Cartas

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f Simón Rodríguez Cartas e sente que del porvenir, tiene una inclinación a menudo irreflexiva por los hábitos y las ideas nuevas. Cuando a esta inclinación se une el amor a una sólida instrucción, cuando está contenida y dirigida por una mentalidad fuerte e ilustrada, sus efectos son muy útiles a la sociedad. He conocido en Caracas, en esta segunda generación, varias personas distinguidas, tanto por sus gustos como por el estudio, la suavidad de sus maneras y la elevación de sus sentimientos; las he conocido también que, desdeñosos por todo lo que presentan de estimable y bello el carácter, la literatura y las artes españolas, han perdido su individualidad nacional, sin haber asegurado, en su trato con tos extranjeros, nociones precisas sobre las verdaderas bases de la felicidad y el orden social.” Esta es la Caracas en que se desenvolvió Rodríguez en su juventud. Se desconoce hasta dónde llegó en sus estudios sistemáticos. Pero demuestra en los documentos de esta época dominio seguro del lenguaje y la lógica. En su Proyecto de Escuelas para Caracas, al hablar del sueldo de los maestros, muestra conocimiento de la obra clásica de Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, aparecida en 1772. Aparte de este dato, casi seguro, pues la argumentación para proponer el sueldo que propone es la de Smith repetida casi literalmente, no hay pruebas de que leyera alguna obra de los filósofos de la Ilustración, la mayoría de ellas prohibidas por la Iglesia. Lo que no significa que no lo hiciera en secreto como muchos otros. Todo dependería de la fuerza y actividad de los ácidos de su estómago para digerir excomuniones, según la voiteriana expresión del conde de Azara, embajador español para esos años en Roma; pues es difícil creer que el obispo le diera permiso dada su juventud. Después de la renuncia a la escuela el rastro de Simón Rodríguez casi se pierde en la leyenda hasta su vuelta a Colombia en 1823. Según Landaeta Rosales, quien asegura haber visto una especie de diario de un hijo de su hermano don Cayetano Carreño, Simón Rodríguez se embarcó en la Guaira a finales de 1795. A partir de ese momento, y hasta su regreso a América en 1823, durante un cuarto de siglo- Simón Rodríguez será Samuel Robinson. La coincidencia de las iniciales de nombres y apellidos daban verosimilitud a la nueva identidad, por el aval que ofrecerían los objetos personales que seguramente llevaría marcados con las iniciales S.R.

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