No me olvides (1)

Page 1

No me olvides “Una vez leí una leyenda que narraba cómo Dios, cuando estaba dando nombre a las especies de animales y plantas, olvidó una pequeña flor. Él ya estaba preparándose para marcharse cuando ésta le rogó asustada: “Señor, no me olvides” Entonces, Dios se arrodilló ante la pequeña flor y le dijo: “ Porque te he olvidado una vez, no volveré a olvidarte jamás. Y ese será tu nombre”. Hoy, inicio este proyecto para no olvidarme de nada, para dejar constancia de mis recuerdos en un lugar donde sepa que no van a ser borrados ni modificados por otros. La base es sencilla, yo anotaré en este diario los sucesos más relevantes que me acontezcan día tras día; y yo, en el futuro, con una regularidad recomendada de una vez cada tres meses, leeré lo aquí escrito para asegurarme de que no hay ningún dato de mi memoria que haya olvidado, o recuerde de una manera distinta a cómo aquí se cuente. Hoy, por ser la primera entrada, debo hacer una pequeña recapitulación de mi historia hasta el momento, y de los motivos que me llevan a iniciar este proyecto: Nunca he sido un tipo muy social, nunca he tenido muchos amigos. Sin embargo, siempre me ha sobrado imaginación. Y una cosa sumada a la otra me llevó, en un momento de crisis, a crear una amiga imaginaria. En un principio era un simple juego para aliviar un poco la soledad, pero más tarde me di cuenta de que podía ser mucho más que eso. Yo me sentía mucho mejor desde entonces, menos preocupado, más feliz; así que me dejé llevar. Las relaciones con las demás personas dejaron de importarme, tenía todo lo que necesitaba en mi interior, todo estaba en ella. Hablaba, reía, cantaba y bailaba con ella, sin importarme lo que los demás pensaran. En realidad, yo tenía claro que no existía de verdad, simplemente ignoraba aquel dato, no me importaba. Sin embargo, sólo yo lo veía así. Las pocas conexiones que tenía en el exterior, pronto empezaron a distanciarse y a tildarme de loco. Y mi madre, cada vez


estaba más preocupada. Hasta el punto de que “por mi bien” tomó la decisión que más daño me podría haber hecho: me llevó a una clínica de borrado de memoria. Quería borrarla, así, sin más. Deseaba que volviera a ser el normal tipo raro que era antes. Yo me negué, por supuesto, pero, de pequeño también me negaba ferozmente a que me pusieran las vacunas, y el resultado era el mismo. Me llevó a la clínica, donde pusieron sobre mi cabeza un ridículo casco. Toda la resistencia que opuse resultó inane. Todo el mundo salió de la sala en la que estaba, y de repente, el proceso estaba en marcha. Junto a mí, como siempre, estaba ella, mi fiel amiga, agarrándome de la mano. Tenía miedo, ella también. Quise decirla algo, pero de pronto, no recordaba su nombre. La miré asustado, y no pude ver el color de sus ojos. Lo busqué en mis recuerdos, solo para encontrar

que

había

muy

pocos

momentos

que

compartiéramos.

Estaban

desapareciendo. Ella estaba desapareciendo. Su rostro cada vez más difuso, sus gestos y expresiones ya no eran nada. Escuché una voz que apenas pude identificar: “Y si me olvidas ahora...¿moriré?” Apreté su mano a medida que notaba cómo se desvanecía, hasta que vi que ya no había nadie junto a mí. Se había ido. Ahora, yo del futuro, debes estar preguntándote: ¿Si la olvidaste, cómo puedes recordarlo? Puedo recordarlo porque ella se fue, pero no murió, puedo recordarlo porque ha vuelto, y me lo ha contado todo. Pasé unos días sólo, pero una noche escuché su voz, me dijo quien era y entonces, poco a poco, empecé a recordar. Su aspecto, sus gestos, su forma de ser... Todo lo que habíamos pasado juntos. Ahora lo recuerdo todo. Todo, menos su nombre, ni siquiera sé si tenía un nombre. Y es por eso, que temo olvidar más cosas; si esto vuelve a ocurrir, temo que después no sea capaz de recordar su voz, sus ojos o su sonrisa. Ese es el motivo de este proyecto, asegurarme de que la recuerdo, mantenerla a salvo del olvido, mantenerla viva hasta el fin de mis días. 27 de octubre de 2039”


Había terminado de leer la entrada, pero mantuvo la mirada sobre el papel, fingiendo seguir leyendo, mientras trataba de encontrar las palabras que debía decir a la señora que, sentada al otro lado de la mesa, le miraba con ojos nerviosos. - Ya la advertí de que podría haber efectos secundarios. - ¡Jaquecas, vómitos, mareos! ¡En casos aislados! Eso fue lo que dijiste. protestó la mujer golpeando la mesa. - Es la primera vez que ocurre algo como esto... Aquella mujer había entrado en su despacho hecha una furia, dijo que desde que salieron de allí, su hijo se había comportado de una manera muy extraña, dijo que había empezado a hablar solo, que había dejado de hablar con los demás... Que no era él. La hoja que le había entregado era la primera entrada del proyecto, una de las muchas copias de la misma que había impreso su hijo para asegurarse de que no perdería el documento. Aquella madre estaba destrozada, asustada por lo que pudiera estarle pasando a su hijo. - Lo único que yo puedo hacer es devolverle su dinero. - Sabía que aquel comentario no iba a resolver nada pero era lo único que se le ocurría decir. La mujer se puso en pie violentamente y le miró con una expresión de desesperada indignación. Estaba claro que no era dinero lo que quería. Arrancó el papel de sus manos, y se marchó. Siempre había tenido miedo de que algo así pudiera pasar, y ahora que había pasado, no sabía qué hacer. No recordaba el caso en cuestión así que lo buscó en sus archivos. Lo encontró siete días atrás. Aquella madre vino porque su hijo había descubierto por accidente la fiesta sorpresa que le estaba preparando para su cumpleaños. Eso era todo. Ahora no sólo recordaba haber usado la máquina, sino que


además recordaba una historia que no era la suya. Ahora se comportaba como un demente. "¿Qué es lo que le has hecho a mi hijo?" Esas fueron las palabras que había pronunciado aquella madre nada mas irrumpir en su despacho. Ahora no paraban de resonar en su conciencia. Se planteó si debía dejarlo, si debía cerrar la clínica para evitar que algo así pudiera volver a pasar. Pero no tenía ningún sentido cerrar el negocio por una intervención errónea entre cientos. Era absurdo, pero tenía la sensación de que mientras aquel caso estuviera en su conciencia, no podría seguir con ello. Si tan sólo pudiera olvidarlo... Miró su agenda, el siguiente paciente, un marido que había descubierto que su mujer le era infiel, no llegaría hasta dentro de tres cuartos de hora. Tenía tiempo.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.