Alkarren Barri 273 (Otsaila/Febrero)

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FRANCISCO JOSÉ RUIZ PÉREZ

La Teología, ¿se han renovado las maneras de impartir la disciplina durante los últimos años? La renovación es siempre un desafío constante para la docencia. No es por el prurito de cambiar por cambiar. Los contextos evolucionan y, con ellos, las preguntas de peso y las formas de hacerlas. En Deusto solemos aplicar una pedagogía que parte justamente de la contextualización. Sólo después se hace con nuestro alumnado un camino por el que se reflexiona, se conceptualiza, se experimenta y finalmente se evalúa. La vía de entrada del aprendizaje conecta primeramente con la realidad. Por eso, no se puede enseñar Teología sin aceptar esa movilidad de la cultura y la sociedad, una movilidad de la que brotan cuestiones formuladas con matices y acentos diferentes, que son eco de necesidades distintas. El efecto hoy es que nuestra docencia no es monocorde, sino presencial, semipresencial y virtual; acudimos a disciplinas que enriquecen el enfoque de la Teología; miramos por contextos eclesiales que no son sólo los nuestros; conectamos con otros saberes.

Así como hay maneras de interpretar la historia, ¿ocurre lo mismo con la Teología? ¿Depende de alguna manera de la subjetividad de cada teólogo? No sé si en la pregunta late un previo: que la Teología se reduce a transmitir sólo contenidos fijos, respecto a los cuales el único esfuerzo permitido es afinar en la reproducción literal de lo que se entiende ya como inalterable. Y la verdad es que suele circular esa imagen deformada de la Teología, que la restringe al dogma o a un conocimiento que vive de sus propias premisas incuestionables y atemporales. Sin embargo, basta mirar la historia de la Teología, una historia larga por cierto, para comprobar que no es así. Cambian las encrucijadas culturales y sociales en las que la Teología quiere participar, se suceden entonces las temáticas, se innovan los lenguajes teológicos, se cruzan hasta paradigmas de pensamiento. En todo ello, la subjetividad del teólogo, él o ella, es un elemento crucial de ese cambio. Pero porque esa subjetividad es, en realidad, un espacio en donde Dios, el mundo y el creyente se encuentran

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para dar luz a aportaciones teológicas nuevas. ¿Sigue teniendo sentido la Teología en la actualidad en una sociedad cada vez más secularizada? Me parece que incluso una sociedad muy secularizada sabe que ha de habérselas con lo transcendente, por mucho que lo rechace. La secularización nunca es, por así decirlo, totalmente plana, a ras de suelo. Siempre hay algo o alguien que se postula para ser absoluto. En cierto sentido, la Teología es experta en cómo se produce ese proceso y en lo que implica. De entrada, puede contar la historia de cómo una comunidad religiosa, la cristiana, se ha visto confrontada con su modo de absolutizar, y de los aciertos y errores con los que se ha topado. Independientemente de que su opción haya sido por un modo de reconocer la dimensión transcendente de la realidad, la Teología cristiana ha aprendido a reconocer que no toda búsqueda transcendente es practicable por inhumana. Aporta así criterios para discernir toda absolutización que se presente como tal •


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