Pan Diario de la Palabra Julio

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31 de Julio - Domingo XVIII del Tiempo Ordinario /A

problema que se les presentaba, acuden a Jesús. Ellos aportan una solución: enviar a la gente a los poblados, para que puedan alimentarse. Jesús adoptará una que ellos no esperaban: multiplicar los alimentos. Cuando Jesús decide alimentar a la multitud hambrienta, contando con la colaboración de ellos, los discípulos se presentarán como repartidores voluntarios. Jesús cuenta con ellos, y los discípulos no le fallan. En esta sociedad que llaman del “bienestar”, son multitud los que carecen de alimentos, de una vida digna, de una habitación confortable para descansar. Llevan siglos esperando que alguien “sienta lástima”, y se ponga a aportar soluciones. Palabras sobran, proyectos populistas que duermen en las gavetas se cuentan por millares. Los discípulos de Jesús no podemos contentarnos con “sentir lástima”. Hay que sacudir la conciencia a esta sociedad satisfecha, y ponernos todos a buscar y a aportar soluciones. Jesús aporta alimento para saciar otra hambre No se puede cuestionar el valor antropológico y social de la actuación de Jesús, proporcionando alimento a una multitud hambrienta. Pero hay quienes piensan que existe algo más en el relato de Mateo, relacionado con la Buena Noticia que Jesús anuncia. En la historia de la interpretación que la tradición ha hecho de este texto, se ha relacionado la “multiplicación de los panes” con la eucaristía. De hecho, encontramos unas palabras que coinciden con la fórmula litúrgica de la institución: “Tomó los cinco panes…, alzó la vista al cielo, dio gracias, partió el pan y se lo dio a los discípulos” (Mt 14,19). A las comunidades les recordaba, sin duda, lo que habitualmente celebraban en la eucaristía semanal. Por el testimonio de Pablo en la primera carta a la comunidad de Corinto, sabemos que la comunidad de los discípulos unió desde el principio la celebración de la “cena del Señor” (eucaristía), con “partir el pan” al hambriento y al necesitado. Pablo denuncia precisamente, el gran abismo que han creado, entre la celebración de la “cena del Señor” y el compartir fraterno en la mesa de la fraternidad. Cuando actúan de esta manera: “No comen la cena del Señor” (1Co 11,20). A la pregunta que hoy hace Pablo: “¿Quién nos apartará del amor de Cristo?” (Rom 8,35), tenemos que añadir otra: “¿Quién podrá apartarnos del amor a los hermanos?”. P. Antonio Danoz, redentorista

1. Antífona de entrada Dios mío, ven en mi ayuda; Señor, date prisa en socorrerme. Tú eres mi auxilio y mi salvación; Señor, no tardes (Sal 69,2.6). 2. Oración colecta Señor, tú que eres nuestro creador y quien amorosamente dispone toda nuestra vida, renuévanos conforme a la imagen de tu Hijo y ayúdanos a conservar siempre tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.


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