Museo de la Ciencia y la Tecnología de Badajoz

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el Museo de la Ciencia y la Tecnología de Badajoz Texto: Alfredo Álvarez García · Fotografía: Juanjo Bolaño (Color)


–¡Halaaaa! –dejaba escapar, con los ojos muy abiertos, mientras intentaba de nuevo (de nuevo sin éxito) coger con sus dedos una ranita que no estaba allí donde la veía. –¡Es magia! –insistía. No se acababa de creer aquello que no comprendía, y cuando uno, no necesariamente niño, no comprende algo, tiene que ser, de una forma u otra, magia. –¡Es Ciencia! –le contradije sin restarle a mi respuesta un ápice del misterio que había despertado su interés. Ahora sus ojillos se volvieron hacia mí. –¿Y cómo se hace? –Y le enseñé qué caminos sigue la luz entre dos espejos parabólicos para dejar la imagen de un objeto en otro sitio distinto a aquél en el que está. Y le enseñé muchas más cosas, porque ya estaba enganchado. Cuando cerramos aquél día la pequeña exposición itinerante que tenemos en la Asociación “Benito Mahedero”, y que llamamos “Jugando con la Física”, yo fantaseaba, con no pocos deseos de que acabara siendo real, con un científico de larga y fructífera carrera que de vez en cuando dejaba escapar una involuntaria sonrisa recordando “aquél” día en el que una ranita le abrió un camino que (no digan que yo lo he dicho) sí que es mágico.

cial y artística, llamados humanistas para no confundirlos con aquéllos. En efecto, no es lícito en nuestros esquemas sociales que no se sepa quién fue García Lorca (otra cosa es haberlo leído), pero sin embargo no pasa nada por desconocer el nombre de quién unificó en una sola teoría la electricidad y el magnetismo. La realidad es que aquél es recordado porque está a menudo presente en lo cotidiano, no por su obra generalmente, y a éste lo conocemos sólo los ingenieros y los físicos… y no sé si todos. Pero es posible incorporar a lo cotidiano este tipo de conocimiento igual que se hace con el otro. Se pueden hacer observaciones astronómicas igual que se hacen conciertos. Puede haber demostraciones de cómo funcionan las cosas igual que hay ciclos de teatros. Se pueden tener experiencias interactivas a disposición del público igual que se tienen libros en las bibliotecas. Y sobre todo, se puede enseñar a distinguir con más claridad los efectos de determinadas causas (base del conocimiento científico) para poder decidir con más libertad de la que ahora tenemos y para ser más respetuoso de lo que ahora somos, a veces sin saberlo, con nuestro propio entorno.

Pero no hace falta que ese niño, o los cientos de niños que pasan cada vez que instalamos la exposición, acaben siendo científicos. Algunos lo harán por haber estado. Los que acaben en otras carreras habrán conocido cosas que les harán menos ignorantes. “Todos somos ignorantes”, decía Einstein, “lo que pasa es que no todos ignoramos las mismas cosas”. Es curioso que una sociedad como la nuestra no mida con el mismo rasero la ignorancia de conocimientos científicos y tecnológicos y la ignorancia de conocimientos de índole so-

Se pueden hacer observaciones astronómicas igual que se hacen conciertos. Puede haber demostraciones de cómo funcionan las cosas igual que hay ciclos de teatros. Se pueden tener experiencias interactivas a disposición del público igual que se tienen libros en las bibliotecas

PARA NO PERDERSE

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La situación del museo debe ser estratégica desde el punto de vista de facilitar tanto la demanda como la oferta, y no tenemos dudas de que en ninguno de los dos sentidos hay nada que aconseje situarlo en otra ciudad que no sea Badajoz ninguno de los dos sentidos hay nada que aconseje situarlo en otra ciudad que no sea Badajoz. Por una parte la ciudad está en el centro geográfico de la zona que acabamos de señalar como carente de este servicio. Su posición geográfica convertiría el proyecto, como ya lo hemos pedido en otros foros, en transfronterizo, borrando límites geográficos que no existen en la ciencia ni la tecnología por el carácter universal de éstas. Las infraestructuras de comunicación previstas en esta ciudad alrededor del tren de alta velocidad vendrán a mejorar más aún el panorama.

Este sería el increíble papel de un Museo de la Ciencia y la Tecnología: ser el foco desde el que se irradie, antes de nada, el interés por un tipo de conocimiento que es determinante en nuestras vidas, casi siempre de forma anónima, y que rara vez interviene en nuestras decisiones colectivas y cuando lo hace, a veces está manipulado. Situación geográfica Es evidente que lo que estamos planteando no es un museo normal, sino un servicio que no tenemos ni podemos encontrar cerca, ya que al sur del eje Lisboa-Madrid, y al oeste de Granada no hay un centro como el que reclamamos, de las características de los que hay en estas ciudades. Justo es decir, sin embargo, que en Portugal se extiende una red de centros de divulgación científica llamada Ciencia Viva, que tiene un centro en Estremoz, digno de visitar, pero con fines menos ambiciosos que los de un museo como el que estamos reivindicando. Desde luego en nuestra Comunidad no hay ninguno. La situación del museo debe ser estratégica desde el punto de vista de facilitar tanto la demanda como la oferta, y no tenemos dudas de que en

Por lo que se refiere a facilitar la oferta, en Badajoz se encuentra la mayor parte de los departamentos universitarios, grupos de investigación e investigadores de las ramas científica y técnica de la Universidad de Extremadura, de forma que, como nuestra intención (por aquella universalidad mencionada) es integrar en el proyecto a todos los grupos de los campus extremeños y portugueses, todo sería menos costoso si el museo se ubica en esta ciudad. Y en todo caso, debe recordarse que en los años 1999 y 2000 ya se había dado pasos para poner en marcha un Museo de la Ciencia por parte de la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura, iniciativa aplazada entonces para dar prioridad al Palacio de Congresos y Exposiciones “Manuel Rojas”, que se inauguró en abril de 2006. La Consejería había manejado un proyecto encargado a una empresa privada en el que se indicaba que el lugar adecuado para el Museo era la ciudad de Badajoz. Esta recomendación, hasta donde sabemos, fue aceptada por la Junta y comunicada a la Asamblea de Extremadura antes de que se paralizara el proceso. Contenido Independientemente de matices, hay grandes bloques que deben plantearse en un museo del tipo del que nos ocupa, pero sería un planteamiento con-


trario a la propia idea de la Ciencia y, casi más, de la Tecnología, el hacer un planteamiento rígido, ya que las cosas van cambiando con una velocidad de vértigo. No obstante vamos a atrevernos a apuntar algunos conceptos que son comunes a la idea de divulgación científica a nivel de proyecto social. Éstos se sustentan en tres áreas genéricas, principalmente: Ciencia y Tecnología recreativas, Energía y Medio Ambiente, y Arqueología e Historia científica y tecnológica La primera de ellas tiene la responsabilidad de motivar ensañando (he dudado si escribir enseñar motivando, pero me inclino por lo primero, ya que el que está motivado no necesita, casi, que se le enseñe). Cabría aquí todo tipo de experiencias interactivas, como la de la ranita u otras experiencias ópticas, hidráulicas, mecánicas, eléctricas, etc. Todo lo que quepa en el epígrafe “prohibido NO tocar”, ya usado en otros museos; todo lo que sea capaz de arrancar una interjección de asombro, cuanto más sorprendente mejor. Decía Ortega y Gasset que “sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender”. La segunda de las áreas se refiere a Energía y Medio Ambiente. Es una asignatura pendiente de las sociedades más desarrolladas. Por una parte necesitamos producir cada vez más energía, por otra parte debemos hacerlo respetando el medio ambiente (que no quiere decir que no lo domemos). Ingeniería Eléctrica, Ingeniería medioambiental, Ingeniería Agraria, Meteorología, hasta Ingeniería Aeroespacial, podrían tener cabida en uno de los capítulos más comprometidos, probablemente, de un museo como el que nos ocupa. Por último la sección de Arqueología e Historia debe enseñar cómo se ha construido el mundo que hoy disfrutamos desde el punto de vista tanto de la tecnología como del conocimiento. Recogería material que puede ir desde un “morse” hasta los actuales reproductores multimedia, desde una pila de Volta hasta una pequeña central hidráulica. Y todo didácticamente documentado y enlazado. Además de todo esto, el material de demostración podría hacer funciones de utilidad social. ¿Saben, por ejemplo, que en Extremadura no existe un laboratorio de ensayos de alta tensión homologado? ¿Saben que una sala de alta tensión es un “clásico” en un museo de estas características? Pues aprovechemos y montemos un verdadero laboratorio que haga las dos funciones: eso puede incluso ayudar a mantener las instalaciones. Y un último comentario Aunque este proyecto que hemos descrito parezca una locura, muchos estamos seguros que usando la imaginación pueden surgir sinergias con otras actividades de la administración, que no sólo lo hacen posible sino rentable en

muchos aspectos: Empezando con el beneficio que supondría, por ejemplo, dotar de contenido un espacio en vías de recuperación, como el de “La Pesquera”, junto al río, en la carretera de Cáceres, que hemos propuesto en otras ocasiones como sede de nuestro museo por haber existido allí unas instalaciones eléctricas, con una pequeña central, y un molino fluvial cuyos restos, aún rehabilitables, existen. Continuando por ofrecer servicios sociales, como instalaciones para congresos científicos, laboratorios biológicos o de análisis químicos, inicialmente relacionados con el entorno fluvial magnífico que allí encontramos, etc. Y terminando por los enormes beneficios, a veces incluso cuantificables, que suponen las relaciones derivadas de la naturaleza transfronteriza del museo que reclamamos. Es un proyecto, en fin, apasionante, que no entendemos cómo las distintas administraciones no se están disputando para “apuntárselo” en su haber político. Nosotros, desde la Asociación “Benito Mahedero” nos lo queremos apuntar en nuestro haber social, y si dentro de 40 años tenemos un premio Nobel extremeño o alentejano gracias a nuestra ranita, seremos enormemente felices. (¡Ah! El científico que unificó las teorías eléctrica y magnética fue James Clerk Maxwell, no lo olvidéis ya)

PARA NO PERDERSE

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