Pregón 2019

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PREGÓN DE LA FIESTA EN HONOR A

SANTA QUITERIA VIRGEN Y MÁRTIR

PATRONA DEL BARRIO DE SAN GIL DE LA CIUDAD DE

HUETE PRONUNCIADO POR

MANUEL JESÚS LÓPEZ FELGUERAS

EL 30 DE MAYO DE 2019

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Como quiterio que soy mi alma vive en San Gil y solo por ti, Quiteria comparezco ante este atril. Perdonen mi osadía, disculpen mi atrevimiento pero hoy vengo a pregonar lo que por nuestra Santa siento. Un sentimiento especial por ustedes compartido común a todos los hombres que bajo su palma hemos nacido. Sé que tú estás muy contenta de tenerme hoy aquí: de mi pueblo Sorihuela a este barrio de San Gil. Hasta que mi voz se consuma déjame cantar tu gloria loar tu testimonio enaltecer tu memoria. Y todas las flores de mayo yo te ofrezco en mi pregón acéptalas Santa mía pues son devota oración. Del sol los mejores rayos para alumbrarte el perfil y el himno de todo un barrio que vive y muere por ti. Gritad conmigo muy fuerte y que llegue hasta mi pueblo que en San Gil ya son las fiestas y aquí está su pregonero. Quiterios que me escucháis afinad bien la garganta porque vamos a empezar a echar vivas a la Santa. ¡Viva Santa Quiteria! ¡Viva la mujer fuerte! ¡Viva la pura doncella! ¡Viva ese pedazo de cielo! ¡Viva el barrio de San Gil!

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Excelentísimas Autoridades civiles.

Reverendo Señor D. Juan Antonio, párroco de Huete.

Junta Directiva y representantes de la Comisión de Santa Quiteria.

Quiterios y Quiterias de Huete, amigos todos.

Santa Quiteria me hizo conocer Huete y es Ella la que me ha traído. Estoy seguro de que aquí no hay casualidades, Ella ha querido que yo hoy ocupe este estrado. Quisiera que las palabras de este pregón pronunciado con acento de Jaén, con el que inauguramos las fiestas de nuestra Patrona Santa Quiteria (y digo nuestra, porque también es mía), sean de vuestro agrado, y dejen patente el testimonio de ese amor que aprendimos de nuestros padres, de un amor a la que es el orgullo del barrio de San Gil de esta ciudad de Huete y de mi pueblo Sorihuela del Guadalimar. Gracias por permitirme ser el pregonero del sentimiento de todo un barrio. Un barrio con la mirada fija en un horizonte próspero que pone en lo más alto y en el centro de su día a día, a la que vive en la ermita de San Gil, aquella vencedora española de historia confusa, que prefirió entregarse en manos del perseguidor, antes que traicionar la promesa hecha a Cristo. ¡Suerte la vuestra, optenses del barrio de San Gil! Que desde que abrís los ojos a la luz de este mundo, vivís amparados por el manto de Santa Quiteria y protegidos por su patrocinio. Perdonadme, quiterios que me escucháis, y que merecéis mucho más que yo este honor. Disculpadme si no estoy a la altura o en algún momento me bloqueo…, y porque en mis palabras no podré disimular la emoción que siento ahora mismo y que brota desde lo más profundo de mis sentidos y sentimientos. Unos sentimientos que nacen en mí desde que la vida me dotó de entendimiento. Pues allí en mi pueblo Sorihuela, (como aquí en Huete), una ermita acoge el mayor de los tesoros que tenemos, y cuando el mes de mayo va viendo su ocaso, los caminos se llenan de romeros que van a festejar a la que para nosotros es la “Señora de la Cañá” y la “Perla más preciosa del río Guadalimar”. Hoy llevo en mi pecho con orgullo aquella medalla que heredé de mi bisabuelo y que mi abuela me entregó cuando todavía era muy pequeño. Es la medalla antigua de la Hermandad de Santa Quiteria de mi pueblo, en la que está grabada la imagen que perdimos en 1936. La porto, porque debo hacerlo y porque me acompaña siempre en todos los actos dedicados a Santa Quiteria. Permitidme que en ella haga presente a tantas personas de allí y de aquí que nos cedieron el testigo de una devoción secular y que nosotros, por respeto a nuestras raíces, debemos conservar.

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A todos esos quiterios y quiterias que nos precedieron, que amaron a nuestra Santa y que hoy nos acompañan desde la Chopera del Cielo, vaya nuestra gratitud y nuestro respeto manifestado en este aplauso.

Nací entre montes y olivos soy de la tierra jaenera y allí como aquí en San Gil, aunque de otra manera sabemos lo que es querer a nuestra buena Quiteria. Mi pueblo, amigos quiterios de nombre es Sorihuela y créanme, no hay misterios que a la hora de quererla nos faltan días en mayo y estamos en duermevela. Título de Copatrona tiene mi dulce gallega, nuestra angélica española, nuestra heroica doncella, toledana en su viaje, mártir y brillante estrella. Y llegado hasta Madrid vengo siguiendo su huella, no tengo la menor duda ella me trajo hasta aquí y me quiso por ventura ¡pregonero en su San Gil!

Señora Santa Quiteria: Mi misión sería cumplida, si el pregón que me dispongo a pronunciar en este momento, pudiera contribuir a tu mayor gloria y a que las almas aquí presentes se enamoren un poco más de ti, de tu testimonio, y se dispongan a imitarte, a seguir tus ejemplos. Haciendo merced a tantas gracias como obtengo de ti, es hoy mi ofrenda. Acéptala, pues tú sabes que ha sido preparado desde un fervor sincero y una devoción convencida. Confieso, Santa mía, que mi intelecto se consume, mis energías se confunden, y mi lengua carece de expresiones adecuadas para enaltecer tu grandeza ante este pueblo que te quiere, te venera y te lleva impresa en su corazón desde mucho tiempo antes de que el gran San Pedro Nolasco fundara sobre el solar en el que se asentaba tu antigua ermita el convento de la orden de la Merced, (tan españolísima como tú).

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Cuanto más escribo para decir, siento que más me falta que escribir para hoy decir; cuanto más quiero expresar, menos me entiendo y cuanto más vueltas le doy a mi cabeza, más cuenta me doy de mi insignificancia ante ti.

Quiero escribirte y no puedo me falta la inspiración quiero escribir unos versos que te hagan justa mención. Inspírame Santa mía que yo quiero ser tu pregonero y no solo aquí en la ciudad de Huete sino también en el mundo entero. Ojalá supiera llegar y a todos darte a conocer, que todo el mundo se entere de quién fue esta gran mujer. Que no es en el martirologio un simple nombre más que detrás de esas ocho letras se esconde una gran verdad. Ayudadme vosotros quiterios que no quede un solo lugar donde sepan que Quiteria ¡Es la Santa sin igual!

Cuando vas creciendo en años, forjas tu personalidad y te marcas las metas que quieres alcanzar. Pues yo, desde hace tiempo, una de las metas que me he propuesto, es intentar reunir y dar a conocer todos los lugares que en nuestra España dan o dieron culto a Santa Quiteria. Voy por aldeas, pueblos y ciudades, cámara de fotos en mano. Todos los lugares en los que sé que nuestra Santa está presente. Experiencias os puedo contar de todo tipo: desde la acogida más atenta (como aquí en Huete), hasta la mirada más despectiva y las palabras más desagradables. Pero yo no decaigo. Cada paso que doy, acrecienta mi ilusión, porque estoy convencido de que Ella así lo quiere y sé que es algo que alguien tiene que hacer. Porque Santa Quiteria debe seguir ahí, en nuestra historia, en nuestra cultura y, por supuesto, en nuestra religión. Considero, que ni España ni los españoles hemos hecho justicia a una Santa que fue venerada y conocida en todos los rincones. Una Santa que movió los corazones de las

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multitudes y que fue una de las principales devociones desde la Edad Media. Solo en la provincia de Jaén tengo documentado que fue venerada en 21 pueblos (incluida la capital), hoy, solo en dos (mi pueblo y Santiago de la Espada) y aquí en la provincia de Cuenca, de los 39 que la veneraron, tan solo 11 continuáis festejándola. Hoy su culto queda relegado a la devoción todavía viva de unos pocos pueblos (algunos casi despoblados), al recuerdo de sus ermitas derruidas y a sus imágenes arrinconadas en las iglesias o museos. ¡Creo que es el momento de unirnos, quiterios! Debemos ser la voz de nuestros antepasados y de nuestra propia Santa y, todos los pueblos que todavía mantenemos la llama de su devoción, asociarnos y trabajar para intentar devolverle el puesto que Ella se merece, que debe ocupar y que nunca debió perder en esta su patria.

Un sinfín de historias, mezcladas con piadosas leyendas, se cuentan de Santa Quiteria. No creo que haya que excluir ninguna, pues al fin y al cabo son parte de una solera adquirida con los siglos. Nace en la actual Bayona de Pontevedra. Parto múltiple, pues nacen nueve hermanas gemelas. Algunos (ciñéndose a la razón) ponen en duda esto, yo…, no sé qué pensar. Aunque mi cabeza dude, mi corazón y mi fe dicen que para Dios no hay nada imposible y más, sabiendo que estas nueve infantas iban a ser las encendidas lámparas que iluminarían la religión cristiana de España y Portugal. Despreciadas por la madre, Calsia, son entregadas a la voluntad de Santa Sila, la comadrona. Crecen, son educadas en la doctrina cristiana y se entregan voluntariamente a la promesa de virginidad. El tiempo pasa y la Providencia las lleva a ser reconocidas por sus padres, que determinan casarlas y las obligan a abandonar su fe. Ellas, lejos de aceptar, deciden huir y vivir separadas su entrega a Cristo. Nuestra Santa Quiteria llegará hasta los Montes de Toledo, a la actual Marjaliza, donde abrazará la palma del martirio tras ser decapitada por Germano, el hombre al que su padre la había prometido. ¡Fue el primer 22 de mayo! Estos últimos momentos de la vida de nuestra Patrona, vosotros los conocéis muy bien, por algo los cantáis en vuestro precioso himno. Yo, quiero cantarle también a lo que pasó aquel primer 22 de mayo. Porque no podemos pregonar una fiesta, sin cantarle a sus orígenes. Al fin y al cabo, es lo que celebraremos el sábado: la entrega, el martirio y el triunfo de Santa Quiteria. Un 22 de mayo trasladado.

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Llegaste a Marjaliza huyendo del perseguidor. Te escondiste en un árbol confiando en un pastor. “Si preguntan si me has visto, no me vayas a delatar. Mira que me vienen buscando porque me quieren matar”. “No te preocupes doncella fíjate en aquel tronco seco. Ahí estarás segura escóndete en ese hueco”. Cuando allí llegó Germano con toda su compañía, le preguntó al pastor si de Quiteria sabía. Él dice no haberla visto mientras que le señalaba con el dedo el refugio donde nuestra Santa estaba. Con malicia despechada el verdugo se acercó, y con su afilada espada, a Quiteria allí mató. Lo que sucedió después fue un prodigio del Creador, para que nosotros creamos que es el único Señor. Donde cayó la cabeza brotó una clara fuente, allí ha encontrado la salud incontable gente. Aquel pastor traidor tuvo lo que mereció, pues enfermo de rabia su perro le hirió. Dolido del mal a las aguas se acercó, y lavándose en ellas la salud recuperó.

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Nuestra Santa ya sin vida, del suelo se levantó, y ante el asombro de todos su cabeza cogió. Unas cuantas leguas la llevó en sus manos, hasta una iglesia donde había cristianos. Allí fue sepultada con gran veneración, siendo honor para la Iglesia y gloria de esta nación.

Las fuentes nos cuentan así los últimos instantes de nuestra Santa, y así nos la muestras tú, Huete: con la herida en su cuello, decapitada. Pero reinante y glorificada, de belleza tal, que seguro fueron los mismos ángeles los que se sirvieron de las gubias del artista para tallar su hermosura. Y hoy, como lo hicieran antaño los mayores, se disponen tus quiterios y quiterias a celebrarla, porque se cumplió la espera. Se agotó el tiempo y ya, ¡llegó la fiesta! o Ya se oye la música, la multitud está galopeando; o Ya estallan en el cielo los colores de los fuegos de artificio; o Ya suenan las campanas en la espadaña de la ermita; o Ya están los balcones engalanados; o Ya se oyen las loas de la alabanza; o Las calles ya están llenas de banderas con los colores de los corazones de San Gil… Al son de sus galopeos y su forma de sentir, van sus mejores deseos que son todos para ti, y una cascada de vivas parece no tener fin. Vuelan palomas Señora, por los que ya se les fueron, por los quiterios ausentes y los que el pecho se abrieron, por mantener esta fiesta sin poner trabas ni peros.

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Todos corren a la ermita de donde brota el consuelo, y ven abrirse sus puertas como el portón de los Cielos, ¡sale la santa hermosona devoción de sus abuelos!

Y por fin es sábado, el sábado que desearías sin ocaso, aquel en el que de mañana, Santa Quiteria es más de Huete, porque con los de Huete se mezcla…

Las campanas ya lo anuncian un hervidero es la plaza. ¡Mirad todos a la puerta que está saliendo la Santa! Las gargantas se desatan, el delirio se hace el dueño, el aire se vuelve de flores en este sábado alcarreño. Esa emoción que yo siento, ¡ojalá la pudieras vivir! Es algo que solo entienden los nacidos aquí, en San Gil. Mira su rostro y dime si has visto belleza igual. Sé que la misma cara tiene en la Corte Celestial. Porque desde que nacemos y hasta el día de nuestra muerte los quiterios, ¡bien sabemos! lo que es con pasión, quererte. Orgullo es lo que yo siento cada vez que pienso en ti, orgullo de ser de Huete y haber nacido en San Gil. Santa Quiteria bendita, ya estás en la calle. Hoy tu barrio tiene la inmensa fortuna de ofrendarte todo su amor en cada viva, en cada plegaria. Fuiste la fe de nuestros antepasados (de los quiterios difuntos) y por eso, no me cabe la menor duda de que todos están contigo. Hoy les regalas un cachito en uno de los balcones del Cielo, para que desde allí puedan vernos en la mañana hermosa, cuando tu imagen enfile

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lentamente la calle del Caño, para después descender por la cuesta del Mercado, camino de San Esteban. Y allí te encontrarás con la Madre, la Virgen de la Merced. La Señora morena que a todos abraza, sin entender de barrios: Ella solo entiende de Hijos. Jamás olvidaré la primera vez que asistí a tu entrada en San Esteban. Tú, mirando a tus quiterios, parecías sonreír avanzando de espaldas por la nave central, mientras el coro entonaba aquello de: Viva Quiteria la Santa que al acero su garganta ofreció por conseguir gloria eterna y alabanza. Tras la Santa Misa (el Santo Sacrificio de Cristo), nuestra Santa vuelve a salir para procesionar por las calles y regresar a su ermita no sin antes hacer estación en la Chopera, donde los niños (quiterios del mañana) se acercarán a la Patrona para ser inmortalizados. Por ellos te pedimos, Santa nuestra. Para que sepan decir NO a los errores que la sociedad les ponga por delante, y crezcan siendo tú su referente. Y Santa Quiteria vuelve a emprender el camino, ese que no quieres que acabe, porque es la recta final que dará paso a un largo año de espera. En la plaza de San Gil se gira y te mira. Tus ojos se cruzan con los suyos, con los de todos, y entonces, quiterio, es cuando…

Padres e hijos que lloran no les queda más remedio, y si de hijos se trata gritemos con voz muy alta: ¡viva la hija de Casia y la hija de Catelio! Virgen y esposa de Cristo que haces temblar los infiernos, porque fue lo nunca visto que caminaras, ¡no es cuento!, con tu cabeza en las manos para gloria del Supremo. Jardín Florido de Huete que como todos sabemos llegaste para quedarte y darnos cariños tiernos convirtiendo en primaveras recrudecidos inviernos.

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¿Qué más te digo Quiteria que no te hayan dicho aquí? Al triste que pase a verte se irá contento y feliz y donde quiera que vaya al acordarse de ti dirá como es de justicia que es como hay decir: ¡VIVA SANTA QUITERIA! ¡Y VIVA EL BARRIO DE SAN GIL!

Recuerdo aquella primera vez que visité Huete. Fue un 27 de abril de 2013. Me encantó vuestro pueblo, me fascinó vuestro patrimonio. Pero como podéis imaginar, lo que más me gustó fue encontrarme con Santa Quiteria de frente. Esa imagen que yo solo había visto por Internet y en alguna ocasión por la televisión. No puedo describir la sensación que invadió mi cuerpo cuando la señora María Pastor metió la llave, abrió la puerta y mis ojos vieron al fondo, en su hornacina, a Santa Quiteria, iluminada por la luz que entraba de la calle. Noté que me estaba esperando y, con sus brazos abiertos, sentí su abrazo. Después he vuelto en varias ocasiones, y me he ido siempre con la misma sensación. Sensación que se complementa con vuestra inigualable acogida y con el trato cordial que siempre me habéis dispensado. Si siempre que he venido a Huete ha sido como venir a casa, a partir de esta noche, soy uno más de vosotros, porque un trozo grande de mi corazón se queda aquí para siempre, prendido en el manto de Santa Quiteria.

¡Alégrate Noble y Leal Ciudad de Huete! Tu milenaria historia, bebe de las fuentes inagotables de la tradición, una tradición sellada con la prosapia heredada de tus mayores. ¡Barrio de San Gil! Prepara tus más preciadas galas para celebrar con orgullo que estas son tus raíces, tu seña de identidad, tu esencia más antigua… Y no olvides nunca que nada en ti sería como es, sin la presencia de Santa Quiteria, tu Patrona y Protectora. Queridos quiterios, somos responsables de preservar este legado, en el que devoción, fe y tradición se funden en un marco de bellísimas formas y costumbres. Lo que viviremos estos días, es la historia de vuestro barrio hecha fe en las calles. Una historia que perdura y no se agota, que solo encontrará su ocaso el día que no quede ni un solo nacido en San Gil… Es decir, NUNCA. Durante estos días, cientos de almas fijarán sus miradas en su rostro sereno, tranquilo y limpio… Cientos de rodillas se doblarán en agradecimiento o petición, reconociendo su intercesión eficaz… Cientos de manos, acariciarán los dorados de su carroza y apretarán

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su medalla, como aferrándose a las suyas… Cientos de gargantas gritarán vivas y vivas y más vivas, porque el mayor deseo es ese: ¡que Santa Quiteria viva en nosotros, viva en los nuestros, viva en nuestro pueblo! Y Ella, esbozando en sus labios una sonrisa, escuchará y aceptará esos vivas… Y en ellos vivirá para siempre: o Porque su figura inmortal no la borrarán los siglos; o Porque los tiempos no podrán con la potencia de su testimonio; o Porque su palma siempre cubrirá a nuestros hijos; o Porque su aliento nos empujará cuando más cueste; o Porque sus manos seguirán tendiéndose para levantar a los que se caen; o Porque su mirada será luz que alumbre la oscuridad…

Por eso, quiterios y quiterias: ¡seguid siempre gritando vivas! ¡No os canséis de gritar vivas!

Seguid gritando vivas lanzadlos a los cuatro vientos que los recoja el confín más lejano ¡son vuestros sentimientos! ¡Viva la hija de Casia! Que desde su más tierna edad ofreció a su esposo Cristo, alma y virginidad. ¡Viva la hija de Catelio! Que no se dejó amedrentar rechazó todos los honores que el mundo le quería dar. ¡Viva ese jardín florido! Que estalla cada primavera y por orden de belleza Ella es siempre la primera. ¡Viva la mártir gallega! Que con decisión y denuedo entregó su cuello a la espada en los montes de Toledo.

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¡Viva la abogada de la hidrofobia! Que acoge en sus altares súplicas y plegarias y consuela en los pesares. ¡Viva el espejo de los quiterios! Cristal transparente y claro trasunto donde mirarse y en Ella verse reflejado. ¡Vivan los quiterios difuntos! Memoria que no puede faltar ya descansan en sus brazos en la San Gil celestial. ¡Vivan los quiterios ausentes! Aquellos que desde fuera no olvidan sus orígenes anhelando ya la vuelta. Y que ¡Viva Santa Quiteria! Griten todas las gargantas que está mi barrio de fiesta y es mi Santa la que manda.

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