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Misteriosos Arcanos

Misteriosos Arcanos

Bella observaba que la anciana tenía costumbres extrañas, desconocidas totalmente, notando que acostumbraba salir en horas desacostumbradas y cuando inquiría sobre el particular le respondía que sus salidas eran para traer comida, proveerse algunas medicinas o cualquier pretexto con lo que siempre quedaba satisfecha. Sin embargo, el cariño hacia la anciana no declinaba y más la consideraba como si fuera su amada madre ya que la viejita estaba siempre para ofrecerla sus cuidados y muchos apreciados y sanos consejos. Lo más raro era que, en ocasiones, llegaba tiritando del excesivo frío, muy entrada la madrugada, casi con el aparecimiento de la aurora, y para recomponerse de sus fatigas, gustaba prepararse un vaso de agua caliente matizada con infusión de alguna hierba aromática para luego tomarse un descanso reparador.

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Inquieta como era bella, empezó a buscar razones sobre los actos de la anciana, hasta que,

mientras departían alegremente alguna tisana de media tarde, la anciana le confió que no era su deseo preocuparle y que prefería no conociese sus secretos. Como el mutuo aprecio de ambas era grande, la ancianita, finalmente, asegurándose de su fidelidad y confianza, le pidió mantener la confidencia y guardar absolutamente su secreto, sobre el que le iría dando cuenta y, obviamente, sobre sus actos.

De esta forma, bella estaba más que interesada en saber la verdad del comportamiento de la ancianita y quiso participar activamente en las actividades de la buena amiga. De este modo le confesó que gustaba reunirse con algunas amigas para pasar un buen rato de chismes y regocijos y que para ello tenía que desplazarse en la oscuridad de la noche, sigilosamente, a fin de no ser descubierta por otras personas. Conociendo la falta de facilidades para entrar y salir de la choza, las dificultades que una anciana tendría para movilizarse en la oscuridad de la noche por los senderos que ya

conocía, la carencia de medios de transporte y la distancia hacia los pueblos más cercanos, bella tuvo muchas dudas, por lo que insistió en su deseo de saber cómo lo hacía y que también ella quisiera participar conociendo nuevos amigos ya que antes los tenía muchos y eran buenas y alegres todas las reuniones con ellos.

Dijo la ancianita: Si es grande tu deseo de venir conmigo y tu ánimo está propicio, yo también quiero que me acompañes y conozcas algunas de mis amigas. Quedando entonces confabuladas en dicha empresa, y, hechos los arreglos básicos y predispuesto su ánimo quedaron en iniciarlo esa misma tarde cuando sean ya avanzadas las horas de obscuridad. Entre los arreglos indispensables estaba el vestirse de oscuro para confundirse con las tinieblas de la noche y proveerse de una escoba de ramas de retama que es la más apropiada para desplazarse por entre las nubes.