Jaime, el apóstol de Las Delicias (Valladolid)

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Jaime, el “apóstol” de las Delicias

Julio César Cobos Román, a.s.v.


A mi familia por las horas sacrificadas, y a todos los viatores y amigos que han contribuido de una u otra forma en hacer este proyecto realidad.

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Prólogo. Los motivos de Jaime. Me han pedido que escriba unas palabras como prólogo de este libro sobre Jaime. En él se ve lo mucho que Jaime hizo, aquí me gustaría hablar de los motivos de Jaime para ello. Hay personas cuyo paso por la vida deja una estela de luz, de simpatía, de gracia, de amor. Al mismo tiempo revelan un rostro de Dios amable, próximo, fiel, fácil de alcanzar, desbordante de vida, de generosidad, de misericordia, manantial de resurrección para todos, un Dios padre y madre que nos ama sin medida. Estos hombres o mujeres son como ventanas a través de las cuales la gloria de Dios ilumina a los humanos, la presencia de estas personas es una garantía de la presencia activa de Dios entre nosotros. Una de estas personas fue Jaime. Todos sabemos que el Señor le concedió muchos talentos naturales y también sabemos que él los utilizó generosamente realizando muchas obras a favor de todos y especialmente a favor de los habitantes del barrio de las Delicias. No voy a enumerar aquí todos sus talentos pero, entre otros, me gustaría resaltar la enorme intuición pedagógica que poseía y que empleaba no solo en la clase, sino en la vida misma. Jaime era un educador nato que con amor y constancia ayudaba a cada uno a extraer, a explotar al máximo sus talentos y posibilidades. Él supo utilizar ampliamente esa pedagogía con todos: con adultos, con jóvenes y especialmente con niños, intentando ayudar a todos a vivir el momento presente, a apreciar y aceptar lo bueno, verdadero y bello que existe en la vida de todos y en la vida de cada uno. Por indicar algo de lo que hizo, mencionaré sus famosas catequesis del Carmen, de su lucha tenaz por la justicia y por la paz, de su pasión por la amistad con todos, sin ninguna distinción: todos amigos y todos de primera fila, y todo ello con un profundo sentimiento de la presencia de Dios que tanto nos ama, de su política de puertas abiertas, de su manera de hablar de Dios siempre fuente de paz, alegría y esperanza, nunca de angustia y temor. Contemplando las fotografías y el texto de este libro podremos recordar algo de lo que Jaime hizo pero, aunque a los hombres nos parezca importante lo que hacemos, a Dios, que mira al corazón, le interesa no sólo lo que hacemos sino sobre todo la razón, el motivo que tenemos para hacerlo. ¿Por qué Jaime hizo todo lo que hizo? Jaime no era un extraterrestre, no venía de otro planeta, tampoco era un superhombre. Jaime era un hombre normal firmemente asentado en la tierra. Él no pasaba su tiempo haciendo milagros ni recibiendo visitas de ángeles. Su vida fue una vida activa pero normal, ordinaria, con las mismas circunstancias banales de las vidas de otros muchos pero, eso sí, coloreada de una manera muy especial. Jaime amó mucho. Él supo escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Asimiló bien las bienaventuranzas, el estilo de la vida nueva que Cristo nos ha comunicado. Él aprendió bien el mandamiento que nos dejó el Señor: "Un mandamiento nuevo os

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doy que os améis unos a los otros como yo os he amado" (Juan 13, 34), “y como os sigo amando ahora”, añadía Jaime. Ese “que os améis” para él estaba hecho de lazos humanos, de amistad con todos, todos amigos especiales, del gusto de vivir con la gente, con los niños, de conocer y amar a todos de verdad sin ninguna distinción, Jaime imitó al modelo supremo de amor y de santidad, que es Cristo Jesús. La gente sencilla, y especialmente los niños, tenían la intuición de que a través de Jaime alcanzaban a Dios. Por eso le querían todos, y cada uno sabía que Jaime era su amigo. Su vida fue la vida de un creyente que ha tomado en serio el Evangelio y lo ha traducido en obras, con el corazón siempre atento, intuitivo, pronto para estar cerca de quien lo necesitaba. Estaba totalmente disponible para darse a los demás, siguiendo el mandamiento del Señor. Esta disponibilidad al amor de Dios suele integrar casi siempre la sombra de la cruz. Solamente quien sabe amar de verdad sabe también sufrir por amor. Todo amor humano a semejanza del amor de Jesús se templa en el sufrimiento. San Pablo nos da una lista impresionante de pruebas (2 Cor. 11, 16-33) que soportó por amor a Cristo. Jaime también tuvo su sufrimiento, aunque sabía disimularlo bien. Tuvo serios problemas de salud que le iba deteriorando visiblemente desde hacía años. Poco a poco, su enfermedad inexorable le fue llevando a la puerta de la muerte. En estos casos solo queda la certeza del amor de Dios, de su fidelidad, de su bondad absoluta. Jaime era muy consciente de todo, él sabía que se moría, lo decía sin ningún reparo ni temor porque se sentía tranquilo, amado por Dios y su confianza era total. Tuvo tiempo para prepararse y dio el paso con el corazón bien preparado. “No tengo enemigos, yo quiero a todos, me voy feliz”. Y se fue feliz a recibir su premio. Nosotros, cuando pensamos en su ausencia, nos entristecemos porque no le vemos en la puerta de San Viator o en el patio, como siempre, con su poncho y su sonrisa acogedora, pero hacemos mal en entristecernos. Jaime sigue vivo y es feliz, su personalidad no ha sido destruida por el paso a través de la muerte, sino por el contrario se ha dilatado en la posesión de la Verdad y del Amor. Ahora está más allá del velo que a nosotros nos impide ver a Dios, Jaime en cambio contempla a Dios cara a cara, pero no nos ha olvidado, no nos puede olvidar, él sigue siendo miembro de nuestra familia y permanece atento a la voz de los que le amamos y a los que él ama. Ahora Jaime intercede por nosotros, nos ayuda en nuestro caminar. Esto es lo que afirmamos los cristianos al confesar la comunión de los santos, esa solidaridad espiritual que nos une, en el cuerpo de Cristo, a los que vivimos todavía en este mundo con los que viven ya en la gloria de Dios. La fe nos dice que Dios es amor, por consiguiente, en Dios, seguimos unidos a Jaime por el amor, los lazos de amor que nos unen a él siguen íntegros, no se ha roto nada. Jaime nos sigue amando como siempre. La existencia de personas como Jaime es una prueba de que el Espíritu de Cristo sigue actuando hoy entre nosotros, sigue guiando y animando a su Iglesia. Estas personas muestran que es posible vivir el mandamiento de los cristianos, el mandamiento del amor. Ese fue el secreto de la vida y de la actuación de Jaime: pasar por la vida como Jesús empeñándose en hacer el bien a todos, en querer a todos, en hacerse querer por todos.

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Según San Juan de la Cruz: “Al atardecer de la vida nos examinarán del amor”. En este examen, como en otros muchos, seguro que Jaime tiene ya “sobresaliente”. Los versos de José Luis Blanco Vega con los que termina este libro y que el mismo Jaime sabía de memoria y recitaba con frecuencia, resumen perfectamente los motivos de actuar de Jaime. Todas las almas son un misterio y merecen todo nuestro respeto. Con esto intentamos comprender un poco los motivos que indujeron a Jaime a hacer lo que hizo que es, ciertamente, lo que podéis ver en este libro y mucho más.

José Antonio Lezama, Viator

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Entra en el gozo de tu señor Aquel 18 de noviembre de 2010 oí que me llamaba: ¡Jaime!, ¡Jaime! Yo respondí: ¡Aquí estoy, Señor! Luego fue como un susurro, como una brisa fresca que pasaba por mi corazón: ¡Vamos, Jaime! Deja a tus hermanos y hermanas... y ¡ven conmigo! Y me dejé llevar. El Señor me colocó en sus hombros, como el buen pastor a la ovejita recién nacida... y me trajo aquí. ¡Ah, qué maravilla! Con razón decía San Pablo que ni ojo vio, ni oído oyó... Esto es una gozada inexplicable. En el camino, según veníamos, Jesús me dijo: ¡Oye, Jaime! ¿Qué tal te fue eso del árbol de la vida que tantas veces explicaste en reuniones...? Bueno, Señor, le dije. Ya sabes que entre las frutas del árbol hay de todo... No, Jaime, me dijo Jesús. Ya sé que la fruta está muy condicionada al tiempo, los pájaros, el frío, el calor, el pedrisco... Yo me refería a las raíces del árbol... Hombre, le dije con toda confianza, siempre he intentado tener unas actitudes sanas, vigorosas, limpias, honestas, sinceras... Vale, Jaime, entendido; me dijo Jesús. Pero añadió, ¿y tu opción fundamental? Me sonreí, y después añadí: Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que siempre te he querido y he vivido enamorado y apasionado por ti. Jesús me bajó del hombro, me puso entre sus brazos y me dio un beso mientras me decía: ¡Bien, siervo bueno y fiel; entra en el gozo de tu Señor!; y me acopló en la placenta divina. Desde ese momento vivo inmerso en el amor trinitario y no tengo palabras para explicar lo que siento...

Últimamente me han dicho que los que seguís en la tierra esperáis que os cuente mi vida con más detalles. Menos mal que no me habéis pedido que os la escriba, porque eso de escribir nunca se me ha dado bien... Ni siquiera fui capaz de usar convenientemente ese aparatito que llamáis ordenador... Así que os los cuento, porque hablar ha sido una de mis cualidades cuando estaba entre vosotros y siempre se me ha dado bastante bien. ¿Verdad? Hace mucho tiempo decidí vivir entregado por y para los demás siguiendo los pasos de Luis Querbes, que fue el fundador de mi Congregación, la de los Clérigos de San Viator. Cuando os he tratado y hemos conversado de la vida, de sus buenos y malos momentos, de sus alegrías y dificultades... siempre he sido benevolente, intentando reforzar los aspectos positivos, potenciando así vuestra autoestima, pero en lo que a mí me correspondía he sido más crítico, aunque a decir verdad mi autoestima ha sido muy alta y de ello debo agradecer a mis padres, a mi familia, a mis amistades especiales, a todos vosotros y en el fondo de todo a mi buen Dios Padre y Madre, como me gustaba llamarle. Si tuviera que destacar dos actitudes que he tratado de vivir como seguidor de Jesucristo, esas serían amar y perdonar. Amar a todos como nuestro padre nos ama –sí, y digo bien, "nos ama", ya que sigue haciéndolo y nunca dejará de hacerlo-; y perdonar, ya que el perdón como os lo decía muchas veces, es un don divino y además "es un signo de inteligencia".

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He sido un privilegiado por la cantidad de dones que el Señor sembró en mí. Siempre puse todo mi amor en lo que hacía, dedicando esos dones a la misión de evangelizar y educar, especialmente a los más pequeños, según el lema de los viatores: “dejad que los niños se acerquen a mí”.

He tenido una especial predilección por los niños, sobre todo en los últimos años en los que la enfermedad me atenazaba, ya que eran "mi mejor medicina". ¡Qué rico me sabían esas horas de patio…, esas entradas y salidas de los niños del colegio, sus miradas, sus sonrisas de ángeles...!

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En esta misión nunca me he sentido solo. Muchos me habéis ayudado con vuestro apoyo y cariño. Por ello doy gracias a Dios por haberos puesto en mi camino. “El haberos conocido a todos me ha encantado”.

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Quienes me conocieron, decían que me parecía a mi madre Esperanza, que era alta, guapa –si me permitís la licencia "¡guapa, más que guapa!"-, nerviosa y dicharachera. De mi padre Antonio, callado, amable, trabajador, heredé sobre todo la admiración por la honestidad y su piedad profunda y discreta. Murió a los 93 años y presidí su funeral, que comencé con estas palabras: “¡No me deis el pésame por la muerte de mi padre. Felicitadme por haber tenido un padre así!“. Los dos están aquí conmigo. Menuda alegría les di y me dieron cuando me encontré con ellos. Todas las personas que nos hemos dejado amar y hemos amado mucho cuando estábamos entre vosotros, formamos una piña amorosa en este ardiente corazón trinitario. ¡Qué maravilla!

A lo largo de mi vida he sido todo menos tranquilo y bastante impaciente. Mi mente no paraba quieta ni un momento, estando en continua ebullición como si fuera una olla a presión. Desbordaba energía, intentando llegar a todo lo que se me ponía por delante. Recuerdo que uno de los informes previos a mis compromisos religiosos aventuraba lo siguiente, suponiendo ya mi destino de futuro formador: “Temperamento nervioso, parece que resistirá difícilmente las tensiones inherentes a la dirección de una casa de formación.” Alguna que otra vez, fruto de esa impaciencia que os comento, repartí “cornadas”, pero no dudéis ni un momento que me dolían más a mí, que al mismísimo “corneado”. Y os puedo asegurar que después no quedó en mí ningún resentimiento. Tenía un espíritu perfeccionista lo que me llevó en alguna ocasión a la frustración por no alcanzar las metas que me proponía. ¡Algún defectillo tenía que tener, ¿no?!

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Mi familia Me gustaría contaros algunas cosillas de mi familia y de mi vida desde que empecé a respirar aquellos airecillos limpios y puros que subían hasta mi pueblo desde el valle del Pas. Mis padres eran naturales de Bárcenas, un pequeño pueblecito al norte de la provincia de Burgos, situado a tres kilómetros de Espinosa de los Monteros. Se dedicaban, como la mayoría de los vecinos, a la ganadería de vacuno de leche y de ganado lanar. Llevando siempre su ganado, se instalaron primero en Santa Olalla de Espinosa de los Monteros, para posteriormente trasladarse a las vecinas localidades de Edesa, Agüera y finalmente a San Pelayo, todas ellas pertenecientes a la Merindad de Montija (Burgos).

Tuvieron nueve hijos: Porfirio, Cesáreo, Demetrio, Eliseo, Adoración, Clotilde, Secundino, Cipriano y yo, que era el menor de todos ellos. Cinco de mis hermanos fallecieron en edades comprendidas entre los 18 meses de Demetrio y los 27 años de Adoración. Estas cinco tragedias marcaron dolorosamente a mi familia, en particular a mi madre. Durante la Guerra Civil, mis dos hermanos mayores, Porfirio y Cesáreo, fueron llamados a filas. Cesáreo falleció en un hospital de Lérida en 1939 a consecuencia de los rigores invernales del sitio de Teruel. Como San Pelayo estaba en zona republicana, en pleno frente y al alcance de la artillería “nacional”, el resto de la familia tuvimos que abandonar el pueblo y refugiarnos en Fuente Provedo, zona boscosa con cabañas ganaderas diseminadas en la montaña que separa las provincias de Burgos y Cantabria, próxima al puerto de Los Tornos. Allí falleció nuestro hermano Eliseo de 14 años. Sufría del corazón y el horror de los bombardeos no fue seguramente la mejor medicina. Sin asistencia alguna, nuestro padre tuvo que echárselo al hombro y caminar con él unos seis kilómetros hasta San Pelayo, donde le enterró con la ayuda de un vecino que había permanecido en el pueblo.

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Con mis padres y tres de mis hermanos

Nací en San Pelayo el día 18 de Julio de 1934. Un pueblecito que apenas cuenta con 20 habitantes. Se extiende a los pies del Zalama, cumbre que divide las provincias de Cantabria, Vizcaya y Burgos. Siempre me he sentido muy unido a mi “tierruca” y por ello a menudo salía en conversaciones con mis compañeros de comunidad San Pelayo, el campo, las vacas… Para mí, eran como la antítesis del “Corte Inglés”, en el que nunca llegué a entrar, ya que simbolizaba el ajetreo y consumismo moderno. Me bastaba pasar delante de sus escaparates para convencerme de cuántas cosas no necesitaba. De San Pelayo salí para estudiar y sólo regresaba durante las vacaciones estivales a pasar unos pocos días. Sin embargo de mayor, a la más mínima oportunidad, procuraba regresar, aunque para ello tuviera que depender de alguien que me llevara, ya que, a pesar de tener carnet, solo conduje una vez. La casa donde nací está a cincuenta metros de la iglesia del pueblo dedicada a San Bartolomé, en la cual me bautizaron una semana después de nacer. La casa que actualmente tiene mi familia en el pueblo la construyó mi padre Antonio en el año 1.948. En 1940, con seis años, me incorporé a la escuela mixta de San Pelayo. Por entonces ya sabía leer, escribir y las cuatro reglas que me habían enseñado mis hermanos mayores, lo cual sin lugar a dudas facilitó mucho la tarea a mi primer maestro, D. Esteban Arbé.

Mi casa natal en San Pelayo

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Iglesia de San Pelayo dedicada a San BartolomĂŠ

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Años de estudios Cuando cumplí trece años mis padres decidieron enviarme al juniorado que los viatores tenían en Escoriaza, situado en la comarca del Alto Deva, en Guipúzcoa, a 31 kilómetros de Vitoria y a 84 de San Sebastián.

El seminario estaba en un edificio de planta cuadrangular de grandes dimensiones, organizado alrededor de un patio central. En el año 1.587, D. Juan de Mondragón y Azcarretazábal, natural de Eskoriatza y residente en Perú, nombraba en su testamento como único heredero a su hijo Pedro de Mondragón y le encomendaba utilizar parte de sus bienes en la construcción de un hospital en Escoriaza “si pudiese ser, y si no en su comarca”. Así se iniciaron las obras en 1603. Como consecuencia de un gran incendio, el edificio quedó destruido en 1624, manteniéndose en pie únicamente los muros. Fue posteriormente reconstruido y en el año 1669 el Hospital del Santísimo Rosario ya estaba en funcionamiento. Después de numerosas vicisitudes, pasó a manos de la Comunidad de San Viator que, en 1921 habilitó en el edificio un colegio-seminario. Este inmueble fue declarado “Bien Cultural Calificado por Orden de 17 de Enero de 1964.”

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Seminario de Escoriaza

Claustro de Escoriaza

En el año 1998 el edificio fue adquirido por la ”Mondragon Unibertsitatea” para su Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.

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Imagen actual del claustro de la Facultad

Pero volvamos a mis años de formación con los Viatores. Cuando ingresé en el Juniorado de Escoriaza el día 15 de septiembre de 1947, la gran preocupación de mis padres era mi escaso apetito. Sobre todo si había garbanzos, que nunca me gustaron. Eran tiempos de hambre, y recibía del pueblo paquetes de alimentos que compartía con mis compañeros de mesa. Como estudiante, mis compañeros decían que era brillante y con una memoria privilegiada. Son muchos los que resaltaban con admiración esa sorprendente memoria capaz de recordar no sólo nombres de cientos de alumnos, amigos y conocidos y de sus familiares, sino también las vicisitudes, dolencias y alegrías de sus vidas. Era un recurso infalible que me sirvió durante toda mi vida para intimar a primera vista. No corráis mucho la voz pero os digo que yo empleaba un truco: para aprender una lista imaginaba un paseo por una zona conocida, y a cada objeto que veía le atribuía un nombre de la lista. Por eso podía recordar los nombres tanto en orden directo como en orden inverso, según hiciese el paseo de ida o de vuelta. Este truco recibe el nombre de "mnemotecnia". Por aquel entonces ya tenía claro que quería seguir a Cristo de un modo radical, respondiendo a su llamada a ser su discípulo y apóstol.

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En el Juniorado de Escoriaza, el 12 de octubre de 1.947 Soy el tercero de la derecha, en la segunda fila empezando desde abajo

Foto de Junior con la medalla de “aspirante� a novicio en 1950

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Posando junto a un grupo de novicios que emitĂ­an sus primeros votos, con el rosario al cuello que lo simboliza Estoy de pie, el tercero por la derecha

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Primeros votos El 15 de agosto de 1952 emití mis primeros votos en el noviciado de Escoriaza. Después continué un año más mis estudios, obteniendo el Diploma Básico de Bachiller de Ciencias y superando varias materias de Magisterio. Desde ese momento, siempre he procurado vivir y actuar conforme al carisma de los Clérigos de San Viator: “Anunciar a Jesucristo y su Evangelio y suscitar comunidades en las que se viva, se profundice y se celebre la fe”.

Posando con mis padres tras el compromiso

Mis primeros votos, 15 de agosto de 1952 Soy el segundo empezando por la izquierda de la fila central

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Con los compañeros que emitimos los primeros votos Estoy de pie, el tercero por la derecha

En el reverso podéis ver una de mis manías: firmar detrás de las fotos de grupos

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Votos perpetuos De Escoriaza fui destinado al colegio San José de Vitoria, como profesor, y más tarde al Hogar San Francisco de Paula, en Zaragoza. El 15 de agosto de 1958, junto con mis compañeros Lezama y Urrutia, emití los votos perpetuos en la capilla de Escoriaza.

Votos perpetuos en la capilla de Escoriaza

Votos perpetuos junto con mis compañeros Lezama y Urrutia

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Tras los votos perpetuos fui al Seminario menor de los viatores en Sopuerta, y al año siguiente regresé al Noviciado de Escoriaza. Allí, mi compañero José Antonio Lezama y yo ayudábamos al maestro de novicios, el P. Celso López de Munain, mientras completábamos nuestros conocimientos de lengua griega para prepararnos a los estudios sacerdotales. La siguiente foto es del grupo que hizo la primera profesión el 15 de agosto de 1960. Estoy sentado el segundo por la izquierda, sin poder disimular esa sonrisa que algunos tildaban de “pícara“, que me acompañó toda mi vida.

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Ordenación Sacerdotal Estudié Filosofía y Teología en la Facultad de Teología del Norte, en Vitoria, y me ordené de sacerdote en Comillas (Cantabria) el 10 de abril de 1966, Pascua de Resurrección, junto con mi compañero José Antonio Lezama.

A la semana de la ordenación, celebré la eucaristía en mi añorado San Pelayo acompañado de mis padres Antonio y Esperanza. Salimos todos en procesión desde la casa en la que nací hasta la iglesia. La misa fue muy solemne y la ceremonia litúrgica brilló más aún con el coro de los juniores que vinieron desde Sopuerta para realzar la ceremonia religiosa. Completé la Licenciatura de Teología en la Universidad de Comillas, en Madrid, el año 1967, y tras otro paso por Vitoria como Padre Espiritual del “Colegio San José”, recalé en el escolasticado que los viatores tenían en Valladolid, localidad en la que a la postre, pasé el período más largo de mi vida, aunque no de forma continuada.

Misa en San Pelayo, una semana después de la ordenación

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Con mis padres tras la celebraciĂłn

Con cuatro compaĂąeros, todos ellos originarios de San Pelayo, a la puerta de mi casa

Junto con compaĂąeros y amigos en la puerta de mi casa

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Tarjeta de despedida al terminar filosofĂ­a en el Seminario de Vitoria, el 30 de mayo de 1.966

Orla de la Licenciatura de TeologĂ­a

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A propósito, recuerdo ahora un momento que suscitó mucha hilaridad en la capilla de Valladolid, el 15 de agosto de 2002. Resulta que ese año junto con mis compañeros de noviciado Jorge, Urrutia y Lezama (ya que Ortuondo estaba en Chile) celebrábamos nuestras bodas de oro de profesión religiosa.

Los cuatro presentes teníamos fama de ser "un poco" habladores. Por eso, cuando los asistentes a la Eucaristía nos vieron en el altar y recordaron que, en ese momento, los festejados suelen decir unas palabras, temblaron de terror pensando que la comida podría comenzar a media tarde o al anochecer. Nada de eso ocurrió gracias a la estratagema que inventamos.

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Ese día no habría ni homilía ni discursos, sencillamente expondríamos en unas pancartas nuestros agradecimientos y nuestros deseos y, sin decir una palabra, pero acompañados por unos cantos muy apropiados, pasaríamos nuestro mensaje. Esa era la idea pero había que contar con los participantes. Se lo conté a Lezama, que se adhirió con entusiasmo. Urrutia se negó, no veía muy litúrgico eso de sustituir la homilía por un cartón con un mensaje. Había que conquistar a Jorge, el cual no dudó ni un momento.

Para llegar al triunfo final tuvimos que recurrir a la estrategia del voto con compromiso previo de aceptar sin discusión la opinión mayoritaria. Como estaba previsto, Urrutia perdió, pero con gran deportividad colaboró activamente en todo. Jorge, con su buena mano, hizo unos carteles estupendos, nosotros los exhibimos y todo el mundo se enteró agradecido de lo que queríamos decir. La comida, con gran satisfacción de todos, fue a la hora prevista.

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AquĂ­ estamos los cuatro homenajeados, a los pies de nuestra Madre

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Viatores en Valladolid Aunque hasta 1.968 no me destinaron por primera vez a Valladolid, os contaré como surgió la vinculación de los Clérigos de San Viator con esta Ciudad. Corría el año 1961 y los superiores buscaban una casa para Noviciado o Escolasticado. Tras intentos infructuosos en Vitoria, en el año 1961 se apalabró la compra de una finca de 4 hectáreas a orillas del río Pisuerga, a 10 kms. de Valladolid. Ya nos había convocado el notario para la firma del contrato, pero las dueñas se emocionan, se les encoge el corazón al pensar que se desprenden de una finca con la que estaban encariñadas y se niegan a firmar. De nada sirvió una airada protesta. De nuevo a recorrer fincas y ver más casas. A los dos meses, el día del Sagrado Corazón, ofrecen al H. Andrés una finca de 4 hectáreas en el mismo Valladolid, por el mismo precio que la anterior. El Consejo de la Congregación la acepta el 22 de junio de ese año. Dentro de la parcela, existía una casa que sirvió en los primeros años de noviciado, y unos pajares y establos convertidos en dormitorio, capilla y sala de estudios de los novicios. Nazario Izar de la Fuente, superior provincial de la comunidad, cuenta en una circular del día 27 de octubre de 1961 la llegada de los primeros viatores a Valladolid: “…Un autobús que salió de Escoriaza a las siete de la mañana del día 23 de octubre, dejó a 16 novicios con el P. Maestro y el H. Graciano en su nueva residencia tan poco parecida a la que dejaron en Escoriaza. En tarde de hoy, 27, el M.I. Sr. Vicario General del Arzobispado ha bendecido la capilla y consagrado el altar. Con los trabajos de adaptación de la pequeña casa existente en la finca y un dormitorio de una planta que se ha habilitado, el nuevo noviciado puede alojar amplia y cómodamente a 25 novicios”. La finca estaba enclavada en una “media selva” por lo que se hacía difícil su localización a primera vista, tal y como se ponía de manifiesto en una crónica aparecida en Vida, revista de la congregación: “Se ha cursado a Obras Públicas una petición de colocación de rótulo que oriente al viandante que se acerque a San Viator-Noviciado, pero hay una ordenanza que prohíbe tales distracciones para los esclavos del volante a menos de 50 metros del firme de la ruta. También hemos pedido teléfono y se nos ha dicho en cordial entrevista con el Director de la Telefónica en la ciudad del Pisuerga, que están sirviendo las peticiones del año 57”.

Casa-noviciado

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Exteriores de la Casa- noviciado

Vistas de la finca

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Posteriormente, se construy贸 un edificio para los novicios adosado al existente.

Obras de construcci贸n del nuevo edificio de novicios

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Casa-noviciado tras las obras

El “patio andaluz� del noviciado

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Capilla del noviciado

En los exteriores de la casa-noviciado, se encontraban los aposentos del fiel perro Sevino con el que se encariñaron los novicios, y él con ellos, cuando “se vino” con ellos en uno de sus paseos.

Dominios de “Se-vino”

Con vistas al futuro, se tomó la decisión de construir un nuevo seminario para la congregación. El 14 de julio de 1.964, el Superior General Michel Sudres, bendijo los terrenos de la futura Casa de Formación. Comenzaron las obras en el mes de octubre, y a su término, tomó el relevo de Escoriaza, como la nueva casa de formación de los Clérigos de San Viator en Valladolid.

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Bendici贸n de los terrenos

Obras de la nueva casa de formaci贸n

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Nueva casa de formación de los Viatores en Valladolid

El 20 de octubre de 1966, a las 18:30 horas, como delegado del Sr. Arzobispo, el Vicario General de la Archidiócesis, el Ilmo. Sr. D. Modesto Herrero bendijo la nueva capilla y consagró el altar. Al día siguiente, 21 de octubre de 1966, día de San Viator, a las 11 horas comenzó la misa mayor inaugurándose así la capilla de la nueva Casa de Formación, que posteriormente yo bauticé como de la “Resurrección y de la Vida”. Presidió la Misa mayor el Padre Provincial Nazario Ízar de la Fuente, concelebrando los padres Chauffour, Luis, Jorge y un servidor. Se completó la jornada con un partido de fútbol entre una selección de HH. Escolásticos y un conglomerado de veteranos, rematando la tarde con la proyección de la película “Qué bello es vivir”, gracias a los PP. jesuitas que prestaron la máquina.

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Capilla de la casa de formación

Ambón original

Al año siguiente, el 31 de mayo de 1.967, el Arzobispo de Valladolid don José García Goldáraz bendijo la nueva casa de formación de los Clérigos de San Viator: vestíbulo, dependencias y capilla.

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Invitaci贸n al evento

Bendici贸n del vest铆bulo

Bendici贸n de diversas dependencias

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Ceremonia de bendición de la capilla

Con posterioridad, en parte de los terrenos que ocupó la antigua casa-noviciado, se construyó una residencia para alojar a los más veteranos de la congregación, entrando en funcionamiento el 8 de junio de 1.982. Yo seguí de cerca las obras con entusiasmo, hasta comenté que ya había elegido habitación para cuando me retirara. Sin embargo, ¡cuánto me costó irme a la residencia cuando el provincial me lo propuso! En sus jardines se inauguró el 15 de agosto de 2.003 un monumento en conmemoración del centenario de la presencia de los Clérigos de San Viator en España. Está formado por cinco láminas de acero entrelazadas y representa el mundo (5 continentes) y al mismo tiempo cinco hojas del libro que recoge latidos de nuestros 100 años de historia.

Residencia para los más “veteranos” de la Congregación

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Inauguraci贸n del monumento

Con mis cuatro compa帽eros de noviciado el d铆a de la inauguraci贸n del monumento

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Barrio de las Delicias, delicioso La casa de formación está ubicada en el Barrio de Las Delicias, como yo decía, "Delicias barrio delicioso". El Barrio de Las Delicias se formó a comienzos del siglo XX como resultado de la inmigración que recibió Valladolid motivada por la demanda de mano de obra para los talleres de R.E.N.F.E. ubicados en el Paseo de Farnesio. Ya que esos nuevos vecinos encontraron trabajo en la industria ferroviaria, tomaron como modelo de barrio el de Las Delicias, en Madrid, que también estaba compuesto mayoritariamente por ferroviarios. Posteriormente, en la década de los cincuenta, experimentó otro fuerte desarrollo demográfico como consecuencia de la implantación de la factoría F.A.S.A. RENAULT en el Paseo del Arco de Ladrillo números 44 y 46, entre la empresa Autógena Martínez y los depósitos de carburantes de CAMPSA, y frente al cuartel Conde Ansúrez. Pronto se constató la necesidad, cada vez más acuciante, de establecer un nuevo centro docente para atender las numerosas peticiones de escolarización. Por ello, el mismo día de la inauguración de la capilla del Seminario de San Viator, Monseñor García Goldáraz solicitó a los viatores la construcción de un colegio en el barrio para “atender la educación cristiana de los niños, jóvenes y familias”.

Talleres de R.E.N.F.E.

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Factorías de F.A.S.A. RENAULT

El Barrio Delicias años 50 y 70

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Colegio San Viator de Valladolid La ilusión que entonces nació, tenía dos deseos que satisfacer: catequizar y enseñar. Poner alas al barro y palabras al amor. El 15 de febrero de 1.969, se procedió a la bendición del lugar y a colocar la primera piedra de lo que hoy conocemos como el “Colegio de San Viator”. Y tras las obras, esa ilusión se hizo realidad con el comienzo de las clases, el 14 de septiembre de 1.972.

Bendición de los terrenos

Construcción del colegio

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Colegio San Viator de Valladolid

Siempre me he considerado un educador nato volcando todo mi amor en mis alumnos, intentado que cada uno de ellos desarrolle al máximo sus capacidades. En esa labor educativa hay un tiempo para sembrar y otro para recoger. Pero esos frutos no siempre llegan cuando se desea. Por eso eran famosos mis slogans para cada etapa del curso que como una letanía trataba de inculcar a profesores y alumnos, y que ellos a coro repetían: Para el primer trimestre: “¡A sembrar!”. Para el segundo: “¡Moral, mucha moral!”. Para el tercero: “¡Paciencia, mucha paciencia!”.

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Mis años en Valladolid Mi estancia en Valladolid ha estado dividida en tres etapas. En la primera, de 1968 a 1978, fui profesor en el Escolasticado. Posteriormente pasé a ser su “Regente, Ecónomo y Director de Estudiantes”, nuevas responsabilidades que asumí con decisión, simultaneándolas con la animación de la Catequesis en la parroquia de Ntra. Sra. del Carmen de las Delicias. En el Escolasticado tenía claro mi papel de formar religiosos para el futuro en una sociedad cambiante, y con el reto del Concilio Vaticano II que supuso una puesta al día de la iglesia. No dudé en traer a las personas que consideraba mejor preparadas para lograr ese fin. Por Valladolid pasaron desde Marciano Vidal o Alonso Shöekel, hasta Juan de Dios Martín Velasco o Juan Mateos. En esos años, asistíamos con frecuencia a las Semanas de Teología que se organizaban en la Sala Borja dirigidas por los jesuitas. Fueron también tiempos de crisis de vocaciones lo que se ponía de manifiesto en las dispensas de los votos de los jóvenes. Algunos me criticaron de excesivamente aperturista y permisivo, tanto a nivel intelectual como religioso, responsabilizándome de las “deserciones vocacionales” que se producían. Eso me dolió profundamente. Sin embargo siempre consideré prioritario formar personas íntegras y felices antes que religiosos frustrados e insatisfechos. También se criticó mi concepción “puertas abiertas” tanto en los patios como en la piscina colegial. El cariño y agradecimiento que recibimos los viatores de los que se acercaron a nosotros me demostraron que elegí el camino adecuado. El amor a la Congregación me llevó también a reflexionar sobre su propio futuro, cuestionándome mi grado de responsabilidad. Tenía claro que no se debía identificar necesariamente la continuidad de la Congregación con la de la iglesia. Esta perdurará y nuestro carisma también lo hará en la medida que se adapte a los signos de los tiempos. En los inicios de la Congregación, la enseñanza en los pueblos estaba desatendida a la vez que la formación religiosa y esa fue la primera misión a la que la institución se dedicó. Sin embargo en los tiempos actuales la primera necesidad está cubierta, lo que nos lleva a dedicarnos también a otros campos de acción como la atención a los padres de los alumnos. Tras dos años en Madrid, regresé a Valladolid en una segunda etapa desde el año 1980 a 1995, siendo en primer lugar Regente, compaginándolo con el cargo de Consejero provincial. En 1981 fui nombrado Coordinador de la Obra de Valladolid y después Coordinador de Pastoral del Colegio San Viator de Valladolid, desde el año 1984 hasta el año 1995 que de nuevo me destinaron a Madrid. Y ya en mi última y definitiva etapa en Valladolid, a partir del 1999, fui colaborador en la pastoral del Colegio San Viator y responsable de la “Eucaristía dominical” del Centro S. Viator. También me ocupé de los grupos de formación de adultos y de oración abierta.

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Años en el Escolasticado, formando el grupo de dirección que algunos llamaron “el pentágono”

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AMPA-Deportes-GOV La educación no solo compete a los profesores. El compromiso de los padres en esa labor refuerza la motivación de sus hijos. Por ello siempre he tenido un agradecimiento especial para los miembros del AMPA de los colegios por los que he pasado. Esos padres que de manera desinteresada, sacrifican gran parte de su tiempo en colaborar con los profesores y con el colegio, organizando actividades para padres y alumnos. Como muestra de agradecimiento, me acercaba a sus reuniones y les dedicaba el apelativo de “tontos buenos”, animándoles con frases como: “no tenéis remedio, y no lo tengáis”.

Con miembros del A.M.P.A.

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El mismo agradecimiento transmitía a los monitores de deportes y del GOV, Grupos de Orientación para la Vida, por su trabajo incansable con los alumnos del colegio.

Siempre con el deporte

Eucaristía en Miñera de Luna

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Escuela de Padres Mi preocupación por la formación integral de las familias me llevó a prepararme en el Instituto Superior de Filosofía de los Dominicos de San Pablo, donde cursé los estudios de Orientador Familiar. Fue entonces cuando un grupo de padres me sugirieron que organizase charlas sobre temas relacionados con la educación y las diferentes etapas del desarrollo de los niños. Así nació la “escuela de padres”, en la que posteriormente tuvieron cabida temas relacionados con la formación humana y cristiana de padres e hijos y las relaciones personales entre ambos.

Grupo del curso de “Orientador Familiar”

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Piscina abierta al Barrio El colegio San Viator contaba entre sus instalaciones con una piscina. Un espacio que cobró gran importancia ya que a través de ella, ofrecíamos a las familias un ambiente sano de esparcimiento. Trabajé duramente junto con mis hermanos de comunidad para conseguir que fuera una “Piscina abierta al Barrio”. Nos empleamos a fondo para propiciar un clima muy familiar, rico en confidencias, consejos y también algún que otro consuelo. Con mucha frecuencia, el recinto se convertía en un “confesionario al aire libre”.

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Las fuertes inversiones que requerĂ­a la instalaciĂłn para adecuarse a las nuevas normativas en materia de seguridad, la abocaron al cierre. Y tras varios aĂąos de abandono, se ha reconvertido en el nuevo aparcamiento colegial.

Nuevo aparcamiento colegial

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Parque de la Paz Además de mi labor educativa y pastoral en el barrio, sentí la necesidad especial de hacer lo que estuviera en mi mano para mejorar la situación de los vecinos. Por eso me podíais encontrar en cualquier actividad que apoyara sus reivindicaciones sociales. Pertenecí a la asociación de vecinos, y junto con ellos, Justicia y Paz y el apoyo de parroquias y colegios, conseguimos para el barrio un lugar de esparcimiento del cual carecía, el “Parque de la Paz”. Esta zona se localiza entre las calles Arca Real y General Shelly, al lado de los terrenos ocupados por el Cuartel de Caballería Conde Ansúrez. Los terrenos fueron ocupados por los militares del cuartel próximo. Alguien se dio cuenta que esos terrenos no les pertenecían ya que eran de un particular.

Terrenos donde hoy se ubica el parque

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Tras conversaciones con los responsables militares, lejos de dejarlos libres, vallaron su perímetro.

Desde “Justicia y Paz” se propuso que la gente colgara en la alambrada que delimitaba la parcela, carteles con las reivindicaciones vecinales. Posteriormente, nos movilizamos para que el Ayuntamiento comprara esos terrenos y los dedicara a hacer un parque y no a la construcción de viviendas. Finalmente, las peticiones vecinales fueron escuchadas. Y llegó el momento de ponerlo nombre. Se propuso que fueran los propios vecinos quienes lo eligieran. Yo sugerí llamarlo el “Parque de la Paz”. Esa idea cuajó entre los vecinos y fue el nombre elegido mayoritariamente. Desde el Ayuntamiento se repartieron arbolitos para que los vecinos los plantáramos en el nuevo parque, dándonos así la oportunidad de sentirlo más nuestro. Y así, herramienta en mano, lo hicimos niños y grandes. Con la colaboración de todos, hicimos realidad el “Parque de la Paz”, un lugar de ocio para nuestro cada vez más “delicioso barrio”.

Reivindicaciones vecinales

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Asamblea en los terrenos

Los vecinos plantando รกrboles en el nuevo parque

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Parque de la Paz

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Catequesis del Carmen Mi espíritu viatoriano me ha llevado siempre a estar abierto al Barrio de las Delicias, a la Diócesis, y en tanto en cuanto he podido, he prestado mi colaboración gustosa a personas e instituciones. Mi labor pastoral en el barrio en los primeros años, fue la animación de la Catequesis en la parroquia Ntra. Sra. del Carmen de Las Delicias, en la que estuve hasta el año 1978. Por aquellos años, en la catequesis de El Carmen había algo más de mil niños, unos ciento diez o ciento veinte catequistas, y un grupo de cantores compuesto por aquellos adolescentes provenientes de la catequesis, que se hacían mayores, pero no lo suficiente como para responsabilizarse de un grupo.

Parroquia de Nuestra Señora del Carmen

Los domingos, media hora antes de celebrar la eucaristía, reunía a todos los catequistas y les exponía el tema del día para que luego cada uno se lo transmitieran a los niños de su grupo. Intentaba adaptar la eucaristía a niños y mayores. De hecho, muchos padres se quedaban todos los domingos a esta misa de chicos. Intentaba cuidar la parte correspondiente a la música para así hacer participar en la liturgia a todos los asistentes. Inclusive hice mis pinitos organizando un pequeño coro a cuatro voces mixtas. ¡Y hasta se editó un cantoral! Para toda esta labor me apoyaba mucho en los viatores estudiantes, que entonces había en Valladolid. Organizaba charlas, convivencias y retiros de uno o varios días. Otra cosa que promoví durante unos años, fue la noche de oración. A eso de las diez de la noche íbamos a algún lugar alto de los de las afueras de Valladolid, y lo pasábamos en oración hasta contemplar la salida del sol. También organizaba charlas a los padres para actualizar su formación religiosa, intentando presentar una teología liberadora basada en el mandamiento del amor y la moral de actitudes. La catequesis también tenía su parte lúdica. Por Navidad se celebraba un Festival, para el cual el seminario de San Viator nos prestaba el salón de actos que se llenaba a tope. Al final del curso se organizaba la excursión de catequesis, a la que también se admitía a los padres que quisieran ir. ¡Llegamos a llenar hasta dieciséis autocares!

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Excursi贸n fin de curso de catequesis

Grupo de catequistas con los novicios en San Viator

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Diversos grupos de catequistas

Último servicio que prestaron las sotanas colaborando en la construcción de la rampa del seminario

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Años más tarde, en el 2.000, las “viejas glorias de la catequesis del Carmen” nos reunimos compartiendo “misa y mesa” en el Colegio San Viator, recordando aquellos maravillosos y fructíferos años.

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Charlas con Goyo Compaginando mi labor en la catequesis del Carmen, durante esos años me dediqué también junto con Goyo Esquíbel, a ir por los colegios de Valladolid y por diversos pueblos de la provincia a dar charlas, ejercicios, retiros, en definitiva, a evangelizar. ¡Vaya tándem formábamos! Transmitíamos a los jóvenes y a las familias una manera de entender y vivir un cristianismo abierto, humano y positivo. Lástima que esa forma de evangelizar no siempre fuera bien entendida. Recuerdo que algunos incluso nos acusaban de “corruptores de menores. Por suerte siempre contamos con el cariño y el apoyo que recibimos de los hermanos de comunidad, de las familias, de los directores de los colegios, del Obispo, del juez, sí, sí, del juez que hasta ese punto llegaron incluso las disputas, y hasta del escritor Delibes que se puso de pie en una reunión para defendernos y felicitarnos por la educación que dábamos a su hija.

Pero llegó el año 1978 y fui trasladado a Madrid como Consejero provincial de los viatores, lo que me obligó a abandonar la colaboración con la parroquia del Carmen. Y aunque regresé a Valladolid en 1980, las nuevas funciones que la congregación me encomendó, no me permitieron volver a la parroquia de El Carmen con la cual, no obstante, me mantuve siempre muy vinculado.

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A mi regreso, en el curso 1980-1981, un grupo de jóvenes de la plataforma 0,7%, que persigue destinar ese porcentaje del producto interior bruto de los países ricos al desarrollo de los países del Sur, buscaba un lugar para hacer una huelga de hambre reivindicativa. Solicitaron mi apoyo para poder realizarlo en la casa de formación de San Viator en Valladolid. Tras consultarlo en la comunidad religiosa, y después de “algún que otro acalorado cambio de impresiones con compañeros”, la huelga de hambre tuvo lugar en San Viator, teniendo gran resonancia en la ciudad.

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Justicia y Paz Tomé parte en el movimiento diocesano de Justicia y Paz del que intenté ser un miembro activo, aportando todo mi entusiasmo. Desde ese colectivo promoví durante varios años una marcha pacífica y silenciosa en pro de la paz, la justicia, los inmigrantes, los derechos humanos, de acuerdo con el lema escogido para cada año.

Una de las acciones convocadas por Justicia y Paz, tenía lugar al día siguiente de cada asesinato terrorista. Nos concentrábamos a las ocho de la tarde en torno a la cruz de la plaza de San Pablo como signo de rechazo al terrorismo y apoyo a las víctimas. Eran concentraciones silenciosas que duraban media hora. Para acabar se leía un manifiesto de apoyo a las víctimas, pidiendo a los terroristas el final de la violencia.

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Recuerdo especialmente la del 16 de junio de 1990. Llevábamos dos pancartas: “La Paz es posible” y “Apuesta por la Paz”. Una periodista de Radio Televisión Española se acercó a mí y me preguntó por el significado de ese silencio. Le respondí que es nuestro estilo de protesta activa. El reportaje se vio esa noche en el Telediario nacional.

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Festival Musical de la Paz En el contexto de este movimiento, junto con Santi Angulo, surgió también el Festival Musical de la Paz, que durante varios años se celebró en diferentes lugares de la ciudad. El primero se celebró el 12 de mayo de 1990 en la capilla de San Viator. Participaron 12 grupos musicales con canciones originales y los asistentes sobrepasaron los 600, además de numerosos reporteros de radio y televisión. La canción del Grupo San Viator titulada “Gente de Paz”, que el propio Santi Angulo compuso, fue proclamada “Canción de la Paz 1990”.

1er Premio del Festival Musical de la Paz

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Fundación Aldaba Proyecto-Hombre Siguiendo los pasos de Luis Querbes, los Clérigos de San Viator nos dedicamos especialmente a los más desfavorecidos de nuestro tiempo. En el año 1993, junto con otras cinco Congregaciones religiosas implantadas en Valladolid, nos concertamos para dar una respuesta eficaz al problema de la drogadicción. Se creó una fundación, a la que se dio el nombre de ALDABA, y que eligió el estilo terapéutico del Proyecto Hombre. Así comenzó su andadura “ALDABA - PROYECTO HOMBRE VALLADOLID”.

Estuve presente en sus primeros pasos y tras el paréntesis de mis años en Madrid volví a formar parte del Patronato junto con mi compañero Juan Francisco Serrano en representación de los viatores.

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Grupos de formación y oración abierta

Como yo siempre he entendido, Dios y la religión son fuente de alegría y esperanza y no de angustia interior. Y fruto de ese convencimiento, me mostré en todo momento alegre por dar a conocer a Jesucristo y su evangelio, con una actitud “positiva”. Trataba de transmitir esa misma actitud en las charlas de la “escuela de padres”, a las que me he referido anteriormente, y también en los “grupos de formación” y en la “oración abierta”, que la Comunidad Viatoriana ofrece a todas las personas que manifiestan esa inquietud.

Grupos de formación

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Grupo de oraci贸n abierta

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Eucaristía de doce Esa visión positiva de la religión es la que encontraban, y siguen encontrando, todos los que cada domingo asisten a la eucaristía de San Viator, la llamada “eucaristía de doce”. Ponía gran énfasis en la relación personal, en conocernos unos a otros, en celebrar, sí digo bien, en celebrar, porque la eucaristía debe ser una fiesta. Por ello muchas veces de manera provocativa me dirigía a todos diciendo: “Dios no quiere vernos con cara de vaca triste”, o, “un santo triste es un triste santo”. En cuanto a las homilías, yo nunca he sido hombre de largos discursos o sermones, prefiriendo resaltar la idea que consideraba principal de cada lectura del evangelio, haciéndola comprensible y cercana para todos. Por eso en las eucaristías de verano, tras el momento de la palabra, miraba a la gente con una sonrisa un tanto socarrona, alzaba una mano y decía a los asistentes: “En tiempo de melones y sandías"..., a lo que todos a coro contestaban: “No hay sermones ni homilías”.

Grupo “eucaristía de doce”

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Siempre he hablado de la importancia del sentimiento de la presencia constante de Dios en cada momento del día: al levantarme, en la oración comunitaria, al ir al colegio, en las sesiones de patio, al encontrarme con las personas y escuchar sus problemas o al celebrar la Eucaristía. Prediqué el momento presente sincero, que yo esquematizaba con las siglas MPS, invitando a todos a ver y vivir lo que de bueno, verdadero y bello hay en la vida y en todos y cada uno de nosotros, viviendo la presencia de ese Dios que tanto nos ama. Y como el tema de las siglas me iba bien, procuraba introducir en el corazón de quien me escuchaba que era suficiente con saber responder adecuadamente a las tres D: DDD, Dios, Deber y Demás. El camino de la santificación pasaba, decía, por vivir las tres D.

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Grupo Amigos de San Viator También colaboré con los que generosamente empleaban su vida en intentar paliar las necesidades de los demás. Por ello apoyé desde sus comienzos, la idea de esos “Locos de Yahvé” como yo mismo les bauticé, que formaban y forman el grupo de “Amigos de San Viator”. Un grupo de matrimonios, que en fechas próximas al 14 de febrero, se reúnen todos los años para celebrar San Valentín.

Allá por el año 1988, les surgió la idea de entregar a Manos Unidas el dinero que se iban a gastar en la celebración de la cena o tomando café. Así nació la “Gran Cena San Valentín para Manos Unidas”. El primer año se juntaron 40 comensales llegando a ser en algún año más de 600. Ellos mismos se ocupan de elaborar el menú y de preparar todo lo necesario. Toda la Comunidad de San Viator se brinda gustosa a colaborar cada año, poniendo a su disposición todo lo que necesiten salones, cocina, menaje, sillas, mesas…, en definitiva, siendo una “casa de puertas abiertas”. Asistía siempre que podía para agradecerles su desinteresada labor por el prójimo, aquél en el que nunca debemos dejar de ver a Dios.

La elaboración del menú

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Entre fogones

Preparaci贸n de los comedores

Esperando a los comensales

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En perfecto estado de revista

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Comunidad CVS-AZACÁN Como Viator, igual que mis hermanos y hermanas, me sentía en la obligación de acoger a los que estaban a nuestro alrededor, y más aún cuando estas personas manifestaban un claro deseo de aproximarse y compartir con nosotros. Allá por el año 1991, un grupo de jóvenes con una inquietud común de profundizar en su vivencia cristiana, comenzó a reunirse en los salones del Colegio San Viator. Les propuse formar una comunidad con ciertas similitudes a la Viatoriana, inspirada en el carisma de Luis Querbes y empapada de la forma de ser y hacer de los viatores. Pero siempre respetando su propia identidad, sin prisas ni agobios, avanzando siempre “a paso de buey”. Así nació la Comunidad Viatoriana Seglar, es decir, la CVS. Ese grupo de jóvenes, con el tiempo, formaron familias y he de confesar que me he sentido orgulloso de estar presente siempre que me ha sido posible, en sus acontecimientos familiares, celebrando sus bodas, bautizando y oficiando la “segunda comunión” de sus hijos, y también estando próximo en la despedida de sus seres queridos.

Celebración con la Comunidad Viatoriana Seglar (C.V.S.)

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Mi 煤ltima celebraci贸n con la C.V.S. a la que se unieron algunos miembros de mi comunidad de Valladolid

De ese grupo surgi贸 la O.N.G. Azac谩n, nacida en Valladolid en torno a 1996, como forma de arrimar el hombro para luchar contra las injusticias de nuestro mundo.

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Impulsor de la Comunidad de San Viator Una de las señas de identidad de nuestra Congregación de los Clérigos de San Viator son los Asociados. La Comunidad Viatoriana está formada por viatores religiosos y viatores asociados comprometidos en una misma misión. Una de mis mayores preocupaciones fue la de poner en marcha y desarrollar la Comunidad Viatoriana, ese “sueño-deseo” del Padre Querbes que también yo convertí en mi sueño: “Viatores religiosos y seglares compartiendo vida, espiritualidad y misión”. Precisamente en 1980 fue en Valladolid donde se hicieron las dos primeras incorporaciones oficiales de viatores seglares a la Comunidad Viatoriana.

Primeros viatores seglares de la Comunidad Viatoriana

Celebración de las Bodas de oro de profesión religiosa

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Con mi Comunidad de Valladolid

Como se dice en los corintios: “Hay diversidad de dones, pero uno mismo es el Espíritu, diversidad de ministerios pero un mismo Señor; diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos”.

Salidas comunitarias

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Una de las Ăşltimas fotos con viatores de Valladolid 1 de septiembre de 2.010 Aniversario de la muerte de Luis Querbes

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Desde la habitación de al lado… Si he conseguido en alguna medida mejorar la vida de todo aquél que el Señor ha puesto en mi camino, os aseguro que me doy por satisfecho. Siempre he dado gracias a Dios por todas las personas que he conocido y me han ayudado a ser cada día mejor seguidor de Jesucristo.

Desde la habitación de al lado en la que me encuentro y desde la que rezo por todos vosotros, no quiero terminar el relato de mi vida sin antes recordaros una oración que escribió José Luis Blanco Vega. Cuando estaba entre vosotros la llevaba impresa en mis labios y en mi corazón. Si conseguís hacer de estos versos un reflejo de vuestra vida, os iréis convirtiendo poco a poco en personas “elegantes”, de las que nuestro buen Dios Padre-Madre presumirá: Desde que mi voluntad está a la vuestra rendida, conozco yo la medida de la mejor libertad.

A fuerza de amor humano me abraso en amor divino. La santidad es camino que va de mí hacia mi hermano.

Venid, Señor, y tomad las riendas de mi albedrío; de vuestra mano me fío y a vuestra mano me entrego, que es poco lo que me niego si yo soy vuestro y vos mío.

Me di sin tender la mano para cobrar el favor; me di en salud y en dolor a todos, y de tal suerte que me ha encontrado la muerte sin nada más que el amor.

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ÍNDICE PRÓLOGO ................................................................................................................................................... 1 ENTRA EN EL GOZO DE TU SEÑOR ...................................................................................................... 5 MI FAMILIA ............................................................................................................................................... 9 AÑOS DE ESTUDIOS............................................................................................................................... 12 PRIMEROS VOTOS .................................................................................................................................. 17 VOTOS PERPETUOS ............................................................................................................................... 19 ORDENACIÓN SACERDOTAL .............................................................................................................. 21 VIATORES EN VALLADOLID ............................................................................................................... 27 BARRIO DE LAS DELICIAS, DELICIOSO ............................................................................................ 38 COLEGIO SAN VIATOR DE VALLADOLID ........................................................................................ 40 MIS AÑOS EN VALLADOLID ................................................................................................................ 43 AMPA-DEPORTES-GOV ......................................................................................................................... 45 ESCUELA DE PADRES ........................................................................................................................... 47 PISCINA ABIERTA AL BARRIO ............................................................................................................ 48 PARQUE DE LA PAZ ............................................................................................................................... 50 CATEQUESIS DEL CARMEN ................................................................................................................. 54 CHARLAS CON GOYO ........................................................................................................................... 58 JUSTICIA Y PAZ ...................................................................................................................................... 60 FESTIVAL MUSICAL DE LA PAZ ......................................................................................................... 62 FUNDACIÓN ALDABA PROYECTO-HOMBRE .................................................................................. 63 GRUPOS DE FORMACIÓN Y ORACIÓN ABIERTA ............................................................................ 64

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EUCARISTÍA DE DOCE .......................................................................................................................... 66 GRUPO AMIGOS DE SAN VIATOR ...................................................................................................... 68 COMUNIDAD CVS-AZACÁN................................................................................................................. 71 IMPULSOR DE LA COMUNIDAD DE SAN VIATOR .......................................................................... 73 DESDE LA HABITACIÓN DE AL LADO… .......................................................................................... 76

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