Revista Río Negro 9

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REVISTA RÍO NEGRO

9 JUNIO 2012


REVISTA RÍO NEGRO 9 revista de creación artística y literaria

EDITORIAL: Nicolas Aguirre César Castillo Javier Flores

DIAGRAMACIÓN: César Castillo

MOTIVO DE PORTADA: “Captain Worsley standing by a large presure ridge” por National Maritime Museum.

www.colectivorionegro.cl

CC BY NC ND

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ÍNDICE editorial

... 5

poesía

... 7

la mente del fuego

... 27

traiciones

... 31

narrativa

... 36

crónicas de la frontera ... 65 creer es crear

... 73

participaron .. 76

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Sergio DĂ­az Estrada - transpoting

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EDITORIAL En el Laberinto

E

n los albores de la edición de las revistas culturales en Chile, en el medio intelectual del siglo XIX, publicaciones como Revista de Santiago y La Revista de Ciencias i Letras cumplieron respectivamente las labores de afianzar la identidad nacional, promoviendo la República, y la de impulsar el conocimiento y la práctica en las áreas de Literatura y Ciencias, estableciendo así una respuesta de carácter doctrinario requerida en el contexto de la lucha por la soberanía -lucha no necesariamente inclusiva con todo el país, sobre todo con aquellos con menor injerencia en el poder, los cuales, tal como en la actualidad, son utilizados en muchas ocasiones como símbolo para argumentar una causa que apela al entendimiento de la sensibilidad del que sufre, y la deuda con un actuar responsable para con el más desposeído-, pero sin considerar el justo deseo de empoderamiento de parte de este mismo numeroso grupo, más allá de vanas enunciaciones de voces impostadas con gravedad, para cumplir la labor de relegar al olvido los nombres que no encuadran en una historia que supedita a la culpa la voluntad para la realización de cambios, sin el permiso pseudo-moral de una autoridad. No hay país que no haya sido creado en torno a la violencia y con promesas sin cumplir para aquellos a quienes se les ofreció una parte del alma de la historia de la patria que jamás fue dignamente entregada. No a través de las medallas, si no con la dedicación de dejar un cuerpo bajo la tierra, otorgándole un nombre que pueda ser enunciado cuando se vea en el horizonte la monstruosidad de la naturaleza. En Dictadura muchas publicaciones, tales como Araucaria de Chile -dirigida por Volodia Teitelboim inicialmente desde París, y luego desde Madrid- y la resucitada Trilce, que había detenido sus ediciones en Valdivia en 1970 -y cuyo director, Omar Lara, rebautizó como LAR en su regreso a Chile-, junto a una infinidad de otras revistas, panfletos y folletines de los que hoy se mantiene lamentablemente escaso registro, sirvieron de punto de encuentro para gran cantidad de artistas desterrados; cumplían labores de refugio y, con la especial catacterística de actuar como concentradores de nuevas tendencias mundiales, crearon un nuevo foco más amplio, en el cual Europa frente a Latinoamérica dejó de ser un objeto precioso para, en un rol más franco nacido del contacto humano, de los descubrimientos y miserias de una nueva tierra, llegar a convertirse en parte del desarrollo cultural del escindido pueblo chileno. También cumplieron esa labor el resto de los países latinoamericanos para con Chile, en las que la existencia de vivencias históricas y percepciones comunes nacidas del abuso y la maquinación económica de gobiernos externos -como el de Richard Nixon en Estados Unidos, y muchos más, con intenciones de usufructo hasta extremos vejatorios- potencionaron las vanguardias artísticas y literarias de América Latina impulsadas por la supervivencia y su subyacente cohesión emocional y estratégica. Vemos así que el carácter de intrínseca comunión que contiene una revista de creación, aquellas que independientemente de su popularidad y elaboración, apelan lealmente a la visión comprometida del panfleto y del folletín -fuente primigenia del grito cotidiano-, mantiene su vigencia, albergando la derrota, la confusión y la vorágine subsecuente para resolver los trozos del rostro de la Bestia que denigra nuestras causas.

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Es un miedo común el de no saber si volveremos después de la partida, y eso es porque desconocemos desde donde estamos iniciando la migración. Nuestras emociones pueden ser fácilmente traicionadas; de hecho, lo han sido. Seguirá siendo justo el aclamar a ciertas horas de la madrugada con alguna triste complicidad que el Infierno es éste, que no hay que tener miedo nunca más ya que los que son nuestros padecimientos eternos se consumen noche a noche, en la luz azul de la vida. Nosotros, como Colectivo, llegamos a nuestra novena edición de la Revista Río Negro, enfrentando el término “combate por la información”, alejándonos de la tecnocracia por la tecnocracia, e invocando la necesaria e incómoda historia de la historia, explicada con las manos inevitables del arte y la literatura. Es así como hemos desarrollado desde nuestra última publicación a la fecha diversas plataformas totalmente abiertas para nuestros colaboradores y seguidores, las cuales -para ser sinceros, y dejando de lado la retórica de la difusión cultural- hemos creado esencialmente con el fin de enfrentar la estúpida y pesada masa de desinformación -que vale especificar- no como desconocimiento sino como pérdida de la voluntad. Entre las nuevas propuestas se pueden encontrar el espacio de libre registro y publicación “Portal de Creación”, enfocado a la muestra de literatura y arte, el cual cuenta hasta este momento con rupturistas trabajos literarios que desdibujan los erróneos paradigmas que atacan nuestra confianza para la acción, hasta con video-animaciones que indagan en lo críptico de la historia de las letras-; la plataforma “Periodismo Social”, desarrollada sobre la misma dinámica de libertad de publicación, e ideada para la difusión de artículos de interés ciudadano que apuntalen sin miedo el testimonio del abuso de poder y de las problemáticas tachadas -por egoísmo y cobardíade inútiles por grupos que no logran ver la verdadera sustancia de la política; y la ya existente sección de traducción -que aunque lleva bastante tiempo en línea-, merece ser indicada como una novedad por el proceso de rediseño gráfico y de contenido a la que fue sometida. Se mantiene de igual manera la Editorial electrónica Río Negro, siempre publicando nuevas obras. La más reciente -Desvariaciones Transversales, de Mario Caamaño- tuvo una gran recepción al momento de su anunciación, y un posterior seguimiento que nos deja bastante satisfechos respecto de la labor poética de este joven, creativo y agudo autor, y con nuestra labor como editores. Agradecidos estamos de la inmensa cantidad de colaboraciones. Nos hemos visto enfrentados a creaciones que compiten firmemente las unas con las otras en criterios de calidad y fortaleza, lo que nos ha obligado a entrar en un profundo periodo de discusión y reflexión para un descubrimiento y un redescubrimiento de todas ellas, con el fin de dilucidar y concretar la poética que habita en los entramados de esta nueva edición, desesperada y afortunada a la vez, en el extremo más entregado de las acepciones. Continuamos esforzándonos en la entrega de un material efectivo, de libre acceso para quien quiera armarse con él o conceptuarlo como herramienta, a través de una extraña ansia que nos mueve desde la contemplación, hacia la confrontación y que, detrás de la piel de las cosas, humanas o divinas, arcanas o mundanas, busca dibujar el mapa del Laberinto en el que hemos nacido.

Colectivo artístico cultural Río Negro

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Mark Foley - Train derailment in Youngstown: Bay County, Florida

POESĂ?A

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Cuando te miro con ganas Sobre mis párpados tengo sentadas dos gatas negras. Te miran… Cuando parpadeo arquean sus colas alzándolas como una falda. Buscan con sus hociquitos la humedad de tu boca refriegan sus cuerpos por tu sexo haciendo un zigzag entre tus piernas y el techo. Luego vuelven atorrantas a esperar sobre mis ojos. Valeria Pariso

La visita de Munch Yo estaba gritando un nombre y otras cosas cuando él se acercó vestido con traje negro corbata negra camisa blanca y gorro de paja me miró con ojos de poseído posiblemente inspirado y con su pincel teñido de pintura fresca (Naranjo, negro, rojo, naranjo) me pintó su firma en medio de la lengua. Carol D. Vega

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Un Hombre Muerto Yace En Mi Lugar Mi ser se desplaza al fin, y yo no he obrado en mi voluntad. Mi institución se derrumba, entonces, y los hechos no coinciden con el hombre muerto que yace en mi lugar, ni con esta sed de náufrago sobre aguas internacionales.

Francisco Enríquez Muñoz - 2

Fernando Pez Era

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La jornada transparente Yo sentado frente a ella, ahí, encima: jaula Y ella frente a mí, mirándome a los ojos: jaula Llévame a una jornada transparente aunque el precio sea el verla niña, y luego vieja, y adolescente, y madura y así, casi al mismo tiempo Si todos nos miráramos caminar por las calles muy transitadas Unos a otros por turnos Yo tendría miedo de que en cualquier momento fueran ya todos los que al mismo tiempo se detuvieran y se miraran Si una reacción reflejo me hiciera entonces romper la detención y volver a caminar o simplemente no haber parado desde antes Como un continuo, una vorágine muy personal Y así la gente siguiera mirándose detenida, a las caras con ojos mas o menos penetrantes Para estar más perfectamente solo desearía que comenzara a llover Y entonces transitaría mas confiado y sereno bajo la lluvia que cae sobre los observantes y el que pasa por ahí, que soy yo Luego todo como un sueño se habría disuelto sin percatarme muy conscientemente y por las esquinas todo sería denuevo transito y apuro Pero volviendo atrás, ya solo en el miserable recuerdo, con toda esa masa anónima que se miró por instantes (solo sigue lloviendo) pienso que huí cuando la oportunidad se mostró tal cual, pequeña y modesta O es que tal vez quise ser como un relámpago o secreto hermoso cruzando entre otro misterio aún más grande, Eso es, un secreto que atraviesa un misterio que nunca podremos nombrar u olvidar

Alvaro Guerrero Cabella

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De Odín y de Zeus

Si Caín y Abel, Siglo tras siglo, he sido Y páramos malditos Cual vidas pasadas, recorrido. De Odín y Zeus, he sabido Pues es que guardan Sus cantares En la noche, mi castigo.

María Crosetti - echesortu

Son las olas, suave marea Que han mecido insulsas Éste, mi frío sueño Cuando tu nombre repito a ciegas. Los libraré por siempre juglares De la triste y justa suerte De cantar mis líneas nunca. Mas si de seguro, mi muerte. Paulo Neo

Firstime A cada paso que doy, Por este, que es un borde salvaje, erróneo; Una frontera oculta, Que hace moverme entre tus regiones: Cuerpo provisto de dones palpables. A cada paso que doy, Me consagro entre tus dos arcos frágiles. A cada paso que doy, oscila la canción: Tus gritos suspendidos en el eco. Ricardo Liberona

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Cardiopensamiento fugado Brillos en los bosques de tus sueños Venían exhalados por el viento Y caminabas Dentro de los colores En rojo a verde Yo te llamaba Reventé las letras de tu nombre Lanzaba ondas que se quebraban Al chocar Con átomos ajenos

Lucrecia Aicardi - Sin título

El suelo se incendiaba Y las llamas eran tu rostro Me quemaba entumecido Mi humo se disipa En la sinfonía tocada Por los planetas que te orbitan Allá es la casa del océano Con el retrato de ti Irreal en su comedor Las ventanas se abren Al timbre de tu respiración Y ese aire también respiro Observo mis sueños que flotan Fuera de mí Sin poderlos alcanzar, te pienso Te veo Los glaciales en la piel de la distancia Eran anillos y Acaricio el viento y la estela Que dejas al volar Inútilmente Remolqué barcos de cristal Fumé mi alma en papeles de temor Volé nubes de fuego Descendía, cada noche en parapentes de delirio Reinaldo Arismendi

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Detrás de usted Detrás de usted y su celebración trasnochada están los vasos rotos, el televisor en el suelo, la histeria sacudiéndose en los edificios, la luz de los teléfonos móviles proyectando sombras. Hay un silencio sordo y el colapso en medio de una pavorosa oscuridad. Detrás de los héroes está el mundo al revés, un pulso de fruto dañado, los huesos rotos, las vigas, las columnas. Está el desfile de pertenencia y de pertenecer. Los objetos que se van en procesión de casas a una minga triste saqueada por el mar, están los autos, los muebles, está el televisor y los zapatos Por la radio está la voz ciega de la calma. Detrás de la esperanza quedó absolutamente nada. El paseo de la suave y tibia brisa que dejaron cuatro olas, como cuatro jinetes recolectando especies, arrebatando niños, a saqueo, a secuestro, llevándose el amor de entre los brazos, trajinando parentelas y amistades. En la plaza de armas se ven remos y escaños rotos, en la iglesia conmueve la cantidad de cabezas partidas, de brazos y cuerpos, todo de yeso adorado. Hay peces chapoteando en los jardines y arriba de los árboles. Por los cerros hay redes, boyas y otras embarcaciones como extraviadas, como empeñadas en seguir huyendo sin entender de qué. Detrás de las campañas, de los rostros, de la ley de donaciones, de toda la famosa voluntad chilena. Detrás del televisor está mi país aturdido en un cerro de escombros. Los parientes y los amigos de hace unos instantes se hallan junto a un mar de cadáveres invisibles. El televisor permanece encendido. Detrás de usted está el recuerdo de mil novecientos ochenta y cinco, está Valdivia del sesenta, y no hay nadie más que usted con la ropa húmeda, el hambre en la voz, el barro de todos los ojos que siguen frente al televisor y ese nudo que huele a falta, a una soledad de aquí en el pecho. Detrás de usted está el ruido y la pérdida de algo roto, algo que a usted no le duele, porque no es suyo. Álbum Familiar (2012, inédito) Juan Eduardo Diaz

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Necesidad Suenan muy fuerte, ensordecen. Su chillido metálico tiene tal magnitud que a mí me cuesta hasta roncar. Allá en Medio Oriente, los más hermosos kebabs y un obsequio lujoso en caja de madera con incrustaciones de jade; allá quedan todas las paginas blancas de ese pequeño libro rojo al que es tan difícil rendirle honores. Aquí la rasposa imposibilidad de presentar reclamo, demanda, pedido. Aquí el ruido perpetuo como acusándome. Y más allá las imágenes con sonido, las cortas escenas. La primera escena describe un concepto novedoso de entrecruzamiento de brazos y de risas sumergidas en la tragedia. La segunda escena es también la quinta, la octava, la décima y más, es el instante de blancura mental, del vacío que excede todo idioma, que no escapa voluntariamente a las descripciones pero que sin embargo, no puede ser apresado. Cuantas escenas más, cuantos colores, palabras, escenarios, sensaciones, gustos y para qué, no? Lucía Ibarra

no hay sangre que escurra por estos cadalsos malditos la pena da cuerda al reloj del silencio unos ratones roen lo que queda de una doncella y no hay más frío que miedo no hay sombras si no de pasado, huesos rotos lágrimas secas pasos de un muerto entre catacumbas mientras que unos ratones roen lo que queda de una doncella que apenas fue virgen que en el ánfora sólo guardaba recuerdos cosas de niña muerta que a unos pasos del eco y casi sin quererlo encontró las lágrimas del silencio. Luis Vega

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El levantamiento Bestias anónimas a las que el yugo enloquece Servidores autómatas que rompen sus cadenas y que revelan con sus labios famélicos las escrituras del cisma anunciado la feroz atronadura del exterminio del mundo Animales de tiro que han cargado con el peso del privilegio Sobre sus hombros ha florecido la técnica, la ciencia y las bellas artes de la prehistoria larga heredando para sí nada más que el peso de los océanos Artífices de los santuarios del orbe Adoradores antiguos de dioses, practicantes de ritos enmohecidos, la superstición cegadora En sus pechos anida el mandato de una nueva religión sagrada, el combate humano ¡Productores! ¡Creadores! Sostened ahora en vuestras manos callosas el altivo madero La horca libertaria de vuestra ferocidad temible, la voluntad colectiva del mandato anunciado, como égida vengadora de la última de las soberanías ¡Estirpe subterránea de la historia! Animales de carga modernos que toman conciencia de su potencia avasallante, preparando el asalto de las furias del hombre emancipado Raza maldita que cruza las fronteras, el encierro de Sión y que se derrama, cual jauría caníbal, sobre los jardines del mundo luminoso ¡Horda monstruosa que avanza sobre las catedrales del coloso milenario! Clavan en picas las cabezas de todas las instituciones haciendo arder en hogueras los valores del principio enajenante la aritmética del lucro y su parafernalia sombría ¡Productores! ¡Creadores! Despertad ya mismo de tu sueño de siglos, el sopor venenoso de las jaurías del dinero Tomad un último aliento, el fuego de Marte propicio Ante ti el trono del Imperio Nuevo, tu voluntad universal, la redención manifiesta Miguel Fuentes

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Mente involutiva Parámetros desteñidos Que siguen personas ahogadas, profecías infundadas Sociedad inmaculada que por las noches Sufre la violación provocada Por el pensamiento calculista de los dueños de poder. Marca registrada, usufructuada la fe del hombre Sensacionalismo, virtudes apagadas Moretones felices miradas mojadas Arácnidos reticentes al veneno del hombre Hombres aterrados por la inferioridad de la mente Marginada al dictamen prescrito Dorada felicidad representada En la figura tallada del hombre imponente Materialismo conjugado con manipulación Que nos permite ser puros materialmente. Víboras venenosas que nos muerden tiernamente Publicidades engañosas que apaciguar el anarquismo innato Sociedad en plena evolución Mas desastre espiritual en plena directa arremetida. Oscar Alejandro Rodríguez Grey

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Van Gogh Al Cubo y la Chica Occidental Sobre el amarillo en ella, sobre mi error en asunción, sobre bailar "How deep is your love", abrazado en su abrazo. Sobre llorar (a mi manera), sobre extenuarse a paso lento, sobre bailar "How deep is your love", extasiado en mi éxtasis. Alzar en color lo amarillento del anhelo, y la futilidad de este hétero deseo: Amarillo en su sonoridad. Amarillo en su inocencia. Amarillo Occidental? Amarilla la peca. Amarillo en su primavera. Amarillo Occidental. SATURACIÓN PRIMERA. Aprecio lo de mirar saturando deseos que llaman a no dormir soñando despierto en esa imagen virtual tormento de mis días trabajados a tiempo completo en esa imagen virtual tormento que llama a no dormir soñando despierto aprecio lo de mirar saturando deseos: Amarillo en la cabeza. Amarillo elixir cabellera. Amarillo de occidente? Amarillo de amarilla. Amarilla la belleza. Amar-y-yo. SATURACIÓN SEGUNDA. Luego en el territorio de la carne dejo caer la gota del exilio amarga-metálica como un saludo. Y caminando el camino sigo sus pasos inaudibles. Inacabados. Joyan Cordero Saavedra

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Manifiesto de la sureña Ni temporera con olor a fruta Ni campesina de muslos voluptuosos que se revuelca con el patrón en el establo Ni poeta que sueña con el potro solitario Ni cantante de folk incomprendida Ni china coqueta Ni estudiante tapizada de artesanía Ni dueña de fundo Ni inquilina Ni conocedora de la tierra y sus bondades Ni cocinera con amor Ni sumisa con voz entoná’ Ni pincoya Ni panteísta Ni pechoña NO TRAIGO LA MAGIA DEL SUR Antes de ayer me prometí aprender a cocinar arroz Empapados de pop mientras nos damos las duchas de smog Para sacarnos lo que somos: Lodo y frustración Dos estaciones de invierno más un pedazo de frustración enterrada NO TRAIGO LA MAGIA DEL SUR One hundred percent full of dihueñe-trans mapu-indies n’guillatún-partys Trueke de carreta de bueyes por deportivos Mujeres chinas por industriales mujeres en serie El cabildo por guanaco NO TRAIGO LA MAGIA DEL SUR Aquí no hay magia Ni sur. Camila Almendra

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La derrota de Cupido (Bosquejo desclasificado de Gustave Doré) Puede que otros ya hayan intentado descifrar tus misterios en una sola noche deshojar en un tiempo las flores del pudor y cantarle una canción obscena a la Luna sobre fiestas eternas y delirios sin tregua con un zumbido de furia apabullante Puede que los santos sean meros espectadores del momento en que Mors suelta su guadaña o puede que una virgen se rebele ante su amante o un niño se toque pensando en su vecina o un hombre solitario piense en la zoofilia o una monja se masturbe cómplice del silencio limpiándose los estigmas que le dejó el celibato y las oscuras manchas que heredó de la moral Puede que hoy toda la ciudad se venga abajo tratando de eludir sus más íntimas pasiones pero hay un deseo que no podemos evitar que va de tu cuerpo hasta mi cuerpo acabando incólume y casi intacto como un glorioso suspiro de victoria frente a las puertas del Infierno Cuando terminas pareces despertar de un sueño mientras yo recién me sumerjo en otro olvidando por un misérrimo instante que la vida no es más que un espacio cerrado donde sin remedio nos persigue la Muerte Patricio Contreras

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Las Porteñas No Duermen el naranjo

de faroles noctámbulos se toma las calles

el suspiro del litoral previo al crepúsculo seca lentamente mis fotos sobre nuestra banca todo se seca con aquellas nostalgias todo excepto los pardos que demacran tu rostro en ellos rollos de un largo film relucen a la vista un Valparaíso imperioso gritos ladridos bocinas y monumentos lumbres en vela hermanadas con el vicio la piel del mar y la sangre turbia de nuestras mentes justo antes de su desliz como arrepentidas tus pestañas recobran pericia y enrabiadas clausuran los alientos la novedad es consumida. y estalla el último espolonazo de vida compartida.

Franco Saravia

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Acerca Del Dilema De Los Erizos De Luis Cernuda Ya sabéis como los erizos Luis Cernuda

Qué misceláneo castigo es aquél dirigido a nuestro tacto, aquél que lastima, aquél del dilema presentado. Obsesión o mal escrito de cierto dios que se pierde en las púas de su verso inefable. Erizos os ha presentado, y ya sabéis que cuando su verso concluya, será el mismo frío que nos conlleve a crear el amor. Ápice que busca en donde habita el olvido de su Parnaso inamovible lento y bullicioso. Allí la corteza es el resultado leído, ocupado por ciertas voces que lo buscan <<Luis>> dicen y luego callan sus erinaceinos volviendo a sus propias heridas. Ya sabéis amigo; un día quisiste explicar el amor, y el resultado fue, ya sabéis: como en los erizos. Bunker Guerreros

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Penquista goes to Santiawood Hombre verde a la vista cannabis semafórica y cruza el gentío en masa eufórica policías, perrunaje y demases HASTA el hombrecillo rojo cual viejo pascuero deteniendo al mundo entero una acera entera de impacientades brutos en todas sus potestades reclamándole al aire. Y cruzan micros, trenes y autos gente cruzándose creando más gente. No es por ser inconsecuente pero déjame cruzarme con estas calles déjame hacer de mi alma, mestizaje: de lluvia sureña y veredas llenas de tierra mojada y luces extravagantes crear la mezcla perfecta entre capital y humedales.

Sólo dame tus ríos secos tu asfalto de selva no me devuelvas a la huerta de tu ciudad soy sus besos en este país seco de inspiraciones, amores y sesos le traigo un no se qué sureño una balada de cordero -al palode oveja negra, tan lejos de sus tierras... tan feliz, tan libre, tan perra (Santiago no es Chile escribo en una acera) Cecilia Ananías

Déjame hundirme en tu rascacielos vanguardia en tu calor de mierda, en las palomitas a gamba y las niñitas huecas. Déjame ser ebrio al fondo de un Transantiago trastabillando una canción, una ilusión una vida perruna, hasta la una y hada madrina en mano vuelvo a mi calabaza, se hace el hada mi mortaza y yo un esbirro perdido en las dunas -de basura-. No, no, no me devuelvas quédate con mi zapato de Cenicienta, mi ciudad natal no es impedimento. Déjame ser alabanza de tu gente en terno de los locos, de los estudiantes y cuadernos de tu diversidad a raudal de tu ciudad como cambios de canal agrio y fascinante cual Mapocho.

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Fotografía de las tres torres

Ansel Adams - Surface of water presents a different texture...

Ser como la orilla de aquel árbol enfermo: Apenas una promesa incumplida. Ser la huida y el olvido. Una imagen donde habita algo más que paisajes y repeticiones. Ser la callecilla transitada por hermitaños, el primer tren de la madrugada, la sensación de perderse en la reiteración. Ser los hastíos de la fugacidad, el vértigo de los colores tremebundos, la ruptura de lo estable. Ser como los pájaros que migran a ciudades de cielos martillados de espanto: Conspirar para que las tempestades incendien las plazas y los recuerdos. Ser el aroma que destilan las presencias en los escaparates, entremezcladas. El que viene de paso. El que no volverá a recordarse en trance. Jugar a suponer que el instante es una eternidad disgregada, que cada segundo es un ocaso. Ser como el trigo que nunca quiso la embriaguez de la perpetuidad. Como los campos y el alma de los animales muertos. Aparecer de repente, no esperar a ser invocado. Ser como los fantasmas de las carreteras: Tener por nombre y armadura, la radical fragilidad de lo invisible. Gent, Bélgica, Abril de 2012 Fernando Vargas Valencia

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TODOS SOMOS PREMATUROS / O AL MENOS A TODOS NOS FALTA ALGO Que va a decir tu papá cuando le digas que no puedes más -Pánico. I Esa noche se había vuelto como una gran sopa, un caldo vaporoso lleno de piernas y labios salados. Todos los labios me parecían iguales. Era una noche revuelta y todos nos lamiamos las costras y los salivales. La noche se chorreaba calientita por el pellejo. La carne salía de la boca caliente y se perdía en otros pliegues más abajo. II Imposible recordar el momento exacto en que nací, porque iba tan rápido que cerré los ojos y me puse a llorar del miedo, porque solo sentía el anhelo de volver al estado primitivo de la memoria, porque la piel aun no estaba preparada para el aire ni los ojos estaban preparados para descifrar. Imposible recordar el momento exacto en que nací, porque estaba procurando olvidar todo lo que había previsto dentro de mi madre. Estaba ocupado olvidando las palabras que diría a lo largo de mi vida, los colores que me gustarían y las canciones que me harían bailar. Estaba ocupado olvidando todo lo que haría hasta este momento. Imposible recordar el momento exacto en que nací, porque es mejor descubrir que el fuego se lleva bien con el aire, porque los disparos me dejaron sordo y fui olvidando el sonido de las palabras, porque las piedras hacen que ruede por el suelo como por primera vez, porque estaba preocupado de escuchar la música de la radio, porque los juguetes me decían que no gritara por las noches. Imposible recordar el momento exacto en que nací, porque la primera persona que vi fue una máquina, porque la luz amarillenta en los ojos me hacía ver un planeta lejano que me llamaba por mi nombre, porque la ropa que tenía puesta no era para mí, porque yo tenía otro nombre y todo lo demás también tenía otro nombre, porque estaba ocupado desarticulando mi abecedario cósmico que me permitía establecer contacto con el mundo exterior. Imposible recordar el momento exacto en que nací, porque mis gritos terminaban diluyendo las mutaciones, porque en el espacio no hay oxigeno, porque si no hay oxigeno no puede haber fuego, porque sabía que el sol no estaba cubierto de fuego. Imposible recordar el momento exacto en que nací, porque los prematuros prefieren olvidar. III Despertar envenenado mirando a los dioses a la cara. La piel tan pálida que se revuelve destrozando el orden de la pieza y las manchas de sangre que me chorrea de la entrepiernas. Las nubes chocan con las rocas suicidas mientras el trueno de tu voz se derrama por la espina dorsal de los ojos rojos. Enfermedad perpendicular que viene de los botecitos sin nombre estancados en septiembre. El borde incorrecto del mirador nos hace ver la furia del océano y esa imagen es con la que estoy condenado a soñar cada día. Despertar envenenado sentado a medias con la cabeza entre tus piernas buscando los puntos cardinales, recorriendo estrepitosamente la muerte con mi saliva caliente que se pierde en las sabanas feroces. Los dientes que carcomen los tumores de la noche y la violencia que se genera entre los cuerpos descarriados. Despertar envenenado buscando la ruta de los niños que bailan, la mano gris que nos tapa los pelos y el agua que se introduce por tu garganta queriendo atacar desde adentro como los perros que babean al sol.

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IV La calle negra se vuelve un demonio hambriento mirando mi cuerpo flacuchento. Las niñas miran los cables de la luz mientras mi lengua se pierde por entre medio. Las cosas importantes pasan desapercibidas como lo fatal de esta noche. El miedo se mueve tan rápido y se mete por mi boca como un ratón que no sabe por dónde escapar. El miedo se mueve a toda velocidad. Tu nombre es el miedo, mi sangre enferma es el miedo que tengo, que termines tan muerta como yo por amarme de la forma en que lo haces. No seas así, no me ames tanto pequeña muerta. La calle negra se vuelve una mandíbula llena de colmillos amarillentos. El olor nos tirita en las piernas y la sangre que nos mancha la ropa no sale con nada, aunque la refreguemos con la saliva o con los dedos quemados. La calle negra se vuelve un cigarro tan largo que me quema por dentro, te recuerdo que ahora odio el humo y sus derivados. El olor a cigarro me hace vomitar porque ahora volví a tener miedo. Ya no se ven las cicatricen en mi cuerpo en desuso. Te lo digo y te lo repito, no me ames tanto que puedes terminar muerta antes que yo. Mi amor no es violento pero te matará de alguna manera. Tengo tanto miedo. El miedo se me mete por la boca y se aloja en los pulmones y no me deja respirar. Los labios forman un anillo esperando que me manchen la cara. Por eso amo con los ojos cerrados, para no quedar ciego y poder verte de nuevo. Para que los muertos no se metan en mi pupila y me vuelvan loco, para no darme cuenta si nos están viendo en la plaza o en la camita prestada. La calle negra se vuelve enferma. La calle negra se vuelve loca. La calle negra soy yo mi amor, y esa no es tu culpa, pero aun así duele que me ames tanto. V Escucho canciones nuevas en la madrugada mientras las murallas se estiran y se estiran hasta quedar dobladas sobre mi cabeza. La gotera me revienta los oídos. Las caras que no he podido ver hace años me recuerdan que alguna vez me quisieron y que ahora solo son parte de una biografía secreta. Alguien me canta al oído en un idioma que no entiendo. Al parecer hablo en un idioma que no entiendo, o quizás nadie se toma el tiempo de escuchar los artefactos que quiero hacer con mi lengua. Una serpiente se escabulle por el laberinto. Todas las serpientes que he visto han terminado llorando dentro de mi boca. Saben que es fácil hacerme gritar. Saben que es fácil ponerme de rodillas. Saben que es fácil llorar conmigo. Porque la inseguridad tiene ese sabor a deseo que tanto me gusta. La serpiente podría estar subiendo ahora mismo y no me daría cuenta. Podría estar debajo de la mesa, podría estar mirándome detrás de la cortina, desde la bodega de una fábrica, detrás de algún sillón viejo, dentro del baño o en la pieza de mi mejor amigo. La serpiente siempre vuelve a visitarme cuando estoy solo, la serpiente siempre sabe donde estoy, la serpiente se sabe mi laberinto de memoria, la serpiente son todos mis amantes, la serpiente son todas mis tragedias, la serpiente son todas mis costras, la serpiente es la marca de mi frente, la serpiente quiere ser como yo y no puede, por eso me quiere matar.

David Yávar Reyes

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Sebastián Zapata - Sin Título

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LA MENTE DEL FUEGO

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Reseña a Damián Ríos por Mariana Garrido

D

amián Ríos nació en Concepción del Uruguay, en la provincia de Entre Ríos, Argentina, en el año 1969. Desde 1991 vive en Buenos Aires. Editor, poeta y novelista. En 2002 co-fundó el sello Interzona editora, de la cual fue director editorial hasta mediados de 2006. Gran lector de poesía contemporánea. Como viene sucediendo gracias a encuentros de lecturas que proliferan día a día, escuche la poesía de Damián antes de leerlo, en un video del festival de poesía Yo no Fui, proyecto artístico y cultural que se realiza en los penales de mujeres de Ezeiza y, afuera, con las mujeres que salen en libertad. Mas allá de la intensificación de un hecho tan movilizador como este, y de esa serie de lecturas, fue mas que suficiente lo oído para buscar su obra, para leerla y en cada poema escuchar su voz como plus. La fuerza y naturalidad con la que se expresa y llega al oyente/lector, intacto, con el tono y vida que merece cada palabra, los silencios, aceleración y sencillez del habla pronunciando un mensaje concreto. Diciendo lo que quiere decir, lo que necesita. Su obra se basa en el elemento autobiográfico, historias en primera persona en los que prevalecen actos que conforman la cotidianeidad en estado puro, la descripción de actividades con amigos, entornos laborales y las relaciones que allí se generan. También están presentes sus gatos, acciones y visiones de la ciudad, cómo capta su alrededor “Al otro lado de esta ventana que le da sentido/se pone un sol debilitado/las sombras de los edificios se alargan/y dibujan líneas rectas, irregulares/sobre los techos del pulmón de manzana/dónde un obrero vestido con pantalones/de grafa y pullover azul/patea el esqueleto de un paraguas/que dejó allí una tormenta muy vieja” Por momentos vuela al pasado, anécdotas de su infancia, de amores vividos, anécdotas con su

padre y su familia, pero de pronto volviendo al hoy, sin nostalgia, con cariño por la vivencia como parte y ramificadora del presente “Papá me enseñó a contar y a leer antes incluso de que entrara en el jardín de infantes. Me mandaba a la calle para que juntara piedritas parecidas y después se tiraba en el suelo conmigo en el medio del patio. Mamá a veces le traía el mate. Una vez que aprendí a sumar y restar, se puso en el trabajo de enseñarme a multiplicar. Me acuerdo que reunía piedritas en grupos de dos y tres y empezaba transpirar porque yo no entendía (…) sabía perfectamente lo que quería y cómo. Ahí está en definitiva su victoria, vamos a llamarla así. Es el recuerdo más lejano que tengo de alguien que quisiera ayudarme a pensar.

“Su obra se basa en el elemento autobiográfico, historias en primera persona en los que prevalecen actos que conforman la cotidianeidad en estado puro (...)” Los relatos donde hay pasajes de la infancia tienen aroma a su ciudad natal, al contacto con la naturaleza, con el río, con el barrio y la tranquilidad, la inocencia “Empecé otro sobre bichitos de luz, aviones y ruidos de gente sola que se conecta a cualquier hora o llama por teléfono y todo se mezcla con el pedo de mi viejo un verano a las tres de la tarde, cuando no es mi viejo todavía, es mi papá, y falta un rato para que empiece a entender, tengo los pies metidos en el barro (…)y soy esta sombra buscándole la vuelta a su poema, se me va de la cabeza, mi viejo no deja de sorprenderse mientras mete y saca la rama del agua, le pone el ojo, digamos, y después lo mira al titi que asiente y mi primo me codea (están en pedo, dice) y a mí me gustaría poder contar ahora una historia, sólo para ser bueno, sólo para salvarme, que tiene a una chica apenas

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iluminada por el resplandor de su pantalla a las tres de la mañana, el pelo negro (…)El ruido de la noche es igual y distinto en todas partes: es el ruido del teclado, de las ranas, de las puertas, del/ ventilador de la cpu/de la respiración pesada de los que duermen bien/de la liviana de los que duermen mal/de los ojos bien abiertos de/los que no pueden dormir y agarran un cigarrillo con la mano izquierda y con la derecha el encendedor, e inclinan apenas las cabezas que ahora también resplandecen, débiles/Buenos Aires es un panal/de bichitos en el horizonte”

salir/a comprar cigarrillos. Fumar/Fumar en aulas/ vacías/ en paradas/ de colectivos/ fumar/nerviosos/ tranquilos guardar/ humo/ en los pulmones/ después/dejarlo ir”. En Humo en remolinos lentos, café “Es sabido que los americanos/ no saben/de café y sin embargo/ acá hay gente que les copia. Hay algo/si/ algo/ lento en el humo del cigarrillo/ que asciende/ en la noche quieta/ acelerando al llegar a cierta altura/ Remolinos/¿Alcanza con hablar de remolinos de humo/ tabaco/ y café frío en vasos descartables? /Así/ liviana/la noche/ se para encima de la mesa/se queda parada/ así”

Maneja descripciones tan objetivas que se vuelven emotivas en la sucesión y la toma natural de los hechos en la punta del ovillo del instante, que es tomado por las manos del tiempo, de la belleza detenida para su magnificación “La gata mira su reflejo en el vidrio de la mesa y después me mira a mí. No va a llover, habrá que aguantar/esta cerrazón que apenas humedece las baldosas/ flamantes del pasillo y desacomoda los huesos de los viejos./ Me arrimo a la pantalla y te nombro/estás en la palma de mi mano ahora/te paso a la otra mano con mucho cuidado/y te soplo o quiero despeinarte, respirás/De nuevo la novela de visitarte bajo la parra/abrigados del solazo/el ripio de aquella tarde/La conversación se atrasa entre viajes a la pileta para meter/la cabeza abajo de la canilla/Dan ganas de que sea/una mañana de invierno/la helada blanqueando los pastos/ hombres haciendo sonar las cadenas de las/bicicletas mientras encaran despacio cuesta arriba/ las manos enguantadas apretando los manubrios/ Pero es verano y el calor de la siesta embrutece, apena/Tenés un pañuelo/un trapo con el que secás tu frente a cada rato/ Hay platos sin lavar y la ropa colgada gotea/ Olor a que ya comimos hace un rato/No vamos a decirnos nada/Ahora acerco/la mano y soplo para quedarme solo de nuevo”

Hay tramos para sus reflexiones y pensamientos, que se cruzan entre descripciones, en charlas con alguien, espontáneas “Pero sé quien soy, lo sé, cierro/los puños, me revuelco/me arrastro, rompo un plato, un libro/No puedo parar el llanto de una mujer/no puedo parar de llorar/ nunca tuve huevos/estoy triste ¿Cómo anda la cosa/por ahí? ¿Estás bien? Te quiero mucho/ Quisiera quedarme tranquilo/ preparar el mate, llamar por teléfono, no pensar/no despabilarme, son órdenes: levanto la vista/ miro el cielorraso/cuento los pisos de los edificios las ventanas/la cantidad de gente en una esquina/en un piquete/en un colectivo/28 sentados/22 parados/el chofer”

También se encuentra en varios poemas el humo, el cigarrillo y su ritual.

La pasión del novelista (Deldiego, 1998) Poemas perros (Belleza y Felicidad, 2002) El perro del poema (VOX, 2004) Habrá que poner la luz (Eloísa Cartonera, 2005) La misma luz en todas partes (2006) Contacto: damianrios@hotmail.com

Haciéndole honor al apellido y a su provincia natal, su obra es como un río. A medida que se aleja de su nacimiento, fluye en la dirección y forma de la naturaleza geológica del terreno. Su curso está determinado por la pendiente, y se dirige por el camino que ofrece menor resistencia hacia la desembocadura, siguiendo las grietas con la naturalidad que lo rodea, el paisaje en todos sus detalles de color y texturas que se levanta a los lados del agua que corre, y refresca, despierta.

En un tramo del poema Un aparato muy triste puede leerse “Alguien marcó un número de/ teléfono y preguntó que vas a hacer, nada, 29

Libros de Damián Ríos:


Lo Que No Está Puede Convertirse En Zumbido Por Marcos Agustín Ducanto

“Porque siempre estará el zumbido, a veces físico, palpable, en el sonido de un casete o en el ruido lejano de una fábrica; otras veces, solamente como una presencia ausente, como esa hermana que ya no está y que sin embargo el protagonista no puede dejar del todo atrás”.

Zumbido. Juan Sebastián Cárdenas. 451 Editores, Madrid, 2010, 138 pp.

M

ientras leía Zumbido, última novela de Juan Sebastián Cárdenas, tenía la sensación de estar ante otro libro que leí hace un tiempo: Ida, de Oliverio Coelho. Más allá de una leve similitud en la trama, un hombre que escapa y recorre una ciudad descubriéndola, el parecido está en una preocupación que parecen tener ambos escritores por explorar a fondo las posibilidades del lenguaje.

La novela de Cárdenas está narrada en primera persona, y es desde esa voz que todo se construye: los otros, la ciudad, la periferia, el clima, y, por supuesto, los zumbidos. El autor narra, a través de la voz anónima del protagonista, con una manera de decir sumamente particular y personal, el discurrir de un hombre que, tras la muerte de su hermana, huye. Desde el hospital al recinto de un culto religioso en los arrabales de la ciudad, nada tendrá sentido. El único sentido posible es dejar atrás, escapar. No volver.

Me gusta pensar que en la historia de este hombre que escapa, tranquilo, lento, pero sin detenerse nunca, Cárdenas nos inventa la realidad. Primero, una que agobia, que descoloca, que mueve al hombre de su centro. Después, una increíble, por momentos inverosímil, hostil como la lluvia que de tanto en tanto cae con furia, como el perro entre poseído y hambriento, como la autopista que se atora y no quiere dejar huir. Una realidad como la nuestra, no como la de los libros, no como la del realismo.

En el medio, durante el viaje entre esos dos puntos - el primero, definitivamente, un comien- Agradezco profundamente a Juan Sebastián zo, pero el segundo, seguramente, no un final Cárdenas, por hacerme llegar sus obras. -, muchas cosas sucederán que el protagonista no logrará aprehender del todo. Porque siempre estará el zumbido, a veces físico, palpable, en el sonido de un casete o en el ruido lejano de una fábrica; otras veces, solamente como una presencia ausente, como esa hermana que ya no está y que sin embargo el protagonista no puede dejar del todo atrás. Un zumbido siempre presente, que por momentos se podrá dejar de lado. Pero no siempre. Como cuando algo te aturde y queda sonando en el oído. Como un ruido que nos dice que hay algo que pasó, aunque intentemos ignorarlo. Como esa hermana que parece decirle al protagonista: no importa dónde vayas, yo voy a seguir estando muerta. 30

Juan Sebastián Cárdenas (1978, Popayán-Colombia) Vive en Madrid desde 1998. Ha publicado el libro de cuentos Carreras delictivas y la novela Zumbido. Los estratos, su segunda novela, ya está lista y está por publicarse.


TRAICIONES

Hernรกn Baigorri -

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Quieromemas


Erws Drapeths `A KÚprij tÕn ”Erwta tÕn uƒša makrÕn ™bèstrei• ‘Óstij ™nˆ triÒdoisi planèmenon e den ”Erwta, drapet…daj ™mÒj ™stin• Ð manÚsaj gšraj ˜xe‹. misqÒj toi tÕ f…lhma tÕ KÚpridoj• Àn d' ¢g£gVj nin, oÙ gumnÕn tÕ f…lhma, tÝ d', ð xšne, kaˆ plšon ˜xe‹j. œsti d' Ð pa‹j per…samoj• ™n e‡kosi p©si m£qoij nin. crîta m n oÙ leukÕj purˆ d' e‡keloj• Ômmata d' aÙtù drimÚla kaˆ flogÒenta• kakaˆ fršnej, ¡dÝ l£lhma• oÙ g¦r ‡son nošei kaˆ fqšggetai• æj mšli fwn£, æj d col¦ nÒoj ™st…n• ¢n£meroj, ºperopeut£j, oÙd n ¢laqeÚwn, dÒlion bršfoj, ¥gria pa…sdwn. eÙplÒkamon tÕ k£ranon, œcei d' „tamÕn tÕ mštwpon. mikkÚla m n t»nJ t¦ cerÚdria, makr¦ d b£llei• b£llei ke„j 'Acšronta kaˆ e„j 'A dew bas…leia. gumnÕj Óloj tÒ ge sîma, nÒoj dš oƒ eâ pepÚkastai, kaˆ pterÒeij æj Ôrnij ™f…ptatai ¥llon ™p' ¥llJ, ¢nšraj ºd guna‹kaj, ™pˆ spl£gcnoij d k£qhtai. tÒxon œcei m£la baiÒn, Øp r tÒxw d bšlemnon– tutqÕn m n tÕ bšlemnon, ™j a„qšra d' ¥cri fore‹tai– kaˆ crÚseon perˆ nîta farštrion, œndoqi d' ™nt… toˆ pikroˆ k£lamoi to‹j poll£ki k¢m titrèskei. p£nta m n ¥gria taàta• polÝ plšon ¡ da j aÙtî• bai¦ lamp¦j ™o‹sa tÕn ¤lion aÙtÕn ¢na…qei. Àn tÚg' ›lVj tÁnon, d»saj ¥ge mhd' ™le»sVj, kÀn pot…dVj kla…onta, ful£sseo m» se plan£sV• kÀn gel£V, tÚ nin ›lke, kaˆ Àn ™qšlV se filÁsai, feàge• kakÕn tÕ f…lhma• t¦ ce…lea f£rmakon ™nt…. Àn d lšgV, “l£be taàta• car…zomai Óssa moi Ópla”, m¾ tÝ q…gVj pl£na dîra, t¦ g¦r purˆ p£nta bšbaptai.’ Por Mosco de Siracusa / Traducción de Pablo Martín Llanos

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Eros Fugitivo Cipris pregonaba a Eros, su hijo: “El que haya visto deambular a mi hijo en las esquinas, sepa que el esclavo fugitivo es mío; el que lo denuncie tendrá su recompensa. Un beso de Cipris será tu recompensa, pero, si me lo traes, no te llevarás un simple beso, amigo, sino también algo más. Ese niño tiene muchas señas y entre veinte más lo reconocerías. Su piel no es blanca, sino semejante al fuego; sus ojos son agudos y tienen llamas; malos sus pensamientos, dulces sus palabras; pues no es igual lo que dice y lo que piensa; su voz es como miel, y como bilis su pensamiento; arisco y fabulador, nunca dice la verdad, criatura engañosa, y juega cruelmente. Tiene en su cabeza hermosos bucles, y el rostro de descarado. Sus manos son pequeñitas, pero lanzan muy lejos las flechas, las lanzan hasta el Aqueronte y hasta el reino de Hades. Lleva todo su cuerpo desnudo, pero sus pensamientos los tiene bien cubiertos y, alado como un pájaro, vuela hacia uno y otro, hombres y mujeres, y se posa sobre sus corazones. Tiene un arco muy pequeño y en el arco una flecha -una flecha diminuta, pero que llega hasta el Cieloy lleva en los hombros una aljaba de oro, y allí dentro tiene sus flechas amargas, con las que muchas veces incluso a mí me hiere. Todo lo que tiene es cruel; pero más lo es su antorcha, una lumbre que es pequeña pero llega hasta el mismo Sol. Si lo atrapas, tráemelo después de haberlo atado y no tengas piedad. Si lo ves que llora, cuida que no te engañe. Si se ríe, no lo sueltes; pero si quiere besarte, ¡huye! Sus besos son malos; sus labios, veneno. Y si dice “toma esto, te regalo mis armas”, no toques estos engañosos regalos, pues están bañadas de fuego. Por Mosco de Siracusa / Traducción de Pablo Martín Llanos

Mosco de Siracusa (Siracusa, Sicilia, siglo II a. C.) fue un poeta pastoril griego, perteneciente al llamado período alejandrino en la literatura griega antigua. Fue discípulo de Aristarco de Samotracia, y por su estilo y temática bucólica fue seguidor e imitador de Teócrito. Floreció en torno al año 150 a. C. Se le atribuyen tres cortos poemas de inspiración bucólica, que se titulan (igual que los de Teócrito) Idilios, y un epigrama titulado “Eros al arado”. Se le atribuye además el poema mitológico “Europa”, que narra el rapto de esta ninfa por Zeus convertido en toro, y los poemas “Megara” y “Amor fugitivo”, en hexámetro dactílico. En la Antología Palatina se le atribuye el Ruego de Amor. También compuso un Lamento por la muerte de Bión de Esmirna, otro de los poetas imitadores de Teócrito.

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Dr. Fausts Traum

El sueño del Doctor Fausto

Es ist spät in der Nacht. Faust ist allein in seinem großen Studierzimmer. Wohin man sieht, überall sind Bücher. Faust ist ein wichtiger Mann. Er ist Doktor, er ist Professor. Man kennt ihn in Stadt und Land. Man will seine Meinung hören. Man bittet um seinen Rat. Die Studenten kommen von überall her und wollen von ihm lernen. Doktor Faust kann mit sich und mit der Welt zufrieden sein. Ist er denn wirklich zufrieden? Faust ist in seinem Studierzimmer. Er spricht mit sich selbst. ** Faust: -Vor vielen Jahren hatte ich einen Traum: Ich wollte alles verstehen. Wenn man alle Bücher liest, dann kann man die Wahrheit finden. *So hast du doch gedacht, oder? ** Faust: Ja. Ich habe Tag und Nacht gelernt, studiert, gearbeitet. Ich hatte keinen Urlaub, keine Pause, keine Freizeit. *Faust: Du wolltest deinen Traum wahr machen. Du wolltest den Schlüssel zu allem Wissen. **Faust: So ist es. Mein ganzes Leben war nur Wissenschaft. *Faust: Aha. Und? Was weißt du jetzt? **Faust: Eine Menge. *Faust: Ach komm, rede keinen Quatsch! Du bist so dumm wie am Anfang. **Faust: Die Leute sehen das anders... *Faust: Pah, die Leute! **Faust: Sie nennen mich einen großen Wissenschaftler, ein Genie. *Faust: Und warum? **Faust: Weil es stimmt, vielleicht? *Faust: Nein. Weil sie noch dümmer sind als du. **Faust: Ich bin nicht dumm. *Faust: Dann zeig’ sie mir doch, die Wahrheit!

Es tarde en la noche. Fausto está solo en su amplia sala de estudio. Para donde uno mira, todo alrededor hay libros. Fausto es un hombre muy importante. Él es Doctor, es Profesor. Lo conocen en la ciudad y en el campo. Quieren escuchar su opinión. Le piden consejo. Los estudiantes vienen de todas partes y quieren estudiar con él. El Doctor Fausto está satisfecho consigo y con el mundo. ¿Está, pues, verdaderamente satisfecho? Fausto está en su estudio. Habla consigo mismo. **- Durante muchos años tuve un sueño: yo quería saberlo todo. Cuando se leen todos los libros, es entonces cuando se puede encontrar la verdad-. *-Entonces, ¿lo has pensado, pues, o no?-. **-Sí. He aprendido, estudiado y trabajado día y noche. No he tenido ni vacaciones, ni pausa, ni tiempo libre-. *-Tú querías hacer realidad tu sueño, querías la llave de toda la sabiduría-. **-Así es. Mi vida entera ha sido solamente ciencia-. *-Ajá. ¿Y? ¿Y ahora qué sabes?-. **-Una parte-. *-Pero vamos, ¡no digas tonterías! Sigues siendo tan tonto como al principio-. ** -Las personas lo ven de otra manera… -. *-¡Bah, la gente...!-. ** -Ellos me califican de gran científico, de genio-. *-¿Y eso por qué?-. **-¿Quizá porque así es?-. *-No. Porque son aún más tontos que tú. **-No soy tonto-. * - Entonces, pues, ¡muéstrame la Verdad!-.

Por J. W. Goethe/ Traducción de Agostina Chiavassa-Arias

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35 Lucrecia Aicardi -

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Donn Dughi - Aerial view showing train derailment in Crestview, Florida

NARRATIVA

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Apuntes

E

n el año 2011 fue encontrado el diario de mi abuelo, Ernesto James por personas ajenas a mi familia hasta ese entonces. Al parecer, la fecha en la cual fue escrito es un misterio; la pésima calidad del papel impide la precisión (aunque se sospecha que tuvo que ser entre los años 1940 y 1943). El diario, titulado “Apuntes”, consta de solamente 7 hojas. Cada una de ellas tiene una reflexión de su autor y un acontecimiento que acentuó el hecho clave del día. A continuación, el diario:

de transporte. Al parecer, el punto en el cual convergen aquellas personalidades es de tinte romántico y rojo como la sangre que no está contaminada. Día 5: Reflexioné: “El brillo de la muerte rueda sobre nuestra mejilla en forma de lágrima sólo para agrietar el rubor de nuestra piel. ¡Cuántos celos tiene la muerte de aquello que no es mas que vida!”

Mis familiares insistieron en festejarme el cumpleaños. Día 1: Reflexioné: “El fin ha llegado; mis manos, su- Todos estuvieron ahí: tías, abuelos, padres, vedorosas y cansadas, agotan sus impulsos en la cinos, amigos, novia(s). Esta noche no hice más que acariciar a mi petinta que nunca saldrá de este papel”. La pata de la mesa se rompió a causa de las rro. termitas que invadieron la casa. Hoy comimos en el piso. La experiencia fue Día 6: buena. Lástima que mi cintura ya no está para Reflexioné: “De todas las lunas que el cielo me ha regalado, solo recuerdo aquella que nos ha estos trotes. presenciado” Día 2: Reflexioné: “Mi rostro se retrae por el espíritu La pelea que tuvieron mis vecinos repercutió en que me moldea y refleja, a su vez —a través de todo el barrio. Según el almacenero, el perro mis ojos— la angustia de aquello que nunca va de mi vecina tiene pulgas y, Rubén, el esposo de aquella, no hizo nada para impedirlo. Hacía a ser.” Sólo recuerdo que mi tía palmeó mi espalda en mucho que no veía derramar tanta saliva. señal de consuelo. Al parecer, estuve divagando Día 7: todo el día. Reflexioné: “Incontables senderos, un solo camino. Eso es la vida”. Día 3: Reflexioné: “Trasciendo el ego, supero el yo. Aquí afuera (o aquí arriba) la soledad susurra Nada ha sucedido el día de hoy. frías palabras de aliento. Ella tampoco quiere Ernesto James estar sola” La tragedia del barco que naufragó en costas No sería justo dejar de señalar que mi abuelo no murió de un paro cardíaco como su certificado italianas se llevó toda la atención del día. de defunción señala, sino que murió de tristeza e incomprensión. Seguramente el origen de su Día 4: Reflexioné: “Dios no es otra cosa que la magni- muerte radicó en su incapacidad por construir fica habilidad que tiene el ser humano por rea- puentes interpretativos que le permitiese vivir lizar actos divinos sin Dios ¿O usted aún no ha en sociedad; si así no hubiese sido, jamás habría escrito un diario así. escuchado a Chopin?” Las estadísticas mandan: dos de cada siete personas prefieren utilizar el tren como medio 37

Fernando Consolo


38 Apolo -

Ilustración para “Apuntes”.


Darwin

E

l genocidio empezó como empiezan todos los genocidios: nadie se opuso. Al menos, nadie importante. Nada que valiera ocupar la tapa de algún diario de tirada mediana o minutos en un noticiero central.

El agua había comenzado a escasear. No alcanzaba para todos y hubo que pensar en matanzas rápidas, muertes limpias, en lugar de guerras civiles y hambrunas prolongadas. Si falta el agua falta la comida, si falta el agua nos extinguimos, nos decían.

protestaron también fueron en cana: ellos también cayeron. Así que muchos dejaron de protestar. Hubo enfrentamientos, claro, pero no tantos como es de esperar cuando uno escucha hablar a la gente en una mesa de bar acerca de los límites de lo tolerable en una sociedad civilizada. Como nadie quería ir a una muerte segura, la criminalidad civil bajó a tasas históricas. Puro miedo, claro, pura represión, en el cuerpo, en la calle, en casa. Pero el agua, aún racionada, comenzó a verse más en las góndolas y el mercado negro tuvo que cobrarla menos.

No nos opusimos porque ya lo habíamos pensado antes de que pasara. Era necesario. Los primeros fueron los presos pero podía haber sido Los locos ¿para qué queremos a los locos? dicualquier otro, lo mismo daba, tan desesperan- jeron un día. Los manicomios fueron arrasados por los soldados, que ya no distinguían vivos de te era el panorama para todos. muertos, así de cebados estaban, así de urgidos Arrancaron por los cadena perpetua. Asesinos, de sangre y fuego. criminales de guerra, descartables. Las cárceles estaban abarrotadas. No se puede seguir así, Lo más delirante es que se discutía, que había nos dijeron. Nunca saldrán, salvo que escapen voces a favor y en contra y que se hablaba del y no tienen forma de aportar a la sociedad, son tema en las sobremesas. Entiendan: cuando prescindibles. Necesitamos hacer espacio, so- apareció el agua empezó a faltar comida y el miedo se acentuó. Lo que aprendimos del miemos demasiados. do fue eso: siempre se puede tener más, siemAlgunos se manifestaron, los familiares, asocia- pre. Se puede morir de miedo, pero se puede ciones de derechos humanos que entendieron lo vivir con él y no hay límite para el miedo con el que venía, que lo vieron antes. Comenzó a cir- que se puede vivir. Es un pozo ciego que se sabe cular con más frecuencia aquel poema de Bre- dónde empieza pero no dónde acaba. cht, primero se llevaron a los negros, etcétera. Pero no nos importó, lo cual no hace más que Cuando se habló de los viejos fue casi gracioconfirmar la esencia del poema, la miseria de so. ¿cómo no se les había ocurrido antes? Solo aceleramos, argumentaban – siempre, todas las nuestra condición. veces, argumentaban – el trabajo que la natuEntiendan, les decimos ahora. No nos parece raleza está por hacer sola. Les falta tan poco y han vivido tanto y nosotros no se sabe cuánto bien, pero era necesario. podremos soportar. Y los viejos comen mucho. El agua seguía escaseando y en el mercado ne- Ya comieron suficiente y no sabemos si podregro se vendía cinco, diez, quince veces más cara mos llegar a viejos nosotros, no hay lugar y no que en el oficial, donde era una suerte conse- hay con qué y no es justo que ellos hayan podiguirla. Así que tampoco protestamos cuando do y nosotros no. siguieron con los violadores. Después de todo, violar es peor que matar, el violador es irrecu- Cada grupo eliminado bajaba el precio del agua y de la comida y debilitaba al contrabando y perable y consume recursos. Dejamos hacer. seguíamos adelante pensando que tanto dolor Después los ladrones, los estafadores. Los que quizás había valido la pena. Todos habíamos ›› 39


›› perdido a un ser querido, todos conocíamos a alguien que había muerto para que no estuviéramos muertos. Las iglesias, las mezquitas, las sinagogas, los templos se llenaban de voces: letanías, nombres repetidos. Misa por los locos, los viejos, los presos, los enfermos terminales, que fueron los siguientes. El tejido social no se vería desgarrado por su desaparición apenas previa a los meses que les daban los médicos, y los médicos comenzaron a reportar una enorme cantidad de enfermos terminales. Porque entiendan, la salud de los sanos era más importante. Cualquier sospecha de tumor fue cáncer, cualquier enfermedad progresiva fue condena. Con los huérfanos, sin embargo, fueron distintos. Los ofrecieron en adopción y algunos se salvaron. Pero no todos podíamos – queríamos – adoptar. Los adultos que vivían en la calle no corrieron la misma suerte, no tuvieron la posibilidad.

envolvían el cadáver en una bolsa negra y se lo llevaban en andas. El perro se había calmado y movía la cola, ¿pueden creerlo? Creo que lloré, pero no puedo afirmar que haya sido por lo que vi o por las mordidas en el pezón que mi hijo me propinaba en busca de más leche. Vi alejarse a los soldados y al perro, que marchaba obediente, con la cabeza gacha y en silencio, con el que lo había adoptado. Como si él también supiera que no había remedio. Entiendan, nos decían. Entiendan, les decimos. Siguieron con los sospechosos, con los sospechados, con los drogadictos, con los alcohólicos, con los suicidas, con los depresivos, con los lisiados, con los retrasados, con los deformes, con los ciegos y los sordos – dejaron a los mudos -, con los enfermos crónicos, con los desempleados, con los morosos. Un día no pudimos pagar la tarjeta de crédito.

Era irreal, era inhumano pero era el precio del agua y la comida. No teníamos salida, entiendan, les decimos.

Escapamos hacia las cuevas, bien adentro en la cordillera. Somos una pequeña comunidad, pacífica y silenciosa. Los adultos tenemos la espalUna noche me despertaron unos ladridos. Aca- da encorvada y vemos crecer a nuestras crías, baba de dormir a mi hijo recién nacido y anda- que no recuerdan pero que son chicos tristes y ba con el sueño ligero, pendiente como toda taciturnos porque nosotros les contamos. Un día madre primeriza de cualquier sonido, cualquier vendrán a buscarnos, les decimos. Lo sabemos, respiración anormal, cualquier amenaza. Lo los hemos oído con sus helicópteros por las noprimero que hice fue correr a su habitación y ches, los días que el viento trae el sonido de los asegurarme de que estaba bien y que no había vuelos cercanos. Nos encontrarán, no hay nada oído nada. Lo levante, lo abracé, abrió los ojos que hacer. Y nos van a matar, les decimos. Eny me miró y empecé a amamantarlo. Así, ama- tiendan. No será personal, es la ley de la vida, mantando al único hijo que podía tener, ahora los padres por los hijos y Darwin y la supervique sólo estaba permitido tener uno, me aso- vencia. No se pudo hacer otra cosa. Ni agua, ni mé a la ventana, con cuidado, con sigilo. Y vi comida. como mataban a la mujer que a veces dormía enfrente abrazada a un perro blanco mezcla de Les explicamos que no tiene sentido sufrir, nobulldog y callejero. El bicho ladraba como para sotros ya vivimos, pero ustedes podrán vivir en despertar a la calle entera pero no se encen- un mundo mejor, creemos que hay lugar para dió ninguna luz. La vi a ella acostada, levan- ustedes. No les contamos que tal vez, posibletando apenas una mano para protegerse, y vi a mente, también los maten a ellos. ¿Para qué? los soldados, cinco o seis, que la rodeaban. Uno Necesitamos que crean que hay esperanza. de ellos tomó al perro de la correa – el perro tenía correa y estaba limpio y bien alimenta- Entiendan, les decimos. Entiendan. do – y otro la degolló. Así de fácil. Un gorgoteo y después nada. Y el perro que ladraba hasta que el soldado que lo tenía de la correa le dio unas palmadas en la cabeza, mientras los otros Gabriella Cancerallo 40


Sebastián Zapata - Sin Título (Extracto)

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Extrañada mujer Era de pronto la misma mujer, entre las bulliciosas noches de las ojeras y los amargados;

Las palmas, las pequeñitas incursiones de poesía, las servilletas como pañuelo eran sus fotos y una lagrima, del escribidor y sus espadas, y su puntería obtusa, llena de su egoísmo, era también de todo él y contra todo, como su castillo si una ola lo derribara, eclipsado totalmente por sus deseos lícitos; Era todo y quédese quieta un carajo, podría haber dicho ese pobre escribidor complacido por si, como despidiéndose de los trenes perdidos, de los motivos, de todo y hasta de su tiempo mentiroso. Alonso Mora

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Sebastián Zapata - Sin Título (Extracto)

Su canto y un petardo en el pantalón al borde del precipicio del colchón, la quebrazón eterna de la vajilla emperatriz, y ella, como todas las guitarras.


1993, mediados de junio

U

n buen día es cuando descubres que cualquier día es un buen día, por oposición un mal día es cuando descubres que, un buen día, surge simplemente de ignorar que todos los días son malos. Días buenos y malos se alternan y superponen conformando un panorama que algunos llaman vida. Buena o mala vida, que como los días buenos y malos, son en definitiva el resultado de un equívoco insalvable o tal vez; Mientras tanto, llueve y sale el sol en espera de que alguien, en un buen o mal día, les atribuya semejante; Es el caso de un día jueves del año 1993, mediados de junio. Ese día jueves un sol tibio se aproximaba al cenit, una piedra de composición standar, es decir, principalmente compuesta por cristales de azurita, protegía en su sombra un pequeño charco, digamos menos que un charco, un minúsculo apozamiento de rocío, abundante para ser rocío, pero despreciable en comparación a una poza standar, comprendida en el rango de 3 a 15 lt. En esta superficie de agua diminuta, desde el ángulo en que nos encontramos, vemos reflejado nuestro personaje principal, un árbol, para ser extremadamente exactos, un Quillay. Este árbol, así como muchos otros árboles, pacientes y confiados en el medio día, orientaba el crecimiento de sus ramas sobre el eje norte sur optimizando la captación solar -su captación solar-. Una de sus ramas detenidamente observada por la poza (sabemos que es menos que una poza, pero a falta de una palabra que la defina mejor y sucintamente, diremos, por ahora, calculada pero erróneamente, poza (sugieren en la editorial llamarla pozita, me resisto a llamar nada de modo tan lamentable como resulta de forzar un diminutivo (insisten, dicen que si me resisto lo lamentaré pero, ¿cómo no lamentar aun más el uso de la palabra pozita?(he logrado distraerlos arguyendo que aceptaré en la segunda edición el reemplazo de poza por pozita, se les ve satisfechos, tal vez porque no saben que estoy decidido a impedir la publicación de esta supuesta segunda edición (mi estrategia será hacer poco

atractiva esta primera edición condenándola a un fracaso en ventas (una de las estrategias será agregar indefinidos sub-parentesis haciendo poco fluida su lectura))))) más bien, desde la poza, evidenciaba un agudo cansancio. Se le veía de un café deslavado, quizás por el sol, quizás por la lluvia, quizás porque sí. Sin advertencias simplemente se separó esta rama de su anclaje. Otra rama, cayendo inevitablemente para mi colección de ramas que he visto precipitar. Yo vi y, ahora usted también, nuevamente caer esta rama, cae en una triste cámara lenta, estoy llorando nuevamente, lloro como la primera vez, me pregunto si ud. llorará algún día al ver caer una rama. Intuyo por el pronunciado crecimiento de la poza que varios estamos llorando, esto cambiará el curso de los hechos que me disponía a narrar. Desde donde me encuentro parado, no sólo mi relato sino también mi integridad está en riesgo. Me dispongo a bajar por la quebrada -si bien el río en el que la poza se ha convertido también se dirige quebrada abajo, no tengo otro lugar al cual escapar, hacia arriba se me hace imposible por lo escarpado del terrenoUna bandada de tordos empieza a reunirse, sale desde sus árboles particulares, planeando en dirección a un espino común, en su canto distingo gran preocupación por el nivel creciente del río, varios de sus nidos pudieran acabar sumergidos. En algún punto me siento responsable de todo esto, pues yo los conduje hasta este paisaje prestado y creo no poder devolvérselo a sus dueños en las condiciones iniciales. Provisionalmente a salvo en mi oficina escucho en la radio que un inusual caudal de agua baja por la quebrada de San Pablo, en pocas horas, de seguir esta tendencia, todo el pueblo de Huelteu quedará arrasado.

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Juan Pablo Venegas Inostroza


MarĂ­a Crosetti - El significado de los sueĂąos 5

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Ruido de helicópteros

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ax despertó sobresaltado. Hacía un calor infernal, tenía toda la espalda mojada. Estaba soñando algo, no sabía qué, pero sabía que era el mismo sueño de siempre, ese que lo atormentaba por lo menos dos veces a la semana. Se restregó los ojos y miró hacia el lado, ahí estaba Carolina durmiendo tranquilamente, tenía puesta esa vieja polera de Pink Floyd, la que él le regaló para un cumpleaños, para su primer cumpleaños después de que se conocieron, de hecho. “Qué haría sin ella”, pensó Max. Se sintió ahogado, no se podía mover y empezó a escuchar los helicópteros, esos malditos helicópteros, los que escuchaba siempre en su sueño, los mismos del accidente de un año atrás. El ruido se hacía insoportable, quiso gritar, pero no pudo. Se calmó, ya había pasado esa terrible sensación. Se levantó y fue a la cocina. Se sirvió un poco de vodka, sin hielo. Se lavó la cara, caminó hacia la habitación. Al llegar, se paró en la puerta, prendió la luz y vio la cama vacía. Ese día se cumplía un año de la muerte de Carolina. Alfredo García Cid

María Crosetti - echsortu 2

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Dedicadores Porteños

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omo cada mañana, a eso de las diez y cuarto, se les veía subir al trolebús en avenida Argentina. Cargaban dos cajas plataneras atiborradas de libros usados. A primera vista, se hubiese pensado que eran bagubras, los libreros del puerto, pero no era el caso. Aquellos dos, constituían la pareja de abuelos más pintoresca que el puerto recuerde. Ella, de manos enguantadas, lucía un desgastado sombrero de medio velo y unas indescriptibles medias caladas de fina malla francesa. Él, siempre de humita, usaba un despeinado peluquín negro y su infaltable pañuelo rojo al bolsillo de la solapa. Paso a paso se turnaban para tirar del carrito con las cajas de libros, pero como cada vez avanzaban menos y descansaban más, siempre terminaban pidiendo ayuda para lograr llegar al terminal del trole:

–¿Bachillerato querían? ¡Con suerte llegan a bichicumas! ¡Vamos echando las barbitas en remojo pues, cabritos! El Cabrón sí que sabía dar golpes bajos. Tanta persecución nos llevó a odiar sus clases de historia, su manera de vestir y hasta su forma de hablar, como sosteniendo un pucho a medio labio.

–¡Ayuda con esta eslinga! –demandaban a los transeúntes. Así fue como nos habituamos a auxiliarlos cada vez que hacíamos la cimarra.

“Por una de esas extrañas fuerzas sobrenaturales, que siempre están latentes, estábamos predestinados a la carrera docente. El bachillerato nos desparramó por todo el país, pero con el correr de unos cuantos años, el imán del puerto nos volvió a atrapar. Potente y magnético como él sólo.”

Antes de los años treinta, había parejas de deCon ellos se podía hablar de telequinesis, tarot dicadores diseminados por todas las plazas del o quiromancia, saltando así como si nada, a la puerto. Los dedicadores eran como los pericos inseparables: se moría uno y, ya no más, historia, economía o filosofía. se moría el otro. El oficio decayó con la gran Cuando el profe de historia nos quería cargar depresión, cuando ya más nadie se enamoró en con algún examen sorpresa, se le divisaba muy el puerto ni compró libros, ni lapiceras fuentemprano en la plaza Aníbal Pinto, recopilan- te, ni tintas chinas, ni nada que no fuese alido de los tataratatas (que así les pusimos a los mento para el cuerpo. Después de la debacle, abuelos), las más indocumentadas historias del únicamente subsistieron los dedicadores de puerto: las mismas que luego usaba para festi- plaza Echaurren: una pareja de italianos que se nar con nuestra ignorancia… el Cabrón Silva no pasaba el día dedicando, entre meriendas de ravioles con pan batido, y los tataratatas, que podía tener mejor puesto el apodo. siempre fueron porteños. A la hora de las evaluaciones, siempre éramos Cortísimas se hacían las horas con los tataratael peor grupo de trabajo. tas respondiendo absolutamente a todas nues–¡Manga de pelotudos! –repetía en distintos to- tras curiosidades del puerto. Aunque por ese entonces aún no lo sabíamos, su docencia era nos. de antología. Quince minutos con ellos se llevaY sólo para sacarnos los choros del canasto, re- ban por lejos una hora de clases con el cabronazo del Silva. ›› mataba:

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›› El arte de los dedicadores consistía en escuchar pacientemente las penas de amor de los desesperados que –antes de llegar a la fase del suicidio– se jugaban un último recurso: agasajar a su ser amado con la mejor de las dedicatorias de amor jamás escritas, en un libro profundamente romántico de su propia elección, si sabía leer, o recomendado por los dedicadores, si no era el caso. Eran tantas las pruebas de buena fe que, al menos una vez en la vida, todo porteño bien nacido recurría al buen oficio de los dedicadores. La dedicatoria era debatida y perfeccionada por estos entendidos (a veces por varios días, dilatando potenciales suicidios) hasta transformarla en un verdadero sortilegio de amor. Se caracterizaban porque generalmente reflejaban una encrucijada, y porque eran implícitamente ingenuas o contradictorias: como el amor. De entre los libros de las cajas, rescatamos algunas dedicatorias memorables: «Como no me gusta este mundo, construiré otro distinto, y solamente para ti, en el más allá»; «No me importa que seas casada, te esperaré hasta el crepúsculo de nuestras vidas»; y una de las preferidas: «Búscame en la Piedra Feliz, pasado mañana al mediodía. Sé puntual, o atente a las consecuencias». Por una de esas extrañas fuerzas sobrenaturales, que siempre están latentes, estábamos predestinados a la carrera docente. El bachillerato nos desparramó por todo el país, pero con el correr de unos cuantos años, el imán del puerto nos volvió a atrapar. Potente y magnético como él sólo.

En uno de esos arranques de humanidad, que solo el paso de los años te va otorgando, decidimos asistir al funeral. Nos presentamos bien engominados y terneados en el cementerio número tres de Playa Ancha para despedir al colega. Nobleza obliga. Hacia el final del sepelio, cuando ya nos aprestábamos a regresar al plan, vino, como quien dice, el balde de agua fría. La hija del difunto se nos acercó muy resuelta y, sin decir agua va, se lanzó: –¿Serán ustedes los de la «manga de pelotudos»? Quedamos mudos. Sólo atinamos a mirarnos y a asentir con la cabeza. –Mi padre pidió que, a la hora de su muerte, este documento quedara en las mejores manos porteñas –dijo. Acto seguido, nos extendió un manuscrito de ciento ocho carillas titulado «Historia del extinguido oficio de dedicadores porteños», en cuya dedicatoria rezaba: «Con todo mi amor de maestro, a la única y verdadera manga de pelotudos». El silencio se hizo, y se volvió a rehacer, y ese manto de nostalgia que, más temprano que tarde cubre a cada porteño, finalmente nos cubrió a nosotros también. Aún nos cubre. Por estas fechas, desde hace ya más de veinte años, nos reencontramos la «manga de pelotudos» en el Cinzano. Lo de siempre: cuatro cervezas, cinco vasos. Entre todos llenamos el vaso del Cabrón Silva. ¡Salud!

Muy a nuestro pesar, y ya ejerciendo de profesores, nos fuimos poniendo porfiados y –por qué no decirlo– algo cabrones también ¡faltaba más! Siempre nos recriminamos unos a otros, el no haber documentado, con los tataratatas en vida, la historia de su noble oficio. Como todos tienen su cuarto de hora y nadie se muere el día antes, una fría mañana de agosto, así como esperando la fecha, la influenza se llevó al Cabrón Silva. 47

Roland Villalobos


Cuando se van las palabras...

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ste era un tipo que odiaba los libros y todo lo escrito. Un tipo que caminaba solo y cada hoja escrita que se encontraba tirada en la calle, la recogía y la guardaba secretamente en su bolso, mirando desconfiado a todas partes. Claro, todos lo veían al pasar, pero nadie se detenía en él. No existía. Invisible personaje del asfalto de una ciudad oscura, ruidosa, infartante. Los autos, las colas interminables, el aire ácido, la cochinada humana inundando las calles de plástico, botellas, basura. Bueno, el tipo recogía papeles, durante todo el día. Sin discriminar, palabra escrita que veía en el suelo, palabra que secuestraba. Planearía algo macabro. Quién sabe. Boletas, folletos, revistas, diarios, cuadernos, talonarios usados, todo, todo lo guardaba en un gran bolso. Hasta llenarlo. A veces tardaba el día entero, otras, un par de horas. Dependía de su sentir al despertarse. Pues el tipo tenía su historia. Historia que no vale relatar a esta altura. Resulta que al llenar su bolso se dirigía al patio trasero de su miserable casa, prendía un fogón, se calentaba, comía, se alumbraba y al calor de ese anaranjado silencio recordaba. Recordaba palabras que olvidó. Luchaba por llegar a ellas, pero nada, seguía hundido en su implacable silencio. Simplemente, no le salían las palabras. Y el tipo lloraba, lloraba porque no tenía palabras, no podía pensar, no podía hablar, sólo se despertaba cada día a recolectar escritos entre oficinistas, micros, autos, estudiantes, obreros, putas, abuelas, niños, todos hablando, todos riendo, todos odiando, todos siendo en sus propias palabras. El tipo no poseía ninguna. Sólo las portaba todos los días y tras enamorarse cada noche de ellas y jurarles amor eterno, las quemaba. Franco Barbato

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Darwin Fuentes - El sin palabras (Ilustración para “Cuando se van las 49 palabras”)


Si ella mira

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ecuerdo aquella vez como la culminación de mis miedos. Los empapelados con flores y el sofá de pana verde roto, todo eso al servicio de mi madurez. Varios habían anunciado ya la fecha por la radio y también en algunas veredas vacías donde la vida daba remolinos de agotamiento sobre las alcantarillas. Incluso el cielo se estaba preparando y eso que siempre permanece inmutable ante los cambios del mundo. Elegí la casa de mi abuela porque siempre quedaban flores en su jardín y, cuando se entraba, el aroma al guiso de todos los días inundaba el living, eso me ayudaba siempre a creer en lo perpetuo, a suponer que las cosas no pasan tan de prisa. Algunos vecinos también quisieron estar allí, incluso los que no eran del barrio y se decían amantes de la plaza o amantes en la plaza. Por eso cada uno llevaba su silla más prolija y ceremoniosa, de esas que siempre están solas en algún rincón porque nadie se anima a desestructurarlas. Parecía entonces que todos venían de la realeza o al menos desde muy lejos porque para presentarse por primera vez es necesario disimular lo más correctamente posible. No sólo mi abuela era una de las pocas personas que tenía televisión blanco y negro, su casa estaba saturada de imágenes a color desde siempre. Creo que por eso la elegían o porque estaban dispuestos a verme crecer en un instante como la planta ingeniosa del patio que nadie controlaba. Podemos crecer con algo que vemos, no hacen falta muchos años para sentirnos unos centímetros más altos o un poco más amplios de mente. Y yo, a partir de esa nota en el diario o de los anuncios en los almacenes supe que esa tarde algo cambiaría en mí. Toda esa gente reunida en un mismo lugar y los niños rodando por la alfombra como si estuvieran cayendo por los Alpes cambió el nombre de las cosas por un momento para llenarlas de calma y expectativas, qué fácil es todo cuando no se sabe nada. Así estuvimos juntos, como seres humanos quizá, esperando que algo cambiara. El periodista canoso de la televisión con anteojos gruesos anunció la llegada del hombre

a la luna y justo en ese minuto el universo nos incluyó. Todos nos dimos las manos que estaban transpiradas de emoción y miramos las telarañas del techo como si esos fueran los cráteres de algún planeta perdido. Mi abuela se separó del grupo y avanzó hacia la ventana con respeto y calma, la cortina había quedado corrida y permitía ver cómo toda la noche inundaba la calle. Ella sacó los antejos del bolsillo del delantal y se los puso con la precisión de cualquier científico, miró hacia el cielo, allá lejos, donde nadie había mirado antes. Y vio la luna y al hombre. Laura Romani

Autodespido

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éndez el día quince del presente mes del año en curso redactó en el papel amarillo mostaza las razones por las cuales debía ser partícipe del recorte de personal. Llevaba treinta y cinco años trabajando como operador en la empresa de manufactura, en la cual se elaboraban bolsas de papel para paqueterías del gran Santiago y la región de Arica y Parinacota. Fue testigo del pasar sistemático de innumerables jóvenes que llegaban para empezar su carrera laboral. Ingenieros, estudiantes de teatro, contadores y asistentes de cocina fueron algunos de los oficios que vio pasar junto a él y su máquina. Todos en algún punto ascendían, el actor pasó a ser supervisor y el ingeniero hizo las labores de planificación de los turnos, pero Méndez con su octavo básico estuvo, siempre, muy alejado de eso. También junto a su máquina vio pasar otros tantos mutilados, algunos eran de los mismos actores, ingenieros, etcétera. Directores instrumentales que terminaron con dedos, manos y brazos menos, y uno en particular que fue arrastrado por la huincha de la máquina de ensamblaje de los pallets para el envío del material. El chiquillo fue reventado por los engranajes, maderas y astillas que quedaban entre los fierros. A pesar››

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iba a ser parte de la cena. Los porotos se mantenían a fuego lento para no perder el calor y la sopa. Después de eso todo se nubla un poco en la casa, ni siquiera Méndez recuerda mucho hasta que se ve sentado a la mesa con el plato de porotos y la ensalada de tomates. Se le ve pálido, y el también lo logra sentir, porque le cuesta abrir la boca para embuchar las cuchaEn las peores épocas, en las cuales el trabajo no radas de porotos con riendas. La viejita sigue paraba las 24 hrs., no había espacio de recoger descansando en la cocina y él está a oscuras los restos de cuerpos. Pasaban semanas entre el y en silencio en la mesa. Así llego la mañana, olor y los ácaros se quedaban ahí con los falle- para cuando marcaron las seis él seguía untando cidos. Obviamente ninguno de los maquinistas la marraqueta en el juguito de tomate. se movía de su puesto, pero de vez en cuando, y muy ocasionalmente, se cruzaban las miradas Durante los días doce, trece y catorce siguió entre torniquetes y cables, con un grito desga- trabajando, pero la palidez le era cada vez más rrado en las pupilas y un ardor, que no sólo se evidente, estaba blanco como papel, ya no podía cerrar sus ojos al unísono. La boca ya no debía al sudor que entraba en sus ojos. la abría, se estaba petrificando y llenando de Entre maquinarias y otras labores pasó Méndez yagas por el mordisqueo constante de Méndez, la vida. Cumpliendo con la mensualidad en el él se mantenía masticando los hollejos de los colegio de los niños, en las cenas con su señora, porotos. y con la producción semanal exigida. Pero en la quincena del presente mes del año en curso, se La mañana del quince del presente se acercó a la oficina del supervisor, con un papel de la guía acabó. de teléfono, en ella estaba escrita la renuncia Días antes se corría el rumor entre los maqui- de Méndez por causas de fuerza mayor. El sunistas de que cambiaría el rubro de la empre- pervisor con un ademán de cordialidad le exsa, pues ya no habían actores en los cargos más plicó que él era parte fundamental de la comaltos, sino que eran los hijos de los actores (de pañía y que no los podía abandonar ahora que desconocida ocupación), y ellos habían deter- se emprendería nuevos rumbos productivos. minado que ya la empresa no rendía. Así el día Que se dejara de embromar y que volviera a once comenzaron a llamar por orden de R.U.N su máquina, porque muy probablemente podía a cada operario, desde el número mayor al me- recibir un aumento en su paga a fin de mes, así nor. Méndez era sin duda el más viejo, así que lo fue acompañando hasta salir de la oficina. Para cuando Méndez se percató ya le había cetenía asegurado el último llamado. rrado la puerta por la espalda. Méndez enfiló Ese día en la tarde llegó para cenar con su es- entonces al galpón y sin más echó a andar la posa. Los niños hace rato dejaron de serlo, y máquina, se sentó en la huincha de producción como tal ya no vivían con ellos. La mujer ya y suspiró aliviado ajada por las labores de la casa y la educación de cuatro chiquillos, llevaba acuestas una enfermedad de esas que dan fecha de caducidad, eso mezclado con la edad le dejaron inmóvil el corazón esa misma tarde. Méndez entró por la sala, extrañado por el pesado aire que reinaba en la casa, avanzó llamando a la vieja quién no Cote Martínez respondió. Entró al cuarto, se cambió de zapatos y entró a la cocina. Ahí yacía el pellejito de la vieja, manchada con jugo de tomate que ›› de los espectáculos dantescos que debía presenciar a diario, no desviaba mucho su mirada, seguía como caballo de carrera porque tenía que mantener a su familia; y vacilar un solo segundo en el trabajo podía significar que alguno de los actores–supervisores lo sorprendiera perdiendo el tiempo y lo echaran.

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MarĂ­a Crosetti - El significado de los sueĂąos 11

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Mi perfecto y pequeño reino

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or un divertido evento que en esta ocasión no ahondaré por razones de tiempo, fui denominado Rey de Chile. Luego de mi primer emotivo discurso oficial, los periodistas esperaban ansiosos las primeras propuestas específicas de mi reinado.

potencial del trono en caso de tragedia. 6. La capital se traslada al territorio antártico. 7. Se derrumbará el edificio Costanera Center y el señor Horst Paulmann deberá abandonar el país en el transcurso de las próximas doce horas. Fin del comunicado.

-Oh Majestad ¿Cómo pretende usted iluminarnos con esa fenomenal mezcla de jovialidad y sabiduría? –se animó a preguntar uno de los curiosos reporteros siempre con la vista en el suelo.

Entre aplausos y bocas abiertas, me recibió con gran cariño la muchedumbre ahí presente. Había logrado mi primer gran objetivo, dejar a la masa contenta.

Debo reconocer que la situación no fue fácil. Por primera vez debía dejar de lado la pompa y la arenga heroica para dar paso a lo concreto, a lo meramente sustancial, sin dejar de considerar dos aspectos fundamentales para cualquier gobernante. Primero, dejar contentos a progresistas y tradicionalistas recalcitrantes, fuerzas poderosas en la población; y segundo, no proponer nada con tintes peronistas que pusieran en jaque la estabilidad económica del país.

Mientras trabajaba en los preparativos para mi viaje mesiánico a la Antártica, recibí un llamado de Carlos Larraín.

Pensé unos segundos de manera disimulada hasta que se me ocurrieron los primeros decretos:

Terminé de empacar mis prendas en mi maletín de cuero de cocodrilo, me puse el sombrero y la bufanda, y partí con Larraín, la guardia real y la elite intelectual más leal a la Antártica.

1. Se legaliza el consumo y cultivo de marihuana. La comercialización quedará en estudio. 2. El servicio militar es obligatorio (sin excusas) para todo hombre que egrese de la enseñanza media. Las mujeres de la misma edad, serán instruidas en Historia de Chile, Gastronomía y técnicas amatorias. 3. Las prácticas sodomitas y el matrimonio homosexual son legales en Isla de Pascua. Dentro del territorio continental se pena con doscientos días de trabajo comunitario. 4. Los niños huérfanos y de riesgo social ingresarán a un orfanato de elite en donde serán instruidos por monjes shaolín. A la edad de treinta años, serán condecorados como jerarcas de la nación. 5. Carlos Larraín y Francisco Vidal se enfrentarán a duelo mañana a la salida del sol. Quien salga vencedor será nombrado alférez real de la policía secreta, vocero del reinado y heredero

-Majestad, Paulmann se encuentra en dirección a Lima Perú y Vidal ya debe haber andar por el purgatorio. -Perfecto –le respondí –aunque tenía mis fichas puestas en Pancho.

A nuestra llegada, se me ocurrió la idea de construir una pirámide de lapislázuli en honor a José Miguel Carrera. Mis seguidores soltaron tibias lágrimas de emoción frente a la noticia. Si queríamos un Reino, había que hacerlo a lo grande. Llegaron arquitectos y constructores a trabajar en tamaña obra, al mismo tiempo que noticias del continente atormentaron mis noches de reflexión en esos hermosos parajes de solitud. -Se respira un aire espeso en el Reino, su Majestad –me dijo Carlitos- El Director de la Escuela Militar está furioso. Alega que llegan hordas de voladitos a hacer el servicio. No pueden despertarlos, se niegan a ducharse con agua fría y durante la tarde, no hacen más que tocar la guitarra. ››

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››-¡Que se destituya inmediatamente a ese directorcito de pacotilla y ponga a un hombre con cojones al mando! –le grité un tanto exaltado y me fui a dar un buen baño de tina. La construcción de la pirámide ya comenzaba a contrastar en perfecto equilibrio con la geografía. Carlitos me informó que la delincuencia había bajado considerablemente y que el narcotráfico era ya cosa del pasado, no obstante, las agencias de viajes estaban colapsadas por supuestos turistas que querían ir a visitar Isla de Pascua, y los condenados a trabajo comunitario eran tantos que no había forma de alimentarlos y vestirlos.

rior de la caja, observé una pequeña y elegante nota adjunta. “Confío en que su perenne lejanía material, le permitirá encontrar sus propias medidas y sus sagrados límites”. No entendí qué cosa quiso decirme, pero me alegré. Todo comenzaba a marchar por mejor camino. Almorcé un pastel de choclo exquisito y para el postre me revolqué con un par de las recién llegadas. Luego de la siesta fui informado de una noticia terrible. Mi perro Boby había fallecido misteriosamente.

-¡Me cansas con esas noticias, Carlitos! ¡Le quitas toda la magia al asunto! –le grité como un Lloré toda la tarde. Al anochecer, Carlitos me padre a un hijo y fui a dar un paseo con mi perro preparó una sopa de cebolla que estaba deliciosa. Lo condecoré como Chef oficial de la familia Boby. Estaba por anochecer. real, dejando a las doncellas concentradas esMirando el cielo estrellado, llegué a la conclu- trictamente en todo lo relativo a la satisfacción sión de que quizás había sido muy severo con del placer carnal. Carlitos. Debía darle un poco de orientación A la mañana siguiente, sentí un aroma fresco para calmar sus preocupaciones. entrar por mis narices, algo me decía que ese A mi llegada del paseo lo invité a tomar el té. día, recibiría buenas noticias. Pues bien, me Charlamos largo rato sobre temas menores, no puse mi corbata preferida y mis zapatos de gaobstante percibí cierta ansiedad en sus ojos pá- muza… lidos. -Señor Gonzalez, ¿para dónde va con esta historia? ¿Está usted consciente de que está siendo -Dime Carlitos, ¿qué te preocupa tanto? inculpado por crímenes de lesa humanidad, los -Su Majestad, no están llegando buenas noticias cuales incluyen represiones, torturas y el asesidel continente, y cada vez que se las comunico nato de doscientas mil personas? –me preguntó el juez de la corte internacional. usted se enfurece. -¡Es que no tienes paciencia! Censura todos los medios de comunicación. No quiero noticias funestas ni degeneración. Cristián Warnken asume mañana como Ministro de Propaganda. Y me siento un poco solo, Carlitos, quiero que las mejores doncellas en técnicas amatorias y gastronomía se vengan a vivir conmigo. Fin del comunicado –le dije y me fui a acostar. Fue una noche helada.

-Vámonos con calma que el asunto no es tan sencillo –le respondí- como le iba contando, me puse mi corbata preferida y mis zapatos de gamuza…

Al día siguiente llegaron cinco doncellas de buena figura y una caja de bombones de coco cortesía de Cristián Warnken. En la parte supe54

Vicente Wilson Franulic


Prioridades

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l cartel ubicado arriba de las primeras ven- tenga malformaciones? tanas del colectivo dictamina: "En los cuatro primeros asientos tienen prioridad los Manco: yo no dije eso, lo que estoy tratando ancianos, las embarazadas y los discapacitados. de… Ordenanza 7967". El colectivo hace una brusca frenada y en un Sucede que los tres primeros asientos están instante los cuerpos de los pasajeros interacocupados por una mujer de 86 años, un ciego de túan más allá de lo indicado como usual en las barba castaña y una mujer -con baja presión- reglas de la proxemia. Los perfumes se disperque tiene un bebé de siete meses dentro de su san, las cabelleras femeninas invaden cachetes, panza. El asiento número cuatro está aprisiona- los más enanos sienten principio de asfixia y la do por el culo de una rubia estudiante de ana- estudiante de anatomía se excita más de lo que tomía. Su culo es moderado en tamaño, pero puede ocultar. tiene gran atracción por la fuerza de gravedad. Una apagada voz estalla. En la parada siguiente espera la catástrofe[1]. Anciana: abran sus ojos… yo tuve cinco hijos, ya Entre varia gente apresurada (están los que lle- no tengo fuerza en mi brazos y soy de la tercera gan tarde al trabajo, tarde al hogar y los que edad, me corresponde el lugar, además la orllegan tarde a ninguna parte) ingresan en el ve- denanza dice claramente primero los ancianos. hículo un manco de ojos verdes, una embaraza- La peliroja recién graduada en derecho, que da de seis meses y una anciana de 84 años. La va parada entre los contendientes, dice que el estudiante forzada por una ley que no comparte orden en que los sujetos de derecho (según el del todo se levanta y se retira al fondo, cerca espíritu de la normativa) son mencionados no de un estudiante de filosofía que eventualmen- influye en el grado de prioridad que tenga cada te por falta de espacio se rozan los muslos. El uno[2]. "Chofer haga algo", reclama la mujer colectivo está casi repleto, siempre está casi con peluca amarilla del asiento seis, a lo que repleto. Los tres beneficiarios de la ordenanza el conductor responde señalando con el índice se aprontan a tomar el lugar vacío. Sin llegar a de su transpirado brazo derecho el cartel que indica "Prohibido conversar con el conductor". forcejearse la discordia se hace evidente. Manco: ¡por favor!, déjenme sentarme que no La mujer sentada de 86 años implora por la anciana alegando que le queda menos vida que a tengo de donde agarrarme. los demás, la boca del barba replica "¿qué es Mujer fertilizada: debo cuidar que no le pase esto? la conspiración de los gerontes?". nada al bebé que llevo adentro, cualquier esfuerzo me puede dañar, además estoy de ocho Mujer fertilizada –dirigiéndose a la otra mujer fertilizada–: y vos ¿no vas a decir nada? meses. Manco: la entiendo, pero a mí me resulta imposible viajar parado. Mujer fertilizada: ¿usted quiere que mi bebé

Mujer fertilizada con presión baja: tengo ganas de vomitar, por favor habrán la ventanilla que está trancada. ››

[1] El desconcierto se basa en la falta de entendimiento de los humanos, en los inconvenientes para aplicar la ley y en lo incómodo que resulta viajar en colectivo, entre otros factores. [2] Días después que la pelirroja cuente a su primo escultor su precisa intervención, su pariente le refutará que lo injusto de la normativa es dar el privilegio a esos tres grupos y no tener en cuenta otra clase de personas que también están en desventura, verbigracia los que tienen tendencia suicida, los que sufren una pena de amor, los hijos únicos o los que tienen delirium tremens.

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››Instantes después que un fisicoculturista destraba la ventana y mejora el estado de la mujer nauseabunda, no se sabe si por la imprudencia de una moto o de un taxi, al borde de la esquina el colectivero pisa exageradamente el freno e insulta al taxista (puesto que la moto ya se había alejado). Se suceden multitud de bocinas en si bemol y el estudiante de filosofía empieza a tener empatía con la rubía anatomía de la estudiante. La furia del discapacitado se hace oir. Manco: hagan lo que quieran, total sentado, acostado o parado acá vamos todos como ovejas. Mujer fertilizada: sí, pero las ovejas sentadas van mejor, y yo sólo quiero que se cumpla la ley. Anciana: y yo creo que si estás de ocho meses no tendrías que viajar en colectivo. Mujer fertilizada: puedo viajar, pero no parada. Anciana: usted estará de ocho meses, pero yo tengo mil treinta y dos meses de vida y tengo osteoporosis. Mujer fertilizada: entonces vaya a hacerse atender. La discusión se torna insoportable, no obstante en la parada siguiente espera la solución del caso. Entre varia gente deprimida (están los que están sin trabajo, los que tienen un trabajo asfixiante y los que no saben porque están deprimidos) sube los dos escalones una mujer, una mujer de 79 años; una mujer de 79 años y embarazada de cinco meses; una mujer de 79 años, embarazada de cinco meses, ciega, sorda, muda y con una cruz en su pecho. Las apologías sobre cada postura se silencian, la recien llegada se sienta y se cumple la ley.

Fede F.

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Hernรกn Baigorri -

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Menudos de Tango


Para Leer a Marx

“M

e iba, con los puños en mis bolsillos rotos.../ mi chaleco también se volvía ideal, /andando, al cielo raso, ¡Musa, te era tan fiel! /¡cuántos grandes amores, ay ay ay, me he soñado!...” El joven Matías se encontraba totalmente ensimismado, repitiendo mentalmente una y otra vez aquellos versos de Rimbaud. Fantaseaba mientras viajaba en metro, con dirección a la universidad, y es que, ¿hay acaso algún otro lugar donde se manifieste de mejor manera la incomunicación humana? Matías lo tenía más que claro, pero le gustaba. Ese egoísmo existencial, esa adolescente ilusión de creerse dueño del mundo, no siendo éste más que un ideal, había sido algo característico de su solitaria existencia. Era consciente del túnel oscuro por el cual transitaba, más aún cuando su vida no se tornaba para nada clara: había ingresado, por obligación de los padres, a la Facultad de Derecho, siendo su sueño ser un alma libre, un pájaro azul. Evidentemente, a aquellos burgueses insensibles poco y nada les importaba esto. Se mofaban constantemente de las aspiraciones artísticas de Matías, quien reventaba en llanto. Tenía conciencia respecto al desgarro de su alma, pero lo ignoraba. Intentaba ser feliz. En efecto, creía ser feliz cuando podía leer en el metro los poemas de Rimbaud, quien había logrado erigirse como su ídolo. Era también común que, tras tanto divagar, Matías olvidase que debía bajarse en cierta estación de metro, por lo que debía vertiginosamente descender en la próxima, para caminar. Este caso no fue la excepción.

teoría despertaba risotadas entre sus amigos, pero aun así Matías no cambiaba de opinión. Había plasmado en sus diversas producciones literarias cómo las personas, desde el punto de vista colectivo, eran solamente espectros reunidos entre ellos, cohesionados por el miedo hacia un ser omnipotente, al cual simbolizaban erróneamente como el sol, debido a su herencia mestiza, que amaban ocultar diciéndose criollos. En efecto, era una locura, aunque adherentes encontraba. Así, cuando en Santiago reinaba el frío, Matías se contentaba analizando como la gente era libre. Como se manifestaba el rigor de aquel explotado pueblo, que luchaba cotidianamente contra la helada estación.

“Además, como portaba esa prenda, Matías infirió un detalle fundamental de su vida: ella leía infatigablemente a Marx. Esto lo ponía muy feliz, porque la mujer era capaz de conciliar su idealismo exacerbado con argumentos irrefutables.”

Cuando Matías había tomado uno de los cigarrillos que llevaba en su bolso, su vista se vio desviada hacia una hermosa chica que caminaba indiferente por la vereda opuesta. Su caminar elegante y sus hermosos ojos grises, como el cielo de aquel melancólico Santiago, habían cautivado a nuestro joven protagonista. Santiago se encontraba regido por el invierno. Se detuvo en la esquina, con la finalidad de El gélido clima que calaba hondamente en los esperar a que ella cruzare la calle, para poder huesos era combatido por Matías, quien se así hablarle, con la excusa trillada del fuego armaba de su abrigo ya característico, su querida para un cigarro. Se preguntaba Matías, mientras bufanda roja y su dotación (casi infinita) de esperaba, cuántos hombres habrán empleado cigarrillos. No le importaba el tiempo, puesto en su vida aquella divertida excusa. Tras un que el invierno era su estación preferida. Les momento, como buen poeta, se dio cuenta había comentado infatigablemente a sus amigos que lo de los cigarros no eran más que una del taller literario que frecuentaba, que Santiago excusa, pero que lo del fuego era una excusa se veía más hermoso que nunca en invierno, provenida directamente desde el inconsciente. ya que ésta era una ciudad de espectros foto ¿Por qué limitarse al fuego, si se podía solicitar - fóbicos, cuya libertad alcanzaban cuando su directamente un cigarro? Cuando alguien enemigo, el malvado Apolo, se escondía. Aquella solicitaba fuego, no era para un cigarro, era ›› 58


›› para ser testigo de aquel éxtasis pasional que simbolizaba aquella llama. No era un pretexto para fumar, sino atestiguar que la otra persona portase con ella ese vehemente fuego. Matías estaba convencido que ella lo portaba, pero eso fue inútil. Si ella hubiera cargado uno, dos, cinco o incluso diez encendedores habría sido irrelevante, puesto que Matías se había sumergido en su mundo, dejándola pasar. Cuando logró darse cuenta que ésta no estaba, se consoló a sí mismo diciendo que no era más que un amor pasajero, una divagación amorosa transitoria. Pero eran objeciones superficiales. Él sabía en el fondo que, como todo gran amor, éste también se había extinguido, sólo que no había tenido la oportunidad de consumarse. El joven poeta (que aspiraba a ser maldito, y, sin embargo, no lo era) siguió su camino hacia la facultad, triste, pero no desconsolado. Quería saberlo todo de ella, desde cosas tan triviales como su nombre o su edad a detalles imprescindibles, como si consideraba la existencia como una certeza perdida o la marca de cigarrillos que fumaba (era obvio que fumaba, o por lo menos, eso esperaba Matías). A pesar de ello, hubo un detalle que a Matías lo anonadó increíblemente: la chica empleaba una camiseta del Che Guevara. Lo que para algunos era irrelevante, o incuso odioso, para Matías era excepcional, no por motivos políticos, sino porque representaba ser una mujer independiente, libre pensadora. Podía enarbolar banderas impropias, pero ella había decidido hacerlo, había sido consciente de su libertad al momento de decir que sí a esa decisión, de llevar al plano cotidiano la lucha revolucionaria guevarista. Además, como portaba esa prenda, Matías infirió un detalle fundamental de su vida: ella leía infatigablemente a Marx. Esto lo ponía muy feliz, porque la mujer era capaz de conciliar su idealismo exacerbado con argumentos irrefutables. Matías estuvo desatento todo el día. No prestó atención a sus clases, por considerar ramos como Introducción al Derecho II o Macroeconomía como útiles al momento de conquistar a una mujer que parecía haberse perdido en una multitud. Cuando se reunió en el Café “Hugo”,

sede de su taller literario, les comentó la impresión que había tenido respecto a esta chica y el apasionado amor que había nacido tras el encuentro. - ¡Jajajajaja, Fuenzalida estás enfermo! Quien se ha de enamorar de una mujer que no ha de volver a ver, se encuentra condenado a sufrir hasta la muerte. No tomes la decisión de cargar con un dolor más para tu prontuario de tragedias. - Fuenzalida, yo te apoyo plenamente. Me parece quijotesco tu actuar, creo que debieras esmerarte en buscarla por todo Santiago. Sé que la encontrarás, no permitas que la gente pisotee tus esperanzas. - Me parece sumamente trillado y típico. No eres más que un estereotipo ofensivo y agotador de poeta maldito Fuenzalida, no siendo más que un burgués inconsciente. Dedícate a lo tuyo, a lo que te interesa, y no intentes más en vano enarbolar banderas que no te corresponden. Eres un snob. Tras los testimonios de sus amigos, quiso retirarse, para poder meditar respecto a su Dulcinea. En el fondo de su alma, sabía que habría de encontrarla algún día, por lo que procuró al día siguiente llevar a cabo exactamente la misma ruta que había emprendido el día anterior. Mientras viajaba en el metro de vuelta hacia su hogar, que no era hogar sino una barraca, iba pensando dónde había dejado el ejemplar del Manifiesto Comunista que había comprado hace unos meses atrás, cuando tuvo que confeccionar aquel trabajo en la universidad. Matías creía que iba a ser capaz de invocarla a través de sus lecturas, de materializar en carne y hueso esa ilusión con tintes transitorios. Leyendo a Marx, iba a poder adentrarse en la mente de su amada. De esta manera, ella notaría, al verlo, que él también leía a Marx y cuando aquellas extrañas y azarosas coincidencias los volviesen a reunir, ella se acercaría sigilosamente hacia él, para verbalizar el sentimiento que él tenía. - Tú lees a Marx, igual que yo. Admiro tu devoción por sus ideas. Se ve a simple vista que eres un idealista, al igual que yo. Creo que debiéramos reunirnos. Me pareces, la verdad, adorable. Me gustaría pasar toda la vida junto››

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MarĂ­a Crosetti - El significado de los sueĂąos 40

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a ti, luchando por Marx, intentando liderar y tan inmensa su esperanza, que quiso plasmar la revolución popular, destruyendo a la clase su sentimiento en un poema, bautizado con un nombre digno para la ocasión. burguesa. Te amo… Cuando Matías dejó de soñar respecto al monólogo de su amada de ojos grises, logró darse cuenta que se encontraba al final de la línea del metro, y que éste estaba por cerrar. Tuvo que dirigirse a su hogar a pie, pero no le importó, porque se encontraba con la esperanza de que al día siguiente la encontraría, y ella se le acercaría, pero ésta vez, sin él decirlo, ella le ofrecería cigarros, fuego y una copia de El Capital. Él se encontraba demasiado feliz en ese momento.

Para leer a Marx Para leer a Marx uno ha de estar enamorado. ¡Son inadmisibles amores pasajeros, platónicos, Corteses y sensuales! Se han de integrar todos, tal como Un instante es capaz de abordar el infinito.

Para leer a Marx uno ha de haber sido testigo De la mujer más hermosa del mundo. De la ninfa que habrá inspirado a los maestros, Que ha de cautivarlo a uno hasta el alma, Llegó a su habitación, tras haber saludado a Dejando incluso el cuerpo de lado por ella. sus captores. Analizó minuciosamente hasta el rincón más recóndito de aquella repisa, cuyos Para leer a Marx uno ha de combatir, anaqueles albergaban una vasta cantidad de Siendo impertinente el recurso de las armas, libros, los cuales Matías ostentaba orgulloso. La pluma se debe erigir como el fúsil más letal, Tomó su copia del manifiesto, y en una especie Como el sable más cortante. de ritual religioso, casi equiparable a un El enemigo no puede ser limitado al burgués: Debe comprenderse que todo aquel que sea exorcismo, comenzó a leer en voz alta: incapaz de - Un fantasma recorre Europa: el fantasma Apreciar la hermosura del invierno, del comunismo. Contra este fantasma se Vivir plenamente la libertad, han conjurado en una santa jauría, todas las Tomar conciencia de su ser, potencias de la vieja Europa, el papa y el zar, Es enemigo también. Metternich y Guizot, los radicales franceses y Para leer a Marx, se debe ser capaz de los polizontes alemanes. cuestionarlo todo, Matías se encontraba en el éxtasis pleno. La sociedad, la política, los juegos, incluso el Recordó su teoría respecto a los espectros foto mismo Marx, - fóbicos, y se dio cuenta que el comunismo Puesto que es solo una bisagra de una puerta era uno del mismo estilo. En realidad, las mucho mayor, personas eran inherentemente comunistas, por La de encontrar el amor. lo que se encontraban sumidos en aquel estado fantasmagórico, consolidado por la poderosa Quien no comprenda todo esto, influencia de los poderes jurídicos y fácticos. Ha de conformarse con otras lecturas, Marx no era un brillante filósofo e ideólogo Porque solo aquellos que han caído enamorados político, sino que era un poeta, del cual, Tras un instante preciso, seguramente, Matías había rencarnado. Muy Son capaces de regocijarse leyendo a Marx. contento, Matías sabía que, telepáticamente, su musa poseía el conocimiento de que él había Matías leyó y releyó su poema, cuantas veces descubierto esta verdad oculta en los anales fueran necesarias para que sonara bien. De de la historia. Él ya estaba totalmente seguro manera impertinente, invadió la habitación de que ella lo aguardaría en esa esquina, para sus padres, para leerles este poema, el cual declararle su amor inefable. ¡Qué alegría sentía fue tildado de ridículo e idiota. No le importó, nuestro protagonista! Tan grande era su dicha porque sabría que a ella le encantaría, que›› 61


›› lo guardaría en el fondo de su corazón. Llamó a sus amigos y se lo envió a cuanta persona vio conectada en el computador. Entre algunos causó regocijo, placer e incluso excitación. Para otros no era más que una ofensa grave, un insulto a una ideología política bien constituida, una banalización del marxismo. Sus amigos del taller no lo tomaron en cuenta, puesto que se encontraban ocupados en proyectos personales, pero habían calmado las ansias de su autor, señalándole que estaba increíble. Matías sabía que el día siguiente era su día, que su encuentro era infalible. La marxista habría de aparecerse, para entregarse en cuerpo y alma a su Quijote. Casi no pudo dormir Matías, de la emoción, además que se pasó largas horas postrado en la cama, soñando como vivirían juntos en la clandestinidad revolucionaria, bajo una gran foto de Marx. Se complacía al saber que no se casarían, pero que vivirían juntos, que tendrían hijos llamados Carlos Fuenzalida, Lenin Fuenzalida, Vladimir Fuenzalida y adoptarían un pequeño asiático huérfano, al cual llamarían Mao Fuenzalida. El porvenir era esplendoroso para Matías. Se bañó rápidamente y salió sin despedirse de sus padres. Iba acelerado, creyendo que llegaría tarde a su cita. Tomó el metro y, tras breves y raudas meditaciones, creyó que para poder encontrarla, sería necesario vivir el eterno retorno, por lo que se esmeró en recrear cuanto pensamiento tuvo el día anterior. Evidentemente esto era una locura, sin embargo, comenzó por recitar mentalmente los versos de Rimbaud. Esto lo remitió a una locura pasajera, la cual lo agarró y lo ensimismó, llevándolo por los infinitos pasadizos del inextricable laberinto de su mente. Cuando volvió a la realidad consciente, se dio cuenta que se había pasado una estación. Se felicitó a si mismo por la brillantez de su plan, y se bajó.

mujer hermosa lo hizo posar sus ojos en ella. Era morena de ojos verdes, muy alta. Tenía la certeza que no era ella, aunque la aparición de esa fémina lo colocó un poco dubitativo. Esto se acrecentó cuando divisó una chica rubia, alta, con fisionomía francesa, caminando con la misma elegancia de la chica de ayer. Así sucesivamente, chicas y chicas fueron pasando, todas diferentes, pero en el fondo idénticas. Matías se impacientó en un principio y supo que su amada no iba a encontrarlo a él, sino que ella, como buena Dulcinea, había de ser cortejada por su caballero andante. Él corrió tras la masa de personas que marchaban impertérritas por las calles de Santiago, pero le fue inútil. Ni aunque hubiera estado allí, con la misma vestimenta del día anterior, ni aunque le hubiese dicho hola, yo tengo fuego habría sido útil, puesto que estaba convencido que todas

“Todas eran una, la misma mujer que se repetía eternamente y que pasaban en frente de Matías en alguna especie de broma macabra”

esas féminas eran idénticas y que no lograban destacarse de la masa por nada. Todas eran una, la misma mujer que se repetía eternamente y que pasaban en frente de Matías en alguna especie de broma macabra. Además, ni siquiera la habría podido encontrar recordando sus fenotipos, ya que no los sabía. Había olvidado todo sobre ella, salvo por un pequeño detalle, que un principio había sido imprescindible: ella leía a Marx. Ella no sabía que él leía a Marx. Matías decidió caminar, sumergiéndose entre la multitud, esperando perderse, convirtiéndose en uno más de ellos. Así, su vida pasó a tomar como motor la inercia, tan propia de la masa, Revisó su reloj, dándose cuenta de que las horas y sus sueños sobre una vida reaccionaria y eran coincidentes. Estaba muy excitado, por lo marxista quedaron de lado. Ya nada importaba, que comenzó a caminar sin distracción. Se posó ni siquiera Marx. en la esquina donde la había visto ayer. Sacó el Manifiesto de su bolsón y comenzó a devorarlo ávidamente, mientras miraba de reojos, por si su amada venía. El advenimiento de una Martín Fuentes 62


CĂŠsar Castillo - De la serie invocaciones...

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CRÓNICAS DE LA FRONTERA

Francisco Enríquez Muñoz - 3

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Capítulo Tercero: Introspectiva Por Ramón Sebastián Chanqueo - ¿Cómo pasa el tiempo cuando uno se divierte eh?­— dijo la mujer con la respiración algo agitada. Manuel caminaba rápido, emparejado con ella, mientras en su cabeza comenzaba a fraguar alguna mentirilla blanca para no traer a su apoderado. Claramente se veía preocupado porque no era ninguna gracia haber comenzado el año, y de esta forma…y con lo agradable que andaba el Inspector General estos días. — Lo menos que puedo hacer es justificarte, ¿No crees? — volvió a hablar la mujer, mientras miraba la hora en su reloj. — ¿Puede hacer eso? — Claro, tengo una coartada perfecta, descuida. — Bien…

vida, también se encontraba el alumno Barreto. La mujer tuvo un contratiempo con un estante caído por accidente, así que el alumno se ofreció generosamente para ayudarla en ese contratiempo, pero les llevó más tiempo del esperado y…el resto es historia. El Inspector se quitó los lentes, y con ojos extrañados miró fijamente a Manuel un rato, y luego a la mujer, quien sonreía. — Así que me está diciendo— comenzó el inspector con un tono más bien amistoso, comparado con el que comúnmente muestra con los alumnos— que el alumno Barreto faltó a cuatro horas completas de clase, por estar con usted. — En pocas palabras, sí.

Coartada perfecta. ¿Qué quería decir con eso? Iba a mentir, eso era seguro. Decir que era su pariente, que había habido un problema familiar, la muerte de un perro, o que se atrasaron en no sé cuál trámite bancario o burocrático, haciendo los papeleos para una beca, ¡Qué sé yo!, con tal que el viejo González se lo creyese. Entraron, y la mujer se dirigió directamente a Inspectoría general, como quien entra por su casa. Estaba el Inspector González ahí, con su camisa abultada en la región del abdomen, mirando con ojos un tanto sorprendidos al ver entrar a la mujer, a través de lo vidrioso y algo empañado de sus lentes circulares. Tomó aire, y se sentó con la solemnidad extraña de este cargo, y preguntó: — ¿En qué le puedo ayudar? — Pues, señor Inspector, vengo a justificar a este alumno porque… — la mujer comenzó la narración de los hechos, hecha para favorecer a Manuel desde luego. Contó ella que buscaba material para una clase en la Biblioteca Municipal Galo Sepúlveda, donde por esos azares de la

“Y las lágrimas de ella comenzaban a llenarse dentro de su pecho, como cuando llueve tanto que el río empieza a crecer. Pero había siempre un límite. El río se rebasaba, y lo peor, fue con Manuel. ” — Pero supongo que esto no se volverá a repetir, perdió casi todo un día jovencito— esta vez se dirigió a Manuel, quien sólo asintió la cabeza a modo de respuesta—. Bueno, como está siendo justificado por la profesora, veo razón para poner más trabas, vaya a su aula con esta justificación y pórtese bien señor…Barreto. Adiós. Manuel se levantó, se despidió mecánicamente, y se fue al tercer piso, le tocaba Historia Complementaria. ¿Profesora, ésa mujer? Subió los escalones pensando, y llegó a su sala, entró, y recibió un caluroso espaldarazo de Jorge,

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quién lo miraba de arriba abajo.

rompí nuestro pacto.

— Te dignaste a regresar. Ya les había dicho a los chicos que te fuiste a la Unión Soviética o alguno de esos países amigos tuyos. Además cierta persona me hizo un pequeño interrogatorio por ti.

Nadia lo miró un rato. Reconoció en él, algo de niño que aún quedaba en su rostro, y lo encontró tierno. Estiró su mano, tomando la suya, y él no hizo ademán de negarse, y la juntó más con la de ella. Nadia se preguntó el por qué estaban así, y no pudo hallar respuesta, y sólo se miraron un buen rato, sin decirse nada, porque no tenían nada que decirse. Cómo deseó ella que Manuel la tomara en brazos, y llorar, llorar para desahogarse de la vida, de la pena que desde hace tiempo teñía a sus días de un desgraciado gris oscuro.

— Lamento haber tardado, pero había muchos norteamericanos en el camino, ¿A quién te refieres? — ¡Llegaste! La manía de hacerme pasar rabias… Nadia miraba con ojos inquisitivos a Manuel, quien primero sonrió, luego la miró con el entrecejo y luego volvió a sonreír. Fue así un rato, luego se saludaron. No se habían hablado después de lo que ocurrió ese primer día de clases, se habían distanciado un poco. Ella propuso que se sentaran juntos, y él, obviamente, aceptó. Entró el profesor, un señor grande, gordo, semi calvo y cojo, que traía consigo una gran vara de madera, que hacía sonar en el suelo cada cierto tiempo, y muchos se preguntaron para qué era específicamente, y alguien dentro del murmullo de la sala dijo que el profesor de un solo varillazo haría hacer callar a los que se portaran mal. Entre risa y risa, el profe explicó que él lo usaba como regla, no para otra cosa. Sacó algunas hojas sueltas de su maletín, y la clase comenzó. — Pensé que dejarías de hablarme— dijo Nadia mientras borraba con cada corrección que el profe hacía en su mismo mapa conceptual—. Lamento lo del primer día.

Su padre se moría. Se moría a los cuarenta y tantos años, víctima de un fulminante cáncer. Los médicos no dan mucho tiempo. Y las lágrimas de ella comenzaban a llenarse dentro de su pecho, como cuando llueve tanto que el río empieza a crecer. Pero había siempre un límite. El río se rebasaba, y lo peor, fue con Manuel. Toda la rabia contenida, y la impotencia del individuo, indefenso total contra la muerte, fue a parar al rostro de quien tantas veces había servido como pañuelo siempre listo. Temía ella no contar con él para otra ocasión. Por eso este acercamiento. Porque lo necesitaba. Más que un mero pañuelo, lo necesitaba más que un amigo, más que un hermano. Se necesitaban mutuamente, se querían. La peor impotencia del mundo, es que puedas hacer algo, y no lo hagas por alguna razón que a fin de cuentas no importa.

Cómo iban a pololear. Esa idea era en ella extraña y sinsentido, pero también se sentían presionados por estarlo. Para remate: querían — No tiene importancia, de verdad— contestó estarlo, ser una pareja como cualquier otra, Manuel con voz suave. Él en el fondo no entonces ella se sentiría en tal libertad de recordaba con buenos ojos ese día. Habían llorar, de reír, de soñar, entonces de alguna salido al patio, para “conversar”, estuvieron manera extraña sería feliz. Sabía que Manuel bien al principio, pero entonces uno de ellos podía sacarla de la enajenación de su espíritu, salió con un comentario desafortunado, y toda pero…Amistad. Qué pequeña y destructiva era la rabia, y tristeza, que se habían guardado en esa palabra. La amistad cultivada tanto tiempo, ¿Sería traición? ¿Y si no resultaba? ¿Perdería las vacaciones de verano, salió a flote. acaso a su mejor amigo? Quién sabe. Ese era el peligro. Y ella lo quería para siempre. Como — Tú tienes razón. Yo soy la indecisa. amigo, o como novio, ésa era la cuestión. — No es así. Se supone que íbamos a esperar, yo 67


En la sala de al lado, Nicole Montes ya había despachado a su curso. Inquietos niños, opinó ella del curso de primero medio con los que había pasado cuarenta y cinco minutos. Arreglaba lentamente sus cosas, como quién sabe que le queda mucho tiempo por gastar, y revisaba cada papel metido en una carpeta sencilla y humilde. Dentro había quince fichas de vida de personas con el timbre de “DD.DD”. Detenidas/Desaparecidas. Y no por el régimen militar, como sería obvio esperar. Estas personas desaparecieron en 1998, ocho años después del fin de la dictadura. ¿Entonces? Miró dos fichas con detención. César Campos y Marcia Herrera. No tendrían más de 18 años, según lo que demostraba la fotografía adjuntada con un clip a la hoja. Nicole demostró una extraña mirada de cariño, como de cariño que duele. Nostalgia.

aparecerá en los carteles de alguna campaña electoral; el de la lucha infinita. El de la resistencia.

Bajó por las escaleras lentamente. Pronto el enorme murmullo de los alumnos fue desapareciendo, hasta que sólo los profesores quedaron, y más de alguno también se estaba yendo. Fue a la sala común, firmó el libro de salida y tras sacar algunas cosas de su casillero, salió del Liceo. Vio como el chico Barreto se iba hacia el Internado, y ella tomó un camino distinto. Mientras caminaba por las calles, escuchando los sonidos del ir y venir de micros y automóviles. Comenzó a caminar hacia el centro de la ciudad, y no la encontró tan distinto a su imagen mental de hace diez años, salvo por las remodelaciones de algunos Dejó de lado la carpeta, guardándola en su edificios. Eso sí, se disgustó por el aparente bolso. Tomó aire y miró por la ventana. Seguían fanatismo de los alcaldes por tratar de en horario de verano, el sol estaba bajando convertir a Temuco en algo parecido a un barrio peligrosamente, volviendo rojizo y anaranjado industrial santiaguino. Prefería ella, aquella el atardecer. Pronto anochecería. Interesante: ciudad provinciana, llena de aquel pueblo para ellos amanecía. Ricardo, Ignacio, Bárbara, indomable que son los mapuches, gente que para ella, la noche se estaba oscureciendo más podía reunirse en las plazas y lugares públicos y más; señal de que pronto esto terminaría sin estar bajo vigilancia de los carabineros. Le con el alba de un nuevo día. La guerra que gustaba respirar, en ese entonces, el aire nuevo había iniciado hace casi cuarenta años, por fin de una recuperada libertad, tras diecisiete años terminaría. La sangría que empezó con sangre, de tortuosa y amarga dictadura. El Chile que a sangre debe finalizar. Qué claro, qué límpido Nicole había conocido en su juventud, era la se veía ahora el panorama del porvenir. Siguió imagen de un país que comenzaba a sanar de mirando el cielo que empezaba a oscurecerse una larga herida. un buen rato más, hasta que tocó el timbre de las siete y media de la tarde, y salió de la sala Pero la recuperación era sólo superficial. La desigualdad social seguía latente, como aquella donde se encontraba. enfermedad persistente que espera, que madura Afuera, se halló con la marea de chicos y chicas y luego revienta con fuerza destructiva. La que lo único que querían era salir del Liceo. injusticia, invisible para una mansa clase media, Saliendo de la otra sala se encontró con el chico golpeaba silenciosamente a la clase popular, de la biblioteca, el tal Manuel Barreto. Simpático una violencia sistemática, orquestada por las chico, buena presencia y de gran valor. Salieron altas esferas del país, por los sectores más como ganado de la sala, riendo, jugando, pudientes y reaccionarios de nuestra sociedad. gritando algunos. Parece mentira, susurró ella Los tentáculos de una conspiración infinita en un tono inaudible. Parecía mentira que hace iban contaminando los lugares que otrora eran diez años ella estaba igual que ellos, sin saber semillero de movimiento social: la prensa libre, mucho y viviendo una vida normal y corriente, era ahora privatizada y silenciosa, comprada aburrida pero tranquila. Y ahora, ahora era con dinero, la prensa del pueblo sofocada una profesora de Liceo, claro que eso era una hasta la muerte por la competencia desleal. fachada. Militante de un movimiento que nunca Los partidos políticos, antes instrumento de 68


acción para la clase obrera, armas legítimas de los que habían nacido sin voz ni poder, ahora se adaptaban oportunistamente al sistema post dictadura, volviéndose grupos inoperantes, una reunión de personas sin nada en común, salvo el deseo de repartirse entre ellos cargos públicos con cuantiosos sueldos. Y el pueblo, aquel grupo golpeado, machacado siempre por las crisis del capitalismo, aquellos a quienes siempre les faltaba algo, siendo ésta su motivación para levantarse cada día, aún con hambre, o con frío o tristeza; ése pueblo simplemente había sido desmembrado. La primera oleada de exterminio vino con el golpe militar y los primeros años luego del ascenso de Pinochet al poder y el advenimiento de la dictadura. Los reaccionarios, usando a los milicos como perros de caza, cortaban cabezas, eliminando primero a los que trabajaron y lucharon por el gobierno del Presidente Allende. Los sobrevivientes y los hijos de los asesinados impunemente y exiliados, se convirtieron en un frente de resistencia contra la tiranía, formando grupos tales como el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, de raigambre comunista. La creación de esta oposición al oscurantismo, produjo el segundo exterminio, esta vez fue el terror, y la violencia de Estado. Tras la transición a la democracia, la guerra de clases bajó hasta un límite imperceptible, mas siempre presente, siempre latente. La ultra derecha, en un intento desesperado por derrotar a los revolucionarios, llevó a cabo su último plan de exterminio sistemático. El abominable plan se llamaba Fin de la Historia… Tras caminar algunas cuadras más, Nicole llegó a un edificio de departamentos conocido. Entró, subió las escaleras hasta el cuarto piso y mientras hacía esto, iba recordando la primera vez que subió a este lugar, hace ya algunos meses, luego de haber llegado al Aeropuerto. Tras la bienvenida que Ignacio, Ricardo y compañía le habían dado, ella y los demás fueron transportados por un furgón que llegó como anillo al dedo en esa ocasión. En el vehículo, fueron conversando un poco, y ella recordaba trazas de aquella charla: — No puede quedarse en instalaciones rebeldes— había dicho Ricardo en tono severo,

algo fingido—, puesto que la encontrarían de inmediato. — Pero no tenemos más lugares que esos— habló Ignacio, y ella recordó haberle dado una larga mirada—. Además, es obvio que no podemos dejarla sin protección alguna. — Lo sabemos Ignacio. Nosotros, tanto como tú, queremos preservar a Nicole sana y salva. Pero piensa un poco; si establecemos alguna instalación con fuerte seguridad, más de lo normal, ellos se percatarán de la novedad, y no dudes que enviarán un poderoso contingente, más cuando sepan de quién se trata. No queremos enfrentamientos, al menos no por ahora. — El centro comunitario de Nueva Imperial, ¿No funcionaría como una especie de cuartel? — preguntó uno de los jóvenes que venía en la comitiva. — Esa idea es refutable por la razón contraria. En Imperial no existe el suficiente contingente, menos uno que sea aliado nuestro. Debe ser necesariamente Central Temuco, y eso limita bastante nuestras posibilidades. En fin, estemos en la sede podremos pensar en algo más… — Quiero quedarme con Ignacio— dijo Nicole, hablando por primera vez. Todos menos el mencionado la miraron, los jóvenes sin entender mucho, pero Ricardo sonrió levemente, y luego agregó: — Me parece una buena idea. El departamento de él está estratégicamente bien ubicado, con personal civil y militar rebelde y leal…es buena idea, pero, ¿Ignacio? ¿Tienes algún problema con ello? — Ninguno. Aunque creo que debemos hacer algunos cambios, si ése es el caso. Así fue como ella terminó viviendo con Ignacio. Claro que recibió una inesperada sorpresa cuando vio el estado en el que se encontraba aquel lugar. Bueno, cualquier lugar convertido

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en un vertedero entrega una extraña primera impresión; pero (tal vez para mala suerte de Ignacio), Nicole seguía siendo una mujer que le buscaba soluciones a las cosas. Así que organizaron cinco jornadas de limpieza intensiva, donde ellos dos hicieron de todo para limpiar a fondo ese lugar. El primer día fue de preparación. Ignacio se negó terminantemente a que Nicole saliera del departamento, así que fue él quien compró el arsenal de productos de aseo ella dijo necesitar. Lo primero fue una barrida general de toda la superficie, donde a Nicole le llegaron a dar arcadas de ver y oler tanta cosa descompuesta y por descomponer habida en el suelo o en los sillones. Llenaron bolsas y bolsas llenas de desperdicios, tantas que no dejaban caminar libremente; se tomaron todo el primer día en limpiar sólo superficialmente, aunque hubo lugares que no tocaron. El segundo día, se dividieron las tareas: mientras Ignacio limpiaba el baño, que de por sí apestaba, Nicole se encargaba de la cocina, de los platos sucios acumulados y de la inmundicia en que se había convertido el refrigerador. La tercera jornada la dedicaron a sacar la roñosa pintura que se caía a pedazos de todas partes, más la limpieza de algunos muebles, la verificación de su estado y ver si había que sustituirlos y cosas así. El cuarto día fue para limpiar las piezas y habilitarlas según lo que se necesitaba, además de crear una especie de bodega donde pusieron lo que no era prescindible. Y el quinto día, fue para limpiar una especie de balcón que Ignacio ignoraba que el departamento tenía, y para pintar todo de nuevo. Ese día terminaron antes, así que cuando ya no hubo nada más que hacer, se tumbaron en unos sillones a descansar.

adentro del Ejército Oficial. — ¿Cuánto sabes de aquello? — Sólo lo que Ricardo me ha contado. Sé que después de mi exilio, tú, él, y el resto de nosotros fueron arrestados, y obligados a unirse a la Recta Provincia. Sé también que desde el ´98 que han participado en la subversión de esta misma, sobre los contingentes rebeldes, las células, los miembros incrustados en cada organización. — ¿Algo más? —Sé que están preparando algo, que sucederá algo, pero por alguna razón, Ricardo dice que él no es indicado para contármelo. Dice que, tienes que ser tú quien me lo diga. Ignacio no dijo nada. Era ya tarde, estaba oscuro y a pesar de la capa de smog que la industrialización había creado sobre Temuco, la luz mortecina de las estrellas aún podía ser vista. Nicole pretendía insistir sobre el plan, pero el ensimismamiento en que Ignacio había caído se le replicó a ella, y los dos se quedaron callados, en silencio, porque aunque tenían muchas cosas qué decirse, prefirieron esa noche no decirse nada…

Nicole terminó de recordar. Estaba ya adentro del departamento, prendiendo las luces porque todo estaba a oscuras, al parecer él no se encontraba. Dejó sus cosas sobre la mesa, y en ese lugar, encontró una pequeña nota escrita a mano, que la invitaba a un bar cercano a conversar. Era la letra de Ricardo, y el local no quedaba muy lejos. Se cambió, su puso una ropa más de civil, unos blue jeans ajustados, — Creo que ahora está más habitable— dijo una chaqueta de mezclilla, y antes de irse, Nicole, e Ignacio sólo asintió con la cabeza­— tomó de un cajón cerrado con llave, un objeto ¿Por qué dejaste que esto se convirtiera en un negro y de brillo metálico, que se puso al cinto, escondido en la espalda. Apagó las luces, y salió basural? silenciosamente. — Porque, muchas cosas…dejaron de importarme cuando, cuando eso ocurrió. — Pero ustedes siguieron trabajando con Ricardo, él me lo contó, claro que ahora desde 70


“ der

Yo

no sé cómo hay escritores que aún

creen en la inmortalidad literaria.

E ntiendo que haya quienes creen en la inmortalidad del alma, incluso puedo entena los que creen en el Paraíso y el Infierno,

y en esa estación intermedia y sobrecogedora que es el

Purgatorio,

pero cuando escucho a un

escritor hablar de la inmortalidad de determinadas obras literarias me dan ganas de abofetearlo.

No

estoy hablando de pegarle sino de darle

una sola bofetada y después, probablemente,

abrazarlo y confortarlo.

En

esto, yo sé que

algunos no estarán de acuerdo conmigo por ser personas básicamente no violentas. lo soy.

Cuando

Yo

también

digo darle una bofetada estoy

más bien pensando en el carácter lenitivo de ciertas bofetadas, como aquellas que en el cine se les da a los histéricos o a las histéricas para que reaccionen y dejen de gritar y salven su vida.” Roberto Bolaño en “La Inmortalidad Literaria”

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CREER ES CREAR

Alfredo Silva - Cielo Bruno

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PADÁKY:

Improvisada simpleza, cuando menos es más…

Por Camila Doussang Leiva Que puedo decir, desde el frente de la vereda y como mero observador, tal vez que he tenido la suerte de encontrarme con un mundo antes desconocido casi en su totalidad; el mundo de la música. Sonará ilógico ya que todo ser humano desde sus inicios tiene contacto con ella, las canciones de cuna, el himno nacional, las bandas favoritas, la música en general… pero somos siempre receptores, es la música la que evoca en nosotros diversas emociones, sin embargo, esta vez quise abordar un poco más allá… conocer de qué se trata este mundo, que pasa con los creadores, como se da el proceso musical, que sucede en ese “a través”, en el instante que existe entre la idea de crear melodías y el momento en que cada quien ya la está oyendo en sus auriculares…cuando ya el sonido se ha hecho, cuando ya la melodía nos atrapa… sin saber de su pasado, de su origen, apenas de su presente y de su anunciado final… Así es como me encontré con PADÁKY una banda de rock experimental de la ciudad de Villa Alemana, quienes me han mostrado poco a poco parte de su proceso creativo en donde cada vez comprendo más esa máxima que dice “en la simpleza está la complejidad”. PADÁKY nace hace un par de meses, con una idea que hace años se viene generando en uno de sus integrantes Pablo Cepeda, así es como fluyeron las ideas, los encuentros, las simples reuniones entre amigos que de vez en cuando y cada vez con mayor frecuencia se agrupaban a tocar, a dejar fluir la música, a saber encontrarla o dejar que ella los encontrase… como dicen sus integrantes DaniloVergara (Bajo), Diego Guerrero (Teclado) , Giaccomo Filippi (Guitarra) y Pablo Cepeda (Batería),fueron encuentros íntimos, amicales, naturales, en donde no se reunían grandes músicos a pensar grandes obras, sino, donde se reunían buenos amigos a improvisar… meses de esta tónica, en la que cada quien entraba en una especie de ritual con su instrumento, en donde la comunicación no

verbal se hizo cada vez más presente… fueron el ingrediente principal de los inicios de esta banda… el reunirse a fluir, a no pensar, a comunicarse a través de los instrumentos, a dejar que hablase el bajo, el teclado y la batería, a dejar que la guitarra mencionara sus acordes… sin quererlo y sin buscarlo… halló la música su lugar… halló la improvisación su espacio… y halló PADÁKY su nicho. Cada encuentro fue grabado, cada grabación fue haciendo la música, la música fue haciendo a la banda y la banda se fue haciendo un lugar… un lugar también improvisado, un sin expectativas, un sin fines ni objetivos que dieron paso a una de las bandas de rock experimental incipientes más conocidas no sólo de la ciudad de Villa Alemana sino actualmente, de gran parte del litoral central. Sin el ánimo de ser famosos, sin el ánimo de construir letras… fue la música tomando forma en estos 4 integrantes que poco a poco y probablemente sin percatarse se transformaron en intérpretes y traductores de instrumentos, dejando hablar a través de ellos y sin voz ni letra alguna, lo que cada instrumento en cada momento buscaba expresar, dejando el espacio a la música y su labor sanadora, iluminadora, reponedora, terapéutica quizás para algunos, sin la interferencia humana, cuatro pares de manos que se dejan libres, haciendo acordes sin aviso previo, y dejando que sea esta vez la música la protagonista principal, la música la que manda, la que interviene, guía y predice… la música la que determina cuando inicia, cuando acaba y cuando puede volver a comenzar… El ser parte del proceso creativo, de los ensayos de esta banda, de la comunión que surge no sólo entre ellos sino entre la música en general, me ha llevado a hacer un análisis más profundo, en donde cabe destacar tantos factores humanos presentes pero invisibles en cada uno de los integrantes y en la sinergia que como grupo logran provocar, desde el amor por la música con el que parten, desde las no ganas de crear y

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sin embargo haber acabado en la conformación de una banda con ahora, expectativas serias y realizables, me lleva a pensar en la importancia de no quedaros en el ser o sólo en el pensar, pues PADÁKY es justamente una banda (como bien dice Pablo Cepeda), que no piensa, sino que ejecuta sin temor a errar, sin ambición de agradar, es una banda que sin saberlo hace de la música un factor sanador, tanto para ellos y su necesidad de sacar los acordes que esconden silenciosos y arrinconados sus instrumentos, como para quienes les oyen, que en base a sus melodías sin letra, logran por primera vez comunicarse directamente con la música, con notas que son siempre las mismas, con pequeñas variaciones, pero que seguramente, para cada oyente y expectante explican, evocan y generan emociones y sensaciones diversas, útiles y cómplices de lo que cada quien desee con ellas asociar.

del pensamiento sino con el ímpetu del actuar… como si la vida fuese un acorde melodioso que nos invite a cada instante como PADÁKY a improvisar mientras se avanza y a escucharnos sin la necesidad de hablar.

Es en mi opinión la banda, un sueño vívido, libre y sencillo que permite tanto a quienes la componen como a quienes la oyen el bien supremo de la libertad… el albedrío sin censura, el límite nulo y permisivo donde cada quien busque en sus melodías, su propio símbolo de musicalidad, en donde la música cumple funciones diversas y adversas incluso, en donde la suma de las partes es más que el total, en donde la banda no son sólo PADAKY sino los acordes, el público, la comunión, los rituales previos, los puntos suspensivos… cuando acaban las melodías… cuando todos se han dado cuenta que menos muchas veces suele ser más… cuando los temas… que sin la necesidad de las letras… nos han dicho tanto con solo dejarlos sonar, cuando la comunicación se hace en silencio… en donde lo improvisado, aunque así no lo parezca… suele transmitir en un acto sublime lo que cada quien necesitaba escuchar… Cuando la música ejemplifica en estos cuatro integrantes un gran consejo para todos, artistas o no artistas, soñadores o no soñadores, que es la no expectativa, pero si la perseverancia, el actuar sin temores y apasionadamente en cualquier índole de la vida, dado que todo nos lleva inevitablemente a expresar… el no sentarse a armar esquemas sino todo lo contrario… el despertar cada día sin preocuparse sino para ocuparse y sin el miedo paralizador 75


PARTICIPARON Valeria Pariso. (Buenos Aires, 1970). En 1993 egresa con el título de abogada de la Universidad de Buenos Aires. Es poeta y escritora, publicó antología con varios autores, tiene el blog http://tantotequeria.blogspot.com.ar/

Lucía Ibarra. Nació en Santiago del Estero,

Argentina. Tiene 25 años. Estudia sociología en Buenos Aires. Su blog es www.papelesmojados. blogspot.com. Estudió teatro y actualmente estudia danza contemporánea.

Carol D. Vega. Poeta y escritora de profe- Luis Vega Molina (Lota, 1981). Profesor de sión diseñadora gráfica, nacida a fines de los ochentas en Santiago, actualmente viviendo en La Serena. Ha publicado dos trabajos poéticos, “Extremista” (Cinosargo, 2010) y “Entre Cerdos Y Mar” (Editorial virtual Jirafa Muda, 2011). Cvega.letras@gmail.com

Álvaro Guerrero Gabella. Chileno, resi-

Español. Alumno tesista del Magíster en Literaturas Hispánicas (UdeC), becario CONICYT del programa de Magíster en Educación (Udec 20122014). Trabaja en la UTP del Liceo Bicentenario de Coronel. Creador del libro inédito “Parajes de(r)ruidos” (2005). Actualmente, trabaja en un conjunto poético intitulado “Alárido”.

do en Santiago de Chile. Publicado en revistas Joyan Cordero Saavedra. Joven Director, Ariadna Resonancias Blog de Andrés Morales, Dramaturgo y actor teatral. Posee estudios de Remolinos. Segundo en el concurso de poesía artes y humanidades en Madrid España. Tamdel colectivo Cultura a la vena y mención hon- bién es titulado de actuación teatral y diversos rosa en el concurso de poesía García Madero de talleres y seminarios de especialización en Drala Editorial Hebra. maturgia. Ha sido ayudante de Benjamín Galemiri. Su Opera Prima the lostchildren ha Sido Paulo Neo. Músico, escritor y poeta argenti- Exhibida en teatro del puente, teatro facetas y no, nacido el 4 noviembre de 1980, en la ciudad espacio filomena. de Río Gallegos, provincia de Santa Cruz. En Agosto del 2010 publica “De la Muerte y sus en- Ricardo Liberona. Tengo 15. Iquiqueño. Hatrañas”. Actualmente, prepara su lanzamiento ces dos años en el mundo de la poesía. Talleres a nivel nacional con la salida de su obra “Café Literarios. Profundo admirador y lector de Stede Siglos”. lla Díaz Varín, María Luisa Bombal, Proust, Lord Byron, Virginia Woolf, P.B. Shelley, etc. Juan Eduardo Diaz. (San Bernardo, Chile, 1976). Creador de los siguientes libros poéticos: Cecilia Ananías. Estudiante de Periodismo, Sombras de Valparaíso (Ediciones del Andén), exiliada de Arauco, mesera de un bar rockeÁngeles ebrios (Editorial La Cáfila), del diario ro, aprendiz de danza árabe, editora de Letra de Teresa y Sylvia (Editorial La Cáfila), Carta de Muerta, escritora cuando hay tiempo. Ajuste: Antología de poetas inéditos en Valparaíso (Ediciones Cataclismo), Claveles (Edicio- David Yávar Reyes. (1987, Sagitario). nes Caronte), Morada de Hechiceros (Ediciones Caronte). Actualmente prepara Álbum Familiar, Laura Romani. Vivo en Córdoba capital y tentexto a publicar este año. go 27 años. Actualmente estoy dedicada a mi tesis de Licenciatura en Letras Modernas pero Cote Martínez. Fugitiva estudiante de filoso- paralelamente trabajo en el Departamento de fía, escritora amateur, críticas y aportes a ca- Cine y Tv. de la UNC, ya que soy Técnica en Medios Audiovisuales. Escribo desde siempre, leidoscopian@gmail.com sobre todo cuentos cortos. 76


Camila Almendra. Estudiante de Pedago- Franco Saravia. (Valparaíso) Actualmente

gía en Lenguaje y Comunicación en la Universidad Austral de Chile con certificación de Dirección de Teatro Escolar. Actriz, actualmente de la Compañía de Teatro Pequeña Isla bajo la dirección de Margarita Poseck. Ha participado de distintos cursos y talleres en el ambito literario y teatral. Realizó un taller de escritura creativa en la cárcel de jóvenes. Amante de su ciudad Valdivia, pequeña y lluviosa, feminista, gusta cantar del soul y boleros. Enamorada de la vida...blog: camilalmendra.blogspot.com

Patricio Contreras. (Santiago, 1989) Licen-

reside en San Pedro de la Paz, Concepción. Cursa quinto año de Periodismo en la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Participa en el taller de literatura impartido en el Centro Cultural “Fernando González-Urízar”. Fue parte de los ciclos: Poesía Joven “Recuerdos del Futuro” y Poesía “Tradición en Trayecto”, entre otros, desarrollados en la Casa de Estudios de la UCSC.

Agostina Chiavassa-Arias. (Córdoba, Ar-

gentina, 1987). Estudiante de la carrera ‘Letras Clásicas’, perteneciente a la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Actualmente Tesista, traductora del autor latino Claudio Claudiano, ejerce además la docencia de Nivel Medio, a cargo de la cátedra de Literatura V.

ciado en Literatura de la Universidad Diego Portales, actualmente cursando Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación en el mismo establecimiento. Ha participado en los talleres literarios de Balmaceda 1215, teniendo como profesores a José Ángel Cuevas y Pablo Paredes. Se encuentra trabajando en un poemario Gabriella Cancerallo. (Argentina, 1978). que pronto espera ver la luz. Correo: pacn89@ Comunicadora Social y Guionista (UNLaM – ENERC). Escribe habitualmente en su blog noenhotmail.com tiendonada, al cual pertenecen estos relatos. Bunker Guerrero (Pedro Guerrero Acuña, Varios de los cuentos cortos publicados en el Antofagasta, 1988). Poeta, narrador, y estudian- blog fueron a su vez publicados en revista Oblote de Licenciatura en Literatura. Ha publicado go. Es miembro activo y cofundadora del movilos poemarios: “Evocación Geográfica” 2008 por miento de cultura colectiva Psicofango. editorial G, “Sesión Maldita” 2010 por Pentagrama Ediciones, y a finales de abril de 2012 Lucrecia Aicardi. (Rosario, 1977). Mi formación se inicia en el estudio de Gustavo Frittepublicará: “El momento no es bueno”. gotto donde realizo un curso de Iniciación y en Fernando Vargas Valencia. Poeta nacido el Taller de Proyecto Fotográfico que coordinan en Bogotá, Colombia (1984). Abogado especia- Andrea Ostera y Laura Glusman. Mediante la lista en Derechos Humanos de la U. Externado fotografía desarrollo un conjunto de imágenes de Colombia. Candidato a Máster en Sociología que se encuentran atravesadas por la infancia Aplicada de la U. Autónoma de Barcelona. Estu- y la memoria. dios en Música y Literatura. Ha publicado cinco Sebastián Zapata Häntsch. (Argentina, libros de poesía y uno de ensayo. 1986). Actualmente se encuentra realizando su Pablo Martín Llanos. De Córdoba Capital, trabajo final de tesis en la especialidad en pinestudiante tesista de la Licenciatura en Letras tura, y paralelamente cumple labor como ayuClásicas en la Universidad Nacional de Córdoba. dante alumno en la cátedra de pintura III en Mi tema principal de investigación es la litera- la facultad de artes plástica de la universidad tura griega del período alejandrino, en especial nacional de córdoba. Fue galardonado con una la obra épica Argonáuticas de Apolonio de Rodas mención especial, en el 1º Salón de pequeño formato (HOMENAJE A LA MUJER), Premio Mari(siglo III a.C.). na G. de Lucchini. Villa María. Córdoba Argentina. 77



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