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AÑO 7/ NUMERO 27/ DICIEMBRE 2017


Visita, revisa, comenta. http://rufianrevista.org Escríbenos, participa. rufian.revista@gmail.com Dirección General: Archiveros sin Fronteras - Chile Coordinación Rufián Revista: Paula Arrieta y Cynthia Shuffer Equipo Editorial: Paula Arrieta Camila Bralic´ Rosario Carmona Javiera Cornejo Loreto Mendeville Cynthia Shuffer

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Gráficas: Sebastián González Ruiz Extractos de “Fanzine tricolor”, 2013 http://www.artsebagonzalez.cl/

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Portada: Cynthia Shuffer Ilustración: Sebastián González Ruiz Diagramación: Paula Arrieta


Nuestros nombres están allí

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Archivos y demandas sociales

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Nuestros nombres están allí Archivos y demandas sociales

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Editorial Rufián

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Sobre este número – Equipo AsF - Chile

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Archivar las luchas del presente Paulina Bravo

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Más allá de lo patrimonial: Archivos para la rendición de cuentas Pilar Díaz

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Saramago y la presencia de los archivos en dos de sus obras Ingrid Sarria

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Sin papeles: archivos y migrantes en Chile Valentina Rojas

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Uso del testimonio en casos de violación a los derechos humanos en Perú Jeaninne Vergara

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Los archivos afirman: ¡Hay un pueblo en marcha! Claudia Soto

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Índice

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Editorial Rufián

Desear, narrar, hablar la historia Para concebir un presente distinto, y con ello un futuro, es necesario observar el pasado, con todas las dificultades que eso implica. Sin embargo, gran parte del pasado no nos pertenece, en el sentido de que no ha sido construido ni hablado por los pueblos, sino por los colonizadores y las élites. Los saberes y hablas que habitaban, y habitan, lo que hoy se concibe como Chile, fueron reducidos a cultura, así como las leyes, organizaciones políticas, cosmovisiones y modos de habitar, comprender y relacionarse con el mundo. Ontologías y epistemologías fueron reducidos al lugar de la cultura, apéndice de aquello que se conoce como Historia. Pero no solo a cultura, sino a cultura popular; cultura excluida y domesticada que ingresa a la historia mientras no presente una amenaza al orden hegemónico, para que ahí, inofensiva, haga parte de un archivo, constituya una historia que no le pertenece ni tampoco configura. Como nos advierte Aníbal Quijano, tal colonialidad del saber determina hasta el día de hoy las voces que definen el modo en que Chile es representado, el modo en que se produce conocimiento, pero principalmente sobre qué es producido y cuándo. Quienes no son incluidos, o no hablan de aquello que sirve al proyecto del capital, se vuelven inaudibles. Este proyecto resulta tan efectivo que las particularidades son percibidas como AÑO 7/ NÚMERO 27/ DICIEMBRE 2017

diferencia, expresiones de otredad ante las cuales el capitalismo actúa. Las voces de millones, colonizadas

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una y otra vez, ingresan y sirven al capitalismo como aquella otredad que le da razón de ser. Esta valoración solo conlleva una postura acrítica que no concibe las voces en un contexto, ni dota a los sujetos con los que la vincula como políticos y portadores de derechos, portadores de voz efectiva. Aquella verdad a la que supuestamente apela el archivo no es, por tanto, más que la configuración de la relación que clasificó y jerarquizó aquellas voces que le permitieran reafirmar una superioridad, moral, física, intelectual y hasta espiritual, en relación a otro, conservándolo y suprimiendo o subvirtiendo todo lo demás. De esta manera ha actuado el Estado chileno; la identidad nacional ha sido configurada a través de aquellos elementos extraídos de la historicidad. No obstante, el Estado no es un ente abstracto; es producto de las sociedades que le dan respaldo. Si la república fue posible gracias a un régimen colonial, y nuestro presente, a un régimen dictatorial, cabe preguntarse qué tipo de Estado puede ser determinado por el contexto actual y cómo eso puede ser cuestionado o problematizado. Tanto el pasado y el presente están aquí en constante construcción. Por un lado, no podemos olvidar las circunstancias históricas, judiciales y políticas que no han podido ser determinadas tanto en Chile como en otros lugares de América Latina a propósito del sistemático ocultamiento o destrucción de archivos


relacionados con las gravísimas violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar y también en democracia. Por otro lado, toda la concepción crítica de la realidad que habitamos, levantada particularmente por organizaciones de la sociedad civil, genera el archivo del futuro: nuestra misma labor como revista es un archivo colectivo en formación. A la vez, debemos mirar críticamente las estructuras que sostienen a nuestro Estado contemporáneo, como las de clase y mestizaje; también debemos replantear las relaciones y diálogos que día a día las refuerzan. Entonces, ¿cómo revisitar el pasado?, ¿cómo pensar el archivo? Si el original al que este remite es siempre ausencia, si lo que atestigua es producto de relaciones de poder, es más, si el archivo físico, aun con todas sus falencias, es inaccesible. Aunque el archivo determina qué es lo que puede ser dicho y qué voz puede ser escuchada, como todo lenguaje, la manera de hacerlo no es fija. Quizás no entenderemos el futuro hoy, pues para tal transformación serán necesarias otras epistemologías. Y para que estas sean posibles, ante todo es necesario dotar de interlocutor a las voces que permitan conectar aquello que se suprimió con el presente. Un camino para lo anterior, puede ser asumiendo la omisión, o asumiendo el hecho de que todo archivo es carencia, que toda realidad es construida y toda historia, ficcionada. De este modo, nada nos limita a tener la historia que deseamos, sin embargo, hace falta realmente desearla, narrarla, hablarla. Y en eso, precisamente, radica la invitación de Archiveros sin Fronteras. Pero buscar la emergencia de estas voces silenciadas supone un segundo gran desafío: no debemos caer en el cliché de buscar “entregarle voz al subalterno” de un modo tutelar y colonial, o “rescatar” de la influencia capitalista a los pueblos solo para conservarlos en un estado que permita nuestra contemplación, menos perseguir el “retorno” hacia un estado original, al margen de la historia.

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Con este número, intentamos un primer paso.

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Acerca de este número Equipo AsF Chile Somos una organización independiente, sin fines de lucro, formada por 8 archiveras. Juntas trabajamos en la promoción de los de los archivos, su importancia para la sociedad, propiciando la generación de políticas públicas, desde una mirada reflexiva y crítica. Para ello comunicamos, incentivamos la participación,

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colaboramos y generamos acciones para provocar un cambio.

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La imagen del archivo como un cúmulo de papeles, o como alguna escondida oficina en cualquier repartición del Estado, no ha quedado atrás. Pues bien, el mundo de la archivística es muchísimo más amplio que eso y en muchos otros países la gestión de los documentos está a cargo de instituciones de alto grado dentro de la administración pública. Por lo tanto, somos conscientes de lo mucho que queda por recorrer en nuestro país para que los archivos estén realmente al servicio de la comunidad, que es, en definitiva, su razón de ser. Aún así, en Chile los archivos se vienen reconociendo con mucha más fuerza desde la promulgación de la Ley de Transparencia el año 2009, hito que además marcó el quiebre de la concepción puramente patrimonial del archivo, al dar visibilidad al valor de los

Tras la publicación de esta Ley se han desarrollado seminarios, capacitaciones, coordinaciones, acciones y un largo etcétera que han abordado las dimensiones jurídico-administrativa y patrimonial de los archivos. Sin embargo, constatamos la ausencia de esa misma discusión para el ámbito de la relación entre los archivos y las demandas sociales. En este contexto y en complicidad con Revista Rufián, que atizó nuestra pasión de archiveras, nos abocamos a la tarea de pensar los archivos y su vinculación con las luchas sociales, identificando cómo su ausencia o las limitaciones en su acceso, resultan al mismo tiempo ser reflejo de las limitaciones en el ejercicio de derechos. La emergencia de la lucha popular y sus justas demandas requieren también de fundamentos, muchas veces arraigados en la historia, de fuentes que las ayuden a situarse, tomar conciencia, pensar sus ámbitos de acción y por cierto sus proyecciones. Como dijera el archivero Antonio González, los archivos son fuente de derechos. Por ello, afirma: “Los archivos influyen decisivamente en la vida de los pueblos y de las personas”. En este sentido, Paulina Bravo, en Archivar las luchas del presente, llama a las y los archivistas a asumir la relevante misión de “posicionar nuestros archivos como prueba de existencia de la multiplicidad de relatos que dan

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documentos como herramienta para el ejercicio de los derechos ciudadanos.

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cuenta de las luchas actuales”, y es enfática en señalar que se debe acceder por derecho y no por privilegio. Incluso desde la creación de los documentos. Pilar Díaz, en Más allá de lo patrimonial: Archivos para la rendición de cuentas, parte afirmando “que un archivo es una instancia política” y deja en evidencia que: “en general asociamos los archivos con el ámbito académico, como fuente para investigaciones historiográficas, pero dejamos de lado su valor inicial, el valor probatorio del accionar de la Administración Pública en un momento determinado y a su vez en el tiempo”. Y en tiempos de denuncias y boletas ideológicamente falsas sostiene que: “Es en esta dimensión que los archivos son la base de la exigencia de rendición de cuentas por parte de las personas y los movimientos ciudadanos hacia sus autoridades.” Por su parte, Ingrid Sarria en Saramago y la presencia de los archivos en dos de sus obras, realiza una personal apreciación de este literato y su uso del archivo en la atmósfera de sus narraciones. Ante esto concluye: “solo en un archivo encontraremos en forma fidedigna los registros que dan cuenta del transcurso de una vida; ese es el valor que yo le otorgo. Creo que los archivos son la mejor instancia para dar fe de aquello que hemos vivido, lo que nos permitirá cumplir con una de las ideas de este gran escritor: “Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”. Valentina Rojas, en su artículo Sin papeles: archivos y migrantes en Chile expone que los documentos, “actúan como elementos conducentes y habilitadores (o inhabilitadores) de acciones, sean estas abusivas y excluyentes, o bien inclusivas y para el ejercicio de derechos.” Para ejemplificar esto, presenta una serie de situaciones a las que quienes llegan a nuestro país se ven enfrentados, entre las que se cuenta el caso de los inmigrantes

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haitianos, entre quienes el requerimiento de una carta de invitación ha generado verdaderas redes de tráfico

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de este tipo de documentos. Jeaninne Vergara, en el texto Uso del testimonio en casos de violación a los derechos humanos en Perú entrevistó a María del Rosario Rodríguez, historiadora peruana, que se refirió al Caso de Accomarca, un sangriento hecho que estremeció al pueblo peruano por la dureza con que actuó el ejército de ese país. Rodríguez explica: “la recabación de testimonios de los militares responsables se desarrolló recién en el año 2010. A excepción del subteniente Telmo Hurtado, quien se había autoinculpado como autor del hecho años antes, se reconoce, al igual que en Chile, la marcada intención por mantener un pacto de silencio al interior de las Fuerzas Armadas”. Por último, Claudia Soto, en el artículo sobre el pueblo mapuche, Los archivos afirman: ¡Hay un pueblo en marcha! reconocemos como “gran parte del proceso de petición de la tierra se basa en los archivos, sobre todo los títulos de merced”. Sin embargo, existen otras dimensiones de la relación con los archivos, como señala Alvarado Lincopi: “hay documentos que se le escapan al Archivo Colonial y son documentos elaborados por la misma sociedad mapuche.” Estos documentos son los que dos jóvenes historiadores mapuche se han dado a la tarea de recopilar en el archivo Mapuche Waria Mew.


Todas las archiveras que escriben participan de Archiveros sin Fronteras, AsF Chile, organización que: “promueve la valoración de los archivos, destacando su importancia para la sociedad y propiciando la generación de políticas públicas, desde una mirada reflexiva y crítica”. AsF Chile busca ser un referente en el ámbito archivístico en nuestro país, y una instancia de encuentro del medio archivístico. “Sacar la voz”, afirmamos, ya que el valor y la importancia social de los archivos, va mucho más allá que ser una “caja negra” que, parafraseando a Saramago, resguarda a “Todos los nombres”, es historia, memoria, patrimonio, rendición de cuentas, gestión, acceso, transparencia, es FUENTE DE DERECHOS. Pero una “Fuente de Derecho” para todo aquel que los requiera. Son y debieran ser siempre la opción clara, transparente, accesible y utilizable para que cada ciudadano desde sus más simples requerimientos o más profundos intereses quieran darle. No debieran por tanto quedarse sólo en la mirada de lo que no hacemos al no utilizarlos, sino también en aquello que podemos permitir cuando los trabajamos adecuadamente respetando su sentido original y garantizando su veracidad. Cuando comenzamos desde su creación a trabajarlos de la mano con la archivística, logrando mantener en su ciclo de vida las cualidades que le permitirán ser fidedignos y válidos, permitiendo que sean accesibles y utilizables por cualquier ciudadano y para los fines que cada uno de ellos considere pertinente. Para cerrar, junto con agradecer al Comité Editorial de Rufián Revista por esta invitación, no podemos dejar de comentar que tanto Rufián como AsF son colectivos compuestos en la actualidad sólo por mujeres. ¿Un signo de nuestros tiempos?, nos preguntamos. Si bien esto no está en nuestro estatuto ni existe ningún tipo de prohibición al respecto, aparece como un ejemplo positivo del avance de uno de tantos movimientos sociales que hoy permiten la activa participación de quienes antes quedábamos rezagadas con facilidad. Es en este

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mismo espíritu en el que, confiamos, se afirmarán y reafirmarán los archivos en nuestro país.

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Archivar las luchas del presente contra la memoria del poder

No podremos reconstruir el pasado solo con la memoria emanada de los centros de poder. Tal como lo hicieron las organizaciones de defensa de los derechos humanos en dictadura, debemos posicionar nuestros archivos como prueba de existencia de la multiplicidad de relatos que dan cuenta de las luchas actuales. Por Paulina Bravo Castillo Archivera

Desde fines del siglo XIX han proliferado manuales de archivística que han dado cuenta de la evolución de la disciplina, tanto en su dimensión metodológica como teórica, cuyos cambios en las últimas décadas nos han

Creo que la frase “guardianes de la memoria”, tan utilizada en referencia a quienes nos dedicamos al trabajo con los archivos en Chile, grafica muy bien aquello que la teoría archivística ha definido como la “era custodial”. Este paradigma predominó hasta la década de los setenta y estuvo centrado en un rol pasivo de los profesionales a cargo del archivo, tal como el guardián que posee la llave de los archivos, a los que se accede por privilegio y no por derecho, al contener la memoria vinculada al ejercicio del poder. La etapa que le sigue, que vivimos hoy en día, sitúa al archivero en un rol más activo, y amplía la mirada a una multiplicidad de archivos depositarios de diversas memorias colectivas. Este campo plural de relatos permitiría reconstruir el pasado y configurar el presente, sacando al responsable del archivo del terreno exclusivo de la memoria emanada de los centros de poder. Este nuevo paradigma poscustodial viene entonces a removernos profesionalmente, y tiene como principal objetivo problematizar el acceso, que se lograría afianzando los vínculos entre los archivos y la comunidad. Es así como archivos surgidos de organizaciones sociales –de defensa de los derechos humanos, medios de comunicación independientes, organizaciones territoriales, culturales, estudiantiles, de de diversidad de género o LGTBI, etcétera– van a constituirse en un campo de trabajo fundamental para las archiveras, con

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removido bajo la forma de nuevos paradigmas y enfoques profesionales.

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la finalidad de sumar nuevas voces, hasta hace muy poco no contempladas, contribuyendo de esta forma a fortalecer el carácter diverso de nuestras sociedades. Es necesario recalcar que cada archivo aportaría un relato particular, ya que, por definición, un archivo es un espacio político en el que se reflejan las acciones de quien lo produce, sea una persona o una institución. Así, nos “sacamos de encima” nociones tales como la neutralidad del archivo, el que sin duda no puede escapar de la subjetividad, como tampoco lo puede hacer el trabajo de la archivera. *** En Chile, contamos con archivos de diversas procedencias. Por un lado, tenemos los archivos nacionales, depositarios de las transferencias que hacen los diversos organismos de la administración pública, que van conformando el patrimonio documental nacional, y que dan cuenta de lo que el Estado ha decidido recordar, así como de lo que ha decidido olvidar. Sabemos que la indiferencia y precariedad de estas instituciones no es azarosa, y también dice mucho del vínculo del Estado con su memoria documental. Hay muchos silencios en el Archivo Nacional Histórico o en el Archivo Nacional de la Administración. Basta con ver los cuadros en los que se enumeran los fondos y las fechas, para encontrar grandes vacíos y cerciorarnos de que las transferencias no han sido continuas, sobre todo en el periodo de la dictadura cívico militar de Pinochet. En ese tiempo, fue excepcionalmente prolífica la normativa para regular el secreto y la eliminación de documentos en organismos de las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad, razón por la cual los archivos públicos, aún hoy, no han realizado aportaciones significativas de documentos como evidencia en el contexto

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de procesos de verdad, justicia y reparación. Tampoco se han producido en Chile hallazgos de archivos de

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organismos represivos como en otros países de Latinoamérica. Ante este vacío documental, han sido protagonistas

la frase “guardianes de la memoria”, tan utilizada en referencia a quienes nos dedicamos al trabajo con los archivos en Chile, grafica muy bien aquello que la teoría archivística ha definido como la “era custodial”

los archivos generados por organismos de defensa de derechos humanos de la sociedad civil, organizaciones que produjeron importantes archivos como consecuencia de su accionar de denuncia ante las violaciones a los derechos humanos. Estos archivos han servido, efectivamente, como pruebas para procesos judiciales y han posicionado la memoria de las víctimas, aportando evidencias de la represión. Estos archivos son hoy fuentes indispensables para reelaborar nuestro pasado común, y nos dicen mucho de cómo, desde la resistencia, es necesario preservar esos otros relatos contenidos en los archivos, referencias indispensables para la defensa de los derechos humanos en el presente.


Este nuevo paradigma poscustodial viene entonces a removernos profesionalmente, y tiene como principal objetivo problematizar el acceso, que se lograría afianzando los vínculos entre los archivos y la comunidad

Otro ejemplo significativo, en este contexto poscustodial, es la creación de archivos con el objetivo de visibilizar las luchas silenciadas del pasado. El proyecto “Víctimas y Protagonistas” realizado desde el Archivo de Londres 38, espacio de memorias, recopila y produce documentos (personales, políticos, judiciales) sobre los noventa y ocho detenidos desaparecidos de ese centro de detención, poniendo énfasis en los documentos que dan cuenta de las militancias y su base popular. Estos documentos no solo se centran en el momento represivo y se sobreponen a la típica imagen en blanco y negro de los detenidos desaparecidos, otorgando el contexto necesario para relevar sus vidas y sus luchas. Sin duda, este tipo de iniciativas amplía el campo de memorias

Pero ¿qué pasa hoy con los archivos que generamos desde nuestras organizaciones y desde los movimientos sociales? Es muy importante tomar conciencia de la importancia de gestionar adecuadamente la producción documental en nuestras organizaciones. El archivo no se construye cuando, luego de tener varias cajas de documentos (físicos o digitales), los toma un archivero y los denomina como tal. El archivo se construye día a día, y debemos intervenir desde la propia creación de los documentos para su posterior preservación. Las Archiveras sin Fronteras hemos realizado varios talleres para organizaciones sociales con la finalidad de remarcar la importancia social de los archivos, compartiendo

directrices

metodológicas

que

las transferencias no han sido continuas, sobre todo en el periodo de la dictadura cívico militar de Pinochet. En ese tiempo, fue excepcionalmente prolífica la normativa para regular el secreto y la eliminación de documentos

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que permiten reconstruir un pasado y se constituyen como significativos puentes entre el pasado y el presente.

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permitan su conservación y difusión, y buscando posicionarlos como una instancia para fortalecer las organizaciones. Si bien como Archiveras sin Fronteras abogamos e interpelamos al Estado para contar con una Ley de Archivos, no debemos perder el foco: para generar esa multiplicidad de memorias se requiere que trabajemos desde la comunidad y tomemos conciencia de la importancia de cuidar la producción documental en nuestras organizaciones de base. La necesidad de crear los archivos de los

Estos documentos no solo se centran en el momento represivo y se sobreponen a la típica imagen en blanco y negro de los detenidos desaparecidos, otorgando el contexto necesario para relevar sus vidas y sus luchas

movimientos sociales en un contexto neoliberal cobra entonces total sentido, tanto para el presente como para el futuro. Sean el Movimiento No + AFP, agrupaciones territoriales o movimientos gremiales, es desde esa multiplicidad de voces y relatos desde donde deben situarse los archivos, en una relación dinámica con la comunidad que los produce, buscando preservar el contexto de producción de los documentos para que estos sean auténticos, fiables e íntegros. Como organización reflexionábamos sobre el tema de la presente publicación, que algunas demandas sociales son pensadas como fuerzas que están abriendo flancos de acción, pero en realidad son continuidad o nuevas versiones de luchas que han comenzado hace ya largo tiempo. Es por esta razón que nos interpela la necesidad

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de evidenciar al archivo en su relación con las demandas sociales. Personas, instituciones y organizaciones

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estamos llamadas a tomar conciencia del carácter social de nuestra producción documental y, a la vez, volcar nuestras energías para preservar nuestros archivos, toda vez que constituyen fuente de derechos sociales. Es desde esta posición que los invitamos a trabajar en los archivos, prueba de nuestra existencia y nuestras luchas. RECURSOS RECOMENDADOS - MANUAL PARA ARCHIVOS DE ONG´S https://www.ica.org/sites/default/files/ICA_NGO-archives_ES.pdf “Los archivos de las ONG´s.Una memoria...para compartir .Guía práctica en 60 preguntas”, de Armelle Le Goff. Publicado por el Consejo Internacional de Archivos (2004). - ARCHIVAR Y PRESERVAR VIDEOS https://archiving.witness.org/ WITNESS es una organización internacional sin fines de lucro que capacita y ayuda a personas para usar videos en su lucha por los derechos humanos. Publica guías y recomendaciones para crear, gestionar, difundir y preservar documentos audiovisuales.


- RECURSOS ARCHIVÍSTICOS Recursos archivísticos para profesionales e investigadores: normas, manuales y documentos técnicos sobre archivos. http://www.mecd.gob.es/cultura-mecd/areas-cultura/archivos/recursos-profesionales.html - EL PAPEL DE LAS/OS ARCHIVERAS/OS Principios básicos sobre el papel de Archiveros/as y Gestores de documentos en la defensa de los Derechos Humanos. Documento de trabajo del Consejo Internacional de Archivos https://www.ica.org/sites/default/files/ICA-HRWG_PrincipiosB%C3%A1sicos_Espa%C3%B1ol_Documento-

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de-trabajo_Septiembre2016_Espanol.pdf

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Más allá de lo patrimonial: Archivos para la rendición de cuentas

Por Pilar Díaz Ellis Archivera

Los archiveros solemos decir que un archivo es una instancia política, donde lo que se conserva nos ofrece un reflejo de cómo ha funcionado una institución, y lo que no se conserva nos indica a su vez qué es lo que se ha querido dejar al margen de la historia o fuera del escrutinio público. La inexistencia de documentos, ya sea por descuido o en forma intencional, es un indicador de cómo funciona una institución; instituciones sin archivos son más propensas a tener un descontrol interno donde se filtren actos de corrupción o al menos irregularidades. Es difícil definir qué sería lo primero: si un desorden en la gestión documental y el archivo abren la ventana a actividades irregulares –porque sin archivo no hay control posible–, o si el accionar en forma irregular en alguna institución hace que “se pierdan” archivos para que no sea posible fiscalizar las acciones y decisiones tomadas.

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En general asociamos los archivos con el ámbito académico, como fuente para investigaciones historiográficas, pero dejamos de lado su valor inicial, el valor probatorio del accionar de la administración pública en un momento determinado y a su vez en el tiempo. Es en esta dimensión que los archivos son la base de la exigencia de rendición de cuentas por parte de las personas y los movimientos ciudadanos hacia sus autoridades.

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Cuando nos damos cuenta de que la rendición de cuentas de una institución pasa por la conservación de sus archivos, comprendemos a su vez lo delicado que es el rol que nos toca jugar como archiveros. Sin embargo, esta dimensión del archivo no ha sido relevada lo suficiente por lo que se ha perdido una importante herramienta de control del Estado que finalmente iría en beneficio de todos. La relación entre archivos y patrimonio es bastante evidente para todos quienes directa o indirectamente se relacionan con ellos. De hecho, nuestra misma institucionalidad canaliza el tema archivístico en el marco del patrimonio-cultura y memoria. Qué mejor indicador de esta realidad que el Archivo Nacional, eje de la institucionalidad archivística nacional, el cual ha dependido desde sus inicios en 1929 del Ministerio de Educación, bajo la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM), y ahora –tras un proceso “modernizador”– pasa a depender del Ministerio de la Cultura (Subsecretaría del Patrimonio), por lo que su lazo hacia el patrimonio sigue siendo su fuerte principal y su leitmotiv para el Estado. Es decir, si retiramos de escena esta función –de conservar el patrimonio documental del país– podríamos indicar que el Archivo Nacional no se hace necesario. Sin embargo, tener esta visión tan unidireccional y unidimensional del tema es no comprender lo que es un

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archivo ni su real significación para el país y para

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Cuando nos damos cuenta de que la rendición de cuentas de una institución pasa por la conservación de sus archivos, comprendemos a su vez lo delicado que es el rol que nos toca jugar como archiveros

nosotros, los ciudadanos. Un quiebre en esta visión fue la promulgación de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública en 2009 (en el primer período de gobierno de la presidenta Bachelet), ya que por primera vez –aunque de forma incipiente– en nuestro país el foco dejó de estar en el uso del documento desde el punto de vista patrimonial y se redirigió hacia los derechos ciudadanos. Por primera vez los archivos dejaban de ser de uso exclusivo de los investigadores provenientes de diferentes áreas –principalmente de las ciencias sociales– y comenzaron a ser solicitados por los ciudadanos para responder sus demandas

de información en busca de transparentar y comprender mejor el funcionamiento del Estado (y los gobiernos). Así empezaron a perfilarse dos nuevos usos: por una parte para fiscalizar a la administración pública y, por otra parte, personas individuales y agrupaciones ciudadanas que comenzaron a solicitar documentos que podían ser fuente de derechos. Quisiéramos dejar establecido que, si bien efectivamente los archivos tienen un valor informativo y testimonial (valor secundario), visible esencialmente cuando los documentos pasan a su fase histórica de conservación permanente, estos no nacen en ese estado, sino que evolucionan ahí cuando ya sus valores originales se han ido transformando –y complementando– desde su generación inicial.


Hablamos de archivos desde que los documentos

Hablamos de archivos desde que los documentos son creados, ya que desde sus orígenes deben responder a su función primordial, que es el ser testigos y registros de las actividades de una institución o una persona

son creados, ya que desde sus orígenes deben responder a su función primordial, que es el ser testigos y registros de las actividades de una institución o una persona, y por tanto ser prueba y evidencia del accionar de la administración pública o de cualquier otro tipo de institución de donde provengan. Por lo tanto, incluso más que su sentido histórico, es su dimensión de prueba el primer valor que adquieren, y en ese estado son fundamentales para la rendición de cuentas de las instituciones. He ahí la importancia de que comprendamos lo que en realidad son los archivos, qué representan, cómo reflejan las actividades de la gestión administrativa de los servicios públicos y cómo acceder a ellos. A

su vez, es responsabilidad de las instituciones organizar su gestión documental para actuar con eficiencia y eficacia en beneficio de los ciudadanos, mejorar sus procedimientos y, por cierto, conservar los documentos que, ya sea en soporte papel o digital, atestiguan las decisiones que la autoridad toma con relación a los ciudadanos. No basta con la Ley de Transparencia. Ese fue un primer impulso y significó un antes y un después, pero ya acceso a los documentos. La Ley 20.285 debe ser el punto de partida y no el límite de lo que debemos exigir como ciudadanos y como comunidad a nuestras instituciones, que finalmente son las que determinan gran parte de nuestra vida personal y social. El tema es simple: no es suficiente tener la “transparencia activa” si no se cumple a cabalidad, y la información publicada en los sitios webs institucionales está incompleta; no basta con tener “transparencia pasiva” si no sabemos qué documentos podemos solicitar, y en este sentido el mínimo que deberíamos exigir a las instituciones es tener publicado el cuadro de clasificación de los documentos que generan, para poder así solicitarlos. Los archivos son base para la rendición de cuentas, para la transparencia, para evitar la corrupción y para, finalmente, fortalecer la democracia. Esto que seguramente ya se ha oído en otras partes es cierto en teoría, pero se cumplirá en realidad solo cuando seamos capaces como comunidad de exigir a nuestras autoridades que se hagan cargo de los documentos y que faciliten en forma proactiva el acceso a esa información, independiente del fin que queramos darle (desde derechos individuales, fiscalización a la autoridad o por investigación académica). Además debemos evitar caer en el simplismo de tomar los archivos como algo meramente patrimonial, y apoderarnos de ellos, en el sentido de convertirlos en nuestros aliados, ya que son el medio y la herramienta por el cual podemos lograr una participación y un involucramiento real en las distintas instancias de gobierno. No por nada el archivo está relacionado con el concepto de “gobierno abierto: transparencia,

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no es suficiente; las organizaciones y los movimientos sociales deberían estar atentos y exigir cada vez más

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colaboración, participación”. Es el momento en que los ciudadanos debemos jugar un rol más activo en el panorama archivístico; ya pasaron las décadas de “oscurantismo” donde los archivos eran el tesoro oculto disponible solo para unos pocos privilegiados, ajenos a la ciudadanía. El Archivo Nacional, por lo mismo, debería salir de la esfera exclusiva del ámbito patrimonial y convertirse en un referente a nivel nacional de archivos de la administración pública (y de todas las instituciones afectas al Decreto con Fuerza de Ley 5.200), pero no

debemos jugar un rol más activo en el panorama archivístico; ya pasaron las décadas de “oscurantismo” donde los archivos eran el tesoro oculto disponible solo para unos pocos privilegiados, ajenos a la ciudadanía

solo para hacerse cargo de los documentos cuando estos son transferidos a sus dependencias, sino desde que el documento se genera, porque desde ese mismo instante este comienza a adquirir su valor y, por ende, se requiere una normalización a nivel nacional de la gestión de documentos. Es necesario comprender, de una vez por todas, que la archivística es una ciencia que tiene su propio objeto de estudio y metodología, más aún en estos tiempos en los que el documento electrónico llegó para quedarse y cambiar la forma tradicional de gestionar los documentos. Sacar a los archivos del ámbito cultural-patrimonial se hace urgente para relevar su otra dimensión. Lograr que el Estado se haga cargo de sus documentos permitirá que vea al archivo como una herramienta más de control interno, para mejorar su gestión administrativa y luchar

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contra la corrupción. Porque sí, esa es una función clara para la que sirven los archivos, pero esa utilidad quedó

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relegada y no se desarrolló tras la dictadura militar; ya es el tiempo de reconocer en ellos una fuerza y un poder que debe ser usado en beneficio de todos. Mientras sigamos supeditando el tema del archivo al ámbito cultural no podremos desprendernos de esa capa de polvo asentada sobre los documentos; imagen que tiende a asociarse a la labor del archivero. El Archivo Nacional seguirá siendo la eterna institución retrasada, el pariente pobre de la cultura, hasta que se comprenda que compararlo en su función a un museo o una biblioteca es algo absurdo y es no comprender en este tiempo, ya avanzado el siglo XXI, que el rol original de los archivos no es cultural, sino de testigo de cómo funciona y ha funcionado la administración del Estado, y que debiese ser garante de la democracia y de los derechos humanos. Partiendo por las organizaciones formales e informales de archiveros y siguiendo por toda la comunidad interesada, necesitamos remecer el mundo archivístico nacional y colocar al archivo en el sitio donde debe estar: no ya en un depósito de documentos arrumbados, sino en primera línea para el control y fiscalización del Estado.


Referencias: -Para saber más del ciclo de vida y valor de los documentos consulte el manual de archivos iberoamericanos, Administración de documentos y archivos: Textos fundamentales, de José Ramón Cruz Mundet (dir.). [En: http:// www.archiveros.net/LIBRO.ARCHIVOS.IBEROAMERICANOS.pdf ] [Consultado en septiembre de 2017]. - Para saber más de la Ley de Transparencia y sus definiciones asociadas a Transparencia Activa y Pasiva consulte: https://www.leychile.cl/Consulta/listaresultadosimple?cadena=20285 [Consultado en septiembre de 2017]. - Para saber más de transparencia y archivos consulte: Aparente Transparencia, de Samuel García Arencibia. Editado por ANABAD, España. - Para saber más de Gobierno Abierto, sugiero leer el Memorando sobre Transparencia y Gobierno Abierto que el ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, promulgó el 21 de enero de 2009, y visitar el sitio de la Alianza para el Gobierno de Abierto desde Chile: http://www.ogp.gob.cl/es/ [Consultado en septiembre en

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2017].

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Saramago y la presencia de los archivos en dos de sus obras Este escrito realiza un breve acercamiento entre el mundo literario del gran escritor José Saramago y los archivos. Se da a partir del conocimiento y análisis de dos obras en las cuales el autor ubica espacialmente a sus protagonistas en este ambiente: Todos los nombres y Alabardas. Por Ingrid Sarria Cortés Archivera

porque no podría ser menos para mí), y la relación o el uso del archivo en dos de sus libros. Quiero darle un sentido, solo una modesta aproximación. ¿Por qué este tema y no otro? Por dos simples y contundentes razones: primero, el profundo respeto, admiración y pasión que despierta en mí la prosa de José Saramago, su persona, lo que he logrado conocer de su forma de entender la vida y el rol que tiene el hombre en la sociedad. He leído once de sus libros y un cuento; he escuchado algunas entrevistas y he leído otras, también reseñas sobre él, someras biografías. Y debo confesar que aún es poco, este proceso solo ha incrementado mi interés por leer más de su obra y valorar más al hombre detrás de ella. Saramago vuelca en sus obras una constante búsqueda de aquello que nos hace seres humanos, desde nuestras creencias más absolutas, nuestros baluartes, nuestras posiciones y sobre todo nuestras mezquindades; aquello con lo que debemos convivir para evolucionar, aquello que nos obliga a dejar atrás lo simple para tratar de convivir con lo que nos podría hacer mejores; su lectura hace imprescindible una necesaria reflexión de lo humano. En segundo lugar, cuando leí por primera vez Todos los nombres1 ya me había acercado a los archivos y me gustó cómo Saramago detallaba su utilidad. Al leerlo por segunda vez, con motivo de estas líneas, me di cuenta de que probablemente el autor había visitado más de alguno, por la forma en que describe sus particulares

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Este artículo quiere reflejar un nexo entre lo que es la prosa de un gran escritor, Don José Saramago (Don

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condiciones, aunque quizás solo fuera producto de su tremenda imaginación. Lo mismo me pasó con Alabardas2 ya que ahí también describe un archivo, las características físicas del espacio, su ubicación, sus encargados. Dejo en constancia, entonces, que el alcance de estas líneas es solo un manifiesto de mi interés en la obra de Saramago y mi cercanía a los archivos. En Todos los nombres, Saramago realiza una breve descripción de cómo es el espacio físico de la Conservaduría General del Registro Civil, dividido entre los ficheros de los vivos y los ficheros de los muertos. Describe cómo están ordenados, las dimensiones y condiciones físicas que tienen, la forma en que se van incorporando expedientes al área de los vivos, la oscuridad reinante en los espacios menos consultados. A la par, establece quiénes en realidad deben trabajar con los archivos y quiénes por poder o negligencia son los encargados de resguardarlos. La obra relata el interés de Don José, el protagonista, cuyo pasatiempo es recolectar información sobre personas famosas. En sus andanzas descubre la ficha de una “mujer desconocida” y comienza una aventura para identificarla. Revisa por ejemplo los archivos del colegio donde estudió, espacio en el que nuevamente Saramago detalla las condiciones de almacenamiento y ordenamiento, y nos da cuenta de toda la información que podemos encontrar allí. Luego, de forma somera, muestra el modo en que el cementerio ha organizado sus ficheros. En todas estas descripciones, el autor apunta a que aquello que guarda un archivo describe el paso de una persona por un lugar o un acto de su vida, y a que la forma en que esté organizado solo nos facilita o dificulta ubicar la información.

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Saramago señala: “El tema central de la novela es la búsqueda del otro, independientemente de estar vivo o

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muerto. Por eso don José seguirá a ‘la búsqueda’ de la mujer desconocida, incluso después de saber que ya no podrá encontrarla. Juntar los papeles de los vivos y de los muertos significa juntar toda la humanidad. Nada más. O todo eso”3. En su discurso al obtener el Nobel y refiriéndose a sus obras indica: “se puso a escribir la más simple de todas las historias: una persona que busca a otra persona solo porque comprende que la vida no tiene nada más importante que pedirle a un ser humano. El libro se llama Todos los nombres. No escritos, todos nuestros nombres están allí. Los nombres de los vivos y los nombres de los muertos”4. Saramago escogió un archivo como la “atmosfera” de su novela, porque es el mejor espacio que puede reflejar la historia y actos de una persona. Solo en un archivo encontraremos en forma fidedigna los registros que dan cuenta del transcurso de una vida; ese es el valor que yo le otorgo.

(1) Saramago, José. Todos los Nombres. Aguilar. Santiago, Chile. 2012. 297 p. (2) Saramago, José. Alabardas. Alfaguara. Buenos Aires, Argentina. 2014. 160 p. (3) José Saramago A casa. 2011-2016. [En: https://acasajosesaramago.com/jose-saramago/bibliografia/] [Consultado en septiembre 2017]. (4) Saramago, José. De cómo el personaje fue maestro y el autor su aprendiz. Discurso al recibir el Premio Nobel de literatura, 7 de diciembre de 1998. [En: https://www.dropbox.com/s/5qbg09j2lw2jo0a/discursos_estocolmo_espanhol.pdf] [Consultado en septiembre 2017].


El segundo libro, Alabardas, “plantea el negocio de la guerra a partir de su protagonista contradictorio y ambiguo, Artur Paz Semedo, empleado de una factoría portuguesa de armamento cuya mujer, Felicia, decidida pacifista, ya no vive con él, pues lo considera ‘uno de los niños bonitos de esos criminales’”5. Este libro –pequeño, muy corto– fue su último libro, que no alcanzó a terminar. En los fragmentos que sí quedaron escritos, Saramago enuncia cuál sería su final, sin embargo, no podemos leer su prosa y la forma en que nos daría a conocer toda la historia; no sabemos cómo sería la relación de Artur Paz Semedo con los archiveros, ni cómo investigaría en el repositorio. Pero nos permite ver en su relato la existencia de un archivo, con dos encargados, el espacio donde se encuentra y algunas de sus características físicas. También nos explicita que es en ese archivo donde se encuentra la historia y las actividades que en algún momento realizó la empresa Producciones Belona S.A. Incluso señala la organización de los documentos y el ordenamiento de los registros en la estantería. Quizás habría contado más interacciones que ocurren en esas dependencias. Lo que sí es claro es que nuevamente da muestra clara que es en un archivo donde mejor se recoge el quehacer de una institución y que serán aquellos que busquen en él los que darán sentido y utilidad a esa información. Quisiera terminar este manifiesto con las palabras que Saramago expresó al recibir el Nobel en relación con la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Nos fue propuesta una Declaración Universal de Derechos Humanos y con eso creímos que lo teníamos todo, sin darnos cuenta de que ningún derecho podrá sustituir sin la simetría de los deberes que le corresponden. El primer deber será exigir que esos derechos sean no solo reconocidos, sino también respetados y satisfechos. No es de esperar que los gobiernos realicen en los próximos cincuenta años lo que no han hecho en estos que conmemoramos. Tomemos entonces, nosotros, ciudadanos

acceso a información veraz y oportuna, y con ello se logre el respeto al valor del hombre hoy como ciudadano.

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comunes, la palabra y la iniciativa. Con la misma vehemencia y la misma fuerza con que reivindicamos nuestros

Asimismo, creo que los archivos son la mejor instancia para dar fe de aquello que hemos vivido, lo que nos

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derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes. Tal vez así el mundo comience a ser un poco mejor”6. Es así como hoy reconozco, en tanto ciudadana y archivera, que un archivo debe ser la instancia imprescindible donde se resguardan los documentos generados por una persona o empresa en el desarrollo de sus actividades o vida y deben tener no solo un valor patrimonial, sino un valor testimonial que facilite la transparencia, el

permitirá cumplir con una de las ideas de este gran escritor: “Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”7. (5) Villanueva, Darío. “Alabardas, de José Saramago”, El cultural, 7 de noviembre de 2014. En: http://www.elcultural.com/ revista/letras/Alabardas/35440] [Consultado en octubre 2017]. (6) Saramago, José. De cómo el personaje fue maestro... (7)“Las frases de Saramago que todos deben leer”. Excélsior, 18 de junio de 2012. [En: http://www.excelsior.com.mx/2012/06/18/ comunidad/841998] [Consultado en septiembre 2017].


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Sin papeles: archivos y migrantes en Chile “Me dicen el clandestino Por no llevar papel (...) Soy una raya en el mar Fantasma en la ciudad Mi vida va prohibida Dice la autoridad”

La información es control, y el control es poder. Es por eso que los documentos son utilizados por los Estados y por todo quien desee conseguir un propósito, dicen Foucault y otrxs pensadorxs. De igual modo, los (mismos) documentos pueden ser “instrumentos de empoderamiento y liberación, salvación y libertad”, señala el archivero holandés Eric Ketelaar. Los archivos son un conjunto de documentos que “nos sirven para ejercer nuestros derechos, hacer justicia y conocer nuestro pasado”, decimos las archiveras sin fronteras. Más allá de estas definiciones, día a día y casi imperceptiblemente, los documentos son utilizados para realizar trámites que permiten el desenvolvimiento cotidiano de las personas: para trabajar, para postular a una ayuda estatal, para ir al médico, para estudiar, para firmar un contrato de arriendo de una vivienda, y así una larga lista. ¿Qué ocurre cuando no se cuenta con el documento necesario, no por pérdida o por no haber hecho el trámite, sino porque el Estado y sus leyes, a ciertas personas, no se los otorgan? ¿Es que esas personas –las “sin papeles”, las “indocumentadas”– no tienen esos derechos? ¿Qué ocurre cuando el Estado declara la universalidad de dichos derechos, pero el sistema, en la práctica, no es suficientemente eficiente para gestionarlos? ¿Qué cabida tienen las cuestiones archivísticas en este asunto?

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Por Valentina Rojas Archivera

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Los casos de aquellos miles de personas que, huyendo de guerras en Medio Oriente y África, han dejado sus tierras buscando refugio en países europeos, ofrecen crudos ejemplos a esta reflexión: niños sin nacionalidad, muertos sin nombre, refugiados sin derechos. Sin embargo, no es necesario ir tan lejos. En Chile durante los últimos años ha aumentado visiblemente la población inmigrante desde países que hasta hace poco no eran tan comunes, como Colombia, Ecuador, República Dominicana, Venezuela y Haití, entre otros. Con su llegada, junto con la diversidad cultural que enriquece nuestra sociedad, también han proliferado la discriminación y el abuso. Esa cara más dura de la migración responde a cuestiones sociales, como el racismo, la xenofobia y los abusos por parte de las personas, así como a decisiones políticas del ámbito legislativo e institucional. En ambas dimensiones, que por cierto se entrecruzan y alimentan entre sí, los documentos, como siempre, actúan como elementos conducentes y habilitadores (o inhabilitadores) de acciones, sean estas abusivas y excluyentes, o bien inclusivas y para el ejercicio de derechos. Un informe del Observatorio Iberoamericano

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los documentos, como siempre, actúan como elementos conducentes y habilitadores (o inhabilitadores) de acciones, sean estas abusivas y excluyentes, o bien inclusivas y para el ejercicio de derechos

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sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo (OBIMID) del año 2016 señala que la gran mayoría de quienes migran a nuestro país entran como turistas, y luego aquí buscan conseguir un contrato de trabajo, con el cual es posible solicitar una visa sujeta a contrato o una por motivos laborales. Sin embargo, migrantes de países como República Dominicana deben presentar una visa consular, o en el caso de los migrantes de Haití, necesitan una carta de invitación para cruzar nuestras fronteras. Estas exigencias muchas veces lxs fuerzan a intentar ingresar por pasos no habilitados y hasta peligrosos (como los campos minados de la zona fronteriza con Perú en la región de Arica). Peor aún, la necesidad de migrar y los requisitos migratorios

que cierran las fronteras abren mercado al tráfico de personas que, con engaños, vende el “servicio de entrada al país”. En el caso de la exigencia a lxs ciudadanxs haitianxs, el requerimiento de una carta de invitación ha generado verdaderas redes de tráfico de este tipo de documentos. Ambos casos refuerzan la idea defendida por Eduardo Cardoza, Director Ejecutivo del Movimiento de Acción Migrante (MAM), respecto de que este tipo de barreras no detienen la inmigración –que sería el objetivo inicial de dichas medidas–, sino que solo alimentan el accionar de bandas abusivas y dañan aún más a lxs migrantes, agravando sus condiciones de migración, sumándole otra irregularidad a su situación que, ya por el hecho de haber salido de su tierra, es de vulnerabilidad. Para algunxs, esa vulnerabilidad ha significado incluso la muerte: en noviembre del año pasado, una mujer fue encontrada cerca de la frontera con Bolivia. Maribel Pujols, ciudadana dominicana, posiblemente murió de hipotermia tras ser abandonada por los traficantes a quienes había pagado para que la trajeran a Chile.


Una vez cruzada la frontera y llegadxs a la ciudad

la necesidad de migrar y los requisitos migratorios que cierran las fronteras abren mercado al tráfico de personas que, con engaños, vende el “servicio de entrada al país”

–ya sea de forma regular o irregular–, la misión es conseguir un contrato de trabajo para poder regularizar sus papeles. Lograrlo es obviamente difícil para quien aparece ante el Estado como un “sin papeles” (sin documentos que acrediten la identidad, estudios o el ingreso legal al país). Esto abre la puerta a nuevos abusos: conocido es el caso del empresario Francisco Javier Errázuriz, el Fra Fra, quien en 2011 fue formalizado por trata de personas con fines de explotación laboral, tras ser denunciado por ciudadanos paraguayos que trabajaban en condiciones miserables, entre quienes se encontraban menores de edad y

personas sin contrato ni documentos. Sin embargo, aún habiendo entrado de manera regular, si el contrato de trabajo no se consigue en el plazo máximo permitido por la legislación, se cae en la misma situación de irregularidad de quienes cruzaron a pie por campos minados. La necesidad de un contrato de trabajo para permanecer en Chile ha generado también otro tipo de males: a comienzos de septiembre, la prensa chilena destapó el caso de una red que vendió más de seis mil contratos falsos a inmigrantes que buscaban tramitar sus visas. Para ello, no solo los contratos eran falsos, sino también las empresas con las que se suponía que estos se pactaban. Ante esta situación, la institucionalidad FRÉ, organización que promueve la inserción social y el emprendimiento de los migrantes en Chile, “lamentablemente, ante la carencia de institucionalidad y ante la carencia de un software que nos permitiera contrastar esta información en línea, de una, con el SII y la Inspección del Trabajo, ahora cuando llega un migrante y se tiene presunción de que el contrato es falso, lo mandan a la PDI. Así el trámite se atrasa y deben sacar el permiso como en ocho meses más. Esas son cosas que no requieren ley, son cosas que requieren de voluntad administrativa interna”. Voluntad administrativa, política y una correcta y eficiente gestión documental, se podría agregar. Pero las ineficiencias del sistema no solo afectan a aquellxs que cuentan con contratos presuntamente falsos, sino de hecho a todxs quienes buscan regularizar su situación en las oficinas del Departamento de Extranjería de la PDI. Según señala Cardoza, “para hacer un trámite de papeles hay que llegar a las once de la noche para que a las ocho de la mañana le den un numerito y poder hacer uno de los trámites”. Peor aún, incluso ocurre a veces que migrantes que han encontrado trabajo pierden su vacante, pues, ante la demora del sistema en entregar la documentación, el empleador no puede mantener vigente el contrato de alguien sin documentos. De este modo, la persona cae en la irregularidad, nuevamente, por una ineficiencia del Estado, no por responsabilidad propia.

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actual reacciona, pero de forma ineficiente. Según señala José María del Pino, director de la Fundación

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Visas, cartas de invitación, contratos de trabajo, permisos de residencia, cédulas de identidad; la lista de documentos es larga. Todos ellos son reflejo de actos administrativos que, a su vez, respaldan políticas y leyes. Es evidente que para mejorar la precaria situación en que se encuentran algunxs migrantes llegados a nuestro país, la clave es la voluntad política capaz de generar cambios legislativos e institucionales. Pero es igualmente claro que, junto con ello, se requieren buenas estrategias de gestión documental que, por un lado, permitan conocer realmente las condiciones de entrada y permanencia de lxs migrantes en

aún habiendo entrado de manera regular, si el contrato de trabajo no se consigue en el plazo máximo permitido por la legislación, se cae en la misma situación de irregularidad de quienes cruzaron a pie por campos minados

Chile y, por otro, faciliten la inserción social de aquellxs que llegan a nuestro país en busca de mejores condiciones de vida. Esta reflexión vuelve a la idea del poder mismo de los documentos como herramientas de poder y control, pero también como mecanismos para el ejercicio de derechos. Los documentos, dependiendo de cómo se los solicite, gestione, otorgue y utilice, pueden significar cambios sustantivos –para bien o para mal– en el devenir de cientos de migrantes que llegan a nuestro país.

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Referencias

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- “Aumenta detención de migrantes ilegales en frontera norte: 94 personas en 2016”. Emol.com, 2 de marzo de 2016. [En: http://www.emol.com/noticias/Nacional/2016/03/02/790911/Aumenta-detencion-de-migrantesilegales-en-frontera-norte-94-personas-en-2016.html] [Consultado en septiembre 2017]. - “Eduardo Cardoza: ‘Poniendo barreras no se evita la migración’”. CNN Chile, 4 de septiembre de 2017. [En: http://www.cnnchile.com/noticia/2017/09/04/eduardo-cardoza-poniendo-barreras-no-se-evita-lamigracion] [Consultado en septiembre 2017]. - “Empresario los habría tratado como Pollitos”. TheClinic.cl, 15 de septiembre de 2011. [En: http://www. theclinic.cl/2011/09/15/fra-fra-sera-formalizado-por-trata-de-paraguayos/] [Consultado en septiembre 2017]. - “Inmigrante haitiana contó las dificultades de vivir en Chile”. Cooperativa.cl, 8 de septiembre de 2017. [En: http://www.cooperativa.cl/noticias/pais/poblacion/inmigrantes/inmigrante-haitiana-conto-las-dificultadesde-vivir-en-chile/2017-09-08/123435.html] [Consultado en septiembre 2017]. - “Investigación revela cómo se vendieron más de seis mil contratos falsos a migrantes”. El Mercurio, 3 de septiembre de 2017, p. C6. [En: http://impresa.elmercurio.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2017-0903&dtB=03-09-2017%200:00:00&PaginaId=6&bodyid=3] [Consultado en septiembre de 2017]. - Carmona, Alejandra y Catalina Barrios. “Migrar para Morir”. El Mostrador, 17 de noviembre de 2017. [En: http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2017/02/16/migrar-para-morir/] [Consultado en septiembre 2017].


- Human Rights Working Group. Boletín. [En: https://www.ica.org/en/hrwg-newsletters] [Consultado en septiembre 2017]. - Ketelaar, Eric. “Recordkeeping and societal power”. En: McKemmish, et. al. (eds.) Archives: Recordkeeping in Society. Centre for Information Studies, Charles Sturt University, New South Wales, 2005. - Londres38.cl. Infografía acceso a la información. [En: http://www.londres38.cl/1934/w3-article-97117.html] [Consultado en septiembre 2017]. - Rojas, Nicolás y Claudia Silva. Informe OBIMID. La Migración en Chile: Breve reporte y caracterización. Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo, 2016. [En: http://www.

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extranjeria.gob.cl/media/2016/08/informe_julio_agosto_2016.pdf ] [Consultado en noviembre 2017].

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Uso del testimonio en casos de violación a los derechos humanos en Perú:

Durante el desarrollo del Seminario Internacional Archivos y Archiveros para los Derechos Humanos, entrevistamos a María del Rosario Rodríguez, historiadora peruana, quien se refirió al uso del testimonio en el contexto del Caso Accomarca, la labor del Comité de Verdad y Reconciliación y el Registro Único de Víctimas. Por Jeaninne Vergara González Archivera

En el marco del “Seminario Internacional Archivos y Archiveros para los derechos humanos: Ejerciendo la ciudadanía en el siglo XXI”, realizado en el Archivo Nacional de Chile los días 12 y 13 de octubre, tuvimos la oportunidad de conversar con la historiadora peruana María del Rosario Rodríguez acerca de la situación de los archivos en su país, en el contexto de los procesos de violencia acaecidos desde la década de los 80. El día 14 de agosto de 1985 la patrulla Lince 7 del Ejército del Perú se dirigió a Accomarca, pueblo ubicado al centro-sur del país, en la región de Ayacucho. Supuestamente habían recibido información de que allí se

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“Hay ciertos indicios que si los juntas con otras pruebas, como el testimonio de las víctimas, entonces sí se puede encontrar la verdad”

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ubicaba una base de formación del Sendero Luminoso. A su llegada, sacaron de sus casas a hombres, mujeres y niños: violaron, dispararon, prendieron fuego y, como resultado, alrededor de sesenta personas murieron. Fue la masacre de Accomarca, uno de los muchos casos investigados por la Comisión de Verdad y Reconciliación (CVR) creada en 2001, instancia en donde se recogió el testimonio de aproximadamente 1.985 personas: “Los documentos que recoge la CVR son principalmente testimonios, muy usados en juicios de derechos humanos, y son de acceso público”, señala Rodríguez. Sin embargo, en ocasiones las declaraciones fueron clasificadas a criterio del testimoniante: “Hubo algunos casos, cuando se hacía la recabación de información en el marco de campañas en zonas como Ayacucho, en las comunidades campesinas, en que se les preguntó a las personas si querían que su testimonio fuera público o secreto. Si era secreto entonces se les ponía un código. Entonces esos testimonios secretos son privados, pero sí los puede pedir un fiscal, los puede usar para armar una acusación”. En el Caso de Accomarca, la recabación de testimonios de los militares responsables se desarrolló recién en el año 2010. A excepción del subteniente Telmo Hurtado, quien se había autoinculpado como autor del hecho años antes, se reconoce, al igual que en Chile, la marcada intención por mantener un pacto de silencio al interior de las Fuerzas Armadas. En este contexto, el desarrollo de un juicio penal y el conocimiento de la verdad fue en parte posible debido a la presión de familiares, organismos de derechos humanos y autoridades. María del Rosario nos cuenta: “Telmo Hurtado estaba en Estados Unidos, había sido detenido porque creo que había violado la Ley Migratoria, y aprovechan ahí algunos organismos de derechos humanos de indicar que él estaba siendo procesado, que había un juicio contra él, entonces dos familiares y un congresista de la época que también estuvo metido en este tema viajan a Estados Unidos y la Corte de Florida ordena su extradición”. El proceso se inicia así, con un único responsable imputado: “Él era el único preso, todos los demás estaban libres,

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lo llevan al Penal Castro Castro y él se da cuenta de que es el único”.

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El desarrollo de los interrogatorios a los acusados terminó dejándolo a él como el último en declarar. Rodríguez nos señala que esta pudo haber sido una de las razones por las cuales Telmo Hurtado termina rompiendo el pacto de silencio, denunciando lo ocurrido y reconociendo a los responsables. Hurtado escuchó los testimonios de los procesados, quienes lo inculparon: “nosotros suponemos que Telmo Hurtado ha dicho ‘yo

“Los documentos que recoge la CVR son principalmente testimonios, muy usados en juicios de derechos humanos, y son de acceso público”

asumí toda la culpa en el año 85, han pasado más de veinte años y me siguen echando la culpa, he tenido que dejar a mi hijo en Perú, he tenido que exiliarme en Estados Unidos y nadie ha visto por mí’. Entonces cuando le toca a él hablar, el fiscal tuvo que interrogarlo y creo fue a la cuarta audiencia que él decide sentarse y decir su verdad”. Como resultado, “empieza a acusar a toda la cadena de mando, desde el jefe político militar que lo invitó a su casa y le dijo ‘tiene que darse la masacre y tienes que hacer limpieza de la zona después’. Es por eso


que el juicio es por dos fechas, el 14 de agosto que es la masacre de más de sesenta campesinos y luego el 13 de septiembre hay otra matanza menor, de algunos testigos”. En este sentido, la historiadora subraya “sobre cómo contribuyen los archivos; en definitiva, vemos que, en el caso de los juicios, hay ciertos indicios que si los juntas con otras pruebas, como el testimonio de las víctimas, entonces sí se puede encontrar la verdad”. La importancia del testimonio en el caso de la sucesiva violación de los derechos humanos a

La importancia del testimonio en el caso de la sucesiva violación de los derechos humanos a través de los años, como sucedió en Perú, también queda al descubierto respecto de las acciones de reparación a las víctimas

través de los años, como sucedió en Perú, también queda al descubierto respecto de las acciones de reparación a las víctimas. María del Rosario nos cuenta: “Además de la Comisión de Verdad, donde se tomaron varios testimonios, se abrió luego un Registro Único de Víctimas. Varios testimonios de la CVR han sido alimentados por este registro, que es para proponer reparaciones colectivas, económicas, simbólicas, etcétera”. El registro es un instrumento público, inclusivo y permanente, que reconoce como víctimas a personas individuales o grupos de personas vulneradas por las experiencias de violencia vividas desde mayo de 1980 hasta noviembre de 2000: “mucha gente se ha ido sumando a este registro. Entonces actualmente el archivo del Registro Único de Víctimas tiene miles de testimonios, muchos más de los que recogió la Comisión de la Verdad y la Reconciliación y sirven ahorita la reparación de las personas. Igual tiene sus deficiencias, que están tratando de mejorar. Por ejemplo, desde el año pasado se han realizado reparaciones en vivienda, que son para las personas que fueron desplazadas o que sus domicilios fueron destruidos durante el conflicto”. Incluir, por ejemplo, la reparación de vivienda ha obligado a revisitar los testimonios y también a ampliarlos: “diez años después la gente está viendo que las reparaciones sirven, que son efectivas, entonces están diciendo ‘mi padre no solo fue desaparecido, mi hijo no solo fue asesinado, yo también fui torturado, yo también sufrí violencia sexual’. A mi parecer, ahí hay otra importante relación entre los archivos, los documentos y los derechos humanos”.

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para... no sirven para un tema judicial, son documentos administrativos, pero sirven para la reparación, para

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Lucha y resistencia mapuche

Los archivos afirman: ¡Hay un pueblo en marcha! Tras conversar con dos jóvenes historiadores mapuche, Fernando Pairican Padilla y Claudio Alvarado Lincopi, sobre la relación entre la lucha de este pueblo y los problemas que aborda la archivística, podemos comprender cómo el uso de fuentes documentales ha sido parte de su estrategia de resistencia, pero también han debido escapar de los archivos, cuando éstos se hacen parte de la colonización.

La lucha del pueblo mapuche refleja las antípodas de las tensiones sociales que se viven en nuestro país. Por una parte, el latifundio forestal, representado por el duopolio de la CMPC, del grupo Matte, y Celulosa Arauco, del grupo Angellini, y en la otra colina, el pueblo mapuche. Si los primeros acrecentaron exponencialmente su fortuna a punta de balas y subsidios de la mano de los militares y los gobiernos que les han seguido, los segundos, aunque nunca sometidos, se fueron empobreciendo desde la construcción del Estado. Los mapuche son las primeras masas trabajadoras de nuestro país. Nunca se ha aplacado su ansia de labrar la tierra, y su resistencia cultural da un paso al son de cada afafan1. Cientos de weichafes muertos y heridos cargan sobre sus espaldas, aun así, alzan la voz y hacen estallar la propaganda mediática terrateniente que pretende tildarlos de terroristas. Quienes observamos desde la ciudad y las ansias de justicia podemos constatar que su innegable victoria es existir como pueblo. Su fama los precede: “nunca sometidos” no es un eslogan, es una contundente realidad, edificada en siglos de lucha contra la discriminación, las masacres, la reducción, la invasión y la actual (1) Grito que da fuerza.

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Por Claudia Soto Cabello Archivera

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militarización de su territorio. Dicha resistencia para muchos implica hoy enfrentarse a una guerra de baja intensidad, tal como señala la Comunidad de Historia Mapuche2. Establecido este contexto, podríamos preguntarnos por la ligazón de este pueblo –el cual en su origen no tuvo alfabeto escrito– con los problemas que aborda la archivística. Pues bien, respondemos que el uso de fuentes documentales ha sido parte de su estrategia de lucha y resistencia, con diferentes grados de relevancia. Para profundizar en esto conversamos con dos jóvenes historiadores mapuche, Fernando Pairican Padilla y Claudio Alvarado Lincopi. Archivos y propiedad de la tierra Fernando Pairican es historiador y autor del libro Malón, la rebelión del pueblo Mapuche. Además, es Doctor (c) en Estudios Americanos por la Universidad de Santiago de Chile. ¿Son importantes los documentos para las demandas mapuche? “Sí, por ejemplo, las actas de títulos de propiedades están en tribunales y notarías. Yo hice un estudio sobre Puerto Choque, allá en Tirúa, y pude llegar al primer comprador de tierras en 1876 y eso está en la Notaría de Cañete. De ahí vienen los Juzgados de Indios donde gran parte del mundo indígena viene a quejarse por la pérdida de tierra y ese Juzgado de Indios después pasa a la Corporación de la Reforma Agraria (CORA) y la

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CORA lo utiliza para la transformación de la tierra.

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“Gran parte del proceso de petición de la tierra se basa en los archivos, sobre todo los títulos de merced”

Esos archivos son importantes para ver la propiedad de la tierra”. ¿Cuál ha sido el uso que el movimiento mapuche le ha dado a esos documentos? “Gran parte del proceso de petición de la tierra se basa en los archivos, sobre todo los títulos de merced. En el año 93, por la Ley Indígena, los

mapuche pueden exigir una reevaluación de la propiedad a partir de los títulos de merced. Estos mostraban cuáles son los territorios históricos de la propiedad y cómo se han ido perdiendo en el último proceso, entonces son fundamentales los papeles”. Fernando nos explica que el análisis de restos arqueológicos también ha sido usado para reconstituir la propiedad de la tierra en manos mapuche. El historiador Martín Correa ha realizado un trabajo fundamental

(2) https://www.comunidadhistoriamapuche.cl/ante-terrorismo-estado-autodeterminacion/


en esto, en la zona del Malleco. Por ejemplo, en

“Tanto los mapuche como los sectores populares chilenos hasta los 60 eran en su mayoría analfabetos. Por ello, cobra relevancia la memoria oral, el concepto de la oralidad, de cómo se transmite la memoria”

el descubrimiento de los cementerios indígenas, que muchas veces se encuentran al interior de los predios forestales. ¿La represión estatal atenta contra la valoración de los archivos por parte del pueblo mapuche? “La particularidad ha sido poder ocupar esos espacios, como para interpretar el proceso histórico, y los archivos te dan una legitimidad en torno a la discusión, pero no todo está suscrito a los archivos. Por ejemplo, cuando yo hice este trabajo, las personas mapuche se acordaban de los Ebensperger, como las personas que les habían generado la violencia

en su territorio, pero no se acordaban del que originalmente compró las tierras... Yo lo investigué y es un Senador de la República que compró pero nunca ejerció su compra en ese territorio, entonces las personas se acordaban de Ebensperger que fue el segundo comprador que fue quien expulsó a los mapuche, y eso está en el archivo. Decía en el archivo que tal persona se encargaba de conversar con los indígenas que seguían viviendo allí... se acordaban de él, pero no se acordaban de este Francisco Vergara. Entonces el archivo te permite una aproximación para el contexto histórico. Pero tiene que ser complementado con otras fuentes, y en ese sentido la memoria oral es importante. Tanto los mapuche como los sectores populares chilenos hasta cómo se transmite la memoria. Si bien tiene que ser contrastada con el archivo, la memoria te puede ayudar a analizar un proceso a partir de las fuentes archivísticas, te da una visión importante del proceso”. ¿Cómo ves el momento actual para el movimiento mapuche? “Es un movimiento que políticamente ha podido expandir el desarrollo del movimiento autonomista. Hay un crecimiento ideológico del movimiento mapuche, a lo mejor no hay un crecimiento cuantitativo en el sentido de que haya más militancia, pero yo lo veo como un movimiento que, a pesar de los siglos represivos, ha logrado crecer bastante en su forma de hacer política y también ha potenciado su discurso político e ideológico. Yo lo veo bastante positivo”. Mapuche Waria Mew: Un archivo que se escapó del Archivo Colonial Claudio Alvarado Lincopi es historiador y poeta. Actualmente es estudiante de posgrado de la Universidad Nacional de Colombia. Junto con Enrique Antileo Baeza es autor del libro Santiago Waria Mew: Memoria y fotografía de la migración mapuche, que dio origen al proyecto “Archivo Mapuche Waria Mew”3, cuyo propósito es narrar y reflexionar sobre la migración mapuche desde los diversos documentos y objetos que les han

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los 60 eran en su mayoría analfabetos. Por ello, cobra relevancia la memoria oral, el concepto de la oralidad, de

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legado las familias mapuche, tales como fotografías, cartas, diarios, boletines, dibujos, etcétera. ¿Cómo surge la idea del proyecto? “Con Enrique participamos de una organización mapuche en Santiago y en el contexto de una actividad de solidaridad con comunidades en conflicto en la zona de Arauco, fuimos a entregar útiles para los niños y alimentos no perecibles. En la medida que nos sentimos parte del conflicto, en la diáspora de Santiago, como pueblo diaspórico, migrante, expulsado de nuestro territorio, estamos

“En la medida que nos sentimos parte del conflicto, en la diáspora de Santiago, como pueblo diaspórico, migrante, expulsado de nuestro territorio, estamos hermanados en la lucha con nuestros hermanos en la lucha territorial del sur”

hermanados en la lucha con nuestros hermanos en la lucha territorial del sur. Entonces estábamos en el sur y comenzamos a pensar en nuestras historias también; Enrique era de la Legua, yo era de Renca, por allá por el 2011. Enrique es antropólogo, yo estudié historia. Entonces pensamos: colaboramos con los hermanos del sur, pero en Santiago hay una historia que recuperar. Entonces empezamos a revisar algunas fotografías familiares nuestras, muy biográfico primero, y después empezamos a ver que detrás de esas familias y de otras, había una historia potente que recuperar, que tenía que ver con la migración, con la vinculación con el territorio, porque más allá de la migración, siempre hubo una vinculación con el sur. Las familias mapuche en general –algunos de una forma más fluida, otros con

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más trancas, justamente por una experiencia no necesariamente linda, sino de muchas violencias también–

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todas tenían un álbum familiar. Nosotros decíamos que esas fotografías constituían ‘un archivo que se escapó del Archivo Colonial’ y que estaban fragmentadas, producto justamente de la fragmentación que generó el mismo colonialismo al sacar a nuestra gente del territorio”. ¿Por qué un archivo? “Partimos de la noción de que existe un Archivo Colonial que resguardó y delimitó también nuestras formas de ser mapuche. Margarita Alvarado tiene unas investigaciones súper interesantes (y eso también lo cito en el libro que te comento), que señalan que muchas de las fotografías resguardadas por este Archivo Colonial fueron construcciones, fueron montajes fotográficos, fue un fotógrafo que situó a la gente mapuche, la ordenó, de alguna manera le dio el carácter que el buscaba representar. Evidentemente esto es en el siglo XIX, mediante una estrategia agónica, finalmente [se creía] estar fotografiando a los últimos araucanos, esto tenía una fisonomía, un carácter muy particular, y esos documentos están resguardados en el Archivo Colonial. Pero hay documentos que se le escapan al Archivo Colonial y son documentos elaborados por la misma sociedad

(3) http://www.mapuchewariamew.cl/


mapuche. Entre estos documentos están las fotografías familiares, en donde la gente desarrolló libremente; evidentemente también cruzados por la estética de la época, eso no lo podemos dejar al descuidado, pero sí al menos posaban de manera voluntaria frente a una cámara y edificaban también una construcción visual. Y estas dan cuenta de una voluntad muy particular de la sociedad mapuche, de significar su propia historia. Dejar rastros de sus vidas, dejar alguna memoria. Estas fotografías son las que nosotros tomamos e intentamos agrupar bajo una concepción de pueblo, pues más allá de que estas fotografías fueron tomadas de manera familiar, nosotros concebimos que son parte de una historia de despojo, de desarraigo, de migraciones que llegan hasta Santiago. Porque también hay definiciones, no se fotografía cualquier cosa; se fotografía el espacio de la felicidad, no el espacio laboral, por ejemplo, muy pocas familias tienen fotografías del trabajo, porque era el lugar de la explotación. Entonces, hay definiciones –una curatoría, se podría decir desde hoy– que se representan también en el archivo que nos dejaron ver. Nosotros además tenemos la concepción de un archivo virtual, en la medida que nosotros no despojamos de ningún documento, los documentos quedan donde las familias, nosotros vamos, las vemos, escaneamos, conversamos con ellos, hacemos lo que en mapuche se llama nutram, que es conservación. Estamos toda una tarde hablando con la gente, hablamos sobre las fotos y las escaneamos entre medio. Finalmente todos los documentos quedan con las familias, tampoco es un archivo basado en el extractivismo documental, que nos parece igual un ejercicio profundamente violento, que es la forma en que opera el Archivo Colonial, extrayendo, despojando. Nosotros intentamos lo más posible que eso no ocurra, porque no creemos en la investigación extractivista, incluso la acusamos y vamos contra aquella metodología de investigación.

“empezamos a revisar algunas fotografías familiares nuestras, muy biográfico primero, y después empezamos a ver que detrás de esas familias y de otras, había una historia potente que recuperar, que tenía que ver con la migración, con la vinculación con el territorio”

configuración de una historia común, sentimos que somos un pueblo en marcha, que frente al despojo colonial nos hemos tenido que reconfigurar y transformar. Por lo tanto, evidenciar estas transformaciones es súper importante en la configuración de un pueblo en emergencia, en emergencia nacionalitaria, cómo un pueblo indígena se hace nación. Es un proceso muy duro y muy violento, pero también con muchas dignidades que hay que revelar. El archivo también tiene ese gesto, no un gesto homogeneizador, no busca homogeneizar todas las experiencias mapuche, sino también mostrar que esas experiencias son diversas y que eso quede plasmado en el archivo”.

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Sentimos que un archivo es importante para la

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¿Qué relación ves entre fuentes documentales y movimiento mapuche? “El movimiento mapuche, particularmente vinculado con la recuperación territorial, ha utilizado un montón la documentación vinculada con los títulos de merced. Después de la entrega de títulos de merced, los colonos siguieron quitando tierras de otros modos, tanto de formas violentas como con compras fraudulentas; no fueron

procesos

regulares

de

compraventa.

Los títulos de merced se han transformado en un documento fundamental, sobre todo con el movimiento mapuche de los 80 y los 90, aquel que reivindicaba los territorios entregados por el Estado que fueron usurpados por latifundistas y colonos. Hoy ese documento no representa mucho para algunas comunidades y algunos sectores más autonomistas, en la medida que es un documento que define una territorialidad marcada por el hecho colonial, que tiene que ver precisamente con la demarcación territorial definida por el Estado; algunas comunidades están yendo mucho más allá. Están hablando de la recomposición de

“Sentimos que un archivo es importante para la configuración de una historia común, sentimos que somos un pueblo en marcha, que frente al despojo colonial nos hemos tenido que reconfigurar y transformar”

los Lof, y no únicamente de la reducción y de una institucionalidad mapuche que también habitaba

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esos Lof.

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Ahora en la argumentación política yo creo que el movimiento ha utilizado muchísimo la historia; yo creo que la historia de los pueblos colonizados tiene mucho peso para fundamentar justamente la posibilidad de la libre determinación. En particular con Santiago, yo siento que el documento no fue el articulador o motor o enunciador de encuentro para la organización. Hubo otros elementos fundamentales para desarrollar ese vínculo de pueblo, desde el apellido, hasta las historias personales, una serie de cosas que particularmente no tienen que ver con el documento. Creo que, desde una mirada esencialista para la configuración de lo mapuche, los documentos comienzan a tener relevancia en la medida que dan cuenta de una historia compleja, de violencia, abigarrada”. ¿Cuál es la importancia de que un pueblo colonizado desarrolle sus propios archivos? Claudio señala que generar un archivo implica estimular la necesaria intención unitaria de un pueblo bajo el colonialismo. Ser parte de esa estimulación por la emergencia de una nación oprimida. Y añade: “Como todo proceso genocida, este implica el borramiento del pasado, de la conciencia colectiva. Eso implica el genocidio, además de la muerte concreta. Implica también la muerte simbólica y borrar todo paso nuestro por la tierra”. Y agrega: “El mismo sentido de una guerra de baja intensidad implica desmoralizar al otro, desmoralizar al


enemigo, al antagonista. Y esta desmoralización pasa por que el otro no pueda reconstituir su propia historia, no pueda elaborar su destino propio, su destino colectivo. Y muchas veces ese destino está enraizado a una memoria, a una historia y el archivo tiene esa intención también”. Nos explica que su apuesta es por “archivos que buscan desmantelar la opresión, generar procesos de unificación de los oprimidos. Son archivos que se constituyen desde el propio movimiento... para intentar caracterizar de mejor manera nuestro presente y para formular estrategias y tácticas más adecuadas”. En el wallmapu4 se resiste al reduccionismo político/territorial/cultural del latifundio forestal y agrícola. Y si aun así retumba la voz de Kilapan en un ensordecedor grito: ¡Amulepe taiñ weichan!5, los archivos afirman: ¡Hay un

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pueblo en marcha!

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(4) Territorio circundante, territorio originario mapuche a ambos lados de la cordillera. (5) ¡Que siga nuestra lucha!


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