Ventana Latina Enero 2013

Page 18

VENTANA LATINA, ENER O 2013

LA LATINA COMEDIA

Página 16

Malala, si Sor Juana Inés de la Cruz te escribiera una carta seguramente te diría…* Por Fray Draco

Excelentísima y estimada jovencita, Admirada y conmovida me siento al venir a conocimiento de su historia de amor irrenunciable por la educación y el conocimiento, pródiga de estoica constancia y valiente talante ante el veto inicuo dictado por ciertos hombres, que por sólo serlo piensan que son sabios, y le han dañado cobardemente. Predicadores se dicen de la sabiduría del Altísimo, mientras creen erróneamente adentrarse en su infinito entendimiento y actúan feroces como espada de su justicia, pero poner espada en manos del furioso, que siendo instrumento nobilísimo para la defensa, en sus manos es muerte suya y de muchos. La han herido los perros de presa de los censores foscos y de los implacables acusadores, quienes juzgando desde su propia barbarie atribuyen barbaridad a quien sólo saber anhela. Su ambición de sí tanto les enajena, que con vil temor ciego no advierten, que cargan sobre si la infausta suerte, de quien al justo sentencia a injusta pena. Acusan estos que el estudio a la mujer daña, sin embargo, no hay cosa más libre que el entendimiento humano; pues lo que Dios no violenta, porque ellos han de violentarlo. Lastimosamente es repetida noticia que feliz es la ignorancia del que, indoctamente sabio, halla de lo que padece, en lo que ignora. Las letras y palabras de los espesos textos de los que dicen ser expertos se les tuercen ante sus ojos obstruyéndoseles el entendimiento, con lo mismo que había de alimentarse. A ellos les cae lo que dijera Salomón: Quoniam malevolam animam non introibit sapientia. Siglos atrás también yo tuve por difícil caso el acceso al saber y el conocimiento. Le cuento a usted que a la

edad de tres años aprendí a leer engañando a la muy fiada profesora de mi hermana mayor, convenciéndole que nuestra madre a mi aprendizaje consentía, siendo cosa no sincera, venturosamente aquella inocente farsa movida por mi hambre de cultura no trajo mayor perjuicio a quien censurase por temor a la opinión el que yo aprendiese a leer a edad tan tierna. Y me apremiaba bastante en aprender aunque en aquellos tiempos no estudiaba para escribir , ni menos para enseñar, sino sólo para ver si con estudiar ignoraba menos. Tanto era mi amor por el estudio que me obligaba a mi misma a memorizar un tema cualquiera constriñéndome a sacrificar la propia vanidad, que toda muchacha de natural busca, hasta que la lección de memoria no aprendiese. Le explico, en las muchachas de tan florida juventud (como la que usted misma goza) es apreciable el adorno natural del cabello, yo me cortaba de él cuatro o seis dedos, midiendo hasta donde llegase antes, e imponiéndome ley de que si cuando volviese a crecer hasta allí no sabía tal o tal cosa, me lo había de volver a cortar en pena de la rudeza. El pelo crecía a prisa y yo aprendía despacio, pero insistía pues no me parecía razón que estuviese vestida de cabellos cabeza que estaba tan desnuda de noticias, que era más apetecible adorno. Sufrí como usted, en propia persona, la privación del estudio por orden de una prelada muy santa de mi convento, que creyendo que labores de mujer no se amistan con los libros y son más bien cosas de Inquisición, exigió que de ellos me apartara presta, y obedecí. Luego, tal como ella exigió, no estudiaba en los libros, estudiaba en todas las cosas que Dios creó, sirviéndome ellas de letras, y de libro toda esta máquina universal.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.