Atención Plena

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ATENCIÓN PLENA Por Hilario Ibáñez No hay otro lugar que aquí y no hay otro tiempo que el ahora. Para conectar con el ahora, es necesaria la atención plena. La atención plena se da sólo en el presente. Se trata de una forma de conciencia no conceptual y abierta al presente, en la que cada pensamiento, cada sensación o cada sentimiento que aparece en la conciencia es tenido en cuenta y aceptado tal y como es, pero sin reaccionar a él. Existen numerosas formas de hacer referencia a la atención plena. Por ejemplo, el monje budista, vietnamita, poeta y activista por la paz, Thich Nhat Hanh (1976), definió la atención plena como “mantener la propia conciencia en contacto con la realidad presente”. Por su parte, Kabat-­‐Zinn (1990) la define como “llevar la propia atención a las experiencias que se están experimentando en el momento presente, aceptándolas sin juzgar”. En el estado de conciencia plena, las sensaciones, pensamientos o sentimientos que suceden en la conciencia son tomados justamente como sucesos mentales que suceden, que son observados por la misma mente, pero sin identificarse con ellos y sin reaccionar de forma automática y habitual. En realidad, la atención plena es, en sí mismo, algo muy simple y familiar, algo que todos nosotros hemos experimentado en numerosas ocasiones de nuestra vida cotidiana. Cuando somos conscientes de lo que estamos haciendo, pensando o sintiendo, estamos con la atención plena: No hay juicio, ni comparaciones. Simplemente se está en el lugar y el momento. Pero nos resulta difícil ampliarlo a nuestra vida de cada día. Lo que sucede habitualmente es que nuestra mente se encuentra vagando sin orientación alguna, saltando de unas imágenes a otras, de unos a otros pensamientos. La atención plena tiene que ver con la calidad de la conciencia con la que vivimos nuestras vidas. Podemos vivir con plena atención o con el “piloto automático”. En el primer caso estamos con los cinco sentidos; en la unidad de ser-­‐hacer-­‐sentir; en el segundo caso estaremos separados: de cuerpo presente, pero con la mente vagando en mil historias, lejos del presente.


La atención plena incluye por tanto dos componentes: por un lado, darse cuenta de dónde está su atención en cada momento, lo cual permite el reconocimiento de los sucesos mentales en el presente, a mediad que ocurren. Y, por otro lado, se trata de adoptar una actitud de curiosidad, apertura y aceptación hacia la propia experiencia en cada momento. Intentando resumir podemos señalar siete factores que influyen en sostener la atención plena y vigilar si se está prestando atención a los productos mentales o al momento presente. No se debe tomar esto como una especie de decálogo, ni mucho menos como una tabla de deberes. Simplemente es hacer ver de manera sintética los elementos que favorecen o impiden estar en el aquí y ahora con atención plena. 1. No juzgar: Es necesario limitarse a observar el ir y venir de los pensamientos y juicios, sin actuar sobre ellos, ni bloquearse ni aferrarse: se observan y se dejan ir. Es una actitud completamente distinta a la habitual en la que, de forma mecánica, categorizamos y juzgamos todo lo que ocurre. Bueno, malo; mejor, peor; agradable, desagradable… 2. Paciencia: comprender y aceptar que las cosas suceden a su propio ritmo. Esta cualidad es una forma de sabiduría que es especialmente útil cuando la mente está agitada porque puede ayudarnos a aceptar sus vaivenes recordando que no necesariamente tenemos que engancharnos a ellos. Tener paciencia consiste en estar abierto a cada momento, aceptándolo como tal. 3. Mente de principiante: Es la actitud mental de estar dispuesto a ver las cosas como si fuera la primera vez. Supone abandonar las expectativas previas y atender a lo que realmente sucede aquí y ahora. 4. Confianza en la propia bondad y sabiduría básicas: Se trata de ser uno mismo, no de imitar a nadie. 5. No esforzarse por conseguir ningún propósito: conviene cultivar una actitud de no lucha, ni esfuerzo. Dejar que la experiencia suceda. No hay que hacer nada. Si se experimenta tensión o dolor, simplemente ser consciente de ello. 6. Aceptación: ver las cosas como realmente son en cada momento. Es mostrarse receptivo y abierto a lo que siente, piense y vea, y aceptarlo porque está ahí y en ese momento. 7. Dejar pasar: no apegarse, ni dejarse atrapar por ningún pensamiento, sentimiento o deseo. En la práctica, hay que abandonar la tendencia a elevar algunos aspectos de nuestra experiencia y a rechazar otros.


Podemos resumirlo en tres elementos claves: Conciencia: Estar conscientemente despiertos; cultivando la capacidad de parar, observar y retornar. Experiencia Presente: Traer la atención al momento presente, al “aquí y ahora”. Por lo tanto, entrenar tu capacidad de atención para enfocarla en el momento presente. Aceptación: Recibir nuestras experiencias sin prejuicios, sino con una actitud de curiosidad y amabilidad. La plena conciencia del momento presente depende enormemente de la aceptación incondicional de nuestra experiencia. La meditación hace posible que la atención plena se cultive, se sostenga y se integre en la vida cotidiana. Febrer 2017


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