EXPOSICIÓN PARQUE ARQUEOLÓGICO DE FACATATIVÁ

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Parque arqueológico de Facatativá Proyecto: Divulgación para la Preservación del Arte Rupestre de Cundinamarca. Patrimonio Cultural de la Nación

Este parque posee abundantes pinturas indígenas precolombinas, realizadas sobre las piedras hace cientos o quizás miles de años.

Curaduría, investigación, guión y textos Álvaro Botiva Contreras -ICANHDiego Martínez Celis

Fotografías Alvaro Botiva Contreras Diego Martínez Celis Hellen Quiroga Archivo Museo Nacional de Colombia Archivo ICANH Google Earth

Diseño y concepto gráfico Diego Martínez Celis

Colaborador Pedro Arguello García

EXPOSICIÓN ARTE RUPESTRE Parque arqueológico de Facatativá Patrimonio cultural, memoria e identidad

La Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca -CAR-, el Ministerio de Cultura, el Instituto Colombiano de Antropología e Historia -ICANHy Rupestreweb lo invitan a conocer este patrimonio cultural arqueológico de todos los colombianos, evidencia de una larga y apasionante historia de la que usted, también hoy, hace parte.

Octubre de 2008

Aquí se inicia el recorrido por el sendero que lo llevará a conocer las pinturas rupestres originales y 14 páneles que le ayudarán a comprender, valorar y respetar esta manifestación cultural prehispánica.


Caprichosas formas geológicas son parte del atractivo natural del parque.

Fotografía de la década de 1950 en que se aprecia un evento público en la rotonda central del parque. Archivo ICANH.

Parque arqueológico de Facatativá Lago

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Entrada

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22 Piedra de “Los presidentes”

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Rotonda 6

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1 Gracias al reconocimiento de importantes vestigios del pasado, especialmente la existencia de pinturas rupestres, este lugar fue declarado Parque Arqueológico Nacional Por las muchas leyendas sobre el origen, el uso y las formas de las piedras, se le ha llamado Parque piedras del tunjo, de Tunja, Cercado de los zipas o Santuario de la rana. El objetivo desde su creación ha sido conservar las pinturas rupestres, expresión cultural de los habitantes prehispánicos de la región. Este lugar posee una especial significación por haber sido escenario de diversos acontecimientos de nuestra historia. En la época precolombina fue considerado un sitio sagrado, durante la conquista fue testigo de la persecusión a los muiscas y en la colonia fue un sitio obligado de paso. Aquí se han encontrado fragmentos de cerámica precolombina, colonial y evidencias de la guerra de los mil días. Además de las pinturas indígenas, también hay retratos modernos de políticos de comienzos del siglo XX y otros rastros gráficos de los últimos 100 años. Dado que el legado natural y cultural de este parque reside en las piedras y sus pinturas rupestres, es importante su preservación para futuras generaciones.

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Sendero Piedra de “La rana o Las Núñez”

Localización aproximada de rocas y murales con pintura rupestre. Fotografía satelital Google Earth

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Piedra de “Las trillizas”

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Réplica a gran escala de figura cerámica muisca. Como esta existen otras cuatro distribuídas en el parque en memoria de la cultura muisca que habitó el territorio entre los siglos VIII y XVI.

Detalle de pintura rupestre de la piedra de “Las trillizas”


Estatuaria precolombina del Parque arqueológico de San Agustín (Huila).

Hipogeo del Parque arqueológico de Tierradentro (Cauca).

El Conjunto doctrinero de Sutatausa (Cundinamarca) es un ejemplo de Patrimonio Cultural Material, representado en su riqueza arquitectónica y en su significación histórica como evidencia del proceso de evangelización y reducción de los indígenas del altiplano.

La transmisión de saberes y las expresiones de una comunidad, como las danzas o los cantos, son parte del patrimonio cultural denominado inmaterial. Danza Yapú, etnia tatuyo (Vaupés).

Patrimonio cultural Es el conjunto de bienes, conocimientos, tradiciones y manifestaciones que forman parte de una nación o región y que por su interés debe preservarse para la comunidad. El conocimiento que tenemos de los grupos humanos que habitaron el país, ha sido posible, en gran parte, gracias a la pervivencia de su patrimonio, el reconocimiento de las modificaciones que realizaron a su entorno y de los objetos materiales que elaboraron. Algunos de estos objetos los podemos observar hoy en día en los museos de nuestras ciudades y pueblos o en los parques arqueológicos del país; pero muchos otros reposan en colecciones particulares, en sitios a la intemperie y sin el debido cuidado o están siendo utilizados ilegalmente como mercancía. El arte rupestre o las pinturas y grabados que nuestros antepasados indígenas dejaron plasmados en piedras por todo el país, ha permanecido durante siglos en el mismo lugar en que fue realizado. Por tal razón el entorno en que se encuentra se puede considerar como un verdadero museo al aire libre. Sin la adecuada protección y concientización, este patrimonio está condenado a desaparecer y es deber de todos nosotros velar por su conservación. Pero para comprender el verdadero valor que tienen estas manifestaciones debemos aquirir un mejor “Tunjo” y copa cerámica muiscas. conocimiento de ellas. Niña junto a una piedra con arte rupestre en Sutatausa (Cundinamarca).

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Versión de Miguel Triana, década de 1920.

Calco realizado en la década de 1980.

Piedra 4. Sector inferior derecho.

Primera fotografía publicada del mural de la piedra No. 4. Nótese el buen estado de conservación y la ausencia de grafitis. Pérez de Barradas, década de 1940.

Piedra No. 4

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Localizada a la entrada del parque, es quizás la mejor conservada y que presenta mejor visibilidad. Fue registrada por primera vez a finales del siglo XIX, desde entonces a sido objeto de interés de varios investigadores. Se presentan aquí varias versiones del registro del mismo panel, que evidencian las diversas maneras de ver el mismo objeto a través de la historia de su investigación. Algunos de sus trazos han sido interpretados como representaciones de plantas u hojas de tabaco, sin embargo no es posible tener certeza sobre el significado exacto de estos símbolos ya que se ha perdido gran parte del rastro de sus posibles artífices. Piedra 4 en Facatativá, Acuarela del Álbum de Liborio Zerda (ca.1892). Puede leerse en la leyenda:“Es la que tiene las figuras más complicadas y mejor conservadas”. Museo Nacional de Colombia


Pintura rupestre en que se aprecian dos pigmentos superpuestos: rojo y amarillo. Tenjo (Cundinamarca).

Grabado rupestre o petroglifo. Albán (Cundinamarca)

Pintura rupestre en color blanco. Machetá (Cundinamarca).

Grabado rupestre o petroglifo. El Colegio (Cundinamarca).

Pinturas y grabados rupestres

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Se conocen como arte rupestre los rastros de actividad humana o imágenes que han sido grabadas (petroglifos) o pintadas (pictografías) sobre superficies rocosas. En su paso por el mundo, el hombre ha dejado plasmadas en cuevas, piedras y paredes rocosas, innumerables representaciones de animales, plantas u objetos; escenas de la vida cotidiana, signos y figuras geométricas, etc., obras consideradas entre las más antiguas manifestaciones de su destreza y pensamiento. Antes del desarrollo de la escritura, las sociedades humanas posiblemente registraban ya, mediante la pintura y el grabado en piedras, una gran parte de sus vivencias, pensamientos y creencias. Expresadas de una manera muy sintética, estas manifestaciones son el reflejo de la capacidad intelectual de la humanidad para abstraer y representar su realidad. GRABADOS RUPESTRES También conocidas como petroglifos, estas manifestaciones fueron elaboradas al sustraer material de la superficie rocosa con instrumentos de una dureza superior. PINTURAS RUPESTRES Esta modalidad de arte rupestre se caracteriza por utilizar en su preparación sustancias minerales (óxidos de hierro, manganeso, cinabrio, carbón, arcillas), animales (sangre, huevos, grasas) o vegetales (grasas, colorantes). Diversas mezclas se llevaron a cabo para obtener pigmentos que van desde el negro hasta el blanco, pasando por una amplia gama de rojos ocre, naranjas y amarillos.

Petroglifo. Buesaco (Nariño)

Pintura rupestre. Abrigo de los Jaguares, Serranía de Chiribiquete.


Facatativá ¿Santuario de la rana?

Indígena frente al petroglifo de la piedra Nyi (Vaupés). Según Reichel Dolmatoff este sitio conmemora el origen mítico de la humanidad, nacido de la unión del cielo y la tierra.

Varios investigadores han interpretado los motivos rupestres del parque arqueológico de Facatativá como representaciones de ranas, y con base en ello han deducido la importancia del lugar como adoratorio de este animal relacionado con la fertilidad y las lluvias. Sin embargo, la proporción de estos motivos, de los cual no tenemos certeza que realmente representen a este batracio, es muy pequeña comparada con el resto de motivos geométricos y de díficil interpretación que también hay en el parque.

Arte rupestre ¿Por qué, quién y cuándo? Estas manifestaciones no son obra del azar ni expresiones carentes de destreza técnica o estética. Son una expresión particular de creatividad, un sistema gráfico de comunicación que representa aspectos de la manera de pensar de los pueblos precolombinos, de sus relaciones sociales y con el medio ambiente en el cual se desarrollaron. Pudieron ser muchas y muy diversas las razones que tuvieron los grupos humanos para realizar arte rupestre: prácticas rituales u ofrendatorias, intenciones puramente estéticas (arte por el arte), o necesidad y vehículo de comunicación de saberes, mitos, etc. El arte rupestre debió tener un sentido y una función precisos, infortunadamente, las interpretaciones que en la actualidad se hacen sobre su significado son tan solo hipótesis, y debido a que ya no sobreviven sus originales artífices, hoy en día no es posible conocer de una manera segura estas intenciones.

5 Un indígena barasana dibuja en la tierra las alucinaciones que vió durante la ingestión de yagé. Las explica asi: el motivo central angular representa vertebras humanas y las espirales son remolinos; el pequeño motivo, en forma de reloj de arena, representa un artefacto de cestería de forma hiperboloide. Los tres elementos constituyen una imagen coherente de fertilidad.

Aún no es posible tener certeza de la época o el grupo humano que realizó las pinturas rupestres de Facatativá, si bien pudieron ser los muiscas, antes de ellos también poblaron el territorio otros grupos por más de 12.000 años.

Según Gerardo Reichel -Dolmatoff, 1968.

Secuencia cultural de la región central de Colombia. Las investigaciones arqueológicas han arrojado evidencias de ocupación humana en el territorio desde hace 12.000 años. Se han logrado diferenciar varias etapas que muestran diversos grados de desarrollo y adaptación al medio ambiente: desde las bandas de cazadores-recolectores, el gradual proceso de domesticación de plantas (horticultores), la aparición de los primeros vestigios cerámicos (período Herrera), hasta el establecimiento de sociedades complejas (cacicazgos muicas) y su posterior reducción tras la conquista española. A pesar del conocimiento que hemos logrado de la presencia humana en Cundinamarca durante este amplio espectro temporal, aún no ha sido posible relacionar las manifestaciones rupestres con alguna de estas etapas. Lo único seguro, y dado que se tiene noticia de ellas desde el siglo XVI, es que fueron obra de las sociedades que habitaron el territorio antes del establecimiento de los españoles. Precerámico

Período Herrera

Horticultura

No se conocen pueblos indígenas en Colombia que sigan realizando arte rupestre, sin embargo aún es posible evidenciar algunas manifestaciones similares aplicadas a su arte decorativo. Se aprecia aquí un índigena pintando la maloka con motivos derivados de las alucinaciones del yagé. Las pinturas estan ejecutadas con pigmentos minerales blanco, negro y rojo, sobre fondo de paneles de corteza de árbol. Según Gerardo Reichel -Dolmatoff, 1968.

La espiral es un símbolo universal al que se le atribuyen gran diversidad de significados: representación de la vida, del movimiento cíclico de la energía, de la rotación de las aguas y los vientos, del pensamiento, etc. Incluso hace poco fue usado como logotipo para identificar al país. Sin embargo, si no se sabe quiénes realizaron estos grafismos rupestres, sus intenciones o su manera de pensar, no es posible asignarle un significado concreto.

Cráneo con decoración

Esqueleto de mastodonte

Conquista

Período Muisca

Colonia

El presente

Copa

Vasija Herrera

Tunjo

Fragmento de estatuilla

Iglesia doctrinera

Herramientas líticas

Mano de moler

15000 a.C.

11000 a.C.

3000 a.C.

Carabela española

800 a.C.

0

800 d.C.

1500 d.C.

hombre actual

s. XXI d.C.


Abrigo rocoso de Perico, Honda (Tolima).

Piedra de Los venados, Mongua (Boyacá)

Piedrapintada, Aipe (Huila)

Arte rupestre en Colombia

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A lo largo y ancho de nuestro país, desde los litorales hasta las alturas andinas, en valles y laderas, o en el lecho de los ríos, es posible encontrar arte rupestre. Muchos de estos sitios permanecen aún sin descubrir entre la espesa vegetación o en medio de cultivos o potreros de ganadería, semienterrados bajo una capa de suelo o intencionalmente ocultos con basuras y desechos por los propietarios de las fincas. Otros están siendo destruidos por picapedreros o han desaparecido ante el avance de los crecientes perímetros urbanos. Algunos son encontrados al abrirse el paso para una nueva carretera o embalse, o al limpiar un terreno para la siembra. Las pinturas y grabados rupestres se encuentran en todo tipo de superficies rocosas, y en diversos emplazamientos (abrigos, paredes rocosas y rocas aisladas).

Roca con arte rupestre en Facatativá, Acuarela del Álbum de Liborio Zerda (ca.1892). Museo Nacional de Colombia.

Petroglifo en la Isla Gorgona, (Pacífico Colombiano).


Pintura rupestre, Sutatausa (Cundinamarca).

Pintura rupestre, Pandi (Cundinamarca).

Arte rupestre en Cundinamarca 7 Las manifestaciones rupestres en Cundinamarca son quizás las más conocidas del país. Este territorio ha sido objeto de investigación desde el siglo XIX y se tienen noticias escritas de la existencia de arte rupestre desde la misma llegada de los españoles en el siglo XVI. Petroglifo, Piedra El arte, Nilo (Cundinamarca).

“Fuiste asiento de tribus heroícas Cundinamarca, patria sin igual, que labraron altivas tus rocas, y forjaron tu sino inmortal.”

Las piedras pintadas o grabadas suelen encontrarse formando grupos más o menos diferenciados, por lo que la presencia de una roca aislada suele ser un caso extraño. Podría decirse que donde haya una roca con arte rupestre, deben existir otras más. Ejemplos de estos conjuntos se pueden apreciar a lo largo y ancho del departamento.

Himno de Cundinamarca, II estrofa.

Petroglifo, Tibacuy (Cundinamarca).


Piedra No. 60 tal como se observa en la actualidad.

Pintura rupestre, mural principal de la roca 60. Resaltan la improntas de manos.

Detalle donde se aprecian trazos muy finos realizados con algún tipo de pincel.

Piedra No. 60 o “La rana”

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La piedra No. 60, también llamada “La rana” por su similitud con este batracio o también de “las Nuñez” por poseer en su parte alta un letrero antiguo con esta misma inscripción. Su especial morfología motivó que fuera adoptada como parte del escudo del municipio de Facatativá. Es una de las formaciones más llamativas del parque, reseñada por primera vez por la comisión corográfica a mediados del siglo XIX. En la década de 1940 se escogió este abrigo para realizar una prospección arqueológica en la que se hallaron algunos fragmentos de cerámica contemporánea, colonial y precolombina y una tumba de una mujer de la que no fue posible obtener fechamiento. De sus pinturas se destacan algunas improntas de manos y la aplicación del pigmento por medio dactilar y en algunos sectores el trazo más fino mediante el uso de algún instrumento a manera de pincel.

Calco del sector principal, realizado a mediados de la década de 1980, cuando aún se encontraba en aceptable estado de conservación y era posible observar buena parte sus trazos.

Acuarela de la comisión corográfica, mediados del siglo XIX.


Vista panorámica de los Abrigos rocosos denominados “Las trillizas”.

Sector con pinturas rupestres que presenta graves alteraciones por grafitis.

Piedra “Las trillizas”

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Este imponente abrigo rocoso se localiza en el costado sur del parque. Su singular configuración geológica parece dividirlo en tres grandes bloques, por lo que ha sido denominado como la piedra “Las trillizas”. Sus pinturas, que se agrupan en más de 11 sectores, han sufrido gran vandalismo, sus paredes han sido recubiertas con arcilla y grafitis con cabón, tizas y pinturas en vinilo y aerosol.

Algunos de los sectores mejor conservados en la actualidad

Primera transcripción conocida del abrigo de “Las trillizas”. Acuarela del álbum de Liborio Zerda (ca. 1892) Museo Nacional de Colombia

Calco realizado en la década de 1980 en que se evidencia la complejidad y varidad de motivos rupestres que, hoy en día, son muy difíciles de visualizar debido a su avanzado estado de deterioro (compárese con la fotografía de la derecha).


Calco de mediados de la década de 1980 que muestra muchos de los motivos que hoy en día son difíciles de ver debido a su deterioro.

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Otras piedras

Detalles de paneles rupestres de diversas rocas del parque.

Existen cerca de 60 murales distribuidos en docenas de abrigos rocosos y bloques aislados por todo el parque. Algunas sirvieron de habitación temporal a los primeros habitantes del altiplano, y existen referencias que acogieron ejércitos durante la época de la colonia y la república. Otras muestran señales de haber sido explotadas como canteras. Al juzgar por las acuarelas de Liborio Zerda (ca.1892) y algunas fotografías de mediados del siglo XX, se sabe que existieron casas y tierras de cultivo muy cerca o junto a algunas rocas. Son pocas las que no conservan evidencia de pinturas rupestres, de ahí la necesidad de protegerlas a todas, pues, gracias a las recientes investigaciones, y pese a su lamentable estado de conservación, es posible aún sorprendernos con nuevos descubrimientos.

Acuarela que muestra una casa y cultivos junto a una piedra en los actuales predios del parque. Álbum de Liborio Zerda (ca. 1892). Museo Nacional de Colombia.


Vista panorámica de la piedra “Los presidentes”.

Grupos 19 y 20. En 2006 fueron intervenidos con el fin de eliminar los grafitis y otros factores de alteración como los rastros de aves que anidan en sus grietas.

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Piedra “Los presidentes” Ubicado en en centro del parque, frente a la rotonda, este abrigo rocoso posee una gran extensión de área con pintura rupestre indígena que, infortunadamente, ha sido objeto de múltiples intervenciones desde mediados del siglo XIX. Aquí se pueden identificar decenas de trazos en lápiz, con fechas de más de 100 años de antiguedad junto a grafitis contemporáneos. Su característica más sobresaliente, la cual le ha valido su nombre a la piedra, es la existencia de varias pinturas de políticos de finales del siglo XIX y comienzos del XX (Santander y Murillo Toro entre otros). Estas fueron realizadas sobre los originales trazos rupestres, sin ninguna consideración sobre la memoria indígena que representan .

En medio, e incluso, bajo las pinturas republicanas de personajes políticos de finales del siglo XIX y comienzos del XX, se pueden advertir trazos de pintura rupestre indígena de más de 500 años de antiguedad.

Primera transcripción conocida del la piedra de “los presidentes”. Álbum de Liborio Zerda (ca. 1892). Museo Nacional de Colombia.


Vista panorámica de la piedra No. 16

Resultado del trabajo de restauración realizado en 2005. Se aprecia el grafiti con pintura de aerosol, vinilos y marcadores que fue finalmente removido (a la derecha).

Piedra No. 16

Diversas densidades de pigmento

Improntas de manos y marcas de dedos.

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Este abrigo rocoso posee uno de los grupos pictóricos mas característicos del parque, se destacan, entre otros, más de una docena de figuras antropozoomorfas que algunos han interpretado como representaciones de ranas. En 2005 fue sometida a un trabajo pionero en restauración con el fin de devolverle su apariencia original mediante la limpieza y eliminación del todo rastro de grafiti. El resultado fue positivo en cuanto que fue posible remover diversos tipos de alteraciones, lo que evidenció la posibilidad de realizar el rescate del resto de murales del parque. Igualmente se implementó un sistema de documentación por medio de fichas de registro, con la aplicación de fotografía y retoque digital, lo que permitió identificar muchos rastros que se encontraban casi perdidos e incluso el descubrimiento de pintura indígena de color blanco que no había sido reportada anteriormente. Se espera que hacia el futuro se sigan llevando a cabo nuevos trabajos de restauración y documentación para lograr tener un panorama completo de todo el patrimonio rupestre del parque.

Letras en rojo, de época incierta pero posterior a la conquista española. Mural de la piedra No. 16. Esta fotografía, resaltada digitalmente, permite la visibilización de múltiples detalles del mural que no son percibidos a simple vista.

Detalle del techo de la piedra No. 16 en que se pueden observar, de manera excepcional, rastros de pintura precolombina blanca. Otros casos similares se han reportado en muy pocos lugares del altiplano cundiboyacense como Sutatausa, Tibirita, Machetá, Sogamoso y Sáchica. A partir de este descubrimiento se advierte la necesidad de seguir investigando en el parque, no sólo rastros de pintura rupestre roja, sino también blanca e incluso negra.


Cada vez que se destruye una roca con arte rupestre se pierde un documento invaluable de nuestra historia. Es como arrancarle una hoja al libro de lo que somos.

Tristes muestras del estado actual de la gran mayoría de las paredes rocosas con pinturas rupestres del parque. Se observan múltiples capas de grafitis realizados con carbón, pinturas de vinilo y aerosol.

La realización de fogatas y “paseos de olla” han sido actividades tradicionales en el parque, que si bien, aportan al entretenimiento de los visitantes, han perjudicado en gran medida la conservación de las pinturas rupestres.

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Conservación El arte rupestre, a diferencia de otros vestigios culturales del pasado, se encuentra al aire libre, en el mismo lugar en que fue ejecutado hace cientos de años. Expuestos a diversas condiciones climáticas como erosión, radiación solar, lluvia o humedad, al crecimiento de líquenes y hongos o al depósito de minerales en la superficie de la roca, muchos sitios están desapareciendo de una manera natural. Sin embargo, el factor que mas daño le ha producido a estas manifestaciones ha sido la intervención humana. Al visitar muchos sitios rupestres es posible reconocer el rastro de actividades que perjudican su conservación: acumulación de basuras, realización de hogueras bajo las paredes pintadas, excavación del suelo circundante en busca de tesoros inexistentes, el resalte de los motivos y la inscripción de grafitis. Un sitio rupestre es un patrimonio de incalculable valor para la sociedad, es parte de la herencia cultural que nos legaron nuestros antepasados. A pesar de estar hecho sobre roca, es sumamente frágil y debe ser protegido y tratado con respeto, para nuestro propio disfrute y el de las futuras generaciones. Cuando visitemos un sitio con pinturas o grabados rupestres debemos tener en cuenta algunas recomendaciones (ver cuadro a la derecha). Se han realizado trabajos de restauración Este trasatlántico, puede considerarse como un “grafiti sofisticado”, aparece pintado sobre una de las paredes de la roca No. 16. con fecha de 1937.

profesional sobre algunas rocas del parque que han confirmado la posibilidad de rescatar buena parte de los trazos rupestres originales. Sin embargo, siempre será preferible llevar a cabo programas educativos para evitar que se siga presentando el vandalismo.

No tocar / No pisar: El contacto frecuente de las manos y pies sobre los motivos rupestres causa desprendimiento gradual de los pigmentos y de la superficie de la roca.

No remover: El entorno de cualquier sitio rupestre posee importantes evidencias que pueden ayudar a reconstruir la historia del lugar. A ras del suelo o enterrados reposan muchas veces fragmentos cerámicos, óseos o líticos , que parecerían no tener ningún valor, pero que representan una importante fuente de datos para el conocimiento del tema. Hasta el momento no se ha encontrado ningún tesoro o guaca enterrado cerca a algún sitio rupestre –el único y verdadero tesoro son en sí mismos las pinturas y grabados–.

No molestar: El paisaje circundante, la vegetación y la fauna, son elementos íntimamente asociados a los sitios rupestres. Estos forman un entorno ecológico que debe preservarse.

No hacer graffitis: Rayar las rocas o resaltar los dibujos rupestres es un acto vandálico que produce un daño irreparable. Esto perjudica la visibilidad de arte rupestre y evita la posibilidad de realizar estudios especializados.

No limpiar: Si el arte rupestre está cubierto de vegetación, o presenta muestras de graffitis, estos no deben removerse. Tampoco se deben aplicar detergentes, cloro ni cualquier otra sustancia; ni se deben utilizar cepillos o escobas. Esta limpieza debe realizarse solamente por personal especializado.

No hacer copias: El hacer calcos o copias (frottages) sobre papel o telas, es una técnica que los investigadores han desarrollado como herramienta para su estudio. Estas copias son un documento de investigación y no deben utilizarse como objeto de mercancía ni como souvenir o recuerdo de la visita al sitio. Si se quiere tener una memoria del lugar, lo mejor es realizar dibujos, videos o tomar fotografías.


Las labores de educación inciden en la ampliación del conocimiento, concientización, puesta en valor y conservación del arte rupestre del parque y en general de toda manifestación de nuestro patrimonio cultural colombiano.

Mirando bien, es posible descubrir en el municipio, cómo a través de la reproducción de las pinturas indígenas, se expresan de manera espontánea el orgullo por el legado índigena y la identidad y pertenencia a Facatativá.

“Paseo de olla” de un colegio femenino bogotano en predios del parque. Mediados de la década de 1940.

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Identidad El parque arqueológico de Facatativá, ha sido por muchos años un lugar emblemático y símbolo de identidad del municipio. Además de su importancia como lugar de interés paisajístico, histórico y arqueológico, sus predios han servido por décadas como escenario de descanso y contemplación, no solo de los facatativeños, sino de visitantes nacionales y extranjeros. Infortunadamente, en los últimos años, se fue olvidando el verdadero objeto de valoración e interés del parque (su arte rupestre). Las entidades encargadas de su administración lo convirtieron en un lugar de recreación y se permitió, poco a poco, que los murales con pinturas fueran vandalizados y casi destruidos. De ahí el interés por volver a recuperar nuestra memoria, plasmada en las rocas, bajo la premisa de que lo que no se conoce y no se divulga, no se pone en valor; lo que no se valora no se respeta y lo que no se respeta no se cuida. La tarea de preservar el patrimonio cultural y arqueológico de Facatativá es una responsabilidad de todos. “Hoy el patrimonio cultural más importante de Facactativá está hecho de lo que muchos no querían, pero unos pocos hicieron: grafitis sobre las rocas, basuras en el parque y cosas sucias en él. Se ha destruido lo que algún día los indígenas trataron de preservar, su memoria para transmitirnos sus mensajes. Sencillamente no me queda más que decirles que las piedras del tunjo, quedaron en la mente de muchos y en el corazón de pocos”. Jaime Alberto Espinosa, estudiante Colegio Seminario San Juan Apóstol. Agosto de 2004

Chiva decorada con motivos rupestres del parque.

“La importancia de este patrimonio cultural es fundamentalmente para valorar lo de uno, lo propio, este patrimonio no es solamente de los facatativeños sino de todos los colombianos, dejemos la ignorancia a un lado y valoremos e identifiquemos nuestra identidad cultural”. Javier Eduardo Gallo,estudiante IED John F. Kennedy. Agosto de 2008.


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