La crisis del sentido Común Político

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La crisis del Sentido Común Político: Desde la descomposición de la cultura política chilena, hacia la recomposición con una alternativa revolucionaria. “La crisis consiste precisamente en que muere lo viejo sin que pueda nacer los nuevo, y en ese interregno ocurren los fenómenos más morbosos” (Antonio Gramsci1)

1.- Entre la descomposición y la recomposición del Bloque dominante. Este 2011 ha reafirmado algo que se venía gestando desde hace al menos un par de años, la descomposición de la capacidad representativa del sistema político vigente, lo cual lleva a un reordenamiento de la correlación de fuerzas políticas y sociales del país. En efecto, hoy día, mientras una gran cantidad de estudiantes y actores sociales salen a la calle para poner en el tapete temas esenciales de la agenda pública, los partidos políticos tradicionales (vale decir, las organizaciones hasta ahora estructuradas tanto en la institucionalidad como afuera de ellas) demuestran estar en otra sintonía. Esto lo entendemos como consecuencia de que los partidos políticos y su ordenamiento son expresión orgánica de determinados intereses sociales, por lo cual durante los últimos 20 años, las coaliciones políticas hegemónicas nacionales terminaron transformándose en 2 caras de la misma moneda del “bloque dominante”2. No obstante, tengan mayor notoriedad pública los cambios que se dan en ésa esfera, hoy se manifiesta una turbulenta marea de rearticulación orgánica del “campo popular”3, posibilitan la aparición de un nuevo proyecto histórico de largo aliento que responda a los intereses de éste. En los vaivenes del bloque dominante enfocaremos en este artículo nuestro análisis, el campo popular lo dejaremos para otro momento. 1.1 El 2009: el año de los cambios. El triunfo de Piñera es la expresión de la tendencia de un claro movimiento de la política de los acuerdos en Chile. Es más, el slogan de ése año, pareció ser el cambio. Tanto desde la Derecha –que sostuvo dicha palabra desde 1999-, como el descolgado candidato “progresista” ex-Concertación, Marco Enríquez-Ominami, 1

Gramsci, Antonio. “Oleada de materialismo y crisis de autoridad” en Manuel Sacristán (comp.) Antología Antonio Gramsci. Siglo XXI Editores, Bs. Aires. pp. 313. 2 Entendemos por este concepto al conjunto de fracciones sociales ligadas bajo la cooptación hegemónica (tanto material como ideológicamente) por la clase capitalista, conformando el bloque histórico de la dominación vigente hacia el campo popular. 3 Nos referimos al conjunto de los sujetos sociales explotados, que están bajo la dominación material e ideológica, de la clase capitalista y de sus aliados del bloque dominante. Ahora bien, concebimos que el sujeto social central de este campo es la clase trabajadora, producto de su rol en la producción del sistema. Aplicamos el concepto de campo, puesto que es a las conciencias de este sector mayoritario de la sociedad, es al cual se disputan las distintas concepciones de mundo ligadas a diferentes intereses de clase.


levantó la misma bandera. Hasta el ex-Presidente Eduardo Frei, en la segunda vuelta tuvo que plantear una perspectiva más renovadora del quehacer Concertacionista para intentar mantener a la coalición en el Poder. Finalmente, el candidato Sebastián Piñera terminó llevando a la Derecha luego de 50 años al poder Ejecutivo por vía electoral. Esto se puede ver el fiel reflejo del malestar ciudadano relativo a la cultura política 4 forjada durante los Gobiernos Concertacionistas y de las organizaciones políticas que la sostuvieron en ese periodo. Verificación de ello, es que desde hace un tiempo atrás, la ciudadanía tiene un fuerte rechazo hacia la política, vinculándola a la corrupción y como un espacio donde finalmente priman los intereses de los más poderosos del país. Lo que precisamente ocurre en el país. Este fenómeno, lo vemos como la descomposición del “sentido común” político de gran parte de los chilenos, aunque no sobre la total concepción de mundo de la sociedad5 capitalista. Es decir, todo lo que se inició como un malestar generalizado sobre el carácter que terminó consolidándose al interior de la Concertación de Partidos por la Democracia, mezclado con una descarada corrupción política, empezó a alejar cada vez más a la mayoría de los ciudadanos de las instituciones de representación política. Así, se generó un abismo entre el potencial universo electoral con el padrón de votantes del país. Demostrándose el agotamiento y hastío con una forma de hacer política basada en el pacto, la negociación y la defensa del statu quo, que sólo beneficia al bloque dominante del país, lo cual develó que los que decían representar los intereses de los más débiles del país, no eran más que parte de esta neo-oligarquía nacional6. Estas contradicciones del proceso de descomposición/recomposición del “sentido común” político de la sociedad capitalista neoliberal, tenía su fermentó material en los enorme grados de desigualdad del país. Para nadie es desconocida la gigantesca separación entre una minoría extremadamente rica y una mayoría muy pobre en Chile. No obstante parte sustancial de la ciudadanía piense en lógicas neoliberales del “emprendimiento individualista” para superar las precariedades del sistema, 4

Veáse la definición en Giménez, Gilberto “Cultra e identidad política” y también a Norbert Lechner “Cultura política y democraciatización”. El primero la define como ”al conjunto de conocimientos, creencias, valores y actitudes que permiten a los individuos dar sentido a la experiencia rutinaria de sus relaciones con el poder que los gobierna, así como también con los grupos que le sirven como referencias identitarias”, a lo cual Lechner suma, por “la estrecha relación que se establece entre una concepción política y la acción organizada, el estilo opera como un factor decisivo en el funcionamiento concreto de las instituciones políticas y, además, como uno de los mecanismos más eficaces de socialización e innovación cultural”. De este modo la cultura política estaría compuesta por el sentido, estilo y la práctica política. Todo lo cual varía históricamente teniendo como telón de fondo la lucha socio-política de clases. 5 Matizamos el hipótesis planteada por Massardo, en el sentido de que creemos que el “Sentido común” impulsado por las clases políticas buscaba legitimar y naturalizar la forma cultura política que el desarrolla y que nosotros esbozamos. Por ello, la forma de hacer política funcional a la dominación de la clase política constaba de la exclusión de las decisiones del campo popular y de la idiotización de éste, como deja en claro. Veáse Massardo, Jaime. “A propósito de la significación del movimiento estudiantil” disponible en http://www.lemondediplomatique.cl/A-proposito-de-la-significacion.html, revisado el 03 de Julio de 2011. 6 Aquí coincidimos con el análisis que hace Pimentel Bravo, Felipe “Matte, Van Rysselberghe y Dos Décadas de Ausencia Política” disponible en http://www.lemondediplomatique.cl/Caso-de-HydroAysenMercado-versus.html, revisado el 04 de Julio del 2011.


viven condiciones de un país, ni siquiera digno de ser llamado del “tercer mundo”, sino que del inframundo. En base a lo mismo, los golpes imperceptible –mejor dicho subterráneos, pero profundos- de la crisis económica mundial en nuestro país y su fluctuante actual desarrollo, colaboran en un proceso de precarización de la vida que no se deja ver tan fácilmente producto del sistema crediticio existe en el país. Sin embargo, sus deficiencias empiezan a emerger, mostrando la punta del Iceberg con el caso la Polar y el endeudamiento de los estudiantes. Aunque sólo por medio de ésta vía se pueda reproducir el sistema y la capacidad de consumo de los sectores populares7, refleja la incapacidad del capitalismo para darle una solución de fondo a los problemas materiales de los condenados de la tierra. Esta vida de la clase trabajadora y los sectores medios del país, en franco proceso de “proletarización”, que ha generado las condiciones materiales para el malestar hacia la clase empresarial y a la burocracia política cada vez más abrazada a ella. Ahora bien, este extraño y contradictorio proceso, que carece de una dirección clara, pone en jaque a las fuerzas políticas tradicionales que buscan re-acomodarse al nuevo panorama iniciado con la Derecha en el poder el año 2010. Veamos un poco que ha sucedido en este marco. 1.2 El re-acomodo de las fuerzas políticas del bloque dominante. El primer hecho de causa, es la llegada de la Derecha al Ejecutivo, el cual era dejado forzadamente por la Concertación. Por ello ambas sufrieron fuertes cambios. Por un lado, quienes se iban, veían agudizar una extensa crisis que se desarrollaba en su seno desde hace un tiempo atrás, que partió al interior de cada partido –en el PPD (la salida de Flores-Schaulsson), en el PDC (la salida de los colorines) y en el PS (la salida de Navarro y MEO, que se ha extendido hasta hoy con la salida de Aguiló)-, devino en un enorme desconcierto que impidió posicionarse para mantener el poder. Ni siquiera el pacto electoral con quienes se habían transformado en su reserva de votos desde la elección de Lagos, como terminó siendo el PC, pudo revertir esto. Con ello, salieron de su principal espacio de posicionamiento y resguardo político, así como material.

Dada esta situación, vinieron las críticas, las más profundas dieron en el clavo cuando plantearon la carencia de un proyecto propio de la Concertación que la diferenciara al Derechista y que, más aún, se había preocupado de darle solo un “sello” social al sistema económico neoliberal. La cabeza de los dirigentes partidarios rodó a vista de todo el mundo. Sin embargo, desde la derrota electoral esta coalición no ha podido levantar cabeza, manteniendo una frágil unidad táctica entre ellos preocupada de cuestiones electorales, donde poco a 7

Una mirada más detallada sobre la crisis del caso La Polar, veáse Cabrera Sanhueza, Andrés “¿Desajuste coyuntural-desafectado o Crisis estructural-concatenada? Algunas consideraciones acerca del caso La Polar” disponible en http://www.lemondediplomatique.cl/article1623,1623.html. Revisado el 04 de Julio del 2011.


poco el PC comienza a consolidarse como un “necesario” alíado, pero donde se tensionan las relaciones por el cuoteo de los cupos en las elecciones. Mientras el PDC busca salir del hoyo electoral en el que se viene hundiendo desde hace 10 años, con un tímido coqueteo con la Derecha, el PS sigue con sus avatares interno, donde cada caudillo o tendencia trata de imponer su estrategia, se esfuerza por mantener al PDC dentro de la alianza, lo cual genera tensiones con el PPD y con el pequeño Partido Radical, los cuales empiezan a plantear presiones para tener una mejor posición en la negociación de cupos. El privilegio de resolver estos temas, ha imposibilitado que la Concertación genere una estrategia que ponga en jaque a Piñera, salvo escaramuzas poco efectivas como acusaciones contra ministros, obstáculos a la legislación de éste o movilizaciones levantadas principalmente desde el PC. Esto simplemente ha reflejado la desconexión entre la concertación y la ciudadanía casi totalmente8. Parece ser que la Concertación se acerca a su tumba pero caminando un amplio trecho muerta. Por su parte, la Derecha no ha sabido ser Gobierno. Es más, pasó desde la “Nueva Forma de Gobernar” basada en la tecnocracia al retorno de los hábiles políticos a su gabinete (Allamand, Matthei, Chadwick, Longueira). Las constantes tensiones entre UDI y RN con la finalidad de incidir más en las decisiones de la Moneda9, han traído una serie de autogoles al Gobierno. Esto ha traído, a su vez, importantes conflictos internos de los partidos, por ejemplo, la serie de peleas hegemónicas en la UDI10. Ahora bien, podemos ver en ellas, más peleas de conducción por ahora, que peleas orgánicas que vayan a desembocar en sangrías de militantes. Es más, la incontrarrestables fuerza que han tomado los históricos coroneles en la UDI, hace ver que los “Chacarillas boys” y, que no tuvieron escrúpulos para legitimar la Dictadura ha sus cortos años de edad, vuelven en gloria y majestad para asediar los espacios de poder, tanto del partido como del Gobierno.

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Son interesantes los datos que entrega en una columna llamada “La agonía de la Concertación” el Diputado UDI Gonzalo Arenas, disponible en http://www.elmostrador.cl/opinion/2011/01/06/la-agoniade-la-concertacion/ 9 Veáse, El Mostrador “Longueira a la moneda” 24 de Marzo del 2011, disponible en http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2011/03/24/longueira-a-la-moneda/ revisado el 03 de Julio del 2011. 10 El Mostrador “Coloma hombre muerto caminando” 21 de Marzo del 2011. disponible en http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2011/03/21/coloma-hombre-muerto-caminando/, revisado el 03 de Julio del 2011.


Desde RN, si bien han podido “cuadrar” en lo grueso a su militancia tras el Gobierno de Piñera, ellos también tratan de ampliar su capacidad de maniobra en el Ejecutivo, tratando de golpear en la oportunidad que tienen al gremialismo. Ni con todo esto, se ha podido contrarrestar el enorme egolatrismo político del Presidente, el cual es finalmente por sí mismo quien termina definiendo las direcciones de su Gobierno, consultando solamente a los partidos que lo apoyan. En efecto, su testarudez quedó clara en el último cambio de gabinete, donde sus hombres de confianza se mantuvieron y haciendo caso omiso tanto a la UDI como a RN, mantuvo a su brazo derecho en el Ministerio del Interior. Ahora bien, pensamos que con la vuelta de los históricos a la UDI y su influencia creciente hacia el Gobierno, con el mejoramiento de los lazos internos, buscarán tener una estrategia mucha más política de cooptación hacia las irrupciones sociales y/o obstáculos de la oposición –así lo trato de hacer Lavín-, aunque si es necesario no dudarán en ocupar la represión en su más resuelta expresión para acallar las críticas del gobierno si estas logran una perspectiva política anti-sistémica –como es al parecer la estrategia que se vislumbra para enfrentar el conflicto educacional. No obstante, la transición de la hegemonía de unos a otros no será sin mediar conflictos.

Como vemos, de una u otra manera si bien las fuerzas políticas siguen agrupándose en dos grandes bloques, ahora ambas pasan simultáneamente por conflictos internos. Lo cual es convulsionado desde fuera de la institucionalidad política y del sistema de partidos por las enormes movilizaciones sociales de los últimos meses. Esto los obliga a tomar decisiones apremiantes para enfrentar la contingencia. Sin perjuicio de ello, la carencia de una estrategia anti-sistémica o anti-neoliberal que conduzca dichos movimientos deja aún la posibilidad de que se de un reacomodo de las fuerzas políticas sin que se abra una crisis más profunda de la dominación social del empresariado, el imperialismo y las organizaciones políticas orgánicamente ligados a estos intereses. Por lo cual, como tantas otras veces, este reacomodo no pase a ser más que una fisura en la hegemonía del bloque dominante que pudo ser resuelto al interior del sistema. Pero las potencialidades del descontento que se viene dando ponen en mejor pie que en otras ocasiones, la posibilidad fortalecer un proceso importante de acumulación de fuerzas de una izquierda que entre a disputar los espacios de poder y como se ejerce el poder ahí, abriendo paso a una cultura política democrática y popular, para consolidar un proyecto social anticapitalista y con perspectiva revolucionaria. Todo dependerá de los caminos que se desarrollen al interior del campo popular.


2.- Las contradicciones en el Campo Popular. “Ese nuevo movimiento o partido será históricamente eficaz, en la medida que provenga, no de las lógicas de las cúpulas partidarias –oficiales, tendenciales o fraccionales-, sino del movimiento real de la sociedad. Un movimiento o partido que surja a propósito de la Política y desde la lógica de los movimientos sociales.” (Manuel Fernando Contreras) En la primera parte de este análisis, se pretendía dejar en claro que desde al menos el 2009 se empezó a perfilar una fisura en el “sentido común” de la “cultura política” transaccional llevada a cabo durante los últimos 21 años. Esto se manifestó en un creciente repudio al accionar de las organizaciones políticas tradicionales, por parte de la ciudadanía, lo que ha traído una descomposición de la, hasta ese momento, “equilibrada” y “estable” estructura del sistema partidario chileno. Ahora bien, para ello operaron tanto causas objetivas –enorme desigualdad social- como subjetivas. En ese marco, irrumpieron una serie de movimientos sociales enormemente masivos, todo lo cual profundizó el proceso antes dicho, quedando gran parte de las organizaciones políticas a la zaga de la conducción de ellos. Pero, las colectividades que hemos analizado pertenecen a lo que llamamos el bloque dominante de la sociedad chilena, mientras que las movilizaciones que hemos visto durante el último tiempo, son parte integrante de lo que denominamos como el campo popular. El objetivo de este artículo es completar la hipótesis antes expuesta profundizando el análisis del campo popular, a partir de las masivas movilizaciones del último tiempo, así como del actual escenario de la Izquierda anti-neoliberal y sus perspectivas. Enfoquemos el lente nuevamente. 2.1 La protesta social: la materialización de la crisis del Sentido Común Político. Salvo el show mediático del rescate de los mineros, el Gobierno de Piñera ha estado plagado de movilizaciones sociales que han puesto en cuestión una serie de temas que hasta antes de su llegada al ejecutivo parecían no ser problemáticas para el país. La movilización de los Mapuches en el marco del bicentenario, el reventón de Magallanes, Hidroaysén, la movilización de los estudiantes del 2010 y la ya movilización transversal de la Educación del 2011 son la materialización de que durante este gobierno la protesta social será un elemento político permanente. Además de las condiciones estructurales sobre las cuales se incubó el descontento social, existieron otras tendencias coyunturales que colaboraron en dicha perspectiva. Por un lado, las fuerzas políticas que hoy son la oposición dieron en un momento el primer empujón a la movilización con un discurso principalmente anti-derechista (véanse las movilizaciones estudiantiles “preventivas” a la agenda del Gobierno durante el 2010 propiciadas por el PC), pero estas fueron sólo la chispa que encendió la pradera de la desigualdad y el hastío político de las personas que encarnan los distintos sujetos sociales y político sociales del campo


popular. Esto terminó dándole un carácter marcadamente espontáneo a las movilizaciones, desde la lógica de las organizaciones políticas tradicionales. A la inversa de esta visión, se puede ver que al interior de los movimientos originados en el campo popular, se comenzó a generar una mayor democracia y participación con el objetivo de representar efectivamente los propios intereses que se decían defender. Es por ello, que dichos movimientos, en términos neurálgicos, han sido encabezados por liderazgos desconocidos al mundo político institucionalizado, incluso más, los partidos tradicionales concitan un fuerte rechazo en ellos. Para gran parte de quienes se movilizan hoy, los partidos políticos (desde la UDI hasta el PS, incluso el PC), son parte de la misma corrompida “clase” política. Transformándose en una de las principales expresiones del agotamiento del sentido común político, que no se basa sólo en los ideologismos de la ultra-derecha apolitizante, sino que también en la ilegitimidad de las organizaciones políticas tradicionales como consecuencia de su práctica institucionalizada en los marcos del actuar político que ha entrado en descomposición. Pero quizás el más importante de los fenómenos, tiene que ver con la práctica de las organizaciones política tradicionales. Sobre esta, se ha forjado una peyorativa visión de la negociación como resolución de conflictos al interior de estos movimientos sociales. El “muñequeo” de los dirigentes sociales con los partidos políticos, se ha visto, especialmente en el movimiento por la recuperación de la educación pública, como la práctica de quienes hoy están en los espacios de poder, que sólo beneficia a los más poderosos y que sólo ha llevado a derrotas a los estudiantes. Por lo que la manera de lograr los objetivos que se plantean es otra, lo cual les abrió un nivel de audacia y creatividad. Es así, que ha sido la manifestación política pacífica la que ha cobrado enorme valoración, buscando captar la opinión pública, rompiendo el cerco comunicacional, difundiendo sus demandas y legitimando sus acciones. Todo esto, ha traído la reaparición de la lucha social expresada en “copamiento” de la calle como acción política que ha colaborado en la metamorfosis de movimientos gremiales a ciudadanos. La apropiación de los espacios públicos en todo el país, se ha tornado como el principal referente para actuar. Ello se ha realizado de diferentes maneras: tales como manifestaciones artísticas, discursos, gritos, canciones, lienzos y rayados callejeros. Del mismo modo las redes virtuales han demostrado la vitalidad para comunicar los objetivos de quienes llaman a movilizarse. En fin, podemos estar siendo parte de una nueva etapa del desarrollo político, donde la democracia y la discusión interna en estos movimientos es cada vez más buscada, donde salir a la calle cobra una mayor legitimidad y la difusión de ideas por medio de distintos medios se transforma en las principales expresiones de esta nueva forma de “vivir la política”: una germinal cultura política democrática participativa


Una condición insoslayable que puja este fenómeno, imprescindible para comprenderlo, es la nueva generación que irrumpe en el quehacer socio-político. Los mismos que no se inscriben en los registros electorales, por el malestar que hemos venido desgajando, son los que han sido la parte gruesa de las movilizaciones tanto en las demandas étnicas, estudiantiles, ambientales, económicas y de género. Esos jóvenes son quienes viven en condiciones cada vez más precarias para estudiar y/o trabajar, los que se suman a dichas instancias organizativas. Logrando abrirse a nuevas formas de difusión y de integrarse a los espacios críticos del sistema. Esto abre una enorme incertidumbre sobre la participación de estos jóvenes en el futuro del desarrollo político nacional, ya que estos ellos serán el potencial universo electoral del futuro y los engranajes del sistema productivo del país. Son los ciudadanos del futuro. De esta manera, son la clave para los distintos proyectos políticos que se levanten para el país, sean estos transformadores o conservadores. Es, así que se convierte en un sujeto social estratégico al cual la debilitada izquierda chilena debería enfocar su trabajo, siempre y cuando se plantee levantar un proyecto revolucionario en un camino de largo aliento. Lo que pasa en está, en su espacio natural, el campo popular, es lo que vemos ahora. 2.2 La construcción de la izquierda en las aguas del campo Popular El campo popular, como dijimos anteriormente, es el lugar de disputa de las conciencias de todos esos grupos e identidades sociales explotadas y/o dominadas por el sistema. Desde el prisma de las relaciones sociales de producción, estas serían las distintas caras de la actual clase trabajadora. Este debiera ser el espacio donde se desarrolle la izquierda, dentro de la cual aglutinaremos, para efectos del análisis, a todas las organizaciones de corte anti-neoliberales del país. Sobre esta premisa, podemos ver dos tipos de izquierda: la tradicional y la colectivista o atomizada. Las cuales avanzan en distintas direcciones. El principal de sus referentes tradicionales en la actualidad, el PC, toma una política “táctica” hacia su derecha, es decir, por medio de una alianza con la concertación posicionarse mejor político-electoralmente. Esto lo ha llevado a pactar con ella, tanto en las votaciones como en el trabajo en las organizaciones sociales, para estar en las dirigencias de ellas y desde ahí golpear a Piñera. Como vemos la estrategia de unidad plateada por el PC con la derrotada Concertación pasa a jugar progresivamente un lugar central dentro de su acción política. También dentro de otras organizaciones tradicionales de izquierda, existen una serie de colectividades, que al menos desde 1990, han caído a una profunda marginalidad política, sufriendo divisiones por conflictos de poder, generando desconfianzas en su seno y obstruyendo su práctica política. Con lo que han terminado careciendo de una posibilidad de levantar una alternativa transformadora a la izquierda moderada representada por el PC y sin un discurso que interpele a su motor de acción, el mundo popular.


Tanto la moderación política y la institucionalización que ha sufrido el PC, como los conflictos de la izquierda no comunista, han generado que gran parte del mundo popular liberado de las cadenas del “sentido común” del bloque dominante, busque nuevos rumbos desde una construcción política desde “abajo”. No obstante, la proliferación de colectivos, centro culturales o trabajos comunitarios que nacen de las necesidades materiales e ideológicas de un gran número de personas que no se sienten interpelados por el discurso de la izquierda tradicional, reforzó una tendencia atomizadora de las organizaciones críticas al sistema. Aunque, si bien han forjado caminos de unidad por medio de la coordinación no pudieron, hasta ahora, superar dicho carácter. Con lo cual, hoy la izquierda anti-capitalista enfrenta la marejada del movimiento estudiantil y la descomposición/recomposición de la correlación de fuerzas políticas sin un proyecto aglutinante o, al menos, articulador. Por todo lo anterior, las convulsionadas manifestaciones del último tiempo reflejan que algo pasa en el campo popular y que no solamente el espontaneísmo es el que las mueve o la izquierda tradicional. Es más, creemos que todo esto, responde a un progresivo trabajo de las organizaciones que proliferan en su interior, aunque atomizadas, han podido generar plataformas mínimas de organización gremial, corportativa o social de los sujetos que aglutinan, aunque mínimas aún. Ahora bien, la carencia de fuerzas políticas hegemónicas en dichos espacios expresan una serie de contradicciones internas con reflejándose altas cuotas de espontaneísmo, lo que no quiere decir que no puedan lograr líneas de acuerdo para avanzar, por el contrario han podido profundizar sus relaciones políticas hacia todas las direcciones, en especial, tanto en las cúpulas dirigenciales de las organizaciones sociales como en sus “bases”. Estos pequeños pasos, contradictorios e incluso obstaculizantes, creemos que se convertirán en pequeños aportes para un gran salto de las conciencias aún subalternas del campo popular para dar un gran salto a la humanidad. Tenemos claro que hoy, a diferencia de muchos años, se abrió una fisura en la forma de dominación del bloque social en el poder, lo que posibilita que la izquierda pueda –deba- sacarle provecho a la oportunidad, permitiéndole construir un programa y una estrategia que la transforme en una real alternativa proyectual que represente y satisfaga los intereses del campo popular. Desde nuestra perspectiva, los partidos y organizaciones políticas tradicionales han tocado su techo, no se han podido transformar y re-insertar de una manera amplia al conjunto de la comunidad. Por un lado, el PC se ha ganado una creciente deslegitimación, por prácticas poco coherentes con sus posiciones e, incluso, la vinculación progresiva que ha tenido en el último tiempo con la Concertación, demuestra su incapacidad de canalizar esta crisis del “sentido común” político de los subalternos para un proyecto popular de acuerdo a su apuesta programática. Pero por el otro lado, las iniciativas de la izquierda que ha nacido al calor de las luchas o problemáticas sociales, por sus formas de funcionamiento han tocado techo, su atomización ha dejado en claro que para transformar el sistema se necesita pasar a una etapa de convergencia, limar las desconfianzas con el trabajo cotidiano de los compañeros y compañeras que se encuentran día a día luchando y


comenzar a discutir una alternativa proyectual y estratégica para Chile que aglutine todas las luchas, develando que todas ellas son parte de una misma: contra el capitalismos y el bloque social constituido por el gran empresariado, la burocracia política y el imperialismo. Así, desde la izquierda hacia el campo popular se le ofrecen dos alternativas. Por un lado, se queda en su condición actual, donde los partidos tradicionales continúan sus estrategias cada vez más moderadas en torno al sistema para poder dividir a una coalición política, que si bien hace 20 años tenía algún sentido democratizador, hoy es simplemente un eslabón más en la cadena de la dominación y en su seno existen intereses creados que refuerzan al sistema. O, por el otro, es iniciar un largo camino de construcción y convergencia, en base al trabajo cotidiano en seguir insertándole estacas a la vampirezca dominación actual, generar y re-generar confianzas entre los que han luchado toda una vida, debatir y discutir hasta las profundidades un programa radicalmente anticapitalista, que represente los intereses del mundo popular y que establezca nuevas formas de relaciones sociales y una institucionalidad profundamente democrática y participativa, lo cual conllevaría también a discutir una estrategia completamente revolucionaria que no tenga debilidades como se tuvo hasta 1973. Sólo en esa perspectiva, se podrán sumar todos los que estén contra el sistema capitalista para despertar la conciencia del campo popular, radicalizando su actual malestar con el sentido común sobre la forma de hacer política en el país, para poder avanzar en una ruptura definitiva del sentido común de la concepción de mundo del bloque dominante, rebelando las conciencias del campo popular para crear una visión y condiciones del devenir social radicalmente distintas y que estén ligadas a los intereses de la gran mayoría del país. En base a esta decisión colectiva de los que se han insubordinado a los que detentan el poder, que se podrá iniciar un proceso de lucha, de unidad para finalmente vencer. Parece que finalmente ha llegado el tiempo de los audaces. José Ignacio Ponce López. Integrante del Taller de Historia Política U.V. y del colectivo Estudiantes Movilizados U.V.


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