CULTURAL
Domingo 27 de enero de 2013
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Primer aniversario luctuoso
Recordando al Padre Santiago Méndez Raquel Guadalupe Núñez Rojas Seminario de Cultura Mexicana, Corresponsalía Guadalajara
el Centro Nacional de Comunicación Social (CENCOS), Delegación Guadalajara, y el Padre Méndez Bravo, como Asesor, reunió a los que serían miembros de dicho Organismo Diocesano. Nombró como Presidente a D. Enrique Varela Vázquez, y como Secretaria a quien esto escribe. Otros cargos fueron ocupados por el Lic. Francisco H. Zárate y Héctor Pérez Plazola. Todos recibimos nombramientos firmados por el Cardenal Arzobispo José Garibi Rivera.
C
onocí al Padre Santiago Méndez Bravo en el Instituto Libertad, de la Calle Montenegro, de las Madres Franciscanas de Nuestra Señora del Refugio. Ambos éramos maestros. Él, además, Capellán de las Religiosas. Yo me estrenaba como Profesora, pues aparte de ex-alumna, acababa de recibir mi título de Contador Privado y tenía a mi cargo las materias comerciales de las alumnas de tercer año. Era una tarde calurosa de mayo de 1961. Mientras daban el toque para la siguiente clase, me acerque a él, y al verlo tan angustiado, le pregunté el motivo de su preocupación, a lo que me contestó: “¿Qué crees, Raquel?, el señor Garibi me acaba de comunicar que la Escuela de Teología para Seglares, que dirigen los Padres Jesuitas, ya no va a ser posible que la atiendan, y la entregaron al Arzobispado para que alguien se haga cargo de ella. El Arzobispo quiere que yo atienda dicha escuela; me dio tres días de plazo para que le resuelva, y mañana debo contestarle”. Y, “¿qué le va a responder?”, le inquirí curiosa. Más angustiado todavía, me advirtió: “El señor Garibi es muy diplomático, pero todos sabemos que sus deseos son órdenes”. El Padre Santiago lo conocía muy bien, ya que en ese tiempo colaboraba en la Oficina de Prensa de la Curia”. Y añadió que iba a acceder a la propuesta con la condición de que le permitiera agregar la materia de Periodismo, ya que entonces no había en Guadalajara Periodistas católicos preparados, y sería una buena ocasión para formarlos. Pasados unos días, el Padre me confió: “Ya está todo arreglado, el señor Garibi Rivera me dio toda la libertad para empezar la Carrera de Periodismo, paralela a la fundada en el Distrito Federal por la Acción Católica Mexica-
Más Encargos
na”. Dicha Escuela actualmente lleva el nombre de “Carlos Septién García”, y ha formado allá a millares de buenos diaristas. No puedo describir la alegría que sentí al darme cuenta de que el Padre Méndez había aceptado y ya estaba buscando un lugar adecuado para instalar su Escuela de Periodismo que, evidentemente, iba a crecer más cada año. A los pocos días supe que ya había encontrado un lugar más apropiado que el que tenía la Escuela de Teología por la Calle Madero. Así pues, el Instituto Pío XII se instaló en Pedro Moreno 701. “¡Quiero ser la primera alumna!”, le dije.
iniciábamos la Carrera de Periodismo en nuestro querido Pío XII. Éramos más de cuarenta, y terminamos ocho Periodistas y una Maestra de Teología. El programa que llevamos era similar al de la Escuela Septién García. Su Director, D. Alejandro Avilés, frecuentemente venía a Guadalajara para asesorar al Padre Méndez, y nos abrió las puertas de aquel plantel para ir a reforzar nuestro conocimiento. Yo sí acepté, y en las vacaciones de mi trabajo me iba al D.F., aprovechando que en la Capital vivían unos tíos míos, que me daban hospedaje, hermanos de mi padre, y no hacia gastos de hospedaje y comida.
El Instituto Pío XII
Se
¡Cómo olvidar el rostro de alegría y a la vez de preocupación del joven Sacerdote, aquel día de septiembre de 1961. Un grupo de alumnos inquietos
Tras la Clausura del Concilio Vaticano II, y atendiendo los deseos del Papa Paulo VI, se creó en esta ciudad
crea el
Centro Nacional
nicación Social
de
Comu-
Después de enviarme al D.F. el Padre para capacitarme sobre el manejo de la Oficina de CENCOS, un día me dijo: “Va a celebrarse en México la IV Asamblea de la Oficina Católica Internacional de Cine, en Cuernavaca; ¿te gustaría ir?” “Claro que sí”, le contesté, y asistí. Seis meses después, nuevamente me espetó: “Va a realizarse en la Ciudad de México el Congreso Internacional de la Unión Latinoamericana de Prensa Católica, cuya sede está en Uruguay; ¿te gustaría ir?, solamente que, al igual que para el Congreso de la OCIC, no hay dinero ni para un taxi”. “No importa, le respondí, mi papá me da lo que necesite”. Y fui al Congreso de la ULAPC. Para esas fechas, por cierto, el Instituto Pío XII no estaba registrado en la ULAPC, y me tomé la libertad de inscribirlo. A mi regreso, le platiqué al Padre Santiago: “Registré al Pío XII en la ULAPC, pagando diez dólares”. Muy preocupado, me contestó: “No hay dinero”. “No se preocupe, lo atajé; los pagué porque traía suficiente para mis gastos de viaje”… Por eso quiero tanto a mi Escuela de Periodismo, aunque ya no lleve el nombre con el que nació. (Hoy es la Universidad del Valle de Atemajac, UNIVA, de la que también fue Fundador, Director, Rector y Rector Vitalicio Honorario hasta su muerte, acaecida el 27 de enero de 2012).