Revista de Bellas Artes, núm. 34, 35, 36, 1970

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EN AYO: John L Brown, Jorge Hernandez Campo, Vi tor M. R y

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RELATO: EraeUo Zepeda Juan Espinasa lnes rredondo Beatriz EspeJo Juan Garcia Pon Raw Fal o Joaqu1n irau leaza JosE- Lui Benlliur

POE lA: Rosario tellano Marco Antonio Rita uriia.. Raul Garduiio Lois go ia lban


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SECRETAR1A DE EDUCACI()N PuBLICA Secretario: A~ustin Yanez Subsecretario de Asuntos Culturales: Mauricio Magdaleno INSTITUTO NACIONAL DE BELLAS ARTES Y LITERATURA Director General: Jose Luis Martinez Subdirector General: Jose Antonio Malo Subdirector Tecnico: J es{ts Sotelo Inch1n DEPARTAMENTOS:

Administrativo: Xavier Par lange Arquitectura: Artes Plasticas: Jorge Hernandez Campos Coordinaci6n: Sergio Galindo iJanza: Clemen tina Otero de Barrios Difusi6n: Catalina Sierra Literatura: Antor.io Acevedo Escobedo Musica: Miguel Garcia Mora Teatro: Hector Azar

REVIST A DE BELLAS AR TES Director: Huberto Batis Redacci6n: Rita Mur{ta PATROCINADORES Banco de Londres y Mexico, S. A. Banco Nacional de Comercio Exterior, S. A. Nacional Financiera, S. A.

Correspondcncia: Revista de Bellas Artes. Palacio de Bellas Artes. Mexico 1, D. F. La colaboracion sed. solicitada por el director; no devolveremos originales enviados cspontaneamente ni acusaremos su recibo. De lo aqui publicado responden solo los firmantes. La propiedad intelectual de las obras que aparecen revierte a sus autores: solo ellos pueden autorizar su reproduccion parcial o total. [Registro en tramite]. Precio de ejemplar : $10 M.N. Suscripcion anual, 6 entregas: $50. One year, 6 issues: U.S. $5 Pedidos: A Ia Redaccion, tel. 5-18-55-37: al 5-18-01-80, ext. 27; y a Ia Oficina de Venta de Publicaciones del INBA . Telefono: 5-18-01-80, extension 58. Directo: 5-12-38-11.

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BELLAS

ARTES

Julio-Diciembre de 1970

SUMARIO

Mexico- Numeros 34-36

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Conversaciones con Ezra Pound [Trad. Maria Teresa Nava Rodriguez Gil] ROSARIO CASTELLANOS: Se habla de Gabriel ERACLIO ZEPEDA: El muro MARCO ANTONIO MONTES DE OCA : El aire y la moneda ROBERTO FERNANDEZ RETAMAR: De Cuaderno paralelo JUAN ESPINASA: Erotismo blanco JOMI GARciA ASCOT: Hacer un poema RITA MURDA: Que hacer de la esclava del esclavo JORGE HERNANDEZ CAMPOS: Homenaje a Jose Clemente Orozco RAUL GARDUNO: N octurno INES ARREDONDO : Rio subterraneo LUIS MARIO SCHNEIDER: lnvocaci6n al que VIcTOR M . REYES: Nueva catalogaci6n de las pinturas del Museo de San Carlos BEATRIZ ESPEJO: Las dulces HECTOR VALDES: Cuatro poemas JUAN GARciA PONCE: La vida perdurable [fragmento J JOSE ANTONIO MONTERO : Poemas ESTHER SELIGSON: Electra 'RAFAEL SEGOVIA ALBAN : Tres poemas RAUL FALCO: [Fragmento de novela J JOAQUIN XIRAU ICAZA: Imagen primera JOSE LUIS BENLLIURE: Coyote [fragmento de novel a J CAROLINA CALDERON: Semillas para recordarte HENRYK SZERING : La tecnica del violin JOHN L. BROWN:

ENCUESTA AL MAESTRO SZERING LA VIDA CULTURAL EN EL INBA

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John L. Brown

Conversaciones con

EZRA

POUND

Todo comenz6 haec ya bastante tiempo, cerca de 35 anos, cuando como estudiante no graduado tomaba un seminario de poesia provenzal con el profesor Shepard en Hamilton College. Era yo el {mico alumna, y el viej o profcsor me hablaba con frecuencia de su vida y de sus estudios. Al principiar su carrcra en Hamilton, por 1900, de regreso de Heidelberg donde hizo su doctorado, ensenaba provenzal a un joven inquieto, brillante, parlanchin y a veces exasperante que se llamaba Ezra Loomis Pound. Yo ya conocia la poesia de Pound y me senti feli z a! saber que habia estudiado en Hamilton. (En efecto, despues de haber pasados dos anos Jectivos en la Universidad de Pennsylvania - de 1901 a 1903- lleg6 a Clinton en el otono de 1903, para continuar sus estudios. No se sabe exactamente por que la familia de Pound habia decidido enviarlo a esta pequena universidad de provincia, quizas a causa de sus mediocres resultados escolares en Penn, pensaron que Ia vida del campo le haria bien. Pound pas6 ahi dos anos y se gradu6 en 1905. ) Aparentemente se encontraba bien en Hamilton. Pound guard6 de ello un buen recuerdo, sabre todo gracias a tres de sus profesores. El prime1路o y el mas sobresaliente fue el mismo Shepard, una de esas raras mezclas de profesor y de erudite, el tipo de maestro que sabia despertar en sus alumnos un entusiasmo firme y duradero - y sabemos que uno de los entusiasmos mas firmes )' duraderos en la Carrera de Pound fue aquel por la literatura provenzal, que inspir6 algunos de sus poemas mas logrados, como por ejemplo, el bello Provincia deserta.

"I have walked into Perigord I have seen the torch flames, high leaping Painting the front of that church; Heard, under the dark whirling laughter.

I have said Here such a one walked

Here Coeur de Lion was slain. Here was good singing Here one man hastened his step Here one lay painting! I have looked south from Hautefort thinking of Montaignac, southward,

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I have lain in Rocafixada level with the sunset

II. Evocaci6n de Paris

Have seen the fields, pale, clear as an emerald Sharp peaks, high spurs, distant castles ... That age is gone I have walked over these roads have thought of them living."

AI aiio siguiente tuve Ia buena fortuna de obte: ner una beca para ir a Europa; me instate en Paris en un pequeiio departamento de Ia rue Delambre en pleno Montparnasse, a dos pasos de esas prestigiosas fuentes que son el Dome de la' Coupole. Me inscribi en Ia Ecole de Chartes para continuar mis estudios de literatura de Ia Edad Media (que comence con Shepard ) y en Ia Sorbona para seguir cursos de literatura comparada con Paul Hazard. Pero Montparnasse y Ia vida en Ia Ribera Izquierda contribuyeron tanto a mi formaci6n intelectual como Chartes o Ia Sorbona. Gracias a las cartas de presentaci6n de Pound -siempre generoso con sus amigos y conocidos- fui calurosamente recibido por Ia querida Sylvia Beach, editor de Joyce, cuya Iibreria Shakespeare y Cia., situada en 12 rue de l'Odeon constituia un verdadero hogar para los intercambios franco-americanos. AI frente de Ia insignia de los Amigos del Libra presidia su amiga, Adrianne Monier, que reunia en su casa algunos de los mas grandes escritores franceses -Gide, Valery, Valery Larbaud, Leon-Paul Fargue- para dar charlas y leer sus obras. Sylvia Beach describe todo esto en su interesante autobiografia Shakespeare and Compan)', donde habla Pound graciosamente ( p. 34 ) : "Su chaqueta de terciopelo y su camisa con el cuello abierto eran los de un esteta ingles de Ia epoca. Tambien habia en el algo de Wistler ; pero su lenguaje evocaba a Huckleberry Finn."

En el prefacio de Th e Spirit of Romance ( 1910 ) Pound expresa su "agradecimiento al doctor W. P. Shepard de Hamilton College, cuya ciencia exquisita y simpatica me brind6 primero algunos conocimientos de frances, italiano, espaiiol y provenzal". En el Canto 80, se describe un personaje que tiene una "mente como Ia de Bill Shcp". Estudi6 poesia alemana con el profesor Brandt, y la anglosajona con Joseph Darlington Ibbotson ( conocido entre los estudiantes como "Bib" y quien, en mi epoca, era bibliotecario de Ia Universidad ) . En 1904, el peri6dico estudiantil seiiala a Ezra Pound como "el orgullo de Bib" . Mas tarde, Pound me escribi6 que Ia primera idea para los Cant<Ps le vino durante una conversaci6n con Bib (a quien tambien hace alusi6n en uno de ellos) . Animado por Shepard, quien me dijo que Pound habia comenzado a publicar traducciones provenzales ya en 1904, en Ia revista literaria de Ia universidad, hice algunas indagaciones y encontre media docena de poemas incluyendo "Belangal Alba" que figur6 mas tarde en Ia colecci6n Provenra. Despues escribi un articulo sobre Pound en Hamilton ('el cual apareci6 en el Hamilton Literary Magazine) y le envie una copia a Rapallo. Algunas semanas mas tarde, una calurosa respuesta a ese trabajo que llevaba como membrete una reproducci6n del retrato de Pound por GaudierBrzeska. Pedagogo nato, me prodig6 consejos sobre lo que deberia leer, sobre las personas que deberia ver, me inform6 sobre sus actividades y me invito a ir a Rapallo. Para mi, aislado en una ciudad de provincia de Nueva York, soiiando en Europa y en Ia vida literaria, esta carta del puiio y !etra de uno de los poetas expatriados mas celebres, ese maestro que T. S. Eliot saludaba en The Waste Land como "il miglior fabbro", me trastorn6. Todo fuego, todo llama, resolvi seguir sus consejos y conocer Ia cultura europea en Ia fuente.

Ezra me clio tambien una carta para Miss Natalie Barney, Ia inspiradora del gran critico Remy de Gourrnont; que le dedic6 sus Lettres a l' Amazone, publicadas en 1915. Miss Barnel, nacida en Ohio en 1876, lleg6 muy joven al Paris de Ia "Belle Epoque" y su rubia belleza, su talento literario ( escribia directamente en frances) y su agitada , vida sentimental poco ortodoxa (tenia relaciones celebres con Liane de Pougy, Renee Vivien, etc.) Ia hicieron celebre muy pronto. Durante el periodo entre las dos guerras mantenia uno de los salones mas conocidos de Paris en su pabell6n de Ia calle Jacob, donde todavia vive. Ahi se veia a todo el Paris artistico y litera rio -Valery, Colette, Ia Duquesa de Clermont-Tonnerre, Marcel Proust, Rilke, Pierre Louys, y muchos otroslo mismo que una gran cantidad de norteame-

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ncanos de paso -Thornton Wilder, Djuna Barnes, William Carlos Williams, Sinclair Lewis. Miss Barney conoci6 a Pound en Londres y cuando el lleg6 a Paris en 1920 inmediatamente reanud6 sus relaciones con ella. Tradujo algunos de los ensayos de Barney para Dial. (Miss Barney escribi6 hablando de Pound: "Lo que es raro en un escritor, se interesaba tanto, si no es que mas, en sus companeros que en el mismo. Ejemplo: los primeros poemas de T. S. Eliot aparecieron gracias a Pound, luego nos ocupamos en salvar a Eliot de su prestamo bancario organizando un comite para liberarlo. Narre este exito a lo largo de mis Aventures de l'Esprit. Despues nos tornamos en ayuda de Paul Valery ..." Gracias a Miss Barney, se me recibi6 en casa de Ia monumental Gertrude Stein, en Ia calle de Fleurus. Gertrude Stein no queria a Ezra Pound ni el a ella. Ambas eran personalidades dominantes y no estaban hechas para entenderse. Gertrude Stein escribi6 de Pound en Ia Autobiografia de Alice B. Toklas: (p. 200 ) . "Dijo que era un explicador de pueblo, excelente si fueras un pueblo, pero no si no lo eras." En esta epoca mi correspondencia con Pound era muy abundante. Habia empezado a leer los Cantos muy atentamente tratando de comprender su estructura. Cuando le hice preguntas a Pound sobre este tema me envi6 una serie de cartas, de las que he reproducido una de las mas interesantes, que figura en Ia colecci6n de Page, The Letters of Ezra Pound. "328 To John Lackey Brown Rapallo, April "Dear Mr. Brown: Fair questions. When I get to end, pattern ought to be discoverable. Stage set a la Dante is not modern truth. It may be O.K. but not as modern man's. "I certainly do not deny individual responsibility. I do deny the right of any man to shut his mind and accept the unmitigated - of the present econ. system, artificially maintained by .the most god damned- and liars. "I don't expect, in the end, to have introduced ethical novelties or notions, though I hope to light up a few antient bases. "The Protestant world has lost the sense of mental and spiritual rottenness. Dante has it:

'gran sacco che fa merda.' The real theologians knew it. "Part of the job is finally to get all the necessary notes into the text itself. Not only are the LI Cantos a part of the poem, but by labeling most of 'em draft, I retain right to include necessary explanations in LI-C or m reviswn. "Binyon has shown that Dante needs fewer notes than are usually given the student. "You are very right that Blackmur et sim. do not, etc. If Yeats knew a fugue from a frog, he might have transmitted what I told him in some way that would have helped rather than obfuscated his readers. Mah! ! ! "Re your p. 2: that section of hell precisely has not any dignity. Neither had Dante's fahrting devils. Hell is not amusing. Not a joke. And when you get further along you find individuals, not abstracts. Even the XIV-XV has individuals in it, but not worth recording as such. In fact, Bill Bird rather entertained that I had forgotten which rotters were there. In his edtn. he tried to get the number of . . . correct in each case. My 'point' being that not even the first but only last letters of their names had resisted corruption. "Person looking for gibberish is welcome to find it. A Wimmin maun ha her will. "42-51 are in page proff. Should be out any day. I believe they are clearer than the preceding ones. "Doing a note on Hardy (Hardy's Collected Poems) for my next prose outbreak. Now there is a clarity. There is the harvest of having written 20 novels first. "Take a fugue: theme, response, contrasujet. Not that I mean to make an exact analogy of structure. "Vide, incidentally, Zukofsky's experiment, possibly suggested by my having stated the Cantos are in a way fugal. There is at start, descent to the shades, metamorphoses, parallel (Vidal-Actaeon) . All of which is mere matter for little Blackmurs and Harvud instructors unless I pull it off as reading matter, singing matter, shouting matter, the tale of the tribe. "If you have Polite Essays, you will see note to effect that economics always has been in the best large poetry. Bank money wasn't so vital to Odysseus."

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Pero cada vez mas las cartas de Pound en Iugar de "hablar de literatura" se orientaron hacia la discusion de sus teorias economicas un poco absurdas, y sus puntas de vista politicos cada vez mas pro-fascistas. A menudo repetia que habia llegado el tiempo de reflexionar sabre el orden politico y economico, que la literatura ya estaba pasada de moda. Me exorto a leer Iibras sobre economia (tales como la Banque aux Etats Unis o un volumen Histoire des Crimes financiers publicado en 1862 por un tal Alexander del Mar, que, segun Pound, fue uno de los pensadores americanos mas importantes del siglo XIX) sobre todo las obras del Mayor Douglas sabre el "credito social". Me pidio que le enviara revistas oscuras de economia, o escritos de John Adams y de Martin van Buren, por quienes Pound manifestaba una inmensa admiracion. (A menudo se quejaba de que me ocupaba demasiado de Ia literatura en Iugar de consagrarme a Ia economia. Recuerdo un pasaje de una carta de marzo de 1938, donde me sermoneo: "Los 'frogs' ya no pien san. Hun didos en sus viejas costumbres, los hombres de letras insisten en buscar el torbellino en ciertas formas literarias que fueron vitales hace un siglo en las novelas (pensaba en Flaubert que en efecto escribia en Madame Bovary y en La Educaci6n Sentimental una especie de 'historia moral contemporimea' ) en Iugar de buscar en las leyes-decretos, o en los tratados de economia" ) (Herne, p. 93). Y gentilmente me invito a ir a visitarlo a Rapallo durante las vacaciones largas. No podia pedir mas. Ardia en deseos de hablar con el de los Cantos, de la poesia provenzal, de Dante, de sus recue.rdos de algunos escritores que yo admiraba y que el conocia bien, como Eliot, Joyce, Yeats y Ford Madox Ford.

III. Evocaci6n de Rapallo Llegue a Rapallo en el verano de 1938 proveniente de Alemania. Lo que ahi habia visto me habia perturbado profundamente, habia podido constatar todo lo que me habian dicho los intelectuales refugiados alemanes tan numerosos en Paris en esa epoca. En Gallimard habia conocido a Andre Malraux y a su esposa Clara que era alemana; ambos ten ian un departamento en la calle de Bac que se habia convertido en centro de reunion de estos refu-

giados que intentaban poner en alerta a Ia opinion francesa del gran peligro que amenazaba a Europa. Todos estabamos igualmente angustiados a! ver que una victoria fascista en Espana parecia inminente, lo cual podria ser el preludio del triunfo del fascismo en todas partes. i Que lejos me parecia Rapallo de este tormen to! i Que encantador rincon del mundo! D esde el primer momenta me enamore de esta pequeiia ciudad de Ia costa liguriana, exactamente a! sur de Genova, donde los Pound se instalaron desde su partida de Paris en 1924. Rapallo, con su pequeiia bahia tan azul, sus antiguas calles angostas, el puerto donde se reunian los pescadores, los cafes de Ia plazuela donde se tomaba un expreso despues de Ia comida, evocaban para mi toda Ia antigua belleza, toda Ia seduccion milenaria del Mediterraneo. Detras de Rapallo subian unos terrados muy antiguos donde crecian viiias y olivos. Entre el follaje argentino de los arboles se podia contemplar el juego de Ia luz sabre el agua, el centelleo sabre el mar azul. Tambien estaba feliz por Ia calurosa acogida de Pound y su esposa, Ia dulce y encantadora Dorothy Shakespear (sin "e") cuya madre, Olivia Shakespear, educo a! hijo de Pound, Omar. (Ver C. Norman, p. 35 7). Yeats le escribio a Lady Dorothy Wellesley el 8 de octubre de 38: " ... Olivia S. ha muerto subitamente. Por mas de 40 aiios ha sido el centro de mi vida en Londres ..." Omar Pound tenia 12 aiios cuando murio su abuela. Me dijo que Pound, a quien no habia vista desde su infancia, ni su madre asistieron a! funeral pero que poco despues Pound fue ahi por asuntos de negocios. No volvio a ver a su padre hasta 1945; tenia uno de los salones literarios mas famosos de Londres y era amiga intima de William Butler Yeats. Los Pound vivian entonces en el quinto piso de un edificio que daba al mar, en el numero 12 de Ia vieja via Marsala. Detras de Ia gran terraza habia cuatro o cinco habitaciones pequeiias, amuebladas con gran sencillez; h abia sido Pound el que construyo Ia mayoria de las mesas y las sillas. (Sylvia Beach habla de sus talentos artesanales, de un "handy man" yanqui, en Shakespeare et Cie., p. 34: " Elogiaba yo vivamente su habilidad manual y me invito a su casa, calle de Notre-Dame-des-Champs, para admirar el mobiliario que era enteramente obra de sus manos. Tambien habia sido el

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qmen pinto las paredes y los paneles de madera . . . Invitado tambien a admirar esos muebles, Joyce me dijo que en su opinion un "shoemaker should stick to his last.") Tenia ahi belias esculturas de Gaudier-Brzeska; recuerdo tambien un Max Ernst, maravillosa abstraccion de dos conchas blancas, dibujos de Wyndham Lewis, y muchos croquis de Dorothy Pound. El despacho de Pound se encontraba en un desorden epico. Su correspondencia en curso estaba clasificada sobre broches clavados a lo largo de Ia pared detd.s de su mesa de trabajo. Corresponsal incansable y pedagogo apasionado, acostumbraba responder a todo escritor joven, a todo editor, dando a unos listas de lecturas y solicitando a otros que apoyaran sus ideas, a menudo extravagantes, en materia de economia. En su escritorio, una vieja maquina de escribir, verdadero monumento historico, que hacia funcionar como un instrumento de percusion. Me instale en un hotelito, el Minerva, y tomaba mis alimentos en Ia mesa de los Pound en el Albergo Rapallo (que hoy ya no existe) . Nadabamos todos los dias (Pound adoraba la

natacion) en el agua clara de la bahia, jugibamos tenis, haciamos largas caminatas a las colinas detras de Rapallo. (Fisicamente, Pound era sorprendente por su vigor y su juventud) . Y char!abamos. Mas bien: Pound hablaba sin cesar, pues este poeta pedagogo siempre preferia el monologo a! dialogo. Podria haber dicho con A. Gide: "~ Que hay de bueno en intercambiar ideas? Me gusta mas conservar las mias." Y progresivamente me iba dando cuenta de que no estaba bien informado, que no tomaba verdaderamente en serio, aunque se tratara de su tema favorito, Ia economia. No leia ningun periodico de tipo internacional (como el Tim es de Londres, o el Temps de Paris) y se contentaba con los diarios italianos que no hacian mas que difundir propaganda musolinista. Le hacia falta algun contacto cotidiano con intelectuales que hubieran podido oponerse vigorosamente a sus opiniones arbitrarias e intolerantes. En Rapallo no tenia competencia. El era el "gran hombre", il gran poeta inglese, Signor Pound. En Rapallo el dominaba, "un sapo grande en un pequefio estanque"; una de las principales atracciones turisticas, sus paseos

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a traves de Ia ciudad, parccian una proces10n real. Ciertamente cl se encontraba feliz en este cuadro idilico, pero, prisionero de su fe.Jicidad, aislado desde hacia casi quince ai'ios en este pueblecito, en el curso de nuestras conversaciones, cada vez mas y mas me parecia que estuviera peligrosamente cortado de Ia realidad. No habia manera de discutir Ia mayoria de los grandes problemas que nos atormentaban en esa epoca critica; Ia persecusi6n de los judios, los campos de concentraci6n (Ia repercusi6n internacional de ) , Ia guerra de Espana, la grave amenaza del nazismo, el peligro de una nueva guerra mundial. Para Pound todo eso no tenia sino poca importancia. El atribuia las desgracias del mundo (de las que nunca habia tenido una experiencia directriz ) a ese judio, ese "kike" de Franklin D . Roosevelt, apoyado por los bangueros judios. ( Sc volvia cada vez mas antiscm ita. ) Yo pensaba en Symmachus, que en pleno cuarto siglo despues de Cristo, cuando el imperio occidental estaba en decadencia, trataba de convencer a sus conciudadanos de que Ia principal raz6n de lo que sucedia era el no haber sacrificado algunos bueyes sobre el altar de Jttpiter. Constantemente me llamaba Ia atenci6n lo arbitrario de sus opiniones. Sometido a la exigente disciplina de Ia Escuela de Chartes, cada vez desconfiaba mas de sus teorias globales, de sus generalidades grandiosas (por las que Pound tenia debilidad) ; yo reconocia Ia necesidad de Ia investigaci6n escrupulosa, del profundo conocimiento de las fuentes. Pound, en sus cartas, me habia hablado mucho de su teoria del prezzo giusto en Ia Edad M edia y yo habia comenzado, en Chartes, a realizar un estudio sobre esto. Muy rapidamente constate que Pound habia tornado ideas casi enteramente de una fuente secundaria, ll giusto prezzo nel m edia aevo de R. P. Cairoli, que el no habia podido leer los textos originales, que nunca verdaderamente profundiz6 este complejo problema, abundante en contradicciones, que es el de Ia usura en Ia Edad M edia, y que nunca logr6 definir hist6ricamente el termino. Sin embargo, uno de los temas importantes de los Cantos es el de que Ia usura sofoca las energias creadoras de una civilizaci6n, envilece a Ia persona humana, mata las artes. En el Canto 45 escribe: "La usura enmohece el cincel

Enmohece el talento del artista Corroe el hilo en el telar Nadie aprencle a tejer el clisei1o de oro en el damasco. La usura pone un chancro en el azul ; Ia purpura queda sin bordado La Esmeralda no encuentra un Memling. . ." Pero hist6ricamente sabemos que Ia creaci6n artistica en Ia Europa de Ia Edacl Media estaba intimamente ligada a! desarrollo econ6mico, a la reanudaci6n del comercio, hacia fines del siglo xr, primero en las ciudades italianas, luego en las ciudades flamencas, el mismo Memling se qued6 en Brujas en el momento de su mayor prosperidad comercial. (Y los Medicis, los grandes mecenas de Florencia, eran banqueros y si se quiere usureros.) Pero estas contradicciones no le preocupaban a Pound. No queria oir hablar de elias. Cuando me separe de Pound para volver a Paris, estaba perplejo y un poco decepcionado ; estaba impresionado por las brutales contradicciones de su caracter, por la desconcertante mezcla de generosidad y de egoismo, de sabiduria y de locura, de grandeza y de bajeza, que existe, por supuesto, en cada uno, pero que se man;fiesta de las maneras mas extremas en los grandes artistas. Transcurrieron mas de diez ai'ios antes de que lo volviera a ver, ya no entre las flores y los olivos de R apallo, sino en el asilo para enajenados de St. Elizabeth en Washington. IV. St. Elizabeth Durante unos veinte ai'ios mas o menos despues de la guerra, nos establecimos en el extranjero y yo no volvia sino raramente a mi pais. Pero en cada ocasi6n que nos encontramos en Washington, fui a visitar a Pound al H ospital St. Elizabeth, donde estuvo internado de 1945 a 1958. Es una historia triste. En 1939, Pound volvi6 a los Estados Unidos para aceptar un doctorado honoris causa de nuestra U niversidad, H amilton College. En esa ocasi6n hizo un escandalo deba tiendose ruidosamente con el comentarista H . Y. K altenborn, conocido por sus opiniones liberales, atacando a] Presidente Roosevelt, "ese cochino judio", y alabando a] regimen de Mussolini. Pound aprovech6 tam9

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bien esta vlSlta para ver a una cantidad de funcionarios -Henry Wallace, en aquel entonces Ministro de Agricultura, senadores conservadores como Borah, Bridges y Tinkham- y hablarles de sus teorias econ6micas y politicas. ( i Hasta trat6, sin exito, de ver a! Prcsidente Roosevelt!) Desgraciadamente para el no se qued6 en los Estados Unidos. Convencido de Ia imposibilidad de [a guerra y molesto por Ia indiferencia de los representantes del gobierno norteamericano hacia sus ideas para salvar al pais, sali6 nuevamente para Europa. Aunque durante su proceso haya pretendido que trat6 de hacerse repatriar en 1942, permaneci6 en Italia durante todo el tiempo de [a guerra, y cometi6 Ia torpeza, a partir de 1940, de hacer propaganda anti-americana para Ia radio fascista. A decir verdad, estas emisiones mas literarias que politicas, ciertamente eran poco eficaces. Pound hablaba sobre todo de si mismo y de sus obsesiones econ6micas y una buena parte de sus discursos incoherentes y excentricos eran, sin duda, incomprensibles para su publico. Tomemos, por ejemplo, este trozo de un texto que habia preparado en su frances aproximativo: -(Herne 694 ) - "Parlons un peu de moi. J'ai abite' (sic!) votre belle metropole, mais j'ai aussi voyage a pied pas mal de chemins en France. J'ai commence en 1912. J'ai Ia tres forte conviction que personne a Sarlat, personne a Ribeyrac n'a voulu cette guerre contre le peuple d' Allemagne pour le profit d'un tas de sals (sic!) banquiers de New York ... " Durante su proceso, Pound insistia en que acept6 hacer estas emisiones "para salvar a mi pais y para defender su constituci6n"' segun el gravemente amenazados uno y otra por Ia politica de su bestia negra, e\ Presidente Roosevelt (Rosenfelt). Continua con sus emisiones aun despues de Pearl Harbour, atacando violentamente el esfuerzo de guerra norteamericano. Resultado: En 1943 fue acusado in absentia de traici6n por el Tribunal de Washington. Durante La Liberaci6n fue detenido por el ejercito norteamericano e internado por algunos meses en un campo disciplinario de Pisa, donde compuso los Pisan Cantos. En seguida (en noviembre de 1945) fue llevado a Washington para ser juzgado. En Iugar de fusilarlo como traidor ( el destino del escritor frances Robert Brasillach, por ejemplo) se le declara loco y es

internado en el Hospital St. Elizabeth. En 1958, al fin de una larga campafia realizada por sus amigos ( especialmente Archibald MacLeish) fue abandonada la inculpaci6n de traici6n. Pound sale del asilo para volver a Italia, primero a Rapallo, luego a casa de su hija Mary y su nuero Boris de Rachewitz, el egipt6logo, en su propiedad de Brunnenberg, cerca de Merano. Habia pasado trece afios en el Hospital. Y encerrado ahi, contra toda expectativa, despues del largo periodo de oscuridad en Italia durante el cual fue olvidado cada vez mas, el Tio Ez se hizo mas celebre que nunca. Todo el mundo hablaba del caso Ezra Pound, aun las personas que no conocian nada de su poesia. En 1948, un 路 jurado que comprendia a los mas grandes poetas norteamericanos (Eliot, Lowell, R. P. Warren, MacLeish) le otorg6 el primer Premio Bollinger por los Pisan Cantos. La atribuci6n provoc6 un violento debate respecto a la culpabilidad de Pound y sobre el problema de la responsabilidad civica del escritor. El jurado insistia, con raz6n, en que debia hacerse una distinci6n entre el poeta Pound y Pound e[ propagandista, que se podia admirar su obra aun condenando sus ideas politicas. E! jurado declaraba: "Permitir que otros argumentos ademas del de la realizaci6n poetica inclinen la decision, seria destruir el significado del premio y en principia negaria la validez da esa percepci6n objetiva del valor en Ia que Ia sociedad civilizada debe descansar." (Norman p. 433.) En St. Elizabeth Pound volvi6 a tomar su Iugar como uno de los mas grandes poetas contemporaneos. La juventud de vanguardia, primero en los Estados U nidos y poco a poco en Europa, sin haberlo leido y ciertamente sin haberlo comprendido, lo proclama un profeta. Vieron en Pound una victima del Establishment, un revolucionario de su especie, ignorando completamente que era esencialmente tradicionalista, conservador y aun netamente reaccionario. Pero a menudo, como se sabe bien, las grandes reputaciones reposan sobre una base de malos entendidos. (Como deda Ionesco hace poco al entrar a Ia Academia Francesa: [ver New York Times, 24 enero, p. 246] "Ni el exito ni el fracaso son importantes, ambos se basan en los malos entendidos.")

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(Rilke: La reputacion de un gran homl)re es sencillamente !a suma de los malos entendidos que han crecido a su alrededor. ) Fui a verlo en muchas ocasiones con mis amigos los profe<r>re>; Craig La Driere y Giovanni Giovannini, que vivian en Washington y estaban muy relacionados con ei. La primera vez, Pound y su esposa ( quien permanecio cerca de el durante todo este dificil periodo ) nos recibieron a! aire libre, sentados en sillas de playa en un rincon retirado del parque del hospital, rodeados de un pequeno grupo de admiradores. Lo encontre en buena forma: sumiso, retozon, bronceado (jugaba tenis en el hospital casi todos los dias), nada deprimido, seguro de si, aun agresivamente seguro, hablando sin cesar, hablando de manera verdaderamente obsesionante ; pero no queria decir nada sobre !a poesia, sobre !a literatura ; peroraba ruidosamente sobre sus ideas fijas: el credito social, los judios, los banqueros. Imposible decir una palabra. Pound hablaba. Las personas de su alrededor no me gustaban. Se relaciono con un grupo de iluminados proto-fascistas, que lo arrastraron en sus tenebrosos negocios y que animaban sus inc!inaciones mas discutibles. Nunca me encontre con los directores del grupo, John Kasper y David Horton, pero Pound hablaba incansablemente de sus proyectos, de su programa politico. Habian organizado en Washington un "Consejo de Ciudadanos Blancos de Ia Costa Oriental" y el tono de sus publicaciones era, desgraciadamente, muy de Pound: "Jail NAACP, alien, unclean, unchristian Blast irreverent, ungodly leaders Hang nine Supreme Court Swine (This year Domine 56 ) Banish Liars Destroy Reds (all Moscovite savages ) Rooseveltian Dupes Death to usurers." Para inscribirse en el Consejo era necesario tener mas de 18 anos, ser de raza blanca y creer en Ia divinidad de Jesucristo. Los judios estaban excluidos. El New Y ark Times publico extractos de uno de sus folletos, en los cuales atacaban: "A los reformistas podridos, los jugadores de golf, los fabianos, los granujas, el moho sobre el queso ... mentirosos patentados,

el grupo de Ia prensa, los liberales degenerados que querian petrificar Ia podredumbre . .. " Aqui se reconoce facilmente algunos ecos de los Cantos XIV y XV: "And the betrayers of language ... n and the press gang And those who lied for hire ... And the Fabians, crying for the petrification of putrefaction." M as tarde, en 195 7, John Kasper, detenido en Florida por sus actividades racistas ( se llamaba a si mismo "El Jefe de Ia Segregacion" ) cito a Pound como su maestro intelectual, su jefe de ideologia. Pound, desgraciadamente, siempre indiscreto, siempre torpe, siemprc metiendo Ia pata, hada muy dificil Ia tarea de sus amigos liberales, como MacLeish, que trabajaban para obte.ner su libertad. Preocupado y nervioso, sali del hospital con La Driere y Giovannini; ellos compartian mi inquietud y mi pena. y nos preguntamos como es que el hombre que escribio folletos delirantes de odio y de. violencia era tambien el poeta noble y conmovedor de los Pisan Cantos, capaz de escribir ... LXXXI Ed ascoltando a! leggier mormorio there came new subtlety of eyes into my tent, whether of spmt or hypostasis, but what the blindfold hides or at carneval nor any pair showed anger Saw but the eyes and stance between the eyes, colour, diastasis, careless or unaware it had not the. whole tent's room nor was place for the full Eldws interpass, penetrate casting but shade beyond the oth er lights sky's clear night's sea green of the mountain pool shone from the unmasked eyes m halfmask's space. What thou Jovest well remains, the rest is dross 11

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What thou lov'st well shall not be reft from thee What thou lovest well is thy true heritage Whose world, or mine or theirs or is it of none ? First came the seen, then thus the palpable Elysium, though it were in the halls of hell, What thou lovest well is thy true heritage The ant's a centaur in his dragon world. Pull down thy vanity, it is not man Made courage, or made order, or made grace, Pull down thy vanity, I say pull down. Learn of the green world what can be thy place In scaled invention or true artistry, Pull down thy vanity, Paquin pull down! The green casque has outdone your elegance. 'Master thyself, then others shall thee beare' Pull down thy vanity Thou art a beaten dog beneath the hail, A swollen magpie in a fitful sun, Half black half white Nor knowst'ou wing from tail Pull down thy vanity How mean thy hates Fostered in falsity, Pull down thy vanity, Rathe to destroy, niggard m charity, Pull down thy vanity, I say pull down. But to have done instead of not doing this is not vanity To have, with decency, knocked That a Blunt should open To have gathered from the air a live tradition or from a fine old eye the unconquered flame This is not vanity. Here error is all in the not done, all in the diffidence that faltered."

V. Roma Viviamos en Roma cuando nos lleg6 la noticia en julio de 1958 de que Pound, por fin liberado, habia llegado a Napoles, I talia, a bordo del "Cristoforo Colombo". Su llegada estuvo muy lejos de ser discreta e inadvertida; al desembarcar, levant6 los brazos para hacer el saludo fascista a los periodistas reunidos y declar6 que se sentia feliz de volver a Italia

porque "todos los Estados Unidos no eran mas que una gran casa de locos" (booby-hatch). Repiti6 una vez mas su retahila de insultos contra los usureros, los judios, Ia decadencia de Ia sociedad norteamericana. Enseguida se fue a descansar a Rapallo. Algunas semanas mas tarde recibi un telefonazo de un amigo italiano de Pound, Ugo Dadone, periodista comprometido politicamente que no ocultaba sus sentimientos fascistas. Me anunci6 que il gran poeta estaba en su casa, via Angelo Poliziano, y que me queria ver. Los invite a comer a nuestra casa, en la Torre del Grillo, junto con el joven y simpatico Vanni Scheiwiller, editor italiano de Pound y hasta cierto punto su vocero oficial. (Scheiwi!ler estaba organizando una exposici6n bibliografica e iconografica de Ezra Pound, con motivo del cincuentenario de Ia publicaci6n de su primer cuaderno A Lume Spento en Venecia en 1908.) La comida result6 muy jovial. Pound, con ]a camisa abierta descubriendo el pecho bronceado, en plena salud, no pareda de su edad. Estaba exuberante, expansive, hablando de proyectos para Ia exposici6n que organizaba Scheiwiller, para nuevas traducciones italianas de sus obras, para una edici6n de lujo de los Cantos. Hablabamos tambien de la transformaci6n de la civilizaci6n europea despues de. la guerra, de la americanizaci6n de Ia vida italiana. Pound, por supuesto, estaba violentamente. en contra. Rapallo, antaiio tan agradable, ya no era lo mismo. Los autom6viles, los camiones hadan un ruido infernal y no se podia dormir. Habia turistas por todos !ados, y por supuesto, los precios subian como f!echa. Los j6venes convertidos en vulgares y materialistas no pensaban mas que en autom6viles deportivos. La europa que el amaba ya no existia. Yo trataba de explicar mi punto de vista. Esta pretendida "americanizaci6n" de la que Pound se quejaba venia inevitablemente de Ia industrializaci6n y Europa no podia escaparse de ella. Las masas europeas -como las masas de todas partes-- querian, aun al precio de Ia liquidaci6n de la cultura tradicional, todos los beneficios materiales, todos los artefactos de una sociedad tecnica. En un mundo industrial no se puede conservar una organizaci6n social del tipo que a Pound le gustaba -confuciana o jef-

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fersoniana. Pero Pound, por supuesto, no estaba de acuerdo. Dcspues de comer todos de buen humor, escuchabamos discos de Bessie Smith y Pound, conquistado por el ritmo de "You've Got to Get It", ejecutaba completamente solo un vigoroso boogie-woogie. Antes de irse, me picli6 que interviniera por el ante las autoridades norteamericanas. Deseaba que se le reservara una habitaci6n en Ia Academia Americana para sus visitas a Roma. Queria tambien hacer una gira de conferencias sobre el pcnsamiento de John Adams bajo los auspicios de Ia Embajacla. Yo no podia. dar ere-

dito a mis oidos. Trate de explicarle que las declaraciones incendiarias que hizo a] desembarcar (en Napoles ) volvian imposibles para mi tales gcstiones, pero aparent6 que no comprcndia. Algunos mescs mas tarde lo volvi a ver, durante una de sus visitas a Roma en el departamento oscuro y tristcmente pcquenoburgues de Dadone. Parecia deprimido y avcjentado, y nunca lo he vista tan silencioso. Ya no actuaba como el fanfarr6n que sabia todo de todo, y pucle charlar con el con nueva franqueza. ~ C6mo es que un poeta, un humanista como el podia brindar su apoyo a regimencs como el de Mussolini y de Hitler que no tenlan ningun res-

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peto por !a persona hurnana? (Pensaba en las increibles ÂŁrases de algunas de sus cartas sobre "ca rne fresca en las estepas rusas", o sobre !a Guerra de Espana - "No mas importante que el desecamiento de la laguna del mosquito en' lo rm1s profundo del Africa" (C. Norman p. 412 citando William C. Williams ) o sobre Hitler "un martir". Pound no respondi6 en seguida. Finalmente rnurmur6 muy bajo "Yo era ignorante. Estaba equivocado y conduje a otros al error." Ya no queria decir nada. Por primera vez senti una profunda compasi6n por e!.

VI.

T'enccia

Pasaron dos anos. M e encontraba en Venecia para asistir a Ia Bienal. Sabia por V anni Scheiwiller que Pound vivia ahi en un departamento con su companera, Ia violinista Olga Rudge, !a madre de su hija Mary. (Parece que Ia senora Pound cansada, fatigada despues de haber soportado sus fantasias durante tantos anos, se separ6 de ei.) Fije una cita con el. Cuando lo vi, apenas lo reconoci. Sabia que habia estado enfermo, que habia sufrido una grave operaci6n, pe.ro aun asi me senti turbado de verlo taq viejo, tan fragil, tan gastado. Ya no tenia esa vitalidad de leon que le habia dado fuerza para soportar todas las vicisitudes de su vida despues d e Ia guerra. Tenia yo !a impresi6n de que no me vela, que se habia separado de la vida, de que se habia alejado de las casas de este mundo. Su voz estaba fatigada, baja, casi inaudible, y hablaba poco y muy lentamente. Le preguntc si progresaban los Cantos. Hizo un gesto desilusionado, se cubri6 los ojos con una mano, ya no escribia, por otro !ado los Cantos no valian nada, eran "a bad job". (En efecto,: sus lectores atentos pudieron constatar que despues de los Pisan Cantos> ese inmenso poema, cuyo principia de organizaci6n no estuvo nunca muy definido, se disgreg6, y se hizo mas y mas ca6tico, fragmentado, incomprensible) . L a habitaci6n estaba desnuda, sin libros, sin nada que le diera senti do de la vida . . . i Que contraste con aquel despacho que conoci en Rapallo, lleno de libros, de pinturas, de manuscritos, de cartas, de toda clase de signos de su actividad tumultosa! Ahora el volcan se habia extinguido.

A menudo se imagina uno que Ia vejez trae consigo !a serenidad y !a sabiduria. Quizas debamos dchacernos de csta c6mcda ilusi6n. Pound a los 80 alios habia perdido toda seguridad en si mismo sin llegar a !a serenid ad - solamente al angustioso silencio, a la incertidumbre total. Ya no predicaba. Aparentemente ya no creia en nada, ni aun en su propia obra. Repetia constantemente: " Estaba equiYocado. Estaba equivocado. Toda mi vida me engaiie y ahara veo mis errores, veo que no se nada." En much as ocasiones expres6 su dcseo de volver a los Estaclos Unidos. Europa, su Europa, habia terminaclo. Todo habia terminado. Rcalmente no habia nada mas que decir. Esa Carrera brillante, tumultosa, creadora, terminaba como una obra de Beckett: en la ausencia, en el silencio, en Ia negaci6n universal. Yo pensaba en Pascal: "EI ultimo acto e.s sangriento por muy bella que sea la comedia en todo lo demas." Se que realiz6 su deseo de regresar. El ano pasado visit6 Ia casita de madera en !a que naci6 haec 85 anos, en el pueblo de H arley, en el Estado de Idaho. De inmediato, su editor, James L aughlin, lo llev6 a Ia graduaci6n de H amilton College (en junio de 1969 ) donde, a principios de siglo, habia hecho sus primeras traducciones provenzales. El Presidente de Ia Universidad le pidi6 que tomara la palabra, pero el guard6 silencio. No habia ya nada que decir. Sin embargo, su poesia a(m nos habla a nosotros y seguidt hablandoles a los que vengan despues de nosotros, proclamando Ia victoria del arte sobre el tiempo y del artista sobre el destino mortal. En el penultimo (CXVI) de los Cantos publicados, cita a Dante, "al poco giorno ed al gran cerchio d'ombra" (en un momenta de poca luz y en un gran circulo de sombra) y afirma que en este periodo de oscuridad que descicnde, su mira ha estado siempre en encontrar "el hilo de oro en el diseno", en crear "un poco de luz, como la vela de un junco que conduce de nuevo al esplendor". Y en el Canto concluye con estas emotivas lineas: " . .. Pero la belleza no es Ia locura Aunque mis errores y mis ruinas yacen a m 1 alrededor Y no soy un semidi6s."

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Como todos los huespedes mi hijo me estorbaba ocupando un Iugar que era mi Iugar, existiendo a deshora, haciendome partir en dos cada bocado. Fea, enferma, aburrida, lo sentia crecer a mis expensas, robarle su color a mi sangre, afiadir un peso y un volumen clandestinos a mi modo de estar sobre la tierra. Su cuerpo me pidi6 nacer, cederle el paso, darle un sitio en el mundo, la provision de tiempo necesaria a su historia. Consenti. Y por la herida en que parti6, por esa hemorragia de su desprendimiento se fue tambien lo ultimo que tuve de soledad, de yo mirando tras de un vidrio. Quede abierta, ofrecida a las visitaciones, al viento, a la presencia.

Rosario Castellanos

SE HABLA DE GABRIEL

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ERACLIO ZEPEDA

EL MURO El ultimo de los amigos se dcspidio. El cerro Ia pucrta cuidanclo no hacer ruido. Eran las cuatro de Ia manana y queria ahorrar a sus vecinos el golpe de un portazo; precaucion extrana despues de las voces altas y la musica que, durante horas, habian partido de Ia reunion ahora muerta. Ella permanecia sentada, en el sillon de cuero, cleseando encontrar licor en Ia copa ya vacia. Encendio un fosforo mientras buscaba Ia cajetilla de cigarros. El se acerco a Ia ventana, Ia abrio para limpiar Ia atmosfera pesada. Despues se dirigio al baiio. Habian reunido a los amigos para celebrar sus siete anos de casados i o eran ocho? La velacla resulto ni mejor ni peor que otras anteriores. Y, sin embargo, desde hora muy temprana, sin entenderlo cabalmente, el y ella experimentaron la presencia de un muro. AI principia fue solo una sensacion. Pero a! paso de las horas, Ia f<:lbrica de aquella resuelta pared progresaba a ritmo franco. El mas pequeii.o ademan de el, o Ia mas simple inflexion de Ia voz de ella colaboraban, eficazmente, en su ereccion. Habia sido un descubrimiento repentino logrado a! mismo tiempo por el y por ella, un hallazgo simultaneo reservado solo a Ia pareja. Fue cuando el relataba la historia repetida en todas las reuniones, en que como siempre, !a risa de los oyentes rubricaba el pasaje exacto, Ia frase precisa, siempre igual. Aquella historia que tanto habia celebrado ella las primeras veces, a! principia de su matrimonio, y que ahora, a fuerza de oirla, odiaba. El relato revelo el primer sintoma de lo que estaba ocurriendo. Las miradas de el y de ella se encontraron como si VJmeran de muy lejos para cruzarse sin especial intencion. Sin embargo, ambos aclvirtieron que Ia muralla estaba alii, recien nacida, a Ia altura de las rodillas. Ya no fue posible ocultarla. En realidad hada tiempo que esperaban su advenimiento, pero no dejaba de ser extraii.o que cllo sucediera precisamente en la fiesta de su aniversario. Los invitados, los amigos intimos, permanedan ajenos a Ia construccion que ante sus ojos ausentes progresaba. Para ellos era una esplenclida ocasion de hablar de lo que siempre se habia conversado. Cuando el ultimo invitado se despidio, el muro llegaba ya muy cerca del techo y Ia sala habia quedado dividida, sin posibiliclad de contemplarse uno a otro los rostros, ni los cuerpos ni nada. AI salir del bano encontr6 que Ia sala estaba definitivamente cercenada por un cancel de cal y canto, pintado hermosamente de blanco, con grandes contrafuertes de piedra a cada extremo. Lo mas sorprendente era la falta de asombro. Serenamente, el golpeo el muro con el puno, suaves golpes espaciados cuidando los intervalos, de modo tal que al otro !ado pudiera entendcrse !a intenci6n de un mensaje. Aguard6 con atcnci6n, a! cabo de un momento escuch6, muy lejanas, las noticias de ella a! otro lado de Ia muralla.

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El se volvi6 camino de la alcoba. Busc6 en ciertas gavetas un retrato de ella, hecho en los dias de su primer encuentro; le coloc6, amorosamente, un list6n de luto alrededor del marco, volvi6 a la sala sin apresurarse y colg6 del muro la imagen. Despues se sent6 en el suelo y llor6 hasta que el suefio lo cubri6 totalmente. AI despertar, el muro permanecia alii. Algunas yedras trepaban con audacia hasta perderse en las nubes tenuemente coloreadas por el sol; las manchas de una patina bronceada aparecieron en la pared que un dia habia sido blanca. Estudiaba las formas caprichosas que lograban, cuando escuch6 aquel rumor, primero casi imperceptible, de una corriente de agua. Imagin6 un escape en los grifos del bafio, y al ir a comprobarlo descubri6 que del muro nacia un manantial. Observando atentamente comprendi6 que no era una suerte de arroyo, sino un gran rio de viaje largo que simplemente atravesaba Ia muralla. Se sent6 a la orilla para ver pasar las aguas que arrastraban recuerdos del mundo, y algunos detalles, sorprendentemente bien conservados, de escenas capitales en su relaci6n con ella. A veces, semisumergidas, pasaban tarjetas postales de ciudades amadas por ambos, y tambien, nadando por el rio, antiguos amigos encontrados en tierras lejanas, que muy serios suspendian el ritmo del braceo para saludar muy correctamente, levantando con Ia mano sus chisteras. De pronto, en un levantar Ia vista hacia el horizonte, aguas arriba venia un barco de papel. Sac6 su pafiuelo y lo agit6 largamente hasta que el barco, seguramente al advertirlo, dirigi6 su proa hacia la orilla. Cuando hubo atracado, el subi6 anhelante a bordo porque crey6 ver a ella en cubierta. Estaba sentada en una silla de lona, contemplando una casa destruida que sostenia entre las manos, vestida con el uniforme escolar que llevaba el dia en que la am6 por primera vez. Cuando abraz6 no a ella, sino a una estatua de sal, advirti6 su soledad de muchos afios. Sinti6 entonces que el barco se movia, y corriendo a Ia baranda del castillo de popa pudo comprobar que la corriente del rio habia cambiado de sentido, y llevaba al barco rumbo hacia donde, si el astrolabio no lo engafiaba, debia estar la muralla.

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Las aguas iban ganando en caudal y los nipidos se sucedian en fom1a tan peli. grosa que lleg6 a experimentar un ansia cierta de naufragio. Viajaba ahara por una zona de praderas portentosas, que se convirtieron despues en bosques espesos de abedules. Empez6 a nevar copiosamente y los abedules se disolvieron en Ia nieve quedando tan solo algunas manchas negras, mariposas casi, que volaban . A lo lejos se veian aldeas sepultadas, adivinadas unicamente por el humo de sus chimeneas y las marcas del trafico de trineos. Cuando Ia nieve se agot6, se encontr6 navegando en el desierto. Subiendose a! mastil pudo divisar a lo lejos la muralla. Conforme iba acercandose surgian indicios claros de que e! rio acabaria por atravesarla. V n dia lleg6 a! tune! enorme por rnedio del cual el rio ganaba el otro !ado. Era un tune! de piedra negra en forma octagonal en cuyas paredes se relataban, por medio de bajorrelieves, encuentros y regresos. AI !ado de cada alegoria enor路 mes lapidas de marmol labradas con inscripciones citaban el Texto de Ia Verdad y Ia Palabra, en traducci6n al chino, a! tibetano, a! mongol y a! urdo. Pudo comprobar que una vez atravesado el tune!, el rio no desembocaba a! otro 1ado de !a muralla sino que, mediante un caprichoso meandro, penetraba en !a sala cercenada a traves de !a ventana que el dejara abierta aquella noche del desastre. La barca atrac6 suavemente, el salt6 a tierra y corri6 al encuentro de ella. No dej6 de entender, sin embargo, que avanzaba en verclad por !a sala de su primera casa, la que habitaron en los primeros meses. AI fonda ella pintaba un retrato de su hijo enmarcaclo por una larga leyenda de caracteres armenios donde se contaba una historia de derrumbes. Estaba amaneciendo, y en Ia calle se escuchaba el paso majestuoso de los dromedarios y los pregones de los vendedores de tamales. Al acercarse a ella advirti6 que habia crecido. - Buenos elias - dijo el y not6 que eran las primeras palabras vercladeras dichas en muchos anos. Hombrecillos que reian mientras trabajaban se dispusieron a demoler el muro. Apenas si podian ser advertidos alia en lo alto. Todo parecia indicar que se trataba de una tarea a largo plaza. Ella le tom6 de !a mano, abri6 la puerta y salieron a !a calle.

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MARCO ANTONIO MONTES DE DCA

EL AIRE Y LA MONEDA 1

Disponibilidad

Y a no tengo raices Si me necesitas viento Silbame nada mas.

2 Flash

En tu mirada de acuario Capturado pero libre Habito al instante.

3 Taller

El espacio me da forma El espacio te moldea Pero le ha 路salido mejor Aquella gaviota. 4 Mi deseo

Que me condene la vida A la cadena perpetua De solo tres eslabones Cerrados entre si: TU., el fuego y tu.

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Roberto Fernandez Retamar:

OJOS LLENOS DE LETRAS i Ojos llenos de letras! "Este despedazado anfiteatro" de Ho Xa, puede no recordarme al que lei de muchacho (y ensefie luego) diciendo que era de Rodrigo Caro? Bajo las destrucciones, ~hay una Destrucci6n Indiferente a edades y paisajes? Alrededor de mi asiento Recojo fragmentos de metralla Hasta hacer un mont6n que no cabe en mis dos manos. A mi izquierda y a mi derecha hay enterrados rockets. El escenario Es inutil buscarlo: es un vacio Detn1s del cual la representaci6n Es el local sin techo, las desgarraduras casi vivientes De las paredes. Al frente, he visto Un acorde6n como de los cubistas, Que es casi lo unico que queda De un cartel cuyo anuncio fue en vano. Teatro atroz de la atroz realidad. (.A d6nde van las oleadas de letras Rompiendose en tu roca, ante el fondo incesante De bombardeos y de canones que estan bramando Ahora, mientras escribo estas letras, casi como las de siempre? ~Como

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De "Cuaderno Paralelo"

iOUE ESTABAMOS HACIENDO? i Que estabamos haciendo el 15 de julio de 1966? La fecha sabe a playa, a campo, a siembra, a amigos. En la aldea pesquera de Ngu Thuy, Que era un sitio admirable a orillas del Pacifico, El dia 15 de julio de 1966 Empezaron a bombardear los aviones norteamericanos, Y siguieron haciendolo durante cinco dias Hasta que todas las casas quedaron destruidas Junto al resonante Pacifico. (Que estabamos haciendo ese dia, ignorantes?

TENIAN UNA CASA Tenian una casa grande, hermosa. Al empezar la guerra, Los vecinos fueron llevados a otra parte. S6lo quedaron los cuadros y los milicianos Que podian trabajar y combatir. . Los B 52 arrasaron todas las casas de la zona. No qued6 nada verde. Hace tres semanas que volvieron. Ahora viven en esta choza Junto al crater de una bomba, Un crater del tamafio que tenia su casa. En el crecen varia<; matas de platanos, Y las gallinas picotean en el fondo. 21

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Para Leo, que no quiso asum1r el destino que el viento le ofrecia . ..

-J.E. . . . ~ Por que, o en que oculto cielo innominado, se daran estos vuelcos, esos transitos, de Ia imaginacion? Por Ia manana, yo era casi un angel, un angel melancolico, que flotaba entre grises otofiales y los verdes del bosque, suavemente rozados por Ia lluvia. Persistias en mi como un

.JUAN ESPINASA

recuerdo de vaga dulcedumbre, de pan sobre Ia mesa de madera, como un olor a cuarto de Ia ropa, igual que aquella vez en que pudimos estar los dos sentados largo rato, sin cambiar siquiera de postura, sin hablar, sin pensar: simplemente, sentados. Y ahara, al despertar de un suefio que apenas tuvo tiempo de recorrerme el cuerpo por entero -compacta, acumulado, en tomo de los ojos, en las sienes, mas poroso en las manos y en las piernas, irregular y fragil en el pecho, como esas nubes tenues, movedizas, que a veces adelgazan los azules nocturnos o ~atizan el alba con un resto de luna . . . - , al despertar de ese letargo incierto, momentaneo, casi un batir de parpados, un suspiro de suefio, me sorprendio una imagen muy distinta, de Ia que voy a hablarte pidiendote perdon. i Y para que perdon? Ya se . . . Ya se que no hace falta. Como tu lo sabras, si consigo fijar esa presencia, o ese impacto presente de una ausencia; si logro transmitir, a esa imagen, Ia justa cualidad de su vacio, de espacio en que habitaba, que Ia habitaba a ella, al llegarme, de pronto, con el plastico arrobo de una dadiva. Sabras que fue una imagen detenida en el umbra! del cuerpo. Que no encendia, ni el alma ni Ia came. Que era ingravida, pura, sin volumen. Y fie!, hasta el absurdo, a su precisa condicion de imagen. Nada en ella dolia. Nada en ella ---o muy poco-

sufria o Iastimaba. Como imagen, estaba mas aca del sufrimiento, lo vaciaba incluso de sentido. (Tal vez, solo un instante, un !eve vertigo, un aleteo palido en las cuencas y en el cauce del sexo . .. ) ~ Perdon? ~ Por que perdon? ~ Por describir quiza con tanto esmero, con tanta lentitud, con tal minucia, el intimo despliegue de ese tapiz erotica? Quimeras del pudor . . . ~ Fue esa forma tan nitida, carente de sonido, entre idea y disefio, composicion de claras superficies, con alguna inflexion hacia el relieve apenas sugerida, de una sola textura toda ella,

EROTIS fue acaso lo que llaman una imagen erotica? No era, estoy seguro, un eco onirico, Ia huella de algun trance insinuado en aquel parpadeo de mi suefio, y que hubiera quedado, por sorpresa, suspendido en si mismo, entre ambos espacios, el espacio total de Ia vigilia y el espacio infinito en que se abre, a! llegar cada noche, otra memoria, en Ia paz del que duerme. No, yo se que no era eso. La tuve largo rato ante los ojos, le recorri el contorno por completo -contorno si tenia-, me Ia traje conmigo hasta estas hojas, en que quiero impedirle que me olvide. Decir que era tu imagen, es cierto y no lo es. i Puede acaso un retrato pretender que es el tuyo, sin ser, a! mismo tiempo, tu irremediable densidad de alma? i 0 alii estaba tu alma, detras de aquella forma - no en ella todavia . .. - y me pedia a mi que Ia ayudara a trasponer Ia minima distancia entre su vida y ella? Te movias. No ocupabas el centro del encuadre, equidistante: mas bien Io dividias, de traves, en dos zonas dispares, angulares, como un trazo quebrada, en diagonal. Tendida, abierta, un poco ladeada, con Ia curva de un muslo Ievemente mas alta que Ia otra, en una imponderable asimetria. Con tu menton perfecto, visto ahora en escorzo, desde abajo, y tu frente hacia atras, en pendiente, invertida, te movias despacio, muy despacio, en giros caden-

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ciosos, pendulando tu vientre; y te arqueabas, con igual lentitud, con el sexo arbolado, y tus senos al fondo, volcados, al reves. Y todo aquel compas de movimiento, manaba sin ruido, sin el menor rumor, enmudecido todo, en un silencio que no era el callarse de las cosas, sino el enves, el !ado posterior de su sonido. Como un hueco, como ese espacio en abside que aguarda la irrupci6n de la musica. No el silencio que quecia, extinguidos los ultimos acordes, sino el silencio previo, el lugar necesario, que espera ser colmado, recorrido, invadido, por un caudal de

me a ella, separada, desgajada, cercenada de ti, de mi, de todo ( o siendo, acaso, la alegoria en llamas de ese todo) , que aproximar a ella la caricia de un gesto bautismal, rozarla con la punta de los dedos, hubiera convertido en una brasa !a sombra de mi mano. Incluso contemplarla era dificil: quemaba las retinas, prendia en cada orbita un caliz escarlata, una flor de coral; sobre cada pupila, como si fuera un astro en agonia, un alto y negro cirio. i Como pude, al principio, escribir que en tu imagen todo era un indoloro firmamento blanco? i 0

MO BLANCO(IMAGEN) notas, de voces y de quejas, de risas y gemidos, de sonora dulzura compartida. Si: ese era el silencio en que tu te movias, mas lenta cada vez, mas dilatada, Ievantando tu cuerpo por su centro, sin esfuerzo ninguno. Y sin embargo, te arqueabas de un modo inverosimil, desplegando tus piernas, muy abiertas, muy altas las rodillas, inmensamente amplio y despejado el espacio entre ellas. Y s6Io Ia cabeza, esa egregia cabeza que es tu cupula -y que era, en Ia imagen, Ia unica parte inmovil-, tan solo Ia cabeza parecia sufrir. Un eje de dolor, que oscurecia un poco, desde adentro, su epidermis translucida, debia atravesar esa quietud, su escultural definicion, tu nuca derribada. Antes, a! empezar, dije que nada, en esa imagen tuya, padecia. Que nada ardia en fuego de Ia tierra. Debo rectificar. Tu cabeza, de pronto, era un ardiente clavo de suplicio, un inmenso martirio concentrado. y adquiria, de subito, volumen. Parecia que adentro, muy adentro, en esa urna viva de tinieblas, en esa noche purpura, como si fuera el centro de una fragua, se incinerara un sol recien nacido, un carbon crepitante; que un nifio sorprendido, con dos enstales igneos hundidos en medio de los ojos sin mirada, se calcinara en el a fuego Iento, en un extrafio sacrificio mudo. Y que en su breve cuerpo, tambien se calcinara, sin concluir jamas, el universo. i Y sabes que pense? Que aproximar-

quiza Ia figura no dafiaba, redimida en su forma del mal de esa materia que excluia, al ser s6lo figura? Y eso no era todo. Aparte de ese fuego esculturado, i que inversion misteriosa de sentidos! i Que confusion de 6pticas! La cabeza, tan quieta, parecia moverse en el cilicio de un delirio invisible, acelerado, roto. Y el cuerpo, del cuello hasta los pies, sincronizado con esa rotacion articulada, autonoma, continua, sin detenerse nunca, d cuerpo parecia, a cada instante, cincelar en si mismo una inmovilidad de esencia pura. Y el cuerpo si era blanco, ideal, ajeno. El cuerpo si habitaba en el vacio de su escritura propia, de su impecable forma de llamado, de llamado y de ofrenda. i Que dadiva ofrecias o aguardabas? No se. Acaso nada y todo. Y yo, i estaba alli tambien, fuera de cuadro? iO yo era s6lo el ojo de Ia camara? Pero no, no era eso: algo habia en tu cuerpo ensimismado que acusaba mi ausente cercania. No se si lo sentiamos los dos. Tal vez lo presentiamos. Y por fin, sucedio: tus manos se agitaron un punto indiscernible, igual que si trataran de iniciar un vuelo, mientras tu te afirmabas, asentabas aun mas los antebrazos a los !ados del arco de tu talle, tensores de su nubil apertura, de ese rito talamico ... Y en ese instante justo, irrumpieron las mias a su encuentro, seguras, invocadas, hilvanadas por ti, ordenadas al vue-

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Io de las tuyas. Me las diste sin ver. Tus ojos, sin mirada, se abrian hacia arriba, no se adonde. Las tome. Y al quedar enlazados por las manos, tus brazos y los mios vinieron a esculpir sobre aquel cuerpo otros dos arcos tensos, resistentes. Tensos en el dibujo, no en su peso, no en su red de tend ones y de musculos; porque tampoco ellos, nuestros brazos, sufrian esa fuerza como esfuerzo, o esa apoyatura respectiva como una distension de los tejidos. No, nada expresaba en ellos el menor sufrimiento. La piel estaba lisa. Ahora, me parece, levemente rosacia, sonrosada, en el angulo externo de tus codas, en su firme flexion ; y acaso un poco palida Ia mia, sobre todo a Ia altura de los pulsos. Sin embargo, faltaba alguna cosa. En el ambito plastico de aquella ceremonia antisonora, se sentia que algo faltaba aun . Algo que iba a ser su desenlace, el principio del fin. Que era, en realidad, como Ia clave de toda su dinamica. Y en efecto, asi fue. No demoro en surgir, en el espacio que abrian tus rodillas divergentes, Ia forma de mi pie, mi pie derecho, que avanzaba en el aire, rectilineo, hacia el vertice aquel que resolvia tu anatomia toda. Mi piema era un escorzo, a contraluz de ti. Todo guardaba aun el mismo ritmo, Ia misma lentitud, Ia mis-

rna calma. Como una contencion, una paciencia. ~ Lo era, de tu lado? Aquella lentitud, ~era una calma? Aquella parsimonia, ~era un reposo ? Parecia que si. Y ese pie y esta pierna proseguian su ruta, su camino hacia alla como un mandato, como un ordenamiento. Y el movimiento tuyo no cesaba. Me extendi un poco mas (el res to de mi cuerpo estaba fuera ) y mi pie clausuro para mi ojo Ia vision de tu sexo, de su vello brumoso. Y ya, en adelante, no volvio a descubrirlo. Superpuesto a! triangulo de sombra que yo ya no veia, se le fue aproximando poco a poco, hasta llegar a punto de tocarlo. Pero no se detuvo. Todavia avanzo otro intervalo, otra distancia minima, carente de medida, y con una infinita precaucion de ala, de beso, de palma enamorada, se poso sobre eL Y a! posarse, supiste como yo que alii empezaba mi respuesta a tu don, a tu llamada. Lo supo algo de ti, a! concertarse con esa inflexion breve -un nuevo arco- de rni planta rugosa, encallecida. ~ Sabiduria? ~ Instinto? Las dos cosas. Y muchas, muchas otras. Un idioma grave, antiguo, multiple, que probaba en nosotros una sintaxis virgen, una version inedita. En tomo, como un ambito, o adentro, en cada veta, aquella claridad de su principio se concentraba aun,

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se hacia meridiana, cenital, abstracta. A lo sumo, respetaba el color de una hendidura, oculta a mi mirar, que mi pie cabalgaba, protegia, en dulce y dura comba, con el talon de atras afianzado en el remate ultimo en ojiva, en firme y amorosa comprension. Por un segundo, entonces, mientras dos movimientos se acordaban en uno, me parecio advertir un cambio de cadencia en aquella estructura demiurgica. Se adivinaba en ti en tu apertura, un cambio de emocion, una efusion distinta, un transite sutil, un difuso viaje hacia otra cosa. Primero, fue el temblor de un pestaiieo. Un subito orbitarse de los ojos. Una inquietud azul sobre tu frente, que pendia hacia atras. i Que facil advertirlo, en aquella fi jeza carmesi! Que imperative, en cambio, descifrar en su texto, en su contexto, ese signo de flor estremecida, una vaga promesa vegetal, el inicial indicio de otro reino. El mineral del mundo se animaba. Una arteria en tu cuello: una corola. Y un caliz invertido se volcaba en tus labios. Desde el espacio puro del comienzo, una especie de viento sin memoria te creaba otro espacio mas ceiiido, se infiltraba en tus pliegues, configuraba en ti una orografia, mas capaz de abrigar, de sostener. Primero, un pestaiieo. Y otro. Y otro. El ala palida de mi pie sobre ti, contra cl rizado umbrio de tu fronda, suscitaba, muy lejos, otro batir de alas. De tus arcos ciliares, sobre el blando espesor de cada parpado, a Ia cruz de las ingles, tres azules estrellas, tres monticules, tres nacares de mar ensimismados en Ia penumbra quieta de sus conchas, se estremecian juntos, a! unisono, reproduciendo asi, a otra escala, tu resumirte entera en un triangulo, exacta monada de aquel sistema tuyo al que intentaba devolver su annonia. Unirlos entre si habria sido contenerte en su centro, resolverte completa en su figura, hacerte teorema. ~No eras eso, tal vez, por un instante, cuando yo te mire, como si en ti leyera el enunciado de una proposicion verificable? Despues, parecio que querias alterar la postura, atenuar un poco la distorsion abrupta de tu cuello, desclavar la cabeza. Y Ia moviste a un !ado. Y en seguida, Ia volviste a dejar crucificada en su inmovilidad. Sin embargo, ya no era lo mismo. Desde hacia un minuto, en ese sesgo, en su desmayo oblicuo, se hubiera dicho que anidaba un pajaro, que temblaba un aroma, una ceniza. Su intenso sufrimiento respiraba; ya

no era un dolor compacta y ciego, convertido en arista. Ahora no me habria sorprendido ver brillar en tu iris una gota de agua. Mas abajo, desde Ia ola doble de los hombros, una interna marea de turgencias cobraba fluidez, se derramaba en una esencia tibia, campesina: un olor que ascendia desde adentro como un flujo carnal sutilizado, que tus poros libraban como un polen, como un vaho escanciado por tu pie!. i Que dificil, definir con justeza ese perfume! Suave y recio a Ia vez, fino y espeso, discreto y ostensible, recordaba el contacto de la lana, cuando tu te desvistes nerviosa y me dejas hundir toda la cara en esas prendas calidas de ti; era casi un jadeo difundido, una tenaz emanacion secreta, un aura prohibida, con algunos relentes seminales, que se iban dorando en el rescoldo de tu fisica intima, como un polvo de harina que se hornea . . . Un calor, un sabor, una fragancia. Y a! final, una luz. Un cernido esplendor, una gran claridad atardecida. Tu fatiga, tu languidez frutal entre dos soles. y mas abajo aun, tambien en mi talon se humedecia un soplo germinal. E! arco de mi planta debia oler a lluvia. Y tuve menos miedo de que aquella aspereza te daiiara, de que aquella caricia te doliera. El puente de los brazos -cuatro brazos en dos ... - afianzo su elipse. Bajo el puente, continuaban tus giros, su rotacion severa. Mi pie, mi pierna, ambos, lograban tu compas, lo dirigian. Sobre todo, mi pie. Se apret6 un poco mas a tu fisura, a ese musgo lunar entumecido, lo ensortijo en sus dedos, se atrevio a descifrar con mas firmeza tu intima verdad. Era un pie y una palma, Ia cavidad concisa de una boveda, una presion dispar que elaboraba aquella floracion de tus urgencias, para hacerse mas s6lido, y mas dueiio, y mas tuyo tambien, en cada nuevo apoyo confirmado. Y mientras eso sucedia abajo, arriba, en Ia distancia, Ia arteria de tu cuello se escapaba a! cauce de tus pechos, se irisaba entre ellos, los unia en su blanca altivez reverberada. Entreabrias Ia boca, exhalabas por ella una fragil voluta rosicler que se iba a enroscar en tus pezones como una caricia de los dedos suspendida en el aire, como un ligero roce de Ia lengua ... Y entre el rosa y las nieves de ese incienso, algo se transmitia hasta tus visceras, y de elias a ti: entre tu cuerpo liso, sin texturas, y tu rostro incendiado, se iniciaba un lenguaje, que yo me apresuraba a traducir. Y en medio, ~que ocurria? En medio, tu vi entre era

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Ia duna de una playa, tu cintura un recodo del paisaje, tus caderas el mundo, en su rodar perpetuo. y alia, en el otro vertice, en el angulo abierto del triangulo, tambien se transvasaban dos substancias: lo duro de mi pie a tu yacimiento, multiplicado en vuelo de libelulas; y esas vetas tan ductiles, tan blandas, subitamente rigidas y erectas, a mi talon en comba aspirativa, a su rotundidad, a su dureza. Mariposa real, en celo, livida, cruzada de incisiones y de surcos, aspera y comprimida como un talamo, que te hacia sentir, en su aleteo, un anegado resplandor de gloria en tu vulva en joyada. . . i Dulces transvasamientos fructuosos! Pronto serias una. Una en tu propio ser. Una en el mio. Y acaso -ipor que no?- lo que yo amaba mas: un color sin dolor. Un florecer en el sin violencia. Una fruta dispuesta, disponible. Una materia viva recobrada. Y otra cosa. Con aquella infusion, otra respuesta se estaba produciendo en tu dinimica. AI removerse en ti ciertas arcillas, las capas del subsuelo, algunos limos, habias empezado, sin saberlo, a elaborar tu propia geografia. En ella, todo estaba penetrado de signos y sentidos, que iban mas alia de las palabras. Si yo siempre crei que el mundo era una figura estetica indivisa y una incesante creacion en marcha hacia una plenitud de sentimiento, todo ahora en tu ser lo confirmaba, a traves de su estetica; cada sutil acontecer se unia a una invisible red, para tejer en ti aquel organismo, orientado a gestar, con cada nudo, una gama distinta del sentir, otras intensidades de emocion. Todo sentia, todo ... Tu experiencia iniciaba una poetica. (t Y no es esto, tal vez el Universo?) Muy cerca, trepidaba Ia promesa del minuto centrifugo. Ya no era tan solo el contorno de espuma que cernia Ia presion de mi pie, el juego de sus arcos con los tuyos, su ajuste riguroso. El podia advertir que tus membranas, desde hacia un instante, se ahuecaban de un modo diferente, para dejarle sitio. Desde hacia un momento, se iba precisando en tu paisaje una zona mas firme y expresiva, una especie de crater, de engaste circular, que transformaba su reciente estupor en un resguardo. Se sentia nacer como una fuerza contrapuesta a Ia mia; desposada con ella. No una fuerza enemiga, no una crisis adversa, no un conato de estrechar ese calce para impedir asi que prosiguiera mi invasion paulatina. AI contrario: aquella resistencia geologica brotaba

del afin de hacerse templo, anillo, patio, casa .. . , otorgando con ello a mi caricia un credito nupcial. Mientras tu boca, arriba, se abria a! paladar, entre los dientes, en una epifania de celajes, se convertia en boveda de estrellas, en atrio, en santuario, en suntuoso crisol de tornasoles refractados, surcados, de repente, por el fulgor acuoso de Ia lengua ... , mientras eso ocurria, tu gruta terminal Ia duplicaba -casi, por fin, sonora, rumorosa ... - portal hospitalario de su huesped. Esta vez no era ya un transvasamiento entre sus dos ungiientos rituales, entre sus dos resinas milenarias. Ahora se intuia que entre aquellas libelulas en vuelo se habia deslizado una conciencia. Y que pronto, esa luz, esa conciencia, esa antorcha en tus vastas galerias, tendria que llegar a tu otro limite, aquel que clausuraban Ia inclemencia humillada de tu frente y el cultural desorden de tu pelo. Yo sentia, sabia, adivinaba, que ese vaho mental que era tu carne en efusion creciente, liberaba a su paso una ternura que nada detendria; y que asi llegaria hasta aquel ambito que el dolor lapidaba. Y que entonces, al sentirle llegar, se alteraria Ia flexion angular de tu cabeza, en opuesto sentido: a un tiempo incorporada y sumergida, de nuevo vertical entre los hombros, y sin embargo, ahora, replegada, con el menton hundido sobre el pecho, y con los ojos bajos, como queriendo huir de tu evidencia, no deseando aun desanudarse, rebasar el nivel de su penuria, vislumbrar otra vez los basamentos de tu propio edificio, aquellas superficies de su plastica movil. Y que en ese momento, justo en ese, por fin, me mirarias .. . Me mirarias, si. Eso esperaba, desde hacia un minuto, desde siempre. Pasaron los segundos. El silencio se volvia delgado, muy delgado. Y en esa delgadez, otro silencio, que era una pulsion premonitoria, Ia quietud que antecede a las seiiales de una visitacion. Me ibas a mirar ... Y me miraste. No se si fue a los ojos, o a Ia boca, o a! punto en que mis manos sostenian las tuyas. Mis manos siempre fueron tu rescate, dos altares en ti, dos carabelas. . . i 0 a que parte cualquiera me miraste? ( Cegaba tus pupilas el relumbre de un alto candelabra.) No se nada. Nose. Quiza a ninguna, o a todas a Ia vez. Solo se que, en efecto, me miraste. iSe podra describir, esa mirada? iAquel pudor patetico, agresivo, aquella sumision? Tu

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tienes unos ojos sin mesura., Tu tienes unos ojos constelados de arcaicos furores. En ellos arde siempre una iracundia exasperada y grave, que s6lo algunas veces precipita, como el rayo que enciende las canteras de un negro acantilado, una risa estentorea, una voz formidable, una gran carcajada, como un astro que rueda por el cielo envuelto en llamas. Una risa incivil, casi procaz. . . Tu tienes unos ojos absolutes. Pero en aquel mirar, los ahogaba una neblina gris, opaca, lisa. Una grisura neutra, de pizarra. Tu dolor parecia anestesiado en esa opacidad de plomo seco, como el papel de estaiio por detras. Parecias decir: "i Por que, por que haces eso?" Y aiiadir, en seguida: "Hazlo, hazlo ... " Y te apretabas, te apretabas a ti desesperada, dislocada, frenetica. Una sorda locura te invadia. Tu cuello se escindia en dos corrientes de vocaci6n inversa: una, lo hundia mas y mas contra los hombros, lo sumia en las blancas arenas de tu espalda; y Ia otra, lo impulsaba a la huida, queria desprenderlo de tu cuerpo, arrojarlo al vacio, ofrecerselo al viento. Y de pronto, sobrevino a tus piernas un afan de tenaza. Las cerrabas. Casi las enroscabas en la mia. Yo sentia en mis huesos Ia dulzura de esa trenza tan firme. Mi pie qued6 cautivo de su opresion benefica, enclaustrado, sujeto, detenido en un punta esencial de aquel contacto que entre tu y el habia. Inm6vil, sorbido por la sima de tu vientre, ungido por dos manos invisibles, como en una plegaria. Crei, por un momenta, que lo estabas mirando, tratando de rnirarlo, como si en el quiza reconocieras una antigua promesa, un cumplimiento. Pero no, no mirabas ahi. Envolvias mi cara con un sabrevolar que busca sitio, para quedarse en ei. Y al cabo pareci6 que lo encontraba, que queria posarse en mis pupilas como un ave agotada, vencida por el peso de su vuelo. Sin embargo, no se. . . Yo aun dudaba. i Ahara si veias al centro de mis ojos? Se advertia que algo en tu interior se concentraba para tamar impulso, y que no tardaria en desatarse un extravio inedito. Y asi fue. Del fondo impenetrable de aquella suspension, pareci6 desprenderse, de repente, como una estalactita, un miedo ultimo; y en seguida, vino a estallar, afuera, un plastico fragor, un cataclismo ( silencioso tam bien, igual que todo, en esa imagen tuya) ; un fragor, un clamor, un cataclismo, que s6lo se acusaban en aquel sacudirse inverosimil, en aquel precipi-

tarse maniatico. Te quebrabas, de subito, en un extraiio alud de contorsiones, de ascensos, de caidas, que nada articulaba en torno a un eje, para darle sentido, para iniciar en ti otra figura del numen amoroso. Resultaba dificil hacer tuya aquella orgia inhabil. Tu no estabas alii, o estabas demasiado. Eran tus muslos, tu abdomen, tus caderas, lo que se hubiera dicho transportado a un desvario aut6nomo, con mi pie aprisionado en el remate de tu balcon final; mientras en tu mirar se acentuaba como una involucion, como el encuadre de algo muy preciso, en una fijacion escrupulosa, frontal, en linea recta, por detras de mis ojos, que estaban enhebrados en los tuyos. Si, eso era: proseguias, me dejabas atras ... Tu mirar me cruzaba, pasaba a mi traves, se deslizaba en mi sin detenerse, lleno de aplicaci6n, y luego se perdia, al infinito. i Que veias, en esa dimension que me excluia? Quiza oteabas -tu si, integrada a el, a su medida, esa que a mi, esta vez, se me escapaba-, un arden interior a aquel desarden de tu carne sexual, la ultima razon de su locura. Un solo instante mas te habria disgregado ... i Un solo instante mas? Pero, i es que acaso estabas en el tiempo? El mio proseguia. Era una vigilancia fervorosa, a Ia espera de ti, de tu sosiego. (No, no es cierto. Yo deiridiscente que cupiera en el hueco de mi rnano ... ) Jadeabas, gemias, te clavabas las uiias en Ia piel. A veces, parecias llorar como de jubilo. Otras, desgranabas una risa convulsa, lastimera. Y no te disgregabas. AI contrario: tu v6rtice de valles y colinas, de laderas y grutas, aquel caleidoscopio de ciegos remolinos, se iba congregando no se como en un volumen unico, uniforme, sin rupturas. Te estabas afinando, adelgazando. De repente, fue igual que si tu cuerpo se tensara en un area total, de extrema a extrema, y a Ia par se extendiera, por adentro, en un inmenso ambito, en un cielo redondo, abovedado, dispuesto para el dardo que hilvanaba tu propia longitud. Es dificil decirlo, describirlo. Tu eras, a la vez, en el espacio plena de tu carne, un horizonte convertido en surco, en estela de mar, y un cerrado universo involutivo. En aquel holocausto que oficiabas, se diseiiaba ya, como una cauda desde mi pie a tu craneo, el trazo cimbreante de una flecha, que tambien eras tu. . . i Puede un cuerpo de amor ser, al unisono, arco, saeta y cielo, para

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que se consume el apogeo de un vuelo sideral bacia el origen de toda trayectoria? Pues eso fuiste tu en aquel momenta. Te desprendiste entera de ti misma, abandonaste el vuelo, volaste, viajaste -vuelo y viaje ciertos, absolutos, bacia una alteridad sin retrocesos, bacia lo otro, si.empre ... - y en el punta mas alto de Ia esfera que a Ia par te encerraba y contenias, caiste vertical sabre su centro, que era tu propio cuerpo concentrado. Y asi te derramaste como un vaho en la concavidad de esa galaxia que temblaba de luz entre tus limites. Y a! quedar extendida, inabarcable, blanca, supe que no tenia que moverte ni apartarme de ti. Y espere. Espere lo que habia que esperarte. Esperc ... ... Aqui, hay otra pausa, una nueva altera路 ci6n del sentimiento. La imagen palidece, se diria que ya s6lo subsiste en virtud de su forma. y a un !ado de sus ultimos fulgores, pareces, un momenta, alga perpleja. C: Ttl? .: Tu imagen? i Ya que puede importar!) Est amos abrazados. Tu, de espaldas, tendida boca abajo, como queda Ia concha entre Ia espuma despues de Ia rompiente. Yo, sabre ti, a lo largo, con mi boca en tu nuca con sabor a cabello humedecido, con mi sexo disuelto entre tus muslos y una mano en reposo en cada seno tuyo,

acumulado. Intentas darte vuelta, recobrar tu postura del comienzo, cuando eras imagen, mirarme cara a cara. Pero yo no te dejo. (No, no, estate quieta. Asi esta bien. Todo esta bien asi.) Te sometes. Obedeces, por fin, sin que te cuestc, casi sin advertirlo. Toda tu me sugieres un ramaje nocturno contra el alba, un esplendor de algas en mi orilla. . . Sesgada, de perfil sabre Ia sabana -que tambien es de un blanco contenido, como todo, de nuevo, en ese espacio que ya se va llenando de existencia-, quiza piensas, sin decidirte aun a interrogarme, que significa eso que te digo sin llegar a decirtelo. Sin embargo, es tan sencillo, ahara. i Es tan facil! Esperarme, esperarte. Toda una eternidad, pronto, enseguida. Aguardar a que seas toda ojos, esos ojos que tienes que te inundan de calidos celajes el ovalo del rostro, y a que fluyas completa desde ellos basta alcanzar en mi otra permanencia, acaso otro principio de tu ser. Con un esfuerzo falso, te incorporas y tratas nuevamente de mirarme; y despues, reclinada otra vez en la almohada, se diria que quieres asentir, rumorosa de sueno. Como una gratitud, como una paz. Te has dormido. Sabia de ti. Inocente. Con la alegria nitida del cielo, con el grave silencio de una rosa, con el amor de Dios cada manana.

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JOMI GARCIA ASCOT

Hacer un Poema Racer un poema vivo, como una ventana abierta sobre el mar, con ligeras Cortinas que el aire balancee y naranjas y sol y espuma en la proa de los barcos. Racer un poema en que las palabras se queden en el cuarto como las flores en Ia repisa blancas como Ia siesta como el sabor de un vino, ligero, en la cabeza. Racer un poema que empiece a! terminarlo y zumbe despacio como una tarde de verano, como las vacaciones como ir con el coche en carretera descubriendo los pueblos y los valles. Racer un poema y darle libertad para que viva en otros como Ia risa No dejar que caigan las palabras hermosas o tristes como se cae el polvo del ala de una mariposa como una colecci6n de sellas como Ia mancha de una higrima sobre una carta como Ia ropa usada como el polvo que fue roca, piedra y arena como Ia tinta sobre un viejo cuaderno como una moneda de otro pais desconocido. Racer un poema como se Ianza un pajaro al aire como llevar a un hijo a que juegue en el parque como empezar una semana como el amor.

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UN CAMPO DE BATALLA Hoy, levemente desasido, miro a mi alrededor el desolado campo de batalla. Han rodado las horas de tanta gente amiga por el aspera hierba que se extiende de tarde en tarde a tardes sin descanso y llueve tanto sobre su soledad que Ia vuelve madera. Crueles y precisas son las horas y el pico de las aves y yo miro los ojos conocidos donde el panico Iento invade como un atardecer toda Ia casa hasta perderse en los largos corredores que conducen alia, adonde no se nombra ni se enciende Ia luz. Y yo miro los ojos conocidos en que se pudre el tiempo hacia un duro crista] en su mirada y solo me queda quererlos como nunca los quise cuando andabamos juntos -como otros-y odiar Ia sombra que los invade y respetar su intocable destrucci6n con el sabor amargo de Ia acelga interminable.

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OH NACER CON DOLOR. • • Oh nacer con dolor y no saber hablar ante las cosas que el aire leve mece en el dorado ser de la manana Ancho es el valle y tiemblan las hojas de la vida y yo, tan viejo y nuevo, quisiera hablar, no puedo quisiera hablar, no puedo quisiera hablar. ~Como he podido estar aqui sm ver nada de todo esto un solo dia? i Como he podido tirar tanta belleza tanta fruta de tiempo a mi ofrecida por cada tarde suave, por el dorado brillo de las nubes a! final de las calles?

i Como he podido tirar tanta cancion tanto vasto latido tanto mi amor cerrado y defendido noche tras noche ano tras aiio siglo tras siglo? i Cuanto mar he dejado a mis espaldas y cuanto hermoso campo, cuanta tierra fertil de rios, perfumada de palmas y de frutas!

Cuanto tiempo sin verte, oh mundo mio, mio, que he tirado en papeles que he quemado en palabras y cemza. Cuanto tiempo sin verte. Cuanto tiempo ... Oh dame una ocasi6n, espera un poco, una sola ocasion de dar algo de este amor que me ahoga en el pecho antes de haberme equivocado para stempre.

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RITA MURDA

dQue hacer de la esclava del esclavo? Mirarte en la cuesta del alba casi sombra el tiempo en que mi voz sobre las casas vierte su nombre y recupera un reino Hoja azul, diamante de la noche congelado rocio asaeteado evapor{mclose en las cuencas Liquidambar estrella vegetal, bosque blanco en Ia celebraci6n de tu retorno saliendo rumoroso de sus frondas tan reales son los ojos que te encuentran esta manana, amor csta manana cuando el espectro alto y arrnonioso flamea un instante en Ia cadena que clesprendes y bajan naturalmente hasta nosotros liquidambar lucero mineral bosque blanco celebrando celebrando

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La trinchera. Estudio a hipiz, 1923 Digitalizado por

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Combate. Mural. Biblioteca Gabino Ortiz, Jiquilpan, Mich., 1940

Fusilamiento. Mural. Biblioteca Gabino Ortiz, Jiquilpan, Mich., 1940


I

JORGE HERNANDEZ CAMPOS

Homenaje a .I

JOSE CLEMENTE OROZCO Nos hemos reunido porque se han cumplido veinte afios del fallecimiento de Jose Clemente Orozco. Pero no es en realidad su muerte lo que hemos venido a conmemorar, sino a dar testimonio de su perennidad entre nosotros. Cuando una obra como Ia de Orozco trasciende a su potente creador suele abrir un espacio espiritual, un territorio hacia donde fluyen sin descanso, a traves del tiempo, los hombres que, como dice el Eclesicistico, antes de extraviarse se dan a buscar sinceramente Ia sabiduria. Son territories que un hombre establece ardiendo en una luz que deja de ser Ia suya propia y a! final ya no es mas sino un campo donde los demas se ven y reconocen. Esta es la gloria y el temible sino del creador. Ahora nosotros, aqui, ciudadanos de la candente republica de Jose Clemente Orozco, hemas venido a hacer esto que estamos hacienda: a mirarnos en los ojos y a decirnos los unos a los otros como esa terrible ciudadania, como la aceptacion de su restallante exigencia, ha venido asistiendonos en estos veinte afios tan arduos. Y como seguira con nosotros en un futuro que prevemos todavia mas azaroso y canibalescamente ambiguo. Hemos venido a decir, primero, que en un universo empefiado en reducir al ser humano al rango de pieza deleznable de alguna de esas maquinas ideologicas, tecnologicas 0 economicas, que arrastrando al mundo ruedan implacables hacia un punto de colisi6n de donde parece que ninguna prudencia puede apartarlas, la obstinacion de Orozco por exaltar la grandeza del hombre, su sed de infinitud en Ia conciencia de su finitud --como ha dicho Justino Fernandez-, la reconocemos nuestra y Ia hacemos base de nuestro estar en el mundo. Deseamos declarar, despues, que al aceptar

lo anterior, asumimos tambien su consecuencia necesaria sacada por Orozco y que es, como precisa Luis Cardoza y Aragon, que la causa del hombre esta por sobre Ia razon de Estado. Y que al declarar esto tenemos presentes lo dicho por Orozco en su autobiografia, en palabras tan actualcs que parecerian pronunciadas hoy, con rabia, en vivo de tantos conflictos como flagelan a nuestro tiempo: "En cuanto alguien diga Si, hay que contestar NO. Debe hacerse todo a contrapelo, y contra la corriente y si algtin insensato propane alguna solucion que allane las dificultades, precisa aplastarlo, cueste lo que cueste, porque la civilizacion misma corrcria peligro". Por ultimo, pienso, descamos afirmar que,. si alguna vez se nos interroga exigiendo que definamos que somas, en que creemos, c6mo militamos, diremos, podremos decir con Oroz. co: "Soy partidario de la absoluta libertad de pensamiento, un verdadero librepensador. Ni anarquista ni dogmatico; ni enemigo de las je. rarquias, ni partidario de opiniones inconmovibles. Creo en la critica como misi6n permanente del espiritu ... " Pero ademas, pienso que estaremos de acuerdo en adoptar, pues que somas hombres falibles, esa norma minima de conducta que Orozco expres6 asi: "Lo que vale es el valor de pensar en voz alta, de decir las cosas tal como se sienten en el momento en que se dicen. Ser lo suficientemente temerario para proclamar lo que uno cree que es Ia verdad, sin importar las consecuencias y caiga quien caiga. Si fuera uno a esperar a tener la verdad absoluta en la mano seria un necio". Pero por sobre todo, pienso que nos hemos congregado para atestiguar, con toda su validez universal, la pasi6n que nos impone perpetuamente el verbo de este gran poeta tragico,

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vcrbo a! cual, como lo demostramos con nucstra presencia en este rccinto, aportamos nucstra chispa propia en una hogucra que se renucva sola. Una pasi6n que nos acompana, desprcndida incluso de Ia existencia fisica de la obra de arte, y que se manifiesta en estas estremecedoras, palpitantes, alucinadas palabras: "Porque he aqui que Ia historia quitara a Mexico y a! pueblo de Mexico todo apoyo y sosten, el sosten del pan y el sosten del agua, el guerrero, el hombre de armas, el jucz, el profcta, el aclivino y cl anciano. Y les clara muchachos por principes y reinara sabre ellos el capricho, y las gentes se revolvenin los unos contra los otros, cacla uno contra su vecino, y cl joven se alzara contra el anciano, y el villano contra cl arist6crata. Y se echaran unos sobre otros dicienclose: tienes un manto en Ia casa de tu padre; ven y sc nuestro jefe, y toma en tus manos esta ruina. Y el otro aquel dia les respond era: no soy medico yo, y en mi casa no hay ni pan m vestido, no quiero ser jcfc del pueblo.

. .. Mi pueblo esta oprimido por caprichosos, y sc han apodcrado de el exactores. Pueblo mio, los que te guian te descarrian, han torcido el camino por que ibas . . . . .. Ay de los que dan !eyes inicuas y de los escribas que escriben prescripciones tiranicas para apartar del tribunal a los pobres de mi pueblo y conculcar el derecho de los clesvalidos, para despojar a las viuclas y robar a los huerfanos. ,: Que hareis el dia de la visitaci6n, del huracan que vicne de lejos? ,:A qui en os acogereis para que os proteja? ; Que sera de vuestros tesoros ?" Podrian ser palabras de Jose Clemente Orozco, o una glosa de sus murales, son en realiclad, con levisimos retoques, fragmentos de los capitulos 3 y 10 de Isaias. Porque Jose Clemente Orozco, el apocaliptico, tenia !a vision, el temperamento, ellenguaje, ]a intransigencia. Ia compasi6n, de un profeta del antiguo testamento. Para aflicci6n y fortuna de un pueblo, el nuestro que tanto ha batallado, que tanto ha pecaclo y que tanto espera de si mismo.

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Raul Garduno

NOCTURNO Tal vez recordaria el alma de esos barcos, la mole de piedra pensativa ante el mar que no tiene idea fija de la tierra, la ciudad hundida en la selva que una vez imagine, el primer rostro de nuestras vidas o de nuestras palabras. Ahora quisiera los sonidos de la gran nave que de pronto se detuvo en tu boca, el puerto donde su ruta no era y sin embargo se encontraba ahi; si no, tocar tu pie! a la entrada de la noche, la estatua de sal oscura, lubrica, su deseo mas eterno que su conocimiento. Esto seria si el golpe no fuera ese instante que recuerda, pues algo demuele hoy la intenci6n de hacer algo, algo, esa vaguedad preside los actos como si llegaran con los atuendos de la memoria y sus imagenes fueran seiiales de la misma ruina. La noche golpea en mi con su ruido publico, la escritura es cosa que mi coraz6n no entiende ; he visto a los comerciantes, a los oficinistas, y mis palabras han sido menos intensas que todo eso, y la olvidada Cruz del Sur ha caido en su propia forma, en su animo desmayado, en su vision desmantelada. Escribo con un dolor comun, mi pensamiento busca lo que ya nada significa, entro en mi cuarto como si regresara de un largo viaje y pregunto por el alma que ha movido estos ob jetos; no se si has sido tu, o el silencio que encontr6 aqui su mejor guarida, su mas brillante fortaleza . .. Una sombra en la pared, una sombra que conozco pero que me mego a traducir por su fugacidad, por su parentesco violento con el aire, por su fuego al pie de la malicia con que pongo tu nombre sobre la nada, sobre la musica mud a de las horas ; una sombra,

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un pedazo de muerte a mi !ado, de alguna manera golpeando mi fuerza, desarticulando mi vida, transfigurando cl punta en que se apoya mi mirada ciega. El cuarto que espera a quien sali6 haec unas horas, Ia gente inventando tu existencia con cada rnovirniento, Ia ventana golpeada por lo que mira al traves de si misma, Ia tarde, el pensamiento vencido, el adios de alguien que no conocemos, Ia vida que suefia en las esquinas mientras pasa el sol con ademanes de quien recuerda el afio de su muerte, el Iugar de su entierro, los ojos abiertos siguiendo a Ia noche, el tiempo que todo lo tiene y por lo mismo su todo es nada ; ique dirias hoy? ique canci6n pondrias junto a tu alma? Serias de nuevo junto a Ia musica para inventar tu cuerpo y tu desnudez. Nada que pueda ser dicho: somas el polvo que almacena cpocas pero que nada sabe de elias. Vuelven a mi las bestias que cargan Ia maldici6n, las palabras solas al pie de tu pie! contandose Ia historia de su anterior existencia, esbeltas y malignas, siempre en esa confusa manera de mirar que tiene el otofio cuando pasa sobre las ciudades; las palabras que tornan el silencio en cuya sombra hemos caido y hablan de sitios donde s6lo el amor sc ha visto, las palabras entrando en sus mansiones para fun dar Ia acci6n festival de tus 6rdenes; Ia otra palabra, Ia que nada explica, Ia palabra que devora a Ia siguiente y no nos deja tocarla, ni oir, a! menos, su propia voz. Con ella daria cuenta de lo que vi en tus reinos, ella eres ahara ocupando el sitio de su devenir, escondida en su propia nostalgia, pues todo cs ya el recuerdo que Ia nada cumple conmigo, aunque te espere en esa antigua vecindad de Ia luz, en Ia noche incendiada sabre los barrios, los pasillos donde tu voluntad se levanta como pajaro extrafio, como esa nada que me impide los filtros de luz donde Ia tarde se present6 ciertamente y me dijo en secreto el nombre que tu le habias dado para que yo te encontrara.

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INES ARREDONDO

RiO SUBTERRANEO He vivido muchos afios sola, en esta inmensa casa, una vida cruel y exqulSlta. Es eso lo que quiero contar: la crueldad y la exquisitez de una vida de provincia. Voy a hablar de lo otro, de lo que generalmente se calla, de lo que se piensa y lo que se siente cuando no se piensa. Quiero decir todo lo que se ha ido acumulando en un alma provinciana que lo pule, lo acaricia y perfecciona sin que lo sospechen los demas. Tu podras pensar que soy muy ignorante para tratar de explicar esta historia que ya sabes pero que, estoy segura, sabes mal. Tu no tomas en cuenta el rio y sus avenidas, el sonar de las campanas, ni los gritos. No has estado tratando, siempre, de saber que significan, juntas en el mundo, las cosas inexplicables, las cosas terribles, las cosas dulces. No has tenido que renunciar a lo que se llama una vida normal para seguir el camino de lo que no comprendes, para serle fiel. No luchaste de dia y de noche, para aclararte unas palabras: tener destino. Yo tengo destino, pero no es el mio. Tengo que vivir la vida conforme a los destinos de los demas. Soy Ia guardiana de lo prohibido, de lo que no se explica, de lo que da vergiienza, y tengo que quedarme aqui para guardarlo, para que no salga, pero tambien para que exista. Para que exista y el equilibria se haga. Para que no salga a dafiar a los demas. Esto me lo ensefi6 Sofia, a quien se lo habia ensefiado Sergio, quien a su vez se lo plante6 al ver enloquecer a su hermano Pablo, tu padre. Siento que me toc6 vivir mas alia de Ia ruptura, del limite, en ese lado donde todo lo que hago parece, pero no es, un atentado contra Ia naturaleza. Si dejara de hacerlo cometeria un crimen. Siempre he tenido la tentaci6n de huir. Sofia no, Sofia incluso parecia orgullosa, puesto que fue capaz de construir para la locura. Yo solamente hago que sobreviva. Para que no tengas que venir a verlo tratare de explicarte lo que Sofia hizo con esta casa que antes fue igual a las otras. Es facil reconocerla porque esta aislada, no tiene continuidad con el resto: por un lado la flanquea el gran baldio en el que Sergio no edific6, y por el otro las ruinas, negras, de la casa de tu

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padre. Fuera de eso se ve una fachada como tantas otras: un zagu{m con tres ventanas enrejadas a Ia derecha y tres a Ia izquierda. Pero dentro esta Ia difcrenCia. Es una casa como hay muchas, de tres corredores que forman una U, pero en el centro, en Iugar de patio, esta tiene una esp!t~ndida escalinata, de peldaiios tan largos como es largo el portal central con sus cinco arcos de medio punto. Baja lentamente, escalon por escalon, hace una explanada y luego sigue bajando hasta lo que en otro tiempo fue Ia margen del rio cuando venia crecido. No te puedes figurar lo hermosa que es. A Ia altura de Ia explanada fueron socavadas cuatro habitaciones: dos de cacla !ado de Ia escalinata, asi que quedaron debajo de los corredores laterales y parece que siempre estuvieron all!, que soportan Ia parte de arriba de Ia casa. Quiza sea verdad. Estas cuatro habitaciones estan ricamente artesonadas: Sofia penso que ya que no podia tener comodidades tu padre, ni siquiera muebles, debia disfrutar de algun lujo extraordinario. Son cuatro habitaciones, pero en realidad se ha usado unicamente una, la primera a Ia izquierda, segun se baja al rio. No he dejado de pensar en Ia razon que movio a Sofia para hacer que construyeran cuatro, una para cada uno de nosotros, o si simplemente las necesidades de proporcion de Ia escalinata y la explanada en que estan colocadas necesitaron de ese numero. En una de elias estuvo tu padre cuando a Sergio y a Sofia les parecio que debian de construir aqui un Iugar para el, un Iugar unicamente suyo en el mundo. Ninguno de ellos salio de aqui para traerlo, pero luego cuidaron de el sin escatimar ning{m dolor. Escucharon atentamente sus gritos inhumanos, se centraron en ellos. Que escapara del cuarto artesonado no fue culpa de nadie. Posiblemente p!enses que alguien dejo Ia puerta abierta o Ia !lave a! alcance de su mano, pero si hubieras visto alguna vez Ia llegada del rio crecido, oido como su ruido terrestre como un sismo llena el aire antes de que puedas ver la primera y terrible ola que arrastra ya casas, ganado, muertos, sabrias que el tuvo que salir de ese cuarto como el rio de su cauce, y destruir y destruirse para que Ia vida otra, ajena y la misma, tu vida quiza, pueda volver a empezar. Si entendieras esto sabrias que el que incendiara una casa, Ia que le habian heredado, no fue una casualidad, ni que el que el muriera entre sus llamas lo es. Tu, por ejemplo, puedes encargar a alguien que venda ese baldio, pero pensar que aqui hay una casa a tu nombre, te haria venir. Por esto no sera para ti esta otra que habitamos ahara, eso lo arregle ya. Pero si te pertenece el terreno de Sergio, porque no tienes que verlo. No quiero relatarte Ia muerte de tu padre, tampoco Ia de Sergio, solo sugiero que aprendas a verlas de otra manera, y para el!o te estoy contando esto otro, Ia vida que tuvimos. Se podia sentir, a Ia luz del quinque, bajo Ia pie! palida de las comisuras moviles, en Ia quietud ferrea de las manos sobre el regazo, un opaco zumbido de lucha que llenaba el silencio de Ia sala, de Ia casa, de Ia noche. Ellos eran mis hermanos, pero yo aun no entendia. Eran mas bien hermanos, muy hermanos entre si. No tenian ning{m parecido fisico, aparte el cuerpo delgado y la pie! que parecia transparente en los parpados. Sin embargo, ellos sacaban el acuerdo de Ia diferencia aparente: el ritmo a! que se movian; las manos; los profundos ojos extaticos, encharcados, les daban una semejanza muy grande, por encima de los ras-

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gos y colores. Tambien su edad y su educaci6n eran diferentes, pero nadie lo hubiera creido. Ese voluntario parecido fue una defensa que levantaron. Pero ya te dije que no te hablare de esa lucha mas de lo estrictamente necesario. En realidad todo comenz6 antes de que yo pudiera entenderlo y te lo transmitire de acuerdo con mis recuerdos, no con el tiempo ni los razonamientos. La noche del saqueo para nosotros transcurri6 de un modo diferente que para los demas: nos quedamos ante Ia ventana de par en par, mirando hacia afuera, y nuestro zaguan fue el {mico que nadie golpe6 porque Sergio, en cuanto oy6 los gritos que venian por el camino de la Bebelama, fue, caminando despacio, y lo abri6, encendi6 las luces por toda la casa, revis6 su corbata ante el espejo del corredor, y se coloc6, con Ia espalda negligentemente pegada al marco de la ventana, a esperar. Sofia fue a sentarse en el poyo y no cruzaron palabra. Yo los vi entrar a la plaza: a pie, a caballo, gritando y disparando, rompiendo las puertas, riendo a carcajadas, sin motivo, y tuve miedo; me acerque a Sofia, le tome una mano y ella me sonri6 y me sent6 a su !ado; luego se volvi6 para seguir mirando. A empellones sacaron a! senor cura por las arcadas de la sacristia. Me clio dolor ver su cara palida y desencajada pasar de la luz a la sombra, de una risotada a un golpe, a una palabrota, tropezando con las macetas, haciendo chillar a los canarios. Si la ves ahora, de manana, esa misma sacristia con arcos, no te lo podras imaginar. Solo frente a las llamas se ve el Iugar tan grande que ocupa Ia sombra de un hombre.

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-Estos s6lo quieren el dinero. Pero a el le gusta hacerse el martir. Detesto a los martires --di jo Sergio-. Yo senti su desprecio hacia aquella cara pal ida, conocida, que habiamos visto todos los dias, desde que nacimos, y que sufria. Me estremeci violentamente. Sofia apret6 mis dedos con firmeza y me puso Ia otra mano en el hombro. Cuando entraron en nuestra casa yo temi que advirtieran la curiosidad casi ir6nica en los ojos de Sergio, y hubo uno que se le plant6 enfrente y estuvo a punto de decir algo. Si Sergio hubiera sonreido o cambiado, no se, pero el sigui6 igual, mirando al otro con sus ojos con un punto dorado en el centro, y el otro se fue y acuchill6 un sofa. Todavia esta aqui, desteiiido y con la borra de fuera, y es muy sedante mirarlo, no se por que, quiza porque no grita y esta igual desde hace treinta aiios. Ahara me imagino que debimos de parecer un retrato de familia, los tres en el marco de la ventana, pero en ese momento fue la primera vez que senti que estabamos, yo tambien, aparte, y que no podian tocarnos. Del otro !ado de la plazuela, Rosalia chillaba y un hombre la perseguia. Mas que los balazos, se oian los chillido:; de las mujeres, muy agudos. De nuestra casa se fueron pronto en realidad, porque nada estaba bajo llave. Eso Sergio lo debi6 hacer dias antes y sin que lo notaramos, o quiza mientras encendia todas las luces, como si dieramos una gran fiesta. Salieron pronto, sin hablarnos, y lo que se llevaron lo fueron dejando abandonado por las cantinas y las calles, pero nosotros nunca hicimos nada por recuperarlo, se entendia que ya no era nuestro. -Crei que seria otra cosa -dijo Sergio, cuando comenz6 a hacerse el silencio y una luz plomiza en el cielo me dio nausea. AI pasar, acarici6 el quinque-. Que bueno que nadie vio lo hermosa que es su luz rosada -dijo. Cerr6 la puerta y nos fuimos a dormir. En las naches siguientes, mientras pasaban las rondas y se oian los "quien vive", algun disparo y a los perros, Sergio le explicaba a Sofia las diferentes fiestas de los diferentes dioses. "El desorden sagrado", recuerdo que dijo, y cosas asi. Podria citarte mas frases, pero las frases no importan. Es extraiio que lo que le dolia de aquella noche no era ni lo del senor cura, ni lo de Rosalia, ni lo de los colgados, era que Ia alegria de aquellos hombres era falsa, que se equivocaban, que en Iugar de aquellas carcajadas huecas hubieran debido gritar, dar de alaridos, y matar, y robar, con verdad, con dolor, "porque era lo mas parecido a una fiesta". Y era verdad que estaba triste por aquellos hombres. No aprendimos de revoluciones por aquella revoluci6n, sino de cultos, de ritos y de dioses antiguos. Fue asi como el nos enseii6 tantas casas: para en tender otras, pero no las semejantes, sino las que podian explicarlas. El podia decirte, por ejemplo, que tu madre lo era por haberte parido, pero que una verdadera madre es Ia que te escoge despues, no por ser su niiio, sino por ser como eras; por eso encontraba natural que una reina odiara o despreciara a su hijo desde chico. Por ahi leimos historia de Francia, lo recuerdo bien. En realidad Sofia y yo estudiabamos lo que se iba ofreciendo -como tema o como ejemplo- y el hablaba de ello con nosotras por la noche, sin plan, sin ton ni son. No era un profesor, ni le gustaba escucharse, buscaba titubeando, rehacia argumentaciones; ya te lo dije: rastreaba, a veces delante de nosotras, en voz alta. Pero las noches en que estaba callado y sombrio, ~que buscaba? A la luz del quinque oi hablar de ti, de Pablo, tu padre, que se fue siendo tan joven que yo apenas podia recordarlo. Tu eras un bebe y tu padre estaba ya en un sanatorio. No te conoci6. No te acerques ahora a el. Recuerda que no es mas que un muerto.

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Tambien oia hablar de Ia escalinata. La llama no parpadeaba, se mantenia quieta, y su claridad tenue ponia tonos d.lidos en Ia pie! palida de mis hermanos. Sofia cosia o bordaba, mientras Sergio sostenia un libro en las manos; a veces leia un poco. Los oi hablar en voz baja de ustedes, de Ia locura, como si todos fueran recuerdos. Sofia recibia las cartas por Ia manana, pero acostumbraba esperar hasta Ia noche para contarnos suavemente, como si fuera una vieja historia, que Pablo tenia trastornos muy extrafios o que se habia hecho necesario internarlo en un manicomio. -Pablo siempre fue alegre, ruidoso, le gustaba cantar y levantar en vilo a nuestra madre para darle vueltas y que diera grititos mientras el reia. Alegre y fuerte, muy fuerte. 0 quiza Io veiamos asi porque era mucho mayor. Pero ahora dicen que se ha tornado violento, que hay momentos en que destruye todo lo que encuentra, y que quiere matar. La fuerza y Ia alegria juntas, mas una exasperaci6n que corrompa y desvirtue Ia alegria, pueden transformarse en violencia, ,: o es Ia c6Iera sola Ia que se apodera y enceguece toda Ia vitalidad de un hombre? ,:De d6nde viene esa c6lera y por d6nde se filtra, desde que Iugar acecha? Cae sabre el como un rayo, lo posee como un demonio y el no es mas que el mismo, y hay que encerrarlo en Iugar seguro, en un manicomio, donde hay gente que conoce ese deseo de destrucci6n y que no le teme. Asi contaba las noticias. Sergio callaba y ella seguia hablando, Io interrogaba dulcemente hasta que el principiaba a hablar de Ia locura, de Ia escalinata, o de las casas o las personas, siempre en un tono amable y como si ellos estuvieran aparte y lejos. Despues, cuando creci un poco mas y Sofia me instruy6, supe que ella empleaba todo el dia para buscar el modo, las palabras para decir las casas, tomando siempre en cuenta, en primer Iugar y antes que nada, Ia angustia de Sergio. -Hay que contenerse. Ser conscientes, perfectamente l{~eido, dar a los hechos, los sentimientos y los pensamientos Ia forma adecuada, no dejarse arrastrar por ellos, como se hace comunmente. Sergio me hablaba de eso en sus cartas, desde Europa, antes de regresar, y entonces era nada mas Ia necesidad de ajustarlo todo a proporciones humanas, porque Ia desmesura es siempre mas poderosa que el hombre; era una disciplina personal, casi un juego, pero cuando me habl6 de su angustia, de que se le metia en el pecho y no lo dejaba pensar, ni respirar, porque lo iba invadiendo, poseyendo desde esa herida primera que es igual a un cuchillo helado en un costado del pecho, comprendi que a eso debia aplicarse todo lo que sabre Ia importancia de Ia forma me habia ensefiado, y asi, entre los dos, buscamos las palabras tibias que calientan Ia herida, y nos prohibimos cualquier expresi6n desacompasada, porque el primer grito dejaria en libertad a Ia fiera. Aunque en aquella epoca yo todavia iba a Ia escuela y visitaba a mis primas, me di cuenta desde el primer momento de que no debia emplear ei lenguaje de mis hem1anos, ni aludir jamas a las conversaciones que habia en casa. ",: Por que no van nunca a las fiestas?", me preguntaban los parientes. "No se deben dejar abatir por Ia desgracia de Pablo", agregaban. Yo no podia decirles que ellos no se dejaban abatir, sino que a! contrario, estaban alerta, y no podian desperdiciar ni un instante su atenci6n porque debian estar en guardia precisamente contra esa desgracia. "i No! ,: Por que Sergio? El medico puede decir Io que qui era, porque es un triste medico de pueblo. Todo quiere simplificarlo, cree que lo que Sergio tiene es melancolia, ignora lo que es Ia angustia. "Sergio decia: 'Quiero encontrar una cosa tersa, arm6nica, por donde se deslice mi alma. No estos picos, estas heridas inutiles, este caer y levan tar ; mas alto,

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mas bajo, chueco, casi inm6vil y vertiginoso. i Te das cuenta? Siento que me caigo, que me tiran, por dentro, i entiendes?, me tiran de mi mismo 'y cuando voy cayendo no puedo respirar y grito, y no se y siento que me acuchillan, con un cuchillo verdadero, aqui. Lo llevo clavado, y caigo y quedo inm6vil, sigo cayendo, inm6vil, cayendo, a ningun Iugar, a nada. Lo peor es que no se por que sufro, por quien, que hice para tener este gran remordimiento, que no es de algo que yo haya podido hacer, sino de otra cosa, y a veces me parece que lo voy a alcanzar, alcanzar a saber, a comprender por que sufro de esta manera atroz, y cuando me empino y voy a alcanzar, y el pecho se me distiende, otra vez el golpe, Ia herida y vuelvo a caer, a caer. Esto se llama Ia angustia, estoy seguro.' "i Que tiene que ver esto con Ia melancolia? Yo puedo entenderlo, sentir en mi la angustia de mi hermano cuando habla de la caida y sus dedos se enfrian de golpe y se quedan pegados a los mios con un sudor de agonia identico al sudor de mi madre aquella tarde en que le enjugue Ia frente y ya no lo sinti6. Si Ia angustia y el remordimiento gratuitos son Ia locura, todo es demasiado facil y resulta monstruosamente injusto que Sergio sufra tanto por nada. La locura seria entonces no mas que un desajuste, una tonteria, una pequena desviaci6n de camino, apenas perceptible, porque no conduce a ninguna parte; algo asi como una rapida mirada de soslayo. No puede ser. i Por que Sergio? "Le hace falta apoyo. Algo real, material, a lo que pueda agarrarse." Asi invent6 Sofia Ia escalinata, o mas bien, hizo que Sergio Ia inventara. Lo oblig6 a imaginarla, y despues a calcular, a medir peldano por peldano Ia proporci6n, el terreno, el declive, el peso de Ia casa, que debia quedar alla arriba, firme, como si ella y Ia escalinata fueran Ia misma cosa y pudieran vivirse al mismo tiempo. Ellos lograron en parte su prop6sito. Es verdad que cuando entras a Ia casa y atraviesas por primera vez el pasillo y el portal, te detienes al borde de Ia escalinata como al borde de un abismo, con el pequefio terror de haber podido dar un paso mas, en falso. Pero al ahogar ese pequeno grito que nunca se ha escuchado y que s6lo parece el ruido del corte brusco de Ia respiraci6n, todos los visitantes han tratado de expresar asombro y no miedo. i Por que miedo? Asombrarse en cambio es natural, pues no esperaban encontrar eso ahi, es decir, el patio que se ha hecho escalinata sin que nadie sepa por que y, principalmente -todos han dicho lo mismo-- porque Ia belleza y la armonia siempre asombran, cortan el aliento. Belleza y armonia sac6 Sofia de la angustia de Sergio, para que el supiera

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que las tenia, que estaban en el a pesar de Ia angustia, pero tal vez tambien para verlas ella misma y dar a todos una prueba palpable, material, de que el cerebro de su hermano funcionaba mejor que el de todo el pueblo junto, pues es cierto que entre todos no hubieran podido crear esa bellisima, suave pendiente blanca, que baja hasta Ia antigua margen del rio con mas elegancia que Ia de una colina. No, Sofia no pensaba en el pueblo, no queria demostrar nada a! pueblo, pues cuando le preguntaron sobre la escalinata, i para que?, se limito a alzarse de hom bros e ignoro Ia pregunta. Sin embargo, jamas desecho la oportunidad de que cualquiera fuera a ver la escalinata, y espio siempre con satisfaccion el momento en que Ia respiracion se cortaba. "Sin levantar los parpados puedo mirarlo, contemplar su cuerpo delgado recortado contra los arcos. Sin dejar de bordar lo miro hacer como que ve a los obreros que trabajan. Se queda con los ojos fijos y se que tiene las manos heladas. Son las cinco de Ia tarde, ha terminado Ia hora de Ia siesta, pero el no ha dormido, hace mucho que no sabe lo que es dormir; se tira en Ia cama y mira el techo con los ojos muy abiertos y vacios. Son las cinco de Ia tarde y estamos t!n 路junio, el sol todavia esi:a alto y cae sobre el con su luz que anula, con su calor que destroza, pero Sergio no se da cuenta, esta alii, parado, haciendo como que mira a los obreros, impecablemente vestido de lana gris y con una corbata plastron. Guinto esfuerzo. Quiza en eso consista: en llevar el esfuerzo hasta un limite absurdo, buscando con firmeza lo que esta al otro lado del limite. Tenia que levantarse de la cama, salir del cuarto e inspeccionar los trabajos, tenia que hacerlo y no lo olvido cuando estaba con los ojos fijos en el techo. i Como pudo recordarlo? i Como arrancarse de ese punto fijo? Ni yo misma se lo que cada dia le Cuesta eso, pero ]o hace, y mas, mucho mas: se bana, se viste, Se peina, se perfuma como si Ia cita con ese pequeno deber fuera con el deber personificado. Y ahora se esta ahi, aplastado por el sol sin saberlo, es decir, intacto, mirando sin mirar. Pero esta noche, cuando yo se lo pida, se lo suplique, se lo exija, sabra cuanto se ha avanzado, por donde, y si el trabajo va bien. Manana en Ia manana lo obligare de nuevo a bajar hasta el rio para que vuelva a calcular el problema del suelo arenoso. Es cruel, cruel para mi verlo entrecerrar los ojos como si lo estuviera pinchando, verlo apretar Ia boca, o mantener la frente lisa a punta de vo路 luntad, para demostrarme que no sufre. Si, mantiene tersa Ia frente para tranquilizarme. "Sergio, si te es tan facil calcular, si con inclinarte y palpar Ia tierra 'Ia reconoces, si al mirar el rio puedes, de pronto, aunque apenas, sonreir, i por que no lo haces siempre, todos los elias? No, entiende, no quiero que aceptes las cosas como son, porque ahi estan, quiero que estes tu entre ellas, para eso, para nombrarlas, para sonreirles. Sergio: i Mirame! ... Perdona, ya se que me reconoces, pero me da miedo, un miedo mortal pensar que un dia no me prestes atencion, como a los arboles, como a los albaniles . . . y, sin embargo, por Ia noche, si te atormento, sabes exactamente lo que hicieron y si estaba bien o mal. Es otra clase de atencion, me dijiste. iCon que miras?. . . Sergio: i mirame!" Sofia hizo bien en no permitir que a Sergio lo vieran los medicos. De tu padre se poco, no lo vi antes, ni cuando comenzo. Quiza el si era un loco de medicos, pero ellos sabian tan poco de su mal que le permitieron venir y contagiarlo a los hermanos que no se parecian a el, que eran hermanos entre si. Sergio enloqueci6 como ei cuando lo vio, cuando quiso entender. No es que tuviera piedacl, lastima tonta, solamente queria entencler. Pero es seguramente ese el camino justo que Ia locura misma ha trazado para sus verdaderos elegidos. Es necesario oir los gritos, los alaridos, sin pestanear, como hacia Sergio sin cansancio durante el clia y Ia

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noche. Habria que haber pensado en otra cosa. En cambio Sergio se quedaba fijo en el alarido bestial que recorria el silencio, que se extendia por la superficie de la noche. Si, eso si lo se: no la penetraba; la locura de tu padre gritaba para si misma, no le gritaba a nada. Si no lo hubieran hecho traer . . . Por lo menos Sergio no habria aprendido ese grito. El que lo perdi6. El grito, el aullido, el alarido que esta oculto en todos, en todo, sin que lo sepamos. Riego con movimientos lentos las plantas todas las tardes para no inquietarlo, para que no se despierte en Sofia, que ahora ocupa el cuarto artesonado que fuera de Pablo y de Sergio. Ella lo lanza y lo escucha, yo continuo regando mis plantas. Comprendo que tiene que lanzarlo, pero yo no debo tratar de entenderlo. No debo por ti, para que nunca tengas que venir, para que no te veas obligado a esta vigilancia que termina cuando no hay por quien resistir. No vengas nunca. Aun cuando te digan que yo deje de guardar, de estar atenta sin entregarme, aun entonces, no vengas. No quieras comprender. S6lo a ti te dire que quiza me he sostenido porque sospecho, con temblor y miedo, que lo que somos dentro del orden del mundo es explicable, pero lo que nos toea a nosotros vivir no es justo, no es humano y yo no quiero, como quisieron mis hermanos, entender lo que esci fuera de nuestro pequeiio orden. No quiero, pero la naturaleza me acecha. Porque en realidad, explicar: ~que explica un loco? ~que significa? Ruge, arrasa como el rio, ahoga en sus aguas sin conciencia, arrastra las bestias mugientes en un sacrificio ancestral, alucinado, buscando en su correr !a anulaci6n, el descanso en un mar calmo que sea insensible a su llegada de furia y destrucci6n. ~Que mar? Recoge su furia en las altas montaiias, se !lena de ira en las tormentas, en las nieves que nunca ve, que no son el, lo engendran viento y aguas, nace en barrancos y no tiene memoria de su nacimiento. La paz de un estuario, de un majestuoso transcurrir hacia la profundidad estatica. No balbucir mas, no gritar, cantar por un memento antes de entrar en la inmensidad, en el eterno canto, en el ritmo acompasado y eterno. Ir perdiendo por las orillas el furor del origen, calmarse junto a los alamos callados, al lamer la tierra firme, y dejarla, apenas habiendola tocado, para lograr el canto ultimo, el susurro imponente del ultimo momento, cuando el sol sea un igual, el enemigo apaciguado del agua inmensa que se rige a si misma. Desconfiado, ceiiudo consigo mismo, enemigo de todo, se entrega a! fin, en paz y pequeiio, reducido a su propia dimension, a la muerte. Apenas aprendi6 a morir matando, sin raz6n, para alcanzar conciencia de si mismo, en instantes apenas anteriores al desprenderse de su origen, de la historia que no recuerda, apaciblemente poderoso antes de entregarse, tranquilo y enorme, ensanchado, impotente ante el mar que no lo espera, que indiferente murmura y lo engulle sin piedad. Aguas, simples aguas, turbias y limpias, resacas rencorosas y remansos trashJ.cidos, sol y viento, piedras mansas en el fondo, semejantes a rebafios, destrucci6n, crimenes, pozos quietos, riberas fertiles, flores, pajaros y tormentas, fuerza, furia y contemplaci6n. No salgas de tu ciudad. No vengas al pais de los rios. Nunca vuelvas a pensar en nosotros, ni en la locura. Y jamas se te ocurra dirigirnos un poco de amor.

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LUIS MARIO SCHNEIDER

INVOCACION AL OUE para Margo

Que sera de ]a amante que sobre el reino rojo vive todavia y subira hacia la flor escalofrio de mi cilicio te escuchare esmeralda garza de roca relampago polar mordedura de nube dolor que deja el tiempo para cumplir las condenas

Amor al alba tuya al mediodia de mi madera para el barco que navegamos desnudos aceitados coronados saludados Que sera hoy de ti del piano verde de la medusa ciudadana de las habitaciones falsas de las frutas suavizadas y de esta paz sonambula de muertes arrecifes arenales lagos sumergidos Caminas como la puma hacia la patria transparente hacia los besos que desprenden anclas dagas orientales soles decorados

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Y entre nosotros Dios los salvajcs intocables con preceptos con rumores henchidos deslumbrados Pasara.n los fantasmas ( tantas veces nos dijimos) y tantos abandonos erguidos presentidos suntuosos abandonos como los barcos de papel de nuestra infancia Que sera ayer de ti de las tardes violetas de los miedos domesticados y de este tu jubilo risa tu jubilo lagrima tu jubilo fluvial hacia los junios errantes de las oscureciclas playas Que haremos con el olvido que nunca olviclo y con este tu amor apacible que encarcela soledades incandescentes soledades 48

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familiares soledades susurros soledades Nadie acompana a! tatuaje de los anos ni el ojo por el que aclamo ni el perfume mineral ni el ademan paladeado de de de de

tu tacto tu sangre tus suenos frescos tu recuerdo maldi to infiernos y descreencias

Que cual sera de ti de lo que obligas de volverme semejante militar voluntario musica y jadeo frente a la hecatombe de tu danza inmovil Y asi pueblan de fronteras los espejos de otros cuerpos delirio profetico blanco desollaclo Como sera de ti de este horario que tu v1enes ensordeces centelleas eriges pulsaciones transparentas Ia piedra pasmas los temblores resucitas incorporas la sal a la sed Ia sed al pulso Como es posible que Ia llaga sea un astra y refleje solo los naufragios Como hablar de Ia gloria de la de nosotros mejor de Ia mia路 patron de llaveros trasmisor del lenguaje m1smo de los m1smos elegidos Que emil sera despues que cual sera un cuento constelado amurallado incandescente acribillado acostumbnindose sindicandose en la piedad de todos los asombros 49

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I

VICTOR M. REYES .I

NUEVA CATALOGACION DE LAS PINTURAS DEL MUSEO DE SAN CARLOS

EmfJirismo ~~ czenna en los museos

Los esponsales de Sara y Tobias. Cuadro atribuido por Juan de M. Pacheco Abelardo Carrillo y Gariel, Fernando Leal, Dr. De Vries, Schwarsensky y Taylor a Giovanni Billiverti.

A medida que los museos se organizan bajo normas cientificas se enfrentan, entre otros, a dos problemas vitales. El primero es atender a Ia conservaci6n y restauraci6n de sus acervos. El segundo, clasificar, seleccionar y autentificar sus colecciones. Para dar correcta soluci6n a estos problemas se encomiendan a expertos profesionales preparados en institutes de ensenanza superior, con estudios cientificos, tecnicos y artisticos de acuerdo con la especialidad. A esta nueva organizaci6n se debe que las colecciones de los museos de pintura, sometidas a complejos estudios y reconocimientos en laboratories especiales hayan sufrido cambios en sus catalogos. Algunos cuadros considerados antes como an6nimos, al someterse a prolijos procesos de limpieza y examenes radiol6gicos, dejan aparecer despues de guitar las sucesivas capas de barniz, Ia firma a veces de un maestro de prestigio. Otras pinturas, en cambio, resultan ser copias o falsificaciones. En otros casos se comprueba que el cuadro no es de la mano de un pintor, sino que sali6 de su taller, hecho por alguno de sus alumnos que colabor6 con el y aprendi6 los secretos de su estilo y oficio. Estas rectificaciones, hechas en la mayor parte de los grandes museos, han hecho cambiar no una, sino varias veces, Ia paternidad y procedencia de las obras. Entre mas antiguas son las colecciones de pintura mas cambian los catalogos tradicionales. Con esto los museos ganan en nivel artistico y rigor hist6rico. Los expertos profesionales han sustituido a los artistas pintores a quienes antes se encomendaban las tareas de direcci6n, restauraci6n y catalogaci6n en los museos, tareas que desempeiiaban guiados unicamente por su pericia artistica, sensibilidad y su cultura espedfica. Ahora existen los laboratorios donde se investiga y se desarrolla Ia tecnica museografica que sustituye el empirismo por la ciencia.

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M adona con niiio a) Cuadro de Ia escuela italiana atribuido por Juan de M . Pacheco, Abelardo Carrillo y Gariel, Fernando Leal, Dr. De Vries, Schwarsensky y Taylor a Gentille Bellini b ) Cuadro de Ia escuela veneciana atribuido por Hans von der G able z C . a Cim ~ll l filillqi~9Asfi\ift8o. c ) Cuadro atribuido por J aromir Neumann a Giovanni Bellini o a uno de sus alum~~~~ Nacional de BellasArtes

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Magdalena con los angeles ( Colecci6n de J. A. Pani) a) Cuadro a tribuido por el Dr. At!, Juan de M. Pacheco, Abelardo Carrillo y Gariel, Fernando Leal y Dr. Bruno Ceri a Pierro Berritini da Cortona. b ) Cuadro atribuido por J a romir Neumann a Giro Ferri.

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Las pinturas europeas de las Galerfas de la Academia

Las antiguas Galerias de Ia Academia de San Carlos, recien trasladadas al nuevo Museo de San Carlos, en el Palacio de Buenavista, no podian ser una excepci6n a lo acaecido en otros museos y pinacotecas. La colecci6n de estas pinturas tiene su historia, pues se fueron integrando en el transcurso de largos anos, casi dos siglos. Su origen esta en los pocos cuadros de pintores espanoles y algunos europeos que el Rey de Espana Carlos III dona a Ia Academia recien fundada en 1783. La colecci6n fue aumentando con donaciones, custodias y compras de mas cuadros, tanto de Ia escuela mexicana como de escuelas europeas, hasta llegar a constituir la mas antigua y una de las primeras pinacotecas de America. En este largo proceso de acumulaci6n de obras, los documentos de procedencia con nombres de autores, escuelas y autentificaci6n de cada una de elias fueron perdiendose, y con ello, los fundamentos hist6ricos de Ia colecci6n. Solo se conservaron algunos documentos que, cuando lleg6 Ia hora de hacer el catalogo de las pinturas, testimoniaron datos exactos. Mas cuando los documentos correspondientes {altaban, se cay6 fatalmente en las atribuciones supuestas o tentativas. Catalogos y catalogadores

Sin embargo, es evidente que los cuadros d e Ia escuela mexicana fueron enjuiciados con certeza desde mediados del siglo pasado por algunos historiadores y escritores. Como se conocia su procedencia y casi todos ellos estan firmados, su enlistamiento fue y sigue siendo correcto. En cambio, los cuadros europeos no estaban debidamente registrados y se encarg6 el trabajo de catalogaci6n a quienes podian hacerlo en aquellos anos, en el primer tercio de nuestro siglo, a pintores de prestigio y amplia cultura, a escritores, literatos o criticos de arte. Cada uno hizo sucesivamente y a su modo, sus afirmaciones y emiti6 su juicio propio, unos con cautela y otros sin reserva alguna, como en el caso del Dr. Atl, a quien se deben apreciaciones err6neas que aparecen en el catalogo que redact6 para Ia primera colecci6n Pani y que despues se han corregido o aclarado. Ademas del Dr. At!, formaron catalogos Juan de M. Pacheco, conservador por algunos anos de las Galerias ; Abelardo Carrillo y Gariel, tambien conservador de las mismas ; el pintor Fernando Leal ; Luis Cardoza y Aragon y Xavier Villaurrutia, escritores y criticos de arte, y el inge~ niero Alberto J. Pani, que redact6 el catalogo de su segunda colecci6n de pinturas adquiridas en Europa para Ia Academia. Con los d atos aportados por estos catalogadores nacionales

fue integrindose una catalogaci6n que podemos llamar tradicional, y que por muchos anos ha sido respetada por ser Ia {mica fuente para la historia de las Galerias. Esta catalogaci6n sufri6 sus primeras enmiendas como resultado de los estudios que hicieron de las pinturas de la Academia, algunos historiadores y te6ricos del arte, europeos, que vinieron expresamente para ese objeto. Citaremos a Diego Angulo Iniguez, espanol y director del Museo del Prado, que en el capitulo dedicado a Ia pintura espanola en Mexico, del libro que escribi6 despues de su viaje, titulado La A cademia de Bellas Artes en Mexico. Arte en America y Filij;inas, rebate algunas de las clasificaciones h echas por nuestros catalogadores. Otro estudio sobre nuestra colecci6n se debe a Hanz von der Gabelentz, critico de arte aleman, autor del Iibro La Academia de San Carlos en M exico路, con juicios no solamente sobre las escuelas europeas, sino tambien de Ia mexicana. Este critico hizo tambien algunas rectificaciones a! cat6Iogo. Muchos otros estudios se han hecho sobre los cuadros de las Galerias de Ia Academia que no son propiamente una catalogaci6n. Urgencia de una autentificaci6n de tipo路 cient拢fico

AI trasladarse las pinturas al nuevo Museo de San Carlos, se plante6 Ia posibilidad de darles otra colocaci6n distinta a la que tenian antes. El actual director del Museo, Enrique F. Gual, acord6 una nueva distribuci6n, que si bien es cierto se basa en Ia catalogaci6n tradicional, hace algunas correcciones como resultado de sus propios estudios y de las observaciones que Ie hicieron algunos directores de museos europeos que visitaron las Galerias en los ultimos anos. Sin embargo, qued6 latente el problema de una autentificaci6n de caricter cientifico para terminar con las dudas acerca de Ia procedencia y paternidad de algunas obras que se exhiben y otras que se tienen en reserva. Las investigaciones del Dr.

Jaromir

N eumann

En un viaje que hizo en 1968 a Praga, Checoslovaquia, Jose Luis Martinez, Director del Institute Nacional de Bellas Artes, del cua:l depende el Museo, entr6 en contacto con las autoridades del I nstitute de Teoria e Historia del Arte, organismo de !a Academia Checoslovaca de Ciencias. En ese Instituto se han hecho varias investigaciones sobre pinturas de los siglos XVI a! xvm, que se encontraban olvidadas y que ahora redescubiertas se exhiben con orgullo en el Castilio de Praga, por ser de pinteres famosos.

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Galileo a) Atribuido por Juan de M. Pacheco y Fernando Leal a Ribera. b) Cuadra atribuido por Enrique F. Gual, Dr. De Vries, Schwarsensky y Taylor a Lucas Giordano. c) Nuevo titulo: Astr6nomo de Ia antigiiedad i Ptolomeo?, atribuido por Jaromir Neumann a Lucas Giordano.

El Director del INBA conoci6 entonces los trabajos del doctor Jaromir Neumann, Director del Instituto de Praga, y los procesos seguidos por el para descubrir y autentificar los cuadros y elaborar el catalogo cientifico de las pinturas del Castillo de Praga, considerado ahora como uno de los mejores trabajos sobre Ia materia. Con estos antecedentes, el senor Martinez invito a! doctor Neumann a venir a Mexico a estudiar Ia colecci6n del Museo de San Carlos y hacer el peritaje sobre los valores artisticos e hist6ricos de su catalogaci6n tradicional. Bajo los auspicios de Ia UNESCO fue posible el viaje del doctor Neumann para encargarse del referido peritaje. La estancia de seis semanas en el Museo, investigando en las salas y en las bodegas de reserva de obras, sirvieron a! doctor Neumann para apreciar Ia colecci6n en su conjunto, las cualidades particulares de cada cuadro, su historia, estado de conservaci6n, ubicaci6n, etc. Para cumplir con la tarea mas importante de su misi6n, esto es, establecer con una documentaci6n objetiva Ia atribuci6n profesional de cada pintura, su justo valor estetico e hist6rico, para clasificarlas por categorias y saber cuales son en verdad las que deben constituir el au-

tentico tesoro artistico del Museo de San Carlos, el doctor Neumann bien provisto de datos, bibliografia y fotografias especiales de todas las pinturas, se march6 a investigar a! Rijksbureau voor Kunsthistorishe Documentatie de La Haya, y a viajar por Espana, Italia, Paises Bajos y Belgica para estudiar en los museos que guardan pinturas de los maestros cuyas obras se conservan en el nuestro, para establecer comparaciones, verificaciones profesionales, recabar documentos para determinar en cada caso Ia comprobaci6n o rectificaci6n correspondiente en cuanto a Ia paternidad original de las pinturas de Mexico. Es obvio que un trabajo de esta magnitud, realizado bajo un riguroso planteamiento cientifico, como este del doctor Neumann, requiere alg{ln tiempo, ya que debe desplazarse a los museos donde existen indicios de comparaci6n. Por esta raz6n el dictamen final no ha sido terminado y es probable que el peritaje se lleve todo el presente ano. Pero es includable que a! terminarse se tendra un conocimiento mas preciso del valor de muchas de las pinturas de la colecci6n, y se contara ademas, con un cata!ogo cientifico que clara mas prestigio a nuestro Museo.

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Adelanto de conclusiones Como adelanto del resultado de su trabajo, el doctor Neumann ha comunicado a! director del INBA alguna de sus conclusiones mas importantes. Propone una nueva distribuci6n de los cuadros para exaltar el valor de las obras fundamentales de cada escuela y determinar asi el nivel artistico del conjunto. Sugiere asimismo Ia supresi6n de las obras de calidad inferior para que no ejerzan influencia en las obras notables y debiliten el nivel general de Ia colecci6n. Para esto sera necesario retirar algunas obras en exhibici6n para depositarlas en reserva. Y en cambio, como resultado de las atribuciones err6neas de algunos cuadros depositados, con cualidades valiosas, habra que restituirlos a los muros de exhibici6n en el Iugar que le seiiale una nueva clasificaci6n. El informe ya previene sobre algunas rectificaciones. Por ejemplo: el cuadro Madona con niiio atribuido a Gentille Bellini, escuela italiana, por Pacheco, Carrillo y Gariel, y Leal en sus estudio~ respectivos, y a Cima de Conegliano por Gabelentz, el doctor Neumann dictamina que dicho cuadro es una notable obra de Ia escuela veneciana y que, de acuerdo con las comparaciones y radiografia que se le hizo, se asemeja a las obras .autenticas del hermano del pintor citado, Giovanni Bellini, que se encuentran en El Louvre. La obra de referencia pertenece a este ultimo 0 a uno de sus alumnos. Otro cuadro, Magdalena con los angeles, procedente de Ia colecci6n Pani, que se considera como trabajo de Pierro Berretini di Cortona, afirmado asi por el Dr. Atl, Pacheco, Carrillo y Gabriel, y Leal despues de la investigaci6n del doctor Neumann en museos de Viena y en la Galeria Pitti de Florencia, lo atribuye, tanto por el estilo de las figuras como por los motivos caracteristicos de los plieges y por la expresi6n general de gracia y exquisita elegan-

cia decorativa, al alumno y colaborador de Cortona, Ciro Ferri. El dictamen ofrece, ademas, otros datos objetivos para fundamentar Ia nueva atribuci6n de esta pintura. Otras rectificaciones aparecen en Ia primera parte del dictamen del doctor Neumann, aunque tambien presenta ratificaciones a las atribuciones que aparecen en el catalogo tradicional de las Galerias. Tal es el caso del cuadro Los esponsales de Sara y Tobias, que Pacheco, Leal y Carrillo y Gariel atribuyen a Giovanni Billiverti, y que el doctor Neumann comprueba, despues de investigar el cuadro y el autor, que efectivamente se trata de una obra muy notable de este pintor, muy semejante a Ia tela Los angeles rechazando los presentes de Tobias, que se encuentra en la Galeria Pitti de Florencia. Este procedimiento de comparaci6n entre la obra que se encuentra en Mexico y las del mismo pintor en Europa siive a su vez para aclarar dudas. El cuadro Galileo, atribuido por Pacheco y Leal a Ribera, y que mediante un estudio estilistico del director del Museo de San Carlos, senor Gual, atribuy6 a Lucas Giordano, y que los especialistas europeos dudaban entre Ribera y Giordano, ha sido aclarado por el doctor Neumann, comparando esta pintura con otras de Giordano en Dresde. El estudio concluye en que esa obra no representa a Galileo, sino a un astr6nomo de la antigiiedad tal vez Ptolomeo, y que el autor de tan magnifica obra es efectivamente Lucas Giordano. Cuando se publique el catalogo cientifico que prepara el doctor Neumann quedaran completamente aclarados todos los problemas que hasta ahora ha confrontado la colecci6n de pinturas de nuestras Galerias, hoy Museo de San Carlos. Confirmar Ia paternidad, procedencia, estilo, etc., de las obras es posible en nuestro tiempo, gracias a los metodos modernos que emplean los te6ricos e historiadores del arte.

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Beatriz Espejo

LAS DULCES Habias oido hablar de Pepa Hernandez. Sabias que estudiaba en el Colegio Americana donde estudiaba tu sobrino; pero el nombre de Pepa era algo lejano y olvidado. La noche en que tu sobrino regreso despues de estudiar en el extranjero, se organizo una reunion aburrida para recibirlo. Una fiesta, como tantas otras, en que las gentes pretenden mostrarse contentas y comen y beben sin saborear y dicen frases ingeniosas y estupidas. Te sentiste sola. Siempre te sientes sola en las fiestas, sola y aislada. Buscaste inutilmente una silla donde sentarte. Todas estaban ocupadas. Fuiste hacia Ia escalera y te quedaste alii, ocultandote un poco. Te creiste desdichada. Pensaste que Ia desdicha te pesaba cada vez mas, un bloque, una piedra sobre el pecho ileiste eso en alguna parte? De cualquier manera Ia desdicha te pesaba y Ia idea de Ia piedra sabre el pecho ilustraba bien esa certeza agobiadora. Entre las figuras borrosas que parecian distorsionarse, empinar el coda, reir, rascarse Ia cabeza, distinguiste Ia figura de Pepa. (Hace meses el optometrista te indico Ia necesidad de cambiar de anteojos.) La viste caminar hacia ti, Ia oiste preguntandote cosas, Ia observaste mientras se sentaba en el mismo escalon en que te sentabas y mientras te observaba con aquellos ojos suyos negros y brillantes que se embellecian por segundos, con sus labios sosteniendo un cigarro, sus labios en torno a los cuales se marcarian pequeiias arrugas a! pasar el tiempo. Le contaste que eras maestra en una escuela para futuras maestras, que desde quince aiios atras acudias puntualmente a tus clases, que tus alumnas te admiraban parque siempre preparabas las lecciones y porque les dedicabas tus ratos libres. Pepa te escuchaba con sus ojos negros y hermosos muy abiertos y muy fijos en ti. Fumaba inquieta y, a su vez, te dijo que estuvo un aiio entero en San Francisco. Padecia una fuerte urticaria nerviosa que le desfiguro el rostro. Lejos de Mexico encontraba cierta tranquilidad. Luego regreso a casa de su familia y a esas fiestas que a ella tambien la aislaban. Alguien planeo seguir con Ia diversion en otra parte i por que no en el restaurante del Lago? La orquesta es buena y tras las vidrieras se ve una fuente que sube y baja y cambia de colores y de formas, un chorro liquido que se eleva. Invitaron a Pepa. Acepto. Te invitaron, pero con esa cortesia mexicana algo estupida, de cumplido, que de antemano te obliga a rehusar. Antes de salir, Pepa te clio una servilleta de papel en que escribio alga que intentaste leer sin resultado. Entendiste solo tu nombre, "Leonor", mezclado con palabras bon路osas como "gracias", "intensidad", "momentos". Sonreiste al reconstruir, entonces de memoria, los rasgos de Pepa, rasgos de extraiia nina Iucida y confusa, un poco todo junto. Por eso luego, cuando corregias los examenes de tus alumnas bajo las miradas de los doce ap6stoles retratados en una litografla de Ia "Oltima cena" que tu gusto de solterona conservadora y tradicionalista co1g6 en una pared cercana, no te sorprendio oir por el telefono Ia voz de Pepa que explicaba su necesidad de verte, de sentirse cerca de ti. Accediste a que desayunaran juntas y, aunque sabias que tu presupuesto reducido te impedia comer fuera de casa, llegaste puntualmente. Pepa te esperaba vestida de beige, con un sueter y una falda d e ese color, y con el corto cabello oscuro peinado atras de las

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orejas. Otras mesas estaban ocupadas por atletas alemanes que sin duda tomaban parte en alguna competencia. Metidos en sus chaquetas de pie! platicaban animados. Aunque Ia viste enseguida, Pepa te hizo senas con Ia mano para que Ia descubrieras espedmdote. De nuevo fumaba mucho y esta vez intentaba explicarte hasta el incidente mas pequefio de su propia historia. Te dijo que su urticaria era consecuencia de su estado emocional, que sus padres se empenaban en sostener un matrimonio incomprensible en el cual permanecian unidos sin dirigirse Ia palabra hacia cinco o seis afios, que ella principi6 a psicoanalizarse pero que el psicoanalista no habia conseguido gran cosa. Sus confesiones le salian de prisa como si las ideas se dieran tropezones. La veias fumar y sentias ternura por sus ojos de nina desvalida, por sus cabellos cortos, por sus ojeras. La juzgaste hermosa, con una hermosura distinta a Ia que notaste antes en otras mujeres. Tu mirada resbalaba sabre ella, notaste Ia comisura de los labios, los labios que se abrian y cerraban. Sus frases inconclusas no completaban las ideas. De pronto trat6 lo que realmente deseaba tratar, Ia experiencia que tres afios antes habia tenido con una amiga. Una experiencia amorosa que Ia afect6 terriblemente y de Ia que no se recuperaba. Su voz se volvia ligeramente ronca. Siempre ingenua, a pesar de tus cuarenta afios, comprendiste a! fin que en las confidencias de Pepa se planteaba una petici6n sobreentendida que te negabas a escuchar porque te comportaste como esas tias tuyas solteronas que te cuidaron de nina huerfana y pobre, porque mantienes presentes las ensefianzas de Ia doctrina, porque arraigaron en ti los ejercicios espirituales que el padre Mercado prepar6 para todo un grupo de senoritas quedadas a quien explicaba que Dios no las guiaba por el camino del matrimonio porque las destinaba a cosas mejores. Pero tu recuerdas ahora con una gran precision que en ese momenta pusiste tus brazos sabre tu vientre celibe y sentiste enorme piedad de ti misma. Por todo eso y por muchas otras casas inexplicables te negabas a escuchar a Pepa. Ella te pregunt6 Ia raz6n por Ia cual no te habias casado. Le hablaste de aquel maestro de musica que conociste en Ia misma escuela donde trabajas, aquel hombre viudo que se fue a vivir a Michoacan. "Quiza alguna vez pude ser feliz, pero no supe c6mo", dijiste. Pepa te mir6 con sus ojos muy abiertos y te contest6 que tal vez tuviste Ia felicidad muy cerca sin saberla detener. Nuevamente notaste en sus palabras una especie de insinuaci6n velada que advertias a pesar tuyo. "Hay gente que Ia quiere y usted no se deja querer", te dijo. Su voz te pareci6 un hilo apenas perceptible. "Tal vez, si", respondiste. Notaste que Pepa se quedaba triste y que empezaba a hablar poco y a mirarte con sus ojos suplicantes y humildes. No acertabas a tamar una actitud inteligente y, con un arranque de ternura reprimida, le explicabas que ella era una muchacha joven que podia escoger y amar a cualquier hombre, a un hombre como esos atletas alemanes que estaban en las mesas de junto. Pepa casi no te oia, adopt6 una actitud curiosa, como si Ia hubieras defraudado. Nuevamente te pareci6 muy bella y hasta deseaste tocarle Ia cabeza y mirada detenidamente, pero advertiste que tu tiempo se agotaba y te despediste para llegar a Ia escuela y dejaste a Pepa sola en Ia salita del restaurante, aunque antes de salir te volviste para verla y Ia recuerdas inclinada sabre su taza de cafe moviendo el fondo con Ia cucharilla. AI llegar a tu clase, a! abrir Ia puerta, te sorprendiste a ti misma porque tarareabas una canci6n mientras pensabas en los ojos negros y tristes de Pepa. Tus alumnas te encontraron risuena y Ie dijiste a Patricia que le sentaba bien ese peinado, a Martha que ese dia le quedaban las pestafias rimeladas, a Bertha le aseguraste que eran bonitas sus medias color carne. Todo esto cuando pasabas lista y te interrumpias y tus alumnas comentaban tu amabilidad, y tu te descubrias a ti misma porque hasta ese momento no te habias dado cuenta.

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HECTOR VALDES

CUATRO POEMAS

?

I

Con pisadas de gato el silencio de toda !a ciudad entra en la casa. Y se instala tambien en los retratos. Es el senor que vuelve para imponer el orden, y graba sobre el polvo de la mesa palabras que son luto de palabras. Todo objeto es ahora camino del silencio; el libro esta cerrado y hasta el lapiz es c6mplice cuando sobre el papel deja s61o la huella de otro silencio mas que nunca esclavo.

II Otra vez la nostalgia. Pajaro consumido en su lumbre de cantos. Ola inmensa que ahoga el coraz6n del mar. Atardecer que empieza en el hondo horizonte de tus ojos. El viento se desboca en un campo sin arboles. En el libro se cierra la imposible canci6n. Tu nombre se ha olvidado de repetir tu imagen. La ventana se abre de par en par al campo. La cabeza se apoya en un hombro invisible. Y dan ganas de no despertar al coraz6n.

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Ill Dies irae Hay un terrible mar que golpea Ia playa delicada y sumisa de tu cuerpo: mi sangre. Hay un cielo colt~rico que devasta Ia tierra de fuego de tu noche: mi insomnio desbocado. Hay perfume y veneno que mana de la herida nocturno de tu abrazo: boca que injuria y sana. Hay un dia de muertos que nos junta en Ia aurora: el instante infinito que nos convierte en uno. Y hay un dia de ira: Ia fecha de ceniza en que nuestro silencio anticip6 el olvido.

IV Escucha. Los pasos de Ia Muerte se arrastran por el pavimento insomne, errabunda sorprende a aquellos que no tienen a quien contar su historia. Escucha. Cansados y en sordina los pasos de Ia Muerte rondan por los rincones ultimos del alba, por los templos desiertos en que los peregrines buscaron a sus dioses. Tras los cristales de Ia casa Ia l\rfuerte mira, pero no es a nosotros. En sus ojos helados vaga un recuerdo triste. Amanece otra vez. Ninguno de los dos dice Su nombre, y entre nuestros silencios retorna a la memoria como las notas de una melodia.

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JUAN GARCiA PONCE

LA VIDA PERDURABLE [FRAGMENTO DE NOVELA]

A MICHELE Es el alma una cosa ajena en Ia tierra. Georg Trakl Poem as -~De veras quieres venir? -Si tu quieres, si. -Yo si quiero. -Entonces, vamos. Desde el principia, Virginia habia mostrado Ia misma docilidad. EI Ia contemplo, como si de nuevo necesitara poner una minima distancia entre los dos para comprender esa entrega sin entrega, a base de no mostrarse a si misma, a Ia que ella habia cedido enteramente con una imposible y oscura voluntad de perderse. Y sin embargo, su figura definida y rotunda bajo Ia cambiante luz que a traves de los arboles del parque ponia distintos reflejos sobre ella, tenia un peso y una gravedad secretamente abiertos y femeninos. Estaba alii frente a el y muy cerca, con su cara sin edad, dulce y resplandeciente, enmarcada por Ia suave ondulacion de su pelo rubio recogido con un broche que lo cefiia detras de su nuca para dejarlo caer despues libremente sobre su cuello, con sus pechos pequefios y su tronco demasiado esbelto en relacion con Ia amplitud de sus caderas y Ia seguridad con que sus piernas prolongaban el trazo de estas, y esa docilidad anulaba el espacio entre los dos, como si ella no quisiera existir mas que a traves de el. Pero, por esto mismo, Ia de.cision de hacerla entrar al fin a su mundo parecia mucho mas dificil. Virginia no correspondia a ninguno de los datos exteriores que debian calificarla. En tanto, Ia tarde, como ellos, parecia haberse detenido sabre Ia ultima frase de su conversacion. A su alrededor, los altos arboles inmoviles, el suave cesped que recogia el juego de Iuces y sombras, y los fragiles macizos de flores sostenidos en el milagro de su sobrevivencia, permanecian a Ia expectativa. El

dudo un instante mas, reprimiendo ei impulso de tender un brazo hacia ella y abrazarla para tenerla otra vez unida a su cuerpo en medio del vacio, como acababa de sentirla un eterno momenta atras, desnuda y verdadera, en el ajeno cuarto del hotel del que, igual que otras muchas tardes, acababan de salir. Virginia parecio advertir su gesto, pero paralizada como los arboles en su propia realidad, no hizo nada para que este Ilegara a completarse. Todavia no habia pasado un mes desde que se conocieron en Ia casa de unos amigos comunes. El penso entonces que era un encuentro como cualquier otro. Sentada en uno de los sillones de Ia sala discreta e indiferenciada de Ia casa de sus amigos, en la media luz del atardecer que Ia hacia aparecer mas borrosa aun, Virginia se veia perfectamente natural en ese ambiente que le prestaba su seguridad. Casi no se movio para dejar su mano en Ia de el cuando los presentaron y luego apenas intervino en Ia conversacion. Como ei tiempo, las palabras pasaban por encima de ella sin tocarla y aunque su belleza no le fue indiferente en ningun momenta, el llego a sentirla como un objeto mas entre los distintos muebles de Ia sala en Ia que se desarrollaba Ia improvisada reunion. Pero esto Ie permitio recuperar Ia confianza que por lo general perdia ante cualquier desconocido. Luego, a! despedirse, Ia duefia de Ia casa Ie habia preguntado si podria dejar a Virginia de paso. -Tenian que reunir a los dos solitarios de Ia reunion a! final ~no le parecio? -dijo ella en el cache. -Yo no soy un solitario -contesto el, turbado, como si de pronto alguien del que no esp~raba ninguna comunicacion hubiera descubierto con demasiada facilidad uno de sus secretos. -Yo tampoco -siguio ella-. Tengo una hija.

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Estaba sentada en el extrema derecho del asiento delantero del coche, lo mas lejos de el que era posible, y sin embargo el sinti6 que entre los dos se abria una intimidacl que no deseaba. Atento al camino, sin mirarla a ella, Ia voz lo llevaba contra su voluntacl bacia esc cuerpo sexual e inocente a! mismo tiempo, como si en el conviviera una relaci6n que Ia misma Virginia no advertia. Durante el trayecto ya no hablaron mas, pero al detenerse frente a Ia casa que ella le inclicara, el se habia quedaclo inm6vil en su Iugar, sin decidirse a bajar a abrirlc Ia puerta y ella tampoco hizo ningun movimiento de despedida. Entonces, en Ia conversaci6n que fue surgiendo poco a poco, como si en su turbaci6n los dos trataran de ocultarsc revelandose, el supo que aunque para todas sus amistades ella estaba divorciada, Virginia habia tenido esa bija sin casarse, nunca babia vuelto a ver a! padre y desde Ia muerte de los suyos vivia con su hermano y Ia mujer de estc en esa casa frentc a Ia que cstaban parados, y el le cont6 a su vez que vivia con su madre en una antigua casa en Ia que nadie los visitaba fuera de sus tias y tios. Virginia lo babia escucbado con una atenci6n que tenia algo falso y le hizo pensar de nuevo a el que las palabras no Ia tocaban, como si despues de mostrarse a si misma necesitara sentir que lo babia hecbo ante una sombra; pero cuando al fin pudieron salir del cache, con Ia puerta de su casa abierta ya, ella le pidi6 su telefono. Antes de que ella lo llamara, el fue dos veces a Ia casa de los amigos donde Ia conoci6 con Ia esperanza de encontrarla; sin embargo ni siquiera logr6 que sus amigos Ia mencionaran en el curso de Ia conversaci6n. De pronto, Virginia era un sueno que no podia recobrar mientras, trabajando en su cuarto, escuchaba afuera, en medio de Ia noche, los movimientos de sus perros, y sin embargo dcseaba su borrosa cercania como de nino necesitara algun juguete complicado temiendo al mismo tiempo que no sabria que hacer con el. Su figura indefinible, con a!go vasto y abierto aparentementc ajeno a ella, se confundia en Ia noche basta convcrtirse tan s61o en el sonido de su voz, cuyo tono recordaba fragil e inocente en su ingenua suavidad, que como un fantasma inmaterial lo apartaba en los mementos mas inesperados de los complcjos problemas cientificos que trataba de resolver como mera diversion en sus

horas de ocio. Entonces, alguno de sus perros empezaba a llamarlo golpcando con sus patas Ia puerta de su cuarto e igual que cuando era nino, el los dejaba entrar, olvidando el rccuerdo de Virginia en su compania. Fue su madre Ia que una tarde, al regresar el del trabajo, durante Ia comida, que por lo general transcurria sin que ninguno de los dos hablara, a pesar de que en cl vasto comedor su soledad parecia juntarlos, interrumpi6 su lcctura para decirle que una mujer le habia llamado por telefono. El supo que no podia ser mas que Virginia y ese mismo dia, en vez de usar el numero de telefono que habia clejado para que se comunicase con ella, fue a buscarla a Ia casa a donde la llevara la primera noche. -Yo no ten go Iugar -- habia insistido Virginia esa segunda vez cuando cstuvieron solos en el cocbc.

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El acababa de conocer a Ia hija de ella, una bellisima nina de nueve o diez aiios que le tendiera Ia mano en Ia misma forma que su madre lo hizo cuando los presentaron, como si quisiera dejarla olvidada en Ia suya, y a Ia cuiiada de Virginia, que lo habia recibido con una naturalidad cuya desenvoltura hada ver mas misteriosas a Ia madre y a Ia hija. La casa era una construcci6n moderna, cuyo interior corresponclia a su fachada y que a pesar del buen gusto con que estaba amueblada resultaba totalmente ajena a Virginia, quien apenas se retir6 su hija le pidi6 que salieran a dar una vuelta, aunque su cuiiada insistia en que al menos se tomaran un cafe con ella. Despues, en el coche, el no le pregunt6 a d6nde deseaba ir, sino que simplemente arranc6 alejanclose del Iugar. Virginia se habia sentado de nuevo en el extremo opuesto del asiento, apoyando Ia espalda en Ia puerta en vez de en el respaldo y el pudo comprobar Ia extraiia disociaci6n entre Ia amplitucl de sus caderas y sus muslos cubiertos por una falda a cuadros, y Ia estrechez de su tronco, en el que sus pequeiios pechos apenas se insinuaban a traves de un sueter amarillo, en perfecta corresponclencia con Ia intemporal belleza de su rostro. Sc pregunt6 c6mo lo veria ella con una subita inseguridad, pero Virginia pareda perdida por completo en una casi automatica explicaci6n sobre su vida en Ia casa de su hermano y los problemas que Ie creaba Ia educaci6n de su hija, hasta que el detuvo e] coche en las afueras de Ia ciudad ya, frente a los eucaliptos y los pinos que poblaban Ia barranca que descendia ante ellos mas alia de Ia calle, cortada en el extremo opuesto por el Ievantamiento de una colina de piedra caliza. Entonces, ella hizo Ia breve pausa que precedi6 a] comentario que el recordaria luego como el verdadero principia de todo. Despues de hacerlo, ella se habia quedado callada, mirandolo fijamente, esperando su respuesta. El, incapaz de encontrar las palabras aclecuadas, extendi6 Ia mano y tomo Ia de Virginia, quien, sin tratar de apartarla, volvio Ia cabeza hacia eJ !ado contrario y se quedo con Ia vista perdida en el paisaje. Mientras Ia palma de su mano sentia Ia suavidad de Ia pie.! de la de ella, su dorso descansaba en los muslos de Virginia y no pudo reprimir el impulso de hacer presion bacia abajo para aumentar el contacto. Ella no se movi6.

\ En Ia barranca un ligero viento agitaba las eopas de los pinos y eucaliptos. El vio como se alteraba Ia respiraci6n de Virginia, haciendo expanderse y contraerse el dibujo de sus pechos con un ritmo mas profundo, como si estuviera conteniendo un amplio suspiro. -~ Y el padre de tu hija? -le pregunto sin pensar en lo que deda, turbado de una manera mas secreta aun. -EI no importa -dijo ella y luego agrego-: nunca he estado con nadie mas despues de eJ. El le solto Ia mano. -~Por que me Ilamaste? -pregunt6. -No se ---<:ontest6 Virginia-. Pense que te gustaria. Tu madre estuvo muy amable. i Te pregunto quien era yo? -No -dijo el. Entonces los dos se habian quedado callados, uno frente al otro, en medio de un inesperado vacio que los unia y los separaba, aislados en ia soledad del coche sin tener conciencia de el, como si en vez de encontrarse en su interior se hallaran en medio del campo que se extendia rumoroso a su !ado y el poderoso algo que impedia Ia union convirtiendola en separacion que se hiciera cada vez mas denso. Luego, de pronto, el se habia recordado pensando en Virginia en Ia soledad de Ia noche y dejando entrar a sus perros para acompaiiarlo. Desde esa dis-

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tancia, Ia vio cercana y cohibida y se movio en el asiento acercandose a ella. Cuando Ia abrazo haciendola girar ligeramente para que su torso quedara frente a el, Virginia no opuso resistencia, pero tampoco respondio a! abrazo. El la beso en el blanco cuello, sin saber aun lo que hada, aspirando su olor de mujer, suave y penetrante. La respiracion de Virginia se hizo mas agitada y su boca busco Ia de el mientras sus caderas hadan un brusco movimiento para que su cuerpo entero quedara casi sobre el suyo. Estuvieron un largo tiempo besandose y acariciandose con una brusca torpeza sin sentirse realmente, confundiendo tan solo sus contenidos suspires y el ritmo alterado de su respiracion y luego el se habia apartado con un sorprendente "no" salido de algun Iugar que desconoda. Virginia respondio de inmediato y los dos regresaron a su posicion original en los extremos del asiento, sin saber que decir. -~Por que nos paso eso? -pregunto al fin Virginia. -.:Que? -contesto el, inseguro todavia. -Las dos cosas -respondio Virginia- : Ia necesidad y el rechazo. -No lo se -dijo el-, hay que evitarlo. Virginia se quedo callada un largo momenta y al fin dijo casi para si, como si necesitara afirmarse en una antigua conviccion: -No me gusta que me toquen. Yo lo quiero todo. Tiene que ser profunda como un arbol. Y absoluto. No hay que vernos mas. Sin embargo, los dos sabian que no seria asi. El fue a buscarla a! dia siguiente, despues de pasarse toda Ia tarde en el jardin al regresar del trabajo, jugando con sus perros, inquieto y ausente a pesar de las bruscas caricias de estos. Era bastante tarde ya para una visita inesperada, pero Ia cuiiada de Virginia, disimulando a me~ias su sorpresa, lo hizo pasar en seguida. Virginia estaba en el cuarto de su hija, esperando que se durmiera y mientras salia a recibirlo, el tuvo que esperar en Ia sala con el hermano y Ia cuiiada, sorprendido de lo facil que le resultaba de pronto hablar con ellos, quienes se mostraron sinceramente interesados apenas supieron que era fisico y lo dejaron perderse en explicaciones sobre su trabajo en Ia planta nuclear fuera de Ia ciudad hasta tal grado que Ia entrada de Virginia parecio interrumpir una agradable reunion de antiguos amigos. Ella traia el pelo suelto y vestia, como tantas

otras veces en sus futures encuentros, falda y sueter, subrayando con su vestuario Ia extraiia cualidad indefinida de su edad. Era obvio que no estaba preparada para salir ni parecia dispuesta a hacerlo, y el, con un cierto alivio, que solo advirtio despues, a! quedarse solo por primera vez en Ia noche con Virginia cuando ella lo acompaiio a Ia puerta para despedirse, comprendio que tendria que prolongar Ia visita con el resto de Ia familia. Pero mientras atravesaban el pequeno jardin de Ia casa, Virginia le dijo que si queria podria pasar por ella a! dia siguiente, un poco mas temprano y el no dej6 de ir. Durante Ia visita, al !ado de su hermano y su cufiada, Virginia se habia visto totalmente en su sitio y al mismo tiempo aparte, como si un aspecto de su personalidad permaneciera secreto entre ellos y el no pudo dejar de pensar en esa relacion de Ia que ella se negaba a hablar y de Ia que naciera su hija, como si de algun modo estuviese directamente ligada con Ia forma casi involuntaria en que ella acercara Ia parte inferior de su cuerpo a! suyo cuando Ia bes6 y Ia nina fuera un testigo que denunciara, abriendola, esa parte secreta; pero tambien Ia otra Virginia, Ia que se mostraba con absoluta claridad a traves del tono ingenuo de su voz y Ia total falta de coqueteria en sus posturas y actitudes mientras intervenia en Ia conversacion de Ia que el y el hermano habian lievade el rumbo, tenia una realidad tan concreta que hada casi imposible detenerse en ese otro aspecto. Sin poder aclararse que era lo que deseaba en verdad de ella, paso a recogerla tal como lo acordaron la noche anterior. Esta vez, Virginia estaba vestida para salir, con un traje negro de dos piezas que hacia ver mas rubio su cabello. Su cunada sali6 a despedirlos hasta Ia puerta de Ia calle y por un breve instante a el le paso el pensamiento de invitar a ella y al hermano a acompanarlos; pero Virginia, con un repentino gesto de confianza, lo tomaba ya del brazo, dejandose llevar en apariencia hasta Ia puerta del cache, pero conduciendolo en verdad. En el restanurante al que fueron, ella se habia quitado el saco de su traje mostrando un vestido cerrado hasta el cuello por delante pero con un escote que dejaba totalmente descubierta su espalda, y Ia facil seguridad de su gesto le revelo a el una repentina sensualidad

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que Ia envolvia como un vaho d.lido y perturbador acentuando a] mismo tiempo Ia deslumbradora inocencia de su rostra sin edad. En medio de su inmediato sentimiento de admiraci6n, el se habia encontrado timido y torpe, y durante toda la comida no pudo dejar de sentir que en un terreno exterior e inmediato, en medio de Ia gente, ella Io rebasaba, poniendose, aun sin advertirlo, a una distancia inalcanzable desde !ell que el sentia la necesidad de refugiarse en su apartamiento natural. Pero al mismo tiempo, en toda la actitud de ella habia una voluntad de servirlo, de hacerle sentir su presencia como algo que le era necesario para estar a gusto ella misma, que Io obligaba a dedicarle toda su atenci6n, convirtiendo la superficie en una interioridad secreta que les pertenecia a los dos. Virginia era lo inmediato y simultaneamente algo que, aun contra su voluntad, no terminaba de mostrarse, sin dejar de estar alli con su pie! blanca y su rostro delicado. Y en tanto, ella, simplemente, con una ingenuidad de nifia casi, se Iimitaba a seguirlo en Ia conversac!On, como si no tuviera nada que poner por su parte. Sin embargo, al salir, despues de que el Ia ayud6 a ponerse el saco del vestido venciendo el impulso de dejar un instante su mano en Ia dulce pie! desnuda de su espalda, en el coche ya, a solas otra vez, ella pregunt6: - t Que es lo que te hace estar aparte? - Estoy contento con mi mundo --contest6 el a Ia defensiva, reconociendo el sentimiento de extrafia inferioridad que Ie produjera en el restaurante Ia belleza de ella. Virginia lo mir6 desconcertada, como si hubiera dicho algo incomprensible. - t Por que regresaste a buscarme entonces? - pregunt6 de Ia manera directa que empleaba algunas veces y que, dentro de su docilidad aparente, Ia hada parecer casi brusca en su ingenuidad. -Tal vez quiero llevarte a ese mundo --dijo el irritado, tratando de ocultar con Ia dureza del tono de sus palabras su desconcierto. De una manera oscura e indirecta, fue Ia primera vez que mencion6 Ia casa. Pero entonces Virginia no trat6 de llevar adelante Ia conversaci6n o no supo hacerlo. Sentada a su !ado, se limit6 a sonreirle con su incierta dulzura, como si precisamente en ese terreno, tal como Io habia afirmado, ella no tuviera Iugar. En esa actitud se veia fuera del tiempo y su belleza

resplandecia como algo abstracto, que no leperteneciera, y por esto mismo era mas impudica, tenia un caracter abierto, demasiado natural, que pedia tan s6Io ser tornado, sin permitir pensar en su posible participaci6n en ese acto, como si ella fuera simplemente una cosa, separada de su alma o quiza sin ella. El sinti6 entonces toda su sensualidad dirigida hacia esa belleza y al mismo tiempo retenida por el movimiento de defensa que le hiciera mencionar el ambito desconocido de su casa de Ia manera evasiva en que Io habia hecho. Durante un largo momenta, los dos se quedaron inm6viles y separados en Ia estrecha soledad del cache. Luego Virginia estir6 el brazo hacia el y puso un instante Ia mano en !a suya. -He estado muy contenta --dijo. - t Quieres que te Ileve ya? --contest6 el. - Como tu prefieras - dijo ella. -Es temprano todavia -coment6 el e hizo una pausa, como si estuviera pensando ad6nde podrian ir y a! mismo tiempo Ie diera a ella Ia oportunidad de decidir. -Si, es temprano - contest6 entonces Virginia. -Podemos dar una vuelta -dijo el vagamente. Virginia no respondi6, pero su silencio era una forma de asentimiento. Se dirigieron muy despacio, como si el necesitara olvidar que iba manejando y la velocidad fuera un signo del caracter incierto de su rumba, hacia las afueras de la ciudad, avanzando como por un tune! bajo las protectoras copas de los arboles de ]a avenida que unian sus ramas por encima de las frias luces de los faroles. En un momenta dado, el rompi6 el silencio para pedirle a Virginia que se acercara a su !ado y ella obedeci6 sin decir nada. Luego, mucho tiempo despues, cuando ya habian dejado atras Ia avenida y transitaban sin rumbo fijo todavia por entre calles solitarias, borcleadas por los silenciosos jardines de las casas, el le desabroch6 a Virginia los botones de su saco y ella termin6 de quitarselo. -tCrees que podrias quererme? -dijo el antes de seguir el contenido impulso de acariciarle Ia espalcla desnuda. - Si - contest6 ella. Detuvo el coche y Ia bes6 largamente, bajando una y otra vez las manos por Ia tierna pie] de Su espalda mientras ella le rodeaba el

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cuello con los brazos desnudos, como si no se atreviera a acercarse mas a el. -Llevame a algun !ado -dijo luego Virginia. Durante un instante el sintio todo el peso de Ia responsabilidad que habia estado evitando y se pregunto otra vez como habria sido el amor del que ella tuviera a su hija. Muy cerca de el todavia, turbada por su proposicion, Virginia parecia haberse puesto totalmente en sus rnanos, como si ya le hubiera entre.gado su belleza y no tuviese otra cosa que ofrecerle. Fueron a un hotel y una vez en el cuarto, Virginia, que habia vuelto a ponerse. el saco del vestido, se quedo de pie cerca de Ia cama, sin mirar a su derredor, como si no estuviera en ningun sitio y Ia luz que acababan de prender Ia deslumbrara. Sin embargo, bajo esa luz que ponia al descubierto todos los detalles sin posibles sorpresas de Ia habitacion, se veia mas fe.menina y material que nunca. Su cuerpo, fragil y rotunda al mismo tiempo, parecia imponerse a todos los objetos en su semejante inmovilidad y en el grave silencio que Ia cerraba sabre si misma, y Ia cara infantil y virginal en su absoluta reserva sin gestos era una mera prolongacion de el. Paralizado, el comparo sin darse cuenta Ia impersonalidad de Ia habitacion con el caracter conocido de su alcoba que era a! mismo tiempo cuarto de trabajo y de refugio y penso que antes que nada deberia haberla llevado a ese cuarto; pero Ia figura de Virginia estaba demasiado pre.sente y de pronto

cubria todo con su distante pero absoluta realidad. Se acerco a ella sin que Virginia que lo miraba fijamente hiciera ningun movimiento, como si Ia posibilidad de aceptacion o de rechazo le fuera ajena, y volvio a desabrocharle el saco del vestido. Luego se lo quito, dejandolo caer al suelo y asi fue de.svistiendola, hacienda resbalar primero el vestido hacia adelante por sus hombros, hasta que Ia tuvo totalmente desnuda, muy cerca todavia del Iugar en que ella se quedara de pie al principia. Sin ropa, el cuerpo de Virginia mostraba mas aun el contraste entre el peso de sus caderas y sus piernas y Ia fragilidad del tronco que salia de Ia estrecha cintura para entregar Ia belleza de sus pechos y el elegante dibujo de sus hombros y su cuello; pero ahara tenia algo vivo y palpitante en su inmovilidad que Ia separaba del resto del cuarto y centraba toda Ia realidad en ella, hacienda que Ia luz en vez de rodearla pareciera salir de su mismo cuerpo. El Ia tendi6 en Ia cama y Virginia lo miro por primera vez, viva por completo, llevandolo hacia ella con los ojos, inocentes y terriblemente insondables, y antes de acercarse el tuvo que apagar Ia luz. Despues, Ia conducta de Virginia no habia cambiado por el hecho de que el Ia hubiese to路 mado. Se veian por lo menos cuatro veces por semana, pero ella seguia teniendo Ia misma actitud de espera con que parecia haberse dirigido Ia primera vez hacia el a! salir juntos de Ia casa de sus amigos comunes. Era como si de una manera oscura y secreta, desconocida quizas para ella misma, supiese que Ia union no se habia realizado y en ella faltaba algo cuya naturaleza ignoraba, pero que aguardaba sin dejar de estar dispuesta a entregarse a ello con Ia misma facilidad que Ia hacia casi intocable. AI acostarse, los dos olvidaban ese elemento, pero reaparecia apenas ei largo instante de olvido total quedaba atras como una barrera invisible que el trataba de hacer a un !ado sin lograr sentir que lo habia conseguido por completo y sin atreverse a averiguar realmente en que consistia. Aunque Ia mayor parte de las voces salian solos, no siempre iban a! hotel y en muchas ocasiones e] se quedaba simplemente en Ia casa de Virginia, con el hermano y Ia cufiada de ella. De algun modo, estos lo aceptaban como algo mas que un amigo de Virginia, pero sin tratar de definir tampoco cual era Ia relaci6n

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entre los dos, dejando ver que Ia mezcla de sorpresa y gusto con que habian visto que su hermana tenia al fin un acompanante, les impedia al mismo tiempo intervenir en Ia decision de ellos. Entonces, cuando el llegaba por Virginia, Ia hija de esta se habia acostado ya y tambien su existencia parecio alejarse dejandolos disponibles el uno para el otro, conscientes de que por encima de todo necesitaran el tiempo necesario para encontrarse y las exigencias cotidianas se ocultaran discretamente. En cambio, fuera del ambito de su soledad y del discreto refugio de la casa de Virginia, en una oportunidad los dos recibieron por separado una invitacion para ir a cenar a Ia casa de los amigos comunes en que se conocieran. El decidio que llegaran juntos, seguro de que no tenia por que conservar secreta su relacion con Virginia, y su llegada fue recibida con claras muestras de alborozada sorpresa por parte de los duenos de Ia casa, pero habia muchos invitados mas y los dos se perdieron entre ellos. En cierta forma, esa noche marco su entrada comun al mundo exterior. Sin embargo no rompio el cerco impalpable que se interponia entre ellos. Para los demas podrian ser ya un pareja, pero para el, Virginia aun no era suya, a pesar de que todo los acercaba y en vez de dejar de cumplir sus exigencias lo que ella parecia desear era que le impusiera algunas. Virginia se mantenia presente y lejana, visible pero inalcanzable como un astro, y a! no pedirle nada, el creia que le cerraba sus puertas, hasta que una noche que Ia pareja de amigos comunes volviera a invitarlos juntos ya, escucho a Ia duena de Ia casa preguntarle a Virginia, cuando creia que el no estaba cerca, si ya Ia habia llevado a su casa. Desde esa noche tuvo siempre presente que el se habia acercado a Virginia pero tal vez no habia concedido que ella se acercara a el. La imagen de su casa parecio rodearlo entonces. Era otro mundo en el que veia transcurrir toda su vida, protegido en su soledad, regresando siempre al espacio del borroso recuerdo de su padre, de su madre, de los tios y tias que eran testigos de su crecimiento, de los perros que lo acompanaban siempre desapareciendo y volviendo a crecer a su !ado, como si fueran siempre los mismos y anularan el paso del tiempo conservandolo fijo desde su aislada ninez hasta las solitarias noches en que se encerraba en su cuar-

to a resolver problemas teoricos sin ninguna aplicacion inmediata a Ia vista. Frente a ese mundo, Virginia pertenecia a otra realidad, pero al tratar de pensar en esta se abria un vacio y se quedaba sin conocerla. Ella habia respondido muy simplemente que no conocia la casa la noche en que su amiga le hiciera esa pregunta y el empezara a pensar en eso y cuando despues comenzo a intentar hablarle de su vida antes de conocerla o cuando no estaba a su !ado, Virginia parecia prestar atencion, pero en verdad se quedaba aparte, como si no deseara recibir sus confidencias, sino, a! contrario, las evitara para quedarse solo en el presente. Con su opaco pelo rubio, sus hombros estrechos bajo los que el sueter aceptaba la clara forma de sus pechos y sus amplias caderas, su presencia, en su dulzura, tenia el mismo tono de su modo evasivo de contestarle, adquiriendo un aura de irrealidad que al tiempo que lo lle.vaba hacia ella le hacia sentir una oscura imposibilidad de tocarla. Y sin embargo, luego, en Ia intimidad que sus dos cuerpos desnudos hacian posible en el hotel, ella se abria por completo, como si su propia desnudez dejara el paso a una desconocida procacidad de Ia que no se ave.rgonzaba en ningun momento y que ni siquiera parecia advertir, haciendola sencillamente parte de su propia entrega, aunque, algunas veces, mientras Ia tomaba en el tiempo suspendido de su deseo mutuo, el no podia dejar de pensar en esa otra epoca perdida para ella en que tuviera a su hija y que despues habia sacado de su vida como si Ia nina siempre hubiese sido suya solamente y le perteneciera por completo. Entonces, muchas veces, en vez de quedarse en su casa por Ia tarde jugando con sus perros sin advertir el paso del tiempo, el empe.zo a visitarla con el secreto prop6sito de llevarla a esa casa, que aparentemente parecia dejar olvidada, y durante una de sus breves comidas solitarias rompio el silencio que por lo general guardaban su madre y el para hablarle de Virginia. Su madre lo escucho con atencion, sin dejar ver ninguna sorpresa y comento que le gustaria mucho conocerla y deberia llevarla a tomar el te algun dia. El penso en Ia nina, pero se clio cuenta de que no sabria que decir de ella y no Ia menciono, a pesar de que las primeras tardes que llegara a ver a Virginia, alegre pero aparte, Ia nina haciendole pregun-

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tas algunas veces o comentando su vida en la escuela con el, actuaba como si desde el principia lo hubiera tornado por un seguro protector en el que tanto ella como su madre podian confiar abandonandose a su amistad. En esas ocasiones, Virginia se hacia mas definitivamente aun a un !ado y solo al cabo de un cierto tiempo le decia a la nina que ellos dos iban a salir y mientras esperaba su regreso ella podia hacer su tarea. La nina los acompanaba muchas veces hasta la puerta de Ia casa y apenas se alejaban en el coche, Virginia se acercaba a el, excitada, buscando refugiarse por completo en el mundo particular que habian creado para si, y besandolo mientras el manejaba sin poder responder por completo a Ia subita sensualidad de ella, mostraba clarame.nte su deseo de ir a! hotel. Solo despues, mientras daban vueltas por Ia ciudad o se sentaban a esperar el fin de Ia tarde en algun parque, el podia volver a tratar de hablarle de si mismo y de su casa. -Quiero que Ia conozcas y mi madre tambien quiere conocerte -le habia dicho a! fin un dia. -No hay prisa, podemos esperar -contesto ella. -Para que -insistio el-; ese es e! mundo que te hizo decirme un dia que me quedaba aparte. Pero Virginia, con su facilidad para cerrarse en si misma, perdiendose en la contemplacion del espacio abierto que se extendia ante ellos

como si le descubriera un misterio que llenaba toda su atencion, no contesto. Varios dias despues, por la noche, en el cuarto del hotel, con la luz apagada, pegandose por completo a el, unida a su cuerpo, habia comentado: - Tengo miedo de perder esto. ~ Estas conmigo? Y la tarde siguiente, en el parque, decidida apare.ntemente a tomar una decision que sabia que era imposible retrasar mas, dijo que si el lo deseaba estaba dispuesta a ir a su casa. Esa tarde, sin embargo, Ia seguridad de ella parecio paralizarlo a ei. AI alejarse despues de su breve dialogo, Virginia dejaba todo en sus manos y solo hablaron unas cuantas palabras mas del proyecto sin llegar a nada definitivo. Sin embargo, Ia decision de Virginia estaba ya entre los dos; pocos dias despues, el hablo con su madre pidiendole que le dijera cuando le parecia conveniente que Virginia fuese a visitarlos. -~ Va a venir sola o con su hija? -pregunto la madre. Estaban en la sala, donde las cortinas cerradas y Ia acumulacion de muebles hacian iguales todas las horas del dia y e1 tiempo dejaba de correr de tal modo que el no supo cuantos habia tardado en responderle preguntandole como se habia enterado de que Virginia tenia una hija. -Era imposible que no lo supiera -contesto la madre.

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JOSE ANTONIO MONTERO

PAPEL EN BLANCO Papel en blanco sufrimiento de no querer usarte.

Poemas

Como siempre palabra pero y si fuese de otro modo i qui en se quejaria?

UN HOMBRE ESPERA A UNA MUJER Un hombre espera a una mujer que no llega a una mujer que ignora cuanto seria amada por este hombre que tampoco conoce Ia medida en que su amor podria ser donado

SUfrete tu pues yo me gozo aunque agonice Junto conmigo enmudece o di por que no debo hablar de rni si tanto he visto tanto he muerto y tan pocas razoncs encontre para sentirme vivo

El hombre se confunde tanto se parece una mujer a otra y esta mujer que lleva hoy la voz cantante no llega tal vez no llegue nunca o si llega oh tristeza si llega y resulta quizas como aquella mujer que te hiciera sufrir o te hiciera gozar ya no recuerdas aunque vibres tanto se parece en la mujer el amor o el sufrimiento que provocan No puede ser estoy seguro los afios no pasan en balde los lugares comunes se acumulan y esa mujer no llega algun contratiempo Alguien contra el tiempo espera no te desesperes el hombre juega mientras espera la humanidad no juega t{t esperas y juegas mientras esperas ser salvado o condenado por una mujer que no llega

Papel en blanco imprevisto doloroso juguete .:que puedes contra el tiempo?

• .~ . ¡-

~

"'w'

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Y NO ES QUE DIGA Y no es que diga que estuvo mal haber sufrido algunas veces solo porque en Iugar de este horrendo estragabuches con que hicimos calor entre las amistades no disfrute de un tibio marrasquismo acompaiiado a orillas del Egeo o en las playas de Mesina sino que lo medito porque la realidad es mas frecuente y nos aturde gritando que en Ia actualidad la vida es una plenitud disimulada

BARRA DE LA OPERA <. Cuantos hombres aqui pensaron sufrieron soiiaron lloraron suspiraron desearon olvidaron dudaron temieron odiaron recordaron imaginaron negaron v1v1eron creyeron vivir?

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ESTHER SELIGSON

ELECTRA A Silvia No te conozco, no se quien eres, y sin embargo, tus deseos me llegan a traves de un sueno milenario, tras el velo de un recuerdo tambien lejano, como jirones de un paisaje abierto a la tristeza: voces y cantos que nunca he escuchado y que tal vez ni tu mismo conozcas, veredas y desvanes jamas recorridos pero que, no obstante, presiento te fueron arrebatados, como me son de pronto los objetos cercanos en una especie de torbellino ciego e implacable. Te busco en mis propios deseos, y te veo, taciturno, distraido, inclinado sobre una mesa siguiendo el trazo borroso de un destino que tal vez sea el tuyo, o s6lo el rastro deforme de otro paso cuya huella no haces sino repetir, como quiza yo misma haga a pesar de tanto torcer y rehacer mi propio camino. Envuelta por los vestigios de una imagen confusa, incompleta, recorro los fragmentos que me han quedado de tu vida. Querias hacerte hombre para irte de tu casa, y no sabes que la has traido hasta mi, que la llevaras siempre contigo, que la rondaras como un ladr6n, como un pordiosero. Tambien yo, en mi deambular, intento penetrar en ella, desclavar sus postigos, hurgar los rincones y abrir roperos y escondites, desprender los hilos, el musgo y el polvo, adentrarme en tus momentos, en tus juegos y recuerdos. Inutil. Ni siquiera logro llegar hasta la puerta que tu, obstinado, mantienes bajo llave. He hojeado un viejo libro de retratos amarillos, cielos grises, rostros y ecos diciendome que no era ahi donde podria encontrarte, a pesar de estar ya dentro de ti, proyectada desde tu pupila sin luz hacia el ojo impersonal del mundo exterior, mas opaco y distante que tu propia nostalgia. Es en tus recuerdos no expresados donde he de detenerme, en tus suenos mas profundos -tanto, que ni aun tu !ogres con-

formarlos- donde he de buscarte, adentrarme en el pozo de tus secretos y temores abismados. Y no porque pretenda formar parte de ti, continuar en tu canto alguna nota interrumpida, completar en tu espacio algun arco abatido, sino porque a veces pienso que en tu impulso al engendrarme, todos esos jirones de nostalgia y deseos contenidos se vmJeron como un sollozo a mi conciencia, desterrandome de mi m1sma. Mis suenos tienen nieves espesas y veranos sedientos, mis deseos olor a panal y a estanques suspendidos; mis temores son s6tanos, mis recuerdos soledades de alta mar. Y por sobre todos estos fragmentos que no me pertenecen ( tu nos trajiste a la casa templada, a la ciudad sin bosques), siluetas huidizas e inciertas sensaciones, se recortan otros perfiles difusos, otras senales quebrantadas, otros destinos encontrados. ,:D6nde queda mi ser primero? ,: D6nde mi envoltura original? ,: C6mo podre saber quien eres si tu mismo llegas de otros suenos y otras nieblas? Viajamos desprovistos de montura, y apenas si encontramos un albergue cuando ya el alba nos obliga a continuar. Querias hacerte hombre para entrar en otros mundos y aun no habias ocupado el tuyo. ,: C6mo no ceniste mas el horizonte? ,: C6mo no miraste mejor lo pasajero? En mi concepcion se duele tu descuido -me engendraste sin pensarme, como se tira una rama en la corriente o se arranca una espina- y tal vez por eso he de alejarme de tus brazos, abandonarte sin volverme, sin recoger Ia herencia de tu nombre, renegando incluso de el. En tu barca rema el silencio, y dentro del pozo el deseo espera in{ttilmente al pajaro, a la luna, a la nube, porque tu querias hacerte hombre primero y olvidaste lanzar Ia moneda adentro. Hay un muro en tus recuerdos que me apar-

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ta de ti, hecho de hiedra y otras trepadoras, dibuja los mastiles de mil barcos aparejados para el combate, quietos en espera de un viento favorable, tintos ya en un mar sangriento cuyo oleaje bafiani mi espera y tu regreso triunfal; pero las flo res de Ia victoria no cefiiran tu frente y en mis lagrimas lloraras tu el llanto de la hija sacrificada. Mientras tanto, te sigo buscando en el hermano y el amigo, te pierdo en el esposo y te afioro en el amante; y de nuevo en el hijo te niego y te recojo. No te conozco, no se quien eres, mis ofrendas te acompafian sin penetrar tu tristeza, y del barco que te aleja de mi orilla s6lo escucho el eco grave de su adios. Sentada sobre una roca, quito la arena adberida al musgo y me pongo a construir formas que delinean tu perfil, sombras, y es, al mismo tiempo, como si presintiera la llegada del navio con las negras velas replegadas. En el campo, los molinos desconocen las alas del viento que los mueve y as!, cuando paso preguntando tras tu buella, inm6viles desoyen mi plegaria. En la casa tampoco queda nada del laberinto que en el suefio te acerca a m1, s6lo te distingo, a traves de una rendija, inclinado sobre una mesa siguiendo el trazo de un destino que tal vez no sea el tuyo, ni siquiera el mio, sino el de toda nuestra estirpe sefialada. No dormiras tu muerte ya que has querido prolongarla en tus hijas y la antorcha que te conduzca partinl. de tus manos hacia la barca que nos conduzca, pues tambien nosotras viajaremos tras de ti: bas tara un rizo para atarte al recuerdo. Inutil develar el ropero, los objetos perderan su forma y el polvo cubrira nuestras rnanos: i que cimientos nos dejas para levantar la morada? i que tecbo cobijara el amor para que no se disperse? Las bojas del viejo libro volaran finalmente y tambien se perdera el reflejo de m1 misma que por un momento proyect6 tu pupila bacia el mundo solitario y distante, como jirones de un paisaje abierto a la tristeza. No te conozco, no se quien eres, y no obstante, mi cuerpo yace sobre el altar en espera de tu mano, y se que en ella no vacilara el acero porque en la penetraci6n volveremos al origen de todos nuestros suefios, al vertice de todos los fragmentos: borraremos las lineas del destino y cruzaremos juntos el umbral de tu nostalgia. Reconstruire los vestigios a traves de

tus ausencias y en cada una esbozare las huellas que no dejaste a tu paso basta que, al termino de todas las ausencias, recupere el instante en que cruce por tu memoria como un deseo apenas formulado, apenas antes de que tu impulso al engendrarme me desterrara de mi misma, apenas despues de que nuestras carnes se toearan en la herida; basta que, borrado en la sangre el estigma de la raza maldita, se purifique tu nombre en mi cuerpo presente. Despues de todo, a veces pienso que no tendremos Ia misma morada porque detras de nosotros aun quedan el hijo y el hermano por enterrar y tras ellos el esposo y el amante, por eso acaso no quisiste darnos la Have de tu puerta, y los retratos en los muros perderan tus rasgos a la par que los objetos y recuerdos. iNo quedara entonces, a lo largo de todo nuestro camino, sino esta bistoria que se repetira trunca, apenas un murmullo, en los oidos espantados de los viejos como un augurio esteril? i Sera siempre este relato imposible de completar la unica particula real y duradera de entre todos los destellos que sacuden nuestra vida alucinada? i Quedaran tam bien, por lo tanto, todas estas preguntas sin respuesta? Escucha los ruidos de Ia casa: parecen aprendidos a traves de tantos siglos que casi repiten un solo motivo, como si mucbas esperas bubieran venido a reunirse en un canto unico, en un grito indiferente, largo, que se prolonga y se proyecta en todos los muros sin adberirse a nada, sin referirse a nadie. No florecieron mariposas en tu jardin, ni tampoco acompafiaran tu suefio de crista!, tan fragil que su solo aleteo podr!a romperlo dejandonos en la oscuridad de lo increado con nuestros cadaveres a cuestas. Tu mismo te yergues inm6vil dentro de el, contemplando a traves de sus reflejos un mundo en miniatura y una serie de rostros que te sefialan y gesticulan, y no sabemos si Horan 0 rien, si cantan 0 aullan. i Que extrafio que tengamos que ser tambien vagabundos y ajenos basta en nuestros propios suefios! Asi se eleva el lamento, llano, sin raices, en un desierto insomne, vacio de contornos y ecos. De vez en cuando algun despojo: mera ilusi6n de la pupila, engafio del anbelo por llegar, por alcanzar alguna sombra. Vamos, dame la mano, no importa que seamos solos, el camino esta delante y un sino oscuro nos impulsa. 0 quiza nos baga rodar.

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RAFAEL SEGOVIA ALBAN

3 Poemas Este papel sobre el que borro letras la pluma que abandona mi mano y que sigue sin fuerza hasta caer sin fin. Dia acartonado de gente sudorosa y mustia de grotescas palabras de miradas y el no poder huir dentro y dentro. Si s6lo hubiera un punto de apoyo si s6lo un hombre nos mirara si lo miraramos si hubiera un remanso en este miasma ... Pero no ... si lo hubiera se tragaria a si mismo como la serpiente en un v6mito interminable como las letras a las palabras las palabras a las frases y las frases todo un mundo. LLUVIA Que no anochezca detente alma hora detente escribamoste asi; agitado momento nervioso viento ruidoso piar de pajaros resonante tronar de truenos ramajes y ventanas ... Viene la lluvia quietud que rompe un silencio. Mi papel se moja lento mi alma se escribe sola nos quedamos en silencio el parque y yo y las palomas que se han ido.

ELEMENTOS Tr6pico fuera de quicio lugar sin centro todo es fuera en el sol. .. mar busca al infinito busca al sol al poniente todo anhela muerte busca fin mal tan fertil no naces de la tierra porque no hay salida (en la tierra) respiras a quien te respira lo comes de exuberancia lo calla tu gris esplendor.

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RAUL FALC6

FRAGMENTO. El sol reflejaba en las paredes de la sala la tranquila aunque en ese momento curiosa disposici6n de los muebles y objetos que la habian hecho d6cilmente familiar y que ahora, con un inmenso pudor pero tambien con firmeza, iba revelando su verdadera presencia a traves de un estrecho y cambiante dialogo entre sus formas. Las cortinas, que habian permanecido cerradas toda Ia tarde, cedian su Iugar, a Ia hora propicia, cuando la luz y los recuentos del dia decaian, al despliegue de los anchos ventanales que cubrian, desde el techo hasta media altura, la totalidad de Ia pared que daba a Ia calle y que en la configuracion del departamento abarcaba la sala y el comedor. La musica, que habia ido alejandose frente a las palabras, regresaba con el crepusculo, al irse integrando al calido recinto de la caoba descubierta. Las volutas de humo de algtin cigarrillo prefiguraban su intimo crecimiento hasta que libre ya de toda interrupci6n, la continuidad anhelada se. desprendia mas alia de las variaciones y modulaciones de un concierto para piano que, por un momento, los altavoces habian parecido dirigir a los vasos aun humedos, que se encontraban sobre la mesa, ante los tres amigos.

*

Novela en preparaci6n.

Lentamente, el rostro de Marcos fue desprendiendose de la inmovilidad en que la contemplaci6n del sol poniente, terso y acogedor como los bordados de oro de algun paiio antiguo, lo habia dejado. -Ves -dijo, apagando con lentitud su cigarrillo y dirigiendo su mirada hacia el sill6n en que se encontraba Jose-, a nosotros nos ocurre lo mismo que al sol. Nos ocurre a cada instante y no nos damos cuenta. Es algo asi como la respiraci6n, inconsciente y mecanica, disfrazada por la costumbre. Y sin embargo, buscamos que suceda algun dia, a una hora escogida, porque creemos en su nitidez, en su facultad de darnos todo de un golpe. Su grandeza es posible y creo en su caracter definitivo; pero Ia facilidad no es el camino. Gada instante debe llevar al otro, y nosotros saberlo. Gada paso, si lo queremos, nos conducira a ello, por las vias que hayamos escogido. Lo terrible es que cuando llegue, nunca estaremos lo suficientemente preparados para recibirlo y, como el sol que ya no vemos de tanto mirarlo, nos daremos cuenta de su presencia demasiado tarde, un segundo mas tarde, y todo sera de nuevo tan lejano como el primer dia. La oscuridad habia terminado por adueiiarse de los ultimos reductos de luz mortecina y de inasibles reflejos; la caoba del librero

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parecla habersclos tragado y escondido entre las paginas amarillentas de alg(m libro olvidado por los alios y la costumbre. Solo un dulce calor que a{m flotaba sobre el barniz ahora uniforme, dejaba suponer csta azarosa permanencia. Los ojos de Jose erraban de objeto en objeto, intentando circunscribir de alguna mancra Ia raz6n de su inalterable persistencia, m£1> alia de Ia succsi6n de los hechos y de Ia sclecci6n de los mementos. Si, todo estaba ahi, encerrado entre vericuetos y trabajadas filigranas, en el alma misma de Ia rnade.ra, entre los libros y las paredes y los sillones, en Ja simple repctici6n del tejido de Ia alfombra. De alguna manera, lo pcrcibia o creia haberlo percibido. Y sin embargo, de golpe, al pensarlo, todo se volvia tan lejano y solo quedaban deteniclas en e] airc, como si tl!licamente en ese momento cobraran su verdadcro sentido, las tJitimas palabras de "Nlarcos, cargadas de ansiedad y desamparo. --Lo que buscamos - - prosiguio pausadamcntc- es algo asi como un inmenso desierto ; lo que Jogramos rescatar cs menos que un gr~l ­ no de arena, aunque a veccs nos parezca m{ts brillante que todas las luces que hayamos podido imaginarnos. De pronto, como si saliese de un suei'io, Mi~ucl asinti6 con vehemencia limit!tndose a mover Ia cabcza con solemne gravedad. Sin embargo, sus ojos parecian seguir contemplando algo cuya magnitud les conferia una inmoviJidad tcnaz y que hacia que desde sus cantornos hasta su mismo centro, vivicsen por si misrnos, borrando toda relacion con su acostumbraclo lugar en un rostra que, esto se hacia ahora eviclente, los rcqueria descsperadamentc, ya que sin eJlos, se sumergia en una informiclad en la que una sombra o un re.flejo, una protuberancia o una cavidad quedaban dispersos, restringidos a su propia existcncia, sin nunca llegar a formar aquello que Ilamamos una cara y que, en el fondo, no es mas que una afortunada coincidencia con las demas caras, cuya reconfortante repetici6n dcsaparecc ante Ia presencia de alg{m rasgo cxtraiio o de alguna inesperacla auscncia, Jo suficientenwntc notorias como para confinar el destine de quicn con esas inexactitudes cnfrenta las miradas ajenas, a las regiones del aislamiento y del horror. Los grandes ojos verdes de Miguel, abrillantados y engrandccidos rn£1s aim por su au-

tonomia, habian fijado ahora un punto cleterminado, engarzando en el todos los puntas intermedios que lo separaban de su mirada, hasta ordenarlos en el brillo mismo de su fijeza, sin que llegasen a confundirse o sin que solo algunos permaneciesen en ella, borrando con su presencia e.! trasfonclo de sus contornos. En el centro de sus pupilas se reflejaba el debi! dejo de luz que atravesaba el disco en el gramofono, iluminado por ]a metalica luminosidad que subia de los arbotantes de la calle, recien encendiclos. Era tal su concentraci6n en cl constante girar, era tal la impresi6n de que cl disco proseguia inm6vil, que mas que escuchar Ia mttsica, Miguel Ia veia, pcnetrando misteriosamente en el circulo de plastico, descifranclo cadenciosamcnte los surcos invisibles. Finalmcnte, haciendo las veces del que comprcndc., como aquel que en Ia clerrota encuentra una secreta victoria, Miguel cerro los ojos, entregando a su rostra la s!tbita aparici6n de los parpados, alcanzanclo bajo su tibicza cl silencio de Io incoloro. Micntras tanto, :Marcos habia vuelto a sumirse en el silencio que habia precedido sus palabras, fijando tambien su mirada en el plato del gramofono, buscando quiz[ts Ia calma y el desprendimiento que produce Ia concentracion en algo que se mueve circularmente, con rcgulariclad. E! brillo de sus ojos escapaba a la facilidad de cualquier recuento, escondiendose tras las sombras de su voluntario distanciamicnto. Sin embargo, su presencia, aunque mas discreta, distaba mucho de habersc vuelto insignificante y el aparente relajamicnto de su cuerpo disimulaba una misma tension, un solo objeto. La mttsica que hacia ya muchos minutos habia ido filtrandose. en el espacio creado por la expectaci6n, progresando poco a poco y desde lejos, esperando {micamentc romper la tdtima barrera, invisible en su exacta configuracion, se disfrazaba en la insistencia de los deta!Ies y en Ia impureza de un rccucrclo perturbador o de una luz momentanea. Por fin, casi sin querer, rota, como se clisuelve un silencio de garfios con el simple hechizo cle un gcsto o el esbozo de una palabra, destruida por Ia continuidad develada tras la imagen de una pequena alteracion, ]a barrera, Ia borrosa pared de lo distantc quecl6 atras, como una molesta ilusi6n. EI Iento calor del aire rrspirado descle bacia ya unas cuantas

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horas, ensanchado al maxuno por la atracci6n que ejerd.a la fluidez fisica de su propia dilataci6n, empez6 a enriquecerse con la subita fuente de acordes y altibajos sonoros, penetrando y aceptando, amoldando y recibiendo el influjo de su encontrado camino, la plenitud de su mas acabada calidez. Lejos ya de una sed insaciable de apariciones y revelaciones mas 0 menos confusas, la musica, que por fin surcaba las regiones del deseo, aparecia por oposici6n al espacio en que se descnvolvia, grande, acaso demasiado grande, terrestre y sagrada, llena del ciego desden de Jo que atrae y llama despues de haber sido ella misma la forma con que alguien Jlen6 el vacio que la atracci6n y Ia llamada de lo otro Ie revelaron. No podia ser otra la verdad, ni otro cl camino. Lento, como un nectar denso y consistente, el movimiento que ahora escuchaban emperm a desplegarse con todas las posibles variaciones de un caleidoscopio de sonidos, ordenado y simetrico en todas sus partes, como un inmenso abanico, cuyas constantes figuras nunca dejaran de remitir hacia Ia ultima combinaci6n, madre de todas las que Ia prefiguraban, inalcanzable como tal por ser siemprc, apenas entrevista, divisible al infinito. Mas Iento aun, el ritmo de la sangre y del aliento de los tres amigos, contenido en el instante de escucharlo, lejano ya, incorporado al otro, como un nino en el regazo de su madre. Todo vibraba con exactitud: desde el ritmo mismo del esfuerzo por alcanzar la presencia anhelada, el contacto del scr intimo con su objeto, hasta la inquietante grandeza de los metales, rompiendo el espacio de cualquier autonomia, entregando, como un tejido que revela su uniformidad, la estrechez de su trama. En un principio, el despliegue de las notas, libre ya de toda imposici6n exterior, le apareci6 sin embargo a Jose como una suma de momentos, estrechamente ligados, ape.nas se daba cuenta de su transparente relaci6n con los que los precedian, pero recibidos por sus sentides como una sucesi6n entrecortada, laboriosamentc confeccionada por las ilaciones que producian los pedazos estrictamente tecnicos y sin una verdadera vida propia, para desaparecer ante la brillantez de alguna linea mel6dica conocida o de algun acorde esperado. Ahora, de golpe, todo pareda haber cambiado. La continuidad se injertaba en cada objeto

hacia el que dirigia su mirada, precediendolo y enriqueciendolo de tal modo que su nueva existencia aiiadia algo mas al constante fluir de todo lo que le rodeaba. Sus dos amigos, fundidos en una imagen de aceptaci6n y secreta participaci6n, hacian de su presencia un receptacula luminoso y abicrto, de velada confitmaci6n. Y asi, poco a poco, como si las cosas se hubiesen vuelto un reflejo, habian quedado solos con Ia musica. Pero eso no era Ia soledad, ni tampoco ei sentimiento de que habia algo cerca y que los miraba. Era su voz misma, Ia que nunca habian escuchado dentro de ellos; era la lejana Hamada de un posible encuentro con la que penosamente iban formando, entre descubrimientos e incerticlumbres. Era como el esbozo de una figura. Trabajosamente, con sumo cuidado, Jose fue desprendiendose de la duda de un silencio prolongado: -Lo que encontramos -dijo, dirigiendose a Marcos en son de respuesta-, lo que realmente encontramos es esto. Ahora siento como si lentamente se hubiese insinuado entre nosotros la posibilidad de acceder a ello, quizas muy alejada aun, pero ya tangible a traves de un continuo esfuerzo. Lo unico que me aterra, ahora que lo pienso, es su fragilidad. Siento, mientras hablo, que algo imperceptible se rompe. Pero quiero, mas que nunca hasta este momento, hacer mia esa fragilidad, evitar que lo que creemos ver se vuelva una ilusi6n. l\{arcos pareci6 asentir, cerrando los ojos, como si se dispusiese a escuchar de nuevo las palabras de Jose y tratar de hacerlas suyas. Miguel, abriendo y cerrando pausadamente los ojos, descubriendolo en su sill6n como a un bicho raro, empe路z6 a desperezarse, cambiando ligeramente de postura. La musica seguia su irrefrenablc curso, por encima de cllos, por entre los objetos y las miradas, como un gato escurridizo y cuidadoso. Y como si de pronto algo se hubiera movido, el gato antes cauteloso }' delicado emprendi6 carrera desaforada y riesgosa, dcsapareciendo entre las cortinas y Ia pared. Miguel, seguramente sediento, se encaminaba hacia la cocina en busca de algo que heber. Unos largos minutos de vado nacieron de sus pasos, hacienda suyos, a cada instante, Ia sorda realidad y el inquietante agujero de Ia ruptura que Ia dureza de los zapatos contra

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el suelo pareda haber ocasionado y que ahora se dilataba al volverse el \mico recucrdo tangible, Ia mon6tona repetici6n de su ritmo, simple y encrgico, retumbando a cada golpc en los oidos de Jose, borrando progresivamcntc las ult.imas oleadas de una mclodia cada vcz mas lcjana y confusa. Jose se intcrrogaba con insistencia, buscando Ia rcspuesta a su insatisfacci6n, tratando de apresar a traves de todo lo pasado y fucra de el, un elemento nuevo y decisivo. Se sabia ca.paz de hacerlo, pero en esc momcnto, como en otros en que lo habia intcntado, la flaqucza de sus suposicioncs asi como la incoherencia de sus conclusiones lo sumian de nuevo en aquel sinscntido del que desesperadamente buscaba encontrar Ia salida. Quedaban los pasos y su ceo, uno tras otro, siempre iguales, martillando su recucrdo, limitandolo a un pasado dolorosamente inmediato. Quizas por eso s6lo pudo percatarse que Miguel habia regresado cuando lo vio sentado frente a el, dejando cuidadosamente su vaso

lleno sobre Ia mesa y disponiendose a encender un cigarrillo con Ia mirada fija en Marcos, que pareda haber seguido con detenimicnto todos sus gestos y sus movimientos, y que ahora lo miraba tambien, escondiendo tras sus ojos un secreto reproche, haciendo inminente su formulaci6n en palabras. Sin embargo, quizis porque a! hablar no alcanzaria a decir aquello que sustentaba la fuerza de su mirada, Marcos permaneci6 en silencio, recreando una vez mas Ia inquebrantable exactitud de sus primeras palabras y confirmando, a traves de elias, la irreprochable claridad de las ultimas. Jose, a su vez, ansioso y descorazonado por el vado que ahora se prcscntaba en todo aquello hacia lo que dirigia su pensamicnto, se empefiaba en dcscubrir cl porque de la facilidad y Ia naturalidad con que habia hablado en meclio de algo que por fin sc hada prcsente pero que pensandolo detcnidamente, bien podria haber sido una ilusi6n. (_ C6mo pudo pronunciar con tanta firmeza unas palabras que siempre

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estaban a punto de brotar pero que se desvanedan ante el menor suspiro o ante la posibilidad de una duda? c! Como, de pronto, sus labios se habian llenado de caminos abiertos y luminosos, como los senderos de alg{ln paraje alejaclo de Ia ciudad, cuando el sol empieza al alba a iluminarlo y a revelar Ia insospechada variedad de ramificaciones que permiten mas tarde recorrerlo y acaso penetrar en alguna de sus partes para, cercano ya el anochecer, recrear en silencio Ia palpitante totalidad que poco a poco vuelve a sumirse en Ia oscuridad? Todo esto, acosando sin tregua a Jose, quedaba sin respuesta. Ni el alejarniento de sus arnigos ni Ia distancia que lo separaba de Ia intensidad que se habia desplegado en su interior durante Ia tarde, le permitian acercarse al sentido profundo de sus ahora enigmaticas palabras. Y no es que las hubiese olvidado o que las hubiese identificado con otras, leidas o pronunciadas en otro momento. Gada una de elias retumbaba aun en su recuerdo. Lo escondido era Ia conjuncion del momento en que las habia dicho, comprendido y sentido, con el amplio y floreciente recinto de Ia figura que iba esbozandose y en Ia que se habian fundido por un instante. Lo oculto era Ia rnisteriosa desaparici6n de Ia figura apenas Ia ultima de sus palabras habia agotado su resonancia; Ia sospecha insostenible de que algo habia surgido y que ahora Ia insistencia y Ia impotencia lo redudan a Ia imagen de una posible ilusi6n. Quizas en efecto asi habia sido; quizas sus palabras habian quedado una vez mas del !ado del vado, como tantas otras veces. - c! Que hacemos? -pregunt6 Miguel despues de haber rnirado distraidamente su reloj. De nuevo el silencio y Ia indecible acumulaci6n de vaguedades y brumosos recuerdos pas6 ÂŁrente a Jose, desdibujandose cada vez mas, sumiendose en las regiones de lo irrecuperable. Sin embargo, en realidad, ahora que Jose vislumbraba esta posibilidad, el hecho de no poder concebir esa total dispersion, de no poder representarsela, lo llevaba a pensar, por lo contrario, en una constante presencia, alojada en una regi6n invisible, escondida en Ia idea que nos hacemos de lo lejano, al acecho, como un objeto que al ser visto, nos revela a traves de su apariencia tranquila y por si mis-

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rna incambiab!e, una secreta espera, un dulce llamado desde siempre dirigido al ciego girar de nuestros sentidos, cuya subita fijacion en el hilo de este mensaje los abre, con Ia violencia con que se rompe un circulo minucioso de costumbres y certezas, a Ia infinita trama de una inalcanzable paciencia vigilante, exterior a todo afan de circunscribirla en los limites de una segura dominacion. As!. habia escapado anteriormente a los designios de posesion que Jose habia fijado sabre ella ; asi habria de escapa:rse cada vez que su b{tsqueda se viese dominada por este impulso de aprehension total y de preservacion intima de la autonomia al encontrarla. Pero esto no significa de ninguna manera el olvido o Ia resignacion. Frente a estas limitaciones, Ia fascinaci6n iba en aumento, engendrando incesantemente una sed mayor de reve!aci6nes, abriendo a traves de Ia sumision y de Ia conciencia Ia puerta de un futuro encuentro. EJ . disco habia terminado y solo el silencio, denso y repetido, escucho Ia pregunta de Miguel. -~Hacemos algo? -volvio a insistir con un tono sin embargo mas solapado y discreto, frotandose las manos con suavidad, 路 como si sus palabras fueran un acidente y solo contara Ia entonacion que las sustentaba. Marcos, extendiendo las pie.rnas al maximo para luego relajarlas y dejarlas quietas en su nueva postura, dirigio su mirada bacia Ja noche

que se agolpaba contra las ventanas descubiertas, delineando estrechamente Ia fragilidad con que limitaban lo conocido, el ambito de lo que habia regresado, de lo que se abria, unos centimetros mas lejos, con sus enormes fauces, redondeadas por las presentidas siluetas de las copas de los arboles que bordcaban Ia calle. Bastaba imaginar lo que el recuerdo de las ramas oscuras y enjutas cubiertas de hojas descoloridas, secas y calientes bajo e! sol de mediodia, podria haberse vuelto 拢rente a Ia luz metalica y velada por las primeras frondosidades del tronco, lejana ya en las ultimas capas de follaje, espectral como un murmullo, de los afilados arbotantes encendidos. -No se, lo que quieras -dijo, escudando su voz tras un parpadeo Iento y soiiolie.nto. De nuevo el silencio, tragandose los ultimos ecos de sonido, revelando su omnipresencia, invisible y caliente, espcsa como las sordas vibraciones que produce Ia intima natacion del agua comprimida en un recinto limitado, perdiendose en si misma, gimiendo para los oidos que en ella se sumergen. Asi era Ia mirada de Marcos, sumida en Ia noche del silencio perdido, en el esfuerzo por recuperarlo, tras el vacio de una respuesta. Miguel volvio a mirar su reloj y alisandose los pantalones, dijo con un tono decidido y basta un poco brusco: - Y a es tarde. R egreso a casa. - Como quieras - contesto Marcos con Ia misma voz ausente y casi desconsiderada.

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Roto el ultimo fantasma de una prorroga acaso forzada, produciendo el mismo sentimiento de desaliento y asombro, diluido en algo que no era ni el recuerdo ni Ia incierta region de Ia respiracion estrecha de Ia atmosfera, situado un paso mas lejos, en direccion hacia Ia noche de la oscuridad, contigua a Ia habitacion, lamiendo incansablemente Ia serenidad de los cristales pero sin nunca atreverse a avanzar un paso mas, el aliento de una pausa aun fecunda desaparecio sin dejar Iugar a un gesto mas, de golpe, como el ttltimo suspire de un moribundo. Miguel habia ido al cuarto de Marcos a buscar su saco y alg{tn libro que le habia pedido prestado al llegar y que seguramentc habia ya puesto sobre Ia mesa en la que Marcos dibujaba antes de decidirse a sacar sus pinturas y sus pinceles. AI poco rato aparecio por el pasillo, peinado y con su carga entre brazos, ligeramente sonriente. -Nos vemos manana en mi casa. No antes de las ocho; en Ia tarde voy a ver a Luz, a ver que pasa. Gracias por todo y no se olviden de la hora. Ya habia abierto la puerta y Jose veia desde su sillon el minuscule punto luminoso al lado de Ia puerta del elevador que indicaba su inminente Ilegada. Unos segundos mas tarde, un enorme respiro de luz invadio el espacio que separaba la puerta de entrada de la del ascensor, para disiparse casi inmediatamente, como una voz de alerta lanzada por algun perturbador in-

dicio. El mundo, pensaba Jose, enfrentaba a la noche, respondiendole con Ia seguridad de una luz y de un ruido habitual, olvidando mecinicamente su influjo y sus veladas preguntas. Tras el cuidadoso gesto con que Marcos cerro Ia puerta, su silueta se deslizo a traves del corredor de entrada, inmovilizandose de nuevo, despues de haber cruzado la sala, frente a la ventana que, con el brazo extendido, empezaba a abrir sin ruido. Un instante de espera y una reconfortante sensacion, como una larga nota sostenida cada vez con mayor fuerza, fueron los dos terminos de una sucesion a la que Jose cedio inconscientemente al ver los movimientos de Marcos. Una nueva esperanza se abria con el fresco de Ia calle que ahora invadia la habitacion a borbotones, como un manantial de agua transparente, brotando insospechadamente tras una roca abrupta. Sin embargo, Jose no podia olvidar su reciente fracaso, cuya figura se dibujaba mas claramente en ese momento, gracias a Ia distancia que creaban la pureza del aire frio de Ia noche y Ia consiguiente revivificacion del ambiente, su radical novedad en relacion con el calor dilatado que antes reinaba y en cuya agobiante presencia, se encontraban latentes, aunque cada vez menos tangibles, los estados por los que habia atravesado durante Ia tarde. Pero, l a que podia Ilamarle fracaso? lCual hubiera podido ser el triunfo? lHasta que punto la ilusion encerraba una certeza y esta una ilusion? Para Jose, todo esto volvia a quedar sin respuesta.

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JOAQUIN XIRAU ICAZA

IMAGEN PRIMERA El 7 de marzo de 1969 en el Pub "The Bear" de High Street en Oxford apareci6 el estudiante ingles de arrogancia etoniana que escondia triste ignorancia bajo afiladas facciones. Palidos rizos de pelo claro jugaban con la respiraci6n sabre la frente, y sus ojillos grises e inquietos, buscaban entre las voces de cerveza y el humo tibia y neutro, a quien poder anunciar su descubrimiento. Finalmente se acerc6 a una mesa esquinada. En ella trece tarros y cuatro bancos de irregular madera. -Saben ... -hablaba nerviosamente y como si tuviese los dientes tan sueltos que jugaba con ellos al balbucir cada silaba. La acci6n se clara en cualquier parte del acuoso globo terraqueo, pero esta vez correra desde el sur del Oceano Pacifico siguiendo incesante su ya prevista ruta, en la curva que lo llevara al norte del Oceano Atlantica. Atravesara rigidas costas y mohosas cordilleras; estrictos desiertos y limpi as llanuras; pueblos Pedro Paramo y ciudades torpemente cambiantes como las que algun dia lei en Desconsideraciones. Su descubrimiento transparentaba el intima terror de no poder expresarlo. Opt6 primero par el singular empirismo ingles y relat6 la importancia cientifica del eclipse. Lo llev6 a las controversias en que un estudiante de historia puede caer al analizar formulas matematicas y conceptos de la fisica. Despues sali6 corriendo. 80

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Un afio mas tarde, en una playa, todo era vasto pero al mismo tiempo era intima y, de alguna manera, secreta. La sombra verde y timida de dos palmeras se prolongaba hacia el horizonte casi blanco del mar, que se vuelve sobre si mismo para perderse. La bandada de murcielagos ceremoniosos, rayas irregulares que aparecen y desaparecen todas grises, dibujan infinidad de formas instantaneas en el aire quieta. De pronto un mundo de imagenes y recuerdos que todavia no se convertian en pensamiento; imagenes vi vas que parecian haber estado sumergidas mas de un afio en esta atmosfera. Antes y despues del eclipse la claridad es deslumbrante. La luz, de igual intensidad, marca con perfecta precision los momentos en que se da el principia y en que se llega al fin. Pero es entre ambos instantes cuando la vision se confunde en un opaco fantasmal color de vida. Asi en mi metro cuadrado de arena amorfa la duracion de mi eclipse es una, no obstante que este mismo eclipse con su sombra movil proyectada en el espacio tiene indefinidas duraciones en los diferentes sitios. Empezaba a comprender la inquietud de Henrik y en mi se iba convirtiendo en impaciencia. Imagine el planeta bafiado por eclipses que se dan en todas direcciones y que seguramente se repetirian. Pasaron por mi mente batallas de los griegos, manifestaciones religiosas, corrientes filosoficas, la desesperada impotencia del fanatismo, las ideologias, el analisis que desde una parte de la sombra de un eclipse se trata de hacer de su secuencia. Imagine estar en el sol y trate de ir por la noche pero el dia era perenne y tan ardiente como una noche de verano insomne. Entonces, pense, podre insinuar que los eclipses son "ilimitados y periodicos" como la Biblioteca Hexagonal, pero me di cuenta con desengafio de que desde ahi habia eclipses de planetas con plan etas y de lunas con otros soles; de que lo imaginado por mi como {mico engendrador de eclipses era a la vez eclipsado por un sol de otro sistema, y este por el de otra galaxia y de que las galaxias se eclipsaban entre si en un mar de grises y blancos. Cargado con un tenue malestar decidi regresar a mi metro cuadrado de arena amarilla y jugar con sus cristales de muchos colores, para encontrar esta noche diferente a aquellas en que la vida se tifie de negro. Entonces tuve la certeza de que el eclipse, mi eclipse, se repetiria con su misma secuencia y sombra, pero ya estaria tal vez en otro sitio .

......

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JOSE LUIS BENLLIURE

COYOTE {FRAGMENTO DE NOVELA]

Tal vez su mirada fuera Ia del que se encuentra, en Ia noche, con Ia de un coyote; regresando a Ia milpa por el monte, cuando todavia no se oye ladrar a los perros. Podia ser mirada de noche sin luna, en las que se parten las hierbas al pisarlas, hierbas lo suficientemente altas como para esconder un coyote, de esas hierbas que a veces hieren las rodillas. Noche oscura, donde llega el alivio con el ladrar de los perros y el redescubrimiento del maizal, la sombra de Ia milpa, el calor de Ia vieja, Ia seguridad de apretujarse a los hijos sobre el petate y esperar a Ia manana. La manana, despertar del pueblo, poco a poco el Iento marchar al campo de los hombres. Por las calles, polvo y piedra, va errando un nino (de unos ocho anos), flaco y cabizbajo. Lo creen flojo. Los demas ninos lo abandonan en las correrias por el monte. -Juan Jose, le dicen, no vayas tan rapido que te vas a cansar -y lo dejan muy atras, casi siempre tirado al borde del rio. Juan Jose los ve correr y ve el rio correr. -Ellos corren pa' mi, pa' los arboles. Yo soy como los pajaros; ellos corren y corren y pa' cuando llegan al otro !ado de Ia canada, despues de trepar el monte de las cruces yo ya estoy ahi, esperandolos y ni me canso. Na' mas me los imagino jugando y juegan pa' mi y ese es mi juego y ni me canso. Juan Jose tiene un perro al que llama Coyote que siempre esta moviendo el rabo y en las naches le calienta los pies, pues no duerme en el petate con sus hermanos Pablo y Maria, su padre y su madre. No le gusta que lo aprieten y menos que lo acaricien. Duerme en una esquina del jacal, debajo de un hoyo en el techo y se deja acariciar solo por las estrellas. Se deja acariciar por ellas porque siempre lo hacen de una manera diferente y el jacal, muy alejado del pueblo, se convierte en una estrella mas que a veces cubren las nubes y Juan Jose se deja caer tranquilo Ia lluvia.

-C6mo seras flojo, jijo - le dice su madre--. Na' mas por no moverte te dejas mojar, y ahi un dia vas a amanecer muerto y habra que enterrarte. Acostado bajo Ia tierra, asi seras feliz. La muerte y Ia desaparici6n bajo tierra: el ultimo saber del rostro del desaparecido. Es muy de manana. El cielo es una inmensa ventana coloreada de fuegos y nubes de un gris blanco muy tranquilo. Juan Jose mira el infinito de un charco, arroja piedritas y el infinito se borra para dibujarse en jinetes y potros, reflejos de las historias del tio Miguel de cuando llegaban los revolucionarios, perros, gatos y lobos. El miedo de perder alguna estrella, el sabor de Ia luna cuando ya sali6 el sol, un amigo que se va, se lo lleva un viento propio al charco y Io esconde en Ia nada del infinito. Una nueva piedra, una vara plantada en el centro: Ia satisfacci6n de poder usurpar lo que se nos escapa. Recoge Ia vara con Ia mano izquierda y Ia acaricia con Ia derecha, pone Ia palma contra Ia extremidad mojada y toda la nada infinita del charco esta ahi, plasmada en recuerdos, cobrando formas y colores en Ia madera humeda. -Juan Jose, tio Miguel ha muerto. Juan Jose se aprieta contra el pecho de su madre hincada. Se cubre Ia cara con su rebozo de jerga color ladrillo viejo y sucio de polvo, como los de Ia escuela. La escuela, el rebozo, el polvo, los ojos brillantes y humedos de Ia madre, Ia dulzura de sus lagrimas saladas, universo demasiado completo, continuaci6n del charco, como para poder sentir Ia muerte del tio Miguel. Es de noche. Todas las viejas del pueblo estan en casa del tio Miguel. Juan Jose las oye llorar a traves de las calles, manchando el cielo de un velo negro que lo oprime y oprime tambien a Coyote que ha dejado de mecer el rabo

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y lo esconde entre las patas, sentado y alerta primero y despues tembloroso y aullando. El frio entra en Juan Jose, lo haec sentirse solo. Desesperado, sale a correr por el maizal. Co~ rre para no escuchar, para no ver lo que escu~ cha: seria demasiado cruel, demasiado negro y abismo profundo. Corre cuando tropieza y todo se rompe, echandose a llorar. Maldicen las sombras de los arboles, maldi~ cen la tierra que entra en la boca. -Vamos donde tio Miguel jijo -le dice su padre-. Deja de chillar que eso es pa' las viejas. Tio Miguel esta tendido sobre un petate, con una vela en cada esquina. Su cara baila y >e disfraza en huesos con dos grandes sombras de donde salen mas huesos. Juan Jose llora y rasca las paredes que se desmoronan formando pequefios montes sobre sus pies. Su padre lo coge por el hombro y le da un vaso de tequila. -Pa' que seas hombre-. Juan Jose bebe. Queman las entrafias y su~ be el fuego. Juan Jose tose y tia Paulina, !a es~ posa de tio Miguel, lo aprieta y lo consuela pa~ ra consolarse ella. Todo es un baile demasiado macabro para ser fiesta, demasiado perfecto para ser celebra~ ci6n. En el calor del est6mago se pasean las sombras. Tio Miguel se levanta, palido de noche como cuando contaba sus andanzas de revoluci~ nario, como cuando contaba de Ia noche en que se le aparecieron las animas, alia en el ce~ rro, cuando los federales lo dejaron herido, y se dirige hacia Juan Jose. Cree despertar de una pesadilla y quiere darle la mano a tio Miguel, pero tio Miguel esta tirado sobre el petate, con los ojos cerrado-s, abiertos, cerrados, y la danza gira y gira !a noche y viene la muerte y llega el v6mito. Duerme en una esquina, duerme profundo suefio que es un despertar. Es de tarde. Todo el pueblo lleva a tio Miguel a! cerro de las cruces. Cantan y llevan todos una vela. El cura dirige y su aspecto de ave de mal agiiero asusta a Juan Jose: como todos los do-mingos vuelve la pesadilla de la misa, imagen del infierno sobre la tierra.

El padre de Juan Jose y tres hombres mas cargan el feretro sobre los hombros. Juan Jose quisiera estar ahi arriba y que fuera a el a quien le cantasen la despedida. En el cielo, ahi si le gustaria corTer y trepar, hasta estar sobre el cielo. Negras siluetas insultan el tierno verdor de los cedros que rodean el cementerio. Juego cruel que desfigura Ia calma del atardecer. Tirado sobre la hierba ve a Ia gente llorar, callada por el viento y Ia distancia, detras de las cruces rosas y azules siempre con flores. Quiere huir y se une a un grupo de nifios que salen corriendo y riendo. Baja con ellos hasta el rio donde ha llegado Coyote meneando el rabo. Y con Ia horrible sensaci6n de dolor tras los ojos y nada en el coraz6n, se dirige hacia el jacal sin hacer caso de Coyote que gira a su alrededor y le muerde los tobillos jugando con las primeras gotas de noche. Una semana ha transcurrido desde el entierro de tio Miguel, eoperando todas las noches por los nifios que continuan al borde de Ia ultima historia, Juan Jose lo busca en las gentes que pasan en Ia oscuridad, en los arboles, en los cerros, en el grito de las chicharras, en la no~ che. -Tal vez este mas all a de Ia noche -le dice a Coyote-, tal vez ni siquiera este. Regresa entonces al jacal, mirando cuidadosamente donde pisa, buscando a prop6sito los charcos y sentir el lodo frio entre los dedos, buscandose ahi, don de esta ... Tirado frente a las estrellas. De vez en cuan~ do las nubes cubren alguna, pero siempre rea~ parece, ya sea esa misma noche ya sea despues. ~ Y si un dia dejase de reaparecer? Los ojos cerrados. Pequeno es el monte cuando se esta con Coyote que corre y Juan Jose ya no lo ve. Regresa con la lengua de fuera y se lanza tras Juan Jose cuesta abajo. Rueda en la hierba de donde se desprenden maripo~ sas. Bebe de un charco dejandose chorrear el agua por los bigotes. Bebe. . . ~ D6nde estas, Coyote? Tras un arbol. ~D6nde estas, Coyote? S6lo el viento y el arbol, el cielo azul y el sol a medio cielo. ~ D6nde esta el charco, la hier~ ba y el cielo? Los cedros, la hierba, Coyote y el sol. ~ D6n~ de estoy yo? 83

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Coyote lame los pies de Juan Jose, quien abre los ojos en el morado de la manana que invade el jacal, deslizandose con el ruido de los pajaros por entre los huecos de los muros y de cara, por el hoyo del techo. Colorines esta de fiesta: ha llegado la feria a San Agustin. Juan Jose se deleita con los amaril!os y morados del traje de su madre, que se ha lavado el cabello en el pozo y se peina dos largas trenzas negras. Dos cintas rosas y azules convierten el dia en promesa. Promesa que sonroja a Juan Jose cuando. su madre le da los pantalones nuevos y se mete las manos en los bolsillos, maravillado por la posibilidad de poder alojar un sapo. Coyote triste los mira acostado. Las patas de atris recogidas, el rabo extendido sobre el petate y la cabeza sobre las patas de adelante: mirando con aire de abandono, las orejas caidas sin querer escuchar. Su padre trae bajo los brazos las mejores gallinas y pelea con elias hasta meterlas en el cesto. Pablo persigue un guajolote hasta el arbol viejo y seco. Ahi lo deja y regresa al jacal cuando ya lo llama la madre. Maria es color, pequefia mancha de muchos colores y sus ojos vivos que miran a su alr.ededor esperando encontrar ya la fiesta. Promesa.

Dibujos de

MICHAUX

La carretera. En el cami6n se ha encontrado un hueco Juan Jose, y desde la cintura mira a toda esa gente que va a la fiesta. De pie, se sujeta a un asiento, y cabecea para tratar de ver por alguna ventanilla. El cami6n se detiene y sube y baja gente y en frente de Juan Jose se ha parado un viejo que hade saber mucho de fuegos y de mujeres. Habla de los cuervos que extienden las llamas por el bosque, del fuego que se deja quemar para poder sembrar, de pulque, va a haber bastante pulque en la feria. Segun el viejo en las ferias se baila mucho y cuenta que su hermano mayor se enamor6 de una cancionera. Lo emborrach6, le dijo casas, lo hizo bailar y lo hizo enamorarse. Y a por la madrugada, no tenia un centavo y la mujer se deshizo de el. Fue a dormir al monte, y enfundado en su sarape vio llegar, escondiendose por los arboles, una sombra. "Malhaya sea tu alma - le dijo--, Fantasma, no chingues." Pero lo que oy6 fue una voz dulce y lo que vio una bella joven, de ojos tan negros que la noche parecia palida. "Ven conmigo" -le dijo la mujer El viejo a tropezones se levant6 y qued6 tambaleandose. "Vamos" -contest6. "Soy tu nieta no tu mujer, y si quieres venir conmigo tienes que saberlo."

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"Vamos" -grit6 el vieJO Los dos se fueron con el dia y por ahi dicen que el viejo muri6. Juan Jose supone que siguen el camino y se acercan a San Agustin pero esto se lo deja a Ia suerte, ya que en su encierro inm6vil le llega el sueno y se duerme sabre un hombro. "A tio Miguel se lo han de haber llevado los jinetes de regreso a cuando Ia revoluci6n." Si, tio Miguel esta ahi peleando de nuevo y ahi esta, yo lo estoy viendo galopar, tu tambien Coyote., tu y yo lo venws galopar. No te pude traer Coyote y que buena porque en este cami6n [a gente te hubiera enojado. Pero aqui estamos juntos Coyote y alta va tio Miguel. Los areas del !ado izquierdo de Ia calle empedrada que conduce al z6calo de San Agustin, disfrazan con su sombra un rico olor a comida. Juan Jose tiene hambre. Por entre las piernas de Ia gente que rodea el estanco, se filtra el humo, y Juan Jose alcanza a percibir a Ia vieja gorda que, sentada, prepara las quesadillas. Las manos, gruesas y de dedos cortos, parecen acariciar Ia masa y se manchan de blanco, limpiandose en el delantal a cuadros rosas y azules, grises cambiantes en la sombra. Juan Jose se busca en los bolsillos del panta16n nuevo y encuentra cuarenta centavos que parecen sin forma. Una de las monedas se desliza por Ia palma y los dedos que tiemblan y cae a un charco. La recoge, zafandose asi de su madre y corre sujetandose e1 sombrero con Ia mano !ibre hacia donde un hombre se ha curvado ligeramente para no mancharse. El calor del aceite que hierve en un sarten de metal negro, se pasea por Ia cara. Las quesadillas se forman a si mismas entre chasquidos y exclamaciones de satisfacci6n. Juan Jose mastica el primer trozo, lo chupa y se deja calentar e1 paladar mientras observa Ia cara redonda, chata y sin ojos de la vieja. -Juan Jose, vamos jijo, que tu papa ya se enoj6. Dice que eres un desobediente. Su madre le quita una de las quesadillas, Juan Jose la deja ir sin siquiera mirarla tratando de comerse la que le queda lo mas rapido posible. En el z6calo, dominado por las dos torres

acres de la iglesia, alrededor del quiosco, techos de telas de colores palidos brillan a! sol. Varios viejos descargan limones de sus morrales y los acomodan sobre petates. Una senora invita al padre de Juan Jose a tirar los aros. -Diez por un peso. Juega el padre de mano segura: Juan Jose lo ve cogiendo el arado, empujandolo con fuerza contra la tierra que parecia dura pero se desmorona como migas de pan, arreando los bueyes con malas palabras, secandose el sudor con el paliacate rojo que siempre le cuelga del bolsillo de atras, hundiendo los huaraches en los zurcos hasta que las unas se le vuelven de barro. -Tengo que trabajar mucho, jijo, y el soles fuerte. Yo creo que ya pronto me va a tocar y mejor vas aprendiendo pa' que puedan comer tu mama y tus hermanos. El ceno fruncido y el sol reflejado en Ia frente, el sombrero echado para atras, Ia mirada severa y los espesos y negros bigotes moviendose gravemente con las ultimas palabras. -Tome, se ha ganado usted unos cigarros -dice Ia senora levantandose de su silla con aire de reprobaci6n. El padre de Juan Jose los coge, abre la cajetilla jalando el hilito dorado que parte el celofan en dos, saca uno y se lo mete a Ia boca encendiendolo con sus cerillos. El sol decae, suenan las campanas de la iglesia. Empieza Ia musica. -Amaneci otra vez entre tus brazos -canta el padre dejandose llegar el humo del cigarro sabre los bigotes. Se, prenden las luces y desaparecen las estrellas. Dos ninitas sirven aguas y una lleva algo en el rebozo. Juan Jose no sabe si es un nino o un muneco, pero la mano pequena, sucia e inm6vil que pende sobre el vestido de flares, parece, con la luz de los focos, Ia cara de tio Miguel muerto. -~Esta muerto tu hermanito? La nina Io mira, rie llevandose la mano a Ia boca y mirando a Ia otra que Io hace de igual manera. Las dos salen corriendo y regresan con una senora gorda, muy arrugada, canosa y mal peinada. 85

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- i Esta muerto su hijito?

Juan Jose se siente asustado ante su mirada fija y regafiante. Se encoje de hombros, y con un escalofrio, se da media vuelta, lentamente, como los primeros pasos y se echa a .correr hasta el tiro al blanco donde ha caido un caballo despues de un ruido seco y otro de metal. Tras unos viejos que beben cerveza esta el carrusel. Juan Jose se sienta sobre un pedestal de piedra de donde crece un arbol cuya copa se pierde en la oscuridad. Los caballitos de madera giran con una musica de campanitas. Dos mujeres j6venes que se sonrien la una a !a otra, una de elias, !a que !leva un hebe en el rebozo, !a que tiene una blusa amarilla y una falda rosa, con ojos de susto que hacen que Juan Jose se sonria de buena gana, dan vueltas convirtiendose solo en colores sin forma que se esconden tras las figuras de madera. Son como las flares que caen al remolino del rio, Coyote, esas flares que caen y tu no las ves porque estas muy ocupado persiguiendo a los pajaros que S(J)len entre las hierbas altas. iQue estaras hacienda, Coyote? Te estards dando de vueltas encerrado en el jacal, !lorando porque yo no estoy, o tal vez estes en la esquinita, llorando porque tu no estas.

Juan Jose monta un caballito blanco de bridas azul y rojo pero no se siente jinete, se siente en !a fantasia de la fiesta, se siente parte de toda esa gente que vigila y que lo vigila a et y cree que esperan lo que el espera y que siente llegar desde adentro, hasta los ojos que arden primero y despues se humedecen. Ve a Pablo y desciende antes que el carrusel pare. Trata de contarle lo que ha visto y sentido pero no puede. Enmudece y se pone colorado, se desamarra la garganta y las lagrimas se le resbalan por los cachetes que arden. iPor que? iPOr que?, se repite Juan Jose en voz alta mirando a su hem1ano que lo mira con aire de extrafieza. -Porque le faltan las palabras. Un hombre cojo que esta recargado contra la pared del quiosco se dirige hacia Juan Jose. -Me llamo Pedro iY tu? - Juan Jose me dicen. -Mi estado te desagrada . .. Pues bien, no puedo correr pero se ver, y tu tambien, pero

yo, cada vez que veo me hablo dentro de mi cabeza y me digo lo que estoy viendo, habrias de aprender. No mas fijate, casi se lo que estas pensando . . . La madre ha cogido a Juan Jose y a Pablo por la rnano y los arrastra tras de si. Demasiadas cosas suceden en una feria para saber cual es verdad. Toda la familia esta sentada alrededor de una mesa de metal, a unos cuantos metros del estrado, donde toea una banda de mariachis. El padre, de cara a los musicos, hebe su cuarta cerveza. Voltea ligeramente cuando algun verso de alguna canci6n le lleg.a, hacia la madre que le. sonrie como sabiendose su c6mplice en algo que debe permanecer oculto a los nifios. Sus dos largas trenzas negras empiezan a desfigurarse a contraluz, y Juan Jose se acuerda de las ramas que salen del rio, cuando la luna es fuerte y los arboles no permiten mas que reflejos entrecortados. Pablo y Maria duermen recargados en el pecho de su madre. Pablo tiene la boca cerrada con la expresi6n del que esta muy lejos, Maria la tiene abierta y parece luchar contra todo ese tumulto. La cantante invita a un viejo a bailar. Juan Jose la mira y en medio de una desagradable sensaci6n, como si algun animal le mordiera la boca del est6mago, vuelve el cami6n, el viejo cuyo hermano se enamor6 de una cancionera. "Lo emborrach6, le dijo cosas y lo hizo enamorarse. Y a por la madrugada, cuando no tenia un centavo, se deshizo de el." Me cae gorda, piensa, y siente el peso de estas palabras, siente c6mo pesan sobre esa mujer que se levanta con una mano los vuelos de su vestido para poder bailar. .,-Me cae de la chingada - -repite en voz alta. Su padre voltea a verlo con mirada que cambia de la sorpresa a la indignaci6n y su madre con aire de reproche. Se muerde la lengua y se siente culpable. Ahora, por medio de sus padres, la cancionera pesa sobre el, lo acosa y terminara por bajarse del estrado para corresponderle la herida. Se acuerda de Pedro el cojo. Su voz ronca pero amistosa resuena en su cabeza, cobrando

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matices de angustia, de alguien que se ahoga y se ahoga Juan Jose en todo ese rio de palabras que corre para tratar de justificar o condenar su afrenta hacia aquella mujer. AI darse cuenta que todo el tiembla, otro rio desciende con no menos cstrepito: trata de expresar su arrepentimiento, su malestar, justificarse ante sus padres y zafarse de su peso. Siente morir a] no tar est a nueva sensacion; el peso de sus padres, y su cabeza se inunda y su cabeza se hunde cada vcz mas y mas y solo una palabra : Perdon. - Perdon --en v<YL alta. Juan Jose se aprieta las manos entre los musculos y baja Ja cabeza mirando fijamente el suelo. Desde el fondo percibe Ia debilidad de rste perdon. Perdon hacia sus padres, pero a la cancionera Ia odia y las palabras no le dicen porque; odia al cojo y se deja llevar por la imagen de Coyote que juega con un pajaro de pecho rojo herido, como un gato con un raton. Coyote respira agitadamente, menea el rabo y Ia lengua !lena de baba le cuelga de lado. El pajaro trata de esconder en la tierra su pecho rojo manchado de sangre mientras las alas parecen querer elevarse. En el cielo. ahi si Je gustaria correr y trepar, hasta estar sobre el cielo. Juan J osc se ve desde alia arriba. Ve el cerro de las cruces, el claro donde esta el ccmenterio, los cedros que Jo rodean, a Coyote que salta sobre tio Miguel. Ve el rio que se curva ante el cerro y sigue hasta escondcrse bajo los arboles que delimitan los campos de trigo todavia verdes, el pueblo, las tejas, el reflejo de los charcos. Ve las altas rnontai'ias de mas alia, donde ya ni siquiera hay coyotes y los lobos ata-

can en jaur1a, aprovechando el negro de los bosques cuando el horizonte se pone morado. Los foquitos azules, rojos y amaril!os que techan !a feria se conviertcn en estrellas y Juan Jose se sabe de nuevo en San Agustin. La madre se ha ido a dormir con Pablo y ~faria bajo los arcos, enrosdndose los tres en una manta. Juan Jose se sonrie a! verlos desde cl quiosco donde ha ido a sentarse con su padre. Los cartones que sirven de marco a Ia ma路tuina de fotografia, virgenes, charros sin cabcza, una ciudad que supone Juan Jose es !a de ~1exico, duermen tambien. Juan Jose quiere que sea de dia, que 1e tomen una fotografia como !a que cuelga en el jacal. Fotografia cafe de cuando el era del tamai'io de Maria. Su padre no tenia entonces bigote y su madre parecia aun mas timida. Los ojos apenas cerrados, mirando hacia abajo de manera que las pestai'ias, !argas pero delgadas, los escondian a medias. L a sonrisa, apenas estirando un poco los labios, como alargandolos para dejarselos ver a los ojos. Boca y ojos se respondian entre si, como para ocultarse de !a maquina. Su padre, por el contrario, miraba fijamente. Sus gruesos labios parecidos a los de Maria, por eso ha de haberse dejado crccer el bigote, cerraclos, dejaban lucir sus amplias mandibulas apretadas como si estuviesen hinchadas justo adelante de las orejas. Juan Jose nunca se ha sentido a gusto ante esa fotografia. Sus personajes, que por demas 'c parecen extrai'ios: el ha crecido y todos han cambiado, no se reconoce ni los reconoce en Ia fotografia, lo pcrsiguen dondequiera que se pare dcntro del jacal.

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Juan Jose, bostezando, mira a su padre: los labios se esconden tras su denso bigote; hay arrugas de cansancio en la frente y alrededor de los ojos que ya s6lo permanecen entreabiertos pero siempre agiles y severos como ahora que observa a los miembros de la fanfarria que se ins tala en el quiosco. Juan Jose los observa tambien y trata de discernir el sonido de cada instrumento pero es una uniformidad la que lo adormece a medida que languidecen las melodias. U n ruido seco y otro de metal. El carrusel se suspende, borroso. El padre y Ia madre se esconden en un boquete sepia que se agranda tragandose a los caballitos de madera. Ambos rien. Se hincan cuando llega tio Miguel, que se detiene y se detiene todo, quedando s6lo las sombras. Coyote esta sentado. Su sombra se recorta de ojos que brillan. Cae hacia atras, da una vuelta sobre sus piernas que se aferran a una barra de metal y regresa a su posicion original. Una mano cuelga de una cruz de piedra senalando la cabeza de tio Miguel muerto y adornado con flores sin color. El cura se desliza sin caminar. Bendice todo hasta que no queda nada. Abre los brazos en cruz, apunta hacia Juan Jose, lo acusa de mentiroso y lo con dena al infierno. Juan Jose sentado en un banco de metal, pide perd6n . . . Silencio. Miente. No hay arrepentimiento. Miente por miedo. Silencio. Los musicos, sepias, tocan algo sepia. Lloran los cascabeles y silban las brujas. Juan Jose tiene la boca seca. Coyote le lame los cachetes que arden con una lengua que quema. Juan Jose grita. - Juan Jose, estas enfermo -su padre locoge en brazos y lo lleva basta los arcos donde duermen los demas. La noche es vieja y la feria esta ya por morir. -Mujer, tu jijo esta enfermo. Juan Jose siente la fresca mano de su madre deslizarse por su frente, acariciarle las sienes y enredarsele en el pelo. Su padre lo sujeta por la nuca y le acomoda un sarape enrollado, donde reposa ahora toda Ia cabeza. Las luces se apagan y aparecen las estrellas. La madre le extiende un pedazo de jerga mojada sobre la frente y su padre le aprieta el

hombro, senal de apoyo que corresponde Juan Jose con sonrisa timida y de verdadero agradecimiento. -iTe sientes bien, jijo? -No duele, pa. Por entre los arcos se filtra el viento frio de Ia noche. Juan Jose contempla el cielo, se sabe protegido por algo que esta aqui en la tierra y mira 1 sus padres, ve que lo miran y le sonrien. Se sabe fuera del infierno y perdonado, porque nunca hubo nada que perdonar. Duerme Juan Jose. Sabe que duerme y descansa: Suena sin irnagenes, suena s6Io descanso. No despierta hasta muy entrada la manana. Su padre lo trepa sobre los hombros y lo lleva hasta el cami6n. Todo parece facil, de esa facilidad que da la debilidad cuando los demas la justifican. Juan Jose disfruta el poder viajar sentado, al lado de una ventanilla y abrazarse del brazo fuerte de su padre. AsÂŁ de fuerte voy a ser yo, Coyote, y padremas cortar mucha lena sin cansarnos. Haremos una casa con mucha sombra y muchas flores y papa y mama podran vivir con nosotros aunque esten muertos. Valles ocres que esperan la lluvia se deslizan bajo la carretera que empieza a ascender a las montanas. Del otro lado, los cerros estan cubiertos por las nubes y Juan Jose sabe que ya estan cerca de Colorines. Quiere encontrarse con Coyote y contarle, sin decirselo, todo lo que ha sucedido.

Sabe que tendra que permanecer acostado y Coyote le traera mariposas. Mariposas arnarillas, de estrechos filamentos de oro y manchas negras y rajas. Mariposas de bella fragilidad. Tal vez le traera varas que le anuncien lo que sucede afuera. Tal vez le traera un tabachin cuya sonaja le hara saber que ya viene. Tal vez . . . Nova a dejarse lamer los pies porque Coyote podria enfermarse. Su padre Io lleva cargando. En la puerta del jacal todavia no hay senales de Coyote. Juan Jose no entiende porque, pero algo le dice que no trate de imaginarse nada ... Coyote yace muerto en la esquinita, debajo del hoyo, con el sol de medio dia iluminandole los ojos que, lejos de parecer frios, parecen buscar a Juan Jose.

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Carolina Calderon

SEMILLAS PARA RECORDARTE En su amado se repetian gestos anteriores, ÂŁrases que al volver a ser escuchadas sonaban a lo mismo. Se encontraron en el punto anterior al sueiio, no en la irrealidad sino en la nebulosa. Otra vez tenia lo nuevo en ella y, para esta experiencia, era lo intocado, toda vida y ansiedad. Hubo dias que pasaron sin tiempo, como un mar negro en cuyo infinito se deshace una linea dorada. i Sabes que siempre crei haberte conocido en alguna forma en el pasado, en un tiempo en que el presente estaba desvanecido como sendas perdidas que de pronto dejan de serlo? De todas las geometrias que el agua atrapa en su transparencia, tome un triangulo blanco y con el construi un sueiio: una casablanca, un jard,my una f uente. T e d.. IJe: " i V en.1" Tus ojos de niiio, tu cabello suave se hicieron luz. Entonces vi tu sonrisa, que volvia a creer. "Poseo todos tus sueiios", me dijiste, y estrechaste mi cuerpo en tu blancura. Mi sombra hambrienta escarb6 en tu ser y lo febril que se agota en dos cuerpos desnudos se descompuso en sonidos: la aurora se abri6 en un ave y muri6 luego en el silencio de la respuesta conocida. Abri los ojos que salian del sueiio anterior y entraban en otro, oscuridad aun no mirada. Empuje las capas densas y llegue ala transparencia: habia una mascara de luz de oro, en cuyos ojos fijos pude ver la imagen de mi muerte. i Furor de luz y sombra que se desvanece en palabras!

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HENRYI( SZERING*

LA TECNICA DEL VIOLIN

Primer Tema: Los principales defectos de los vio linistas. I) Mano derecha 1. Por lo general el codo no tiene Ia elevacion debida en la parte inferior del arco sabre todo en los matices piano o pianisimo y sabre las cuerdas de Sol y Re. 2. Con frecuencia Ia posicion del codo no esta en relacion con la cuerda sabre la cual se toea. Ejemplo: En los arpegios del preludio de la tercera Partida de Bach, el segundo tema abarca tres cuerdas en una sucesion rapida, y hay que tamar como base la cuerda del media. En la exposicion de este preludio se toea la cuerda de La y en la reexposicion la cuerda de Re. 3. Es una costumbre lamentable hacer un portato en vez de un legato cuando este portato no corresponde al deseo del compositor. Ejemplo. No. 1. No hay que confundir el portato que es un legato mal ejecutado, con el portamento que es un glissando. El portamento se hace con la mano izquierda en tanto que el portato es una arcada. 4. Existe la tendencia a desviar el arco hacia atras, en la punta, lo que ocasiona un debilitamiento involuntario del sonido. Tambien puede seiialarse una desviacion en el extrema del talop, arco para arriba. 5. Contribuye tambien al debilitamiento en la punta del arco el no utilizar las suficientes crines. 6. La tendencia a inmovilizar el codo o a echarlo hacia atras en el arco para abajo provoca igualmente el defecto mencionado en el parrafo 4. 7. Asi como Ia tendencia a quitar o debilitar la presion del anular en la region de la punta. 路lf Conferencia sustentada por el maestro Henryk Szeryng durante Ia sesi6n de clausura del Curso lnternacional Superior de Violin, julio-agosto de 1969.

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II) Mano izquierda 1. Defecto general: el declo in dice pegado a] mango. 2. Debilidad excesiva del anular y sobre todo del auricular. Como remedio conviene estudiar las escalas sobre una sola cuerda con el mismo declo, segun el sistema de escalas de Carl Flesch. (Ejercicios preparatorios en notas sencillas y octavas.) Ejemplo No. 2. 3. AI pasar de un declo al otro en una misma posicion generalmente se levanta demasiado pronto el declo precedente, lo que es en detrirnento de la pureza del sonido. Ejernplo: del 1o. al 2o.; del 2o. al 3o.; del 3o. al 4o.; o del lo. al 3o. y del lo. al 4o. 4. Un defecto muy generalizado que tie.ne influencia desfavorable para la tecnica de ambas rnanos es el de inclinar dernasiado la cabeza hacia la derecha, lo que ocasiona las siguientes desventajas:

a ) un apoyo insuficiente del violin por parte del maxilar izquierdo, causando inseguridad al hacer los cambios de posicion. b) un sonido carente de amplitud debido a que las del violin estan volteadas ocasionando que Ia proyeccion sonora del instrumento se dirija hacia abajo. c) una repercucion desfavorable en Ia posicion del arco, a! obligar al codo (sobre la cuerda de Mi ) a rozar el cuerpo. 5. En las notas cantadas, sobre todo al hacer la primera nota se produce frecuentemente una intensificacion rep en tina del sonido (no solicitada por el autor) sobre la segunda mitad de Ia nota que !leva un Esto se puede corregir empezando a vibrar antes de atacar con el arco sobre Ia cuerda. 6. Otro defecto es el de tocar las cuerdas con las yemas de los dedos muy cerca de la una, lo que produce un sonido agrio y sin consistencia. Frecuentemente la presion d e los dedos es lateral en vez de vertical, ocasionando una afinacion insegura y provocando pizzicatti involuntarios al pasar de un declo superior a otro inferior. Segundo Tema : Las tres etapas basicas o principales del arte de tocar el violin. I. T ecnica general. D esarrollo de los recursos de las dos manos con el objeto de lograr de una manera .segura e impecable el dominio de todos los efectos sonoros posibles propios de nuestro instrumento. Este es el oficio o Ia mecanica de la ejecucion violinistica. II. T ecnica aplicada. La utilizacion de los recursos de Ia tecnica general en las obras musicales.

Esta es Ia crenCia de Ia ejecucion vrolinistica. III. Realizacion artistica. Una vez que se ha dominado el mecanismo de ambas manos para poder ap!icarlo de manera adecuada, tendremos Ia libertad necesaria para consagrarnos enteramente a Ia elevada tarea que es nuestra meta, nuestra ambicion mas noble; descubrir el espiritu de la musica, permitiendo a la expresion superar a la tecnica cuyo papel no es otro que servir y someterse a las exigencias interpretativas del contenido musical de la obra. Esto es el arte de Ia ejecucion violinistica. IV. Division del trabajo diario: a) repasar lentamente. todos los pasajes que ofrezcan problemas tecnicos cualesquiera que sea su naturaleza (ligado, cuidando que los cambios de arco no coincidan con los cambios de posicion ) . Las dificultades de las manos izquierda y dere.cha han de trabajarse separadamente ; b ) e.jecutar ininte.rrumpidamente una obra como si se tratara de una audicion p{lblica. Despues marcar con un pequeno signo los lugares donde se producen las faltas; y c) en seguida estudiar unicamente. los lugares marcados. Para no sobrecargar las partituras, borrar los signos y escribir las faltas en una hoja separada, indicando el numero del compas. ANALISIS DE LAS DIGITACIONES No tratar de evitar Ia ~ posicion ni Ia 2a. ni la 4a. posiciones si Ia logica lo pide. Hay que d ejarse guiar por esta ultima asi como por Ia economia de movimientos y por la necesidad de obedecer al caricter y estilo de Ia obra. Evitar, dentro de lo posible, un cambio de cuerda a la mitad de una frase o d e un fragmento fraseologico. D ebe emplearse una digitacion similar en pasajes analogos cuando se repite en tonalidades diferentes, aunque ello represente un aumento de Ia dificultad, porque de esta manera ayudamos a la memoria. Ejemplo: El primer movimiento del concierto No. 3 en Si Menor d e Saint-Saens ( exposicion y reexposicion ) . En las posiciones altas hay que tomar en consideracion la pequenisima distancia que existe para hacer los semitonos y no hay que olvidar que Ia extension normal de. Ia mano izquierda, que en Ia primera posicion es de solo una cuarta, abarca una sexta en Ia novena posicion (con una mano pequena se alcanzara una quinta) . Siempre y cuando Ia logica lo exija, hay que utilizar el cuarto declo para aprovechar sus recursos y evitar que se atrofie. No obstante, en los puntos culminantes de gran expresion, d ebe darse pre.ferencia a! uso del tercer declo. Ejemplo: el ultimo compas del episodio a la mitad

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del Adagio del Concierto opus 77 de Brahms. Procurar no usar las cuerdas sueltas, sobre todo Ia de Mi, que por ser de acero no responde debidamente y a veces silba a causa de Ia temperatura y Ia humedad. No hay inconveniente en pasar de una cuerda a su vecina en las posiciones bajas, por e.jemplo al hacer una quinta, siempre y cuando Ia comodidad tecnica y manual lo permitan. Sin embargo yo no apruebo este procedimiento a partir de Ia quinta posicion porque el cambia de color del sonido es demasiado violento y corta Ia frase en dos. Ejemplo: Primera posicion Sol-Re es poco satisfactorio. Prim era posicion Do-Sol: Es buena. En las obras de canicter polifonico (Bach, Reger, Isaye y Carrillo) hay que cambiar de posicion lo menos posible, con el fin de que los distintos componentes de un acorde repartidos entre diversas cuerdas mantengan el caracter de Ia multiplicidad de las voces. A ello se debe el que se diga con frecuencia que yo toco a Bach casi siempre en Ia primera posicion. Lo hago por Ia preocupacion polifonica. En general hay que suprimir los armonicos, salvo en los casos en que e.llos nos permitan una mayor exactitud de Ia afinacion. Ejemplos: a) Chacona de Bach, donde evita un glissando. Ejemplo No. 3. Concierto de Brahms. ler. movimiento, a! final de Ia reexposicion. Ejemplo No. 4. Sin el armonico habr!a un cambia de posicion. En realidad lo que suena es Ia cuerda vacia, que por Ia rapidez de Ia ejecucion se oye una octava mas alta. b) Cuando el uso del armonico forme parte del caracter de Ia obra, no se puede ni se debe suprimir. Ejemplos: Allegro de Kreisler. Ejemplo No. 5. Concierto de Mendelssohn opus 64 primer movimiento. Aqui el armonico da mas gracia, mas espiritu a Ia frase. Ejemplo No. 6. Tercer Tema : Algunos aspectos de Ia tecnica y de Ia interpretacion violinistica. Tratare de hacer algunos comentarios sobrc Ia tecnica general y los elementos que Ia componen, asi como acerca de Ia tecnica aplicada, es decir, Ia manera de utilizar Ia primera en las obras musicales. Antes de entrar en materia, deseo insistir sobre Ia importancia primordial que yo concedo al dominio tecnico del instrumento, no como una meta final, sino como el medio indispensable para Ia interpretacion y transmision fie! del pensamiento del compositor. Si el espiritu del interprete durante una ejecucion esta pendiente de

determinados pasajes cuyos problemas tecnicos aun no ha podido resolver de mane.ra absoluta (Io que Ie producira una inquietud por el temor subconsciente de fallar) Ia concepcion musical a pesar de su sinceridad y expontaneidad, sufrira un desequilibrio inevitable. Como resultado de ello no hay que sorprenderse ante las criticas a veces injustas que se hacen acerca de Ia musicalidad de un violinista al cual se atribuyen faltas de gusto y de estilo; pues en Ia mayoria de los casos Ia imprecision ritmica puede ser el resultado de Ia falta de independencia de los dedos de Ia mano izquierda o de una division defectuosa del arco (de donde resultan falsos acentos hechos involuntariamente, etc.) Tambien algunos portamenti excesivos, debidos a Ia inseguridad en los cambios de posicion pueden torcer y desnaturalizar el sentido de una frase al convertir el portamento (que por otra parte es un medio e..xcelente de expresion cuando no se abusa de el) en un cambio de posicion desacertado. Cuantas veces escuchamos una nota de paso exageradamente prolongada -no siempre. por falta de musicalidad del interprete- sino mas bien porque esta nota va seguida de un ascenso o de un descenso peligroso de Ia mano izquierda muy dificil desde el punto de vista de la afinacion. Es por esta razon por lo que creo necesario dar su justo valor al papel trascendental de Ia tecnica de. nuestro instrumento, cuyo dominio absoluto debe estar incondicionalmente al servicio del arte y cuya insuficiencia puede ser un obstaculo infranqueable para Ia realizacion de las intenciones artisticas mas nobles y autenticas. Contestando a una pregunta que se me hizo durante este curso dire que hay desde luego diferentes escue.las y diversos metodos de enseiianza que nos pueden llevar a Ia meta deseada, pues como reza el adagio "todos los caminos conducen a Roma" o a Mexico aiiadiria yo. A veces oigo decir que tal o cual violinista es magnifico porque se formo en determinada escuela . . . asi como que cierta escuela extravagante es Ia mejor porque de ella ha surgido un gran virtuoso, lo cual no es verdad, pero que no modifica mi opinion de que todos los sistemas pueden ser buenos siempre que obedezcan a de.terminadas !eyes de Iogica, sentido comun y experiencia por parte del profesor, el unico calificado para saber como aplicarlas segll.n el talento, el intelecto, Ia inteligencia, Ia capacidad de asimilacion, Ia sensibilidad, asi como las condiciones fisiologicas y manuales del estudiante. Dentro de Ia clasificacion y division cronologica de las tres escuelas principales que han flore.cido sucesivamente durante los ultimos ochenta aiios, es decir: Ia Alemana, Ia FrancoBelga y Ia Rusa, se encuentran igualmente com-

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prendidas diferentes sub-escuelas y aun algunas variantes derivadas de ellas. Esto nos demuestra claramente lo dificil y arbitrario que es el querer establecer normas rigidas que nos llevarian irremisiblemente a condenar un metoda determinado 0 glorificar desmesuradamente algun otro. He aqui algunas diferencias fundamentales entre estas tres escuelas de mediados del siglo pasado: ESCUELA ALEMANA. Mano izquierda: Ia muii.eca concava. El vibrato generalmente Iento se hace con ayuda del antebrazo. Portam entos frecuentes realizados con el declo inicial (de partida). Ver el ejemplo No.6 de las notas intermedias. Mano derecha: el codo pegado al cuerpo, Ia muii.eca muy redonda, el declo indice apoyado sabre Ia vara con Ia falangeta. Los dedos en posicion casi vertical. ESCUELA FRANCO-BELGA. Es una escuela que ha dado al mundo practicamente los mas grandes violinistas, y no debemos olvidar un hecho historico importante que tal vez pocos conozcan que el nacimiento de Ia escuela rusa se debe a un exponente de Ia escuela francohelga el famoso violinista palaeo Enrique Wieniawski, quien Ia introdujo en San Petersburgo a fines del siglo pasado. No necesitamos aii.adir el hecho de que Ysaye, Kreisler, Thibaud, Enesco, Carl Flesch (jefe de Ia escuela alemana moderna, nacido en Hungria, pero forn1ado en Ia escuela franco-helga) , todos estos artistas pertenecen a ella. Para mi el mas completo fue Jacques Thibaud: en todo Io que esta escuela tiene de depurado, sobrio, claro, Iatino. H e aqui sus caracteristicas: mano izquierda: Ia muii.eca y e! antebrazo forman una linea casi recta; sin muii.eca con cava, y con una intensidad acrece.ntada del vibrato. Mano derecha: Ia produccion del sonido mas depurada; el codo mas alto; el in dice tocando el arco en un Iugar intermedio entre Ia falangeta y Ia falangina. ESCUELA RUSA. La moderna escuela rusa al igual que Ia mexicana se compone de diversos elementos. He mencionado a Wieniawski como el que introdujo en Rusia Ia escuela franco-helga, pero seria injusto no citar a! maestro Leopoldo Auer, uno de los mas grandes maestros del violin de todos los tiempos, Auer, hungaro de origen y que fue quien Ilevo a Rusia las escuelas de Viena y Hungria. Las caracteristicas principales de Ia escuela moderna rusa tal como Ia hemos podido apreciar no solo por los grandes artistas y pedagogos sovieticos actuales sino desde antes escuchando a maestros inolvidables tales como Mischa Elman, J ascha Heifetz, Zimbalist y otros, son las siguientes: Mano izquierda: Ia muii.eca ligeramente cur-

va, los portamentos se efectuan generalmente con el declo de llegada ( ver los ejemplos No. 7 de las notas intermedias ) . Demostracion practica de Ia diferencia entre el cambio de posicion con e! declo de llegada y con el declo de partida; es decir con el declo inicial y el declo del destina. Este ejercicio lo mismo se aplica al cambio de posicion com{m y corriente que a! portam ento. El pulgar se coloca mas atras que en las escuelas alemana y franco-helga con ei fin de facilitar el "demancht?' o desmangue/ es decir, Ia subida de Ia primera a las posiciones elevadas o Ia bajada a las posiciones mas bajas. Mano derecha : el codo mas alzada, el declo indice de Ia mano derecha apoyado sobre Ia vara del arco entre Ia articulacion de Ia falange y Ia falangina. El elemento mas importante para el pe.rfeccionamiento del mecanismo lo constituye indudablemente Ia manera racional de estudiar. Yo no creo que sea una regia "a Ia antigua" enfrentarse a una dificultad estudiandola a! p1incipio despacio; al contrario, porque de esta manera acostumbramos a Ia mano izquierda a recorrer muchas veces Ia distancia requerida, sobre todo cuando se trata, por ejemplo, de un salto peligroso. Ej emplo: el desarrollo del primer tiempo del concierto de Brahms. De esta manera desarrolla en nosotros lo que se llama memoria del tacto que no es menos importante que Ia memoria visual o auditiva en Io que se refiere a! automatismo de Ia sucesion sensorial. Es precisamente Ia memoria del tacto Ia que contribuye de manera decisiva a Ia seguridad en los cambios de posicion y al control de Ia afinacion. Cuando el cambio de posicion se efectua entre dos dedos diferentes hay que hacer uso de las notas intermedias. Ejemplo No. 7. Estamos en Re mayor y queremos pasar de Ia la. a Ia 3a. posicion. No estamos seguros de Ia distancia exacta y queremos que nuestro declo o nuestros de.dos y nuestra mano puedan acostumbrarse a ella, saber!a de memoria; entonces hay que estudiarla en Ia siguiente forma: Ejemplo No.8. Racer el cambio con el declo inicial; pues asi se acostumbra Ia mano mas facil y rapidamente a Ia distancia. Para aumentar la fuerza y la independencia de los dedos de la mano izquierda yo recomiendo ei estudio de terceras y octavas digitadas en forma de escalas, pero ante todo como ejercicio preparatorio muy eficaz a base de trinos lentos. Ejemplo No. 9. Hay que estudiarlo despacio, haciendo ocho notas por arcada y dando tiempo suficiente 1 Se me perdonara que emplee Ia palabra gala y una traducci6n libre por no existir el termino correspondiente en espaiiol.

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para corregir las afinaciones inexactas. El rnisrno ejercicio en octavas digitadas. Es un ejercicio muy dificil pero de excelentes resultados. 1) En cuanto a los ejercicios en cuerdas dobles hay que cuidar sobre todo que al quitar los dedos de Ia cuerda, estos se levanten lo mas alto posible, cayendo despues sirnultanearnente con el irnpulso de su propio peso. 2) Con el fin de fortalecer el auricular, se necesitaran estudiar las escalas sobre una sola cuerda sin carnbiar de declo. Ejernplo No. 2. Este eje.rcicio es tan irnportante que varnos a dernostrarlo por segunda vez. Se trata de fortalecer los dedos mas debiles, es decir el tercer declo y el cuarto; el anular y el auricular, aunque en Ia mayoria de los casos el anular es suficienternente fuerte y los problemas son con el cuarto declo. Este ejercicio es rnuy dificil pero los beneficios son enorrnes. Hay que estudiarlo varias veces al dia. AI principio no podrernos hacerlo solo con el cuarto declo y tendrernos que ayudarlo con el tercero ( cosa que no desapruebo) pero una vez lograda una habilidad suficiente mas vale hacerlo sin ningun apoyo. Puede hacerse tarnbien a base de octavas sencillas. 3) El dorninio de las escalas y los arpegios en cuatro octavas depende principalrnente del apoyo juicioso del pulgar a partir de Ia novena posicion. He aqui unos ejercicios apropiados. Ejernplo No. 10. El secreto de una ascension segura y rapida consiste esencialrnente en ]a flexibilidad y movilidad del pulgar, el que debera colocarse tanto mas atras de los otros dedos cuanto mas se eleva Ia posicion con lo que se facilita el demanche o desmangue. Debernos considerar tarnbien que Ia posicion normal del pulgar desde Ia media posicion hasta Ia tercera debe ser en un punto intermedio entre el prirnero y segundo dedos, aunque mas cerca del prirnero. El vibrato que es sin duda el sumum de los rnedios de expresion con Ia rnano izquierda, pues es un verdadero espejo de nuestra personalidad cuyo caracter y rnodalidad provienen de las fibras mas intimas de nuestro ser, tiene no obstante un aspecto tecnico irnportante. Por ello no he querido dejar de rnencionarlo en esta disertacion. Yo estoy de acuerdo con aquellos de rnis co!egas que consideran que, como norma, no debe intervenirse en el desarrollo del vibrato del discipulo porque se trata de una cuestion delicada e individual. Sin embargo, yo si preconizo Ia intervencion energica por parte del profesor cuando el vibrato acusa uno de estos tres defectos principales que voy a enurnerar: a) Un rnovirniento dernasiado Iento y largo producido solo con Ia mufieca. b) u n rnovirniento estrecho y d.pido efec-

tuado principalrnente por los dedos haciendo exclusion de Ia rnufieca. c) U n movirniento rigido del brazo y del antebrazo sin Ia ayuda de Ia rnufieca. Examinernos de cerca los inconvenientes y Ia manera de rernediar estos tres casos. Caso a) La lentitud y arnplitud del rnovirniento produce ademas de un sonido blando y poco consistente, Ia irnpresion desagradable de inseguridad en cuanto a Ia altura exacta de Ia nota vibrada. Puede corregirse con el siguiente ejercicio que debera trabajarse diariarnente en forrna de doce esca!as dedicando cinco minutos a cada una, cornenzando rnuy lentarnente y acelerando despues el movirniento antes de carnbiar de declo. La grafica seria aproxirnadarnente Ia siguiente. Ejemplo No. 11. Tratare yo mismo de escribirlo. Ejercicio No. I: Apoyarnos, aflojarnos. Apoyamos, aflojarnos. En otras palabras es una nota firme seguida de un arrnonico. Prirnero lentarnente y despues acelerando e! rnovirniento. Es este un ejercicio de gran irnportancia pues se trata de dar a Ia mano izquierda una nerviosidad que los que tienen el vibrato rnuy Iento no poseen. En Ia rnano el ejercicio es este: firme, arrnonico ; firrne, arrnonico. El pulgar siernpre firm e. Este rnovirniento participa tanto del trino como del vibrato. Caso b) Es un vibrato con el declo unicamente y que produce un sonido rnonotono, sin belleza, parecido a un timbre electrico que causa rnalestar al escucharlo. El ejercicio mas adecuado para corregirlo consistira en un rnovirniento de vaiven muy Iento pero ritmico de Ia rnufieca apoyada fuerternente contra los aros del violin en prirnera posicion. Ejercicio No. II: Es surnarnente dificil aunque de gran irnportancia y consta de dos tiernpos: prirnero Ia rnano cornpletarnente plana, el declo tarnbien sobre las cuatro cuerdas, despues rapidarnente describir una trayectoria por rnedio de Ia rotacion de Ia rnano alrededor de Ia mufieca tornando esta como eje fijo hasta que el declo ya no este sino sabre una sola cuerda. Estos son ejercicios rnudos. Caso c) Este vibrato generalrnente da resultados satisfactorios, pero tiene el inconveniente de una excesiva rigidez debido a Ia exclusion total del uso de Ia rnufieca, lo que ocasiona fuertes sacudidas del instrurnento y pone en peligro Ia seguridad de los carnbios de posicion. Aqui se irnpone el estudio del ejercicio No. 2 y mas tarde del No. 1. El ejercicio No. 2 debe aflojar el antebrazo y desarrollar Ia rnufieca; pero como puede tarnbien ser peligroso por producir una exagerada lentitud y arnplitud del vibrato, conviene estudiar tarnbien el ejercicio No. 1 para darle mas

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nerviosidad a los dedos, y evitar un movimiento de amplitud e.xagerada debido a la colaboracion de la muneca, lo cual es necesario sin embargo para la flexibilidad e igualdad del movimiento vibratorio. Habiendo clasificado el vibrato como un elemento constitutivo de la tecnica general y mencionado sus manifestaciones defectuosas, no me queda mas que definir mi posicion ÂŁrente al vibrato como parte de la tecnica aplicada y de la estetica musical, aun exponiendome a traspasar los limites que me habia fijado para esta conferencia de caracter esencialmente tecnico. La individualidad del vibrato es evidente, ya que nos es posible reconocer a un violinista a traves de la radio o de un disco, solo por Ia intensidad y el timbre de su sonido. Y creo que es mas facil encontrar a dos personas con identica escritura o con gran parecido fisico, que a dos violinistas en los cuales no se pudiera distinguir de inmediato Ia diferencia de su sonido. A mi modo de ver el vibrato perfecto esta constituido por la fusion armoniosa de tres elementos: dedos, muneca y antebrazo, lo que da al interprete la facultad de emplearlo a voluntad, de acuerdo con su estado de alma y, sobre todo, segun el estilo de la obra que ejecuta; porque la manera de vibrar es totalmente distinta en la ejecucion de obras como, por ejemplo, la segunda parte de la Chacona de Juan Sebastian Bach, donde el vibrato debe ser apenas perceptible para permitir a las cuerdas imitar el sonido del organa en todo lo que este instrumento tiene de sereno y contemplativo y una obra romantica como Aiioranza de Sabre Marroquin. Sin embargo hay obras de Bach donde el vibrato puede y debe destacarse mas como las que representan su manera de escribir llena de pasion (passions Musik ) . Por ejemplo en los movimientos lentos de sus tres Sonatas. Pero en el tercer tiempo de la Segunda Sonata (LargoAndante) el vibrato vuelve a ser casi imperceptible. Cuando toco Bach utilizo la falange de la mano izquierda y uso apenas la muneca. Vuelvo a insistir; es muy distinto el vibrato de la Romanza en Re menor de Wieniawski (de caracter apasionado y expansivo), en el segundo tema del Concierto de Beethoven (con su atmosfera de lejania e inmaterialidad) y el segundo movimiento de Ia Sonata de Franck (agitada y sensual). En el pun to culminante de una obra romantica a veces uso no solo la muneca sino tam bien el antebrazo; .aunque en pasajes tiernos no lo emplearia porque las sacudidas podrian perjudicar la igualdad del sonido. Todo depende de la facultad de adaptacion emotiva y estetica del interprete al identificarse con la intencion del compositor y de la flexibilidad y rapidez de los reflejos de los tres elementos constitutivos del movimiento del vibrato que le permiten variar y dosificar su intensidad y

rapidez segun el caso, aunque todo evidentemente de manera espontanea y subconsciente. No quiero terminar este breve esbozo sin mencionar algunos detalles de los problemas de la mano derecha y de la tecnica del arco. Los principales problemas que se presentan son los siguientes: a) La desviacion del arco que se produce habitualmente en la region de Ia punta. b) Un diminuendo involuntario que tiene Iugar en esc mismo punto. c) Durezas y desigualdades al cambiar Ia cuerda en el legato. d) Exceso de fuerza en el talon por falta de la compensacion debida entre el peso del brazo y el del arco. Me parece inutil recordar la necesidad de mantener una linea rigurosamente recta en la posicion del arco. Es de igual importancia mantener un control visual constante en el punto de contacto entre el arco y la cuerda, lugar precise que varia segun Ia rapidez del golpe de arco y de la presion que este ejerce sobre Ia cuerda. Dare tres ejemplos. Segundo Capricho de Kreutzer: Ejemplo 12: El pun to de contacto en los sonidos largos esta cerca del puente con todo el arco. Ejemplo 13: Debido a Ia velocidad el punto de contacto se encuentra cerca del mango, detache en el centro del arco y en el pianissimo aun mas cerca del mango. Ejemplo 14: Para los acordes, poco arco y atacar cerca del mango; en seguida desplazar el arco hacia la direccion del puente. Para combatir Ia desviacion del arco hacia atras hay que estudiar: a) El detache en la region de la punta, el codo exageradamente vuelto hacia adelante hasta que se produzca una desviacion contraria a la que se trata de corregir. b) Para evitar el diminuendo involuntario que se produce en la punta, se estudiara el siguiente ejercicio que consiste en sonidos largos con un crescendo progresivo arco para abajo hasta la punta y un diminuendo gradual hasta el talon arco para arriba. Este es uno de los mejores ejercicios que jamas se hayan inventado para el estudio del violin; sirve para todo; es bueno para controlar la linea del arco asi como para controlar el vibrato; para calmar los nervios y para mantene.r una igualdad dinamica del arco. Ejemplo: Debe hacerse con una mayor presion del anular. Ejemplo No. 15. c) Para corregir la dureza y desigualdad del legato, me parece muy uti! el hacer uso de Ia muneca cuyo movimiento ondulante da la flexibilidad necesaria y resuelve el problema de manera satisfactoria. Ejemplo No. 16. La posicion del codo varia segun la cuerda sabre la que se encuentra el arco y su movimiento

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debe antiCiparse a todo cambio de cuerda, que se efectuara con flexibilidad y sin friccion alguna. AI mismo tiempo y para contrarrestar los efectos del peso del arco en Ia zona del talon, necesitamos Ia ayuda de Ia muiieca y no solamente de esta sino tambien de los dedos, del auricular muy especialmente, para que el cambio de arco se efectue con suavidad. Para ello recomiendo el ejercicio siguiente, que consiste en notas repetidas en el talon en sucesion nl.pida con muy poco arco, pianissimo y el codo muy elevado. Ejemplo No. 17. Este ejercicio es tambien un calmante estupendo: nos obliga a levantar el codo y a considerarlo como una especie de eje, pues antes de terminar los ultimos Does el codo se encuentra ya a! nivel de Mi; y antes de terminar los ultimos Faes ya esta a! nivel de Mi. Conclusion: se trata de una anticipacion del movimiento del codo que debe siempre adoptar Ia posicion de Ia cuerda que sigue, con cierta antelacion. Igualmente recomiendo un ejercicio mudo para desarrollar Ia flexibilidad de Ia mufieca. Este es lo que pudieramos Hamar ejercicio simulatorio ya que se efectua solo con Ia mano derecha y al no tener Ia preocupacion del violin y de Ia mano izquierda podemos controlar perfectamente el movimiento del codo. Ejemplo No. 18. Como ultimo punto tratare acerca del parentesco que existe entre las distintas arcadas, pues Ia mayoria de los golpes de arco estan estrechamente relacionados entre si. E! sautilte no es otra cosa que un detache rapido hecho con muy poco arco, este ultimo muy pegado a Ia cuerda, a fin de que el rebote de Ia vara se efectue automaticamente, de preferencia a Ia mitad del arco. El staccato encierra en si varios elementos del martelato; efectivamente podria decirse que si dominamos el martelato, si las notas martilladas ( usando el galicismo) las efectuamos en Ia misma arcada ya tenemos el staccato. No creo aventurado afirmar que el dominio del primero se obtiene mas facilmente trabajando el segundo. En cambio Ia mejor preparacion para el martelato es estudiar un gran detache acentuando cada golpe de arco tanto en el talon como en

Ia punta sobre todo en el arco para arriba y picando ligeramente. Todos sabemos que el martelato es un detache con interrupcion y con acentos cmpleando los ataques que acabo de mencionar. Aun podria yo citar numerosos casos analogos, pero no creo prudente prolongar excesivamente esta conferencia. Hemos podido pues constatar que en los diversos aspectos de Ia tecnica del violin existen multiples semejanzas y afinidades; que un elemento puede engendrar otro y que el hecho de tratar de dominar las dificultades una por una, a Ia larga significa el dominio de la mayoria, que es lo que constituye nuestra meta. Si este recorrido, breve y rapido de los horizontes violinisticos ha logrado despertar en ustedes ideas, estimulandolos a proseguir en sus nobles intenciones de constante perfeccionamiento, me sentire sumamente satisfecho y si es de Ia discusion que nace Ia luz, entonces podremos creer firmemente que de los intercambios espirituales y artisticos entre musicos venidos de diferentes partes del globo terraqueo deberan nacer posibilidades ilimitadas de fraternidad, comprensi6n y afecto mutuo por el bien del arte y Ia civilizaci6n. Para terminar quisiera decirles que me considero sumamente afortunado de haber podido ser un eslabon en la cadena de forjadores de Ia escuela violinistica mexicana. Quisiera pues rendir un homenaje a los maestros Pedro Manzano, Luis G . Saloma, Julian Carrillo, Pedro Valdez Fraga, Sandor Roth, Jose Rocabruna; y los contemporaneos Aurelio Fuentes, Higinio Rubalcaba, Joseph Smilovits, Arturo Romero, Luis Antonio Martinez, Manuel Enriquez, Hermilo Novelo y Vladimir Wulfman. Quisiera terminar patentizando mi fe inquebrantable en los destines de Mexico, de su cultura, su arte y su musica. Si uno de mis grandes ideales es servir a Mexico fuera de sus fronteras difundiendo su musica y sus sistemas pedag6gicos, otro ideal quizas mas acendrado es el de dedicar lo que me quecia de vida, mis fuerzas y mis conocimientos a Ia causa sagrada de Ia juventud violinistica de Mexico.

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Encuesta al maestro SZERING Resumen de !a Mesa Redonda efectuada bajo !a presidencia de !a senorita Carrillo y los maestros Novelo y Espin Yepez, en el Conservatorio N acional de Musica, el dia 10 de julio de 1969. El objeto de esta sesion fue el de dejar que se expresaran libremente las ideas, inquietudes y dudas de los alumnos por medio de preguntas que mas tarde el maestro Szeryng contestaria en el intermedio de las clases y que se dedica especialmente a este fin. He aqui las preguntas, que no siguen una secuencia !6gica sino que estan consignadas segun fueron formulandose, asi como las respuestas que el maestro Szeryng clio a! discurrir las lecciones:

1. i Como se pre para a actuar en publico? La preparacion debe ser en primer Iugar de indole tecnica abarcando ambas manos, y musical en el sentido de adentrarse lo mas posible en el espiritu de !a obra que se ha de ejecutar. La otra fase de esta preparacion es, mas bien, de caracter fisio-psicologico, procurando llevar una vida normal; desde luego que descansar y dormir un poco !a tarde del concierto es de gran importancia, pero sin forzarse a dormir ya que basta con adoptar !a posicion horizontal durante una media hora. En el dia del concierto no conviene practicar mas de dos 0 tres horas. El verdadero peligro consiste en los extremos: a) sobreestimar !a importancia de la funcion del concertista o del hecho de tocar en publico, lo cual puede tener efectos paralizadores; b) subestimar la funcion, lo cual puede conducir a imprudencias debidas a demasiada ligereza. Mi formula preferida para el dia del concierto es !a siguiente: a) la conciencia de haberme preparado debidamente en el aspecto tecnico; b) pensar en ciertas frases de gran belleza con el regocijo anticipado que elias me produciran con su contenido de riqueza ritmica, melodica y contrapuntistica; c) la mezcla de una gran dosis de valor y una pequefia dosis de atrevimiento.

2. i Cual es el sistema que tiene para practicar? i La hace todos los d£as?

Varios, segun Ia dificultad tecnica de Ia obra y el grado de conocimiento que se tenga de la misma. Practicar todos los dias es lo ideal; a veces los viajes u otros quehaceres lo impiden, pero el entrenamiento diario es indispensable.

3. i Par que, segun dijo el maestro Esp£n Yepez, da preferencia a la tonalidad de Re Mayor en la practica de las esc alas del M etodo de Flesch?

El sistema de escalas de Flesch debe estudiarse en todas las tonalidades, pero efectivamente, como lo dijo mi asistente el maestro Enrique Espin Yepez, yo favorezco la tonalidad de Re Mayor, por el simple hecho de que mas de diez conciertos, de los de mayor importancia en el repertorio clasico, fueron escritos en ella como son los de Brahms, Beethoven, Tchaikowski, Sibelius, no. 1 de Paganini, no. 2 de Wieniawski, no. 4 de Vieuxtemps, K218 de Mozart, Schumann, Reyna!do Hahn, etc.

4. iCuanto tiempo dedica a las escalas? Una octava parte del "pensum" general.

5. Cuando estudia c' toea pasajes de distintas a bras?

Los pasajes de distintas obras los estudio cuando el tiempo lo permite; pero en caso de disponer de poco tiempo, mas vale dedicarse a ejercicios tecnicos (sistema de escalas) asi como a los pasajes mas dificiles de Ia obra que estemos estudiando; siempre despacio.

6. i Que hace el dia del concierto? c' Estudia toda la manana?

Ya fue contestada. Pero si el concierto es con orquesta, el estudio es el ensayo general.

7. El maestro H ermilo N ovelo dice que usted tiene un metoda de respiraci6n para veneer la fatiga en unos cuantos minutos, i pod ria decirnos cual es?

Y a hice en una de las clases Ia demostraci6n practica de los ejercicios respiratorios. 8. Los oyentes, la mayor£a jovencitos principiantes, tienen especial interes por conocer la base de los estudios y preguntan cual serfa una gu£a mas fundamental. He aqui Ia base de los estudios: a) Sistema de escalas; b) Estudio Iento de las dificultades tecnicas de las obras que se ejecutaran; c) E jercicios preparatorios, tanto para el sis101

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tema de escalas como para los pasajes de las obras musicales. En estos ultimos procuraremos aumentar la dificultad por meclio de cuerdas dobles, acordes, etc. para mejor vencerla durante Ia ejecucion. 9. El maestro Wulfman pide al maestro Szeryng de a conocer las bases para una tecnica desde el primer aiio. (La senorita Carillo senalo que, aunque se trata de un curso superior que implica principalmente los problemas del concertista, como Ia mesa redonda se plane6 con el fin de conocer Ia opinion de todos los asistentes, se aceptan estas preguntas. )

CONTESTACION: Practicar estudios de Kreutzer, Rode, Caprichos de Fiorillo, Gavinies, Dont, Schradieck y, cuando los progresos del discipulo lo justifiquen, los de Paganini. Ejercicios en las cinco primeras posiciones, sonidos largos, detache y martell.

10. S e propane llevar a la clase a un chico de primer aiio para ver como lo aconseja el maestro desde Ia colocaci6n del brazo, etc.

El maestro Szeryng hizo Ia demostracion practica: en una de las clases. 11. El maestro S zeryng dijo en la primera clase que habfa que aumentar las dificultades en distintos pasajes para aprender a vencerlas c'C6mo se hace? Lo repetinS, aunque Ia conteste en la pregunta 8. L a dificultad se aumenta por medio de cuerdas dobles, acordes, etc.

12. Pasando al tema fisio-psicol6gico preguntan: r:.路C6mo descansa? r:.路C6mo controla sus nervios antes de un concierto importante? (EI senor Espin Yepez dice que el dia 7, antes de su concierto en Bellas Artes, empezo a estudiar a las 11 , repasando el program a completo teniendo Ia musica enfrente y deteniendose en algunos pasajes. )

Mi metoda de preparacion lo expuse en la contestacion no. 1; pero cabe anadir que muchas veces resultan conciertos mediocres a pesar de haber podido ese dia descansar, dormir y calmar Ia mente. En cambia hay a menudo excepciones que confirman Ia regia: por ejemplo llega un dia sumamente enervante que uno ha pasado cambiando de aviones, esperando horas en los aeropuertos por causa del mal tiempo, habiendo comido poco, sin dormir, con los nervios de punta y a pesar de todo ello, i esa noche el concierto resulta estupendo! No c~eo que haya quien pueda explicar estos caprichos de nuestras reacciones.

13. c'Por que cambia la interpretacion de Bach? Quisiera se me explicara el significado de la pregunta. (El seiior Esteva dijo que se referia a las dos versiones grabadas de las Sonatas y Partitas de Bach.) En realidad los cambios son minimos. Mas bien se trata de haber anadido algunos ornamentos propios del estilo de Ia epoca. 14. S e pide hable de la manera como logra la belleza y pureza de su sonido .

L a belleza del sonido depende sobre todo del funcionamiento del vibrato, el cual ademas de su aspecto tecnico, es tambien un verdadero espejo del alma del ejecutante asi como un media poderoso de expresion. La pureza del sonido depende sobre todo del punta de contacto entre Ia cuerda y las crines. EI punta de contacto varia segun Ia altura de Ia nota, Ia rapidez de Ia arcada, Ia fuerza requerida y Ia intensidad del vibrato. Como regia general recomiendo una presion de Ia mano izquierda siempre superior a Ia de Ia mano derecha para evitar sonidos rispidos.

15. c' Como ejercita la memoria? La memoria Ia ejercito de varias maneras, teniendo en cuenta sabre todo Ia necesidad de permitir al dibujo musical entero (parte de violin solo, de violin y piano u otros instrumentos, Ia partitura de orquesta, segun el caso ) de penetrar en el sistema de Ia sucesion sensorial: visual, auditiva y tactil. La grafica de Ia musica se graba en nuestro cerebra a traves de Ia percepcion visual. La sucesion de sonidos, de armonias y Ia red contrapuntistica por media de Ia audicion, y despues de medir lentamente las distancias que ha de recorrer Ia mano izquierda en sus cambios de posicion y de analizar Ia sucesion de las distintas arcadas efectuadas por el brazo de.recho, se desarrolla Ia memoria del tacto.

16. Ante la multitud de obras que contiene su repertorio, se j;regunta : c' Como estudia una nueva composici6n?

En tres fases: Ia primera y mas importante es trabar conocimiento con su contenido musical. Si es un concierto, a traves de Ia partitura completa. Este trabajo lo efectuo tocandola a! piano. Segundo, estableciendo digitaciones y arcadas segun el estilo de la obra ; y tercero, efectuando el trabajo instrumental propiame.nte dicho.

17. Estudia alguna vez los pasajes mel6dicos sin vibrato? c' C ontrola el vibrato al sentir nerviosismo en la mana derecha?

A veces estudio pasajes melodicos sin vibrato

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para controlar la afinacion. El nerviosismo de la mano derecha se atenua al presionar mas con Ia mano izquierda, ensanchando y disminuyendo ligeramente la velocidad del vibrato.

tambien el magnetismo que emana de este ultimo volviendose colectivo a medida que transcurre el concierto.

26. Cuando hay necesidad de !weer saltar el area, ,: la unica manera de lograrlo es levant and a el coda como usted siempre aconseja?

18. ,: Que ejercicios flsicos hace para conservar la salud?

Cuatro ejercicios respiratorios que ya demostre, pero que volvere a ensenar, rogando al maestro Novelo traiga a un dibujante o fotografo para hacer un esquema. 19. ,: Cuales cree que son los mas convenientes y cuales no? r:路 El tenis? i La natacion? i Correr? ,: Caminar?

Correr despacio o caminar rapidamente y con ritmo, son los mejores ejercicios para conservar la salud del violinista.

20. ,:Toea alguna vez al aire libre? Frecuentemente lo hago, sobre todo en Festivales en Europa y los Estados Unidos bajo inconvenientes climatologicos e hidrometricos. Es esencial por lo tanto ajustar la afinacion del violin a las condiciones del momento. Tomando todo el tiempo necesario para afinar el instrumento antes de empezar.

La tecnica de Ia elevaci6n del codo es esencial, no solamente para arcadas saltadas; sino tambien para el relajamiento de Ia tension del brazo mismo y para tocar "piano" y "pianisimo".

27. Se insiste en preguntar si el maestro tiene algun sistema especial de abordar una obra nueva.

La conteste en las preguntas 15 y 16. 28. {Considera el vibrato como un glissando de alta frecuencia? {Cree que es casi como un trino microtonal para producir un relieve? No es un glissando de alta frecuencia, ni un trino microtonal; sin embargo si se puede desarrollar el vibrato por medio de ejercicios de trino (Kreutzer).

29. ,: D e ben coordinarse las dos manos en el vibrato?

21. r:路Toca algun otro instrumento como el piano, la viola, etc.?

Si, e] piano, la viola y tengo conocimientos del violonchelo y del contrabajo.

22. ,;Como produce el vibrato? ,:Cuando lo emplea y en que pasaje? Durante las clases he hecho Ia demostraci6n practica, senalando Ia enorme diferencia del vibrato empleado en una Partita de Bach y en el Concierto de Chaikowski o el Poema de Chausson.

23. {Como soluciona la coordinacion de las rnanos derecha e izquierda?

He demostrado varias veces Ia coordinacion de ambas manos, y he pedido se estudie como ejemplo el primer tiempo del Concierto de Beethoven, en el ultimo pentagrama de Ia segunda pagina.

24. ,:Como controla la velocidad ?

Deben colaborar.

30.

c" D ebe el brazo adaptar su movimiento a la linea del area, o par el contrario es el area el que debe adaptarse al brazo?

Es el brazo el que debe guiar Ia linea del arco.

31. r:路 La articulacion de los dedos la hace par presion o por golpe?

Se hace por Ia elasticidad de Ia caida de los mismos, sin presion y sin golpe.

32. c路 Tiene el maestro la intencion de publicar un libra con su vida de violinista que contenga sus ideas acerca de la enseiianza?

Se han publicado varios tratados mios acerca de los distintos aspectos de la interpretacion, asi como mis ensayos sobre Ia obra de Bach. (En la sesion de C!ausura leyo el maestro Szeryng un importantisimo trabajo tecnico que se repartira entre los participantes. )

A traves de acentos de freno.

33. 25. {Siente tension antes de tocar en publico? ,: Como logra el relajamiento?

Si Ia tengo, afortunadamente, pues creo que una tension controlable ayuda a! acercamiento entre el pttblico y el artista; a lo cual contribuye

c" Da el maestro especial importancia a los dedos indice y anular para el control y equilibria del area?

Los dedos indice y anular, son con el pugar los elementos indispensables para el equilibria del arco.

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34. r:Se puede eonsiderar que el area es una palanea que sirve para produeir sonidos? c路Con el area usa un punta de apoyo y una poteneia?

El arco es el pulrnon del violinista en colaboracion con el vibrato. Es una espe.cie de paleta de la que disponemos para producir toda la garna del color y Ia dinamica. 35. Al utilizar el meii.ique c' donde est to de apoyo y donde la palanea?

a el

pun-

El papel principal del auricular se encuentra en la regi6n del talon donde facilita el cambio de arco. 36. c' Quisiera deeirnos cual es la irn portancia y funcionamiento del dedo pulgar izquierdo?

Ya hice Ia dernostracion practica de este funcionamiento.

37. c' Le jJarece al maestro import ante el usa de la afinacion anticipada, con moldes, presiones y puntas de contacto?

La afinaci6n depcnde de varios elementos: del estado de las cuerdas, del grado de humedad y temperatura ambiente; pero si creo que hay que anticipar mentalmente el sonido que se va a producir y la altura del mismo,

38. c' Quisiera el maestro enseii.arnos la manera de hacer el cambia de posiciones sin que se oiga el mismo?

Varias veces he demostrado como pasar Irnperceptiblernente de una posicion a otra, y la regia tecnica esta indicada en mi conferencia de recapitulacion. 39. {Como hace para que en un pasaje de acordes tenidos sabre el fortfsimo al quitar el peso del brazo no se pierda la sonoridad?

En un pasaje de acordes tenidos sobre el fortisimo el peso del brazo debe permanecer uniforme sobre todo en la region de la punta del arco ( arco para abajo) haciendo presion con el anular y un aumento de crines. 40. c'Quisiera el maestro decirnos su opinion sabre las distintas escuelas modernas del violin? Los comentarios sobre las escuelas de violin alemana, franco-helga y mexicana, estan contenidos en el estudio tecnico que se clara a los participantes.

41. c' Quisiera el maestro darnos las reg las que considera basieas para la interpretacion?

Las reglas basicas para la interpretacion se han venido demostrando durante todo el curso.

42. c'Que importaneia le da a los ejercicios mudos de la mana izquierda? c' Cuales son sus pros y sus contras?

En cuanto a los ejercicios mudos de la mano izquierda, no hay contraindicacion. 43. c' Piensa el maestro que para el cambia de cuerda en la parte superior del arco, es el pulgar la guia para todo: el movimiento?

En el cambio de cuerdas en la parte superior del arco, el movimiento esta guiado por todos los elementos del brazo derecho y no {micamente por el pulgar que es solo uno de los elementos de base. 44. En el concierto del dia 7 en Bellas Artes c' por que cambiaba la tension de la cinta del area aun durante una misma obra?

Porque con la humedad ambiente la cinta se afloja y hay que vigilarla para darle mayor presion; por el contrario para acordes de tres o cuatro voces conviene siempre que este menos tensa. 45. c' Por que su muii.eca derecha nunc a sobrepasa el plano perpendicular al plano del area?

La posicion de Ia mufieca derecha depende de los matices que hay que hacer y tambien de la constitucion fisiologica de cada violinista. Como base puede tomarse una linea recta entre brazo y mufieca en Ia mitad del arco. 46. Quisieramos saber ante [a cordialidad de su trato, si alguna vez pierde su serenidad y se enoJa.

Creo que como todo ser humano estoy expuesto a perdidas momentaneas de control. 47. Como resumen se penso que seria indispensable establecer la Escuela Mexicana de Violin, o sea la del maestro Szeryng para preparar a los alumnos desde su iniciacion. El tlltimo parrafo fue incluido por iniciativa de Ia senorita Carrillo y del maestro Hermilo Novelo, ya que les parece indispensable que no se pierdan los resultados logrados y el esfuerzo hecho para llevar a cabo este CursoSuperior que constituye una necesidad para el estimulo y adelanto de los jovenes violinistas.

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vida cultural JULIO-NOVIEMBRE, 1970 0 ARTES PLASTICAS Angela Gunia Dentro de Ia serie de exposicioncs organizadas por los criticos, Alfonso de Neuvillate presento, el 7 de julio, una exposicion de Ia escultora Angela Gurria en las Sa las 4 v 5 del Palacio de Bellas Artes. ''La sublimacion de lo etereo -escribio Neuvillate- , de !o a lado, de lo que se metamorfosea y cambia a cad a instante: atrapar de lo real esc instante infinito, es lo que haec de Angela Gurria paradigma de emocion y emocionante, inquietan tc presencia en el arte mexicano de hoy. Su obra confirma los postulados de belleza y lo bello del minuto convertido en vida de Ia verdad. Por todo esto, creo que las obras de Angela Gurria son principia de una finalidad y una tenden cia particular : solo ella sabe su papel dentro de Ia explosion: llamaradas de!, arte que cor;; sumen como Ia pas10n del amor.

Carlos Merida El 9 de julio, en cl Musco de Arte Moderno. Carlos Merida abrio una exposici6n de sus obras. De el seiialo Jorge J. Crespo de Ia Serna en N ovedades ( 22 de julio) : "La tematica de Merida es riquisima. En mucha parte arranca de Ia morfologia prehispanica y del folklore actual de nuestra America. Los signos barrocos de lo maya animan algunas de las me.iores escenas suyas. Ha dominado para esto lo historico y lo legendario, que se reparten sus presencias en Ia trama de ]o estricto y hasta rigido de sus composiciones. Pero no, no hay que sorprenderse con las apariencias totalizadoras sino examinar como distribuye sobriamente el color, siguiendo siempre un ritmo musical: es un melomano que infunde vida y movimiento a! conjunto de recortes de pianos y lineas."

Miguel Alandia Pantoja En Ia Sala Intern ac ional del Palacio de Bellas Artes, el boliviano Miguel Alandia Pantoja mostro su

MERIDA:

ohra pictorica a partir del 29 de julio. Raquel Tibol, en Excelsior ( 2 de agosto) indico: "U n cataloga dor apura do diria que Ia pintura de Alandia Pantoja es indigenista. En verdad su pintura tiene profundas ral ccs en el ser nacional, y de ahi parte hacia un realismo

magico y militante. En sus cuadros el mensaje politico no existe. Estan situados en un clima poetico y son producto de una viva preocupacion por todo lo que aun no ha resuelto Stl pueblo, que cs su tema constante."

Tocatta

Hector Navarro La obra grafica realizada en el ultimo aiio por Hector Navarro fue expuesta, el 7 de agosto, en Ia planta baja de Ia Galeria de Expos icioncs Temporales del Museo de Arte Moderno. En el catalogo de prcsentacion, Guillermo Garcia Oropeza dijo: "Relojero. Dibujante tecnico, grabador. Si, pcro sobre todo cirujano. El bisturi coino instrumento del ascetismo formal. Construy.e, mediante Ia disecci6n, n uevos cuerpos. Son cuer-

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VIDA CULTURAL dcscubrio antes que nadie el form idable impulso creador que brota, inconteniblc, de las mismas cnti'c.ii.as de estc pueblo. . . Teo rico de Ia annonia de las formas, oc ocupo de mostrar a los demas la misma benevolencia que -estaba segu ro-路- regula el universo."

Jorgc

)!O:<TE:-.:EGRO:

Retrato de Elias Nandino

pos nucvos, con funciones y p osibilidadcs renovadas. . . U n cierto horror cmanan sus discnos de joyero, de grabador de plata."

Manuel Carrillo El 27 de agosto, el fot6grafo Manuel Carrillo abri6 al publico una exposici6n de sus obras en Ia Sa la lnternacional de Bellas Artes. Antoniorroblcs, en Ia prescntaci6n del artista, escribe: "Esta ex posicion nos hace pensar que Ia personaEdad- Ia aristocracia , puede decirsc ya en los conccptos nuevos- - en un fot6grafo cs dificil de conseguir; pero al mismo tiempo advertimos que, como aqui se pcrcibc, pucde llegar a conseguirse; porqu e es una manera de que vcamos lo sincero, Jo na lura!, desde el angulo hallado por Ia sutilisima pcrsona!idad dP! artista."

Roberto Montenegro Con cl nombre "El mundo de Roberto ~-Io ntenegro" fu e organizada una exposicion-homenajc a ese artista recientemente dcsa pa rccido. Multitud de sus obras fucron reunidas en cl Museo de Arte Moder-

no, a partir del 13 d e agosto. En El H eraldo ( 15 de agosto), Alfonso de Neuvillate hizo un comentario: "Esta exposicion le otorga el sitio exacto al gran pintor y al gran hombre que fuc Roberto Montenegro ( 1885-1968). En vida pudo disfrutar del homenaje debido: recibio el Premio Nacional d e Arte en 196 7, y ese mismo a no fuc nombrado miembro fundador de Ia Academia de Artes. Tambien en cl Instituto Nacional de Bellas .-\rtes organizo una m uestra de sus retratos con moti,路o de sus 50 anos de pin tor ( 1965 ) ."

Adolfo Best Maugard La obra pict6rica de Adolfo Best M augard ( 189 1- 1961 ) fue reunida selcctivamentc, cl 14 de septiembre, en cl Salon Verde de Bellas Artes. En Excelsior ( 4路 de scpticmbre ), Arturo Arnaiz y Freg escribio : " Best Maugard d omino cl dificil arte de abandonar Jo superfluo y de dedicarse a lo que, lJOr ser esencial, interesa vi talme n~e. T enia confianza plena en las posibilidades ilimitadas d el hombre. Formado y educado en una (路po\a euwpeizantc, en Mexico

Gonzalez Camarena

En eJ Museo de Arte ~Joderno, desde el dia I 7 de septiembre, se abrio al publico una cxposicion retrospectiva de Jorge Gonzalez Camarena. En No vedades (30 de septiembre ), Crespo de Ia Serna se rcfiri6 a el en los siguientes terminos: "Su trayectoria es amplia y rica. Inclinado en un principia a Ia escultura, su ejercicio le h a servido mas tarde para dominar con gran aliento y vigor el mundo de las form as. Y esto lo ha comp robado n o solo en sus cuadros d e raballete y en la pintura mural - - que ha venido a ser su verdadera razon- sino en los anos que sc dedico generosamente y con toda conciencia a Ia ensenanza del arte. . . En todas sus obras pal pita una emocion escondida, un conocimiento profunda de las constantes del arte pictorico monumental, y en todas se rastrca al hombre que siente el efluvio y Ia consistencia solid a que est~n . si~:Upre prcsentes en lo cscultonco.

Fernando Gonzalez Cortazar Ida Rodriguez, en Ia serie d e exposicioncs de los criticos, presento a Fernando Gonzalez Cortazar con un nutrido grupo de proyectos arquitcct6nico-cscu ltoricos que el artista clenomino "Fracasos manumenta les". La exposicion se abri6 al publico el 18 de septiembre en Ia Sala 4 de Bellas Artes. "Los fracasos de Gonzalez Cort:l.zar -escribio Ida R odriguez- no deben tomarse como tales por el h echo de no estar reali zados sino Iuber queclado, en su mayor parte, como suenos convertidos en maquetas. Siendo arquitecto, Gonzalez Cortazar trabaja para integrar su obra a las cond iciones especifi cas d e un encargo cstablecido o para un determinado Iugar. L e interesa esencialmentc cl efecto que sus realizaciones monumentales puedan ca usar a! espectador del mundo moderno ... Su pesimismo a l nombrar fra casos a sus trab aj os no cs sino un llamado a Ia concicncia y un ejemplo del valioso esfuerzo del h ombre sensible por cnfrentarse a lo que hoy parece imposiblr-."

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VIDA CULTURAL Erasto Cortes Juarez El 21 de oct ubre, e n !a Sala Verde del Palacio de Bellas Artes, fue inaugurad a una exposicion retrospcctiva d el gra bador Erasto CortO:·s Juarez. AI mismo tiempo se Ue,·o a cabo !a ceremonia de su ingreso como miembro titular d e la Academia d e Artes. D e Ia exposicion, R eue Grobet Palacio dijo e n Novedad es ( 1'' de noviembre ) : ''Sin rec urrir a amaneramientos o sentimentalismo alguno, todos los grabados d e Cortes .1 uarez IIC\·an u n mensaj e de hondo mexicanismo en los temas costumbristas ya tratados por o tros a rtistas: cl tropico, el paisaje, los a nimalcs .. . "

Cordelia U rueta Dos etapas de Ia pintura de Cordelia U ruela se dieron a conocer. desde el 29 de ociubre. e n Ia Galeria de Exposicioncs T emporales del Musco de Arte Moderno. Con entusiasrno. Alfonso d e Neuvillatc· escribio en E! H eraldo ( 30 de octubt e): " Lo prof.:tico en Ia pintura de Cordelia U rueta estriba en el grado de c rcd ulidad que hallamos ~-n ella. La rca lidacl, .!a que imagino c in1agina con su espiritu selecto y su tcnd encia a b perfecci6n en todos los ordenes de b ,·ida. U nas sillas, unas bestias, unas sombras, u n arca no silente, un profundo infierno de los infernales pensamicntos, !a melancolia y una gra n soledad, que es Ia que !a hace in troducirse hasta los limites pcrm isibles del misterio d e !a mucrte . son partes d e Ia reflexo/ogia d e Cordelia U rueta."

Federico Silva U na ex posicion de a rte cim!tico presento Federico Silva, cl 19 d e · noviembre, en Ia pla nta baj a del Museo de Arte M oderno. En Excelsior ( 15 de noviembre), Raquel Tibol dijo: "Confrontando pintura y arte cinetico, Sih·a llego a Ia conclusion de que cl c inetismo le entregaba a !a pintura posibil idades que antes hab\a desconocido. Lo importante del proceso de Sil va £rente al cinetismo cs que en ningun momento hizo a un !ado su condici6n de pintor. Aprencli6 lo que necesitaba de fisica, c\ectricidad y electr6nica con un espiritu semcjante a ! que habia tenido cuando se adiestro en .el manejo de pinceles, acrilicos, aplanados, espatulas y telas. La luz en movimiento como una entidad cromitica factible de d ialogar y compo-

co:-..z,\u:z nerse c:on un a riqueza no menns compleja ni menos profu nda que los colores de una paleta.''

Luis Ortiz Monasterio En las salas del Palacio de Bellas Artes fue inaug ur::~da una exposicion del esc ultor Luis Ortiz M onasterio. El artista nacio en Ia ciudad de M exico en 1906. lh sido maestro d e escultura en las escucJas dependien tes de la Secretaria de Educacion Publica y en Ia Esc uela Nacional de Artes Plasticas de la Universidad de M exico. En 1946 recibio el Premio de Escultura Secretaria de Educacion Publica, y en 196i el Premio Nacional d e Escultura. Es miembro fu ndador de Ia Academia de Artes d e Mexico.

Juan Soriano En el !vfusco d e Artc Moderno, el 10 de diciembre, Juan Soria no a briria a! publico una exposicion de sus ultimas obras. De el h a dicho Octa vio Paz : "Su arte nos sirve porque nos turba y crea entre Ia obra y el que !a contempla un contacto, un choque, a veccs

CA M.-\RCr\A:

l.a casa a punta/ada

una repulsa, y siemprc una respuesta. . . :\' os revela - y se revela a si mismo, como en un magico espejo- una parte de nucstra intimidad, d e nuestro se\'. L a mas ocul ta, minima y escond ida; quiza !a mas poderosa."

Varia El Salon de !a Plastica M exicana hizo exposicioncs de H ector M artinez Arteche ( 9 de julio ) , Leticia Tan·ago (2 1 de julio ) , Fernando Vilchis ( 10 de j ulio), Co!ectiva de paisajes ( 14 de agosto), Adriano Silva ( 19 de octubre) y J ose Garcia Narezo ( 19 d e octu bre). .- La escultora y grabadora Elizabeth Catlett exp uso csculturas y dibujos en e l M useo de Arte Mod erno a partir del 2 de julio. .- En las galerias del Palacio d e Bellas Artes expusieron .T ose Feher ( 28 de julio ), los a rgentinos Victor Chab y Perez Celis ( 30 d e julio) , M anuel Gomez H assan (23 de septiembre) , J acobo Glantz (28 de octubre) y Ia fotografa Pa ulina Lavista ( 25 de noviembre). Esta ultima en Ia serie Exposic iones d e los Criticos, presentada por Salvador E lizondo.

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VIDA CULTURAL • Otras exposJcJones: csculturas de Juan Castaneda y oleos de Carlos Gaytan ( 15 de julio), Galeria Chapultepec; xilografia -color de Octavia Bajoncro ( 2't de julio), Ga.leria Jose Maria Velasco ; colectiva de Ernesto Alcantara, Benito Messeguer, Francisco }.{areno Capdevilla, Pablo O'Higgins, Carlos Olachea y Cordelia Urueta ( 2i de julio), Salon de h Plastica Mexicana; Pablo Halpert y Salvador Magana ( 11 de agosto), Galeria Chapultepec; 20 p inturas noh ( 21 de agos to), Galerias del Pa Jacio de Bellas Artes; Puri Yanez ( 28 de agosto), Galeria Jose Maria Velasco; Agustin Cotero y Benjamin Leon Estrada ( 2 de septiembre), Galeria Chapultepec: esculturas de Alfonso Campos Quiroz (2 de septiembre), Galeria Chapultepec; "Un siglo olvidado de escultur<l mexicana, Siglo XIX" ( 5 de octubre), Musco de San Carlos; grabados y dibujos de Teodulo Romulo Hernandez ( 6 de octubre) , Galeria Chapultepcc: "Yo, el pintor" de Javier Arevalo ( 8 de octubre), Musco de Arte Moderno; pintura y escultura vnscas contemporaneas (20 de octubre), Galerias del Palacio de Bellas A.rtes (en est a exposicion participaron Alfonso Bonifacio, Jose Maria Cundin, Agustin Ibarrala, Rafael Lozano Bariolozzi, Rafael Ruiz Balcrdi. Jose Antonio Sistiaga, Jose Luis Zumcta, Nestor Basterrechea, Edu:udo Chillida, Vicente Larrea y Rcmigio Mcndiburi); Jorge NaYarro ( 30 de octubre), Galeria Chapullcpec; colectiva de Raul Anguiano, Jose Hernandez Delgadillo, Benito Messeguer, Francisco :Moreno Capdevilla y Mario Orozco Rivera ( 16 de noviembre ) . Salon clte la Plastica Mexican;J: Vicente Candia ( 24 de noviembrc ), Salon d e ia Plastica Mexicana.

0 MUSICA Hans Richter-Haaser El 6 de julio, en el Tea tro dr> Bellas Artes, el pianista aleman Han s Richte1·-Hasser clio fin al ciclo " 32 sonatas de Beethoven" que habia iniciado el mes anterior. Del concierto del dia 2 de julio, Ricardo Mungarro afinno en La Prensf! ( 7 de julio) : "La sonata Hammerklavier, que (S m;~ de las :nas lm·gas en sn auracwn, contwnc frases de una exquisitez y delica deza verdaderamente admirables. Particubrmente en el Adagio, el autor proyect6 lo mejor de su sen-

sibilidad y su esti lo, que en )a ejecucion de Richter destacaron poeticamente. Tambien ernoti,-a interpretacion lagro el pianista aleman al tocar Ja cnonne y grandilocuente sonata Pastoral, cuyo contenidn. sobre todo en el ultimo ticmpo. es dulcemente bucolico, no cxento de cierta melanrolia que finalmente sc eleva hasta la ;ilcgrl;~ mctafisica''

Orquesta Sinfonica Nacional En el Teatro de Bellas Artes, b Orquesta Sinfonica Nacional inici6, el 25 de septiembre Ia segunda temporada de 1970, continuacion y culminacion del Festival Beethoven. Dirig·io Luis Herrera de !a Fuente y fueron solistas Yolanda Roman, Blanca Berini, J ohn McCollum, Boris Carmeli, Hennilo Novelo, Gysbertus de Graaf, Alexis 'Veissenberg, Angelica Morales, Salvador Neira, Michael Haran, Luz Vernova, Jorge Suarez, los coros Del Mar (Texas), de Madrigalistas, de Ia Opera, Hazamir, de Ia Escuela Nacional de Mtlsi ca de !a Universidad, Teresa Bazan, Yara Bernette, Enrique Batiz, Gerard Souzay, Maria Teresa Rodriguez, Netania Devrath, Aurora 'Voodrow. D,1,·id Portilla v Roberto Banuelas. · Al referirse al quinto program c1 del 25 de octubre, Elisa Kahan dijo en l·l oz •edade s (8 de ncviernbre) : "Desfilo toda una constelaci6n de estrellas. En el primer n{tmero del programa , Concert o para acordcun y orquesta de Paul Creston, acruo como solista la acordeonista mexicana Teresa Baz3n ; en el segundo nUmero cscurhamos a Ia violinista ruso-mexicana Luz Verona en el Concierto Opus. 64-, en ~1i menor, para violin y orqucsta de Felix Mendelssohn, y despues la Fanta sia Opus. 80, en Do mayor, para piano, cora y orquesta de Beethoven, con los solistas Jorge Suarez a! pian o y los conjuntos cora!es de Madrigalistas, Bach y de !a Escuel a N a cional de Musi ca de la Universidad, dirigidos respectivamentc por Jt>sus Macias, Paula B;,_rh y Jorge :Medina. "El Concierto para a cordc6n y orqucsta , estreno en Mexico, es en realidad una obra de poco intercs, en ]a que Creston, el compositor n orteamerica no ( 1906) de origen humilde, autodidacto, a pesar de haber recibido algunas clases dP piano y 6rgano, en- esta obra no e s suficientcmente clasico ni modernista, a pesar de algunas disonancias. T('reza Bazan posee una tee -

mea de fluidcz c innc1ta musicalidad. Toco con buen gusto, no despegando Ia vista del director, y comenzaron y terminaron juntos. "Luz Vernova, violinista de notable rcfinamiento y sentido de proporcion, ejecuto el Concierto de Mendelsshon sin forzar el sonido ni Ia sonoridad del instrumento de su predileccion. Aunque su aiinacion en esta ocasion no fue impccable, y le fallo uno que otro pasaje en el Allegro M alto Appassionato, la violinista lagro trasmitir la riqueza mel6clica y el encanto que caracterizan Ia partitura mendelssohniana. Los tres coros en conjunto se lucieron apropiadamente, y d titular de Ia Orquesta Sinfonica logro rnaticc·s en el gran conjunto coraL"

Henryk Szeryng Acompaiiado al piano por Charles Reiner, el violinista Henryk S7.eryng ofreci6 trcs conciertos, los elias 9, 13 y 16 de julio, en el Teatro de Bellas A.rtes. Tocaron las sonatas para ,-iolin y piano de Beethoven. Al comentar el concierto del ella 9, Eloisa R. de Baqueiro escribio en El Nacional ( 11 de julio) : "Desde los primeros rompases se sintio la matistria de ambos ejecutantes, su compenetracion interpretativa, derivada de un frascn igualmente musical en los dos instrument as. . . En bs tres obras, los ejecutantes tienen diversas oportunidades de lucir su virtuosismo y temperamento. Unas veces con pasajes que rcspiran ani macion y alegria ; otras. como en los A nrlantes y mO\·imientos lenios, dieron ocasi6n para que amh os rlieran rienda suelta a b emocion con las bellas ideas de Beethoven."

Ensemble Instrumental de France U n concieno, el 8 cle octubre, ofrecio, en el Teatro d e Bellas Artes cl Ensemble Instrumental de France con obras de Bach, Vivaldi, Haydn, Rossini y Hindemith. En El Dia (18 de octubre), Eloisa R . de Baqueiro hizo una r.esena: "Jean-Pierre Wal!ez, concertina del grupo, y Jean Estou rnet fueron los solistas del delicioso Concierto en La menor para dos violines y cuerdas de Bach. El mismo Wallez impresiono despues en el Concierto en Do mayor de Haydn, por su ejecnci6n calUJ osa y su esplendoroso tono. En Ia segunda p arte del programa el grupo completo se luci6 con Ia Sonata m1m. 3, en Do mayor, para orquesta de

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Orque.ila Sinf,inica Xacional

cuerdas de Rossini, que puso en juego todos los rcctHsos tecnicos de los ejecutantes. Cerrb el prngran~;, con Cinco piezas para cuerdas de Hindemith. donde el composito r recurre a un idioma moderno JW· ro accesible en la brillante inter pretaciOn del Ensemble Instrumental de France. "

Festival de Mi1sica Judia Del 20 de octubre al 12 de noviembre se llev6 a cabo, en el Teatro de Bellas Artes, el IX Festival de MU.sica J udia. Participaron Ia Orquesta Sinf6nica Nacional, los coros Hazamir e Infantil (clirigidos por Abel Eisenberg) , el Coro de Ia U ni6n Sefaradi ( dirigid o por Daniel Trejo), Michael Haran, Jose Kahan, Herman Melamud r Netania Danath. Del primer concierto, Junius dijo en Exr:elsior ( 21 de octubre) : "Como violonchelista virtuoso, el joven Michael Haran es en verdad sobresaliente. Tuvo la responsabilidad de la parte de solo en la bellisima Schelomo (Salomon) de Ernst Bloch. . . El virtuoso israeli toc6 con un gusto cxquisito. sorprendentc agilidacl y sin pizca de rispidez. "

Enrique Hatiz Con obras de Chopin, Enriq ut' Batiz clio un recital, e! 9 de nu\·iembre, en el Tcatro de Bellas Artes. Junius, en Excelsior ( 11 de noviembre), coment6: "El recita l se compuso exclusivamente co n obras de Chopin, con cuyo estilo peculiar nos parece muy oten identificado el virtuoso , que obtuvo un cxito tan formidable como merecido. Lo rmsrno luci6 sus

grandes dotes en las piezas de brar· ura como en las que exigen Ul> tou cher delictclo. ttn cantabile jnilnoroso."

Varia Ei duo fonnado por Lydia y Mar io Contcr ofrccieron un concierto. el 29 de julio, en la Sala Ponce, con obras de Clementi, Brahms. Haydn, Ravel, Casella, Debussy " Poulenc. En Excelsior ( 31 de j lllio), Junius dijo: "Los Conter dernostraron perfecta armonia entre ellos, plena unidad de estilo, exacta sincronizaci6n de movimientos y musicalidad acendrada." • Tambien en Ia Sala Ponce. el 1'.' de julio, Alicia Urreta toc6 musica de Halffter, Stockhausen, )VL•rio Lavista. Manuel de Elias, Manuel Enriquez y Sa/marlin, obr ct escrita por ht interprete !llisma. • Del 1'! de scptiembre :tl 9 de octubre, en cl Auditori<> Nacional v en el Auditorio del ConsetYato;.io, se llev6 a cabo el Festi1·<~l del 6rgano , Participaron .\lfonso \'ega Nunez. francisco .Ta\·ier He rnandez, Victor Urban Velasco. Juan Bosco Con·ero, Clyde Hollo way, Karel Paukert y Da1·id Scttlger. Del concierto inaugural, de \rcga NUilcz, se i1al6 Luis Fernandez de Castro en Exccl.cior ( 3 d e septiembre) : "Sc distingui6 por su gran tecnic;J, sn bella y J. tinad~ J i nterpretaci6n. pero espccia lrnen t'· por cl 1·igor, Ia intensidacl expresiva que caractrriz6 su J.ctuaci6u.'' • En Ia Sala Ponce, el 9 de septiembre, se present6 la pianisu itali:ma Marcella Crudeli Masott i. Tocb piezas de Scarlatti, Mozart , Beethoven, Petrassi y Chopin. • E! 4 de noviernbre, el pianis t:t Lauro Flores ofrcci6 su ultimo re-

cital, de un:1 serie de trcs, en !a Sala Ponce. • El 14 de noviembre, en el TeCltr·o de Bellas i\rtes, se prescnt6 Ia Orquesta de Camara de Macedonia, dirigida por Angel Surev. Ejecutaron mttsica de !viozart, Bach. Cimarosa, Zografski y Britten.

0 DANZA Larry Richardson En cl Teatro de Bellas Artcs, los dias 18, 20. 21 y 23 de julio, actu6 el Ballet de Larrv Richardson De el seiial6 Ricardo' Mungarro Ci~ [,a Prensa ( 23 de julio) : "Richardson ha logrado conjuntar las mas ele\·adas expresioncs de la clanza contemporanea con las pmfundas manifest<tcioncs, en ocasiones ininteligibles, del espiritu humano. Cada uno de sus ballets lleYa insito un difercntc cont"nido emocional, matizado de aspectos qttc en el hombre motivan diferentes conductas. Asi , Paseo en el ait·e parece una muestra poetica de los ,·iajes c6sm icos. Esttitica psiquica proyecta distintas manifestaciones del amor humano. Erebus tiene Ia tematica de Ia soledad humana .. . Finalmentc Crotalistria. cs un hermoso poema coreografico basado en las mas puras tcndencias de la danza chisica. "Los dest::~caclos miembros de b Compaiiia de Danzas de Larry Richardson son: la estatuaria primera estrella Carol Hamilton; los tarnbien estrellas Patricia Jones , Jenifer Nairn-Smith, Beth Powell y Susan Schlessinger. Los bailarines son: el propio Richardson y R obert Bowyer."

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VIDA CULTURAL Ballet Clasico Ruso El Ballet Clasico Ruso Igor Moiseyev dio cua tro funcioncs , los dias 11, 13, 1i, 18, 20 y 21 de agosto, en el Teatro de Bellas Artes. De su segundo programa, Eloisa R. d e Baqueiro seiial6 en El Nacional ( 20 de agosto ) : "Por lo que hcmos visto en las actuaciones d e los virtuosos rusos, podemos decir que el ballet clasico ha extendido sus expr.esiones con nuevos motivos de danza, evolucionando de mancra notable hacia modernas concepciones que se caracteriza n por rehuir todo aquello que parezca gesticulaci6n absurda e insignificante. Todo movimiento, en las coreografias presentadas, tiene su raz6n de ser, enriquece Ia tecnica y Ia haec expresiva y espiritual. Tambien distingue a estas coreografias su tema bien definido, pucsto que, en oposici6n a Ia danza moderna -que crca obras inspiradas por inquietudes filos6ficas y

misticas- , aqui sc nos muestra un arte de inspiraci6n, con asuntos siempre cmotivos, a! alcance del gran publico, en que el core6grafo tambien ha buscado dar un equivalente visual de la partitura."

II Temporada del Teatro de Ia Danza El 10 de scptiembre, en Ia Unidad Artistica y Cultural del Bosque, dio comienzo Ia II Tcmporada del Teatro de Ia Danza con Ia participaci6n de Ia Compaiiia de Danza Modcrna de Ia Academia de 路Ia Danza Mexicana ( dirigida por Body! Genkel), el Ballet Nacional de Mexico ( dirigido por Guillermina Bravo), Ia Danza Hebdomadaria ( dirigida por Rocio Saga6n) , el Ballet Independiente ( dirigido por Raul Flores Canelo), Margarita y sus Danzas Espaiiolas, y Pimpo de Aguirre y Ifundu R. Le' House en D a nzas Orientales.

De Ia actu aci6n de ]a Danza Hcbdomadaria , dijo Luis Bruno Ruiz en Excelsior ( 25 de septiembre) : "Desde el pun to de vista balletistico formal, el programa de Danza Hebdomadaria presentado en Ia II Temporada del Teatro de Ia Danza puede ser discutible. Sin embargo, positiva sorpresa caus6 .~J ovimiento telUrico por su perfecta proyecci6n escenica : una gran manta roja semej6 inmehsa Jlanura, campo ardiente por un sol oculto, y en el epicentro una hermosa mujer (Hilda Lorenzana ) que fue brotando de Ia matriz oscura de Ia tierra ... En Gada vez se danza de todas las marteras, y Ia bailarina Colombia Moya es proclamada reina d e un ritmo libre pero que tiene u n fondo filos6fico. A Ia soberana toclo el munJo Ia regala con unas cajas que Ia van cubriendo hasta desaparecerla. Dichas cajas son simbolo de olvido." Integran Ia compaiiia, entre otros, F a rnesio de Berna'!, Pilar LARRY RICHARDSON

y Cia.


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!,a Bella Durmiente de l Bosque Pcllicer, Gra ciela Henriquez, Cora Flores, Alicia L:ructa, Victor Fosad o. Las corcografias fucron de: Rocio Saga6n , los d isenos de Arnaldo Coen y Ia m{tsica del Grnp o Q uanta .

Ballet Chisico de Mexico D esde el 6 de octubrc, '"' d Teatro de Bellas lutes, el Ballet Clasico de M6xico prescnt6 La bella durmien te del bosque de Chaikovsky. Fueron los bailarines principales Laura U rdapilleta, Sonia Castaneda, Jorge Cano , Susana Benavides, Francisco Martinez y Aiicia Pineda. Hicieron la coreografia Tulia de la Rosa y Jorge Cano, y act u6 Ia Orquesta Sinf6nica de !a 6pera bajo la direcci6n de Jorge Delezr .

En1ilio Arizaga hizo uu corncn-

tario en El Dia ( 1:2 de octubre) : "Es tan impresionante la puesta en cscena d e Antonio L6pcz Mancer a , que con clio ha logrado cm espectaculo descomunaL de much a in1aginaci6n y 1nasiva realizacibn ... Jorge Cano proyect6 al Principe F lorimundo con mucha dcstreza y gran conocimiento, dibujando una figura pulcra y .elegantc. Es un bailarin inte!ectual, de gran resistencia fisica. N a die como eJ para apoyar con seguridad el cuerpo de una bailarina consagrada a !a danza. Laura Urdapilleta podia asi libremcnte ejecutar sus rnovimicntos, desplazarse en el escenario tcniendo a su !ado un portentoso lmilarin. Pero ]a atenci6n del publico se dirigi6 tambien hacia Sonia Castaneda, de extraordinario po-

der de expresi6n a l cjccutar con sublirnidad Ia visi6n de la Princesa Aurora. Asi tarnbien Susana Benavides y Alicia Pineda encont raron cl punto de apoyo nccesario para interpretar a sus personaj es. Otros como Raul Santillan, Noe Alvarado, George Roussis, Gennadi Vostrikov v Alfonso Roussou dieron catedra. de comporlamicnto en escena. Por ultimo, la aparici6n , y en especial la actuaci6n, de Nelsy Dambre provoc6 nutrido aplauso.'~

Ballet Hindtt Triveni lJ na sola funci6n, cl 29 de octubre, ofreci{l el Ballet Hind{c Trivcni en el Teatro de Bellas Artes. Elisa Kahan resen6 en Dia rio rle

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~I OIS E Y E V

DANCE C OMPAJ\ Y

Ia Tarde (2 de noviernbre ): "Las cuatro danzarinas bailan descalzas y casi no pisan el terreno con los talones. Se deslizan con suavidad y gracia, sus rnovirnientos circulares con las mdillas ligeramentc dobladas, sus rostros expresivos y muy en especial Ia flexibilidad de las m a nos, de las muiiecas y de cada d eclo, asi como Ia. de las palmas d e las manos, llaman Ia atenci6n. El Amor Radha bailado por

Cha ru M a thur, acompaiiada por tres doncellas, encuentra a! dios Krishna, ataviado d e gnirnaldas y adornos. Representa a un clios no tanto masculino como afeminado. Pero en el siguientc numero d el programa se contempla en Ia Danza de la Luna a tres guerrilleros que ejecuta n sus bailes con fuerza. D.espues de Ia Aruj a Chitra ngada, interpretada bellamcnte por Ia pareja Singhajit Singht y Charu

Mathur (primeros bailarines), en Lai H a roba se present.6 Ia danza de estilo antiguo para agradar a Dios. En el siguiente numero se admir6 Ia destreza y p asi6n con que tocan sus tambores estos ejecuta ntes, y en el demasiado largo Lei-Mun Ia Charu Mathur, Ia doncella, sus tres amigas y el primer baila rin interpretan Ia historia de un amor imposible entre una m ortal y un dios."

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VIDA CULTURAL D TEATRO Las tinieblas cubren la tierra El 7 de agosto, en el T ea tro Jimenez Rueda, fue llevada a escena Las tinieblas cub ren la tierra de Jersy Abdrzejewski, ba jo la direccion de M arco Antonio Mon tero. Actuaron Juan Angel M artinez, Salvador Sanchez, Amado Zumaya, Guillermo Gil, Jorge Patin o, Juan All ende, Jorge C a stillo, Macros Filio, Marcelo Segberg y Humberto Robles. La escenografia fue de Felida Medina. En El Redondel (9 de agosto), Luis Sanchez Zevada elogio la funcion en los siguientes terminos: "Una obra eminentemente politica; una pieza teatral en la que la anecd ota es lo menos, pero que ofrece enormes posibilidades de direccion. Contundente, en forma despiadada, sin otorgar ni aceptar concesiones, el autor polaco, al. parangonear Ia angustiosa epoca en que vivimos con Ia de los no menos aterrorizados de Ia comunidad espanola en la era de Ia lnquisicion, muestra Ia terrible maquinaria que, en forma por demas sutil, conduce a los hombres a someterse a ideologias y doctrinas que idiotizan a los pueblos . . . Magnifica direccion de Marco Antonio Montero, que llega a estrujarnos despues de someternos a un proceso hipnotico, armonico entendimiento en que el ambiente escenografico participa y se integra a la composicion demoniaca del autor. . . Destaca la escenografia, bella, bien pensada, integrada y, sobre todo, demostradora de la experiencia que ha adquirido la talentosa Felicia Medina . . . La planta de actores se disciplina rigurosamente al mandato del director. El conjunto se mueve con autenticidad y desenfado. Singularizando su actuacion, Juan Angel Martinez desempena su mejor papel. Salvador Sanchez, dueno de voz y senorio, logra simplificar personalidad y vigor. . . Vale destacar Ia actuacion de Macros Filio, Guillermo Gil, Amado Zumaya, Marcelo Segberg y Humberto Robles. Complementan el reparto, sin desmerecer en lo mas minimo, Jorge Patino, Juan Allende y Jorge Castillo."

Festival de Otoiio 1970 El 16 de noviembre se inicio el Primer Festival de Teatro Universitario (Festival de Otono 1970), patrocinado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Ia U niversidad Nacional Autonoma de

Mexic o. Tomaron parte grupos que repr.esentaron a 11 entidades federativas : Coahuila: Grup o de Teatro de la Escuela de D crecho y Ciencias Politicas de Ia Universidad de Coahuila: Ca rgament o de sueiios de Alfonso Sastre. Direccion d e Salvado r Salas. Chihu ahua: Teatro de la Universidad de Chihuahu a : Azor de Naz areth de Alberto Saenz Enriquez. D ireccion de Fernando Saavedra. T eatro de Ia Universidad de Chihuahua: La plaza de Fernando Chavez Amaya. Teatro de la Universidad de Chihuahua : El brujo de Remigio Cordoba. Direccion de Remigio Cordoba. Distrito Federal: Campania de Teatro d el Instituto Politecnico Nacional: La mural! a china de Max Frisch . Dircccion de Lola Bravo. Teatro de Ia Prcparatoria Num. 6: La fierecilla domada de William Shakespea re. Direccion de Gonzalo C orrea. Tea tro de Ia Preparatoria Num. 5: Electra de Sofocles. Direccion de Hector Tellez. Grupo Kerotakis de Ia Universidad Nacional: Alquimica para todo s los tiempos. Parafrasis y direccion de Roberto Eduardo Carbajal. Teatro de Ia Preparatoria Num. 3: La muerte en Shakespeare. Adaptacion y direccion d e Pablo Salinas. Grupo La Integracion de Ia Universidad Nacional: Rema, Roma y rima. Parafrasis y direccion de Rene Gonzalez Levet. Grupo de Teatro de Ia Escuela Nacional de Economia de Ia Universidad Nacional: Estan perdiendo la guerra de Cecilia Alatorre. Direccion de Cecilia Alatorre. Grupo Los Rojos y los Negros de Ia Escuela de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes : Cuento para Ia hora de acostarse de Sean O'Casey. Direccion de Miguel Angel Armada. Grupo Pequod de Teatro Estudiantil Preparatoriano del Colegio Mixcoac: El cerco de Max Aub. Direcci6n de Guillermo Hagg. ]alisco: Teatro Universitario de Jalisco de la U niversidad de Guadalajara: lnfierno negro de Demetrio Aguilera Malta. Direccion de Felix Vargas.

Michoacan: Tea tro Universitari o de 1vforcli a : Tizoc Emperador de Pablo Salinas. Direccion de Jose Manuel Alvarez. 路 Esta do de Mexico: C ampania Universitaria de Teatro de !a Universidad Autonoma del Estado de Mexico : Bod as de Sangre de Federico G arcia Lorca. Direccion de Alfredo Gomez Camacho. Tea tro Experimental Tezca de Ia Casa de Ia Cultura de Toluca: El 9 de Maruxa Vilalta. Direccion de Antonio Hernandez Jauregui. Taller de Teatro de Ia Casa de la Cultura del Estado d e Mexico: Un juego de escarnio de Ermilo Abreu Gomez. Direccion de Raul Caceres. Nue vo Leon: Grupo de Teatro de Ia Universidad de Nuevo Leon: Despertar de primavera de Franck Wedekind. Direccion de Adolfo Torres. T eatro Estudiantil Universitario de la Ciudad de Monterrey, A. C.: Antigona de Jean Anouilh. Direccion de Sergio Garcia. Grupo de Teatro de Ia Universidad de Nuevo Leon : Milagro en el mercado viejo de Oswaldo Dragun. Direccion de Francisco Cifuentes. Oaxaca : Grupo Rodolfo Alvarez de U niversidad Benito .T uarez: danza que sueiia Ia tortuga Emilio Carballido. Direccion Rodolfo Alvarez.

Ia La de de

Puebla: Grupo Raudon de Ia Escuela de Arte Teatral de Puebla : La noche de los asesinos de .T ose Triana. Direccion de Olga Ibanez. Teatro Universitario de Puebla: La ira de Philippe Hotz de Max Frisch. Direccion de Ignacio Ibarra. Veracruz: Grupo de Teatro del Tecnologico de Veracruz: El atentado de Jorge Ibargiiengoitia. Direccion de Francisco Blanco. Grupo Doxa de la Facultad de Perlodismo de Veracruz: Ramillete de cuentos de Luis Alberto Viades. Direccion de Luis Alberto Viades. Yucatan: U nidad Artistica U niversitaria de Yucatan: La casa de las chivas

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SWI?\GLE SINGERS

de . Jaime Salom. Dircc-cion Luis .\rm:1.ndo Trejo.

de

Los Trashumantes Entre otras obras, los grupos de Trashurnantes lle,·aron a esccna, en plazas y jardincs, las siguientes: Sancho Pan za de Casona, dirigida por Hector Quiros; La ,;·oi11pra del burro de Traven, dirigida por Selma Marinni; Far m )' justicia del seiior Corregidor de Casona, dirigida por Satilda Gonzalez, y La cueva de Salamanca de Casona, dirigida por C;1rlos Valero.

D CANTO ()per a N acional Con Tasca de Puccini, El ruiseiior de Stravinski, Las mamilas de Tiresia s de Poulcnc, El tro;• ador de Verdi y Carmen de Bizet se llevo a cabo en el Teatro de Bellas Artes, a partir del 10 de julio, !a temporada de Ia 6pera Nacion al. Elisa Kahan public(! una resena en Ia rn·ista Tiempo ( 3 de agosto) : ''Sc Yoh·i(, a escucha r El ··uisenor,

en trcs bre,·isimos actos, de StraYinski, adaptados snbre un cuento de Andersen por Mitous off, en version espanola de Elizabeth Larios, y Las mamilas, opera bufa en dos actos con prologo seg{m cl poema de Apollinaire, en ,·ersi6n espanola de Saka dor Novo y Miguel Garcia Mora. La opera del autor de Petroushka, cuya accibn se remonta a Ia China de una epoca muy remota, clio oportunidacl a lucir sus dotes vocales a los cantantes :Maria Luisa Salinas, soprano, en primer termino (Ruiscnor ); a Roberto Banuelas, baritono ( Emperador) ; a J orgc La gu ncs, tenor ( el pescador) y ;> otros. Tambien, se distinguib el director de escena Jose Antonio Alcaraz, por sus ideas modernistas, llcnas de fantasia e ingcnio, y una iluminacion sicoclelica. Dirigio csta opera y Ia de Poulcnc, Sah·a dor Ochoa, quien domina las partituras y conocc ademas las potencialidadcs de todos los cantantes con quienes ha trabajado intensamcnte en este Iucido rc.pcrtorio. "En Las mamilas, se lucib Ia Yivantcha y graciosa soprano Hortensia Cervantes (Te resa y Carlo-

manciana) : Alberto Hamrnin ( te nor), e1 marido que a bandonado por su esposa sorprendc a! mundo por la produccion de criaturas, mas numerosas que estrellas hay en cl cielo ; Marco Antonio Saldana, Arturo Nieto y los dcmas. Ignacio Sotelo, director de cscena, logr6 mucha agilidad de accion. "EI penultimo par con el Trovador de Verdi, sigue siendo un iman para los operMilos. Irma Gonzalez, soprano mexicana, que canta en los cscenarios pur mas de 30 anos, con su estupendo manejo de voz, no dcjb de expresar por sn clepurado canto, Ia expresibn introspcctiva, descnvolvirniento y espontaneidacl teatrales. Betty Allen, Ia mezzosoprano norteamericana, im·itada expresamentc, en el papel de Azuccna mostrb que es posccdora de voz grande que abarca los registros bajos y medianos, pero que sus notas altas no son crnitidas con facilidacl ni son hrillantcs. Roberto Banuelas presentb, con amplio volumen de voz y excclente afinaci6n, a! Conde d e Luna, y David Portilla, tenor, e n cl papcl clc Manrique, confirmb su buena voz de tPnor Hrico y seg-ura e1nlsi6n,

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VIDA CULTURAL pero ÂŁalta de .cmotiviclad y arte histrionico, como a Banuelas. Los clemas c:nnp,lieron, sin distinguirse en especial.

opera de Mexico El 22 de agosto, en el Teatro de Bellas Artes, fue inaugurada Ia temporacla internacional de Opera de Mexico. El repertorio se compuso con Fidelia de Beethoven, W alkyria de Wagner, Elektra de Strauss, Macbeth de Verdi, Gioconda de Ponchielli, Aida de Verdi, Favorita de Donizetti y Puritanos de Bellini. AI referirse a Puritanos, M. Catelani dijo en Novedades (3 de octubre): "Iniciaremos nuestro juicio hablando de un prodigio de coloratura que se llama Cristina Deutekom, holandesa de nacimiento pero internacional en el arte de saber cantar, con nitidez de agilidades, sobreagudos portentosos y pianisimos cxtraordinarios. "El tenor Alfredo Kraus estuvo sencillamente formidable emitiendo unos sobreagudos de asombro. El baritono Vicente Sardinero luci6 en toclo momenta Ia helleza de su timbre y su talento escenico. Este experto cantante y actor tiene absoluto dominio escenico, se nmeve con desenvoltura y elegancia y luce en todo momento su bien timbracla voz. "El maestro Rescigno sac6 de Ia orquesta efeetos magnificos y acompan6 siempre a los cantantes con Ia pericia acostumbrada. El coro se supcro y canto con entusiasmo ... Muy hermosa Ia ilurninaci6n, con efectos acertadisimos. Como siempre y en todas las 6peras, cl maestro Vasco Naldini guiando a los cantantes con su experiencia acostumbrada y que le ha valido Ia posicion que hoy ocupa en el mundo de Ia 6pera."

Asociacion Mexicana de Cantantes de Opera En su temporada, llevada a cabo en el Teatro Esperanza Iris desde el 27 de septiembr.e, Ia Asociaci6n Mexicana de Cantantes de 6pera present6 La viuda alegre de Lchar, La Marina de Arrieta, El Con de de Luxemburgo de Lehar, El murcielago de Strauss, La Traviata de Verdi, Madame Butterfly de Puccini y El barbero de Sevilla de Rossini. De Ia representaci6n del Murcielago, senalo Eloisa R. de Baqueiro en El N acional ( 23 de octubre) : "Dos gratas sorpresas hubo para los amantes del bel canto y de Ia opereta. En primer Iugar fuc

Ia apancwn de Cristina Ortega en el papel principal de Ia obra. Canlando Rosalinda, encant6 a toclos porque su dominio del personaje cs absol u to, y precisamen te su personalidad parece haber siclo hecha para esta clase de obras. "Los tenores Paulino Saharrea (Gabriel y Jorge Lagunes (Alfredo), estuvieron aceptables. El prirnero con mejor voz que el segundo, pero estc, en cambio, con mas dominio escenico que SahaI;rea. Su dicci6n, bastante buena. "Graciela Saavedra fue Ia cncargada de canLlr cl papel de ]a camarera Adela, que hizo con acierto, y como Federico se present6 el baritono Marco Antonio Saldana, que cada vez convence mas de su competencia en este estilo de obras. Uompletaron el cuaclro de actores principales Luz Nardi ( Principe Oclofzky) , con poca voz v nada de dicci6n can tad a ; .Jose 'Esteva, Alberto Arzaba, E~­ rique Fuentes y Esperanza Saldivar. "La segunda sorprcsa fue contar, para el cuadro de ballet del segundo acto, nada menos que con Laura Urdapilleta, primera figura del Ballet Clasico de Mexico, a quien acompanaba Jorge Cano y Lm pcqueno grupo de bailarines de ese conj unto."

Swingle Singers Los elias 26, 27, 28 y 30 de julio, en cl Teatro de Bellas lutes, actu6 el conjunto frances de jazz Swingle Singers. Incluyeron musica de Bach, Daquin, Vivaldi, Haendel, Mozart, Gershwin, Satie, Albeniz, Granados, Rodrigo , Falla, Telemann, Beethoven, Schumann, Mendelssohn, Chopin y Moussorsky. Del grupo, Eloisa R. de Baqueiro se expres6 en El N acional ( 1'! de agosto) : "La virtuosidad vocal de los cantantes raya en lo increible. Pueden ejecutar Ia parte de una partitura escrita para un instrumento cualquiera, especialmente Ia f!auta, el violin, el oboe o la guitarra, con Ia misma agilidad y fraseo. Los especiales acentos de Ia musica ad~uieren en . las vr;:es un color particular, cautlvador.

0 VARIA

Carlos Leon ( 16 de julio), Luis Guillermo Piazza ( 23 de julio), Andres Hencstrosa ( 30 de julio), Ricardo Garibay ( 6 de agosto), Carlos Monsivais ( 13 de agosto) y .Juan Jose Arreola (20 de agosto ). Otras conferencias fueron: "La religiosidad en la poes!a de Amado Nervo", por Carlos Pellicer ( 10 de agosto), en Ia Sala Ponce; "Perfil de Rouault" por .Jorge Juan Crespo de Ia Serna ( 28 de agosto), "El pcnsamicnto de Rouault" por Pablo Ortiz Fernandez ( 4 de septiembre) y "El expresionismo de Rouault" por Edith Desaleux ( 9 de septiembre), las tres en el Musco de San Carlos. El 16 de noviembre, .e n Ia misma Sala Ponce, el escritor hungaro Laszlo Passuth hablo sabre Ia novela historica.

Maria Tcreza Montoya El )9 de agosto falleci6 Ia actriz Maria Tereza Montoya. Habia nacido, en Ia ciudad de Mexico, el 17 de j unio de 1902. En el Palacio de Bellas Artes le fue rendido un homenaje. Ante sus restos martales hablaron Hector Azar, por el Instituto Nacional de Bellas Artes, y Antonio Magana Esquivel, por cl Centro Mexicano de Teatro. "El recuerdo nos asiste y vibra de esa materia finisima que fue su paso por el arte escenico de Mexico - dijo Azar- --, y se detienen en nuestra memoria los momentos en que Ia senora Montoya suspendia el tiempo y el espacio desde los escenarios que dignifico con su presencia, con su inmarcesihle aliento de actriz erninente." A los 11 alios de edad, Maria Teresa Montoya inici6 su actuaci6n en el Teatro Col6n, con el empresario Pedro Vazquez, en Ia obra El reloj de Lucerna. En 1917, en .el Teatro Virginia Fabregas, debut6 como dama joven en Ia compaiiia de Ricardo Mutio y Dora Vela. Su primer triunfo fue, ese mismo ano, en Ia obra Fernanda de Nicolas Sardo. Sus mejores interpretaciones fueron en las obras La Malquerida de Jacinto Benavente, Locura de amor de Manuel Tamayo y Baus y Los padres terribles de Jean Cocteau. Publico, en 1956, un libra titulado El teatro en mi vida.

Premios N acionales

Conferencias Con cl titulo "De la Ironia y el Humorismo" se llev6 a cabo, en Ia Sala Ponce. una serie de conferencias en las. que participaron Margarita Michelena (9 de julio ) ,

Los Premios Nacionales de Letras, Axtes y Ciencias correspondientes a 1970 fueron otorgados a Carlos Graef Fernandez (Fisica) , Jorge Gonzalez Camarena ( Artes Plasticas) y Juan Rulfo (Literatura).

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REVISTA DE BELLAS ARTES 1965-70 SEIS VOUJMENES [NUlVIEROS

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indice de nombres AcEVEDO EscOilEDo, Antonio: En Ia muerte de Leon Felipe, XXIII-94. AKINARI, Ueda: El caldera de Kibitsu ( cuento; trad. de Kazuya Sakai), V-37. AKUTAGAWA, Ryonosuke: El gusano del vi no (relato; trad. de Kazuya Sakai ), XI-4. ALCARAZ, J ose Antonio: Luigi Dallapic cola ( ensayo)' XXV, 92; Un actor se pre para. H omenaje a Hector Berlioz ( ensayo), XXXII-78. ALONSO, Damaso: Como era. Mi tierna miopia. Oracion por Ia bel/eza de una muchacha (poemas), XXVII-4. ALVAREZ, Federico : Ocupacion de la palabra de Banuelos, Oliva, Shelley, Zepeda y Labastida (resefia critica), IV-91. Vendimia del juglar de Marco Antonio M ontes de Oca (resefia critica), IV-89. ALVAREZ, Griselda: Ocho; sonetos de Anatomia superficial, XIII-38; Este era el tiempo (poema), XX-78. ALVAREZ BRAvo, Lola: Retratos de pintores (fotografias), VI-29. ANTRAGNE, Paul: Ilustraciones para El sueiio en Ia obra de Julien Green de Juan Vicente Melo (vease). AQUINO, Flavio de: La pintura contemporanea brasileiia ( ensayo), IX-77. ARBEL.hz, Fernando: Colombia lat"itud su r (poema), XXVI-84; Trad. a Giorgos Seferis ( vease). ARIDJIS, Homero: Persefone (poesia); fragmento I45. Trad. Eliot y Dante (veanse). Artes y letras en el mundo (cr6nicas), V-100 ; VI-106; A ·rtes )' letras en el nwndo (cr6nicas), VIJI-92. ARREDONDO, Ines: Virgilio, La Eneida, III-97; Cuadrivio, cnsayos de Octavio Paz, V-95; Cruce de caminos, ensayos de Juan Garcia Ponce, VI-Sti; Trad. a Edouard J aguer (vease); Rio su bterraneo (relato), XXXIV-XXXVI-39. ARREOLA, Juan Jose: La noticia, Loco dolente, Clausulas, El Rey Negro, Kalenda maya, H omenaje a Johan Jak ob Bachofen (textos), III-19. ARRUFAT, Anton: Poemas de Escrito en las puertas, XVIII-42 ; El ultimo tren ( obra en un acto), XX60; La repeticion (teatro) , XXXI-72. AuB, M ax: Alberto Giacometti (articulo ), VII-51. Elio Vittorini (articulo), VIII-75. Erwin Piscator (articulo ), IX-97. El escandalo de Lope, La Gatomaquia como comedia ( cr6nica teatral), X-1 02; Acerca y cerca de Ilia Ehrenburg (notas), XVI36. Trad. a Claude Vi gee ( vease). R etrato de Enrique Diez-Canedo y Antologia de sus poemas (ensayo), XVIII-4 ; Apunte de Jorge Guillen con Max Aub al fonda (ensayo), XIX-43. Andre Malraux desde cierto angulo ( ensayo), XXII-28. Signos de ortografia ( textos), XXIII-31. A.URA, Alejandro: La balada del Principe Rojo (poesia) , XVII-33; Se sent o a escupir ( cuento), XXIII58. AvERY, Milton: Marzo en cafC (pintura ), XXIII-44.

AviLES FABILA, Rene : Milagros tele visados (satira), XXII-3 7; La muerte del misantropo ( relato) , XXVI-28. AWAY, Cesar Jack : Conquistadores del potvenir (dibujo), XXII-94. AYALA BLANCO, Jorge: Renacimiento del cine mexicano ( critica de las mejores peliculas del Concurso de Tecnicos y ?>'lanuales), IV-77. Un film maldito de Cukor (cr6nica), III-105. La vida libre, Tiburoneros (.ensayo), XIV-79. Trad. a Roland Barthes, Jean-Luc Godard, Allen S. Weller y Christian Metz ( veanse). J ean-Luc Godard y Los C arabineros (ensayo), XXVI, 65; Trad. a Pier Paolo Pasolini, a Michel Mardore, a Philippe Sollers y a Ricardou (veanse). AzAR, HeCtor: ('Que pasa con el teatro en Mexico? ( conferencia), XI-61. BANDY, W. T.: Baudelaire ante sus conternporaneos (testimonios): Trad. de Rita Murua, XVI-4. BANUELOS, Juan: Casida de la entrega, Tinta sec a, Para elfin del tiempo (poesia), XV-34. Oboe nocturno. De eso que vivo ( poesia), III-69. H abitante amoroso, Adriana, Fest£n de imagenes de alcohol (poemas), VJJ-97 . BARE SA, Roberto : Trad. a Burroughs ( vease). BATIS, Huberto : La obra lit er aria de Juan Garcia Ponce (ensayo), XX-74. BARTHES, Roland: Critica y verdad ( ensayo ; trad. de Jorge Ayala Blanco), XII-24 y XIII-70. BASSINGTHWAIGHTE, Lewin: Suzy en la tina (pintura), XXIII-48. BEARDSLEY, Aubrey : Dibujos para Ia Historia del Caballero de la Rosa y de /a Virgen encinta que vino de L iliput de Juan Carlos Onetti ( vease). BECERRA, Jose Carlos : Relaci6n de los hechos (poesia), IV-73. La otra orilla (pocsia), X-46. Exploraciones (poema), XXXIJ-35. Dibu.jo (poema), XXIII-63. BENLLIURE, Jose Luis: CoJ•ote (fragrnento de novela), XXXIV-XXXVI-83. BERTHOLD, Joachin : Angelus ( escultura ) , XXIII-51. Brxw, Alberto Luis: trad. Guardini (vease). BLACKALLER, Eduardo R . : Espejo de la Ilustracion ecuatoriana y continental (resefia), XXVI-64; Una antolog{a para el diagnostico de nuestra epoca (ensayo), XXVII-72. BLYTH, R. H.: Don Quijote y el zen (en sayo; trad. de Betty Ferber), V-29. BoccACCIO, Giovanni: Epitafio de Dante ( trad. de Eduardo Lizalde ), II-6. La vida de D ante (fragmentos ; trad. de Segundo A. Tri), II-11. BoNA de Mand iargues : El arte preislamico de Nuristan ( ensayo; trad. de Octavio Paz), VIII-63. BoNIFAZ NuNo, Ruben : Seis poe mas de "El ala del tigre" (poemas), XXIV-14. Trad. a Virgilio (veasc) .

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Bo :-. rLJ .A, Lun: L o> climas, de Serg io Pitol ( 1esc iia r ritica ) . rx'-1 04. BoN :\EFOY. Yves: Shakespeare )' el poet a fl(rnoi.' (e ns:1yo: ,·e rsion de Isabel Fraire ) , XXI-19. BoRGEs , Jo rg·c Luis: P r<llogo a La Di 1•ina Comedia,

III-17. BROCH , Hermann: Jam es J oyce y Ia ejJOCI/ actual ( tracl. de Revista ECO ), XXIl-4 . BROT H ERSTON , Gordon: Tres poem as ( trad. de Juan Agu stin Palazuelos ), XXXII- 77 . BROW N, John L: La presencia de Baudelaire en Ia literatura mexica na (e nsayo ) , XVfii-75. Con uersaciones con Ezra Pound ( trad . Mari a Teresa Na\·a ) , XXXIV-XXXVI-4. BRU SHWOOD. John S.: Afinidades y procedimientos en Sergio Galindo ( ensayo ; traducc io n de Rita Mun1a ) . XXI-24. Bl'RRO UG H S, \'Villia m : La no uela del pon•enir. C en sura ( textos ; traduccion de R oberto Baresa ) . XXIII-2<L lh; x6. Jose Pascual: U so y sentido de las locucione ., en Ia ponia de Cesar V allejo (e nsayo ), XXIV-4. E st ructura y lee cion de Rincon ete y Cortadillo ( ensayo), XXXII-39. CAuADA, Juan de Ia: Veasc D e Ia Cabada. CADMUS, Pau l: Bar Italia. ( pintura ) . XXIII-39. CAGE, Joh n: Jasper J ohns. R elatos e idea s ( trad. de Rita Mu rua ), XV-89. C.:A ILLor s, Roger: Lugar y limites de Ia poesia hasta, seg un y de spues de B audelaire ( trad. de Teresa Segov ia) . XXIII-4. C ALDERON . Carolina: S emilla s para recorda rl e ( relata), XXXIV-XXXVI -90. C AMARA, Armando : Antologia de Jose Carlos Mariategui (rcse iia critica). XIV-82. Letras de los 20's, de Acevedo Escobedo (resc iia critica). IX-102. Carlas de Villaurrutia a No vo (reseiia critica), X-101. La liberta d de conciencia en EsfJa iia ( ensayo). XXXII-89. C AMPllEL L, Feder·ico : L a cultura sin disci plina o Ia imaginaci6n esquizofrenica: Salvador Clotas ( entrevis ta ) , XXXII-60 : Sabre Ju an M arse ( dialogo ) . XXXIII-1 3. CA~tPO, Xorge del: P oem a ba jo la existencia, XVII39. A viltf., Fab ila: La ironia y Ia satira social como expresi1!n critica a una sociedad abmrda ( ensayo ), XXXI-57. CAMPos, ALVARO de (vease Pessoa ). C ANI FF. Milton: D wgon Lady (d ibujo ), XXII-90. CA:"' TlJ, Jorge: Elegia I , AI nu ev o juglar (poesia ) .

X-44 . CAPISTRAK, Migu el : Uli ses , Sim.bad, Vill aurrut ia o la curiosidad ( nota ). V II-6. Sabre una antologia de sconocida de lo s " Contemp oraneos'' ( nota ) , XX21. C ARUALLIDO. Emilio : Y o tamb ien lwblo de Ia ro sa ( Loa en un acto ) , VI-5. Antes cruzaban rios ( teatro ), XIV-4. Pastore/ a c"inematogrdfica ( teatro ), XX!V-17. D ialogo con Jonesco, XXVII -31. CARBALLO, Emmanuel : Nue va ant alogia ( nota ) , XX36.

CARDEXAL, Ernesto : El Vall e d e Cuerna vaca (poesial, XX-77. Pap antla (poema ), Xll-38 . M urcha s Pawnees (pocma) , XXXIII- 22. C ARDOZA y ARAGO N, Lui s: R etratos de Lola Aluarez Bra vo (nota ), VI-29. CAREAGA, Gabriel: Las idea.< estetica s de Ma rx, estu dio de Adolfo Sanche6 Vazquez ( rese ii a critica ), V-96. D e perfil, d e J ose Agustin (reseii a critica ) , XT-95 . A san gre fr£a de Trum an Capote (reseiia ) , XIV-8 3. Obsesivos dias circu.lares, novela d e Gusta,·o Sainz ( reseiia ) , XXXII-68. CARELMAX, Jacques: Coll ages para L a tercera vida de Nn l'al de Tomas Segovia ( vease ).

c ,\RRIO:\, Ulises: D e.ljJlll! s de Antonin A rtaud ( rebto ) , XVIII-22 . F./ recu erdo d e Am sterdam (cuento ), VIII-41. CARROL, Lewi s : Un cxtraii.o reloj (fragment o de no,·ela: tra d. d e Rosa Maria Phillips ) , IV -91. CARTER, Boyd G.: Manuel Gutierrez Najera en Hi.,panoamt!rica ( cnsayo) III-81. CARVAJAL, Juan: La seii.al, de In cs Arredondo (rescii a critica), V Il-l 0 I. La alucinacil)n somas no sotros (e nsayo ), XXXI-19. C:ASTELLA:\Os, Rosario: T oma de conciencia ( pocsia ). IV-67. Fest ival de Otoiw o La caida de las hoja .' ( nonica ) , V-88. Re cit al ( poen1a) , XIX-49 . D omingo ( re lata ) , XXV-4. Se habla de Gabriel ( poem a ) , XXXIV-XXXVI-15. C ASTRO. Casimiro : U togra.fias, XX-60 y ss, XXlii6 7 y ss. CASTRO, D aniel: D~ li se pucde todo ( poema ) , XX83. CASTRO, D olo res: N octu.rno ( poesia ) , X -48. CASTRO LEAL , Antonio: Robert Craurs y Sor Juana Intis de la Cruz (ensayo) , XII-+. CA STRO LEAL, Paloma: Diez decima s n Carlos (poesia). XI-58. CATLIN, Stan ton L. : Discurso, XIH-69. CrRVAKTEs , Francisco: Hablan do entre dos aguas. Vituallas. El olor del estipendio ( pocsia), III-64. Trad . a Pessoa ( \'!Sase). C.:ERVA:-;TES. Mi guel: Portae/a de n urnero XXVI. CrORAK, E. M.: Los peligros de Ia sensatez ( trad. ck Esther Seligson ) (en sa yo), XXXII -4. CoEN, Arna ldo : Ilustraciones para Tier ra baldia de Eliot ( vease). Dibujos para ilustrar un cuento de Esth er Seligson, XX-89 y ss. Dibujos para Ante s cruzaban rios de Emilio Carballido ( veasc ). CoFFEE:-\ SERPAs, Carlos: Ilustra cio n pa ra Per.<efone de Aridjis (,·ease ). Co HE N, Greta: A mor condenado (poerna), XX-84. COLINA, Jose de Ia: vease D e Ia Colina CoLTRANE, John: Jan e Stembridge ( trad. de Alfredo M a till a. Ri,·as y Francisco Pabon ) (poema ) . XXXI-15 . Co~tPAnN!, Dina: Cr6nica ( trad . Alaid e F opa) , II -9. Co:'\TRER AS, Gloria: E l lenguaje coreografico de P aul T aylor ( cronica), TII-104. CoRTI NEZ, Ca rl os: Damaso Alon so. u11 poeta en Ia Academia ( en trevista), XXVII , 6 : Emir Rodriguez M one gal en vaca ciones ( entrevista) , XXXI-28 . Una conuersacicin mas bien desapa sionada con Gordon Brotherston ( entrcvista), XXXII-7 0 . CoRZAS, Francisco: Dibujos p ara La pareja de Sergio Pi to! ( vcase) . C o~E R. Lewis A.: The M asses )' The Little Re viezc ( ensayo), XXIV-72. CovNJ~, Andre: Carta a J ulio Ortega. sabre Cesar M oro, XXXII-37. CROSS , Elsa: Seis poemas triste s, XII-39. ll erencia ( pocma ) . XXI-95. Peach Melba ( poema ) , XXV30. La Dama de Ia Torre ( p oem a), XXXII-9 4. C u EVA S. J ose Luis: Ilustraciones pa ra tcxtos de Pi azza y de S"·ift (veanse ) . Crimd . R1 heredero ( clibujo ), X XIII-6 3-64. C HACOX, Alfredo: Sobre el I V Simf;osio de la Fandaci6n lnt erame ricana para las Artes, XIX-89. C HARRY LARA, Fernando: P oesia de Luis Cardoza ;· A ragan ( critica) , VII -102. Pen samientos del am ante ( poesia ) , XVI-9 4 . CHAVARRIA , Enrique : Dibujos, XX -85 y 88. CHF.J ov, Anton: Auto r retrato y dibujo. Ilustraciones para el Ensayo de Thomas M a nn ( vcase). CHE:\CINSKY, Jacobo: Presentacion del Viaje a la I sla de R icamea d e Jose Joaq uin Fernandez de Lizard i, I -26. CHIAROl\IONTE, Nichola: Antonin A rtaurl ( trad. de Ju an Jose Gurrola) ( ensayo ) , XXXIII-H.

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DAl'TE: Carta a un amigo flore ntino, li-9. Carta al Can Grand e della Scala (trad. de J ose Luis Gutierrez Garda ) , Il-67. Fragruentos del Infierno y de L a l 'ida Nue va (trad. de H omero .\ridji s) , ll85. DALLAL, Alberto: La calera secreta de Luisa J oscfina H ernand ez (reseiia critica ), I-94. El largo viaje, novela de Jorge Semprun ( reseiia critica), VI-85. Exequias (cuento), X-80. El cafi riel aerojJ/ierto (relato ) , XXXI-39. DARio, Ruben: Ganic·et (pocsia ) . \"I-:0. DAVE:'-IPORT, Guy: Dibujos para M usil y j oyce de Juan Garcia Ponce (vea se) . Dr:.uiCKI , Ancl rew P.: La poesla d e am or de J orge Guillen (ensayo ) , XXXll-1 3. Dr:. LA CAnADA, Jua n : Papa S chultz (relata ), XV-+9. DE LA CoLINA, J ose: i Que viua Mexic o!, de Serguei Eisenstein (ensayo), I -77. Dialogo entre el A.m or y un Viejo de Rodrigo Cota (critic a tea tral ) , IVI 00. Buiiuel (fragrnento de un estudio ) , X-51. Animal de d os espaldas (fragmento de novela), XV-·H. D~; LA RoNDA, Querubin (Victoriano Salado Ah·arez) : Sabre la inmorta.lidad en literatura ( vease ) . DEL Rio, M a rcela : La noche de los asesinos (reseiia teatral), XVIII-85. El cemente rio de autom6viles ( reseiia teatral ) , XX-94. Libra (cuento ) , XXII-89. D EL PALACIO, Jaime: L echo del uiento (poesia ) , XVI-95. Poemas, XX-80. Dr:.LH UMEA U, Antonio: Fenomenologia d el relajo, de Jorge Portilla (r.eseiia critica), XI-90. Dir:.z-CANEDO, Enrique: V ersiones de poe mas de y eats ( vease ) . DoMiNG UEZ, Luis Adolfo : Entret•ista co n R osario Ca stellanos, XXV-16. DOW Nil'C, Thomas : Infanta d e soslayo (pintura ) . XXIII-54. DRl'ILLET, Philippe: X hill a ( uibujo) , XXII-92 . DunuFFET: Jlusrraciones a! :lrticulo de ::vrax Lareau, XII-47 y ss. DuENAS, Guadalupe: Yo vendi mi n omb re ( relata), XXXI-25 ; justine. Mas alia del sol (resenas de cine ) , XXXII-91. EuoT, Thomas Stearns: Tierra baldia. E .< tampa ( trad. de Homero Aridjis). El senor A pollinax. Conversaci6n galante. Rapsodia d e una noche con viento (trad. de Isa bel Fraire), I -7 a 22. El Purga.torio y el Paralso de Dante ( ensayo; trad. de Sara Rubinstein ) , ll-5 7. . Euzol'DO, Salvador: La pnerta (cuento), VIII-37. Francisco Corzas. Met oda )' mito ( critica de artes plasticas). XV-77. E LLMANN, Richard: Yeats y Eliot ( ensayo; trad. de Betty Ferber), IV-7 . E LYTIS, Odyseas : La marina de las ·rocas (poema ; trad. de Jaime G a rcia Tern~s), XVIII -H. EMERICH, Luis Carlos: Under (relata), XXXIII-27. ERNST, Max: Dibujos, XXII-42, 44 y 46. E s PEJO, Beatriz: El cielo es todo aquello que no puedo alcanzar (relata) , XXV -32; El nirio y los gansos (relata), XXXII-25 ; Las dulces (relata ) , XXXIV-XXXVI-56. EsPINASA, Juan : In memoriam j ose Villaseiior (ensayo), XXVI-53; Erotismo blanco (relata), XXXIVXXXVI-22. }'ALCO. R a ul: Fragmento (de novel a ) , XXXIVXXXVI-73. FALCON, Adolfo: ilustra relata de Luis Carlos Emerich ( vcase ) . Fr:.RBER, Betty: Traduce a R . H . Blyth , T . S. Eliot, R . Ellmann (veanse ). F ERNANDEZ, J ustino: El a rte en M h:ico en torno a 1867 ( ensayo ) , XVI-86. FER:>: ..\l'DEZ, Sergio : El enem igo del de.< cmlso ( ensayo) V-1 3. The D eath of Tragedy, de George Steinc>r ( rt'sen:l c-ritic a) , I -90.

FER:>:ANDEZ DE LIZARDJ, J ose .Joaqu in: r-iaje ll Ia i sla de R icamea ( relata ) , I-25. FER"'ANDEZ R ETAMAR, Roberto: D e Cuaderno paralela ( poemas ) . XXXIV-XXXVf-20. FERRATER MoRA, J ose : Trad . a Santayana (,·ease-). FLORES CASTRO, M ariano: Artaud o La palabra en Ia punta de la lengua (ens~yo), XXXIII-85. FoP PA, Alaicle: T rad. a Villani , Ungaretti, Com pagni ( veanse). fR ,\IRE, Isabel: Poemas, III-6 7. Seguimient o, poemas de Gabriel Zaid ( reseiia critica), I-93. Trad. a T. S. Eliot ( vease ) . T1·ad. a Stephen Spender ( ,·ease ) . Tres puem.as (poesia) , IX-6+. El grupo de M ary McCarthy (reseiia critica ), XIV-86. Trad . a Wallace Stevens (vcasc) . T racl. a R. Johnson, D . " -akowski , ]. Koller, ]. H arrison, R. Loewinsohn. T. Reynolds, Rihaku y Bon nefoy (,·eanse ) . P oem a, XXVII-9+. FRF.l'K, M ariana: Trad. a Thomas :Ma nn (,·ease ) . FRIEDEUERC, Pedro : El bario de Paganin i ( pin tura ) , XXII-5 2. FucHs, Gi.inter: Collage para El nuda de Sergio Galindo ( vease ) . GA LLEGOS, R6m ulo : La brasa en el pica del c ue1;_·o (fragmento de noYela), XXVI- 71. GALI:XDO, Carmen: Trad. a wellek ( vease ) GALINDO, Sergio : L as resurreccion es (fragmento de novela), V-47 . E l nuda (fragmento de no,·cla ) , XV Il-l 7. GAl'IVET, Angel: D el Epistolario ( carta) , VI-26. GARciA AscoT Jomi : Otros ojos. S er persona )' buscar. Ahara. Papel (poemas), V-57 _ I magen d e Chopin. Hub o una vez_ Recu erdos (poemas) , XXIll6 1. H acer un poema. Un campo d e batalla. Oh nacer con dolor (poemas), XXXIV-XXXVI-29. CARciA FLORES, Margarita : Zona sagrada de Carlos Fuentes ( rcseiia critica), Xfii-8 7. Eros )I Tanatos (reseiia ) , XIV-84. CARch MARQUEZ, Gabriel: i iem po de murir (guion cinematografico ) , IX-21 . GARciA PoNCE, Juan: Muerte y lujuria en la obra de julio Ruelas (ensayo), III-8 7. Akutagawa y la literatu ra occidental (ensayo ) , XI-13 . •Musil y j oyce (ensayo), XIII-13. El gato (cuento ) , XVII-54. Trad. a Man·use (vease), a Trakl (vease). juan Soriano : los dos esjJacios ( artes plasticas), XXII-68. j ose Villaserior ( ensayo ) ,- XXVI-55. La vida perdurable ( fragmento de nO\·cla ), XXXIV -XXXVI60. GARciA RIERA, Emilio : What ever happened with Nuevo C ine? (reseiia hist6rica), V-93 . GARciA T ERRES, Jaime: Traduce a Elytis (,·ease ). ]uegos funera.rios (poema), XXVI-6. GA RDU~O, R a ul: Lejania de palabras (poema ), XV35. Nocturno (poema) , XXVI-26. N octurno ( poema), XXXIV-XXXVI-37. Gr.ANTZ, Margo: Antonin Artand. La cr ueldad y el absurda ( ensayo), I-72. GoDARD, J ean-Luc: L a m u jer casada (fragmentos del guion cinematografico y decla.raciones del aut or ). Trad . de Jorge Ayala, XIV-34. GoELDI: Ilustraci6n para cuento de J. G uim~raes Rosa, XII-7. GoLDMANN, Lucien : P ro blemas d e una sociologia n ov ellstica ( ensa.yo: trad. de Rita Murua ) , XIV-69. Go:o..tBROWICZ, Witold: Un crimen premeditado ( relata: ,·ersi6n de Sergio Pitol) , XIII-40. G6~1EZ DE L.'\ SERNA, R amon: Ensa.yo sabre /o cursi ( ensayo) , X-4. GoNZALEZ, Jorge: Dibuj os para el pocm a M ith irtorema d e Giorgos Seferis ( vease) . Go:>~ZALEZ, J ose Luis : Trad . a J ean Stein V ande! H euvel (, ·ease ) .

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GoNZALEZ AvELAR, Miguel: De an bestiario (textos), XIX-51. Charada (textos), XXIV-91. Mime.1i.<. Beatriz (textos), XXXIII-25. . GoNzALEZ LEo!\, Adriano: fJ ombre que dab a sed ( cuento), XIX-56. GoNZALEZ ROJO, Enrique: La respuesta acosada (poesia), X-42. GORO~TIZA, Celestino: Galeria de poet as nuevas de Mexico (nota), XX-31. GoROSTIZA, Jose: Palabras al recibir el Premio Nacional de Letras, XXVI-4. Gl:ARDIA, 1-'liguel: Para que no nos cueste Ia alegria (pocsia), V-56 ... . perote quedas (poema), XXTI47. Carta (poema), XXXIII-96. GUARDINI, Romano: La Rosa (ensayo: trad. de Alberto Luis Bixio), II-81. GuDIARAES RosA , .J.: La tercera orilla del rio ( cucnto: trad. de Virginia Wey), XII-5. Gl'NTEN, Roger von: Traduce l' ilustra a Trakl, Rosewicz y Juan Garcia Ponce ( veanse). GcRROLA, Juan Jose: La ley de los imanes (ensayo), XXII-41. Traduce a Chiaramonte (vease). GI'Tlf:RREZ GARciA, Jose Luis: Tr:ld. a Dante ( vcase ) . Gunf.:RREZ VEGA, Hugo: Witchcraft (texto), XXXII. 36. GW.HIB!EY, Robert: F:l obseruador (pintura), XXIII50. HARO, Blanca: Victoria Urbano. victoriosa (entrevista), XXXI-60. HARRISON, Jim: Venado muerto. Borrado de palabras. CreP•isculo. Una secuencia de mujeres (poemas), XXIII-51-52. HENESTROSA, Andres: La nota cultural (nota), XX37. HER.-..:Al'\DEZ, Felisberto: E/ Cocodrilo (cuento ) . Xll11 . HERNANDEZ , Francisco: Poemas, XXXI-79. HERNANDEZ, Luisa Josefina: Quetzalc6atl (obra en dos partes), XX-38. Nostalgia de Troya (fragmento de novela ), VI-53. HERNANDEZ CAMPos, Jorge: Homenaje a Jo se Clemente Orozco ( discurso ), XXXIV-XXXVI-35. HERNANDEZ LEoN, Octavio: Los principios de Ia ciencia de Eduardo Nicol ( resefia critica), lii-10 l. H01.1RGADE, Pierre: Discurso, XVI-67. HoYos, Alberto: El Cuevas de Carlos Valdes ( resefia critica), XIII-81. Las fuentes legendarias de Montes de Oca (reseria). XIV-82. Relaci<)n de los hechos de Jose Carlos Becerra (resefia), XIV-86. Las hue/las de El Dorado (resefia de artes pListicas), XV-67. Borges, el poeta (rcsefia critica ) . XVIII-82. La poesia de Alvaro i'vlutis ( ensayo). III-99. Gada cosa es Babel, poema de Eduardo Lizaldc (resefia critica), Xl-93. Poesia mexican a del siglo xx, de Carlos Monsid.is ( resciia), XII- 78. HuAco, Enrique: Dos poe mas, XII-40. HUERTA, Efrain: Un pectoral de pavor para el capitan Fiallo (poema). VIII-58. HuDOBRO, Vicente: Total, Xlf-36. In,\:\'Ez, Jose Luis: Dive rsos pun los de part ida: Leunce y Lena de Buchnor (rcseiia teatral). IV-101. Olim.pica de Hector Azar ( resefia teatral), I-80. lnARGCENGOITJA, Jorge: La conspiraci6n vendida (Pieza en tres actos), III-29. ll'\DIANA, Robert: D iamante rojo ( pintura), XXIII53. lvASK, lvar: El dia llega de puntillas (poemas) (trad. de 1\farco Antonio Montes de Oca y Esther Seligson), XXXI-4 7. JAGDER, Edouard: ffa,.ia una Jwit·ica de Ia escultura : En los limites de Ia llama (ensa)'o; tracl. de Incs Arredondo ) , XI-70.

Jor>OROWSKY, Alexandro: F:l perro de Ptosis (texto), VII-92. .JoHNSOK, Lyndon B.: D iscurso, XIII-57 . . JoHNSON, Ronald: Azul-verde, verde-¥ns, verdemanzana, verde-e smeralda. Desdoblamzentos (poemas) ( trad. de Isabel Fraire), XXIII-40-41. JoNES, Allen: Fetichismos (pintura), XXIII-52. joYCE, James: Giacomo Joyce (relato) (trad. de Alfredo Matilla Ri,·as), XIX-4. Kr::-..:1\JNGTOl'\, Erick: Dibujo par<1 Robert Graves }' Sor Juana Intis de Ia Cruz de .'\ ntonio Castro Leal (vcase) . Ko.LLER, James: Lleva cuatro horas comiendo placenta. El duro metal de sus dientes. { Cuantos gusanos en el cerebra de quien? ( poemas), XXII [-4 748-+9. Ki:HNE, Victor A.: Viaje del hombre blanco al arte moderno ( ensayo). XXT-33. Fdbulas geometric as (textos), XXVI<l4. LABASTIDA, Jaime: Doma de lo oscuro (poesia), III75. Cicatrices (poesia), XIV-51. El amor en algunos poetas mexicanos ( ensayo), XXV-5_3. . . LA!TER, Salomon: Old Em.my (poema), XXXl-66. LAiVIBERT, Jean-Clarence: El "comjnometerse" de los objetos (trad. Teresa Segovia) (ensayo), XXXII27. L.uo. Rairnundo: Agustin Y aiiez, maestro de Ia narra~iVn itnaginatiua hisjHLnoarnericana ( ensayo), XVII-49. LEAL, Antonio: Crucificci,)n ( poema), XXVII-25. LEIVA, Raul: Unarnuno y jWachado, ensayo de Antonio Sanchez Barbudo (resefia critica), VI-83. LENERO, Vicente: Punta de vista ( fragmento de novela), IX-69. . LEoN-PORTILLA, Miguel: Tlatecatzin de Cuauhchznanco ( ensayo y trad. de poema nahuatl), V-4. LE PARC, Julio: A1anifiesto: para una impugnaci6n del papel del arte en Ia sociedad, XXI-56. LETTAU, Reinhard: La canoza de Potiomkin (t rad. de Rosa Maria Phillips) (relato ), XXXI-69. LIHN, Enrique: Ciudades, Homenaje a Freud, Eres perfectamente monstruosa en tu silencio ( poesia), XI-55. LILLE, Leon or ( Paloma ) de: A Henry Miller es a quien busco (entrevista), V-65. LIZALDE, Eduardo: Trad. a Boccaccio ( vease). El ti!!,re en Ia casa (poemas), XXVII-15. LoE~VII\: SOH?', Ron: Entre viaductos: homenaje a Henry Moore. Gentil lector. El mar que nos rodea (poernas), XXIIf-53-55. LaREAU, Max: Dubuffet y el viaje al centro de Ia percepci<5n (trad. de Rita Murua), XII-4i. LozADA, Rebeca: La auentura, de Heinrich Boll (reseiia critica l , X-100. La casa verde, de Mario Varg:'s Llosa ( resefia). XII-80. MAciAs, Eha: Frio destello (poema), XXI-91. MAG NY, Qli,·ier de: El "nu!todo" de Burroughs (en sayo, trad. Teresa Segovia), XXIII-28. M.\:-IN, Thomas: Ensayo sabre Chejov (tracl. de Mariana Frenk), XIX-18. MANRIQUE, Jorge Alberto: La pintura de Kazuya Sakai ( resefia critic a), XI -8 7. MANSOUR, Monica: El negro en Ia poesia negrista (ensayo), XXXIII-64. MARC USE, Herbert: Critica de la tole ran cia pur a. La tolerancia represiva (ensayo: traducci6n de Juan Garcia Ponce), XXI-4. MARDORE, Michel: Orson Welles. El secreta de los poet a y de los reyes ( ensayo trad. de .Jorge Ayala Blanco), XI-75. MARTiNEZ, Jose Luis: En la inauguraci6n de Ia Exposicion de Ia "Escuela de Paris" (discurso), IX1 08. Discurso inaugural, XIII-58. Tapices france-

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ses antiguos y nwdernos (discurso) , XVI-6'L Victoriano Salado Alvarez, escritor ( ensayo), XVl-14. Antologia de textos sabre la Luna . Numcro tripl e especial, XXVIII, XXIX y XXX. (Vt·ase ahi cl

indice de autorcs.) MARSE, Juan: El baile de las debutan tes (fragmcnto de novela), XXXIII-+. MATILLA RrvAs, Alfredo: Trad. a James Joyce, l\[endel y a Coltrane ( veanse). l'vfAZA, Francisco de Ia: La no ve la "Los nuevas mi.sterios de Mexico" y sus litog,.afias t.a rtcs plasticas), XXIII-67. MCINTYRE, Donald: Lefl·as (pin lura), XXIII-46. l\fEJIA SANCHEZ, Ernesto: Angel Ganic•e t y la America Hispanica (ensayo), VT-23. Tres poemas cspaiioles, I -53. Prosemas de a qui )' alta ( textos ), XXIV-80. MELO, Juan Vicente: Olivier }vfessiaen o La carne y el espiritu (reseiia musical), I -85. El agua cae en otra fuente ( cuento), IV -31. La muerte de Miss 0, de Ulises Carrion (reseiia critica), IX-103. Mas alta del mundo de las apariencias (El sueiio en la a bra de Julien Green) ( ensayo) , XVII-41. Conversacion con M erce Cunningham y John Cage

( entrevista), XXIV-86. :VIENDEL, Mark: 150 mil/as de Alabama sabado (tracl. de Alfredo Matilla Rivas y Francisco Pabon ) (poemas), XXXI-12. MENDEZ, Carlos: "El poder de Ia urraca" de Albert o Dallal ( reseiia), XXXI-65. METZ, Christian: El cine mexicano )' la narratiuidad (ensayo; trad. de Jorge Ayala Blanco ) , XVII-75. MICHEL, Manuel: Cine norteamericano de hoy, de Jorge Ayala Blanco (reseiia critica), X-99. Cine, arte y espectaculo, de Francisco Ayala (reseiia critica), XIII-83. La pasion de vivir en Kurosawa (ensayo ), XV-59. Un cine marginal (ensa yo), III91. JVhLLAN, l'vfaria del Carmen: La trilogia de Carballido (ensayo), VJ-81. MILLER, Henry : Dibujos en ]a Entraista de Paloma de Lille ( vease). MoNDRAGON, Sergio: Trad . a Margaret Rand all (vease). MoNTANA, Antonio: La noche del d£a de San Francisco (teatro), XXVI-15. MoNTEMAYOR AcEVES, Carlos : Todas las ta rde s ( relato), XXXIII-60. l\1:0NTENEGRO, Robe1·to: San Sebastian. La rnarqu esa Cassati-Stampa. Mujer - pavo blanco ( dibujos ) , XXII--18, 51 , 52. Ilustracioncs para Adria no Gonzalez Leon ( vease). MONTERO, Jose Antonio: Fe nix del jzibilo. Crepuscu/o. Que no atestigua el tiempo (poesia ) , lV-71. Un hombre espera a una mujer. Papel en blanco. Y no es que diga . Barra de La 6 pera (poemas ),

XXXIV-XXXVI-68. M ONTERRoso, Augusto: Nota sobre Ia traduccion de i\1odesta proposicion de J. Swift, VI-41. Rosa tie rno (cuento), III-77. Las moscas . Anto!ogia, XXI46 y ss. MoNTES DE OcA, :Marco Antonio: Letania de Ia imposible. Primera llamada (poesia ) , I-49. Carta al amigo, Tareas del entresueiio, El pais de los impacientes, Nocturnario (poesias), VIII-60. Poerna de Ia nueva mano, XX-79. Bie1wcnido (poerna), XXV-24; El aire y Ia moneda (poema ) ,

XXXIV-XXXVI-19; tradu ce a hask (vease) . MoRAVIA, Alberto: Mesa redonda con Gonzalo R obles, Luis Spota, Victor Urquidi, Manuel Bravo, Henrique Gonzalez Casanova y Gutierre Tibon XII-59. l\foRISE, TANGUY, RAY, Mm.6: Cadavere s exquisit os (dibujos), XXIII-26 y 29. MoRo, Cesar: Amo el amo r (poema), XXXT-10.

MuRUA, Rita: Los relampago.1 de agosto, novela de Jorge Ibargiiengoitia (resena critica), III-98. Traduce a Max Loreau ( vease). La lechuza ciega, de Sadegh Hedayat (reseiia critica), XII-81. Seiias de identidad de Juan Goytisolo (reseiia critica), XIII83. Trad. a Lucien Goldmann, John Cage, W. T. Bandy-Claude Pichois y J. M. G . Le Clezio, Brushwood (veanse). Que hacer de Ia esclava del esc/avo (poema), XXXIV-XXXVI-32. .M ustL, Robert: El mirlo ( cuento: tracl. de Esther Seligson), X-57. Discurso sabre Rilke ( trad. de Esther Seligson), XX-4. iv[uTis, Alvaro: La mansion de Araucaima (fragmentos de novela) , VI-77. NAvA, Maria Teresa : Traduce a John L. Brown (vease). NAVA, Thelma : Canciones para el celebrante ( poema), XXI-90. N eblilunea. Este territorio. El territorio de Ia ternura. Para hablar de lo que jamas existio. Hablemos del arnor (poemas), XXXIII-57. l'\ELKEN, Margarita: Picasso cerca de sus fuentes

( ensayo), XVIII-68. NERUDA, Pablo: Presentacion de Enrique Huac o, XII-40. NEuvrLLATE, Alfonso de: La problematica de la critic a y algunas funciones del arte ( ensayo), X-92. La naturaleza rnuerta a traves de la pintura mexicana ( ensayo), XVII-65. Dos actitudes ensimismadas: Cordelia Urueta y Rafael Coronel (artes plasticas), XIX-75. Vida y obra de Casimiro Castro, XXI-60. Antonio Pelaez: Equilibria y Alquimia, XXIV-63. De lo primitivo a lo sofisticado ( ensayo), XXV-·12. El vampiro. Ausencia. Bohemia . La Africana (poemas), XXXIII-71.

NrssEN, Brian: Ilustraciones para cuentos de Felisberta Hernandez y Armonia Somers, XII-I 0 y ss. NavARRO, Octavia: Efren Hernandez (Apuntes para un ensayo po!emico), IV-57. Novo, Salvador: Carta s a un amigo ( n01 a l , XX-34. OJEDA, Jorge Arturo: Canto (poesia) , XV-37 . La nwjer par el camino de Swann (poesia), XVIII-45. Los Nibelungos y El Cid (en sayo), XXI-30. Teaira ludico y didactico, XXIV-57 . Fau sto, amante y divino ( ensayo), XXVl-36. OLIVA, Oscar : D e marmot tajante (poesia), III-71. Samar (poesia), XVIII-46. Or-:ETTI, Juan Carlos: Historia del Caballero de Ia Rosa y de Ia Virgen encinta que uino de Liliput (relato), XVI-44. ORTEGA, Julio: Una coherencia de la expansion poetica: Jose Lezama Lima (ensayo), XXVII-77; Introduccion a Char Mora (ensayo), XXXI-4. OsORIO, Federico: Introducci<)n a la historia de la filosofia, de Ramon Xirau (reseiia critical, I-87. ··OTAOLA, Ramon: Gomez de Ia Se rna ( ensayo ) , XVI-58. P.'>BON, Francisco: El vi aje de Jose Agustin (nota), XXII-60. En el nwndo de los rnayas con Carlos Pellicer (entrevista), XXVII-19 ; traduce a Mendel y a Coltrane ( veanse). PACHECO, Jose Emilio: Comunidades, sernejanzas ( textos), I-57. D iscurso sabre los cangrejos, Vanagloria o Alabanza en boca propia, Descripcion de un naufragio en u!tramar ( poesia) , XIII-35. La rein a (relato), XXVII-49. PAG ES LARRAYA, Antonio: A un joven guerrero del Anahuac yac ent e en Ia Catedral de Afexico (poerna), XXI-92. El mundo magico de "Benzulul"

( ensayo), XXVI-58. PALACIO, Jaime del: vease Del Palacio. PALACIOS, Guillermo: Para grabar en piedra ( poesia), XVJI-40.

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::\E~IE S, Gracieb: Tre > ti/OIIIentos del neomi<ticismo politico del " S iglo M odernista": Dariu, jimenez )' Paz, XIX-65 .

R io, Ylarccla ckl: ,-t'·ase Dr.L Rio, M arcela. Rtn:R.\ , D ieg<>: fz tacciluwtl, Pueblo ( pi nturas ) , XX3:l. RtVII'.R t·: -C.~sTRO: Litografia.>, XXI ll-6i y ss. Rtcs, Luis : A veces se pie nsa en e/ mar ( pocsia ) . Xv-3:l. M aquina de escribi·r ( poesia ) . XVIII-44 . ROCHA, Antonio: Resoluci6n del P rocurador General

I'ALAL- DE

PAL.·\Z UELOS, Juan Agusti11: traduce a Brotherston ( ,·l-ase ) _ P,\RA\10, Roberto: La cundi6tin de lo• lu!ro es ( nttllto ) . XXII-62. PARRA, Nicanor: 13 Artefactos ( poemas), XXVll-L8 . PA so u :-;1, Pier Paolo: f:f cine de poesia ( ensayu: trad. de Jorge Ayal:t Blanco ) , VIII-77 . PAZ, Octavin: Trad. a Bona ( vease). Marce l Duchamp o Iii castillo de la fmreza. "La noc"ia. desnut/ada por sus so/teras" ( frag111<'nto de ensayo ) . XIV-19. PAz, Helena: A Peter ( pocma ) , XVllf-'f7. PE:-;:-;, Irving: Fotografias para Robert Craves J' S or J uana I nes de Ia Cru z de Anto nio Castro L eal ( ,-ease ) . PENA. Margarita: Contra una falsa explicaci<)n de U Quijote (ensayo ), XXIV-82. P Lsso,,, Fernando: D us fragmento s de odas de Alz·aro de Campos. Una odn de Ricardo R eis (t rad. de Francisco Cervantes ) , J I 1-6. PHILLIPS, Rosa Maria : El 1/W)'Or nwnstruo del nwnd o , Puc/or. Sed (tcxtos ) , VII-94. Trad. a Lewis Carroll ( vease ) . Cronicas de Lalemburgo (relato ). XXV-65. Polonia. ;iele .•iglos de literatura ( ensavo l . XXVII-96 ; traduce a L ettau y a Tertz ( veanse ) . PIAZZA, Lu is Guillermo: En u11a granjn de Vi·rginia (fragmento de novei<J ), I-65 . PrCAlliA, Francis: Idilio ( 1923 ) ( p intura ) , XXI! I59. PI CMiSO, Pablo: Dibujo para Cauto de Jorge Artu ro Ojeda ( Yease). R imbaud ( dibujo ) , XXIII- i. PJCHOIS, Claude: Baudelaire ante .ms contempordneos ( testimonies: trad . de Rita M urua), XVI-4 . PJ1-:A, Francisco: D oscientos dias con Fel/ini, de D eena Boyer (r.eseiia critica)·, IV-98. Pnor., Sergio: (.En que parte se encuentra mi nombre? (relato ) , IV-25. Traduce a Witold Gombrowicz ( vease ) . Trad. a Tadeusz Rozcwicz ( ,-ease )_ La pareja ( c uento ) , XI-45. Mas facil que el taiiido de una flauta ( fragmcnto de nowla), XXV If 39. PoLLOCK, Jackson: Guer ra 19-1-7 ( dibujo ) . XXIII-

de la Republica a Ia denuncia contra " f.os hijo < de Sanchez'' de O sca r Lewis, I-96. Ror;r:-;: Victor Hu go ( escultura ) . XXIJI-1 l. R onRiouE z ALCALA, Hug·o: Calle Palma. Awnci6n mil noveciento.r. . . ( poema ) , XXVII -99. RoDRiGuEz CHtCHARRO, Cesar: R esunecci{in. La ;·oz. Ia noche. Pa/abra. 0/impica. Cibernetica ( poernas ) . XXV-68. RooRiGt:EZ SER~· A, Antonio: Portada dd n(unero XXXII!: ilustracioncs de Tertz ( vease ). Rojo. Vicente: Jlustraciones para relato d e Juan \"icente M elo. Dibujos para Mu sil y joyce de J u:tn Garcia Ponce. Artaud. Dibujo para El recuerdo de A msterdam de Ulises Carri6n ( veanse ). Rozcwrcz, Tadeusz: I·:I archi1·o ( obra de teatru ; trad. de St"rgio Pitol y Zofia Szleyen ) , VITI-17. Rt:BINSTEIN, Sara: Tracl: a T. S. Eliot. R L:IZ CAS TA ~EDA, :Maria del Carmen: I g nacio Uu dl'iguez Ca!z ·an ( cnsayo ) , IX-4. Rnz HARR ELL. Rafael : Y, fll z·ano, primaz•era ( pocsia ) , V-59. SA BAT: C:•rira tura de Gr<'en para Mas al/{i del nwn do de /a, apnriencia > de Juan Vicente 11t"lo ( ,-e,,_sc ) _ S.\Bir--;Es, Jaime: Poe11u1J I, II. Cancion ( poesias ) . lV-69. D o.< poemas, XXI-96. S.'\rr--;z, G l.lst;:p.-o: O!ti1na<· tardes cu n T eresa de Juan Marse ( rescna critica), XIIJ-8·'1-. Confesiones de Montes de O ca ( rese iia ), XIII-86. A utorretrato cnn amigo< ( confcrcn cia ) , XI- 29. 1H onsiuais por si mismo ( rcsc fia critical, XII-82. Leiiero por si rnismo ( rescna critica), XIT-82. SAK.\1, K azu)'a : Lus cuentos de !una y de llu 1·ia ( nota y trad . a Aki1wri ), V-C15. 1il "m undo fiota n -

te" de Ia nouela japon esa del siglo x vii (con algunas 1'eferencia s a la literatura inglesa del siglo x r iii) ( ensayo ) , X-26. Trad. y dibujos a Ry(l)lOSuke Akntagawa ( ,-eas<' ) . El mundo literario )' Ia posicion social dd e. critor japones (cnsayo ) . XIV-8 . L a trasmision secreta de Ia flor ( ensayo ) , XXVI-89 .

4-7.

1

Pot.•ND, Ezra Loomis: l nfienz o ( cnsayo: trad. de Jose \'azquez Amaral), II-43. D e un borrador para

XXX Cantares, Cora de los lirz ces, Cantar LXXIX Cantar 90 ( Secci6n: Perforadora/ 85-95, de los Can /ares ) , Cantar 106 : T ronos/ 96-109, de los C (lll ta rcs (poesia ) , VII-65. PoRTOCARRERO, Rene : Po rta da de nCt nww XXV II . RuiiREZ, Gabriel: I lustraciones para no,·ela de Sngio Cali ndo ( vease ) . RANDALL, J\.fargaret: S iguic•zd,, eli-'"''' de Paul Bla<'kbum (poes!a) , XI-60. R.\ NGEL, Raid: La cc; w i.,l i! l' l'io de rr uest ros hero?.> ( ensayo ) . XII -73. RATCLIFF, Ernest: L indy ( dibujo ) , XXIl-88. R~:: r s , Ricardo : (vcase Pessoa ) . R EYl" ELTAS, J u s(·: C o me~ on ce ( rc\ato \, IV- 11. T e.\·to ·;, notas, a pun /e.> , ol; , n vclcio nes ( 19-15-1 964 ), XVII, 4. R EYES, Victor M.: ll omen(l je (I L ~o polrlu M i ndez ( ensayo ) , XXV-70; Nue :;a catalogaci6n de las pinturas del l.1useo de San Carlos ( ensayo), XXXIVXXXVI-50. R EYN OLDS, Tim: Vida m edia ( poernas) , XXIII -56. RICARDOU, Jean : Pagina, pelicu/a, relata ( trad. d e J orge Aya la Bla nco ) , XX-67. RIHAKU : Carta del exiliado ( poem a : tra ducci,);1 d e Isabel Fra ire ), X!X-54.

SALADO ALVAREZ, Victoriano: ( Querubin de Ia R onda ) : Sabre la inmoralidad en literatu ra ( cnsayo ) , XVI-20. SANCHEZ :M i\CGREGOR. Joaquin: K iyoshi Takahash i_ Un /engu aje sim bo!ico (ensayo de artes plasticas ) , XV- i I. D ot,zinacion es de lo real ( ensayo sobre Ia pin lura d e Vicente Rojo), V-85. S:\~cHEZ YfAYA1\S . Fernando: S oneto d el jo;_:en Adan (poem a ) . XXVII-57. SA:'\T.\YANA, George de : Dante (e nsayo ; tra cl. de J ose F err::t ter l\>£ora ) , II-95. S.'\.RRA t:TE, :-ra thalie: 1-Ies::t redonda con Ia p::trt•npa ci6n de Ines Arredondo, Margo Glantz, .Julieta Campos, Juan Garcia Ponce, Vicente Leiicro y Salva dor Elizondo. SnERT, J ose Maria : Trad. a Charles William:: (,-.;ase ) . ScHNEIDER, L uis Mario: Invocaci6n al que ( poema ), XXXIV-XXXVI-47. SCHULZ , Bruno: El libra ( tra d. de Jua n Manuei Torres ) ( relat a ) , XXXIli-38 . SEARLE, R o nald: Ilustraciones para C iawmo Joyce de J a mes J oyce ( vea se). SEFERIS, Gio rgos : A1ith istorema ( poesia; tr:.d. d e F erna ndo Arbclaez), XV-9 . S r.covtA, T eresa : traduce a L:" n bert, M agny y a C a illois (vea nse ) .

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SEGOVIA, Tomas: Monsieur Levi-Strauss y Ia pia nola ( ensayo), XIX-30. Primavera astral, Confesi6n, Desmesura, Secreta, Negrura (poesias), IX-61. Anagn6risis. Preludio (Fragmento) (poesia), XIII33. La tercera vida de Nerval (ensayo), XV-19. Los intelectuales y Ia prosperidad indigente (ensayo), IV -50; Poe mas ("Reposa y pesa el mar"), III-63; Mulata de tal, novela de Miguel Angel Asturias (resefia critica), V-98. SEGOVIA ALBAN, Rafael: Tres poemas, XXXIVXXXVI-72. SELIG MANN, Kurt: Dibujos para La paz de Ia buena gente de 6scar Villegas ( vease). SELIGSON, Esther: Dos hermanas ( cuento), XX-89. Trad. a Robert Musil ( vease). El sentimiento de Ia fugacidad (ensayo), XXV-26; Electra (relato), XXXIV-XXXVI-70; traduce a Cioran y a Ivask (veanse). SHAHN, Ben: Dibujos para Textos, notas, apuntes, observaciones (1945-1964) de Jose Revueltas (vease). SHELLEY, Jaime Augusto: Occidental saxo (poesia), III-73. SILVA-CACERES, Raul: La intensificaci6n narrativa en "Cien aiios de soledad" de Gabriel Garcia Marquez ( ensayo), XXII-55. Los artefact as en Ia poesia de Nicanor Parra ( ensayo), XXVII-26. SINIAVSKI, Andrei Donatovich (ver Tertz, Abram). SMITH, Christine: 8 dias a Ia semana te amo (pintura), XXIII-49. SOLLERS, Philippe: Numeros (fragmento de novela), (version de Jorge Ayala Blanco), XXII-20. SoMERS, Armonia: El hombre del tune/ ( cut>nto), XII-19. SORIANO, Juan: Leon, Taro, Lupe A1arin, Sra. Asunsolo, El ojo, La ventana, Naturaleza muerta con crdneo, El perro, Los ojos (cuadros), XXII-68 y ss. Portada XXII. STACHURA, Edwar路d: Me acerco a ti (poema), XXVII-53. STANLEY, Bob: Las Shirelles (fotografia), XXIII47. STEINBERG: Dibujos para Papa Schultz de Juan de Ia Cabada ( vease) . STEVENS, Wallace: Las cortinas de la casa del Afetafisico, El sentido escueto de las cosas, Hombre cargando algo, Dominaci6n del negro y de El hombre que toea una guitarra azul (poesia: trad. de Isabel Fraire), XV-5. SPENDER, Stephen: Apuntes biogrdficos ( ensayo: trad. de Isabel Fraire), VIII-5. Oscuridad y luz, A un poeta espaiiol, De Exploraciones (poesia: trad. de Isabel Fraire), VIII-9. SPOT A, Luis: Los sueiios del insomnia (fragmcnto de novela), VII-83. SuzAN, Margarita: Gazapo, de Gustavo Sainz (resefia critica), VIII-90. La bastarda de Violette Leduc (resefia critica), XIII-82. SzERING, Henryk: La tecnica del violin ( conferencia y encuesta), XXXIV-XXXVI-91 y 103. SzLEYEN, Zofia: Trad. a Tadeusz Rozewicz ( vease). SvANBERG, Max Walter: Pintura, XXIII-25. SWIFT, Jonathan: Modesta proposici6n (trad. de Eduardo Torres alias Augusto Monterroso) (relato satirico), VI-41. TARACENA, Berta: La ex posicion "Confrontaci6n 66" ( resefia critica), IX-98. TERTZ, Abram (Andrei Donatovich Siniavski): Pjentz (trad. de Rosa Maria Phillips) (relato), XXXIII57. THE:voz, Michel: Collage de La mujer casada (ensayo: trad. de Jorge Ayala), XIV-46. THRALL SoBY, James: La escuela de Paris (nota), IX-106.

TmoL, Raquel: Acerca de W orringer y la critic a de arte ( ensayo), V-77. Los liberales mexicanos como criticos de arte (ensayo), XXV-74. TLALTEGATZIN: Poema ( trad. de Miguel Leon-Portilla), V-9. ToRRES, Eduardo: (vease Augusto Monterroso) . ToRREs, Juan Manuel: traduce a Schulz (vease). TovAR, Juan: Guide su vida (relato), XVIII-36. "Inventando que sueiio" de ] ose Agustin (nota), XXII-59. La doliente (relato), XXVII-58. TRAKL, George: 4 poemas: A un jov.en difunto. Elis. A la hermana. Primavera del alma (trad. de Juan Garcia Ponce y Roger von Gunten), XXIII-16. TREJO, Wonfilio: La idea del ente en la filosofia de Descartes, de Luis Viii oro (resefia critica), IV-95. TRI, Segundo A.: Trad. a Boccaccio ( vease). UNGARETTI, Giuseppe: Canto I del Infierno ( ensayo: trad. de Alaide Foppa), II-29. UNGERER, Tomi: Dibujos para Un crimen premeditado de Witold Gombrowicz ( vease). VA LADEs, Edmundo: El ingenio Guermantes ( ensayo), XXXI-81. VALDES, Carlos: Sartre o Los caminos de la vocaci6n ( resefia), I-92. El otro ( cuento), Vl-63. Pdlida viuda, pdlido difunto (relato), XXXI-51. VALDES, Hector: Cuatro poemas, XXXIV-XXXVI58. VANDEL HEUVEL, Jean Stein: Entre vista a William Faulkner ( trad. de Jose Luis Gonzalez), VII-39. VARIOS: Acta del Jurado del Festival de Otoiio de Teatro 1965, V-91. VAZQUEZ AMARAL, Jose: Pound y los Beat (ensayo), VII-S 7. trad. a Ezra Pound ( vease). VIGEE, Claude: Mi "Subida", Hacia Cannan, Olivo en el viento, Roca de higuera (poesia. trad. de Max Aub), XV-31. VILLANI, Giovanni: Cr6nica (trad. Alaide Foppa), II-7. VILLASENOR, Jose: Doctor Faustus. jose y sus hermanos (ensayos), XXVI-47. VILLAURRUTIA, Xavier: Autobiografia en primera persona, El Teatro, Recuerdos y figuras, La poesia, El relata, Dama de corazones, La novela, Un juego literario: La Isla Desierta, El Ateneo de Ia ]uventud, La generaci6n de 1915, La critica, "El grupo sin grupo", La pintura, Rivera, Orozco, Siqueiros, Tamayo, Variedad (Diario) (textos), VII-7. VILLEGAS, 6scar: La paz de la buena gente ( teatro), XVIII-49. VILLELA, Victor: Cicio, Perspectiva, Como Wl didlogo humedo como una espera, A./go como una flor, Pdgina, Lo que crece o avanza, Mirada (poesia), XI-66. Como Ia ciega marij1osa de Ojeda ( resefia), XVIII-84. Para hacer una rosa. Ciertas imposibilidades. Este sencillo homenaje ( poemas), XXIV-55. Tres discursos ante Cesar (resefia), XXVI-63. Tema y variaciones de Miguel Guardia ( ensayo), XXVII-92. "El ala del tigre" de Ruben Bonifaz Nuiio y "Poesia ndhuatl" de Garibay Kinlana (resefias), XXXI-62. Las marcas (relato), XXXII-56. VIRGILIO: Egloga septima (poesia; tracl. de Ruben Bonifaz Nufio), XI-53. VLADY: Dibujos para Musil y Joyce de Juan Garcia Ponce. Ilustraciones para poemas de Pessoa. Dibujos para El mirlo de Robert Musil ( veanse). WAGNER, Fernando: Teatro e pica de la crueldad y del absurdo (ensayo), XIV-53. WAKOWSKI, Diane: Retrato de una muchacha en negro y blanco. El hombre que pinta montaiias. Un niiio, una avispa y un chabacano (poemas), XXIII-44-45.

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WALLS, Robert: Ocio ( pintura), XXIII-45. 'vVELLEK, Rene: Conceptos de forma y estrur.tura en fa critic a del siglo xx ( trad. de Carmen Galindo), XX-12. WELLER, Allen S.: Arte USA hoy (fragmento de cnsayo; trad. de Jorge Ayala Blanco), XVI-70. WEY, Virginia: traduce a J. Guimaraes Rosa (vease). WEY, Walter: Panorama del grabado brasileiio moderno ( ensayo), IX-86. 'vVrLLIAMs, Charles: La muerte de Beatriz (ensayo: trad. de Jose Maria Sbert), II-87. WooD, Wallace: La doncella de hierro (dibujo) , XXII-92. XmAu, Ramon: Sara de Ibaiiez (ensayo), XXI-41. XrRAU IcAZA, Joaquin: Inwgen primera (relata), XXXIV-XXXVI-81. YANEZ, Agustin: Discurso en la Conmemoraci<5n del VII Centenario del nacimiento de Dante, IJ-107.

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William Butler: Cuando seas vte;a. Aedh clam.a por los bordados del cielo. Las voces eternas (versiones de Enrique Diez-Canedo), IV-5. ZAm, Gabriel: Novedad de la patria. Parabola (poesial, I-52. Sabre la efectividad poetic a ( ensayo), VI-69. Sabre el realismo de Farabeuf (reseiia critica), VII-103. El reposo del fuego, de Jose Emilio Pacheco ( reseiia critica), VIII-89. Poesia de los judios espafwles, de Manuel Alvar ( reseiia critica), X-98. Dialogo de Manuel y David, de Rafael Dieste (resciia critica), IX-9'L Semana Santa, Asoleadero, Secano, Jardin (poemas), XIX-53. Z~RATE, Armando: Siete de espadas, de Ruben Bonifaz Nufio (resefia critica), IX-102. 7.AVALA, Lauro Jose: Creta, Ia del Minotauro y la guerra de Troya (articulo), X-88. ZAVALA, Silvio: Jean Lur<;at (discurso), XII-43. ZEPEDA, Eraclio: Dos cantos (poesia), III-74. EL muro (relato), XXXIV-XXXVI-16.

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