Dejar de hacerlo

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Dejar de hacerlo

Gladys Gonzรกlez (Poemas 2004-2014)



Armario de escombros Escenas y entrevista

Jorge Posada

En la esquina había un lote baldío. Durante años fue la casa de vagabundos y perros. Hace unas semanas unos albañiles comenzaron a trabajar ahí. La obra negra lleva doce días. Por las noches hay dos vigilantes. Encienden fogatas. Beben y discuten. Por las madrugadas limpian la letrina y se bañan juntos. Ayer encontraron en su catre a una mujer vestida con un abrigo

negro. Les pidió dormir con ellos. Dijo llamarse Gladys González, aclaró que ese nombre no significaba nada o era una pared falsa.

Jorge Posada (JP): ¿Cómo llevas el ejercicio de seleccionar y armar una antología de tu obra? ¿De qué maneras te lees? ¿Dónde colocas tu actividad poética dentro de tu vida?

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Gladys González (GG): Me parece interesante el hecho de la deconstrucción de los libros, mirar hacia atrás y entender la propia experiencia, no solo en el ámbito escritural sino también en el vital. Armar una antología tiene que ver con eso, revisar los procesos de construcción de un trabajo de más de diez años que ha ido madurando, generando una voz propia y principalmente, ha sido fiel a una estética que no es fácil de sostener por las implicancias que tiene la escritura autobiográfica. Escribir desde el yo tiene una carga anímica densa pues el estar en búsqueda constante de un motivo para escribir, sobrellevarlo y sostenerlo entra en conflicto con lo cotidiano, con lo seguro y estable. A la vez aparece el conflicto de la utilidad o sanidad que deviene con el ejercicio del escritor, que probablemente es el mayor trance que se debe sortear junto con la página en blanco. JP: ¿Cuáles fueron y son las estrategias para describir y explorar el personaje de Gladys González que recorre tus textos? GG: No hubo una estrategia inicial sino la búsqueda de un imaginario personal para lentamente ir madurando el trabajo de la escritura. Quizás lo que puede llamarse estrategia tiene que ver con la línea de lecturas y las influencias literarias o personales. En este caso la influencia principal viene del realismo sucio norteamericano, la generación beat y de la poesía de los años 80 en Chile. El personaje que recorre los textos desde el primer libro lo veo esencialmente como la atmósfera, el escenario es el personaje principal y en este emplazamiento es donde aparece el vector, el yo poético, que se desplaza y lo vivencia. En este caso si hay una estrategia y es la de la vida por el arte y el arte por la vida.

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Esa consigna no la he transado nunca, es una decisión y un compromiso con mi escritura y mi forma de conmoverme respecto al mundo. A la vez es una forma de supervivencia y de motivo para estar y ser, cuando estar y ser, a veces, se torna insoportable o vacuo. El personaje es en la medida que el escritor se transfigura en él, en este caso soy el espacio, el personaje y el texto, en este mundo puedo tener el control y la libertad, nunca absoluta pues también es un oficio que debe ser depurado, corregido y trabajado, que en la rutina pierdo o definitivamente no tengo.

Son las 8 am. En el billar están los dueños, cuatro vagos que tiran carambolas -ellos se definen como los Pilares de la ciudad-, el dulcero que coloca su mesa a la salida de los sanitarios y una mujer con un abrigo negro muy largo y pesado. 40° C. Yo llevo media hora sudando. Muevo las cajas de cerveza de la bodega a los refrigeradores. A las 10 termino. Me siento en la barra. Me sirven un plato con carne, huevos y salsa. Los Pilares han roto los récords más insólitos de la historia del pool pero nadie estuvo ahí para registrarlos. Los dueños fuman y hablan maravillas de la música de la rocola. La mujer se acerca e intenta venderme un par de jeringas. Le agradezco y le

respondo que no sabría qué hacer con eso. Tiene un tatuaje en el cuello: GG. Cuando llegó, hace más de un año, intenté acostarme con ella pero pasó de mí. Sobrevive de vender objetos inservibles: ganchos de ropa, cajetillas usadas, aspas de ventilador. JP: ¿Qué papel tiene el cuerpo en tus libros? ¿Tus libros serían una especie de bitácora del dolor, de la desesperanza y del placer que recibe ese objeto que es el cuerpo? ¿Es el cuerpo una especie de armario de escombros? ¿Una crónica de inestabilidades? dejar de hacerlo / bongobooks / 3


GG: El cuerpo cumple la función de sostén del escenario, la resistencia y resiliencia de este es fundamental para que se cumpla el objetivo de enfocarse en un espacio donde, generalmente, hay violencia, precariedad y vulnerabilidad. Funciona como un armario de escombros, de bodega y lienzo para retratar un momento. El cuerpo funciona como un eslabón entre la escritura y lo escrito, una bitácora y un muestrario de la huella de inestabilidades y abusos que rigen un determinado espacio sociocultural.

No. Estás confundido. Gladys González. Era la maestra de Geografía. ¿Cómo? Estás mal. Lo tengo escrito acá. Mira. Clarito. Gladys González. Lo que no recuerdo es de dónde era. Sí, chilena. ¿Pero de qué región? ¿Cómo va ser de la Araucanía? Estás perdido. Ni idea, pues. La estás confundiendo, la que yo te digo siempre traía un abrigo, por eso pensábamos que estaba enferma. Ella aseguraba que no se lo quitaba porque temía perderlo. Sí. Obvio a mí me gustaba. Aunque sus clases eran malísimas. Solo recuerdo cuando explicó lo que era el viento mistral. ¿No? Fue casi al terminar el curso. Se pasó una hora describiéndolo. Incluso lo dibujó en la pizarra. JP: ¿Usar el epígrafe (en la primera parte de Gran Avenida) de Lucila Godoy-Gabriela Mistral- es una especie de voyerismo al cuadrado? Godoy lo escribe para rematar una carta donde confiesa que espió a un hombre. ¿Utilizarlo es confesar que de alguna manera has indagado en la vida privada de la Mistral? ¿Qué en tu obra has intentado incorporar ciertos discursos privados?

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GG: La poesía en sí misma es un discurso privado, y esta dialoga con otros discursos, con otros autores. Me interesa generar una entrada al libro con un epígrafe de otro autor para generar un puente entre lo que quiero decir y lo ya dicho. Encontrar un buen epígrafe y releerlo una y otra vez me da el pie para potenciar la intensidad del trabajo que voy desarrollando. Soy bastante obsesiva respecto a esto, hago el ejercicio de involucrarme en pequeños versos y entrar en ese espacio que me permite limpiar un poco lo que voy construyendo con los textos nuevos. Llegué tarde. En la puerta Gladys había escrito: “El telescopio de Dios es un parabrisas con estampitas del Colo-Colo”. JP: ¿Consideras que los hoteles, los paraderos y los taxis son especies de observatorios privilegiados en las ciudades? GG: Sí, me parece que son los panópticos de los perdedores. Privilegio la figura del escritor como perdedor, paseante de un oficio que es a pérdida. Son esos espacios de observación donde puede verse el desplazar de los tristes, los alegres, los borrachos, los amantes, los perdidos como un papel mural sucio y descascarado donde puede sentirse el pulso de lo que allí estuvo latiendo. Hay una foto de ella. Despeinada. Casi sonríe. No es necesario que repita que lleva su abrigo negro. Tiene las manos entrelazadas con ese gesto que siempre me hizo pensar que se encontraba perdida. Intentaba explicarme qué era Calamina y por qué estaba fascinada con la nuca de ciertas mujeres.

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GRAN AVENIDA (2004)

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Los seres buenos se hacen mejores con el dolor; los malos nos hacemos peores. Gabriela Mistral

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I Paraderos

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Paraíso

aquí no hay glamour ni bares franceses para escritores solo rotiserías con cabezas de cerdo zapatos de segunda cajas de clavos. martillos. alambres y sierras guerras entre carnicerías vecinas y asados pobres este no es el paraíso ni el anteparaíso

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El territorio del coraz贸n

bajaba del colectivo y miraba tu calle desde Gran Avenida hasta Santa Rosa caminaba alrededor de tu casa marcando el territorio del coraz贸n como un perro te esperaba en las escaleras del metro por si ibas a trabajar en la ma帽ana o si regresabas para almorzar despu茅s

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vino la noche y Aretha Franklin el ron con cocacola y el whisky en los bares las llamadas telefĂłnicas entre fiesta y fiesta los viajes en taxi en la madrugada para ir a buscarte borracho a los paraderos vinieron el descontrol los baĂąos pĂşblicos las peleas las esposas y las antiguas amantes el viaje a Argentina los perros muertos los almuerzos en el mercado y los poemas

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todas las noches te busco sentada en las cunetas donde vas a beber te espero en el bar hasta que se hace de dĂ­a y apareces con un librito en la gabardina un librito en el que estĂĄ dibujado mi corazĂłn

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Swing

dua, dua, dua Ella Fitzgerald los ojitos de sueño americano sacudiéndose en el Savoy Dua, dua, dua Gladys González los ojitos de heroína sacudiéndose en la Habana Club oculta los colores del fracaso en el mismo swing oscuro

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Barquitos de papel

veo la pobreza de mi barrio las calles inundadas llenas de barquitos de papel que los ni単os recortan veo la pobreza de mi barrio barquitos de papel naufragando como lucecitas en el barro

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Tibieza

se detienen en un paradero iluminado a ratos por el parpadeo del tubo fluorescente encienden cigarrillos que lanzan a la rendija del desag端e como haciendo tiro al blanco con la falsedad de esa imagen de tibieza

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PequeĂąas cosas

porque uno puede morir por las pequeĂąas cosas como por el gracioso baile de las esporas que se arrastran por la tela de mi vestido por el silencioso crujir de la pintura hinchada reventando en un dĂ­a de lluvia esparciendo un polvillo rosa sobre mi nuca

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Me dice me dice que escribía en boletas y papelitos de cigarros mientras ella se iba al baño a mirarlo por la ventana me dice que ella es su muerte y que no quiere morir todavía porque la muerte es mujer fatal me dice que ella es su crisantemo y le recita haikus en el cerro San Cristóbal mientras los animales se vuelven histéricos con la lluvia

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ĂŠl recoge las mejores cartas y las guarda en su libro de budismo

recitando mal a Girondo mientras ella se aleja con sus senos de magnolia volando sobre la ciudad

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Trozos de mercurio

una pensión en Valparaíso una cama una mesa y dos sillas tengo a John Milton sobre la taza del baño estoy bebiendo lo que queda de la tarde he escrito cosas mientras estaba borracha que me parecen bien espero a mi amiga del cerro Barón para que me recoja despacito como trozos de mercurio y me lleve a comer algo en un restauran donde halla wurlitzer porque quiero escuchar esa canción de Bob Dylan todo lo que me resta de vida dejar de hacerlo / bongobooks / 19


La chica mรกs linda

la chica mรกs linda de la fiesta tiene una bolsa plรกstica en la cabeza marcas de tinta en los dedos sus huellas digitales en toda la ciudad

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Un paradero

en Gran Avenida hay un paradero y una chica que lo habita su corazón está oxidado como las vigas de metal que sostienen la estructura por tantas historias tatuadas en forma violenta sobre la superficie en Gran Avenida hay un paradero aún más triste y una chica que lo habita

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un paradero que ha visto todo y que se convierte en el esperadero silencioso de la persistencia

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Cicatriz

el lado salvaje del amor, muchacho, me lo llevo en este 煤ltimo viaje junto a un toque de morfina y con la sensaci贸n de ser una eterna cicatriz que vaga por la ciudad

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Taxi

tĂş y yo en un taxi mudos cada uno en un extremo el pelo mojado y el viento entrando por la ventana esparciendo las cenizas del cigarrillo mudos sin excusas para dejar de volver a hacerlo

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Penumbra

ella lo miraba desde el baño orinando desnuda en la taza del water con su chaqueta de cuero y un Jack Daniell's en la mano ella lo miraba desde el baño retocándose el corazón con un lápiz labial en la penumbra de esa habitación

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La misma noche

a nadie le importó quién se iba primero o quién pagaba la cuenta de estos cuatro meses jamás beberemos tanto como entonces ni tendremos la sensación de ser tan felices teníamos el corazón tan cargado que nos arrastrábamos como imanes a la misma noche a la misma mesa al mismo vacío

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que no podíamos dejar y nos dolía tanto al mismo flamenco teñido de apareamiento que caía seco en las sillas plásticas del bar al mismo engaño que jamás fue sino el pliegue de una mirada en dirección a la misma lejanía al mismo espacio inconsolable que era también la única forma de entrega

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Hilo rojo

debo decir que me duele un hombre en todo el cuerpo fotocopio su rostro y lo pego en los paraderos tristes de Gran Avenida bordo su nombre con hilo rojo en mi ropa interior me tatúo las costillas por si acaso un día te saco de adentro tomo té 9 veces al día hablo con los pájaros hago mandas al niño Jesús de Praga prendo inciensos leo el Kamasutra

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mando a revelar tus fotos antiguas no duermo buscando algo mĂĄs que ofrecer me corto la yema de los dedos y camino goteando las calles con los brazos caĂ­dos y la cabeza semirapada

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Bolsita

me llama a las tres de la ma単ana para comprar pan agarro la bolsita y tomo un taxi la noche me espera en un paradero

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Doméstica

esta primavera he comenzado a hacer mi cama todas las mañanas después de levantarme busco domesticarme con pequeños rituales lavar platos pagar cuentas hacer el desayuno ............. almuerzo ............. once ............. y cena busco la manera perfecta de arreglar mi cabello y de hacer aeróbicos en el gimnasio dejar de hacerlo / bongobooks / 31


todo para verte desde lejos y enga単arme con que mi vida ya no se escribe hacia abajo que ya no es un verso largo y menos un poema

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II El tatuaje de la Ăşltima batalla

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Pero yo sé guardar y usar lo triste y lo barato en el mismo bolsillo donde llevo esta vida que ilustrará las biografías. Julio Cortázar

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Pavimento

toda yo alambrada recogida por los muslos la carne floreciendo por las pĂşas la planta de los pies deshaciĂŠndose y sellando la tragedia en el pavimento como una marca de sol

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Pedacitos de muerte

esta noche no intercambiamos jeringas ni besos nos declaramos la intensidad en el rostro nos guardamos la sangre salvaje para no contagiarnos desde el amor

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Estampada

sigo estampada como un pedazo de gĂŠnero barato como un muestrario de dolores que se vende apilado al aire libre recordando las historias que han pasado por esta tela los dedos que han delineado cada figura del grabado tomo las tijeras saco trozos para pegarlos en mi libreta intercalo las palabras con el tejido para coser vestidos

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tengo vestidos de calle tengo vestidos de fiesta tengo vestidos de cama tengo vestidos estampados en batallas que no se han terminado de escribir

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Lamiendo las paredes

camino en las noches por mi departamento lamiendo las paredes para sentir el sabor de la violencia que dejaste la Ăşltima vez masturbĂĄndome despacio sin placer con el corazĂłn amarrado a un costado por el desprecio

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Tul

quiero verte en tu cama de hospital contagiarme de tu muerte baĂąarte con una esponja como a los bebes escribirte en el borde de las piernas "no me dejes" dibujarte la cara con los granitos de arroz de mi plato curarte los moretones del ojo te harĂ­a el amor desde esta esquina despacito sin tocarnos

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porque yo sĂŠ que no puedes estar conmigo y no me importa me aguanto las ganas me como el deseo te regalo mi chaqueta mi vestido de tul mi casita de la zona sur(1) duermes en tu cama de hospital y yo pongo mĂĄs nĂşmeros a mi lista de fracasos me voy marcando la carne con alambres y clavos

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me voy convirtiendo en la explanada de tu llaga

(1) Los amigos dicen que soy una tonta Que quieres experimentar Yo les digo que soy un tubo de ensayo Me miran y mueven la cabeza Saben que voy a sufrir Yo les creo todo

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Ninguna pintura

yo no tuve ninguna pintura de la última batalla nada que diga que estuve allí solo un montón de fotografías borrosas coinciden con nosotros en que la calle fue nuestra en que nadie pudo domarnos ni siquiera cuando estuvimos jadeando de espaldas a la pandereta te acuerdas que parecíamos tan ingenuos cuando nos decía: "quédense en ese paradero"

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y esperábamos horas a que él llegara a recogernos cuando ni las fiestas ni los tragos exóticos ni los cambios de vestido ni ninguna boca que besáramos nos daba un golpe como este en el rostro yo no tuve ninguna pintura de la última batalla ningún saludo marcial que me regalara una despedida ninguna disculpa ningún perdón

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Aire Quemado (2009)

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Si sigues manteniendo el equilibrio asĂ­ al borde del abismo suficiente, adquieres una gran destreza: te empujen del lado que te empujen, siempre recuperas el equilibrio. Henry Miller

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Adiestramiento

todas las ciudades son iguales si haces el mismo ejercicio buscar una cama encontrar alguien en esa cama construir una ciudad dentro de otra ciudad sin puertas sin ventanas sin salidas

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dejar pasar el tiempo con los ojos cerrados como si todo fuera familiar como si los golpes y los amigos muertos no estuvieran en frĂ­as bodegas como fichas clĂ­nicas todas las ciudades son iguales todas las ciudades se provocan

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en el mismo ejercicio todas las ciudades se queman al cruzar la frontera

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Derribo

hay un espejo bajo la cama que repite la imagen de esta habitaci贸n hasta que la ceniza de un cigarrillo cae desmantelando la noche

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Manual de instrucciones

escucho la música y me pongo rebelde pero ya no tengo edad para ser rebelde ninguno de los que esta acá tiene edad para serlo soy el poema más cruel de la habitación he vivido en casas vacías con el techo partido por la mitad sin dinero para comer

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para lavar la ropa y conseguir un trabajo de medio tiempo en un centro comercial o en un supermercado sin amigos a los que llamar por telĂŠfono y decir: estoy destrozada mi dĂ­a se reduce a sangrar en un espejo boca abajo

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mientras pasan los meses como un manual de primeros auxilios y se delatan los signos de tortura en el rostro tal como el moho en mi ropa

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Naturaleza muerta

hubo noches en las que buscaba con un cuchillo de cocina el origen de las voces aterrorizada con el rostro amoratado y revuelto hubo noches en las que hacĂ­a barricadas para que no me asesinara con una cortadora de pasto abriĂŠndome lentamente

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hubo noches en las que me golpearon tanto que caĂ­ al suelo con un diente destrozado y la cabeza rota como una granada hirviendo hubo noches sin dinero sin cortes profundos caminando por la carretera con la boca sangrando los ojos perdidos

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el rostro blanco resplandeciente entre los reflectores de los autom贸viles

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Escenario

la pel铆cula da vueltas una y otra vez en una habitaci贸n en la que se prenden y apagan las luces una y otra vez en un perfecto nocturno

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Colirio

voy trazando la lĂ­nea blanca que deja el colirio con la negrura del delineador decoro lo que pueda verse herido bajo las luces como una perfecta y experimentada zurcidora

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Maleza

busco un lugar dĂłnde morir, como un elefante ciego perdido entre la maleza que arrastra tras los aĂąos, como los lentos suicidios de una pieza de mĂşsica demolida en el papel

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Postal de viaje

mi corazón es una radiografía sin pulso en la asistencia de socorro mi corazón tiene setenta años y ya no puede ser una niña suicida

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Frontera

tengo miedo de cruzar la frontera sin ropa limpia y doblada en un armario que me espere llenรกndose de polvo, quieta

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Galpón

la ciudad se reconoce a sí misma después del derrumbe marcas de lápiz labial en viejas cortinas de residencial iniciales de nombres y corazones trazados en paredes enmohecidas de baños de hotel cigarrillos a medio fumar sobre el lavamanos

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la ciudad y nosotros nos reconocíamos con una tristeza salvaje apostábamos y bebíamos mirando los fuegos artificiales del nuevo año en un galpón que tenía de fondo un puerto y una hilera de sacos de harina colgados para secarse al sol

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Ceniza

el aire estĂĄ quemado todo huele a miedo y silencio nos miramos a los ojos y no encontramos nada que sirva para construir una advertencia aĂşn menos los escombros de esta noche

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Alumbrado pĂşblico

no te quiero muerta no te quiero tirada en la calle con la ropa interior en las rodillas las medias rotas alrededor de tu cuello amarradas a un alumbrado pĂşblico no te quiero muerta no te quiero con la boca llena de agua

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los perros rasgĂĄndote los ojos en un canal hasta que tu cuerpo desaparezca por tiras entre los bares de esta ciudad no te quiero muerta no te quiero golpeada con la mandĂ­bula rota desfigurĂĄndote el rostro

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HĂĄbito

durante cuatro aĂąos la misma rutina empacar desempacar llenar el suelo con colillas de cigarros botellas papeles arrugados dormir dĂ­as sin ver el sol sin hablar con alguien que no sea un taxista

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o un vendedor de almacĂŠn escuchar los gritos y el calor de los neones cosidos a la ventana a los espacios vacĂ­os de las puertas del techo del armario

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Huida

esta noche termina como todas las otras encerrada en una habitaci贸n de un hotel de paso viendo flotar en el agua del inodoro colillas de cigarrillos que se desploman por el suelo las luces de ne贸n de la boite iluminan la ventana

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como las llamas de un gran incendio en la ciudad como si todo este desierto celebrara mi huida

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Termitas

antes de alejarnos de ese lugar regresamos a la antigua casa para recoger las cosas que habĂ­amos olvidado esa casa infectada de termitas que volaban desde los orificios de los sillones de mimbre regresamos en silencio para no despertar antiguos fantasmas para no despertar ninguna lecciĂłn que quedara allĂ­

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Certeza

la seguridad se resume ahora en cerrar la puerta con llave y cerrojo mantener las luces encendidas de la casa teniendo la confianza de que nadie llamarรก esta noche porque ya no importa no existe ese dolor todo se resume a mirar por la ventana

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y observar a los vecinos sacar la maleza del jardín a los niños jugar en el pasaje esperando el turno para usar la bicicleta a tomar un libro de botánica y plantar semillas de albahaca en el huerto hecho sobre tubos de plástico dejaron de importar muchas cosas porque cuando no se tuvo nada que perder sólo queda la costumbre de mirar más allá de la supervivencia con ojos profundos

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como si algo mejor fuera a llegar puedo ver la destrucci贸n con la ternura de los ojos de un novillo en el minuto en que es degollado en un matadero a pesar de que a煤n no puedo dormir sin despertar sobresaltada sin revisar la llave del gas los pasadores de las ventanas escribir nosotros pensando en singular

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tengo la memoria rota que es lo 煤nico que obtuve de ese desierto en cambio, mi coraz贸n se qued贸 en ese profundo silencio congelado en las pensiones perdido en el tiempo sin posibilidad de rescate como una cadena de la que no se puede tirar

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HOSPICIO (2011)

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Nada tiene que ver el dolor con el dolor nada tiene que ver la desesperaci贸n con la desesperaci贸n Las palabras que usamos para designar esas cosas est谩n viciadas No hay nombres en la zona muda Enrique Lihn

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Blindado

aprendĂ­ a robar a mentir a esperar el momento adecuado a observar los gestos de desencanto para reconocerse y extraviarse

conseguir algunas horas de calma

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dejar que los extra単os me protejan como si fuera una pieza de museo como si fuera parte del equipaje

sin dinero sin grandes promesas solo la imagen de un escombro apoyado en otro.

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Veredas

estos caminos no han sido fรกciles ni acertados

sentada en una esquina observo sus sonrisas sus rostros brillando en las luces una vereda limpia y tibia por delante

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manos entrelazadas sobre las mesas anillos relucientes en sus dedos

una tranquilidad que solo da eso que llaman calma.

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Vidrio molido

el aire de esta casa se vuelve repulsivo

soy un trozo de carbĂłn ovillado y ardiendo

solo logro perder el equilibrio y caer hecha cenizas tiznando esta cama esperando mĂĄs dolor envuelta en analgĂŠsicos

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y botellas de agua mineral

solo puedo levantar la cabeza para ver esta escalera angosta y pequeña en la que todas las tardes la luz se extingue oscureciéndolo aún más todo

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quisiera desaparecer en lo negro adherirme a la pared perder los sentidos sentir la noche en sĂĄbanas limpias

meter la mano dentro de mi cabeza y cubrir con los ruidos de la calle los tĂşneles de esta memoria

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quiero que el tiempo pase que la sangre de mi brazo ya no sea un hervidero mutilado

quiero abandonar este colch贸n en el suelo esta habitaci贸n esta miseria

cuando cruce la puerta de escape

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nadie volverá a comprarme por un baño caliente papelinas y alcohol

nadie volverá a levantarme la voz ni tocarme como si fuera un cadáver

nadie puede enseñarme

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lo que es caminar sobre vidrio molido lijando las aceras con la palabra sobrevivencia lentamente desapareciendo.

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Animales muertos

se acaban los contratos de arrendamiento el eco de las pequeĂąas habitaciones vacĂ­as donde vivĂ­a de prestado

las mudanzas los errores las heridas abiertas

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curtidas por las goteras del techo

por el yeso del cielo raso que caĂ­a a pedazos sobre mi cara

terminaron mordiendo el polvo aplastadas

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vencidas como animales muertos en medio de las luces de la autopista.

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Escarcha

paseo por la cocina con una taza de tĂŠ de amapola

dibujando ciudades con la escarcha de mis huesos

escucho motores de aviones que practican

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horas de vuelo sobre el techo de mi peque単a casa

el sonido de la lluvia golpeando los cardos de la calle

destrozando la belleza de lo primitivo.

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Trazado

el dolor en el pecho solo aparece algunas noches cuando regreso a esa guerra perdida hace a単os

ya no hay cansancio ni grandes equivocaciones ni carreras sin final contra la pared

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por ahora la sangre sigue su curso hacia atrás

aquí el cemento aún está limpio.

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Despedida

me recuesto en la cama mirando el techo

estas murallas llenas de papeles adhesivos escritos tachados

abro y cierro los ojos encegueciĂŠndome con la luz de la ampolleta

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salgo y entro al pasado sin deseos de hacerlo como un efecto de esta despedida que no tengo deseos de perseguir

estiro un brazo y observo mi mano su aspecto no es el que recordaba

una mano huesuda venosa

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los dedos engarfados las uĂąas amarillas tres nudillos rotos el temblor intermitente del alcohol y la abstinencia

no tengo deseos de jugar en la oscuridad solo quiero estar aquĂ­ observando mi mano

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las citas y fechas perdidas que alguna vez me comprometĂ­ a cumplir y que dejĂŠ abandonadas

quiero dormir hasta el dĂ­a siguiente sin despertar con resaca con los ojos pegados por la pintura negra y los labios quemados

ya no quiero estar en batalla conmigo misma dejar de hacerlo / bongobooks / 98


tan sĂłlo quiero no levantarme de la cama descansar de estos Ăşltimos aĂąos.

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Astilla

todas las cosas que he dicho quisiera que fueran verdad

deseos de mejorar un trabajo seguro una vida tranquila y sensata

pero algo me arrastra

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a huir a ser un trozo mĂĄs de carretera

ocultando el miedo de mirarse frente al espejo empaĂąado cada maĂąana

de envejecer aislarse

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dejar atrĂĄs las viejas malas costumbres

los sonidos y olores familiares el riesgo de las calles la mĂşsica de los barrios las caĂ­das las luces difusas de las golpizas nocturnas los hematomas en el cuerpo

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la astilla a la deriva que fui

pero que aĂşn secretamente

sigo siendo.

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Última noche

me hablas a mí de hombres oscuros que llegan a la barra de los bares pretendiendo beber a costa de quienes guiñan el ojo en la presa equivocada y terminan arrastrándose

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hacia la puerta tarareando cuchilladas entre los dientes

me hablas a mĂ­ de hambre cuando solo el olor del aceite de los mercados saciaba el apetito y daban ganas de llorar por el asco

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me hablas a mí del miedo de la paranoia del terror a entrar en una cabina telefónica para esperar un automóvil con las marcas de la muerte

no me hables de lo que se siente cuando te rompen el corazón después de bajar la guardia

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y el sudor te arrastra bajo tierra a un pozo encementado

no me hables como si fuĂŠramos niĂąos dejando migas de pan en las calles para encontrar el camino a la cordura

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sĂłlo encontramos hoteles sucios y malos negocios al guardarlas en los bolsillos

dĂŠjalas ahĂ­ para que sean alimento de las cucarachas que se esconden entre las fisuras del concreto

no me hables mientras bebo

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no me interesa escuchar a alguien decir lo mismo que yo

-mir茅monos en el espejo de los licores una conversaci贸n silenciosa-

observa a los dem谩s todos sienten lo mismo un perro rabioso les arranc贸 el amor de las manos

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ninguno tuvo el valor para mirar de frente a la eternidad

ahora se quejan como tĂş lo haces de que nada tiene sentido de la desilusiĂłn del desencanto de las formas en las cuales se suicidarĂĄn para vengarse

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no me hables de segundas oportunidades porque son las que siempre duelen más

si quieres improvisamos una canción para que todos puedan llorar mientras reímos sarcásticamente

dejar de hacerlo / bongobooks / 111


si quieres golpeamos las mesas de esta cantina o subimos al centro a buscar balas perdidas en las esquinas

porque da lo mismo ya no queda nadie a quien le importemos

no me hables de hijos de llevarme lejos

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y protegerme de mĂ­ misma

no me hables de la civilidad de los trenes amarillos de la seguridad social del frĂ­o que hace explotar las tuberĂ­as

yo soy un mounstruo y esta selva de boxeadores viejos

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es mi jard铆n secreto y mi familia

no me hables de corazas de rencores de odios

yo s贸lo tengo mi reputaci贸n que es la llave para que las navajas silben en el silencio

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que dejo tras de m铆

no me hables de amor de seguirte a otras ciudades de conseguirme empleo y matrimonio

yo solo voy detr谩s de quien me sigui贸 primero de quien me cuid贸

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y me dio un lugar en su pobreza de quien trinch贸 con sus dedos los trozos de vidrio de mi destilado para que siguiera bebiendo

no me hables por favor que duele tanta falsa rudeza y los amigos van cayendo

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uno a uno enredados con la saliva

esto es lo que dejaste para cultivar

esto que te asusta demor贸 a帽os

en volverse tan severo

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tan crudo tan inclemente

no te acerques muchacho

que las luces rojas de este barrio de negros comienzan a caerte encima ya no eres invisible cuando caminas junto a la grasa

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estas arenas movedizas solo son para los que tienen un caj贸n desvencijado lleno de promesas de la peor clase para no naufragar

para los que arden en el reflejo de los cristales de un hotel durante una tormenta el茅ctrica sin saber nada el uno del otro.

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CALAMINA (2014)

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‌es probable que lo irreparable continuamente aplastado salte delante de nosotros con esa necesidad que tiene de imprecarnos con dureza.

Ximena Rivera

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Nocturno de bahĂ­a

los cerros parecen un parque de diversiones torcido interminable lejano

en donde cada ventana iluminada por el brillo de los televisores se vuelve cĂĄlida y curiosa en medio de la calle

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se dibujan familias felices sombras haciendo lentamente el amor cenas con vino conversaciones de sobremesa y niĂąos jugando a las escondidas entre la escalera

el humo de las chimeneas crepita en el aire como pequeĂąas luciĂŠrnagas que navegan entre las cintas verticales del cinc

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y los altavoces de los buques solitarios en la bahĂ­a.

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Pequeños espacios

Los caminos de la bahía llevan a pequeños espacios del dolor que permanecen silenciosos

un hombre está tirado en el suelo como un animal destripado los pantalones abajo sus genitales congelándose en la lluvia un perro sostiene su cabeza como si de ese hombre alcoholizado dependiera su mundo.

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Acantilados

la noche es una botella envuelta en papel azul que va amargamente de un lado a otro de la habitación

el sonido de la lluvia y el viento dibujan en el gastado papel mural sombras de pequeños pájaros que se lanzan desde el ciruelo al vacío de los acantilados.

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Habitaciones

cuando las puertas de las habitaciones se cierran y todos comparten ese pequeĂąo mundo cĂĄlido del amor de la fidelidad me encierro en mi cuarto y pienso si alguna vez me tocarĂĄ algo

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de esa luz anaranjada bajo la puerta

observo las rendijas y medito de quĂŠ sirve este oficio de marcar el paso en los terminales con el frĂ­o destazando los huesos de refugiarse en las citas de los poemas que te hacen llorar cuando te encuentras solo

de encontrar pequeĂąos bosquejos dejar de hacerlo / bongobooks / 128


de sonrisas eternas que quedan grabadas en la cabeza durante aĂąos entre la muchedumbre de un mercado o las vitrinas de un cafĂŠ

suspiro hondo y lo que escribo parecen retazos de algo desconocido que pretendo intuir dibujando en el vaho de mi reflejo

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que va atravesando en medio de la noche

los tĂşneles iluminados de la ciudad.

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Confidencias

tengo por escritorio el esqueleto de una cama de madera duermo en un colch贸n viejo sobre las tablas del piso y despierto en las ma帽anas con deseos de que el invierno pase pronto para recostarme en la playa bajo el sol

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con los ojos cerrados sintiendo el calor de la brisa

esta semana solo hubo dinero para comprar leche en polvo avena y cafĂŠ

esta semana hubo tiempo para mirar por horas el mar golpeando el cemento de la costanera a los perros ladrar a los autos que cruzan la calle del hospital

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para regresar a la habitaci贸n que arriendo y lavar un poco de ropa ordenar el peque帽o escritorio junto al sonido de la gotera cayendo en el tarro de pintura.

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Ripio

la casa y sus escombros se apilan en habitaciones con olor a detergente barato preservativos cĂĄscaras de naranja adobe y humedad, en pequeĂąos gestos que intentan romper con la crueldad del amor solo como la metĂĄfora de unas tablas rotas bajo la cama. dejar de hacerlo / bongobooks / 134


Insomnio

la escena está en la más completa indefensión

paredes blancas de una casa hipotecada libros en el suelo cuentas por vencer sobre el sillón el ruido de la lluvia cayendo lánguidamente durante días en el pasillo

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las luces apagadas el vidrio roto de la ventana el abrir y cerrar de puertas por el viento los gatos sobre el huerto de salvia olor a incienso penetrante

la mĂĄs completa indefensiĂłn como si la borra del pasado aturdiera los sentidos encadenando voces y rostros como perros rabiosos al solitario jardĂ­n del exilio.

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Una luz en el puerto

una pequeña luz flota en el pasillo dibuja un vidrio roto una mano con sangre un hombre que deja un vaso en el piso y dice no ha pasado nada grave

junto a la tibia lámpara de su habitación susurra todo está bien, pajarito ciego aún cabes en un solo abrazo

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antes de dormir ella escribe en su oĂ­do eres mi casa.

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テ度ido

observo el atardecer recostada sobre el techo respirando la humedad de la tarde entre el vuelo de las gaviotas que se incendian entre las nubes y las calaminas secテ。ndose al sol revelテ。ndose en el silencio del テウxido

un paisaje de metales quemados

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enredaderas silvestres hombres solitarios hurgando en la basura de casas demolidas

un paisaje que concluye silencioso cuando el horizonte desaparece tras las luces amarillas en medio de la bruma que se levanta del mar.

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Jardines

todo lo que he ido encontrando va quedando atrĂĄs murallas craqueladas que se desploman mientras avanzo y luego vuelven a armarse de forma ridĂ­cula

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habitaciones sin paredes jardines sin vida en medio de los pasillos

tragaluces impenetrables de fonola

casas sin luces silenciosas que apenas se divisan en la penumbra.

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Maletas

un viaje de regreso se resume en maletas alineadas sobre la alfombra cubiertos envueltos en bolsas plásticas cajas con libros y fotografías

una temporada en la bahía se queda inmóvil en el recuerdo como una vieja tarjeta de navidad que suena en un cajón vacío

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esperando ser silenciada cuando el tiempo acabe esa fantasĂ­a.

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Carretera

las torres de alta tensi贸n los cardos de la carretera el polvo entrando por el techo las flores salvajes que crecen en los caminos las nubes que abren y escenifican esta nueva ciudad.

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Memorias

un viaje inesperado un océano que no conoces ni añoras excepto por tener un poco de viento frío en el rostro y un regreso incierto

una fiesta de cumpleaños en el lado norte de la ciudad a la que nadie llegó y donde debiste sonreír para no decepcionar a la familia

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el árbol genealógico que causó el estrago de las clínicas las curas de sueño y las paredes emblanquecidas con saliva

admitir lo que significan diez años perdidos la traducción del dolor la impotencia la versión de la alegría en imágenes y recuerdos borrosos

un nuevo camino por el cual llegar a lo que podrías llamar casa

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grandes ilusiones camufladas en el paisaje

la palabra confianza y el mal sabor que deja cuando la masticas mientras tus cosas caen por la ventana

otros diez años el cambio de turno de la ironía una enredadera robusta que crece según la ortopedia de una reja, lo más silenciosamente posible. dejar de hacerlo / bongobooks / 148


Urgencias

la sirena de una ambulancia un auto un cuerpo mojado envuelto en frazadas un pasillo de urgencias m茅dicas una camilla el estado de turbaci贸n de la mente por d铆as las sondas que atizan el desierto de un est贸mago la flora intestinal pudriendo las pastillas

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los malos sueños un departamento en desorden la orina estancada en las cañerías una marca de cigarrillo en la alfombra el polvo de la lluvia sobre la cama esperando como un cachorro hambriento olvidar el sabor amargo de un invierno pobre, oscuro y frío congelado como una postal entre los recuerdos de la bahía.

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INDICE

GRAN AVENIDA (2004)

I. Paraderos

Paraíso ……………………………………………… 9 El territorio del corazón ……………………… 10 Swing ………………………………………………… 13 Barquitos de papel ……………………………… 14 Tibieza ………………………………………………. 15 Pequeñas cosas …………………………………… 16 Me dice ………………………………………………. 17 Trozos de mercurio …………………………….. 19


La chica más linda ………………………………… 20 Un paradero ………………………………………… 21 Cicatriz ……………………………………………….. 23 Taxi …………………………………………………….. 24 Penumbra ……………………………………………. 25 La misma noche …………………………………… 26 Hilo rojo ……………………………………………… 28 Bolsita ……………………………………………….. 30 Doméstica …………………………………………… 31

II. El tatuaje de la última batalla

Pavimento ……………………………………………. 35 Pedacitos de muerte ………………………………. 36 Estampada ……………………………………………. 37 Lamiendo las paredes …………………………….. 39 Tul ……………………………………………………….. 40 Ninguna pintura ……………………………………. 43


AIRE QUEMADO (2009)

Adiestramiento ……………………………………… 47 Derribo ………………………………………………… 50 Manual de instrucciones ………………………… 51 Naturaleza muerta …………………………………. 54 Escenario ……………………………………………… 57 Colirio ………………………………………………….. 58 Maleza ………………………………………………….. 59 Postal de viaje ……………………………………….. 60 Frontera ……………………………………………….. 61 Galpón …………………………………………………. 62 Ceniza ………………………………………………….. 64 Alumbrado público ……………………………….. 65 Hábito………………………………………………….. 67 Huida ………………………………………………….. 69 Termitas ………………………………………………. 71 Certeza …………………………………………………. 72


HOSPICIO (2011)

Blindado ……………………………………….. 78 Veredas ………………………………………… 80 Vidrio molido ………………………………… 82 Animales muertos …………………………… 88 Escarcha ………………………………………… 91 Trazado …………………………………………. 93 Despedida ……………………………………… 95 Astilla …………………………………………….. 100 Última noche …………………………………. 104

CALAMINA (2014)

Nocturno de bahía …………………………… 122 Pequeños espacios …………………………… 126 Acantilados …………………………………….. 127 Habitaciones …………………………………… 131 Confidencias …………………………………… 134


Insomnio …………………………………………. 135 Una luz en el puerto …………………………. 137 Óxido ………………………………………………. 139 Jardines …………………………………………… 141 Maletas ……………………………………………. 143 Carretera ………………………………………… 145 Memorias ………………………………………… 146 Urgencias ………………………………………… 151


Dejar de hacerlo nunca se imprimi贸 durante el mes de Agosto del 2015, en los talleres de Cum & Grin, Ram贸n Braga帽a 54, La Habana, Cuba. BongoBooks Ediciones


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