Tropo a la uña 1 - nueva época

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Daniela Palacios. “Tu recuerdo”. Grabado. Aguafuerte.

Equinoccio de primavera

L

Sol Pineda

a noche anterior Manlio Canul soñó que alimentaba venados. Lo raro no era que acariciara sus cabezas, ni que lo observaran con el mismo cariño con que lo miraban los ojos de sus perros. Lo extraño del sueño era que los venados comían sólo hojas de ceiba y no de ramón. Despertó sobresaltado. Algo había querido decirle Hunab Ku. El que los animales cambiaran su dieta, aunque sólo fuera en sueños, tenía que significar algo. Apuró el vaso de atole de maíz sancochado que le ofreció Daisy Pech. No quiso probar el huevo con chaya. Le faltaba hambre y le sobraba tiempo para descifrar que se le había querido esta vez comunicar desde los cielos. Salió apresurado, casi sin des-

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pedirse de sus cuatro hijos. Su mujer, acostumbrada a sus adioses en maya, no respondió. Daisy no dejaba de preocuparse al ver a Manlio insistir en quemar copal para Itzamná, en vez de aprender a persignarse como hacían ya casi todos en Nuevo Xcan. ¡Ni porque sus hijos se llaman Brian, Leidy y Melanie!, se quejaba Daisy con sus vecinas. Manlio se negaba a dar la vuelta a la página de sus antepasados. Algo va a suceder distinto hoy, pensó Manlio mientras pedaleaba su bicicleta rumbo al jardín botánico. ¿Por qué si no, los venados comerían ceiba y no ramón? Estaba de suerte. Esta vez, quizá porque era martes, sólo había una persona esperando el recorrido guiado por el parque. Manlio se alegró. Tendría mucho tiempo para pensar. Tal vez hasta le diera tiempo de quemar copal para Kinich Ahau y de paso refrescarse en el cenote.


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