Refranes y Reflexión

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Refranes y Reflexiรณn



Refranes y Reflexiรณn


Lucks, José Ricardo Refranes y Reflexión / José. Ricardo Lucks; – 1a ed. – Don Torcuato : STRUO Ediciones, 2016 Libro Digital, PDF (286 páginas; 21x15 cm.) Archivo Digital: Descarga y Online ISBN: 978-987-24677-7-7 1. Refranes. I. Título. CDD A860

Diseño de portada y contraportada: J. R. Lucks

Queda terminantemente prohibida, sin la autorización expresa y escrita del titular del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial con fines comerciales de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la fotocopia y el tratamiento informático. © 2016, J. R. Lucks Primera edición: Septiembre 2016

ISBN 978-987-24677-7-7

Hecho el depósito que marca la ley 11.723




“No aprendemos de nuestras experiencias… sino de

reflexionar sobre nuestras experiencias”. John Dewey (1859-1952) Filósofo, pedagogo y psicólogo.

Agradezco a todos los que, queriéndolo o no, inmortalizaron sus experiencias en palabras y las echaron a correr, dándole vida a lo que hoy llamamos refranes y proverbios. Aprovecharlas solamente depende de nosotros.



Índice de contenidos

Índice

Prólogo .....................................................................................- 15 Millones de moscas ....................................................................- 21 Energía eólica............................................................................- 25 La experiencia ajena sí sirve........................................................- 29 Perder y encontrar .....................................................................- 35 Sensaciones y Sentimientos ........................................................- 41 Malditas mentiras repetidas.........................................................- 47 Ánimo, paciencia y un poco de ilusión ..........................................- 53 Elecciones duraderas..................................................................- 59 Sombras cortas de mediodía .......................................................- 65 Espejos Públicos ........................................................................- 71 Amistad, divino tesoro ................................................................- 77 Palabras de moda I ....................................................................- 83 Palabras de moda II ...................................................................- 89 Formas o fondos ........................................................................- 95 Proyectos de porvenir, hoy, no mañana ...................................... - 101 Sarna con gusto pica también, pero… ........................................ - 105 Si no está roto… ...................................................................... - 109 Panza llena… pero ojo .............................................................. - 115 Jamón y huevos, gobernados y gobernantes ............................... - 121 Vida y Muerte .......................................................................... - 127 Hacer y hacerse....................................................................... - 135 -

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Refranes y Reflexión

Año nuevo… ........................................................................... - 143 La revolución de los buenos...................................................... - 149 La insoportable falta de compasión............................................ - 155 La culpa es del amor................................................................ - 161 El saber no ocupa lugar, y da poder .......................................... - 167 Sandalias por la cabeza ............................................................ - 173 Si no puede con ellos, aguante, pero no se les una ..................... - 181 Sinceridad, pero sin espinas...................................................... - 187 Hagamos experiencia que valga la pena ..................................... - 195 No seamos ataúdes andantes ................................................... - 201 Sin límites............................................................................... - 207 Ni la una ni la otra, las dos ....................................................... - 213 Que no los agarre la lluvia ........................................................ - 217 Rescatar la nobleza.................................................................. - 223 Prendamos las velas que hagan falta ......................................... - 229 Luchar y disfrutar, equilibrio que cuesta ..................................... - 235 El valor del silencio .................................................................. - 241 Errar y ¿aprender?................................................................... - 247 Aprender a apreciar ................................................................. - 253 Ya va a pasar.......................................................................... - 259 Verdades no evidentes ............................................................. - 265 El dedo y la luna ..................................................................... - 269 Feliz cumpleaños ..................................................................... - 275 Epílogo................................................................................... - 281 Tabla de Ilustraciones .............................................................. - 285 -

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Ă?ndice de contenidos

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 1: 5 de 5

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Imagen creada a partir de la fotografía de un plato de masas dulces tomada en mayo de 2016. Fractal generado con www.sciencevsmagic.net/fractal

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Prólogo

Prólogo

Soy adicto a pensar. Cualquier idea que se me cruza me parece una buena oportunidad para pensar, para reflexionar, para encontrar alguna “verdad” que hasta ese momento se me escondía. Creo que todo el mundo tiene que hacer lo mismo. No tengo ninguna autoridad para afirmar lo que acabo de escribir, pero tampoco hay ninguna ley que me lo prohíba (por ahora). Pensar, según yo, no es lo que necesariamente (o primordialmente) diferencia a los humanos de los animales. De una u otra forma ellos también tienen un proceso de pensamiento, aunque sea obviamente más rudimentario. Las bestias piensan para sobrevivir. Los humanos podemos pensar (y sería bueno poder decir: deberíamos pensar) para mejorar. Esa sí es una gran diferencia. Lo cierto es que, según Darwin, básicamente somos animales algo evolucionados, así que la posibilidad de pensar nada más que para sobrevivir, o sea utilizar esa capacidad con la misma limitación que la usan el resto de las especies, siempre está presente. Pero no nos conformemos con esto, no seamos sólo bestias, seamos humanos y pensemos para mejorar. Por otro lado, al menos hasta ahora, pensar es gratis y aparte no hace mal. No quedan muchas otras cosas gratis y que - 15 -


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no hagan daño. Respirar, por ejemplo, es una de esas que aún comparte el podio con pensar. Pero cuidado, porque contaminación mediante es cada vez más peligroso hacerlo, con lo cual muy pronto va a hacer mal, o para respirar y no enfermarse, seguramente alguien va a cobrar Pero, ¿por qué refranes para pensar? Bueno, porque creo que los refranes son el compendio del conocimiento de la humanidad (para bien o para mal). Si hubiese que resumir todo el conocimiento de la historia en un solo libro –algo de por sí imposible– creo que lo mejor sería recopilar refranes, ya que encierran en muy pocas palabras grandes cantidades de información, de experiencia, de historia, de afanes, de amores, de intereses, muchos de ellos de errores, en fin, de las cosas de las que los humanos estamos hechos. Los refranes son como síntesis de procesos de pensamiento. Por eso muchas veces son crípticos, porque condensan en cinco o seis palabras un proceso intelectual o un devenir que se transmite perfectamente sólo al que acompañó la lógica de pensamiento o vivió la historia. A los que no, también se transmiten, pero ya con algo de dificultad. Por eso, la inmensa mayoría de las veces, es un error tomarlos simplemente en forma literal. Pensar refranes –pensar con refranes– es hacerles el honor de “des-encriptarlos”, de rehacer el proceso lógico que llevó a esa conclusión, de intentar revivir la historia que el refrán cuenta, de desentrañar el error que propaga. Pensar los refranes es reconstruir la sabiduría, la equivocación o hasta la malicia que se encerró en ellos para que pudiesen sobrevivir al paso del tiempo en su compacto formato.

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Prólogo

El refrán tiene, además, que ser estético, porque el que lo produce pretende –quiéralo o no– algo de eternidad. Por lo tanto, el refrán se construye poéticamente, estéticamente, para que sea fácil de recordar y repetir (de allí que traducir refranes, como poseía, la mayor parte de las veces termina produciendo adefesios ininteligibles). Al ser entonces síntesis estéticas de procesos lógicos o de experiencias de vida, inevitablemente un refrán o un proverbio encierran más de lo que dicen las palabras que los componen. En este libro se usarán refranes para invitar a pensar, a reflexionar. No necesariamente serán los mejores refranes, o los que sí o sí haya que recordar. Serán simplemente los que se me cruzaron mientras escribía. El objetivo no es presentar un compendio de refranes –de los cuales hay miles en Internet–, tampoco es presentar conclusiones mías sobre los temas abordados. El objetivo –como el de otros libros de la serie– es invitar a pensar como humanos, para mejorar. Espero que el lector acepte la invitación, incluso si no concuerda con lo que en cada capítulo se desarrolla o interpreta, ya que el solo hecho de disentir implica haber pensado, para mejorar, como humano. Últimos comentarios y termino. Este libro es en realidad el quinto de una serie de cinco –de allí el nombre de la ilustración que precede al prólogo. Es de alguna manera el postre o las masas que acompañan al café de una buena comida. Los primeros tres tienen un formato y los últimos dos otro algo distinto, pero todos tienen la misma intención, invitar a pensar. Espero que habiendo leído uno, varios o todos los haya encontrado interesantes, invitantes, - 17 -


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desafiantes, lo suficientemente provocadores como para coincidir con “pasión” o disentir con intensidad. Empezó esta serie siendo una aventura, un experimento, acabó transformándose en una necesidad de expresión y de compartir cosas que no veía otro modo de dejar salir de mí. Gracias por estar de ese lado, lamento no haberla o haberlo conocido para haber podido discutir, conversar y no solamente proponer, sino también haber podido aprender de sus reflexiones. Gracias.

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Prรณlogo

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Ilustración 2: Bendito Mármol I

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Imagen de base creada a partir de una fotografía de pisos de mármol tomada por el autor el 25 de noviembre de 2015, en el hotel Fiesta Inn Santa Fe, Estado de México. Otras figuras creadas con el programa Surfer: www//imaginary.org/es/program/surfer

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Millones de moscas

Millones de moscas

Millones de moscas no pueden estar equivocadas… ¡Coma caca! Así dice este “refrán”, que se usa indiscriminadamente. No es que no interprete la ironía del que lo refranizó, es que se ha terminado “dando vuelta” y para muchos, con tal de “pertenecer”, comer caca empieza a ser aceptable. A mí me resulta cómico y seguramente a muchos más también, por eso uno baja la guardia, lo escucha, y como que no se siente mal al dejárselo repetir. Si Colón se lo hubiese creído, nunca hubiese descubierto América pensando que había llegado a las Indias. Y si Copérnico y Galileo no se hubiesen ofendido al escucharlo, seguiríamos pensando que el Sol da vueltas alrededor de la Tierra. A mí siempre me irritó esta pequeña síntesis de sabiduría humana moderna, pero eso es porque yo siempre fui un anarquista. No desde el plano político activo, solamente por romántico.

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Que todo el mundo piense algo, o haga algo, no quiere decir que esté bien, sólo quiere decir que es popular. Las mayorías no tienen razón nada más que por ser mayorías. Las mayorías deben ser respetadas por ser mayorías, sobre todo en las democracias, pero nada más que eso. El hecho de ser mayorías, cuando las constituciones así lo dicen, les da el derecho a probar sus hipótesis, no les asigna razón. Las mayorías tienen tanta posibilidad de equivocarse como las minorías. Pero es que el refrán que nos ocupa, y que nos da para la reflexión, no es famoso por ser el preferido de los demagogos, solamente. El asunto de las moscas es, por sobre todo, el fondo de filosofía preferido de los personajes del marketing corporativo de nuestras empresas de hoy. “Únase a la masa de consumidores”, “si su vecino lo tiene, usted debe tenerlo”, “no se quede afuera, pague, y entre”, “siéntase único y especial, compre usted también su…”, y así sucesivamente. En esta línea de ideas (que obviamente no es nueva ni se me ocurrió a mí) José Ortega y Gasset decía en La rebelión de las masasI: “Como se dice en Norteamérica: ser diferente es indecente. La masa arrolla todo lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto. Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado”.

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La rebelión de las masas. Ortega y Gasset. Editorial Alianza, 1999.

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Millones de moscas

Podría decirse que hoy, por algunas conductas observadas, se aspira a ser masa, aunque se lo disfrace de único y especial porque nos dejan cambiarle el color o cosas por el estilo. ¡Pertenecer!: nos gritan desde los comerciales. ¿Está mal?... No. No sé. En realidad, sí sé, pero mi opinión vale solamente para mí. Si no, iría en contra de lo que pretendo predicar. Que cada uno decida lo que crea conveniente. Pero si siente que lo que le están dando de comer tiene un sabor que no es el que usted esperaba, no siga comiendo nada más que porque millones de moscas lo comen.

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Ilustración 3: Sopra delle Nubi I

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Imagen de base creada a partir de una fotografía de nubes sobre el Golfo de México, tomada por el autor el 28 de noviembre de 2015 en vuelo saliendo de la Ciudad de México. Fractal generado con www.shodor.org/master/fractal/software/Snowflake.html

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Energía eólica

Energía eólica

Escuché una frase interesante hace unos días, que tal vez no se pueda calificar aún como refrán por no ser de uso común. La frase es: Cuando viene la tormenta unos levantan murallas de protección, otros molinos de viento Obviamente me gustó mucho apenas la escuché. Siempre fui de pensar de esta forma, y de hecho creo que, si muchos pensásemos y actuásemos así, viviríamos en un mundo mejor. Esta frase no revela en realidad ninguna verdad oculta. Hay otros refranes, tal vez más conocidos y más antiguos, que dejan el mismo consejo, por ejemplo: A mal tiempo buena cara

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Incluso hay filósofos o pensadores que se dedicaron a comentar sobre este tema, por ejemplo Maquiavelo, que en El PríncipeII dice: “La fortuna me parece comparable a un río fatal que cuando se embravece inunda llanuras, echa a tierra árboles y edificios, arranca terreno de un paraje para llevarlo a otro. Todos huyen a la vista de él y todos ceden a su furia, sin poder resistirle. Y, no obstante, por muy formidable que su pujanza sea, los hombres, cuando el tiempo está en calma, pueden tomar precauciones contra semejante río construyendo diques y esclusas, para que al crecer de nuevo se vea forzado a correr por un canal, o por lo menos, para que no resulte su fogosidad tan anárquica y tan dañosa”. Se refiere a la suerte cuando dice la fortuna, y lo que pretende enseñar es que no estamos librados a ella. Sugiere que, si bien no podemos evitarla, sí nos es posible intentar encauzarla, y eventualmente utilizar, aun, la mala fortuna en forma beneficiosa. Cuando estamos metidos en una gran crisis, cuando nos enfrentamos a una terrible encrucijada, es probable que sea difícil pensar con frialdad. Es seguramente más adecuado extender la red de seguridad antes de subir a caminar por la soga, que hacerlo mientras vamos cayendo luego de haber resbalado. Es probable que no todo pueda preverse. Es tal vez seguro que algún río, o alguna tormenta, nos vayan a llevar indefectiblemente por delante. Pero la previsión que nos recomienda Maquiavelo, o la actitud que nos sugiere la frase con II

El Príncipe. Nicolás Maquiavelo. Editorial El Ateneo, 2002.

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Energía eólica

la que se inicia este comentario, seguramente nos han de dejar mejor parados ante las crisis, o, al menos, con mayores posibilidades de salir adelante. Hay pensamientos, ideas, que hace tiempo dejaron de ser originales. Seguramente esta es una de esas. Pero también es cierto que por más que sean ya sabidas, algunas nos las tenemos que repetir constantemente porque no siempre nos son naturales. La frase con la que empecé me pareció una forma original, al menos a mí, de escuchar algo que ya sabía. Ojalá que con el tiempo no solamente de tanto repetirla se transforme en refrán, sino que además de tanto practicarla toda la energía termine viniendo de molinos de viento.

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Ilustración 4: Dado Esquisito

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Imagen de base a partir de fotografía de decoraciones en el piso del aeropuerto de Miami, Florida, tomada por J. R. Lucks el 28 de noviembre de 2015. Figura creada con el programa Surfer: www//imaginary.org/es/program/surfer

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La experiencia ajena sí sirve

La experiencia ajena sí sirve

Hay refranes que suenan bien. Es más, algunos de ellos son tan “probados” que nadie duda de su veracidad. Aun así, algunos de estos son totalmente inútiles o inaplicables como consejo. Para mi gusto uno de estos es: La experiencia ajena no le sirve a nadie Todos “sabemos” que esto es “cierto”. Pero lo decimos desde nuestra propia experiencia, ya que si la ajena no le sirve a nadie no podemos fundamentarlo en experiencias de otros, o incluso en refranes. Entonces, por ser un conocimiento que solamente puede ser adquirido por experiencia propia, no tiene sentido compartirlo ya que nuestra experiencia no va a servirle a nadie más. He repetido esta frase muchas veces en mi vida, y cada vez que termino de decirla me pregunto: ¿para qué?, si el que la acaba de escuchar tiene en mi propia boca la justificación para no hacerme caso. - 29 -


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Es una frase para justificar un fracaso, no para evitarlo: “Yo le dije, pero como la experiencia ajena no le sirve a nadie…”. O para desanimar a alguien, aunque no tenga sentido que ese alguien nos escuche porque se lo decimos desde nuestra propia experiencia que supuestamente no le ha de servir: “No insistas en querer explicarle, la experiencia ajena no le sirve a nadie”. Pero no es verdad. Lo que no le sirve a nadie es justificarse o dejar de intentar. Bajar los brazos y usar refranes para descargarse de culpa es lo inútil. Yo sé que suena a lucha contra molinos de viento o a juego de palabras, pero por qué no seguir probando. Si la experiencia de no haber tenido éxito en convencer a otros no sirve –en eso se basa la supuesta verdad del refrán– por qué tomarlo como inhibidor de seguir intentando, si no sirve… pues no sirve. Seguramente es difícil. Seguramente requiere de mucha inteligencia emocional. Es muy probable que las probabilidades de lograr algún éxito sean ínfimas, pero eso no desanimó nunca a científicos que descubrieron cosas como la penicilina, o el filamento incandescente, o la fisión nuclear. Los científicos tienen una visión distinta de este tema. La experiencia ajena sí les sirve, la toman como base para seguir por otros caminos cuando los anteriores demostraron ser inútiles. No hay muchos investigadores que vayan a probar el mismo compuesto que dio resultados negativos en una prueba anterior, al menos no en las mismas condiciones.

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La experiencia ajena sí sirve

Un libro que me resultó notablemente interesante se llama: Eureka. Descubrimientos científicos que cambiaron el mundo III. Este libro, como su título lo indica, relata historias de científicos y descubrimientos que han ido alterando la vida de todos nosotros desde las cavernas hasta el Internet inalámbrico. El autor dice entre otras cosas lo siguiente: “‘La fortuna favorece la mente preparada’, dijo el químico francés Louis Pasteur, y el científico francés Bernard Fontenelle observó: ‘estos golpes de suerte son únicamente para los que juegan bien’. Pero puede preguntar el lector, ¿Qué tipo de preparación exactamente? Para empezar, una mente preparada es una mente curiosa, abierta […] Todos estos científicos tienen en común la capacidad de obtener inspiración de muchas fuentes diversas, y aparentemente no relacionadas. En otras palabras, todos estos hombres son grandes sintetizadores. ‘La activación repentina de una conexión efectiva entre dos conceptos o ideas, que antes no estaban relacionados, no es un caso simple de intuición’, señalaba el psicólogo D. O. Hebb. En tanto que exploradores, la mayoría de los científicos cuyo perfil aparece en este libro fueron muy adaptables. Si sucedía que la ruta que tomaron inicialmente estaba bloqueada, en lugar de abandonar buscaban otra. Sin la capacidad de comprender el problema es difícil encontrar una solución”.

III

Eureka. Descubrimientos Científicos Que Cambiaron El Mundo. Leslie Alan Horvitz. Ediciones Paidós Ibérica, 2003.

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Creo que es una buena colección de citas. La experiencia es experiencia, ¿a quién le importa que sea ajena? Fuentes diversas no relacionadas como fuente de inspiración, perfiles adaptables, rutas cerradas que incitan a seguir otras, avidez por conocer y saber, no mezquindad en el aprender según de dónde venga el conocimiento. La experiencia ajena sí sirve, a la mente preparada, al que tiene tantas ganas de conocer, al que acepta todo con tal de llegar a la solución correcta. La sabiduría que otros construyeron es el escalón que permite llegar más alto, ¿por qué desecharlo? Creo que la respuesta a la pregunta que acabo de hacer tiene que ver con nuestro ego. Si no entendemos el problema no vamos a encontrar la solución, como sugiere el autor del libro que estoy citando. El inconveniente con la experiencia ajena no es que no sirva, es que no la tenemos en cuenta porque es ajena. Para poder resolver el problema de uso de la experiencia ajena, hay primero que encontrar una solución al verdadero problema de autosuficiencia y engreimiento. Los seres humanos somos únicos, no necesitamos encerrarnos en nosotros mismos para reforzar esa idea. Abrirse a la experiencia ajena es crecer más rápido. Los científicos, motivados seguramente por su necesidad de saber más y más, son capaces de utilizar la experiencia ajena. ¿Será esta una experiencia que podamos tomar en cuenta… a pesar de ser de otros?

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La experiencia ajena sĂ­ sirve

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 5: Timbales Mandálicos

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Imagen de base: fotografía de decoraciones en el piso del aeropuerto de Miami, Florida; tomada por J. R. Lucks el 28 de noviembre de 2015.Figuras adicionales creadas con el programa Surfer: www//imaginary.org/es/program/surfer

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Perder y encontrar

Perder y encontrar

Encontré este refrán hace un tiempo y me puso a pensar. Dice así: No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, pero tampoco sabes lo que te has estado perdiendo hasta que lo encuentras Cuánta razón en la primera parte –para empezar por algún lado. Así somos lamentablemente, en muchos casos aprendemos a apreciar lo que tenemos cuando dejamos de tenerlo. ¿Por qué es esto? Yo creo que tiene que ver con que en realidad no hay nada ni bueno ni malo. O más bien, todo tiene algo bueno y algo malo a la vez. Por ejemplo, es muy bueno ser ordenado, pero también es cierto que muchas veces los ordenados no son espontáneos, o son predecibles y por lo tanto aburridos en algún aspecto, son rutinarios (porque todo está siempre en su lugar o se hace a la misma hora). Virtud y defecto son muchas veces –casi todas las veces– dos caras de la misma moneda. - 35 -


Refranes y Reflexión

Cuando tenemos algo damos lo bueno de ese algo por garantizado, y nos molesta lo malo. Al perderlo, lo que extrañamos es únicamente lo bueno que ahora nos falta; olvidamos lo malo porque cuando no está ya no nos molesta. No es un problema de ingratitud, es un problema de memoria. Apreciamos las cosas cuando se pierden porque al estar perdidas no nos acordamos de lo molestas que eran las contracaras de las virtudes que disfrutábamos sin darnos cuenta. ¿Entonces, cuando algo está perdido, es sólo cuestión de recordar que no debería ser tan apreciado ya que también tenía defectos? Puede ser una solución para sufrir menos. Pero lo más lógico sería poder encontrar en los defectos de lo que tenemos la contracara de las virtudes que encierran, antes de perderlas. Esto me hace recordar otra frase famosa: Cuidado con lo que se pide, porque te lo pueden otorgar Si se pide un ordenado se está pidiendo también un probable aburrido, predecible, falto de espontaneidad. No es un problema de ingratitud, ni de memoria, es un problema de lógica, de coherencia, de razón. No se puede ser ordenado con algunas cosas y no con otras, como no se puede ser espontáneo para las salidas, pero metódico para pagar las cuentas o llevar el balance de la cuenta bancaria –o si se puede al menos no pareciera darse con frecuencia. Simple y sencillamente hay que tener cuidado con lo que se pide o se busca.

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Perder y encontrar

Pero fue la segunda parte del refrán la que más me impactó, el hecho de no saber lo que uno se está perdiendo hasta encontrarlo. Tiendo yo a ser un fanático del control, y frases como estas me ponen nervioso porque implican que no lo tengo (lo cual ciertamente es obvio, a pesar de que mi idiotez y soberbia no me permitan terminar de aceptarlo). Si no sé lo que me pierdo hasta encontrarlo, ¿cómo saber lo que hay que buscar?, ¿cómo saber que hay que buscar algo? Preocupante, al menos para mí. Yo sabía otra cosa en cuanto a este asunto, y tiene que ver con la felicidad que produce la ignorancia. Si no sé lo bueno que es algo, no sufro por no tenerlo. Fácil, podría decirse que hasta económico. No sé, no sufro. Así vivimos muchos, desgraciadamente, en un montón de aspectos. Así nos hacen vivir –en muchos casos– gobernantes y guías de la comunidad cívica o religiosa. Así educamos hijos por demasiadas generaciones. La ignorancia es “fuente de felicidad”. Si sabemos que algo es bueno tenemos que conseguirlo, lo que generalmente requiere un esfuerzo, y eso no es ser feliz en esta moderna época en la que nos toca vivir. A pesar de esto, nuestra bien amada sociedad de consumo está constantemente mostrándonos de lo que nos perdemos al no tener el último modelo de auto, o el par de zapatillas perfecto, o el televisor para el cual hay que agrandar la sala de estar porque es demasiado inmenso. Nos promete felicidad para cuando tengamos lo que nos quiere vender, pero apenas compramos nos hace infelices de vuelta por alertarnos de que hay algo nuevo que nos estamos perdiendo, o por el esfuerzo que tendremos que hacer por conseguirlo.

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No, no es así, la ignorancia no es fuente de felicidad. Es verdad que en muchos casos el no saber nos mantiene en un estado de felicidad, o al menos de ilusión de felicidad. Es probable que ser ignorante de qué tan bueno sea caminar o correr con el último modelo de zapatillas sea una felicidad que podemos darnos el lujo de tener, a pesar de que este pensamiento sea sacrílego para la religión del consumo masivo. Pero sacando esto, la felicidad que produce la ignorancia no es la que deberíamos perseguir. Es cierto que cuando sé que estudiando voy a llegar a cierto nivel en el que voy a disfrutar de lo que aprendí, hasta llegar allí voy a tener que esforzarme y por lo tanto no voy a poder gozar de la felicidad ignorante. Pero el refrán no miente, no sé de lo que me pierdo hasta que no llego, y para llegar hay que ir. Entonces mi pregunta anterior era relevante: ¿dónde ir?, si no sé de lo que me estoy perdiendo. La respuesta es: a todos los lugares posibles. La segunda parte del refrán no debe ser un inhibidor sino un motivador: no sé qué me estoy perdiendo, pero debería ser bueno. Hay dos o tres mil años de historia previa en cuanto a lugares donde hombres y mujeres han ido en busca de felicidades que tal vez encontraron o tal vez no. El saber, el esforzarse, el buscar la verdad, el conocer, el entender, son cosas que seguramente son buenas, y que nos perdemos si no intentamos. La felicidad se alcanza en la inconciencia, no en la ignorancia. Aprendo que algo es bueno y si aún no lo tengo, entonces sufro por no tenerlo. Pero me esfuerzo, trabajo para conseguirlo. El proceso es duro, no soy del todo feliz tratando de conseguir lo que busco porque es trabajoso, complejo, arduo.

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Perder y encontrar

Finalmente lo logro, lo disfruto, lo doy por hecho, lo incorporo a mi vida, lo transformo en algo “automático”, lo practico o lo uso inconscientemente. Nuevamente soy feliz. Pero un inconsciente feliz, no un ignorante que cree ser feliz. Y volvimos así a la primera parte del refrán, en este estado de felicidad inconsciente, en el que sólo nos damos cuenta de lo que tenemos cuando lo perdemos. ¿Paradójico? Cada uno debe decidir dónde quiere estar. En la ignorancia, en la inconciencia, en la ingratitud, en la coherencia de entender que lo bueno siempre tiene algo malo y viceversa. Por lo tanto es probable que la felicidad no deba buscarse exclusivamente ni en el ignorante inicio del camino, ni en el inconsciente final del mismo, sino en el esfuerzo y en la búsqueda por mejorar que representa el moverse constantemente. En el disfrutar el camino más que en el ansiar el destino.

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Ilustración 6: Entrant dans le Rosato

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Imagen de base a partir de fotografía de mosaicos de piedra tomada por el autor, el 25 de noviembre de 2015 en la entrada del restaurante Rosato, Santa Fe, Estado de México. Fractal generado con www.recursivedrawing.com/draw.

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Sensaciones y Sentimientos

Sensaciones y Sentimientos

Uno de los refranes tal vez más populares y que a mí, probablemente por esa razón, más ruido me causa, es el que dice: Ojos que no ven corazón que no siente No me convence y no necesariamente porque en el fondo no sea cierto, sino más bien por cómo dice la verdad que dice. Y digo esto, aunque no sea del todo razonable. Después de todo es un refrán, y por lo tanto una síntesis estética de la supuesta verdad. No debería interpretarse literalmente, pero esto no lo sabe o entiende mucha gente y de allí mi incomodidad. Déjenme darle algunas razones por las que no me convence. Primero, si los que no ven no sintieran los no videntes serían insensibles, y definitivamente no lo son. Ver es usar un sentido y los humanos tenemos al menos otros cuatro, con lo cual, sentir no es exclusivo de la vista. Por otra parte, el corazón no siente, late. A pesar de que poéticamente se le quiera asignar al músculo cardíaco la función

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de sentir, diría que –sobre todo en esta época tan individualista, moderna, desaprensiva, consumista, superficial y otros adjetivos por el estilo en la que vivimos– ya casi nadie “siente” con el corazón, ni siquiera poéticamente. Se podría afirmar que sentir con el corazón está pasado de moda. El hombre de hoy “siente” con el bolsillo, con la tarjeta de crédito, con los órganos sexuales, en el mejor de los casos con el cerebro, con aparatos científicos, etcétera. Hoy se siente con cualquier cosa que tenga que ver con la razón, con el dinero o con la excitación erógena; con el corazón, en cambio, cada vez menos. Claro que si hablamos de sentir también hay que aclarar – hasta ahora estuve “jugando” con las palabras–, ¿nos referimos a sensaciones o a sentimientos? Si hablamos de sensaciones entonces los sentidos (vista, olfato, gusto, tacto y oído) son los responsables de percibir; pero ¿quién siente?, no el corazón sino el cerebro. Todo lo que sentimos por los sentidos va al cerebro que hace algo con eso: actúa, hace que algún músculo se mueva o no, se defienda o se atreva, quién sabe, pero no es el corazón, es el cerebro. Hoy vivimos en un mundo de sensaciones, pero no únicamente visuales, por eso la vista no es lo único que nos hace sentir. Siente el que escucha música (o sonidos provenientes de algo parecido a un instrumento musical), siente el que inhala alguna sustancia que le permite a su cerebro imaginar sensaciones más allá de las sensaciones, siente el que se hace tocar o toca nada más que para excitarse; todos esos sienten, y definitivamente pueden hacerlo con los ojos cerrados.

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Sensaciones y Sentimientos

El refrán no habla de ese sentir sensaciones, habla de sentir sentimientos. Pero ¿dónde se sienten los sentimientos? No en el corazón, no sé si en el cerebro, pero no en el corazón. ¿Pueden existir sentimientos sin sensaciones? Es muy probable que no. Si no se siente nada, por ningún sentido, se está desconectado. Si no se tiene contacto es probable que no puedan existir sentimientos, porque en definitiva se los tiene por algo externo a uno o a causa de alguien externo a uno, y si no se lo “siente” no se puede “sentir” nada por él o ella. El refrán dice la verdad, sin sensaciones no hay sentimientos. Pero sin sentimientos no hay ser humano. Cuando el refrán se mal usa, en general, se lo utiliza para incitar a no enterarse de algo o para ocultar algo de alguien. La supuesta felicidad causada por la ignorancia. No de mis predilectas. Me gusta más pensarlo como un aviso para estar alerta: ¡sin sensaciones no hay sentimientos! Entonces a los sentidos hay que cuidarlos, no destruirlos viendo porquerías, inhalando basura, tocando y dejándose tocar por cualquiera, escuchando a volúmenes que reducen la capacidad auditiva o tapan voces, etcétera. Ojos (o sentidos) que no ven (o que no sienten por estar arruinados, adormecidos o atiborrados), corazón (o el órgano que más les guste) que no siente (que no tiene sentimientos, que es mineral en vez de humano). Así lo entiendo mejor, pero claro, es una versión sin tanto sex-appeal. Sintamos de vuelta para sentir. Seamos sensibles a lo que pasa a nuestro alrededor, para poder tener sentimientos adecuados (amor, pudor, compasión, odio contra cosas como la injusticia, etcétera). - 43 -


Refranes y Reflexión

Tal vez el refrán –tratando de mantener su carga de síntesis estética– debería al menos decir: ¡Cuidado! ojos que no ven, corazón que no siente.

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Sensaciones y Sentimientos

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Refranes y Reflexión

Ilustración 7: Sopra delle Nubi II

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Imagen de base: Fotografía del relieve mexicano, tomada por J. R. Lucks el 28 de noviembre de 2015 en vuelo saliendo de Ciudad de México. Fractal generado con: www.shodor.org/master/fractal/software/Snowflake.html

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Malditas mentiras repetidas

Malditas mentiras repetidas

No sé si califica como refrán, pero mucha gente lo repite como si lo fuese. Creo que para algunos hasta suena gracioso. Es lo que pasa con muchos refranes, los repetimos y los repetimos y los repetimos… y de tanto repetirlos los terminamos aceptando –aunque no los entendamos, aunque los desvirtuemos, aunque... Terminamos asumiendo que si todo el mundo los dice debe ser porque son extractos de sabiduría de algún filósofo importante, les terminamos perdiendo el miedo o el respeto, los incorporamos. En muchos casos, desgraciadamente, los usamos, sobre todo, cuando nos conviene. Hay uno que me preocupa particularmente, y dice: Una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad Y suena a que puede ser así, sobre todo ahora que la televisión y los medios parecieran usar este pedazo de supuesta sabiduría como regla de oro. Ni hablar de mis queridos amigos los

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políticos, muchos de los cuales se la pasan de campaña en campaña y son maestros en repetición de mentiras. Esta frase fue acuñada –según varias fuentes, algunas confiables otras no tanto– por Joseph Goebbels, ministro encargado de la propaganda del gobierno de Adolf Hitler en la Alemania Nazi. Según esas mismas fuentes, otros de sus pensamientos puestos en palabras pregonaban: Más vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad inverosímil Esta también se usa como principio básico de la publicidad y la política, así como: Miente, miente, miente que algo quedará, mientras más grande sea una mentira más gente la creerá Poética, ¿no? Pero ya no es lo mismo. Si lo dijo Goebbels ya no debería sonar tan simpático, al menos no a mí. Ahora, me pregunto, ¿por qué, de todas formas, en sus tres versiones, hoy estos consejos se usan y se usan y se usan? ¿Será que quedan más nazis de los que creemos?, ¿o será que lo que decía y practicaba Goebbels no es más que algo que la gente cree y practica desde siempre? Dónde quedaron refranes o frases más infantiles pero decentes, como:

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Malditas mentiras repetidas

Las mentiras tienen patas cortas …o enseñanzas como las del cuento de Pinocho; o las del pastorcito, al que el lobo se come porque de tanto mentir ya nadie le cree y cuando el animal realmente lo ataca nadie acude a auxiliarlo. Yo quisiera instaurar una nueva frase, que obviamente para que nos la creamos, para que la adoptemos, para que pensemos que es un trozo de sabiduría ancestral, habrá que repetirla, y repetirla, y repetirla… miles y miles de veces. Dice así: Una mentira repetida mil veces es una maldita mentira repetida mil veces, y nada más Necesito ayuda. Necesito repetidores. Porque todos sabemos que lo que dice esta última frase es verdad. Digámoslo con el ejemplo. Digámoslo usando un espíritu crítico y no creyéndonos al pie de la letra los que nos dicen los medios, los políticos –que sabemos que muchas veces mienten, exageran y ocultan por interés– y los mentirosos en general. Digámoslo admitiendo un error si hace falta, ya que si no nos percatamos de la mentira en un momento inicial nos haríamos cómplices del mentiroso al no reconocerlo si por vergüenza o tozudez perpetuamos nuestra equivocación cuando finalmente entendemos el engaño –total en el caso de los políticos eso pasa casi instantáneamente y en el de los medios más o menos igual. Hagámosle caso a lo que nos canta Arjona cuando interpreta “El problema”: - 49 -


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… el problema no es que mientas, el problema es que te creo. Goebbels no fue un filósofo y mucho menos alguien a quien debamos tomar de ejemplo, no creo que lo que él haya dicho pueda –y mucho menos deba– considerarse sabiduría universal. Háganme caso: Una mentira repetida mil veces es una maldita mentira repetida mil veces, y nada más Repítalo. Repítaselo.

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Malditas mentiras repetidas

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 8: Té-cigrama

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Imagen de base construida a partir de una fotografía del anverso de la etiqueta de un sobre de té, tomada por J. R. Lucks el 28 de noviembre de 2015. Fractal generado con: www://kevs3d.co.uk/dev/lsystems/#

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Ánimo, paciencia y un poco de ilusión

Ánimo, paciencia y un poco de ilusión

Hay una frase que algunos le atribuyen a Jean-Paul Sartre, filósofo francés, que si no califica como refrán debería. Dice: Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace Dicho “a la inversa” –y cronológicamente antes– Arthur Schopenhauer afirma: No se sufre cuando no se tiene lo que no se quiere, se sufre cuando no se quiere lo que se tiene Y si en una línea de ideas similares quisiéramos ir al terreno de los refranes, digamos, más “puros”, de autor desconocido y tradición oral:

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No es rico el que no tiene sino el que no necesita Esto de la felicidad es todo un tema. Difícil. Hay gente tratando de definirla desde tiempo inmemorial y como otras palabras especiales –amor, por ejemplo– cuesta tanto que uno termina usando recursos como los de Sartre. Se ha definido la felicidad como placer y abundancia. Por ejemplo, Jean-Jacques Rousseau –en dirección opuesta al refrán de la riqueza del que no necesita– decía: Felicidad es una buena cuenta bancaria, un buen cocinero y una buena digestión Esto dejaría infelices a millones, así que no es muy política la cosa. Hacer pasar la felicidad solamente por el bolsillo y por el estómago no parece muy razonable. Otros la han equiparado a la paz personal, por ejemplo, Cicerón, orador y político romano quien aparentemente decía: Una vida feliz consiste en tener tranquilidad de espíritu Buena definición para un político, después de escucharlo en vez de con un problema uno se queda con dos, ya que para entender la felicidad habría que definir primero tranquilidad, que es bastante más difícil de lo que parece, y espíritu. Pero bueno, al menos nos sacó del bolsillo y del aparato digestivo.

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Ánimo, paciencia y un poco de ilusión

Por eso me inclino más por las versiones que tratan de definir la felicidad como algo que produce satisfacción en el hacer (de hecho, Rosseau y Cicerón quedan incluidos en estas), por ejemplo, una de un “trabajador” que evidentemente disfrutaba su trabajo y por eso supuestamente decía: Sólo estoy bien conmigo mismo cuando tengo un cincel en la mano Este trabajador era Miguel Ángel, artista italiano renacentista. Todos sabemos que no lo dejaban estar siempre con el cincel en la mano, con lo cual el pobre nada más era feliz de vez en cuando. Pero al menos esta última línea de pensamiento nos devuelve a Sartre: “Felicidad no es hacer lo que quiero, sino querer lo que hago”. Si Miguel Ángel hubiera querido todo lo que hacía hubiese sido tan feliz pintando la Capilla Sixtina como esculpiendo el David o el Moisés. Ahora, ¿será posible querer lo que uno hace? Porque entonces la felicidad estaría al alcance de todos. Cada uno de nosotros hacemos cosas, aunque sean cosas estúpidas, el asunto sería quererlas todas. Tal vez sea esto una utopía. Tal vez la felicidad en términos generales sea una utopía, aun en este simple intento de definición de Sartre. Por eso, tratando de entender hasta dónde lo de utópico tiene sentido, me pareció interesante –aparte de hacerlo como humilde homenaje póstumo– agregar esta cita de Mario Benedetti.

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Refranes y Reflexión

En un libro de él llamado Vivir adredeIV, me encontré, “felizmente”, con esto: “Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido. Algunos lo llaman utopía, pero la utopía es más seductora. No tiene puertas cerradas como lo imposible. No nos desprecia como lo prohibido. La utopía tiene la gracia de los mitos, la maravilla de las quimeras. Si tenemos ánimo, paciencia y un poco de ilusión, podemos navegar en la barcaza de la utopía, pero no en el acorazado de lo imposible”. Todos queremos ser felices… aunque no sepamos bien de qué se trata, aunque la felicidad parezca un blanco móvil: cuando conseguimos lo que queremos (sea el bolsillo lleno, una buena comida, paz espiritual o el cincel), entonces queremos otra cosa. Si no me creen, lean a Lacan. Tal vez la felicidad sea una utopía, por eso la felicidad tiene la gracia de los mitos y la maravilla de las quimeras. Lo bueno – haciéndole caso a don Mario, que seguramente alcanzó la felicidad muchas veces escribiéndonos– es que no es imposible y no tenemos por qué pensarla como algo prohibido. Únicamente nos hará falta ánimo, paciencia y un poco de ilusión. Si Sartre tiene razón y la felicidad es querer lo que se hace, tal vez sea más fácil de lograr que el obtener lo que se quiere, sobre todo porque aparentemente uno no llega a saber nunca –a ciencia cierta y en forma definitiva– lo que quiere.

IV

Vivir Adrede. Mario Benedetti. Seix Barral, 2007.

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Ánimo, paciencia y un poco de ilusión

Ánimo, paciencia y un poco de ilusión. Tratar de querer lo que hacemos. Puede parecer utópico, pero no es imposible y definitivamente no está prohibido… Además, y como si esto fuera poco, es gratis.

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Refranes y Reflexiรณn

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Ilustraciรณn 9: Chiocciole pietrificati

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Figuras producidas editando digitalmente la foto de una piedra con forma de caracol, tomada por J. R. Lucks en diciembre de 2015. Fractal generado con: www.sciencevsmagic.net/fractal/

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Elecciones duraderas

Elecciones duraderas

Hay un proverbio escocés que dice: No te cases por dinero, se puede conseguir un préstamo más barato Otro, aparentemente egipcio, enseña: Antes de poner en duda el buen juicio de tu mujer, fíjate con quién se ha casado ella Yo llevo muchos más años de casado que los que tuve de vida sin estarlo, con lo cual es evidente que no estoy en contra de la institución del matrimonio sea con templos y leyes o sin nada de eso; una “simple” elección de vida, de pasar la vida con otro. El asunto principal (al menos de esta invitación a reflexionar) es ese: pasar la vida con otro. Por eso se llaman esposas y esposos, porque va por el lado de cierre, de atadura, de unión que no debería quebrarse fácilmente, aunque se pueda.

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¿Por qué debería ser de largo plazo esta elección? Porque la pareja estable es la base de la familia. Tres aclaraciones. Primero, sé que esto que acabo de afirmar es solamente una opinión, tengo claro que hay otras y las respeto, solamente expreso la mía. Segundo, sin duda hubo, hay y habrá familias que crecen y se desarrollan sin parejas estables, pero es más difícil. Tercero, no hablo de parejas disfuncionales, forzadas, arregladas, en donde uno abusa del otro o cosas por el estilo. Hablo de parejas en donde dos adultos deciden juntarse por cosas que comparten más allá de que siempre habrá diferencias, roces, etcétera. Pero entonces podría uno preguntarse: ¿por qué es importante la familia?, en la actualidad sobre todo. Es que una de las cosas que definitivamente contribuyó a conformar la sociedad como la conocemos –desde hace miles de años– fue la paternidad reconocida. La maternidad reconocida es más fácil, sobre todo después de un embarazo de nueve meses. Pero cuando los seres andan en hordas, manadas o grupos, padre (al biológico me refiero) puede ser cualquiera de cualquiera. El hecho de que el padre pudiera reconocerse implicó que las elecciones mutuas de parejas tuvieran que mantenerse y respetarse, entre los elegidos y por los demás. Así nació la familia (con un padre biológico además padre de familia –casi siempre), así se comenzó a construir la sociedad que nos trajo hasta aquí. Hoy con tanta inseminación, probetas, alquiler de vientres y madres o padres que deciden serlo sin pareja estable (hablo en realidad de roles de “papá” y “mamá”, ya no de los biológicos), ese concepto original de familia comienza a desdibujarse. No lo digo

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Elecciones duraderas

porque sea un fenómeno nuevo, sino porque pareciera que la tendencia hará que pronto sea mayoritario. No critico de ninguna forma la situación en sí, siempre hubo familias en las que el padre o la madre no estaban (sea por fallecimiento u otra circunstancia), o familias con hijos que no eran biológicamente concebidos por la pareja al frente de las mismas (de hecho, la mía entra en esta categoría), eso no las hace para nada menos familias. La paternidad biológica reconocida fue importante en ese primer momento en el que la familia nació como concepto (porque no había otros métodos para fecundar) hoy claramente pasó a ser solamente una “opción” más. El asunto no es que los que se eligen mutuamente sean los procreadores. El asunto –desde mi punto de vista y sin intención de ofender a nadie o pretender que coincidan conmigo– es la necesidad de una estabilidad en cuanto a tener roles de “papá y mamá” –antes automáticamente asignados a los biológicos– cubiertos por dos personas –del sexo y la orientación sexual que sean– que los asuman con el serio compromiso de sostenerlos la mayor cantidad de tiempo posible, poniendo tal vez en muchas ocasiones el bien de la familia por sobre el personal exclusivamente. Lo que sugieren los refranes (o proverbios, que es su sinónimo) es que hay que ser cuidadoso en la elección. Claro, porque es para toda la vida –o al menos por un período prudentemente largo, en el que realmente se deberían hacer todos los esfuerzos para mantener esa base de familia. No es tampoco que esté en contra del divorcio o de la separación, si es que se hicieron los esfuerzos necesarios para tratar de evitarlos. De lo que sí creo poder decir que estoy en contra

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es de la liviandad con la que muchas veces elegimos pareja (lo que se transforma luego en causa de separación o divorcio), como si fuese un auto o un televisor de plasma que a los dos o tres años podemos cambiar, o que podemos devolver en garantía si no nos gusta la forma en que funciona. La familia se basa en cierta estabilidad de sus componentes; la sociedad que conocemos se basa en la familia. Una de las cosas que nos diferencia de los animales es que la educación de nuestras crías requiere de un ambiente más estable que el de los lobos o los pajaritos –preferentemente con personas cubriendo roles maternales y paternales) y eso es bueno. Sin embargo, nosotros mismos así educados, creamos un mundo de consumo y de recambio de bienes que causan supuesta satisfacción, y “exportamos” ese modelo al de familia. Cambiamos muchas veces pareja como cambiamos de par de zapatos. No llego a estar seguro de si está bien o mal. No sé si tengo razón o no. Para mí, este es un tema de reflexión pura, sin respuesta –por eso lo invito a compartirlo. Yo sé lo que hago y lo que no, pero nada más, no tengo sobre esto, al menos aún, un juicio de valor. Únicamente el paso del tiempo dirá si una sociedad como la que parece que estamos construyendo será mejor o peor que la que tenemos o tuvimos. Elecciones. Elegir y sostener las consecuencias de lo que elegimos. Elegir viene de raíces latinas relacionadas a palabras que significan tomar, arrancar, sacar. El que elige toma, saca algo para sí. El que elige causa un cambio, se causa un cambio, el que elige debe saber lo que implica ese tomar. En pareja se elige y se es elegido. Se toma algo y se es tomado. El proverbio egipcio es de una gran sabiduría: no debería

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Elecciones duraderas

criticar el juicio de mi elector si soy yo el elegido. Las razones de la elección deben ser meditadas antes de elegir, porque hay opciones, nos sugieren los escoceses. Hay elecciones que no son tan triviales como las de un auto o las de un televisor. Nos podemos equivocar comprando un par de zapatos, total cada vez son más económicos y si no nos gustan podemos comprar otros. Esto es cierto y tal vez hasta bueno cuando se habla de cosas de consumo. Definitivamente no aplica lo mismo cuando nos referimos a personas con las que fundaremos una familia. No es que pretenda infalibilidad o testarudez ridícula, pero al menos intención sería de que la cosa vaya a durar. Estas elecciones no son para consumir, son para construir. No confundamos estos dos verbos, tienen muchas letras en común, pero son casi antónimos. Sostener una pareja es –casi siempre– un trabajo, deberíamos hacer más esfuerzos y cambios personales por mantenerla funcionando de los que vale la pena hacer por el televisor o los zapatos. ¿Evolucionamos o involucionamos cambiando el concepto de familia? No creo que yo pueda llegar conocer la respuesta a esta pregunta. Mientras tanto voy a seguir aceptando las consecuencias de las elecciones que hice, luchando por ellas, disfrutando de los beneficios que tienen, llorando sus partes negativas, gozando de sus bondades. Puedo hacerlo porque me apoyo en la familia que ayudé a construir con esas elecciones, con mis elecciones. Ojalá usted lector pueda decir lo mismo de sus propias elecciones, aunque hayan sido diferentes a las mías.

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Ilustración 10: Tiempos Idos

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Imagen de base generada con la fotografía de un reloj de mesa tomada en diciembre de 2015 en un consultorio médico en. Fractal generado con www.recursivedrawing.com/draw

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Sombras cortas de mediodía

Sombras cortas de mediodía

Para el diccionario de la Real Academia Española el significado de preocupación es: acción y efecto de preocupar. Y la primera definición de preocupar es: ocupar algo antes o anticipadamente. La pre-ocupación, literalmente, sería ocuparse de algo antes de que ocurra, lo cual es bastante difícil, porque si algo aún no ocurre no puede uno ocuparse de eso. A lo sumo podrá preverlo, prevenirlo, evitarlo, etcétera, pero no ocuparse. De allí la segunda y tercera definición del diccionario, que tienen que ver con la intranquilidad, el temor, la angustia o la inquietud que causan algo que va a ocurrir. Siento que, en nuestro idioma, por ser la misma palabra la que se usa para expresar tanto este último estado de ánimo así como la real acción de prevención, a veces nos confundimos y creemos que por estar angustiados o temerosos vamos a lograr que algo malo no ocurra.

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Leyendo un libro de Anselm Grün, llamado Recuperar la propia alegríaV, me encontré con esto: “El término griego para expresar la preocupación es merimna, que deriva de ‘dividir’. La preocupación divide el ánimo del hombre y le causa pesadumbre e inquietud. El término alemán para expresar la preocupación, Sorge, significa, por su misma raíz, ‘pesadumbre’, ‘aflicción’, ‘enfermedad’, ‘inquietud’, ‘angustia’, ‘pensamiento atormentador’. Designa, por tanto, lo contrario de la alegría: se refiere a una persona que se atormenta a sí mima con cavilaciones, que enferma de pura inquietud. Y señala a una persona que no es capaz de disfrutar, que siempre está llena de inquietudes, que no se encuentra allá donde está en cada momento, sino que se preocupa con una incesante angustia por su futuro”. En inglés se traduce preocupación como care, o sea cuidado; trouble, problema; o concern, que significa en su acepción relevante estado de inquietud que envuelve interés por algo, incertidumbre y aprehensión a la vez. Como puede verse, para griegos, alemanes y americanos no hay confusión. La preocupación desde este punto de vista es mala, destructiva, negativa. En cambio, si preocupación es pre-ocuparse (literalmente), o sea ocuparse ahora de algo para que no pase, o un hacer ahora para que algo que queremos ocurra, entonces la preocupación es buena. Aplicarían refranes como:

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Recuperar la propia alegría. Anselm Grün. Guadalupe, 2006.

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Sombras cortas de mediodía

Hombre prevenido, vale por dos Jornada emprendida, medio concluida Más vale prevenir que curar La mayor parte de las veces, en cambio, la preocupación es inactiva, es la otra, es la de la charla de café (a la que somos tan adeptos) sin posibilidad de resolver nada. Nos preocupamos por el calentamiento global, por el bienestar de las generaciones futuras, por el hambre de la humanidad o por la corrupción sin hacer nada al respecto. Siempre es más fácil preocuparse (angustiarse, inquietarse) por el hambre del mundo que ocuparse de que coma algún pobre del barrio. O preocuparse por la corrupción en vez de ocupar un puesto público sin ser corrupto. Nos preocupamos de lo que es imposible de resolver y en general muy poco nos ocupamos de cada uno de los casos que conforman ese problema global, que sí están mucho más a nuestro alcance. Además, puedo ya decir que esta confusamente llamada preocupación, llevada a lo concreto de cada uno de nosotros, a nuestras familias, a nuestras vidas, arruina. En el libro antes citado, Grün describe así los efectos de esta preocupación: “Hay personas que, a fuerza de preocupación, son incapaces de disfrutar. No pueden disfrutar de un día soleado de vacaciones porque tienen multitud de preocupaciones. Se inquietan pensando si por la noche caerá una tormenta o si al día siguiente habrá chaparrones. No son capaces de disfrutar de una

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buena comida porque están constantemente preocupadas por si el sueldo les va a llegar a fin de mes. No son capaces de disfrutar de una conversación porque están preocupadas pensando si causarán una buena impresión. La preocupación divide el corazón llano y no le deja estar allá donde pueda alegrarse y disfrutar”. No es cuestión de ser un inconsciente tampoco. Es tan estúpido preocuparse por algo que no está en nuestra capacidad resolver, como angustiarse o turbarse por algo que sí podemos controlar y no controlamos, o vivir totalmente des-pre-ocupados ya que la vida es corta. Como siempre, la seria reflexión sobre las cosas a las que nos enfrentamos y el equilibrio en la acción parecen ser los ingredientes necesarios de la receta para hacer las cosas bien. Hay un proverbio, aparentemente sueco, que dice: La preocupación suele hacer que las cosas pequeñas proyecten grandes sombras Me resultó interesante, para poder relacionar la preocupación literal (ocuparse de las cosas antes de que ocurran) con la otra (angustia, inquietud). Es al amanecer y al atardecer cuando se proyectan grandes sombras de cosas pequeñas, cuando el sol, la luz, es poca y fluye en un ángulo que no es el más adecuado para ver bien. Al amanecer y al atardecer es justo cuando uno más se preocupa. Al amanecer, de lo que va a pasar durante el día; al atardecer, de lo que pasará al día siguiente. Al mediodía, en cambio, cuando el sol está en lo alto, las sombras son cortas. Las cosas toman dimensiones más ciertas y

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Sombras cortas de mediodía

reales porque hay más y mejor luz. Es normalmente en ese momento en que uno está “ocupado”, haciendo las cosas que cuando solamente eran preocupaciones proyectaban grandes sombras. A la luz, mientras uno se ocupa de las cosas, estas no generan esas mismas sombras largas y terribles, atormentadoras. Una de las formas que yo encontré para pre-ocuparme, y así no tener que preocuparme, es saber. Leer, buscar, conocer, entender, pensar, analizar, “iluminarme”. Son todos verbos que hoy están un poco en desuso, o al menos pasados de moda. Hoy estamos en el tiempo del Just do it (simplemente hazlo). Tal vez sea mejor no “simplemente hacerlo”. Tal vez convenga pensarlo un poco antes, tal vez haya que usar el amanecer y el atardecer para leer y pensar un poco y esperar a que la luz del mediodía (y de nuestro entendimiento informado) acorte las sombras (las angustias y turbaciones) para ocuparnos en serio de lo importante, y poder vivir con un poco más de alegría.

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Ilustración 11: Pascua y Navidad

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Imagen de base generada a partir de una fotografía de decoraciones en el piso del aeropuerto de Miami, Florida, tomada por J. R. Lucks el 28 de noviembre de 2015. Figuras creadas con el programa Surfer, www//imaginary.org/es/program/surfer

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Espejos Públicos

Espejos Públicos

Conversando días pasados con un amigo sociólogo me comentaba cómo veía el fenómeno de las redes sociales. Me interesó especialmente su pensamiento en cuanto a cómo los medios audiovisuales habían influido tanto en las personas que cada vez más parecieran “necesitar verse en una pantalla” para “sentirse”, para “confirmar” su existencia. Esto me hizo acordar de un refrán, que no es de ninguna manera nuevo ni fue concebido a partir de la aparición de la televisión o de Internet, que dice: Una imagen vale más que mil palabras Y en muchos casos es bastante cierto. Un cuadro describe mejor una situación particular, (pensemos en una batalla o en un paisaje) que lo que podrían hacerlo mil palabras. Incluso si las palabras son elegidas por un gran literato, es probable que una imagen termine siendo, muchas veces, más descriptiva, más detallada.

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Además, puede decirse que la imagen –generalmente– muestra, pero no concluye. Las palabras, en cambio, por objetivas que traten de ser, transmiten la idea del que las elige para encadenarlas en la descripción. Ponen más énfasis en algunas cosas, subestiman otras, etcétera; son más parciales, subjetivas. Si bien una imagen también puede ser escogida, editada, creada para transmitir algo subjetivo, lo cierto es que en muchos casos una simple fotografía –obtenida sin intencionalidad de forzar una interpretación– transmite muy bien y objetivamente una situación compleja, dejando la obtención de conclusiones al observador. Desde hace tiempo los medios audiovisuales comenzaron a crecer en forma exponencial. Hasta antes de Internet, para aparecer en una pantalla, para poder mostrar una imagen de uno en una pantalla, había que salir por televisión y esto no era sencillo ni barato. La televisión se fue haciendo más y más popular, hasta que llegó el momento en que no es ya tan caro ni complicado “subirse” a un programa televisivo. Inclusive, con poco dinero y algo de desfachatez, es factible tener un programa propio de cable, siempre y cuando se pague el alquiler mensual del estudio para hablar de lo que sea para audiencias probablemente inexistentes. Pero fue la llegada de Internet masivo y de las redes sociales lo que le da pantalla a todo el mundo. En blogs, en páginas propias, en redes o en lo que sea, el que quiere se filma, se fotografía, se graba, y… aire. Está en el aire. Está en la pantalla. Es parte del mundo audiovisual. Se transforma en contenido ahorrándole al que debería producirlo el esfuerzo y el dinero requerido para hacerlo.

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Espejos Públicos

Al ponerse en una pantalla uno se ve a sí mismo. Antes, para verse a uno mismo, había que buscar un espejo. Ahora ya no hace falta. La pantalla es incluso mejor, porque es un espejo que está conectado al medio de comunicación más potente inventado hasta ahora; ya hoy se puede acceder a este particular espejo desde casi cualquier lado. Pero no es únicamente el que se muestra el que “construye” este momento cultural, es también el que necesita ver para creer. Como todo se muestra, si no lo vemos no lo creemos; y como tenemos que verlo, perdemos (tal vez) la habilidad de describirlo, de contarlo, de conversarlo. El latiguillo “¿viste?” se vuelve ahora una pregunta válida. Es más fácil ver lo que hacen los propios hijos en Internet, que pretender hacerlo en sus habitaciones, colegios, boliches, etcétera. Ellos mismos “cuelgan” sus vidas de espejos públicos para que desconocidos las vean. Eso sí (experiencia concreta de mi amigo sociólogo) se ofenden y se sienten invadidos en su privacidad si sus propios padres ven sus blogs, posts, fotos, videos o consultan sus perfiles en cuentas de redes sociales. Cámaras integradas en las computadoras, teléfonos con videograbadoras y que sacan fotografías, y miles de aparatos más (que ya nos venden como algo indispensable) son los encargados de capturar vidas para ponerlas en pantallas de computadoras, más teléfonos y cientos de otros aparatos que en conjunto con los anteriores se han transformado en ofertas imposibles de dejar pasar. Fama. Hay que ser famoso. Hay que ser visto. Hay que dejarse ver. Hay que difundirse. Incluso parece haber aparecido una nueva profesión: Mediático. Cuya definición podría ser: el que

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hace cualquier cosa, no importa el valor o aporte útil de lo que haga, con tal de ser expuesto en algún medio masivo. Difundir, interesante palabra: difundir viene de fundir, que a su vez en latín significa propiamente derramar, desparramar, derretir. Además, fundir quiere decir arruinar en otra acepción, y la raíz da también origen a palabras como difuso y confuso. ¿No nos estaremos di-fundiendo demasiado?, ¿no terminaremos derritiéndonos en imágenes?, ¿confundiéndonos los unos con los otros entre tanta pantalla? ¿No terminaremos siendo entes difusos?, fundidos en una masa con otros miles a los que nos parecemos por usar la misma ropa, escuchar la misma música, seguir las mismas tendencias y los mismos consejos publicitarios para hacernos famosos y mediáticos. Fama, que viene también del latín, quiere decir voz pública, rumor. ¿Terminaremos siendo no más que un “rumor visual” de tanto ir de pantalla en pantalla, de ojo en ojo? Este trabajo de la imagen a mostrar, de la imagen externa, se ha transformado en una gran obsesión. Ha ocupado una gran parte de nuestras vidas: tenemos que mostrarnos y para mostrarnos tenemos que lucir bien. Tenemos que aparecer como creemos que nos quieren ver y siempre hay algún comercial que nos ayuda a saber cómo “es” que nos quieren ver, con qué ropa, con qué calzado, tomando o comiendo qué cosa... Definitivamente no considero que seamos únicamente “exterior”, por eso me interesó este otro refrán que asegura: Vanidad exterior es indicio de pobreza interior

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Espejos Públicos

Imagen es representación, no es contenido. Trabajando tanto en la representación: ¿no estaremos olvidando el contenido? ¿Serán cada vez más “ricas” nuestras imágenes y más pobre nuestro interior al que pareciéramos no dedicar tanto tiempo? Espero que no sea así, que tanta necesidad de mostrar el exterior no se deba a que tenemos menos que mostrar en el interior. Espero que sea solamente otro momento en la evolución de la cultura en la que algo llama la atención y termina luego volviendo a su punto justo, a su equilibrio razonable, a su medida coherente. No estoy en contra de Internet, después de todo caigo yo también en esta tendencia de “mostrar”. Yo, como otros, “me pongo” aquí en la pantalla de un blog o de un libro digital que usted está leyendo. No necesariamente descalifico, sólo me pregunto y “muestro” mi pregunta. Si yo creyera realmente que una imagen vale más que mil palabras sería fotógrafo y no escritor. De cualquier manera, no es uno o lo otro, habrá momentos en que una imagen sea mejor, habrá otros en que mil palabras lo sean. Por eso creo que el valor de la imagen, diría que hoy exacerbada, volverá en algún momento a su justo punto y mostrarse no será más importante o necesario que contarse. Lo que sí creo es que hay algunas palabras que definitivamente valen más que mil imágenes, por ejemplo: Amor, Fe, Solidaridad, Hijo, Familia… decida cuáles son las suyas, y cuídelas, dígalas, cuéntelas, cántelas, no trate de encerrarlas únicamente en imágenes.

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Ilustración 12: Bendito Mármol II 12

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Imagen de base creada a partir de una fotografía de mármoles tomada por J. R. Lucks en el hotel Fiesta Inn de Santa Fe, Estado de México, el 25 de noviembre de 2015. Fractal creado con www.dangries.com/Flash/FractalMakerExp/FractalMaker_exp

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Amistad, divino tesoro

Amistad, divino tesoro

Amistad, divino tesoro; parafraseando a Rubén Darío en la primera línea de su poema “Canción de otoño en primavera”, que ya que lo menciono dice así: “Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer”. El poema de Darío cuenta lo difícil que es encontrar el amor y cómo se nos va la vida en ello… Pero el poeta no abandona, de hecho, el último verso nos dice cómo su sed de amor no tiene fin y que aun en su vejez (su otoño) se acerca a los rosales del jardín (su primavera). Y es así, difícil encontrar el verdadero amor tanto como encontrar la verdadera amistad, porque la amistad no es más que una variante del amor. Está el amor que le tenemos a nuestra pareja, que será amor erótico; el que profesamos por nuestros hijos, amor filial; el

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que tenemos por nuestros hermanos o familiares, al que llamamos fraternal. Y el amor de la amistad. No hay amistad, desde mi óptica de la cuestión, sin amor. Puede haber compañerismo, puede haber conveniencia, puede haber afinidad, puede haber interés u otro montón de cosas más, pero sin amor no hay real amistad. Y como amar es difícil, tener verdaderos amigos también lo es. El amor filial o fraternal se construye desde lo habitual –y de alguna forma “obligatorio”– de la relación; el amor erótico tiene un componente de locura que se relaciona a lo que lo hormonal nos produce –sobre todo en un inicio. El que deben profesarse los amigos, en cambio, es una construcción totalmente voluntaria y consciente, no hay lazos de sangre ni hormonas. Es más difícil. Por eso es que tenemos miles de refranes para las diversas categorías de los “supuestos” amigos que se nos aparecen por allí. Qué tal el que sigue: Con amigos de ese tipo, para qué quiero enemigos Este describe a los “amigos” de la peor clase, los que no solamente no nos aman, sino que probablemente nos odian, nos envidian, nos aborrecen. Los que sólo están esperando el momento para lastimar, para abusar. Hay otros también en líneas similares, lo que se describen por este refrán: Amistad por interés, no dura pues no lo es - 78 -


Amistad, divino tesoro

Estos pueden ser un poco menos peligrosos que los primeros, pero igualmente malos. No son amigos, no aman, únicamente buscan provecho. Nos hacen perder el tiempo. Están también los que parecen, pero que tarde o temprano desaparecen. Tal vez no estén por interés, pero seguro no se interesan a la hora en que la amistad pone a prueba su amor. Un refrán que los describe nos aconseja: Amigo que no da pan y cuchillo que no corta, aunque se pierdan no importa Hay días de la amistad. Días para pensar en la amistad. Días para celebrar la verdadera amistad. Con tanta variedad de pseudo-amigos, ¿cómo saber quién realmente puede contarse en esa categoría? Un refrán, otra vez, me sirve, al menos a mí, para poder reflexionar sobre con quién contar y con quién no. Amigo no es el que pregunta cómo estás, sino el que se preocupa por la respuesta Se puede contar con aquél que se interesa por lo que le contás. Fácil, ¿no? Se dice que día de la madre o del padre no es uno solo sino todos. Pues con los amigos debería ser igual. Hay un día marcado en el cual el “mercado” espera que compremos regalos, golosinas, tarjetas, etcétera. Todos los años ese día me produce una importante necesidad de contar, contar con quién realmente puedo

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contar, contar a los que de veras les puedo contar y se van a interesar. Esos, a los que les interesa lo que tengo para contar, tal vez sepan incluso mejor que yo que son mis amigos. A esos les digo, hoy y el resto de sus días: ¡Salud! ¡Feliz día, mis amigos!

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Amistad, divino tesoro

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 13: Mundos & Moons

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Imagen de base creada a partir de una fotografía de la decoración en el piso del hotel del aeropuerto de Miami, tomada por J. R. Lucks el 28 de noviembre de 2015. Figuras adicionales creadas con el programa Surfer, www//imaginary.org/es/program/surfer

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Palabras de moda I

Palabras de moda I

Hay una palabra, entre otras, que parece gustarle mucho al mundo de hoy. Me refiero a inmediatez. Queremos las cosas ya. Inmediatamente. La información, los placeres, los gustos. Lo disfrutable lo es más si es ya, ahora, en este momento, en este instante… como si no hubiese mañana, como si no fuese a haber futuro. El refrán por excelencia para soportar este afán de inmediatez, esta desesperación por lo rápido, por lo urgente, es tal vez uno de los más conocidos: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy En realidad, se ha refinado un poco; así es que nos recomiendan: No dejes para mañana lo que puedas comprar, hoy. Créditos al instante

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O podría ser: No dejes para mañana las vacaciones en este lugar paradisíaco. Con los cambios en el clima es probable que se desertifique prontamente Hasta tal vez: No dejes para mañana lo que puedas consumir hoy. Mañana tal vez ya no esté de moda y no pueda vendértelo Seguramente estoy exagerando, pero siguiendo la misma línea de pensamiento prefiero no dejar para mañana lo que puedo exagerar hoy. Tal vez mañana, muy probablemente, si seguimos como vamos ya no sea una exageración. Inmediato quiere decir que sucede sin tardanza, enseguida; pero también cercano, contiguo, próximo… prójimo. Es interesante porque el prefijo in, que en muchas palabras significa negación (in-moral, por ejemplo), en la palabra que estamos analizando significa “en”, o “dentro”. O sea, inmediato es: en lo mediato, en el medio, en el momento en el que estamos, en el lugar en el que estamos. Inmediato es urgente. Como el refrán sugiere: hoy, no mañana. El verdadero problema, para los que lo vemos, es a qué le damos urgencia. Como casi siempre la culpa no es del martillo sino del que lo empuña.

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Palabras de moda I

Qué tal si en lo inmediato nos preocupamos por atender lo verdaderamente inmediato, o sea lo próximo, lo cercano, lo que nos requiere, lo que nos grita por favor que lo atendamos. Qué tal esta lista de cosas próximas que son inmediatas: • Hijos que necesitan límites. • Vecinos con necesidades. • Niños con hambre. • Gente sin trabajo a la cual pudiésemos ayudar. • Corrupciones que denunciar. • Parientes que necesitan una mano; o ni tanto, tal vez una oreja; o inclusive menos, una sonrisa. ¿Por qué dejar eso para mañana? ¿Por qué al ser inmediatistas lo somos solamente para algunas cosas? ¿Por qué no ponemos en serio de moda la palabra inmediato y nos dedicamos con urgencia a resolver temas que una vez resueltos, en lo inmediato, dejen de hipotecar el futuro en el que parecemos no creer pero que es tan indefectible como la muerte? ¿Qué tal educar en lo inmediato, para que no tengamos que sufrir la cercanía o la inmediatez de la pobreza de los que no saben y por eso no pueden? ¿Qué tal construir en lo inmediato medios para que tengamos un país mejor, y no tengamos que sufrir la proximidad o la inmediatez de la inseguridad que nosotros mismos producimos? Tal vez me haya equivocado, como tantas otras veces, y lo que esté de moda no sea la inmediatez. Tal vez lo que está de moda es la in-madurez, la falta de ese crecimiento que nos hace

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discernir qué es lo que hay que hacer hoy y no dejar para mañana, porque si lo dejamos hoy el mañana va a ser una porquería. Como siempre, soy optimista, tal vez no en los resultados inmediatos, pero sí en un mañana en el cual inmediatamente me tengo que poner a trabajar con mis actitudes, con hechos y no nada más con palabras, con la educación que les doy a mis hijos… con lo que definitivamente no debo dejar para mañana.

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Palabras de moda I

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Ilustración 14: Cruci-silla

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Imagen de base creada a partir de una fotografía del tapizado de una silla tomada por J. R. Lucks el 28 de noviembre de 2015 en una sala de espera del aeropuerto de México. Fractal generado con www.kevs3d.co.uk/dev/lsystems/#

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Palabras de moda II

Palabras de moda II

Se me cruzó una frase, un refrán, un supuesto proverbio que dice: Las cosas más importantes de la vida no son cosas Interesante. ¿Si no son cosas, qué son? Se me ocurrieron algunas “cosas que no son cosas” y que por no serlo deberían ser importantes:    

Personas Recuerdos Ideales Sentimientos

Definitivamente estas no son cosas y son importantes. Pero por estas “no cosas” es difícil cobrar, y para el mundo de consumo en que vivimos esto es falta mortal. Así que me puse a pensar en otras “cosas que no son cosas” pero que sí se pueden vender:

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     

Música El efecto que causan las drogas Sexo Actividades excitantes Deportes … y la verdad que muchas más.

Algunas de esta última lista son buenas y otras malas. Pero ninguna es una cosa en sí, aunque algunas necesiten de cosas para poder ser consumidas o “disfrutadas”. Entonces me vino a la mente algo relacionado con estas palabras que se ponen (o hacen poner) de moda (para luego usarlas como gancho publicitario) y la palabra a la que me refiero es: sentir. “Es el tiempo de sentir, pensar está pasado de moda”. “Sentir es importante y divertido; reflexionar, racionalizar es aburrido, antiguo”. “Durante mucho tiempo se pensó y nada más, así que ahora basta y a sentir”. “Pensar es para pocos, sentir es para todos”. El sentir, al menos en el hombre, tiene dos variantes: 1. Los hombres (los animales también) sienten por sus sentidos. El tacto, el olfato, el oído, el gusto y la vista. Por estos cinco maravillosos regalos de Dios, o de la naturaleza, el hombre siente: sensaciones. 2. Los hombres (tal vez los animales también) tienen además sentimientos. Algunos buenos: amor, compasión, fraternidad, amistad. Algunos malos si no se los canaliza correctamente: el odio (que no es malo si por ejemplo odiamos las injusticias y hacemos algo para evitarlas) o la envidia (que tampoco es mala si luego de la comparación que nos la causa nos

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Palabras de moda II

esforzamos, sin molestar a nadie, para alcanzar ese estado de bienestar que la produjo). ¿Entonces?... El mundo de consumo se enamoró de promover el “sentir sensaciones”, ya que por todas y cada una se puede fabricar alguna cosa vendible –sea la cosa un televisor que transmite un evento deportivo, o un equipo de audio con el que escuchar música, o un hotel en el cual tener sexo casual, o…, lo que sea que permita sentir una sensación por la que se pueda cobrar algo, alquilar algo, etcétera. No pretendo exagerar ni demonizar a las sensaciones, al contrario, la sensación de frescura que se siente en un campo sobre el que acaba de llover es una de las que más me gusta, y es gratis… bueno, ya alguien la puso en un aerosol para que pueda sentirla en mi departamento de ciudad donde no hay pasto ni en la plaza. Pero eso no quita lo bueno de la sensación original. Seriamente, no estoy en contra de las sensaciones, pero sí estoy muy a favor de los sentimientos. Esos –me puedan o no sacar dinero por ellos– les dan motor a mis acciones en lo que es importante, en la relación con otras personas, y no únicamente para sentirlas vía el tacto sino para vivir con ellas, para con-vivir. Tanto nos dedicamos a las sensaciones (porque nos hacen dedicar), que me parece que muchas veces dejamos de lado los sentimientos. La familia, la unidad mínima de la sociedad que nos trajo hasta acá como especie animal “privilegiada”, no se basa en sensaciones sino en sentimientos. Claro que los cinco sentidos pueden producirnos sensaciones maravillosas en un ambiente familiar –ver a un hijo caminar por primera vez o entrar con su diploma universitario o con su trofeo deportivo, oler ese perfume - 91 -


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único de nuestra pareja, oír las risas en la mesa familiar, etcétera, etcétera), pero no alcanza con eso, necesitamos sentir amor, orgullo, placer, para que esas sensaciones realmente aparezcan. Por otro lado, tal vez en algún momento las sensaciones de vivir con las mismas personas mucho tiempo acaben no siendo las mejores, o al menos no tan exóticas como las que se nos proponen desde alguna publicidad o tendencia de consumo. Ahí son los sentimientos los que deben estar, para que la familia se mantenga y las sensaciones agradables vuelvan. El refrán no dice que las cosas no sean importantes. Sólo sugiere que no son lo más importante. Yo lo re expresaría dejando las “cosas” afuera: Los “sentires” más importantes son los sentimientos, no las sensaciones Tengamos todas las sensaciones que queramos o podamos financiar, deleitémonos con toda la variedad de ofertas de gustos y sabores que se nos ofrece para que no se nos ocurra dejar de consumir, pero tengamos claro que más importantes que esas sensaciones, son nuestros sentimientos. Las sensaciones tienen límite. Hay una cantidad limitada de gustos de helado que probar antes de cansarnos o enfermarnos por comer helado. Los sentimientos son inagotables. El amor, la amistad, producen y se reproducen todos los días si los cultivamos. El hombre ha inventado mucho, casi todo referido a las cosas o a lo que estimula o produce sensaciones. En cambio, el amor que sentimos ahora no es muy diferente del que sentían los - 92 -


Palabras de moda II

romanos o los griegos en el siglo primero –aunque ellos no tuvieran a mano un helado de frutos del bosque con crema celeste al oporto bañada con salsa de cilantro tibio. El hombre no ha podido inventar mucho en cuanto a los sentimientos, de alguna manera “nos superan”. No caigamos en el error de vivir nada más de sensaciones o de poner en peligro sentimientos por algunas sensaciones que son siempre pasajeras. Podemos perder los sentidos por accidente o negligencia, o al menos la sensibilidad que nos permite captar diversas sensaciones. Perder la sensibilidad en cuanto a los sentimientos, en cambio, es algo que “decidimos”. Nos pueden cortar una mano o podemos perder el olfato de tanto inhalar porquerías, pero nadie o nada externo nos puede hacer dejar de amar o de sentir compasión. No hay accidente que nos corte la capacidad de sentir sentimientos, “decidimos” dejar de sentirlos, o de darles la importancia que tienen. Cuando se trata de sentimientos decidamos bien, son más importantes que las sensaciones, aunque no haya comerciales que los publiciten.

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Ilustración 15: Ecoplafond

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Imagen de base creada a partir de una fotografía de árboles tomada por J. R. Lucks el 4 de diciembre de 2015 en una calle de Buenos Aires. Fractal generado con www.dangries.com/Flash/FractalMakerExp/FractalMaker_exp

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Formas o fondos

Formas o fondos

Llega la época del año en que nos empezamos a preocupar un poco más por las formas. El calor, y el proceso de ir sacándose las capas de ropa que el invierno obliga a utilizar, sacan del “fondo” algunas cosas que preferimos no mostrar. En realidad, las formas han tomado el control de la escena desde hace tiempo. La estética, lo externo, lo –en definitiva– superficial, se ha vuelto primordial y dominante. La pregunta de Erich Fromm de mitad del siglo pasado “¿Tener o Ser?”, se ha contestado indefectiblemente por el lado del tener. La ha contestado la sociedad de consumo, tanto los que producen y venden, como los que compran. La forma, la deseada, se ha convertido en un "bien", y se puede tener, se puede comprar. Estoy exagerando, obviamente; debe quedar aún gente más preocupada por ser algo que por parecerlo. Pero si la publicidad exagera en lo importante que es para la vida de un ser humano un viaje, una crema facial o lo que sea, ¿por qué no puedo yo exagerar para llevar agua hacia el otro molino? Tener la forma, parecer, es más fácil, es más buscado, es hasta más dinámico, porque hoy se puede tener una forma y - 95 -


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mañana otra y así uno no se aburre. Ser, en el otro extremo, es más difícil de cambiar. Hay un viejo refrán que dice: Lo que importa no es la forma, sino el fondo Jugando un poco con las palabras, hoy, a pesar de mi desacuerdo violento con lo que voy a escribir a continuación, estaría más de moda decir: “En el fondo, lo que importa es la forma”. Pareciera que nos olvidamos de otros refranes interesantes que la sabiduría popular terminó transformando en consejos valiosos, como: La experiencia no se fía de la apariencia No todo lo que brilla es oro Las apariencias engañan Hoy las fajas reductoras que dan forma de flaco al gordo, las camas solares que dan colores caribeños al que no sale de su habitación más que para ir a cambiarse de color en una cama solar, las prendas íntimas que levantan lo caído y juntan lo separado son el norte de muchas brújulas. No es que me parezca mal o crea que esto no debe ser permitido, pero: y en el fondo, ¿qué hacemos para no tener que parecer lo que aparentemente quisiéramos ser?

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Formas o fondos

¿Quién publicita hoy un verdadero cambio, en vez de solamente un maquillaje?, ¿quién o cuánto se habla de una “inversión” en transformarse en lo que uno quiere aparentar? ¿Qué tal preguntarse por lo que debe uno ser? ¿Por qué confiar solamente en avisos televisivos o en las tendencias de la moda para contestar esa pregunta? Volviendo a los refranes, me gusta más este: Tal el hombre debe ser, como quiera parecer No es que los otros citados anteriormente sean malos (excepto el que propuse como de moda); pero es que el primero es únicamente enunciativo y los últimos tres sólo previenen de lo que otros quieren hacernos creer. Este último incita a la acción personal. Este último es una llamada a levantarme y hacer algo concreto. Si quiero ser flaco haré ejercicio, y si quiero lucir como caribeño me mudaré a Cuba. Aparte de eso debo ser solidario, no solamente parecerlo colaborando con alguien de vez en cuando. Debo también prepararme intelectualmente para lograr cosas, no nada más leer alguna revista de actualidad para poder opinar sin saber de qué estoy hablando, etcétera. No pretendo decir que la forma sea irrelevante, también la forma, muchas veces, hace. No es lo mismo saludar a un hijo con un grito que hacerlo con cariño, esa forma, esa, sí hace. La otra forma, la forma de la que estuve hablando, esconde. Usamos la forma (la cirugía estética, la ropa de pseudo marca, el lugar que frecuentamos para mostrarnos, etcétera) para comunicar algo que no siempre somos. - 97 -


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No somos lo que quisiéramos mostrar y, por lo tanto, al sentir que no somos lo que deseamos, pareciéramos tener únicamente la opción de engañar, la de usar las formas para esconder la realidad. Los seres humanos podemos ser lo que queramos ser, y dentro de ese “querer” hay que combinar no solamente el gusto sino también la obligación, el querer lo que se debe, lo que nuestra situación de seres humanos nos pide. El hombre tiene esa capacidad y ese deber. Ocupados todo el día en aparentar, en esconder, no nos queda tanto tiempo para ser. Tenemos tanto que terminamos siendo muy poco. Si no podemos sacarnos la forma de la cabeza, usemos entonces la palabra para formarnos, para trans-formarnos. Para, en el fondo, ser lo que queremos que los demás crean que somos. No falla.

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Ilustración 16: Bendito Mármol III

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Imagen de base creada a partir de una fotografía de árboles tomada por J. R. Lucks el 4 de diciembre de 2015 en una calle de Buenos Aires. Fractal generado con www.dangries.com/Flash/FractalMakerExp/FractalMaker_exp

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Proyectos de porvenir, hoy, no mañana

Proyectos de porvenir, hoy, no mañana

Uno de los refranes tal vez más conocidos es: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy Tan común y conocido es, que ya me referí a él en “Palabras de moda I”, una columna publicada unas páginas antes que estas. Lo que sucede es que estas pequeñas piezas de literatura, los refranes, encierran mucho más de lo que parece, y por lo tanto puede reflexionarse sobre ellos (al menos un extremista de la reflexión como yo) en varios aspectos. En aquella columna lo utilicé para pensar en relación a qué es lo inmediato –palabra de moda–, qué realmente debería preocuparnos; qué consideramos inmediato, y qué debería ser priorizado como inmediato. Pero el mismo dicho puede pensarse de otra forma también, de hecho, a la inversa: No hagas hoy lo que puedes dejar

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para mañana. Y esto, que en español se denomina procrastinar (diferir, aplazar), está notablemente de moda también. Hoy es momento, mañana es proyecto, es por-venir. Hoy es “aquí y ahora”, mañana… quién sabe. Hace tiempo me preocupa –me aterra, en realidad– cuánto mañana dejamos de lado por el hoy. Lo que muchas veces nos pasa, con este refrán invertido, es que se deja para mañana el proyecto, el porvenir, porque obviamente eso es mañana. El porvenir está por venir, no llegó, el proyecto (etimológicamente hablando) es lo que se echa hacia delante. Usamos el “no dejes para mañana” para algunas cosas como el disfrute, el consumo, el placer, los anhelos; y dejamos para mañana el proyecto, el trabajo, el esfuerzo. Uno de los proyectos que normalmente se deja de lado es el de felicidad, que no es sólo disfrutar; que como proyecto que es requiere de inversiones para poder obtener un resultado. El disfrute es momentáneo, pasajero. La felicidad es proyecto, es aspiracional, es camino. La felicidad no es solamente un conjunto de momentos disfrutables, es más que eso; de hecho, muchas veces un momento de disfrute rompe un proyecto de felicidad. Un exceso en una fiesta, una diversión que se va de límite, termina muchas veces estrellada en una pared o en un poste, destruyendo un proyecto de familia, de felicidad compartida, con víctimas inocentes. Otro de los proyectos que dejamos para mañana es el ahorro, que es por-venir de fortuna para luego poder consumir lo construido, lo acumulado. El consumo es momento; construir lo - 102 -


Proyectos de porvenir, hoy, no mañana

que ha de consumirse es proyecto. El crédito permite el consumo sin ahorro, pero si el crédito después hay que pagarlo, ¿cuál es entonces la gran diferencia? Si hoy no planto un manzano, para algún día poder tener un momento en el que comer una manzana, si nada más como manzanas y no planto manzanos –ni yo ni nadie–, estoy privándome a mí mismo de momentos de mañana, que cuando lleguen serán presentes, serán ahora. El mañana no existe, uno lo hace. Pero… ¿cuándo se construye el mañana?: pues hoy. El hoy fue construido ayer. ¿Qué hice ayer para tener en el presente un mejor hoy? ¿Puedo disfrutar el presente, o tengo que sufrirlo por no haber hecho ayer nada para que hoy fuese mejor? A mí me gusta jugar con las palabras. Presente, pasado y futuro son palabras con las que se puede jugar, aunque no se deba. El futuro no es algo para jugárselo, el hoy de mañana es demasiado valioso como para echarlo a la suerte. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. No dejes para mañana el mañana. Hoy es el día de construir el mañana. Mañana es tarde.

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Ilustración 17: From Motion to Jewel I

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Imagen de base creada con una fotografía movida, tomada al apretar por accidente el obturador de la máquina el 3 de enero de 2016. Fractal creado con: http://sciencevsmagic.net/fractal

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Sarna con gusto pica también, pero…

Sarna con gusto pica también, pero…

Me encontré con un refrán –¿o será que él me encontró a mí?– que me llamó la atención y, seguramente por lo que estaba viviendo, me hizo pensar. El susodicho me decía: Si te gusta el arcoíris, tendrás que aceptar la lluvia Interesante. Lo deseable tiene un costo asociado. No lo veo desde el lado pesimista de que todo lo bueno trae también algo malo, sino desde la óptica de que se requieren la espera –en la lluvia–, la paciencia y el “trabajo” para poder disfrutar de algo agradable. Yo fui criado en una cultura del esfuerzo. Para lograr algo en mi casa, en mi vida, en lo que fuese, había que trabajar, sembrar y esperar, prepararse y probarse, etcétera.

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Es cierto que algunas cosas “le caen a uno de arriba”. Sin tener que hacer nada más que estar en el lugar correcto en el momento correcto. Claro que para eso se puede andar por la vida esperando que todo coincida mágicamente, o se puede buscar el lugar y el momento –con pasión, con trabajo, con preparación– y luego “esperar” que te caiga lo que te tiene que caer. De allí esta frase muy famosa (que algunos asignan a Voltaire y otros a Séneca) que reza: Suerte es cuando la preparación y la oportunidad se encuentran Volviendo a la lluvia y al arcoíris, ese refrán me hizo pensar en otro también muy conocido, con el cual estaba razonablemente de acuerdo hasta que los comparé. Éste, ahora “caído en desgracia”, dice: Sarna con gusto no pica La sarna pica, con gusto o no. Lo que pasa es que cuando es con gusto la picazón no importa o no tiene que importar. La picazón de la sarna que gusta es la consecuencia de una decisión, que si es tomada racionalmente debe ser menos molesta que el placer que produce el gusto. Incluso me animo a decir que aun mal tomada debería ser soportada, porque será resultado de la propia voluntad. Pero que pica, pica. Creer que sarna por ser con gusto no pica podría entenderse como que las consecuencias de las decisiones que uno - 106 -


Sarna con gusto pica también, pero…

toma no van a existir, o que de existir se pueden ignorar; y esto, hoy en un mundo tan dedicado al placer y al disfrute (con cierta aversión por el esfuerzo sostenido y el compromiso, desde mi punto de vista), me parece peligroso como mensaje. Si te gusta el arcoíris soportá la lluvia Así re-expresado se me hace más claro, más contundente, no deja lugar a dudas. Casi me dan ganas de “torcerlo” y decir: Si te gustan los arcoíris haz que llueva Es un tanto difícil hacer llover, al menos sin derrochar agua dejando la manguera abierta colgando de un árbol para ver los siete colores, pero qué tal: Si quieres un título, estudia. Si quieres tal o cual cosa, ahorra. Si quieres que te respeten, respeta. Si quieres un mundo mejor haz algo más que pedir a otros que lo hagan por vos. Tal vez lo que planteo sea mucho querer. Pero si quiero grandes cosas –como un arcoíris– tendré que aceptar la espera, tendré que tener confianza, pero por sobre todo tendré que hacer mi mejor esfuerzo para aportar en lo que pueda a esa “cosa grande”. Claro que pica, pero vale la pena.

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Ilustración 18: Té-condazione

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Imagen de base: fotografía de la decoración de un sobre de té verde, tomada por J. R. Lucks el 15 de enero de 2016 en el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires, Argentina. Fractal generado con: http://sciencevsmagic.net/fractal

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Si no está roto…

Si no está roto…

Existe un refrán en ingles que aconseja: If it ain’t broke, don’t fix it Lo cual significa: si algo no está roto, no intente arreglarlo. Si algo funciona, déjelo “tranquilo”. Incluso tiene un “refrán sinónimo” que también traducido del inglés dice algo así como: No discutas con el éxito Siempre me pareció un consejo interesante, aunque nunca le hice demasiado caso. Por alguna razón yo siempre me metí con cosas que andaban, aunque más no sea para ver cómo andaban. Así rompí unas cuantas, terminé dejando otras en el mismo estado en el que las encontré antes de tocarlas, y eventualmente llegué a lograr que alguna anduviese mejor.

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Refranes y Reflexión

Lo cierto es que hace unos días terminé de perder por este refrán todo el respeto que podía llegar a tenerle, aunque acepto que en algunos casos podría considerarse razonable. Estuve por diversas razones asistiendo como invitado a unas sesiones de trabajo sobre innovación y creatividad, y obviamente, más allá del impacto que me pudo causar el trabajo en sí, mi mente relacionó el refrán con la innovación e inmediatamente produjo un cortocircuito. Si se hace caso al refrán no habría innovación, al menos no tanta. No importa si no está roto, siempre se puede mejorar. No es relevante que esté funcionando o sea exitoso –siempre momentáneamente–, seguramente hay una mejor forma de lograr la misma cosa, una forma más económica, más ecológica, menos ruidosa o algo por el estilo. Comer carne cruda o solamente verduras, “funcionaba” hasta que alguien aplicó el fuego a la cocción. ¿O no? Andar a caballo o en carreta no estaba roto como medio de transporte, antes de que alguien inventara el automóvil. Cruzar el Atlántico en barco andaba bien, justo hasta antes de que se inventara el aeroplano. Hay otra frase que apoya esta idea –que se le asigna a tanta gente que mejor no intentar encontrarle dueño– y dice algo así como: Si seguís haciendo lo mismo de siempre vas a seguir obteniendo siempre los mismos resultados

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Si no está roto…

De aquí es que este tipo de ideas se aplica mucho al mundo de los negocios. Si quiero ganar un nuevo mercado o atraer a más consumidores, por más que lo que esté haciendo funcione o que mi estrategia no esté rota, no voy a mejorar, no voy a crecer, no voy a ser nunca más de lo que soy si no hago algo distinto; si sigo con lo mismo voy a seguir obteniendo los mismos resultados. Hay un libro que trata sobre esto y se llama justamente: Si no está roto, rómpaloVI, en el cual los autores recomiendan cambiar las cosas, mirar más allá, pensar en futuros mejores. Y leyendo algo de esto me vino a la mente otro autor que no tiene nada que ver con los negocios, pero que toma igualmente el tema, José Ingenieros, que escribió maravillosas cosas tratando de convencernos de que quedarse estancado en lo que anda no es lo que hace avanzar a la humanidad. Por ejemplo cuando, en El hombre mediocreVII, nos dice: “La evolución humana es un esfuerzo continuo del hombre para adaptarse a la naturaleza, que evoluciona a su vez. Para ello necesita conocer la realidad ambiente y prever el sentido de las propias adaptaciones: los caminos de su perfección. Sus etapas refléjanse en la mente humana como ideales. Un hombre, un grupo o una raza son idealistas porque circunstancias propicias determinan su imaginación a concebir perfeccionamientos posibles”. Ideales. Evolución. No sé si hace falta romper lo que no está roto, pero sí hace falta pensar en mejores funcionamientos. VI

Si no está roto, rómpalo. Ideas no convencionales para un mundo de negocios cambiante. Robert J. Kriegel, Louis Patler. Editorial Norma, 1993. VII El hombre mediocre. José Ingenieros. Longseller, 2000.

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Yo leí por primera vez El hombre mediocre muy cerca de los momentos en que también leí La rebelión de las masas VIIIy El lobo esteparioIX, y me pareció que los tres libros decían lo mismo. Tres autores muy diferentes, provenientes de diversas épocas y culturas, cada uno escribiéndole a las propias y diciéndoles más o menos lo mismo. Daría para un ensayo completo (tal vez algún día lo escriba) comparar esas tres maravillas de la literatura, así que dejo en manos del lector la inquietud de comprobar si lo que estoy diciendo le hace sentido o no. Lo interesante, para mí, es cómo una frase o refrán tan corto puede producir tantas relaciones, tantas ideas, tantas broncas de que cosas que funcionan estén condenadas a nunca mejorar justamente porque funcionan… Esto último me hizo pensar en algo más, y es el cuento de la rana a la cual al ponerla en agua hirviendo salta –obviamente hacia afuera del recipiente–, mientras que a otra a la que el agua se le va calentando de a poco se la termina cocinando sin que la misma llegue nunca a notar la diferencia en la temperatura. La temperatura del agua que se iba calentando de a poco funcionaba para la rana, nunca sintió que tenía que hacer un cambio ya que su ambiente andaba bien, aunque la realidad era que se iba arruinando lentamente. ¿No nos pasará a nosotros lo mismo?, ¿no estaremos pensando que hay cosas que andan bien cuando en realidad nuestra vida, nuestra humanidad se va deteriorando poco a poco, y por no hacer nada –por hacer caso al ahora “maldito” refrán con el que empecé la columna– nos estamos dejando lentamente cocinar? VIII IX

La rebelión de las masas. José Ortega y Gasset. Alianza Editorial, 1999. El lobo estepario. Herman Hesse. Edhasa, 2004.

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Si no está roto…

Me quedo con Ingenieros: “Seres desiguales no pueden pensar de igual manera. Siempre habrá evidente contraste entre el servilismo y la dignidad, la torpeza y el genio, la hipocresía y la virtud. La imaginación dará a unos el impulso original hacia lo perfecto; la imitación organizará en otros los hábitos colectivos. Siempre habrá, por fuerza, idealistas y mediocres. El perfeccionamiento humano se efectúa con ritmo diverso en las sociedades y en los individuos. Los más poseen una experiencia sumisa al pasado: rutinas, prejuicios, domesticidades. Pocos elegidos varían, avanzando sobre el porvenir…” Usted sabrá de qué lado quiere ponerse.

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Ilustración 19: Eco-No-My

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Imagen de base creada con una fotografía de la parte trasera de los asientos del vuelo 029 de Aeroméxico, el 26 de abril de 2016. Fractal generado con: http://sciencevsmagic.net/fractal

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Panza llena… pero ojo

Panza llena… pero ojo

Hay un viejísimo refrán que, de tan viejo, justamente por la imposición de modas y de cambios en los hábitos de consumo, me parece que se pasó de moda. Me refiero a: Panza llena, corazón contento Este refrán pretendía decirnos que la felicidad tiene que ver con la alimentación. ¿O no? Bueno, hay muchas formas de verlo. Es cierto que comer, como cobertura de las necesidades básicas –digamos fisiológicas– del ser humano hace a un primer nivel de “felicidad”. Pero con comer no alcanza. De hecho, hay otro refrán que, si bien tiene raíces religiosas, también es bastante “famoso”, y aclara: No sólo de pan vive el hombre Sin necesariamente atenerme al sentido original con el que el refrán se dijo, aun así, podemos coincidir en que el ser humano

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no solamente necesita comida, también necesita amor, educación, posibilidades de desarrollarse dignamente como persona, capacidad de ejercer su libertad y su creatividad, etcétera. Lamento escuchar y leer todos los días cómo “panza llena corazón contento” es mal usado por muchos para mantener a gran parte de nuestros pueblos sometidos; dándole de comer a cambio de votos, a cambio de que no trabajen y por lo tanto dependan siempre del “animal político” de turno a cargo de repartir dádivas y subsidios. Funcionarios basura usan el llenar panzas para mantener a pobres seres humanos en la ignorancia, para no dejar que la gente tenga lo que más necesita: la necesidad de crecer y mejorar. Pero por otro paradójico lado, en un mundo en el que la pobreza insólitamente crece a pesar de todos los avances y recursos que tenemos a disposición, hay muchos que no comen, hay muchos que mueren desnutridos antes de poder caminar, que nunca llegan a saber lo que es la felicidad. El presupuesto de cualquier guerra o expedición al espacio para averiguar quién sabe qué cosa resolvería el problema, y sin embargo seguimos gastando en eso en vez de llenar panzas o, lo que sería mejor, generar las condiciones para que la gente se pueda llenar la panza con un trabajo digno. Cómo podemos haber llegado a esto: gente que nunca tiene la panza llena y gente a la que se le llena la panza para que no piense o para que se someta. Otros, de tener la panza tan llena ya no se contentan con eso. Le hacen honor al segundo refrán, pero no necesariamente siendo solidarios, que también es una forma de contentar corazones, no nada más al propio sino al de otros. Muchos de los

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Panza llena… pero ojo

que ya no ven en su panza llena la satisfacción la buscan en otras cosas como las drogas, el alcohol, o en algún otro consumo que los mantenga “contentos” o al menos adormecidos. Muchos contentan su corazón –al menos por unos días hasta que necesitan volver a comprar– con tener un televisor de última moda, un auto de gran valor o ropa siempre actualizada; mientras comen, por barata, “chatarra” que los termina enfermando. Incluso, sin tener que hacerlo para pagar el crédito de la compra que supuestamente iba a dejarlos con el corazón contento, hoy los jóvenes –y muchos grandes también– comen mal porque aceptan comer lo que grandes marcas de moda les ofrecen, y se satisfacen con ofertas de sabores y logotipos que han de ponerlos tristes cuando sepan qué tanto mal les hizo esa “basura” algunos años después. Por otra parte, hoy este refrán se ha vuelto incluso odioso para las –y los también– que si no entran en un talle cero no se ven bien. Los grandes medios han difundido imágenes de belleza que harían decir al refrán: Panza vacía, corazón contento; liposucción, corazón contento; bulimia y anorexia, corazón contento… ridículo, insólito, aberrante. ¿Cómo hacemos para poner esto en orden, en equilibrio? ¿Cómo hacemos para comer todos lo necesario, lo sano? ¿Cómo hacemos para, luego de llenar nuestra panza, buscar felicidad en cosas que también les hagan bien a otros? ¿Cómo hacemos para no consumir en exceso y después vomitar lo que consumimos de más consumiendo nuestra vida en el proceso? ¿Qué fue lo que hicimos con nuestra libertad –lo que nos diferencia de los animales– que ellos parecen convivir mejor con el refrán que nosotros?

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Refranes y Reflexión

Acabo de almorzar y no tengo el corazón contento. Escribo y me pregunto cosas que comparto, y no me queda el corazón contento. Trato de colaborar en lo que puedo para arreglar el hambre de algunos que tengo cerca y aunque a veces lo logro, no llego del todo a tener el corazón contento. Debo ser yo un inconformista… Por favor, seamos todos un poco inconformistas. Que no nos contente nuestra panza llena o nuestro televisor último modelo, pero no para volver a consumir más buscando “contentura” en eso, sino para colaborar en lo que podamos con el fin de equilibrar este desastre en el que estamos transformando a la especie humana. Démosle de comer a los que no tienen la panza llena, pero mientras tanto eduquemos para que puedan ellos eventualmente llenarla por sus propios medios. Este lío en el que nos metimos no se arregla de un día para el otro. Sembremos en nuestros hijos o nietos la semilla de un mundo más razonable, con panzas llenas, trabajo, dignidad, consumo moderado y, dentro de lo posible, algo de sana alegría en los corazones.

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Panza llena‌ pero ojo

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 20: Aeropiso marino

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Imagen de base creada con una fotografía del piso de un pasillo del aeropuerto de Miami, Florida, el 9 de enero de 2016. Fractal generado con http://www.dangries.com/Flash/FractalMakerExp/FractalMaker_exp

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Jamón y huevos, gobernados y gobernantes

Jamón y huevos, gobernados y gobernantes

Hay un refrán, o tal vez no tanto como eso aún sino más bien una frase que según creo debería “refranizarse”, que dice: Ham and eggs...a day's work for a chicken, a lifetime commitment for a pig Esto se traduce como: Jamón y huevos… un día de trabajo para la gallina, un compromiso de vida para el cerdo. Jamón y huevos es un típico desayuno en algunos países, particularmente Estados Unidos, donde se usa mucho esta frase. La gallina pone un huevo y se desentiende. El cerdo, en cambio, para poner el jamón pone su pierna, pero para poner la pierna tuvo que poner su vida. Su vida se le va al amigo porcino en desarrollar la pierna y, a su vez, su vida se le va cuando se la sacan para hacer el jamón.

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Refranes y Reflexión

Es como que la gallina pasa, pero el cerdo se queda. La gallina se involucra únicamente por un momento, el chancho compromete su vida. Esto me hizo acordar a una frase –firme candidata a “refrarnizarse” también– que me llegó mucho cuando la dijo el que la dijo. La misma sentenciaba: Los gobernantes pasan, los obispos nos quedamos Se lo escuché al Obispo de San Isidro, una de las diócesis de la Provincia de Buenos Aires en Argentina, Monseñor Jorge Casaretto. La ocasión fue en una de las tantas peleas que el gobierno nacional inició con la iglesia, debido a una declaración del Obispo que “molestaba” al gobierno. Más allá de la iglesia que representaba el Obispo, me pareció terriblemente cierto. El gobierno, de hecho, pasó. Pasan porque son elegidos para pasar. Los obispos en realidad también pasan, pero más lento, mucho más lento. Los que más nos quedamos en realidad somos nosotros, los ciudadanos, los habitantes, los feligreses, aunque en el fondo, también pasamos. Todos pasamos, pero algunos nos comprometemos más que otros, o estamos más comprometidos –aunque más no sea porque no nos queda otra alternativa– o nos comprometen más los que pasan más rápido y hacen cosas que después entre los que nos quedamos tenemos que pagar o que arreglar. Rescribiría la frase al “refranizarla” para que declamase:

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Jamón y huevos, gobernados y gobernantes

Los gobernantes pasan, nosotros nos quedamos Nos quedamos arreglando desastres, pagando deudas – externas e internas, sociales y económicas, deudas a la moral y a la justicia, etcétera–, tratando de re-educar conductas sociales que los gobiernos que pasaron exacerbaron o sepultaron por sus intereses de turno. Claro, es un problema, le damos el poder a tipos –y tipas, no hay que discriminar aun para esto–, que en su gran mayoría se comportan como las gallinas del desayuno sustancioso, ponen huevos mientras nos hacen a nosotros poner el jamón. Cuatro años, ocho tal vez, contra los setenta y cinco u ochenta de muchos que no llegan a vivir con sus jubilaciones, no porque no las hayan pagado, sino porque alguna “gallina” se las fue robando de a poco para pagar quién sabe qué campaña, o para conseguir quién sabe qué voto. Los gobernantes pasan, nosotros nos quedamos. Vivimos en un sistema representativo, “el pueblo gobierna a través de sus representantes”, dice nuestra querida Constitución. No podemos hacer consultas populares vinculantes o plebiscitos para todas las decisiones importantes, pero, aunque así fuera dudaría de que las “gallinas” a cargo nos hicieran las preguntas correctas. ¿Será que las gallinas pueden representar a los chanchos? ¿Será que nos tenemos que preocupar más cuando elegimos a quienes nos representan?... porque ellos pasan, nosotros nos quedamos.

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Refranes y Reflexión

Los ridículos tiranos que pretenden reelecciones indefinidas quieren quedarse, pero no son la solución. ¿Cómo hacemos “quedar” a los que nos representan sin caer en la tiranía? Deberían comprometerse a vivir como el que peor ha de vivir después de que ellos pasan. Deberíamos agarrarlos a todos y meterlos en el congreso, a todos los de todos los partidos, y decirles: “¿Quieren gobernar? Bien, gobiernen, tienen cuatro años, u ocho si les hace falta, pero cuando eso se termine todos van a vivir por el resto de sus vidas como el que menos tenga de los habitantes que ustedes hayan gobernado, con ese salario, con esa atención médica, con ese acceso a la educación y a los diversos recursos... Después de gobernar se quedan”. ¿Aceptarían?... Hoy me levanté más utópico que lo de costumbre, tal vez con algún brote de anarquismo romántico. Pero es que yo me quedo…, usted se queda, así que dejemos de pensar que las gallinas van a arreglar algo, ellas tienen otros objetivos, otras vidas, ellas ponen un huevo –muchas veces nos estrellan uno podrido en la frente– y se van. Nosotros nos quedamos. ¿Cuáles son las cosas importantes con las que nos quedamos? ¿Desde qué ámbito podemos hacer algo para que eso no quede solamente en manos de gallinas? ¿Podemos hacer algo más, algo mejor? ¿Podemos poner chanchos en el gobierno, aunque más no sea el municipal? Yo creo que sí, pero primero tenemos que entender que los gobernantes pasan, los gobernados nos quedamos. Lo de ellos, aunque no deba ser así, en el mejor de los casos es un trabajo, lo nuestro es un compromiso de vida, debe

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Jamón y huevos, gobernados y gobernantes

ser un compromiso de vida. Comprometámonos, porque, de todos modos, las “gallinas” nos comprometen.

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Ilustración 21: Una por cada penny

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Imagen de base creada con la fotografía de una pared decorada con monedas de un centavo en el restaurante Tom Ham’s Lighthouse de San Diego, California; el 5 de enero de 2016. Fractal generado con: http://sciencevsmagic.net/fractal

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Vida y Muerte

Vida y Muerte

Asistí recientemente a una conferencia sobre la muerte y el sentido de la vida. De hecho, ese era el título de la misma. El conferencista fue directo a uno de los puntos centrales de su argumentación, haciéndonos ver que lo único cierto en la vida es la muerte. Esto es algo bastante obvio y ha sido dicho y planteado por filósofos, predicadores, científicos, plomeros, recolectores de residuos y hasta por jugadores de fútbol y sus novias. La frase que más me gusta en términos de poner esta verdad al alcance del oído, forma parte del guión de la película El club de la peleaX; frase que el esquizofrénico protagonista repite varias veces a lo largo de la trama: “En una línea de tiempo lo suficientemente larga, el índice de supervivencia para todo el mundo se reduce a cero”.

X

El club de la pelea. Título original Fight Club, 1999. Basada en la novela del mismo nombre escrita por Chuck Palahniuk. W. W. Norton & Company, 1996.

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Refranes y Reflexión

Acto seguido, el encargado de brindar la charla nos “convenció” de que si lo único que hacemos es ir hacia la muerte, entonces la vida “apesta”; porque indefectiblemente e irremediablemente todo lo que hagamos termina, desaparece, lo hagamos por nosotros o por otros que también seguirán la misma suerte. En ese punto de la charla fue donde se abrió lo que para mí acabó siendo un juego interesante. El conferencista nos hizo notar el peso del condicional en la frase. “Si lo único que hacemos es ir hacia la muerte...”. Claro, si el foco de la vida está en la muerte, la vida apesta. Si vivimos la vida sólo yendo hacia la muerte, si le damos a la muerte el rol central de nuestra vida, si valoramos más el irremediable destino que el camino a recorrer… entonces la vida apesta. Si en cambio vivimos la vida no únicamente yendo hacia la muerte, entonces, tal vez, le podamos dar sentido. Ha de ser por eso que siempre me gustó un refrán, un poco cínico, que dice: Cualquier lugar es bueno en un cortejo fúnebre, excepto en el ataúd O una frase que repetía mi padre (firme candidata a ser refranizada) quien, a pesar de sanos y apropiados consejos dermatológicos, disfrutaba muchísimo de tomar sol: Déjenme al sol, que para estar a la sombra ya voy a tener tiempo

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Vida y Muerte

El foco de la vida no puede ser la muerte, aunque sea lo único cierto. Claro que tampoco podemos obviarla, ¿qué hacer entonces? El hombre, cuando reflexiona, tiende a preguntarse, en general, tres cosas: • ¿De dónde venimos? (¿fuimos creados, somos la evolución de una ameba, o la nefasta consecuencia de una explosión en el espacio? ...). • ¿Hacia dónde vamos? (¿hay algo después de la muerte, nos reencarnamos y volvemos a jugar? ...). • Y también: ¿qué se supone hay que hacer entre un extremo y otro? La ciencia y las religiones se han encargado, en gran medida, de tratar de contestar el de dónde venimos y el hacia dónde vamos. Pero el verdadero asunto es para mí el qué hacemos mientras estamos acá, porque de todas formas las otras dos preguntas no dependen de nosotros. En un libro llamado Regreso a sí mismoXI, el autor, Bob Mandel, nos dice:

“Su derecho a ser usted es diferente a los demás derechos. No se trata de un derecho que le ha otorgado un gobierno, un país o una autoridad externa, sino que viene con el ‘paquete’, es decir, usted. La vida es un viaje que empieza con usted y termina con

XI

Regreso a sí mismo. Bob Mandel. Kier Editorial, 2001.

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Refranes y Reflexión

usted, y en el medio hay un territorio desconocido esperando ser explorado”.

Este derecho, si bien no deja de serlo ya que cada uno puede hacer lo que quiera con él, para mí siempre fue más una “maravillosa” obligación (en el buen sentido de la palabra): tenemos el derecho de hacer con nuestra vida lo que queramos, por lo tanto, hay que hacer algo bueno. Se han intentado a lo largo de la historia de la humanidad cientos de miles de soluciones a este dilema. Se ha negado la muerte. “Vivamos como si no fuésemos a morir”, parecen decir algunos: “nada importa, hagamos lo que queramos, ignoremos la muerte”. Perdemos muchas veces la vida, sea por el trabajar como si fuésemos a llevarnos cosas materiales a la tumba o por el desperdiciarla en cosas sin sentido ni para el que las hace ni para los demás. Por otro lado, hoy en día, muchas corporaciones se han encargado de responder a la pregunta de qué hacemos con la vida (en mucho, negando la muerte) y la respuesta es: consuman. Se podría decir: “A consumir que se acaba el mundo”, pero no queda bien para un comercial. No me convencen, me suena raro que darle sentido a la vida sea consumirla consumiendo y nada más. Un refrán que aplica a esta visión del asunto podría ser: De esta vida sacarás lo que disfrutes, nada más

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Vida y Muerte

Sé que mucha gente piensa así, tal vez usted lector. Mis disculpas, pero no coincido con este punto de vista. De esta vida no sacaremos nada. No estoy en contra de disfrutar, pero no creo que sea lo único. Exagerar este refrán –lo cual desgraciadamente no es poco común– nos deja en un mundo en gran medida egoísta, que termina viendo a todo –incluso muchas veces también a las demás personas– como un “objeto” de disfrute. No solamente se niega la muerte, también es común negar la vida. “Matémonos: ya que vamos a morir, al menos decidamos cuándo”. Siempre ha habido suicidas, de todo tipo, sobre todo en la actualidad en la que la gente, mucha gente, decide matarse en cuotas con adicciones que saben mortales –pero que como van matando de a poco son mucho más socialmente aceptadas que una soga al cuello o un tiro en la sien. Tan negados a la vida están algunos, incluso muchas veces haciendo las mismas cosas que los que están negados a la muerte –aunque con otra actitud–, que mueren en vida. Por buscar un refrán que les pueda aplicar citaría:

Una vida inútil es una muerte prematura

Inutilizan su vida, dándole más importancia a la muerte que la que tiene que tener. Es cierto que vamos a morir. Suena bien el consejo de que hay que vivir cada día como si fuese el último, pero no es cierto; no es una probabilidad de 50 y 50 la de morir y la de vivir. En nuestra vida nos morimos solamente un día, son muchos más los que vivimos (sé que estoy abusando del concepto

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estadístico, pero la verdad no me importa porque igual me muero sólo un día, pero vivo muchos más). Entiendo el consejo y trato de vivir mi vida haciendo lo que tengo que hacer cada día como si esa noche me fuese a morir, pero sin exagerar, porque es muy probable que al día siguiente me levante. El chiste, el desafío, la cuestión, es encontrar un equilibrio. El asunto entonces es qué hacer con la vida, sin negar la muerte ni la vida misma. La vida no es nada más que una suma de deberes –como nos pretendieron enseñar alguna vez–, ni tampoco un lugar en donde el único objetivo es disfrutar y consumir –como parece estar ahora de moda–. Ni una versión ni la otra satisfacen, venimos como raza probando los dos extremos desde hace miles de años y seguimos sin encontrar la solución. No sé si la muerte tiene sentido, lo que sí sé es que la vida –por sí sola– no lo tiene. El sentido a la vida se lo tiene que dar cada uno, y la solución de cada uno es única y particular, es un equilibrio propio. Como la invitación a la reflexión la estamos buscando en refranes, me pareció razonable este: Hay tres cosas que el ser humano necesita en su vida: alguien a quien amar, algo que hacer y una esperanza para el futuro Tiene que ver con el consejo de tener un hijo (para lo cual hay que amar); escribir un libro (tal vez un blog, filmarse o cualquiera de las mil opciones que hay hoy, pero aplicarse a algo - 132 -


Vida y Muerte

concreto y útil para uno y para los que nos rodean); y plantar un árbol (esperanza de recuperar algo del medioambiente que tan alegremente hemos destruido, sembrar para que alguien más adelante vea y coma los frutos o al menos aproveche la sombra). Equilibrio. Deber y placer a la vez, viviendo la vida como si fuese cada día el último solamente para amar, trabajar y sembrar para el futuro lo justo y necesario. No hay respuestas mágicas, no era mi pretensión ofrecerlas. Como siempre, solamente intento abrir un espacio para pensar, para reflexionar, para dedicarle unos minutos, al menos, al tema más importante de nuestras vidas: nuestra vida. Nos perdemos muchas veces en el hacer o en el disfrutar – o nos dejamos aconsejar por comerciales y propagandas–, y nos olvidamos de pensar qué es lo que tiene sentido hacer y disfrutar. No perdamos la vida, puede ser lo único que tengamos; y de no ser así, es todavía más importante vivirla como se debe… luego de haber pensado y decidido por nosotros mismos, cómo creemos que debemos vivirla.

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 22: Sopra delle nubi III

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Imagen de base creada con una fotografía de nubes sobre el golfo de México, tomadas en noviembre de 2015 en un vuelo México – Miami. Fractal generado con http://kevs3d.co.uk/dev/lsystems/#

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Hacer y hacerse

Hacer y hacerse

Volví a escuchar hace unos días una frase proveniente de la filosofía de Jean-Paul Sartre que asegura lo siguiente: Un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él La idea que transmite esta frase siempre me pareció poderosísima –sin abrir aún un juicio de valor. Más que una idea, en realidad, una cantidad de ideas empaquetadas en una frase tan compacta y armoniosa, que podría incluso ser slogan de una marca de zapatillas, de alguna bebida espirituosa o de alguna empresa de telefonía móvil. Permítaseme practicarle una disección. La segunda parte siempre me incomodó: “…lo que hicieron de él”, o ella. O sea: nos hacen. Estamos “hechos” por otros. Esto es en gran medida cierto: nos educan, nos condicionan, nos enseñan, nos ponen límites, nos exponen a ciertas cosas y a otras no y a partir de allí somos de una manera y no de otra.

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Refranes y Reflexión

Sé que es así, pero se produce en mí una rebelión, no me gusta, me parece demasiado pasivo. Aunque creo, por desgracia, que es innegable que pueda considerarse a demasiados de nosotros como no mucho más que receptáculos –en los que padres, maestros, amigos, cultura, televisión, diarios y otros varios interesados vacían sus “contenidos”, algunos de ellos haciéndolo con amor, otros como si llenaran un pozo ciego (negro, séptico). Dime con quién andas y te diré quién eres Por algo este refrán es refrán. “Eres” con quién andas. Aquellos con los que andas te hacen “ser” lo que eres. Me parece un poco exagerado, aunque con mucho de verdad. Pero, en mi opinión, no para todos es tan así como se le lee a Sartre. Es cierto que las influencias externas son fundamentales en la formación, pero algunas de las mías las elegí yo. No estoy “condenado” a ser pasivo (si algún psicoanalista está leyendo esto seguro saca conclusiones interesantes). A mí Nietzsche no me vino a buscar, tampoco Sartre mismo o Lao Tse y así cientos más. No me los enseñaron en mi casa o en la escuela, simplemente me los fui encontrando o buscando, los fui incorporando, completos o no, creyéndoles todo, parte o nada. Algo de lo que soy no es lo que hicieron de mí sino lo que yo hice de mí. No me resigno a ser únicamente lo que hago con lo que alguien más hizo de mí. No sólo eso, pretendo ser más que lo que logro hacer, con lo que hicieron e hice de mí. Quiero tener el poder de saber que si hay algo que aún no puedo hacer, no estoy atrapado sino que me puedo hacer a mí mismo capaz, haciéndome

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Hacer y hacerse

más de lo que soy. No quiero límites a lo que soy, ni tampoco autorías totalmente ajenas. Defendiendo la frase sartreana me diría: te hacés más porque alguien hizo de vos una persona con intereses y voluntad de crecer. Puede ser. Pero la misma genética no deja hermanos idénticos, ni siquiera la misma crianza o educación. Puede ser que seamos meras consecuencias de algo externo a nosotros, pero no me lo creo. Prefiero no creérmelo. Prefiero creer que mi voluntad de ser me hace ser más de lo que hicieron otros de mí. Siguiendo con la disección, la primera parte de la frase del amigo Jean-Paul no es menos “polémica”: “Soy lo que hago…”. Reduciéndola podría decir: hago casas, soy albañil; hago asientos contables, soy contador. No me convence, soy más de lo que hago. Hago lo que puedo, lo que me sale, pero soy más que eso. Lo que hago es historia, está hecho; sin embargo, parte de lo que soy es potencial, proyectos, ilusiones, ideales, es futuro, es capacidad por desarrollar, es algo que todavía no hice. Sé que es injusto de mi parte “pelearme” con Sartre sin dejarlo defenderse. Está claro que coincido en que hacer es importante. La intención se manifiesta verdaderamente sólo en la acción. Para muchas filosofías no “existe” lo que no se percibe, lo que no tiene una manifestación sensible; para ellas, podría exagerarse: si no hago no soy. No estoy de acuerdo en un ciento por ciento, pero entiendo el sentido básico de esta idea y me parece razonable. Un refrán interesante en este orden de ideas nos enumera:

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Hay tres clases de hombres: los que hacen, los que ven hacer y los que se preguntan por qué les han hecho lo que les hicieron Evidentemente quiero ser de los primeros. Ser espectador no fue nunca mi rol preferido y el de víctima siempre me pareció patético. Pero el hacer es solamente una parte del ser. Hacer es muchas veces equivocarse, y no se es un error. Defendiendo, nuevamente, la literalidad de la frase de Sartre me diría a mí mismo: “es que si te equivocas no es que seas un error, es que tu error demuestra que no eres perfecto, demuestra que eres humano”. Si claro. Como se habrá dado cuenta el lector estoy pensando y en el momento bajándolo al papel en el que escribo. No tengo conclusiones, nada más pensamientos… después de todo, esto no es más que una invitación a pensar; esto no es ni pretende ser una clase magistral. Lo que sí me gusta de la frase, definitivamente, es que pone la responsabilidad en uno, en términos de que uno hace con lo que es –sea que otros nos hayan hecho o que hayamos participado de la obra. Hablando en refranes se podría decir: A lo hecho, pecho Creo ser más que lo que hago, creo ser más que lo que los demás hacen de mí, creo que Sartre sintetizó muy bien un montón de ideas en esta frase –aunque no esté de acuerdo con varias de las cosas que piensa y enseña– y estoy seguro de que

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Hacer y hacerse

me gustaría muchísimo poder tomarme (haber podido tomarme) un café con él y discutir sobre estos asuntos. Es lamentable pensar que haya humanos que no hacen nada. Otros que no participen de la obra de hacerse a sí mismos o que se dejan hacer por publicidades o modas. Cualquiera de los dos tipos, de los que lamentablemente creo hay cada día más, responden tal vez a este otro refrán: Hay muchos tontos que nacen, pero son más los que se hacen No leo el “se hacen” como sinónimo de fingir, sino de fabricarse a sí mismos. Se hacen tontos no haciendo nada, o se dejan hacer tontos por alguien que solamente los hace vivir para comprar la última oferta o seguir la última tendencia de la fugaz moda. Puede estar o no de acuerdo conmigo, pero si aguantó este comentario hasta aquí, con seguridad, es porque usted es lo suficientemente humano como para no dejarse hacer solamente por otros o para nada más sentarse a ver qué es lo que hacen los demás. Salud por eso. Espero realmente que la rebeldía que muestran las nuevas generaciones, mucho más auto-determinadas de lo que fuimos yo y la mía, los lleve a hacer y hacerse por sí. En el pasado nos dejábamos influir más por la autoridad, por los modelos sociales, por las grandes o pequeñas religiones y es así que en gran parte nos hicieron lo que somos. Los jóvenes de hoy se rebelan a todo eso. Espero realmente que los que

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pretendan “hacerlos” ahora, en pantallas gigantes y a todo color, no logren atraparlos para siempre. Si chicas y muchachos aplican su rebeldía a ser lo que quieren –y no nada más a negarse a lo que sea sólo porque sí–, muy probablemente su futuro sea mejor que nuestro presente. Salud por esto también.

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Hacer y hacerse

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Ilustración 23: Dans les mains de Dieu

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Imagen de base creada con la fotografía de la cápsula protectora del pico de una botella de champagne abierta el 1 de enero de 2016. Fractal creado con http://kevs3d.co.uk/dev/lsystems/#

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Año nuevo…

Año nuevo…

Más allá del momento en que usted lea este comentario (ya que la magia de la letra escrita –impresa o electrónica– hace que pueda ser encontrada en cualquier momento), yo lo estoy escribiendo muy cerca del fin de un año. Siendo el objetivo de estas columnas buscar en refranes ideas para reflexionar, qué mejor ejemplar para la época en la que escribo que: Año nuevo, vida nueva Siempre me resultó interesante esta “fantasía”, basada en que el “cambio” de año tiene “poder” para cambiar nuestra vida; particularmente si se está atravesando un mal momento, pues de estar pasándola bien seguramente querríamos que fuese: año nuevo, vida seguí como vas que vas bien. El año deja de ser uno y empieza a ser el siguiente un día como cualquier otro; sólo que, a ese día, el que inventó el calendario –alguien tan humano como usted o yo– lo puso en un lugar especial.

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El día de año nuevo es aquel en el cual el Sol (más o menos) “vuelve” a estar en un determinado lugar del cielo porque la Tierra terminó de darle la vuelta, pero nada más. O sea, el día de año nuevo es como cualquier otra jornada –porque esto que acabo de describir pasa todos los días; la diferencia es que los lugares en donde el sol vuelve a estar son diferentes. Cada día puede ser fin de año si así lo queremos. De hecho, cada día es fin de un año que empezó 365 días antes (para los que seguimos el calendario Gregoriano) sin importar qué día de qué mes sea. Cada día puede ser inicio de una nueva vida si hacemos algo para que así sea. Sin embargo, el 31 de diciembre –para algunos de los miles de millones de habitantes de este planeta, no para todos– tiene una magia especial, motiva, le da a uno fuerzas diferentes para tomar impulso. Se puede cambiar de vida el 28 de septiembre, o el 16 de marzo, pero esos días, excepto para los que nacieron en ellos, no son sino otros días en el calendario. El 31 de diciembre produce algo especial y vale la pena aprovecharlo. Nuestra vida sólo va a cambiar si hacemos algo para que cambie, pero tomar impulso cuando las condiciones son mejores (aunque estas no sean más que imaginarias) es algo muy recomendable. Hay un autor, llamado Ernie Zelinski, que en sus varios libros escribe sobre las actitudes que permiten pensar en una nueva vida. Esta primera cita, de uno de sus trabajos más conocidosXII, me parece apropiada para pensarla en un cambio de año:

XII

The Lazy Person’s Guide to Happiness. Ernie Zelinski, Vision International Publishing, 2001.

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Año nuevo…

“La vida es un juego. Las personas felices son los jugadores. Los que no lo están son normalmente los espectadores. ¿Cuál quiere usted ser?” Nos pasa eso a veces, ¿cierto? Nos quejamos desde la tribuna sin bajar al campo de juego. Vemos la vida como espectadores de una obra en la que hacemos a los demás protagonistas, nos quejamos de lo que hacen –o nos hacen– pero no bajamos nunca a poner nuestra transpiración y nuestras calorías en el lugar correcto. Sería interesante tomar coraje y, para esta vida nueva con la que deseamos iniciar el año, hacer algo diferente, actuar o “jugar” en vez de tanto mirar. En otra de sus obrasXIII, el mismo autor, escribe esto que también me pareció muy digno de ser tenido en cuenta. Él dice: “El éxito repentino solamente ocurre en los cuentos de hadas, en las novelas basura y en las películas malas”. La perseverancia es otra cosa a tener en cuenta si uno quiere cambiar la vida, sobre todo en estos tiempos que vivimos en que todo es tan fugaz. De tanto ver boxeadores o deportistas de película, que se entrenan en cinco minutos o cosas por el estilo, me parece que muchos nos desanimamos por no poder lograr lo que deseamos en un santiamén. El esfuerzo sostenido, el trabajo constante, la XIII

101 cosas realmente importantes que usted sabe, pero siempre se olvida. Ernie Zelinski. Gestión, 2000.

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capacidad de mantener relaciones o trabajos en el tiempo no son cosas que estén de moda en la actualidad, pero el mundo llegó hasta acá básicamente por eso, ¿o no? ¿No valdría la pena repensar un poco las cosas? ¿No será que muchas veces no logramos lo que nos proponemos porque no intentamos lo suficiente? ¿No será que muchos fracasos son lo que son por no esperar a que las cosas maduren, o se calmen, o se estabilicen? ¿No será que nuestra vida no cambia porque no nos damos el tiempo de cambiarla? La educación –la clave y la llave de un mundo mejor– requiere de tiempo, paciencia, compromiso. No sigamos destruyendo nuestro futuro y el de nuestros hijos por no ocuparnos lo suficiente. Nuestra vida probablemente no sea un cuento de hadas, qué tal si no la transformamos en una novela basura o en una película mala por no darle atención a lo más importante que podemos dejarles a los niños. Una última frase de este autor, de otro de sus escritosXIV, nos incita a pensar y pensarnos de vuelta diciéndonos: “Imagine que está en control de su vida. Ahora, la pregunta es: ¿Por qué tiene que imaginarlo?” Una respuesta posible es porque se prefiere imaginar en vez de asumir la responsabilidad. El resultado de esta postura es seguramente catastrófico. Nadie niega que pasen cosas incontrolables en nuestra vida. Lo que también es cierto es que el qué hacemos con ellas es prerrogativa nuestra.

XIV

Look Ma, Life´s Easy. Ernie Zelinski. Vision International Publishing, 2016.

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Año nuevo…

Año nuevo, vida nueva; pero no mágicamente. Año nuevo, vida nueva tomando control de la misma, bajando de la tribuna para ser protagonista, con la certeza de que los esfuerzos que hagamos, eventualmente –con esfuerzo y paciencia–, darán resultados. Si está leyendo esto a fin de año, bien; buen momento para pensar y decidir hacer algo, porque la deseada vida nueva no va a aparecer mágicamente saliendo de la botella con la que vaya a brindar. Si no, si está leyendo esto el 3 de junio, el 25 de octubre o en cualquier otro día del año, no se preocupe, para alguna religión o secta, en algún calendario de la antigüedad olvidado pero no por eso inválido, para alguna otra raza que mora en alguno de los cientos de millones de mundos posibles, hoy, justamente hoy, es año nuevo, así que aproveche y “hágase” una vida nueva si realmente lo desea.

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Refranes y Reflexiรณn

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Ilustraciรณn 24: From Motion to Jewel II

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Imagen creada con una foto movida de la parte superior de la mesada de la cocina tomada en abril 2016 en la casa de un amigo del autor. Fractal generado con kevs3d.co.uk/dev/lsystems/#

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La revolución de los buenos

La revolución de los buenos

Hay una frase que siempre me gustó mucho (debería según yo considerarse digna de ser “elevada” a la categoría de refrán), que dice algo como esto: Lo único que necesita el mal para triunfar, es que los hombres buenos no hagan nada para evitarlo La frase se le asigna a un político y filósofo irlandés de nombre Edmund Burke, que vivió en el siglo XVIII. Algunas fuentes le atribuyen a este hombre la paternidad del conservadurismo moderno. Esto me resultó interesante, porque si hay un conservadurismo moderno quiere decir que, supongo vía una revolución, “destronó” al conservadurismo antiguo. Llamativo. Una vez que el revolucionario se instala en el poder quiere conservarlo, por eso se transforma en conservador, pero “moderno”. A veces pienso que si pudiésemos evitar el sufrimiento que nuestros políticos nos causan y nada más nos riésemos de sus idioteces, no necesitaríamos programas cómicos.

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Refranes y Reflexión

Más allá de este paréntesis, hay algunas cosas que sí se le atribuyen con certeza a Burke y con las cuales estoy muy de acuerdo, sea conservador o no. Por ejemploXV: “El hombre está calificado para gozar de libertades civiles en la misma proporción en que esté dispuesto a poner límites morales a sus propios apetitos, en proporción a lo que su amor por la justicia sea superior a su rapacidad, en proporción a lo que su sentido común y su capacidad de entendimiento estén por encima de su vanidad, en proporción a cuánto esté dispuesto a escuchar el consejo de sabios y rectos en vez de las adulaciones de sus sirvientes”. No sé cuántos políticos pasan por esta prueba. No sé cuántos de nosotros pasamos por esta prueba. Si esto no es justo y equilibrado, no sé qué es justicia ni equilibrio. Otra frase de Burke que me gustó muchoXVI, y cuyas consecuencias lamentablemente los humanos hemos visto comprobarse una y otra vez, asegura: “Cuando se produce una separación entre la libertad y la justicia, ninguna, en mi opinión, están a salvo”.

XV

Letter to a Member of the National Assembly. Una copia de la carta puede consultarse en: http://bit.ly/1sV4V8z [Última vez consultado: 5/8/2016] XVI “Carta a Mons. Dupont”, incluida en The Portable Edmund Burke. Penguin Books. La carta se puede consultar en: http://bit.ly/1TMtPCN [Última vez consultado: 5/8/2016]

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La revolución de los buenos

Interesante. Me pregunto, ¿alguno de nuestros gobernantes habrá leído estas frases tanto como parecen haber leído y releído a Maquiavelo? Volviendo a la primera cita, que fue la que dio origen a esta columna: ¿qué hay que hacer para que nos creamos lo que dice la frase?, ¿qué materia hay que agregar en las escuelas para que los chicos actúen como sugiere Burke o quién haya sido verdaderamente el que puso esas palabras juntas? Yo estoy convencido de que no hay más gente mala que buena; al contrario, malos en serio hay realmente pocos en proporción a los buenos, a los trabajadores, a los esforzados, a los fieles. ¿Por qué parecieran no aplicarse las reglas de la democracia y los buenos le ganan a los malos? ¿Qué revolución hay que hacer para que se pueda instaurar un nuevo conservadurismo en el que los buenos dominen? No tengo ninguna respuesta, solamente preguntas. Me alegro de aún tenerlas, quiere decir que no perdí la esperanza. Pienso. Piénselo. Algunas corrientes filosóficas definen al mal como falta de bien. No como algo en sí mismo, sino como un defecto, como un “hueco”. Suena, esta forma de pensar, también a injusticia: al no hacer el bien necesario, se está permitiendo o causando un mal. Creo que algunos malditos han ido un poco más allá y le han dado entidad a una maldad que me parece no es nada más falta de bien. Me refiero a algo que es en realidad la “creación” de necesidad de un bien que luego se niega o se escatima. Creo que hay una versión de mal que es destrucción, muchas veces sólo por diversión. Otros males tienen que ver con impedir: educación,

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Refranes y Reflexión

salud, desarrollo. Desgraciadamente hay demasiadas variedades de mal. Como me gustan los refranes busco en ellos, y siempre encuentro algo que me ayuda a salir de pensamientos como este. Por ejemplo: No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista Sabiendo que los malos son menos, teniendo en cuenta este último refrán (al que le creo), y confiando en que el día que los buenos hagan algo el mal dejará de triunfar, me quedo un poco más tranquilo. La revolución de los buenos ya va a llegar. Las revoluciones suceden cuando nos damos cuenta de que no queremos que nuestro cuerpo siga resistiendo, allí es donde nos revelamos. Lástima que haya que esperar tanto, por eso: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy y No pidas que otro haga lo que tú puedes hacer Después de todo: Para hacer el bien no hay que pedir permiso

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La revoluciรณn de los buenos

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 25: For ever mi Amor I

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Imagen de base creada con una foto del logotipo de una botella de whisky escocés. Fractal generado con http://kevs3d.co.uk/dev/lsystems/#

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La insoportable falta de compasión

La insoportable falta de compasión

Me vino a la mente hace unos días un viejo refrán que escuchaba en mi casa cuando era pequeño. El mismo asegura: Un grano no hace un granero, pero ayuda al compañero Pretendía enseñarme que no era despreciable lo poco que yo pudiese hacer de bueno, ya que mi esfuerzo sumado al de otros que creyeran lo mismo lograría una gran diferencia. El truco era – y sigue siendo– que todos pensásemos así. He llegado a creer que gran parte de los problemas que tenemos como humanidad tienen origen justamente en que no nos creemos esto. No sólo por no hacer ese “algo bueno” que sumado a lo de los demás acabaría, por ejemplo, con males como la desigualdad. Sino porque lo llevamos además al otro extremo, pensamos que si hacemos algo malo, si violamos alguna ley, si tomamos alguna ventaja indebida o cosas por el estilo no se ha de

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Refranes y Reflexión

notar, porque todos los demás sí se comportarán como corresponde. Vivimos claramente equivocados. Pero repensando el asunto desde por qué no hacemos lo bueno que sí podemos, se me cruzaron estos párrafos de La insoportable levedad del serXVII, y se me amplió un poco el rango de pensamiento. “Todos los idiomas derivados del latín forman la palabra ‘compasión’ con el prefijo comXVIII y la palabra pas-sio que significaba originalmente ‘padecimiento’. Esta palabra se traduce a otros idiomas, por ejemplo, al checo, al polaco, al alemán, al sueco, mediante un sustantivo compuesto de un prefijo del mismo significado, seguido de la palabra ‘sentimiento’; en checo: sou-cit; en polaco: wspólczucie; en alemán: Mit-gefühl; en sueco: medkánsla. En los idiomas derivados del latín, la palabra ‘compasión’ significa: no podemos mirar impertérritos el sufrimiento del otro; o: participamos de los sentimientos de aquel que sufre. En otra palabra, en la francesa pitié (en la inglesa pity, en la italiana pieta, etc.), que tiene aproximadamente el mismo significado, se nota incluso cierta indulgencia hacia aquel que sufre. […] Este es el motivo por el cual la palabra ‘compasión’ o ‘piedad’ produce desconfianza; parece que se refiere a un sentimiento malo, secundario, que no tiene mucho en común con el amor. Querer a alguien por compasión significa no quererlo de verdad. XVII XVIII

La insoportable levedad del ser. Milan Kundera. Editorial Tusquets, 2008. En conjunto, en compañía.

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La insoportable falta de compasión

En los idiomas que no forman la palabra ‘compasión’ a partir de la raíz del ‘padecimiento’ (passio), sino del sustantivo ‘sentimiento’, estas palabras se utilizan aproximadamente en el mismo sentido, sin embargo, es imposible afirmar que se refieran a un sentimiento secundario, malo. El secreto poder de su etimología ilumina la palabra con otra luz y le da un significado más amplio: tener compasión significa saber vivir con otro su desgracia, pero también sentir con él cualquier otro sentimiento: alegría, angustia, felicidad, dolor. Esta compasión (en el sentido de jvspó/czucie, Mitgefübl, madkansld) significa también la máxima capacidad de imaginación sensible, el arte de la telepatía sensible; es en la jerarquía de los sentimientos el sentimiento más elevado”. Para mí el poder de las palabras es trascendental y Kundera pareciera proveer, al menos a mí, una explicación de porqué nuestra compasión es tantas veces pasiva. Miramos el padecimiento de otros. En el mejor de los casos nos entristecemos por el dolor ajeno, pero no nos moviliza lo suficiente. Hacer ese “bueno” del que hablaba al principio queda tal vez inhibido porque nos parece que procede de “un sentimiento malo”, como dice Kundera. Es increíble, porque aparte en una “mala” analogía, compasión pudiera entenderse como con pasión. O sea “con” toda la fuerza de la pasión (en el sentido que hoy le damos al término). Entonces nos apasionamos por un deporte, justificando muchas veces desmanes por la pasión que determinados ejemplares de la raza humana profesan por ciertos equipos o agrupaciones. Por la pasión (utilizada como sinónimo de apetito)

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Refranes y Reflexión

sexual, por ejemplo, hacemos cosas inimaginables. Y se podría seguir dando ejemplos. Con esa pasión, no nos importa cuánto hagan los demás para apoyarnos o secundarnos. Esta pasión nos ciega y hacemos lo que tenemos que hacer, lo que queremos hacer, lo que la pasión nos dicta. No somos pasivos. Somos activos. Pero para ese bien necesario, esa ayuda, ese granito que haría granero solamente sumado al aporte de otros somos más tímidos, ahí nos quedamos del lado de la pasión como padecimiento y del sentimiento malo. Sería interesante empezar en las escuelas a enseñar un nuevo significado de la palabra compasión, pero con n –aunque la regla ortográfica de la m y no la n antes de la p quede pisoteada– y enseñarles a los chicos que cuando se ve una injusticia, su esfuerzo, su con-pasión, será lo necesario y muchas veces lo suficiente como para hacer la diferencia. Hasta me parece que debería reescribir el refrán con el que empecé: Con-pasión, un grano no hará un granero, pero ayudará al compañero El significado en los idiomas de los pueblos a los cuales los latinos en algún tiempo llamamos bárbaros, me gusta más. Con pasión, con sentimiento. Compartir no sólo pasivamente el dolor del otro, compartir (partir, romper, en conjunto) el sufrimiento para hacerlo desaparecer. Con sentimiento, sentir también las alegrías de los demás en vez de envidiarlas, en vez de querer opacarlas. Animémonos a educar a nuestros hijos en la compasión a la “bárbara”, con-pasión. Si todos ponemos hoy un granito, ellos tendrán un granero. - 158 -


La insoportable falta de compasiรณn

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Refranes y Reflexión

Ilustración 26: 85 – 15 = 30

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Imagen de base creada con una fotografía del logotipo del hotel Llao Llao en Argentina, tomada en ocasión del 30 aniversario de bodas de una pareja amiga del autor, diciembre 2015. Fractal generado con http://kevs3d.co.uk/dev/lsystems/#

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La culpa es del amor

La culpa es del amor

Releyendo La insoportable levedad del serXIX, de Milan Kundera, me volví a encontrar con este párrafo que siempre me hizo pensar: “…el objetivo hacia el cual se precipita el hombre queda siempre velado. La muchacha que desea casarse, desea algo totalmente desconocido para ella. El joven que persigue la gloria no sabe qué es la gloria. Aquello que otorga sentido a nuestra actuación es siempre algo totalmente desconocido para nosotros”. Sin embargo, la muchacha y el joven se lanzan igual. Pero yo, cuanto más viejo más cauto me pongo, por eso este tipo de citas en vez de ser únicamente un llamamiento a la acción me traen a la memoria refranes como:

XIX

La insoportable levedad del ser. Milan Kundera. Editorial Tusquets, 2008.

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Refranes y Reflexión

Nunca pruebes la profundidad del río con ambos pies Éste, u otros bastante más conocidos, aunque diría que infinitamente más lapidarios, como: Mejor malo conocido que bueno por conocer Y gracias a quién sabe qué fuerza mágica, que ni la edad ni la cautela han terminado por apagar aún, me rebelo. Como Kundera sugiere, ese desconocido motivador sigue activado. Si todos hiciéramos caso a los consejos de estos dos refranes seguiríamos viviendo en una cueva, tratando de cazar un dinosaurio de vez en cuando para alimentar a la horda. Aunque por el lado “positivo” tal vez así los lagartos gigantes no se hubieran aún extinguido. Me pregunto ¿qué es lo que hace que nos lancemos con los dos pies a lo desconocido por conocer? ¿Será la idiotez?, ¿será algún defecto de raza que justifica otro refrán muy conocido?: El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra ¿Qué será?, ¿será el brío de la juventud?, y entonces es eso lo que hace que mi entrada edad me haga más cauto… más lento para entusiasmarme con lo desconocido.

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La culpa es del amor

No, no es nada de todo esto. Lo pienso, lo repienso y siempre me contesto lo mismo: es el amor. Nos enamoramos de una idea, de un objetivo, de lo que sea, y nos lanzamos con los dos pies, con ojos y oídos cerrados, y tropezamos todas las veces que sea necesario, sin importarnos. A veces sale bien y otras veces no, a veces nos desanima y otras no. Y qué alegría que sea así. Claro, en tren de justificar conductas con refranes, esta última tiene más base. Que tal la siguiente lista: Amor grande, vence mil dificultades El amor es ciego El amor mueve montañas El amor no quiere consejo El amor tira más que una yunta de bueyes Por suerte el amor no es prerrogativa de los jóvenes, aunque para ellos sea más frecuente sentirlo –o creer sentirlo. Para nosotros, los no tan jóvenes, la experiencia –cicatrices de caídas anteriores– modera el efecto de la pasión, pero no la puede contrarrestar, al menos no totalmente. Pero me sigo preguntando: ¿es solamente eso? No, también está el deseo de mejorar.

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Refranes y Reflexión

Anoté un diálogo que escuché en una serie televisiva estadounidense llamada Doctor HouseXX. Dice así: “Médico joven –… ¡Yo estaba contento con las cosas como estaban! ¡De eso se trata la felicidad! Médico viejo –Sí, si todos estuviésemos satisfechos con lo que somos (tenemos), qué maravilloso mundo tendríamos. Nos terminaríamos muriendo de hambre sobre nuestros propios excrementos, pero al menos estaríamos contentos”. En la escena en cuestión el médico viejo incentiva al joven a rebelarse contra el statu quo, a mejorar, a cuestionar y cuestionarse, a luchar, a lanzarse a lo desconocido. Pero claro, para hacer eso, que es cambiar un malo conocido pero aparentemente cómodo por un hipotético bueno por conocer, el médico joven tendrá que apasionarse, tendrá que “amar” esa idea de mejora que va a tener que imaginarse. Así es, lo que nos hace tropezarnos tantas veces con la misma piedra (al menos muchas de las veces, otras será definitivamente la idiotez), lo que nos hace lanzarnos a lo desconocido para lograr la “gloria” que no sabemos qué significa, lo que nos hace dar un paso adelante a pesar de estar al borde del precipicio es el amor, la pasión, las ganas “de”, sumado a una hipotética mejora, a un crecimiento, a un desarrollo, a una conquista.

XX

Serie de televisión estadounidense estrenada en el año 2004 por la cadena FOX y finalizada en 2012. Esta serie fue creada por David Shore y trata sobre un médico poco convencional que dirige un equipo de diagnóstico en un supuesto hospital universitario.

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La culpa es del amor

Bueno, me quedo más tranquilo. El amor en serio sigue siendo gratis. No le tengo que comprar nada a nadie, ni tomar ninguna vitamina, ni hacer ningún curso especial o adquirir una máquina de ejercicio que se asemeja a una silla eléctrica portátil para ir vibrando por la casa, mientras sigo comprando por el teléfono que me compré mirando la televisión porque me sugirieron que llamara ¡Ya! Viejo y cauto pero enamoradizo, le puedo hacer caso a Kundera y seguir lanzándome detrás de lo desconocido, de ideales aún no comprobados. ¡Qué suerte! ¿Y usted, se anima a enamorarse, o tiene demasiada “experiencia”?

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Refranes y Reflexiรณn

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Ilustraciรณn 27: Adosedibus

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Imagen de base creada con una foto de un piso de adoquines tomada en la casa de un amigo del autor en enero de 2016. Fractal generado con http://sciencevsmagic.net/fractal/

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El saber no ocupa lugar, y da poder

El saber no ocupa lugar, y da poder

Leyendo un libroXXI sobre un personaje de serie televisiva, el Doctor Gregory HouseXXII ya nombrado en el comentario anterior, me encontré con este párrafo: “En el diálogo platónico Apología, donde se narra el juicio de Sócrates, escuchamos a este último pronunciar su célebre frase: ‘Una vida sin examen no vale la pena ser vivida’. Sócrates quería decirnos que prefería morir a renunciar a la forma en que vivía”. El libro pretende explicar el comportamiento del excéntrico y socialmente incorrecto médico desde la óptica de distintas corrientes de pensamiento, apoyándose también en la psicología y XXI

La filosofía de House. William Irwin y Henry Jacoby. Editorial Selector 2009.

XXII

Un médico que resuelve casos muy complejos por su habilidad particular de

diagnosticar. El personaje es muy poco sociable, y normalmente grosero y mentiroso tanto con sus amigos como con sus pacientes. En el hospital donde trabaja, si bien algunas de las personas con las que interactúa parecen apreciarlo, se lo soporta debido a su gran capacidad de resolver casos que otros médicos no consiguen descifrar.

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Refranes y Reflexión

el psicoanálisis. En ese afán es que encuentra en este episodio de la vida de Sócrates, una “razón” para la obsesión de House de conocer y entender las causas de todo lo que lo rodea. Yo creo firmemente en la “curiosidad” como motor del desarrollo; aunque en relación a la frase de Sócrates coincido con algunas personas que sostienen que es demasiado fuerte, discriminatoria: “La vida merece ser vivida, punto”, argumentan. Y está bien. No parece razonable desmerecer las vidas de los que no desean o simplemente no pueden examinarse. Pero salvando las traducciones –tal vez distorsionantes–, la literalidad y las asperezas de la frase en crudo, qué lindo sería si todos nos examináramos un poco de vez en cuando, ¿no? Hoy está de moda actuar por impulso, hacer lo que a uno le da la gana, ir con la corriente, dejarse estar, etcétera, etcétera, etcétera. Pensar –examinarse, pensarse–, no tanto, aunque esto no quiere decir que no examinemos o juzguemos a los demás, eso sí sigue parece seguir siendo “aceptable” para el hombre y la mujer modernos. La frase de Sócrates, que en otra época era considerada un “buen” refrán, hoy, tanto por buenas razones –las antidiscriminatorias– como por otras no tan buenas –vagancia, dejadez, desidia, publicidad metida en nuestras cabezas hasta el hartazgo, hyper-multi-medios que nos alcanzan por todos lados con un mensaje intencionado–, se transformó en “malas palabras”. Se me ocurren un par de refranes interesantes, que podrían poner a esta frase en un lugar desde donde se la pueda mirar con otros ojos. Qué tal: El saber no ocupa lugar - 168 -


El saber no ocupa lugar, y da poder

Aparte de no ocupar lugar, conocerse a uno mismo y pensar en sí, todavía es gratis. Con lo cual, gracias a estas dos características debe ser, junto con respirar, de las pocas cosas a las que todo ser humano tiene posibilidades de acceder sin tener que pedirle nada a nadie. ¿Pensó en eso mientras respiraba? El otro refrán, del par que dije que se me habían ocurrido, es tal vez un poco más interesante como para sacar conclusiones: La información es poder Y me gusta pensar en poder no solamente como capacidad de gobernar a otros sino en el sentido más puro del verbo: facultad o potencia de hacer algo. Si no sabemos no “podemos”, pero para saber hay que pensar, examinar, examinarse. Conocerse a uno mismo –otra frasecita que nos viene de los griegos– permite saber qué podemos, qué “debemos” (otro término que no está muy de moda cuando somos sujetos del deber, pero que sí nos gusta usar cuando nos referimos a lo que otros nos deben); pero fundamentalmente conocer y conocernos permite saber qué nos conviene, para no terminar haciendo lo que le convenga a cualquier otro que pretenda influir en nosotros. Es que para tener información no hace falta pensar, también podemos recibir la información de un tercero que nos la dará con gusto para que no tengamos que hacer ningún esfuerzo – normalmente a cambio de algún beneficio personal. Entonces tenemos el poder de la información que nos da ese otro, que tiene poder sobre nosotros por habernos metido en la cabeza la información que le convino. ¡Ah!... tal vez esto no sea tan bueno.

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Refranes y Reflexión

Después del párrafo citado al principio de estas líneas, los autores aclaran lo que ellos entienden por una vida de examen o análisis: “Una vida de análisis es aquella en la que se tiene deseos de entender las cosas, pues uno es curioso y busca la verdad. No aceptas las ideas así como así, por el solo hecho de que sean populares o provengan de alguna tradición y no te da miedo formular preguntas”. El asunto no es discriminar a los que por alguna razón u otra no pueden examinar sus vidas. Tampoco lo es criticar a los que deciden no hacerlo; pero por qué no poder sugerirles y sugerirnos que un poco de espíritu crítico no le hace mal a nadie. Tantos deseos tenemos –que en estos tiempos libres de auto represión no dudamos en satisfacer–, ¿por qué dar lugar a tener ese deseo de entender las cosas al que se refieren los autores? En el mundo de consumo masivo en el que vivimos, sin reflexión, sin examen, un consumidor no es mucho más que una especie de rata de laboratorio respondiendo a los “estímulos” de los que la estudian. La única diferencia es que a la rata verdadera no le cobran cada vez que le dan algo para probar. De ninguna manera sugiero que los impulsos sean algo malo per se o que no haya que tenerlos en cuenta, después de todo son parte, tanto como la capacidad de pensar y pensarse, del ser hombre o mujer, el asunto es que combinados hacen al ser humano más humano y menos bestia. No despreciemos las vidas de otros por no examinarse, pero no despreciemos tampoco las propias dejándonos tratar como - 170 -


El saber no ocupa lugar, y da poder

ratas de laboratorio. No vaya a ser que terminemos como esa del cuento, que cómodamente instalada en su caja de vidrio, conversando con las otras ratas sujeto de estudio, alardeaba de cómo había logrado “amaestrar al científico”, siendo que cada vez que ella hacía determinada cosa él sabía que tenía que darle de comer.

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Ilustración 28: 1202… Guau!

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Imagen de base creada con la foto del logotipo del hotel Biltmore ubicado en Coral Gables, Florida. Mayo de 2016. Fractal generado con http://sciencevsmagic.net/fractal/

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Sandalias por la cabeza

Sandalias por la cabeza

Me contaron hace tiempo una historia que aseguraba que tratando de alcanzar un tren que partía, a Mahatma Gandhi se le cayó una sandalia al andén desde el vagón en movimiento. Como no parecía posible recuperarla, antes de que fuese tarde, él se sacó la otra y la tiró con la primera. Cuando le preguntaron por qué lo había hecho contestó que una sola sandalia no servía, ni a él ni al que se encontrara la perdida, en cambio de esta forma el afortunado tendría el par completo. Me hizo acordar a varios refranes que me gustan mucho, como: Haz el bien sin mirar a quién o Para hacer el bien no hay que pedir permiso Más allá de si sea cierta o no, es una buena historia. Por eso me puse a buscar para ver si encontraba su origen o podía verificar su autenticidad. Haciendo esto hallé, entre otros, un artículo del

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Refranes y Reflexión

escritor Paulo Coelho, en donde él cuenta la historia citando a su vez como fuente de la misma a un tal C. Fadiman. La verdad es que no pude quedarme satisfecho con la veracidad de la anécdota, pero de todos modos me pareció muy interesante el cómo con un cuento tan corto se puede mostrar la manera de transformar una tragedia (la pérdida de algo valioso para quien no tenía demasiado) y una frustración (el hallazgo de algo necesario, pero “incompleto”), en un acto de desprendimiento (la entrega de la segunda) y en una alegría (el hallazgo del par completo). ¿Cuánto hubiese pagado alguien por quedarse con ese par de sandalias? La pregunta no es caprichosa, porque buscando por la historia de mi interés, me encontré con otras dos historias bastante más negras. Una de ellas –relatada en diversas notas periodísticas de febrero, marzo y abril de 2009–, comenzaba con un reclamo del bisnieto de Gandhi intentando detener una subasta de, justamente, un par de sandalias, uno de anteojos y algunos utensilios con los que su bisabuelo comía. La subasta no fue detenida y el coleccionista americano, de nombre James Otis, terminó entonces vendiendo los ítems en 1.8 millones de dólares. Me quedé un largo rato leyendo los artículos porque me parecían de novela grotesca. Incluso las biografías de los personajes. De hecho, encontré esta descripción que Osvaldo Bayer hace, en una columna suya, del magnate indio que gana la subasta con la supuesta intención de retornar los ítems a su país de origen:

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Sandalias por la cabeza

“… el remate en Nueva York de las sandalias, los anteojitos y una taza con plato del Mahatma Gandhi, que fue comprado nada menos que por un multimillonario […] Esas humildes pertenencias del hombre de la paz y el voto de pobreza se vendieron por millones y millones de dólares. Y el que los compró es nada menos que el rey de la superficialidad. Se llama Vijay Mallya y le gusta llamarse el “rey del placer”. A él le pertenece el más grande negocio de licores, la productora de cerveza Kingfisher, una empresa aérea y el stud de coches de carrera de Fórmula 1 Force India. Posee el yate más grande de todos los millonarios, que se llama “Indian Empress”, donde le gusta fotografiarse con jóvenes bellas de todos los países” […]. De locos. Según las notas, el magnate terminó “discutiendo” con el gobierno indio a causa de que algún funcionario osó decir que el millonario había actuado en nombre del Estado, cosa que él desmentía. Acaba habiendo demandas cruzadas del gobierno contra el vendedor y luego del vendedor contra la casa de subastas, ya que al generarse tanto alboroto el amigo Otis aparenta arrepentirse de la venta. Todo un escándalo en las antípodas de lo que Gandhi predicaba, incluso con manifestaciones en las calles de Nueva York pidiendo por la suspensión del asunto. El vendedor de las reliquias, en una nota de prensa de fin de marzo de 2009, se “disculpa” con el pueblo indio, y también –luego de asegurar la donación del dinero de la venta a fundaciones pro paz– comunica su intención de hacer un mes de ayuno para expiar la culpa por el sufrimiento que hizo pasar a los con-nacionales de Gandhi.

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Un descaro inconmensurable. Pero esto no es lo único. Buscando sobre el bisnieto de Gandhi, Tushar, se me cruza otra serie de notas en las que se cuenta cómo el heredero “vende” la imagen de su bisabuelo –seis meses después del asunto de la subasta de los anteojos– a una compañía de artículos de escritura por algo más de 100.000 euros. El objeto de esa venta: que la empresa pudiese producir una serie limitada de plumas de plata y oro. Aparentemente las lapiceras, cuya venta fue suspendida en febrero de 2010 por otra demanda judicial relativa al uso de la imagen de Gandhi, eran (y son) joyas de gran valor material, descriptas en artículos de prensa de la siguiente manera: “…ha lanzado dos series limitadas de superlujo con la silueta de Gandhi en el plumín, su firma en el culote y la capucha, y que se vende junto a un libreto con las frases más célebres del ‘padre de la patria india’. Las plumas han sido comercializadas en forma de dos series limitadas de 241 ejemplares cada una, el número de kilómetros que recorrió a pie Gandhi durante su célebre marcha de 1930, para protestar contra los impuestos de los ingleses. […] Las estilográficas están hechas a mano y son de plata maciza y oro blanco de dieciocho quilates, coronado por una piedra semipreciosa de color naranja intenso que simboliza el azafrán indio. Cada ejemplar tiene un precio aproximado de 17.000 euros, una cifra tan elevada que ha provocado que mucha gente considere una frivolidad asociar tales objetos al nombre de alguien que defendió la pobreza y la austeridad como virtudes supremas. - 176 -


Sandalias por la cabeza

En los estuches de las plumas se incluye un hilo de oro de ocho metros que, […] es una referencia al algodón que hilaba cada día Gandhi en su rueca. […]. Por cada pieza de la colección que se venda, […] donará a la Fundación Gandhi entre 140 y 750 euros”. Me costó no olvidarme de porqué había empezado a buscar sobre las sandalias de Gandhi. ¿Sería Otis el que se las encontró en el andén? ¿Se quejaría Tushar de la subasta porque hubiese querido hacerla él? El dinero no compra la felicidad … pero sí compra sandalias, anteojos, lapiceras de oro y plata, y las integridades de las personas que, en nombre de alguien que predicaba el desprendimiento, hacen las barbaridades que acabo de contar. Busqué un refrán que me ayudara a entender qué era lo que había pasado, cómo se podía “justificar” esto –incluso asumiendo reales buenas intenciones de todos los participantes de las historias–, y el único que pude encontrar fue: El dinero corrompe al hombre Aun creyendo que todo lo producido por la subasta y la venta de plumas fuese a ayudar a pobres que necesitaran sandalias (lo cual ni en mis días más ingenuos me suena factible), ¿hacía falta

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todo el show?, ¿no podía el recurso ir hacia el necesitado sin “ensuciarse” en el medio? Sería interesante plantear este dilema a grupos de jóvenes, pidiéndoles que imaginen soluciones para lograr el efecto de la segunda sandalia multiplicado por los millones, pero sin tener que pasar por los escándalos. No solamente prevendría (a algunos tal vez) de caer en estas ridiculeces, sino que además ayudaría al mundo que ellos han de vivir a contar con más ideas de cómo: Hacer el bien sin mirar a quién, …evitando que el dinero los corrompa. Gandhi no era violento, por eso “supongo” no les hubiese tirado las sandalias por la cabeza a estos personajes… ¿Qué cree usted?

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Sandalias por la cabeza

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Ilustración 29: Bendito Mármol IV

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Imagen de base creada con la fotografía de un piso de mármol tomada en el hotel J. W. Marriot de Orlando, Florida, el 14 de mayo de 2016. Fractal generado con http://sciencevsmagic.net/fractal/

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Si no puede con ellos, aguante, pero no se les una

Si no puede con ellos, aguante, pero no se les una

Hace un tiempo leí un libro que se llama El acoso moralXXIII. En él, la autora, una psiquiatra y terapeuta familiar de nombre Marie-France Hirigoyen, se ocupa del fenómeno del maltrato psicológico en la vida cotidiana. Un muy buen libro, definitivamente no para pasar el rato. En alguna parte del escrito la autora nos muestra el fenómeno más desde un plano social que personal y algunas de las cosas que dice, por ejemplo, son: “Con el pretexto de la tolerancia, las sociedades occidentales renuncian poco a poco a sus propias prohibiciones. Pero, al aceptar demasiado, [...] permiten que se desarrollen en su seno los funcionamientos perversos. Numerosos dirigentes [...], que ocupan no obstante una posición de modelo para la juventud, no muestran ninguna preocupación moral a la hora de liquidar a un rival o de mantenerse en el poder. […] Otros se enriquecen gracias a una delincuencia astuta hecha de abusos de bienes sociales, de XXIII

El acoso moral: el maltrato psicológico en la vida cotidiana. Marie-France Hirigoyen. Ediciones Paidós Ibérica, 1999.

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estafas o de fraudes fiscales. La corrupción se ha convertido en una moneda corriente. […], basta con que un grupo, una empresa o un gobierno cuenten con uno o con varios individuos perversos para que todo el sistema se vuelva perverso. Si esta perversión no se denuncia, se extiende subterráneamente mediante la intimidación, el miedo y la manipulación. Efectivamente, para atar psicológicamente a un individuo, basta con inducirlo a la mentira o a ciertos compromisos para convertirlo en cómplice del proceso perverso. […] Tanto en las familias como en las empresas y los Estados, los perversos narcisistas se las arreglan para atribuir a los demás los desastres que provocan, se presentan luego como salvadores y se hacen así con el poder. En lo sucesivo, para mantenerse en él, les basta con no tener escrúpulos”. Nos presenta una realidad que conocemos, pero que no por eso deja de asustar, ¿no? Es de esperar que todavía sí. ¿Y por qué pasa esto? La autora sugiere: “[…] la multiplicación actual de los actos de perversidad en las familias y en las empresas es un indicador del individualismo que domina en nuestra sociedad. En un sistema que funciona según la ley del más fuerte o del más malicioso, los perversos son los amos. Cuando el éxito es el valor principal, la honradez parece una debilidad y la perversidad adopta un aire de picardía”. ¿Y entonces?, arreglarlo?...

¿tiene

arreglo

esto?,

¿querremos

Me vino instantáneamente a la mente un refrán de los que, para mí, están en la categoría de maldito; tal vez injustamente, en

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Si no puede con ellos, aguante, pero no se les una

algún caso particular, pero aplicado a esto de lo que estoy escribiendo maldito con seguridad. El maldito refrán dice así: Si no puedes con ellos, úneteles Claro, es tarde ya… son demasiados… ¡No!, en realidad no son demasiados, pero como dice Marie-France con pocos alcanza. Toda una manzana se pudre por un pequeño pedacito podrido que no se saca a tiempo. Por eso si no podemos sacar a los podridos, ¡pudrámonos con ellos!... ¿no? El libro es muy interesante y habla en realidad mucho más del fenómeno a nivel personal, familiar, donde sí se puede hacer algo para cambiar, para entender el dolor que se le causa a otro y tratar de evitarlo, o para comprender cómo un tercero pretende manipularnos y escapar así del acoso. Una frase con la que la autora expresa lo malo que es el maltrato psicológico –particularmente en los niños–, lo dañino que es destruir a otro en su voluntad –sea en el plano individual o en el colectivo como se describe en las citas anteriores–, me pareció notable: “La condena a la impotencia es la peor de las condenas” ¡Brutal! El “si no puedes con ellos…” no es más que la expresión amable de una condena a la impotencia. No es refrán, pero debería:

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Refranes y Reflexión

La condena a la impotencia es la peor de las condenas

¿Y qué hacemos?… Aparentemente estamos “condenados” a vivir en el mundo que describe Marie-France. Pero ¿por qué creer que estamos también condenados a la impotencia, a la peor de las condenas? Habría que “revolucionar” las cosas… pero para que la revolución ocurra –dicen los que saben– hay que tener conciencia de la indignidad en la que se vive. Nadie que se sienta “cómodo” inicia una revolución, pero tampoco el incómodo que no se da cuenta, que no percibe, que no tiene tiempo para pensar en su indignidad porque se la pasa colgado de la televisión, o la carrera por poseer, o del entrenamiento de turno que la sociedad de consumo –que no nos quiere revolucionarios– inventa o pone de moda para adormecer. Por suerte, al igual que como Marie-France asegura: con pocos alcanza para pudrir, para incitar las revoluciones tampoco hacen falta muchos. Con que algunos logren llevar a las masas a ese estado de conocimiento de su propia indignidad que se necesita, el resto es casi automático. Nadie garantiza que lo que venga será mejor, pero ciertamente no es tampoco imposible el que lo sea. Si quiere sentirse condenado a la peor de las condenas, únase a ellos, tal vez con el tiempo la pérdida de conciencia le permita realmente disfrutar de la corrupción y de la perversión. Si no quiere sentirse condenado a la peor de las condenas, no se una. Revolucione. Ayude en la tarea de alertar a las masas

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Si no puede con ellos, aguante, pero no se les una

sobre la indignidad en la que vivimos. Eduquemos y eduquémonos, en algún momento va a producir efecto. En algún momento la masa va a terminar sintiendo que es demasiada la opresión de la moda, de la publicidad, del consumismo que lo consume a uno alimentando constantemente el afán de consumir. Los procesos históricos son muchas veces demasiado largos como para ver resultados, pero son inexorables y algún día hay que empezar. Que cuando en algunas centurias se escriba la historia de cómo el mundo redujo sus niveles de corrupción e individualismo, de cómo se volvió a entender que la ley del más fuerte o malicioso no era la más adecuada, de cómo las masas se percataron de que el éxito no era el valor principal, la honradez era una virtud y la perversidad una conducta deleznable, se diga que dicho movimiento revolucionario comenzó a gestarse a principios del siglo XXI.

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 30: For ever mi Amor II

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Imagen de base creada con la fotografía de una cinta circular sin fin de cuerda trenzada. El nudo de base se denomina Turk’s head, también puede considerase un trenzado Celta de amor eterno. Fractal generado con http://sciencevsmagic.net/fractal

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Sinceridad, pero sin espinas

Sinceridad, pero sin espinas

Hay un refrán bastante conocido y que según pienso se hace honor a sí mismo. El susodicho pregona: La verdad no ofende, pero puede lastimar Digo que se hace honor a sí mismo porque contiene verdad, pero podría resultar peligroso –terminar lastimando–, pues no sería difícil acabar torciendo su sentido para justificar mentiras y falsedades con la excusa de no herir. Tal vez debería siempre decirse acompañado de otro que prevenga: …aún así, ¡ojo que mentir es peor! Por eso me puse a pensar un poco más, reconozco que sin mucho orden, en el sentido profundo del dicho o lo que yo creo fue la buena intención con la que se concibió. Al final, me parece haber llegado a una síntesis armoniosa. Usted dirá.

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Refranes y Reflexión

La primera cuestión que me interesó resolver es el asunto de si la verdad puede ofender o no. Para eso fui a buscar el significado de la palabra ofender, y según el diccionario de la Real Academia Española es, en su primera acepción: “Humillar o herir el amor propio o la dignidad de alguien, o ponerlo en evidencia con palabras o con hechos”. O sea que ofender es una forma de lastimar (herir), o de causar dolor (humillar), por lo tanto es lo mismo. Podría decirse que ofensa y lastimadura son dos caras de la misma moneda, o casi que son la misma cara de la moneda. En un libro que habla de diversos arquetipos de varón XXIV, según la opinión de una mujer, leí una vez esta descripción del “Sincero” –especialmente del que usa la verdad para lastimar y ofender– que me pareció muy buena: “Es ese que tiene la costumbre de decir la verdad, ese que se cree no sólo con la obligación sino con el derecho de decir la maldita verdad. No hay muchos, por suerte. Casi todos sus congéneres se desempeñan exitosamente en el arte del eufemismo, la indirecta, el silencio prudente o el meloneo descarado, cuando no en el malhumor, que como todo el mundo sabe o debería sospechar, es un claro mensaje al que le falta el texto: un hombre malhumorado nos está diciendo algo que no nos gustaría escuchar, así que no lo provoquen, no lo tienten, no le pregunten qué le pasa, si están hablando por teléfono y corta, no vuelvan a llamarlo, si están tomando un café y se levanta para irse no lo detengan. Porque, con toda su insoportable densidad, el

XXIV

Arquetipos. Sandra Russo. Editorial Sudamericana, 2003.

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Sinceridad, pero sin espinas

malhumor es casi siempre más benigno que aquello que enmascara”. El libro, entre risas y “verdades”, tipifica conductas de nosotros varones que no siempre son apreciadas por las damas, como por ejemplo la de sentirse con “derecho de decir la maldita verdad”. Es muy interesante cómo para la autora “…el arte del eufemismo, la indirecta, el silencio prudente o el meloneo descarado, cuando no el malhumor…”, se configuran en virtudes frente a la insensibilidad del que usa la verdad para herir. Y claro, así es, hasta el malhumor termina muchas veces siendo una buena salida para no decir algo que, aunque verdadero, sólo tuviese poder para destruir y lastimar. Pero nótese que nunca sugiere la mentira, solamente algo de “sana” hipocresía con la que no se puede dejar de estar de acuerdo, a falta de hasta aquí mejores herramientas. El refrán al que estamos practicando una disección tiene múltiples versiones, pero me gusta particularmente una española que asegura: La verdad es como la rosa, siempre tiene sus espinas Un libro de filosofía y negocios que junta a Aristóteles con la General MotorsXXV –escrito en estos últimos años en que parece haberse redescubierto el valor de lo que nunca dejó de serlo–, XXV

Si Aristóteles dirigiera General Motors. Tom Morris. Editorial Planeta, 2006.

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Refranes y Reflexión

pone las palabras del refrán en términos más académicos de la siguiente forma: “La verdad tiene un gran poder para el bien, pero es igualmente importante ver que el principio del doble poder también se aplica a ella, como a todo lo demás. Si se hace un mal uso de la verdad, si se utiliza para la creación de fealdad, mal y desunión, los resultados pueden ser terribles”. El autor expone aquí el punto más importante a tener en cuenta, la intención del que usa la verdad al usarla. La rosa tiene espinas y no es mala por eso, pero si el que la regala frota el tallo de la misma por la mano del que la recibe entonces la transforma en una herramienta de tortura. La verdad puede lastimar tanto como la mentira y no tiene mayor justificación el que hiere con la primera que el que lo hace con la segunda. Pero la verdad no lastima per se, lo que lastima es la forma en la que se dice, el momento en el que se la devela, etcétera. No pretendo haber descubierto nada nuevo al decir lo que acabo de decir. Pero es que la letra del refrán no necesariamente deja esto claro y por eso me parece que hay que “ayudarlo”, sea porque algunos solamente se quedan con la primera parte y terminan dando letra y razón a esta frase de Tennessee Williams: Todas las personas crueles se consideran a sí mismas ejemplos de franqueza …o porque usando mal (desde mi punto de vista) las ideas de Maquiavelo, justifican medios como la mentira con supuestos fines altruistas de no lastimar. - 190 -


Sinceridad, pero sin espinas

El punto es que la verdad es la verdad (otra gran revelación pensará el lector), pero es así, no digo que haya que usarla para lastimar. Pero, como garantiza este otro refrán: La verdad es como el aceite, siempre sale a flote Por lo tanto, habiendo dejado ya de lado la idea de usar la verdad para lastimar y más allá de los pseudo-virtuosos eufemismos, indirectas, malos humores o cualquiera otro de los recursos sugeridos por el primer libro citado, a la verdad, como a las rosas, habrá que no tenerle miedo y tratarla con “cariño”, porque siempre ha de salir a flote. ¿Y entonces?... Justo en este punto del pensar fue que vino a mi mente una perla de sabiduría de Confucio, que asegura: La sinceridad, sin las normas de la educación, se convierte en rudeza Claro, para no ser rudo o cruel, para no lastimar ofendiendo: educación. No solamente buenas intenciones, sino además educación. Para sacar una verdad a flote, antes de que salga por sí sola en cualquier momento o de la mano de un cruel disfrazado de sincero, educación. Maravilloso, ¿no? No hace falta mentir u ocultar, valerse de eufemismos indirectas o meloneos, hace falta educarse. ¿En qué? En el respeto a los demás, en las formas adecuadas de comunicarse, en la compasión, en el arte de la paciencia… en tantas cosas.

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Refranes y Reflexión

A las rosas hay que saber tomarlas con cuidado y ofrecerlas con cariño, con eso alcanza para que embellezcan sin lastimar. A la verdad también. Habrá que educarse para saber manejarla, y ofrecerla siempre con buena intención. A nadie se le ocurriría esconder una rosa, o “disfrazarla” para que parezca otra flor. Pues si la verdad es como una rosa, tampoco lo hagamos con la ella.

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Sinceridad, pero sin espinas

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 31: Mur perlé dans St. Lucie

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Imagen de base creada con la foto de una parte de la decoración de las paredes de la cocina de amigos del autor, tomada en mayo 2016. Fractal generado con www.dangries.com/Flash/FractalMakerExp/FractalMaker_exp

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Hagamos experiencia que valga la pena

Hagamos experiencia que valga la pena

Vamos creciendo y a los golpes la vida nos va enseñando cosas. Nos vamos cayendo y de vez en cuando, muy de vez en cuando, aprovechamos la caída. Vamos aprendiendo de a poco, vamos ganando experiencia que muchas veces nos indica qué no hacer, cómo no hacer, por qué no hacer... Vamos perdiendo la inocencia, la frescura impetuosa de la juventud. Para coronar esta visión “negativa” del desarrollo de la vida hay una especie de proverbio que dice: Un pesimista es un optimista con experiencia Pareciera que esa experiencia es mejor no tener que adquirirla. Por eso es que algunos autores y corrientes de pensamiento recomiendan no perder (más bien recuperar) la visión de niño que todos alguna vez tuvimos –cuando no había forma de que tuviésemos experiencia–, como si pudiésemos borrar nuestra memoria.

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Refranes y Reflexión

Otra versión –diría que más cruel– postula que la experiencia únicamente llega después de lo necesario. Los que la sostienen aseguran que cuando nos equivocamos, cuando nos va mal, cuando erramos, ya es tarde porque el daño está hecho. Una versión representativa de esta línea de ideas es la que hizo popular el boxeador argentino Oscar Bonavena, cuando con sorna decía: La experiencia es como un peine que la vida te da cuando te quedaste pelado Como si la vida, sádicamente, disfrutara de nuestras equivocaciones que no ha luego de permitirnos enmendar. ¿Será que es mejor quedarse chiquito? O vivir como si uno fuese chiquito sin pensar demasiado y dejándose llevar por lo que otros dicen o hacen, ya que de esa forma habrá siempre a quién echarle la culpa. Pesimismo. Irresponsabilidad. Inexorable sensación de que vamos a perder y sólo en el mejor de los casos nos vamos a dar cuenta tarde, para así poder coronar con amargura el sufrimiento. Por suerte hay otras visiones del asunto. Particularmente una que rueda por allí y que se le atribuye a un escritor y novelista inglés de nombre Aldous Huxley, autor, entre otros trabajos, de Un mundo feliz; una visión futurista del mundo pensada en 1932 XXVI, que se parece demasiado a la sociedad en la que vivimos. Él dice de la experiencia:

XXVI

Un mundo feliz. Aldous Huxley. Editorial DEBOLSILLO, 2014.

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Hagamos experiencia que valga la pena

Experiencia no es lo que te pasa; sino lo que tú haces con lo que te pasa Y esta es de las que me gusta, porque me devuelve el control. La experiencia no es algo fortuito que me pasa, no es lo que la vida me depara, no es algo que ocurre… es algo que yo hago ocurrir. El libro de Huxley no es necesariamente optimista en cuanto a cómo nos habríamos de desarrollar como sociedad; pero evidentemente era su forma de “protestar” contra la experiencia que le parecía a él iríamos a ganar si seguíamos como íbamos. Pues lamentablemente algo de razón tuvo. Me parece por desgracia que su visión no estaba tan errada. Están pasándonos cosas que “tal vez” no sean buenas como: despersonalización creciente de las relaciones humanas, consumismo al punto de consumirnos consumiendo, idiotización con drogas de todo tipo, y más… Pero por suerte la cuestión no es lo que nos pasa, sino lo que hacemos con eso. La pregunta es, para los que creen como yo que algunas de las cosas que nos están pasando como sociedad (a nivel mundial) no son buenas: ¿Qué vamos a hacer con eso? Y está bien pensar las cosas así: no es lo que ocurre, es lo que hacemos ocurrir. No es el por qué nos pasa algo (que tal vez podamos averiguar o no), es el para qué. ¿Qué vamos a hacer con lo que nos pasó? ¿Para qué vamos a usar una caída, un golpe o un error?, ¿para deprimirnos?, ¿para transformar el optimismo en pesimismo?, ¿para comportarnos como niños dependientes de las ideas de otros?... ¿O para algo útil?

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Refranes y Reflexión

La humanidad ha construido y dejado desvanecer ya muchas veces grandes imperios, sociedades y formas de vida superiores que por dejadez y desidia se corrompieron hasta su desaparición. Si se las estudia un poco se encuentran siempre factores comunes que no son muy diversos a los que hoy nos afectan, y que Huxley proyectó hace casi noventa años. Me parece que vale la pena pensarlo en términos de qué vamos a hacer con “esto”, para que sea buena experiencia y no solamente causa de pesimismos o regresiones infantiles. Un gran escritor argentino, Roberto Arlt, nos da una pista de por dónde empezar a “hacer” para tal vez, sólo tal vez, no volver a tropezar nuevamente con la misma piedra. “Si estoy de buen humor, compro un diario y me entero de lo que pasa en el mundo, y siempre me convenzo de que es inútil que progrese la ciencia de los hombres si continúan manteniendo duro y agrio su corazón como era el corazón de los seres humanos hace mil años”.XXVII Para que la experiencia no nos haga perder el optimismo y podamos usarla antes de quedarnos pelados, me parece que vale la pena pensarlo e intentar al menos hacer algo.

XXVII

Fragmento de Aguafuertes porteñas. Roberto Arlt. Libros de la Vorágine, 2013.

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Hagamos experiencia que valga la pena

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 32: Otoño

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Imagen de base creada con la fotografía de un Liquidámbar en otoño, tomada en mayo de 2016 en una calle de un barrio en Don Torcuato, Buenos Aires, Argentina. Fractal generado con http://sciencevsmagic.net/fractal

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No seamos ataúdes andantes

No seamos ataúdes andantes

Hay algunos pseudo-refranes irónicos o frases “graciosas” que terminan rodando tanto que se semi-inmortalizan, y que no por poco serias dejan de dar buenos consejos o postular grandes y nobles verdades. Uno de estos aconseja: En procesión fúnebre cualquier lugar es bueno, menos dentro del ataúd La muerte, gran tema. Sobre todo, cuando nos enfrentamos a la idea de nuestra propia muerte. Vivimos gran parte de la vida ignorando la muerte, creyendo que es para otros, no para nosotros. Aunque si pensamos un poco en el asunto es probable que venga a nuestra memoria algún momento en el que la habremos deseado. Una pequeña cita de un libro llamado La insoportable levedad del serXXVIII, de Milan Kundera, nos da un ejemplo de XXVIII

La insoportable levedad del ser. Milan Kundera. Editorial Tusquets, 2008.

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Refranes y Reflexión

sentimientos que muy probablemente alguna vez en la vida hayamos experimentado. “La desesperanza que se había apoderado del país penetraba por las almas hasta los cuerpos y los destrozaba. Algunos huían desesperadamente del favor del régimen que quería obsequiarles honores y obligarles así a aparecer junto a los nuevos gobernantes. Así murió, huyendo del amor del partido, el poeta Frantisek Hrubin. El ministro de Cultura, ante el cual se escondía desesperadamente, lo alcanzó cuando ya estaba en el ataúd. Pronunció ante él un discurso sobre el amor del poeta a… Quizá pretendiera despertar a Hrubin con aquel escándalo. Pero el mundo era tan feo que nadie tenía ganas de levantarse de entre los muertos”. Los puntos suspensivos, que colocan un manto de pudor sobre el nombre del país o régimen objeto del supuesto amor del poeta, están simplemente colocados para no poner el énfasis en el quién sino en el qué –de manera que más allá de a quién el poeta le escapaba pongamos atención en la desesperanza que sentía. Esos puntos nos sirven para no perder de vista la contundencia de la última frase que la situación –cualquiera fuese– le arrancó al autor del libro. ¿Se sintieron así alguna vez? ¿Sufrieron esa desesperanza que hacía de la muerte una seductora tentación? Tal vez… ojalá que no. ¿Tenemos conciencia de cuántos se sienten así en el mundo en el que vivimos? ¿Son más o menos que nosotros? ¿Cuánto hacemos nosotros para que ellos se sientan así –o cuánto dejamos de hacer para evitarlo?

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No seamos ataúdes andantes

Situaciones como la descripta son críticas, graves. Se desea perder la conciencia, no saber más, no tener que enfrentar por más tiempo una realidad que destroza, que lastima. Se sale de estas situaciones o no. Se las soporta o se les escapa con valor o cobardía, sea cual sea la que lleva a vivir o a morir; cada uno de los que tuvo que enfrentarlas sabrá. Pero pienso, ¿no vivimos así un montón de otras situaciones sin enfrentar tanta presión? ¿No intentamos perder la conciencia cotidianamente con cosas no tan contundentes como una soga o un revolver pero que causan un efecto similar? Me refiero al alcohol, a las drogas, a perdernos en situaciones o relaciones pasatistas que nos “sacan” del mundo al que no queremos enfrentar. No es un fenómeno moderno, aunque ahora tenga más difusión. La humanidad se emborrachó, se drogó y se dedicó a evadirse de la realidad desde hace miles de años. ¿Será el querer no ser parte de nuestro ser? No tengo ninguna respuesta, únicamente preguntas. Sólo ganas de pensar en esto y tal vez conversarlo… todo lo contrario a evadirme del tema, de esconderlo detrás de una bala o de una botella de cualquier bebida alcohólica. Ojalá nunca sintamos lo que parecen haber tenido que afrontar Kundera y su poeta. Ojalá que la desesperanza nunca nos cubra como para no querer levantarnos de entre los muertos. Ojalá entendamos que hacer el mundo tan feo como para que eso pase es algo que está en nuestras manos evitar y no en las de otros. Ojalá que no decidamos vivir nuestra vida evadiéndola, matándonos de a poco perdiendo la conciencia con “ayudas” que nos duermen de a minutos.

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Refranes y Reflexión

Suicidarse de a poco, matarse sólo ante ciertos temas que no nos gustan no tiene ninguna posibilidad de no ser cobardía. Vivamos la vida haciéndole caso al refrán: cualquier lugar es mejor que el ataúd. No seamos pues ataúdes andantes, muertos matándonos de a pedacitos o de a ratos por haber hecho el mundo tan feo que no queramos verlo… tal vez así logremos además hacerlo menos desesperante para otros que tienen menos opciones.

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No seamos ataĂşdes andantes

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Ilustración 33: From Motion to Jewel III

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Imagen de base creada con la fotografía movida de una sección de la fuente que se encuentra en la entrada del hotel Transamérica en Higenópolis, San Pablo, el 4 de mayo de 2016. Fractal generado con http://sciencevsmagic.net/fractal/

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Sin límites

Sin límites

En un canal de televisión de mi país volvió a empezar, unos días antes de escribir esta columna, uno de esos concursos en los que varias parejas compiten bailando para ganar algo. Más allá de cuánto me guste o disguste el programa o qué tanto el concurso se use para un fin noble o no, me vino inmediatamente a la cabeza una frase de uno de los bailarines más importantes de todos los tiempos, Mikhail Baryshnikov. Se dice que él dijo alguna vez: No intento bailar mejor que nadie. Sólo trato de bailar mejor que yo mismo Siempre me pareció muy poderosa la sentencia. A algunos (particularmente a los que no vieron bailar a don Mikhail) les suena como “blanda”, como proveniente de alguien que no tiene el fuego “sagrado” de la competencia en su corazón. A mí, por el contrario, me parece maravillosa porque elimina las orillas. Bailar mejor que otro es un límite concreto, cuando se logra no hay más que hacer. Bailar mejor que uno mismo no tiene tope, se puede mejorar todos

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Refranes y Reflexión

los días de la vida y aun así al siguiente habrá un objetivo nuevo, fresco. No es un refrán –aún– pero debería serlo, así que aquí lo propongo a los lectores: No intentes ser mejor que nadie. Sólo trata de ser mejor que tú mismo Lejos está este “recién nacido” refrán del espíritu aparente de los concursos que me llevaron a pensar y escribir esto, llenos de escándalos, peleas, celos, etcétera. Lástima y lastima... Pero con cambiar de canal alcanza, por eso cambio –o apago– y me pongo a mirar, buscar, leer otra cosa. Así fue que leyendo un libro sobre negociaciónXXIX, cuyo autor –un conocido mío– me obsequió, encontré esto: La excelencia no es ser el número uno en algo, sino ocupar algún lugar digno en todo “Somos como somos, pero podemos tratar de desarrollar aquellas cosas que quisiéramos para nosotros. Es magnífico aceptarnos tal cual somos, valorarnos y querernos, pero también es importante pensar que podemos ser mejores todavía y que hay determinados aspectos de nuestra persona o conocimientos nuevos que quisiéramos mejorar e incorporar. Esta decisión es la que quiebra la opción entre ser o no XXIX

Negociando con la vida. Alberto Guida. Grupo Abierto Comunicaciones, 2008.

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Sin límites

ser conformistas. No debemos serlo, porque el mundo en el que vivimos es dinámico, por lo tanto, o nos movemos, adaptamos y crecemos con él o nos quedamos fuera del tiempo real”. Me pareció una cita muy apropiada para acompañar a la frase de Baryshnikov. Ser número uno versus ser mejor cada día hasta ser lo mejor que podamos ser, sin límite de tiempo; porque hasta el número uno puede mejorar con respecto a sí, si mira para adelante en vez de mirar a los que dejó en el camino. Ocupar un lugar digno del potencial que tenemos, dice el autor, es la excelencia. Llegar a ese lugar dignamente y seguir en la búsqueda de nuevos horizontes. Aceptarnos y querernos, pero para usar esa aceptación como plataforma de confianza, no como sarcófago. ¿Y cuándo disfrutamos de haber llegado? Tal vez nunca; pero no debería importar, porque hay que aprender a disfrutar el ir. Llegar no es destino, es consecuencia. Hoy, que vivimos en una sociedad a la que no le gustan los límites, qué mejor que no ponerlos en algo que sí vale la pena, o sea en el afán de ser mejores. Tantos límites útiles desdeñamos e ignoramos todos los días; por qué no buscar la infinitud de posibilidades en el dignamente intentar ocupar un lugar cada día mejor, pero no contado desde la cuenta bancaria o desde el televisor y el auto que tenemos sino desde la colección de virtudes o capacidades que practicamos y adquirimos. Ojalá el refrán propuesto “pegue” y se haga popular. Tal vez se podría acompañar de algunas frases introductorias, como:

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“Te gusta vivir sin límites”, “Querés vivir tu vida sin que nadie te diga hasta dónde llegar”, “Sos de los que no se siente cómodo encerrado entre contornos marcados por otros” … entonces: No intentes ser mejor que nadie. Sólo trata de ser mejor que tú mismo

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Sin lĂ­mites

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Refranes y Reflexión

Ilustración 34: Euphorbia pulcherrima abananada 34

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Imagen creada con la fotografía de una hoja de flor de plátano, caída sobre el césped del jardín de la casa de un amigo del autor, tomada en enero de 2016. Fractal generado con http://sciencevsmagic.net/fractal

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Ni la una ni la otra, las dos

Ni la una ni la otra, las dos

Uno de esos refranes que me hacen pensar –como si fuera muy difícil lograrlo– dice algo que da la impresión de ser simple, aunque según cómo se lo interprete podría llevar a conductas no de lo más recomendables. El susodicho aconseja: Donde fueres haz lo que vieres A priori parece una excelente sugerencia, con una base sólida de tolerancia y un fuerte requerimiento de adaptabilidad. Implica respeto por los demás, por su forma de vivir y de ser, por sus tradiciones y sus usos y costumbres. No pareciera poder reprochársele nada. Qué mejor que aconsejar las virtudes que acabo de enumerar: tolerancia, respeto… Por desgracia no siempre lo tenemos presente, ¿no? ¿Cuántas veces queremos cambiar a los demás, no porque el cambio sea mejor para ellos sino porque lo puede ser para nosotros? ¿Cuántas veces para evitar el esfuerzo de adaptarnos a algo, que no necesariamente es malo o nos afecta demasiado,

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Refranes y Reflexión

descalificamos conductas de otros, simplemente las ignoramos, o hasta incluso las impedimos? Percibo, subyacente en el refrán, una pregunta fundamental que demanda saber: ¿quién nos garantiza la sabiduría y la ecuanimidad necesarias como para juzgar las conductas de otros con la intención de cambiarlas? El citado pareciera implicar que nadie, y por lo tanto exhorta a adaptarse. Donde fueres haz lo que vieres destila consideración, paciencia… hay que incorporar y practicar lo bueno que tiene el proverbio. Pero qué tal si decimos que también podría estar proponiendo conformismo, despreocupación, aguante, consentimiento, complicidad… Una frase que siempre me impactó mucho, más allá de tener que correr el riesgo que nos plantea una de las preguntas que acabo de hacernos –¿quién nos garantiza la sabiduría y la ecuanimidad necesarias como para juzgar las conductas de los otros? –, es de don Johann Wolfgang Goethe y dice: “Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es; trátalo como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser”. Esta suena bien también, ¿no?... pero implica todo lo contrario de lo que enseña el refrán. Si se va a algún lado, o se encuentra a alguien y no se lo mira con la idea de su potencial de mejora, no se lo podrá ayudar a desarrollarse. Al hacer lo que se ve, si lo que se ve no es lo mejor, ¿se estará hablando de tolerancia o de chatura, de respeto o de falta de coraje?

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Ni la una ni la otra, las dos

Un escritor español que vivió durante la primera mitad del siglo pasado, Pío Baroja, se y nos describe de una forma que resulta graciosa –más allá de estar o no de acuerdo con todo lo que el amigo Pío pensaba. La sentencia en cuestión pregona: “El hombre: un milímetro por encima del mono cuando no un centímetro por debajo del cerdo”. Cuántas madres, padres, maestros, mentores, etcétera, nos han sacado de esta aparente condena pesimista de don Pío, por su “intolerancia” para con nuestra animalidad. Qué difícil ser ecuánime, porque respetar al otro es básico, pero también lo debe ser ayudarlo a mejorar, a desarrollar su potencial. Hay que volver indefectiblemente a la pregunta que, creo, no tiene respuesta, o al menos no una fácil de encontrar: ¿Quién nos garantiza la sabiduría y la ecuanimidad necesarias como para juzgar las conductas de los otros? La búsqueda de equilibrio, la paciencia, la prudencia y, por sobre todo, las mejores intenciones tal vez ayuden a equivocarse lo menos posible entre estas dos verdades a las que hay que hacerle caso –aunque no garanticen la infalibilidad. Por eso, sin respuestas ni recetas, solamente con ganas de pensar y de tratar de ser y de hacer lo mejor posible: Ni la una ni la otra, las dos.

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Refranes y Reflexi贸n

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Ilustraci贸n 35: +1,502

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Imagen de base creada con la foto del iris y la pupila del ojo izquierdo del autor. Tomada en mayo de 2016 en ocasi贸n de una visita al oftalm贸logo. Fractal generado con http://sciencevsmagic.net/fractal

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Que no los agarre la lluvia

Que no los agarre la lluvia

No hace mucho escuché de un amigo esta historia, quien a su vez la escuchó de alguien que decía haberla escuchado por ahí. Dice así: “Dos personas llegan a su lugar de trabajo completamente mojados. La recepcionista del lugar pregunta: ¿Qué les pasó? Uno de ellos contesta: ¡Me agarró la lluvia! El otro, casi al unísono con el primero, responde en cambio: No me acordé de traer el paraguas”. Interesante, ¿no? El mismo fenómeno natural a uno de ellos lo “agarró”, lo hizo víctima de algo aparentemente inevitable. Este primero “sufrió” la lluvia, algo externo afectó su vida. El otro, en cambio, contesta revisando su conducta. Se hace protagonista de la mojadura. Sin dudas toma nota y se da a sí mismo la posibilidad de tal vez aprender algo para la próxima.

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Refranes y Reflexión

¡Qué gran diferencia! Vivir la vida como víctima, o como protagonista. Buscar terceros responsables de nuestras calamidades o tratar de entender qué hacer para evitarlas, para esquivarlas, para transformarlas en algo –de ser posible– aprovechable. ¿De qué lado estamos? ¿Del lado de aquél al que siempre lo agarra la lluvia o del que se sabe con al menos cierta chance de prevenirlas? Estas ideas me hacen acordar de un par de refranes que expresan básicamente lo mismo. Uno de ellos, tal vez el más conocido, aconseja: Mira la viga en tu ojo, antes que la paja en el ajeno El otro asegura: El jorobado no ve su joroba, sino la ajena Mucha gente se comporta así, “excéntricamente”, o sea buscando en el exterior causas malignas o terceros responsables… en vez de mirar cuál podría ser su capacidad o posibilidad de cambiar las cosas. Es muy fácil ver defectos en otros, culpas en factores externos, victimizarse ante situaciones aparentemente incontrolables. Es en cambio más bien difícil mirarse críticamente en un espejo y reconocer faltas o desidias que nos llevan a quedar en posiciones de culpa o responsabilidad. - 218 -


Que no los agarre la lluvia

Pues la verdad es que prefiero ser culpable antes que víctima. Como culpable –o responsable– podré pedir perdón e intentar hacerlo mejor la próxima vez. Como víctima, en cambio, no se está más que esperando el golpe, el mal, el sufrimiento. Hay otro refrán que, siento, tiene una buena relación con este tema. El mismo me gusta mucho y dice: El mundo es para los osados, no para los callados Rebelarse contra uno mismo y sus incapacidades temporales es de osados. Asumir responsabilidad y protagonismo es de osados. Pretender hacer al mundo, en vez de sufrirlo, es de osados. Victimizarse es de callados. Me gusta creer que en grandísima medida el destino se hace –con la osadía de creer que se puede, al menos en parte– y no que sólo se debe esperar por él, callado. Al que nada más espera es muy probable que le llegue cualquier cosa. El que trata de hacer, en cambio, incrementa mucho las posibilidades de lograr lo que quiere, en vez de cualquier cosa. Pero si esto de hacer el destino resulta demasiado, si no hay ánimo de ser del todo osado, al menos debería tenerse en cuenta este otro refrán para evitar lluvias que mojen: Más vale prevenir que curar Siempre se puede cambiar, solamente hay que pasar de víctima –de uno mismo– a protagonista de la propia vida; sin - 219 -


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importar cuánto tiempo se haya dejado ir ya, porque también es muy cierto que: Más vale tarde que nunca

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Que no los agarre la lluvia

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 36: Primum damnum

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Imagen centra creada con una fotografía del logotipo del restaurante Sureño en Calafate, Argentina. Fractal generado con www.shodor.org/master/fractal/software/Snowflake.html

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Rescatar la nobleza

Rescatar la nobleza

Hace unos días no tenía nada mejor que hacer que ponerme a pensar –lo cual por suerte me pasa muy seguido–, y fue así que vino a mi mente la palabra nobleza, su significado e historia. Nobleza viene del latín nobilis, que se deriva a su vez del verbo noseo y del adjetivo notus, queriendo decir respectivamente “conocer” y “conocido”. En su origen, noble era el que se distinguía por sus hechos virtuosos entre los demás hombres y por lo tanto era deseable que su “notable” conducta se conociese, pudiendo así convertirse en un modelo a seguir. Si bien esto significa, la cosa fue cambiando y noble terminó siendo aquel que heredaba títulos de algún antepasado, el cual – tal vez– había realmente merecido el “mote de”. Como muchos de estos herederos más que nobles –y por ende potenciales modelos para otros– terminaron convirtiéndose en parásitos –ejemplos de lo que no hacer–, la palabra, y de alguna forma la “institución”, cayeron en desgracia.

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Refranes y Reflexión

Se dejó de lado el concepto de noble para referirse al que con mérito y razón debía ser notado por los demás, comenzando a utilizarse el término famoso –lo cual en realidad no es lo mismo– para nombrar al que lograba hacerse conocido públicamente. Fama también viene del latín, pero quiere decir rumor, voz pública. El estatus de famoso se alcanza cuando la gente habla de uno; pero lo cierto es que para que se hable de uno no hace falta ser bueno, modelo de vida, o noble; también se habla de –y son famosos– los ladrones, los grandes asesinos, los tiranos y dictadores, los políticos corruptos, etcétera. Se puede ser famoso por lo bueno y también –desgraciadamente cada vez más– por lo malo. Entonces, y siendo que en muchos cuentos de hadas los nobles en sus bravos corceles rescatan princesas prisioneras o pueblos sometidos por villanos, ahora que el concepto de nobleza pareciera en gran medida haber quedado únicamente asociado a algunas pocas familias herederas en vías de extinción –desde lo noble, al menos–, es que se me ocurrió proponernos rescatar nosotros a la nobleza en el sentido original del término. Noble, notable, modelo, debería ser –nuevamente– el que por sus hechos virtuosos se distingue de entre los demás. Hoy en día para muchos, notable –mezclando incorrectamente el concepto de fama con el de nobleza– es el que hace más ruido, el que escandaliza más en programas de chimentos, el que retorna de “lugares” a los cuales nunca debió haber llegado o de conductas que nunca debió haber tenido, el que más colágeno y siliconas se pone, etcétera. El verdadero sentido de la nobleza, en cambio, de la que implica que alguien se haga digno de ser conocido y deba ser considerado notable y modelo a

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Rescatar la nobleza

seguir, es mucho más profundo y afortunadamente dependiente de uno mismo que de los ratings televisivos. Un antiguo proverbio nos lo define con gran claridad: La verdadera nobleza consiste en ser superior a nuestro yo previo Pero no se refiere el refrán a que el próximo escándalo sea más escandaloso que el anterior o que la próxima sobredosis sea mayor y más peligrosa que la próxima pasada. La nobleza se construye intentando ser superiores a nuestro yo previo, pero buscando mejorar constantemente en función de lo que es bueno para el hombre en sociedad, no para el hombre en soledad. ¿Cuáles son hoy los valores contra los que se debería medir la verdadera nobleza? ¿A qué le damos valor y a qué deberíamos darle valor en la sociedad actual como para asignar roles de modelo de vida y no de modelaje de pasarela? ¿Estamos en un pozo en ese sentido? ¿Tiramos la sociedad al mismo hoyo en el que echamos hace algunos años las cabezas de los pseudo-nobles que la perdieron en la Revolución Francesa y otras por el estilo? No creo… no quiero creerlo… Siempre hay tiempo de reaccionar, al menos eso. Muchos vienen detrás de nosotros en la línea del tiempo; tal vez formemos parte de generaciones que perdieron ciertos valores, pero es igual de verdadero que las nuevas pueden aprender diferente. Empecemos a ser nobles resucitando valores –aunque más no sea en familia–, que nos permitan rescatar a la nobleza. Verdad,

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Refranes y Reflexión

honor, compromiso, trabajo, consideración, respeto, solidaridad, coraje… algunas palabras para pensar, términos que alguna vez hicieron de alguien un noble. La nobleza en el noble perdura, porque cuando uno es bueno así se queda; la fama es en cambio pasajera, porque un día se habla de uno y al otro día de otro. Aspiremos a la nobleza de espíritu, a la nobleza de corazón, y no nada más a la fama. Solamente con desearlo ya comenzamos a recorrer el camino, y cada paso pide otro y otro más, porque –y en el buen sentido– es verdad también lo que este otro refrán asegura: Nobleza obliga

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Rescatar la nobleza

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 37: From Motion to Jewel IV

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Imagen creada con la fotografía movida de la parte superior de la mesada de la cocina tomada en abril de 2016 en la casa de un amigo del autor. Fractal generado con http://www.dangries.com/Flash/FractalMakerExp/FractalMaker_exp

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Prendamos las velas que hagan falta

Prendamos las velas que hagan falta

Uno de esos refranes sencillos que con pocas palabras simples dice mucho e invita a moverse, propone: No maldigas la oscuridad, enciende la vela Bárbaro, ¿no? ¡No te quejes, haz algo! En una conferencia que el gran filósofo y escritor José Ortega y Gasset diera en la Universidad de la Plata –en Argentina– hace ya más de 60 años, de una manera soberbia le recomendó a ese pueblo (me recomendó) lo siguiente: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes del brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener

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Refranes y Reflexión

trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”. La verdad es que tanto el refrán como la cita del discurso de Ortega aplican a cualquiera. Dejar de lado la mezquindad para hacer cosas grandes. Dejar la oscuridad para ver y ser visto. No buscar –culpas ajenas– donde no hay –más que responsabilidades propias. Podríamos imaginar una serie de cuestiones hipotéticas (para no ofender ni ofenderme), y si alguna nos resultara demasiado cercana tal vez deberíamos animarnos a intentar hacer algo para evitarla. ¿Qué les parece esta lista?:

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Queremos vivir en un país justo, pero apenas podemos nos pasamos un semáforo en rojo o circulamos por las banquinas para ganar segundos en nuestro viaje.

Queremos un país educado, pero no le pagamos bien a los maestros.

Queremos que nuestro equipo nacional de fútbol juegue como tal, como equipo, pero somos individualistas al extremo y nos enorgullecemos de serlo.

Queremos que los jubilados ganen mucho, pero no queremos pagar impuestos.

Queremos que nos traten con respeto, pero nos encantan los programas de televisión en los cuales se hace “humor” abusando de la gente.


Prendamos las velas que hagan falta

Queremos que nos den, pero no damos nunca nada o damos únicamente lo que nos sobra o molesta.

¿Cómo se cambia la mentalidad de todo un pueblo? ¿Cuánto tiempo se tarda? ¿Se puede? Degradarla hasta llegar a extremos en que se esté de acuerdo con los “queremos” que acabo de enumerar, evidentemente se puede. ¿Será posible recorrer el camino inverso? ¿O será que la única salida es la destrucción social hasta un punto en el que “haya que comenzar de nuevo”, en el que “mejorar” deje de ser algo deseable para transformarse en obligatorio? En la historia de la humanidad tenemos varios ejemplos de civilizaciones que terminaron desapareciendo – o siendo “fagocitadas” por otras– por el simple hecho de haberse corrompido a extremos inimaginables, echándole las culpas a la oscuridad en vez buscar velas para prender. Algunas –no todas– renacieron, aunque tardaron siglos e incluso, otras, milenios. Tal vez tenga sentido hacer caso y dejarnos de cuestiones previas personales, de suspicacias y narcisismos. Tal vez convenga resolverse de una vez, bravamente, a abrirnos el pecho a las cosas, a ocuparnos y preocuparnos de lo que sabemos está mal, directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, en vez de tener trabadas y paralizadas nuestras potencias buscando que otros solucionen problemas que nosotros mismos creamos siendo como somos y criando a nuestros hijos con palabras que no se condicen con nuestros actos. ¡Todos a las cosas!, de una vez. Pensemos individualmente qué vela tenemos que encender, ya que cada uno sabrá a qué oscuridad le ha estado echando la culpa. Prendamos la luz y - 231 -


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paremos esta carrera al vacío que estamos corriendo en la oscuridad más absoluta. Tal vez se pueda, si no, al menos habrá valido la pena el esfuerzo.

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Prendamos las velas que hagan falta

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Ilustración 38: Lucky spots

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Imagen de base creada a partir de la fotografía de una mancha en el piso del garaje de unos amigos del autor. Tomada en Port Saint Lucie, Florida, en mayo de 2016. Fractal generado con http://sciencevsmagic.net/fractal/#

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Luchar y disfrutar, equilibrio que cuesta

Luchar y disfrutar, equilibrio que cuesta

No hace mucho, yendo hacia el lugar donde trabajo –muy temprano por la mañana–, mientras avanzaba lentamente con el tráfico, por una “rendija” entre una serie de edificios, un parque y algún lugar en el que no había nada vi salir el sol sobre el río –una de las maravillas que pueden verse en la ciudad en la que vivo. Era un sol rojo, inmenso, glorioso; como hacía mucho, pero mucho que no veía… y entonces me acordé, justamente, de cuánto hacía que no lo veía; de cuánto que no me “fabricaba” el tiempo para ver salir el sol; de cuánto que no me preocupaba siquiera por el hecho de no tener o hacerme el momento para presenciar semejante maravilla, por la que –al menos todavía– nadie cobra. Claro, lo que pasa es que uno está –yo estoy, ¿y usted? – muy ocupado. La vida es un trajín constante. Trabajar, hacer cosas, estudiar, mejorar, hacer trámites, evitar problemas, consumir –no hay que olvidarse de este mandato de la sociedad moderna–, y, claro, no hay tiempo.

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Refranes y Reflexión

“La vida es una lucha”, me encontré diciéndome a mí mismo. O será que la lucha es vivir la vida de forma tal que no la transformemos en una lucha. ¡Ja!, interesante juego de palabras que me hizo acordar de un refrán: No hay peor lucha que la que no se hace Yo –admito que con una mezcla de orgullo y vergüenza– soy de los que cree que la vida es en muchos sentidos una lucha, un camino que hay que esforzarse en recorrer para llegar mejores personas donde sea que vayamos. Yo no soy de los que cree que la vida es sólo para disfrutar; ya que dis-frutar viene de aprovechar los frutos, o sea des-frutar (eso dicen los diccionarios de etimología), y si no se cultiva, si no se cuida la planta, no hay frutos, al menos no otros que los silvestres, que eventualmente se acaban. Pero claro, el asunto es el equilibrio, tan pero tan difícil de lograr. Es infinitamente más fácil estar desequilibrado que no estarlo, después de todo el equilibrio es nada más un punto de la escala, mientras que los desequilibrios son prácticamente infinitos. Por eso, más allá de las posturas personales, más allá de pensar que los frutos hay que cultivarlos para poder disfrutar de ellos, es cierto que hay algunos que están allí casi gratuitamente y que por lo tanto no hace falta luchar para conseguirlos. La vida es lucha en mucho; pero también es disfrute, sea del resultado del esfuerzo como también de lo que de alguna manera está simplemente allí, para que carguemos fuerza para seguir adelante.

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Luchar y disfrutar, equilibrio que cuesta

Esta cita de un libro que, tampoco hace mucho, leí, me causó en su momento la misma sensación que la que tuve el otro día viendo, de casualidad, la salida del sol sobre el río. “–La vida es una lucha, no lo olvides. Me respondió tristemente. –Maestro, no me hables de lucha: ¿no has contemplado nunca el sol al amanecer sobre los campos y el Nilo? ¿Nunca has observado el crepúsculo? ¿Nunca has escuchado el ruido de los ruiseñores, ni el zureo de las palomas?... ¿Nunca has perseguido la santa alegría que se esconde en los más profundo de nuestras vidas…?” Equilibrio: éste es el mandato, al menos para mí; no pretender disfrutar de lo que no me esforcé por conseguir, pero no despreciar los disfrutes para los cuales mi esfuerzo no solamente no hace falta, sino que además resultaría intrascendente. El amor de un ser querido, por ejemplo, para el que hay que esforzarse por obtener y mantener, pero que si es sincero es siempre más de lo que uno merece. O lo que nos ofrece la naturaleza –como ese sol de mi otro día–, a la que tenemos que cuidar con esmero y dedicación pero que nos da infinitamente más de lo que nosotros podríamos haber logrado por nuestra cuenta. Ésta es para mí la lucha que no debo dejar de hacer, equilibrarme para disfrutar más, y tal vez luchar menos –o al menos tener a la lucha no tan presente, no tan protagonista. Tal vez la de otros sea la de poder pretender menos gratuitamente y ser más capaces de hacer esfuerzos para merecer lo que desean disfrutar. No dejan de ser igual de valiosas ambas luchas, no dejan de ser - 237 -


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igual de necesarias, no dejan de ser éstas las faltas y desequilibrios que nos hacen humanos. A luchar lo suficiente, a disfrutar lo que se presenta y lo que se consigue. Un equilibrio que al menos a mí me cuesta, pero que vale la pena. Que la vida no sea nada más una lucha o únicamente una pretensión de disfrute, que la vida sea ambas cosas. Tal vez no se logre fácilmente un equilibrio razonable, pero como nos dice este otro refrán: Mientras haya vida habrá esperanza

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Luchar y disfrutar, equilibrio que cuesta

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Ilustración 39: ETM - 524

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Imagen de base creada con la fotografía de una réplica en metal de concha marina que sugiere disfrutar el momento. Fractal creado con http://sciencevsmagic.net/fractal/#

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El valor del silencio

El valor del silencio

Vivimos en una sociedad sobre-comunicada, ¿o no? Estamos constantemente recibiendo datos. Estamos expuestos –y nos exponemos por propia voluntad– a comentarios, a opiniones, a interpretaciones de las más variadas. Sabemos –o creemos saber– y pretendemos entender sobre muchas cosas, por eso buscamos y escuchamos a los que aparentan saber. Por otro lado nos dicen infinidad de cosas, tratan de influir en nosotros, nos “venden”. Nos quieren in-formar –formar nuestro interior– por todos los medios posibles, y hoy si hay algo que no falta son medios. A todo esto se suman las redes sociales, en donde todos somos receptores pero por sobre todo emisores. Es así como muchas páginas, blogs, perfiles, etcétera, tienen –muchas veces– apenas unos pocos seguidores, fans o “amigos”, lo que no impide a sus dueños decir, opinar, contar, mostrar. No sólo queremos escuchar, sino que queremos decir. Podría tal vez afirmarse, sin mucho temor a cometer una equivocación, que queremos hablar cada vez más y escuchar cada vez menos.

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Refranes y Reflexión

En este contexto vino a mi mente un refrán de esos que por un lado creo es un poco controversial, aunque por otro expresa una grandísima verdad. Este refrán, o proverbio, es en realidad muy antiguo, se ha dicho y repetido en muchas épocas y culturas; ha sido tomado varias veces por grandes filósofos y escritores que a su vez le han puesto sus propias palabras, “adueñándose” así de versiones particulares del mismo. Una de las supuestamente originales aconseja: Cuando vayas a decir algo, procura que tus palabras sean más valiosas que el silencio que vas a perturbar Según el refrán el silencio tiene valor. Me pregunto: ¿existe el silencio de por sí, o es la falta de sonido? Extraño, ¿no? Si no estuviésemos, el silencio reinaría; o sea que aparentemente sí existe, no es como otras cosas que se definen por la falta de algo. Nosotros eliminamos el silencio: hablamos. Hoy, además, donde las pantallas le “hablan” a nuestros ojos, éstos han ido reemplazado en mucho a los oídos, siendo así cómo las letras escritas –en vez de las pronunciadas– reemplazan también al silencio. En esta sociedad tan informatizada “escuchamos” con los ojos y las imágenes se han podido difundir por las redes tanto o más que las palabras. Será por eso que otro refrán nos hace notar la cantidad de “dispositivos” que tenemos para ver, versus los que usamos para hablar: Tenemos dos ojos para ver mucho y una boca para hablar poco

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El valor del silencio

Pero lo cierto es que hablar es bueno, decir está bien, por eso es que hay también refranes que tratan al silencio de mala manera, por ejemplo: A veces, el silencio es la peor mentira U otros que le quitan al silencio valor, ya que callar implica ceder, dejar que otro tome la preponderancia; como cuando se dice: Quien calla otorga Algunos otros le asignan al silencio el estatus de herramienta estratégica, que como toda herramienta puede usarse para bien o para mal. Con el siguiente refrán podemos percibir cómo el silencio se aconseja para imponerse, aunque tal vez de una manera que podría considerarse, en algunos casos, poco ética: Más hace el lobo callando que el perro ladrando En otra línea de ideas, en cambio, también se asegura que guardar silencio es conveniente, por ejemplo cuando se recomienda callar porque:

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Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla Como con muchas otras cosas, todo en su justa medida es lo correcto, siendo que los problemas aparecen en las exageraciones, en los excesos. Por eso me quedo con todos estos refranes, pero particularmente con el primero y con este pensamiento que asegura: El silencio debería ser la cualidad de aquellos a quienes faltan las demás En esta sociedad sobre-comunicada, ansiosa por decir y por escuchar, es probable que sea difícil convencer y convencernos de evaluar nuestras cualidades para luego con aguda autocrítica preferir llamarnos a silencio –aunque no por eso deberíamos dejar de intentarlo. Lo que sí más fácilmente podemos hacer es al menos “callar” –no escuchando o mirando tanto– a mucho de lo que tal vez, sin darnos cuenta, nos exponemos en exceso. Pensar, reflexionar, meditar, son verbos a los cuales creo deberíamos dar todos un poco más de uso, y para eso el silencio, que tiene más valor que muchos de los “ruidos” que pululan por ahí –como muy probablemente este que yo mismo produzco–, es útil y recomendable. Si lo que vamos a decir no es más valioso que el silencio no deberíamos decirlo. De la misma manera, si lo que vamos a escuchar tampoco lo es, no deberíamos perder el tiempo escuchándolo. Hagámonos silencios para pensar, y para cultivar - 244 -


El valor del silencio

esas otras cualidades que, eventualmente, valdrĂĄ la pena contar o mostrar en reemplazo del algĂşn silencio.

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Ilustración 40: Espa-Italividad

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Imagen de base creada con fotografías de un Turrón de Alicante, fetas de Jamón Ibérico de Bellota y la cáscara de un queso Parmesano Reggiano estacionado desde el año 2012. Todas las fotografías fueron tomadas entre Navidad y Fin de Año de 2015. Fractal generado con http://kevs3d.co.uk/dev/lsystems/#

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Errar y ¿aprender?

Errar y ¿aprender?

Un refrán que siento he vivido casi cada día de mi vida, al menos la primera parte del mismo, asegura: Errar es humano… Pues créanme, si errar es humano yo debo ser uno de los especímenes más humanos que habitan este planeta. Tanto he errado –y no caballos–, que de existir una universidad del error deberían haberme otorgado hace tiempo el doctorado honoris causa. Soy especialista en errores. Por cada cosa que hago, eventualmente bien, siempre me equivoco, antes, varias veces. Debe ser por eso que me impresionó mucho esta frase que se le asigna a Johann Wolfgang von Goethe –aunque con diversas formas también a otros, por lo que podría considerarse casi como un refrán:

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El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada Me he preguntado en muchas ocasiones por qué nos equivocamos tanto –bueno, yo me equivoco tanto, tal vez usted no– y debe tener que ver, efectivamente, con ser humanos; porque los animales no se equivocan con la misma frecuencia. Yo nunca vi a un perro meter dos veces el hocico en un lugar de donde va a salir lastimado (el mismo lugar), o a un gato acercarse a una persona (la misma persona) que no lo quiere y por lo tanto lo va a echar amenazándolo. Lo sorprendente es que cuando cometemos un gran error, muchos nos tildan –creo después de lo dicho que impropiamente– de animales. Los animales se equivocan, pero menos. Por relaciones personales con veterinarios –de esos denominados patólogos que analizan de qué se murieron los que lo hicieron– sé que muchas vacas, caballos, patos y bestias por estilo a veces se equivocan y comen cosas envenenadas, con hongos malignos o con tóxicos que los hacen acabar –a los animales– en pequeños trozos en el microscopio de mi veterinaria de cabecera; pero se podría decir que es porque no saben lo que están haciendo. Y claro, para llamar a un error de tal forma y con propiedad, hay que haber sabido que lo hecho está mal o que iría a llevar por mal camino. Sin conciencia del acto, no hay error. La primera vez que un niño se corta con un cuchillo o se quema con fuego, más allá de poder calificarlo seguramente de desobediente, habrá sido porque no sabía –o no entendía acabadamente– que esa cosa tan llamativa lo iría a lastimar. Para equivocarse hay que saber que lo que se está haciendo está mal.

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Errar y ¿aprender?

Aun así, después del primer encuentro con cada “clase” de dolor, muchas de las veces en vez de evitar dichas conductas riesgosas pareciera que salimos a buscar revancha; como si pretendiésemos “ganarle” al filo del cuchillo o a la temperatura de la llama; y allí, sin duda, erramos. Da la sensación de que humanizarnos, en comparación a cuando éramos sólo animales, nos hace equivocarnos más veces con lo mismo. Paradójico, ¿no? Adquirimos capacidades de razonamiento y perdemos instinto de supervivencia. Nos emborrachamos y manejamos, comemos cosas que nos agradan pero que nos hacen mal, fumamos suicidándonos de a poco – después de todo, ¿quién está apurado? –, nos excedemos con substancias o personas teniendo claro que nos estamos poniendo en peligro. Erramos; justamente por ser humanos y por no estar condicionados a cuidarnos. Cuando nos dejan “decidir” sobre nuestra propia preservación, muchas veces, decidimos no hacerlo. Erramos. Allí, en la repetición de la conducta errada, es donde aparecen las frases excusatorias, justificatorias, auto indulgentes: “no me di cuenta…”, “me dejé llevar por el momento…”, fue un impulso incontrolable…”, “es que me convencieron de que en realidad no era tan malo…”, … Pero si el error es –casi pareciera– condición de lo humano, lo importante será entonces aprender de los errores; cosa de, sin estar condicionados como nuestros primos los monos, la próxima vez –luego de finalmente convencernos de que el filo corta y la llama quema más allá de nuestra testarudez– elegir mejor. O sea, para terminar corriendo el mismo riesgo que los animales y no más

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que ellos –seres no libres sino atados a sus instintos–, tenemos que pasar por problemas muchas veces muy serios causados por nuestros errores, para –si tenemos la suerte y la voluntad de aprender– no volver a correr esos peligros cayendo en los mismos pozos. Aun así, es definitivamente mejor ser libre que condicionado. Paradójico, ¿no? Errar es humano, así que a equivocarse para no ser tildado –con propiedad– de animal, o no caer en la inacción de la que nos previene Goethe. En lo único que no habría que hacerlo es en el hecho de perder la oportunidad de aprender. Ese error en particular es el más grave de todos, no aprovechar una oportunidad de aprender es como ganar la lotería y no ir a buscar el premio, lo cual, sin duda, sería un grandísimo error.

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 41: From Motion to Jewel V

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Imagen creada con la fotografía movida de la parte superior de la mesada de la cocina tomada en abril de 2016 en la casa de un amigo del autor. Fractal producido con http://www.dangries.com/Flash/FractalMakerExp/FractalMaker_exp

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Aprender a apreciar

Aprender a apreciar

Me puse a pensar hace unos días cómo es que aprendemos a apreciar las cosas. ¿Cómo es que sabemos que algo es bueno?, ¿cómo llegamos a la conclusión de que alguna cosa es deseable, de que vale la pena el esfuerzo de obtenerla o conseguirla? Lo primero que vino a mi mente es que con sólo prender la televisión, la radio o la computadora, se pueden encontrar cientos de miles (¿estaré exagerando?) de empresas, personas y personajes públicos, dibujos animados y hasta animales que hablan (literalmente, no vaya a pensar que me refiero a seres humanos a los que se podría considerar animales), que nos lo dicen. “Compre esto y solucionará todos sus problemas”. “Método maravilloso para…”. “Sea feliz, utilice nuestro producto ocho veces por día y siéntase una estrella”, etcétera. Hace muy poco escuché en una conferencia que recibimos algo así como entre tres y cuatro avisos por minuto; lo que da la impactante cifra de dos millones al año (y eso que dormimos cerca

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Refranes y Reflexión

de un tercio del día). Conclusión del disertante: “Esto es demasiado”. Es probable que esto sea una exageración. La verdad es que estuve más de media hora escribiendo esto y en ese tiempo no recibí ningún aviso… ¿será porque estuve haciéndolo en vez de mirar la televisión, escuchar la radio o navegar por Internet con mi computadora? El punto es que la credibilidad de los anuncios ha bajado: sea porque no siempre son sinceros, o porque como son tantos y nos insisten tanto terminamos desconfiando. De cualquier forma me fui a esas pequeñas piezas de literatura que, para mí, representan los refranes a ver si encontraba algo que –sin querer venderme nada– me diera una pista. Así fue que me topé con este: No se sabe lo que es descanso, si no se conoce el trabajo Claro, enseguida vino a mi mente esta forma de aprender a apreciar algo bueno: privarse de ello por un tiempo. El que siempre descansa se cansa de no hacer nada, ¿no? Sólo el que trabaja y se cansa conoce el placer que significa quedarse un rato solamente mirando el horizonte (y no la televisión, ya que en ese ínterin le van a querer vender algo para lo cual no tiene dinero, pero como se lo hacen desear tanto tiene que volver a trabajar para comprarlo). Muchos dirán que no suena a buen método –sobre todo en la actualidad, en la que “privarse de algo” está entre la lista de - 254 -


Aprender a apreciar

pecados mortales contra la teología del consumo total y constante. Pero que sirve, sirve. En la misma línea de pensamiento, escarbando entre mi colección de refranes, dichos y proverbios, encontré este otro que también asegura: No hay mejor condimento que un poco de hambre Versión digamos que “gourmet” del probablemente mucho más conocido y repetido: Para el hambre no hay pan duro Hambre, para apreciar el sabor sencillo pero increíble de un buen plato de comida. Trabajo, para poder disfrutar en serio de un rato de descanso. ¿Demasiado descabellado? Hace mucho, alguien que es tan parte de mi vida que sin ella respirar sería una tortura, me enseñó a tomar café sin azúcar para poder apreciar en serio el sabor del mismo. Claro que la primera taza fue un problema, pero la segunda menos y la tercera pasó sin tanto drama hasta llegar el punto en el que para apreciar un café bien hecho la falta de azúcar se transformó en un requisito. No sé si “la falta de” sea algo del todo recomendable para aprender a realmente apreciar las cosas, al menos en la mayoría de las situaciones; de lo que sí estoy seguro es de que el extrañar, el añorar, el desear equilibradamente son buenos antecedentes para un reconfortante disfrute. - 255 -


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Se dice que el ignorante es feliz (aplicado en el sentido de que si no sé de chocolate y no sé lo rico que es, no sufro por no tenerlo). ¿Será que para poder disfrutar de las cosas habrá que no sólo no ser ignorante (y feliz por defecto) sino que además habrá que no excedernos en su consumo? ¿Será que tener tanto de todo hace que lo que tengamos no nos satisfaga, que no lo apreciemos, porque dejamos de saber lo que era no tenerlo? ¿Cómo se le enseña a un niño a disfrutar algo de esta forma sin ser cruel? ¿Cómo nos insertamos en un mundo de insatisfacción casi constante por tener demasiado, “predicando” que la falta eventual de algo es lo que realmente produce la posibilidad de disfrutar el tenerlo? Preguntas para reflexionar. Cosas para pensar y masticar mientras no me tomo un mal café al paso, esperando que al llegar adonde voy alguien me tenga uno sin azúcar –que después de no demasiado esfuerzo logré realmente apreciar.

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Refranes y Reflexión

Ilustración 42: San Diego’s Wall message

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Imagen creada con la fotografía de unas decoraciones de pared en el Aeropuerto de San Diego, California, en enero de 2016. Fractal producido con www.sciencevsmagic.net/fractal

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Ya va a pasar

Ya va a pasar

Hay un conjunto de refranes “esperanzadores” que por mucho tiempo me ha llamado la atención. Por ejemplo: Siempre que llovió paró ¿Y qué pasa si mi casa se inundó y perdí todo lo que tenía antes de que parase de llover? ¿O si mi campo se transformó en una laguna y todo mi ganado se ahogó o mi cosecha se arruinó antes de que volviese a salir el sol?… Por si con el ejemplo anterior no alcanza, qué tal este otro proverbio que da hasta fechas “ciertas” de terminación de las calamidades: No hay mal que dure cien años ¿Y si yo sólo vivo noventa y nueve años más?, ¿qué pasa entonces?, ¿qué hago?

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Refranes y Reflexión

¡Ja!, duro para empezar a pensar, ¿no? Pero es así. Es inevitablemente así. Estos refranes son para intentar consolarse, no para resolver. El asunto –en mi opinión– no es cuándo va a parar la “malaria” sino qué hago con ella mientras la tengo encima. ¿Cómo me comporto?, ¿cómo la tomo? En la misma línea de los anteriores –o tal vez a la inversa, aunque sirve de todos modos a idéntico propósito–, qué tal este: Todo lo que sube, baja ¿Cómo, sin perder la esperanza de que lo que subió ha de bajar, logra uno pasar el momento lo mejor posible? (sin connotaciones sexuales, ya que de otro modo sería exactamente al revés). ¿Qué se puede aprender en el medio de la inundación o del mal?, ¿hay algo para “aprovechar”, para “madurar”?... Ya sé que no es fácil –¿debería tal vez usar la palabra posible en vez de fácil?–, pero al menos de esta manera se propone uno a sí mismo algo útil en qué pensar, mientras se espera que pasen los cien años o pare de llover. Así es que: ¿qué hago con esta calamidad?, me resulta mejor pregunta que: ¿cuándo se terminará? ¿Para qué se puede “usar” lo que me está pasando?, ¿cómo se “aprovecha” esta dificultad para crecer, para ser mejor, más duro –o más blando–, más seguro de mí –o más abierto a las coyunturas, más flexible?

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Ya va a pasar

Yo pasé por algunas situaciones de este tipo durante mi vida, y sólo cuando me relajé y me puse a pensar de esta forma, las cosas cambiaron o se “suavizaron” lo suficiente como para poder tolerarlas y así encontrarme con capacidades que no creía poseer, o posibilidades que nunca imaginé probables. Ésta –como presuntamente todas las otras– es una de esas cuestiones en las que la experiencia ajena no le sirve a nadie, con lo cual no pretendo convencer al lector de que las cosas son así como digo. Pero ¿por qué no darle una chance a esta idea?, ¿qué se podría perder, además de lo ya perdido o en proceso de? La doctora Elisabeth Kübler-Ross, psiquiatra suizoestadounidense y una de las mayores expertas mundiales en la muerte –definitivamente una mala experiencia–, enunció hace ya varios años un ciclo de estados de ánimo por los que según ella se transita el camino hacia ese particular momento de la vida. Ella dice que los estadios por los que se pasa son: negación (“¡esto no me puede estar pasando a mí!”), negociación (“bueno, ¡hago algo!, dejo de fumar, me cuido…”), ira (¡maldita sea!), depresión (no hace falta aclarar demasiado), y aceptación. Más allá de si se aplica o no a la muerte –muy probablemente sí pero no puedo atestiguarlo porque aún no fallecí–, me parece bastante parecido a lo que nos sucede cuando nos enfrentamos a algo que consideramos negativo, a algo para lo cual los refranes nos prometen futuros mejores. Podremos negarlo, tratar de negociarlo, enojarnos o deprimirnos, pero lo cierto es que la aceptación (cambio de actitud hacia el evento tratando de encontrar cómo sacar del mismo algo positivo o al menos transitarlo en paz) es la única fase en la que, de existir alguna posibilidad, podríamos hallar la forma de crecer,

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Refranes y Reflexión

de incorporar capacidades, de madurar, de aprender para que en el futuro las cosas sean mejores, etcétera. Seguramente es demasiado pedir el actuar consistentemente de esta forma, lo que podría no serlo es al menos intentar pensar en el asunto; después de todo, esta columna sólo intenta eso, dejar temas para pensar. Si ni siquiera eso se puede, pues bueno, nos quedan los refranes.

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Ya va a pasar

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 43: Schelkúnchik

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Imagen producida con la fotografía del plano de asientos del Teatro Colon de Buenos Aires, Argentina. La fotografía fue tomada en diciembre de 2015 en ocasión de asistir al ballet “El Cascanueces”. Fractal generado con http://kevs3d.co.uk/dev/lsystems/#

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Verdades no evidentes

Verdades no evidentes

Hace un tiempo leí un cuentito que me resultó interesante. El susodicho tiene su lado “tierno”, así como además una notable cuota de crueldad. Dice lo siguiente: “Un día mi madre salió, y mi padre quedó a mi cargo. Yo tendría entre dos y tres años, y uno de mis juguetes favoritos era, por ese entonces, un juego de té que alguien me había regalado. Mi papá estaba en el living mirando el noticiero de la noche, cuando le llevé una pequeña taza de té conteniendo en realidad no más que agua. Después de varias tazas, y de muchas alabanzas por la riquísima bebida, mamá llegó a casa. Mi papá la hizo esperar en el living para que me viera traerle una nueva taza de té, porque a él le había parecido la cosa más tierna que había visto. Mi mamá aguardó, me vio venir caminando por el pasillo con la taza de té para papá, y lo miró sin decir palabra mientras la tomaba.

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Luego de que acabara de beberla, mi mamá, rompiendo todo el encanto y haciendo alarde de algo que en realidad sólo una madre podría saber, le dijo: - ¿No se te ocurrió que el único lugar en que la nena puede alcanzar agua es en el inodoro?" Inmediatamente vinieron a mi mente algunos refranes, por ejemplo éste que ese padre habrá de tener en cuenta a partir de su experiencia: De los escarmentados nacen los avisados Efectivamente, la experiencia hace que uno vea lo que mira con otros ojos (que perciba de otra forma lo que se observa); poniendo en este “ver” ya no sólo el sentido de la vista sino además otras capacidades, como la memoria, el razonamiento, etcétera. Para eso otro refrán aplica: La experiencia no se fía de la apariencia No siempre las apariencias engañan, pero muchas veces sí; de allí que no todas las verdades son evidentes, ni todo lo que parece evidente es cierto. ¿Cuánta “agua de inodoro” tomamos hoy en día, en que lo “ofrecido” con aparente “ternura” es tanto? ¿Cuánta oferta que a los ojos resulta tentadora no es más que gato por liebre? ¿Cuánta experiencia hace falta para discernir correctamente?

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Verdades no evidentes

Discernir es una palabra que me parece maravillosa. Pasar por un cernidor –por un “colador”–, que deje pasar lo que queremos que pase y retenga lo que queremos que quede. ¿Dónde se aprende a cernir las ofertas para retener las buenas y descartar las malas?, ¿sólo a los golpes, o se podrá pensar un poco –aunque para el ansia de venta de muchos eso sea un pecado mortal? No es cierto que como todo es “barato”, o “alcanzable”, o “accesible” en función de cuotas o financiaciones “sin interés” – aparente– no resulta oneroso equivocarse y tomar agua de inodoro pensando que es té u otra bebida “potable”. En fin. Ojalá hubiera en las ofertas que nos hacen algo de ternura, y no sólo intención de engañar. No se puede vivir paranoico pensando que toda agua es de inodoro, pero tampoco tan ingenuamente como para creer que todo lo que parece puro y transparente lo es, aunque sea barato –o justamente porque lo aparente. Algo de agua sucia habrá que estar preparados para tomar de vez en cuando, ya que aunque sea mala, sucia, o no cumpla con lo que creímos que iría a cumplir no se puede vivir sin tomar. Para eso, y “estirándolo” para que sirva a efectos mayores, es muy cierto que: Nunca digas de esta agua no beberé … aunque sea de inodoro. Eso sí, no demasiado seguido.

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 44: Clinck!!

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Imagen de base creada con la fotografía de una caja registradora que se encuentra en el local de la cadena SevenEleven en la calle Dardo Rocha en San Isidro, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Fractal producido con www.sciencevsmagic.net/fractal

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El dedo y la luna

El dedo y la luna

Un proverbio que se me cruzó hace un tiempo y me dejó pensando intenta marcar una diferencia entre puntos de vista. Dice así: Cuando el sabio señala la luna, el idiota se fija en la punta del dedo Me gustó, y no me gustó a la vez. Me pregunté instantáneamente: ¿qué querrá decir realmente?; e inclusive: ¿qué debería querer decir? Si se toma en forma literal exalta –a priori creo que de manera algo cruel– la incapacidad de aquél al que se llama idiota. Algo en esto me produjo cierta incomodidad. Idiota proviene de un término que se usaba en la antigua Grecia, para referirse al que no se ocupaba de lo público sino sólo de sus propios asuntos. Para esa sociedad no ocuparse de los temas de la polis no era bueno, y el idiota (o los idiotes, en griego) eran entonces personas no útiles –a la sociedad. Con el correr del

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tiempo, y más allá de si esto era causado por incapacidad real y concreta o por decisión personal, la palabra se comenzó a utilizar para referirse a enfermedades mentales que reducían en los pobres afectados la habilidad de socializar, o de desarrollar sus capacidades de una manera “convencional”. No me voy a meter con los que por decisión propia no quieren ver más allá del dedo, porque eso sería cuestionar sus libertades individuales y no estaría bien (podrán no ser útiles a la sociedad, podrán ser egocéntricos o egoístas, podrán ser…, lo que sí creo –más allá de no tener derecho a criticarlos– es que hoy esa cuenta de “idiotas” a la griega daría números demasiado altos). Pero qué tal los que no pueden ver más allá, los que no han sido capacitados, aquellos en los cuales no se ha despertado nunca la inquietud de… Pensando en esto me di cuenta de que el refrán se puede usar en realidad de una forma “inversa” a la literal. Si el sabio ve la luna y la señala, y si el sabio es sabio, ¿no debería intuir que el supuesto idiota (en su acepción de falto de capacidad) no verá más que la punta del dedo que la señala? ¿De quién es la culpa, entonces? –si es que queremos echársela a alguien–, ¿del “idiota” que no puede o del sabio que desde su supuesta sabiduría no logra “ver” más que un idiota en el otro en vez de alguien con potencial de dejar de serlo? ¿Por qué juzgar de insalvable la falta de capacidad? Por otra parte, ¿será que el sabio nació sabio?, ¿o habrá él mismo en algún momento sido “elevado” desde su desconocimiento por alguien que le mostró esa luna de una forma en la que pudiese verla? ¿Cómo mostrar las cosas de maneras tales en que la verdad pueda ser asimilada, sin dedos distractores?

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El dedo y la luna

¿En qué reside la sabiduría del sabio?, ¿en coleccionar informaciones que no puede compartir por incapaz y limitado, o en lograr que los que aún no han podido capturar determinados conceptos se hagan capaces de hacerlo? ¿Qué incapacidad es peor, la de aprender o la de enseñar? ¿No será la supuesta idiotez del alumno más que la excusa de un mal maestro? Sabiduría y saber vienen etimológicamente de sabor (de la raíz sapio, saber y sabor en latín); y es maravilloso –para mí, que gusto de jugar con las palabras– lo que uno puede “divertirse” con este origen común. El que sabe es el que probó. Hay que probar los saberes, tanto como los sabores. Y al que le gusta un sabor, o un saber, y por ese motivo se entusiasma y prueba más y más, se termina transformando en sabio, en “sabedor” de ese sabor, de ese saber. El punto es, una vez que sé, que incorporé el saber –o el sabor–, ¿qué hago con él?, ¿lo escondo, lo señalo “nada más”, o intento compartirlo realmente? ¿Hablo solamente del saber?, ¿o trato de hacer que otros lo prueben para gustar del mismo sabor, del mismo gusto por aquello a lo que algo sabe, a lo que de las cosas se puede saber? Pues bien, creo que usando la definición griega de idiota (y por lo tanto sin ánimo de insultar), se puede decir que el que sabe y no logra hacer saber no es más que eso, un idiota, por no ocuparse de los asuntos públicos –sea por decisión o por incapacidad–, por no com-partir; especialmente cuando se autolimita subestimando a los demás, en vez de buscar el desarrollo en sí de las capacidades adecuadas para enseñar.

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Saber transmitir un saber, preocuparse por el que tiene que saber y no tanto por el saber en sí, es tal vez lo que considero el grado máximo de sabiduría: el saber hacer que otros logren saber. Pienso que el proverbio “carga” sobre el que no puede más que fijarse en la punta del dedo, una responsabilidad que no tiene. Por eso me gustaría mucho que existiese una segunda versión del mismo que pudiese decir así: Si el sabio que señala la luna no logra que los que quieran conocerla vean más que la punta de su dedo, es muy probablemente –además de sabio– un idiota

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Refranes y Reflexión

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Ilustración 45: Bendito Mármol V

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Imagen generada con la fotografía de un revestimiento de mármol encontrado en la pared del restaurante Happening de Puerto Madero (ex Carrito 55) en Buenos Aires, Argentina. Fotografía tomada en mayo de 2016. Fractal creado con http://sciencevsmagic.net/fractal/#

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Feliz cumpleaños

Feliz cumpleaños

Esta semana (aunque en realidad no importe mucho cuál sea la semana, porque cuando usted lea lo que sigue muy probablemente “esta” semana ya haya pasado), cumplió años un amigo muy amigo, así que fui a verlo. Este querido ser, quien en su momento tuvo mucho que ver con que yo sea lo que soy, es también un gran amante de los refranes y del poco nocivo vicio de tratar de pensar usándolos. Siendo así, luego de saludarlo, le pedí que me contara algunos de sus favoritos o de los que significaron algo para él y que me sugiriera cosas para pensar. –Verás –me dijo–, un refrán que usaba yo mucho de joven, lamentablemente, aconsejaba: Si no puedes convencerlos, confúndelos –Fue una época de mi vida en la que pensaba que podía llevarme el mundo por delante, en la que creía que todo era una

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competencia; en la que estaba tan seguro de mí mismo que no me daba cuenta de cuánto contenido me faltaba. –Otro, que sostenía en mucho al anterior y que no reflejaba más que mi visión “unilateral” (mi lateral) del mundo, aseguraba: El que ríe el último piensa más lento –Era yo un experto en desestimar y despreciar puntos de vista ajenos, no por maldad sino por ignorancia. Obviamente el tiempo pasa, uno va creciendo, y se va dando cuenta de que el mundo y la realidad son mucho más “anchos” de lo que se pensaba. –Crecí, y sinceramente te puedo decir que me deprimí un poco de pensar en cuánto había dejado pasar. Así fue que empecé a buscar la verdad en otros, y por lo tanto un proverbio que repetía yo muy seguido era: Lo importante no es saber, sino tener el teléfono del que sabe –¡Ja!, o no los encontré, o ninguno sabía nada de lo que a mí me hacía falta. –Pensé entonces que “adormecerme” me ayudaría y como sabrás usé algunos métodos que para eso prometían diversión aparte del adormecimiento. Tomé un poco… bueno, en realidad muchos pocos. En algún momento el médico me dijo que no tomara más y yo le hice caso, no tomé más pero menos tampoco, - 276 -


Feliz cumpleaños

seguía tomando lo mismo. Evidentemente no entendí bien. En esa época me acuerdo que mi refrán más en boca prevenía: Es bueno dejar la bebida, lo malo es no acordarse dónde –¡Pasaron finalmente aquellos días!, ya que como todo lo que nos pasa, a la larga o a la corta, termina pasando. Ese fue el tiempo en el que comencé a auto-consolarme, por así decirlo. Entonces me acuerdo que le decía a todo el que se animaba a escucharme: No soy un completo inútil... por lo menos sirvo de mal ejemplo –Pero bueno, el tiempo corre. La verdad es que haciendo balances (de mi vida, no de los contables) conseguí mucho, particularmente algunas cuantas cosas buenas, sobre todo cuando me puse a escuchar y tratar de comprender, ya que fue allí que los demás me comprendieron y me escucharon. Empecé a tratar en ese momento de practicar otro refrán que, sinceramente, me ayudó bastante. Todas las mañanas me repetía a mí mismo: Si buscas una mano dispuesta a ayudarte, la encontrarás al final de tu brazo –Ya sé que suena a autosuficiente, pero la idea no es vivir en un submarino, sino hacer lo que hay que hacer para que lo que

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tenga que pasar termine pasando, o al menos comience a ocurrir. Hacerse cargo. –Qué recorrido –le dije. Y con un poco de temor, porque el tono de la historia me había parecido poco feliz, le pregunté –¿Y te arrepentís de algo, harías algo distinto si pudieses? –Ni loco –me soltó sin pensar ni medio segundo–, ¿cómo hubiera aprendido de mis errores si no me hubiese equivocado?, ¿cómo hubiera disfrutado de mis aciertos sin tener un contrapunto? Mi vida fue muy buena, como toda vida que se vive con ganas, ¿no es así? –Supongo –le dije. –¡Claro, pibe! Pensá los refranes que te dejé. Todos pasamos por ellos en algún momento, de una u otra forma, en la secuencia en que te los conté o en la que sea. Todos en algún momento estamos encerrados en un yo que se cree omnipotente; todos en otra fase salimos a buscar afuera lo que creemos no tener adentro; no hay nadie que durante algún tiempo no pretenda adormecerse a sí mismo con algo, y mirá que hoy hay oferta para eso; y yo espero que todos, llegado el tiempo, nos demos cuenta de que hasta que no ponemos nuestra propia casa en orden y nos hacemos cargo de nosotros mismos, las cosas no se encaminan. –Yo estoy contento –siguió después de una pausa–. Hace tiempo que dejé de lado las caretas, que me di cuenta de que el costo de mentirme a mí mismo era mucho mayor que el de dejar que los demás supiesen la verdad; y fue allí que comencé a tener relaciones verdaderas, gratificantes, útiles. –¿Y si tuvieses que elegir ahora un refrán que te describa –pregunté ahora con más ánimo–, cuál sería?

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Feliz cumpleaños

–No sé si un refrán o más bien una frase que tal vez debería serlo y que se le atribuye a Henry Ford, el de los autos, ¿te acordás? Parece que él decía: Tanto si pensás que podés, como si pensás que no, vas a tener razón –Pensalo, pibe, que por más que los dos estemos ya lejos de que los demás nos llamen así, entre nosotros podemos seguir haciéndolo; ¡ah!, y gracias por la visita”. Me fui pensando, claro, cómo no irme pensando. Me contó su vida en seis refranes, y una cita de: “el de los autos”. ¡Qué personaje!, pensé… y después me corregí a mí mismo, qué persona… una más, nada más ni nada menos. Y me fui, definitivamente, pensando: ¿en qué refrán estoy yo estacionado?; ¿cuáles pasé?; ¿de cuáles aprendí algo?; ¿habré desaprovechado alguno?; ¿cuáles me faltan aún?, pero no para evitarlos sino para vivirlos alertado y, como mi amigo, poder aprender de mis errores y disfrutar de los contrapuntos. Feliz cumpleaños, amigo… ¡y yo que le iba a regalar un refrán!…

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Ilustración 46: Grazie

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Imagen creada a partir de la fotografía de una decena de rosario. Fractal generado con www.sciencevsmagic.net/fractal

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Epílogo

Epílogo

Al final hemos llegado, no por falta de refranes sino porque a mí el tiempo se me escurre y otros proyectos me convocan. Espero que este quinto paso de cinco al que me refería en el prólogo –las masas para el café, buen momento tal vez para leer un poquito de este trabajo cada día–, les haya dejado un buen sabor de boca. Yo, la verdad, estoy extremadamente contento con este proyecto. Nació de una forma, mutó, se detuvo, continuó… tuvo altos y bajos, momentos rutinarios y otros rutilantes. Me divertí escribiendo, me aburrí algunas veces. Me costó y me resultó sencillo, me hizo crecer casi siempre y “cristalizar” en palabras cosas que tenía en la cabeza pero que nunca había tenido oportunidad de decir. Un devenir parecido al de una vida, mi vida –o al menos un pedazo de ella. Tal vez de casualidad o tal vez no, por una cosa o por otra hace diez años que esto comenzó y hoy termina con este quinto paso de cinco. Seguiré escribiendo, seguiré pensando… incluso tal vez publicando en formatos parecidos a este… o tal vez no. No importa eso, lo que sí me importa, me enorgullece y me hace agradecido a la vida es que esto esté hecho y que al menos alguien lo haya leído y de alguna forma compartido conmigo (¡sé positivamente que al menos un lector tuve, ja!). No tengo mucho más para decir, al menos no aquí. Definitivamente otros proyectos me llaman y me queman en la - 281 -


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yema de los dedos, así que de una u otra forma seguiré tratando de comunicarme con usted lector. Para cerrar este trabajo como corresponde, un juego con refranes: Como:

De bien nacidos es ser agradecidos y La gratitud en silencio no sirve a nadie de corazón les agradezco su tiempo y complicidad para que esto que tiene en sus manos se haya transformado en un libro por el hecho de haber sido leído. También me resulta cierto que: Cuando bebas agua, recuerda siempre a la fuente al igual que: Cuando comas retoños de bambú agradece siempre al árbol por eso vuelvo a agradecer a los que nos dejaron estos refranes, y a los que me incitaron y enseñaron a pensar, en vez de consumir lo que me dan sin reflexión. ¿No será demasiado agradecimiento? ¿Se preguntará el ansioso lector?, no creo y si no me cree acá le dejo un último refrán para que se quede pensando.

Sólo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud…

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Tabla de Ilustraciones

Tabla de Ilustraciones Ilustración 1: 5 de 5 ................................................................ - 14 Ilustración 2: Bendito Mármol I .............................................. - 20 Ilustración 3: Sopra delle Nubi I .............................................. - 24 Ilustración 4: Dado Esquisito .................................................. - 28 Ilustración 5: Timbales Mandálicos ........................................ - 34 Ilustración 6: Entrant dans le Rosato ...................................... - 40 Ilustración 7: Sopra delle Nubi II............................................. - 46 Ilustración 8: Té-cigrama ........................................................ - 52 Ilustración 9: Chiocciole pietrificati ........................................ - 58 Ilustración 10: Tiempos Idos................................................... - 64 Ilustración 11: Pascua y Navidad ............................................ - 70 Ilustración 12: Bendito Mármol II ........................................... - 76 Ilustración 13: Mundos & Moons ........................................... - 82 Ilustración 14: Cruci-silla ........................................................ - 88 Ilustración 15: Ecoplafond ...................................................... - 94 Ilustración 16: Bendito Mármol III ........................................ - 100 Ilustración 17: From Motion to Jewel I ................................. - 104 Ilustración 18: Té-condazione .............................................. - 108 Ilustración 19: Eco-No-My .................................................... - 114 Ilustración 20: Aeropiso marino ........................................... - 120 Ilustración 21: Una por cada penny ...................................... - 126 Ilustración 22: Sopra delle nubi III ........................................ - 134 Ilustración 23: Dans les mains de Dieu ................................. - 142 Ilustración 24: From Motion to Jewel II ................................ - 148 Ilustración 25: For ever mi Amor I ........................................ - 154 Ilustración 26: 85 – 15 = 30 .................................................. - 160 Ilustración 27: Adosedibus ................................................... - 166 - 285 -


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Ilustración 28: 1202… Guau! ................................................. - 172 Ilustración 29: Bendito Mármol IV ........................................ - 180 Ilustración 30: For ever mi Amor II ........................................ - 186 Ilustración 31: Mur perlé dans St. Lucie ................................ - 194 Ilustración 32: Otoño ............................................................ - 200 Ilustración 33: From Motion to Jewel III . .............................. - 206 Ilustración 34: Euphorbia pulcherrima abananada ................ - 212 Ilustración 35: +1,502 ............................................................ - 216 Ilustración 36: Primum damnum........................................... - 222 Ilustración 37: From Motion to Jewel IV ............................... - 228 Ilustración 38: Lucky spots .................................................... - 234 Ilustración 39: ETM - 524 ...................................................... - 240 Ilustración 40: Espa-Italividad ............................................... - 246 Ilustración 41: From Motion to Jewel V ................................ - 252 Ilustración 42: San Diego’s Wall message.............................. - 258 Ilustración 43: Schelkúnchik .................................................. - 264 Ilustración 44: Clinck!! .......................................................... - 268 Ilustración 45: Bendito Mármol V ......................................... - 274 Ilustración 46: Grazie ............................................................ - 280 -

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