La Justicia Globalizada

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OPINIÓN

Diego E. Arria, Diplomático

La justicia globalizada

L

os que pensaban que la globalización se limitaba a poder comerse un Big Mac en Beijing, Nueva York o París, o comprar zapatos Nike en cualquier ciudad del planeta, el 25 de noviembre de 1998 fueron sorprendidos por un hecho sin precedentes.
 Ese día el Juez español Baltazar Garzón hizo historia cuando ordenó arrestar -en Londres- al general chileno Augusto Pinochet, demostrando que gracias a los convenios internacionales el mundo se había encogido para siempre para todos aquellos que cometan crímenes “contra la humanidad”. Comenzó así un extraordinario capítulo que pone fin a una larga y abominable tradición de ese tipo de crímenes que todavía son cometidos con absoluta impunidad en distintos rincones del mundo, como lo prueba -en nuestra propia región- el caso del grupo terrorista de las FARC que violan -sin ningún empacho- la protección a los civiles inocentes derivada de las “Convenciones de Ginebra de 1949”, cometiendo toda suerte de “crímenes de guerra” con la complicidad y apoyo de algunos gobiernos del vecindario, que tarde o temprano también tendrán que responder por sus actos. ¿Por qué tiene tanta importancia el tema de la justicia globalizada? Porque debemos conocer nuestros derechos, y sobretodo advertir, a quienes los violen o pretendan violarlos, que desde la puesta en vigencia de su Estatuto en el 2002, la Corte Penal Internacional tiene facultades amplias de penalizar a quienes cometan crímenes, solos o por conducto 30 PODER Y NEGOCIOS

NOVIEMBRE 2008

de otros; u ordenen, propongan o los induzcan; o sean cómplices, encubridores o colaboradores Del mismo modo, el Estatuto pone particular atención a la acciones de los jefes militares al no eximirles de responsabilidad penal por los crímenes que cometan ellos o sus subordinados aludiendo el cumplimiento de órdenes emitidas por un gobierno o un superior, militar o civil, o por encubrir o colaborar en la comisión de crímenes por parte de grupos de personas que tengan una finalidad común tal como el grupo terrorista FARC.

otro presidente en funciones, el sudanés Omar el Bashir, acusado por el Fiscal Luis Moreno-Ocampo de la Corte Penal Internacional como responsable principal de la tragedia humanitaria en Darfur.
 Ya en Ruanda donde la comunidad internacional fue incapaz de impedir la peor masacre del mundo en cincuenta años un Tribunal Penal Internacional había enviado un poderoso mensaje a los que utilizan los medios de comunicación para incitar al odio y a la violencia condenando a cadena perpetua a los tres principales comunicadores Hutus de “Radio Televisión

La Corte Penal Internacional tiene facultades amplias de penalizar a quienes cometan crímenes, solos o por conducto de otros. Para asegurar el cumplimiento de lo anterior y no dejar desamparados a las víctimas, el Estatuto otorga poder al fiscal de la Corte Penal Internacional para proceder cuando los jueces nacionales no actúen. Para aquellos que piensan que sus acciones criminales no tendrán consecuencias la inevitabilidad del largo brazo de la justicia globalizada les ofrece ejemplos contundentes de lo contrario en tres escenarios geográficos diferentes: América Latina, Europa y África. Slobodan Milosevic fue el primer jefe de estado en funciones en ser procesado en el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia. Charles Taylor, de Liberia, otro jefe de estado en ejercicio, por crímenes cometidos en Sierra Leona. Y recientemente

Mille Colines”, y del diario “Kangura” por su responsabilidad en la horrible masacre genocida de la población de etnia Tutsi. Todo un clarinazo para aquellos que piensan utilizar los medios de comunicación para incitar al odio y la violencia. Todos estos precedentes demuestran que la luz roja de la justicia globalizada está encendida en el mundo. Que los crímenes de lesa humanidad no prescriben. Que alcanza a todos por igual y que nadie pueden guarecerse detrás del parapeto de la soberanía nacional hoy subordinada a la justicia globalizada que pende como una espada sobre todos los que tienen un comportamiento criminal, los cuales, tarde o temprano, terminarán siendo procesados.


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