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YUTZIL DEL VALLE


Carne de ballenas y delfines contaminada y salud humana

Por décadas, los científicos han sabido que las ballenas, delfines y marsopas, particularmente aquellas en aguas costeras y océanos muy contaminados, tienen altos niveles de toxinas en su organismo), incluyendo metales pesados, como mercurio, y compuestos orgánicos persistentes, como DDT y PCBs. Recientemente, en un estudio a largo plazo, financiado por el National Institute of Environmental Health Sciencies de EE.UU,

de casi 1.000 niños de las Islas Faroe un territorio de Dinamarca en el Atlántico Norte, se identificó una asociación directa entre problemas de desarrollo y el consumo de carne contaminada de delfines piloto por parte de sus madres. Como resultado de esto, el gobierno de las Faroe ha emitido avisos de advertencia de salud aconsejando a las mujeres con potencial reproductivo que no consuman carne de delfín piloto.


Advertencias similares han sido emitidas por los gobiernos de Noruega and Islandia luego de estudios sobre presencia de contaminantes, en ballenas minke del Atlántico Norte. El Arctic Monitoring and Assessment Programme (AMAP) ha aconsejado a los habitantes de Groenlandia considerar el cambio de sus hábitos alimenticios para evitar posibles efectos sobre la salud, tales como la reducción en la fertilidad y problemas de desarrollo en niños. A pesar de la evidencia de presencia de altos niveles de contaminantes en carne de ballenas y delfines en Japón y, a pesar de la evidencia de problemas de salud directamente asociados con el consumo de carne contaminada en las Islas Faroe, las autoridades japonesas no han tomado los pasos adecuados para proteger a los consumidores.

Este artículo informativo contiene datos sobre investigaciones científicas realizadas en carne de ballenas, delfines y marsopas en Japón, los contaminantes encontrados y la respuesta del Gobierno Japonés.

Carne contaminada de ballenas y delfines en Japón

En 1999, dos toxicólogos japoneses, trabajando con dos genetistas norteamericanos, fueron patrocinados por WDCS para testear muestras de carne de cetáceos cruda, cocida y enlatada

(ballenas, delfines y marsopas), blubber (capa de grasa subcutánea en los cetáceos) y órganos vendidos en comercios y mercados en todo Japón, para determinar qué contaminantes contenían y de qué especies provenían.


En este estudio preliminar, encontraron que más del 39% de las muestras testeadas contenían concentraciones tan altas de al menos un contaminante, que excedían los niveles aconsejables establecidos por el gobierno japonés para el consumo humano. También encontraron que un cuarto de las muestras identificadas usando técnicas de ADN, fueron mal etiquetadas esto es, contenían ADN de otras especies en lugar de, o además de, las que se publicitaban. Casi todas las muestras mal etiquetadas contenían tejidos de delfines, que son los más altamente contaminados de todas las especies marinas ya que se encuentran en el tope de la cadena alimenticia. El 85% de los pequeños cetáceos testeados en el estudio original tenían niveles de mercurio más elevados que los 0,4ppm recomendados en Japón.

En Octubre de 1999, los científicos escribieron al Ministro de Salud y Bienestar Animal japonés para presentar sus hallazgos y advertir de un “riesgo substancial a la salud asociado al consumo de productos de cetáceos y al hecho de que los consumidores no tuvieran forma de determinar si los productos alimenticios de cetáceos en venta en Japón eran aptos para consumo humano”. Aconsejaron al Ministro “emitir las advertencias apropiadas informando al público japonés sobre los riesgos asociados con el consumo de productos de cetáceos, y actuar acordemente para finalizar la inaceptable exposición a tales productos” e “iniciar una investigación legal exhaustiva de la industria alimenticia relevante, incluyendo procesamiento, distribución, etiquetado y marketing de los comestibles conteniendo productos de cetáceos”.


Tomó dos años más que el Ministro de Salud y Bienestar Animal japonés comenzara a realizar sus propios estudios de sólo cinco especies de cetáceos y, como se esperaba, los resultados publicados en 2002 identificaron niveles de contaminantes similares a los encontrados en 1999, y en estudios subsecuentes. En un estudio separado, el gobierno también identificó un problema de mal etiquetado de carne de ballena A pesar del descenso en la demanda de carne de ballena en Japón, desde 2000 el gobierno de este país ha incrementado la cantidad de carne de ballena que ingresa a los mercados. Ha logrado esto al doblar prácticamente, el número de ballenas minke capturadas en sus dos cacerías científicas e incluyendo nuevas especies. El gobierno también permite la cacería de decenas de miles de pequeñas ballenas, delfines y marsopas anualmente. El gobierno japonés también ha también lanzado una campaña significativa para estimular la demanda de los consumidores por la carne de ballenas, incluyendo su venta subsidiada a escuelas y hospitales. (Véase el artículo informativo Economía de la Cacería de Ballenas en otro esfuerzo para estimular la demanda). Tomó cuatro años de advertencias de estos científicos, publicidad y lobby por parte de grupos de protección de consumidores japoneses para que el Gobierno de Japón diera algunos pasos para advertir acerca de los riesgos para la salud que puede acarrear el consumo de productos de cetáceos contaminados (aunque en 2002, funcionarios del gobierno aconsejaron hervir la grasa de ballenas para reducir los niveles de contaminantes y el ICR requirió a los compradores una declaración jurada por

escrito comprometiéndose a hervir el blubber contaminado y la piel, antes de venderla). El Ministro de Salud, Trabajo y Bienestar finalmente emitió una nota de advertencia sanitaria en relación con los niveles de mercurio en productos de peces y cetáceos, en Junio 2003. Desgraciadamente, al referirse únicamente al mercurio y dando aviso sólo sobre las especies que habían estudiado, el consejo implicaba que las otras (más de 20) especies de cetáceos consumidas en Japón, eran seguras para el consumo, y las personas que no fueran mujeres embarazadas no tenían que preocuparse de las especies que no estuvieras anotadas. Se advirtió a las mujeres embarazadas y a las que esperaban quedar embarazadas, limitar el consumo de carne de delfines picudos, delfines piloto de aleta corta y cachalotes a una vez por semana o menos, y de delfín nariz de botella a una vez cada dos meses o menos.


Situación actual Los dos toxicólogos japoneses continúan sus investigaciones y han publicado diversos artículos tanto en revistas científicas de renombre internacional como en revistas japonesas, habiendo disertado en numerosos simposios sobre este asunto. Han testeado cientos de nuevas muestras de tejidos de cetáceos provenientes de restaurantes y mercados de pescado en todo Japón, y continúan encontrando contaminantes a niveles cientos, e incluso miles, de veces los aconsejables y establecidos para consumo humano en Japón en algunos casos tan altos que existe la posibilidad de una intoxicación aguda luego de una sola ingesta de estos productos. Por ejemplo, algunos tejidos de delfines contenían mercurio casi 5.000 veces más alto que los niveles recomendados por Japón. Incluso los investigadores veteranos de la última crisis de mercurio de Japón Minimata-­‐han expresado estar sorprendidos por los niveles de mercurio encontrados en los órganos de los delfines. A pesar de los datos de los toxicólogos y del propio Ministro de Salud y Bienestar de Japón y, a pesar de la evidencia de problemas de salud directamente asociados con los cetáceos contaminados en las Islas Faroe,

las autoridades japonesas continúan sin considerarlo un problema serio. Por ejemplo, las autoridades calcularon una tasa de consumo per capita (al dividir el tonelaje de carne de ballenas vendida en el Mercado cada año en Japón por el número total de su población) para mostrar que la cantidad de carne consumida no es preocupante. Esta es una extrapolación peligrosa y superficial, dado que mientras que mucha gente en Japón no consume carne de ballenas o delfines, algunos consumen mucho más de la supuesta “media nacional” (que se afirma, es de entre 28-­‐32 gramos) y principalmente de la especie de delfín más contaminada. Tampoco toma en cuenta que 87% de la ingesta total de mercurio en Japón proviene de productos del mar, y que el consumo de productos de cetáceos contaminados necesita ser considerado en el contexto de los ya elevados niveles de consumo de pescado en Japón. Aunque el gobierno se niega a actuar, más de 2.000 supermercados en Japón, han decidido detener la venta de carne de cetáceos debido a los problemas para la salud. Más recientemente, la Corporación de Supermercados Okuwa prohibió la venta de carne de delfines en todos sus locales.


¿Qué está haciendo WDCS?

Desde 1999, WDCS ha provisto fondos para las investigaciones de contaminación en cetáceos y el mal etiquetado en Japón, y asistencia técnica a los grupos de consumidores que trabajan para proteger al público. Continuamos trabajando con los colegas japoneses para determinar y publicar artículos sobre esta situación, y estamos planificando nuevas iniciativas para que el gobierno de Japón de cuenta de este asunto tan crítico).


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