Ánima Barda Nº8 Oct-Nov 2012

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UN BOSQUE DE SANGRE

“Simplemente bajo la nieve que cae de la mala hierba. ¡Qué mariposa nació! Cubierto de mariposas, el árbol muerto florece […]”. KOBAYASHI ISSA. UNO Deacon vagaba perdido, no sabía que se dirigía rumbo a la muerte. Ante él, una amplia extensión de nieve, cincelada por el viento gélido. Todo era un desierto blanco infinito, donde temblar se podía hacer por el frío o el miedo. Al principio, pensó que él mismo era una palabra en una página en blanco. Después, que era un punto. Más tarde, una muesca en una hoja sin fin. Empezaba a aceptar que nunca escaparía… Pero seguía andando, intentando añadir palabras a un capítulo que no llevaba a ninguna parte. DOS Cuando era de noche, la oscuridad caía sobre él y se tenía que cubrir con un par de pieles. Dormía con su única arma: una estaca de madera y su mente enferma. El aullido de los lobos salvajes era cada vez más y más próximo. TRES Podía ser cierto, podía no escapar de allí jamás… Pero no se detenía. Sabía que no tenía esperanza, pero no quería morir. Solo caminaba. No sabía qué hacer más allá de caminar. Paso tras paso, día tras día. Era su sino. CUATRO En un momento indeterminado de un día indeterminado, se arrancó el dedo pulgar. No

lo hizo con orgullo o rabia, sino entre llantos. Él era humano. El dedo se le había congelado. No iba a chuparlo más por la noche. Al menos, no se arrancó la lengua. CINCO Él eligió hacer cosas malas. Por eso, lo exiliaron. Quizás, les hizo cosas malas porque sabía que por culpa de ellos acabaría en la intemperie helada. A lo mejor, los muertos que llevaba a su espalda siempre estuvieron con él y, simplemente, se vengó antes de tiempo. SEIS Siguió con dificultad, pero la fortuna le sonrió de oreja a oreja: encontró un cervatillo muerto. Se lo comió. Los gusanos helados estaban especialmente exquisitos. Sabían a pollo. SIETE Los días y noches no encontraban separación. Eran nexos en una mente fundida en óleo y helada en nieve. Fue en un momento entre que la luz cedía y la noche la devoraba, cuando Deacon encontró algo en medio de la nieve. Sus párpados, que apenas podían moverse, mostraron una mirada nerviosa donde se reflejaron una docena de grandes árboles en aquella nieve mezclada con tierra, el cóctel de lo estéril. OCHO En otro tiempo, Deacon había escuchado a viajeros hablando sobre los desiertos, cálidos y terribles cuando estás en ellos, hermosos cuando estás en la nieve, medio congelado. Decían que la mente se fundía con el sol y podían encontrar oasis, falsas ilusiones, paraísos de mujeres, agua y vegetación… Pero no eran reales. Solo era que la mente se vendía a lo falso y se convertía en tu enemiga. Pero, ¿puede ocurrir en la nieve? ¿El cerebro no está demasiado aturdido como para

Ánima Barda - Pulp Magazine

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