Cádiz Libertaria Nº54 Diciembre 2014

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NUEVOS HALLAZGOS DE FUSILADOS EN LA FOSA COMÚN DE PUERTO REAL La Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica Social y Política de Puerto Real ha encontrado la fosa común con los cuerpos de entre 150 y 200 víctimas de la represión franquista. La de Puerto Real es la mayor fosa común del franquismo intervenida hasta ahora en la provincia de Cádiz. No todos los 200 fusilados eran de Puerto Real, pues los franquistas asesinaron a personas de Rota, San Fernando o Chiclana en la zona conocida como "Pino Gordo" para luego transportarlos hasta el cementerio puertorrealeño en el coche de la basura, desde donde eran volcados a la fosa. De ahí el montículo de restos óseos en el centro de la zona excavada, según los arqueólogos que trabajan en el proyecto. Más del 80 por ciento de los restos tienen signos de violencia, ya sean huesos rotos o impactos de proyectiles en cráneo o extremidades. También hay algunos de ellos que estaban atados de manos e incluso unos a otros. El 26 de noviembre fue jornada de puertas abiertas en el cementerio de Puerto Real y fueron muchos los familiares de posibles víctimas los que se acercaron para comprobar el estado de los trabajos. Fueron momentos muy complicados para ellos y también para los profesionales que trabajan allí. A todos ellos, y a todas las víctimas del fascismo de ayer y de hoy, este país les debe reconocimiento, y la mejor muestra sería erradicar el fascismo cortijero que aún impera aquí.

EL ESTADO ISLÁMICO Y EL DEL OPUS DEI Para cualquier persona con un mínimo de humanidad, pocas cosas más repugnantes puede haber que la barbarie desatada por el Estado Islámico. Miles de asesinados, mujeres vendidas como esclavas, decapitaciones y crucifixiones... , son consecuencias del estado y la religión. Del origen de sus partidarios hay muchas explicaciones, la mayoría coincidentes en señalar la marginación social y la pobreza como caldo de cultivo. Más sorprendente es el armamento que manejan estos fanáticos, proporcionado por EE.UU. para derrocar a la dictadura siria. La conclusión que se puede extraer es que son EEstUUpidos al repetir el error que cometieron con los talibanes, que fueron armados contra la URSS y mordieron la mano que les daba de comer. Pero no es así, es peor aún: siguen una estrategia diseñada por Israel, fundadores de Hamas, para impedir la evolución de los países árabes hacia democracias homologadas que podrían oponerse al genocidio palestino. Israel, Hamas, EE.UU. y el Estado Islámico tienen algo en común. Se trata de teocracias, incluidos EE.UU., cuyo billete de dólar lleva la inscripción “In god we trust” (confiamos en dios). También tienen en común es la discriminación de los ateos. Pero en éste país tampoco andamos muy a la zaga, con un gobierno en el que la mayoría son miembros declarados o solapados del Opus Dei, y cuya judicatura pertenece al Opus en un 30% al menos. Jueces y políticos obedecen a una secta que fue soporte fundamental del franquismo desde la incorporación de los tecnócratas del Opus al consejo de ministros en los años 60. Por eso la policía le da medallas a una virgen, y la ministra de Trabajo se encomienda a la virgen del Rocío para salir de la crisis (más ricos que antes). Pero el milagro no es el del brazo incorrupto de Santa Teresa, sino de las corruptas manos de los sindicatos amarillos, que han vendido nuestras cabezas al dios mercado


POR LA JORNADA LABORAL DE 30 HORAS SEMANALES La jornada laboral de 30 horas semanales es una reivindicación histórica de nuestro sindicato que hoy, quizás más que en ningún otro momento de nuestra historia reciente, se hace urgente y oportuna. La reivindicación de 8 horas diarias de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas de cultura se alcanzó con la jornada laboral de 40 horas conseguida en España por la huelga iniciada en la empresa de producción eléctrica La Canadiense el 5 de febrero de 1919 en Barcelona, que se prolongó por 44 días convirtiéndose en huelga general paralizando Barcelona y la industria catalana. Se consiguieron mejoras salariales, la readmisión de obreros despedidos, la liberación de miles de obreros detenidos durante la huelga y el Decreto de la jornada de ocho horas de trabajo, convirtiendo a España en el primer país que promulgaba esta reivindicación obrera. Tras casi cien años, es hora de reducir de nuevo la jornada laboral. El tiempo de transporte al lugar de trabajo se ha incrementado y se generalizan las horas extras, el tiempo de descanso se ha reducido a límites inhumanos y la cultura se limita en el mejor de los casos al consumo de productos “culturales” alienantes. En el peor de los casos, los empresarios animan a los insconscientes a darse un homenaje a base de putas y farlopa, convirtiéndolos en alcohólicos del trabajo (workaholics) degradados en su condición humana. Que una sociedad cubra las necesidades de las personas que, por edad o por enfermedad, no pueden ni deben trabajar, es algo justo e irrenunciable para la dignidad de estas personas y de la propia sociedad. Vivimos un momento en el que al sistema capitalista y a sus dirigentes políticos esto no les importa lo más mínimo. Mientras se excusan diciendo que hay pocos cotizantes y muchos pensionistas sin dar solución a los 6.000.000. de desempleados que hay en el Estado, no aplican la misma vara de medir a Instituciones, como la Iglesia, los partidos políticos, los sindicatos subvencionados o la casa real, que chupan del Estado sin beneficio ninguno para l@s trabajadores. El paro es estructural, no pasajero, y es mantenido para que aceptemos condiciones de trabajo cada vez más precarias con tal de no perecer. Gran parte de los parados están en la pobreza al agotar las miserables compensaciones económicas con que el estado español se ríe de nosotros. Los trabajadores en activo están cada

vez más precarizados e indefensos y su vida cada vez más deteriorada, reforma laboral tras reforma laboral. Estamos en un país donde, por contraposición, las grandes empresas no dejan de ganar más y más, donde el estado sigue subvencionando obscenamente a la Iglesia, dando prebendas a la clase política y sindical, y a aquellos que viven de hacernos creer que lo cambiarán todo para que en realidad se mantenga todo igual, siempre con el apoyo de las empresas de comunicación. 30 horas semanales sin reducción de salario, sin reducción de derechos, sin horas extras, sin destajos, sin aumento de la edad de jubilación, ésa es nuestra exigencia. Y lo exigimos porque es la forma directa de terminar con el paro, porque pedir las 30 horas es pedir el reparto del trabajo y la riqueza y aumentar las cotizaciones a la Seguridad Social para asegurar el cobro de las pensiones de los que ni pueden ni deben seguir trabajando. Trabajar menos para trabajar tod@s significa un reparto justo e igualitario de la riqueza y del trabajo, y está a nuestro alcance reduciendo la jornada laboral a 30 horas semanales, sin aumento de la productividad del trabajad@r y sin disminución de los salarios.

ELECCIONES SINDICALES ¡BOICOT! Los comités de empresa fueron instaurados por la dictadura de Primo de Rivera con la colaboración de UGT. Entonces llamados jurados mixtos de empresa, lavaban la cara de la dictadura del padre de Jose Antonio, que fue conocida como dictablanda pero era el reino del terror. Sólo en Barcelona, los pistoleros del sindicato libre asesinaron a más de 500 trabajadores antes de ser derrotados por la FAI, mientras la UGT colaboraba con los gangsters a cambio de un silloncito lejos del tajo. El nacionalsindicalismo franquista, versión española del nacionalsocialismo alemán, puso especial interés en controlar a los trabajadores mediante el sindicato vertical, engendro paternalista donde se integraban empresarios y trabajadores con la bendición de la iglesia. Desde la restauración borbónica se lavó la cara al sindicato vertical mediante la farsa de las elecciones sindicales. La CNT es la única confederación sindical que se opone a estas elecciones, por los siguientes motivos: 1 Los sindicatos electoralistas solo se interesan en el voto de una exigua minoría, los que trabajan en el 5,6% de las empresas que tienen más de 20 trabajadores. La inmensa mayoría de los trabajadores no cuentan para estos sindicatos mayoritarios. 2 Las listas electorales son cerradas, decididas por la camarilla sindical, que se reparten los sillones y las prebendas: horas sindicales, estabilidad laboral, libertad de movimientos... En definitiva, el comité de empresa está dispuesto a que despidan a todos con tal de ser los últimos en salir. 3 Unas elecciones implican un programa, pero en cada centro de trabajo se repite lo mismo, promesas vacías de mejores condiciones, salarios, derechos, democracia, transparencia etc. que luego son olvidadas antes la ordenes de arriba, que invariablemente reflejen los intereses de los empresarios y las cúpulas políticas y sindicales. 4 La lucha electoral es por naturaleza sucia, centrada en la destrucción del rival. Apoderados, interventores y supervisores dan cuantas puñaladas por la espalda sean necesarias a quienes intenten presentarse de buena fé y prometen a los incautos mil favores personales: traslado de puestos, promoción, carrera profesional, acceso a cursillos y horas extras etc. Pero después, ni democracia ni pluralidad, monopolio del chanchullo. 5 Los candidatos electos no responden ante

sus electores, ni mucho menos ante el total de la plantilla a quienes dicen representar. Deciden en su nombre, negocian, firman e imponen a los trabajadores decisiones que nos perjudican, y a cambio hacen amistades y consiguen enchufes, pasteleos y chanchullos que incluyen hasta tarjetas black. 6 Gracias a la concentración de horas sindicales, las élites abandonan los tajos para dedicarse a la alta política: pactos sociales, reconversiones y represión del movimiento obrero son sus intereses, y a cambio sacrifican salarios, conciliación familiar, movilidad geográfica y salud laboral. 7 Vota y calla, mientras se reparten una millonada en subvenciones directas e indirectas por cursos, proyectos, dietas, material etc.. Y después nos acusan de pasividad e ignorancia, pues no estamos al tanto de lo que pasa en el casino sindical. Frente a esta pantomima hay una alternativa, la sección sindical. Legalizada o clandestina, según las circunstancias de la empresa, en la sección sindical los trabajadores deciden en asamblea las acciones a emprender para solucionar sus problemas. Para empezar, se resuelve el problema de los trepas sindicales al prescindir de liberados y subvenciones optando por la Acción Directa, pues está claro: SI NADIE TRABAJA POR TÍ, QUE NADIE DECIDA POR TI.


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