Revista Río Negro 10

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REVISTA RÍO NEGRO

Febrero 2014


REVISTA RÍO NEGRO 10 Revista de Creación Artística y Literaria

Editorial: Nicolas Aguirre Javier Flores Maximiliano Vega

Editor Invitado: Rodrigo Suárez

Diagramación: Maximiliano Vega

Motivo de Portada: “Tompkins Sq. Park” por George Eastman House.

www.colectivorionegro.cl

cc by nc nd

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Ă?ndice Editorial 5 PoesĂ­a 7 Resultados del Concurso 23 La Mente del Fuego 43 Narrativa 49 Entrevista 94 Ensayo 99 Participaron 104


“Unidentified woman posed on plank above the water� por Galt Museum & Archives.

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Editorial

H

emos llegado a este nuevo número de la Revista Río Negro, no sin muchos cambios y transformaciones. Concebimos necesario reconfigurar nuestras secciones para una construcción más clara y aunada de los contenidos ofrecidos y creados por y para nuestros colaboradores y seguidores. La construcción de esta nueva edición nos ha tomado más tiempo del que creíamos. Nuevos compromisos fueron añadidos a esta instancia: La premiación del “I Concurso de Poesía Río Negro” y la articulación de un jurado competente tanto para el concurso como para el trabajo editorial de la revista, y otras tareas relacionadas a la constante construcción que se desarrolla dentro de Río Negro como colectivo. Todo ocurre gracias a nuestros seguidores y a los grupos humanos que nos han brindado su ayuda como el Centro de Investigaciones Poéticas Grupo Casa Azul, Contracorriente Ediciones, y la agrupación los Poetas del 5. Agradecemos todo el entusiasmo y toda la diversidad literaria que, otra vez, nos vuelve a golpear y despertar del sueño al que muchas veces caemos en los procesos de creación, y que sólo se resuelve haciendo vínculos, convocándonos, buscando siempre formas de articular aquellas fibras que componen la identidad, esa nación subyacente detrás de lo cotidiano y que sigue viva en la expresión escrita.

Equipo Colectivo Río Negro

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“Los Arrepentidos” por Esteban Moraga Álvarez.


Poesía


Sobre héroes y Patricios

De chico alucinaba con escribir bajo un seudónimo, alguno fantástico como Pablo Neruda o Richard Lionheart. Más adelante me fijaría en Bob Dylan, Pablo de Rokha y Johnny Rotten, apodos con grandes historias detrás, rótulos con un sentido especial para el personaje que caracterizaban. Por eso se me ocurrió usar mi segundo nombre, Alejandro: alias usado por Fidel en la Sierra; apelativo del rey de Macedonia; epíteto griego que quiere decir “protector de la humanidad”. Alejandro Contreras no sonaba mal, pero era pura retórica. Mi viejo decidió llamarme Patricio por un amigo asesinado, un jovencísimo miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, acribillado por la policía en la esquina de Concha y Toro con Arturo Prat, Puente Alto, a finales de 1985. Su nombre era Patricio González y en ello no hay espacio para la fantasía. Porque los héroes deben existir o no son, y deben morir en combate si quieren ser dignos de la trascendencia. Esa fue la primera enseñanza que me dio mi viejo. Y todo lo demás es pura historia. Patricio Contreras

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Octavo canto

Con la cuerda al cuello se inició lo que cómodamente es un entierro Un perfecto destello de unión El amo la mujer del amo el hijo enfermo y los sirvientes Pero nadie sale de casa sin el perro el remero implacable En su confort de esta muerte prematura Suena la ocarina y a lo lejos el perro de fuego guía hacia el círculo Perfecto adorable del sol Este es nuestro dios tata — dijo el perro

Javier Sánchez

“De la serie horizontalidades” por Cristóbal Castro.

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Acto de constante lejanía

Frente a mí lo que dicen los ojos más allá de los ojos, nada. Nada que se entrega en palabras, en inventos suscitados por un afán de cercanías. ¿El árbol comprende al “árbol”? Solo cuando callo se aparece el verdadero, hoja a hoja en el anunciar del viento. No necesita nombre porque bajo su nombre nada y sobre su nombre otros nombres para hacer menos brutal la distancia,

Parece que el hablar es un acto de constate lejanía por eso el decir como continuación del latido es un no decir, un callar que entrega y no se oculta en la lejana convención del nombre.

Natalí Aranda

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“Sin título” por Ana Pastor.

pero ese nombrar hacia arriba es todo lo contrario; aparta al tacto y vuelve al árbol más ausente.


Sería Bueno

Sería bueno caer en el desastre del décimo piso junto a viejas que no pudieron escapar a bebés que miran ingenuamente la caída o a mujeres que gritan su imparable destino Sería bueno ver como se revienta todo en un coro de vísceras y polvo de fierros y cemento rojo como el once de septiembre de 2001 cuando el mundo lanzó otra miniserie al universo que nadie vio salvo sus propios actores como siempre Sería bueno poder ver el otro aquí y no oír más a los cientos de payasos que manejan el enjambre de vicios del hombre y se creen divinos elegidos únicos Lo único es la soledad de nuestra especie en este foso oscuro tan grande que nunca lo entenderás nunca ¿oíste? Sería bueno seguir jugando

Armando Rosselot

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Happy Monday

I. Violencia de verano, un día menos por asalto la raída tarde de tu vestido calma el espejo. En esta boca y en otras, disuelve el sabor de largas piedras; la lengua y sus notas quiebran el suelo. Tálamo y sábanas, sirven de bibliotecas. La figura reclama su sabiduría, pronto el día es una naranja en bronce. La santa siempre fantasea con istmos y sombras, nombres en sus piernas, a tres minutos: ella es Esfinge. Octavas y más excusas, se pintarán con tinta china. Más allá, se calla, se musita, se grita pero la noche sigue siendo oblonga.

Luis Alonso Cruz Álvarez

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y el derecho a soñar ¿quién nos lo quita? mientras tocaba los acordes de tu espalda un líquido atrofiado descendía para recordarme que aquellos espacios ya estaban prohibidos ¿quién nos lo quita? acaso nuestros pulgares ansiosos de peligro o las córneas que intercambiamos al nacer dicen que la música tiene la virtud de dormir a las bestias y los laberintos la virtud de confun¬dirlas un animal que sueña es capaz de poner en peligro la lealtad de los engranajes hace siglos trataron de medir mis pasos con saetas y precipicios trataron de extirparme del agujero que me servía de morada probablemente lo lograron y no me dejaron memoria de ello por el momento han dejado retozar a la bestia en el opaco laberinto donde se sabe inhallable y con la leve música que incendia sus córneas Roy Vega Jácome

“2” por Francisco Enríquez Muñoz.

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Sin

“Tu suelo será morada de las malas hierbas” Mary Shelley Sin carne para su boca, la risa es el concierto que perturbó el rostro mi niño, cerrando labios y dentando la palabra. Refugiándose en todas esas imágenes que vio sin contar. Cuánta pareja fue testigo de tú cara sin lenguaje; de la comisura borrada por el tajo afiebrado de tú historia, por infancia recluida de voz y cariño, al evadir su sombra y dar oídos a miles de amantes. _No hay voz para ti mi niño dijo una gitana mientras su frente arrugada por acunar tanta silaba se fruncía expresando el grito ya podrido en la garganta. _Tú alimento será el fuego de las voces desasidas por otros, recogerás ruinas. Pero, cómo jugar sí una de tus cartas está marcada en la mano sin respuesta, porque al escuchar las campanadas esta vida tiene su cuerpo ya trazado y en tus ojos tatuados mi niño, verás siempre la noche del mundo.

“Ghost Town” por writRHET.

André Meyer

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El hombre con una sola ala

Se estira como lo haría medio ángel Sin alcanzar el cielo Se aleja dejando tras de si El abreviado aleteo de esa única ala Si uno se fija bien Hay una ligera inclinación como si cojeara Una evocación Algo que falta o que sobra Algo que no embona Si tan solo volteara Se aleja pisando Los pétalos caídos de la jacaranda Si uno se fija bien Verá que lo hace con la pura intención De provocar Su morado aroma El eco de aire golpea la noche Como si en silencio Voceara a su ala gemela Pilar Rodríguez Aranda

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Columpio

Fijar la existencia en la niña del pelo corto percibir el frío de las manos en unión con la cadena y el péndulo va indica la hora Recordar el segundo asegurarse una isla en lo borroso comprender la sonrisa del chirrido metal y plástico en abrazo apretón de manos en cierre de contrato azul del cielo con asfixias de corbata crujidos de la estructura inmensa que es un columpio

Zumbidos los silencios que dejan a los cables eléctricos hablar Mareas del cemento que cercan como estacas Perfectamente la plaza es un acuerdo guían los jardineros la sonrisa del césped como la madre las sonrisas de la niña Cuidado que el cemento es agua donde puedes hundirte Mantén las manos en tu cadena contacto frío de las horas con el calor de la piel imperial y haz el segundero para que no se descompongan las líneas del condominio almenas del tiempo

Niña emperatriz que no sabe que es hombre pelo corto emperador de las hormigas almenas y gueCarlos Leiton rreros arqueros son los niños con sus flechas de risa y trastabillo en el terreno cercado trampa perfecta para una liebre y manos en guantes furtivos guantes de amantes guantes de liebre matriarca anciana la consejera de treinta años que avizora el peligro y leonesa la mirada que defiende para que la emperatriz siga en su día

“Sin Título” por lucrecia aicardi.

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Comienzo de la primera noche clonazepam

Alguna vez el movimiento circular del cielo marcó la medida del tiempo y sobre cada minuto se alzaron cientos de alas como un gran cruce de cometas redentoras Quién mejor para circundar el aire que los pájaros de cartón que dejamos cultivar debajo de nuestras lenguas esas noches de intenso calor de mayo y ciertamente era mayo y era tarde y ciertamente los pájaros se llevaban nuestras partes que aún quedaban con vida y tejían una luna borrosa sobre el río, que era la única entrada al paraíso que nos quedaba. La dormidera avanza como un tropel de aves sin memoria hacia ese nido estelar de glifos desenfocados que es el sueño se desinflan los cuerpos como un balbuceo Con toda la bandada que se deja morir bajo la sábanas Dejamos los ruidos alejarse para apagar la luna con un leve movimiento de muñeca. Gabriela Vargas

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Reconocer en aduanas bajo el teclear de funcionarios y las voces en contrabando cómo el agua de un vaso que tiembla signa la inminencia de los monstruos de niñez. Ella enseña a su hermano cómo leer usando carteles de retail y cola. Una tía arranca hojas de tarea mal hecha para arrojarlas al mismo papelero de la burocracia. Podría recitar cual lector de mecanismos a prueba las ecuaciones que tiene el viejo por venganza, -los salmos de guerra y las estructuras de buses. Planos del subsuelo condenados al olvido, cual apatía colgando de orejas, -nuestro olvido y apatía son patrones de vuelo-mapas invisibles en las dunasla agenda en blanco y el ecosistema de frases a medio acabar -ella, la tía, el fiscal y los aduaneros- en diálogo con el desierto. Hoscos patrones de tarjeta migratoria, el examen de ingreso a la escuela, el proemio y los epílogos -caligrafía en las nubes- trazada a dedo. Bajo el teclear de un alfabeto oculto, el secreto lenguaje prescribe la extinción de una especie. El texto es otra reiteración del error. Daniel Rojas Pachas

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“Copihue - Reserva Nonguén” por Karen Vergara.

Acta de destrucción


la medianoche de un silencio loco, desviando mis ojos al televisor del dormitorio, en medio de una tétrica charla, le di un eterno fin a los caramelos. He abandonado la poca dulzura del dos mil para poder parir un verso para los necesitados de arco iris. He catapultado un gran futuro con un grito nacido con resaca, donde los desórdenes jóvenes recuerdan un origen nigeriano y hacen de la tarde una canción en la lengua de sus padres que es muerte, o una combinación eléctrica que nace en un país canela. Todo es lo mismo siempre. Colecciono cavernas de hojarascas, para encoger manías al cuello soleado de una rama que se dobla bajo el salto de un toro que aúlla. El santuario es concebido para descubrir al dios de los tiempos ajenos a la creación, un día después del fracaso, entre las mentiras que arrullaron nuestra infancia. Maru Delgado.

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Mentiras

De pronto nos va cayendo el hombre todo golpe seco de palabra todo silencio febril nos cae el ancestro rebotante de la duda el cuchillo de un dios-segundo que se degüella sobre los párpados de la noche súbitamente nos repta un fuego conocido un grito de pecho inconsolable miento nos sonríe a cántaros la llaga mentir es que alguien diga algo para siempre Jeferson González

“De la serie horizontalidades” por Cristóbal Castro.

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Resutados I CONCURSO de Poesía Río Negro Con el apoyo de:


Entre el 8 de marzo y el 15 de mayo del 2013 nuestro colectivo realizó el I Concurso de Poesía Río Negro. Cerca de 100 colaboraciones de distintas partes del planeta llegaron a nuestro mail. El Jurado estuvo conformado por los escritores Juan Carreño, Fede F., Karina García, Gladys Mendía y Rodrigo Suárez. El Equipo del Jurado eligió conjuntamente a los ganadores y, además, cada uno destacó algunas obras como menciones honrosas. Cabe decir que este concurso no hubiera sido posible sin el apoyo de Ediciones Contracorriente, Grupo Casa Azul y Los Poetas del 5, quienes amablemente nos regalaron los libros que constituyen los premios para los 3 ganadores.

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lugar “Las Esquizoflores” por Felipe Cares Villegas

¿Qué tal si al miedo no lo nombráramos de la misma manera y, en lugar de sombra, simplemente dejáramos a ese niño que juegue a la guerra en el rincón, con su oso de peluche? (La habitación nostálgica) Lo terrible no es un color que chorrea por entre los juguetes, la realidad es un malestar angustiante que no sabe perdonar, puesto que su infancia no fue entre los jardines. La música deja de volverse un lenguaje y las palabras con sabores florales salen de las narices de quienes acabarán despertándose. Porque vienen soñando toda la noche con un monstruo gigantesco que se llama Paz: tierno y cariñoso, con la cara deforme y el cuerpo maltratado. Tenía tantas ganas de no seguir escondiéndose debajo de las camas, porque creía en la necesidad furiosa de los abrazos entre la gente. Las flores que había por ahí terminaron por inquietarse en el sueño y salieron como un rumor por entre los dedos acalambrados de esos dos hombres que dormían con las manos tomadas, con la respiración entrecortada. Eran las esquizoflores, con ese quiebre colorido que no limitaba con el mundo, con palabras que no alcanzaban para sus tallos. Cuando intentaban tomarlas, se encogían temerosas y alegres, para no ser arrancadas arbitrariamente desde un verde arrugado como el cielo. Se instalaron en la habitación sonámbula de los dos amantes, que no querían guerra ni nombrar al miedo con sus letras habituales, solo querían quedarse ahí: en un abrazo apretado sin prejuicios, con las barbas largas y los ojos cerrados. Por eso las esquizoflores también recordaron a ese pobre monstruo que se llama Paz, porque querían cantarle desde el suelo duro en el cual se plantaron. Era un duelo triste y doloroso, algo así como la historia humana, pero con una duración milenaria de tan solo segundos. Decidieron no echar raíces, utilizaron patas de gato para no hacer ruidos que pudieran despertar a los durmientes. Y creían oír a las viejas que leían el tarot, con sus imágenes arquetípicas y maravillosas, conjurando al tiempo, reinventando el futuro y presagiando el pasado enmarañado. Eran las cinco de la mañana, cuando todavía los sueños parecían estar en una latencia fantástica. Era inoportuno tocar la tristeza en ese momento. El estado naciente de los olores se comienza a mezclar con el cansancio: una ventana daba a la luna que ya pensaba en esconderse. Las esquizoflores conversaron de temas profundos como la muerte, un punto negro en la imaginación carcomida de los huesos de cualquiera que se hiciera llamar persona. El lenguaje, las palabras en el espejo, el reflejo de la inercia, la ciencia desgastada y la cultura a medio devorar, un tema frágil para cualquiera que tuviera pétalos en la cabeza y que no quisiera despertar. 25


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lugar “Advertencia” por Valentino Terrén Toro

Mucho cuidado con el lenguaje. Puede que un adjetivo horrendo esté suplicando hospedaje en alguna habitación vacía del alma.

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lugar “las putas hablan entre sí de leonardo da vinci ” por Jorge Juárez González

a contraluz se observa una revuelta errante tras el vítreo bohemio de la soledad dantesca las bragadas sonrisas : rozan el tornasol del aire en la heroicidad del bar ampollado de ángeles taimados en el desbarajuste : de la clásica y cíclica opereta una maniquí sibarita muerde un durazno / brinda con mezcal con hastío / charla con mujeres novatas sombras gelatinosas que se diluirán al alba : da vinci era maricón la sonrisa de mona lisa lo confirma otra feministatua / reacomoda la tela cuadriculada de sus piernas da un sorbo cristalino hojea folletos de arte

dice

: el tambor de este bar es 1 lenguaje encabronado aquí todos quieren trascender tal dioses kamikazes pero los imperios se derrumban en el sexo taumaturgo en el temblor de la lujuria adolescente

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: pero decía que / da vinci era maricón yo hacía la misma sonrisa enjaezada a mis feligreses cuando descubría su mirada albuminoide y las siluetas se cubren con 1 manto de seda se ajustan las pelucas fucsias recobran vidaire cuando acuden al llamado de hombres entonando la canción del bar …y hiere, hiere el hielo, el hielo de tu piel ellas han aprendido que : en esta guerra no hay trébol el azar : es una metáfora ciega que en la esquina de este mundo / cuando todo se acabe : solo se pesarán las lágrimas y ni siquiera las prostitutas del PAPA / querrán salvarse esto es de mal agüero

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enciones honrosas “Las contradicciones de la nada” por Felipe Valdivia Medina Le han dicho al superior (primera contradicción, porque ÉL lo sabe todo), que en Chile las huestes pecadoras vuelan como virus borrachos sin control al volante, penetrando a los desarmados de la fe. En la nada retumba el rumor, que su autoritario nombre está afiebrado por la propiedad intelectual, que algunos parroquianos militan el perro muerto (curiosa práctica de Chile consistente en dejar huérfana alguna cuenta) satisfaciéndose con el punto final de que Dios se lo pague. Entonces el enojo se lo envió por correspondencia a Lucifer (segunda contradicción, porque su cuerpo está construido en base a amor) y pegó un puño tan severo a la mesa que hizo retumbar la tierra en Chile (óbice del 27 de febrero al tratar de explicar las causas). Su risa refulgente logró iluminar los prados de la tierra del bien, acaso brindando una trama nueva para reivindicarse, dejó los cálculos de los grados en el bolsillo y se incendió la tinta forestal 29


(tercera contradicción, porque ÉL es perfecto) y los cuerpos calcinados alimentaron el hambre de los gusanos, tropa enemiga de la fertilidad altruista. En su sueño se cruzó la pesadilla, (si no es contradicción es una creencia ortodoxa) la diosa le preguntó por qué tanto movimiento, ¿acaso no ves que tus hijos se pueden despertar? (cuarta contradicción… ¿y cómo podría despertarse todo el mundo?) y escupió indolente que en Chile le estaban cargando cuentas. Mientras tanto a esa hora, un grupo de amigos en un bar, soltaban sus trenzas borrachas, el pelo despeinado recibió la corriente del pisco, los gritos hablaban como seres poseídos por el alcohol, el garzón, único símbolo de autoridad en una taberna, echó agua al incendio y pidió la cuenta. ¡qué Dios se lo pague!, gritaron uno solo. Demoró varios días, porque no encontró Chile en su GPS (quinta contradicción, porque ÉL está en todas partes) y en una zona fronteriza ingresó sin permiso. Escuchó el grito autoritario ¡Alto! Tembló Dios y se detuvo como un delincuente, ¿Quién eres?, preguntó un hombre disfrazado de verde, Soy Dios… hijo mío (sexta contradicción… ¿y por qué se dejó ver tan fácilmente), la fuerza armada del poder, encajonada en su intransigencia, sigue con los oídos sordos por culpa de la doctrina nociva, que deja sordo, ciego y mudo a quien la adquiere, ¡Ay de Dios que se ha ido detenido por no tener ningún papel que lo acredite como tal! (séptima contradicción: debió ocupar su poder para entrar a Chile… en estos tiempos el abuso de poder está en todas partes, así en el cielo, como en el infierno).

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El secreto carga en su espalda la fidelidad, la orden institucional lleva encinta la obediencia, y el servicio a la patria es el amor de un robot, Dios está en la nada o no es nada, solo una palabra, los registros aduaneros no aplican, no tienen fe, porque para esos antecedentes Dios no existe, (octava contradicción, Dios es todo, verbo, palabra y poder). Ahora la mirada es cabizbaja, un siquiatra venido desde El Cielo (novena contradicción: y no se confunda, porque el hospital mental se llama así) dispara cuestionarios con preguntas, son dardos subjetivos, de una radiografía mental. Dios ha dicho con palabras en alta: ¡He venido a querellarme por una calumnia sobre mi nombre!, la perplejidad está flotando en esa sala, Todos utilizan mi nombre para pagar sus deudas, el olfato policial se destapa al fin, los computadores mueven sus neuronas y la expresión tajante es un balde de agua fría, usted figura en Dicom, por lo tanto no puede entrar a Chile (empresa chilena que mantiene un registro de información, de acceso público, acerca de la actividad de las personas en el sistema financiero y comercial). La sorpresa se viste de contradicción, es el creador ausente con disfraz de moroso, (décima y última contradicción: si Dios no existe, entonces esas cuentas tampoco; ahora, desde el punto de vista existencial, Dios no tiene por qué tener cuentas con nadie) es solo un eufemismo que habla a nombre de aquellos que alimenta a sus cuentas, o… que Dios se lo pague eternamente.

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“Madrugada” por Jeferson González Gómez En el parto del día tengo una sangre amarga que me arde desaforadamente un calvario de trajes en la calle una soledad con alas de cárcel tengo ese amanecer de gente el conjunto de adjetivos inconclusos que me aprieta la garganta como polvo depravado eso tengo la muerte celosa aproximándose a mis vértebras flaquísimas de vos tengo sobretodo tengo un ritmo asqueado de marcha un día completo de milésimas antorchas y tengo esto que late adentro y que ya no sé cómo se llama (pero entre todo me falta algo: yo falto.)

“Poesía” por Gastón Sequeira hoy me desvelo en la tinta reposo en el terciopelo de la palabra escudriñando en abecedarios escondidos la belleza literal se agazapa en el laberíntico instante ignoro (como siempre) la estética busco con afán y rebeldía (como siempre) 32


no aflora pero sí chista sonríe cae se manifiesta imperfecta abre la boca tremenda se regocija y huye vuelvo a empezar su clamor se disuelve en ecos la albergo entre mis manos apichonada mientras tambaleo en escombros semánticos está ahí en la punta de mi beso en la mina urgente de mi lápiz el lápiz con resaca quiere vomitarla en este papel exhausto que cada noche la espera pero ella se retuerce se escapa grita agrietada reposa en la lengua del poeta suave tierna silenciosa y en la hora más efímera del día en la libertad del Hombre frente a él se desnuda 33


“Angustia en el Cuarto Amplio” por Eduardo Javier Vega Rodríguez Entumezco los ideales... A la deriva en pasión de lo inolvidable, recuerdo, memoria; viajera en rabia ajena. Su cabello se desliza - engreído por los rincones tinta sangre de la habitación. Tal vez pretérito flagelante quizás horror hecho tango; dulce tormento de maldad bien merecida, caricias ausentes de aquello que no puede ser nombrado, caída sorda hacia el remolino –fantasma-, ahogado, sumergido en la isla de cama. Suben y bajan aguas –en la distanciamientras me escondo del espejo en el que no estás; desaparece. Maldigo tu nombre cada vez que me acuerdo de ti y sigue siendo lo único que me escucho decir al despertar atormentado en madrugadas de media luna… Nada que no pueda remediar con un poco de decadencia y cinco miligramos de clonazepam.

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“Abre la mano” por César Pérez Guarda Abre la mano, niño de la otra luna Desabrocha tus dedos Deja salir los rayos de tu palma iluminada Que corran, que salten Que rueden por el suelo hasta caer exhaustos Y que vuelvan con la octava campanada de la estrella fugaz Confía, siempre vuelven Abre la mano que el momento es ahora El río de cebolla arribó al mar Y los papagayos desplumados migraron al otro verano Siguiendo la estela de la botella sin mensaje Nadie se robará tus secretos Son llaves sin candado Son moscas de papel hilado No las puedes atrapar Y aunque atajes una siempre habrá otra más muda que la anterior No tengas miedo y ábrela Despliega los nudillos, niño de la otra luna Hoy nos faltan manos y aún hay mucho que amasar Relaja hombros y cuello Ya pasó lo peor, ahora hay que trabajar Ordeña el cerezo que acaba de caer el primer gancho La fruta de barro es más dulce este año Salió cierto lo que decía el viejo: “La vida y la muerte que la parió” ¿Te acuerdas? Abre la mano y a la tierra Las excusas están de sobra Descubre tu palma, niño de la otra luna Que lo tuyo no es maldad Yo era tú hace miles de años 35


Ahora hay menos peces y más aviones pero todo sigue igual No hay juez Se lo tragó la serpiente de escamas torturadas Que rondaba las tuberías de la noche sin pestaña El ojo es de mentira, de juguete, de bonito De su frente cuelga una chapa: Patrimonio de la humanidad Ciego como el anticuario que le saca brillo al mediodía El ojo, el de a de veras Es tuyo y mío y del perro enjaulado Abre tu mano, mira Desmantela tu puño asfixiante Observa las puntas de tus dedos Mira cómo caen los trazos de murta sobre la hoja de papel El dibujo de la mujer camino El retrato de la nube empinada Ábrela ya Abre tu mano, niño de la otra luna Que la ventana ya es otra Es otra la montaña y otro el sendero que lleva a su falda El viento ha cambiado El frío no es igual No te engañes, tú y yo sabemos que el tizne de tus uñas no es escarcha Tus dedos azulados están llenos de mañana Pero deja de esperar La palabra es una trampa que hace taco en la fila Sáltate la cola y la culebra entera, que ésa es la única manera de llegar Abre tu mano y verás

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“Vientre de alquiler” por Enzo David Pérez Una mujer embarazada Vuelve a ser la niña que obedece a ciegas y nunca mira su panza, Adueñándose de una promesa ajena por unos meses; Con una pregunta que dura hasta que otros brazos reclamen lo suyo. Se ampara en su cama esperando amar en una medida adecuada para descubrir que el paraíso puede tener forma humana, le espera un duelo, cuando su vientre le diga que ya no es la dueña que el pálido cordón de la lujuria de madre se apague y le diga adiós.

“Réquiem para la hora de almuerzo” por Nicolás Meneses El mutismo rabioso de una pobla con sus conferencias de reggaetón/ cumbia/ ranchera sí te escucho pero bájale el volumen un poco aseo al medio día con cátedra cebolla apelmazada de hoyas chillonas agua y masa frita aglutinando los sonidos tele/ refri/ celular/ ladridos que pasan de una pieza a otra como cables pal deco señal satelital con el dedo de control remoto apuntando a la sien. 37


“Flautista Rubia” por Abel R. Castro Figueroa Respaldo arriba junco y espiga. Dentro la blusa sobria la certeza de una piel de durazno, acogedora como un rincón muy íntimo. El cuello era de pétalos de nardos y los ojos un atardecer bajo los almendros de la playa. Asiento abajo los muslos en relieve bajo el negro faldón, dibujaban un amplio desfiladero hacia tu pelvis; después, dos blancas piernas sólidas detenían el giro del planeta. El micrófono era una serpiente tan encantada como todos, que ávida de sonidos se inclinaba hacia ti. Tu aliento, multiplicado en dulces notas se deslizaba hasta rozar mi oído y trastornar mi alma. Espiga, sí, tranquila espiga de música en el tiempo que florece en botones de sonido hechizado. Por dos horas de ensueño solo existieron el sonido y tú.

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Fue tan solo una vez: volteaste hacia el fondo de la sala, a la derecha, y brevemente nuestras miradas se encontraron.

ยง

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“Sin Título” por Nahuel Giuffrida


La Mente del Fuego


El trabajo de la poetisa Claudia Masin Mariana Garrido

Joaquín me prestó La vista, después de varios meses vuelve a él. Me costó dejarlo ir, pero vuelve a las manos que subrayaron con rojo las líneas que más le gustaban y hacían, certera e inmediatamente, que mis ojos se depositaran ahí. Gracias a él conocí la poesía de Claudia, y hay días en los que necesitaba abrir el libro en una página al azar y releer un poema. Lo extraño es que me producía la sensación de que era un poema aún no leído y, cuando me daba cuenta que no era así, seguía desmenuzándolo y sintiendo que tenía que leer nuevamente La vista desde un principio. Buscando información sobre Claudia Masin, encontré comentarios de personas que leyeron su obra y les pasaba exactamente lo mismo: leerla una y otra vez como si la sorpresa en el avistamiento del poema fuera con otros ojos, encontrarle otro significado pero no menos intenso, detalles que antes no habíamos visto, como cuando uno pasa todos los días por el mismo lugar, hasta que un día ves que una fachada tenía influencias neogóticas, o ves que cambiaron las plantas de una casa y te preguntás a dónde habrán ido, o simplemente le descubrís una imagen al contorno de una sierra, una nueva figura, o te das cuenta de una herida en tu mano que va cicatrizándose, sin saber cuándo fue abierta. La vista contiene poemas inspirados en films, los títulos llevan sus nombres y fue editado tras ganar en España el concurso Premio Casa de América de Poesía Americana en el año 2002. Leyendo más acerca de su jugosa obra, aquí les dejo una pequeña visión desde mis ojos, una parte de lo que pude descubrir.

Poeta nacida en la Provincia del Chaco, en 1972, es psicoanalista y vive en Buenos Aires desde hace más de dos décadas. Como todo escritor influenciado por el entorno, Claudia sabe llevarlo en sus poemas: la tierra, la aridez de las sierras, naturaleza que rodeó su infancia, esas tardes calurosas de siesta en donde las ciudades calman y los que quedan despiertos haciendo frente al sueño, se hallan. Hay un ligero, sutil desasosiego en las largas horas de la siesta, que hace que todos prefieran dormir. Aun así, resistías despierta. Es extraño pensar en una vigilia en pleno día, cuando nada escapa a la visión y cada sonido resuena amplificado en el silencio.” (Fragmento del poema Poligrafía, de Geología) La poesía de Claudia tiene mucho de infancia en la que tanto podemos caminar a través de sus palabras, correr, jugar, llorar en una cama, enfermos de algo que nos identifique el dolor. “Hubiera permanecido en la cama años y años, oyéndote contar las historias de tu vida, no sentía dolor sino una rara sensación de calma. Yo era un rey y el tiempo, una ficción que otros, allá afuera, tramaban, para derrocarme. Que ibas a llevarme, me decías, a ver el mar, aguas termales, enfermeras sonrientes y una playa. Había aprendido a vivir para tu

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mirada, cada movimiento era un dibujo perfecto destinado a deslumbrarte. No quería otras miradas sobre mí, no hubiera sabido qué mostrarles” (Fragmento de Soplo al corazón, de La Vista) La vuelta a la infancia, ese puente hacia uno mismo, ese lugar de la memoria en el que explora como la nena que es y fue, la construcción de su imagen, su sentir, su pensar, la fragilidad de la belleza efímera que logra transformarse en un momento de eternidad cuando volvemos a ella, en la búsqueda. “cada uno encerrado en el pequeño universo de su cuerpo, donde la memoria de la infancia es un continente en miniatura que, como la Atlántida, espera la creciente para ser olvidado” (Fragmento del poema Rouge, de La vista) “no es al heroísmo ni a la astucia sino al azar o al misterio que se debe el descubrimiento: ese cruce fatal, inevitable entre quien busca y lo buscado, ese momento de arrebato y mutua entrega. ¿Por qué debería ser fácil dar con aquello que esperábamos ya de niños en el jardín del fondo de la casa, sin saber que se trataba de una espera esa curiosidad honda y atenta a cada ruido de la siesta, a una rama que se agrieta en el calor, al paso de sombra de un lagarto en la humedad de las paredes? ¿Por qué hemos olvidado, si lo que sí sabíamos entonces es que es difícil cierta clase de belleza, dar con ella, estar despiertos cuando cruza por delante de nosotros, no para

atraparla, sino para quedarnos a vivir en la estela que deja?” (Fragmento del poema La estela, de La plenitud) Circulando esa niñez, aparece el vínculo materno, un vínculo que como ella cuenta, tiene un valor perdurable por la intensidad y lo imposible de ese amor, que lleva la necesidad de ser perdido, para así poder acceder a la vida. Por eso lo trágico, dejar atrás un amor para poder acceder a otros amores, eso instala en nosotros la idea del amor como algo frágil.

“La vista, que se renueva constantemente en cada lugar que visita, contiene, difunde, se dirige hacia otro lado- donde el corazón no duela- o se apaga” “Entonces la luna se vuelve una playa bañada por la luz del Mediterráneo, donde jugaba de niño, No puedo volver a tomar lo que he perdido, nadie puede. Si no está permitido el regreso y no deseo avanzar, quizás debería tener miedo, pero me enseñaste a no temer, a estar despierto hasta tarde en la casa desierta escuchándote cantar, con la promesa de que el sueño llegaría. Aún soy el niño que atraviesa la noche en su nave, un pequeño astronauta, Hemos perdido contacto con la base, nos hemos quedado solos aquí arriba, las constelaciones y yo. Dame la calma, dame el silencio que acaricia, no este silencio como aguja que cruza lentamente las fronteras de las venas y apacigua el rumor de la sangre pero no alcanza a apaciguar el deseo de tocarte ¿Cómo voy a

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construir mi casa lejos de la tuya, de donde van a sacar mis manos el oficio de poner cada ladrillo uno encima del otro para levantar una pared que nos separe? No sabría. Me decías que algún día vendrían a buscarme los extraterrestres, que yo no pertenecía a este planeta. Nos reíamos. Yo desde entonces, no he hecho otra cosa que preparar con paciencia mi bolsito a la espera de que llegue ese día. Tu voz es el hilo de seda que conduce a las ruinas de la luna. Madre -te dijeno tengo sueño todavía.” (Fragmento del poema La luna, de La vista)

protección, amparo, imágenes que sostienen al poema, como así raíces.

“Creí que la memoria era eso: una cascada cayendo desde un despeñadero, una corriente que arrastraría consigo al océano. No la insistencia del agua sobre la materia, el goteo, el trabajo de años para dejar una muesca insignificante sobre la piedra inerme. Hubiera deseado conocerte antes: dos chicas tendidas al sol de una terraza, en la siesta de provincia, quietas y alertas a la vez, como la vegetación del desierto, que parece dormir o estar quieta, y en cambio, cada verano deja surgir de entre las hojas algún color sorprendente en la monocromía de la arena. A veces te miro distraerte de mí, inclinada hacia el interior de tus propios recuerdos, atenta como un animal Las primeras muertes, el ocaso de la inocencia asomando la cabeza dentro de un pozo abierto y lo palpable de la pérdida aparecen en un en la tierra. Siempre intento descubrir en plano que desborda el vaso del mundo hasta tus ojos el contorno del objeto prodigioso que ahora ameno. estás viendo, y no alcanzo a distinguir de él más que su efecto, un cambio de intensidad en “Vi una vez, aquí, cerca del pueblo, un animal tu expresión, el temblor, la reverberación del agonizante. Había caído dentro de un pozo agua tras la caída de una piedra muy pequeña. de agua estancada. Imaginemos: Estamos lejos.” el animal va muriendo día a día, de a poco. (De El camino de los sueños, inédito) No puede moverse. El agua podrida le llega hasta el cuello, El disfrute de la tranquilidad, los momentos ¿le preguntarías a ese animal si tiene miedo? de la ciudad en la siesta, en la contemplación Las tragedias son vulgares, ocurren todo el de un suceso natural, la desmedida paz tiempo.” que pueden dar ciertas compañías y sus (Fragmento del poema La ciénaga, de La vista) revelaciones, construyen ese mundo que ella quiere vivir. Su poesía está llena de imágenes que desbordan los sentidos y van atándose a situaciones “Yo soñaba con conocer el mar de tu mano, la concretas, va y viene uniendo paisajes con extensión del agua, vivir en un pueblito costero, los sentimientos de los protagonistas de sus dos pescadoras cargando las redes al final del poemas, hablándoles, mencionando diálogos día, volviendo a casa lentamente, el amor es tan con ellos: a veces ella en todas sus edades, a simple como eso. Hallar una casa, un país que veces con una pareja, con la madre. Dispara nos albergue. Ahora siento un dolor incierto pensamientos, da informaciones que ramifican en alguna parte del cuerpo, como si hubiera el poema, dando ramas que brotan para dar despertado de un sueño y descubriera que me 46


han arrancado un brazo, una pierna. La vida terrenal, la belleza y pequeñez de las cosas es, otra vez, lo que era antes de tu llegada: ser como el divino tesoro de una existencia fugaz, una en el mundo.” tan fugaz como el ciclo de vida de cada ser vivo en la magnitud del universo, que, como La poesía de Claudia es un viaje que abarca la cada estrella, nos da su máximo brillo, belleza bizarría, que es gallardía y esplendor de lo que y plenitud. resalta, la geología como estudio de nuestro terreno, nuestra composición desde lo físico, “Yo quisiera ser así, capaz de soportar la materia tangible, hasta los sentimientos, plenitud miedos y dudas, siguiendo la evolución a sin anhelar la abundancia. Que eso sea todo: lo largo del tiempo, desde nuestro origen, el puro deseo de dejar lo poco o mucho que se siendo partes de un todo que nos envuelve, tiene desde la infancia, la edad de la inocencia y la a quien se ama, aunque no le haga falta, desprotección protegida. y vivir por un rato rodeada de las cosas que realmente le importan: La vista, que se renueva constantemente en las tormentas, los animales feroces, la cada lugar que visita, contiene, difunde, se exuberancia del verano” dirige hacia otro lado- donde el corazón no (fragmento del poema La Plenitud, de La duela- o se apaga. Plenitud). Ella nos muestra sus deseos, la fuerza de los afectos y la conciencia de nuestra vida

§

Sobre la autora: Claudia Masin publicó los libros de poesía “Bizarría” (1997), “Geología” (2001; reeditado en 2011), “La vista” Ganador del Premio Casa América, en España (2002), “El secreto (antología 1997-2007)” (2007) “Abrigo” (2007) Mención Fondo Nacional de las Artes 2004editado en 2007 y “La plenitud” (2010); así como el libro de fotografías y poemas “El verano” (2010). Textos suyos han sido traducidos al francés, inglés y portugués, y sus poemas han sido recogidos en múltiples antologías. 47


“Sin Título” por lucrecia aicardi.


Narrativa


“Sin Título” por Carlos Atoche.


Thanksgiving Day Había un montón de cosas; la guerra también. José Revueltas, Resurrección sin vida.

A

yer celebramos el día de acción de gracias. Mi amigo, el anfitrión, vivió largo tiempo en los Estados Unidos; dice que tiene mucho que agradecer. Las mesas redondas no pueden distribuirse en orden jerárquico ascendente, ¿dónde es arriba?, ¿dónde es abajo? No se sabe con los círculos: no son dóciles, no saben de etiqueta; nadie reina en una figura circular. Estábamos sentados a la mesa disfrutando la comida que la esposa de mi amigo preparó. Devoramos el pavo. Sobre la charola de plata solo quedó el corazón del ave y la cabeza (la sirvieron con cabeza). Y Edward, un amigo de mi amigo, comenzó a contarnos de la invasión a algún país del Medio Oriente; hablaba atropelladamente, como si vomitara. Artillero que descargaba toneladas de acero sobre grandes edificios que nunca se quejaron, como repetir la misma palabra una y otra vez, hasta que pierde el sentido. Todos escuchábamos atentos; nunca nos habló de 51

algún muerto. El postre fue un flan espeso. Edward nos dijo “a veces olvidaba a qué había ido a ese país”. Los rectángulos son bestias dóciles, llenas de aristas y ángulos. Salimos al patio luego de cenar: los niños querían hacer estallar los fuegos artificiales. Un rectángulo es perfecto para mandar, dividir, seccionar. Las mujeres en una esquina, los niños en otra. Nosotros, los hombres, en la esquina superior, junto a la hielera. La mirada de Edward perdida en el fuego que despedían los cohetes. Y a mi lado, callado desde la cena, Estlin: francotirador de élite. No charlaba, solo contestaba nuestras preguntas. Sus respuestas eran breves y precisas, como susurros. Mi amigo rellenaba la hielera a cada momento; a veces nos tocaba alguna cerveza tibia. Alguien preguntó a Estlin si recordaba algún muerto en especial. Él se quedó callado, luego se disculpó para ir al baño. Quien hizo la pregunta se sonrojó un poco. Miré hacia el segundo piso de


la casa, donde estaba el baño: por la ventana, Estlin miraba a los niños fijamente, sin parpadear. Un cuadrado es prisión, fronteras, aislamiento. La simetría de un cuadrado es en sí misma una locura, un espejo perfecto. La cabeza de Estlin, amputada por el cuadro de la ventana, era como un trofeo sobre alguna pared de hombre rico. Y sus ojos, calibre marrón .35, no tenían paz ni furia.

Búsquedas

E

n los días posteriores a los que te envié la carta comenzó el proceso del que hablaba, tal vez no fue de inmediato, Estlin volvió y contestó la pregunta “Sí, un ni por una suerte de toma de conciencia, si francotirador que causaba graves bajas entre es que algo así como la toma de conciencia nosotros” (mi amigo traduce); Estlin dice algo pudiera existir. más pero mi amigo no traduce, solo voltea a ver a los niños; Estlin y Edward tenían la mirada Tal vez fue a los pocos días, o a la semana, ya fija en ellos. Mi amigo le dijo a su esposa que no recuerdo muy bien. metiera a los niños, que parecía como si fuera a llover. Y no sé si alguien más lo notó, pero “Estaba en una casa pequeña, ellos (Estlin y Edward) se sobresaltaban un poquito cada que estallaba un cohete. bastante más que modesta, con Un triángulo es equilibrio frágil, donde nada puede ni debe fallar. Salimos de la casa a la medianoche. Mi esposa, una vez en el auto, me dijo que las esposas de Estlin y Edward nos habían invitado a cenar cuando quisiéramos, las tres parejas juntas. No dije nada, subí el volumen de la radio y miré a mis hijos por el retrovisor; quién sabe qué cosas pasarían por sus cabezas redonditas, perfectas. Y la imagen de mi esposa, callada en el espejo lateral, decapitada por la leyenda “los objetos en el espejo se ven más cercanos”. Por Aldo Rosales

muchos gatos. Había también una tortuga e innumerables telas de arañas.”

Pero de pronto me fui, decidí tomar el primer tren que salía. Recuerdo que era jueves, algún jueves de junio. Quería un cambio, un movimiento en esa cosa melancólica y estática que venían siendo mis días. Te mandé esa carta y sin esperar respuesta, decidí cambiar, al menos mi lugar de residencia, sin avisos. Me fui. El proceso comenzó lentamente, dejé de escuchar el teléfono, de leer los mails, decidí comenzar de nuevo, sin expectativas. Cada día que pasaba me preocupaban otras cosas, no sé, la música quizás más que nada, vivir intensamente los días acá.

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“6” por Francisco Enríquez Muñoz.


Me acordaba de William Burroughs, cuando hablaba de la materia prima para el cambio drástico. Quizás fue eso, la desesperación. Pero, qué importa ahora.

De a ratos me acuerdo del olor de algún perfume, los chistes en alguna ocasión, algún que otro abrazo, pero no mucho más, volviendo a la analogía con el libro cerrado, podría ser también el leve recuerdo de la Empezaba a ver todo eso que dije necesitar, novela terminada. todo mutaba. Mi ánimo era cada día mejor, supongo que los árboles, el agua del río y las Se ha muerto hace una semana el más hermoso montañas a lo lejos, contribuían para que todo de los gatos que tenía. Lo sigo esperando con fuera así. la ventana abierta, dejo por si acaso el platito Estaba en una casa pequeña, bastante más que amarillo al lado de la puerta y sus piedritas. modesta, con muchos gatos. Había también una tortuga e innumerables telas de arañas. No sé por qué pero los otros no las usan, están ahí en el patio. A veces cuando tiro la ropa al Me gustaba mirar cómo trabajaban esos piso, la junto rápidamente, se me ocurre que pequeños insectos, (no sé por qué pero acá puede venir él y mearlas, como solía hacer, las arañas son chiquitas) mientras tomaba un para marcar territorio. Creo que lo extraño café, fumaba tabaco y escuchaba a Piazzola, incluso más que a la ciudad. no me daban ganas de leer por esos días. Con respecto a vos elegí la ignorancia, no Trabajo escribiendo a distancia, espero sé, presiento que tu vida no habrá cambiado respuestas para hacer correcciones. Qué bien mucho, siempre fuiste un amante de aferrarse se está sin vos acá, que aire más fresco se a lo pasado, no dejabas que nada se vaya. respira. Es lindo el campo, nunca pensé que acá me encontraría. Siento que no me gustaría Todas las piedritas las ponías en tu saco. Todas volver, tanta ciudad, tanto ruido, me abruma, las cargabas en tu mochila. Cómo me aburrías, me aturde. a veces, con lo mismo. Acá no hay tanto para hacer, pero me Acá no hay piedras, ni mochilas llenas de las rebusco, paso casi todo mi tiempo de basura, ni miradas esquivas perdidas en la sol ocupada. Son pocos los ratos libres. nada. Hay silencio sí, mucho, pero elegido. Tampoco la tranquilidad hace que duerma temprano, ni mucho menos más horas. Pero el cuerpo se siente distinto, más relajado, sin preocupaciones. Si no duermo o no como es porque no vienen ni el sueño, ni el hambre, no por las razones que no lo hacia allá. Esa ciudad, aunque hace apenas dos meses y medio que estoy acá, ya me parece imaginaria; como de ficción. Todo lo que había ahí dentro creo que es parte de un libro que terminé de leer. 54

Por Melisa Mariel


“Ilustración” por Juan Pablo Dellacha


La casa del Sur

L

a casa era larga como aquel cerro que espejaba. Tenía las paredes historiadas por el viento y las nieves eternas. Sobre su techo, negras y oxidadas tejas amparaban la morada. Orillaban su estirpe y presencia un vergel de menta y matorrales de las más diversas especies. Las puertas eran cancelas de madera y hierros de diverso calibre. Un arroyito antes de llegar era el prólogo de un libro abierto que quise y no pude llegar a leer, ni achinando los ojos. Como esos libros que se intentan leer en los sueños.

La memoria puede ser engañosa y fulera. Cambia los recuerdos, modifica los rostros, borra aquellos desagradables. Los hace inocentes y mejores que el presente. La mía, edifica aquella casa baja y blanca, casi extraída de la vigilia (o de un cuento de Borges), en donde entro y aspiro el vago y difuso aroma del campo, llevándome de las manos hacia el interior, casi sin saberlo.

“Pero aquel palacio pintado de yeso ancestral era el centro del imperio sin papeles.”

Las memorias construidas suelen ser selectivas. La infancia me juega una mala pasada al tratar de reconstruir o edificar aquel monumento a la memoria y sumidero de varias geNo recuerdo ver allí a mis abuelos. Sí a la tarde neraciones. perderse pequeña y mansa entre los sauces sin dueño y el anonimato de las piedras. Entre el Presumo que estas vagas líneas son casi una aroma a la libertad y al frente de las puertas afrenta de lo que fue aquella casa de mis antedonde dicen está la eternidad. pasados. Un avispado con brújula en mano podría situarla en el Sur de una geografía mansa y silvestre que era el campo de Don Segundo, casi en el fondo de una sucesión de otras construcciones de adobe, orillando un alambrado y sumiéndolo en una procesión de sauces, arenilla y viento. Pero aquel palacio pintado de yeso ancestral era el centro del imperio sin papeles. De una genealogía diseminada entre la Cordillera y el mar. Al sur de nuestro recuerdo.

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Por Diego Ramiro Fuentes


Carlos Osorio Parra - Mundo de cabezas


“Trabajador de Retail” por Esteban Moraga Álvarez


Canción de Cuna

S

e activa el código de emergencia. En la habitación, solo se encuentra ella rodeada de metal oxidado, válvulas en desuso, consolas descontinuadas, mientras que un monitor gigante trasmite una señal constante de estática: imagen y audio. La Máquina Principal registra cada momento. Diversos cables mantienen prisionera a la joven… cables que se incrustan en su piel. Ella ha perdido la noción del tiempo. Ella está desnuda. Ella está embarazada y las contracciones son cada vez más fuertes. La Máquina Principal suministra dosis de LSD-25 de forma aleatoria, a través de un brazo metálico. La joven ha sido alimentada por vía intravenosa. Las preguntas que en algún momento invadieron su cabeza se han disipado. Su rostro solo dice dolor… un dolor visceral, que emana de su interior y desgarra la garganta convirtiéndose en un llamado mutilado. El susurro del eco ha perturbado su lucidez. Las contracciones son insoportables. Los signos vitales de la joven son registrados por la Máquina Principal. Ella comienza a dar a luz.

los cables que la mantenían prisionera en ese lugar. Con sus ojos en blanco, imaginaba colores distorsionados por la voz del DemiurgoPsicodélico. Ahora, siente que su cuerpo cae en la oscuridad… Ella se desmaya.

“El susurro del eco ha perturbado su lucidez. Las contracciones son insoportables. Los signos vitales de la joven son registrados por la Máquina Principal. Ella comienza a dar a luz.” >> Resumen APGAR: Dentro de los parámetros esperados. >> El bebé ha nacido. Pequeño, rosado y silencioso. Ella trata de recuperar la respiración. Esboza una extraña sonrisa. Cierra los ojos.

Al abrirlos, no logra comprender lo que ha pasado. Está segura de que eso que se encuentra en el otro extremo del cordón umbilical es su hijo… sin embargo, observa Los gritos retumban en los muros y el a un niño de 5 años. La Máquina Principal sudor cubre la piel de aquel cuerpo rojo y registra cada instante. atormentado. Un río de mierda, orina y sangre se forma bajo los pies de la mujer. La Máquina * * Principal registra cada instante, mientras que el cuerpo del recién nacido emerge lentamente. >>23:36 hrs_:

La criatura presenta un crecimiento La joven expulsa el dolor a través de un grito exponencial acelerado — Tiene el aspecto de un ensordecedor. Por un momento, ella sintió niño humano de 13 años: Pérdida de dientesque su cuerpo se elevaba y desprendía de Dentadura definitiva — Características 59


sexuales secundarias en progreso — Emite sonidos guturales — Examina a la hembra con la que permanece unido — Signos vitales: normales — La hembra solloza de forma constante — Presenta llagas y hematomas en su cuerpo — Signos vitales: Dentro de los parámetros esperados —

hipótesis — Importante: La criatura a pesar de su deterioro físico posee una fuerza desproporcionada —

>>00:00 hrs_: La criatura adquiere el cuerpo de un humano de 80 años — Huesos descalcificados — Astigmatismo — Miopía — Piel flácida — Pérdida de cabello — La hembra grita — Intenta huir —

* * Duérmete niño Duérmete ya Que viene el coco y te llevará.

>>00:16 hrs_: Activar sistema de esterilización ambiental — La criatura continúa creciendo exponencialmente — Aquella figura definitiva >>23:48 hrs_: ha aumentado de tamaño: Cuerpo viscoso de La criatura luce como un hombre de 18 años aprox. 3.5 metros de altura; los tentáculos — Características sexuales y físicas completas son innumerables — La criatura presenta — Se desprende la placenta — La criatura conductas asociadas al hambre: Irritabilidad y devora la placenta — Violencia extrema — La hembra observa a la criatura — Pulsaciones cardiovasculares desestabilizadas — La hembra llora — Código de emergencia: Desactivado.

>>00:09 hrs_: La criatura adquiere su forma definitiva — No es posible precisar una edad humana — Su piel se ha vuelto viscosa y oscura — Ojos rojos — Ha adquirido una forma esquelética y nuevas extremidades surgieron de su cuerpo; extremidades con forma de tentáculo — Secreciones aún no identificadas recorren las deformadas comisuras de su rostro — La criatura devora a la hembra — Destruyó los cables que la tenían protegida: Daños menores — Sangre — Órganos internos despedazados — Trozos humanos en la habitación — La hembra puso resistencia — Luego de unos momentos, no realizó movimientos— Posible hembra histérica: Imposible comprobar 60

Duérmete niño Duérmete ya Que viene el coco y te comerá.

Por Daniel Olcay Jeneral


“Sin Título” por

Eric Thiemer


El Orgasmo de Ravel -a Jorge Donn-

P

ero Jorge no estaba. Desde la mesa larga, forrada con un mantel de arabescos orientales, el gran coreógrafo Maurice Béjart era pura emoción. Sus colaboradores lo miraban como si fuese un nuevo sol. Veinte bailarines dejaron el alma sobre el piso de madera, los espejos que rodeaban, el techo rojo y la iluminación brillante. Emilio fue el último en presentarse. Costó entenderse porque solo sabía algunas palabras suecas y francesas y algunas expresiones del inglés. Y el único argentino del Béjart Ballet Lausanne, su bailarín estrella, en ese momento no estaba. El pianista comenzó a interpretar. Era la misma pieza musical para todos los postulantes, también de Ravel, una de sus primeras composiciones, adaptada al piano y al gusto del coreógrafo. Emilio se paró en el centro, cerró los ojos, llamó en silencio a Orfeo y bailó.

un movimiento musical que evoca una danza española, de melodía y ritmo constantes gracias a la caja orquestal, en un crescendo que acaba intensamente en un orgasmo, un estallido. La primera vez que Emilio vio a Jorge tuvo que ir corriendo al baño para llorar abismalmente.

“Habían sido los raros, los sensibles, los locos. Y habían sido elegidos para la belleza. Privilegiadamente.”

Emilio fue el bailarín elegido para reemplazar al accidentado Boris Lidor. Viajaría a Madrid con Jorge Donn y la compañía. Era el año 1989.

Lo sentía tan cerca, tan parecido y a la vez tan ausente, tan otro que es otro y que parecería que nunca podrá pertenecerle. Él no había estudiado en el Colón, Jorge sí; tan solo esa oración lo llenó de frío siempre. Pero los dos habían nacido en Buenos Aires, en El Palomar. Habían sido los raros, los sensibles, los locos. Y habían sido elegidos para la belleza. Privilegiadamente. Y ahora compartían una danza, en la que Jorge bailaba sobre una mesa alta, los demás bailaban a su alrededor y luego se iban sumando más bailarines, durante los quince minutos del bolero, hasta el final. Cada músculo de Jorge Donn hablaba de la conquista y del amor, de la sensualidad y el sexo, de la entrega y el misterio.

Ya en la oscuridad de la habitación del hotel, invocó a Maurice Ravel y a su famosísimo y necesario Bolero; compuesto y dedicado en 1928 a la bailarina y coreógrafa Ida Rubinstein. Esa celebración del erotismo es

Durante esas cuatro semanas Donn compartió algunas cenas con los bailarines. Éstos lo observaban disimuladamente y fatal. Su cara era angulosa, extremadamente sensual hasta la nariz, de allí hasta la mirada y la frente tenía

Hizo su reverencé, de pie, con la cabeza apenas inclinada. Maurice se levantó, caminó despacio hacia él, se paró muy cerca, lo agarró del brazo como zarandeándolo en un juego, le sonrió y se fue.

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algo de tanguero, de melancólico. El pelo rubio era otro ser, siempre felino y resplandeciente. Un anillo gigantesco de amatista. Algún dios de los griegos ha de haber sido como es él, pensaba Emilio mientras se hundía en cada detalle, en cada movimiento que el bailarín dejaba, una estela de su cuerpo astral. Aun en la ausencia Jorge se entregaba, aun durante pocos minutos de charla. Una semana antes de la presentación hablaron a solas. Jorge se alegró de que el nuevo y virtuoso bailarín fuera parte del primer dueto en salir en escena con Ravel, pero más se alegró cuando supo que era argentino. También del Palomar, dijo Emilio. ¿En serio?, dijo Jorge. Sí, en serio, contestó emocionado un Emilio de veintiún años, frente a quien diez años antes, en el 79, a los treinta y dos años, había recibido el premio más importante de la danza, el Dance Magazine Award y diez años más tarde, estaría nominado por la Fundación Kónex como uno de los mejores bailarines. Él, de cuerpo esculpido por Pigmalión. Él, de voz suave, pausada. Él, que moriría poco después que Emilio, en noviembre de 1992, en Lausanne. Te quedaría perfecto un pañuelo negro en el cuello, dijo Jorge. Sí, respondió Emilio. ¿Sabés?, siempre tenés que escuchar al cuerpo, dijo Jorge y se fue. Desde ese día comenzó el diálogo de Emilio y Emilio. El Palacio de Congresos de Madrid estaba repleto de amantes de Béjart, de Donn y del ballet. También había principiantes, había periodistas, chicas invitadas por sus tías cultas, regalos de novios y novias a sus parejas, burócratas, familiares de burócratas, a fin de cuentas: gente orgullosa por presenciar El Bolero de Ravel, según Maurice Béjart, con Jorge Donn. Y Emilio López Tavani se dijo, cuando caminó entre los camarines, el bullicio

brillante de los miembros del equipo que van y vienen, algunos rezan, algunos se abrazan, ya comenzamos. El escenario era completamente negro. Fragmentado por una enorme mesa redonda, muy alta, muy roja. Alrededor de ella, más abajo, una fila de sillas carmesí formaba un semicírculo. Entraron Emilio y sus compañeros, concentrados. Se sentaron. Se miraron entre sí con ojos húmedos. Emilio se acomodó el pañuelo negro en el cuello, se alisó el pelo corto y negro. Llamó en silencio a Orfeo. Sabía que Jorge estaba subiendo a la mesa, se estaba preparando, estaba hablando con voz baja, se dio vuelta, los miró a todos y les dijo: gracias. El círculo de luz fue atraído por Jorge. Se hizo más grande. Se hizo Jorge. Una melena dorada que enmarcaba su cara blanca, pintada, con las cejas profundas y delineadas, sensual con el pantalón negro y su torso desnudo. Su vientre vibraba. Jorge alzó los brazos. Y bailó. Intenso. Místico. Salvaje. Con brazos y manos insinuó su sexo, invitó a los demás, con pies nítidos, agachado, en giros, en saltos. Como un faraón egipcio, al Cielo. Como un cisne naciente. Mostrando la espalda, promesa chispeante, mientras Emilio y su compañero entraron en la danza, y a los pocos minutos fueron cuatro los bailarines, después nueve, catorce, treinta, cuarenta que bordearon la mesa arrodillados. Jorge los alentó, los bailarines se pararon excitados, algunos subieron a la mesa, y al final, al estruendo: Jorge fue devorado por los bailarines. Devorado por una planta carnívora, desconocida, latente en la selva profunda, así lo vivió Emilio, ya transformado con el ritmo caliente en una flor blanca, de pétalos largos y dientes filosos.

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Por Majo López Tavani


“Sin título” por Ana Pastor.


Una estrella

S

eis y media de la tarde. Callecita de vereda angosta y desnivelada. Autos estacionados de los dos lados. — ¿Qué mirás? —le pregunta la mujer al chico. —Los tatuajes. — ¿Tatuajes? —Se da vuelta y achina un poco los ojos—. Yo no le veo ningún tatuaje a esa señorita. —En todos lados tiene. El de la espalda es una mariposa —dice el chico. —Pero yo no le veo ninguno. Ni mariposa ni nada. —Y en las piernas... — ¿En las piernas también? —Unas espaditas —Dibuja una cruz en el aire con el dedo índice. — ¿Pero cómo está toda tatuada y yo no le veo nada? Parece que voy a tener que empezar a usar lentes. — ¿Vos tenés alguno? — ¿Tatuaje? No, no tengo, Facundo. — ¿Y cuándo te los vas a hacer? —No, yo no estoy ya para eso. —Todo el mundo tiene —dice y le apoya la mano en la panza de manera tosca. —Mi piel está muy vieja para tatuarme —dice la mujer y le saca la mano suavemente. —Yo voy a tener muchos. Y no esos de mentira que me ponía mamá. Yo quiero los de verdad... —Pero esos duel... —El primero va a ser una estrella. Mamá tenía una en el medio de las tetas. —No, Facundo. No digas malas palabras… Seguro que ya te lo dijeron varias veces en el instituto. Tenés que parecer educado. Siempre. Así, cuando tu papá venga a… —Papá no.


El sol se va hundiendo detrás de las casas y solo queda un poco de luz anaranjada que empalidece todo. —Facundo, tu papá va a volver apenas pueda. Y tenés que entender que fue un accidente… —dice y después se interrumpe negando con la cabeza. Hace una pausa—. Eso le puede pasar a cualquiera —Le acaricia el pelo y enseguida el chico comienza a refregarse la cara como si se la estuviera lavando. —No hagás eso… Baldosas flojas, rotas. Tierra seca. —Eso es, así debés ser, Facundo, un chico bueno y obediente. Y no tenés que ponerte de esa manera; yo estoy acá para ayudarte. ¿Me entendés? —Le apoya la mano en la nuca. Comienza a oírse el ruido de la avenida que está a media cuadra. —Me dijeron en el instituto que tenés una foto de tu mamá y que andás todo el día con ella, ¿me la mostrás? —No la tengo —dice y agacha la cabeza de manera exagerada. —Está bien, no te preocupes, me la mostrás el viernes que viene... Igualmente, tu mamá siempre tiene que estar acá —Le frota el pecho. El piso está mojado. Por abajo del portón de un garaje sale mucha agua. Cae a la calle como cascada. —Es que me la quitaron. — ¿Quiénes te la quitaron? —Los que duermen en mi pieza. Una reja verde rodea a un árbol. El ruido de los motores ya es un ronquido cercano. — ¿Tus compañeros? —Sí, se la muestran entre ellos todo el tiempo. Dicen que mi mamá está buena y le dan besos a la foto y después se la pasan por la pija. —Facundo, pero por favor, cómo vas a... —Bueno, por acá. —Eso tampoco hagas. —Yo te estoy mostrando lo que hacen nomás. —Lo repetís y es lo mismo.

Un perro desgarra una bolsa de basura. Cáscaras de manzana mezcladas con yerba húmeda en el piso. Un olor áspero, denso. —Era el día de su cumpleaños —dice el chico, y vuelve a agachar la cabeza. —Entonces, debe ser hermosa esa foto. —Tenía la cara triste... —Quizá era un mal día, nada más. Todos lo tenemos. La avenida. El semáforo en verde. —Capaz ya sabía lo que le iba a pasar —dice y levanta la vista hacia la mujer. —Pero es que los accidentes... —Porque a veces sabemos lo que nos va a pasar, ¿no? —A veces sí, Facundo, pero con los accidentes… Mira el cielo —Y por la foto no te preocupes, vas a tenerla de nuevo. Se lo voy a comunicar hoy mismo a la supervisora —Le toca la cara con el reverso de su mano. Los autos pasan. El sonido crudo de la urgencia. — ¿Cruzamos? —pregunta el chico mientras baja a la calle. —Vení acá, ¿no ves que están pasando todavía? —Lo sube a la vereda. El semáforo se pone en amarillo. En rojo. El chico vuelve a bajar. Las luces de los autos ya iluminan el suelo. —No —dice la mujer, lo toma del brazo y lo sube de nuevo. —Ahí pararon. —No no, Facundo —Mira el reloj que tiene en la muñeca derecha durante unos segundos—. Hace más de media hora que estamos paseando. Tenemos que volver. — ¿Ya? —Sí, ya. Es bastante por ser mi primer día. —Pero fue muy poco —dice el chico y se suelta de un sacudón. —No, ya es suficiente.

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Los autos comienzan a pisar las líneas del cruce peatonal. —Yo quiero seguir un poco más. —No me hagas esto a mí, Facundo —Se da vuelta y vuelve a agarrarlo. Rojo y amarillo al mismo tiempo. —No quiero volver —Se queda parado en el lugar. Verde. —El paseo se terminó —dice la mujer, e intenta tironear del brazo. El chico se suelta. Corre.

Por Matías Aldaz

La Playa

D

e día. Me baño en las aguas turquesa con el ánimo del vacacionista recién llegado. Ha sido el apremio de quitarme el bochorno de encima lo que me ha hecho bajar hasta aquí temprano. Hay quienes me echan en cara mi cara de que todavía no termino de despertar por completo. En efecto, traigo la noche pegada al cuerpo. Las sombrillas se me figuran enormes flores de las arenas. Y veo camastros para saltarles encima. Me pierdo en los titilantes destellos del mar tanto como en aquellos que despiden las gafas que las dos Evas llevan. No sé por qué abstrusas relaciones, la devoción con que comen esas paletas hace de mi mente el tendedero donde flamean sus bikinis rojos. Perfecto, bajo estos influjos la arena es suave como canela en polvo y, a cada paso, felices se expanden los pies. Meterse al mar es todo un proceso. Y éste, aunque templado, no es para mí la excepción. De los tobillos a las rodillas (las apacibles nubes me recuerdan mi poder de alta transfiguración), de las rodillas a la cintura (voy dejando que me idiotice el sol de verano), de la cintura al pecho (mientras tanto pienso que todo lo que da de comer a su vez come), de éste al cuello (¿el sol está devorando a quién?) y del cuello a la completa inmersión (así me redescubro en mi desnudez). ¡Oh, Dios, cómo le sangra la lengua al inconsciente! Le da jaqueca cuando lo dejan en jaque y mejor se escabulle como torpedo revestido en piel de mamífero acuático. De vez en cuando emerjo para echarle un ojo a mis pertenencias:

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una toalla y una mochila con las que me he apartado un espacio entre la multitud que no tarda. Ellas hablarán por mí en caso de ser necesario. En mi toalla impregno los humores de una santidad incomprendida. Mi mochila es a mí lo que la concha al cangrejo ermitaño. Con abrirla no sabrías qué guardo. De qué sirve tener bloqueador si no hay manos delicadas que te lo unten con delicia en la espalda. De qué sirve en todo caso tener una estúpida espalda. Ya sé: me haré el ahogado. Estaré a la espera de morder unos labios como las sandías. De esta palmera no caerá ningún prehistórico coco que me parta la cabeza y me derrame el propósito.

“Ya no pataleo sino que floto. Los elementos me segmentan: una parte de mí bajo el agua y lo demás para el viento.” Intermedio. El vacacionista se zambulle en un sueño: sobre las aguas pasan aves paradisiacas de las que aprende a jalar el mar a sus misterios. Como ellas, quiere levantar crestas que remojen su pecho, quiere que le nazcan plumas para hacerle cosquillas al miedo. ¿Escuchas tú también cómo invocan su nombre con imperio? Es la luna que custodia los cuerpos e infiltra en los sueños susurros y señuelos. Despierta, semilla del canto de fuego, despierta.

La luna me invita a meterme de nuevo al mar. Porque me busca, correspondo; hacia ella alzo mi mirar. Cómo confesar qué me seduce, esta luna en que se suceden rostros, uno anulando al otro. ¡Au! ¿Y estas conchitas, de dónde chucha han salido? Del talón me las llevo al oído, pero aún no sé qué es lo que se supone deba escuchar. Dejo que el flujo y reflujo bañen mis pies heridos por las alimañas. Luego me meto más para tenderme bocarriba sobre el inmenso colchón acuoso. Ya no pataleo sino que floto. Los elementos me segmentan: una parte de mí bajo el agua y lo demás para el viento. Hago una estrella y me reconozco en el cosmos: cuestión de alinearse a la constelación bajo la cual tus bajos chacras y pezones respondan gustosos. El agua cierra mis oídos y yo abro bien los ojos. Entonces comienzo a orar en voz alta, haciendo girar mi cuerpo por la acción de abrir y cerrar dulcemente brazos y piernas. A través de ondas me expando al infinito. Oro: el pecho es la caja de resonancia de tu cosmos interno. Oro: el pecho abarca hoyos negros y galaxias enteras y convulsiones históricas de todos los tiempos. Me pongo en pie. Veo flotar mis pellejos. El agua retoza a la altura de mis hombros. La luna sigue bañando mis ojos y yo no puedo más que tocarme. Así hasta que deposito la simiente fosforescente: clarito la veo coletear y perderse a lo lejos para ir a preñar mis sueños.

De noche. ¿Cuánto tiempo he dormido? Esta hamaca es la telaraña. Las ámpulas, el ardor, los escalofríos, la inflamación: inequívocos síntomas de quien ha atravesado el sol. Soy un espejo que manda señales para rescatarse a sí mismo, mas no todo lo que reflejo descifro. Soy el escaparate donde se cumple un sacrificio. 68

Por Felfema Mreosi


el Giuffrida “Sin Título” por Nahu

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Basado en recientes sucesos

C

onocí a Carolina en un carrete en el Parque O’Higgins. Era solo una mechona, pero tenía unas piernas y una manera de mirarte que simplemente te hacían dejar en segundo plano algo tan banal como su edad (y no es que yo fuera un viejo verde tampoco). Además de esto, era placentero estar con ella por su forma de ser: simple, simple, simple… es tan agradable estar con una mina que no se cree la Maga o Amélie, pues hoy en día todas se juran que lo son. Ella era también peculiar en algún sentido; era una hippie idealista pero nunca había fumado hierba. O más que hippie, como lana. En fin, desde el inicio nuestra relación fue más física que otra cosa, por lo que no nos dedicábamos a hablar mucho sobre nosotros mismos o nuestro pasado. Pero sí nos prometimos de que su primera vez fumando sería conmigo, y dado que era idealista (a su manera), me convenció de que plantáramos y de lo que saliera de la tierra, fumáramos, para que tuviese una especie de ritual todo este asunto.

espera no sería tanta tampoco. Como íbamos a plantar, ambos nos informamos mucho sobre el tema. Yo tenía la suerte de conocer varios cultivadores, así que de ellos aprendí lo suficiente para hacer un trabajo por lo menos decente. Nuestra relación fue desenvolviéndose como la mayoría de todas las relaciones, por lo que Carolina me invitó a ver el partido de Chile contra Venezuela a la casa de sus viejos, para por fin conocerlos. Y me dijo: –Oye, lleva dos pitos mañana porfa. Quiero probarla, ya no puedo esperar más. Además así después aprovecho bien lo que tú y yo hemos germinado. – ¿Estás segura? –Le respondí–, siendo la casa de tus padres y todo eso, ¿estás segura? –Sí, tú tranquilo. Solo llévalos porfa. –Dale.

Al salir de la U al día siguiente, me fumé una cola que había guardado mientras iba directamente a su casa, de lo contrario llegaría tarde. Llegué rápido, fácil ubicación. Me iba a quedar a dormir, así que llevé mi mochila con Bueno, la cosa es que ella vivía con su abuela lo necesario. En un bolsillo había 2 pitos de y no con sus viejos o sola porque le quedaba Blueberry. al lado de la U, y su abuela ni molestaba. Le cocinaba, lavaba las cosas, su ropa y la dejaba Abrió ella: llevaba la camiseta de Chile con ser con plena libertad. Su abuela había viajado una falda de colores y me sonreía con los ojos. a Perú después de que su esposo muriera Nos saludamos de beso y a continuación me hace unos tres años, y del viaje volvió otro ser presentó a sus viejos. Su mamá era toda una humano. Así que nosotros nos juntábamos MILF, y estaba cocinando la cena para comer siempre allá y decidimos plantar en el patio de después del partido. Después fuimos al living la casa de su abuela, pues estaba por empezar y ahí estaba su viejo viendo el partido: llevaba la primavera. Y como eran autoflorecientes, la 3 minutos. Él era el típico viejo pela’o medio 70


gordito con camisa a cuadros y jeans. Me los pasé a su vieja. Ella los miró, y luego los miró de pies a cabeza y me estrechó la mano. olfateó. “Siéntate a ver el partido” dijo, y eso hice. Me – ¡Ah! –Dijo– ¡es buena hierba! puse cómodo y Carolina llegó con una cerveza para mí y otra para ella y se sentó a mi lado, “Me levanté y caminé hacia allá, tomándome la mano. Sentía ya los efectos de pero me interrumpió con un la cola. Muy bien Chile, jugando como nunca. Al entretiempo ya estábamos arriba por dos goles y Venezuela no tenía cómo. Carolina fue a ayudar a su mamá con el asunto y yo me quedé hablando con su viejo de intereses y gustos y cosas lejanamente interesantes. De repente, salió la Caro y me hizo una señal con la mano para que fuera. Me levanté y caminé hacia allá, pero me interrumpió con un gesto y señaló mi mochila que estaba en el piso y apoyada en el sillón. “Tráela”, dijeron sus labios en silencio. Bueno, la agarré y entré a la cocina. La MILF estaba haciendo masa y Caro le hablaba de algo. Me vio entrar y sonrió. Esperó a que estuviera lo suficientemente cerca de ella y me empezó a hablar. Hasta aquí todo iba bien, hablamos de hartas cosas, de aquéllas que se hablan cuando recién conoces a la madre de alguien. De repente, así como quién señala cómo está el clima, la Caro dice: –Y sipos mamá, EL TOÑO TRAJO MARIHUANA. La miré quizás con qué cara y sentí como empezó a recorrer el miedo por mi espalda. La MILF dejó de revolver, se giró y mirándome fijamente dijo: –A ver, déjame verla. Miré nuevamente a Caro y ella me hizo con la cabeza así como “ya po weon, dale”, así que saqué los pitos del bolsillo de la mochila y se

gesto y señaló mi mochila que estaba en el piso y apoyada en el sillón. “Tráela”, dijeron sus labios en silencio.”

Yo no comprendí nada, y Carolina se puso a reír. Entonces la MILF me contó que ella fumaba cuando era joven (aún más), pero que lo dejó desde que se embarazó de Carolina. Habían pasado ya casi veinte años, y ahora quería volver a fumar. Y Carolina le había comentado de mí y que seguro no tendría problemas en convidar buena hierba para “su vuelta”. – ¡Así que hoy nos vamo’ a volar! –dijo su vieja, y comenzó a reírse junto con Carolina. Yo seguía medio afectado por todo lo recientemente sucedido, pero quedé tranquilo con la situación al menos. Reí con ellas. Estábamos en esto cuando de repente entró su viejo, y entonces todos enmudecimos. Nos miró y luego nos dijo “ya empezó el partido”, y se fue rápidamente de vuelta al living. Estaba por irme cuando la MILF me detuvo y dijo: –Déjame un pito, el otro llévalo pa’l living. – ¿Por qué? –pregunté, medio extrañado. –Es que así usamos la hierba de un pito para ponerla en la masa de las galletas que acabo de hacer. – ¡Excelente! –respondí, con absoluta sinceridad. Le dejé el pito y me fui a ver el partido. Antes de salir Carolina me dio dos cervezas (una para su padre y otra para mí) y un buen beso lento.

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Chile ganó con facilidad tres a cero. Vimos pocos comentarios del partido y nos sentamos a comer. Se abrió un vino y se puso música como samba. La cena estaba excelente. Todo fluía muy bien, hablamos múltiples cosas y el alcohol hacía que brotaran más ideas en cada uno. Iba todo así cuando de repente su viejo me dijo: –Oye, la Caro me ha contado que tú sabes plantar y todo eso. Me quedé helado, nuevamente. Su viejo continuó: – ¿O sea que tú ya sabes como de ésas cosas verdad?

–Pero tranquilo, ¿por qué te siento tan nervioso? Mira, ya vengo, te traeré algo para que te quedes tranquilo.

Se paró de la mesa. Yo ya esperaba cualquier cosa. Subí la vista y me encontré con la mirada de la Caro. Sus ojos aún sonreían. Su vieja también se levantó. “Ya vengo, voy a ver las galletas”, dijo. Escuché el venir de los pasos de su viejo y lo observé sentarse. Traía una bolsa de papel en una de sus manos. Vi desaparecer su mano en el interior de la bolsa y sacar un cogollo gigantesco. Era una auténtica cola de zorro. No, pero en serio, era como una espada. La agarró y con una tijera (que nunca Nuevamente miré a la Caro para saber su vi aparecer) la partió por la mitad. Tomó una reacción, pero ella lo único que hacía era mirar de las mitades y me la ofreció. su plato mientras cortaba la carne. Estaba en –Toma, para que te relajís –dijo. otra, como si no hubiera escuchado nada. – ¿Perdón? –le dije. “Vi desaparecer su mano en –Tú sabes, sobre la marihuana y eso –dijo, y el interior de la bolsa y sacar metió una buena porción de comida a su boca. En ese momento la MILF soltó una risita, y su viejo siguió masticando con paciencia. Terminó, se limpió los labios y con seria serenidad me dijo “mira, date vuelta”. Lo hice. Vi una repisa de madera y vidrio que sostenía varias botellas con tragos distintos. En la muralla había una pintura abstracta, y debajo de ella, un cartón/certificado que decía cosas que no alcanzaba a leer, salvo por una oración bien grande y marcada en el centro. POLICÍA DE INVESTIGACIONES. Sentí el piso desaparecer y el efecto del vino aprovechar que bajaba la guardia. No, ¡NO! ¡Cómo es la suerte tan perra! Esto no podía estar sucediendo. Me giré y me quedé viendo el plato, mientras nadie decía nada. Empecé a jugar con la comida. En eso, el viejo se empieza a reír y dice:

un cogollo gigantesco. Era una auténtica cola de zorro.”

Estiré mi mano y la dejó caer en ella. No entendía nada. Ahora sí que no entendía nada. No me sentía borracho y el efecto de la cola había pasado hace ya mucho. Me fui a la mierda. “¿Qué está pasando?”, me decía. Me quedé sentado y esperando a que dijeran que eran actores y que todo esto era una joda, y luego saldrían las cámaras y el animador o algo así. Pero nada pasó. Llegó la MILF con las galletas ya repartidas en platos. –Bueno –dijo ella–, creo que ahora que todos nos hemos desenmascarados podemos tener una velada más sincera, para poder conocerte en serio y no solo tu imagen de presentación. –Me parece bien –respondí inseguro, porque en realidad no tenía nada más que responder–, ¿el tío sabe lo de las galletas verdad?

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–Claro que sí, esto lo hablamos latamente antes nosotros tres. Miré a Carolina y ahí estaba ella, sonriéndome. –Ok, no se preocupe por nada tío –respondí–. Y eso fue. Empezamos a comernos las galletas ¿Alguna razón en especial de por qué quiere y nos bajamos el vino, y como a la hora y media hacer esto? estábamos todos locos. Risa, historias, risa. El –A nadie le sobra la plata –dijo. padre de Carolina me contó varias cosas de su –Entiendo. oficio, incluso el cómo operaban. “Se divide la –Y otra cosa, que solo siete sean de marihuana, pega en grupos” decía, “depende de quiénes te la otra que sea de tomates. tocan en el grupo para saber si al confiscar la – ¿De tomates? droga se va o no a hacer chanchullo”. Seguía: –Sí, de tomates. “la que te acabo de pasar se debe estar secando –Bueno, si así usted lo quiere, despreocúpese. como hace unos siete meses”. Había, pues, encontrado un nuevo guía espiritual. Posteriormente cometimos el error de encender el pito que faltaba. La MILF terminó Ya habíamos entrado en buena confianza, y en vomitando y la noche se nos fue a la mierda. un momento su viejo me dice: Pero me alegró esto, pues había sido ya mucho –No, pero en serio, volviendo al tema, ¿tú sube y baja para una sola velada. Los viejos se sabes de plantar y todo eso? fueron a acostar. Y nosotros también, aunque –Sí –respondí, ahora con confianza de nuevo no precisamente a dormir. Estuvo muy bueno, en mí–, he leído algo sobre el tema. y apostaría que también sus viejos follaron esa vez, pues la noche entera fue una locura y solo Le conté de varias cosas, maneras y cuidados había un final perfecto posible. Me dio una y etc. Él preguntaba con harta curiosidad paja absoluta irme a la habitación que habían y yo respondía en base a lo que sabía, que guardado para mí, así que simplemente me era suficiente para calmar sus dudas. En un quede durmiendo al lado de Carolina, pero momento se levantó (estando evidentemente procurando despertarme temprano para no en Júpiter) y se fue a la pieza. Regresó contando meterla en problemas. dinero con las manos. Se sentó y comenzó a poner en mi lado de la mesa billetes de 10 Amaneció. No se escuchaba ningún ruido lucas… 1, 2, 3, 4… afuera. Me quedé un rato viendo dormir a –Ten Toño, aquí hay 120 lucas –dijo, con una Carolina. Tiene un humor extraño que te calma increíble–, cómprame todo lo necesario enloquece. Me quedé ahí haciéndole cariño y para hacer un indoor donde quepan ocho observando cómo sus párpados enclaustraban plantas. Te pagaré con buenos cogollos. mi Sol. “Ojalá no sea otro error”, pensé. Me levanté sigilosamente y me fui procurando De nuevo empezamos con el jueguito de no hacer el menor ruido posible a la habitación saber qué mierda estaba ocurriendo. que me habían preparado. Llegué y me acosté –Tío, no sé… ¿Está usted seguro de que esto para volver a dormir de nuevo. Venía un día es una buena idea? largo de compras, y tenía que aprender además – ¡Por supuesto! Aprovechas mañana mismo cómo cuidar una planta de tomates. que es sábado, y así te acompaña la Carolina también. Por Toño Otoño. 73


“Sin Título” por

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Eric Thiemer


El rey de los pañales

¿

Crees en el diablo? Yo tampoco creía, de pequeño pensaba que era un invento de los curas para mantener la iglesia llena. Pero más te vale creer en el diablo, yo lo he visto. No te rías, no es broma, lo vi y sigo sin ser religioso. Solo te digo que lo vi, creo, pero no tengo miedo. ¿De dónde saco lo del diablo? Es que no me conoces, invítame un trago y te lo cuento todo, promesa. No te vas a aburrir, hombre, hazme caso hoy y ya mañana pierdes la cabeza. Un trago, no importa, el barato. ¡Gracias! Sí, el diablo, el mismísimo Lucifer. Lo vi, ¡le hablé! Ocurrió en mi pueblito, al sur de la capital, hace ya bastantes años, entonces yo apenas era un mocoso. ¿Qué? No mi hermano, el diablo no es un señor rojo y con cachos. Al menos, no tenía esa forma. El diablo es un niño.

así. Lógicamente se aterraron, pero, mire usted, yo estaba allí y no era la mujer quien me daba miedo, sino el conejo que cargaba como a un bebé entre sus brazos. El conejo era igual de blanco que ella, ojos rojos y dientes puntiagudos, chillaba como gato herido. El animalillo tenía un no sé qué, sabe, me orine al oírlo gritar, me recordaba a una criatura. En mi pueblo tampoco se criaban conejos, la carne no es buena y a los más viejos les parecía peor que basura. La mujer albina no se movió, alguien había ido con el párroco para que la expulsara, una turba se formaba. Se habían vuelto locos, indios alborotados, temerosos. La mujer arrulló a su conejo, le dijo algo a las orejotas y lo soltó. En ese momento, todavía observando, comencé a gritar, todos los niños gritaron, no me pregunte porqué, quizás fue una premonición. El animal corrió como un rayo a esconderse, se metió bajo unos desmontes y desapareció. La mujer huyó, se hizo humo o nieve, ¿cómo lo consiguió?, eso quedó en el misterio, cruzó la calle y ya no estaba. Se habló sobre lo sucedido por semanas, meses, y al año nada. Eso sí, organizaron una procesión para ‘’limpiar el aire’’, ya sabrá usted cómo funcionan las cosas en la provincia. Un conejo, sí, con ese conejo empezó.

Todo comenzó con la mujer del conejo. No te rías, hombre, deja que te cuente. El pueblo despertó húmedo y gris, daba cólera salir a la calle, daba cólera comenzar el día. A mí me sacaron de la cama a empujones, a comprar el pan, a bañarse, a trabajar. La plaza del pueblo se fue llenando de gente, tranquila y perezosa, sin prisa. Los comerciantes levantaron sus tiendas, la bulla del mediodía se apoderó de la calle principal, las moscas se pegaban a la fruta fresca. ¿Lo entiendes?, un día común en Pasó el tiempo, tuvieron que ser varias la serranía. estaciones. El pueblo se llenó de niños, como lo oyes. De pronto a las mujeres se les ocurrió Entonces, de la nada, se aparece una mujer traer más hijos al mundo, el doble, a veces el albina, toda fea y chiquita, blanquísima, como triple. Los hombres no se daban abasto, no un fantasma desteñido. La gente de mi tierra alcanzaban las fuerzas, qué tendrían ellos, no estaba acostumbrada a ver albinos, ni qué comerían, porqué tanto bebe. De cinco siquiera sabían que las personas podían nacer casas, cuatro estaban ocupadas por padres 75


primerizos, reincidentes, mínimo de cinco retoños, y la que no los tuviera, imagínese usted, las crías de perro o gato se amontonaban. Qué raro, qué extraño, qué bueno dijeron los criadores de animales, una felicidad, una bendición. Nos hicimos conocidos en la región, ‘’el pueblo fértil’’, donde las matronas trabajan sin descanso, donde el cura bautiza a cada rato, chistes y rumores. En consecuencia, la gente se acostumbró a la gran presencia de jóvenes, en su mayoría chiquillos, jugando y haraganeando en la plaza, en las calles y parques. Los adultos se iban temprano al campo, a trabajar la tierra, a encaminar su vida. Los que todavía no tenían ese derecho cuidaban la casa, jugaban, vigilaban al bebé.

“he ido y recorrido muchos lugares, y nunca he visto una cara como la de ese niño” Por entonces, nadie notó o a nadie le importó la presencia de un rostro extraño rondando por el pueblo. Sé cómo era él de primera mano, le vi pasar muy cerca de mí, lo vería de nuevo, claro, pero esa primera vez fue algo… sobrecogedor. Era un niño, nada especial, llevaba puesto un poncho grasiento, blanco, casi plomo, y pantalones cortos, remangados, le podías ver las pantorrillas pálidas, los pies negros, las sandalias verdes. Conducía una carretilla con cachivaches ocultos bajo una lona, puro ruido, así sabias cuándo estaba cerca. Su rostro era una sombra, la mayor parte del tiempo tenía la capucha impermeable puesta, pero te podías imaginar su cara: tostada y pecosa, con algo de palidez. Ahora, la expresión de su cara era un asunto diferente, mire, he ido y recorrido muchos lugares, y nunca he visto una cara como la de ese niño, por eso estoy convencido de lo que digo, ¡su mirada era la de un animal!, a veces león y a veces oveja. Le

mentiría, pero nada gano yo con eso. Al niño blanco (su apodo) no lo molestaban, no le hablaban, solo paseaba con su carretilla; no le conocían su casa, menos una familia. Así que, figúrese, un mal día descubrieron un escándalo en el pueblo: el sacerdote de la parroquia había mantenido una relación con una feligresa, ¿desde hacía cuándo?, todos lo preguntaban. A la mujer la obligaron a pedir perdón públicamente, luego de castigarla, obviamente. Al cura lo echaron, atado a un burro que conocía su camino. Ya no más pueblo bonito, hablaban mal de nosotros, se burlaban de los niños sacramentados por el sacerdote descarriado. Como ves, mi tierra se quedó sin ley de Dios. Entonces aquello pasó. Ese día las campanas sonaron temprano, muy temprano. Yo tenía cerca de catorce años, aún no dejaba de pedir ayuda para ir al baño. Todos los jóvenes salimos por la madrugada, empujados por sabe Dios qué cosa. Fuera no había luz, apenas sombras y grillos; nos escapamos, pedimos permiso, buscamos cualquier excusa, y nos congregamos en la plaza del pueblo. Esta parte es rara, lo es también para mí, solo escucha. Fuimos hasta allí atraídos por algo, no te lo puedo explicar, pero repentinamente nos sentíamos cómplices, unidos, preparados para… ponernos en marcha. Nos juntamos, apretados y temblorosos, muy obedientes, hasta que llegó él. Volteando por una calle, ruido, la carretilla se aproximaba. Lento… lento, llegó pedaleando y silbando; te lo juro, me helaba la sangre, seguro que yo no era el único, pero no me fui, nadie se fue. El niño se presentó a todos nosotros. ¡No, hombre, no dio un discurso contra Jesús, no! Empleó una voz grosera, esa es la única forma de describirla. Dijo que era el rey de todos nosotros, un enviado: ‘’Vuelvan a casa. Ya saben lo que tienen que hacer. Tomen, y vayan’’.

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El niño blanco retiró la lona que cubría su caretilla... Otro trago, ¡por favor!, pero sírvemelo en botella. Precisamente, lo que había en la caretilla eran botellas, decenas y decenas de botellas, todas llenas de querosene, apestaban a gasolina. Éramos un ejército en miniatura, no sé qué pasó por nuestras cabezas, sencillamente había la cantidad exacta de botellas. ¿Cómo las obtuvo?, ya se puede imaginar cómo. Cada uno cogió una, los que tenían familia grande cogieron dos más, y se dispersaron, en silencio, sombríos… Dios mío.

menos, yo conté unos ciento veinte soldaditos de piel chamuscada. El niño de blanco reapareció, cacareaba como una gallina, no sé si se burlaba o actuaba así por tener el alma podrida. Trepó a la fuente pública y desde esa altura nos preguntó con un tono orgulloso: ‘’¿Quién soy yo?’’. Nadie dijo nada. Nos quedamos mudos, intercambiando miradas, solo éramos mocosos después de todo. Nuestras manos, hombre, nuestras manos… Otro trago, urgente. El hijo de un vecino fue el primero en llorar, luego un amigo, otro más, a los finales todos lloramos. Nos dimos cuenta de lo que habíamos hecho, se nos pasó No estoy borracho, no lo invento. Yo… yo el encanto. tomé una botella, la sostuve por un momento, casi dudo, pero miré su rostro… y me fregué, “y cuando pienso en lo que eso me quitó los temores. Caminé hasta la sucedió luego, mientras veía al casa de mis padres, aun dormían, el bebé niño de blanco marcharse, como dormía, mi perro habrá estado recostado en el patio con las gallinas. Todo el pueblo un general derrotado, me siento muy desgraciado.” empezaba a oler a humo, realmente estaba pasando. ¿Sabes qué hice? Los quemé a todos, el fuego brotaba mágicamente, se pegaba a Sin embargo, el niño de blanco continuaba la gente que salía huyendo despavorida, se observando. Adivina qué hicimos en esa retorcían y gritaban, gritaban. ¿Ya no me situación. No, no hubo retribución, los muy quieres oír? No, óyeme. Quemamos el pueblo, pobrecitos huyeron. Bueno, yo no, yo me quemamos a su gente, hubo algunos intentos quedé tieso en mi lugar. Todos los demás por evitarlo, los paisanos mataban niños y corrieron buscando un agujero donde ocultar los niños los rodeaban y apedreaban. Éramos la cabeza. No me creas valiente, a mis piernas muchos, muchos hijos, estábamos poseídos, no se les pasaba el embrujo, es todo, o es que no entendíamos ruegos ni plegarias. Y el niño soy muy terco, usted seguro que cree eso, sino de blanco correteaba por las calles en llamas, cómo lo convencí de que me escuchara. La alzaba los brazos e imitaba a los pájaros, se cosa es que el maldito niño se desencantó de ponía en cuatro patas y parecía perro, se nosotros, estaba como que molesto, al menos acuclillaba y daba brincos como un conejo, iba eso advertí al ver su expresión: amargada. Saltó secundado por aves de corral trasformadas en de la fuente y empezó a bajar por el pueblo, bolas de fuego. Quédate conmigo, amigo, ya directo hacia la salida. Écheme un vistazo, soy sé que mi historia es un imposible, no te tienes un hombre que se alista para la vejez, amigo, y cuando pienso en lo que sucedió luego, que molestar. mientras veía al niño de blanco marcharse, Al final del día, cuando ya no quedaba nada, como un general derrotado, me siento muy nos volvimos a juntar en la plaza. Éramos 77


desgraciado. Por suerte alguien inventó la No dijo nada más, gracias a Dios. Alguien bebida. llamó a lo lejos, lo escuché clarísimo, como si fuera una boca en mi oído. ¿Me creerá si le Muy bien, le cuento cómo acabó, veo que digo que la mujer albina, la del inicio, surgió ya tengo su interés, ja, ja. Iba bajando por el de la tierra en ese momento? No la vi muy bien pueblo, su pequeño cuerpo se confundía con porque estaba de pie sobre una loma, mejor la humareda, pataleaba y gruñía, se arrancaba dicho, era un punto blanco en la cima de un mechones de cabello que se quemaban con cerro pelado, como las cruces que coronan el calor de los carbones, podías oler el azufre los promontorios. El diablo fue corriendo emanar de su aliento. Le seguí de cerca, a su encuentro, se metió entre los arbustos hasta donde pude, cruzó el arco que daba la secos y espinosos, la ropa se le desprendió del bienvenida al pueblo y se detuvo en medio cuerpo y quedó colgada en el follaje. Con eso del sendero de barro. Pensé: estás loco, ¡estás término la bizarreada, ya no más niño blanco. muy loco!, ya no la cuentas. No habré estado a Por último, y sacarás tus propias conclusiones, menos de diez pasos de él cuando se me quedo a mí me pareció ver saltar a un conejo, dejó mirando, muy serio. Avancé sin quererlo, un poco de polvo en la cuesta del cerro y se culpa de mis patitas traicioneras, me coloqué apartó de mi vista, junto con la albina. Un a un costado, ¡echaba vapor por la boca!, y último vasito, tuyo y mío, ¡eso es! pronunció esto: ¿Cómo no me han reconocido? “Yo me quedé zonzo, te digo, no

estaba asustado, ahí empecé a

Yo me quedé zonzo, te digo, no estaba creer…” asustado, ahí empecé a creer… pero no tenía miedo, parecía que se sinceraba. Discúlpeme, Los del otro pueblo vieron el humo y fueron a pero yo diré que estaba decepcionado. investigar. Esos niños que con tanta crueldad habían acabado con la vida de sus padres ¿Tú quién crees que soy?, repitió. terminaron callando, lloraban todo el tiempo, nadie les soltaba la lengua. Yo fui el único que Cualquier ser humano tendría que haberse habló, dije lo que me pareció mejor, dije que un desmayado. Recordaría ese momento durante tonto juego se nos había ido de las manos. Un años, abandonaría la idea de tener esposa juego, ¿lo captas?, dije que era un juego para y una familia por ese momento, vagaría salvar sus pellejos. Para ellos fue un accidente, por la serranía y me llenaría de alcohol en nada de meterse con lo sobrenatural. Esto te lo cantinas como ésta por ese momento, amigo, cuento a ti, amigo, porque quienes comparten y le conocería a usted por ese momento. Le un trago no se guardan nada, y para que tengas contesté: cuidado la próxima vez que dudes. Creo que eres el diablo. Y él sonrió, cuántos pueden decir que hicieron sonreír al diablo, ése no anda soltando carcajadas en el infierno con cada pecado de la gente. Por Jack Venegas Guzmán 78


“La nueva Generación de Arica” por Esteban Moraga Álvarez


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Crónica de dos lunáticas

E

ran las 7:00 de la mañana de un sábado de febrero. Nos dirigimos a la estación de Olympiazentrum, donde está el campo de futbol del Bayern de Munich. Allí, a las 8.00, nos esperaba un tal Thomas, con un mercedes negro. No sabíamos cómo era, si era viejo o joven, alto o bajo, lunático o borracho. Lo único que sabemos es que va camino a Dresden y que en su coche tiene dos plazas libres.

“Sin Título” por Carlos Atoche.

Le encontré en un portal de Mitfahrgelengeit donde la gente que con frecuencia hace trayectos largos con el coche, se anuncia para compartirlo y repartir costes. SóloSolo tuvimos que pagar 20 euros la ida y 20 la vuelta, cada una. Salía económico viajar así. Si el tío es un pirado, en Alemania no se andan con remilgos, directamente le echan de la asociación de Mitfahrgelengeit. Ya alerté ayer a Martina: —en mi pueblo las tías estarían cagadas por si ese tal Thomas, en vez de llevarnos a Dresden nos lleva a los naranjos, pero claro, en Alemania no hay naranjos, igual hasta tenemos suerte. Aunque… igual, si está bueno, dejaría que me lleve al bosque y sea un lobo malo. Llegamos a la estación, mientras subimos las escaleras mecánicas sentimos las dos una opresión en el bajo vientre tremenda. Tenemos pis. Vamos muy justas de hora, pero 81


el trayecto a Dresden es de unas 5 horas. Cómo Nos encontrábamos en una delgada e irregular no meemos ahora, le mearemos el coche al cañada de menos de dos metros de ancho, el Thomas. inicio de lo más similar a un precipicio con destino a una autopista. Iba medio dormida y andaba por inercia. Seguía a Martina, confiando en que ella, Ya lo habíamos escuchado en la televisión. guiará mis pasos. Pero Martina está más Ese fin de semana, señalaba fuertes ventiscas derrotada que yo. Se retiró más tarde y bailó y nevadas. Esto último era lógico, desde más y mejor. Mientras empujamos la puerta finales de noviembre hasta marzo, e incluso de salida, tomamos consciencia del gran error abril, nieva todos los días, noches y tardes. que acabamos de cometer. Ya no hay vuelta Pero la ventisca, complica la travesía de dos atrás. Nos miramos aterrorizadas. ¿Cómo no caminantes a la intemperie. leímos el cartel antes? ¿Por qué confié en ella? Soy yo la que entiende el alemán. Dios mío, Las dos nos miramos con ojos de pánico y ¿qué hacemos ahora? lagrimosos por la desagradable fría e intensa ventisca que azotaba nuestros rostros. —Mierda— dijo una de nosotras. (O quizás lo dijimos las dos). “Observábamos las dos letras —Este camino no lleva a ningún sitio y como desde el otro lado del cristal, nos quedemos aquí más de cinco minutos Aunque estaban al revés, acabaremos muriendo de hipotermia—

entendíamos perfectamente que nos habíamos metido en un lugar sin salida.”

Fue un acto rápido, de tres segundos. En el segundo número dos, ya era consciente de nuestro gran error, pero en el segundo número tres, era consciente de que no había remedio. El cartel de salida en Alemania es: AUSGANG. En esa puerta de emergencia con barra lateral donde se empuja la palanca hacia abajo, había una ancha pegatina roja que ponía AUSGANG, pero a esta palabra, se le anteponía otra que hacía cambiar completamente el significado de AUSGANG; esta palabra era la preposición KEINE (sin). En frente de nosotras, en grande, leíamos ya, tarde KEINE AUSGANG. Observábamos las dos letras desde el otro lado del cristal, Aunque estaban al revés, entendíamos perfectamente que nos habíamos metido en un lugar sin salida.

Apretamos en vano la palanca horizontal en forma de barra para probar suerte pero fue inútil. Era prácticamente imposible que a las 7:20h de un sábado alguien pasara. A lo lejos, observábamos como la gente, medio adormecida, finalizaba el ascenso de las escaleras metálicas y seguía el camino de baldosas amarillas que nosotras no observamos. Pero como quedaban a nuestras espaladas, era imposible que nos vislumbraran. Debíamos esperar a alguien que viniera de la calle. De esa calle solitaria que nos esperaba. Alcé mi brazo con fuerza y empecé a golpear la rígida y pesada puerta con mis puños mientras gritaba con todas mis fuerzas, con ese agudo pitido que todos temen, puesto que algún tímpano o cristal, han sido víctima de él: —Bitteeeeee Bitteeeee bitteeee Biteeeeee Bitteeeee, hillllfeeeee biteee hilffeeeeeeee—

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Pero no me veían, no me oían…el cristal era dudar si entrar o mearnos encima en el coche demasiado grueso y hermético. de Thomas camino a Dresden. Las dos nos dirigimos a la puerta tapándonos la boca y Sentí miedo. De repente dejó de venir gente. conteniendo nuestros vómitos. Las dos nos miramos asustadas. —Thomas nos estará esperando, llegamos Con la mirada supe qué teníamos que hacer. tarde— Nos meábamos más que la fontana di Trevi. —Podríamos llamarle y pedirle auxilio como Así que si vomitábamos o moríamos de asfixia último remedio— por la peste, sería un daño colateral necesario —Me estoy meando dos litros— dijo Martina. para nuestra supervivencia. —Yo también, pero eso es lo de menos, a una mala nos bajamos los pantalones y la soltamos aquí— dije yo. “El frío era insoportable, las

dos estirábamos el ancho de la bufanda intentando cubrirnos el rostro como una mora en pleno zoco.”

Una señora cargada con una pequeña maleta, se dirigía hacia la máquina canceladora de billetes para tomar el metro. De repente, mi energía y voz estridente volvieron a actuar, esta vez, con más fuerza si cabe: — Bitteeeeee Bitteeeee bitteeee Biteeeeee Bitteeeee, hillllfeeeee biteee hilffeeeeeeee— La señora nos vio. Dejó su maleta en una esquina, pero yo seguía con la actividad de golpear el brazo contra el cristal y decir: — Bitteeeeee Bitteeeee bitteeee Biteeeeee Bitteeeee, hillllfeeeee biteee hilffeeeeeeee— —Cállate, baja esos decibelios Rosana, ¿no ves que ya nos vio y viene para acá?—dijo con su acento de Buenos Aires.

Fue duro, mientras arrojábamos nuestra sonora fuentecita urinaria y nos tapábamos la nariz con presión, mientras conteníamos el vómito y tratábamos de que ninguna de nuestras pertenencias rozara un centímetro de ese lugar. Finalizada nuestra primera fase de la aventura en el metro. Nos dirigíamos a empezar el día, buscando a Thomas.

Bajamos las escaleras mecánicas que nos llevaban a la calle. — ¿Dónde quedaste con él exactamente?— dijo Martina. —A la derecha del campo de fútbol, dijo que Llegaba el turno, antes de conocer a Thomas hay una carpa de un circo. Me dijo que nos de visitar el baño y hacer pis. Nos acercamos veríamos justo en la carpa. al baño de las mujeres, pero estaba cerrado con llave. No importaba, nos dirigimos al Mientras hablábamos, divisábamos la carpa de hombres. Nunca en mi vida, había tenido y nos acercábamos a ella. Una vieja furgoneta que respirar semejante pestuza. El olor a pis esperaba con el motor en marcha a alguien. era tan, tan intenso, que realmente nos hacía Fui buena niña, e hice caso a Martina. Me quedé esperando a que la señora de la otra punta, tuviera el detalle de rescatar a dos lunáticas.

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En el volante, un señor mayor con sonrisa temerosa nos miraba. Ocupaba el asiento copiloto un señor grueso con papada. Martina no lo dudó: —Mira, son ellos, ese del volante debe ser Thomas— No le di valor a las palabras de Martina. Las pistas para encontrar a Thomas eran: Mercedes negro. Esa furgoneta era marca Mercedes, pero blanca. Sin embargo, no había nadie más en ese frío páramo y me acerqué al conductor. —Buenos días. ¿Cómo se llama?—pregunté. —Markus—contestó —De acuerdo gracias. Y nos alejamos. —Rosana, fuiste más lista que yo. Llegas a decirle, ¿eres Thomas? y directamente dice que sí y nos lleva a tus naranjos valencianos. —no creo Martina. No nos hubiéramos subido. No tenían buena pinta. Con esa chatarra no llegamos ni a Núremberg. El frío era insoportable, las dos estirábamos el ancho de la bufanda intentando cubrirnos el rostro como una mora en pleno zoco. Recorrimos con nuestras cabezas el lugar. No había rastro de un coche negro. —Esto es surrealista Martina. La carpa de un circo, un páramo, ventisca, las 7.30 de la mañana y mira lo que nos ha pasado. No espero un minuto más, Dresden puede esperar a ser visitada en primavera. Vámonos a casa. Un coche torció con velocidad la esquina y se paró justo en frete de nosotras. — ¿Rosana?—preguntó un tío. Era Thomas, un chico bien parecido conduciendo su Kit, venía a nuestro encuentro. Por Rosana Ample 84


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“Sin Título” por Juan Pablo Dellacha


Los tazones

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U

na lluvia intensa arrecia golpeando fuertemente el ventanal. Allá afuera, entre las calles, quizá está ella. Quizá muerta, quizá mojada, tal vez simultáneamente ambas; muerta y mojada. No puedo evadir las imágenes que se me vienen a la cabeza al contemplar esta escena: antiguamente, cuando la lluvia nos sorprendía en casa, preparábamos varias teteras de té y nos sentábamos a conversar junto a la ventana. Si es que estábamos de ánimo, que era lo usual, cocinábamos un pie o un queque y nos pasábamos las tardes comiendo y bebiendo, hablando de trivialidades y tonteras que realmente no nos importaban tanto, tonteras que eran parte del matrimonio: discutir sobre el color de los platos, hablar de la vida de los muebles, del colegio de Juan, de las cuentas por pagar. Sin embargo otras veces indagábamos en temas más íntimos, a veces nos contábamos secretos.

creer, porque apenas terminé de formular la pregunta ella se sonrojó y dejó caer sobre la mesa esa torpe cucharilla con la cual revolvía el tazón de té que hace rato ya se había enfriado. No fue instantáneo, pero al cabo de un par de minutos habló; confesó ciertos deseos, dijo que pensaba en ello todos los días desde que se casó conmigo, hace diez años atrás. 2

No pude sacármelo de la cabeza. Fue lamentable y tedioso. Me la imaginaba coqueteando con los padres de los amigos de Juanito en las reuniones de curso, imaginaba su silueta siendo fornicada por múltiples cuerpos, cuerpos que no asumían ningún rostro y que al mismo tiempo podrían asumir el de cualquiera. Nunca antes había sentido celos, menos celos de algo que al parecer era inexistente. Pero sentir celos fue inevitable, comenzaron poco después de esa confesión. Ella me devolvió la pregunta y yo le dije que sí, que a diferencia de ella yo sí había tenido experiencia con otras mujeres antes de conocerla. A los quince años, con una mujer “Había desaparecido sin dejar mayor. Luego a los dieciocho con la prima de rastro. Todos pensamos que amigo y finalmente con ella, con quien me estaba muerta hasta que la vimos un casé. Me dio la mano y me besó en el rostro, por televisión.” por alguna razón se sentía excitada y tuvimos sexo sobre la mesa. Pero desde ese entonces Una de esas tardes quise saber si alguna vez nada fue como antes, nada. había fantaseado con otro hombre, si es que había sentido la curiosidad natural de probar 3 cómo era acostarse con una persona distinta a mí. Introduje el tema con delicadeza y logré ¿Cuánto tiempo ha pasado? Tal vez un par de aproximarme lo suficiente, o eso me hizo años. Ella se llevó casi todas las cosas. Dejó 86


un par de ropas y estos tazones que compró en nuestra luna de miel por áfrica, estos enormes tazones de cerámica con los cuales solíamos tomar té en las tardes de lluvia. Me quedé con Juan y ella dejó de verlo a penas se fue. Algunos pensaron que estaba muerta, pues no contestaba el celular, tampoco los mails. Había desaparecido sin dejar rastro. Todos pensamos que estaba muerta hasta que la vimos por televisión.

descaro me hablaba de esas fantasías que no había cumplido conmigo y que sin embargo deseaba cumplir con otros? Antiguamente habíamos hablado de nuestros planes, de nuestras metas, incluso mucho tiempo atrás ella me dijo que quería hacerse un aborto, que no quería tener a Juanito. Yo la persuadí y lo superamos juntos, lo tuvimos y fuimos felices. Siempre existió esa confianza, pero esto era mucho, esto era mucho.

4 Bajó del auto de Rafael, padre de un amigo de Juan. Ella reía y Rafael la miraba con misterio. Entró junto a Juanito de la mano, quien habrá tenido unos 6 o 7 años en esa época. Yo los estaba esperando junto a la puerta, espiando de vez en cuando ese cuadro para ver si encontraba en sus rostros algo que confirmara mis sospechas. Al entrar, Juanito soltó la mano bruscamente de la mano de su madre y se fue corriendo a su cuarto. Pensé por un momento que había sido por ansiedad, por esas ganas irrefrenables que los niños tienen por llegar a casa y jugar con sus videojuegos. Pero luego me vi a mí mismo reflejado en el vidrio frente de la entrada, con la cara enrojecida y golpeando continuamente a su madre. Le gritaba cosas que ya no recuerdo, mi cuerpo era una masa de rabia. Entonces supe que Juanito no había corrido por ansiedad y supe además que ya no podía controlarlo. 5 Hubo tres o cuatro sesiones como aquellas. Ella servía el té y yo cocinaba. Juanito siempre estaba durmiendo así que eso nos permitía hablar sin tener miedo a ser escuchados. Continué preguntándole sobre esas fantasías. No podía evitarlo. Ella me contaba sin miedo a nada y eso me enfermaba. ¿Con qué

“Ella servía el té y yo cocinaba. Juanito siempre estaba durmiendo así que eso nos permitía hablar sin tener miedo a ser escuchados. Continué preguntándole sobre esas fantasías. No podía evitarlo.” 6 Lo que vimos por televisión: Una marcha española de mujeres. Ya no sé si feministas, idealistas o anti machistas. Eran metros y metros de mujeres, todas de rojo, todas marchando. La calle parecía un río de sangre. Allí la vimos, gritando, cantando, riendo. Pero también furiosa. Miraba a la cámara y gritaba. Gruñía cosas que se perdían entre el gran murmullo de ese río de sangre. Después nunca más se supo de ella, ninguno de los familiares intentó contactarla y aunque parezca inverosímil, Juanito también dejó de extrañarla. 7 Anoche estuve embalando las cosas de la cocina. Pensé en dejar los tazones en esta casa como registro de la vida que tuvieron. En un par de días más vendrá el camión y se

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llevará todo al nuevo departamento. A veces pienso que debí haberme cambiado apenas comenzaron los golpes y las constantes persecuciones. Debimos haber finiquitado todo en cuanto comenzó a surgir ese olor a desgracia que finalmente sería la ruina misma. Yo sé que estuve mal, pero ¿Cómo evitarlo?

parte de sus ropas. Ni siquiera se preocupó de hacer bien la maleta, eso pensé. Pero sin embargo aquella habitación en la cual antes dormíamos juntos, ahora era un espacio sin nada más que muebles. Juanito me dijo que esa misma mañana su madre lo había ido a ver al colegio. Le había regalado un peluche y le había dicho que la perdonara, que la disculpara por las cosas que aún no sabía perdonar. Yo “Estuve contemplando el paisaje le dije a Juanito que su madre estaba de viaje, un viaje que duraría mucho y que quizá buscando a lo lejos alguna nunca volvería. También le dije que tenía presencia. De pronto piso los que empezar a olvidarse de ella. Esa primera trozos de cerámicos rotos, veo noche sin su madre, Juanito lloró mucho, lloró sangre, la veo a ella.” hasta que se quedó dormido. Entré a su cuarto y estuve junto a él largas horas. Luego tomé el muñeco que le había regalado ella y lo lancé a Dejé los tazones en el suelo junto a la ventana. la basura. Definitivamente deben quedarse en esta casa. Quizá la costumbre de tomar té no sea viable 10 en la vida de los departamentos, me parece que tienen una mecánica totalmente distinta a Hoy: Juanito ya es grande, ya no deja que le la vida de las casas. Además no quiero que mi digan Juanito. Solo Juan. Tiene 10 años y se próxima mujer beba té en esas mismas tazas. siente todo un hombre. No pregunta por su Sería como beber un sabor ajeno o absorber madre hace mucho. Quizá asumió la idea una historia que no corresponde. de que está muerta y eso es mucho mejor. Mañana llega el camión, mañana el camión se 8 lleva todo y comenzaremos una nueva vida. Una vida sin el recuerdo de esa mujer, sin Sus últimas palabras: Me voy, me dijo. Me voy, el recuerdo de los tazones. Por cierto hoy, al me tienes chata. No te denuncio porque de nada despertar, escuché los tazones quebrarse. He serviría, porque tú le hablarías en términos ido corriendo a verificar si se trababa de un legales y te sacarías toda la culpa. Eres un hijo ladrón o gato. La ventana estaba entreabierta y de puta, un abogado de mierda, un maricón. los tazones quebrados. Estuve contemplando el paisaje buscando a lo lejos alguna presencia. 9 De pronto piso los trozos de cerámicos rotos, veo sangre, la veo a ella. Volví una tarde a la casa y ella ya no estaba, habíamos discutido la noche anterior y dijo 11 que se iría, así que nada sacaba con buscarla, porque no podría encontrarla nunca, se iría Las nuevas palabras: He vuelto a Chile solo muy lejos. Al principio estuve largo rato para decirte que Juan no es tu hijo. Me acosté observando el armario que aún conservaba con Rafael, con Rafael y con Pedro y muchos 88


más. Te mentí, te dije que habías sido el único, el primero. Pero tú no sabías de la vida secreta, no sabías ni podías saber lo que yo hacía o no tras tus espaldas. Me arrepentí por un tiempo y dejé de hacerlo, pero tú me incitaste nuevamente, tú me pusiste la idea cuando empezaste a hacerme esas incómodas preguntas. Juan no es tu hijo y la verdad es que tampoco sé de quién es. Volví solo para decírtelo.

No sé cómo entró a la casa, me tropecé con los restos de cerámica y al sacudirme ella ya estaba al frente. Me amenazó con matarme si me acercaba. No me di cuenta cuando me cortó la cara. Le dije que no se podría llevar a Juan, que tendría que llevárselo por sobre mi cadáver. Me dijo que no, que eso no era lo que ella quería. Juan era mi problema, mi castigo, que ella nunca había querido tenerlo, luego me dijo que Juan no era mi hijo. ¡Qué horror! No sé qué pensar. No sé si creerle. He criado todos estos años al hijo de una puta. Y tengo que cuidar a este engendro por el resto de los días, tengo que cuidar a este guacho. Juan no vio ni escuchó a su madre. Me gustaría quererlo como antes pero me resulta imposible. Lo único que pienso ahora es en su mamá follándose a todos los apoderados. Me da asco que me llame “papá”. Me gustaría dejarlo botado y no puedo. Me gustaría que una neumonía se lo llevara.

Por Bruno Jara Ahumada 89

“De la serie horizontalidades” por Cristóbal Castro.

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“Perenne”

por Alexander Silva


El hombre de la basura

C

uando caminaba a casa me encontré con la basura sobrante del día anterior. Detuve la marcha para ver qué cosas podían desprenderse de aquél cúmulo de porquería. Miré entre bolsas negras, pañales con mierda y restos de comida. De pronto vi que algo en la oscuridad se movía. Divisé la silueta de una cabeza y el brillo de unos ojos. Parecía un hombre. No estaba segura, pero vi que tiritaba como un niño bajo la lluvia. Hacía frío. Notó mi presencia y se introdujo más entre los desperdicios; se escondía. Miré hacia ambos lados de la calle, percatándome de que nadie se acercara, entonces aguanté la respiración y metí la mano entre la inmundicia para encontrar lo que parecía ser un hombre. Estuve revolviendo el brazo por un buen rato, hasta que sentí algo parecido a las escamas de un pez. Nada extraño de un basural, aunque el tamaño del lomo que sentí, me llamó la atención: demasiado grande para el tipo de resina que uno acostumbra a verse podrir en la sequedad del cemento. Quise arrancar algo de su piel muerta, pero un quejido y un movimiento brusco que vino desde abajo me detuvieron. Volví a tocar la profundidad del basural, esta vez con suavidad. Ahí sentí la piel impasible y mal gastada del hombre que estaba buscando. Lo tomé de lo que parecía ser una extremidad suya y, lo ayudé a salir. Cuando intenté hacerlo descubrí que era muy pesado. Es por eso tuve que meter ambas manos dentro de la basura. Tiré con todas mis fuerzas hasta que por fin salió de ahí.

ellos transmitían: una mezcla de miedo, incomprensión, soledad y desesperación. Su respiración frenética y la histeria de su expresión me horrorizaron. Asustada, quise gritar. Cuando intentaba salir despavorida del lugar, el hombre se puso de pie, tomó de mis manos y me levantó diciendo: “tengo frío. Abrázame”. Su voz estaba algo tembladera, sin embargo habló con una claridad que me sorprendió mucho. Me puse de pie, pero aún no estaba en mis cabales, es por eso que no hice nada, solo observé lo que el hombre hacía. Y como me vio asustada, comenzó a sollozar como un niño; como un bebé con apetito; como un ser abandonado y despavorido.

Lo rodee con mis brazos, tan delgados y débiles como el cuerpo que tenía en frente. El hombre sonrió y me respondió con otro abrazo, me cubrió con los desperdicios que le colgaban del cabello, brazos y cuello. Se me cayeron encima, y luego de unos segundos comencé a oler como él. Sin embargo lentamente mi olfato se consumía y el hedor a basura se disminuía. Como cuando uno va a la carnicería y al principio la carne recién muerta te cuele entre las fosas nasales, hasta que llega un minuto en el cual esa fetidez se esparce y no sientes el olor a putrefacción. Después de habernos revelado un poco de confianza, le dije que saliera de ahí para que me acompañase, para que saliéramos de aquél Calló sobre mí y, quedé anonadada lugar para que fuésemos a jugar. El hombre por la inmensidad de sus ojos y lo que en respuesta me tartamudeó en un lenguaje 91


inteligible, como tratando de imitarme con Estaba encorvado como si hubiera quedado su voz serena, la que quizás calmaba hasta la así de tanto buscar en el suelo. Tenía la piel ventisca más impetuosa del invierno. amarilla, los ojos cansados y, el rostro como papel arrugado. Una derrota viviente del Insistí para que me diera la mano y fuésemos tabaco. Eso supuse porque mi mamá de tanto a jugar a la plaza con los demás niños. Yo meterse el cigarro entre los labios quedó quería mostrarles mi nuevo amigo. A la pepa, amarilla y flacucha. la Florencia y la Silvia. Ellas siempre me decían que no les gustaba estar conmigo, pero Los otros dos sujetos que venían con él, yo sabía que si les presentaba al hombre, iban parecían ser hermanos. Si no fuera por las a querer jugar. Porque el hombre tenía cara cicatrices y los agujeros de los dientes que divertida. había en uno de ellos, hubiese pensado que eran gemelos.

“El vehículo se detuvo cerca donde estábamos y, con su pestilencia convirtió el hedor del aire, en veneno.” Pese a que él tenía cierta objeción con acompañarme, me lo hacía notar con su tartamudeo. Es por eso que procuraba emitir las palabras correctas. La disonancia que reproducía solo me permitieron escuchar: “viene el camión de la basura”. Y no le entendí muy bien. Por lo pronto, noté que en la esquina de la calle “El Peral” se asomaba la nariz metálica de un enorme camión. Entre sus latas oxidadas el vehículo acarreaba un enjambre de moscas y un par de hombres que colgaban desde sus extremos. Me quedé observando su trayecto mientras se acercaban hacia nosotros. Se movía de manera errática y veloz, como si lo condujera un ebrio. El vehículo se detuvo cerca donde estábamos y, con su pestilencia convirtió el hedor del aire, en veneno.

Rápidamente llegaron a su destino y comenzaron a cargar las bolsas de basura dentro del camión. El hombre y yo nos quedamos juntos mirando lo que hacían los tres tipos. Trabajaban sin hablar, ni titubear; de forma automática, como si estuviesen programados para cargar bolsas sucias. De pronto uno de ellos levantó la cabeza y dirigió una mirada cansada y penetrante hacia nosotros y por primera vez se miraron entre ellos. Con una especie de seña dieron a entender que debían tomar al hombre para tirarlo adentro también, como si de otro bulto se tratase. Tras percatarme de aquello, me apeé vertiginosamente al lado del hombre. Como tratando de decir que yo estaba con él; que lo cuidaba.

Cuando se aproximaron los traté de detener, pero me ignoraron. Solo bastó un manotazo por parte de uno de ellos en mi cara para que saliera volando hacia el pavimento. Todo esto pasaba en fracciones de segundos; el sol aún estaba arriba de nosotros, gritándonos que aún quedaba tiempo para correr a un lugar seguro. Lo más terrible era que ellos daban a entender que todo lo que hacían era por Tres tipos se nos acercaban. Uno de ellos era inercia. Y no por sentido común. O por lo bajo, aunque no parecía ser su altura real. menos eso era lo que yo veía. 92


Y, en ese instante, en un minuto de titubeo, en el que me tomaba la cabeza y trataba de buscar a la gente que se la había tragado la tierra, estos tres tipos tomaron toda la extraña humanidad del hombre y lo lanzaron adentro de los escombros. No sabía qué hacer en esos segundos de terror. Solo atiné a gritar descontroladamente. Estos parecían ahogar los del hombre, porque en ningún momento lo oí gritar. Y tampoco creo haberlo visto patalear.

No sabía exactamente qué sucedía, todo me parecía muy difuso. No comprendía el encuentro misterioso entre ese hombre y yo. Lo taciturno de la situación; lo incoherente de los personajes del camión y la resonancia de las imágenes que se formaban en la parte trasera de aquél instrumento que ceñía al ser vulnerable e impío como si fuese nada.

“Un ensordecedor crujido, parecido al de una retroexcavadora comprimiendo todo lo que en ella había.”

Se acercaron a la parte de atrás del carro y arrojaron al ser a la máquina compresora. Y oprimieron el botón que inmortalizaría aquél instante. Todo lo proveniente después de eso, fue imperecedero. Pero visto desde la peor Finalmente el camión volvió a expulsar humo de sus pulmones y reanudó la marcha. Los parte de la palabra. hombres subieron sin que hubiese podido Con el horror más profundo lancé un grito intentar producir algún grito de auxilio. que raspó mi garganta y sin pensarlo cargué nuevamente contra uno de los sujetos. Y por Entre un escondrijo del carro, pude otear una supuesto todo fue en vano y, me llevé una figura que se formaba en la basura, la que tremenda bofetada, de esas que se dan cuando se componía por materiales irreconocibles. Orgánicos o inorgánicos, no lo pude saber. molesta una mosca cerca de la cara. Solo era una constelación hecha de mugre que Tumbada en el suelo, logré distinguir un sonido se asemejaba a la cara del hombre, que me que me cortó la respiración. Un ensordecedor sonreía y se despedía. crujido, parecido al de una retroexcavadora Al término del proceso de recolección de comprimiendo todo lo que en ella había. basura, me quedé sentada en la mitad de El estruendo de materiales que acarreaba la calle, aturdida, confundida y sobre todo la placa metálica, pareció detenerse cuando noqueada, acompañando con la mirada la se hizo presente un ruido similar al de un marcha de aquél vehículo infernal. El que se hueso fracturándose. Corrí hacia la parte lleva dos veces a la semana la suciedad que se delantera del camión para no ver más de todo emana de las casas. lo indescriptible de una escena macabra y, la máquina volvió a funcionar haciendo un estrépito superior al de antes. Cuando oí los últimos gritos de él, me acerqué al final del camión y contemplé el cuerpo del hombre comprimirse como el de un muñeco. Con las Por Bárbara Veslich piernas torcidas de manera inhumana. 93


Entrevista

dante cuadra

En el fondo era curiosidad. Queríamos saber más del proceso de creación literaria, hablar del camino, del ejercicio. Fue así que Río Negro conversó con el Poeta chileno Dante Cuadra, iniciando algunas de estas pesquisas de antesalas y definiciones escriturales que buscamos continuar ofreciéndoles.

Río Negro: Hace algún tiempo hablamos por teléfono para ver si podíamos acordar una entrevista. Pensamos varias opciones dado que no fue posible el encuentro real. Sin embargo, Skype lo veo cada vez más difícil de usar para esto y viajar a tus tierras, que para nosotros hubiera sido un placer, se complica en el horizonte. Así que he decidido que partamos está conversación por mail, como para empezar de una buena vez y si por ahí surge la posibilidad de hablarnos a la cara, mejor aún.

puede en ese intento de conquistar un lugar para el hombre, de decirles a unos: "acá estoy", y a otros: "ni siquiera las piedras de mi tumba me quitas/ tu odio no se compara con el mío".

Todos quienes escribimos, guardamos siempre, secretamente, el deseo de ser leídos, de otra manera el acto de escribir no tiene sentido. Los textos que componen "Zurdo puertas afuera", anduvieron de mano en mano hasta llegar a las de una gran persona, un hombre bueno y desinteresado, Jaime Valdivieso quien, además escribió el prólogo, y los presentó a la editorial Te dejo mi primera pregunta (y luego te en donde, finalmente, tomaron la forma de comento algo para que sigamos conversando). libro. Dante, escribiste un libro y lo publicaste, en una de las editoriales más destacadas de Chile. Río Negro: Me gustaría que nos contaras más ¿Cuál fue el origen de "Zurdo Puertas Afuera" sobre esos 4 años que le dieron forma a tu (Ed. Universitaria, 2009)? libro. ¿Cómo fue el proceso de producir esos textos? ¿De dónde salían? ¿Te planteaste de Dante: "Zurdo puertas afuera" es una serie de una vez que iban a conformar un conjunto o poemas escritos entre los años 2005 al 2009 poco a poco empezaron a encajar? que narran a ese ser simple y mortal, uno más entre tantos, que es el zurdo. La infancia Dante: Las sucesivas partidas de los seres que es acervo, también la muerte, ahí hace lo que amo, la pérdida de la infancia, van abriendo 94


un camino que desemboca naturalmente en la poesía. Antes había escrito algunos cuentos muy malos, sin embargo, me hicieron bien para definir la forma que tomarían esas experiencias fundamentales que condicionan y, hasta, a veces, determinan nuestras actitudes. A partir de ahí, todo cobra un sentido diferente: el amor, la rabia, cada acto, la memoria, la finitud. Soy disperso con la escritura tanto como con la lectura; no hago planes a corto ni a largo plazo, soy incapaz, sólo escribo como una función vital más. Lo disfruto, sin apuros. Soy monotemático. Un poema no es sino un fragmento de otro más extenso, quizás eso permitió que el libro lograra esa unidad. Río Negro: Quisiera preguntarte por algo más específico de ese proceso de escritura, porque como dices tú, se escribe para que se lea, pero lo que lee el lector es un producto mas nunca el proceso que ha llevado a eso. Me preguntaba entonces ¿qué lugar le das a la corrección de un primer texto, a la re-escritura? Y por otro lado, ¿Cómo reconoces en tu escritura algo que hay que cambiar o mejorar? Ojala pudieras contármelo con un ejemplo de tus textos. Dante: Escribo como me gustaría leer. Simple y breve, construyo con la palabra diaria buscando su connotación más oculta, desde ahí le voy dando forma a ese contenido que es germen. Entonces, debo ser doblemente riguroso con la corrección de un texto: Luego no voy a tener oportunidad de “aclararme” ni menos de “aclarar” al lector, no habrá forma de descargos posible. Rara, pero muy rara vez un poema se da a la primera, requiere de un tiempo, como el café, una vez preparado tiene que asentarse. Aun así, el poema como resultado final, toma caminos insospechados.

Alguien dice que el poeta es superado por su propia herramienta. La visualización del texto, me va indicando vez a vez aquello que no está de acuerdo con lo que deseo y necesito expresar. Intento alejarme de la pirotecnia, de la grandilocuencia, del almíbar y el efectismo furioso. Admito que por desconocimiento, muchas veces, paso a llevar algunas cuestiones técnicas básicas y otras, las omito de frentón… junto con la visualización, el oído, si ambos me dicen que sí, así queda, porque un poema también es música y, desde ese punto de vista, cuido la fluidez de la lectura, los quiebres, los cortes de los versos, la organización de las palabras en un verso y que estas obedezcan al contexto. La creación es un acto consiente.

“Cada uno vive rodeado de sus propios fantasmas. Aparecen y desaparecen. Te provocan angustia o te calman, te despiertan o te arrullan. Yo encuentro a los míos y entre ellos me reconozco.” Respecto a tu petición última, debo decir que carezco de la disciplina como para guardar borradores. Trabajo en el computador lo que significa que voy cortando, pegando, borrando o agregando al instante. No queda huella del proceso, al menos en el papel. El lápiz rara vez me acompaña. Río Negro: Me parece interesante eso de escribir como te gustaría leer. De eso me surgen dos preguntas. La primera más obvia: ¿Cómo es que te gusta leerte?, que es un poco para que me hables de que es lo que consideras

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una buena escritura ¿A quiénes lees? ¿A quiénes encuentras cuando escribes? Lo otro es preguntarte por la experiencia de leerse uno mismo ya publicado, por esto que dices de los "descargos imposibles" para con el lector, ¿Qué significó para ti ver tu libro publicado? ¿Qué elogios y reparos rescatas de esa experiencia? O más aún ¿Cuál es la función de publicar un libro en nuestra época? ¿Es un acto necesario o podrá haber poesía sin libros? Dante: Quisiera leerme simple, cercano, amable. Una vez alguien me dijo, ¿sabe don? Su libro no es para la cabeza, es para el corazón. Me sentí satisfecho. Uno hace lo que puede, lo repito. Lo que es una buena escritura para mí, puede no ser buena para otros… disfruto del lenguaje que se sostiene en un entramado diferente, nuevo, desconocido para mi hasta ese momento, que me otorga la posibilidad de adentrarme en esa experiencia con todos los sentidos, apropiándome de esa realidad que no es sino mía. No me gustan las adivinanzas.

o te arrullan. Yo encuentro a los míos y entre ellos me reconozco. No sé qué cambió, si es que algo cambió una vez publicado el libro, lo que sí es cierto es que pareciera que parte de la tarea (que nadie me encargó) ya está hecha y se abre un espacio con otras interrogantes. Curiosamente, me gusta leerme, no hay mayores reparos y sí es satisfactorio que esa tarea haya sido bien recibida por los lectores, no importando cuántos estos hayan sido. Siempre habrá lectores para lo que se escriba… la poesía no tiene que ver con el libro sino desde que este objeto fue creado para retener aquella otra creación que fue la escritura. Siempre habrá quien quiera un libro. Siempre habrá quien desee regalar uno y cuando este comenzare a ser desplazado por otros medios, si así sucediera, habrá alguien, un romántico, que lo rescate porque un libro es hermoso. Río Negro: Ahora quisiera que habláramos de talleres. ¿Cuál ha sido tu historia en relación a los talleres literarios o de poesía específicamente? Entiendo que actualmente coordinas un taller y que en el pasado dirigiste el taller Greda Azul ¿Cómo enfocas tu trabajo en esos espacios? ¿Qué objetivos te planteas y que metodologías propones a los participantes?

Leo algo de todo el que caiga en mis manos, no soy un lector ávido ni organizado, quizás haya sido mi punto débil, junto con mi memoria (no me he aprendido nunca un poema, ni siquiera propio). He leído a ilustres conocidos tanto como a los ilustres desconocidos. Mis lecturas siempre han estado cercanas a los chilenos y latinoamericanos más algunos españoles y Dante: Hace algunos años, y ya habiendo mediterráneos. Confieso mi ignorancia. escrito algunos cuentos (muy malos, lo dije antes) derivando en la poesía, me di cuenta Cada uno vive rodeado de sus propios de que si bien es cierto, la labor de escribir es fantasmas. Aparecen y desaparecen. Te de uno, solo, se necesita que el producto se provocan angustia o te calman, te despiertan relacione, dialogue con otros. En este diálogo aparecen aspectos que no consideraste, permite 96


acceder a elementos enriquecedores, afirma y confirma, y también nos hace conscientes de cuánto ignoramos. Por esta razón me uní a un taller que se desarrollaba en la SECH, al que asistí durante algunos meses; luego, a instancias de una amiga, Claudia Curimil, que, dicho sea de paso escribe muy bien pero no quiere creerlo, ingresé al Taller Gredazul dirigido por su fundador el poeta Carlos Mellado, como tallerista y, posteriormente tuve la satisfacción de conducirlo durante algunos años. Aun mantengo fuertes lazos con el Gredazul por la calidad humana y literaria de sus componentes; asisto a sus sesiones cada vez que puedo y, como un tallerista más, expongo mis escritos a la opinión de los demás. Sin duda ha sido mi escuela en el sentido de la metodología propuesta en el taller que coordino actualmente en donde resido.

revolucionario. No es un curso intensivo de tres meses, pagado, en donde te otorgan un diploma, no es un lugar de recetas, es un lugar de trabajo arduo y continuo cuyos resultados están en estrecha relación con la disposición de cada uno.

Un taller es un espacio para ensayar una manera diferente de relacionarse…. diferente a la impuesta por la minoría dominante, contraria a la relación rígida profesor- alumno, en este caso, maestro- discípulo (aunque haya a quienes les guste que los llamen maestros). Es una instancia para darle cabida a la democracia, lejos de las jerarquías nominadas a dedo o autonominadas. Un espacio en el cual todos tienen algo que decir desde sus experiencias, no hay lugar para “vacas sagradas”, es el compartir permanente, de lo mucho o poco que manejamos, donde no tienen cabida las “maestrías” ni los personalismos exacerbados, ni el esnobismo, que tanto abunda en este mundo. Un espacio en el cual puedes decir: no me gusta Neruda o no me gusta Borges y no te sientes cuestionado. Un lugar en el cual no recitas de memoria frases o conceptos, sino que las descubres en el quehacer constante, donde se arman y desarman hipótesis y teorías, un espacio que intenta hacer del poeta y la poesía un acto de creación consciente, 97

Sobre el autor: Dante Cuadra es Poeta. Ha dirigido diversos talleres literarios. Publicó el texto “Zurdo Puertas Afuera” (Ed. Universitaria, 2009). Su blog: http://dantecuadra.blogspot.com/


“1-6-66� por Mississippi Department of Archives and History

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Ensayo

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Apología de la Saliva

1§ FACEBOOK es un fenómeno contemporáneo. Una -segunda- naturaleza para los pocos que se erigen en totalidad. Una práctica de escisión. Donde se articulan lo individual y lo colectivo, lo subjetivo y lo objetivo, lo privado y lo público. Un lugar donde llegar y partir o habitar y circular -La Estación-. Un coagulo de efectos de poder o de economías del deseo -Foucault y Batailledonde nosotros los usuarios nos elegimos y nos constituimos. Nos hacemos algo y hacemos algo a los demás y al mundo -Sartre y Honneth-. Facebook es un cuerpo. Desmembrado. Pero funcional. Donde. Dentro y fuera. Se esfuminan. Facebook es tu cuerpo. Y soy yo -impotente- estrechándote entre mis brazos pero sin brazos y sin cuerpo. Sin vos. Allí -en internet o en un blog, quizá también en la video llamada- no hay rastros de nosotros, sino cada vez más un “tú” y un “yo” que tampoco llegamos a ser. La mayor parte del tiempo yo no soy como la foto lo muestra o como mis palabras me ocultan. Soy otro.

Cinco centímetros o cinco kilos más de tetas marcan la diferencia y nos afirman como mujer. Es por esto que las niñas como los putos reclaman el derecho de tetas y escote que nos permita entrar al boliche o detener el colectivo y que nos posibilite salir exitosos cuando enfrentamos a alguien, cuya habilidad, técnica y dedicación es igual o mejor que la nuestra -Cf. televisión o cualquier esquina-. Esos “cinco más” es algo que le falta a mi cuerpo. Y es la materia -espacio- con la cual intento completarme. No encontramos un análogo a la teta para la masculinidad aunque “cinco más” de pene, espalda o auto sea algo que nos favorece. Quizá porque la teta es de pública exhibición sin dejar de ser una propiedad privada. Gozar su contemplación es tan trivial como censurable su tacto en público -allí se privatiza-. Parecería que la teta se encuentra entre el pene y la espalda -al menos en Francia-. El pene tiene una menor exposición pública que la espalda y un goce visual restringido. Su tacto es punible. Mientras que el tacto y el goce de la espalda se vuelve trivial. Parecería tanto que el pene como la espalda no accede a la faceta pública y privada de manera dual como lo hace la teta, sino que se resuelven y problematizan, solo, en su privacidad o su publicidad respectivamente -Esto es particularmente claro en relación a nuestros prejuicios y el funcionamiento de las instituciones-.

2§ Junto con la Srta. Lario, en torno a la diferencia genérica, decretamos que la feminidad y la masculinidad se problematizan y se resuelven en cuestiones de espaciotiempo. Feminidad es sinónimo de “tetas” y masculinidad de “aguante” o capacidad de sostener una acción cuyo final es siempre una eyaculación-precoz. Cuando enfrentamos a alguien, cuya habilidad, técnica y dedicación es igual o mejor que la nuestra; nosotros, los machos de la especie, no 100


encontramos teta que nos ampare. El éxito es una cuestión de tiempo. De Aguante -Eficacia y eficiencia en clave empresarial-. Tanto en la cancha de fútbol, nuestra formación académica, o en el sexo; será exitoso aquel que tenga lo necesario para permanecer más tiempo en pie. Cinco minutos más marcan la diferencia que nos afirma como hombres -Los demás son negros, putos, o nenas-. Es por esto que desde temprana edad -también mujeres y putos- vamos al gimnasio, tomamos viagra y estudiamos arquitectura. Cinco minutos más de aguante es lo que me falta y no solo para tener mejores abdominales sino un mejor rendimiento en todo. Para ser mejor. -¿Más autónomo?- Esos “cinco más” son el tiempo en el cual intento completarme. La tensión que se da entre espacio y tiempo nos permiten advertir como cada vez más la mujer se comporta como una cosa y el hombre como un trabajador -alienado- al extremo de hacer que la inversión de géneros sea sencilla; si ella es aguantadora -trabaja alienadamentees un hombre, y si él es tan bello como inútil es una mujer o una cosa. Es por esto que ella se jacta de su carrera profesional y de trabajar y aun así, tener tiempo -cosa de hombrespara maquillarse y amamantar sus hijos -una cuestión de cosas y glándulas mamarias, respectivamente-. Él, en cambio, le cede su tiempo, y lugar, al color de su indumentaria y al ocio; incluso podría pretenderse artista por el afán de engendrar. (Pero) Hay quienes producen más que él -más fecundos y virilesy por eso; ellos o nosotros, ya no somos bueno ni para el matrimonio -no hablaré de probetas ni de vibradores. Falos o fantasía.-. Matemáticas putas. He bautizado “puto” al tercer género o a los géneros restantes alternativos a la tradicional y perimida distinción entre masculino y femenino,

sin entrar en mayores especificaciones. He bautizado “matemáticas” a esa zona fronteriza que determina lo masculino y lo femenino; los “cinco más” espaciales o temporales donde uno y otro, por un lado, nos construimos como sujetos -de un género diferenciado- y por otro lado; nos objetivamos dándonos a conocer a través de los efectos económicos de aquello que hacemos -Foucault, Bataille, Sartre y Honneth-.

“...los machos de la especie, no encontramos teta que nos ampare. El éxito es una cuestión de tiempo. De Aguante” Curioso es advertir que el componente matemático desplaza la tensión entre los géneros a lugares donde prima la individuación -no a partir del reconocimiento intersubjetivo sino- a partir del número mismo. El número incrementa la insatisfacción del individuo. Ni tango tantas tetas ni aguanto tanto. Ahora bien: ¿para qué cinco más? o ¿a pedido de quién? 3§ No obstante aquel “cincos” de espaciotiempo de los que carece el cuerpo ahora los encontramos en facebook. Cinco fotos, contactos o comentarios recientes son los que nos permiten afirmarnos como individuos. Como objetos. Ahí el espacio y el tiempo que antes nos daba la posibilidad de encontrarnos -interactuar subjetivamente- nos distancia a través de escisiones y fantasmagorías. La mediación del mundo virtual. Desde los encuentros donde nos poníamos en juego dejando incluso hulla en el cuerpo nos desplazamos a una zona donde el encuentro, todo hacer, y el cuerpo mismo son virtuales -carentes de virtud-.

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Es trivial explicarlo pero soy mi cuerpo y sus huellas son mis huellas. El cuerpo es algo que no puedo poseer por completo. Ni es absolutamente mío ni puedo -yo- permanecer indiferente frente al cuerpo, propio o ajeno. Tanto mi dolor de muelas como el tuyo o un cuerpo desnudándose por la acción de otro cuerpo son algo que nos sobra y que nos falta respectivamente pero que según el caso es susceptible de constituirse en un acontecimiento -bise-.

“No importa si bueno o malo el uso diario que se hace de facebook eso no nos hace participes o actores de ese escenario ya que nuestra intervención parecería no configurar al sistema.” Ahora bien en facebook esta distancia entre el cuerpo y el yo se incrementa exponencialmente. El yo -encarnado- se fractura y se fragmenta. Se difumina en una multiplicidad de fragmentos -primero por imágenes- en la foto del perfil -ni en ese detalle podemos estar de frente uno contra el otro- o aquellas fotos que configuran un álbum, -segundo en relación a la escritura- lo que estoy “pensando” o lo que comento sobre los demás -o ellos sobre mí- y -tercero- según el grado de accesibilidad donde privacidad y publicidad son cosas inversamente proporcionales. Todos estos fragmentos que se conservan entretejidos por la red solo descubren y encubren uno de los aspectos de la fractura, es decir, describen el yo-virtual, pero solo desde ciertos aspectos que podríamos llamar espaciales -femeninos-. Falta entonces el aspecto temporal -masculino- el cual está cronometrando constantemente las últimas

actualizaciones del yo-virtual. Se debe atender a la fecha en que creo el espacio -y cada fragmento del mismo- y el instante preciso de las últimas modificaciones u operaciones propias y ajenas -esta línea se escribió hace 0.23 segundos-. Esto nos obliga de algún modo a permanecer lo más posible navegando -aguantando- ya que es inconcebible que estando por ingresar a octubre no hayamos publicado nada sobre el día de la primavera o del profesor y el estudiante o el brusco cambio de clima de ayer o de nuestro ánimo y lo mucho que maduramos tras el almuerzo -Somos únicos, igual que cinco millones de usuarios más-. No importa si bueno o malo el uso diario que se hace de facebook eso no nos hace participes o actores de ese escenario ya que nuestra intervención parecería no configurar al sistema. Detrás de éste enjambre espacio temporal la ley de los “cinco más” se impone implacable. Siempre nos falte cinco pa’l peso, es decir, no tenemos las tetas suficientes y nos hemos retirado precozmente -del mundo virtual-. (¿Del mundo?) El mundo virtual -como el literario- incrementa exponencialmente nuestra impotencia ya que detrás o más allá del mundo virtual encontramos la densidad del yo-encarnado y los efectos de poder o las circulación del deseo queda restringida a la red o debe primero modificarnos a nosotros, a los demás y al mundo virtual para luego incidir, intervenir, acontecer en el mundo no virtual. Hay una suerte de tensión, una fisura fantasmal, entre el yo-encarnado y el yovirtual. Una nueva forma de esquizofrenia. La dificultad de armonizarnos con facebook. La ventaja de no estar en ninguna parte, parapetado en la ausencia, sin tener que poner el cuerpo, sin hacer nada más que disimularse, disimularnos, por facebook, atrincherados en el mayor número posible de objetos. Soy

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mis fotos, los contactos -que tengo- y los comentarios recientes. Así me individualizo. En un manojo de cosas inertes. Me abandono y te abrazo.

La “y” es la conectiva por excelencia donde dos se enlazan y se confunden -tomando mate o copulando- como lo sugiere el recorrido de sus tres extremidades.

Deseo. Reconocerme en la mirada de tus ojos, no en tus ojos, no en escritos-especulares o espejos de escritorio. No en fantasmas o escisión. Reconocernos. No virtualmente (sino). Con la piel. En la saliva. En el sudor por imperceptible y tenue que sea (deseo). Condensarnos en un beso. Desgárranos el “yo” y el “tú” para ser nosotros, tomando mate o copulando, no importa -en ambos casos hay que defender la saliva-. No renuncio al más esporádico o rutinario y al más respetuoso o tendenciosos de los abrazos ni por las “cinco” fotos, contactos o comentarios recientes que me acaban de llegar y me obligan a dejarlos...

Es curioso sospechar que el “yo” está antecedido por -la “y”- una huella de interacción subjetiva y concluye con la marca del aniversario; la “o” signo de compromiso en repetición y diferencia -¿espacio temporal?-. [b] En el caso de facebook quizá debamos pensar que el placer no se encuentra en la forma viscosa y húmeda -de la saliva- sino bajo la forma que le dieron los utilitaristas -ingleses y americanos- ; para quienes el placer se identifica con la ausencia de dolor.

Esa podría ser la virtud del mundo virtual la ausencia de dolor -la ausencia en todas sus expresiones- ya que ante cualquier amenaza 4§ salyvación o el menor temor siempre me es posible [a] ¿Dónde está el placer? En la saliva. El desconectarme. La virtud de facebook es que placer es -quizá junto con el deseo, sino son lo nos desconecta. mismo- un elemento salvífico y vivificante; en consecuencia es quizá la principal huella que Entonces el placer que podríamos encontrar se desprende de todo acontecimiento pleno en la red es tener la ventaja de estar ausentes; en salivación. Deseo y salvación -más vega no sentir, no pensar. Postergarse -si total, todo que Bataille- se concurren del mismo modo es virtual...-. Hay cierto confort irrenunciable. en que aquello que deseamos nos hace salivar Cierta indolencia. Placer -Quién sabe sino -Cf. dibujos animados y otros estereotipos; cada uno-. Amén de la necesidad -mercantil viejo baboso-. aunque también existencial- de ser reconocido o deseado. De la salivación a la salvación no hay más que una “i” de distancia; que aunque comporte “Yo” -si de esto se trata- prefiero escribirme en cierta semejanza con la “i” ([e] de la red que) no “tu” cuerpo antes que en éstas “cinco” palabras es más que el palote donde encontramos otro más. hombre en su corporalidad -yo-encarnado- y por ellos mismo; no es “i” sino es griega, es la “Y” del hombre que extiende sus brazos y que espera estrecharlos en otros. Por el viejo vega 103


Participaron Patricio Contreras N. Nace en Santiago de Chile en 1989. Licenciado en Literatura de la Universidad Diego Portales. Fue becario de la Fundación Pablo Neruda (2012) y el mismo año obtuvo el Primer Lugar en el II Concurso de Poesía Manuel Rojas. Ha publicado en diversas revistas y medios electrónicos. Javier Sánchez F. Nació en Lima en 1982. Estudió en la Universidad Nacional Federico Villarreal, ha publicado sus poemas en las revistas literarias Prima Fermata Literaria (2007), Ónice Nº 5 (2012), Delirium Tremens Nº 7 (2013). Presenta su primer poemario Sombrero de salamandra (Hipocampo editores 2010), Las flores de Antígona (Senaju 2011), éste último publicado en la Antología de los finalistas del premio Nacional Juvenil de Poesía “Javier Heraud”-2011. Cristóbal Castro Vera. (Santiago del Reyno de Chile, 1991). Estudiante de cuarto año de Ingeniería Civil Industrial (PUCV), pseudomúsicoescritorfotografo, medio, micro y nano cuentista de medio micro y nano tiempo, lector de noticias viejas, hablador de lenguas inventadas y matemático de números imaginarios. Obras publicadas: cero. Obras por terminar: tres desde 2009. Luis Alonso Cruz Alvarez. Lima, Perú 1981. Ingeniero Industrial de la Universidad de Lima y master en Gestión del Conocimiento. Ex miembro del Taller de Poesía de la misma universidad dirigido por Renato Sandoval. Publicó Tetrameron (Fondo de la Universidad de Lima, 2003); Lumen, Trilogía del Espíritu (Nido de Cuervos, 2007) y La Radio Futura (Lustra Editores, 2008). Roy Vega Jácome. (Lima, 1988). Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Su poemario Rumores de un arpa retorciéndose en la hoguera (de próxima publicación) obtuvo una mención honrosa en el VII Concurso Nacional de Poesía «José Watanabe Varas» (2011), organizado por la Asociación Peruano Japonesa. Francisco Enríquez Muñoz. (México, D.F., 1975). Autor de cuatro poemarios publicados: ¿Qué es la pornografía? (Editorial Tacos de la Esquina, México, 2011), Todas las putas que he conocido (Clarimonda Drunk Ediciones, México, 2011), Los fucking days (Ediciones Presente, Argentina, 2011) y La cara que va a poner mi mamá cuando lea esto (Ediciones Karakartón, España, 2012). Pilar Rodríguez Aranda. 1961. Ha recibido premios y becas como video artista y publicado en diversas revistas y antologías. En 2012 publicó el poemario Asunto de Mujeres y su poema Nuestras Luchitas fue premiado en la 8a Conferencia de Escritores en San Miguel de Allende (2013). Su blog: http://pilarpoeta.blogspot.com

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Carlos Leiton. (1982). Ha publicado Habitación y Concierto (poesía, Ed. La Trastienda, 2011), Mortal y Mandril (relatos, Ed. Moda y Pueblo, 2012) y ha sido antologado en Voces -30, Nueva narrativa chilena (Ed. Ebooks Patagonia, 2011).

Lucrecia Aicardi. Rosario, Argentina,1977. Tomó contacto con la fotografía siendo muy pequeña, cuando su padre le permitía capturar imágenes de las vacaciones familiares con su cámara mecánica manual. Mediante el empleo de la fotografía desarrolla un conjunto de imágenes que se encuentran atravesadas por una serie de conceptos tales como la infancia, el recuerdo y la memoria. Daniel Rojas Pachas. (1983). Escritor, Magíster en Ciencias de la Comunicación, Candidato a Doctor en Comunicación y Profesor de Literatura. Reside en Arica dedicado plenamente a la escritura y la conducción de Cinosargo Ediciones. Autor de Gramma, Soma, Carne y publicado en antologías como Barcos sobre el Agua Natal (LiteralLeteo 2012) o .CL Textos de Frontera (Universidad Alberto Hurtado 2012) Nahuel Giuffrida. Argentina, 1986. Aldo Rosales Velázquez. Ciudad de México, 1986. Egresado de la licenciatura en enseñanza de inglés. Autor de los libros de cuentos Luego, tal vez, seguir andando, Hotel de tres pisos/principio y fin y Entre cuatro esquinas. Ha participado en las revistas Alternanzas y La pluma en la piedra así como en las páginas Dos disparos y Contra-escritura. Juan Pablo Dellacha. (1990). Estudiante de diseño gráfico (UBA) e ilustración. También saca fotos analógicas en sus ratos libros con amigos. En constante exploración de distintos lenguajes visuales. http://www.behance.net/juandellacha Diego Ramiro Fuentes. 29 años, domiciliado en la ciudad de General Roca. De profesión abogado (Fadecs). Actualmente trabajo en el Juzgado Municipal de Faltas de la ciudad y soy Investigador de un Proyecto sobre el Derecho Humano al Agua (Unco D-085). Antecedentes literarios: Mención especial en el Concurso de Narrativa y Poesía, Grupo “Inkan” (Neuquén, 2002). Rosana Ample. Nací en Valencia y vivo en Barcelona. En septiembre la agencia literaria Sandra Bruna, publicó mi novela en ebook, Sobre las estrellas dibujé mi destino. Estoy escribiendo la segunda novela, donde retrato a una adolescente que sufre malos tratos psicológicos por su novio. Publico relatos Chick lit en mi blog: Instintodeautora.rosanaample. com

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“De la serie horizontalidades” por Cristóbal Castro.

Gabriela Vargas Aguirre. Guayaquil, 1984. Poeta y diseñadora gráfica. Mención en el V Premio Nacional de Poesía Joven Ileana Espinel Cedeño 2012. Textos suyos aparecen en Cerrado por reparaciones (Dadaif Cartonera 2012), Desembarco Poético (Rastro de la Iguana Ediciones 2012) y Poemas Para el Fin del Mundo (Kodama Cartonera, Tijuana 2012). Ha participado en la Feria Internacional del Libro de Guayaquil y Quito.


Majo López Tavani. Las Plumas son mi escritura, mi Tierra, las tengo tatuadas en mis muñecas. Nací el 9 de abril, en Buenos Aires, Argentina, AméricaLatina, Pachamama. Escribo desde hace más de doce años. En Poesía escribí los libros (registrados en INPI y publicados digitalmente) Yegua, Otoño sobre la Tierra, ¿Y qué te dijo?, Antidomingo (edición propia, registrada y vendida en la Quebrada de Jujuy), Yungas, Las Fugas del Sol, Pachamama, canto, De mi sangre y estoy preparando Cavado Profundo. En Ficción escribí los libros (inéditos, pero reúnen cuentos publicados digitalmente y registrados en INPI) Las Plumas y Ministerio del Carajo y estoy trabajando en Godzilla en mi oído. Jack Venegas Guzmán. (21). Peruano. Curso el 8vo ciclo de Ciencias de la Comunicación en la UIGV. He ganado pequeños juegos florales en el pasado, el último fue un concurso de cuento que se celebró en mi facultad. En sintonía con mi afecto por la lectura, me encanta escribir. Difundo mi obra de boca en boca, por mail, vía FB y en sitios y revistas que no son contrarias a mi ideología. Mis blogs son: lasplumasbuenosaires.blogspot.com -Poesía- y: lasplumasficciones.blogspot.com.ar -Narrativa-. Bruno Jara Ahumada. Diseñador gráfico, 22 años. el viejo vega. (1978). Saldán. Prof. en Filosofía. Investigador adscripto en distintos proyectos y cátedras de la FFyH. UNC. Docente del IFD Dante Alighieri, Carlos Paz. Cuenta con distintas publicaciones académicas. Publicó poesías en verso y prosa: Retazos de lluvia (2009) y Adoquines y mandarinas (2011), Alción Editora. Blogs: http://cosaeviejo.blogspot.com.ar/

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“Zenit 122” por Karen Vergara Sánchez

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