Revista pauer - Germán Giorgio

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CLUB BILDELBERG Quienes manejan los hilos del Nuevo Orden Mundial y sus habituales recuniones de Junio.

TRABAJOS DE MIERDA Analisis sobre la creaciรณn de nuevos trabajos para entretener a las personas.


STAFF

CAPITALISMO

Editor Jefe Roman Blanco Braco Subeditores Jefes Juan I. Manzanares y Diego S. Funes Editores Franco Guagnini, Hernan Castellan, Micaela Pessano, Ignacio de Benito y Nicolas Rodriguez Coordinador de Cierre Fernando A. Dello Iacono Jefa de Redacción M. Martina Erreca Jaureguiberry Redactores Pablo Colautti, Agustín Gutierrez May, Ignacio Taus, Federico Germino, Hernan Concha y Luciano Faggiani Editor Jefe de Fotografía Lucas Martinez

CLUB BILDELBERG CAPITALISMO Y ESTADO En 1844, Stirner analisa la sociedad prusiana, que resulta sorprendentemente actual.

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EXCLAVITUD Y TRABAJO

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Jefe de Arte Franco Pessano

David Graeber, antropologo anarquista, realiza un analisis los nuevos campos laborales. ESTADO

Gerente Comercial y de Marketing Luis Joaquin Manzanares

Existe un equipo editorial que se encarga de impulsar ciertas noticias por sobre otras.

SOCIEDAD

CONSUMO PARA SER FELIZ Estilo de vida basado en el consumo como objetivo de realizacion personal. PEDAGOGIA

Gerente de Ventas Nicolas Pagés

ESCUELA CRITICA Su influencia y la perpetuacion de elementos tradicionales.

38 EL PODER DEL ESTADO Wolfi Landstreicher realiza un analisis de el accionar de los estados como capitalistas. REALIDAD

EL ANONADAMIENTO Como tecnica de colonización de las conciencias.

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FACEBOOK MANIPULA

Carta de Charles Bukouski.

Editor de Fotografía Micaela Salasar

Diseño German Giorgio, Pilar Minoli y Natalia Faggiani

CULTURA DEL SOMETIMIENTO

La reunión anual a la que acuden los que manejan el mundo. Nacimiento y actualidad.

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CERRAR LAS ESCUELAS Terminar con un modelo que no se adapta a la actualidad.

ARTE

40 PREDICCIONES DE ORWELL Frases del genio literario, que muestran su profunda comprensión del futuro.

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EDITORIAL

EDITORIAL

EL PODER

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ara comenzar a hablar del poder, hay que quitarle esa relación univoca con la política. Cuando decimos poder, pensamos en la política, es lo primero que se nos aparece. El poder es el gobierno, o el estado, o el poder económico, y aunque esto sea parte integral de Pauer, no es el único poder. Si hay algo que se trabajo mucho en el siglo XX, en la figura de un pensador muy importante, Michael Foucault, es la idea de que el poder está en todos lados. Hay que sacarlo de esos lugares tan amplios, pero no porque no esté bien hablar de ese tipo de poder, sino para empezar a pensar al poder circulando por todos lados. Hay poder, por ejemplo, cuanto te subís a un transporte público donde el conductor te lleva de una manera que excede a tu posibilidad de acción. Pensar ese micropoder, que es un poder que está en todos lados y que no necesariamente es algo negativo, como se piensa al poder en general. Obviamente hay en una relación de poder, una relación de sometimiento, de sojuzgamiento, de acomodamiento de un otro para con uno. El que ejerce el poder quiere que el otro haga lo que él desea, y cuando el poder se ejerce y vence, es cuando se logra eso. Entonces, ¿Cuál es la mejor manera para que el poder funcione? Es que el poder no se vea, que el poder se invisibilice y se naturalice en su práctica. Si yo logro que vos hagas lo que yo necesito que hagas, pero vos no te das cuenta que lo que estás haciendo es algo que a mi me conviene, sino que crees que lo que haces lo haces por motus propio, te aventajé. Por ejemplo, si yo logro convencer a todo el mundo, que para ser feliz tiene que comprar tal objeto y soy yo el que lo fabrica, gané. Porque ese tipo que cree que para ser feliz tiene que consumir tal objeto,

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no se está cuestionando que por comprar tal objeto me está dando a mi dinero, sino que esta simplemente pensando que esa es su manera de realizarse. Entonces, hay una relación entre el poder y lo que Foucault llama “La normalización”. El mejor poder funciona cuando logra normalizar sus prácticas. Esto es cuando todos, como boludos, ejecutamos esas prácticas como si fuesen normales y creemos que de algún modo, en esas prácticas nos estamos realizando. Y si uno da vuelta el esquema, y lo ve desde el anverso, te empezás a encontrar con que todas esas prácticas están de algún modo siendo determinadas para que otros ganen en sus intereses. Toda esta teoría medio paranoica del poder, es que en realidad uno cuando hace las cosas que hace, cree que las hace por si solo pero las está haciendo para que otro gane. Toda esta increíble forma de entender al poder la inicia Marx, con lo que se conoce como “Teoría de la alienación”. ¿Qué es estar alienado? Es básicamente hacer lo que otro necesita que yo haga para su interés, pero vendido como si fuese un interés mío. Si empezamos a ver al poder de este modo, nos empezamos a dar cuenta de que la mayoría de las cosas que uno hace, las hace en función de otro. Mandatos familiares, Instituciones, mandatos religiosos, sociedad de consumo. Aun así, el poder no es necesariamente negativo. Por ejemplo si uno lo ve desde el punto de vista del cuidado. No hay lugar de mayor ejercicio de poder que en la familia. Los padres nos arruinan la vida, o mejor dicho, nos la determinan. Hay una falsa idealización de la autonomía del sujeto, que en realidad cuando uno ve el funcionamiento de la familia, todos los hijos somos, de algún modo, conformados, determina-

dos por las estructuras familiares en las que nos encontramos. Son estructuras familiares que tienen que ver con la historia de nuestros padres, pero además con una tipología especial de la familia. Porque el tipo de familia en la que vivimos no necesariamente es la forma en que las familias tienen que estructurarse. Posteriormente nosotros repetimos lo mismo o nos revelamos contra un patrón que ya nos está determinando, entonces hay un ejercicio del poder del que uno no puede librarse. Hay un pensador llamado Nietzsche, que introduce el concepto de “voluntad de poder”, con una visión más radical, de la cual parte Foucault posteriormente. Para él, todo es poder, hay poder mas allá de que se sea bueno o malo. Es mas, el bien y el mal es una construcción posterior. El poder está en que uno busca todo el tiempo, ir más allá de sus posibilidades. Si pensamos el significado de la palabra Poder, como verbo, que en realidad no tiene nada que ver con como estamos pensado el poder. Tiene que ver con cuáles son nuestras posibilidades y nuestro principal golpe al narcicismo es darnos cuenta que no lo podemos todo. Si hay un tema que nos atraviesa a los seres humanos, es el poder, pero más allá del poder político, sino el poder como posibilidad de realizarnos, de ser algo. El poder frente a los límites. Hasta nos dimos el lujo de inventar un personaje, Dios, todopoderoso. Es todo lo que nosotros no podemos. Lo inventamos como un todopoderoso, porque somos consientes de que no lo podemos todo pero necesitamos que alguien si. Generamos esa idealización de una omnipotencia como para poder, de algún modo, expiar nuestra propia conciencia de finitud. Nos molesta no poderlo todo,

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e inventamos un dios al que tomamos como modelo. Y de algún modo nosotros nos creemos omnipotentes, todo el tiempo creemos que lo podemos todo. Hay un famoso relato sobre el poder en la biblia, que nunca se le da mucha importancia, en relación al poder. Que es el famoso relato del pecado original. Dios creó al hombre, lo creó macho y hembra, y le dijo: “Pueden hacer lo que quieran. Solo una cosa no pueden, comer las manzanas”. Desde el momento en que nos ponen una limitación al poder, hacia allá vamos para transgredirlo. Lógicamente, están los obedientes, los que no se preocupan en rebelarse. Por eso todas las teorías del poder, que son más bien críticas a como se va estructurando una sociedad desde el sometimiento, plantean siempre la necesidad de la toma de conciencia. Es uno de los puntos más discutidos de las teorías del poder. Aparece en estas teorías, la necesidad de revelarse. ¿Por qué no ser sometido y feliz? Dominado por un poder que igual plantea un sistema que sigue funcionando. El revelarse, te genera cierta libertad, pero también se pierde la tranquilidad que genera ser un oprimido. Sobre esto, José Pablo Feinmann dice: “En un momento usted dice esta vida no va mas, pero ojo, a partir de ese momento, usted está solo y eso es muy difícil. A partir de ese momento, usted deja de pertenecer a la manada y comienza a pertenecer a usted mismo, y cuando usted comienza a pertenecer a usted mismo, ya no tiene justificaciones, ya no puede distraerse, tiene que elegir y usted va a ser el responsable de cada una de sus elecciones”. El objetivo de esta revista, entonces, es generar esa conciencia de que uno está siendo sometido, que pueda tener una visión crítica sobre su propia vida y pueda revelarse. R

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CLUB BILDERBERG: LA MANO QUE MECE LA CUNA… PERO EN LA SOMBRA

Cada año, llegado el mes de junio, se produce una reunión a la que acuden los grandes del mundo. Financieros, magnates de la comunicación, monarcas y políticos se encuentran en un hotel (cuya ubicación varía en cada convocatoria) en el que pasan dos o tres días, y en donde se acuerdan las estrategias que poner en marcha en el escenario internacional durante los siguientes meses.

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penas unos pocos años atrás, la existencia misma del club Bilderberg era ignorada por el gran público. Resultaba esencial que, al menos durante un tiempo, lo que allí sucediese no fuese materia de discusión pública. Algo que se consiguió con tanto éxito que, hace 25 años, y dando por conseguido el objetivo, el propio David Rockefeller hizo público su agradecimiento “al Washington Post, al New York Times, a la revista Time, y a otras grandes publicaciones cuyos directores han acudido a nuestras reuniones y han respetado sus promesas de discreción durante casi cuarenta años. Hubiera sido imposible para nosotros haber desarrollado nuestro trabajo si hubiéramos sido objeto de publicidad durante todos estos años”. ¿En qué consiste ese trabajo que necesita de una discreción tan celosamente observada? En la imposición del llamado Nuevo Orden Mundial, imposición realizada las más de las veces contra la voluntad de los sometidos y, sobre todo,

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manteniendo en la ignorancia a los pueblos a los que se somete a los intereses de la plutocracia globalizadora. Hoy, si bien superada la etapa más oscurantista y normalizada su existencia, la web del club reconoce mantener aún ese carácter secretista, justificándolo en que la ausencia de transparencia “favorece las opiniones y el dialogo al máximo nivel posible”, si bien puntualiza que “los participantes, los temas principales y la localización se publican días antes en su web”. Lo cierto es que, gracias a esta estrategia, en los últimos años Bilderberg ha saltado de los libros de culto propios de los círculos conspiranoicos a los titulares de la prensa generalista. La situación está madura para que el mundo acepte su existencia –e incluso sus objetivos- como algo deseable. Nace Bilderberg. Los más altos dignatarios mundiales fueron convocados por el príncipe Bernardo de Holanda para encontrarse en un discreto hotel – que ha nombrado al club hasta el día de

hoy- de la localidad holandesa de Oosterbeek, a fines de mayo de 1954. El objetivo de la reunión, so capa de oponerse a la expansión del comunismo, fue el de “colaborar a una línea política común entre los Estados Unidos y Europa”. Puede decirse que esa es su acta fundacional y objetivo básico del club: establecer un gobierno en la sombra que unifique en una sola política los intereses básicos de los EE.UU. y Europa. No es casualidad que, por las mismas fechas, el propio Bernardo impulsara la constitución del Mercado Común que se estaba diseñando, para lo que utilizó los oficios de los poderosos bilderbergers. Estos veían el Mercado Común como algo más que como un espacio económico de libre mercado. “No es completamente desacertado decir que estamos a favor de la creación de un gobierno mundial; una cosa así, sería algo positivo”, reconoció paladinamente uno de los miembros fundadores de Bilderberg. Desde entonces, Europa ha venido siendo un conejillo de Indias en la cons-

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trucción del Nuevo Orden Mundial, algo abiertamente admitido en nuestros días por un ilustre bilderberger como Javier Solana: “el papel de Europa es fundamental. Europa puede y debe ser, si me permiten la expresión, un laboratorio de lo que pudiera ser un sistema de Gobierno Mundial”. Para dotar de credibilidad la creación de dicho poder mundial, era necesario preservar una apariencia de pluralidad, de modo que perteneciesen al club personas de relieve tanto procedentes de sectores progresistas como liberales y conservadores. Todos implicados en el juego; algo que, en definitiva, venía haciéndose a nivel interno en el seno de los Estados miembros de la unión.

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¿Pero quién manda en Bilderberg? Estructuralmente, el club se articula en tres niveles: el nivel más bajo está constituido por todos aquellos que acuden en calidad de invitados, quienes varían con una cierta frecuencia, si bien hay algunos más asiduos que otros. Así, los hay que son llamados a rendir cuentas, y también quienes son convocados para hacer su presentación en sociedad ante los miembros de la institución. El segundo nivel está constituido por una especie de comisión directiva permanente, que es la forma en que el club funciona de ordinario, compuesta por 33 miembros. Constituyen la columna vertebral del club. Y sobre ellos, el tercer nivel, quienes mueven los hilos: David Rockfeller y Henry Kissinger. Otros destacados miembros son Donald Rumsfeld y Zbigniew Brzenzinski, este último elegido por Kissinger para la creación de la Trilateral y teórico de las relaciones internacionales, además de Bill Clinton y su esposa Hillary, destacada miembro de la institución, y embajadora mundial del aborto. Pero el personaje central, como hemos dicho, es David Rockefeller, un hombre clave en las finanzas internacionales. El es -junto con Ted Turner (CNN), también miembro del club- el más entusiasta impulsor de las políticas antinatalistas que prevén una drástica disminución de la población mundial para las próximas generaciones, a través de las conocidas estrategias contraceptivas y abortistas, complementadas con la promoción de las prácticas sociales conducentes a la esterilidad. Todo ello acompañado de un ecologismo ideológico que justifica la necesidad de controlar el crecimiento humano, que consideran una “plaga”. Naturalmente, para la consecución de los fines del club, el control de la prensa es esencial. Bilderberg cuenta con un propagandista de la talla del New

York Times, y nada menos que con la agencia de noticias Reuters, representada habitualmente en las sesiones del club por Peter Job, su director ejecutivo. Otros medios son The Washington Post, The Observer, CBS, The Economist y US News and World report. Ejerce también un control mundial a través del magnate canadiense Conrad Black –propietario de varios periódicos desde los EE.UU. hasta Israel- y del norteamericano Rupert Murdoch, ABC, BBC, el Wall Street Journal, el Financial Times, Die Zeit, el London Times, Le Figaro y El País. No sin problemas. La reunión de este año se enfrenta a una serie de cuestiones de primer nivel. Por un lado, el desafío de Rusia y China, miembros díscolos de la comunidad internacional, que representan un verdadero contratiempo a nivel planetario. Por otra parte, la cuestión del Brexit –el abandono del Reino Unido de la UE- ocupa y preocupa enormemente. Si alguien ha presionado para que la Unión Europea saliese adelante ese ha sido, sin duda, Bilderberg. Pero el peligro ahora es cierto, y no cabe descartar un desenlace adverso para una Unión que atraviesa las horas más bajas de su historia. Así que Thomas Enders, gerente del grupo Airbus, no ha tenido empacho en reconocer que “la industria aeroespacial presionará para que el electorado británico vote a favor de la UE”. La implicación de Airbus –firma que ha asumido los costes de seguridad de esta edición de Bilderberg, lo que no representa un gasto excesivo para la séptima mayor empresa armamentística del mundo- es máxima dentro del programa de la institución, que este año incluye como tema central: “Europa: migración, crecimiento, reforma, visión y unidad”. En Bilderberg, los responsables de las principales economías del mundo han compartido sus inquietudes acerca

de las cuestiones energéticas con los representantes de las empresas del sector más poderosas del mundo, a las que sirven al margen de todo control político y, tantas veces, en detrimento de la soberanía nacional de los Estados. Pues, al fin y al cabo, el objetivo de Bilderberg es la destrucción del estadonación, percibido como pernicioso mecanismo que obstaculiza la creación de un único mercado mundial, condición para alcanzar el gobierno mundial. La finalidad no es la de estructurar un mundo equilibrado en el que nadie prevalezca como medida de seguridad, sino transferir las soberanías nacionales a las instituciones supranacionales (que ellos controlan). Actualmente, el instrumento para ello es el TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones entre la Unión Europea y Estados Unidos), una especie de respuesta a los desafíos de China y Rusia, y que habrá de abarcar casi el 60% del PIB del planeta. Cuando se imponga, la soberanía nacional será un evanescente recuerdo del pasado y se habrá dado el paso esencial –ni el único ni el primero, pero sí el decisivo- para la creación de una genuina pesadilla orwelliana de control sobre toda la población. R

POR FERNANDO PAZ Historiador, profesor y escritor. Ha publicado tres libros de su mano y colaborado en otros dos. Está pronto a publicar un cuarto y ya prepara el quinto. Desconfía de las multitudes y de las mayorías, y está convencido de que a cada época la salva un pequeño puñado de hombres que tienen el valor de ser inactuales.

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“La actual ventana a la oportunidad para que quizá un orden mundial interdependiente y verdaderamente pacífico se construya, no estará abierta durante mucho tiempo. Estamos al borde de una transformación global. Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial.” David Rockefeller, durante una cena de las naciones unidas.

“Si se dijera que existe una amenaza externa, real o promulgada, procedente del más allá, que amenaza nuestra existencia… todos renunciarían voluntariamente a los derechos individuales ante la garantía de bienestar que les ofrecería el Gobierno Mundial”. Herny Kissinger

“La Era Tecnotrónica va diseñando paulatinamente una sociedad cada vez más controlada. Esa sociedad será dominada por una elite de personas libres, de valores tradicionales, que no dudarán en realizar sus objetivos mediante técnicas depuradas con las que influirán en el comportamiento del pueblo, y controlarán y vigilarán con todo detalle a la sociedad, hasta el punto en que llegará a ser posible establecer una vigilancia casi permanente sobre cada uno de los ciudadanos del planeta” Extraído de la obra “La Era Tecnotrónica”, de Zbigniew Brezinsky, principal consultor del Grupo Rockefeller y artífice del Nuevo Orden Mundial.

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MAX STIRNER: CAPITALISMO Y ESTADO En 1844, Stirner realizaba un analisis sobre la sociedad prusiana, que resulta sorprendentemente actual, y nos hace pensar que seguimos siendo dominados de la misma forma. 10

urgueses y obreros creen en la verdad del dinero; quienes no lo tienen están tan penetrados de esta realidad como quienes lo tienen, los laicos como los clérigos. El dinero rige el mundo, es la tónica de la época burguesa. Un gentil hombre sin un sueldo y un trabajador sin un sueldo son, igualmente, muertos de hambre, sin valor político. Nada son el nacimiento ni el trabajo, sólo el dinero es fuente del valor. Los poseedores gobiernan, pero el Estado elige entre los no poseyentes sus siervos y les distribuye algunas sumas (salarios, sueldos) en la medida en que administran (gobiernan) en su nombre. Yo recibo todo del Estado. ¿Puedo tener alguna cosa sin permiso del Estado? No, todo lo que podría obtener así, me lo arrebata advirtiendo que carezco de títulos de propiedad: todo lo que poseo lo debo a su clemencia. La burguesía se apoya únicamente en los títulos. El burgués sólo es lo que es, gracias a la benévola protección del Estado. Tendría que perderlo todo si el poder del Estado llegara a desplomarse. Pero, ¿cuál es la situación del desposeído en esta bancarrota social del proletariado? Como todo lo que tiene, y lo que podría perder, se escribe con un cero, no tiene para ese cero ninguna necesidad de la protección del Estado. Por el contrario, sólo puede ganar si esa protección llegase a faltar a los protegidos. Así, el desposeído considera al Estado como un poder tutelar de los poseedores; ese ángel guardián capitalista es un vampiro que le chupa la sangre. El Estado es un Estado burgués, es el status de la burguesía. Concede su protección al hombre, no en razón de su trabajo, sino en razón de su docilidad (lealtad), según usa los derechos que el Estado le concede, conformándose a la voluntad o, dicho de otro modo, a las leyes del Estado. El régimen burgués entrega a los trabajadores a los poseedores, es decir, a los que tienen algún bien del Estado

(y toda fortuna es un bien del Estado, pertenece al Estado, y no es dada más que en feudo al individuo) y particularmente a los que tienen en sus manos el dinero, a los capitalistas. El obrero no puede obtener de su trabajo un precio que corresponda al valor del producto de ese trabajo para su consumidor. ¡EI trabajo está mal pagado! El beneficio mayor va al capitalista. Pero bien pagados, y más que bien pagados, están los trabajos de quienes contribuyen a realzar el brillo y el poder del Estado, los trabajos de los altos servidores del Estado. El Estado paga bien, para que los buenos ciudadanos, los poseedores, puedan pagar mal impunemente. Se asegura, pagándolos bien, la fidelidad de sus servidores, y hace de ellos, para la salvaguardia de los buenos ciudadanos, una policía (a la policía pertenecen los soldados, los funcionarios de todas clases, jueces, pedagogos, etc., en suma toda la máquina del Estado). Los buenos ciudadanos, por su parte, le pagan, sin torcer el gesto, grandes impuestos, a fin de poder pagar tanto más miserablemente a sus obreros. Pero los obreros no son protegidos por el Estado en cuanto obreros; como súbditos del Estado, tienen simplemente el codisfrute de la policía, que les asegura lo que se llama una garantía legal; así la clase de los trabajadores sigue siendo una potencia hostil frente a ese Estado, el Estado de los ricos, el reino de la burguesía. Su principio, el trabajo, no es estimado en su valor, sino explotado; es el botín de guerra de los ricos, del enemigo. Los obreros disponen de un poder formidable y cuando lleguen a darse bien cuenta de él y se decidan a usarlo, nada podrá resistirles. Bastará que cesen todo trabajo y se apropien de todos los productos de su trabajo, que los consideren, y los gocen como propios. Éste es el sentido de los motines obreros que vemos estallar casi por todas partes. ¡El Estado está fundado sobre la esclavitud del trabajo! Cuando el trabajo sea libre, se desmoronará el Estado. R

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POR MAX STIRNER Johann Kaspar Schmidt, más conocido como Max Stirner, fue un educador y filósofo alemán cuyas posturas profundizan en el egoísmo o solipsismo moral. Sus reflexiones filosófico-políticas sobre el individuo soberano sirven de base para al menos una parte importante del anarquismo. La nota es un extracto de su ensayo “El único y su propiedad” (“Der Einzige und sein Eigentum”). Alli Stirner hace una crítica radicalmente antiautoritaria e individualista de la sociedad prusiana que le era contemporánea. 11


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LA CARTA DE BUKOWSKI CONTRA EL TRABAJO 12

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Charles Bukowski escribió esta carta a John Martin, publicista de Black Sparrow Press que en 1969 le hizo La Oferta: para que dejase su puesto de trabajo como cartero, el cual ocupaba desde hacía casi 15 años, y se dedicara exclusivamente a escribir. Aceptó y, un par de años después, entregó a Black Sparrow Press su primera novela: Post Office. “Hola, John: Gracias por la carta. A veces no duele tanto recordar de dónde venimos. Y tú conoces los lugares de donde yo vengo. Incluso las personas que intentan escribir o hacer películas al respecto, no lo entienden bien. Lo llaman “De 9 a 5”. Sólo que nunca es de 9 a 5. En esos lugares no hay hora de comida y, de hecho, si quieres conservar tu trabajo, no sales a comer. Y está el tiempo extra, pero el tiempo extra nunca se registra

correctamente en los libros, y si te quejas de eso hay otro zoquete dispuesto a tomar tu lugar. Ya conoces mi viejo dicho: ‘La esclavitud nunca fue abolida, sólo se amplió para incluir todos los colores’. Lo que duele es la pérdida constante de humanidad en aquellos que pelean para mantener trabajos que no quieren pero temen una alternativa peor. Pasa, simplemente, que las personas se vacían. Son cuerpos con mentes temerosas y obedientes. El color abandona sus ojos. La voz se afea. Y el cuerpo. El cabello. Las uñas. Los zapatos. Todo. Cuando era joven no podía creer que la gente diera su vida a cambio de esas condiciones. Ahora que soy viejo sigo sin creerlo. ¿Por qué lo hacen? ¿Por sexo? ¿Por una televisión? ¿Por un automóvil a pagos fijos? ¿Por los niños? ¿Niños que harán justo las mismas cosas? Desde siempre, cuando era bastante joven e iba de trabajo en trabajo, era suficientemente ingenuo para a veces decirle a mis compañeros: “¡Eh! El jefe podría venir en cualquier momento y echarnos, así como así, ¿no se dan cuenta?”. Ellos lo único que hacían era mirarme. Les estaba ofreciendo algo que ellos no querían hacer entrar a su mente. Ahora, en la industria, hay muchísimos despidos (acererías muertas, cambios técnicos y otras circunstancias en el lugar de trabajo). Los despidos son por cientos de miles y sus rostros son de sorpresa: “Estuve aquí 35 años…”. “No es justo…”. “No sé qué hacer…”. A los esclavos nunca se les paga tanto como para que se liberen, sino apenas lo necesario para que sobrevivan y regre-

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sen a trabajar. Yo podía verlo. ¿Por qué ellos no? Me di cuenta de que la banca del parque era igual de buena, que ser cantinero era igual de bueno. ¿Por qué no estar primero aquí antes de que me pusiera allá? ¿Por qué esperar? Escribí con asco en contra de todo ello. Fue un alivio sacar de mi sistema toda esa mierda. Y ahora estoy aquí: un ‘escritor profesional’. Pasados los primeros 50 años, he descubierto que hay otros ascos más allá del sistema. Recuerdo que una vez, trabajando como empacador en una compañía de artículos de iluminación, uno de mis compañeros dijo de pronto: ‘¡Nunca seré libre!’. Uno de los jefes caminaba por ahí (su nombre era Morrie) y soltó una carcajada deliciosa, disfrutando el hecho de que ese sujeto estuviera atrapado de por vida. Así que la suerte de, finalmente, haber salido de esos lugares, sin importar cuánto tiempo tomó, me ha dado una especie de felicidad, la felicidad alegre del milagro. Escribo ahora con una mente vieja y con un cuerpo viejo, mucho tiempo después del que la mayoría creería en continuar con esto, pero dado que empecé tan tarde, me debo a mí mismo ser persistente, y cuando las palabras comiencen a fallar y tenga que recibir ayuda para subir las escaleras y no pueda distinguir un azulejo de una grapa, todavía sentiré que algo dentro de mí recordará (sin importar qué tan lejos me haya ido) cómo llegué en medio del asesinato y la confusión y la pena hacia, al menos, una muerte generosa. No haber desperdiciado por completo la vida parece ser un logro, al menos para mí”.

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SOBRE LOS

TRABAJOS DE MIERDA E

n el año 1930, John Maynard Keynes predijo que, para finales del Siglo XX, la tecnología habría avanzado lo suficiente para que países como Gran Bretaña o EE.UU. hubieran conseguido una semana laboral de 15 horas. Hay muchas razones para creer que estaba en lo cierto: en términos tecnológicos, seríamos perfectamente capaces. Y sin embargo, nada más lejos de la realidad. En su lugar la tecnología ha sido empleada para inventar maneras de hacernos trabajar más a todos/as. Para alcanzar este fin ha habido que crear puestos

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de trabajo que son, a todas luces, inútiles. Gran cantidad de personas, sobre todo en Europa y Norteamérica, pasan la totalidad de su vida laboral desempeñando tareas que, en el fondo, creen bastante innecesarias. El daño moral y espiritual derivado de estas situaciones es profundo. Se trata de una cicatriz sobre nuestro alma colectiva. Sin embargo, apenas se habla sobre el tema. ¿Por qué nunca llegó a materializarse la utopía prometida por Keynes (aún esperada con impaciencia en los años 1960)? La respuesta más manida hoy en día dice que no supo predecir el incre-

mento masivo del consumismo. Presentados/as con la elección entre trabajar menos horas y obtener más juguetes y placeres hemos, colectivamente, optado por la segunda opción. Si bien esto daría para una bonita historia moralista, una breve reflexión nos demuestra que no se puede tratar de eso, que la respuesta no es tan sencilla. Sí, hemos sido testigo de la creación de una variedad interminable de nuevos trabajos e industrias desde la década de los años 1920, pero muy pocos tienen algo que ver con la producción y distribución de sushi, iPhones o zapatillas deportivas molonas.

¿Entonces cuáles son estos nuevos trabajos, exactamente? Un estudio reciente comparando la situación del empleo en EE.UU. entre 1910 y 2000 nos da una respuesta bastante clara (y extrapolable a los países europeos). A lo largo del siglo pasado el número de trabajadores/as empleados/as como personal de servicio doméstico, en la industria y en el sector agrícola se ha desplomado de forma dramática. Al mismo tiempo, las categorías de “profesionales, directivos, administrativos, comerciales y trabajadores de servicios varios” han triplicado sus números, creciendo “de un cuarto a tres cuartos del empleo total”. En otras palabras, los trabajos productivos, exactamente como se predijo, han sido en gran parte sustituidos por procesos automatizados (incluso si contamos a los/ as trabajadores/as de la industria globalmente, incluyendo a las masas trabajadoras en India y China, el número de estos/as trabajadores/as sigue estando lejos de alcanzar el gran porcentaje de la población mundial que suponía antes). Pero en lugar de permitir una reducción masiva de horas de trabajo que permitiera a la población mundial dedicarse a la consecución de sus propios proyectos, placeres, visiones e ideas, hemos visto la inflación no tanto del sector “servicios” como del sector administrativo, incluyendo la creación de industrias enteras como la de los servicios financieros o el telemarketing, o la expansión sin precedentes de sectores como el del derecho empresarial, la

administración educativa y sanitaria, los recursos humanos y las relaciones públicas. Y estas cifras ni siquiera reflejan a todas aquellas personas cuyo trabajo consiste en proporcionar soporte administrativo, técnico o de seguridad para estas industrias, o, es más, todo un sinfín de industrias secundarias (paseadores de perros, repartidores nocturnos de pizza), que sólo existen porque todo el mundo pasa la mayoría de su tiempo trabajando en todo lo demás. Estos son a los que yo propongo llamar trabajos de mierda. Trabajos absurdos. Es como si alguien estuviera por ahí inventando trabajos inútiles por el mero hecho de mantenernos a todos/as trabajando. Y aquí, precisamente, radica el misterio. En el capitalismo, esto es precisamente lo que se supone que no debería pasar. Por supuesto, en los viejos e ineficientes Estados socialistas como la Unión Soviética, donde el empleo era considerado tanto un derecho como un deber sagrado, el sistema inventaba tantos puestos de trabajo como era necesario (esto es por lo que en los grandes almacenes soviéticos había tres dependientes/ as para vender un trozo de carne). Pero, desde luego, este es el tipo de problema que la competencia generada por el libre mercado se suponía que solucionaba. De acuerdo con la teoría económica, al menos, lo último que una empresa con ánimo de lucro pretende hacer es pagar dinero a trabajadores/as a los/as que realmente no necesita emplear. Sin embargo, de alguna manera, esto ocurre.

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POR DAVID GRAEBER Antropólogo y activista anarquista estadounidense. Obtuvo su doctorado por la Universidad de Chicago en 1996 y desde el 15 de junio de 2007 es profesor en el departamento de antropología en el Goldsmiths College, Universidad de Londres. Anteriormente había sido profesor de antropología en la Universidad de Yale, aunque Yale se negó a renovarle el contrato, debido a su ideología politica, y concluyó en junio de 2007. Graeber tiene una historia de activismo político y social, incluyendo su papel en las protestas contra el Foro Económico Mundial en la ciudad de Nueva York.

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A pesar de que las empresas pueden efectuar implacables reducciones de plantilla, los despidos y las prejubilaciones invariablemente caen sobre la gente que realmente está haciendo, moviendo, reparando y manteniendo cosas; por una extraña alquimia que nadie consigue explicar, el número de burócratas asalariados en el fondo parece aumentar, y más y más empleados/ as se ven a sí mismos/as, en realidad de forma no muy diferente a los/as trabajadores/as soviéticos/as, trabajando 40 o incluso 50 horas semanales sobre el papel, pero trabajando efectivamente 15 horas, justo como predijo Keynes, ya que el resto de su tiempo lo pasan organizando y asistiendo a cursillos de motivación, actualizando sus perfiles de Facebook o descargando temporada tras temporada de series de televisión. La respuesta, evidentemente, no es económica: es moral y política. La clase dirigente se ha dado cuenta de que una población feliz y productiva con tiempo libre es un peligro mortal (piensa en lo que comenzó a suceder cuando algo sólo moderadamente parecido empezó a existir en los años 1960). Y, por otro lado, la sensación de que el trabajo es un valor moral en sí mismo, y que cualquiera que no esté dispuesto/a a someterse a algún tipo de intensa disciplina laboral durante la mayor parte de su tiempo no

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se merece nada, es extraordinariamente conveniente para ellos/as. Una vez, al contemplar el crecimiento aparentemente interminable de responsabilidades administrativas en los departamentos académicos británicos, se me ocurrió una posible visión del infierno. El infierno como un grupo de individuos que se pasan la mayor parte de su tiempo trabajando en una tarea que no les gusta y que no se les da especialmente bien. Digamos que fueron contratados/as por ser excelentes ebanistas, y entonces descubren que se espera de ellos/as que pasen una gran parte del tiempo tejiendo bufandas. La tarea no es realmente necesaria, o al menos hay un número muy limitado de bufandas que es necesario tejer. Pero, de alguna manera, todos/as se obsesionan tanto con el rencor ante la idea de que algunos/as de sus compañeros/as de trabajo podrían dedicar más tiempo a fabricar muebles, y no a cumplir su parte correspondiente de confección de bufandas, que al poco tiempo hay interminables montones inútiles de bufandas mal tejidas acumulándose por todo el taller, y es a lo único que se dedican. Creo que ésta realmente es una descripción bastante precisa de la dinámica moral de nuestra economía. Soy consciente de que cada argumento va a encontrar objeciones inmediatas: “¿quién eres tú para determinar qué trabajos son realmente ‘necesarios’? De todos modos, ¿qué es necesario? Tú eres profesor de antropología, ¿qué ‘necesidad’ hay de eso?” Y a cierto nivel, esto es evidentemente cierto. No existe una medida objetiva de valor social. No me atrevería a decirle a alguien que está convencido de que está haciendo una contribución significativa al mundo de que, realmente, no es el caso. ¿Pero qué pasa con aquellas personas que están convencidas de que sus trabajos no tienen sentido alguno? No hace mucho volví a contactar con un amigo del colegio al que no veía desde que tenía 12 años. Me sorprendió descubrir que, en este tiempo, primero se había convertido en poeta y luego en el líder de una banda de indie rock. Había

oído algunas de sus canciones en la radio sin tener ni idea de que el cantante era alguien a quien conocía. Él era obviamente brillante, innovador, y su trabajo indudablemente había alegrado y mejorado la vida de gente en todo el mundo. Sin embargo, después de un par de discos sin éxito había perdido el contrato y, plagado de deudas y con una hija recién nacida, terminó, como él mismo dijo, “tomando la opción por defecto de mucha gente sin rumbo: la facultad de derecho.” Ahora es un abogado empresarial que trabaja en una destacada empresa de Nueva York. Él es el primero en admitir que su trabajo no tiene absolutamente ningún sentido, no contribuye en nada al mundo y, a su propio juicio, realmente no debería existir. Hay muchas preguntas que uno se puede hacer aquí, empezando por, ¿qué dice esto sobre nuestra sociedad, que parece generar una demanda extremadamente limitada de poetas y músicos con talento, pero una demanda aparentemente infinita de especialistas en derecho empresarial? (Respuesta: si un 1% de la población controla la mayoría de la riqueza disponible, lo que llamamos “el mercado” refleja lo que ellos/as piensan que es útil o importante, no lo que piensa cualquier otra persona.) Pero aún más, muestra que la mayoría de la gente con estos empleos en el fondo es consciente de ello. De hecho, no estoy seguro de haber conocido a algún/a abogado/a empresarial que no pensara que su trabajo era absurdo. Lo mismo pasa con casi todas los nuevos sectores anteriormente descritos. Hay una clase entera de profesionales asalariados/as que, si te encontraras con ellos/as en fiestas y admitieras que haces algo que podría ser considerado interesante (un antropólogo, por ejemplo), querrán evitar a toda costa hablar de su propio trabajo. Dales un poco de alcohol, y lanzarán diatribas sobre lo inútil y estúpido que es en realidad la labor que desempeñan. Hay una profunda violencia psicológica en todo esto. ¿Cómo puede uno empezar a hablar de dignidad en el trabajo cuando secretamente siente que su trabajo no debería existir? ¿Cómo puede este

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hecho no crear una sensación de profunda rabia y de resentimiento? Sin embargo una peculiar genialidad de nuestra sociedad es que sus dirigentes han descubierto una forma, como en el caso de los/as tejedores/as de bufandas, de asegurarse que la rabia se dirige precisamente contra aquellos/as que realmente tienen la oportunidad de hacer un trabajo valioso. Por ejemplo: en nuestra sociedad parece haber una regla general por la cual, cuanto más evidente sea que el trabajo que uno desempeña beneficia a otra gente, menos se percibe por desempeñarlo. De nuevo, es difícil encontrar un baremo objetivo, pero una forma sencilla de hacerse una idea es preguntar: ¿qué pasaría si toda esta clase de gente simplemente desapareciera? Di lo que quieras sobre

Es como si alguien estuviera por ahí inventando trabajos inútiles por el mero hecho de mantenernos a todxs trabajando. Y aquí, precisamente, radica el misterio. En el capitalismo, esto es precisamente lo que se supone que no debería pasar. enfermeros/as, basureros/as o mecánicos/as, es obvio que si se esfumaran como una nube de humo los resultados serían inmediatos y catastróficos. Un mundo sin profesores/as o trabajadores/ as portuarios/as pronto tendría problemas, incluso uno sin escritores/as de ciencia ficción o músicos/as de ska sería claramente un sitio inferior. No está del todo claro cómo sufriría la humanidad si todos los/as ejecutivos/as del capital privado, lobbyistas, investigadores/as de relaciones públicas, notarios, comerciales, técnicos de la administración o asesores legales se esfumaran de forma similar. (Muchos/as sospechan que podría mejorar notablemente.) Sin embargo, aparte de un puñado de excepciones (cirujanos/as, etc.), la norma se cumple sorprendentemente bien.

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“La clase dirigente se ha dado cuenta de que una población feliz y productiva con tiempo libre es un peligro mortal.”

SOBRE REDUCIR LA SEMANA LABORAL Una residencia de ancianos en Gotemburgo, Suecia, puso en marcha hace varios meses un experimento controlado. Sus enfermeras trabajarían seis horas al día (en lugar de ocho) cobrando el mismo salario. Parece que los resultados han sido bastante positivos: mayor productividad y menores bajas por enfermedad o depresión. Ahora, otras empresas de la ciudad y del país copian este método para intentar mejorar la productividad y el bienestar de sus empleados. Aunque este experimento se está realizando sobre todo en el sector médico, quizá tenga incluso mejores resultados en otros sectores en los que los que el factor trabajo ya no es tan necesario. Roland Paulsen, investigador de microeconomía en la Universidad de Lund, explica que “durante muchos años los políticos han anunciando que era necesario crear más puestos de trabajo a la vez que aumentaba la masa de horas trabajadas. Pero la productividad se ha duplicada desde 1970, por lo que técnicamente tenemos potencial incluso para que las jornadas laborales sean de cuatro horas”. 18

Aún más perverso es que parece haber un amplio sentimiento de que así es como las cosas deben ser. Ésta es una de las fortalezas secretas del populismo de derechas. Puedes verlo cuando los periódicos sensacionalistas avivan el rencor contra los/as trabajadores/as del metro por paralizar las ciudades durante los conflictos laborales: el propio hecho de que los/as trabajadores/as del metro puedan paralizar una ciudad muestra que su trabajo es realmente necesario, pero esto parece ser precisamente lo que molesta a la gente. Es incluso más evidente en los Estados Unidos, donde los republicanos han tenido un éxito notable movilizando el resentimiento contra maestros/as o trabajadores/as del automóvil (y no, significativamente, contra las administraciones educativas o los gestores de la industria del automóvil, quienes realmente causan los problemas). Es como si les dijeran “¡pero si os dejan enseñar a niños/as! ¡O a fabricar coches! ¡Tenéis trabajos auténticos! ¿Y encima tenéis el descaro de esperar también pensiones de clase media y asistencia sanitaria?”

Si alguien hubiera diseñado un régimen laboral adecuado perfectamente para mantener el poder del capital financiero, es difícil imaginar cómo podrían haber hecho un trabajo mejor. Los/as trabajadores/as reales y productivos/as son incansablemente presionados/as y explotados/as. El resto está dividido entre un estrato aterrorizado de los/as universalmente denigrados/as desempleados/as y un estrato mayor a quienes se les paga básicamente por no hacer nada, en puestos diseñados para hacerles identificarse con las perspectivas y sensibilidades de la clase dirigente (gestores, administradores, etc.) —y particularmente sus avatares financieros— pero, al mismo tiempo, fomentarles un resentimiento contra cualquiera cuyo trabajo tenga un claro e innegable valor social. Obviamente, el sistema nunca ha sido diseñado conscientemente. Surgió de casi un siglo de prueba y error. Pero es la única explicación de por qué, a pesar de nuestra capacidad tecnológica, no estamos todos/as trabajando 3-4 horas al día. R

EL PODER DEL ESTADO POR WOLFI LANDSTREICHER

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l Estado no podría existir si nuestra capacidad para determinar las condiciones de nuestra propia existencia, como individuos en libre asociación con las/os demás, no se nos hubiese sido quitada. Esta desposesión es la fundamental alienación social que provee las bases para toda dominación y explotación. Esta alienación puede ser correctamente rastreada en el surgimiento de la propiedad (y digo propiedad como tal, no como propiedad privada, ya que desde muy temprano gran parte de la propiedad era institucional- perteneciente al Estado). La propiedad puede ser definida como la demanda exclusiva de ciertos individuos e instituciones sobre herramientas, espacios y materiales necesarios para la existencia, haciéndolos inaccesibles a los demás. Este reclamo es reforzado por medio de la violencia explícita o implícita. Sin libertad para tomar lo necesario para crear sus vidas, las/os desposeídas/os están forzados a ajustarse a las condiciones determinadas por las/os auto-proclamadas/os dueñas/os de la propiedad, con la intención de asegurar su existencia, que se vuelve así una existencia en servidumbre. El Estado es la institucionalización de este proceso, que transforma la alienación de la capacidad de los individuos para determinar su propia existencia en acumulación de poder en las manos de unos pocos. Es innecesario e inútil intentar precisar si la acumulación de Poder o la de riqueza tuvieron prioridad cuando aparecieron por primera vez la propiedad y el Estado. Ciertamente estos ahora se encuentran profundamente integrados. Parece como si el Estado fuese la primera institución en acumular propiedades con el propósito de crear un excedente bajo su control, un excedente que le dio Poder real sobre las condiciones sociales bajo las cuales sus súbditos tuvieron que existir. Este excedente les permitió desarrollar las variadas instituciones a través

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de la cuales imponía su poder: instituciones militares, religiosas/ideológicas, burocráticas, policiales y así. Por lo tanto, el Estado, desde sus orígenes, puede ser concebido como un capitalista por si mismo y con intereses económicos propios que sirven precisamente para mantener su Poder sobre las condiciones sociales de existencia. Como cualquier capitalista, el Estado entrega un servicio a cambio de un determinado precio. O más precisamente, el Estado provee dos servicios completamente relacionados: protección de la propiedad y paz social. Ofrece protección a la propiedad privada mediante un sistema de leyes que la precisan y limitan, y por medio de la fuerza de las armas, por las cuales tales leyes son impuestas. De hecho, solo se puede decir que existe propiedad privada cuando las instituciones del Estado están ahí para protegerlas de aquellas/os que simplemente tomarían lo que quisieran. Sin esta protección institucional, existe solamente un conflicto de intereses entre individuos. Esta es la razón por la que Stirner describió la propiedad privada como una forma de propiedad social o estatal sostenida con desprecio por individualidades únicas. El Estado también entrega protección a los «bienes públicos» de invasores externos y de aquellas/ os que el Estado considera ser abusados por sus súbditos, mediante la ley y las fuerzas armadas. Como único protector de la propiedad entre sus fronteras -un rol mantenido por el monopolio del Estado sobre la violencia- el Estado establece un control concreto (relativo, por supuesto, en relación con la capacidad real que tiene de ejercer tal control) sobre toda esta propiedad. Así, el costo de esta protección consiste no solo en impuestos y varias formas de servicio obligatorio, sino también de resignación hacia los roles necesarios para el aparato social que mantiene el Estado, y la aceptación, en el mejor de los casos, de una relación de vasallaje con el Estado,

el cual puede reclamar cualquier propiedad o enrejar cualquier espacio público “por el interés común” en cualquier momento. La existencia de la propiedad necesita al Estado para su protección y la existencia del Estado sostiene a la propiedad, pero siempre, en última instancia, como propiedad estatal, a pesar de lo “privado” que esta supuestamente sea. La violencia implícita de la ley y la violencia explícita de los ejércitos y la policía, mediante las cuales el Estado protege la propiedad, son los mismos mecanismos por los cuales este asegura la paz social. La violencia por la que la personas son desposeídas de su capacidad para crear su vida a su manera es nada menos que la guerra social que se manifiesta a diario en el, por lo general, continuo (pero tan rápido a veces como una bala policial) asesinato de las/ os que son explotadas/os, excluidas/os y marginalizadas/os por el orden social. Cuando la gente bajo ataque empieza a reconocer a su enemigo, frecuentemente actúa contraatacando. La tarea del Estado, asegurando la paz social, es así un acto de guerra social, por parte de las/ os amos en contra de las/os dominadas/ os – la supresión y prevención de cualquier tipo de contra-ataque. La violencia de aquellas/os que gobiernan contra los gobernadas/os es inherente a la paz social. Pero una paz social basada solo en la fuerza bruta es siempre frágil. Es necesario para el Estado implantar en las cabezas de la gente la idea que ellas/ os dependen de la continua existencia del Estado y del orden social que este mantiene. Esto puede ocurrir como en el antiguo Egipto en donde la propaganda religiosa, asegurando la divinidad del Faraón, justificaba la extorsión en la que él tomó posesión de todo el excedente de grano, haciendo a la población absolutamente dependiente de su voluntad divina en tiempos de hambre. O puede tomar la forma de instituciones con participación democrática la cual crea una forma más sutil de chantaje, en la que somos obligadas/os a participar si quere-

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“Los Estados débiles terminan siendo subyugados a los intereses económicos globales por la misma razón que las empresas pequeñas, porque no tienen la fuerza para mantener sus propios intereses”. mos reclamar, pero donde estamos igualmente obligadas/os a aceptar “la voluntad del pueblo” si lo hacemos. Pero, detrás de estas formas implícitas o explícitas de chantaje, las armas, las cárceles, los policías y los soldados están siempre ahí, y esta es la escancia del Estado y la paz social. El resto es solo barniz. Aunque el Estado puede ser visto como un capitalista (en el sentido de que este acumuló Poder gracias a la acumulación de riqueza excedente en un proceso dialéctico), el capitalismo como lo conocemos, con sus instituciones económicas “privadas”, es un desarrollo relativamente reciente, cuyos orígenes están en el comienzo de la era moderna. Ciertamente este desarrollo ha producido cambios significativos en las dinámicas del Poder, desde que una parte de la clase dominante no es directamente parte del aparato del Estado sino excepto como ciudadanos, como cualquiera esas/os que ellas/os explotan. Pero estos cambios no signi-

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“Además del monopolio de la violencia, el Estado también controla muchas de las redes e instituciones necesarias para el comercio y la producción”. fican que el Estado haya sido subyugado a las instituciones económicas globales o que éste se haya vuelto secundario en el funcionamiento del Poder. Si el Estado es, por si mismo, un capitalista, con intereses económicos propios por perseguir y mantener, entonces la razón por la cual trabaja para mantener al capitalismo no es que se haya subordinado a otras instituciones capitalistas, sino porque para mantener su Poder debe mantener su fuerza económica como un capitalista entre capitalistas. Los Estados débiles terminan siendo subyugados a los intereses económicos globales por la misma razón que las empresas pequeñas, porque no tienen la fuerza para mantener sus propios intereses. Como las grandes corporaciones, los Estados grandes juegan un papel de igual o mayor importancia que las grandes corporaciones en determinar las políticas económicas globales. En realidad, son las armas del propio Estado las que harán cumplir tales políticas.

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El Poder del Estado tiene sus raíces en su monopolio legal e institucional sobre la violencia. Esto le da al Estado un Poder material concreto de el cual dependen las instituciones económicas globales. Instituciones tales como el Banco Mundial y el FMI no incluyen solamente delegados de todos los mayores poderes del Estado en el proceso de toma de decisión. Para imponer sus políticas también dependen de la fuerza militar de los Estados más poderosos, la amenaza de la violencia física que siempre debe situarse detrás de la extorsión económica, para que esta funcione. Con el Poder real de la violencia en sus manos, los grandes Estados difícilmente funcionarán como simples servidores de las instituciones económicas globales. Por el contrario, de un modo típicamente capitalista, su relación es una de extorsión mutua, en beneficio de toda la clase dominante. Además del monopolio de la violencia, el Estado también controla muchas de las redes e instituciones necesarias

para el comercio y la producción. Autopistas, trenes, puertos, aeropuertos, satélites y sistemas de fibra óptica necesarios para las comunicaciones y redes de información, son generalmente estatales y siempre sujetos al control del Estado. Investigaciones científicas y tecnológicas necesarias para nuevos desarrollos de la producción, están en buena parte dependiendo de complejos estatales como universidades y el ejército. De este modo, el Poder capitalista depende del Poder del Estado para mantenerse a sí mismo. No es un asunto de subyugación de una parte del Poder sobre otra, sino del desarrollo integral de un sistema de Poder que se manifiesta a sí mismo como una hidra de dos cabezas, el Estado y el Capital, un sistema que funciona como un todo para asegurar la dominación y la explotación, las condiciones impuestas por la clase dominante para la continuidad de nuestra existencia. En este contexto, instituciones como el FMI y el Banco Mundial son mejor entendidas como medios por los cuales los Estados y las corporaciones coordinan sus actividades con la intención de mantener la unidad de la dominación sobre la clases explotadas, en medio de la competencia económica e intereses políticos. Por tanto, el Estado no sirve a estas instituciones sino que estas sirven a los intereses de los Estados poderosos y a los capitalistas. R

EL ANONADAMIENTO COMO TÉCNICA DE DOMINACIÓN

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“El anonadamiento como principio organizador de la sociedad tiene su correspondencia, conforme al pensamiento de Léo Scheer, en la televisión”

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l hablar sobre la morfogénesis del campo de concentración nazi, el sociólogo francés Léo Scheer refiere la destructibilidad del sujeto como el mecanismo de dominación del individuo mediante su confrontación con una realidad inaceptable. El anonadamiento, la infantilización y la autosugestión se incluyen entre las estrategias de conformación de una sociedad en masa carente de amo individualizado. El anonadamiento como técnica de dominación presenta la realidad como inaceptable para el sujeto receptor, de tal modo que se le separa del mundo, se le escinde del objeto de sus pesquisas hasta conformar un aislamiento adventicio del individuo. La realidad entendida como una amenaza permanente infantiliza al sujeto, reducido a la pasiva impotencia que le deniega toda reacción ante el sistema. En consecuencia, el sujeto pierde su capacidad reactiva y se adhiere a la realidad propuesta, en un proceso de autosugestión en el que el sistema de sojuzgamiento deviene fuente de fascinación. Si Jameson cifra el estadio moderno actual según la desaparición de la agricultura tradicional, así como por la colonización y co-

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mercialización del inconsciente, es esta realidad, que corresponde al estadio tardío del capitalismo (Jameson, 2004: 21), el instrumento de anonadamiento del sujeto contemporáneo. El anonadamiento como principio organizador de la sociedad tiene su correspondencia, conforme al pensamiento de Léo Scheer, en la televisión, de tal manera que existe una «continuidad formal entre las técnicas de seducción y las técnicas modernas de comunicación» (Scheer, 1980: 83), conducentes a la desaparición del cuerpo por la acción de las TIC [tecnologías de la información y la comunicación]. La seducción realiza en el acto la desapropiación del cuerpo y el exterminio del sujeto autónomo deseante. La sincronización alcanza en primer lugar a las imágenes y, en segundo, a los espectadores que son testigos de un pasado común que les conecta. La televisión, nos dice Scheer a principios de los años ochenta, trasluce el “teleanonadamiento”, la autoanulación del espectador, fascinado al tiempo por la experiencia mediática, una realidad “tele-sensible” proporcionada por el entramado tecnoeconómico del capitalismo, llámese tardío, cultural o de ficción.

POR ANTONIO FERNÁNDEZ VICENTE Doctor en Comunicación, con la Tesis titulada “Crítica de la tecnología de reencantamiento”, que obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado (2007) en la Universidad de Murcia. Asimismo es Postgrado en Filosofía por la Universidad de Murcia. Forma parte de varios grupos de investigación sobre las nuevas formas de socialización implícitas en el espacio tecnológico comunicativo. Ha realizado estancias de investigación en L’École des Hautes Études en Sciences Sociales, en París, y participado en numerosos congresos internacionales sobre áreas dispares como estética cinematográfica, teoría del leguaje, sociocibernética o políticas culturales.

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LA COLONIZACIÓN DE LAS CONCIENCIAS: DEL SOFT POWER AL ANONADAMIENTO A comienzos de la década de 1980, Yves Eudes explicaba cómo la difusión cultural a través de los mass media se articulaba en forma de estrategia en la competición por la colonización de las conciencias. La instauración de la “conciencia planetaria”, merced a la capacidad de innovación tecnológica inherente a Estados Unidos, trata de implementar una suerte de intimidad, de familiaridad respecto de la organización social de tal país, con el efecto de relativizar toda existencia respecto del sistema tardo-capitalista naturalizado como base primera sobre la que se construyen los contenidos de los medios: «La ‘cultura’ (arte o ficción) debe constituir el embalaje de una mercancía (un flete) política» (Eudes, 1984 : 129). Sin embargo, la aculturación y la propaganda política, ya sea directa o indirecta, amplía su target [objetivo] y su intensidad con el advenimiento de las TIC, que saturan de signos comunicativos binarios –que codifican y decodifican nuestra realidad en imagen-indicial, visual– el devenir de la existencia individual. Así, las estrategias de penetración civil, la guerra por las conciencias tiene como marco de actuación una tela de araña de silicio –cuyo origen, no lo olvidemos, se debe al complejo militarindustrial estadounidense– que escapa por completo a la soberanía de las naciones. El ideal utópico/ideológico de la interdependencia, postulado por Estados Unidos como estrategia de colonización, se alza como una realidad emergente al amparo de la inmaterialidad informática. Si el contacto del hombre con su medio deviene cada vez más adscrito a los intereses de los grandes conglomerados comunicativos, la manipulación de los

deseos, el soft power [poder persuasivo] que generaliza un denominador común, libidinal y naturalizado, en las conciencias se extiende al conjunto de usuarios de los terminales informáticos. De esta forma, tal y como advierte Armand Mattelart, la sociedad informacional esboza el dibujo de la «producción de los estados mentales […] La libertad política no se puede resumir en el derecho a ejercer uno su voluntad. Reside también en el derecho a dominar el proceso de formación de la voluntad» (2001: 126). La producción industrial de bienes simbólicos y la economía política se fusionan de tal manera que las esferas cultural y económica convergen en una única esfera. En la lógica inmaterial del nuevo paradigma tecnológico (llamado por Castells “informacional”), la composición de un estado anonadado del individuo se articula mediante la descorporeización y el relativismo mediático de éste respecto de la realidad segunda conformada por la saturación informativa. Las TIC proporcionan el sustrato simbólico que confiere identidad: los procesos de aculturación, de socialización e incluso los mecanismos distintivos de subjetivación han de enmarcarse en el contexto de la mediatización del sistema comunicativo digital, a su vez determinado por la racionalidad tecnoeconómica de las prácticas neoliberales, convergentes en la categorización de la industria cultural como elemento configurador de las conciencias, instrumento del soft power que fusiona información y entretenimiento, que infantiliza los comportamientos presentando una realidad inaceptable (por ejemplo, el riesgo permanente de un ataque terrorista). R

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CULTURA DE LA LIBERTAD,

CULTURA DEL SOMETIMIENTO POR JOSÉ PABLO FEINMANN

“Un tipo labura todo el día, desayuna mal, almuerza mal, trabaja, llega a su casa, se sienta a comer y mira a Tinelli. Y lo que ve es una falsedad infinita que son esos ultraculos, superculos, especta-culo.” “El hombre mira a su patrona y dice ‘pobre de mí, soy un miserable’. El sujeto que debe ser activo, lúcido y crítico, se siente un miserable en ese momento porque su mujer tiene el culo caído”

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ería perder el tiempo indagar en Tinelli como persona. No sé cuál fue el año –éste o el anterior– en que abrió su temporada con un rating que conmovió a todos. El número del éxito abrumador rondaba o se acercaba (como resultado de un milagro que nadie había previsto) al 50 por ciento. Se instaló una certeza: la mitad del país miraba a Tinelli. ¿Qué ofrecía? Basura. He analizado programas suyos buscando algo, un más allá de la pavada, de lo guaso, lo soez, lo ridículo o lo pornográfico. Nunca lo encontré. Su aspecto es agradable. Tiene una sonrisa que podría lucir en otro contexto. Pero se empeña en ser –cada vez con mayor convicción– lo que viene siendo desde dos largas décadas. Fruto de la devastación cultural del menemismo, sigue ejerciendo esa estética con las permisividades que los tiempos le abren. Su torpeza como conductor lo lleva al exceso de casi meterse el micrófono cerca de alguna muela y además gritar. Tinelli entró en la verdadera pornografía cuando acudió a minusválidos para entretener a su insaciable audiencia. Hizo bailar a una enana. A un señor que le faltaba una pierna y usaba una muleta. Disfrazó eso de generosidad. De hacerles sentir que eran iguales, que estaban tan vivos como cualquiera. También usó a un minusválido mental. Desbarrancó de nuevo cuando una de sus chicas hizo tantos malabarismos en su número que la tanga-hilo dental se le salió y les mostró a todos no otra cosa que su vagina. Se le armó un lío bárbaro. Una panelista de no-sé-qué programa dijo: “Lo próximo que vamos a ver es un

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acto sexual en vivo”. Tiene razón. Tinelli está llegando a un límite peligroso para él. El acto sexual ya se practica, pero sin penetración y aún (salvo en el accidente mencionado) no se ven genitales. Pero toda la gestualidad de los bailarines (algunos son buenos y se han preparado bien) les da a las posiciones sexuales un verismo ultrarrealista. El centro del problema no reside en Tinelli. Si no es él habrá otro. A esta altura seguramente es su propio productor. Pero el canal que lo contrata, ¿por qué lo hace? Porque a la gente le gusta. Y no: eso es falso. A la gente termina por gustarle eso que todos los días le tiran por la cabeza. Pero si se intentara algo mejor, de a poco los gustos irían cambiando. Eso es precisamente lo que Tinelli y todo lo que gira a su alrededor quieren impedir. Que algo cambie. En tanto tengan atornillados a sus sillones a todos los mira-culos del país, todo irá bien. Su modelo (y el de las corporaciones monopólicas que lo respaldan) es la Italia del Papi Berlusconi. El Canal Encuentro es un esfuerzo del Estado argentino por mantener una programación digna, tanto de ellos como de los espectadores. Llevo (llevamos, no sólo yo hago el programa) siete temporadas en el aire y estamos en medio de la preparación de la octava. Cuando me entrevisté por primera vez con Daniel Filmus y Tristán Bauer sólo yo confiaba en el proyecto. También –hay que reconocerlo– ellos se la jugaron. ¿Un programa de filosofía por TV? La TV argentina se hizo y se hace para un personaje que

El filósofo José Pablo Feinmann se mostró durísimo con la distinción como Personalidad Destacada de la Cultura que le fue entregada a Marcelo Tinelli en 2014, y devolvió la distinción que le dieron a él. “Yo no puedo tener un premio que se lo dieron a Tinelli, este premio lo voy a devolver. Quiero que esto sea un gesto en el cual se sepa que no se puede premiar la anti cultura, el anti pensamiento, eso no se puede premiar”

no existe: Doña Rosa. Personaje creado por el machismo de Bernardo Neustadt. Doña Rosa era una boba señora de barrio (¡tenía que ser mujer, desde luego!) a la que había que darle basura porque no entendía otra cosa. La mediocridad del personaje justificaba la mediocridad de los programas y la de quienes los hacían. Y así habrá de seguir la pobre mujer (y toda su familia) eternamente hasta que no se le dé algo superior. Porque los que quieren dar basura para que nada cambie, los que adhieren al sistema miserable bajo el que se cobijan y se hacen millonarios sin pensar, sin arriesgar, son los basureros. Doña Rosa no existe. La creó la mediocridad de los mediocres del medio. La gente de la TV se ha dedicado a ganar dinero. Y la TV no debiera ser eso. ¿Por qué los mejores canales de la Argentina (y de muchos otros países) son estatales? ¿Por qué no hay un solo programa cultural en la TV abierta? ¿Por qué los multimedios que dicen luchar por la libertad y la democracia le abren las puertas a Tinelli? Porque Tinelli les es funcional. La finalidad del poder no es educar, no es despertar conciencias, es idiotizarlas. Uno está harto de ver en films norteamericanos a unos desdichados onanistas que se apoyan en la barra para ver a las bailarinas del caño. Esas bailarinas son prostitutas. El baile del caño con que Tinelli creyó encontrar la clave definitiva del éxito tiene un origen prostibulario. El momento más glorioso es cuando una “bailarina” incrusta su súper-culo en el caño y todo queda claro: el caño es un súper-pene que penetra a

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un ultra-culo. Pero atención: las chicas se animan porque Tinelli les ha dicho antes que sí, que es posible, que si se atreven, lo hagan. Luego, en las secciones más letrinógenas de Internet, sale el impresionante tevé-culo que, varias veces, introduce todo lo posible el caño en el ojo trasero. Así lo llamaba Francisco de Quevedo y Villegas en su espléndido texto del Siglo de Oro español: “Gracias y desgracias del ojo del culo”. Palabra, esta última, que no es mala ni grosera. Depende del ingenio del que la use. En manos de Francisco de Quevedo es poesía. El programa de Tinelli no es ni divertido. Está hecho para el espectador mira-culos. Es la apoteosis del culo-idiotizante. De esta forma, es un programa ideológico-político. Es decir, la eliminación de todo atisbo de conciencia crítica, la reducción de los espectadores a la simple condición-cosa de mira-culos. La cosificación de las conciencias por medio de los culos cosificados, de los culos-mercancía. Un culo es ideología. Ideología de dominación. Nadie puede tomar conciencia de su situación en el mundo, ni siquiera del mundo en que vive, si cuando prende la tele se le arrojan todos esos cíber-culos por la cabeza. Tinelli no es un fenómeno nacional. La culocracia está en toda Suramérica. También en la Italia de Berlusconi. En Estados Unidos avanza a pasos agigantados. En 2013, Tinelli no tuvo trabajo. No arregló con ningún canal. No importa. Si no es él será otro. Alguien ha dicho: “Hay dos formas de impedir pensar al ser humano: una, obligarle a trabajar sin descanso, y otra, obligarle a divertirse sin interrupción”. Pero la diversión se centra cada vez más en lo sexual.

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“Hay dos formas de impedir pensar al ser humano: una, obligarle a trabajar sin descanso, y otra, obligarle a divertirse sin interrupción”

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“Filosofía política del poder mediatico” José Pablo Feinmann. Editorial Planeta.

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El ultra-culo es el culo-humillación. El ente antropológico mira-culos es el más profundamente inauténtico de cuantos puedan ser imaginados. Y aunque los ejemplares de la TV crean haberse adueñado de la palabra cosificación vamos a seguir usándola. El ente antropológico –en la filosofía de Sartre, sobre todo en El ser y la nada– es pura posibilidad. De ahí el concepto del hombre en tanto nada. Soy nada porque estoy arrojado al mundo, hacia mis posibles. En este presente sólo soy una sed que se e-yecta sobre el mundo. El hombre no es realidad, es posibilidad. Una piedra es realidad. Una piedra es una cosa porque no tiene la dimensión del futuro. Es lo que es. Está cosificada en su ser. Eso pasa con el mira-culos. Eso busca el ultra-culo. Que el que lo mire se paralice en esa mirada. Se cosifique en esa mirada. Más que el ultra-culo (que es, sí, una cosa en tanto es una mercancía), el cosificado es el pobre tipo mira-culos. El cosificado es el sujeto libre. Lo que se cosifica es su libertad. El ultra-culo es una herramienta del poder para cosificar la libertad de los sujetos. El sujeto sigue bajo el señorío de los otros (gran definición del Heidegger de Ser y tiempo), pero ese señorío se expresa aquí por medio del ultra-culo. El poder busca matar al sujeto. Sabe que ahí reside el verdadero peligro. La infinidad de cíber-culos, ultra-culos, tevéculos, culos espectá(culo) que germinan por innumerables partes van en busca de eso: de la libertad del sujeto. Todas esas formas de culos convergen y se sin-

tetizan en una: el culo-idiotizante. Cuando nos cansemos de los culos insistirán con las tetas. Cuando nos cansemos de las tetas insistirán con los culos. Cuando nos cansemos de los culos y las tetas atacarán con los penes. Harán grandes concursos mediáticos. “Si la tiene larga, ¡venga y gánese un cero kilómetro!” Los jurados serán femeninos. También las encargadas de medir los miembros viriles de los concursantes. Cuando nos cansemos de los culos, las tetas y los penes enviarán sus soldados, previo acuerdo con el poder mediático monopólico de cada país. Arrojarán sus misiles. (Acabamos de hacer un festival de cine en Iguazú, bajo el ímpetu y el vértigo de Juan Palomino, para frenar el proyecto de Kathryn Bigelow, que busca demostrar que el terrorismo tiene un gran emplazamiento en esa zona.) Nos quieren idiotas, sumisos, manipulables o muertos. Nosotros amamos la vida, el arte, el amor, la libertad. Ellos no. Sólo aman el poder. Y destruirán el planeta con tal de no perderlo. Duele decirlo y es imposible no hacerlo: si los socialismos del siglo XX hubieran ganado habrían hecho lo mismo. De otro modo. Pero no otra cosa. Lo central –siempre– es la sumisión, por el embrutecimiento en el trabajo, por la fuerza represiva o por la represión del entretenimiento. ¿Hay alguna esperanza? Por ahora, saberlo, denunciarlo. Y si ayer nos han dado un premio que hoy le dan al representante de esa cultura, devolverlo. R

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CÓMO FACEBOOK MANIPULA LAS NOTICIAS QUE SALEN EN TU FEED

El diario The Guardian ha recibido filtraciones que muestran que facebook tiene un equipo editorial que se encarga de impulsar ciertas noticias por sobre otras.

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egún ha revelado The Guardian en una filtración, Facebook tiene un equipo editorial humano que decide qué historias son relevantes para que sean impulsadas como tendencias en esta red social. Aunque Facebook prefiere que pensemos que es un algoritmo sin ningún sesgo o inclinación política, lo que decide qué aparece entre las noticas que corren en el feed de los mil millones de personas que visitan esta red social cada día, de hecho se tiene un reducido equipo editorial que evalúa la información para hacer relevante el contenido. Las revelaciones que obtuvo The Guardian de un exempleado, quien mostró documentos internos similares a los que tienen los diarios noticiosos, se suman a acusaciones que sostienen que Facebook tiene un sesgo editorial en contra de organizaciones conservadores, a la par de una investigación del Senado de Estados Unidos. Como el mismo reporte del periódico señala es ingenuo pensar que Facebook, a fin de cuentas el distribuidor de noticias más grande del mundo, no tiene una posición política. Facebook había rechazado las acusaciones pero después de la información presentada por el diario británico ha tenido que aceptar que tiene un equipo editorial de alrededor de 12 personas que basan sus criterios en la información que aparece en cerca de 10 sitios de

noticias globales, incluyendo Fox News, The Guardian, la BBC, NBC News, The New York Times, USA Today, The Wall Street Journal, The Washington Post y Yahoo News. Según los lineamientos revelados por The Guardian, los editores designan importancia cuando una historia aparece en varios de estos medios, lo cual evidentemente significa una muy restringida noción de lo que es relevante y una recirculación de lo mismo que tiende a lo monopólico. Este mismo reglamento interno permite que “inyecten” una historia a sus trending topics cuando lo consideran oportuno o que remuevan otra que no refleja algo relevante. Facebook ha hecho llegar a The Guardian una lista más amplia de mil sitio fidedignos que serían tomados en cuenta en sus elecciones editoriales. Lo anterior genera suspicacia sobre cómo Facebook valúa a los sitios y si existe una labor manual de etiquetar algunos como autoridades en ciertos temas o como poco fiables. Si bien en esto Facebook parece estar operando bajo la instrucción de hacer su sitio más relevante para los usuarios, es innegable que al introducir el factor humano se revela que el valioso terreno de competencia que es el campo de la atención de los usuarios en esta red social no es completamente equitativo para todos y que las reglas están siendo alteradas desde dentro.

En la información mostrada se hace referencia al caso del #IceBucketChallenge que estaba inundando el sitio y el tema de BlackLivesMatter, el cual estaba circulando más en Twitter, como un parteaguas para introducir la mano que dirige las noticias. La idea bajo la cual las empresas de tecnología navegan libremente es que la data en su imponente cantidad y en su justicia estadística es la que rige el juego. Los usuarios viven bajo la necesaria ilusión de que no existe alguien moviendo los hilos detrás de la pantalla; es sólo una máquina capaz de simular inteligencia, algoritmos cada vez más astutos. En el caso de los usuarios que son también productores de noticias esta ilusión es vital, de otra manera se está jugando en un campo de juego inclinado en su contra y no se puede ya creer en la integridad del sistema. El poder que tiene Facebook en este sentido es inmenso y mayormente fuera del control de algún organismo regulador. Como dice Vince Coglianese de The Daily Caller: “Es preocupante pensar que Facebook podría estar aislando intencionalmente vastas regiones del país”, con esto diciendo que la red social podría estar mostrando lo que tiene relevancia para zonas o actores que su criterio editorial ha determinado como más importantes que otras. R

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EL CONSUMISMO TE ESCLAVIZA CON LA PROMESA DE SER FELIZ Desde hace décadas el aparato mediático cerró filas para promover un estilo de vida basado en una simple actividad: consumir.

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parentemente la élite percibió en el consumo al mejor aliado de un sistema financiero que venía gestándose desde el Renacimiento y que consagró su desarrollo con el surgimiento de las grandes corporaciones. Analizando, incluso superficialmente, este mecanismo al cual se nos incentiva cotidianamente a través de distintas vías, es relativamente fácil percatarse que utiliza, como máximo estimulante, una promesa: la felicidad. Al asociar el acto de consumir con la posibilidad de que seas feliz, millones

de personas se vuelcan a perseguir ese estado abstracto, históricamente codiciado, que representa ser feliz. Pero dentro de la dinámica del consumo la felicidad es algo que jamás se alcanzara, pues haciendo honor a la épica canción de los Rolling Stones, “I can’t get no satisfaction”, se trata de un modelo explícitamente construido para evitar que llegues a tu fin y, en cambio, vivas atrapado en un proceso simulado de búsqueda de felicidad. Pero ser esclavo de este espejismo no es la única consecuencia de volcarte a consumir. También existen otros efectos como la pérdida de identidad, la alienación e incluso la pérdida de una autoestima genuina. Y es que a fin de cuentas el problema de raíz, que origina las consecuencias recién mencionadas, se debe a que una persona deposita su identidad (esto es, su capacidad de diferenciación con respecto a la otredad) alrededor de los artículos y productos que compra. Paralelamente se olvida de buscar respuestas en su interior, desestima por completo el auto-conocimiento y comienza a asociar íntimamente su valor como individuo a aquellos objetos que posee. Y es precisamente por estas características psicosociales que el consumismo termina por ser una eficiente prisión para millones de personas. A pesar de que el consumismo es un estilo de vida que ya estas alturas pudiese considerarse añejo, lo cierto es que con el paso del tiempo hemos sido testigos de manifestaciones cada vez más patológicas en torno a este fenómeno. Desde iglesias adquiridas para transformarlas en centros comerciales (con el peso simbólico que lleva implícita esta acción) o personas que venden sus propios órganos para adquirir el gadget de moda, hasta estudios que confirman que ciertas marcas activan la misma región neurológica en algunas personas que la detonada por principios religiosos. Pero si bien estamos parados en el clímax del consumismo, también podríamos hablar de que, tal vez, estamos

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también viviendo el apogeo de una conciencia que eventualmente pudiese obligar a un rediseño de la actual filosofía de vida, algo que inevitablemente terminaría por impulsar un replanteamiento de las estructuras económica, cultural y, por qué no, psicosocial. Esta conciencia ha encarnado en diversos movimientos que intentan hacer frente a la inercia masiva, sagazmente manipulada, que envuelve a la mayoría de la población. Hace algún tiempo se viene hablando de un movimiento global conocido como los Freegans, el cual, si bien fue tejiéndose desde principios de los setentas, en realidad no llegó a consumarse como tal hasta hace poco menos de veinte años. Sus miembros, además de ser veganos, una estricta corriente vegetariana, promueven la recolección de deshechos aún aprovechables (recordemos que uno de los axiomas del consumismo es desechar prontamente para sustituir el producto por uno nuevo). Los Freegans han declarado una guerra frontal al comercio convencional y en especial a ciertos anti-valores que sostienen el actual sistema como la avaricia, la frivolidad y el materialismo. A cambio enarbolan como bandera la promoción de la generosidad, la libertad y la cooperación. Otro movimiento interesante de reciente creación es el llamado “Decrecimiento”. Esta corriente propone la disminución del consumo y la producción controlada, teniendo como premisa el respeto al medio ambiente, a la coexistencia de ecosistemas y al ser humano. Como su nombre lo indica, el Decrecimiento condena la máxima que rige el actual sistema financiero, es decir, el crecimiento económico a toda costa. Vale la pena enfatizar en que, según ha sido probado, el hecho de que un país crezca económicamente pocas veces se traduce en una mayor calidad de vida para sus habitantes. Sustentado en una teoría expuesta por el filósofo y escritor Nicholas Geor-

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gescu-Roegen en su obra sobre bioeconomía The Entropy Law and the Economic Process (1971), el Decrecimiento tiene como antecedentes las corrientes anti-industriales del siglo XIX, encabezadas por Henri David Thoreau, en Estados Unidos, y Lev Tolstoi, en Rusia. Esta corriente remarcaba el valor de la individualidad y favorecía la creatividad sobre la rentabilidad. En palabras el profesor español Carlos Taibo, un activo promotor de este movimiento alter-económico, quedan impresas las principales razones para condenar el crecimiento económico: «En la percepción común, en nuestra sociedad, el crecimiento económico es, digamoslo así, una bendición. Lo que se nos viene a decir es que allí dónde hay crecimiento económico, hay cohesión social, servicios públicos razonablemente solventes, el desempleo no gana terreno, y la desigualdad tampoco es grande. Creo que estamos en la obligación de discutir hipercríticamente todas estas. ¿Por qué? En primer lugar, el crecimiento económico no genera —o no genera

necesariamente— cohesión social. Al fin y al cabo, este es uno de los argumentos centrales esgrimidos por los críticos de la globalización capitalista. ¿Alguien piensa que en China hay hoy más cohesión social que hace 15 años? [...] El crecimiento económico genera, en segundo lugar, agresiones medioambientales que en muchos casos son, literalmente, irreversibles. El crecimiento económico, en tercer término, provoca el agotamiento de los recursos que no van a estar a disposición de las generaciones venideras. En cuarto y último lugar, el crecimiento económico facilita el asentamiento de lo que más de uno ha llamado el “modo de vida esclavo”, que nos hace pensar que seremos más felices cuantas más horas trabajemos, más dinero ganemos, y sobre todo, más bienes acertemos a consumir. »Por detrás de todas estas aberraciones, creo que hay tres reglas de juego que lo impregnan casi todo en nuestras sociedades. La primera es la primacía de la publicidad, que nos obliga a comprar aquello que no necesitamos, y a menudo incluso aquello que objeti-

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vamente nos repugna. El segundo es el crédito, que nos permite obtener recursos para aquello que no necesitamos. Y el tercero y último, la caducidad de los productos, que están programados para que, al cabo de un periodo de tiempo extremadamente breve, dejen de servir, con lo cual nos veamos en la obligación de comprar otros nuevos». Pero más allá de reclutarte en las filas de alguna corriente anti-consumista —de convertirte en Freegan, en Decreciente o en alguna otra de estas loables tribus contemporáneas— lo cierto es que si quieres hackear tu propio estilo de vida consumista basta con esforzarte un poco para ejercer conciencia cotidiana sobre tus actos, sobre tu auto-percepción y sobre tus principios. Sería interesante que recapitularas un poco a propósito de tus posesiones materiales, con una perspectiva crítica, tratando de definir cuáles de ellas inciden realmente sobre tu calidad de vida. Y no se trata de abandonar todas tus pertenencias como Daniel Suelo, el dharma blogger, e irte a la montaña (lo cual tal

vez no te haría mal). Se trata de entender cuáles son los objetos, artículos o productos que realmente enriquecen tu vida y te acercan a ese edénico estado que te promete el consumo, la felicidad. Y ya entrado en esa reflexión, también sería bueno que analizaras aquello que en realidad te aporta felicidad (tratando de excavar más allá de los múltiples espejismos a los que hemos decidido atarnos). Finalmente, valdría la pena que definieras tus cualidades personales, tus mayores virtudes, con respecto al entono, incluyendo obviamente a la gente que te rodea, pero también respecto a tu propia persona. Y al final de este nutritivo proceso, lo más probable es que termines por darte cuenta de que gozas de una identidad propia, que tu rol social poco tiene (o poco debería tener) que ver con lo que consumes, que vives rodeado de objetos que difícilmente harán más lúcida tu existencia, que pasas la mayor parte de tu vida trabajando para poder comprar cosas que ni siquiera quieres y, sobretodo, que la felicidad, por naturaleza, no tiene precio. R

Su nombre deriva de la palabra en inglés free, libre y gratis, y vegan, vegano, vegetariano. Son personas que emplean estrategias alternativas para vivir basadas en una participación limitada en la economía convencional y en un mínimo consumo de recursos. Se manifiestan en contra del consumo y del desperdicio excesivo de productos, del materialismo, la intolerancia y la codicia, están a favor del reciclaje y de compartir los bienes, abogan por la comunidad, la generosidad, la conciencia social, la libertad y la cooperación. Una de las actividades más notables de esta comunidad son las colectas en basureros, realizadas en grupo o individualmente, y de las que siempre comparten lo encontrado. Dentro de dichas búsquedas destaca el “Dumpster Diving”, la cual consiste en buscar en la basura de hoteles, casas y restaurantes, entre otros, objetos en buenas condiciones que funcionen y puedan ser usadas. Otro conocido hábito es el “Food Not Bombs” que consiste en recuperar comida que de otro modo sería desperdiciada: la rescatan y utilizan para ofrecer comidas al aire libre a las que puede asistir cualquiera. Los Freegans solamente consumen bienes de segunda mano, utilizan transporte sustentable, realizan mercados de trueques, utilizan herramientas on line para optimizar sus recursos y organizan en edificios abandonados programas públicos que incluyen actividades artísticas para niños, educación ambiental, jardinería y trabajo voluntario. Todo esto con la convicción de buscar mejoras en sus comunidades sin necesidad de gastar dinero ni depender del sistema.

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POR JUAN IGNACIO MANZANARES

ESCUELA CRÍTICA, EDUCACIÓN Y TECNICISMO.

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uge tecnicista y revolución critica. Dentro de la didáctica en su devenir histórico existen diferentes corrientes, enfoques, posturas que influyen en sus metodologías, fines y objetivos, proyectos didácticos, currículo, etc. A partir del periodo de posguerra se dio una hegemonía, un auge, desde la perspectiva tecnicista, generando un proyecto educativo con un énfasis en el criterio normativo. Los “eficientistas” buscaban la organización educativa a partir de objetivos y así que los sujetos sean capaces de resolverlos de forma exitosa y eficiente “De lo que se trata ahora es de organizar objetivos operativos, seleccionar actividades y experiencias para

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evaluar conforme a los objetivos que van señalando avances desde la incompletud del alumno, hacia el modelo de su deber observable en termino de conductas graduadas y secuenciadas” Barco, S (1996). Las cuestiones observables eran fundamentales desde las bases tecnicistas, el sujeto quedaba reducido a una “maquina” que resolvía experiencias sin un pensamiento lógico, racional o crítico. Dichas posturas, tenían influencias desde, la psicología conductista, la perspectiva de Tylor, la expansión del industrialismo y su organización, por lo tanto, una reproducción de la distribución fabril en el sistema educativo crecía a medida que aumentaban las fábricas.

Siguiendo a Davini (2007) el clima educativo estaba carente de posturas políticas y las representaciones simbólicas en el sujeto quedaban reducidas. Rupturas del modelo, la Teoria Social Critica. Diferentes construcciones teóricas desde una crítica a la lógica social capitalista y los diferentes mecanismos empleados para la dominación de las clases hegemónicas sobre los sectores populares tuvieron un fuerte auge. Dichas teorías comenzaron a producirse entre 1937 y 1940, pero en 1960 se popularizo la llamada “Escuela de Frankfurt”, a fines de la década del 60´se vivía un clima de agitación social, revolucionario desde perspectivas sociales, culturales y educativas llevadas

“Se sigue educando con construcciones de índole tradicional y, en algunos casos, con las cuestiones de dominación de ciertas clases por sobre otra” adelante desde el “Mayo Francés” este movimiento en Francia genero cambios en todo el mundo, y todo o casi todo lo que estaba dado se ponía en cuestión. Los grandes exponentes de las teorías críticas eran Horkheimer, Adorno, Marcuse, Habermas, Bourdieu, Altusser, Foucault. Y sus objetivos y teorías (para nada homogéneas) buscaban recuperar la dimensión de la subjetividad y destacar el papel de la ideología. ¿Qué implicancias tuvieron en una perspectiva educativa? Los aportes de la Escuela Critica y sus autores fueron fundamentales para revalorizar el papel social de la escuela, y por consiguiente, el de la didáctica. Siguiendo la línea de los teóricos críticos en las prácticas educativas con sentido crítico, se buscó recuperar la dimensión de la subjetividad, desechada con la lógica tecnicista. Según Davini, en una de sus construcciones de acuerdo con los aportes de Habermas, la recuperación de la subjetividad se da desde la recolección de experiencias para el proceso educativo, este asunto lo veían fundamental en su lógica crítica. “En lo político, el nuevo paradigma destaca el papel de la ideología y sus usos: en un primer lugar como supuesto metateorico y en segundo término, en su uso político, como justificación de las relaciones de poder y legitimación de la dominación.” Davini, M

(2007) por lo tanto, siguiendo esta valorización de la ideología aportes de Bourdieu nos muestran la lógica re productivista del sistema, la dominación desde el poder hegemónico tanto simbólico como también económico. Entonces ¿Qué postura debería seguir la didáctica según estas corrientes? La autora Barco, hace una recopilación de aportes habermasianos y muestra que hay tres tipos de intereses técnico, practico y emancipador. El último de los intereses postulados recientemente, es el que debería interesarle a las corrientes críticas, la didáctica debería apuntar a la autonomía del sujeto, la responsabilidad de personas y sujetos tanto en el marco de la institución educativa como también en el marco social. Por lo tanto en relación con estas corrientes, el currículo debería construirse con contenidos favorables a la lógica emancipadora, las estrategias docentes deberían seguir la idea critico-reflexiva formadora de ciudadanos capaces de ser autónomos. Un breve análisis de la actualidad. Si bien las corrientes críticas no fueron capaces de establecer un sistema educativo hegemónico con sus ideologías, objetivos y perspectivas, desde mi punto de vista, aplicar estos pensamientos hoy en día queda más a la orden del docente a cargo de las clases.

Si analizamos los Diseños Curriculares Bonaerenses de secundaria, uno de los fundamentos es la construcción de ciudadanía en los sujetos, en sentido de construirla y transformarla con experiencias y prácticas que sean significativas y así conformar un clima favorecedor para el aprendizaje. Pero el sistema educativo actual sigue teniendo huellas y lógicas que continúan desde el momento en su fundación. Se sigue educando con construcciones de índole tradicional y, en algunos casos, con las cuestiones de dominación de ciertas clases por sobre otra, los diseños se construyen con discursos operantes hegemónicos de las denominadas ciencias positivistas. Por lo tanto, una de mis conclusiones finales a cerca del quehacer didáctico, como ya dije anteriormente, las propuestas por parte de docentes o de un grupo de docentes en trabajos interdisciplinarios o no, debe tener este carácter critico-reflexivo de cuestiones y desigualdades sociales, construir estrategias, contenidos, temas y proyectos didácticos que sean significativos con los sujetos de educación, capaces de construir sus conocimientos desde la crítica, la reflexión y emancipación. R

leer mas... “Corrientes didácticas contemporáneas.” A. Camilloni, M. C. Davini, G. Edelstein, E. Litwin, M. Souto y S. Barco. Editorial Paidos.

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CERRAR LAS ESCUELAS, LA MANERA DE TRANSFORMAR LA EDUCACIÓN El sistema educativo actual es percibido por muchos como opresivo, obligatorio y obsoleto, de tal manera que una verdadera reforma educativa requeriría cerrar las escuelas y con ello terminar con un modelo que no se adapta a las necesidades actuales.

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e alguna manera, las escuelas son un símbolo de civilización y progreso. La existencia de sistemas de educación pública y gratuita refleja la preocupación de ciertos países y comunidades por reunir, profundizar y compartir el conocimiento. Sin embargo, el modelo más difundido de clase que tenemos hoy en día, en el que el maestro se pone al frente e imparte cátedra a alumnos sentados y pasivos que se limitan a aceptar lo que se les dice o a matar horas de clase divagando mientras fingen que prestan atención, ha sido severamente criticado por algunas facciones conscientes de la sociedad, a quienes les preocupa cómo este ambiente opresivo y obligatorio fomenta la desconexión social y favorece la competición y el logro en sí mismo, más que la colaboración y la atención al proceso. Es decir que el sistema establecido en realidad no está formando personas verdaderamente felices o exitosas capaces de coexistir y fortalecer el tejido social, sino afirmando la insatisfacción y modelos de recompensa en los que lo importante es que se ha obtenido la calificación, el reconocimiento o el título, y no si los estudiantes realmente aprendieron algo en el proceso, si lo hicieron ellos mismos o si para lograrlo colaboraron con otros o se aprovecharon de ellos. Esta distorsión de las prioridades y los valores que rigen los sistemas educativos actuales es un reflejo del lado más oscuro de los valores del capitalismo que ha tomado en sus manos cada aspecto de la vida humana. ¿Qué podemos hacer al respecto, para transformar la educación? ¿Cómo podríamos hacerla mejor? ¿Cómo podríamos hacer que promoviera habilidades, valores y conocimientos que permitieran a las

siguientes generaciones florecer y superar los errores de sus antepasados? Una de las propuestas más radicales que se ha hecho en este sentido es la de cerrar las escuelas, y por lo tanto abandonar el sistema educativo obsoleto y deficiente por el que abogan y reformar la educación alrededor del concepto de “centro de aprendizaje”. En su artículo “La reforma de un pueblo, cerrar las escuelas”, Will Richardson explica cómo una comunidad en el Reino Unido logró

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internet que a un aula, además de poder tener acceso a las plataformas de conocimiento en línea desde casa. Puede que parezca radical, pero en su ensayo “Cuando las puertas de la escuela se cierran: cuento de una noche de verano”, Linda Dobson ha dado ejemplos de qué pasaría si las escuelas dejaran de existir y empezáramos a activar modelos educativos centrados en la comunidad, de tal manera que sus diversos miembros podrían atender a estos centro de conocimiento tanto para aprender como para enseñar los temas que realmente les apasionan. En palabras de Dobson, si las escuelas cerraran: “Las comunidades tendrían que responder con muchas y variadas alternativas de manera rápida y eficiente. Los abuelos reclutados para el cuidado de los niños lo demandarían. Entonces la señora Jones decidirá que le encantaría enseñar escritura creativa a media docena de chicos del vecindario un par de mañanas a la semana. El señor Barry le daría la bienvenida a la oportunidad de compartir sus experiencias de primera mano sobre la Segunda Guerra Mundial. El señor Madden vería la oportunidad de complementar su cheque de seguridad social, desempolvaría sus libros de contabilidad y pondría un clasificado en el periódico local…” Puede ser que la diaria convivencia con tendencias educativas obsoletas e ineficientes las haya vuelto “normales” a nuestros ojos. Pero si reflexionamos un poco más al respecto, ¿realmente es tan descabellada la idea de sentar las bases para una forma de enseñanza distinta en la que la comunidad tome su parte de responsabilidad en el aprendizaje y bienestar de otros, en la que la comunidad misma sea quien determine sus necesidades y no sea definida por modelos ajenos y valores que no comparte? R

“El sistema establecido en realidad no está formando personas verdaderamente felices o exitosas capaces de coexistir y fortalecer el tejido social, sino afirmando la insatisfacción y modelos de recompensa”. cerrar 11 escuelas para reemplazarlas con centros de aprendizaje dinámicos que operaran y funcionaran a través de dinámicas y principios radicalmente diferentes a los de las escuelas tradicionales, pues en ellos no se darían clases formales ni habría horarios, los estudiantes simplemente obtendrían sus tareas o asignaciones diarias en grupos de 120 en la mañana para posteriormente retirarse a zonas que se asemejan más a un café

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George Orwell es considerado uno de los grandes críticos sociales de la era moderna. Algunas de sus citas, con más de medio siglo de antigüedad, muestran una profunda comprensión del futuro.

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10 AFIRMACIONES DE GEORGE ORWELL QUE SE ESTÁN CUMPLIENDO HOY EN DÍA 40

“En nuestra época no existe la posibilidad de mantenerse fuera de la política. Todos los asuntos son asuntos políticos y la política, en sí misma, es una masa formada de mentiras, evasiones, locura, odio y esquizofrenia”

Muchas personas, actualmente tienen la voluntad de enterrar la cabeza en la arena cuando se trata de asuntos políticos, pero por mucho que se esfuercen, jamás conseguirán aislarse de la realidad. Aunque alguien consiga evitar la política, en algún momento los efectos de las decisiones políticas que ha tratado de evitar, llamarán a su puerta y le afectarán plenamente.

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“Toda la propaganda de guerra, todos los gritos, las mentiras y el odio, provienen, invariablemente, de gente que no está luchando”

Lo podemos ver cada día en las noticias, donde constantemente aparecen líderes políticos, expertos analistas o tertulianos opinadores, clamando por la necesidad de hacer fluir la sangre por las calles de alguna ciudad o región de nombre impronunciable. Siempre en forma de bombardeos “selectivos y humanitarios”, en forma de lucha “legítima” contra tiranos o terroristas en nombre de la democracia, la paz, la seguridad o la ley internacional o en defensa de las patrias, las creencias o las ideologías más variopintas. Y a medida que caen las bombas y vuelan las balas, ellos siguen embutidos en sus cómodos trajes, hablando tranquilamente ante las cámaras, lejos del campo de batalla que ellos mismos han generado.

“La guerra contra un país extranjero sólo ocurre cuando las clases adineradas piensan que van a beneficiarse de ella”

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Ésta es una idea difícil de aceptar para mucha gente. Pero solo hace falta ver quién se benefició de las recientes guerras libradas por los Estados Unidos para comprender que ésta es la auténtica realidad que se esconde detrás de la mayoría de conflictos actuales.

“El propio concepto de verdad objetiva está desapareciendo de nuestro mundo. Las mentiras pasarán a la historia”

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Podemos verlo constantemente en libros de historia de todo el mundo. Por ejemplo, hay un libro de historia iraquí que narra la “gloriosa victoria de Saddam Hussein sobre los Estados Unidos” en 1991. Existen, a su vez, múltiples libros de historia, de naciones diferentes, que afirman que alguno de sus ciudadanos fue el primero en volar o en realizar un mismo invento. La historia siempre es escrita por el vencedor o por el que tiene el poder, y a éste nunca se le pregunta si está diciendo la verdad.

“En una época de engaño, decir la verdad es un acto revolucionario”

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Cada vez está más claro: las revoluciones del futuro no se librarán con balas y explosivos, sino con pequeños fragmentos de datos que viajen por las redes de todo el mundo destruyendo las falsas narraciones con las que los gobiernos engañan a sus ciudadanos. Ahí estan los ejemplos, aunque discutidos, de Assange, Manning o Snowden.

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“El periodismo consiste en decir cosas que alguien no quiere que digas: todo lo demás son relaciones públicas”

No nos equivoquemos al respecto; si un artículo no enoja a alguien, no es auténtico periodismo. La mayor parte de lo que actualmente es considerado “una noticia”, es poco más que un anuncio oficial de un producto, un servicio, o una creencia. Es decir, pura propaganda al servicio de algún interés. El auténtico periodismo consiste en desvelar la verdad, y la verdad siempre molesta a alguien.

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“En la vida real es siempre el yunque el que rompe al martillo…”

En todos los conflictos, tal y como podemos ver actualmente por todo el mundo, el bando vencedor no es el que puede infligir un mayor daño, sino el que es capaz de soportar mayores daños. El que resiste, es el que acaba imponiéndose en última instancia. La historia está repleta de situaciones en las que poderosas fuerzas militares “ganaron las batallas pero perdieron la guerra” ¿Les suena Vietnam?

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“El nacionalista no sólo no desaprueba las atrocidades cometidas por su propio bando, sino que además tiene una notable capacidad para ni siquiera oír hablar de ellas”

Que se lo digan a los ciudadanos norteamericanos. Lanzarán el grito al cielo si les hablan de las torres gemelas… pero ni tan solo han oído hablar de Haditha, Panjwai, el distrito de Maywand o de Mahmudiya. En todos estos incidentes, los que cometieron las atrocidades y los actos de brutalidad llevaban una bandera norteamericana en su hombro. Y así con todos los países.

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“Las amenazas a la libertad de expresión, de escritura y de acción, aunque a menudo parecen triviales cuando las vemos aisladamente, son acumulativas en su efecto y siempre conducen a una falta de respeto generalizado hacia los derechos del ciudadano”

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Todos los días aparece una nueva forma de censura o un nuevo método de forzar a la gente a que se autocensure y la gente no reacciona ante ello, ya que cada vez que aparece un nuevo método de represión, sólo se aplica a una pequeña minoría. Cuando las personas se percatan de que su libertad de expresión y su capacidad para disentir ha sido completamente restringida, ya es demasiado tarde. Y eso nos lleva a la cita más inquietante de Orwell…

“Si quieres ver una imagen del futuro, imagina una bota aplastando un rostro humano para siempre”

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Una vez que las personas son adoctrinadas con creencias nacionalistas y una vez que se ha creado la infraestructura necesaria para protegerlos de algun tipo de “enemigo” constantemente cambiante en nombre y forma, ya no hay ninguna posibilidad de que las personas recuperen la libertad. En el momento en que todas estas piezas están en su lugar, se pierde toda oportunidad de recuperar la libertad y no solo eso, sino que se evapora la voluntad de las personas de alcanzar dicha libertad. Llegados a este punto, las personas verdaderamente aman al Gran Hermano.

leer mas... 1984 es una novela política de ficción distópica, escrita por George Orwell, que introdujo los conceptos del omnipresente y Gran Hermano, de la notoria habitación 101, de la ubicua policía del Pensamiento y de la neolengua, adaptación del inglés en la que se reduce y se transforma el léxico con fines represivos, basándose en el principio de que lo que no forma parte de la lengua, no puede ser pensado. Muchos analistas detectan paralelismos entre la sociedad actual y el mundo de 1984, sugiriendo que estamos comenzando a vivir en lo que se ha conocido como sociedad orwelliana, una sociedad donde se manipula la información y se practica la vigilancia masiva y la represión política y social.

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