrategia es la incidencia ante el gobierno de los Estados Unidos para exigirle el cierre de la escuela. Se ha radicado un proyecto de ley en cada período legislativo por estos últimos quince años, pidiendo que cierren la escuela y acaben con todo tipo de financiación.

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Una estrategia más es la exigencia de una investigación para que pasen a la justicia norteamericana los crímenes de los que han sido responsables los miembros de la escuela. Es parte de la lucha contra la impunidad, buscando que estos crímenes no se vuelvan a repetir. También trabajamos en la educación de los ciudadanos de los Estados Unidos, pues hay mucha ignorancia en relación con la presencia militar estadounidense en América Latina. Existe todo un imaginario común, según el cual Estados Unidos ha prevenido la expansión del comunismo y ha prevenido el narcotráfico. Pero lo que estamos intentando es que se conozcan las historias verdaderas de lo que ha pasado en América Latina y se unan a nosotros y nosotras en esta resistencia. Otra estrategia es la desobediencia civil. En Estados Unidos consideran ilegal que se haga una manifestación política en una guarnición militar, por considerar que las bases son políticamente neutrales. Si ustedes hacen una protesta en una base militar, son arrestados, tienen juicio, y hasta el momento del juicio son arrestados. El cargo por el que lo procesan lo llevan hasta la cárcel. Nosotros hemos asumido esta estrategia de la desobediencia civil para cuestionar y juzgar las acciones de esta escuela. Es la forma nuestra de decirle al gobierno y a los militares que sabemos lo que ellos hacen, y que estamos dispuestos a renunciar a nuestra libertad para insistir en el cierra de esta escuela. Hasta el momento más 200 personas voluntariamente han aceptado ir a la cárcel.

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La última estrategia que ha surgido en los últimos años, ha sido la de reunirnos con los gobiernos de Latinoamérica y solicitarles que dejen de enviar a sus militares a formarse a esta escuela de las Américas. Por ejemplo, el año pasado una delegación fue a Chile y nos reunimos con la Comisión de Derechos Humanos, con senadores, con varios estamentos del Estado, con diferentes personas del ejército, y estuvimos dialogando y confrontándolos, porque las cifras que ellos nos daban eran diferentes a la que nosotros teníamos de los militares que eran enviados. Aunque no se comprometieron del todo a dejar de enviar militares a recibir instrucción en los Estados Unidos, si prometieron disminuir el número. No obtuvimos los mejores resultados en Chile, pero por lo menos saben que vamos a estar monitoreando esta situación. Hemos logrado que por lo menos cuatro países se comprometan a no enviar militares de sus ejércitos: Costa Rica, Venezuela, Ecuador y Bolivia. Los derechos humanos con Obama Vamos a comentar brevemente cuál ha sido la respuesta de Obama en relación con nuestra solicitud de cierre de la Escuela de las Américas. Su elección fue un momento histórico muy importante. Es el primer presidente afrodescendiente elegido en los Estados Unidos. Este es un hecho concreto y simbólico que dio esperanza a mucha gente, pero ha heredado una situación política complicada del gobierno de Bush y muchos de los miembros de su gabinete provienen de presidentes anteriores.

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Hemos visto, por lo tanto, respuestas contradictorias de Obama. Por un lado nos parece que valora los Derechos Humanos, con certeza mucho más que Bush, pero al mismo tiempo ha continuado con proyectos que contradicen esta política de respeto a los Derechos Humanos. Para Latinoamérica se expresa, en concreto, en la presencia militar en algunos de sus países, en particular Colombia, donde suscribió el convenio para el uso de siete bases militares. Existe un movimiento de derecha muy fuerte en los Estados Unidos, que señala a Obama de socialista o marxista, y eso hace más difícil que tome decisiones. Hasta el momento no existen signos concretos que nos permitan tener la esperanza de un cambio en las relaciones existentes con Latinoamérica. Pero al mismo tiempo, somos conscientes que los cambios no vienen de los gobiernos. Sabemos que ese es el rol de los movimientos sociales: ellos son los que deben crear ese espacio donde él pueda tomar acciones que van a estar de acuerdo con esos valores que inspiran los Derechos Humanos. El papel de las iglesias Lo último a lo que queríamos referirnos es la relación entre la Iglesia y la Escuela de las Américas. En este momento hay un obispo norteamericano, en lo que llama la escuela de las Américas su grupo de visitantes. El objetivo de este grupo es supervisar lo que hace la escuela, pero lo que hemos visto, en realidad, es que ellos no cumplen esta función; más bien, lo que hacen es legitimar lo que hace esta Escuela.

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Fuente: nadir.org


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Utilizan a este obispo católico para que diga que la misión que cumple esta escuela es muy importante. También hay una tendencia dentro de los obispos norteamericanos, y también en obispos de otras partes del mundo, a creer que los movimientos del cierre de la escuela están directamente conectados con la Teología de la Liberación, y ven esto como una relación muy inconveniente. Así que no apoyan activamente el movimiento del cierre de la Escuela, están más del lado del gobierno y de una salida militar como mejor opción para Latinoamérica. Al mismo tiempo, destacamos que hay mucha base de la iglesia Católica estadounidense haciendo parte del Movimiento, aunque no de la jerarquía. El rol de los fundamentalistas de derecha es muy fuerte en este momento en los Estados Unidos, y nosotros vemos que al interior de la iglesia se acelera la derechización. Por ejemplo, todas las comunidades religiosas femeninas están siendo investigadas por el Vaticano, esto quizás porque han visto a las congregaciones femeninas de Estados Unidos como grupos que han apoyado las decisiones que surgieron del Vaticano II, y como grupos que tienen acciones políticas consecuentes con la fe que profesan. Lo que están tratando de hacer, desde el Vaticano, es infundir temor a las comunidades religiosas que han participado en acciones en defensa de los Derechos Humanos. Pero lo que está pasando es todo lo contrario: se ha iniciado un proceso de

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discernimiento sobre el papel profético de la vida religiosa que está afianzando el compromiso. Lo que revela esta investigación que está realizando el Vaticano es el tipo de ambiente involutivo que estamos viviendo hoy día, en contravía de las directrices pastorales del Concilio Vaticano II. Así que hay muy pocos temas en los que podemos trabajar con los obispos. Uno es la ley de migración que se está trabajando y discutiendo en estos momentos. Hablar de temas como la reforma de salud, el rol de la mujer, la guerra de Afganistán son temas vedados en estos momentos.

Fuente: acanoticias.org

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Cristianismo y Derechos Humanos Javier Giraldo M.* S. J.

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reo que el eje fundamental de reflexión de estos días ha sido preguntarse si la fe ayuda a resistir a la opresión y a la injusticia, o no. Por eso yo quiero compartirles mi experiencia personal de unas tres décadas de trabajo en grupos y organizaciones de Derechos Humanos, en la cual también me he preguntado hasta qué punto la fe cristiana ha sido una ayuda, una fuerza, o de pronto un freno, un estorbo para toda esta lucha por los Derechos Humanos. En algún momento de mi trabajo me hice esta pregunta más formalmente y siempre he tenido como una espina clavada que es la historia del Cristianismo. Muchos de los que han trabajado al lado mío me han preguntado cómo puedo yo compaginar un trabajo por los Derechos Humanos con ese pasado histórico del Cristianismo. Y siempre fue éste un interrogante profundo. * Sacerdote Jesuita. Director del Banco de Datos del CINEP – Colombia.

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Hace unos momentos, François Houtart daba alguna pequeña puntada sobre cómo hubo una transformación en el siglo III, cuando el cristianismo dejó de ser un movimiento de base en el Imperio Romano, un movimiento de catacumbas, o sea perseguido, y empezó a ser la religión del Imperio. Cuando miramos esa historia de 2000 años de Cristianismo, hay cosas que nos inquietan. Está principalmente la Inquisición: un tribunal que contradijo históricamente todos los principios fundamentales de los derechos humanos, que adoptó prácticas de exterminio de vidas humanas de una manera muy cruel, como fue la muerte en la hoguera, que era el castigo fundamental de la Inquisición para los que se apartaban de la ortodoxia de la Iglesia. Está la experiencia de las Cruzadas, que eran verdaderas guerras religiosas para conquistar territorios y llegaron a prácticas de crueldad espantosas, saqueando también los bienes de los países y pueblos victimizados. Están las guerras de religión de la Edad Media y del Renacimiento, guerras entre cristianos, de exterminio del otro creyente pero que no compartía la misma ortodoxia. Está la aprobación de la pena de muerte y la tortura en los documentos de la Inquisición. Está la oposición de la Iglesia a sistemas alternativos; la oposición de la Iglesia en la Revolución Francesa a la declaración de las libertades fundamentales del ser humano, como la libertad de conciencia, de opinión, de educación y de culto; la oposición de la Iglesia al movimiento obrero que buscaba y sigue buscando justicia en revoluciones populares, socialistas o comunistas, con programas que

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buscan mayor equidad. Está el apoyo a dictaduras sangrientas, a monarquías e imperios. En fin, es una historia que nos cuestiona realmente y que a mí, en un momento dado, me obligó a sentarme a estudiar, a reflexionar sobre esa historia y a preguntarme cuál fue el factor fundamental que llevó a una institución religiosa como el Cristianismo a contradecirse con su inspiración originaria, y a que se adulterara de una manera tan profunda en la historia. Esa reflexión la redacté en un libro, publicado en el 2008 en España, que se llama Derechos Humanos y Cristianismo. Voy a compartir con ustedes algunas conclusiones de toda esa reflexión. Es cierto que hubo una época en que todas estas deudas se saldaron formalmente. Cuando llegó el Papa Juan XXIII y publicó, en 1963, la encíclica Pacem in Terris, adoptó las declaraciones de derechos humanos de las Naciones Unidas y las incorporó a la Doctrina Social de la Iglesia. Luego el Concilio Vaticano II, en documentos mucho más de avanzada, trató de saldar esa deuda histórica y volverse a reconciliar con una humanidad que buscaba reconocer la dignidad humana fundamentalmente. Sin embargo, en América Latina y en otros países, vimos a las jerarquías de las Iglesias apoyando dictaduras sangrientas, y eso después del Concilio y de todas esas encíclicas. En América Latina las dictaduras de Seguridad Nacional se dieron después del Vaticano II, en los años 70 y 80. Vimos a nuestras jerarquías dándole la comunión a Pinochet, por ejemplo, y del brazo con todos los dictadores militares

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de Centroamérica, del Cono Sur y de la Región Andina. Me pregunto, entonces, dónde está ese punto neurálgico que permite que el cristianismo se adultere de una manera tan profunda. No basta la reconciliación a nivel de los documentos, de los discursos, sino que hay algo que sigue ahí como una larva viva todavía, y que en diferentes circunstancias se vuelve a activar. Yo llegué a la conclusión de que la misma concepción de la fe es lo que permite que el cristianismo se adultere en determinadas situaciones históricas. La concepción de la fe aguanta lecturas muy contradictorias. En nuestro período histórico encontramos que prevalece una fe de saberes y de ritos, de afirmaciones, de datos, que no toca el corazón de los seres humanos y se impone por autoridad, por diversas formas de presión. En esa fe nacimos, donde la misma imagen de Dios la habíamos construido proyectando la imagen de los opresores, de los gobernantes, de los dominadores, de los jueces, de los reyes. Habíamos construido toda una serie de informaciones, datos y ritos que configuraban esa fe. Después me puse a reflexionar si esa es la fe auténtica y si en los momentos más solemnes y originantes de la tradición cristiana, en los grandes concilios, en los grandes catecismos y en los documentos más importantes, eso es lo que aparece como la auténtica fe cristiana. Llego a señalar cuatro elementos fundamentales de la configuración de una fe cristiana que creo que en la historia del Cristianismo se tergiversaron profundamente.

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(1) La auténtica fe cristiana es gratuita y graciosa. Es decir, la libertad es un elemento esencial a la misma fe. Esa fe que inspiró guerras, la fe de los dominadores, no era de ninguna manera una fe cristiana, le faltaba este elemento esencial, fundamental, que era la libertad, la gratuidad, la característica de atraer por sí misma, por su intrínseco encanto y no por imposición o presión alguna. Esto lo afirma muy contundentemente el Concilio Vaticano II, incluso Vaticano I y otros documentos importantes de la tradición. (2) La fe no se disputa el mismo terreno con la ciencia. Son dos cosas completamente distintas. Cuántos millares de libros conocemos en nuestra cultura que tratan de probarnos “científicamente” lo que dice la Biblia o lo que dicen los dogmas. Pero la fe no es una ciencia, no es una afirmación, no es un saber, no se disputa un mismo campo con las ciencias. (3) Si la fe tiene algún contenido, no es de datos sino que es el encuentro con una persona, que no nos está diciendo que afirmemos esto o aquello, sino que nos está dando un testimonio de vida. Esa persona es Jesús de Nazaret, un personaje histórico, que vivió en una sociedad muy concreta, en esa sociedad llena de contradicciones y conflictos, y que en medio de eso construye sus valores, sus sueños, sus utopías. La fe nos pone en diálogo con esa persona, no con ningún paquete de afirmaciones o dogmas, sino con una persona viva, histórica que si dialoga con nosotros es por medio de un testimonio. Y si a ese testimonio le reconocemos valores muy pro-

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fundos, le damos entonces un carácter de definitividad. Pero al mismo tiempo ese testimonio termina en una cruz y por eso tiene un carácter contracultural, que va a contracorriente de esa racionalidad predominante en la historia cultural de la humanidad. Este es el sello, la marca de la cruz que le da este carácter contra–cultural. (4) Finalmente, ¿cuál es el elemento o la fuerza que puede mover al creyente a creer? Tradicionalmente se nos ha dicho que es una autoridad y que es la autoridad de Dios, como decían algunos catecismos, que “no puede engañarse ni engañarnos”. Y así, Dios es el patrón, es la autoridad suprema y tiene derecho a decirnos qué tenemos que creer y qué debemos obedecer. Pero esto contradice todos los puntos anteriores. La verdadera fuerza que lleva al creyente a creer, para ser compatible con todo lo anterior, sólo puede ser una credibilidad testimonial autovalidante. O sea, es la fuerza de un testimonio que vale por sí mismo y se impone por su fuerza testimonial y no por ninguna fuerza de autoridad o imposición. Con estos elementos se configura una fe totalmente distinta de esa fe que inspiró la Inquisición, las Cruzadas y todo lo que nos ha cuestionado. Para ver cómo esto puede vivirse en nuestra realidad histórica, quiero traer el testimonio de Camilo Torres Restrepo. Él llegó a la Universidad Nacional como capellán en el año 61, y confesaba a sus amigos que llegaba con la intención de convertir a los ateos. Empezó a construir la capilla que hay actualmente en la universidad y a organizar una

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pastoral universitaria. Pero al poco tiempo, Camilo empezó a dudar de la validez de esa pastoral tradicional, y empezó a invitar a los estudiantes a que se fueran a los barrios más pobres de Bogotá y empezaran a pensar su profesión desde los desafíos de los empobrecidos de la sociedad. Los que le hacían caso y se iban con él, eran los que se llamaban ateos, y los que se llamaban cristianos y le preguntaban todos los días a qué hora era la misa, cuándo eran los bautismos, etc., ellos nunca iban a esas invitaciones. Entonces Camilo llegó a la conclusión de que los que se dicen cristianos no lo son y los que se dicen ateos son los verdaderos cristianos. Y empezó incluso a poner en sus documentos y cartas al obispo análisis como estos: “aquí en esta Iglesia no están todos los que son, ni son todos los que están”. Empieza a reconocer que la pastoral tradicional de la Iglesia se iniciaba por los ritos, los sacramentos; que después, si quedaba tiempo, venía la catequesis, la reflexión sobre la fe, y como última prioridad estaba el ejercicio de la caridad cristiana, o sea la limosna. Camilo propuso, entonces, que se le diera un vuelco completo a la pastoral tradicional. En la nueva pastoral, el primer test para saber si una persona es capaz de ser cristiana, es su compromiso con la transformación de una sociedad injusta a una sociedad justa. Si no es capaz de comprometerse con eso, no llena los más mínimos requisitos para ser cristiano y no puede bautizarse. El segundo momento debía consistir en hacer una reflexión sobre ese compromiso, a la luz de la Palabra de Dios, de la tradición, de los

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testimonios cristianos y de otros elementos iluminadores. Como último paso, debía ponerse la celebración de ese compromiso reflexionado, que son los sacramentos. Camilo es el precursor de la Teología de la Liberación. A él no le tocó el nacimiento de la Teología de la Liberación, la cual surgió en los años 70, después de su muerte, pero los elementos metodológicos, eje de la Teología de la Liberación, están en su propuesta pastoral. ¿Cómo reconstruir una fe cristiana que sirva en el acompañamiento a la resistencia, al compromiso con la transformación de la sociedad? En primer lugar, tenemos que entender la fe y la relación con Jesús de Nazaret, el iniciador y consumador de nuestra fe, no como un encuentro de conocimientos, de datos, de informaciones, sino como un acceso ético existencial a Jesús. Entrar en contacto con su testimonio, al que no se accede desde el estudio, desde ninguna ciencia, sino desde el sentir. Entramos en contacto con un testimonio arquetípico. Por eso en todas las comunidades de base, en todos estos movimientos de resistencia cristianos, encontramos un retorno al Jesús Histórico, que con el correr de los tiempos se nos convirtió en un Cristo abstracto, un Cristo espiritualizado, pero ahistórico. En todos estos movimientos hay un retorno al Jesús histórico, fechado, situado y contextuado en un tipo de sociedad conflictiva. Ese testimonio es inseparable de un compromiso con la realidad que nos envuelve. Vamos a

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ese testimonio empujados por las preguntas y desafíos que nos lanza la realidad y por eso el contacto con ese Jesús testimonial no se puede dar sin que tengamos una lectura de nuestra sociedad. Tomo de Juan Luis Segundo una frase que tiene en todas sus obras: “La fe sin ideologías está muerta”. La fe necesita de una ideología. Una ideología, no en el sentido peyorativo que le dio el marxismo, que la confundió con un pensamiento falso, sino con un conocimiento muy relacionado con la operatividad, con una propuesta práctica, por eso es un pensamiento simplificado por el afán de volverlo operativo en la realidad. Me preguntarán ustedes cómo se tiene la relación entre fe y derechos humanos. El punto de contacto entre esa fe así entendida y el compromiso con los derechos humanos es el sentimiento: el sentir. Es sentir sin interferencias la humanidad, la historia, la realidad. Pero también veo un peligro cuando asumimos el discurso y el ámbito moderno de los derechos humanos: que cuando hablamos de derechos humanos, usamos la palabra “derecho”, y a pesar de que durante siglos se tuvo una visión del Derecho más contextuada por lo que se entendió como “Derecho Natural”, algo a lo cual se accedía también a través del sentir, que era lo que inspiraba el compromiso, en la medida en que los derechos humanos se fueron volviendo derechos positivos a través de las Naciones Unidas, de las declaraciones, de los pactos, de los tratados, se fueron convirtiendo en normas, en leyes, en derecho, y me parece que

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existe el peligro de que sufran lo que ha sufrido el Derecho en la modernidad. En efecto, el Derecho, que antes estaba ligado profundamente a la ética, a la rectitud normativa, (en el Derecho Natural), en la modernidad ha sufrido un divorcio clarísimo de la ética y por eso hay que estar muy alertas. Si queremos un compromiso con los derechos humanos que sea compatible con la fe, tiene que ser inspirado más bien en el derecho natural, apoyado primordialmente en el Sentir, y que sea muy crítico frente al derecho positivo. Esta es, a grandes líneas, mi reflexión.

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FE Y POLÍTICA: DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA LLAMADA VIDA Nidia Arrobo Rodas*

“El Espíritu, es la revolución de Dios en la Historia”

E

1. A manera de introducción

ntiendo la política como la búsqueda del Bien Común Global, búsqueda que implica honradez y fidelidad a la realidad tal como es, y no como la que quieren y buscan hacernos ver; bien como la necesidad de concreción de bienestar y felicidad de todos los seres humanos y de nuestro planeta, de satisfacción de necesidades y garantía y vigencia de todos los derechos (humanos, de la naturaleza, de los pueblos indígenas); y común – global como el desafío de superación de todo individualismo y egoísmo fuente y razón de existencia del capitalismo y su proyecto de muerte, que en búsqueda del lucro * Directora Ejecutiva de la Fundación Pueblo Indio, del Ecuador (www. fundacionpuebloindio.org).

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como fin último, devasta la naturaleza y devora seres humanos y pueblos. Para Monseñor Proaño, “La Fe es, de parte de Dios, esa donación, esa entrega que Él nos hace de Sí mismo, en su Hijo Jesucristo. La Fe es, de parte nuestra, la aceptación de esta donación, la aceptación de Jesucristo, con todas sus consecuencias. La aceptación de Jesucristo nos compromete a trabajar incansablemente por la implantación de este Reino de Dios en el Mundo, lo cual trae consigo duras luchas”.1 Así, entiendo la fe como la adhesión vital a la persona de Jesucristo liberador: su vida y su palabra, su proyecto de “vida y vida en abundancia”; fe que mueve montañas, que es como el granito de quinua o amaranto, diminuto pero cargado de proteínas y vitaminas; fe que por ser adhesión a Jesucristo pasa por la fe en y la adhesión al ser humano, especialmente a los pobres y oprimidos y fe en la comunidad. Con estos conceptos entiendo que fe y política son uno. Fe viene a ser adhesión a la conquista del bien común, de manera preferencial para los más pobres y para nuestro planeta que gime con dolores de parto; y política seguimiento del proyecto de vida formulado por Jesús de Nazaret. Si no actúo políticamente mi fe es vana; si mi fe no me lleva a actuar políticamente, a la búsqueda del bien común, ésta es inexistente. A mi retorno de San Salvador, el taxista que me llevaba a casa desde el aeropuerto me preguntó

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Homenaje a Monseñor Proano Fuente: albertocaleris.com


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de dónde venía, qué había hecho. Al contestarle que fui a conmemorar los 30 años de asesinato de Mons. Romero, me preguntó, “¿quién es él?”. Le dije, “un obispo mártir y profeta, de la talla de Mons. Proaño”. Y él me contestó: “¿el agitador de masas?”. Cómo se desdibuja en nuestro pueblo el verdadero mensaje de liberación. Cómo el poder logra introducir (igual que en tiempos de Jesús), imágenes equívocas de quienes dan la vida por su pueblo siendo creyentes, siendo seguidores de Cristo, siendo cristianos. Desgraciadamente para los bautizados no hay un proceso de evangelización que nos lleve a ser “otros Cristos”, a actuar políticamente como él actuó; y se nos ha hecho creer que somos cristianos cuando “cumplimos” con la Santa Madre Iglesia, nos bautizamos, hacemos la primera comunión, nos confirmamos, nos casamos por la Iglesia, nos confesamos; vamos a misa los domingos y fiestas de guardar, damos limosna y rezamos... Sacramentalismo puro que en la mayoría sirve para apaciguar conciencias y para realizar fiestas familiares y sociales más o menos sonadas… y en otros casos de gran derroche… Entiendo que no existe acto humano que no sea político. ¿El comer es acto político? Por supuesto, ¿comes tres veces al día? ¿Qué tipo de comida comes? ¿Con quién comes? ¿A quién invitas a comer?; ¿Y el dormir? ¿En qué cama duermes? ¿Usas sábanas de lino o duermes en una estera sobre piso de tierra? ¿Y la educación? ¿Eres anal-

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fabeto o profesional “exitoso” por estar al servicio del sistema? ¿Qué tipo de casa tienes? ¿Puedes hacer vacaciones fuera del país? ¿Qué libros lees? ¿Qué agua bebes? ¿Qué marca de ropa llevas? ¿Qué piensas de las transnacionales? ¿Del gobierno? ¿De la democracia? ¿Del militarismo, de las bases norteamericanas, de la guerra, de la crisis bancaria, de la crisis climática, alimentaria y energética? Desgraciadamente gran mayoría de la jerarquía eclesiástica en nuestros países realiza política desde su fe en dios mamón y en el poder; y acusan de no cristiano todo quehacer humano – político a favor de la justicia y la construcción del Reino. Eugenio Espejo, ejemplar médico, célebre ecuatoriano, conspirador y adversario político del poder establecido de su época… allá en el siglo 18 llevó en brazos a un niño moribundo ante el presidente de la Audiencia de Quito y le dijo: este niño tiene enfermedad política: padece de desnutrición crónica y está a punto de fallecer. 2. Fe y política en Jesús de Nazaret Fe y política no son temas nuevos, pero son muy actuales. Como cristianos pienso que tenemos que encontrar los fundamentos de nuestra praxis en Jesús, en quien creemos, a quien seguimos y amamos con todo nuestro ser. Sí, porque él es la razón y fuente de nuestro ser, y porque como “camino, verdad y vida” es el modelo a seguir. Jesús, fue el primero que se enfrentó al poder político y religioso de su tiempo, al Imperio Roma-

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Fuente: surfingdesign.com.ar


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no y al Sanedrín que finalmente lo condenaron a muerte y fue entregado para ser asesinado con la pena capital de los romanos, que era la cruz en complicidad de los poderes pues resultaba peligroso para los intereses del Rey y del templo; y ya lo habían catalogado de sedicioso y “agitador del pueblo”.2 Nuestra condición de cristianos se fundamenta precisamente en que somos seguidores de un CONDENADO A MUERTE, de un “maldito”, de un prisionero político, de un destazado en la Cruz, de un subversivo. ¿Cuál es la fe de Jesús? Es adhesión incondicional a su Padre. Yo y mi Padre somos uno… Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre… ¿Acaso no tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?... Hágase tu voluntad… Si me ven a mí ven a mi Padre… Por mí al Padre se va… Mi Padre puso todas las cosas en mis manos, y nadie sabe quién es el Hijo sino el Padre, ni nadie sabe quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera dársele a conocer… ¿Cuál fue el accionar político de Jesús? Jesús vivió en el contexto de opresión del Imperio Romano. Todo el evangelio está preñado de acciones políticas de Jesús. Al menos unos hechos que nos lo verifican: • La encarnación: En el vientre de una campesina pobre, la humildad de su esclava. No buscó vientre de Reina ni potentada. Y es una campesina con una formidable conciencia po-

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lítica: El hace proezas con su brazo... Llena de bienes a los hambrientos y a los ricos los despide vacíos. • Proclama de su misión: El Espíritu del Señor está sobre mí, por el que me consagró. Me envió a traer la Buena Nueva a los pobres, a anunciar a los cautivos su libertad, y a los ciegos que pronto van a ver, a despedir libres a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor (Lc 4,18). • La elección de los doce: Entre los parias, los desheredados, los excluidos: en su mayoría pobres pescadores que se pasaban la noche en el mar tratando de extraer su subsistencia y la de los suyos. Sus amigos eran pobres. ¡Ay de los ricos!, decía. • Su predicación: Bienaventurados los pobres… Bienaventurados los perseguidos a causa de la justicia (Mt 5,3). Si quieres ser perfecto, anda a vender todo lo que posees y dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo y luego sígueme… Yo te bendigo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y a los inteligentes y se las has mostrado a los pequeñitos (Lc 10,21). No teman a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más (Lc 12,4). Eviten con gran cuidado toda clase de codicia, porque aunque uno lo tenga todo, no son sus pertenencias las que le dan vida (Lc 12,15). Fíjense que los envío como ovejas en medio de lobos (Mc 10,16). Cuídense de los hombres: a ustedes los arrastrarán ante las autoridades y los azotarán en las sinagogas (Mt 10,17). ¡Hipócritas! Isaías profetizó exactamente de ustedes, cuando dijo “Este pueblo me

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honra con la boca pero su corazón está lejos de mí. El culto que me rinden no sirve para nada” (Mt 15,7). Comenzó a explicar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén y que las autoridades judías, los sumos sacerdotes y los maestros de la Ley lo iban a hacer sufrir mucho. Les dijo también que iba a ser condenado a muerte y que resucitará al tercer día (Mt 16,21). Ustedes saben que los jefes de las naciones se portan como dueños de ellas, y que la gente de arriba hace sentir su poder. Entre ustedes no será así, al contrario, el que aspire a ser más que los demás se hará servidor de ustedes. Y el que quiera ser el primero que se haga esclavo de los demás. A imitación del Hijo del Hombre, que no vino para que lo sirvan sino para servir y para dar su vida como rescate de una muchedumbre. (Mt 20,25-28). • Su pasión la construcción del Reino de Dios y su justicia: Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas de esta provincia. Predicaba la Buena Nueva del Reino y sanaba todas las dolencias y enfermedades de la gente (Mc 4,22). Su opción era clara y definida: los excluidos, los pobres, los marginados, los desheredados. Sana a la sirviente del capitán, a la suegra de Pedro, a marginados como ciegos y leprosos que no contaban para la “sociedad”; a mujeres como la hemorroísa excluida e impura; impide que apedreen a la adúltera; y de la mujer “enemiga” como la samaritana hace su primera misionera. No es el que dice Señor, Señor el que entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo (Mc 7,21).

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• Su praxis liberadora: Transgrede las leyes de su época: Aquí está uno que es más grande que el templo… Además el Hijo del hombre tiene autoridad sobre el sábado (Mt 12,6). Por medio de su amistad liberadora se pone al lado y “redime” a prostitutas, publicanos y pecadores: …viene el Hijo del Hombre que come y bebe y dicen que es un comilón y un borracho, amigo de la gentuza y de los pecadores (Mt 11,16). Vengan a ver un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho: no ha habido persona, grupo o muchedumbre que al acercarse a Jesús no haya experimentado la liberación! 3. Fe y Política en nuestros profetas y mártires El mensaje y vida de Jesús nos desafían en el compromiso de dar vida a la fe en la política y de optar por la política desde la fe. Pero, a Dios gracias, tenemos en nuestra América Latina un sinnúmero de testigos de quienes “puede decirse, sin retórica alguna, que son voz de los sin voz”, sostiene Juan José Tamayo. “Oscar Arnulfo Romero, voz de las mayorías populares en el infierno de la muerte de El Salvador y mártir de toda América Latina; Pedro Casaldáliga, voz de los posseiros (colonos sin tierra) y látigo profético de los fazendeiros (latifundistas) del Mato Groso (Brasil); Leonidas Proaño, voz de los indios discriminados de la región olvidada de Chimborazo, en el Ecuador; Helder Cámara, voz de las minorías abrahámicas y de las favellas de Recife (Brasil); Sergio Méndez Arceo, voz de los

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rebeldes, defensor de los heterodoxos y profeta del socialismo; los cardenales Arns y Lorscheider, voz templada, pero firme, en defensa de los teólogos de la liberación perseguidos, acusados de herejes, condenados y reducidos al silencio; Angelelli, voz de los encarcelados, torturados, desaparecidos y ejecutados por la sangrienta dictadura argentina”.3 Y siguen… Silvia Arriola, religiosa salvadoreña que partió a la montaña al servicio de los heridos y fue acribillada; Hermana Dorothy Stang, profetiza y mártir en la defensa de los posseiros y la Foresta Amazónica.

Fuente: oclacc.org

En la reflexión de este tema, traigo el pensamiento y vida de al menos dos de estos testigos excepcionales: Mons. Proaño y Mons. Romero, cuyas vidas cercanas en tiempo y espacio constituyen luz en nuestras vidas. Para Mons. Proaño, su fe profunda y vital se encuentra en Jesús de Nazaret y en los más pobres y oprimidos. Los indígenas, lo llevó a un accionar político–profético sin precedentes en Ecuador. Su primer y profético acto político podría ser la entrega de las tierras de la Iglesia a los indígenas, como un acto de reparación frente al despojo colonial secular perpetrado contra “los primeros y únicos dueños de la tierra” según el mismo expresó allá en 1958 antes de que se diera la primera Reforma Agraria en Ecuador. Desde allí se derivan conflictos y problemas sin fin tanto con el poder político y religioso–eclesial, conflictos que conllevan amenazas, persecución, cárcel, inquisición… En 1973 la Santa Sede le envía un Visitador Apostólico para observar el

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trabajo realizado en la diócesis; en 1976 es apresado por la Junta Militar junto con 17 obispos latinoamericanos, sacerdotes, religiosos y laicos bajo la acusación de subvertir el orden establecido en toda la América. Su esclarecida visión, su irrestricto apego a la realidad, a la verdad y a la justicia, su coherencia de vida, han permitido el reconocimiento como “Santo Padre de la Iglesia Latinoamericana”, como Profeta de los Pobres y Obispo de los Indios, pero en su tiempo fue tildado de “rojo”, “indio”, subversivo” “desestabilizador del poder” y comunista. Quizás el aporte fundamental de Mons. Proaño en este campo es su concepción pastoral diametralmente opuesta a la concepción de pastoral tradicionalista, vertical y sacramentalizadora, y con él la construcción de la Iglesia Viva, Pueblo de Dios en contradicción con la iglesia piramidal, constantiniana. Los objetivos generales del Plan Pastoral de la Diócesis de Riobamba, elaborado con el pueblo, iban en dos sentidos: en relación con la Iglesia y en relación con la sociedad. Y sostenía que “la Fe, entendida como aceptación de Jesucristo, nos compromete: (1) A trabajar en la edificación de la Iglesia, desde los pobres y con los pobres, para que sea comunidad, pueblo de Dios, signo expresivo del Reino; (2) A aportar todo lo posible a la construcción de una Sociedad Nueva que sea anticipo del Reino de Dios en la tierra”. “Contribuir a la construcción de una Sociedad nueva”, sostenía, “es hacernos activamente pre-

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sentes en el seno de la organización popular, allí, en donde existe, o promoverla en donde no existe”. Y agregaba: “Jesucristo recibió de su Padre la misión de salvar al mundo. Jesucristo cumplió su misión haciéndose pobre y con los pobres. Jesucristo encargó a su Iglesia continuar su misión de la misma manera: Así como me envió mi Padre, así les envío Yo a ustedes (Jn 20,21)”. Decía Mons. Proaño: “Lo primero, en la intención, es la salvación del mundo. Lo primero, en la ejecución, es la edificación de la Iglesia”. Y explicaba: “Esto quiere decir que nos dedicamos a la edificación de la Iglesia como signo del Reino de Dios, para poder contribuir así a la construcción de un mundo nuevo que sea también signo del Reino”. Su reflexión continúa de esta manera: Alrededor de éstos, brotan otros objetivos, igualmente concretos. Dentro de la labor de edificación de la Iglesia, de la vida misma de las Comunidades Cristianas, brota la necesidad de formar responsables de la marcha de esas comunidades, Catequistas, Misioneros, futuros Sacerdotes... Dentro de la tarea de contribuir a la construcción de una Sociedad nueva, brota la necesidad de contribuir a la formación de dirigentes de organizaciones populares, educadores, divulgadores, administradores, secretarios... Recogemos, así, una feliz convergencia: en la comunidad Cristiana de base y en la Organi-

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zación popular, confluyen los pronunciamientos de la Iglesia jerárquica y el proceso que está siguiendo el pueblo. Indudablemente, esta convergencia es el resultado de una interrelación Iglesia–pueblo, pueblo–Iglesia. Resumiendo, las grandes acciones que estamos llamados a realizar, teniendo a Jesucristo como Camino, son las siguientes: evangelización – concientización – organización – denuncia y destrucción del mal – construcción de la iglesia como signo del Reino de Dios – participación en la construcción del mundo nuevo. Y repetía sin descanso: “Sueño en la posibilidad de una sociedad nueva”. Su explicación la graficaba sencillamente con esta imagen: tenemos que caminar con los dos pies, uno en la fe, otro en la política; uno en la comunidad cristiana, otro en la organización popular… Con chulla4 pie no podemos avanzar o no llegamos lejos, nos insistía. Desde esta concepción y praxis liberadora, Mons. Proaño tuvo un pensamiento totalmente claro y definido frente a la realidad que vivió. Sostenía: Frente al concepto de que la política es una lucha desigual por repartirse el mayor cúmulo de bienes y disfrutarlos egoístamente, hay que restaurar el verdadero sentido de la política. Por siglos se ha afirmado que el objetivo de la política es el bien común. Esto quiere decir que todos debemos trabajar por conseguir

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el bien que beneficie a todos… La conquista del poder no es la conquista de un puesto de dominación opresora, sino la conquista de un puesto de servicio, puesto de servicio que trae consigo un cúmulo de responsabilidades… Si la política deteriorada ha echado y sigue echando mano de medios indebidos, la restauración de la verdadera política tiene que resucitar el uso de medios honestos. A la mentira hay que contraponer la verdad. Al engaño hay que contraponer la lealtad. Al abuso hay que contraponer la legalidad concebida como un respeto a los derechos de todos los hombres. Al envilecimiento de las personas por la compra de sus conciencias, hay que oponer un gran respeto a la dignidad de la persona humana. Para Mons. Oscar Arnulfo Romero, la fe y el compromiso político con su pueblo lo llevaron hasta la mayor prueba de amor: dar la vida por quienes se ama, el martirio. El imperio y el poder político, económico, militar y paramilitar de El Salvador crucificado por esa cruenta guerra civil que lo desangró con más de setenta y cinco mil víctimas, no resistieron su palabra profética y su vida coherente con el pueblo pobre y oprimido. A Mons. Romero –como a Jesús– tres años le bastaron para que su voz profética llegara a todos los rincones del planeta. Cuando lo nombraron Arzobispo de San Salvador, la situación de represión y persecución contra los sectores más comprometidos del pueblo y de la Iglesia era evidente; la realidad de secuestros, torturas, exilio y asesinatos de

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varios de sus sacerdotes, religiosas, catequistas y laicos comprometidos, eran el pan de cada día. En este contexto el asesinato del P. Rutilio Grande, fue el acontecimiento clave que marcó su accionar pastoral, que le permitió asumir el dolor del pueblo y descubrir y combatir decididamente el pecado estructural reinante. Y pensar que Rutilio Grande, poco tiempo antes de su martirio retornó del Ecuador, de la Diócesis de Riobamba, en donde recibió de parte de Mons. Proaño iluminación, formación y fortaleza para reconfirmar sus grandes opciones evangélicas. Desde entonces, Mons. Romero, realizó una “clara opción por los pobres y por las víctimas que acudían a él buscando una palabra de consuelo y una liberación integral. Esa palabra quedó plasmada de manera contundente en sus homilías. Fueron palabras que hablaron la verdad, y por eso lo mataron; como mataron a Jesús por hablar con la verdad y por ser El mismo La Verdad revelada por el Padre, como nos dice el Evangelio de San Juan”.5 Desde entonces Mons. Romero, al igual que Moisés, vio la humillación de su pueblo… y se entregó para liberarlo. Sin dar marcha atrás (ni siquiera para tomar impulso) asumió en sí mismo todo el dolor y sufrimiento del pueblo. “Estoy bien definido hermanos”, decía; “ustedes son lo que tienen que definirse”. Su voz clara y enérgica clamaba: “Si denuncio y condeno la injusticia es porque es mi obligación como pastor de un pueblo oprimido y humillado. El evangelio me impulsa a hacerlo y

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en su nombre estoy dispuesto a ir a los tribunales, a la cárcel y a la muerte”. El 29 de marzo de 1980, un grupo de obispos latinoamericanos firmó un documento en el que manifestaron “Tres cosas admiramos y agradecemos en el episcopado de Monseñor Oscar Arnulfo Romero: fue, en primer lugar, anunciador de la fe y maestro de la verdad... fue, en segundo lugar, un acérrimo defensor de la justicia... en tercer lugar fue el amigo, el hermano, el defensor de los pobres y oprimidos, de los campesinos, de los obreros, de los que viven en barrios marginales”. Aquí, algunos textos de Mons. Oscar Romero que nos iluminan respecto a su misión y opciones: De nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre; de nada sirven los cambios de banderas, de partidos en el poder, de supuestas elecciones democráticas, si estos cambios sólo sirven para perpetuar este sistema de muerte... de nada sirven gobiernos emanados de la oposición, si no combaten a fondo esa violencia estructural que proviene de los mismos potentados económicos y de las mismas instancias gubernamentales y militares que se han perpetuado en el poder… ¡Cómo quisiera yo grabar en el corazón de cada uno esta gran idea: el cristianismo no es un conjunto de verdades que hay que creer, de leyes que hay que cumplir, de prohibiciones! Así resulta muy repugnante. El cristianismo es una persona, que me amó tanto, que me reclama mi amor. El cristianismo es Cristo” (Homilía: 6 de noviembre de 1977).

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Qué hermoso será el día en que cada bautizado comprenda que su profesión, su trabajo, es un trabajo sacerdotal; que, así como yo voy a celebrar la misa en este altar, cada carpintero celebra su misa en su banco de carpintería; cada hojalatero, cada profesional, cada médico con su bisturí, la señora del mercado en su puesto... están haciendo un oficio sacerdotal. Cuántos motoristas sé que escuchan esta palabra allá en sus taxis. Pues tú, querido motorista, junto a tu volante, eres un sacerdote si trabajas con honradez, consagrando a Dios tu taxi, llevando un mensaje de paz y de amor a tus clientes que van en tu carro”. (Homilía: 20 de noviembre de 1977). Una religión de misa dominical pero de semanas injustas no le gusta al Señor. Una religión de mucho rezo pero con hipocresías en el corazón, no es cristiana. Una Iglesia que se instalara sólo para estar bien, para tener mucho dinero, mucha comodidad, pero que olvidara el reclamo de las injusticias, no sería la verdadera Iglesia de nuestro divino Redentor”. (Homilía: 4 de diciembre de 1977). Aun cuando se nos llame locos, aun cuando se nos llame subversivos, comunistas y todos los calificativos que se nos dicen, sabemos que no hacemos más que predicar el testimonio subversivo de las bienaventuranzas, que le han dado vuelta a todo para proclamar bienaventurados a los pobres, bienaventurados a los sedientos de justicia, bienaventurados a los que sufren”. (Homilía: 11 de mayo de 1978).

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4. Fe y política en nuestros pueblos y en nuestra Patria Grande El contexto mundial que vivimos es complejo: nos sentimos atravesados por una crisis que no solo es financiera, económica, energética y alimentaria; sino que es crisis de valores, crisis ética, en una palabra, crisis civilizatoria. El modelo vigente, el sistema neoliberal imperante, que se enarboló como salvador, ya no da más en cuanto a cambio climático, depredación ambiental, explotación laboral, hambre, miseria, muerte, desigualdad, acumulación y concentración del capital. La solución nunca ha venido y menos aún ahora provendrá del mismo capitalismo. La solución que tenemos que lograrla, provendrá únicamente con la construcción de verdaderas alternativas postcapitalistas, con la construcción del socialismo, con el pueblo y sus propias organizaciones. Don Samuel Ruiz en reciente homilía en la Cripta de Catedral clamaba: la violencia institucional alcanza niveles insospechados en todos nuestros países: a las bandas de narcotraficantes, a las pandillas, a las maras, se unen los cuerpos policiacos corruptos, las guardias blancas, los grupos paramilitares y sectores del ejército que, gozando de toda impunidad, provocan el terror y la muerte violenta entre la población civil… La criminalización de la protesta social y la persecución a los líderes sociales, por un lado, y el acoso y persecución a las defensoras y defensores de los derechos humanos, por el otro,

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nos habla de un estado represor que cambia el discurso, pero no los métodos de represión al pueblo organizado. En nuestra Patria Grande, paradójicamente vivimos un momento especial. De algún modo y entre muchas contradicciones, un nuevo mapa político se va dibujando en nuestro continente, liderado por la ejemplar Cuba socialista, seguido por la República Bolivariana de Venezuela, el Estado Plurinacional de Bolivia, y también en mayor o menor grado por los gobiernos de Ecuador, Nicaragua, Paraguay, El Salvador, Uruguay. Vemos cuánto cuesta el cambio de estructuras, la verdadera ruptura, la revolución. Y sentimos dolor por los procesos de gobiernos serviles de Colombia, Perú, Chile, México, que se aferran a las políticas lideradas por el Departamento de Estado de los EEUU, el Consenso de Washington, el FMI, el Banco Mundial, el G8, la Comunidad Económica Europea, por las políticas que imponen las transnacionales, el militarismo y la carrera armamentista, los TLC, las Bases Norteamericanas, la Deuda Externa… En uno y otro contexto, la mayoría de nuestras iglesias y más concretamente sus cúpulas –desde sus intereses claramente aliados al poder– se alinean en unos países en oposición tenaz a todo cambio y, en otros, para bendecir y sostener las políticas neoliberales que generan hambre y miseria al interior de nuestros pueblos. En uno y otro contexto a nosotros como cristianos, se nos pide una respuesta coherente, en la cual fe y política iluminan y exigen; y ésta respuesta no

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Fuente: redsemlac.net


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puede ser otra que la que analizamos en la vida de Jesús de Nazaret, nuestro maestro y hermano mayor, y en la que dieron nuestros antecesores profetas y mártires que con Jesús Resucitado, viven en medio de nuestras luchas. La fe que no produce obras está muerta: muéstrame tu fe sin obras y yo te mostraré mi fe a través de las obras (Sant 3,17). No tenemos opción: o servimos a la vida del pueblo o somos cómplices de su muerte. Es la hora de la coherencia, de la definición: Ojalá fueras frío o caliente, más porque eres tibio, estoy para vomitarte de mi boca, sostiene Juan en el Apocalipsis. La realidad nos exige una toma de posición. Nuestro compromiso de fe al interior de la política tiene que ser como la levadura que desaparece pero que fermenta toda la masa, como la sal que se desvanece pero da sabor a la comida. Nuestro compromiso nos lleva a estar donde las papas queman. ¿Quién no desfallece que yo no desfallezca?, dice San Pablo. Estar allí donde el pueblo resiste, donde fortalece y crea sus propias organizaciones y con ellas se moviliza. Nuestro rol no es el de sustituir al pueblo en sus luchas, ni crear organizaciones paralelas, sino introducirnos en el seno de su propio tejido social, ser uno más, y aportar sentido a la lucha, fe, esperanza, solidaridad, coherencia, respeto, transparencia, honradez. Nuestro compromiso de fe – política pasa por actualizar y hacer nuestra “la opción preferencial por los pobres”; por actualizar y dar vida al Va-

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ticano II, Medellín y Puebla que desde Roma y desde el Opus Dei tratan de seguir sepultándolos. Y desde la opción preferencial por los pobres estar con los pueblos indígenas; con hombres y mujeres que superviven con un dólar diario; con los desplazados, los refugiados, los mojados, los encarcelados, los torturados, los parias, los nadie. Estar con los empobrecidos para que mediante la organización y movilización sean sujetos de la historia. Nuestra fe nos mueve a la construcción de cambios estructurales, constitucionales y a la formulación de políticas públicas con las que se devuelva la dignidad a los pobres y la justicia a los oprimidos; se defienda a la madre naturaleza; se erradiquen las bases estadounidenses, el armamentismo y militarismo, las guerras y el hambre. Tenemos que sumar y multiplicar esfuerzos a nivel local, nacional, mundial. Esperan nuestro aporte las comunidades de base, las redes nacionales y regionales, el FSM y todas las iniciativas de cambio glo–locales. Nuestro compromiso de fe – política pasa por estar codo a codo con todos los seres de buena voluntad que luchan por la deslegitimación del capitalismo; por la construcción de la interculturalidad y están por la vigencia y garantía de los derechos de los pueblos ancestrales; por la vida de nuestra expoliada pachamama; por la dignidad de la mujer, niños y jóvenes; por alcanzar la democracia generalizada y la defensa de nuestra soberanía. Sintéticamente, en kichwa decimos por la construcción del sumak kawsay, que se resume en que todos,

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naturaleza, pueblos y personas, tengamos vida y vida en plenitud. Pero ¿qué significa vida en plenitud? Al menos cuatro dimensiones inter-ligadas de la vida, reclama Frei Betto: la primera, estar bien con uno mismo, para lo cual es imprescindible salud, amor a sí mismo, alegría, ganas de vivir, ser capaz de sentirnos amados y amar; la segunda, estar bien con mi semejante, estar en buenas relaciones con mi próximo; la tercera estar bien con las organizaciones, con el pueblo; y la cuarta estar bien con la naturaleza, sentirme parte de ella. 5. Conclusiones Entre cristianismo y revolución no hay contradicción sostenían nuestros hermanos en la Nicaragua Sandinista y ese postulado es válido y actual. Para resistir en esta hora, es imprescindible mantener una mística liberadora que pasa necesariamente por momentos fuertes de oración personal y comunitaria, por contemplación y silencio interior para llenarnos de Dios y caminar en la búsqueda de ser perfectos, como lo es nuestro Padre Celestial. “Volver a las fuentes para redimir la Vida”, decía Mons. Proaño. Esto implica volver al Evangelio siempre nuevo y exigente para vivirlo, volver a nuestras raíces, volver a la Madre Tierra, “hacernos como niños”… y conseguir así, la santidad política.

Fuente: nonosolvidamosdehonduras.blogspot.com

Sentir y construir la Iglesia, la iglesia de los pobres, la iglesia indígena… porque no es Iglesia

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de Jesucristo si la Iglesia no es pobre y no es de los pobres. Iglesia que no es fin en sí misma, sino que sabe que su finalidad exclusiva es la construcción del Reino. Cambiar de paradigma: del paradigma antropocéntrico occidental (en el cual el hombre es el centro) pasar al paradigma cosmocéntrico indígena ancestral (el cosmos es el centro). “Es fundamental educar al pueblo. Es indispensable que esta educación no siga siendo lo que ha sido hasta ahora, una domesticación, sino una promoción del hombre en todas sus capacidades” (Mons. Proaño). Es inexcusable abrir y sostener espacios permanentes de educación política y mantener la memoria histórica. Favorecer la construcción de un verdadero estado de derecho que respete la dignidad humana y la vida del planeta y aplique la justicia de manera expedita e imparcial a fin de sepultar la impunidad. Solidarizarnos y estar con las organizaciones populares al interior de nuestros países y con los pueblos hermanos que luchan por su liberación: mantener una agenda común compartida. Impulsar y fortalecer la unidad del pueblo: sólo el pueblo organizado, unido y movilizado, salva al pueblo. Las soluciones para nuestro pueblo no las busquemos afuera, sino dentro, en nuestras

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Fuente: cristianosgays.com


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propias y fecundas raíces milenarias. “Ábrase América al mundo, pero las raíces han de ser nuestras” sostenía Martí, el apóstol cubano. Luchar por el advenimiento de un mundo nuevo y un cielo nuevo, por vida y vida en plenitud para todos los seres vivos en simbiosis con nuestra madre tierra; en fin luchar por el advenimiento del Sumak Kawsay. Mons. Leonidas Proaño, “Creo en el hombre y en la Comunidad”, p. 207. Lucas 23, 2 “Ahí empezaron a acusarlo diciendo: Hemos comprobado que este hombre agita al pueblo. Dice que no se debe pagar el impuesto al César y se hace pasar por Cristo Rey”. 3 Juan José Tamayo, Para comprender La Teología de la Liberación, pp. 48-49. 4 En kichwa significa caminar con un solo pie. 5 Mons. Samuel Ruiz, Homilía pronunciada en la Cripta de Catedral al celebrar el 30 aniversario del martirio de Mons. Romero. 1 2

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LA FE EN EL PROCESO SOCIAL Y POLÍTICO BOLIVIANO Teresa Suvieta*

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olivia es un Estado Plurinacional conformado por los pueblos Quechua (Bulibya) Aymara (Wuliwya) y Guaraní (Volívia). Oficialmente nuestro país fue denominado República de Bolivia, en marzo de 2009. Está situado en el centro–oeste de América del Sur. La capital del Estado Plurinacional es Sucre, sede de su órgano judicial, en tanto La Paz es sede de gobierno y de los órganos ejecutivo y legislativo. Limita al norte y al este con Brasil, al sur con Paraguay y Argentina, y al oeste con Chile y Perú. Su territorio comprende parte importante de la Cordillera de Los Andes, el Altiplano, la Selva Amazónica y el Gran Chaco, lo que le permite estar categorizado como país mega diverso. Junto con Paraguay, es uno de los dos países de América Latina sin litoral marítimo. * Fundación Luis Espinel (Bolivia).

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Tiene una extensión de 1.098.581 km2, siendo el octavo más extenso de América y el vigésimo séptimo a nivel mundial. Su forma de gobierno es presidencialista, descentralizada y con autonomías. Está formada por nueve departamentos y mantiene una reclamación territorial con Chile por una salida soberana al Océano Pacífico y por su espacio marítimo.

Fuente: raicesmilenarias.com

Sus cerca de 10,5 millones de habitantes se distribuyen étnicamente en mestizos, indígenas– originarios y blancos descendientes de criollos y afro bolivianos y una menor proporción de descendientes de migrantes europeos y asiáticos. La fe del pueblo boliviano La fe del pueblo boliviano se remonta a épocas anteriores de la Colonia Española. La fe de los Aymaras, Quechuas y Guaraníes, siempre estuvo relacionada en armonía con la madre naturaleza, de respeto, de complementariedad, solidaridad y oración permanente a la misma, todo ello reflejado en la veneración al Tata Inti (Sol), a los cerros, a la madre tierra, al agua, al viento. Con la llegada de los españoles a estas tierras se sometió sin piedad a los nativos, al igual que en el resto del continente, sin respetar ni considerar su hábitat, cultura y cosmovisión religiosa, social y organizativa, para que asumieran la fe religiosa “verdadera”. Desde el comienzo de la conquista, la misión evangelizadora quedó en manos de los religiosos

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católicos. El predicador iba con el ejército y el indígena apenas podía distinguirlo del conquistador que, diciéndose también apóstol del cristianismo, quería con el velo de la fe cubrir sus ambiciones, avaricias y crueldad. Por ejemplo, millones de indígenas murieron en las entrañas del cerro rico del Potosí. Sin embargo, pese al terrible sufrimiento, los indígenas abandonaron su fe en la madre naturaleza y, en su resistencia, hicieron sincretismo con el cristianismo. De ese modo lograron mantener su religiosidad popular hasta hoy. El proceso social y político boliviano Resumiendo, nuestra historia reciente ha sido de una intensa movilización social. En 1990 se desató una gigantesca marcha indígena de las tierras bajas, reivindicando tierra, territorio y dignidad, buscando que estas exigencias quedaran consignadas en una nueva Constitución Política. Todo este gran proceso desatado desde ese año, tuvo un momento de especial significado en diciembre de 2005 con la llegada a la presidencia de Evo Morales, quien obtuvo en las elecciones 54% de votación. En 2006 se eligió por voto popular a los Asambleístas para la constituyente, e instalaron su escenario de deliberaciones en Sucre. Desde la misma instalación neoliberales boicotean la Asamblea Constituyente, intentando imponer un reglamento que impedía los debates y aprobación del articulado, con intensa campaña de discriminación contra los pueblos indígenas y

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Fuente: eabolivia.com


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violencia física contra asambleístas del Movimiento al Socialismo (MAS), que fue el que llevó a Evo a la presidencia. En 2007 los Constituyentes aprobaron en Oruro la Carta Magna, y en 2008, luego de un intenso conflicto donde los sectores de derecha pretendían tumbar a Evo, se logró la ratificación de nuestro presidente con el 67% de la votación. La región de Media Luna, de derecha, zona ubicada en el oriente del país, exigió autonomía y se le incorporó en el texto constitucional. La reacción de la oposición no se dejó esperar: varios atentados a la vida del presidente, toma de aeropuertos y de instituciones del Estado, oposición al referendo constitucional. En medio de la convulsión, en febrero de 2009 finalmente Evo Morales promulgó la nueva Constitución Nacional en El Alto, departamento Autónomo de La Paz, con una ratificación del 61.49% de la votación.

Fuente: iquiquenoticias.blogspot. com

La región de la Media luna no aceptó las autonomías reconocidas constitucionalmente y se declararon en desacato a la nueva Constitución Política del Estado. En el marco de la campaña de desestabilización al gobierno de Evo Morales, fueron asesinadas 19 personas y heridas 53, en El Pando, lo que llevó a la aprehensión por orden fiscal de siete implicados en la masacre, la mayoría políticos de la oposición. La derecha apeló argumentando que se le violaban los derechos humanos a los detenidos, pero no se pronunciaron rechazando la masacre, ni mucho menos reclamando justicia en favor de las víctimas.

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Decisiones tomadas por el gobierno que favorecen el saneamiento de las tierras, fueron saboteadas por los monopolistas. El presidente invitó a toda las partes a dialogar para constituir el Consejo de las Autonomías, y no acudieron las regiones controladas por los sectores de derecha. Estos son solo algunos ejemplos que nos ayudan a ilustrar la inmensa tensión que se está viviendo en nuestra sociedad en razón del poder que se ha tomado el movimiento popular. De un lado están los indígenas, campesinos, trabajadores, pobres de las ciudades, que defendemos la revolución cultural liderada por Evo Morales Ayma; del otro lado está el bloque colonial, burgués, que intenta restaurar el poder político perdido. En esta tensión el pueblo boliviano sepulta la violencia como método de solución de conflictos y opta por la vía del diálogo y la democracia. El proceso de cambio impulsado por el presidente Evo Morales sigue gozando del apoyo mayoritario del pueblo boliviano a pesar de la campaña adversa de los medios de comunicación, que se han convertido en actores políticos de primera línea. Sus propietarios, dueños del poder económico, han sido derrotados de manera recurrente en las urnas. El referéndum dirimitorio dio un rechazo contundente al latifundismo improductivo, pasando la extensión permitida del latifundio de diez mil a cinco mil hectáreas. Además, se incluyeron todas las nacionalidades con igualdad de derechos en el Estado Plurinacional.

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Fuente: fundacionmilenariatrevisi. com

La nueva Carta Magna es el instrumento legal y base del proceso de cambio. Establece que somos propietarios de los recursos naturales del país, que tenemos acceso universal a la educación y salud. Tenemos cuatro tipos de autonomía de igual nivel. Gozamos de una economía plural. Gozamos del derecho a la propiedad privada, salvo aquellas propiedades rurales que no cumplen con la función económica social. De la teoría a la práctica La ultra derecha, debido a la pérdida de sus privilegios, no ha hecho fácil el disfrute de las conquistas que las mayorías hemos alcanzado. El desacato a la nueva constitución Política del Estado plantea un desafío inmenso en la agenda legislativa, que debe contar con el respaldo popular para que se pueda hacer efectiva. En este sentido se requiere de la elaboración y aprobación de más de cien leyes. En consecuencia, el 4 de abril de 2010, millones de bolivianos acudimos a las urnas, y con nuestro voto soberano, fortalecimos la democracia en unos comicios marcados por la ratificación del Movimiento Al Socialismo (MAS) como primera fuerza política del país. El proceso de cambios estructurales que recorre la patria transcurre revitalizado por el apoyo popular a la democracia boliviana. Pero ese apoyo a las transformaciones económicas y sociales también ha recibido un claro mensaje de unidad nacional, en torno al que deberán trabajar gober-

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nadores y alcaldes que resultaron electos junto a las autoridades del Gobierno nacional. De las nueve gobernaciones departamentales, el MAS obtuvo seis, y tres quedaron en las manos de los opositores. Creemos que la consolidación del proceso boliviano va mucho más allá de las ganancias electorales, y se requiere el fortalecimiento del movimiento social que posibilite transformaciones reales que vayan mucho más allá de las formalidades de una democracia electoral. La fe en el proceso social y político boliviano Cristianos y cristianas de base de diferentes Iglesias, comprometidos con las luchas y las esperanzas de los sectores populares de Bolivia, creemos importante elevar una voz pública diferente, porque desde el campo religioso y específicamente cristiano, en la actual coyuntura sólo se escuchan las voces de las jerarquías eclesiales que, salvo raras excepciones, por una pretendida posición de rectoría moral sobre la sociedad, hoy están cerradas a vislumbrar signos de vida y esperanza en las luchas de este pueblo. No solo la jerarquía es Iglesia, no sólo los clérigos ni los que aparecen en la sociedad como los "especialistas de la religión". Iglesia somos todos y todas los que hemos descubierto en nuestra realidad que la memoria de un campesino palestino llamado Jesús de Nazaret, su vida, su testimonio, sus palabras y acciones, su muerte en manos de

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los poderosos de su tiempo y sobre todo el hecho de haber superado la muerte, son relevantes para todo tiempo y cultura, para todo pueblo que se levanta contra la opresión y busca colectivamente una vida más digna. Y para lograr ello, asumen la tarea de construir estructuras económicas y políticas alternativas al sistema dominante. Nosotras y nosotros creemos que esto está sucediendo en Bolivia. Y por ello consideramos, como mujeres y hombres de fe, que: Luego de la aprobación de la nueva Constitución Política del Estado, nos encontramos con el serio desafío de construir nuevas leyes que deben regir la vida social, económica y política del país, y en estos desafíos deberíamos involucrarnos todos. Los sectores conservadores deberían comprender que este amplio apoyo popular al gobierno del MAS (ratificado desde 2005 en sucesivos actos electorales) es producto de la clara memoria que tiene el pueblo de lo que fue el proyecto político de saqueo y corrupción durante el periodo neoliberal, en el que los ricos manejaban el país como una prolongación de sus haciendas y sus empresas, sometidos a los intereses del capital transnacional. Abriendo un nuevo ciclo de emancipación popular en nuestra historia, nuestro pueblo se hartó de ellos y les dijo "basta".

Fuente: grupogesplan.com

Con esta misma actitud de ir más allá de las apariencias, el MAS tampoco debería engañarse con realidades frágiles y aparentes. Este amplio apoyo que aún tiene es señal evidente del respaldo

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popular, pero este respaldo es de un pueblo sujeto de la historia, que por tanto es quien tarde o temprano le pedirá cuentas del cumplimiento de las promesas y proyecciones que hace hoy. Este pueblo, que busca cambios más profundos, es el verdadero sujeto de transformación social. Bajo la memoria de los mártires de este "proceso de cambio", es necesario mirar más allá del ajetreo electoral: los problemas de fondo del país no se resuelven sólo con elecciones. Si bien es importante que crezcan las fuerzas populares, ese crecimiento del poder popular no sólo debería ser cuantitativo, sino sobre todo cualitativo. Esto quiere decir, más fortaleza en las organizaciones de base, allí donde el pueblo delibera y asume colectivamente la responsabilidad de construir una nueva sociedad. En ese afán de búsqueda de una mirada más profunda y crítica de la coyuntura, es necesario señalar algunos temas cruciales para este crecimiento cualitativo del poder popular: a. Ante la reforma autonómica que se está operando en el país, la preocupación de la población es que las reformas al Estado no deberían dejar más indefensos a los sectores populares frente al poder de los ricos. b. Otro tema crucial es la nueva legislación sobre Participación y Control Social. En medio de la reforma autonómica, el pueblo necesita contar con canales amplios para hacer efectivo su rol de sujeto en las decisiones de la gestión pú-

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blica. Sólo así podremos profundizar una democracia más participativa y directa. Es necesario, pues, que la nueva ley potencie las prácticas de democracia que lleva nuestro pueblo no sólo en las urnas, sino en los barrios, en las comunidades indígenas y campesinas, cuando se organiza y moviliza para luchar por sus derechos, por dar solución a los problemas y necesidades más básicas, como el agua potable, el saneamiento básico, el empleo, la salud, la educación. c. La política nacional sobre recursos naturales es de vital importancia para consolidar una base económica soberana y con suficiente respaldo para garantizar los derechos sociales exaltados en la nueva constitución política del Estado. En este proceso, el pueblo organizado no puede estar ausente, si queremos construir un real proceso de transformaciones de largo alcance. Este es el desafío principal del actual momento que vive el país.

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FE Y POLÍTICA: El testimonio de las Comunidades Eclesiales de Base de El Salvador y Mons. Romero Armando Márquez*

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ay una feliz coincidencia en esta tarde: el tema “fe y política” fue abordado por Mons. Romero un 2 de febrero de 1980 en la Universidad de Lovaina. La Universidad de Lovaina le confirió a Mons. Romero el doctorado Honoris Causa y, con esa ocasión, lo invitaron a dictar una charla cuyo tema fue precisamente ése. (Me imagino que Francois Houtart, aquí presente, tuvo mucho que ver con dicho reconocimiento a Mons. Romero). En esa ocasión, hace 30 años, Monseñor comienza su discurso diciendo: Voy a hablarles como pastor que juntamente con su pueblo ha ido aprendiendo la hermosa * Director de Fundhamer de El Salvador. Secretario Ejecutivo del SICSAL. (www.sicsal.net).

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y dura verdad que la fe cristiana no nos separa del mundo, sino que nos sumerge en él. De que la Iglesia no es un reducto separado de la ciudad, sino seguidora de aquel Jesús que vivió, trabajó, luchó y murió en medio de la ciudad, en la polis. Es de esta experiencia, que Mons. Romero llama como “hermosa pero también difícil, dolorosa”, de la que yo quiero hablarles en esta tarde. Una experiencia que empezamos en el Salvador, aún antes que Mons. Romero llegara al Arzobispado. No fue una experiencia exclusiva de los salvadoreños, fue de toda América Latina. Aquí, en Colombia, ya había empezado con Camilo Torres, después vinieron los documentos de Medellín. Al llegar Mons. Romero al arzobispado, en 1977, toda esta experiencia anterior sirvió para lo que después Monseñor continuó. Es decir es todo un proceso. Mons. Romero no llegó como el hombre iluminado, sino que fue el compañero de camino que fue aprendiendo de nosotros y nosotros de él. Cada domingo sus homilías eran el punto de referencia, de análisis y reflexión; el recordaba que la “catedral” se llama así porque es la “cátedra” del obispo. Por eso, se presenta en Lovaina como maestro en la fe. Una primera cosa que constatamos en ese proceso, que también recoge Mons. Romero en el discurso en Lovaina: Debemos estar claros desde el principio que la fe cristiana y la actuación de la Iglesia siem-

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pre han tenido repercusiones sociopolíticas, por omisión o por acción, por la convivencia con uno u otro grupo social, los cristianos siempre hemos influido en la configuración sociopolítica del mundo en el que vive. La cuestión es cómo debe ser el influjo en el mundo sociopolítico para que sea verdaderamente según la fe. Ese fue un primer descubrimiento que hicimos, que la fe repercute en la política. Se nos había enseñado que la fe no tenía nada que ver con la política. Se nos había dicho que éramos pobres por voluntad de Dios, así estuvimos 500 años, sometidos, aceptando como voluntad de Dios un sistema de injusticia, de oprobio. Porque la voluntad de Dios hay que aceptarla, con resignación y nosotros teníamos que aceptar con resignación, con paciencia, el ser pobres, oprimidos, sin protestar porque era ir en contra de la voluntad de Dios, esperando que, en el cielo, se nos iba a recompensar por haber sido dóciles, resignados. Para quienes creen que la fe y la política van totalmente separadas, preguntamos ¿puede haber mayor influencia de la fe que ésta? El asunto no es si la fe influye en la política sino cómo tiene que influir para que lo haga desde el evangelio realmente. Así, fuimos haciendo un proceso de reflexión, análisis. También nos dijeron que no podíamos leer la Biblia porque no la íbamos a entender, porque era sólo para que la leyeran los sacerdotes, por otra parte, estaba en latín; pero, además, porque es un libro “sagrado” y lo sagrado está separado de lo profano, está lejos de la realidad y no se puede tocar.

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Mártires de la UCA. Fuente: uca.edu.sv


Fe y política: el testimonio de las comunidades eclesiales de base de El Salvador y Mons. Romero

¡Gracias a Dios! los tiempos fueron cambiando: desde principios del siglo XX movimientos como el bíblico, el movimiento laical, el litúrgico… que finalmente desembocaron en el Concilio Vaticano II, fueron preparando los cambios. En América Latina, el Concilio desembocó en los documentos de Medellín. Así fue como pudimos tener acceso a la Biblia y empezamos a leerla. Ahí nos llevamos algunas grandes sorpresas. La primera sorpresa fue descubrir que entendíamos perfectamente la Biblia, no por haber ido a la escuela o a la Universidad, sino porque las historias de la Sagrada Escritura son muy parecidas a nuestra propia historia. Si en la Sagradas Escritura leemos que el pueblo de Israel estaba en Egipto “oprimido”, nosotros no tenemos que ir a la Universidad para saber que es la opresión de un imperio, para saber que es vivir con salarios de hambre como vivieron los israelitas construyendo las pirámides. Entonces comenzó una comprensión de la Sagrada Escritura, cuya clave de comprensión no fue la filosofía, ni la doctrina, sino la experiencia, la vida. Si nosotros leemos que los profetas eran perseguidos, nosotros entendemos bien porque sabemos por propia experiencia qué es ser perseguidos. Entonces esa fue una primera sorpresa, ¡grande y esperanzadora que nos reanimó! Una segunda gran sorpresa fue descubrir que no era cierto que fuéramos pobres por voluntad de Dios. Descubrimos que Dios estaba a favor de los pobres, no sólo para consolarlos, sino para empujarlos a la liberación del

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pecado personal y a la liberación del pecado estructural. Descubrimos en el Éxodo un Dios que tomó posturas políticas, por ejemplo, contra el faraón. Dice Mons. Romero en ese discurso de Lovaina: Como en otros lugares de América Latina, después de muchos años, y quizás siglos han resonado entre nosotros las palabras del Éxodo: He oído el clamor de mi pueblo, he visto la opresión con que los oprimen”. Estas palabras de las escrituras nos han dado nuevos ojos para ver la realidad, lo que siempre había estado entre nosotros, pero tantas veces oculto, aún para la mirada de la misma Iglesia. Esta nueva lectura nos fue dando nuevos ojos. Descubrimos a un Dios liberador que hacía opción por los pobres y nosotros, que por 500 años habíamos sido abandonados por los gobiernos de turno, por las oligarquías, por los militares, por la misma Iglesia, que nuestra autoestima estaba por los suelos, descubrimos que Dios estaba con nosotros, no sólo dándonos cariño, sino empujándonos para buscar nuestra liberación, entonces nuestra autoestima creció. En el túnel de 500 años de historia se encendió una luz de esperanza y por todas partes empezamos a hacer esta lectura nueva de la Escritura. Pasamos a preguntamos, entonces, si no somos pobres por voluntad de Dios, entonces ¿por qué somos pobres? Mons. Romero nos iluminaba en su cátedra dominical, empezamos a consultar a sociólogos, a expertos. Así, descubrimos que éra-

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mos pobres porque había un sistema económico, político, militar, cultural, que fabricaba pobres. Nos preguntamos, entonces, si ese sistema era voluntad de Dios y concluimos que no, porque es un sistema que produce muerte, que produce hambre, que produce hombres y mujeres pobres. Es un sistema de pecado. Empezamos a entender que el pecado tiene una dimensión personal y otra social. Si el pecado personal hay que cambiarlo, el sistema social de pecado también hay que cambiarlo, por eso, comenzamos a hablar de transformación de estructuras de pecado. Empezamos a entender que teníamos derechos por ser hijos de Dios. Derecho a la educación, a la salud, a la tierra, a la vida digna, derecho a vivir en plenitud. Antes creíamos que si el gobierno quería nos podía construir una escuela, un centro de salud, pero ahora entendemos que es su obligación porque son nuestros derechos y, animados por la Palabra de Dios, tenemos que exigir que se cumplan. Así se fue desarrollando un método de lectura de la Biblia donde nuestra vida era la clave interpretación de la Escritura, pero, al mismo tiempo, la Palabra nos daba luz para entender nuestra vida y, un tercer momento era ver qué debíamos hacer con lo que habíamos entendido. Así empezamos a hacer acciones de cambio personales, pero también acciones comunitarias, sociales buscando la transformación de la situación injusta que vivíamos. Así fue como la fe nos fue llevando a la política, a la búsqueda del bien común.

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Siguiendo a los grandes profetas, comenzamos a denunciar las injusticias. En ello, Mons. Romero fue un maestro excepcional. Un profeta como los más grandes del Antiguo Testamento: denunciar las injusticias, la opresión del pueblo a partir de la iluminación de la Sagrada Escritura. Por supuesto, esa experiencia de fe era muy diferente de la que estaban acostumbrados los grupos de poder. Ellos vieron, en esa experiencia de fe nuestra, un peligro, un riesgo a sus intereses egoístas de siempre, a los privilegios que por 500 años habían mantenido en base a la influencia política desviada de la fe. Dijeron que nosotros estábamos traicionando la fe, a la Iglesia. Acusaron a Mons. Romero de estar traicionando al Papa, de ser comunista, marxista… Como la fuerza de la fe liberadora era tan grande y crecía cada vez más, empezaron las amenazas, las acusaciones, los encarcelamientos. Como no se detenía la fuerza de las Comunidades Eclesiales de Base, sino al contrario, como con los Apóstoles, la persecución nos daba más fuerza, empezaron a encarcelar a los catequistas, animadores de comunidades de Base. Como no se detenía esta fuerza, empezaron a asesinar. Asesinaron al sacerdote Rutilio Grande, que va a colmar el proceso de comprensión y cambio de Mons. Romero. Asesinaron 7 sacerdotes y, finalmente, el 24 de marzo de 1980, asesinaron a Mons. Romero en una pequeña capilla, mientras celebraba la sagrada Eucaristía. Es una eucaristía incompleta que nos toca a nosotros continuarla.

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Empezó así un proceso de represión muy fuerte. En esos momentos nos decíamos: “Si mataron a Mons. Romero, con todo el prestigio que tenía a nivel nacional e internacional, ¿qué iba a pasar con nosotros?”. Se dio una represión muy fuerte para acabar con este movimiento. De ahí que vino una reacción, fundamentalmente de sectores estudiantiles, obreros, políticos: plantearon que era hora de defendernos y se creó, en poco tiempo, todo un ejército revolucionario. Vino una guerra muy dura de 12 años que nos costó 70.000 muertos en un país de 5 millones de habitantes. La mayoría de los muertos fueron civiles. El hecho de tomar las armas, muy difícil de analizar en pocas palabras, creo que distorsionó el proceso educativo que llevábamos, de crecimiento de la conciencia, de la mente y el corazón. Las energías tuvieron que enfocarse por otro lado y por eso creo que, ahora 30 años después, países que no han pasado por la confrontación armada, como nosotros, han logrado avances mayores que los nuestros. Por ejemplo, el caso de Bolivia, de Ecuador o Venezuela. Son avances que nosotros no hemos alcanzado aunque hicimos un proceso tan fuerte y una lucha armada tan intensa. Me alegró oír decir a Teresa Zubieta (de Bolivia): “en este proceso estamos dispuestos a que nos golpeen, a que nos maten, pero no a matar”. Es un proceso muy complicado y decirlo así parece una afirmación muy simplista, hay muchas causas y elementos a tener en cuenta. Finalmente, a pesar de la ayuda norteamericana al ejército y gobierno de el Salvador (una ayuda

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que era de 2 millones de dólares diarios), no se lograba terminar la confrontación. A finales de la década de los 80 se decide iniciar un proceso de acuerdos de paz que se lograron concretar en enero de 1992. Vimos algunos logros. Desde luego, terminó la guerra, se dejó de asesinar a personas por pensar diferente, se desatanizó a la izquierda y pudo entrar al campo político sin ser tachada de demonio, de terrorista. Pero, en donde no se lograron avances fue en el sistema económico. Era la época de la caída del muro de Berlín, la Unión Soviética se derrumbaba, el modelo socialista desaparecía y aparecía el capitalismo como el único modelo reinante, algunos llegaron a afirmar que se había llegado al fin de la historia. Eso no nos permitió en parte llegar a acuerdos en la parte económica. Vino, entonces, un momento muy difícil de frustración: al no ver los sueños hechos realidad, los ideales por los que se habían entregado tantas vidas. Entraron las fuerzas revolucionarias, como partido político, el FMLN, a las elecciones y las perdimos consecutivamente por 4 veces. Gobernaban los mismos de siempre y, además, “legalmente”; nos están robando en nuestras propias narices sin que protestáramos ni dijéramos mayor cosa. Privatizaron la banca, la luz eléctrica, la telefonía. Entramos así en una crisis política, en una crisis económica en la que se fueron reduciendo los grupos económicos que controlaban la economía. Hoy se habla de 7 grupos familiares que controlan la economía de El Salvador, en mi infancia se hablaba de 14 familias. Entramos,

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también, en una crisis religiosa porque la jerarquía, que antes habían sido la voz de los que no tenían voz, estaban en un proceso de “involución”. Nombraron un arzobispo del Opus Dei como sucesor de Mons. Romero. Con esto nos decían que dejáramos de soñar con una Iglesia diferente. Se dio una deserción de líderes de comunidades. Para las CEBs la Palabra de Dios fue nuevamente una luz en medio del túnel que estábamos viviendo. Recordamos como el pueblo de Israel avanzaba, retrocedía y volvía. Y ese es un proceso histórico de los pueblos. Con Moisés se liberaron, pero llegaron al desierto y allí fue un fracaso. Pasaron 40 años cruzando el desierto cuando lo podían haber hecho en 4 meses. Lograron, después, llegar a la tierra prometida, que no era tanto que manaba leche y miel, sino, que había que hacer que produjera leche y miel. Posteriormente, fueron exiliados en Babilonia y allí estuvieron 50 años desplazados, pero al final regresan y reconstruyen. Así, aprendimos que había que luchar, resistir y esperar activamente por mejores tiempos. Creemos que ahora estamos en mejores tiempos. El año pasado (marzo 2009) se logró un triunfo político importante. Ganó una coalición de centro izquierda. Tenemos el desafío de construir un nuevo sistema. Creo que entre todos los latinoamericanos vamos abonando experiencias en la construcción de este nuevo sistema. Recibimos buenas noticias de Bolivia, Venezuela, del Ecuador, el ALBA, la resistencia de la cual he sido testigo en estos días aquí en Colombia, etc. Uste-

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des hablan de resistencia, pero, también he oído mucho de construcción. Gracias. Sigamos adelante con esta tarea histórica de liberar nuestros pueblos y de construir “ya, pero, todavía no” el Reino de Dios.

Fuente: educayfilosofa.blogspot.com

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EL REINO: LA POLÍTICA DE JESÚS. Aporte desde J. D. Crossan Carlos Eduardo Román Hernández*

El Reino: la política de Jesús. Aporte desde John Dominic Crossan, es el tema que me han propuesto para esta mesa de trabajo.

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ero antes de comenzar, quisiera hacer unas aclaraciones. Lo primero es decir que nosotros tenemos en los evangelios una memoria creyente sobre Jesús; es decir, lo que nos presentan sobre Jesús es un evangelio, una buena nueva. Buena en la medida que el mensaje “es vist[o] desde la perspectiva de alguien” (un campesino, por ejemplo, no un gran dueño de tierras), y nueva en la medida que el mensaje “es constantemente actualizado para nuevos tiempos y lugares, situaciones y problemas.”1 De lo anterior, el segundo aspecto a aclarar: como los evangelios actualizan a Jesús para nuevos tiem* Literato y Teólogo. Docente de la Pontificia Universidad Javeriana.

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pos y lugares, y desde la perspectiva de alguien, a veces (sin querer y sin mala intención) se nos desdibuja un poquito lo que el Jesús de la historia dijo e hizo. Por esto es necesaria la reflexión, y hay autores que se ocupan de ello, reconstruyendo la historia que hay detrás de los evangelios. Pues bien, uno de estos autores es Crossan, un hombre de origen Irlandés y hoy radicado en Norteamérica, cuyos trabajos son la guía para estas líneas que ahora leo. ¿Cómo voy a proceder en esta presentación? El jueves estuve compartiendo con ustedes el espacio de reflexión, y tuve la oportunidad de asistir a las conferencias de ayer viernes. Se me ocurre que en esta mañana, y a la luz del tema que aquí se viene trabajando, podría plantear a uno de esos estudiosos del Jesús de la historia (Crossan) las preguntas que en estos días ustedes han compartido. Por ejemplo, podríamos preguntar: ¿Qué realidad le pasó a la comunidad de Jesús, y cómo resistieron ellos a esa realidad? Situemos algunos elementos para responder a esta pregunta. La comunidad de Jesús es una que se entiende en términos de cultura. Primero, ellos son judíos, un pueblo de larga tradición ligado a la tierra, que siempre ha tratado de vivir en libertad autoproductiva. Y digo que ha tratado de vivir, porque no han faltado imperios que les quitan esa libertad, o gobernantes de su mismo pueblo que se entregan a esos imperios. Segundo, son campesinos, es decir, viven de la tierra, pero están explotados por sus dominadores al servicio de las

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Fuente: priceminister.es


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ciudades. Tercero, viven en un espacio geográfico que es el mediterráneo, donde muchas veces en la cultura, incluso al interior de ellos mismos, se elaboran y justifican discriminaciones, en dos sentidos. Un sentido es pensar que hay gente que manda (el patrón) y gente que obedece (el cliente); el otro sentido es pensar que hay gente que vale más y gente que vale menos, gente que tiene honra y gente que no tiene honra (por decir algo: un varón piadoso tiene honra, en tanto la mujer viuda o desposeída, o su hija, no tiene honra). Fuente: masoportunidades.com.ar

Pues bien: en el tiempo de Jesús, las comunidades campesinas judías están dominadas por el imperio romano. Al imperio romano le interesa poner a producir la tierra de manera intensiva y comercializar su producción para, por un lado, alimentar el lujoso modo de vida de sus ciudadanos (que son una minoría) y, por otro, para sostener el ejército que controla el orden del imperio. Esto es muy duro para el campesino judío. Con eso le están obligando a producir para dar a otros, o para sacar productos al comercio, y no para que se alimente él y su familia. Y no sólo esto. A muchos campesinos le quitan la tierra, y sin tierra, el campesino se ve obligado a trabajos manuales para sobrevivir (carpintero o picapedrero, por ejemplo), a la mendicidad, al robo, a la prostitución, o incluso a convertirse en un servidor de sus dominadores. Muchos de ellos, del desespero, enloquecen: para el lenguaje de la época, quedan poseídos. Todo esto pasó a las comunidades del tiempo de Jesús. Y si bien muchos de ellos se entregaron al

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desespero, no todos lo hicieron, sino que trataron de resistir. ¿Cómo lo hicieron? Todos ellos, compartiendo la “vieja aspiración universal del campesinado de vivir en un mundo justo y equitativo”, decidieron negar este mundo injusto. Pero hubo diferencias. Algunas comunidades decidieron retirarse de ese mundo injusto (escatología ascética). Otros, quisieron destruirlo mediante palabras o espadas (escatología apocalíptica). Pero otros, entre ellos Jesús y sus comunidades, pensaron que lo mejor era asumir “un estilo de vida para el momento presente”, lo que suponía “todo un desafío a los cimientos más profundos de la moralidad de la época” (escatología ética).2 Hablemos de este camino de resistencia asumido por Jesús y sus comunidades, que es lo que solemos conocer como Reino de Dios, un Reino que se opone al Reino de Roma y todo lo que ello implica. Al leer los evangelios, podemos dar cuenta de una serie de dichos, de conjuntos significativos que muy posiblemente pertenecen al Jesús de la historia. Una serie de dichos que parecen atacar a la familia, se pueden leer como un rechazo al eje patronal que configura a las familias mediterráneas. Otros hablan de los pobres, los ptochós, que en realidad son mendigos y menesterosos (desechables, en lenguaje de nuestro tiempo); esos dichos se pueden leer en el sentido que están tan excluidos del sistema, que son los únicos inocentes en tanto no tienen ninguna posibilidad de participar en las actividades perversas del sistema. Otros hablan de los niños, y hay que re-

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cordar que en la cultura del siglo I un niño es un don nadie que se puede tirar en cualquier riachuelo, alguien del que cualquiera puede abusar. Otros dichos hablan de una semilla de mostaza, que a nadie le hace falta, porque daña el trigo y atrae a los malditos pájaros que se comen la semilla del gran agricultor. Pero no son sólo palabras: son actos. El personaje se sienta a una mesa con cualquiera, como ese amo del evangelio de Lucas que manda a su siervo a buscar “a cuantos encontréis” (14,1524).3 Estas palabras y estos actos definen “el Reino de Dios como un proceso de comensalía abierta, como una comida sin discriminaciones que constituye un cuadro en miniatura de una sociedad sin discriminaciones, [y] supone un choque frontal con los conceptos de honra y deshonra, valores fundamentales de la cultura y la sociedad del Mediterráneo antiguo”; además, por extensión y para todo tiempo, aparece en esa comensalía de comida real y compartida como símbolo y encarnación “de una igualdad absoluta entre todas las personas, que niega la validez de cualquier discriminación de la que puedan ser objeto”.4

Fuente: artículo.mercadolibre. com.ar

Este Reino como proceso de comensalía, con su pretensión de romper jerarquías y discriminaciones implica, además, dos procesos adicionales. Por un lado, procesos curativos de significado social, es decir, acogidas del lastimado que, en razón de su enfermedad o posesión, ha sido excluido de la mesa compartida. Por otro, una voluntad de no quedarse en un solo lugar, una

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vida errante, para evitar que ese lugar se vuelva superior sobre otros. Ahora bien, ¿de dónde sacaban Jesús y sus comunidades tales ideas? Si quieren, podemos poner esta pregunta en términos de algo que se trabajó aquí en días pasados: ¿Cómo nos ayuda para la resistencia lo que nos enseñaron los mayores? ¿Qué textos bíblicos nos gusta leer y recordar? Jesús y sus comunidades recordaban las palabras de sus mayores a través de esos textos que hoy llamamos Antiguo Testamento y que, para ellos y en ese momento, era su “biblia”. Y ellos también, como nosotros hoy, tenían sus lecturas preferidas. Estas ‘lecturas preferidas’ tienen un nombre técnico, que es lo que se llama tradición profética, que habla de un Dios de justicia. Veamos un ejemplo. “Defended al débil y al huérfano, haced justicia al humilde y al pobre, liberad al débil y al indigente, arrancadle de la mano al malvado”, clama el Dios que se alza en medio de la asamblea divina, en el Salmo 82. De este Salmo comenta Crossan: “Los dioses y diosas paganos no son destronados sólo por ser paganos, ni por ser diferentes, ni por ser la competencia. Son destronados por su injusticia, por su negligencia divina, por el mal ejercicio trascendental de su cargo. Son rechazados porque no exigen ni hacen justicia entre los pueblos de la tierra. Y esa justicia se interpreta como… protección para los sistemáticamente débiles frente a los sistemáticamente poderosos”.5 Estas exigencias constitutivas implican “igualdad radical… compromiso de alianza para mantener la igualdad, …rechazo

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incesante de la progresiva desigualdad”, en la medida en que se viva “en santidad en la tierra santa de Dios”.6

Fuente: quesabesobreelpesebre. blogspot.com

Creer en este Dios de justicia, como creían Jesús y sus comunidades, se ve reflejado en los ritos y celebraciones en defensa de su vida y modo de vida campesinos, que ellos acostumbran. Son los ritos judíos tradicionales, tomados de manera flexible, y alimentados con nuevos elementos, de los que ya hablamos. Recordémoslos. Hablamos arriba de la comensalía, de esa mesa de comida real y compartida, en la que se sientan sin discriminaciones. Hablamos también de las curaciones, que son gratuitas, para el que lo necesite. Hablamos también de una vida errante, que no fija centros de poder, sino que invita a que los que han sido sanados y acogidos, también sean sanadores y personas que acojan a otros. Es decir, un Reino sin intermediarios. Todo esto alimentan sus ritos, sus celebraciones, que van en contravía de la cultura habitual de su tiempo. No a todo el mundo gustaban estas cosas, claro está. No sólo los romanos, sino también unos pocos grupos judíos que estaban en el poder, miraban con disgusto que se le diera vida al campesino, y que el campesino recuperara su dignidad. Para ponerlo en el lenguaje de nuestro tiempo, a manera de comparación: no todas las iglesias ayudaban a la resistencia. No todos los grupos judíos creían en el mensaje de Jesús, y claro está, Jesús no ahorró críticas contra ellos. Se acordarán ustedes de una de las más conocidas: ‘sepul-

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cros blanqueados que devoran la herencia de las viudas y de los huérfanos’… Vamos concluyendo con lo siguiente. Jesús y sus comunidades optaron por un camino, un modo de resistencia, entre muchos: sentarse en una mesa con los ‘nadies’ de la sociedad, a despecho de las discriminaciones habituales; ofrecerles sanación, declarar que él no era patrono ni intermediario, e invitar a esos nadies a hacer lo mismo. En el caso de los seguidores de Jesús, se trata de una resistencia que creía que Dios se encarnaba “en la pobreza campesina judía de Jesús”, que creía , como creyeron sus ancestros, que para lograr la paz primero había que hacer la justicia pedida por Dios. No olvidemos, por demás, que Jesús y sus seguidores viven y sufren bajo un mundo, el romano, en el que se piensa que Dios estaba encarnado “en el poder imperial romano de Augusto”, donde sus dirigentes pensaban que, para lograr la paz, primero había que lograr la victoria.7 Hoy, como en el pasado, el desafío político sigue presente para los creyentes: ¿dónde pones tu corazón para con Dios, y para el logro de la paz? Para terminar, quisiera que no olvidáramos las preguntas bajo las cuales ustedes han escuchado estas palabras, pues todo esto, si bien puede ser interesante, de nada sirve si no les aporta en algo a sus vidas. Las preguntas eran: ¿Qué aporta a nuestras resistencias la presentación escuchada? ¿A qué nos invita de ahora en adelante? Pues, como dice Crossan, las palabras de Jesús no son “una lista que se lea y punto” o “un sermón que se

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predica”, sino “una partitura que debe ser tocada, un programa que debe ponerse en práctica”.8 Y de esta partitura, creo que es muy importante no olvidar la importancia de esa mesa donde se come de verdad, donde se acoge y se sana, y donde se invita a salir a hacer mesitas que hagan efectivo, de verdad, el Reino de Dios y su Justicia. Crossan. J. D., El nacimiento del cristianismo, p. 21. Crossan. J. D., Jesús: biografía revolucionaria, p. 90. 3 Para lo anterior, ver “Un Reino de fastidios y de don nadies”, en: Crossan, J. D., Jesús: biografía revolucionaria, p. 70-90. 4 Crossan, J. D., Jesús: biografía revolucionaria, p. 86, 87. 5 Crossan, J. D., El nacimiento del cristianismo, p. 575. 6 Crossan, J. D., El nacimiento del cristianismo, p. 577. 7 Crossan, J. D., El nacimiento del cristianismo, p. 29; En busca de Pablo, p. 491. 8 Crossan, J. D., Jesús, vida de un campesino judío, p. 21. 1 2

Bibliografía El anterior trabajo ha tomado como base los planteamientos de John Dominic Crossan. Aparte de las obras que aquí se citan, es importante visitar la página del autor (www. johndominiccrossan. com) y la página del Jesus Seminar (www.westarinstitute.org/Seminars/seminars.html). Indico aquí sólo la bibliografía disponible en español: El nacimiento del cristianismo: Qué sucedió en los años inmediatamente posteriores a la ejecución de Jesús, Sal Terrae, Santander 2002. Jesús: vida de un campesino judío, GrijalboMondadori, Barcelona 1994. Jesús: una biografía revolucionaria, GrijalboMondadori, Barcelona 1996.

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(en coautoría con J. L. Reed) Jesús desenterrado, Crítica, Barcelona 2003. (en coautoría con J. L. Reed) En busca de Pablo: El imperio de Roma y el Reino de Dios frente a frente, Verbo Divino, Navarra 2006. (en coautoría con M. J. Borg) La última semana de Jesús: el relato día a día de la semana final de Jesús en Jerusalén, PPC, Madrid 2007. (en coautoría con M. J. Borg) La primera navidad: lo que los evangelios enseñan realmente acerca del nacimiento de Jesús, Verbo Divino, Navarra 2009. (en coautoría con M. J. Borg) El primer Pablo: la recuperación de un visionario radical, Verbo Divino, Navarra 2009.

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“AJUNTEMOS LOS TIZONES” Fernando Torres*

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i experiencia ha sido fundamentalmente en el movimiento de educación popular y desde allí en la lectura popular de la Biblia, específicamente en un espacio en el sur de Bogotá, en donde hemos venido creando resistencias y construyendo alternativas urbanas de vida. En primer lugar, quiero resaltar la simbología que hemos organizado en el centro de esta asamblea. En las casitas bíblicas siempre tenemos símbolos que están ligados a nuestra vida, a lo que soñamos, a nuestras luchas, a nuestra memoria, a nuestra fe y también a lo que sufrimos. Retomé los símbolos de los tizones que dejó ayer nuestro hermano Eustaquio. Lo retomé en la perspectiva del canto “Ajuntemos los tizones” que es bastante desafiante de cara a la realidad de fragmentación que vivimos.

* Educador popular. Director de Kairet Educativo.

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Formé tres grupos de tizones. Añadí una hoja de quinua que encontré en el camino, a cada uno de los montones, porque representa un trabajo de resistencia urbana que estamos haciendo en las casitas bíblicas. Estamos recuperando alimentos de la ancestralidad muisca, en las experiencias agroecológicas urbanas, como es la quinua y el amaranto, como nos refería Nidia Arrobo en su ponencia. En el centro hemos colocado nuestra wipala como símbolo de las resistencias indígenas de nuestros pueblos. En otro lugar hemos colocado la Biblia que recoge la memoria de resistencia del pueblo de Israel y su testimonio de fe. En el centro la luz que representa nuestra caminada que vamos gestando. Entrando ya en el relato bíblico: En este asunto de “Ajuntémos los Tizones”, recogí un relato bíblico que nos ha ayudado mucho en la articulación de resistencias urbanas. Tiene que ver con un reclamo de quienes construimos procesos de resistencia en la ciudad no de manera aislada sino articulada con los procesos de resistencia campesina. Cuando leemos la experiencia bíblica desde el proyecto de Dios que se manifiesta en las luchas campesinas, vemos con claridad como éste se concretiza históricamente en el tribalismo como estructura de una sociedad igualitaria. Pareciera que este proyecto, se refiriera solamente a una experiencia indígena, campesina. Sin duda que la experiencia fuente del tribalismo viene desde la tradición, la cultura, la memoria de la cultura indígena campesina en nuestro

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Fuente: karenfuentes15.blogspot. com


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caso latinoamericano. En la Biblia, proviene de los pueblos tribales del desierto (beduinos). Comúnmente cuando decimos “Tribal” nos referimos a la experiencia indígena y eso nos remite al campo, la montaña, la selva. El reclamo que hacemos los que trabajamos desde la ciudad es: ¿cómo vivimos el proyecto de Dios, el tribalismo, desde los barrios de la ciudad? Eso no puede ser sólo un proyecto campesino para los que viven en el campo, la montaña. ¿Cómo plantearnos un proyecto de tribalismo urbano popular? Desde esta pregunta, nos pusimos a buscar experiencias bíblicas de tribalismo urbano. Y encontramos en un relato ejemplar de tribalismo urbano popular. Lo encontramos. Esa lucha tiene nombre de mujer, protagonismo de mujer, propuesta de mujer, valentía de mujer, tiene discurso de mujer, y eso sí que es importante, porque las luchas urbanas en el caso de Bogotá fundamentalmente son una experiencia femenina, es un feminismo urbano popular. Se encuentra en el libro de Josué, en el capítulo 2: la casa de Rajab. Ella es la prostituta, una de las abuelitas de Jesús, pues está en la lista de los antepasados de Jesús, según la genealogía del evangelio de Mateo. Se muestra su situación de marginalidad a la que fue sometida por el sistema de dominación de su época: ella ha sido prostituida y marginalizada, está excluida junto con su familia, en la precariedad de quienes son arrojados al “extramuro” urbano. Con éste simbolismo nos vamos a referir muy brevemente a la experiencia de la casa de Rajab en las murallas

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de la ciudad de Jericó. Una resistencia urbana aglutinada y conducida por Rajab y su familia. Estos otros tizones representan una experiencia de resistencia que proviene del desierto: el grupo de Moisés. Ha muerto Moisés, y está al frente de ese grupo de resistencia Josué. Uno de esos movimientos que va a confluir en el nuevo proyecto es el que proviene del desierto. Los ex-esclavos emancipados que salieron de la opresión de Egipto. El relato parece indicarnos una “conexión” entre el grupo del desierto y el grupo de la ciudad. Los espías sabían a dónde llegar. Y Rajab sabía de las proezas del grupo de Josué. Se conocen mutuamente, y eso es muy importante a la hora de articular, pues nadie se articula con quien no conoce. El tercer grupo de tizones es la experiencia de los campesinos marginados por las ciudades cananeas: el grupo de las “montañas”. Allí es donde son enviados los “espías” para resguardarse de la persecución por parte del rey de Jericó. Las ciudades cananeas se caracterizan por contar con un rey, un grupo militar, un templo–palacio que oprime, que explota, que saca la sangre, toma la tierra y esclaviza al campesinado. Allí tenemos una expresión de resistencia campesina: escapar hacia las montañas, donde no pueden llegar “los carros” (ejército) del rey. En la montaña están los campesinos que resisten a los reyes cananeos. Estos son el tercer grupo de tizones. Ahora vamos a ver cómo el relato nos muestra la casa de Rajab como el lugar donde se articulan

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Fuente: memoriasdeunsobreviviente-fevc.blogspot.com


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las resistencias. El lugar donde las resistencias se conocen y se entreveran, de tal manera que las resistencias articuladas logran crear un proyecto alternativo a la propuesta de los faraones y reyes cananeos. En este sentido, la casa de Rajab y su conducción, será fundamental para el desarrollo posterior de la insurrección. El libro de Josué muestra como estos movimientos, estos tizones se juntan, producen fuego, derrotan a los reyes, bajan a los reyes de los tronos. Hay una lista de 31 reyes derrotados (capítulo 12), se hace la reforma agraria, se distribuye la tierra, se hace la gran asamblea y se da gracias a Dios por acompañar esta gran gesta de liberación. Pero todo ello sobre la base del pacto sellado en la casa de Rajab. Por eso es tan importante conocerlo y entrar en su lógica. Pacto maravilloso del que podemos aprender y que nos permite extraer estas sugerencias para los pactos que hoy apremiamos: • El protagonismo femenino en las ciudades urbanas es riquísimo. Son ellas las que están sosteniendo redes de resistencia y creatividad por doquier. Aprendamos de ellas, dejémonos conducir por su sabiduría, palabra y consejo. Allí hay otra lógica, otra manera de hacer política, de organizar y articular.

Barrio popular Medellín-Colombia. Fuente: panoramio.com

• Recuperar las tradiciones tribales vivas en la ciudad. Vivas pero invisibles. Investiguemos. Vayamos a la profundidad cultural barrial, encontrémoslas. La ciudad está llena de tra-

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diciones tribales vivas que nos sostienen y nos alientan. • Hacer espacios para los relatos de resistencia urbana. ¿Cómo lograr que en la ciudad la gente tenga tiempo para contar y escuchar mutuamente sus relatos de resistencia y de victoria? • Reconocer la experiencia de Dios revelada en la diversidad de las comunidades que luchan y resisten. Cada una vive una revelación de Dios que acompaña su propia lucha. Demos testimonio de estas experiencias y celebrémosla en nuestras liturgias comunitarias. • Las memorias urbanas recuperadas y transmitidas a partir de las cuales nos podemos encontrar y construir proyectos comunes, a fin de alcanzar otra ciudad sin murallas, sin opresores, sin reyes, sin pesados tributarismos que nos chupan la sangre. La ciudad tribal ya vista articulada en relaciones igualitarias con el campesinado. Un sueño que hoy queremos alentar y animar desde las experiencias de resistencias urbanas que animamos y acompañamos.

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LO RELIGIOSO EN LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DE BASE EN EL PAÍS María Jesús Viejo*

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i nombre es María Jesús Viejo. Pertenezco al Instituto de Misioneras Seculares. Desde este espacio maduré mi fe en Jesús de Nazaret y en el compromiso socio– político, para la transformación de la realidad. Al terminar el Concilio Vaticano II, nuestro Instituto tuvo una transformación total, asumiendo un estilo más secular y laical, definiendo con fuerza nuestro compromiso con la realidad desde una opción preferencial por los pobres. Durante el proceso de formación, por los años 70, tuve la oportunidad de profundizar en la Teología de la Liberación y compartir con grupos y comunidades que nos aportaron la riqueza de una Iglesia conciliar, una Iglesia Pueblo de Dios, llamada a formar parte de un compromiso esencialmente fundamentado en la fe del evangelio. * Integrante del Instituto de Misioneras Seculares (IMS).

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Lo religioso en la organización social de base en el país

Con una fe enraizada en Jesús de Nazaret y desde el compromiso sociopolítico vivido en la Juventud Obrera Católica (JOC), descubrí el campo de acción en una opción por la clase obrera. Durante 16 años compartí con mis compañeras en una fábrica textil y participé políticamente en un movimiento por la “autonomía obrera”, y en un equipo de revisión de vida de la JOC. No obstante, por el proceso que la sociedad española sufrió entre los años 70 y 85 después de la muerte del dictador Franco y la modernización de la sociedad, experimenté desesperanza en el empoderamiento que podría tener la clase obrera, llegando a visualizar la dificultad para conseguir el cambio que desde mi opción aspiraba. Se fue desintegrando la capacidad de organización y de lucha en la clase obrera española, dejándome insatisfecha en la realización de mi compromiso. Los sindicatos habían perdido el norte de una lucha por la justicia, centrándose en las reivindicaciones económicas y asumiendo los principios neoliberales como parte del avance y del necesario progreso de esos años. La Iglesia española, que fue una esperanza durante los últimos años de la dictadura, se replegó y, aunque nacieron algunas comunidades eclesiales de base, éstas no fueron ni apoyadas ni bien vistas por la jerarquía eclesial. Por esos años me incorporé al trabajo que adelantaban en mi ciudad los comités de solidaridad con Centro América y el Caribe. El contacto con esta realidad me abrió un nuevo horizonte para realizar mi vocación laical de compromiso con los

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Fuente: territorioysuelo.org


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pueblos más empobrecidos. El compartir con los comités de solidaridad, me dio la visión de otro mundo y en este país, Colombia, en el que me encuentro hace más de 20 años, descubrí un pueblo en el que podía realizar mi compromiso. ¿Que encontré? Una realidad social y política apasionante, pero no por eso menos conflictiva y complicada. Mujeres maltratadas sin autonomía y libertad, relaciones de clase excluyentes, diferencias sociales abismales, jóvenes sin oportunidades de estudio ni de trabajo, y una oligarquía que se siente superior y por tanto humilla al pueblo. Pero también me encontré con un pueblo luchador, que por décadas ha sufrido la violencia cuando ha querido alcanzar una sociedad más igualitaria y justa. Además, organizaciones sociales perseguidas por el hecho de buscar alternativas a los derechos de los más empobrecidos y una jerarquía de la Iglesia, aislada del pueblo, no ha sabido evangelizar la religiosidad popular y por lo tanto una mayoría aislada de las luchas populares. Las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) que encontré tan organizadas a mi llegada a Colombia, fueron la respuesta a mis expectativas y donde pude concretar un compromiso político fundamentado en la fe. En este proceso de construcción de un estilo nuevo de Iglesia, Pueblo de Dios, se multiplicaron las comunidades de base y se fortaleció la organización de la iglesia de los pobres, llenando nuestras expectativas y a la vez visualizando la concreción del Reino de Dios en una organización popular fundamentada en la Fe.

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Con las CEBs tuve la oportunidad de vivir un momento memorable, como fue la resistencia de las organizaciones populares e indígenas en la celebración de los 500 años. Experiencia que marcó mi compromiso con el pueblo colombiano. Con otras Iglesias experimenté la fuerza del Ecumenismo, aspecto nuevo para mí. Participamos, a la vez y en forma activa, en los espacios locales, distritales e institucionales, tratando de aportar y plantear los problemas de nuestros barrios, creando redes tanto de base como institucionales, que apuntaran a la defensa de los derechos fundamentales de la persona. Hoy día hacemos presencia en los espacios de la red de mujeres, mesa de trabajo de la infancia, organizaciones comunitarias como COPACO de Usaquén, Asocerros etc., con todas las dificultades que esta participación implica. Este estilo de trabajo es el que nosotras, como grupo de Iglesia, tratamos de potenciar y transmitir, ya que creemos que es nuestro aporte a la construcción del Reino de Dios desde nuestro compromiso laical. Nos sigue preocupando que no se percibe este trabajo como una forma de vivir la fe, y la transmisión de los valores evangélicos se queda opacada con la religiosidad popular, las devociones, rezos y novenas, que vemos se están potenciando desde las parroquias y la jerarquía, aumentando cada vez más el dualismo, dificultando una expresión de fe enraizada en un compromiso político capaz de crear organización para la transformación de la sociedad. Esto hace que vivamos descoordinados/as, desarticulados/as, aislados/as,

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Fuente: tremdascebs.blogspot.com


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frenando la organización social concreta, transformadora, liberadora.

Fuente: donorione.org.ar

Nos duele ver una Iglesia alejada de lo expresado en los documentos de Medellín que tanta esperanza nos despertaron y con la que nos sentimos identificados e identificadas. Nos duele esa Iglesia distante de los compromisos de Obispos como Casaldáliga, Romero, Proaño, Hélder Cámara, Gerardi, Samuel Ruíz etc., quienes se identificaron con esta nueva teología, anunciando una forma nueva de vivir el Evangelio comprometido con la realidad socio política de nuestros países y trabajando por la justicia, la igualdad, luchando por un mundo de libertad, para los pobres; ellos son jerarcas que han sido testigos fieles de Jesús de Nazaret. Hoy nuestra Iglesia se aleja de esta doctrina conciliar, partiendo de doctrinas anti conciliares, amantes de estructuras rígidas, que mantienen el poder de una Iglesia aliada con las estructuras explotadoras, anti humanas; Iglesia que condena a teólogos como Jhon Sobrino, Pagola, Leonardo Boff, Ivonne Guevara, tantos y tantas mujeres y hombres de Iglesia que, al igual que las Comunidades de Base, luchan por la Justicia y se fundamentaban en la Teología de la Liberación. En esta experiencia de las Comunidades de Base, encontramos una respuesta popular muy positiva. Asumiendo los espacios que nuestro pueblo tiene para celebrar, organizamos las novenas de Navidad, las Semanas Santas etc., con esta visión más comprometida y liberadora. Las reunio-

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nes semanales en la comunidad fueron espacios de formación donde se bebía de la Teología de la Liberación y donde se evaluaba la práctica. Esto ayudó a crecer a los jóvenes que se comprometieron con el pueblo desde esta perspectiva. Desafortunadamente en estos últimos años por la persecución a las organizaciones de base y a las Comunidades eclesiales de base, la situación nos ha cambiado en la forma de concretar este compromiso. Sentimos que con la involución de la jerarquía eclesial, se han multiplicado otras expresiones de fe en los barrios populares, que en la mayoría de los casos fomentan entre sus seguidores el fanatismo, la alienación y la desunión, haciendo muy difícil el anuncio de una fe liberadora. Para nosotras el trabajo que desarrollamos y la incidencia que pretendemos en el sector, viviendo y anunciando valores como la organización, el sentido de la justicia, la construcción de espacios de participación critica, la cultura de paz, la denuncia de la violencia y de la violación a los Derechos Humanos, son el modo como podemos anunciar el Reino. A pesar de la situación social y eclesial que vivimos, seguimos resistiendo y promoviendo la organización popular y animando un trabajo social con la población más vulnerable de nuestro sector, como niños y niñas, mujeres, adultos mayores, líderes comunales etc., tratando de incidir en los espacios locales y distritales, en la defensa de los derechos integralmente concebidos.

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Fuente: povodearuanda.wordpress.


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Fuente: noticiasdelfindelmundo. blogspot.com

Desde la Cooperativa Copevisa, la Junta de Acción Comunal y otras organizaciones del sector, intentamos potenciar una nueva concepción de la organización y de la participación, y un concepto distinto de la política, aporte que desde la Cooperativa estamos fomentando durante los 18 años que lleva funcionando como organización social, participando en los movimientos sociales que apuntan a la transformación de esta realidad y que animan nuestra esperanza porque siguen amando la Iglesia de Jesús, Pueblo de Dios. El teólogo español Julio Lois en su libro Universalidad del llamamiento y radicalidad del seguimiento, se pregunta: “¿No es verdad, que la misma Iglesia de Jesús parece asustarse ante la radicalidad evangélica y prefiere ‘abaratar’ su oferta para que pueda ser acogida con mayor benevolencia? ¿No depende precisamente de este ‘abaratamiento’ el logro para el mensaje cristiano de una mayor ‘aceptación social’? Nos preguntamos: ¿Es eso lo que queremos? ¿aplausos? ¿elogios? ¿poderes?”. Son estas reflexiones abrumadoras, las que nos colman de esperanza porque nos sentimos parte de una Iglesia comprometida, radical, cuestionadora, con la que debemos seguir en la lucha por un nuevo Mundo y una Nueva Iglesia Posible. El Ecumenismo, el Macro Ecumenismo hacen parte de la Esperanza, en la Universalidad que anunció Jesús. Nuestro llamado es a no desistir jamás, a clamar por el anuncio del Reino con radicalidad sin perder la Esperanza. Optar por el cristianismo del seguimiento radical y universalmente entendido

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al servicio del Reino que es Buena Noticia de salvación especialmente para los pobres y excluidos. José Antonio Estrada en su libro La Iglesia: identidad y cambio, nos invita a pasar de una Iglesia sociológica a otra que, de forma creíble, sea signo e instrumento de salvación para el mundo, es decir; ir pasando de una Iglesia de Cristiandad a otra en estado de Misión con todo lo que esto implica. Nuestro compromiso es seguir fortaleciendo la iglesia Conciliar. No la dejemos desaparecer, apoyemos a nuestros teólogos y teólogas de la Liberación, y anunciemos a nuestro Pueblo la radicalidad del Evangelio de Jesús, sin miedos, sin temores de perder la cantidad. Como miembros de la sociedad civil, asumamos nuestro compromiso con la realidad incidiendo en las estructuras sociales y políticas para posibilitar un mundo más humano, justo y fraterno.

Fuente: iglesiavetolibre.blogspot.com

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REFLEXIONES DESDE LA ESPERANZA DE UN ZAPATERO REMENDÓN Rigoberto García Barbosa*

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uando me pongo frente al desafío de reflexionar y hablar de política, desde mi condición de cristiano, religioso y obrero, sin ser un activista político, ni teórico–intelectual que haya trabajado y sistematizado el tema, me encuentro con una buena oportunidad para reflexionar y tomar conciencia de cómo mi vida y mis opciones fundamentales tienen implícita una acción política y una mirada de la realidad general. Quiero para esto comenzar expresando mis opciones fundamentales las que me mueven y dan sentido a mi vida. Debo decir antes, que con lo que voy a compartirles, no pretendo tirarle piedras a nadie, sino solo confesar mi proceso de vida en el claro oscuro de mis búsquedas. * Hermano de Jesús de Charles De Foucauld.

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Reflexiones desde la esperanza de un zapatero remendon

1. Mi opción fundamental de base y primera, la que sostiene todas las otras, es la opción por la persona de Jesús de Nazaret, el rostro humano de Dios, que supo mostrarnos a un Dios Padre– Madre, misericordioso, solidario y compasivo; un Dios comprometido con los pobres, marginados, excluidos, despreciados; un Dios cercano que con su influencia arranca a hombres y mujeres de la oscuridad, de su degradación física y moral, y abre las puertas a la luz y a la alegría de vivir. Descubro que esta opción va en contravía de la concepción de un Dios lejano, condenador, castigador, desentendido del dolor y sufrimiento humano, en contravía de una relación con Jesús impersonal que no lleva al seguimiento, sino al cumplimiento de ritos y preceptos. 2. Mis otras opciones que emanan de la fundamental, son: (a) La solidaridad con los pobres desde un estilo de vida sencilla entre ellos, asumiendo sus condiciones sociales, de vivienda, trabajo, en la austeridad y sin lujos, buscando crear siempre condiciones de mayor cercanía con vecinos y amigos con el deseo de crear lazos fraternos, rescatando de ellos la riqueza de sus valores como la hospitalidad, la acogida fraterna, la necesidad de los otros, la alegría en la amistad, la apertura en su corazón, la solidaridad y generosidad expresada particularmente en situaciones críticas; buscando siempre ser cada día más libre de la idolatría del poder del tener, del saber y del placer. Esta opción se opone a una sociedad arribista, ansiosa

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Fuente: elblogdequintob.blogspot. com


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de consumo, acumulación y lujos, a una sociedad insolidaria, insensible e individualista. (b) Otra opción consciente es la de no militancia. Tomo esta como la adhesión y compromiso con un ideal, que lleve a absolutizar y discriminar al que piensa diferente, como la que lleva a manipular y utilizar a otros para intereses propios con el riesgo de poner lo ideal por encima de la persona. Si bien, considero necesario tener una identidad, unas metas e ideales claros en la vida, una pasión por la que se lucha, se vive y se cree, me parece también importante no olvidar que nadie tiene la verdad absoluta, ni toda la verdad, y que siempre hay que dejar espacio abierto a la duda, a otras posibilidades, a otras miradas, pues la realidad cada uno la ve desde su óptica particular. No pretendo decir con esto que se debe perder la identidad ni presumir de ser neutral, lo que no es posible. Más bien creo en la posibilidad de enriquecer la mirada para ver más allá de nuestra propia mirada. Esta opción favorece una actitud abierta y ecuménica, de respeto por la persona aunque no se esté de acuerdo con ella en lo que dice, hace o vive. Una actitud de diálogo, abierto a la escucha, a la tolerancia y a la espera paciente. (c) Otra opción es por la construcción del Reino de Dios y la defensa de la vida, desde lo ordinario y cotidiano de la vida sin buscar protagonismo, dándole toda la importancia a la vida misma, a

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la relación con cada persona, a la amistad que compromete, a la gratuidad, a la cercanía, a la inclusión y a la búsqueda de la dignificación del pobre escuchándolo, teniéndolo en cuenta, respetándolo, abriéndole las puertas de la casa, de la amistad y del corazón. Esta opción va en contravía de una sociedad que valora lo grande, lo extraordinario, el éxito y que promueve el protagonismo, que excluye a los que no producen, no saben, no tienen, y que llevan a los pobres, sin importarle, a una mayor degradación humana. Dicho todo lo anterior, me quiero concentrar en la razón por la cual me pidieron hablar hoy. Soy religioso, hermano de Jesús de Charles de Foucauld, y tengo como oficio la zapatería. Intentando desentrañar la importancia que puede tener mi vida, en este evento, busco anunciar con la vida la buena noticia del señor poniéndola por encima de cualquier actividad, por el deseo de hacer concreta la solidaridad desde dentro del drama que los pobres viven para sobrevivir. Al observar la reacciones del pueblo frente a lo político veo que hoy, a diferencia de los tiempos de Jesús en que el pueblo judío esperaba un mesías salvador y liberador, el pueblo parece que ha perdido toda esperanza en una sociedad nueva, en un mundo justo, solidario y fraterno, y que se contenta con lo que hay, porque tampoco hay líderes con carisma, que planteen o propongan cosas nuevas. Y el pueblo ya está cansado de la politiquería y de las falsas promesas, aunque la habilidad con la que el presidente Álvaro Uribe Vélez ha convencido a muchos hombres y muje-

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Fuente: devotionsandprayers. blogspot.com


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res del pueblo, hace que lo vean como solución y hubieran querido que continuara gobernando por mucho tiempo más. Por otro lado, en el barrio donde vivo y con las personas con las cuales me relaciono, descubro una gran apatía ante lo político, pues las iglesias no lo promueven y en general hay un desencanto. Sin embargo en muchos, hay una adhesión ciega al gobierno y una aversión a todos los que se oponen o cuestionan, como es el caso de Hugo Chávez, Piedad Córdoba, luchadores populares y defensores de los derechos humanos. Creo que ha sido lindo y de Dios que estemos en este encuentro, justo al inicio de la pascua, tiempo por excelencia de resistencia y esperanza. Las lecturas que estos días nos presentan la liturgia de la iglesia católica, todas nos narran la locura de la experiencia del Jesús Resucitado que vivieron lo discípulos de Jesús; todas ellas nos hablan de una misma realidad: recuperar la alegría, perder el miedo, mantener viva la esperanza, anunciar con fuerza que la vida es más fuerte que la muerte, que la fraternidad, la solidaridad, la justicia y la paz son posibles. No quiero terminar sin decirles el valor que he ido descubriendo, entre el pueblo pobre y sencillo, que tiene lo cotidiano, lo de cada día. Es en lo corriente y ordinario donde se juega la vida, en la lucha por el sustento de los hijos, en la búsqueda creativa por la sobrevivencia, en la necesidad de encontrarse con los vecinos para compartir los sueños y esperanzas sus penas y sufrimientos. Es

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en lo cotidiano donde se aprende a ser hombres y mujeres libres o esclavos, donde se tejen las relaciones fraternas y solidarias, donde se aprende a amar o a despreciar, a incluir o a excluir, donde se forman mujeres y hombres capaces de entregar su vida por los demás y de construir un mundo mejor; donde se pone a prueba nuestra capacidad de ser semillas de esperanza, levadura en la masa, sembradores de justicia y de paz. Fue en la vida sencilla y ordinaria de Nazaret donde Jesús maduró su vocación y se descubrió como hijo de Dios. Y en sus primeros 30 años de vida con su pueblo al lado de José y María, y en la cercanía de vecinos y amigos, aprendió todos los valores del Reino y fue ahí, en Nazaret, donde descubrió la voluntad del Padre.

Fuente: cscoia.com

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LAS IGLESIAS Y SU APORTE EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA SOCIEDAD JUSTA Milton Mejía*

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n primer lugar agradezco a la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz la invitación a participar en este encuentro sobre fe–política. Agradezco el aporte que he recibido de todos y todas ustedes durante estos días. Las experiencias de las comunidades que participan en este encuentro me ayudan a iluminar la práctica eclesial en la que he venido participando hace más o menos 25 años. Esta práctica eclesial surge de una experiencia concreta: la Iglesia a la cual pertenezco, de la cual he sido pastor durante 15 años. Esta es una Iglesia protestante. En algunos sectores son más conocidas como Iglesias evangélicas, las cuales vienen de la tradición protestante, o como se conoce, la reforma protestante del siglo XVI. * Pastor de la Iglesia Presbiteriana, profesor de la Universidad Reformada de Colombia.

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Las iglesias y su aporte en la construcción de una sociedad justa

La Iglesia presbiteriana que surge en esta reforma tiene su origen en Juan Calvino. Por esto también se nos llaman Iglesias Calvinistas. A Calvino en la historia se le reconoce por sus reformas al gobierno de la iglesia. Por ejemplo, mientras Lutero, que fue otro reformador, mantuvo la estructura jerárquica de obispos, Calvino cambió el gobierno de la Iglesia. El propuso un gobierno a partir de los presbíteros, que es una palabra que significa anciano. Calvino estableció que la iglesia debe ser gobernada por cuerpos donde no hay unas personas superiores a otras. Desde esa tradición, las iglesias presbiterianas hemos desarrollado nuestro gobierno por medio de cuerpos colegiados elegidos por líderes de las comunidades donde participan presbíteros. Algunos son presbíteros pastores y otros presbíteros que no son pastores, pero que juntos gobiernan la Iglesia. Además, en su experiencia en Ginebra, Calvino insistió que la Iglesia tenía que participar de la búsqueda del bien de toda la sociedad. Por esta razón, los diáconos organizaron hospitales para tener un sistema de salud pública, y establecieron la educación gratuita para los niños. Calvino mismo organizó la Universidad de Ginebra y estableció formas de regular la economía. Por esta razón, quienes asumimos esta tradición de la Iglesia nos sentimos llamados a participar y contribuir en el bienestar de toda la sociedad. Pero Calvino tiene la acusación de ser uno de los que aportó al surgimiento del capitalismo y contribuyó a una ética individualista. Otro aspecto que marca la perspectiva que voy a compartir, es que la iglesia presbiteriana fue la

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Juan Calvino Fuente: laguia2000.com


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primera Iglesia no católica que llegó a Colombia hace más de 150 años, invitada por los liberales para introducir una educación liberal en nuestro país. En ese tiempo el país era controlado por los conservadores y la Iglesia Católica, que mantenían una educación conservadora. Así, la Iglesia Presbiteriana llega a Colombia con una propuesta política para toda la sociedad a través de la educación. Una educación basada en los principios liberales que se estaba desarrollando en Europa y Estados Unidos en este tiempo. Por eso la Iglesia Presbiteriana es una comunidad religiosa que tiene colegios y es más conocida por la educación que por sus iglesias. Otra experiencia que ha marcado mi fe y trabajo pastoral es mi participación en el mundo ecuménico. En este encuentro, además de aprender de las comunidades, me alegra volverme a encontrar con personas que trabajamos en todo lo que fue el movimiento de las Comunidades Eclesiales de Base y el Movimiento de Cristianos por la Vida, que fue un momento muy fuerte hasta los inicios de los años 90. Recuerden que en este tiempo fue la caída del socialismo real. Creo que esto hizo que nos dispersáramos, y cada uno empezó a buscar alternativas, a reconstruir nuestras esperanzas, utopías y la fe en nuevos procesos sociales. Después nos hemos encontrando muchos de esos cristianos que estábamos en las Comunidades Eclesiales de Base en el movimiento de los derechos humanos y en otros espacios como este.

Fuente: ceirberea.blogdiario.com

La influencia de la teología de la liberación y del movimiento de las comunidades eclesiales de

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base me han permitido hacer una conexión entre la tradición de una teología reformada con la teología Latinoamericana y con una pastoral liberadora. Este ejercicio y experiencia que hemos vivido no ha sido solo a nivel intelectual, sino también práctico y pastoral, procurando que la Iglesia Presbiteriana y el movimiento ecuménico se comprometa de manera clara con la defensa de los derechos humanos, la búsqueda de la paz y en el apoyo a las comunidades desplazadas y en resistencia. Bajo este marco, quiero referirme ahora a cómo las iglesias podemos aportar a la construcción de sociedades justas. Para eso, necesitamos tener un entendimiento claro y coherente entre lo que es ser institución y ser fiel al mensaje de Jesús. Estos es, mantener el mensaje original del evangelio con pertinencia a nuestro tiempo sin que la institución nos limite o nos ponga solo en función de ella. En la Iglesia Presbiteriana soy pastor, pero además he tenido la oportunidad de estar en cargos administrativos en la Iglesia nacional, y he vivido esa tensión. En estas condiciones nuestras iglesias luchan entre ser institución, protegerse a ellas mismas, no correr peligros, mantener ciertos privilegios que nos da el ser líderes de ellas. En esta tensión hay líderes que optan por mantener esos privilegios y no correr riesgos. Otros luchan por vivir el evangelio más fiel a Jesús, esto es correr riesgos, asumir actitudes que nos ponen en contradicción con la sociedad, y en especial con quienes controlan el poder y con la

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Fuente: oikoumene.org


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misma iglesia institución, especialmente con los sectores o personas que se dedican a cuidar la forma cómoda en que viven en la iglesia. Fuente: wn.com

Esta tensión entre ser institución y ser iglesia fiel a Jesús, es fundamental en nuestro compromiso de aportar en la construcción de una sociedad justa. Cuando nuestra iglesia es una institución al servicio de ella misma, tenemos la tentación de romper con ella; pero también debemos tener en cuenta que hay caminos para mantenernos en la institución, buscando que ella sepa que, dentro de la Iglesia, hay personas que cuestionan esta forma de entender la iglesia, y se abran espacios para que el evangelio se mantenga como buenas nuevas de justicia y paz. En ese sentido asumo una posición bíblica y teológica que dice que la Iglesia no es para sí misma, como dice Leonardo Boff. La Iglesia es para el mundo y para el proyecto de Dios en el mundo. Como líderes tenemos que entender que es en nuestra historia donde Dios desarrolla su proyecto de vida abundante, dirigido especialmente a los más desprotegidos. Si asumimos esa posición creo que podemos contribuir en los siguientes aspectos para aportar en la construcción de una sociedad justa: En primer lugar y como Iglesias, tenemos que aportar en la organización y permanencia de comunidades inclusivas de fé que resisten a lo que se opone al proyecto de Dios y aportan a una alternativa de nueva sociedad. Aquí es necesario destacar que la comunidad debe reconocer las diversidades que hay en nuestra sociedad y ser

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inclusivas con todas. Así, es bueno resaltar lo que significa ser una comunidad inclusiva. Un ejemplo de inclusividad lo hemos vividos estos días: cristianos de diferentes iglesias, personas que dicen no tener una práctica religiosa pero que tienen esperanzas, comunidades indígenas y afros, juntas compartiendo y animándonos en nuestras luchas. El otro aspecto a tener en cuenta es la resistencia a un sistema de muerte que debe estar presente en la vida de las comunidades y la construcción de alternativas. De esto hemos visto muchos ejemplos en este encuentro que necesitamos mantener y fortalecer. En segundo lugar, debemos construir una ética que construya comunidad y unos liderazgos que vivan esta ética teniendo como modelo la vida de Jesús. Nuestra sociedad ha separado la ética de la política y hoy nos damos cuenta que no son suficientes los discursos y las leyes. Tenemos que construir acuerdos éticos, incluso que estén por encima de la ley que produce muerte como dice la palabra de Dios. La ética que acordemos debe proteger la vida humana y de la naturaleza, tener coherencia con lo que vivimos y guiar nuestro compromiso en todas las áreas de nuestra vida. Eso es lo que el evangelio y Pablo interpretaron como la gracia de Dios que está por encima de la ley y nos hace libres para participar de la construcción de la esperanza cristiana en la historia. En tercer lugar, debemos contribuir para que las comunidades locales establezcan redes con otras comunidades nacionales y a nivel global con experiencias que trabajan en los mismos objetivos

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Fuente: ciudadredonda.org


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que nosotros. Las iglesias tenemos la posibilidad de establecer relaciones a nivel local, nacional e internacional. Hoy, con la ayuda de la tecnología y los medios de comunicación, podemos potenciar estas relaciones y estas redes. Tenemos que participar en alianzas y hacer pactos o hermanamientos con quienes están trabajando en la búsqueda de la justicia, en la defensa de los derechos humanos y en incidir por la creación de políticas que garantizan la plena vigencia de los derechos humanos y del cuidado de la naturaleza. Estos aspectos nos hacen reconocer de manera humilde que, como iglesia, somos un sector de la sociedad que puede contribuir con experiencias de búsqueda de justicia, que hay una gran diversidad de expresiones de fe y sociales que hoy están contribuyendo al mismo objetivo de aportar en la construcción de sociedades más justas, para que podamos vivir en paz entre los seres humanos y con la naturaleza.

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COMUNIDAD DONDE AFLORAN LAS DIOSAS Y LOS DIOSES Darío Soto*

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omos una experiencia que tiene su origen en los movimientos de inserción popular que tuvo la vida religiosa en los años 90, donde hubo la inquietud que la fe fuera una fe testimoniada y práctica. Yo era uno de esos religiosos salesianos que me cuestionaba mucho sobre la situación. ¿Cómo era posible que existieran tantos pobres que vivían una situación de marginación cada día más profunda y nosotros los religiosos vivíamos una situación de privilegio cada vez más notoria? Esto me molestaba. Hacíamos un voto de pobreza, una serie de renuncias reales pero socialmente invisibles. Esas renuncias tienen que volverse un signo social visible, profético, que se vea en los hechos. Dimos los primeros pasos de inserción en los barrios populares marginados de Cali. La vida de Jesús nos iluminaba, en especial el himno * Obispo de la Iglesia Católica Independiente.

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de Filipenses, donde dice que se despojó de todo rango para hacerse como uno de tantos. Nosotros hicimos ese ejercicio de despojarnos de todo rango, y fuimos sencillamente a vivir en medio de los pobres y asumir las condiciones de los pobres. Allí fue creándose un círculo de amigos que nos reuníamos a compartir la vida, y a compartir las experiencias, las dificultades. Nosotros, como salesianos, estábamos muy orientados a trabajar con la juventud y por eso empezamos a interactuar con los jóvenes. En ese tiempo, como hoy en las ciudades colombianas, se dio el fenómeno de asesinato selectivo de jóvenes, un genocidio al que la sociedad no ofrece alternativas. Los jóvenes se involucran en prácticas que se consideran agresivas para la sociedad, como el consumo de drogas, la formación de pandillas, la violencia. Allí empezamos a interactuar con todos estos jóvenes. Vimos caer a muchos al lado nuestro. Empezamos a buscar con ellos alternativas. Nos dimos cuenta que la vida de cada uno estaba exigiendo encontrar caminos y posibilidades. Los muchachos no asumían estas prácticas, como una respuesta a sus inquietudes más profundas, sino por las condiciones más externas. Lo más profundo seguía siendo un anhelo de convivencia, de paz, de justicia. Esto se evidencia de muchas maneras. Hicimos varios campamentos juntando jóvenes de diferentes pandillas que se mantenían en permanente conflicto, se agredían unos a otros y se mataban. Vimos que en las salidas al campo, el contacto con la naturaleza, despertaba

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en cada uno esas ansias de fraternidad y bajaba los niveles de agresividad, de violencia, de enemistad. Hay anécdotas muy significativas de esa época, de muchachos que en la labor de hacer el almuerzo para todos, lavar la losa, empezaban a entender como el otro era un hermano y no un enemigo. Alguno decía que la primera noche del campamento no podía dormir pensando que el otro muchacho del otro barrio o pandilla se podía levantar y agredirlo, pero en el transcurso de la convivencia fueron entendiendo que el otro es igual a él y tiene los mismos problemas. Fuimos elaborando conceptos teológicos. Por ejemplo que Dios no es un ser: es una fuerza, un espíritu, una luz que está en todos, y que a veces las condiciones no le permiten salir. Lo que se muestra es el ego, la imposición, el dominio y se vuelve la vida una guerra, porque el otro también saca su ego y no se deja. Empezamos a formar grupos donde empezamos a vivir estos valores. Como habíamos renunciado a los esquemas aprendidos, esto nos ayudó mucho; dejamos de hacer misas, de repetir lo que hacíamos en el seminario en la vida religiosa. Fuimos involucrando adultos en algunos encuentros y vivíamos el compartir. Ellos mismos traían algunos textos. Fuimos universalizando nuestra pastoral, porque además de leer la Biblia se compartían poemas, canciones, rap, comíamos juntos. Al final cuando nos reuníamos en la noche reconocíamos que lo que habíamos vivido era una Eucaristía.

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Tenemos que liberarnos de esquemas que tradicionalmente hemos reproducido en nuestra formación litúrgica. Surgió la inquietud de constituirnos como una organización que valoraba la presencia de Dios en las personas, dada esa consideración inicial de que Dios no es un ser, y menos una persona. Es una fuerza, una luz y está en todos. Nuestro trabajo pastoral es dejar salir esa luz, es sacar esa divinidad que todos tenemos. En ese sentido la comunidad es autónoma, y por eso somos una iglesia autónoma, para liberarnos de conflictos que empezamos a tener con la Institución. Nos declaramos independientes, consideramos que todos somos sujetos de la acción de Dios, todos tenemos esa llama divina entre nosotros. Las comunidades creaban sus propios ritos. La mayoría de nosotros venimos de una tradición católica. Por eso hemos conservado ese nombre, pero la idea es que construyamos a partir de las vivencias porque Dios está ahí, aún en los opresores y victimarios dominados por el egoísmo. El poder y la ambición ciega esa divinidad que todos poseemos, y se impone el egoísmo y el poder. Pero la labor nuestra no puede ser una lucha de egos y poderes, sino que todos despertemos, desatemos la energía de la divinidad para lograr la unidad, la justicia, la hermandad. La fe tiene que ser en el cosmos, en la diosa. Hemos reivindicado también mucho el sentido femenino, porque cuando decimos que creemos en un Dios todopoderoso eso nos remite a valores de machismo, de autoritarismos, de poder. Decir que creemos en la Diosa Espíritu nos remite

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a la solidaridad y hermandad, y eso transforma las relaciones sociales y crea comunidad, dignidad y justicia. Nosotros reivindicamos mucho las oraciones de nuestros ancestros. Rescatamos las palabras que refuerzan lo comunitario. Procuramos evitar expresiones de Dios todopoderoso, omnipotente y sempiterno. Decimos mejor: gran espíritu, gran misterio, permite que te dejemos aflorar en nuestros corazones y construir realidades nuevas de fraternidad y amor. En ese sentido podemos decir que nuestra fe no es ni cristiana ni budista; es una fe en una diosa que es amor, y que estamos tratando de sacarla en cada corazón y ponerla en común. Eso en la práctica se vuelve lucha, lograr la fraternidad en un territorio determinado, como los hermanos del Cauca. De esa manera son coherentes con su fe si luchan por su territorio y que se haga justicia. Tenemos en Cali una comunidad de gays y lesbianas, porque encontramos muchas personas de esta orientación sexual, marginadas, rechazadas y en algún momento se acercaron y expresaron que ellos también sentían un gran amor por Dios y querían vivir nuestra divinidad, nuestra diosidad. Por eso favorecemos esa comunidad que con sus prácticas crean una realidad nueva, de justicia y dignidad. Allí promueven su dignidad y nos dan a nosotros lecciones de hermandad. Promovemos pequeñas comunidades de fe, donde vamos a permitir que esa divinidad que tenemos dentro de nosotros se haga presente, se vuelva realidad, se vuelva práctica comunitaria y social. Los ritos, los cultos los relativizamos, solo se absolutiza el amor.

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Nacimos en la tradición católica y no queremos crear otra iglesia, sino una nueva dimensión. Las Eucaristías las hacemos con pan porque insistimos mucho que el cuerpo de Cristo somos las personas. Jesús insistió mucho en eso. Dios no está en ninguna parte, está dentro de ustedes. El Reino de Dios ya está dentro de ustedes. En el pasaje del Samaritano, pone en contradicción el culto y el servicio al otro. Es en el servicio al otro donde se adora a Dios, no en el culto, ni en el templo, ni en el rito. Por eso esta Comunidad Eucarística pretende que desde esa perspectiva de fe del Dios que está en nosotros construyamos realidades nuevas, desde la situación que cada grupo vive, transformando la realidad para que sea expresión visible, profética de esa realidad profunda que es la divinidad, la fraternidad universal.

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LO RELIGIOSO: ENTRE “FES” Y POLÍTICAS Abilio Peña B.*

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sta reflexión nos surge de la preocupación por el significado “práctico” de lo religioso en sociedades como la colombiana. Si de entrada relacionamos la religión de individuos y de grupos con sus motivaciones más profundas para la acción, ¿qué podría decirnos esta acción de los grupos e individuos sobre la religión vivida en nuestro país?

Ya aquí estamos sugiriendo una distinción entre la religión “confesada” y la religión “vivida”. Por ejemplo, en la ciudad de Bogotá 95.3% se considera cristiano. Católicos se confiesa un 82.4%, y cristianos no católicos el 12.9%.1 Estos datos, extraídos de encuesta de la Universidad de San Buenaventura en el año 2008 en Bogotá, no son muy lejanos a la tendencia de las creencias religiosas encuestadas por el diario El Tiempo para * Filósofo, Teólogo y defensor de DDHH. Integrante de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz.

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todo el país en el 2001. Resultó que el 90 % de los colombianos se declaraban cristianos, católicos se confesaron el 80%, y cristianos no católicos el 10%.2 En Colombia hay decenas de instituciones de educación primaria, secundaria y universitaria, regentadas por comunidades religiosas, además de cientos de comunidades religiosas y de centros de culto católico. Para dar algún dato: sólo en Bogotá, según un registro tomado en el año 1997, existen 142 comunidades religiosas femeninas y 50 masculinas, para un total de 192.3 En el año 1997 existían 270 centros de culto católico,4 y al año 2010, 371. Para el año 2007 el número de organizaciones religiosas a parte de las pertenecientes a la iglesia Católica, inscritas en el Ministerio del Interior, ascendían a 1.170.5 Muy posiblemente este grueso número de la población colombiana alguna práctica tendrá en consecuencia con lo que confiesa: asistir a cultos, portar medallas o alguna imagen en su cartera, dar limosnas, pagar los diezmos, confesarse para semana Santa, llevar el agua para que se la bendigan el sábado Santo en la vigilia, rezar en su cama antes de acostarse, santiguarse antes de salir de su casa, hacer alguna promesa a algún santo para que le salga bien algún negocio o examen, invocar a dios en plena campaña presidencial, comulgar por televisión en el funeral de sus subalternos muertos en enfrentamientos armados, ver la misa televisada, decir públicamente que su partido político conserva su inspiración cristiana, consignar en los proyectos educativos

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de las instituciones católicas la motivación cristiana que les asiste. Si aceptamos, de entrada, que los hombres y las mujeres actuamos motivados, seamos conscientes o no de la motivación de que se trata, y si aceptamos, también, que lo religioso forma parte de ese marco de motivaciones, podríamos preguntarnos por la religión que en el fondo inspira las prácticas culturales, y a su vez, la motivación/religión que está presente en las situaciones graves, de violencia, por ejemplo que se viven en Colombia. Posiblemente nos encontremos, por un lado, con una religión confesada (cristiano/católica), que entra a funcionar como un marco teórico explícito y que no siempre se corresponde con las prácticas desarrolladas. Por otro lado, con una motivación/religión no confesada, y que se convierte en marco teórico implícito al cual se corresponden las prácticas desarrolladas. Y podríamos encontrarnos, también, con unas expresiones religiosas (las culturales, por ejemplo) con formas que expresan una fe determinada a una divinidad determinada (el Dios de Jesús, por ejemplo), pero con contenidos que perfectamente pueden ser compatibles con prácticas que, de lleno, contradicen el querer del dios al que se dice adorar. Este último aspecto, aparentemente oscuro, lo veremos ejemplificado en el primer caso del siguiente numeral. La población colombiana mayoritariamente cristiano–católica, es la misma responsable y vícti-

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ma de crímenes atroces. Justo la gravedad de la situación y el tratamiento que el Estado colombiano da a las víctimas fue discutido en el Congreso de la república en los debates en torno a la llamada “Ley de Víctimas”. Un asunto polémico y que para las víctimas es central, es el de la fecha que se establece para empezar a reconocer hechos, responsables, víctimas y victimarios. Tres fechas han ocupado el centro del debate: 1961, año en que surgió el paramilitarismo, cubre el surgimiento de las guerrillas de las Farc y el ELN; 1985, año en que inició el genocidio del partido político Unión Patriótica; y 1991, porque desde ese año se puso en vigencia la nueva Constitución Nacional. Al final, la ley de víctimas aprobada el 25 de mayo de 2011 por el Senado de la República, estableció que cuenta a partir de 1985.

SIN OLVIDO desaparecidos del Palacio de Justicia. Fuente: colombia.indymedia.org

Este debate, que de suyo deja por fuera la violencia liberal y conservadora (década de los 40 y 50), donde la iglesia católica tuvo un papel protagónico –y no precisamente por defender la vida–, deja ver la gravedad de la situación de derechos humanos, de derecho humanitario padecido en este país en donde, durante décadas, la gran mayoría de asesinados/as, desaparecidos/as, torturados/as, desplazados/as forzadamente, son mujeres y hombres sin más poder que el que les otorga su condición humana y la dignidad de la que son portadores. Las cuentas del horror hablan por sí solas en los registros de la misma Fiscalía General de la

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Nación. Solo contando crímenes de los paramilitares desde el año 1997 a 2010 estos ascienden a 173.183 asesinatos y 34.467 desapariciones.6 Para hacernos una idea de las implicaciones globales del desangre, si comparamos, vemos que en la dictadura de Pinochet (Chile, 1973–1990) fueron 3.000 los asesinados y desaparecidos, mientras que en la guerra de El Salvador (1979–1992) fueron 75.000 los muertos y desaparecidos entre civiles y combatientes. Solo desde 1961 en adelante, la cualidad del exterminio es de una racionalidad pasmosa, que podríamos simplificar con algunos titulares sin datos ni detalles. Surgen los grupos paramilitares por recomendación de una misión norteamericana para salvaguardar al país de la expansión del comunismo. Nacen las guerrillas para defenderse del despojo de tierras impulsado por terratenientes. El Estado en su doctrina contrainsurgente identifica a los pobladores civiles con la insurgencia y les da tratamiento de guerrilleros. El insurgente no merece ser tratado conforme al derecho humanitario. Los acuerdos hacia la paz entre las guerrillas y el estado son traicionados. Un partido político resultado de un proceso de paz es totalmente exterminado mediante el asesinato y desaparición de sus dirigentes. Los pobladores indígenas, afrocolombianos y mestizos que habitan un territorio de interés estratégico para el mercado global son desplazados forzadamente so pretexto de combatir la insurgencia. Los territorios son ocupados por empresarios vinculados con militares– paramilitares que a su vez hacen negocios con

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el mercado transnacional. La justicia actúa en niveles ínfimos garantizando la impunidad de estos crímenes. Desconsuela que gobiernos como el de Álvaro Uribe Vélez (2002–2010) de muy baja condición ética y de muy alta exposición religiosa en lo público, hayan gozado de niveles de popularidad tan altos en vastos sectores de esta “cristiana” sociedad colombiana, y que su sucesor, Juan Manuel Santos Calderón (2010–2014), haya llegado al gobierno parado en la plataforma montada por el ex mandatario. Parte de la explicación puede estar en que su éxito radica en la acumulación de crímenes que han dejado honda huella en el alma de los pobladores populares, y en la cada vez más cotidiana convivencia con los victimarios que ejerce un auténtico control social, no siempre por las fuerza de las armas. Se trata, pues, de la normalización de la represión que hace dócil a la víctima ante cualquier petición del victimario que implica la salvaguarda de la vida física, aunque la vida ética agonice.

Fuente: conocereisdeverdad.org

La sociedad que ha presenciado, padecido y protagonizado estas matanzas, es la misma que se proclama católica y cristiana en general, que es dirigida por gobiernos que en su gran mayoría se identifican con el catolicismo. Hasta 1991, por ejemplo, existía un concordato entre la iglesia católica y el Estado, que hacía del catolicismo la religión oficial del Estado. Después de esta fecha, la iglesia católica siguió con todos los privilegios patrimoniales al ser exonerada por completo de la obligación de pagar impuestos.

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¿Qué decir entonces de lo religioso, teniendo en cuenta que una es la confesión y otra es la vida, y que no siempre la vida se corresponde con la confesión? Y más complicado aún. ¿Qué decir de lo religioso si aceptamos, como lo hemos sugerido, que “detrás” o “en” las prácticas de los individuos y los grupos existen determinadas motivaciones no explicitadas y, en ellas, determinada religión? O ¿qué decir de lo religioso cuando en el culto se utilizan fórmulas en nombre de cierta divinidad (el Dios de Jesús), pero en realidad se le está rindiendo culto a otro dios? No obstante la fuerza del crimen y de la muerte del alma impuesta desde el poder, puñados de mujeres y hombres indígenas, afrodescendientes, mestizos, afirman su dignidad en medio de la adversidad, resistiéndose al olvido, a la impunidad, al despojo de sus territorios y a la compra de su conciencia en diferentes regiones del país. Lo hacen desde resguardos humanitarios, zonas humanitarias, zonas de biodiversidad, comunidades de paz, zonas de reserva campesina, zonas de refugio, grupos juveniles, iglesias, grupos de reflexión bíblica, redes de artistas, granjas agroecológicas, movimientos de víctimas... En medio de la adversidad resisten, y en su resistencia proponen las líneas fundamentales que debería contener un proyecto alternativo de sociedad. Las mujeres y hombres con esta dignidad siguen siendo amenazados, asesinados, desaparecidos, torturados, judicializados, desplazados forzadamente, repoblados sus territorios, víctimas de

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campañas de desprestigio. En medio de estas condiciones tan adversas ¿qué los ayuda a resistir?, ¿de dónde sacan la fuerza?, ¿a qué se aferran?, ¿cuál es su fe? La respuesta a esta pregunta nos lleva hasta la frontera de la fe en la que pretendemos adentrarnos en las páginas que siguen. Los creyentes ¿Qué nos dice sobre el contenido de una determinada experiencia religiosa el que alguien nos manifieste que la ha tenido o la está teniendo? ¿Qué nos dice, también, sobre el contenido de una determinada confesión de creencia en Dios el que alguien nos la exprese? Edward Schillebeeckx en una de sus últimas obras. Los hombres relatos de Dios muestra cómo las experiencias religiosas acontecen en experiencias humanas concretas con la ayuda de una determinada tradición que se convierte en el marco de interpretación de dicha experiencia.7 Buena parte de su análisis lo dedica a mostrar cómo dicha experiencia, en sí misma y por el hecho de manifestarse o de expresarse (comunicarse) como tal, no garantiza su autenticidad. En consecuencia analiza lo que él mismo llama “elementos ocultos en nuestras experiencias: experiencia e ideología”. Nombrarlos nos permitirá avanzar en la respuesta a la pregunta que nos hemos formulado atrás y, por lo menos, sospechar de cualquier “confesión” o de cualquier “testimonio” que alrededor de la experiencia religiosa se pretenda mostrar como único o como auténtico.

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Schillebeeckx habla, en primer lugar, del “uso ideológico del lenguaje”: como no hay otro modo de comunicación de la experiencia sino el lenguaje, es preciso considerar las implicaciones ideológicas de su uso y analizarlo críticamente para hacer valer la experiencia como auténtica, distinta a una mera ilusión.8 El segundo elemento es la “sospecha frente al uso lingüístico reprimido”: se trata de la represión tanto psíquica como social, que hace que lo que debería haberse traído a expresión no se traiga, por lo que aquello que se trae a expresión no expresa el contenido de la experiencia; de nuevo aquí Schillebeeckx considera necesaria la investigación crítica y racional de dicha experiencia. Un tercer elemento es “el peligro de apelar a nuestro hablar de experiencias inmediatas”: estas experiencias están mediadas socio económicamente y el contexto socio económico influye en lo que se puede considerar como experiencia religiosa, de ahí la necesidad de crítica.9 Enseguida Schillebeeckx se refiere al “lenguaje y la concreta posición social del hablante”: en este cuarto elemento, se trata de precisar el contexto puntual en el que una determinada experiencia se comunica; para nuestro momento, se trata de la “ideología burguesa, que, desde la ilustración ha puesto a nuestra sociedad bajo el signo del individualismo utilitarista (el valor de cambio como valor dominante).10 Un quinto es “el lenguaje y el uso de modelos”: la experiencia suele ser comunicada a partir de modelos preestablecidos; modelos que a su vez son producidos por los hombres y mujeres y que en mucho marcan el auténtico contenido de una experiencia; Schi-

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llebeeckx de nuevo considera la necesidad de “rechazar la dogmatización bien sea de la experiencia inmediata, o bien de los modelos”.11 En sexto lugar, se habla de los “elementos proyectivos del lenguaje”, que hacen referencia a los elementos subconscientes que proyecta el lenguaje: es imposible que no se den, pues la experiencia religiosa se da en la relación activa entre el subconsciente (personal y colectivo) y la conciencia refleja.12 Por último, hay que considerar los “elementos no religiosos en el uso lingüístico religioso”, pues no existe experiencia religiosa pura: siempre se entrecruza con los elementos que constituyen el conjunto de la vida de quien experimenta; pretender la pureza de una experiencia es abstraernos de la realidad.13 Hasta aquí y de la mano de Schillebeeckx, podemos ver que, de entrada, la simple expresión de una determinada experiencia religiosa no dice mucho sobre su contenido, dada la complejidad presente en dicha experiencia. Nos podemos encontrar con que dicha expresión es ideológicamente interesada, puede estar reprimida tanto por factores psíquicos como sociales, se desarrolla en un contexto socioeconómico concreto dominado hoy por el individualismo burgués y por el imperio del valor de cambio, puede estar siendo oscurecida por los modelos utilizados por los especialistas para su comunicación, de hecho tiene elementos del subconsciente proyectados en el lenguaje, y se mezcla con otros elementos no propiamente religiosos presentes en la vida de quien tiene la experiencia. Contextos como el

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colombiano, pueden decirnos mucho sobre el significado de cualquier expresión de la experiencia religiosa en nuestro país que debe ser discernida críticamente. Demos otro paso en la respuesta a nuestra pregunta. En un diálogo sostenido con Helio Gallardo, Franz Hinkelammert muestra cuál es, para él, la significación de lo religioso, y que alguien se confiese como creyente en Dios.14 Al ser cuestionado por la ausencia de la expresión “religión” en una de sus principales obras,15 anota: Es que mi problema no es ese. La religión es omnipresente en los seres humanos pero yo creo que no tiene especificidad. Existen religiosidades de cualquier índole, religiosidad secular, religiosidad abierta, religiosidades prácticamente vacías, incluso el deporte como religión. No veo la religión como algo específico.16 Aquí no se trata solamente, como en Schillebeeckx, de la complejidad presente en la expresión de una experiencia religiosa, sino de la falta de especificidad que cualquier expresión de lo religioso hecha por individuos o por grupos puede tener. En la misma línea, siguiendo a Hinkelammert, podríamos afirmar que no existe “la” experiencia religiosa con contenidos unívocos, sino experiencias religiosas de múltiples significados. Al responder que su problema no es la expresión “religión”, no quiere decir que ignore la existencia de lo religioso: en renglón seguido, deja ver la

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Fuente: www.espiritualidadprogresista.blogspot.com


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omnipresencia de esta “dimensión” en los seres humanos. Su “despreocupación” por lo religioso es, a nuestro modo de ver, despreocupación por un “discurso” abstracto y amorfo sobre ella. Más adelante anota: Yo quiero desarrollar las posibilidades racionales de captar los fenómenos que de una manera inmediata aparecen como religión. Hay unos fenómenos en los cuales yo participo, de los cuales no me siento fuera, pero frente a los cuales soy sumamente desconfiado. Yo no me fío así no más de un fenómeno religioso y no creo que un ser religioso es mejor que un ser no religioso.17 Esta desconfianza por lo que aparece como fenómeno religioso, es la misma que le produce la figura del “creyente en Dios”: La figura del creyente en Dios se me hace ambivalente. Estas creencias en Dios no son algo de lo que pueda fiarme sin más. Quiero saber por dónde va esa creencia. Creo que reflexiono teológicamente para analizar estas cosas amorfas que circulan como religión y que no tienen dónde meterse.18 Hasta aquí, encontramos en Hinkelammert dos afirmaciones importantes a propósito de nuestro trabajo y que, desde luego, están en estrecha conexión: la no especificidad de las expresiones de lo religioso, por lo cual no se puede fiar sin más en cualquier grupo o individuo que se manifieste como un grupo o un ser religioso; y la ambiva-

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lencia de la figura del creyente en Dios. De todos modos aparece en Hinkelammert un tipo de abordaje de lo religioso distinto a aquel que analiza un fenómeno como si se tratara de un objeto que se presta a un estudio sin mayores dificultades para el investigador. Su abordaje parte de los individuos y los grupos que manifiestamente afirman su fe para ver “por dónde va esa creencia”. Dos casos que nos pueden ayudar a discernir lo religioso Buscando responder a los cuestionamientos arriba planteados, con Schillebeeckx hemos afirmado la complejidad presente en las expresiones de las experiencias religiosas, y con Hinkelammert, lo ambiguo de las expresiones de lo religioso y la ambivalencia de la figura del creyente en Dios. Ahora pretendemos mostrar, a manera de ejemplo, dos situaciones muy de nuestro tiempo que nos llaman la atención, en tanto dejan ver motivaciones y expresiones específicas de lo religioso que merecen ser discernidas. La primera es la religión que puede estar girando en torno al mercado, y la segunda, la que puede girar en torno a la amenaza de explotación de los territorios sagrados de los indígenas Embera Oibida’ (de montaña) por parte de la transnacional minera Muriel Mining Corporation. La religión que puede estar girando en torno al mercado Nos llama poderosamente la atención el paulatino desplazamiento que viene dándose en estos

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últimos años, en ciudades como Bogotá (Colombia), de los lugares de culto religiosos tradicionales (capillas y templos, para el caso católico) hacia los centros comerciales. En los grandes centros comerciales del noroccidente de la ciudad, por ejemplo, las novenas de navidad y las eucaristías dominicales son patrocinadas por los diferentes almacenes. Unos de estos grandes centros comerciales muestra, en la parte central de sus instalaciones, una imponente ábside que se asemeja a la de los grandes templos católicos de nuestras ciudades. La gente, tal vez de manera inconsciente, aprovecha para hacer “una ida y dos mandados”: cumplir con su devoción y hacer compras. Sin duda, estas celebraciones religiosas en los centros comerciales significan para los comerciantes ventajas considerables porque la afluencia de público crece. En la línea de lo que venimos planteando sobre el abordaje de lo religioso, nos surgen cuestionamientos de este tipo: ¿qué creencia o creencias se hace o hacen presentes en el culto o celebración del centro comercial? ¿Se trata del mismo para todos? ¿Cuál es la motivación de fondo? ¿Se trata del Dios de Jesús? ¿El culto que se realiza en su nombre contiene una celebración de la vida en correspondencia con su seguimiento? O, ¿con la forma de un culto para celebrar al Dios de Jesús, se está celebrando en realidad la fe en otro dios? Si es así, ¿de qué dios se trata? Evitemos las respuestas contundentes a estas preguntas y demos un rodeo. Jung Mo Sung, teólogo coreano–brasilero, tiene algunas reflexiones

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que se asemejan a las aquí propuestas, aunque no se dan alrededor del vínculo que hemos sugerido entre culto al Dios de Jesús y el culto a otra divinidad.19 Él expresamente habla la espiritualidad omnipresente en nuestras sociedades, la “espiritualidad del mercado”, entendida como “la mística que mueve a los hombres concretos dentro del sistema del mercado”. Al respecto, proporciona las siguientes pistas: Los shoppings centers, como el nuevo espacio sagrado donde los devotos van a contemplar y/o comprar las mercaderías–fetiches, merecen mayor atención. Las quejas de que las personas van poco a los templos, carecen de fundamento. Las personas “modernas” van a los templos, sólo que no son más los templos tradicionales. Las personas van a los nuevos templos, que son los shoppings o clubes privados.20 Hasta aquí Sung hace su planteamiento: las personas “modernas” tienen nuevos templos, los grandes centros de mercadeo. Miremos que afirma sobre las necesidades espirituales que la gente quiere satisfacer al visitarlos: Cuando alguien de clase media o alta se siente deprimido, tiene su humanidad desgastada por las contradicciones de la vida, va a su templo–shopping a hacer compras para sentirse más humano y salir del “bajón astral”… La mística que mueve a las personas en el capitalismo es ganar más dinero para ganar más dinero… y entonces: comprar más, comprar

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más, comprar más…Es en el consumo, en la adquisición de nuevas mercaderías, que las personas son reconocidas como gente, y por eso se siente más gente.21 Sung se refiere aquí a las “necesidades espirituales” de los sectores sociales con alto o mediano poder de adquisición de productos en el mercado y éstas necesidades se corresponden con el reconocimiento de la humanidad de los compradores que son más humanos, en la lógica del mercado, cuánto más poder de comprar tengan o, en otros términos, son en cuanto más tienen. Sin duda, situaciones como las vividas en Colombia, nos dejan ver que esta fuerza compulsiva del mercado atraviesa, también, a los sectores populares, produciendo fenómenos tan extremos como el sicariato, en el que el móvil de las acciones de los sicarios no es otro que el dinero, móvil acompañado por una religiosidad “popular” a la que se apela como garante de la efectividad de sus cometidos.22 De este caso queremos resaltar dos elementos importantes. El primero tiene que ver con la mistificación del culto cristiano con fines distintos a los que el propio cristianismo podría pretender. El segundo, con la necesidad de reconocer la fuerza compulsiva, poderosa y omnipresente del mercado, que se puede convertir en la motivación real, el absoluto real, la religión reinante, que orienta los comportamientos de los individuos. Estos dos elementos, el cristiano y el mercado, deben ser suficientemente discernidos en un abordaje medianamente aterrizado

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de lo religioso, para ver si pueden estar tan juntos como en realidad están y ver si sus dioses o motivaciones son compatibles o no. Las religiones que pueden estar girando en torno al caso de la concesión minera Mande Norte en el Jiguamiandó y Alto Guayabal El caso Mande Norte nos plantea un enfrentamiento entre dos racionalidades distintas, una de las cuales, por su poder, parece imponerse sobre la otra. Se trata del enfrentamiento entre la empresa minera Muriel Minig Corproration propiedad de Sunward Resources Ltd y la comunidad indígena Embera Oibida’ (de montaña) de Alto Guayabal. La Minera, valiéndose de métodos fraudulentos como el soborno a líderes indígenas que no habitan el territorio pretendido para la exploración y exploración de oro, cobre y molibdeno, logró autorización del gobierno de Colombia para explorar los territorios demarcados en lo que se ha denominado el Bloque Mandé Norte, en territorios de las comunidades indígenas. Los Embera de Alto Guayabal se oponen a las exploraciones por todas las consecuencias negativas que pueden producir a su identidad cultural, y prefieren la muerte a declinar en la defensa de su milenaria tradición.23 El área de exploración afecta el cerro sagrado Jaicatuma o Cara de Perro, donde se encuentran concentrados los espíritus del mal que han sido recluidos allí para mantener la armonía del

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territorio Embera. Al ser intervenido este lugar sagrado, las fuerzas del mal se liberan, desarmonizando la vida de las mujeres, hombres y el conjunto de la vida natural. En la espiritualidad de los Embera Oibida’ (de montaña) el Jaibana’ manda al Cerro Sagrado –Jaicatuma– los espíritus malignos extraídos del cuerpo de los enfermos. El cerro guarda los espíritus. Si se interviene el cerro, los espíritus se liberan, y llega la catástrofe, es decir, el fin del pueblo Embera Oibida’. Los ríos se contaminan, surgen enfermedades mortales. Los ancestros dicen que nadie ha llegado a tocar el filo del cerro sagrado, pues es un filo que por su sacralidad no se puede tocar. Si alguien dispara un golpe de escopeta al cerro, llegarán fuertes vientos y todo será oscuridad. En el cerro hay lagunas donde una niña y un niño lo cuidan: si llega alguien, ellos se desaparecen, y con ellos los cuidados que le prestan al lugar sagrado.24 Dicen los ancestros que en la antigüedad, en la fase de luna llena, se escuchaban en el cerro los ruidos de la Porre, que es la madre del oro (oro, en Embera Oibida’, es Mongarapurru). El oro es el corazón de la tierra, el cerro es madre de los ríos sin los que no hay vida Embera. Ahora no se escucha a la Porre porque ella murió. Quien guarda el oro en el cerro, hoy en día, es el Wangaramia, un conjunto de animales y de espíritus inmortales que siempre hacen fiestas con música. El Jaibana’ controla el Wangaramia. Los Cimarrones también cuidan el oro del cerro desde cuando huyeron de la esclavitud ha-

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cia el lugar sagrado y asumieron las costumbres primitivas. Entre las razones que da la Muriel–Sunward Resources Ltd y el Gobierno para justificar la exploración y posterior explotación en los territorios Embera Oibida’ de Alto Guayabal, aparecen de manera insistente dos: el progreso que traerá a los indígenas en particular, y al país en general la bonanza minera; y el desarrollo como resultado de grandes proyectos de inversión. El desarrollo y el progreso están aquí medidos en términos de crecimiento económico y acumulación de capitales, crecimiento y acumulación que se basan, para este caso, en la acumulación y la manipulación de la minería como una de las locomotoras del desarrollo. Desde esta perspectiva, cualquier oposición a la exploración en estos o en otros territorios es calificada como una traba al “progreso”, al “desarrollo”, fuentes de toda civilización. Por su parte, el pueblo Embera Oibida’ argumenta su oposición a la explotación desde motivaciones muy distintas a las del progreso y el desarrollo del modo como lo entiende la Muriel y sus aliados. Para los Embera, el cerro es sagrado y su explotación generaría caos y destrucción por la liberación de los malos espíritus. La extracción del oro mataría la tierra, pues sin corazón, no puede vivir. Detrás de ese enfrentamiento de racionalidades percibimos motivaciones, horizontes de sentido y si queremos, religiones. La transnacional minera, como es de esperar, muy poco explícita sus motivaciones, apenas las nombra, como vimos.

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Los Embera, en cambio, no pueden más que argumentar desde sus raíces, desde su condición de pueblos profundos, desde el horizonte sagrado, su absoluto, y obran en consecuencia con él. Podemos preguntarnos aquí, como lo hemos venido haciendo, por el dios, el absoluto, el dador de sentido, que se expresa en las prácticas de la Muriel–Sunward Resources Ltd y sus aliados, que con claridad desconocen una tradición milenaria expresada en la cultura Embera Oibida’, y desconocen también la divinidad que motiva a defender, hasta las últimas consecuencias, la tierra que, en su cosmovisión, les ha sido encomendada. El progreso, el desarrollo, el crecimiento económico, la acumulación de capital, aparecen como motivos profundos que inspiran campañas colonizadoras, homogenizadoras, independientemente de las consecuencias que para la vida humana y natural, en cuanto distinta a la humana, puedan traer.

Fuente: arquidiocesisdeacapulo.org

Tenemos, entonces, expresiones cultuales cristianas, cultos al Dios de Jesús que pueden en realidad estar sirviendo al dios mercado, y hasta una cierta “religión” del mercado con sus templos. Tenemos, también, toda una mística generada en torno a mitos como el progreso y el desarrollo, que se constituyen en los verdaderos motores de los procesos económicos a cualquier costo en vidas humana y demás vida natural. Al mismo tiempo nos encontramos con sentidos de lo religioso que, también, se convierten en efectivos dinamizadores de prácticas concretas, encarnados en actores sociales que obran en perfecta consecuencia con ellos, como el caso de los Embera Oibida’.

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¿Cómo entender estas situaciones si todas se entrecruzan en una misma realidad y motivan, al mismo tiempo, prácticas tan diversas? En el numeral siguiente queremos proponer el discernimiento de diversas tradiciones que pueden estar vivas en los individuos, grupos e instituciones, como un camino para dar luz a los diversos interrogantes que han surgido a lo largo de este trabajo. Tradiciones portadoras de plurales sentidos Por “tradiciones” estamos entendiendo el cúmulo de experiencias y la tematización de las mismas, que van caracterizando una determinada manera de actuar de los grupos humanos y van marcando, además, una determinada manera de comprender los acontecimientos que se van presentando.25 Una sociedad no se diferencia de otra porque sea la expresión de una única tradición y la otra de una diferente. En una misma sociedad y aún, en un individuo, se pueden encontrar varias tradiciones presentes las cuales sólo pueden ser identificadas por las prácticas que produce.26 Valga anotar que es posible indagar el origen de una determinada tradición e informarnos sobre su desarrollo. Queremos referirnos muy esquemáticamente a tres tradiciones, a nuestro juicio, significativas en sociedades como la colombiana, cada una de las cuales está constituida, a su vez, por sub-tradiciones, pero que sin embargo dejan ver sus rasgos sobresalientes que la identifican. Se trata de la tradición Occidental, Precolombina y Judeo– cristiana. En esta aproximación, no perdamos de

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vista las preguntas que nos hemos formulado y los ejemplos con los que las hemos ilustrado pues, como hemos sugerido, de ellos surge la necesidad de abordarlas. La tradición occidental27 La tradición occidental surge en la edad media europea especialmente en el siglo XI en la confluencia de las tradiciones Judeo–cristiana y Greco–romana, tradiciones que son recreadas y transformadas dándoles contenidos nuevos que poca huella dejan de aquellos que la originaron. Esta se convierte en tradición burguesa. …con las revoluciones burguesa de Inglaterra y Francia. Se transforma a partir del siglo XV en la sociedad que domina el mundo entero y que coloniza a los demás continentes. Transforma a África en un campo de caza de esclavos y erigen en América el mayor imperio de trabajo forzoso esclavista de la historia humana, el cual dura más de cuatro siglos. La sociedad occidental conquista Asia, la transforma en un simple productor de materias primas para sus centros y destruye su producción tradicional…Hoy la sociedad occidental domina un mundo donde la cuarta parte de la población vive en condiciones infra–humanas, sin ninguna esperanza de salida. Una sociedad en la cual el hambre golpea a la mayoría de la población, mientras algunos países viven en abundancia abrumadora.28

Fuente: entodossitioscuecenhabas. wordpress.com

1492 es el año en que el proceso de occidentalización de América Latina se inicia con la violen-

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ta conquista. Y desde acontecimientos como ese, la tradición occidental muestra los rasgos que le son más característicos: desde sus poleas de trasmisión funda en la subjetividad de los pueblos la idea de la conquista del más fuerte sobre el débil; se auto reconoce como la portadora de la raza blanca superior y se lo hace saber a las poblaciones indias, negras y mestizas; es cruel y violenta en sus procedimientos y no cesa de producir guerras a lo largo de la historia; su poder de dominación parece ilimitado; “ha desarrollado fuerzas productivas nunca antes vistas”29 pero con un poder de destruir la humanidad y la naturaleza sin precedentes, también, en la historia del mundo; el mercado se ha venido convirtiendo en la religión que todo lo provee, todo lo garantiza, todo lo resuelve, tiene una inmensa capacidad de poner otras tradiciones, como la judeo cristiana a su servicio y en esta dirección produjo la “civilización cristiana” que no es otra cosa que la puesta en marcha de su potencial destructivo, colonizador y segregador a nombre de la religión cristiana. Es una tradición que se ha venido legitimando desde mitos que, en mucho, abstraen de la realidad presupuestos irrealizables –y que no se preocupa de realizar en la vida concreta de la gente– como el progreso, el desarrollo, la libertad, la justicia, la salvación, el amor al prójimo, la dignidad humana. Esta tradición promueve la mística del mercado, del dinero a cualquier costo, del progreso y del desarrollo en detrimento de la vida de quienes no

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creen en esos modelos de progreso y de desarrollo. Esos valores son los que prevalecen mayoritariamente en nuestras sociedades, las reales búsquedas de las mayorías, es decir, el dios vigente. La tradición precolombina30 La tradición precolombina, construida por mujeres y hombres de antes de la colonia en América, está determinada por el entorno natural en donde se reproduce y por el modo como se interrelacionan los pueblos para desarrollar su cultura. El entorno de este hombre es el trópico. En él existe abundancia de costas, “vertientes gigantescas, selvas impenetrables, tesoros incalculables y en general exuberancia natural en todas sus escalas… la exuberancia del trópico y la determinada fertilidad del macizo andino generan en el hombre una gran confianza ante una naturaleza que es pródiga”.31 La vida en la montaña (garantizada por la casa), en el llano (garantizada por la recolección de frutos y por la agricultura), en las orillas de los ríos y en las costas (garantizada por la pesca), hace que el hombre precolombino no necesite de la acumulación que condiciones ecológicas hostiles (como las estacionarias) exigen a otros hombres y mujeres. El hombre y la mujer precolombinos “viven de la confianza y la seguridad de poder agotar hoy y encontrar mañana la misma naturaleza que siempre le está obsequiando”.32 La repetición del intercambio del hombre y la mujer precolombinos con una naturaleza que si-

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gue ofreciendo las mismas condiciones de vida, va conformando una lógica de pensamiento y una estructura mental que establece la racionalidad propia de esta tradición. Como lo muestra René García, la naturaleza pródiga y exuberante del mundo precolombino que devuelve mucho más de lo que el esfuerzo realizado podría esperar, termina por incluir a las personas en ella, dando respuesta segura a sus necesidades básicas. Esta inclusión hace que el hombre y la mujer se identifiquen con la naturaleza de modo parecido a la identificación que el niño en gestación tiene con la placenta de la madre. En estas condiciones difícilmente este hombre y esta mujer pueden autoreconocerse como distintos/as del medio que los/las acoge y que les garantiza la vida. La inclusión y la identificación con la naturaleza y la no percepción como distinto, hace que se identifique como parte no diferenciada del todo, de un todo que es el mundo natural y de un todo que son los/as otros/as hombres y mujeres con quienes desarrolla las actividades que le garantizan la sobrevivencia. Así, la dependencia entra a ser doble: tanto de la naturaleza como del grupo. “No existe como individuo sino en cuanto pertenezca al grupo y en la permanencia del grupo está la garantía de la propia existencia”.33 La mutua dependencia de la naturaleza y del grupo, por la ausencia de la autoidentificación como distinto, “hace que tienda a ordenar el mundo entre lo que le sirve primero y lo que le servirá después. Relación de orden que se proyectará en la estructura teocrática de

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su organización social”.34 Es una estructura ordenada a partir de un primer elemento al que se reconoce como origen y garantía de los demás (la deidad – divinidad). La relación de orden que se establece no es excluyente (este elemento si, este no), sino que cada elemento está relacionado al mismo tiempo con varios: es lo que René García llama “estructura de clases intersectas”, en donde los puntos que conectan la estructura posibilitan la comunicación de los diversos elementos que la constituyen. La estructura de clases intersectas se concreta en las relaciones económicas, sociales, políticas y religiosas que se establecen, relaciones que diferenciamos aquí solo en razón de la comprensión de esta lógica, porque la racionalidad precolombina no las distingue. En lo económico, se reconoce la identificación del hombre con la naturaleza en la ausencia de conciencia sobre la propiedad de la tierra, y la identificación con el grupo, en la importancia que tiene el desarrollo de trabajos colectivos y en la importancia que tiene, también, el uso colectivo del excedente económico. En lo social las estructuras que se producen dependen del uso que se da al excedente económico a favor de la existencia del grupo. Este excedente económico es acumulado por medio de la fiesta comunal (siempre vinculada con la tierra, los ciclos vitales y, con lo religioso) y por medio del servicio que se presta a los elementos débiles del grupo que no están en condiciones de producir. La

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acumulación y la distribución en la fiesta y en el servicio están centralizadas en los hombres y mujeres que, por su función, se ubican en los puntos de intersección de las distintas clases en que se estructura la vida precolombina. Se trata del brujo, del sacerdote, del chamán, del curandero, del mago y del cacique, quienes ejercen en muchos casos funciones a la vez políticas y religiosas. En lo político, continúa René García, la estructura social precolombina se ordena alrededor del cacique/sacerdote quien, por su relación con la divinidad, tiene la autoridad que le permite el reconocimiento del grupo. Podríamos decir, que “la organización del trabajo comunal que requiere una centralización administrativa, hace necesario un ‘déspota’ o ‘teócrata’ (por ejemplo el inca, el zipa o el faraón). Este llega a hacerse indispensable a la comunidad a pesar de su dominio; más aún, toda la comunidad está dispuesta a defender los intereses del teócrata pues sabe que en ellos está la garantía de su seguridad”.35 En lo religioso, todas las manifestaciones de lo sagrado tienen como raíz la relación del grupo con la naturaleza, del mismo modo los diferentes signos vitales por los que atraviesan los hombres y las mujeres tienen su explicación religiosa. La autoridad, como hemos visto, es comprendida desde este carácter; el culto entra a ser la expresión que permite el “control” de la divinidad para que se disponga a favor del grupo. Esta racionalidad expresada en las relaciones económica, política, social y religiosa del hom-

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bre y la mujer precolombinos, conectadas por una red en la que la relación con una naturaleza pródiga es determinante, recibe el impacto violento de una racionalidad occidental que por la vía de la fuerza de su etnocentrismo, pretende imponerse y generalizarse. Se da así, forzosamente, cierto proceso de hibridación, donde las formas institucionales de la racionalidad occidental europea son efectivamente impuestas por la vía violenta, pero la asimilación de los contenidos, de que son portadores, queda a merced del modo de recepción que de ellos hace la milenaria racionalidad precolombina, a la que nos hemos aproximado. Cabe preguntarnos por el papel que, en esta racionalidad, entra a jugar el sacerdote católico, el significado que se da al culto católico, a la indumentaria religiosa, a los santos y santas, a la hostia, a las peregrinaciones, a las limosnas, a los cantos litúrgicos, al conquistador, a la guerra, a las armas, a la parcelación de predios, a las nuevas formas arquitectónicas, al hambre de oro, a la violación carnal, a las instituciones como la encomienda y la mita, al trabajo forzoso, entre otros. Cabe preguntarnos, también, por la incidencia que la racionalidad dominada sigue teniendo en la vida del hombre y de la mujer de estas tierras ante la acción de la racionalidad dominante; por el papel que sigue jugando, en su vida social e individual, la marca de siglos dejada por una particular manera de expresión política, económica, social y religiosa en las sociedades precolombinas.

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La tradición judeo–cristiana Lo judío Toda la fe de Israel tiene su centro en un acontecimiento histórico: la liberación de un grupo de esclavos oprimidos por el poder de los egipcios.36 Esta liberación es interpretada como una obra de Dios, Yahveh, del cual se va reconociendo, a partir de la travesía por el desierto, como un Dios “que sale al encuentro y elige, un Dios liberador de oprimidos y esclavos, un Dios que solo exige una ética social grupal como culto, un Dios comprometido con los intereses limpios del grupo, y un Dios del que el hombre, Moisés, es testimonio, transparencia”.37 Esta toma de conciencia viene a ser definitiva en la constitución de Israel como pueblo en las tierras de los cananeos, al norte de Palestina. Aquí los israelitas comparten el espacio con los cananeos, pero con claras diferencias. Se organizan socialmente en tribus y no en una monarquía como los nativos, separándose así de un modo tributario de producción, para practicar un modo de producción comunitario: todo lo que se produce y lo que queda de ganancia es para ellos mismos, y no para pagar impuestos al monarca. Este proceder se enmarca dentro de un nuevo sistema de valores, garantizado por el único poder absoluto: Yahveh, el cual es celebrado en el culto.38 Llega un momento en el que las circunstancias históricas los llevan a instituir la monarquía, para garantizar su unidad como pueblo y la fi-

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Fuente: zonzamas-peregrinoeterno. blogspot.com


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delidad al Dios liberador que se les ha revelado, ante las amenazas de otros pueblos y la tentación de seguir otras divinidades. A la postre, sin embargo, esta opción se constituyó en la base del fracaso del ideal de sociedad igualitaria, tan profundamente sembrado en la organización tribal. Surgió Saúl, primero, y después David, como estrategas militares que coordinaban la defensa de las agresiones externas y garantizaban el orden y la justicia en Israel. David, por muchas circunstancias que no es del caso nombrar aquí, siendo del sur de Palestina (Judá) logró, con su gran habilidad y carisma, conquistar para Israel todo el territorio de Palestina y garantizar el ideal de sociedad igualitaria inspirado por Yahveh, implantando un estilo de monarquía novedoso que renunciaba a la corte –razón de ser de los impuestos contra el pueblo– y al ejército –razón de ser de la esclavitud–. En él vio Israel obrada la voluntad de Dios, convirtiéndolo, así, en modelo de rey para medir el comportamiento de sus sucesores.39 Tras la muerte de David sube al poder Salomón: con él empieza la paulatina decadencia de Palestina, pues no refleja ya la voluntad de Yahveh. Al morir quedan como sucesores Roboam y Jeroboam, quienes dividen el territorio en dos, el Reino en Norte (Canaan, conocido propiamente como Israel) y Sur (Judá). Estos prostituyeron la monarquía imponiendo corte y esclavos, haciendo grandes construcciones con los esfuerzos del pueblo, auspiciando el acaparamiento de la tierra en pocas manos. En suma, sus monarquías se alejaron del

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sentido original de ella exaltado por David, y por ende, del querer de Yahveh para con Israel.40 De aquí en adelante sigue una lista importante de reyes que, por lo general, se alejan del querer de Dios al venderse a los imperios, por poderosos y al asumir sus divinidades que auspiciaban la injusticia. Hasta aquí lo que nos interesa destacar del Israel veterotestamentario. Lo cristiano Lo cristiano de la tradición que nos ocupa tiene como acontecimiento fundante la vida misma de Jesús de Nazaret. A reseñar los datos más relevantes, dedicaremos estas líneas. La crítica histórica y la crítica literaria nos proporcionan elementos para afirmar con alguna seguridad los siguientes datos sobre Jesús. Nació aproximadamente en el año siete antes de nuestra era en Palestina, una región controlada por el imperio Romano. De origen judío, pasó la mayor parte de su vida en el anonimato de la cotidianidad de su pequeño pueblo. Cuando llegó a los treinta años de edad comenzó anunciar algo ya conocido en su forma, por los hombres y mujeres de su tiempo, pero novedoso en su contenido: El Reino de Dios. Se sabe que era un hombre, como todos los semitas, poco dado a los grandes discursos, por lo que mostraba con hechos los contenidos de su anuncio. Cuando se dedicaba a enseñar a sus discípulos o a las personas que se le acercaban lo hacía por medio de parábolas, pequeños cuentos tomados de la vida diaria de la gente con las

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que antes que convencer, buscaba crear inquietudes y conmover para que el Reino de Dios fuera aceptado en la vida de quienes lo escuchaban. Un dato que aparece con toda claridad en la vida de Jesús es que, en función de su anuncio, convivió con un pequeño grupo de amigos, quienes lo acompañaban de cerca a donde iba, aunque del todo no la entendieron mientras estuvieron con él. Siendo judío supo reconocer en las prácticas religiosas de su tiempo, en torno al templo y la sinagoga, la negación del querer de Dios que con inmediatez experimentaba. Esto lo deducimos de una opción que aparece, también, con nitidez en su vida: la opción por los marginados del culto por ser enfermos, mujeres, niños, empleados de ciertos oficios considerados impuros y en suma por ser los empobrecidos de ese tiempo. Se sabe que lo más auténtico del Jesús histórico fue la práctica de misericordia desarrollada con ese grueso grupo de marginados por el que optó, consistente en curaciones, relación personal estrecha para mostrar que eran los preferidos de su Padre y una insistencia constante en que compartieran lo que eran y tenían. Los milagros, por ejemplo, son el testimonio, aunque ya elaborado teológicamente por los evangelistas, de esa actitud. Siempre su práctica de misericordia estaba acompañada de la explicación de la razón de ese comportamiento: la fuerza que su padre Dios le daba.41 Por el contenido de su anuncio y la práctica que desarrolló en consecuencia, entró en contradicción,

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no buscada por él pero que tampoco evitó, con los que detentaban el poder religioso y político de su tiempo. Estos le acusaron de blasfemo en lo religioso, de subversivo en lo político, razón por la que terminó asesinado violentamente en una cruz, y al parecer en soledad, pues sus amigos más cercanos, temerosos por las represalias que pudieran sobrecaer sobre ellos, negaron conocerlo, huyendo de Jerusalén a la zona montañosa de Galilea. Se sabe que sus amigos desconsolados por el fracaso y la persecución se concentraron en Galilea por algún tiempo para garantizar alguna tranquilidad y reponerse de todo lo que les había costado la vida con Jesús de Nazaret. No está claro cuándo, pero se sabe también que, muy probablemente dirigidos por Pedro, regresaron de Galilea a Jerusalén a desarrollar una predicación muy parecida a la que Jesús en vida les había anunciado, y a convivir en comunidad en memoria del estilo de convivencia que habían aprendido de su maestro. De ahí en adelante, el nombre de Jesús empezó a ser relevante y su anuncio empezó a ser motor de un tipo nuevo de relaciones entre los hombres y mujeres. De lo dicho sobre la tradición Judeo–cristiana queremos destacar algunos elementos de su compresión de Dios, centrales para el discernimiento de las divinidades en sociedades como la nuestra. El Dios judeo cristiano es cercano y amigo; se comunica por medio de seres humanos, y le interesa sólo una ética grupal como culto; se compromete con los intereses limpios del gru-

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Fuente: cebsmty.blogspot.com


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po, y necesita de un grupo concreto que lo viva como forma de darse a conocer al conjunto de la humanidad; se apasiona por lo pequeño, lo débil y lo excluido del mundo, y por ello mismo se compromete, por medio de sus seguidores, con lo pequeño, lo débil y lo excluido. Creo en lo que pasa por mi corazón La presentación que hemos hecho sobre lo religioso tiene, como todo, carácter provisional. Surge de la experiencia de fe de quien escribe, que quiere corresponder a la tradición judeo– cristiana. Creer para la tradición judeo cristiana tiene mucho que ver con lo que se conoce por la experiencia. Desde esta perspectiva todo aquello a lo que se entregue el corazón es la verdadera creencia, la verdadera fe. Aquello que se ama es a lo cual se sirve, es lo que se venera, es lo que se absolutiza. Hemos querido llamar la atención sobre la urgencia de abordar lo religioso desde el discernimiento de lo que, para los individuos e instituciones de nuestras sociedades, es su absoluto. A ese absoluto responden la prácticas concretas, y así lo dice Jesús: “en donde está tu tesoro, allá esta tu corazón”. Hemos visto cuál es el tesoro en la tradición occidental: el progreso, el desarrollo, el mercado. Hemos visto el que podemos deducir de la tradición precolombina, de la que forman parte comunidades como la Embera Oibá: una preocupación por la vida humana y natural. También hemos visto el de la tradición judeo–cristiana: fraternidad, búsqueda de vida

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digna para aquellos a quienes se les está negando, los pequeños, los débiles, los excluidos... Si para el abordaje de lo religioso nos situamos desde la tradición cristiana, no podemos más que afirmar al Dios de Israel y al Dios de Jesús como el Dios verdadero, y siendo consecuentes con ello, no podemos más que desenmascarar todos los otros absolutos, los otros “tesoros”, como falsos absolutos y como falsas divinidades, es decir, como ídolos. Algo más. La creencia en el Dios de Jesús no se proclama con discursos, sino con prácticas que correspondan a su voluntad en la historia. Ya hemos visto cómo, en nombre del Dios de Jesús, se hacen muchas cosas que a las claras contradicen su auténtica voluntad. Luego a este Dios se le descubre en lo concreto, y lo más concreto de este Dios son los hombres y mujeres a quienes otras divinidades les niegan la posibilidad de vivir como al Dios verdadero le gustaría que vivieran. Hoy, a nuestro juicio, el auténtico hombre o mujer religioso(a), es aquel y aquella que se comprometen desde lo pequeño y lo excluido, a reconstruir la humanidad de los hijas e hijos de Dios, negada por los ídolos. Si esto es así, podremos afirmar con toda certeza que los seguidores del verdadero Dios, del que potencia la vida, son una inmensa minoría. Mojica, José Alberto, “Encuesta midió las creencias religiosas de los habitantes de Bogotá”, El Tiempo, 23 de noviembre de 2008, http://www.eltiempo. com/archivo/documento/CMS-4682928 (consultado el 2 de febrero de 2011). 2 La encuesta se cita como publicada en el diario El Tiempo, aunque sin precisar su fuente, en el artículo “Religión en Colombia”, de Wikipedia 1

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(en: http://es.wikipedia.org/wiki/Religi%C3%B3n_en_Colombia) (consultado el 2 de febrero de 2011). Estos datos han sido extraídos del directorio telefónico de Santafé de Bogotá del año 1997, que a su vez los toma de los que le suministra la Vicaría de Religiosos de la Arquidiócesis de Santafé de Bogotá. Ver allí las páginas 2340-2347. Datos extraídos del directorio telefónico de Bogotá, del año 2010. Equipo de Redacción Revista Cambio, “Mercado de Almas: Iglesias y sectas le han quitado a la religión católica en Colombia más de cinco millones de fieles”, marzo 31 de 2007, http://www.cambio.com.co/portadacambio/718/ ARTICULO-PRINTER_FRIENDLY-PRINTER_FRIENDLY_CAMBIO3498915.html, (consultado el 2 de febrero de 2011) Editor News México Lindo, “Los paramilitares cometieron 173.183 asesinatos (Colombia)”, enero 14 de 2011, http://mexicolindonews.net/2011/01/ los-paramilitares-cometieron-173-183-asesinatos-colombia/ (consultado el 26 de enero de 2011). Schillebeeckx, E. Los hombres relato de Dios, pp. 55-56. Ibíd., p. 46. Ibíd., p. 47. Ibíd., p. 48. Ibíd., p. 49. Ibíd., pp. 49-50. Ibíd., p. 50. Gallardo, H., “Conversación con Franz Hinkelammert respecto la crítica del Dios que asesina”. En referencia a Las armas ideológicas de la muerte. Gallardo, H., “Conversación…”, p. 6. Ibíd., p. 8. Ibíd. Mo Song, Jung. Neoliberalismo y pobreza, una economía sin corazón. Ibíd., p. 93. Ibíd. De la presencia de la fuerza compulsiva a comprar objetos producida por el mercado en los sectores populares, y en particular en los jóvenes sicarios, da buena cuenta el libro de Alonso Salazar, No nacimos pa’ semilla: la cultura de las bandas juveniles de Medellín. Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, “Exploración Inconsulta del Cerro USA-Kirandarra”, 27 de Enero, http://www.justiciaypazcolombia. com/Exploracion-inconsulta-del-Cerro (consultado el 15 de febrero de 2011). Resguardo Humanitario Obiadrua’, Comisión de Justicia y Paz, “Relato de Espiritualidad Embera Oibida’”. Schillebeeckx, al hablar de las experiencias humanas, muestra cómo cada una de ellas es asumida y comprendida porque se cuenta con un determinado “marco hermenéutico” dado por la acumulación de experiencias del pasado personal y colectivo. Ese “marco hermenéutico” es lo mismo para él que una “tradición experiencial” (Cfr. Los hombres, relato de Dios. p. 44). Reconocer las tradiciones en las que se enmarcan determinadas prácticas sociales nos puede ser útil para ubicar de manera aproximada las acciones que se suelen legitimar desde otras tradiciones. Dicho de otra manera, ubicar si las prácticas de los grupos e individuos son auténticas entendiendo que la autenticidad se mide por la coherencia entre la tradición que se dice asumir y la que vive. Al respecto, indica Bernard Lonergan: “Una cosa es lo que yo soy, y otra cosa lo que es un genuino cristiano o budista; pero no soy consciente de la diferencia. Mi incons-

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ciencia permanece inexpresada. No tengo un lenguaje para expresar lo que soy, uso así el lenguaje de la tradición, que me he apropiado de manera inauténtica; en esta forma devalúo, deformo, diluyo y corrompo ese lenguaje” (Op.cit. Método en Teología. p.83). Nuestra comprensión de la tradición occidental se la debemos en buena parte a Franz Hinkelammert, y los elementos que destacamos aquí los extraemos principalmente del prólogo al libro La fe de Abraham y el Edipo Occidental, pp. 9-12. Ibíd., p. 9. Ibíd. Para la aproximación a esta tradición nos basamos en la “Investigación Socio Religiosa en América Latina”, desarrollada por René García Lizarralde y un importante equipo de investigadores hacia el año de 1972. El material que utilizamos es inédito y reposa en los archivos al cuidado de su compañera Elia Morales. García L., “Investigación Socio Religiosa…”, p. 11. Ibíd., p. 14. García L., René. Navidad del explotado. p. 37. Ibíd. Ibíd., p 44. Este es el famoso credo histórico que sintetiza la acción liberadora de Yahveh en su pueblo: “Mi padre era un arameo errante que bajó Egipto y residió allí como inmigrante siendo pocos aún, pero se hizo una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron dura servidumbre. Nosotros clamamos a Yahveh Dios de nuestros padres, y Yahveh escuchó nuestra voz, vio nuestra miseria, nuestras penalidades y nuestra opresión, y Yahveh nos sacó de Egipto con mano fuerte y tenso brazo en medio de gran terror, señales y prodigios.” (Dt 26, 5-8). Baena, Gustavo, “El Deuteronomio”, p. 3. La original organización de las tribus de Israel y su relación con las diferentes formas de organización social en la época es analizada muy detenidamente por Norman Gottwald, en: La Biblia Hebrea: una introducción socio literaria. Véase en especial las pp. 100-108. De este proceder da buena cuenta el libro Segundo de Samuel. Los profetas raccionan precisamente ante esta degeneración de la monarquía y tienden a recuperar el ideal tribal de no violencia y justicia social (preocupación por los más pobres, sin clases sociales, atención especial por los desvalidos). Ellos son la voz de Dios clamando fidelidad a la elección. El libro de Amos recoge esta actitud y es, según muchos especialistas, el modelo de la forma profética. Gustavo Baena sintetiza un dato de radical importancia para nuestro estudio: “esta práxis de los profetas fue creando, no sólo en la corte, sino también en la masa popular un renacimiento de las tradiciones originales del Yahvismo y la mismo tiempo una tendencia cada vez más definida hacia una corrección de la monarquía y hacia una reforma de culto de Yahve” (Ob.cit., p.4). Este rasgo es tan sobresaliente en la vida del Jesús que, en torno a él, Jon Sobrino desarrolla la última de sus cristologias formulando esta tesis: “Lo más histórico del Jesús histórico es su práctica y el espíritu con que la llevó a cabo. Por práctica entendemos el conjunto de actividades de Jesús para operar sobre la realidad social y transformarla en la dirección precisa del Reino de Dios. Histórico es, entonces y en primer lugar, lo que desencadena historia. Y esa práctica de Jesús, que en su dia desencadena historia, es lo que ha llegado hasta nuestros dias como historia desencadenada para ser proseguida... Decíamos que lo más his-

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tórico de Jesús es su práctica, y hemos añadido el espiritu con que la llevó a cabo y del cual la imbuyó: honradez con la realidad, parcialidad hacia lo pequeño, misericordia fundante, fidelidad al misterio de Dios... Ese espiritu es por una parte talante de Jesús, lo que le fue dado de antemano… si se quiere, pero está también intrínsecamente relacionado con su práctica” (Jesucristo Liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret :77-78).

Bibliografía Baena, Gustavo, “El Deuteronomio: guía para seguir con facilidad este curso”. Mimeo. Bogotá: s.f. Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, “Exploración Inconsulta del Cerro USA-Kirandarra”, Enero 27, http://www.justiciaypazcolombia.com/ Exploracion-inconsulta-del-Cerro (consultado el 15 de febrero de 2011). Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, Resguardo Humanitario Obiadrua', “Relato de Espiritualidad Embera Oibida'”. Mimeo. Bogotá: Diciembre de 2010. Editor News México Lindo, “Los paramilitares cometieron 173.183 asesinatos (Colombia)”, Enero 14 de 2011, http://mexicolindonews.net/2011/01/ los-paramilitares-cometieron-173-183-asesinatoscolombia/ (consultado el 26 de Enero de 2011). Equipo de Redacción Revista Cambio, “Mercado de Almas: Iglesias y sectas le han quitado a la religión católica en Colombia más de cinco millones de fieles”, Marzo 31 de 2007, http://www. cambio.com.co/portadacambio/718/ARTICULOPRINTER_FRIENDLY-PRINTER_FRIENDLY_ CAMBIO-3498915.html, (consultado el 2 de febrero de 2011).

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Gallardo, Helio, “Conversación con Franz Hinkelammert respecto la crítica del Dios que asesina”. Mimeo. San José de Costa Rica: s.f. García Lizarralde, René, “Investigación Socio Religiosa en América Latina”. Mimeo. Material inédito. Bogotá: 1972. García Lizarralde, René. Navidad del explotado: análisis sociocultural y guía práctica. Bogotá: Fundación Latinoamericana de Investigación y Formación Social, 1974. Gottwald, Norman. La Biblia Hebrea: una introducción socio literaria. Barranquilla: Seminario Presbiteriano, 1992. Hinkelammert, Franz. La fe de Abraham y el Edipo Occidental. San José de Costa Rica: DEI, 1989. Hinkelammert, Franz. Las armas ideológicas de la muerte. San José de Costa Rica: DEI, 1977. Lonergan, Bernard. Método en Teología. Salamanca: Sígueme, 1988. Mo Song, Jung. Neoliberalismo y pobreza, una economía sin corazón. San José de Costa Rica: DEI, 1993. Mojica, José Alberto, “Encuesta midió las creencias religiosas de los habitantes de Bogotá”, El Tiempo, 23 de noviembre de 2008, http://www. eltiempo.com/archivo/documento/CMS-4682928 (consultado el 2 de febrero de 2011).

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Salazar, Alonso. No nacimos pa’ semilla: la cultura de las bandas juveniles de Medellín. Bogotá: CINEP, 1990. Schillebeeckx, Edward. Los hombres relato de Dios. Salamanca: Sígueme, 1994. Sobrino, Jon, Jesucristo Liberador, Lectura histórico teológica de Jesús de Nazaret, Trotta, 1991. Wikipedia, artículo “Religión en Colombia”, (en: http://es.wikipedia.org/wiki/Religi%C3%B3n_ en_Colombia) (consultado el 2 de Febrero de 2011).

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APORTE DE LAS IGLESIAS EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA SOCIEDAD JUSTA Y EN PAZ EN COLOMBIA Jenny Neme*

Un agradecimiento a la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz por la invitación a participar en el evento, y también un agradecimiento muy especial a las comunidades representadas en este espacio por compartir su testimonio de vida y resistencia inspiradas en la fe. Hablar del aporte de las iglesias en la construcción de una sociedad justa y en paz en Colombia, es hablar un poco de la experiencia personal y de la comunidad de fe a la que pertenezco. Desde mi vinculación a Justapaz, organización de la Iglesia Menonita de Colombia y con quien trabajo desde hace más de 12 años, y como miembro de una de sus iglesias locales constructoras de * Integrante de la Iglesia Cristiana Menonita de Colombia, directora del Centro Cristiano para la Justicia, Paz y Acción No Violenta –Justapaz–. (Justapaz: www.justapaz.org).

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Aportes de las iglesias en la construcción de una sociedad justa y en paz, en Colombia

paz, quisiera compartir aprendizajes identificados a partir de la experiencia en la promoción de temas como la no-violencia, objeción de conciencia al servicio militar obligatorio, prevención del reclutamiento de niños y jóvenes por actores armados, análisis y transformación de conflictos, promoción de los derechos humanos y construcción de paz, trabajo que hacemos mayormente con iglesias cristianas evangélicas en Colombia. Fuente: https://picasaweb.google.com/justapazcolombia.

La identificación de la situación y el abordaje A inicios de los años 90, personas de iglesias cristianas de diferentes denominaciones y procedentes de distintas regiones del país, manifestaron preocupaciones por las diferentes situaciones de violencia que se vivían en sus regiones y que tenían efectos en las personas de las iglesias, en templos y comunidades de fe. Es así como se identifica la necesidad de hacer un acompañamiento, que consistió en el acercamiento pastoral, orar juntos y brindar algunas herramientas desde la no-violencia y la resolución de conflictos a líderes de iglesias. Pero se identificó la necesidad de hacer un acompañamiento más integral y acorde a su condición eclesial. A finales de los 90, se inician procesos de discernimiento sobre la realidad que se vivía en Colombia y los efectos sobre la población civil y sobre las iglesias. Estos discernimientos contaron con la participación de líderes de diferentes iglesias locales y denominaciones, y las agendas transitaron en-

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tre la oración, la reflexión de la Palabra de Dios, el análisis de la realidad y de las situaciones de violencia que han vivido comunidades eclesiales y el diálogo sobre el rol de las iglesias en estos tiempos. Estas reflexiones dieron lugar al planteamiento de la Visión de Iglesias Como Santuarios de Paz. Es una propuesta de reflexión y acción para los pueblos que viven en medio del conflicto. La situación caótica de Colombia nos lleva a pensar en nuestro papel como iglesia, no sólo para encontrar una fortaleza como comunidad sino para entender cómo ser sal y luz para todas las personas y comunidades que viven en situaciones tan difíciles. El discernimiento nos llevó a reconocer que en Colombia vivimos tiempos de peligro, y como cristianos no estamos exentos de vivirlo. (Jer 45, 1-5; Jn 16, 33). La invitación es a reconocer que Dios nos ha puesto en Colombia en estos tiempos para ayudar, para traer el mensaje y la acción de salvación (Est 4, 12-14). Recordamos una vez más que Dios es un Dios de paz, Jesucristo es Señor de paz (Ef 2, 14.17), su evangelio es la buena nueva de paz (Ef 6, 15), y sus hijos son hacedores de paz (Mt 5, 9). Por tanto es imperativo que nosotras y nosotros como cristianas y cristianos asumamos un papel humilde pero claro y comprometido con la búsqueda de la paz en Colombia. El llamado que Dios nos hace permanentemente a hombres y mujeres, a comunidades y nacio-

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nes debe responder al deseo del Señor: “en que rompas las cadenas de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; en que dejes libres a los oprimidos y acabes, en fin, con toda tiranía; en que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes. Entonces brillará tu luz como el amanecer y tus heridas sanarán muy pronto” (Is 58, 6-8). Repasamos también que la paz exige un cambio de vida a nivel personal para vivir los valores del Reino de Dios por el poder del Espíritu Santo así como nos lo enseñó Jesucristo (Lc 14, 25-27). El Señor Jesucristo invita a todas las colombianas y colombianos, habiéndose demostrado la bancarrota de los caminos equivocados en que andamos, a tomar en serio su Palabra, a vivir según Él nos enseña en el Sermón del Monte, y a vivir en la práctica la comunidad de hermanas y hermanos. (Hch 2, 42). Reconocimos que nuestro Señor Jesucristo va adelante, y nos invita a seguirle (Heb 12, 1-3). La promesa es que el Señor está con nosotros. El Señor ha vencido al mundo (Jn 16, 33). La promesa es que “en los últimos tiempos quedará afirmado el monte donde se halla el templo del Señor... ningún pueblo volverá a tomar las armas contra otro ni a recibir instrucción para la guerra. Todos vivirán entonces sin temor”(Miq 4).

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Las invitaciones amorosas de nuestro Dios que son motivo de esperanza para el pueblo colombiano lo resumimos en estos cuatro pasajes bíbli-

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cos: “El Señor dice: vengan, vamos a discutir este asunto. Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo, yo los dejaré blancos como la nieve... Si mi pueblo, el pueblo que lleva mi nombre, se humilla, ora, me busca y deja su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré sus pecados y devolveré la prosperidad a su país... Yo se los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza... Yo pondré mi Espíritu en ustedes y vivirán” (Is 1, 18; 2 Cr 7, 14; Jer 29, 11; Ez 37, 14a). El Desarrollo de la visión. Los componentes de las iglesias como Santuarios de Paz Este discernimiento desde la palabra de Dios nos llevó a plantear una visión concreta para nuestra realidad colombiana. Esta visión se denomina Iglesias Como Santuarios de Paz, como la orientación para el quehacer de iglesias en Colombia que viven en medio de situaciones de violencia. Esta visión tiene tres componentes, así: a) Un pueblo que lleno del Espíritu Santo y en ejercicio de sus dones, talentos y ministerios, acoge a personas afectadas por la guerra material y espiritual que se vive en nuestro país, afirmándoles en el evangelio pacificador del Señor Jesucristo, buscando su recuperación personal, familiar, espiritual y social, y la salvación integral en Dios. En ese sentido todas las iglesias cuentan con hombres y mujeres de todas las edades, quienes bien pueden desarrollar sus No. 17, Año 2011

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habilidades y capacidades y colocarlas al servicio de Dios y de la obra para la construcción de paz en Colombia. b) Un mensaje de no-violencia que discierne los tiempos desde el Evangelio y hace un llamado al arrepentimiento del Reino; forma a las personas para la vida pacífica y reconciliada, forma para la transformación no-violenta de conflictos, promueve la objeción de conciencia a la formación y práctica armada, y reconstruye el tejido social de nuestro país a partir de estos presupuestos. Desde las iglesias es posible ofrecer un mensaje transformador y de esperanza a la comunidad, a deponer las armas y buscar alternativas no-violentas de cambio social. Fuente: https://picasaweb.google.com/justapazcolombia.

c) Un espacio físico o territorio de paz que se anuncia públicamente como tal y exige respeto de toda violación por la fuerza. Posibilita encuentros cara a cara entre oponentes, debates y discusiones públicos, momentos de oración y reflexión donde todas las personas que lo deseen se puedan sentir seguras y protegidas; es un refugio para personas perseguidas por sus convicciones o afectadas por la violencia y la injusticia. Es un sitio de protección al amparo de la comunidad de fe. Esta visión y sus tres componentes han sido la base para recomendar a las iglesias cómo se puede orientar su quehacer y entre otras, se han desarrollado ideas como: • Hacer reuniones para analizar lo que está sucediendo en la comunidad y el país (Mt 16,

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2-3), y pedir sabiduría para entender lo que el Señor está diciendo a su pueblo (Ap 3, 6). Iniciar una reflexión en la Congregación con miras a declararse “Santuario de Paz”. Mirar si en su iglesia, o en la comunidad, hay personas víctimas de la guerra o violencia a quien la iglesia podría acercarse y ministrar (St 1, 27; Mt 25, 31-46). Capacitarse para ofrecer servicios de conciliación, transformación de conflictos, y construcción de paz en su comunidad. Colaborar con otros grupos eclesiales, municipales y departamentales en esfuerzos por impulsar procesos de paz. (Mt 5,9). Enseñar la no-violencia y orientar a sus jóvenes hacia alternativas al reclutamiento militar para servir al país. (Mt 5, 38-47). Brindar cuidado y refugio a personas perseguidas en violación de sus derechos humanos. (Nm 35, 11-12; Ex 21, 13). Ofrecerse para facilitar encuentros de reconocimiento, reparación y reconciliación entre víctimas y victimarios. (Rm 5, 11; 2 Cor 5, 18-20). Practicar el amor, el perdón y la ayuda mutua en su iglesia (1 Jn 4, 11-12). Vincular a su iglesia a ministerios que den respuestas a las víctimas de la violencia (desplazados, viudas, huérfanos, perseguidos, defensores de derechos humanos). Fortalecer relaciones de solidaridad entre iglesias hermanas, tanto en nuestro país como en otros países. Compartir esta visión en otros espacios eclesiales y seculares.

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En estos más de 10 años existen por lo menos 100 iglesias locales quienes se han declarado Iglesias Santuarios de Paz o desarrollan acciones ministeriales en construcción de paz. Ya hay lecciones aprendidas que han podido ser recogidas a través de documentos como los cuatro libros que dan cuenta de la sistematización de experiencias de tres iglesias santuarios de paz de la Costa Caribe, quienes han presentado las lecciones aprendidas de su proceso de ser y mantenerse como sal y luz en medio de los contextos de violencia en los que viven. Por otro lado, esta visión como iglesias santuarios de paz ha inspirado otros procesos, como el de la documentación de violaciones de derechos humanos de personas de iglesias cristianas evangélicas y que se ha traducido en la producción del informe anual Un Llamado Profético, iniciativas de acompañamiento a víctimas e incidencia política ante instancias de gobierno nacional. Un camino de experiencias: momentos clave para la incidencia publica/política Esta misión de ser sal y luz en medio de la violencia, ha permitido que se construyan relaciones entre iglesias y otras organizaciones que buscan fortalecer la acción profética de las iglesias en donde se denuncia la violencia y la forma como se atenta contra la dignidad de las personas y las dinámicas comunitarias, pero también donde se anuncia el amor de Dios para con las víctimas y los más vulnerables. En ese sentido, hemos entendido que estas labores hay

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que difundirlas a nivel nacional e internacional y exhortar a las instancias de decisión y de construcción política. Como Iglesias de diferentes denominaciones hemos discernido sobre el camino que se debe trazar y que se convierta en la guía de nuestras acciones y procesos. Por ello, espacios de discernimiento, asambleas, tiempos de oración, conformación de equipos de trabajo y comisiones, han sido claves para la definición de este camino. De estas, quedan memorias escritas, declaraciones, y de las que hoy intento recoger en esta presentación. La experiencia también ha aportado para la identificación de lecciones aprendidas en este proceso y que hoy me permiten ofrecer unos momentos clave para la incidencia pública. Fortalecimiento de las capacidades para la construcción de paz del liderazgo de las iglesias. El aumento de las capacidades para comprender el rol profético de la iglesia, pasa por el conocimiento y reconocimiento de su realidad, su contexto, cuales son las dinámicas políticas, económicas y sociales de nuestro país, las coyunturas y todo esto cómo nos afecta como personas y como iglesias. Para ello, de manera individual y conjunta, iglesias y organizaciones eclesiales vienen facilitando espacios de reflexión, estudio y producción de material que permita realizar este trabajo. Definición de la vocación como iglesias. Iglesias han organizado ministerios en respuesta a las diversas situaciones de violencia y pobreza. Esto permite un mayor acercamiento a la realidad. Muchas veces son las mismas iglesias quienes viven No. 17, Año 2011

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estas realidades de violencia y pobreza y se organizan para dar respuestas de esperanza a su gente.

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Vigilias y Jornadas de oración. Existen múltiples tiempos de Oración y acción. Entre ellas: (1) Pan y Paz, movilizaciones públicas gestadas por las iglesias para resaltar el 21 de septiembre como día de la ONU por la paz, la no-violencia y el cese al fuego. En Colombia se llama la atención que la paz requiere de la garantía del alimento (Seguridad Alimentaria). Cada año decenas de iglesias salen a las calles a proclamar Pan y Paz. (2) Jornada de Acción y Oración por Colombia: son liturgias que realizan iglesias colombianas y de Estados Unidos, llamando la atención de la destinación de recursos que el Gobierno de Estados Unidos hace a Colombia. En los últimos años, iglesias y organizaciones colombianas hemos firmado cartas dirigidas al Congreso de Estados Unidos solicitando una reducción del componente militar y aumento del social y mayor verificación de la situación de derechos humanos. Las iglesias en Estados Unidos recogen nuestra carta y es en la cual se inspiran para orar por Colombia, buscar a sus congresistas, sensibilizar sobre estos temas. También llevan las cartas al Congreso de EEUU. Concertación con Gobiernos. Entre los años 1996 y 1998, la Comisión de paz de CEDECOL, en cabeza del entonces representante, hizo parte de la dinámica de concertación entre sociedad civil y gobierno nacional para crear el Consejo Nacional de Paz, un ente mixto creado mediante

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una ley de la República, conformado por personas de sociedad civil y gobierno, para asesorar al Gobierno nacional en materia de paz. Aunque el legislativo expidió el decreto que permitió su creación, a la fecha es un organismo que desconoce el Gobierno nacional, pues no tiene voluntad política para interlocutar con sociedad civil. El representante de Iglesias en los últimos años ha interpuesto acciones judiciales, buscando se convoque dicho organismo y se facilite la participación de la sociedad civil en materia de paz. Este año, el nuevo Alto Comisionado para la Paz ha recibido órdenes desde la presidencia para convocar a este Consejo. Reconocimiento de la Verdad desde la perspectiva de las víctimas. Desde hace 10 años venimos aumentando la documentación de violaciones de derechos humanos que sufren personas de iglesias cristianas evangélicas. Esto ha exigido la capacitación de personas en áreas de DDHH, DIH, reflexión teológica, documentación, acompañamiento psicosocial, entre otras, para ayudar a las víctimas a recuperar la verdad de los hechos que afectaron su dignidad como personas, como familias y como personas de fe. Actualmente realizamos un informe anual con los casos ocurridos en un año y también se cuentan las iniciativas que desarrollan las iglesias en resistencia a la violencia. Ofrecemos igualmente un análisis de realidad a partir de los casos documentados y también unas recomendaciones a los actores en conflicto en Colombia. Participación en plataformas de sociedad civil, paz y derechos humanos. Como iglesias No. 17, Año 2011

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participamos en varias de estas instancias. En el último año, como iglesias aportamos al informe que se le presentó al relator de la ONU para las ejecuciones extrajudiciales, con los casos documentados y con la participación de familiares de las víctimas en una audiencia pública. Acompañamiento a Víctimas. Se han fortalecido ministerios de acompañamiento a víctimas en áreas pastoral/ psicosocial, jurídica, humanitaria, de seguridad y autoprotección. Acciones Jurídicas. Para casos específicos, como la exigibilidad del derecho a la Objeción de Conciencia, en el año 96 y este año hemos avanzado con el apoyo de varias iglesias, acciones legales contra el Estado Colombiano para la exigibilidad de este derecho fundamental. Si bien hemos dado algunos pasos con respuestas a favor, aún falta un largo camino por recorrer en esta área. Actualmente acompañamos procesos para el acceso a la justicia en el tema de tierras, ejecuciones extrajudiciales, etc. Delegaciones Internacionales. Promovemos la visita de personas de iglesias, gobernantes, funcionarios públicos, personas de sociedad civil a Colombia, para que conozcan la grave crisis humanitaria, respalden el trabajo de las iglesias colombianas, hagan presencia ante su embajada y ejerzan su labor como “testigos” de la situación que se vive en Colombia. En lo posible se buscan reuniones con el Gobierno Nacional, pero no siempre funciona. Después de esto, pedimos que cuando regresen a sus países, sensibilicen a sus comunidades en sus países sobre 202

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lo que pasa en Colombia, entiendan la relación de las políticas de sus países hacia Colombia y los efectos nocivos sobre la vida de la gente (ej, Plan Colombia, Políticas de Unión Europea sobre proceso de Desmovilización, Política de Seguridad, derechos humanos. etc). Giras internacionales. Personas de Iglesias han ido a varios países, visitando iglesias, instancias de gobierno, para dar fe de la realidad que se vive en Colombia y para llamar la atención de los efectos negativos sobre la población civil de las políticas de sus gobiernos hacia Colombia. Misiones Humanitarias. Hemos convocado a Personas de embajadas y de Organismos Internacionales (OACNUDH- ACNUR), para visitar las zonas que hemos considerado emblemáticas por la complejidad de la crisis humanitaria. Estas misiones buscan “ser testigo” de las violaciones de DDHH que sufren personas de iglesias, (aunque ven la realidad general) y buscar presionar al gobierno que asuma responsabilidad sobre los hechos que ocurren en el país y corrijan los contenidos de sus informes que salen a la luz pública y dan “partes de tranquilidad y de inexistencia de violaciones de DDHH e infracciones al DIH” y a la vez, que asuma responsabilidad sobre la continuidad de políticas de muerte contra la población civil. Promoción de una declaración de 38 congresistas de Estados Unidos respaldando a Justapaz, Iglesia Menonita y Comisión de Paz y presentando su grado de riesgo de ataque por actores armados, después del robo de informa-

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ción del que fue objeto en Junio de 2007. Esto se logró gracias a las relaciones que se vienen tejiendo por años con iglesias y organizaciones en Estados Unidos quienes presionaron a sus congresistas y enviaron cartas al gobierno colombiano en solidaridad y respaldo a las iglesias y al trabajo que realizamos.

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ntre el 7 y el 10 de abril de 2010 en la ciudad de Bogotá, celebramos el encuentro Fe y Política: Teología desde la Esperanza, convocado por la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz. Participamos más de 120 representantes de 17 comunidades indígenas, afrodescendientes y mestizas de todo Colombia, personas, de 15 diferentes expresiones de sentido, así como delegados/as de organizaciones de Estados Unidos, El Salvador, Ecuador y Bolivia y también, músicos, estudiantes universitarios/ as testigos/as investigadores/as socio–religiosos, entre ellos Ana María Bidegaín, Francois Houtart, Javier Giraldo, Liz Deligio, Catheleen Desautels, Teresa Suvieta, Nidia Arrobo, Armando Marquez, Carlos Román, Fernando Torres, Milton Mejía, María Jesús Viejo, Jenny Neme, Rigoberto García, Darío Soto. Nos encontramos creyentes religiosos/as y no creyentes, que inspiramos nuestra opción por la

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justicia en nuestro sentimiento de la dignidad de todas las vidas, los pueblos indígenas ancestrales Waunam y Embera con la fuerza de sus espíritus, de sus jaibanás, la iglesia Evangelio Eterno, la Casa de Sión, la Pentecostal Unida, la Cuadrangular, la Interaméricana, la Adventista del Séptimo Día, la Menonita, la Presbiteriana, la Católica Independiente, la Católica Romana y los católicos macroecuménicos. El encuentro posibilitó compartir nuestras percepciones sobre el papel de la fe, lo religioso, lo sagrado en nuestras iniciativas de protección y de defensa territorial, frente a quienes nos quieren quitar la vida y los territorios; también, la articulación de procesos comunitarios cuyos miembros nos inspiramos en una profunda experiencia de fe y nos permitió, también, compartir experiencias entre las comunidades colombianas y de otros países de América Latina. En nuestra condición de creyentes, encontramos la fuerza y el sentido para la afirmación de nuestros derechos hacia la construcción de alternativas de iglesias y sociedad bebiendo de las fuentes de nuestra inspiración. Compartimos las experiencias de distintas iglesias, comunidades, personas y organizaciones que respaldan los procesos de exigencias de derechos de comunidades en Colombia; y establecimos relaciones de colaboración entre organizaciones y comunidades que construyen alternativas sociales y de iglesia de América Latina.

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En los dos primeros días emergieron las palabras, los símbolos, las fotos, los objetos, de asesinados/os, desaparecidos/as, la memoria del desplazamiento forzado provocado, casi en totalidad, por estructuras militares y paramilitares. Dimos testimonio a partir de la pregunta ¿Cuál es el papel de lo religioso en nuestras resistencias? Quienes estamos fuera de las comunidades, tuvimos la posibilidad de descubrir que ellas viven un ecumenismo comunitario e interreligioso que les ayuda a mantener sus búsquedas de justicia, contra estructuras de militares y paramilitares, las empresas nacionales y transnacionales que los obligan a desplazarse para, de esta manera apropiarse de sus tierras y realizar en ellas proyectos agroindustriales, de infraestructura vial, energética, de telecomunicaciones y turísticos. Lejos de enfrascarnos en discusiones en torno a quien tiene la verdad sobre el trascendente, sobre Dios, descubrimos la condición de víctimas, pero también la condición de sujetos/as que resisten al modelo económico destructivo, inspiradas/os por sus plurales expresiones religiosas y de sentido. Las comunidades hemos testimoniado que la fe nos da fuerza en los momentos de persecución, de muerte y desplazamiento forzado. Nos ha imprimido ánimo para regresar a nuestra tierra, tumbar la palma aceitera, las corralejas de los paraempresarios, enfrentarnos a la empresa minera, petrolera, decir no a la trasversal de las Américas, a la construcción del puerto turístico en Calima, Buenaventura, al desarrollo del eje

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ambiental en Naya, a las operaciones extractivas en Putumayo, y la militarización de nuestras comunidades con violaciones de derechos humanos y graves infracciones al derecho humanitario. La fe ha animado los procesos de afirmación de derechos que han impedido que multinacionales o grupos económicos nacionales se apropien de nuestros territorios. Compartiendo nuestras experiencias desde zonas humanitarias, zonas de biodiversidad, los resguardos indígenas, los territorios colectivos, en los barrios de nuestras ciudades, coincidimos en que experimentamos a un Dios que está con nosotros/as como un fuerza para la recuperación y el cuidado de la tierra. En muchos momentos, los procesos organizativos por la defensa de la vida y los territorios, no han contado con el respaldo de los pastores y sacerdotes de las diferentes iglesias a las cuales pertenecemos y nos dicen que debemos resignarnos, que el desplazamiento, la perdida de nuestros seres queridos es por voluntad de Dios; pero la Vida es el mensaje de Dios y por eso no es su voluntad la destrucción o la muerte violenta, la expoliación ni el destierro. La fe es más fuerte y nos hace permanecer firmes en los procesos comunitarios de defensa de la vida y el territorio pues sin tierra nada somos y ella es madre, es donación de Dios. En los dos días siguientes adelantamos diálogo de saberes entre los representantes de las comunidades y teólogos/a, sacerdotes, pastores/as, religiosas/os, líderes de iglesias, investigadores/as socio–

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religiosos/as e invitados/as internacionales sobre la relación entre fe y política. Aprendimos de las experiencias de creyentes en Bolivia, Ecuador, El Salvador, y movimientos en los Estados Unidos. También los/as teólogos/as, biblistas e investigadores/as compartieron el testimonio bíblico que muestra al pueblo de Dios afirmando la esperanza en la protección de la vida en los territorios, así como de los compromisos de las iglesias a veces a favor, pero muchas veces pasiva y comprometida con las violaciones a los Derechos Humanos. Durante el encuentro construimos un altar donde estaban juntos la biblia, nuestros mártires, velas encendidas, objetos que representaban los sufrimientos y las luchas de las comunidades, símbolos de la cultura indígena, afro. Las palabras estuvieron cargadas de imágenes que nos ayudaron a entender nuestra esperanza en medio de la destrucción. Somos como el huevo al que la piedra quiere romper; nuestros proyectos de vida, son como vasija de barro, frágiles, soportados por la fuerza de nuestra dignidad; las/los constructores de la esperanza, como los cuatro horcones de madera en nuestras casa campesinas, que soportan toda la estructura, que no se quiebran a pesar del peso; todas/os como tizones que se junta para calentar y producir fuego, como hormigas capaces de fastidiar elefantes hasta derribarlos; o como los cinco dedos de la mano, juntos, diferentes, necesarios para acariciar, plantar, proteger, cargar, cosechar, pintar, escribir...

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Hemos aprendido que la fe en Dios o en lo sagrado inspira nuestras acciones de dignificación, de recuperación y cuidado de la biodiversidad de nuestras tierras, de la diversidad de nuestras culturas por encima de toda institución política o religiosas. Nos sentimos llamados/os y enviados/as a proseguir con este encuentro fundacional, desde los compromisos que hemos asumido: 1. Nos uniremos en las acciones por la Vida y la libertad por el cierre de la Escuela de las Américas, en particular con las que se adelanten en Estados Unidos, El Salvador y Colombia, como ante las embajadas estadounidenses de los países presentes en nuestro encuentro. 2. Adelantaremos nuestro siguiente encuentro en Bolivia, con la posibilidad que las comunidades que afirman sus derechos en Colombia y en los otros países presentes en el encuentro puedan conocer la participación de los creyentes en la conformación de democracias participativas, democracias económicas, democracias sociales. 3. Compartiremos nuestras agendas de acciones, antes de nuestro próximo encuentro con el ánimo de hacernos presentes espiritual y/o físicamente. 4. Mantendremos nuestra formación en la fe y la política considerando la posibilidad de construir una escuela de formación con períodos determinados de tiempo en los que nos podamos encontrar.

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5. Participaremos en el encuentro que realizaran las comunidades en el Chocó, Colombia, en una Zona Humanitaria. 6. Publicaremos así sea en fotocopias los aportes de este encuentro. 7. Editaremos un disco con la música de las comunidades interpretadas en este encuentro. Bogotá, 7 al 10 de abril de 2010.

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Desde la Esperanza Como una experiencia refundacional tanta vida entregada de mujeres y hombres, ustedes entre ellas, en esa articulación necesaria de la fe y la política en América Latina. Lo vivimos con sentimiento trascendente en lo diverso de las tradiciones presentes, en donde los padecimientos de mujeres y hombres de las comunidades, contrastaba con sus resistencias y esperanzas, con sus sueños alternativos. Desde la animación que hicimos, percibimos la fluidez del compartir, del celebrar, del testimoniar. La expresión espontánea de sentimientos, como una barquita se fue deslizando hasta encontrarnos en nuestras orillas. Nos sentimos, al final, como estacas de nacedero, del que brotan hojas verdes, anunciando un nuevo árbol, modesto y vital. Los análisis se cargaron de tanto testimonio que muy difícilmente cupo la contradicción. Era la Palabra, era el silencio y la pregunta aclaratoria. Se estuvo allí, se donó, se transmitió, se acogió.

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