Akamasoa

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a·k·a·m·a·s·o·a

O

LA CIUDAD DE LOS BUENOS AMIGOS

peka ha logrado que la dignidad acoja otra acepción en nuestro léxico universal, ha conseguido establecer una nueva dimensión para todas las fronteras visibles e invisibles del mundo, incluso, con la versatilidad de las almas del renacimiento, ha descubierto un valor tonificante y terapéutico al fútbol... Sí, al fútbol.

El misionero paúl argentino Pedro Opeka, llegaba, hará cosa de 20 años a Antananarivo. Desconsolado miró los alrededores de la capital malgache: una masa de desperdicios de considerable altura y con una extensión de 20 Ha, era esculcado incesantemente por una patrulla de niños de nadie, que se disputaban sus escasos hallazgos con los cerdos y los perros de la zona. Algunos no haría demasiado que sabían andar. Otros muchos habrían aprendido a caminar sobre la propia basura. Con el calor que estaba haciendo, pro-

bablemente la inmundicia les quemaría las plantas de los pies, amén de apestarles hasta casi la asfixia, y provocarles numerosas cortaduras y pinchazos. Además, cuando lloviera, aquella masa de podredumbre – que ya había sido previamente rebuscada en los contenedores de una capital tan pobre, en la que sólo se tira lo verdaderamente inservible – se convertiría en un lodazal insalubre, cuajado de perversos microorganismos que impedirían que la gran mayoría de aquellos niños llegase siquiera a la pubertad.

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Pedro Pablo Opeka nació en San Martín, provincia de Buenos Aires, el 29 de junio de 1948. Hijo de Luis Opeka y María Marolt, inmigrantes eslovenos que llegaron a la Argentina en enero de 1948, huyendo del comunismo que se había instalado en Eslovenia. Estudió en el colegio María Reina de los padres vicentinos de Lanús e hizo su bachillerato en el colegio de Escobar ingresando a los 18 años en el seminario de la Congregación para la Misión de San Vicente de Paul, en San Miguel. En 1968 viajó a Europa, donde estudió filosofía en Eslovenia y teología en Francia, permaneciendo dos años como misionero de la Congregación en Madagascar. Fue ordenado sacerdote en la basílica de Luján, el 25 de septiembre de 1975. En 1976 regresó a Madagascar, donde vive desde entonces. Hasta 1989 atendió una parroquia en la zona selvática del sur de la isla y a partir de ese año fue trasladado a la capital, Antananarivo, para hacerse cargo del seminario de la Congregación.

¡Tenemos que dar un sentido a la vida de tantos millones de jóvenes de hoy y preparar los cimientos para los millones que nacerán en los siglos que vienen!

Viendo la situación de indigencia y pobreza que reinaba en la capital y sus suburbios, especialmente en los basureros donde la gente vivía en casas de cartón y los niños se disputaban la comida con los cerdos, se conmovió y resolvió hacer algo por ellos, siempre que estuvieran dispuestos a trabajar. El 13 de enero de 1990 fundó con un grupo de jóvenes colaboradores, la Asociación Humanitaria Akamasoa (en lengua malgache quiere decir “Los Buenos Amigos”) con el propósito de servir a los más necesitados. Con ayuda del exterior y el trabajo de la gente comenzaron a fundar pequeños poblados, con escuelas, dispensarios, pequeñas empresas y hasta un hospital. Hoy en los cinco poblados (uno en el campo y cuatro en los alrededores de la capital junto al basurero municipal), viven más de 17.000 personas, cerca de 9.500 chicos estudian en sus colegios y unas 3.500 personas trabajan en la Asociación (atendiendo escuelas, dispensarios, hospital, cantera, fábrica de mue-

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bles y artesanías). Además, desde su fundación casi 300.000 personas han pasado por su Centro de Acogida donde reciben ayuda temporaria. Por esta Obra Humanitaria, el padre Pedro Opeka ha sido propuesto en distintas oportunidades por Eslovenia, Mónaco y Francia para el premio Nobel de la Paz, y ha recibido (entre otros) los siguientes premios: • Caballero de la orden Nacional de Madagascar (1996) • Premio Paloma de Oro de Eslovenia (1996) • Oficial de la Orden Nacional del Mérito de Francia (1998) • Misionero del año jubilar, en Italia (2000) • Caballero de la Legión de Honor de Francia (2007) • Premio Mundo Negro a la Fraternidad (2007) • Premio Cirilo y Metodio de Eslovenia (2008) • Premio Cardenal Van Thuan al Desarrollo y Solidaridad, recibido en el Vaticano (2008)

a preto e branco

nos aciago. Opeka, ha amasado cemento, ha fabricado ladrillos y ha puesto piedras sobre piedras en esta ciudad. Por supuesto, no lo ha hecho sólo, sino liderando un gran equipo. Pero, ¿cómo se puede crear un equipo sólido y tan coordinado para un proyecto así, en semejante lugar, en un vertedero de vertederos? Cierto es que Pedro irradia vitalidad, que tiene una palabra apasionada, divertida y activa, que precipita, al momento, en obra igual de apasionada, divertida y activa. Dispone de seguidores y colaboradores en casi todos los rincoPadre Opeka, nes del mundo, sí, pero hay Carta de Pentecostés, 2009 algo más: el fútbol. El fútbol tiene una parte positiva, que Pero el misionero decidió que aquí ni conocemos (¿la habremos olvidado?) por enaquel mismo día comenzaría su proyecto: aprendecima de contratos multimillonarios, estrellas y emría el malgache, dejaría de estar físicamente cerca de presarios ambiciosos... Y el padre Opeka la conoce sus seres queridos, se emponzoñaría de la misma babien y la pone magistralmente en práctica. Así fortasura que aquellos niños de nadie y lucharía denolece el espíritu de equipo en la comunidad, además dadamente contra todo imprevisto social, cultural, de la diversión didáctica y liberadora que ofrece el económico o político que obstaculizase su camino. ejercicio físico para todos los problemas cotidianos Después de veinte años el basurero es ya un reducque afectan a la comunidad. Nos atreveríamos a deto al que cada vez menos niños acuden a mal gacir que Akamasoa es la materialización de un mensanarse el pan. Hoy le resta espacio toda una inmenje divino que habla, por encima de todo, de verdadesa ciudad llamada Akamasoa (“Buenos amigos”, en ro amor al prójimo. malgache), en la que cada día más indigentes consiguen un sueldo y una vivienda dignos, a cambio de Texto: José Luis Fernández trabajar en la comunidad. La mayoría de los niños Fotografía: http://blogborrador.blogspot.com/2008/02/ppedro-opeka.html está escolarizada y su futuro ya se les presenta me- Biografía y cita: Amigos del Padre Pedro - http://www.amigospadrepedro.com.ar/ Probable es, también, que muchos turistas se detuvieran ante aquel descomunal basurero, en el mismo lugar en el que Opeka meditaba, entre triste e indignado. Quizá esa misma masa de turistas, entre la que podríamos encontrarnos usted o yo, optase por mirar agriamente hacia el extremo opuesto al basurero para quejarse del gobierno, de la clase política, de la burocracia y sus conjuntos... Puede que esa misma tarde, toda esa masa de turistas ya se hallara lo suficientemente apartada de la masa patética del basurero, como para olvidarse de todo y comprar souvenirs o preparar excursiones. Como si nada.


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