CUENTOS PARA LA NAVIDAD

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Foro “El Chiringote” (Navidad 2010)


LOS AÑOS (Autor: Herpi)

Corrían los años 40 y 50. En el pueblo eran pocas las diversiones en las que los jóvenes podían solazarse. Como ya hemos comentado otras veces, el paseo era una de ellas. De la Peña a la calle del Santo, y de la calle del Santo a la Peña. Allí se reunían tarde tras tarde, hasta entrada la noche, los mozos y mozas del pueblo, distribuidos en sendas columnas, una que subía y otra que bajaba, charlando amigablemente y derramando la vista hacia la otra columna en la que aparecía el chico o chica soñado. Era como una noria humana, de la que se extraía poca agua, pero sí mucho entretenimiento. Pero no era eso de lo que yo quería hablaros. Por Navidades, cada año se organizaba un acto social entre los jóvenes -alguno no ya tanto, pues eran solterones - al que se denominaba "Los años". Se debería posiblemente este nombre a que se celebraba una sola vez al año, coincidiendo con las Fiestas de Navidad. Este acontecimiento tenía lugar en una o varias casas, en las que se reunían los chicos y chicas que lo deseaban para asistir a una especie de lotería "casamentera". Os explico. Encima de una mesa se colocaban cuatro pucheros que contenían unas papeletas en las que se encontraban escritos: En el primer puchero, nombres de chicos, en el segundo nombres de chicas, en el tercero una frase ingeniosa que dirigía el chico a la chica, y en el cuarto, otras frases que dirigirían las chicas a los chicos. Detrás de cada puchero se encontraba una persona que era la encargada de extraer la papeleta correspondiente. El procedimiento consistía en sacar una papeleta del primer puchero, que nos daría el nombre del chico; otra del segundo, que proporcionaría el nombre de la chica, que quedaría, por decirlo


así, emparejada para todo el año. Otra papeleta del tercer puchero con la frase del chico a la chica y otra del cuarto con la de la chica al chico. Estas papeletas recibían el nombre de "dijes". Una escenificación del acto: - ¡Manuel González! -¡Ana Serrano! -"Oye niña, tú te has creído que eres guapa y lo que eres es muy presumida." -" ¡Niño, eres guapo y hombretón, por eso te querré mucho y te daré mi corazón" Naturalmente, las papeletas sacadas al azar, daban para toda serie de situaciones. Salían parejas que venían como anillo al dedo, otras disparatadas, el feo del pueblo con la más guapa, una jovencito con un viejo, etc... Lo que sí era cierto y comprobable es que cada año, se formaban bastantes parejas que se consolidaban en un noviazgo y que solían terminar en matrimonio. Pero lo que si estaba asegurado era el buen humor, la alegría, y unas horas de sanísimo esparcimiento. ¡Ah! Tengo que decir que en el puchero de las chicas siempre había una de más que en la de los chicos, con lo que, al final, no quedaba emparejada con nadie. Decíase que "se quedaba para vestir santos". O sea, que se le colgaba ese sambenito para todo el año


"Mi cuento" (Autor: Untersio) Esta historia comienza, como otras muchas historias, hace muchos, muchos años, en un país lejano, regido por un malvado soberano que gobernaba a sus súbditos con mano férrea y tirana. El pueblo subsistía en pequeños poblachos, viviendo en la miseria y soñando con librarse algún día del terrible yugo al que estaba sometido. Sin embargo, el sueño no era más que eso, una quimera, ya que el rey había hecho un tenebroso pacto con las temibles fuerzas de la oscuridad. Disfrutaría de la vida eterna a cambio de que se cumpliese una condición: Todos los años, con las primeras nieves de diciembre, una de sus aldeas elegiría a un candidato, la persona más inteligente, para presentarse ante el rey y decirle a la cara lo que opinaban sus vasallos de él. Si el comentario era ofensivo, el monarca tendría el derecho a acabar con la vida del enviado y la de todos sus vecinos a cambio de otro año de inmortalidad. La única opción de salvación para la gente era que, a pesar de la ofensa, el rey dejara marchar al enviado de vuelta a casa, sano y salvo, lo que supondría la muerte inmediata del tirano. Ni qué decir tiene que muchos intentaron engañar al monarca diciendo cosas buenas y positivas de su persona. Sin embargo, su consejera era una bruja con el poder de adivinar cuándo una persona decía la verdad o no. ¡Mucha gente había sido sacrificada durante muchos años por alargar la vida del malvado soberano! He aquí que en una de las ocasiones, acudió a la mortal cita uno más de aquellos elegidos para morir. Cuando estuvo en presencia del rey, éste le preguntó: -“Dime, vasallo, ¿qué opinas de tu monarca?”, a lo que el enviado contestó: -“Bacalado de Bilbao”. El


rey dibujó una mueca de asombro y miró a la bruja. Ésta se limitó a sentenciar: -“Dice la verdad”. El tirano titubeó por un instante y gritó: -“¿Acaso estás loco? ¡Lo que dices no tiene ningún sentido! ¿Y tú eres el más inteligente de tu aldea? ¡Dime inmediatamente lo que opinas de mí o morirás aquí y ahora!”. El súbdito repitió: -“Bacalado de Bilbao”, a lo que la consejera respondió: -“Majestad, yo tampoco lo entiendo, pero este trastornado no miente”. Seguro de que estaba en presencia de un pobre enfermo lo dejó marchar pensando que, otra vez, le había ganado la partida a la muerte. De regreso en su aldea, todos celebraron esa noche la sabiduría de aquel vecino y la pronta desaparición del infame soberano. Al mismo tiempo, en el castillo, el rey permanecía inmóvil en sus aposentos, mirando su reflejo en un gran espejo empañado por el vil vaho de su respiración que le calaba hasta las entrañas. Mientras su vida se escapaba, un rayo de lucidez le permitió reconocer lo que aquel miserable aldeano le había dicho realmente: -“Bacalado de Bilbao… ¡Va calado de vil vaho!...”


Jodido y agradecido (Autor: mojonrubio) Hola Feliz Navidad. Soy un pavo y mi vida es una mierda. Lo es porque me paso todo el día aquí encerrado en un gallinero pestilente rodeado de cotorras gallinas y de cagonas bolas de pelo: los conejos. Lo es porque cuando llegan las primeras nieves ni quiera nos saca el amo al corral para estirar las piernas y dejar de oler, aunque sea por un rato, a porquería y heces. Lo soy porque está llegando la época en que en la gran casa se enciende las lucecitas de colores y el amo selecciona a uno de nosotros para sacarlo de aquí y llevárselo a la casa grande. Y yo no soy el elegido. Es un pavo presuntuoso y gordinflón al que ya han separado del resto de nosotros acomodándolo en una jaula nueva y espaciosa para él sólo. Todos los días viene el humano para darle caricias por sus muslos y su pechuga y cebarlo con una comida especial abundante que desprende un olor maravilloso, mientras nosotros seguimos con el insípido pienso del invierno. Cuando llegue el humano gordo vestido de rojo y con la barba blanca se lo llevarán de aquí entre el jolgorio de los cachorros humanos que lo vitorearán y lo acompañarán entre gritos de júbilo en su camino a la gran casa. Y ese no volverá, ya lo he vivido otros años. El elegido se queda para siempre en la casa de las lucecitas entre los humanos y sus perros. Seguro que tiene un corral grande y espacioso para él y los pavos que tuvieron la suerte de ser llevados a la casa grande otros años cuando llegan las nieves y el humano gordo de rojo. Ni siquiera se dignan a salir a saludar a sus viejos compañeros, somos una especie inferior. Seguro que allí incluso huele bien. Cuando viene el humano a darnos el pienso desprende un hermoso olor a jabón y a flores aromáticas. Aquí solo se puede oler las cagarrutas de las gallinas y estas todo el día pisando las de los conejos. Otro año aquí en este infierno. Cómo quisiera ser el elegido la próxima vez.


Moraleja. Aunque estÊs bien jodido, nunca se sabe amigo si el cambio es para bien. Adapta tu yo a tu hoy no seas el elegido‌ por mi parte: Virgencita que me quede como estoy: Jodido y agradecido.


LA PELOTA DE TRAPO (Autor: secrejuz) Sucedía en las navidades del año 1952. A cien escasos metros de mi casa habitaba Luis mi amigo, vecino y compañero de colegio, era el primogénito de cuatro hermanos, de familia humilde y labriega. Su numerosa familia y “la pobreza de aquel entonces” le obligaron de muy niño a faenas agrícolas. Su precariedad le hizo agudo, astuto y su licenciatura la obtuvo en la universidad de la calle. Llegó la festividad de los Reyes Magos y como habíamos sido “niños buenos” los Reyes nos dejaron un poco de lo mucho que le habíamos pedido. A él una pelota y un carro; su pelota estaba rellena de unas gomas y envuelta con una tiras de trapos enlazados y cosidos de tal manera que sólo el cariño de una abuela podría fabricarlo; su carro era resistente, construido con tablas de las cajas de sardinas y clavos usados, pero hecho con la ciencia de la necesidad y el amor de un padre. La firmeza del carro de Luis era tal, que soportaba mi peso y los golpes de mis constantes caídas. Mis Reyes aparentemente más magnánimos, me regalaron un caballo multicolor de cartón piedra y una pelota, tamaño balón de reglamento, coloreada a gajos azules y rojos. Me consideraba más afortunado que Luis, mi inocencia de niño sólo me dejó pensar que tal vez yo había sido más bueno..(Y es que mis padres dentro de su pobreza eran menos pobres).. El seis de Enero de 1952 nos tiramos a la calle haciendo gala de nuestras “pelotas”. Iniciamos un partido de fútbol con mi pelota de goma y he aquí que a la media hora nuestro compañero Tomás, obeso y corpulento, lanzó un chupinazo encaramando la pelota en un árbol sin hojas, desnudo por el otoño, y con tan mala fortuna que la pelota se quedó clavada y rajada en una puntiaguda rama. Me entregaron la pelota y en comitiva y a llanto batiente me fui a casa a contárselo a mamá. Ella le quitó importancia, me convenció que el próximo año le pediríamos a los Reyes un balón de cuero, y


,como solución inmediata, para frenar mi llanto cortó la pelota por el centro, con la habilidad de una madre,.y nos fabricó dos cascos, uno para Luis y otro para mí, convirtiéndonos por un día en Bomberos. Nos colocamos nuestros cascos de pelota rota y nos dirigimos a casa de la abuela de Luis para, en calidad de bomberos, apagar el fuego de la chimenea, objetivo imposible ante los gritos de la abuela ¡cuidado, cuidado!,.Apaciguada y tranquila nos explicó con la sutileza y la sabiduría de la abuela el riesgo del fuego y desde entonces sabemos que CON EL FUEGO NO SE JUEGA. Al día siguiente jugamos con la pelota de Luis y aunque botaba menos y estaba más dura nunca se rompió. Los desperfectos los reparaba su abuela y siempre teníamos la sensación de estrenarla. ¡Eso sí era una pelota¡. Cansados del balompié, él con su carro y yo con mi caballo proseguimos nuestros juegos en el patio de la casa de Luis, aunque más que patio era un corral con gallinas, conejos y hasta un cochino, allí nos divertimos de lo lindo, hasta tal extremo que con la imaginación de niño oíamos el relinchar de mi jaco y el irrompible carro cargando toneladas de golosinas. Apareció la lluvia y salimos corriendo dejando olvidados el trotón y el carro. La noche se me hizo larga, me desperté varias veces pensando que mi caballo estaría helado. Mi despertar fue un correr a casa de Luis y allí estaba mi caballo: gélido, descolorido, desteñido y convertido en cartón mojado, sin embargo el carro estaba más fuerte aún, la lluvia había hinchado las tablas y era más consistente. ¡Eso si era un regalo de Reyes, mi caballo era cartón mojado¡ Por segunda vez llorando corrí en busca de mamá le relaté lo sucedido, me sentó en su falda y me REFIRIÓ QUE NADA ES ETERNO. Con la sonrisa, confianza y seguridad que da una madre, me prometió un caballo de madera como el carro de Luis.. Pasaron los Reyes, llegaron los duros días del colegio y a mi compañero y amigo Luis le comenté que el próximo año pediría


una pelota y un carro como el suyo. Él , universitario de la calle, con la cruel risa de niño inocente y mientras saltaba y carcajeaba me decía y repetía ¡!¡LOS REYES MAGOS SON LOS PADRES, LOS REYES MAGOS SON LOS PADRES¡¡¡.Yo me quedé blanco, estupefacto, temblando, mi fantasía se había caído por los suelos, mi ilusión se había esfumado y por tercera vez corrí al encuentro de mi madre. Ella me estrechó entre sus brazos me sentó en su regazo y me explico todo con un bello cuento en el que los Reyes Magos nombraron pajes a cada uno de los padres, porque los padres son los que más quieren a sus hijos...!Que maravilloso e inolvidable cuento¡. Luis, mi compañero de cole, por motivos económicos y laborales se trasladó a Madrid, trabajaba y estudiaba al mismo tiempo. Terminó automoción y se colocó en una multinacional, es padre de tres hijos y a los cincuenta años nos hemos reencontrado y lo primero que me recordó fue: que aquella cara de sorpresa, de desilusión y de duda le hizo creer en la magia y la fantasía de los Reyes Magos, de tal manera que se los transmitió a sus hijos con tanta fuerza que al día de hoy siguen regalándose ilusión y magia – LA DE LOS REYES MAGOS-, Tengo la dicha que la pérdida momentánea de mi fantasía y de mi ilusión la recogió mi amigo Luis con la ambición de “ REYES PARA TODOS”.


Nochebuena en un cortijo por los años 50 (Autor: ljamargo) Aquel cortijo de labor, blanco, cercano a la carretera, era grande, inmenso, con un enorme patio, o al menos así lo parecía a los ojos de los dos chiquillos de aquella comunidad de muleros. Las cuadras estaban dispuestas a un lado y a otro, donde al anochecer las bestias encontraban su merecido descanso. En aquel patio, los chiquillos correteaban jugando con aquellos perros famélicos, de tristes ojos y lomos de palo por la escasez de “cuscurros” y la inexistencia de sobras. Junto al portón de entrada al patio, atado, había un enorme perro, de cara seria y ladrido nervioso y profundo, que se acrecentaba cuando avistaba por la carretera la camioneta de “German”, cuando advertía el desplazamiento perezoso de cualquier carro o cuando por el “paso” discurría el ganado de la trashumancia. Ginés, que tenía una hermana de meses, hijos de aquella familia sabioteña, con sus nueve o diez años era un habilidoso experto, capaz de hacer artísticas garrotas con los varetones de las adelfas que en los aledaños del cortijo crecían abundantes. Las esculpía con sorprendente pericia para su edad, trazando dibujos con su navajilla sobre la frágil corteza, que una vez expuestos al fuego contrastaban en un bonito negro sobre blanco de agradable contemplación. Luis, más joven, le seguía boquiabierto por todas partes, tratando de aprender del ingenioso Ginés, el cual solía regalarle alguna de sus valiosas y admirables obras de arte que él conservó durante muchos años. El interior del cortijo estaba presidido por una enorme cocina, en cuyo hogaril siempre encendido se solía guisar comunitariamente. Por las mañanas, una enorme sartén de migas hacia las delicias de las cuatro familias. En las habituales visitas que uno de los hijos del “amo” del cortijo solía hacer montado


sobre un hermoso caballo, se le preparaba la comida y, generoso él, a veces solía llamar a Ginés y a Luis para obsequiarles con un trozo de pan con tocino frito que ambos deglutían en un santiamén. Resultó inolvidable aquel día de Nochebuena, donde la consciencia infantil por primera vez toma cuenta de las situaciones que se viven en su entorno, observando un movimiento inusual entre las mujeres, cuya actividad en aquella cocina desde por la mañana y a medida que transcurría el día, se sucedían preparativos que no pasaban por alto a los ojos y a la atención de los chiquillos. Se estaba cocinando de modo diferente, en el patio pendían colgadas las pieles de cuatro conejos y revoloteaban algunas plumas de una gallina vieja sacrificada para el guiso de arroz. Ya anochecido, llegaron los hombres con los mulos al cortijo y una vez “aviaos” se sentaron en torno al hogaril en el que ardían unos grandes troncos de encina. Aquella noche la enorme cocina presentaba un agradable resplandor, se habían concentrado todos los candiles en el recinto, reflejándose en los rostros la alegría y el bienestar que origina la fraternidad y la concordia. Ginés y Luis, no salían de su asombro, se habían unido las mesas y en el centro humeaba la enorme sartén de arroz, varios platos de conejo y algunas viandas. La cena estaba servida y se dio buena cuenta de ella, después se preparó una sartén de “gachas dulces”. No faltaron los deliciosos polvorones elaborados por aquellas primorosas mujeres a base de harina tostada y azúcar ni el exquisito turrón de garbanzos tostados. Se cantaron villancicos y el mulero Patricio amenizó la noche con un inagotable repertorio de acordeón. Cuando los chiquillos despertaron aquella fría mañana era Navidad. ¡¡FELIZ NAVIDAD!!


EL RATÓN VIRTUAL (Autor: herpi) En el planeta virtual Terry se acabaron todas las formas de colorear y se destruyeron como por arte de magia negra todos los programas de tratamiento de imágenes. Murieron el Photoshop, el Paint, el Gimp... ¡Qué pena! Todo en este planeta estaba en blanco y negro. Las mariposas, las nubes, las flores, el arco iris... ¡todo en blanco y negro! Las caras de sus habitantes, también en blanco y negro, cada vez aparecían más tristes al haber perdido de vista los colores. Esta situación provocó grandes manifestaciones de protesta ante el palacio del rey Mega-Beep I. -¡Queremos nuestros colores y nuestra fragancia!, gritaban las flores en su manifestación. -¡Que nos devuelvan los coloridos dibujos de nuestras alas!, pedían las mariposas. -¡Verde, verde, verde! ¡Devolvednos nuestro verde!, clamaban los prados y praderas. Así, todos los habitantes del planeta, a excepción del carbón, de la ceniza y otros seres en blanco y negro, protestaban ante su rey para que hiciera algo. La vida era tan aburrida sin colores que los seres de este planeta empezaron a morir de pena. El rey Mega-Beep I, agobiado por la situación de sus súbditos, reunió a su consejo de asesores para buscar una solución. Alrededor de su particular mesa redonda cuadrilonga se sentaron el anciano MegaSpectrum, el no menos senil MegaCommodore, el coqueto Megawindows, y una decena más de sabios Megapixels,


que no dejaban de moverse en sus asientos. Tras varias deliberaciones y sin que se llegase a encontrar ninguna solución al problema, el rey estaba a punto de levantar la sesión cuando sucedió algo inesperado. Un pequeñito ratón, que se había colado en aquel mundo virtual, nadie sabe cómo, pidió permiso al rey para hablar, ante el asombro de todos los consejeros, que veían una gran ofensa en la osadía del pequeño y ridículo roedor. No obstante, quizás fruto de su desesperación por no encontrar salida al problema, el rey concedió la palabra al ratoncito. - Venerables ancianos del consejo, Majestad, gracias por concederme la palabra. Yo habitaba en el planeta Tierra antes del holocausto mundial. Todos sabéis lo que pasó allí, pero esto no tiene nada que ver con vuestro problema. - Venga, venga, -dijo el rey- ¿tienes una solución? - Creo que sí, Majestad. Conozco un lugar en aquel planeta en el que todavía se conservan unos rudimentarios utensilios que pueden devolver al planeta Terry todo su esplendor. Se trata de lápices de colores. Con ellos y la maestría de nuestros súbditos, todo en vuestro planeta recuperará su antigua belleza. Sólo hay que recuperar este material y hacerlo atravesar la barrera digital virtual. Yo sé como hacerlo, porque ya lo conseguí una vez. El ratoncito obtuvo el permiso del rey y al cabo de unos días regresó al planeta Terry con un buen cargamento de cajas de colores. Los súbditos alucinaban al contemplar en aquellas cajitas de cartón unos cilindritos de los que asomaban unas puntitas de colores, todos distintos. Rojos, verdes, amarillos, marrones... devolvieron la alegría a aquellos seres que ya habían perdido la esperanza de volver a contemplar una gama cromática. Nuestro pequeño roedor terrícola tuvo que enseñar a utilizar los colores a los millones de obrerobytes que más tarde tendrían que volver a colorearlo todo en su planeta.


- Mirad -les decía- si un día no tenéis el color naranja, lo podréis obtener mezclando el rojo y el amarillo. Y si os falta el verde, se puede conseguir con amarillo y azul. Poco a poco, nuestro roedor les hizo descubrir todos los cientos de colores que se pueden extraer de una caja de sólo doce. Los obrerobytes de Terry, emprendieron la ardua tarea de devolver los rojos y naranjas a un atardecer, la policromía a las alas de las mariposas, el color verde a los trigales, los miles de azules a los cielos... Las estaciones se sucedían con puntualidad pero en esta ocasión con toda la fuerza de su gama de colores. Y así, casi sin darse cuenta, estaba a punto de llegar la Navidad. Fue entonces cuando en aquel reino de millones de obrerobytes brotó una enorme preocupación rayana en la tragedia. -¿Qué pasa, qué pasa?-!Es imposible pintar la Navidad! -¿Por qué, por qué, por qué? - El ratón no nos trajo el color blanco. ¿Como vamos a pintar la nieve? ¡Eh! ¿Cómo? Buscadme a ese ratón olvidadizo que le voy a arrancar los bigotes, pelo a pelo.-dijo el jefe del taller, el señor MegabyteNo hizo falta ninguna búsqueda porque nuestro ratón se presentó voluntariamente para dar nuevamente una solución. -Tranquilos, tranquilos. Podéis conseguir el blanco mezclando todos los colores. -¡Estás loco, maldito roedor terrícola! ,-dijo muy enfadado el señor Megabyte- Saldrá una ensalada de colores, ¿o no? -Saldrá blanco -afirmo el ratónY seguidamente construyó un círculo cromático en el que figuraban todos los colores. Lo colocó en una rueda y la hizo girar a gran velocidad. Todos los obrerobytes y su jefe, el señor


Megabyte, quedaron maravillados al contemplar no una sucesión de colores, sino un sólo color blanco inmaculado. -Señor Megabyte, el color blanco nace de la combinación de todos los colores, -dijo el ratón-¿Como podré pagarte este favor, señor ratón? -Quiero que pintes una gran nube blanca y en su centro escribas solamente estas palabras: Paz y Amor. Con esto quedaré más que pagado. De esta manera volvieron los colores al planeta Terry y, lo que fue más importante, que todos sus habitantes, hasta el más pequeño byte, descubrieran por primera vez lo bonito que es vivir en Paz y lo feliz que se puede ser poniendo Amor en todo lo que se hace. Y colorín colorado...


COPITOS DE NIEVE (Autor: Luis XII) Cuenta la leyenda, que antes que existiera el mundo, dos dioses: Caos el dios de la discordia y la destrucción, se enfrentaba a Cosmos diosa de la luz. Cada místico tenía su grupo de guerreros, para cuando llegara la batalla final. En el grupo de la luz se encontraban valientes como: Half, Terra, Cloud, … Y por el lado de las sombras se encontraban temibles guerreros como: Sefirot, Shife, Jetch, … Cuando llegó la hora de la batalla, los dos bandos se enfrentaron una lucha a muerte entre enemigos, donde todos intentaban usar todas sus fuerzas, hasta que chocaron los dos dioses, creando una explosión gigantesca que arrasó hasta a los más fuertes luchadores. Los dioses y guerreros, por el gran impacto, quedaron destrozados. El poder de Caos (que fue destruido en la explosión al igual que Cosmos) se fertilizó y formó la tierra y por su crueldad interior formó la noche, y las lágrimas de Cosmos al caer a la tierra se creó el agua, y también con el ardor de esperanza de su espíritu se creó el sol, para darnos su luz. Y al volver a chocar las energías restantes de estos dos divinos, se mezclaron con arena mojada y formaron a las primeras personas. Después de millones de años cuando la persona ya estaba habituada a la vida actual, cayeron una especie de esferas blancas y frías, que era el velo de la diosa Cosmos que se partió en aquella explosión, y que se enfrió al estar en el espacio. A estas bolitas la llamaron nieve, y en memoria de los dioses celebraron la Navidad, donde la familia se juntaba. O al menos eso dice la leyenda navideña.


María. (Autora: strella4) La llamaremos María, una niña de ojos azules como el mar, tristes como una noche de invierno. María vivía en su mundo, un mundo que ella había creado, donde no existía la envidia, la codicia. Miraba con sus grandes ojos todo lo que la rodeaba, abrir un grifo la maravillaba, encender una luz, la dejaba boquiabierta, todo era para ella un descubrimiento. María, no sabia leer ni escribir, a sus 6 años, solo sabia cargar con cosas pesadas, todo lo que encontraba lo recogía en una bolsa, ella sabia porqué lo hacia, era su manera de sobrevivir, en un mundo que ella no había elegido nacer. ¿Cuántos niños a su edad, lo tienen todo? ¿Cuántos niños a su edad saben escoger lo que quieren o no? ¿Cuántos niños no valoran lo que tienen? María compartía lo que recogía en su bolsa con el resto de los niños; la gran mayoría de las veces, eran papeles o piedras; otras, algún juguete roto o una muñeca mutilada. Todos la miraban con cara de pocos amigos y más de un empujón se ha llevado. La mayoría de niños la excluía, nadie la entendía. Ella, con su cara de ángel, siempre tenía esa sonrisa perpetua en sus labios y en sus ojos ese atardecer de invierno. María llegó al centro una noche de Navidad, fuera nevaba, venia aterida de frío. Se puso delante del enorme árbol de Navidad, miraba las luces alucinada, veía las figuritas del Belén, nos miraba con cara de asombro, ni se imaginaba que significaba todo aquello, aprendió a decir Felices Pascuas, lo mismo le daba que fuese el mes de Julio, para ella todos los días será Navidad.


Ahora es feliz, sabe que la quieren, que la cuidan y ella con sus ojazos azules como el mar, nos mira y su eterna sonrisa nos sabe a gloria. MarĂ­a te queremos. P.D. MarĂ­a, como podĂ­a llamarse Paula o Lucia, es autista.


Mi cuento de navidad (Autora: Elemar1) Cuentan las malas lenguas que Juan era frío como el hielo, oscuro como la noche y distante como el tiempo, que sus ojos despedían chispas de odio cuando alguien se le acercaba, y por eso vagaba siempre solo. Esa noche había tardado un poco más en dar su paseo rutinario, era Nochebuena y se había visto obligado a recibir en casa a su familia. Sus padres, aún conociendo su poca devoción por estas fechas, no habían querido dejarlo solo en una noche así, y fueron a cenar con él. Pero su vida era cuadriculada, y no aceptaba incumplir una sola norma. Así que, después de abrir con desgana el regalo de su madre y dejarlo tirado en el sillón, volvió a salir de casa. Empezó a caminar lentamente sobre la fría nieve que había estado cayendo toda la tarde, su mirada fija en ningún sitio y su mente vacía. De pronto empezaron a llegarle imágenes de recuerdos lejanos, y vio proyectada la escena que marcó su vida. Tenía ocho años, era Nochebuena y habían terminado de cenar. Entonces era alegre, sociable, encantador, derrochaba felicidad, sobre todo esa noche, porque había decidido quedarse despierto para ver a Papa Noel. Quería que lo llevara a dar una vuelta en su trineo, y, así lo ayudaría a repartir los regalos a los demás niños. Habían pasado unas horas desde que se acostó, pero Papa Noel no aparecía. Debía de habérsele roto el trineo, o algún reno se habría puesto enfermo, y empezó a preocuparse.


De pronto oyó un ruido y se acercó a la puerta para poder escuchar, pero no oyó nada. Decidió abrirla con cuidado y se acercó al salón, pues era desde allí de donde procedían los ruidos. Y allí estaba…¡¡¡ era Papa Noel, con su enorme saco!!!. Su corazón empezó a latir con fuerza, casi se salía del pecho. Su alegría era tal que le costaba trabajo no gritar y saltar. Era el momento, saldría al salón y le pediría que lo llevase a dar un paseo con él. Abrió la puerta y… ¿qué estaba pasando? Papa Noel no dejaba los regalos sino que los recogía y los metía en su saco. No le dio tiempo a gritar. Fue descubierto, y el falso Papa Noel, enseñándole una navaja, consiguió escaparse con todos los regalos. Juan sintió como su mundo se venía abajo en cuestión de segundos. Ese farsante se había llevado sus juguetes y su ilusión. Desde entonces no volvió a creer en nada ni en nadie. Cuentan que, al cabo de unos días, detuvieron la ladrón, y le devolvieron todos los regalos a Juan, todos menos uno. ¿sabéis cual?

FELIZ NAVIDAD


LAS NAVIDADES DEL ÁRBOL Unos trozos ya muy secos, por viejos, de gruesas ramas de oliva, descansaban entrecruzadas en forma de una gran X en el suelo del hogaril, luchando desaforadamente contra las altas, rojas casi amarillas llamas que les abarcaban por todos los costados, tratando de someterles a su imperativa voluntad de consumirlos en su totalidad. Una especie de danza, macabra para la leña, parecía que bailaban las lenguas de fuego que ascendían camino de la chimenea, como si quisieran escapar a través de ella y salir al exterior de la casa atravesando su tejado, dándole a los leños devorados, con imaginación, la sensación de grotesca burla ante su impotencia a defenderse de ellas. Un agradable y confortable calor se desprendía de aquella pugna entre las llamas y la madera ardiendo, que se propagaba por toda la estancia de la casa y hasta lo alto de las cámaras superiores.Mientras, en la plaza de arriba, llena de altas palmeras como gigantes que la protegen, el viejo reloj de la fachada del Ayuntamiento se dejaba oír por todo el pueblo, a base de golpes del badajo, que en forma de pera, daba en el bronce fundido artesanalmente. Así, una y otra vez, el tañido de la campana, anunciaba a todos los habitantes del pueblo, que eran las doce menos cuarto de la fría noche del domingo, 18 de diciembre. Una silla con su asiento de anea, daba cómodo descanso a un hombre de pelo blanquecido, aunque ya escaso, la verdad; y en su regazo, sujetándole con gozo, un niñito con cabello de finos hilillos de oro dorado, que se entretenía, desinquieto dada su muy corta edad, cansinando a su abuelo baldao del día de aceituna que había soportado. El niño quería jugar… el abuelo, en cambio, quería calentarse un poco más, para irse a la cama y descansar hasta que, antes del amanecer del próximo día, se levantara para irse nuevamente a la aceituna…


Abuelo.- “Juanillo, ¿Por qué no te duermes, hijo mío?” Juanillo.- “Abuelo, es que no tengo sueño; ¿Por qué no me lees

un cuento?” Abuelo.- “La verdad es que no tengo ninguno. ¿Quieres que te

cuente una historia de antes de que tú nacieras?” Juanillo.- “¿Pero es bonita?” Abuelo.- “Te aseguro que sí lo es… al menos a mí me parece

que es lo más bonito que le puede pasar a los papás que se quieren mucho y que quieren mucho más a sus hijos. Y, ¿sabes lo que es más bonito todavía? que el fin de esta historia no llegará nunca mientras la tierra gire y el sol la ilumine” Juanillo, confundido por estas palabras, pero confiado en su abuelo.- “Bueno, vale” Abuelo.- “Aunque el principio de esta historia se pierde en el

inicio de todos los tiempos, yo te la voy a empezar en la Navidad del año 2.008. ¿Sabes que significa la palabra Navidad?” Juanillo, con alegre agitación.- “¡Sí!, juguetes, regalos,

dulces…” Abuelo.- “No, no, Juanillo; el significado de la palabra

Navidad, es mucho más importante que todo eso junto: Navidad es una palabra que viene del latín, nativitas, y que significa, nada más y nada menos, que nacimiento. O sea, el origen de la vida de cada ser vivo” Juanillo, un poco decepcionado.- “Y, ¿esa va a ser una historia

bonita…?” Abuelo.- “Te aseguro que es lo más precioso que recordarás

cuando lo experimentes, ya lo verás. Mi historia corresponde a la interpretación particular de una persona mayor, respecto a la vida y la familia. Más o menos, diría así:


Gira y gira la rueda de la vida, avanzando en el tiempo… y llegó otro año más, con su invierno ya adelantado; y éste se trajo a enero y en uno de sus días, domingo, una muy grata noticia que, no por grata menos esperada, llegó por sorpresa. Con un brindis, en principio inocente, los tenues labios de una joven pero recia rama casada, dejan oír unas dulces palabras: “Por uno más en la familia”. Pronto se iba a incorporar a la vida; iba a retoñar, una nueva y tierna rama para hacer más grande el árbol genealógico. Y la rueda sigue y sigue rodando… Terminó el invierno; pasó la primavera; voló el verano, y, coincidiendo con su otoño, ese otoño que desnuda la naturaleza vegetal de sus doradas y castañas hojas, ya casi marchitas, como sin vida, dejando los troncos y ramas desnudos poco a poco, como si no tuviese prisa dejando indefensos, sin abrigo, a los pobres pajarillos… Este especialmente frío otoño, en septiembre, un bebé asoma a la luz cual tierna yema primero y nueva rama después, y aunque también es parte del de sus abuelos, se une fuertemente al árbol de sus padres. Este otoño también, en su penúltimo mes del calendario, un día, con una noticia escrita en una blanca tarjeta de plástico, que hundida en el fondo y cubierta de transparente y cristalina agua, se dejaba leer: “Otra vez abuelos” . Lento en el entendimiento de aquella frase, por no entenderla como de esa casa, pronto se pasó de la incredulidad a la nueva alegría. Otra rama verde, igual que su primo... Ambos, son los primeros brotes llenos de savia que hacen más fuerte, frondoso y alto el árbol, en una nueva etapa del mismo cuyas raíces, por ley de vida, yacen bajo tierra, pero dándole el debido sustento. Tres primeras y robustas ramas que salieron de este ya veterano tronco, a las que y a modo de “injerto”, se les han unido de la forma más dulce y perfecta, en principio, dos nuevas ramas con nuevas savias y después la tercera, igualmente, como los dos


anteriores, con lo que las tres robustas ramas, transformadas en seis, salen fuertemente del tronco para dar vida al resto de nuevas ramas que a su vez, engendrarán nuevos brotes tiernos para, con el tiempo, convertirse en nuevas ramas, que también engendrarán nuevos brotes tiernos convirtiéndose en nuevas ramas, que pasado su tiempo… Y un ruego en forma de plegaria se eleva hasta Dios, en la confianza de que, con su benevolencia, la va a conceder: Que bendiga a esas raíces por haber dado vida al formidable árbol con todos los esfuerzos y las penalidades de su época. Que bendiga a las jóvenes mujeres que un día confiaron en sus parejas y los siguieron es sus caminos acompañándoles hasta el Altar, dándoles esos ramilletes de colores: sus hijos, que, cual radiante arco iris, fruto de su amor primaveral, los han premiado por doquier, salpicándolos con su belleza, regalándoles sus vistas, perfumando todos sus entornos. Que bendiga a sus hijos y a sus ramas consortes, elegidas por el amor para formar nuevas vidas; para ayudarse, para cuidarse, para apoyarse el uno en el otro cuando el tiempo así lo demande. Que bendiga a sus obras del amor, tantas como les acontezcan; que los vean crecer en la salud, en la educación correcta, en la prosperidad, en las alegrías; y después, también a sus ramas consortes cual nuevos “injertos”, a sus nuevos brotes… aun cuando el viejo tronco ya no los vea. Que Dios bendiga a tan querido árbol genealógico…

Abuelo.- “Y esta es la historia que, producto de la gozosa

alegría y gratitud infinita a Dios por permitirme ver crecer nuestro árbol tan lleno de salud, alegría y amor recíproco, quería contarte. Historia que, cómo ya te dije, todavía se escribe, pues no tiene fin. Es como una cadena infinita que nunca vemos cuál es


su primer eslabón, ni cuál será el último… Yo, pronto dejaré el tronco y me convertiré en raíz, y tú, serás un nuevo tronco con ramas y tiernos brotes, pero, aunque no me verás, yo, desde el lugar donde están todas las raíces, estaré atento y vigilante a tu sujeción y cuidado, cómo ya lo hicieron conmigo las mías… Por eso, como ya te dije, esta historia está incompleta; siempre lo estará; pero sigue y seguirá hasta el fin de los tiempos. Así pues, después de que tus sonrisas, tus guiños infantiles y tus lentos pero firmes y continuos cambios de estatura nos tuvieran embrujados y henchidos de alegría, tras el paso de otra Navidad de frío invierno que aletarga y adormece, nos despertó una radiante primavera llena de nuevos y alegres sonidos, de multitud de coloridos paisajes y confortables rayos de sol. Pero pronto los alegres sonidos fueron cambiando por los ensayos de las chicharras que comenzaban su protesta, por los rayos de sol que empezaban a dejar de ser tan confortables. Poco a poco, se acercó el verano, y en el séptimo mes del año, el que lleva nombre de bravo militar y famoso emperador romano, en uno de sus últimos días, el bebé que esperábamos de tus tíos, nos visitó. Vino al mundo con mucha alegría por parte de todos… una preciosa muñequita llena de salud y alegría, al igual que tú y que también, llena de simpatía y energía, va ganando tallas y firmeza. Ahora, hoy, tenemos guapo mozo y guapa muñeca. “Mañana", cuando seáis fuertes ramas, continuaréis vosotros esta historia”. El abuelo, ensimismado en la profunda emoción que le producía el significado tan humano de cuanto le había contado a su nieto, se percató que este estaba tan apaciblemente descansado contra su pecho: “¡Éste se ha dormido!”, pensó; pero cuando se disponía con sumo cuidado para no despertarle, a trasladarle a su camita, Juanillo levantó sus ojos hacia los de su abuelo, y le dijo Juanillo.- “¿Ya está…?”


Abuelo.- “Si, ¿Te gustó la historia, Juanillo?” Juanillo.- “Mi papá, cuando estamos en los parques, me ha

hablado de los troncos y de las ramas de los árboles que vemos; pero nunca me ha contado tantas cosas que tú has dicho. No sé que es un injerto, ni un brote, ni esas otras cosas que tú dices, pero te miro a los ojos que brillan mucho ahora, y veo que son cosas muy importantes. Deben de ser muy buenas y bonitas, ¿verdad?” Abuelo.- “Te puedo asegurar que sí, que son las más buenas y

bonitas que le pueden suceder a las personas que se entregan a la vida de la familia por amor. Su recompensa por los sacrificios que les acarrea esta noble misión, se verá, el resto de su vida, muy compensada y gratificada; te lo puedo asegurar, porque tus papás, tu abuela y yo, ya lo saboreamos” Juanillo.- “Abuelo, pues cuando escribamos la carta a los

Reyes Magos de Oriente, yo no quiero juguetes que son caros, que no importan tanto como el árbol y que cuando se rompen se tiran. Si el árbol, como dices, es para toda la vida y significa tanto como me pienso, yo quiero un árbol para mí. Te prometo que lo querré y cuidaré, como veo que lo habéis hecho vosotros y vuestras raíces” Abuelo, emocionado, abrazando con fuerza a su nieto.- “¡Ya lo

tienes, cariño!. Tu abuelo lo empezó a hacer en un papel antes de que tu nacieras, para que conozcas todas y cada una de las partes que lo formamos; cuando sepas leer y escribir, te pasaré el tuyo para que lo veneres y lo sigas, igualmente que a tu prima le pasaré el suyo… y también a los nuevos brotes y ramas que yo pueda conocer mientras sea tronco viejo, y no raíz. Después, cuando yo sea raíz, sé que vosotros lo completaréis para las nuevas yemas, porque, esta historia, no tiene final, Juanillo” Y hoy, en diciembre… cuando la Navidad nos envuelve nuevamente con el duende de su peculiar manto, quisiera aprovechar la ocasión para recordar con todos vosotros, hoy que


todavía puedo y mientras Dios así lo permita, compartir fechas tan entrañables, tradicionales, familiares, añoradas… Os deseo a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que os sea muy alegres y llenas de salud, bienestar, trabajo, fantasía, y, hasta milagrosas tal vez.

¡Feliz Navidad 2.010!

Un saludo muy especial a todos. valnav72. Emilio.


NAVIDAD EN LA CÁRCEL DE JAÉN Hace unos días recibíamos Mari Carmen y yo este correo de José Luis Cejudo, amigo y sacerdote que dedica su vida a la atención de los internos en el centro Penitenciario "Jaén 2". No se trata de un cuento suave y dulzón referido a unas blancas navidades. Mejor que explicar yo de qué se trata, prefiero daros a conocer dicho correo. "Feliz Navidad Queridos Manolo y familia. En Navidad Dios nos mostró el lugar elegido para aparecer visiblemente entre los hombres: las afueras de la ciudad y de forma desapercibida. Sólo en el cielo sabían de ese acontecimiento y aquellos que en la tierra creyeron en el anuncio del cielo. Os felicito en Navidad porque vosotros sois de los privilegiados que habéis creído que hoy Dios sigue apareciéndose a nosotros en los mismos lugares: en quienes viven a diez kilómetros de la ciudad, y vinisteis a adorarlo en la Convivencia de Jaén. Os cuento un solo hecho:

Ingresa un anciano y lo ponen con otro muchacho joven en la misma celda. Me cuenta el anciano: “He tenido mucha suerte con el compañero, él me hace la cama porque yo no puedo doblarme para remeter la manta y me afeita porque yo no llego a verme en el espejo”. Esto nosotros los llamamos CARIDAD; podemos quedarnos en ver que hay gente buena dentro de la prisión, que se ayudan entre si… esto es verdad, pero ¿por qué no reconocer que “el AMOR de Dios ha sido derramado en nuestros corazones”, también en el corazón del joven compañero de celda?


Si desde la fe contemplamos este hecho, nos llenaremos de gozo al ver que la gloria de Dios ha aparecido en las afueras de Jaén, donde menos se podía sospechar, entre rejas, en el corazón de “un delincuente”. Y esto que os he contado es sólo una muestra de lo que contemplamos a diario. Esto os lo cuento a vosotros, porque sé que entendéis este lenguaje de fe y amor hacia los presos, para que también vosotros se lo contéis a los demás; la Navidad no es sólo un recuerdo, sino un acontecimiento que sucede ante nuestros ojos hoy. ¡Dichosos vosotros porque veis lo que muchos quisieron ver y no vieron, quisieron oír y no oyeron! Se me olvidaba: ¡FELIZ NAVIDAD! Un abrazo JOSÉ LUIS


LAS DOS NAVIDADES (Por perbla) Es 25 de Diciembre, suena el despertador en un hogar, no importa en cual, puede ser en el nuestro. el calor interior contrasta con la gélida estampa del exterior, los niños duermen plácidamente, los padres inician el día con un café calentito y se disponen a ordenar todo lo que en la noche anterior había quedado esparcido por el comedor y la cocina. La madre se dispone a encender la luz del árbol y colocar los regalos para que puntualmente como todos los años este todo preparado cuando se levanten los niños; todo parece que esta en orden y sentados ya junto a la chimenea y con la mirada perdida hacia el fuego y con el silencio de la mañana solo alterado por un viejo villancico que suena en la emisora de radio local, ambos en su interior dan gracias por unas nuevas Navidades, por estar todos juntos, por el calor del hogar y por como los trata la vida, es la Navidad. Es 25 de Diciembre, no hay hogar, suenan las campanas del reloj del ayuntamiento, el frío llega hasta los huesos y el viento mezclado con el frío crea finos puñales que se clavan en el rostro de Manuel, no importa quien es Manuel, ¡a nadie le importa!.El humo sale de las chimeneas y Manuel con los ojos vidriosos y lagrimas congeladas se dispone a iniciar un nuevo día, atrás queda lo que ha sido su hogar, unos cartones y una vieja y sucia manta en el interior de un cajero de una entidad bancaria. Nadie por las calles, solo Manuel y su viejo bolso, al pasar por delante de un escaparate no puede evitar que su pequeña, vieja , encorvada y sucia figura se vea reflejada y leer un cartel que le desea Feliz Navidad y Manuel en su interior y sin poder apenas mover los labios agrietados por el frío, pide a Dios que se quiere morir, no tiene nada que celebrar, ni con quien poder hacerlo,esta solo y reniega de la vida que le ha tratado mal, muy mal, es también Navidad.



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