Diferencias hombres y mujeres deporte

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Carlos Sanchis

Mi disonancia cognitiva: Sobre las diferencias entre hombres y mujeres en el deporte Ayer, en la academia de oposiciones, tocaba el turno de analizar el tema 65 sobre coeducación. Este, es un tema delicado donde los haya, me explico: la distancia entre reconocer las diferencias entre niño y niñas, hombres y mujeres para aplicar medidas educativas que favorezcan la igualdad de trato, la participación igualitaria, la no discriminación, el respeto o la aceptación de el propio cuerpo, y la sensación de discriminación o sexismo es relativamente corta (tanto para las mujeres como para los hombres!). Por ejemplo, ¿deberíamos facilitar la participación de nuestras alumnas en una clase de deporte colectivo, por ejemplo, haciendo que el balón pase por todas las alumnas que tengan dificultades? O, ¿resultaría sexista y discriminatorio? ¿A caso no hacemos lo mismo con alumnos con discapacidad o con problemas motrices? ¿Se considera que estamos comparando a las alumnas con un alumno discapacitado si lo hacemos? ¿O estamos simplemente atendiendo a la diversidad del aula e intentando que todos participen en la actividad? Es más, ¿por qué en clase de Educación Física, cuando hay que cargar algún material de gran peso se pide ayuda a los alumnos y no a las alumnas? Seguro que hay alguna alumna con la misma fuerza que muchos alumnos, ¿es sexista esto? ¿O por qué deberíamos adaptar actividades relacionadas con la resistencia y la fuerza en clase para alumnos y para alumnas? ¿Deberíamos exigir lo mismo a todos y a todas? Otro ejemplo: ¿Deben las pruebas para el acceso al Grado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte requerir las mismas marcas para hombres y para mujeres? ¿Favorece esto a la coeducación de alguna forma? ¿Se da por sentado que las mujeres no pueden alcanzar los mismos registros deportivos que los hombres, o sólo se es consciente de la mayor dificultad que supone para ellas alcanzar esos resultados por determinaciones biológicas? Cada uno tendrá su opinión para cada una de las preguntas que he planteado. Por supuesto, hay mil y un ejemplos más que se podrían sacar a debate y que, seguramente, complicarían más aun posicionarse a un lado u otro. Bueno, volviendo al día de ayer, en la academia, se planteó que en el deporte y la Educación Física, no se debería hacer adaptación alguna ni de actividades en clase ni de registros en el 1


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rendimiento por el mero hecho de ser niña o mujer. Y se puso de manifiesto la opinión de que quizá el deporte y las deportistas femeninas no alcancen el nivel de los hombres por cuestiones, como por ejemplo, que se limite sus posibilidades en clase de Educación Física o que se diferencien categorías masculinas y femeninas en las modalidades deportivas, lo que supondría una diferencia en el entrenamiento y la competición. Yo comparto esta opinión, en parte. Es decir, si entiendo que no se debe hacer adaptación o distinción alguna entre niños/hombres y niñas/mujeres siempre que no sea necesario, es decir, no debemos presuponer que una alumna no será capaz de jugar a futbol con la misma destreza que un alumno; pero si creo que biológicamente hay diferencias entre el hombre y la mujer, que se deben tener presente y que se deben atender para crear situaciones de aprendizaje acordes a las características de cada uno, o para adaptar la competición y el entrenamiento en el caso del rendimiento. Se me planteó entonces una “disonancia cognitiva” (maldito Festinger y sus teorías), que me hizo llegar a casa y ponerme a buscar información sobre lo que habíamos debatido en clase, a fin de poder fundamentar mi opinión o, quizá, hacerme entrar en razón. Sabía donde buscar, ya que lo que yo quería es encontrar un apoyo científico y de prestigio que recalcara las diferencias biológicas entre el hombre y la mujer, para poder justificar la adaptación y modificación de una actividad o deporte en función del sexo: “Fisiología del ejercicio” – J. López Chicharro y A. Fernández Vaquero. Me puse a leer, lo que encontré en un apartado exclusivamente dedicado a ello, es lo siguiente: DE FORMA GENERAL Las mujeres tienen menor rendimiento deportivo. Pero, ¿por diferencias biológicas o por consecuencias del distinto papel social a lo largo de la historia? ¿Han condicionado las restricciones de ejercicio en preadolescencia y adolescencia? ¿Impide ello que una mujer pueda desarrollar al mismo nivel que un hombre en un determinado deporte? Las restricciones sociales de la mujer son patentes, pero también lo son las diferencias biológicas, que pueden llegar a afectar al rendimiento deportivo. Se plantea entonces una pregunta, ¿es posible la igualdad entre hombre y mujer desde el punto de vista biológico? Las respuestas y adaptaciones del organismo de las mujeres son muy parecidas a las de los hombres, pero hay diferencias en muchos aspectos. TAMAÑO Y COMPOSICIÓN CORPORAL

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Es en la pubertad cuando aparecen diferencias en este sentido debido a las hormonas sexuales. Así, de forma general las mujeres tienen menos talla y peso que los hombres de su misma edad. La composición corporal es también diferente. En mujeres la distribución de grasa se reparte en glúteos, mamas, caderas y muslos, lo que supone una desventaja en ciertas actividades para alcanzar mayor rendimiento. Si bien es cierto que algunas deportistas pueden bajar la grasa corporal hasta niveles similares a la de los hombres, también debemos tener en cuenta que el porcentaje de grasa está relacionado con el mantenimiento normal de la función menstrual. Aquí debemos valorar si hay que sacrificar salud por rendimiento.

Centrándonos en las diferencias biomecánicas, las mujeres presentan caderas más anchas, mayor angulación del fémur y mayor lordosis lumbar, lo que dificulta el trabajo con cargas. Además, sus extremidades son más cortas, lo que supone un brazo de palanca más pequeño, limitando el rendimiento en algunas modalidades deportivas. Además, como podéis ver en el la tabla 1, los hombres tienen valores de masa muscular referencia mayores que las mujeres (30 kg frente a 20 kg). RESPUESTAS Y ADAPTACIONES FISIOLÓGICAS AL EJERCICIO FUERZA Si hablamos de fuerza, la mujer desarrolla menor fuerza absoluta que el hombre en general, si bien la diferencia varía enormemente entre los distintos grupos musculares. Sin embargo, si relacionamos la fuerza con el peso corporal, las diferencias entre hombres y mujeres disminuyen considerablemente. Por otra parte, las adaptaciones neuromusculares de las mujeres al entrenamiento de fuerza son tan buenas como las de los hombres, a pesar de la testosterona y de la masa muscular total mayor de los hombres, es decir, la ganancia de fuerza tras un programa de entrenamiento podría ser la misma en hombres y en mujeres. 3


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Es bien sabido que las mujeres poseen un mayor desarrollo de la flexibilidad, justificada por la geometría articular y las diferencias en la masa muscular. Esto proporciona una mayor extensibilidad muscular en mujeres, suponiendo una ventaja en ciertos deportes. SISTEMA CARDIOVASCULAR Y PULMONAR La mayoría de las diferencias en las respuestas cardiovasculares al ejercicio entre hombres y mujeres se debe al menor tamaño del corazón y en especial del ventrículo izquierdo, que condiciona el volumen sistólico. Es decir, para la misma intensidad de esfuerzo las mujeres requieren una mayor frecuencia cardíaca con respecto a los hombres con el mismo nivel de entrenamiento. Existe también un mayor riesgo de padecer anemias en la mujer a causa de la menstruación, y ya sabemos que la concentración normal de hemoglobina para un adecuado rendimiento es indiscutible. Por tanto, si se llega a tener menor concentración de hemoglobina, se reduce el potencial oxidativo, y también se ve afectado el VO2máx. Se han observado diferencias de potencia aeróbica (Vo2máx) entre hombres y mujeres de casi un 52%, aunque se convierte en sólo un 20-30% si expresamos esta en función del peso. Esto es debido en un 99% al menor tamaño del ventrículo izquierdo y al mayor porcentaje de grasa corporal. Dichas diferencias no existen hasta que no se alcanza la pubertad (13-15 años) cuando los hombres alcanzan valores absolutos mayores. El sistema respiratorio también es diferente en hombres y mujeres, sobre todo debido a las diferencias en el tamaño corporal, que suponen un menor volumen pulmonar en las mujeres. Por ello, la mujer necesita una mayor frecuencia respiratoria, es decir, mayor trabajo respiratorio para la misma carga que un hombre. Además, en la menstruación se han observado ventilaciones en reposo superiores a las normales, igual que se observa un volumen corriente menor debido a las hormonas liberadas al organismo. En base a esto (menor volumen pulmonar y flujo respiratorio, menor tamaño de las vías aéreas, etc.) cabe la posibilidad de que uno de los factores limitantes, durante el ejercicio, para la mujer sea el pulmonar. Sin embargo, hay que decir que las adaptaciones pulmonares al entrenamiento, no son diferentes entre hombres y mujeres. METABOLISMO

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La potencialidad del metabolismo de los fosfágenos (ATP y PC) es similar en ambos sexos, pero en la mujer, debido a su menor masa muscular, se dispone de menor contenido total de fosfágenos para poder utilizarlos. También se ha demostrado que la mujer alcanza menores concentraciones de lactato en sangre tras ejercicios máximos (debido seguramente a la menor masa muscular), por lo que la potencia láctica será mayor en los hombres. Un punto a favor de las mujeres, aunque no todos los estudios obtienen los mismos resultados, es que parece ser que en ejercicios de larga duración y moderada intensidad, ellas utilizan en mayor medida el metabolismo de las grasas y menos el de los hidratos de carbono y las proteínas que los hombres. Si esto fuera así supondría una ventaja en deportes de resistencia de larga duración, aunque ella podría ser compensada en los hombres con una buena nutrición durante el ejercicio. TERMORREGULACIÓN La capacidad de sudoración es una de las diferencias más claras entre hombres y mujeres. Las mujeres utilizan menos la sudoración como mecanismo termorregulador y más otros como la derivación de la sangre a otras zonas o disipación de calor. Así las mujeres pierden menos agua, lo cual podría resultar beneficioso en pruebas de larga distancia. Sin embargo, del mismo modo que en las funciones cardiovasculares y ventilatorias, la menstruación afecta a la termorregulación durante el ejercicio. ---En resumen, diferencias hay y muchas, tantas como para pensar que pese a las diferencias sociales entre géneros, a la iniciación deportiva tardía o a las trabas de una sociedad todavía machista, los hombres y mujeres no somos iguales al realizar actividad física y deporte. Esto me lleva de vuelta a la coeducación, que no es otra cosa que promover la igualdad social entre hombres y mujeres, evitando discriminaciones de cualquier tipo. Pero la igualdad social no supone que ambos sexos deban de ser iguales ante un esfuerzo deportivo o una actividad física, ya que entran aquí factores innatos, biológicos y naturales que hacen imposible dicha igualdad. Si no tuviéramos claro esto, cometeríamos entonces el error de ser injustos con uno u otro sexo, y por tanto no estaríamos coeducando a nuestros alumnos o a la sociedad, porque no sólo se debe transmitir esta idea a los alumnos. ¿A caso no sería injusto o sexista obligar a una alumna a ejercer la misma fuerza que un alumno en una actividad de clase de Educación Física si 5


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sabemos que, por norma general, no tendrá la misma capacidad que él? ¿O tampoco sería injusto y discriminatorio que se obligue a un alumno a igualar movimientos gimnásticos basados en la flexibilidad que realizan algunas de sus compañeras, cuando no dispone de las características biológicas de las que disponen ellas (por norma general)? Desde la perspectiva del rendimiento, ¿sería justo que a hombres y mujeres se les obligara a competir juntos cuando no parten desde el mismo punto ni podrán llegar al mismo nivel? ¿A caso no sería eso obligar a la mujer a trabajar (en general) el doble que el hombre para conseguir los mismos resultados en fuerza o resistencia? Yo creo que no se trata de que nos pongan, o de que nos pongamos todos y todas las mismas barreras, sino que esas barreras estén adaptadas a nuestras capacidades y características, sean las que sean. Así, sería un error facilitar, por ejemplo, la práctica en clase de Pelota Valenciana a una alumna por el mero hecho de serlo, porque puede que esa alumna sea mucho más competente, motrizmente hablando, que muchos de sus compañeros, y esto debe quedar claro. Pero tampoco debemos obviar las diferencias biológicas que existen entre alumnos y alumnas u hombres y mujeres, ya que queramos o no, existen.

P.D.: No pretendo que nadie se sienta ofendido con este artículo, que es simplemente una redacción de mis pensamientos y una reproducción de los conocimientos teóricos que he encontrado. Ni mucho menos tengo yo la verdad absoluta sobre el tema y seguro mucha gente pensará diferente a mi, lo que hace mucho más interesante escribir sobre ello, para poder aprender de las distintas opiniones y ver nuevas posibilidades de enfoque.

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