Pan Diario de la Palabra Agosto

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28 de Agosto - Domingo XXII del Tiempo Ordinario /A

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Este anuncio que presenta Mateo disipa toda duda sobre el perfil del verdadero Mesías. Tendrá que sufrir, lo someterán a un juicio injusto, enfrentará la muerte ignominiosa de la cruz. Esta es la cara dolorosa de su misión profética. Pero el Padre que lo envió con la misión de salvar al mundo, no lo abandonó al poder de la muerte, sino que lo resucitó al tercer día, proclamándolo Señor y Mesías (He 2,36). Pedro, que acababa de proclamar solemnemente su fe en Jesús, Mesías e Hijo de Dios, ahora se convierte en el gran tentador. En el “satanás” de las tentaciones, que Mateo coloca al comienzo del evangelio (Mt 4,1-11). En la confesión de fe, se dejó guiar por Dios; ahora son los impulsos de hombre los que se imponen. El quiera ser mi discípulo cargue con su cruz Retírate y ponte detrás de mí, Satanás. ¡Quieres hacerme tropezar! En el anuncio de la pasión, muerte y resurrección, Jesús está proponiendo (Mt 16,23) un camino. Solamente aquellos que se propongan seguirlo podrán ser sus discípulos. Este camino empieza por la cruz: “El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga” (Mt 16,24). En el discurso de la cena, Jesús oraba al Padre: “Padre, quiero que los que me confiaste estén conmigo, donde yo estoy” (Jn 17,24). Para disfrutar con Jesús de la gloria de resucitado junto al Padre, hay que hacer su camino, que es un “Vía-Crucis”. En la Pascua se convierte en “Vía-Lucis”. La propuesta de Jesús es un camino de vida. Quien lo siga “salvará su vida”. Quien no esté dispuesto a jugarse la vida como hizo Jesús, no la podrá conservar. Este es el precio que hay que pagar. La pregunta que propone Jesús invita a los discípulos a pensar: “¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?” (Mt 16,26). Jesús nos propone la forma de salvar la vida, como personas y como discípulos: entregarla con generosidad y sin egoísmos por su causa. La causa de Jesús es la gloria del Padre y el servicio generoso a los hermanos hasta exponer la propia vida. Quien actúe así, estará en el cortejo del Hijo del hombre cuando venga con la gloria de su Padre. Les invito a ofrecerse como sacrificio vivo y santo Pablo propone a la comunidad de Roma el código de vida que conviene a un discípulo de Jesús. Empieza por una propuesta fundamental que abarca toda la persona: “Ofrecer el propio cuerpo como sacrificio vivo, santo, agradable


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