Pregón 2022

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Santa Quiteria 2022

Pregón de fiestas

Quiteria pregonera: Marta Quintero Solera

19 de mayo de 2022, Barrio de San Gil (Huete)

¡Viva Santa Quiteria!, ¡Viva nuestro barrio!, ¡Viva la esposa de Cristo!...

¡Viva, Viva!

Curioso ¿verdad?, empezar por donde acaba, pero cualquiera de estas vivas podrían iniciar un pregón que pretende ser un canto a la fiesta, una apertura del telón de la alegría, de la diversión, del entretenimiento, y del canto a nuestra Santa.

Hoy hace un año que nos dejaste papá, duele pensar que ya no estás aquí, aunque no puedo evitar sonreír con lágrimas en los ojos al pensar como amabas cada momento de nuestras fiestas. Hasta el último suspiro subiste a San Gil a repicar. Teníamos reunión de la Comisión y me dijiste: “nunca lo dejes hija, y ahora mismo coge el coche que, aunque estamos en pandemia, el barrio no se puede quedar sin gatilla el día 22 de mayo”. Cuando regresé le dije: “tranquilo papá que allí estará, recorriendo nuestras calles”.

Después a quirófano, y tus últimas palabras antes de entrar: “ponedme la gatilla que pronto vuelvo”.

Eusebio me contó tanto que no tendríamos noche para pregonar, pero puedo deciros, que luchó por su barrio como un general. Él, hoy quisiera que cantáramos y bailáramos por todos nuestros ausentes, yo así lo haré, porque lo tengo aquí presente, y poco quise cambiar de aquel año fatídico que este desgraciado fenómeno nos paralizó nuestras fiestas.

Conservo de mi padre recuerdos hermosos, guardo en mi memoria los valores que nos enseñó. En este día, puedo decir con orgullo, que tuve el mejor padre del mundo, al que rindo homenaje hoy.

¡Gracias Papá, aquí se te recuerda y nunca se te olvida! ¡Papá descansa en paz en el cielo, que bien te lo mereces! ¡En tu barrio te queremos y estás presente!

Así que, os pido a todos, querido barrio mío, ¡un aplauso para él y todos nuestros ausentes!

Ya ha llegado el mes de mayo, todo lleno de alegría, porque se celebra en Huete Santa Quitaría, nuestra fiesta.

Quiterios, Quiterias …. Forasteros, forasteras… ¡Sed bienvenidos a las fiestas de Santa Quiteria 2022!

Cuando una mañana hablando con mi madre me dijo: “hija mía que alegría le darías a Papá si hicieras el pregón de las fiestas de Santa Quiteria”; no pensé ni un segundo en aceptar.

Corriendo mande un whatsapp a la Comisión; enseguida recibí respuesta: “sin problemas” . Un gusanillo entró por mi estómago, respiré, y dije; “al ataque a preparar el pregón” .

Pregonar, ser pregonera de las fiestas de Santa Quiteria, de mi barrio, del pueblo que me vio nacer hace ya 46 años, ciertamente, es un gran honor para mí.

Por eso, quiero dar las gracias a la Comisión por la confianza puesta en mí, pues de bien nacidos es ser agradecidos.

Fue después de aceptar este reto, cuando comencé a darme cuenta de la responsabilidad que había asumido. A pesar de todo, nunca pensé renunciar, sino todo lo contrario, decidí que debía esforzarme al máximo para ser digna pregonera de nuestras fiestas, de este barrio al que tanto respeto y quiero.

Muchos de vosotros os preguntareis, ¿quién es ésta que tiene el atrevimiento de pregonar nuestras fiestas?

Y tenéis toda la razón, es mucho atrevimiento por mi parte, pero es mayor mi cariño y mi gratitud para con todos vosotros.

Yo misma me preguntaba, ¿qué voy a deciros que vosotros no conozcáis mejor que yo?

Hoy es un día muy especial, un día de sentimientos encontrados, de responsabilidad, orgullo y alegría, por lo que representa para mi ser pregonera, rodeada de mi familia y amigos, pero también un día en el que los recuerdos de personas cercanas que ya no están con nosotros se hacen más intensos.

Cuando comencé a preparar este pregón, a pensar qué podría contaros, llegaron a mi mente múltiples recuerdos, cargados de ciertos sabores mezclados con sentimientos.

En primer lugar, en este día quiero agradecer a mis padres: Eusebio y Nines, que como transmisores de vida y educación, a los que debo todo lo que soy, siempre están ahí, pues son mis guías y referentes de vida, y han hecho posible que hoy este aquí, compartiendo este rato maravilloso.

Mis padres, ¡ay… Mis padres!, siempre un cariño muy especial a su barrio, a su gente y a su tradición. Ellos nos han transmitido lo que recibieron de los suyos, inculcándonos el orgullo de ser Quiterios a mis hermanos: Chevito, Marian, Isa, a sus nietos: Aitor, Iván, Raquel, Irene y la pequeña de la casa, Martita, que aunque no es natural de Huete, se siente tan Quiteria como cualquiera, pues ya me encargué yo de ello.

Y mi madre, no tengo palabras, un ejemplo a seguir, sigue nuestras tradiciones como una Quiteria más. Llevando mis padres unos 2 años de novios, el señor Antonio Sanz Chicharra cogió su furgoneta y recogiendo a mis abuelos: Vicente y Vicenta pusieron dirección Huete junto a mi madre. Ella, entró en casa de Eusebio y Vitoria; ¡y qué voy a contar! Que desde entonces empezó a mamar y ha sido junto a mi padre nuestros transmisores.

Mi marido, mi hija, mis hermanos, sobrinos, tíos, primos y amigos, gracias, porque siempre me acompañáis.

Todos los años de mi infancia y juventud me desgañité gritando a mi Quiteria amada; desde la salida de la Ermita de San Gil, recorriendo las calles del barrio, la entrada a la Merced para recibir la Santa Oración en la misa solemne a nuestra Santa, la llegada al balcón de mi casa, que cada año que pasa sigo sintiendo el mismo gusanillo, nervio y emoción para ver a la Esposa de Cristo, la Reina del Cielo, la Reina de la Humildad y despedirme de ella ¡PIDIENDO SU PROTECCIÓN!

Mis hermanos se engalanaban con los trajes típicos de nuestras fiestas, para bailar las danzas; Mi hermano con “la lila”, que enseguida mi madre lo arreglaba en casa de la Marianita. Mi hermana; “las aldeanas” , vestida de alcaldesa, y así, durante unos cuantos años.

Mi padre Eusebio, junto con la Comisión: Alfonso, Elías, Eulogio, Esteban, Ignacio, Pedro y otros tantos, siempre estaban pendientes de las fiestas. Durante su trayectoria en la Comisión, pasaron momentos muy difíciles, los contratos no se firmaban como ahora. Cada año un reto más para conseguir la banda, porque se movía cielo y tierra; nunca el barrio se quedó sin ella para alegrar nuestras fiestas.

¡Cómo disfrutaban nuestros mayores! Los jueves cenaban en el Bar Julián; cantaban, reían… Yo chiquitina, me bajaba corriendo a verlos y tenía que estar siempre en el hombro de mi padre. Espontáneamente entonaban una y otra canción:

“Alegraros muchachos que ya nos llega el 22 de Mayo Santa Quitería

… ”

Día de la Víspera y llegada de la música ¡qué emoción! Mi padre con su traje, ¡tan guapo a recibir su música!, siempre con los directores. Mi casa estaba llena de músicos y, de entre todos ellos, en especial, tengo que recordar a Antonio Iglesias, grande para todos nosotros, autor de nuestro himno.

Cuenta mi padre que, en una ocasión, Antonio le llamó. Le dijo que tenía que personarse urgentemente en la Academia de Infantería de Toledo. Inmediatamente avisó a Esteban creyendo que no podría venir la banda de música, pero ¿cuál fue la sorpresa? Había compuesto el himno y los dos regresaron con muchísima emoción a Huete para presentarlo a su barrio.

Al año siguiente, Antonio llegó con la plegaria de Santa Quiteria y nada más verme me dijo: “Martita la tienes que recitar este año” . ¡Qué bonitos recuerdos…!

Ciñéndome a nuestro barrio y haciendo un poco de historia de las personas que ya no están con nosotros y que lucharon para que nuestras fiestas fueran cada año mejor.

Reconocimiento a Encarna Calzas; muy querida en casa. Me cuentan mis padres que guardaba en su casa la ropa de nuestra Santa. Tenía que vestirla ella y las mujeres le ayudaban. Ya en su avanzada edad, se personó en casa para dejarle a mi madre el cargo. Mi madre muy emocionada le tuvo que decir que no ¡gran responsabilidad!

Reconocimiento también a Germán Leis y a su esposa Angustias; su casa siempre abierta al barrio. Y ahora, con sus hijas Marianita e Isabel.

Ignacio, que siendo yo pequeñita y antes de ir a ver a la tía Pili, me tenía que pasar por la ferretería y cantar un ratillo con él. ¡Llegaban las fiestas de la Pura Doncella!

Familia Quintero por mi abuelo Eusebio; Botija, por mi abuela Vitoria.

Entre estos recuerdos y estas imágenes, veía a mis abuelos, sentados en el banco de San Gil, esperando la salida de nuestra Santa. Siempre con lágrimas en los ojos, ¡y en el concierto igual!, ahí a mi derecha, como si los estuviera viendo, los dos sentaditos para escucharlo.

Mi tío Antonio; devoción por su Santa y sus fiestas, la música… ¡cómo le gustaba!, siempre con su grabadora en la mano: sus dianas, su procesión…

De mi tío Jesús y mi tía Ángeles… les encantaba preparar su mesa para cuando pasara la diana.

El tío, Isaac, Basilia, Isabel, Mariano, Felisín, Segundo, Gerardo… PAPÁ, cuantos y cuantos otros que ya no están con nosotros.

Un año una buena chaparrá de agua les cogió en la procesión, pero dio tiempo a que nuestra Santa se pudiera meter en la nave de mi padre.

Pero mi gran querer por las fiestas, es la emoción que se siente en los preparativos. Nos preparamos para ofrecer lo mejor de cada uno. Las casas se engalanan, se limpian a fondo, se estrenan zapatos y vestidos comprados para la ocasión con el fin de lucirlos; las comidas, cenas, los dulces la limoná…

Desde que me fui de Huete, presumo de tener grandes amigos, les transmito el amor que siento por mi Santa, y procuro no faltar nunca.

Me moriré de pena el día que no pueda ver bajar a nuestra Santa, y quienes me conocen, saben que es verdad, porque se escuchan voces cálidas celestiales signo de compasión y misericordia. Como decía Moisés Viretti: ¡UN PUEBLO TOCADO POR LA MANO DE DIOS! Cierto, un barrio con amor, que en su procesión cada redoble de tambor es una oración, cada Viva un símbolo de paz y fraternidad, en el que si estás presente lo vives y si estás ausente, lo sientes. Las lágrimas manan del sentimiento profundo y del orgullo de ser un buen Quiterio.

Quiero recordar la guerra que dábamos en las novenas, mis primos: Javi, Mariví, Nuria, María Teresa, Paco, Merche y muchos más.

Y como no, la mañana se ponía hermosa para nuestra Santa cuando se pasaban las mujeres: Aurora, Mercedes, Pilar, Luisa, Quiteria, Carmen, Pilar la de Eulogio, mi madre y muchas más. No nos dejaban entrar; nosotras por la mirilla intentábamos ver qué es lo que pasaba dentro porque estábamos nerviosas a la espera de que las puertas se abrieran. Instantes antes, como ya era costumbre, mi tío Jesús había puesto el broche final ¡qué emoción ver que nuestra Santa ya estaba preparada! ¡Sus primeras vivas!

Y ahora yo intento estar, es algo que me hace muchísima falta es una emoción interior que no tengo palabras para describir, vemos como a nuestra Santa le ponemos sus mejores galas. Ahora es el relevo, le toca a la gente joven y los cohetes del final, Araceli los prepara, ¡qué no falten!, ¡empieza lo bueno!

Llega la noche de las banderas y se empieza el mejor jamón, los choricillos de la Nines, sus pastas… Desde hace unos años cenamos los Quintero en casa de mis abuelos ¡qué juergas más buenas!

Y así el día de la víspera, la música ya nos llega con todo su instrumental, nos tocan Las Corsarias y nos ponemos a galopear, y así pasamos día y noche sin parar de bailar, nos acostamos un poquito temprano ya que hay que madrugar.

Empieza la diana y con lágrimas en los ojos tocan “La muerte no es el final”. Mi padre se asoma y no para de llorar.

Yo, desde abajo lo miro, él me sonríe y digo otro año más. Arranca por sus calles y sus paradas a tomar café.

Termina la diana, nos preparamos con nuestros mejores trajes; recogida de autoridades, ¡Princesa vas a salir!, y como todo ser

cristiano, hacemos tu procesión, recorremos todo tu barrio y regresamos a San Gil.

Al día siguiente acudimos a tu lado y sin que la alegría decaiga cantamos tus alabanzas al son del tambor y la gaita.

Otro día nos viene, la Chopera se prepara para recibir a nuestra banda, con su música y sus marchas, ¡el pasacalle!

La tarde nos ha llegado, a la Cruz Roja despedimos y con tristeza y agradecidos a nuestra Santa otro año más pedimos.

Y así, Señora Quiteria, hasta el año que viene que como siempre estaré de rodillas a tus pies, conserva nuestra salud te lo pido por mi barrio tan querido.

Por último, me dirijo con mucho cariño a la comisión de jóvenes, son el fermento y pilar fundamental de este barrio, al que debemos apoyar y animar.

Vosotros sois el relevo que debéis tomar el testigo de nuestros mayores. Vuestro compromiso es participación, sin perder la esencia de lo heredado.

Juventud que debemos mantener aquí. Juventud es ilusión, novedad, alegría, fiesta, ideas críticas… ¡Vida!

Juventud divino tesoro que te vas para no volver, instálate en nuestro barrio y no nos abandones. Juntos haremos de este barrio la envidia de las fiestas.

Con estas palabras, sencillas, sinceras, salidas de lo más hondo de mi alma, he querido contar a mi barrio:

Que siempre es necesario volver a casa, sentir tus raíces y respirar. Porque cuando uno siente las fiestas de La princesa de San Gil, las siente para siempre.

Yo quiero dar las gracias a quienes me han dado la oportunidad de hacerlo.

Mi cometido como pregonera es el de invitaros a que disfrutéis lo más intensamente posible de las oportunidades de entretenimiento y diversión que tenemos en nuestro barrio, ¡nuestras fiestas!, mucho antes de que seamos víctimas de la artritis, de la ciática o de cualquier otra de esas goteras que llegan sin avisarnos.

Gracias a aquellas personas que hacen mi carcajada más sonora, mi sonrisa más brillante y mi vida mejor.

Solo me queda desearos: ¡Felices Fiestas, y gritar todos juntos!

¡¡¡VIVA
NUESTRO BARRIO!!!
Marta Quintero Solera
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