2001/2012 - Desde el barro

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2001/2012

desde el barro


El 19 y 20 y sus antecedentes Las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001, conocidas como “Argentinazo”, fueron un hito fundamental para la conformación de una nueva identidad política surgida en las postrimerías de aquellas fechas. Esta explosión masiva, en la que el pueblo salió a las calles, no es un hecho aislado sino la consecuencia de un largo proceso de lucha y organización de la clase trabajadora, a causa de la explotación en nuestro país. Los antecedentes podemos encontrarlos en las resistencias y combates durante la dictadura genocida, con la aplicación de los planes neoliberales de José Martínez de Hoz; y en los movimientos piqueteros en los 90, en plena fase neoliberal del gobierno menemista, con la aplicación de medidas económico – sociales bajo las ordenes de los organismos internacionales de crédito – FMI, BID, Banco Mundial-. Para 1999, Fernando De La Rúa, heredó un país con una economía devastada, una grave crisis social y política e índices, hasta ese momento, inéditos de pobreza e indigencia. A esta situación se le sumo la toma de una serie de medidas económicas, “tarifazos”, los cuales agudizaron aun más el descontento social. En este contexto, la lucha y organización que se venía gestando de la década del ’90 adquirieron una visibilidad y una dimensión mucho mayor. Al no poder detener la fuga de capitales al exterior -una de las principales consecuencias de las políticas neoliberales y de la convertibilidad- el ministro de Economía menemista, Domingo Cavallo, decide tomar una medida que será detonante de las manifestaciones masivas: el corralito financiero. Es en este momento en el que la clase media, al ver afectado sus intereses, une sus reclamos a los de las clases populares. Desde allí el cuadro de tensión política entre las cacerolas y los piquetes; y el gobierno, se agrava de forma exponencial. Para ese entonces la expropiación de los alimentos más urgentes, a través de los saqueos a supermercados; y los cortes de ruta y piquetes en diversos puntos del país, marcaban el camino para las clases subalternas. Este periodo será punta de lanza para el desarrollo a nivel masivo de distintas prácticas políticas y sociales alternativas: la proliferación de asambleas populares y barriales, es decir, la práctica democrática en su forma más directa; la horizontalidad frente a la verticalidad de la democracia representativa; la autonomía; la autogestión y la independencia política.

Instrúyanse, porque necesitamos de toda nuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitamos de todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque necesitamos de toda nuestra fuerza. A. Gramsci


Mientras en las calles caían más de 30 compañeros/as a manos de la represión policial, el poder decretaba el estado de sitio y, ante el reclamo popular, De La Rúa renunciaba. Un nuevo escenario político se gestaba. Luego de la seguidilla de 5 presidentes en una semana, llegara al poder uno de los “peces gordos” de lo más recalcitrante del PJ, Eduardo Duhalde. Con él se abordaría en lo más virulento de la represión y la mano dura, con el 26 de Junio de 2002 como punto culmine, en el cual son asesinados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.

Después del 2001 La llegada, en el año 2003, de Néstor Kirchner marcó la recomposición de la hegemonía burguesa y el comienzo de un muy hábil proceso de desarticulación de la lucha popular organizada. Enfriando ciertas demandas populares e integrando otras bajo su órbita, su arribo al poder no es un hecho librado al azar, sino que su candidatura fue la otra ficha del aparato del PJ bajo el ala duhaldista. Detrás de un discurso progresista y antineoliberal, el gobierno de Kirchner ocultó su verdadera identidad; la de una burguesía ligada al capital trasnacional. La serie de medidas tomadas por el kirchnerismo estuvieron destinadas a recuperar el consenso en las organizaciones en lucha, con el fin de aplacar el fuego de la insurrección. El juicio a los responsables directos de la dictadura cívico militar, la política de “Derechos Humanos” y de inclusión social, las leyes entorno a la cuestión de género, la supuesta democratización de los medios o la también ficticia recuperación de YPF, se contradicen irremediablemente con la realidad. Seguimos padeciendo la represión hacia lxs jóvenes y los sectores más vulnerables por parte del aparato represivo del Estado, la negación a discutir la legalización del aborto legal, seguro y gratuito, la Ley Antiterrorista impuesta por EE.UU., la discriminación en la Ley de Medios hacia los medios comunitarios, alternativos y populares. A eso le sumamos el tardío accionar frente a la problemática de la trata de personas, los altos índices de casos de gatillo fácil, el constante pago de la deuda externa, mayormente contraída en la dictadura, la impunidad de los responsables intelectuales de los asesinatos del 19 y 20 y de la masacre del Puente Pueyrredón, entre otros. No olvidamos los asesinatos a los compañeros/as en lucha: Mariano Ferreyra; los Qom en Formosa; los compañerxs del Indoamericano –donde se contó con el accionar conjunto de la Federal y la Metropolitana-; Carlos Fuentealba; Jere, Mono, Patom y Cesar del FPDS Rosario, entre otrxs.


Dentro de esta recomposición de la burguesía, no nos olvidamos de la oposición al gobierno, que en su mayoría muestran ser iguales o peores que el kirchnerismo. Tales son los casos del xenófobo y racista Mauricio Macri en Capital Federal, del binnerismo en Santa Fe, Manuel De la Sota en Córdoba, Ricardo Alfonsín y la UCR, Francisco De Narváez, el propio Eduardo Duhalde y todo el PJ disidente, con Hugo Moyano a la cabeza, y los medios corporativos opositores. Todos estos cargan en su haber un prontuario político con vínculos con el narcotráfico, con las Tres A e incluso con la represión del 19 y 20 de diciembre.

Un balance desde abajo A 11 años de la crisis y rebelión popular, se hace necesario hacer un balance desde las organizaciones que aún reivindicamos la herencia de estas históricas jornadas. En primer lugar retomamos la práctica asamblearia como la forma de organización más democrática y participativa, donde no se delega sino que se construye entre todxs una nueva sociabilidad. Seguimos sosteniendo el “que se vayan todos”, como la consigna mas contestataria ante la continuidad del poder político que sostiene la dominación. Por otro lado creemos fundamental la autonomía de las organizaciones populares, por sobre el burocratismo y el verticalismo de los partidos, gobiernos y patrones. Seguimos fomentando las prácticas autogestivas que permiten la independencia económica y la construcción de una economía social y popular. Todas prácticas que prefiguran nuevas relaciones sociales en pos de una sociedad de nuevo tipo, en oposición a aquellas que construye y potencia el sistema de dominación. Sin embargo no podemos dejar de notar la evidente fragmentación del campo popular y de la izquierda en particular. Para avanzar en procesos colectivos y unitarios, se hace necesario dejar de lado todo tipo de mezquindades y aunar esfuerzos para poner a las organizaciones populares en pie de lucha por las reivindicaciones históricas de la clase obrera y el pueblo.


Es fundamental empezar a trazar una agenda desde los movimientos populares y la izquierda, que sitúe sobre el tapete una serie de cuestiones que siguen siendo olvidadas por la clase política que sigue dominando la agenda pública. Resulta necesario mostrar signos de madurez de cara a l@s trabajador@s y el pueblo, que evidencie que podemos y debemos trazar caminos de unidad. Para esto es fundamental retomar el ejemplo de las asambleas piqueteras, de las fábricas recuperadas por sus trabajador@s, los centros de estudiantes y federaciones universitarias recuperadas por la izquierda, la creación de bibliotecas barriales y centros culturales independientes, la toma y recuperación de tierras por parte de cientos de miles de sin techos y sin tierra. Es importante rodear de solidaridad en conjunto a las luchas populares desarrolladas a lo largo y ancho del país y mas allá, sin mezquindades ni vanguardismos. Si bien el Espacio Cultural Alternativo se gesta posterior a la insurrección del 2001, todxs somos hijxs del vaciamiento del Estado en función de la pauperización de las vidas de miles y miles de trabajador@s ocupados y desocupados, estudiantes, jubilados, niñ@s. Es por eso que seguimos enarbolando las luchas populares por tierra y vivienda digna; educación pública, de calidad y al servicio del pueblo y no del mercado; por un sistema sanitario digno; por trabajo sin precarización; por el derecho a elegir sobre nuestros cuerpos; por soberanía alimentaria; por la construcción medios comunitarios, alternativos y populares; contra la represión policial e institucional hacia la pobreza y la protesta social; por la vigencia de los derechos humanos de ayer y hoy; por la construcción de una cultura popular, autogestiva, libertaria, independiente. Seguimos luchando y construyendo desde abajo en pos de la transformación radical de la sociedad. Esa es la tarea.

Es preciso soñar pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía. V.I. Lenin


cuando el fuego crezca quiero estar allĂ­

espacio cultural alternativo


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