1 minute read

Me pongo en tus zapatos

Me pongo en sus zapatos Anónimo

Me pongo en sus zapatos...

Advertisement

Son zapatos rojos de tacón de agua destalonados, como a él le gustan, dice que cuando ando con ellos estoy muy sexy... no me los pongo casi, no sea que me miren...

Hablo bajito casi todo el tiempo, dice que le desconcentro con mi charla. A los niños tampoco les dejo que hablen alto, o griten, o rían, o llamen a los amigos si él está en casa. Para no molestar, se pone de muy mal humor, nos grita y a veces nos insulta.

Me empeño todos los días en hacer cenas elaboradas, aunque no tengo ni hambre, porque seguro que aprecia el esfuerzo. A menudo me hace algún comentario tipo «le falta algo, mi madre sí que las hacía ricas», «yo les habría puesto nosequé», o «ya he picado algo con los del trabajo», y muchos días me lo tengo que comer para el almuerzo siguiente yo, sola en casa.

No me pega, qué va, tampoco le hace falta, con mirarme ya me lo dice todo. Supongo que eso es bueno, ¿no?

Somos hogareños, pasamos mucho tiempo en casa, yo dejé el trabajo para cuidar a los chicos, ahora que son mayores ya no sé si podría encontrar algo. Mi marido pasa tanto tiempo fuera con su trabajo que cuando regresa está cansado, no tiene ganas de salir, y no ve con buenos ojos que yo haga planes sin él, o sola con amigas... así que lo he ido dejando.

A mi familia sí que la visitamos, cuando él tiene un hueco, vamos juntos.

Estoy contenta, tengo todo lo que quería, una buena casa, familia, un marido protector, un futuro resuelto... a veces pienso que me gustaría tener más independencia, salir con mis amigas, ir a un club de lectura, volver a la Universidad, conseguir un trabajo...

En fin, ya para qué cambiar.

Me quito sus zapatos... se los paso a él... cobarde, no se los pone, ya sabe.