El juez

Un final inesperado

Elena Alonso Gayo Master de Acceso a la AbogacĂ­a Centro Universitario Villanueva

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EL JUEZ 1. SINOPSIS El actor Downey Jr. interpreta a Hank, un abogado con mucho éxito que vive en la ciudad. Se encuentra en medio de un juicio cuando se ve obligado a regresar a su pueblo natal, Carlinsville, Indiana, para ir al funeral de su madre. Es ahí cuando se encuentra, después de muchos años, con su familia: su dos hermanos y su frío padre, el juez Joseph Palmer, a quien hacía años que no hablaba.

Durante su estancia en el pueblo, el padre es arrestado por asesinato ya que encuentran en la parte delantera de su coche restos de sangre de un joven que fue atropellado. Hank decide defenderle como su abogado (a pesar de que su padre no estaba al principio de acuerdo), y tendrá que convencer al jurado de su inocencia y evitar que el juez vaya a prisión.

Esta es la línea principal del film, pero también entrarán en escena un viejo amor de la infancia y por supuesto, como irá cambiando la relación entre padre e hijo a lo largo de la historia.

2. FINAL ORIGINAL DE LA PELÍCULA El Juez Palmer es arrestado por un supuesto delito de asesinato, ya que encuentran en la parte delantera de su coche sangre de un joven que iba en bicicleta por la carretera y fue atropellado. Es importante señalar, previamente, quién era la víctima: era un joven que fue juzgado por el Juez cuando era menor de edad, primero a una condena muy reducida, ya que el Juez confió en el joven cuando este decía que no quería matar a su novia (y eso que disparó hacia la ventana de la chica con una pistola, pero el joven le recordaba a su hijo que a su misma edad era un chico rebelde). Cuando terminó esta breve condena, el joven violó, asesinó y enterró a su novia, y de nuevo el Juez Palmer le condenó, pero esta vez a 20 años de prisión. Salió de prisión pocos días antes de encontrarse con Palmer en la gasolinera y ser atropellado esa misma noche.

Durante el juicio, se comprueba cómo el Juez y la víctima se vieron en una gasolinera y como la víctima dijo unas palabras muy hirientes al Juez Palmer. Se ven en las imágenes como el Juez, en vez, de ir en dirección a su casa, sigue a la víctima que va en bicicleta.

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El Juez no se acuerda, en ningún momento, de haberle atropellado ya que por un lado estaba en shock (aquella mañana había enterrado a su mujer y se había tomado una copa - había sido alcohólico hacía 28 años-) y que tenía un cáncer de colon muy avanzado (nivel 4) que como efectos secundarios le podía producir estrés, pérdida de memoria, cansancio..etc. El Juez Palmer quiso ocultar en todo momento su enfermedad ya que la gente podía poner en duda los últimos juicios y veredictos de los mismos en lo que este hubiera participado, pero su hijo (y a su vez su abogado) sabía que contándolo era la única manera de salvar a su padre de la cárcel.

Finalmente, el jurado considera al Juez inocente del delito de asesinato, pero culpable del delito de homicidio doloso, por lo que el Juez que estaba en ese momento a cargo del juicio, interpuso una condena de prisión de 4 años al Juez Palmer.

A los 7 meses salió de la cárcel por estar gravemente enfermo (le quedaban pocos días para morir) y de las últimas escenas de la película es él y su hijo pescando en el lago (como hacían cuando su hijo era pequeño) y el Juez finalmente muere en la propia barca.

3. FINAL INESPERADO Esa mañana llovía. Era un día triste. Había un gran revuelo en el pueblo y la memoria de Mónica se respiraba en el ambiente de cada uno de los rincones de Carlinsville. Pero ese día la atención se centraba en la Sala. Los padres de Mónica lloraban amargamente, no podían creerse que todo aquello estuviera pasando, confiaron en John y él les arrebató a su hija.

Un silencio sepulcral, entra en la Sala el reconocido Juez Joseph Palmer. Sin duda ese día estaba más serio de lo normal. Sabía que había cometido un error y que por ello una vida había caído. Este hecho no se lo perdonará jamás.

Comienza el juicio, y los interrogatorios a testigos, familiares...a todas aquellas personas cercanas tanto a Mónica como a John. El jurado escuchaba atentamente, pero el que no perdía un segundo la atención era Palmer. Lo apuntaba prácticamente todo, no quería que nada se quedase fuera, quería tener todos los cabos bien atados para que el veredicto fuera lo más justo posible. Y, esta vez , sin errores ni perdón.

A las dos horas, un breve descanso. John se fue al baño dónde estaba Charles, su abogado.

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John sabía que, esta vez, no se iba a salvar, todos los indicios estaban en su contra y él mismo sabía lo que había hecho. Sabía que el Juez Palmer esta vez no le salvaría.

- Charles, no me falles. No hay que tener un doctorado para saber que estoy jodido. Te he contratado porque sé que eres el mejor. Los dos sabemos que tú puedes.

- Tranquilo John, amigo. El Juez Palmer ya fue benevolente contigo en el pasado ¿lo recuerdas? Está claro que aún te tiene aprecio. Además, ¿dónde están las pruebas? ¿ acaso se ha demostrado que la mataste tú? No se ha encontrado ni una huella tuya en el cuerpo, está todo ganado. Hazme caso, tú sólo tienes que poner cara de cordero degollado y tendrás al jurado y a Palmer en tu mano.

El juicio siguió varias horas más y cada omento era más evidente que John había acabado con la vida de Mónica. Y así fue, el jurado le consideró culpable de asesinato. El turno de Palmer.

Es su oportunidad de arreglar lo que en un pasado falló, es momento de dar consuelo a la familia de Mónica y ayudarles en este calvario. ¿El fallo definitivo? 20 años de prisión sin fianza con cumplimiento inmediato.

La cara de Charles era un cuadro. Se esperaba algún año, pero 20 eran demasiados. John antes de marcharse, se acercó a Charles y le dijo al oído: "tú, abogado de poca monta. Cuida bien a tu hija y a tu mujer, porque en cuanto salga lo primero que haré será acabar con ellas delante tuyo y luego torturarte lentamente hasta que mueras. Te espero en 20 años "amigo"."

Charles se quedó helado. Sabía perfectamente el perfil de su cliente, era un enfermo que estaba loco con una clara tendencia al odio, desprecio y destrucción de todo lo que le rodeaba. Sabía de sobra que cumpliría su promesa, por ello, decidió marcharse de Carlinsville y llevarse consigo a su familia lo más lejos posible.

20 años después....

Era un sábado soleado en Carlinsville. En el centro del pueblo había un mercado de frutas y verduras repleto de gente. Charles estaba paseando por allí y se paró en un puesto de flores.

Las margaritas le recuerdan a su mujer, la echa muchísimo de menos pero sabe que en una semana estará con ella y con su hija de vuelta en la ciudad.

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Volviendo al hotel, Charles se esconde detrás de un contenedor. No puede ser real lo que acaban de ver sus ojos...John ha salido de la cárcel. Se le ve muy delgado y sucio, en un estado totalmente lamentable. Pero aún así sabe que tiene las fuerzas necesarias para cumplir todas las promesas del pasado.

Esa noche Charles no durmió. Sabía que su vida y la de su familia corrían peligro. No podía esconderse de John porque les encontraría; al fin y al cabo él era un conocido abogado y tenía siempre trabajo por la zona. Decidió que solo había una vía de escape "muerto el perro, se acabó la rabia". Tenía que idear un plan para acabar con John sea como fuere, por ello, durante esa semana, se encerró en su habitación del hotel, para crear una estrategia fulminante contra su ex-cliente.

Una semana después, un 2 de junio.

Fuera hacía un día estupendo, pero era la mañana más triste posible para Joseph Palmer. Su esposa ya no estaba allí. Fue un entierro corto, pero para él fue la hora más larga de su vida.

Suponía decir un adiós definitivo a su amor de hacía 50 años, a su compañera de viaje, a la madre de sus tres hijos. Y comenzó a llorar amargamente mientras depositaba una flor en su tumba.

A pocos metros, le esperaban en el coche Glen, Sandal y Hank. Era duro ver a su padre en aquellas condiciones. Ellos habían enterrado también a su madre. Hank de todas formas no sabía muy bien dónde meterse, llevaba sin ver a su padre 35 años. La situación no era fácil para nadie.

Ese día fue un infierno total. Demasiadas visitas y demasiadas condolencias de gente a la que Hank hacía 35 años que no veía. Se sentía un total extraño en el entierro de su propia madre, y aún así, no podía parar de pensar en su padre. Como estará el pobre viejo amargado y viudo que no fue capaz de ocuparse uno de sus tres hijos. A pesar del odio, sentía lástima por él. Al fin y al cabo, es su padre.

A eso de las 9 de la noche, el Juez Palmer decidió que quería salir a tomar el aire. No podía aguantar más en esa casa y cogió el coche y dijo que se iba a una gasolinera cercana a comprar huevos.

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Una hora antes, en la otra punta del pueblo…

Charles estaba de los nervios. Aquella era la noche que llevaba esperando 20 años y que por fin, iba a suceder. Toda la semana estuvo maquinando el perfecto plan para acabar con John.

Le había seguido todos y cada uno de los días para tener claro sus pasos y saber que hacía en todo momento. Se dio cuenta que todas las noches, a la misma hora, iba a la misma gasolinera a comprar un paquete de tabaco y un paquete de patatas fritas. Además hay que tener en cuenta que iba en bicicleta, lo que hacía más fácil sus intenciones. Esa noche, era La Noche, por lo que cogió las llaves de su coche y salió corriendo del hotel en dirección a la gasolinera.

Después de media hora conduciendo, Palmer estaba ya agotado, sólo quería llegar a la gasolinera y comprar un paquete de huevos. ¿Para qué? Ni él lo sabía, era un capricho para escapar de esa casa que no hacía más que ahogarle, no quería estar allí sabiendo que no estaría su mujer.

Entra en la gasolinera, saluda y se va directo al mueble dónde estaban los huevos. No sabe bien cuál de todos elegir y, en su duda eterna, escucha una voz que se le acerca y le resulta asquerosamente familiar.

- Buenas noches Juez. ¿Comprando huevos? Eso mismo es lo que a usted le faltan. Ya me he enterado de lo de su mujer, ahora ya sé dónde iré a mear todos los días a partir de hoy.

Mónica y ella harán buenas migas con las larvas.

A Palmer se le cayó toda la caja de huevos al suelo, no puede creerse lo que está oyendo. No tenía ni idea de que John había salido de la cárcel y, menos aún que se atreviera a acercarse a decirle eso. Estaba paralizado, muerto de miedo. No fue capaz de articular palabra alguna, solo vio como John salía por la puerta mofándose, después de haber comprado un paquete de tabaco y una bolsa de patatas fritas.

Mientras, fuera se encontraba escondido en un coche Charles, esperando a que John saliera por la puerta y cogiera su bicicleta. Y así fue, John se montó y comenzó a pedalear en dirección Norte. Segundos más tarde, Charles ha arrancado el motor y se dispone a seguirle

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durante un par de kilómetros, hasta que ve cómo llegan a una curva sin iluminación y con muy poca visibilidad. Charles tiene delante a John que va fumando. Charles acelera y John sale despedido en la curva. Tal y como lo había planeado. Un golpe seco y John estaba fuera de combate. Charles piensa, en ese momento, que debería haber pensado otra manera de hacerle sufrir más, ya que sabía que eso iba a hacer él con su familia, pero no tenía tiempo para dejarse llevar, en cualquier momento, podía pasar alguien y él debía desaparecer. Como sabía que antes o después encontrarían al culpable, se llevó el jersey totalmente ensangrentado de John y se fue en su coche por dónde había venido.

Al pasar de nuevo por la carretera, vio que seguía aparcado el coche del Juez Palmer. Era la oportunidad de salvarse y "colgarle el muerto" a otro. Charles aparcó y cogió la sudadera llena de sangre, y antes de que el Juez saliera de la tienda, restregó la sangre por la parte delantera del coche y se fue de nuevo en coche a su hotel. Por el camino se encargó de quemar el jersey para no dejar ningún tipo de restos.

A los pocos minutos, Palmer salió en la gasolinera, seguía en estado de shock y eso que había estado durante una hora, como poco, petrificado en el mueble de los huevos. No podía creerse que ya hubieran pasado 20 años tan rápidamente, y que no pudiera hacer nada para meter de nuevo en la cárcel a ese delincuente. Cogió su coche y comenzó a conducir, le dolía muchísimo la cabeza, ese maldito cáncer le estaba haciendo la vida imposible, y sin darse cuenta, se fue en dirección Norte en vez de dirección Sur. Estaba totalmente desorientado, sintió que perdía la vista durante unos segundos, pero aún así dio la vuelta y después de 45 minutos conduciendo llegó a su casa y se fue directo a su cama.

- Papá, levántate, no preguntes por qué pero 3 agentes de policía llevan esperándote fuera desde las 9 de la mañana. Vístete que te acompaño.

El Juez se despertó bruscamente aún con dolor de cabeza, sin entender nada, pero hizo caso a Hank.

A la media hora estaban ya en comisaría. Hank estaba de los nervios, estaban interrogando a su padre y que se lo tomó a broma. Le estaban acusando nada más y nada menos que de

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asesinato. La pregunta era, ¿de quién?. Según los agentes, habían encontrado restos de sangre que coincidían con una víctima que fue atropellada la noche de antes en la carretera. La víctima era John D. - Señores agentes, no entiendo muy bien todas estas preguntas. ¿Acaso me están acusando de un hecho que yo no he cometido? Sí, es cierto, yo conduzco ese coche. Anoche estuve en la gasolinera del centro y me encontré con John. Todos sabemos el historial de ese joven, y nadie más que yo desearía verle de nuevo entre rejas, pero ¿matarle?. Señores agentes, midan sus palabras que esto es muy serio.

Hank le dijo a su padre que mantuviese la boca cerrada, que aparte de desmentir todos los hechos, no dijese nada más. Hank quería evitar llegar a juicio, era ridículo que su padre hubiera hecho eso.

Pero los deseos de Hank se quedaron en eso. Meros deseos. Después de varias semanas de investigaciones por la policía, se produjo la detención del Juez Palmer y se señaló fecha para el juicio. Hank estaba totalmente desorientado. Sabía de la mala relación entre él y su padre, pero no podía abandonarle ahora. Él era el mejor abogado. Y era su hijo. A pesar de tantos meses lejos de él, se conocían lo suficiente. Por ello Hank se ofreció a ser su abogado.

Aunque al princio Palmer estaba reacio, sabía que era el mejor, tenía una trayectoria profesional impoluta, iba a necesitar su ayuda, así que accedió.

Dos meses más tarde, el día del juicio…

Fue un día muy duro para la familia Palmer. Los ciudadanos del pueblo se amontonaban a las puertas del juzgado para verles, no podían creerse que el famoso Juez estuviese imputado por un delito de asesinato.

Y comenzaron los interrogatorios. Se interrogó a la madre de John, al hermano, a los otros dos hijos de Palmer, a los trabajadores de la gasolinera. Se propusieron todas las pruebas posibles por la parte contraria, imágenes de la gasolinera dónde se veía a John conversando con el Juez, otras imágenes que muestran como el detenido se fue en dirección Norte (por dónde fue John) y no en dirección Sur que era hacia dónde estaba su casa, y los informes del médico forense dónde acreditó que la víctima murió por un atropello, causándole fracturas en

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el cráneo.

Todo parecía perdido para el juez. Todas las pruebas le apuntaban como único culpable.

Hank tenía que ayudarle y elaborar la mejor defensa posible, no sólo estaba defendiendo a un inocente, sino que estaba defendiendo a su propio padre.

Cuando tenía oportunidad, Palmer repetía una y otra vez que no había puesto la mano encima a John en ningún momento. Ni siquiera volvió a verle una vez salió de la gasolinera. Sólo recuerda confundirse de camino porque se empezó a marear y por un momento perdió la visión. Eran las causas de las sesiones de quimioterapia por el cáncer.

Hank decidió entrar en acción, sabía que sólo tenía dos cartas a su favor: la avanzada edad de su padre junto a su cáncer terminal, y un informe de las manchas de sangre extraídas del coche de Palmer. Para convencer al jurado tenía que utilizar estas armas y combinarlas lo mejor posible, sólo así podría ganar.

En primer lugar, con respecto a la edad de su padre y su enfermedad, este tenía 80 años y un cáncer de colon detectado tarde, de nivel 4. Los médicos le daban 2 años de vida como máximo. Las sesiones de quimio eran muy agresivas, le provocaban pérdidas de memoria momentáneas, fuertes dolores de cabeza y en algunas ocasiones, pérdidas de visión. De esta manera se podía demostrar lo que efectivamente dijo el Juez en su testimonio. En su defensa, se podría decirse que presenta "Delirium" en determinados momentos. Este trastorno supone un cierto grado de incapacidad que puede llegar a ser absoluta. Hank podía utilizar esta baza a su favor en el caso de que el jurado piense que es culpable. Hay una posible eximente, y en todo caso, se le puede internar en un centro sanitario con vigilancia diaria durante su enfermedad.

Por otro lado, la prueba más segura de Palmer: el informe forense de las manchas de sangre del coche. Según este informe, las manchas no correspondían a ningún golpe, no seguían ninguna trayectoria que respondiera a ningún choque contra ningún elemento. De hecho, las manchas eran producidas de una manera peculiar según los especialistas: "No responden a ningún golpe frontal, es como si alguien hubiera cogido algo ensangrentado y lo hubiera extendido por toda la parte delantera del coche."

Esta fue la guinda del pastel para Hank. Las caras de los miembros del jurado cambiaron por completo, sus expresiones ya no reflejaban desprecio por el magistrado, ahora la gran

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mayoría sentía lástima por él.

5 horas más tarde, después de que los miembros del jurado se reuniesen, llegó el veredicto.

- Los miembros del jurado, consideramos al Juez Palmer, inocente del delito de asesinato.

Al momento se oyeron aplausos en toda la Sala.

Hank había ganado el pleito más importante de su vida. Su padre lo primero que hizo fue abrazarle con fuerza, no quería soltarle jamás. Sabía que había sido cruel con él, y este decidió prestarle su ayuda sin dudarlo. Había sido un mal padre, ahora tenía 2 años para arreglar y cerrar todas las heridas del pasado.

Este ha sido mi “Final inesperado”. Cuando vi la película, estaba convencida de que el juez iba a quedar absuelto, y sin en cambio me llevé una gran sorpresa al ver que fue condenado; por ello he querido crear un final alternativo en el que el protagonista quede libre de prisión.

En mi historia, el juez es totalmente inocente del delito de asesinato, de hecho el culpable era otro personaje totalmente inventado (podría haber seguido la historia encontrando al culpable y juzgándole) y he considerado que las dos mejores vías de defensa que podría llevar a cabo su abogado eran el tema de su avanzada edad junto con su enfermedad, prácticamente terminal; y por otro lado, una vía de investigación pericial específica sobre las manchas encontradas en el coche del acusado. En España no hay una ley determinada en la que quede constancia de que a cierta edad, los culpables de cualquier delito ya no entren a prisión. En este caso además, bajo ningún concepto debería entrar en la cárcel mi protagonista ya que sería internar a alguien inocente, pero en el caso de que sí que hubiera efectuado el atropello (como así fue en la versión original de la película), si el acusado demuestra que no se encuentra en facultades mínimas mentales por una enfermedad (en este caso cáncer de nivel muy avanzado) y que no es consciente en el momento del hecho delictivo, de lo que está haciendo, habría que tener en cuenta otras opciones antes que la prisión, sobre todo si este culpable es un anciano y los médicos apenas le dan dos años de vida. Considero que otra opción podría ser el internamiento en un hospital penitenciario o por otro lado, apostar por la

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libertad vigilada.

Como en nuestro final inesperado el juez es inocente, la mejor manera de probarlo he considerado que es aportando como prueba un informe pericial de unos especialistas que analicen y expliquen de forma detallada las manchas de sangre encontradas en el vehículo que supuestamente atropelló a la víctima. Afortunada y evidentemente, en dichos informes se constataría que las manchas de sangre no han sido producidas por un impacto contra ningún cuerpo, sino que estas han sido extendidas con un objeto sobre la parte delantera del coche.

Esta sería la prueba principal que creo que convencería al jurado de la inocencia de nuestro cliente.