La obligación de no hacer daño

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LITERATURA

2.5.2015

basico

Hector abad faciolince medellin, 1958 escritor y periodista

Estudió literatura en la Universidad de Turín. Como periodista, ha sido columnista de los diarios El Espectador, de Bogotá y El Colombiano, de Medellín y colaborador habitual de la revista literaria El Malpensante, de La Jornada Semanal, de México, y del suplemento Verbigracia, de Caracas. Algunos de sus libros son: Malos pensamientos (1991), Asuntos de un hidalgo disoluto (1994), Tratado de culinaria para mujeres tristes (1997), Fragmentos de amor furtivo (1998), Angosta (2003), El olvido que seremos (2006) y Traiciones de la memoria (2009). Se ha desempeñado además como traductor del italiano, vertiendo al español textos de autores como Italo Calvino, Leonardo Sciascia, Stefano Benni, Natalia Ginzburg, entre otros. Varios de sus libros han sido traducidos a distintos idiomas como el inglés, griego, alemán y francés. la oculta Héctor Abad Faciolince Alfaguara 344 págs. $ 239 $ 135, 99 en ebook

fantasía, entonces me nutro de lo que he vivido. Pero como lo que no he vivido no lo recuerdo, entonces… La mala memoria es intentar como reconstruirme. –En el 2006 sale El olvido que seremos que, en las palabras de Pilar Reyes, su editora en Alfaguara, fue un acontecimiento en Colombia apenas comparable al fenómeno García Márquez. ¿Presentía que iba a tener éxito? –No, para nada. No recuerdo muy bien, pero Ana, mi ex mujer, me cuenta que yo todo el tiempo estaba diciendo que ese libro era una mierda, que tenía que empezar otra cosa porque aquello era muy cursi y sentimental. Estaba con muchísimas dudas. Muchas veces lo había intentado. Desde mi primera novela, Asuntos de un hidalgo disoluto, que tenía dos capítulos sobre un señor al que asesinaban. Mi editor dijo: no tienen nada que ver con la novela, sobran, quítalos. Y los quité. Y en Angosta hay también unos capítulos de un Doctor Burgos, al que asesinan. Los dejaron porque eran menos incoherentes. Lo que me dijo una amiga es que había escrito todos mis libros para aprender y poder escribir El olvido, como si me estuviera preparando. –¿Le molesta que siempre hablen de ese libro? –No me molesta, pero es curioso. Es como si tú tienes diez hijos y todos sólo te hablan de uno. Claro, mi hijo más exitoso, el que hizo un doctorado (risas), pero ahí están los otros. –¿Escribirlo le ha permitido olvidar esa historia? –Creo que escribir algo importante, dejarlo consignado en el papel, me quita esa tensión, esa responsabilidad de tener que

recordar, en una persona de memoria tan frágil como es la mía. Es como que decir: ya. El papel recuerda, no es mi responsabilidad, puedo deshacerme de eso. –¿El asesinato de su padre es un recuerdo que siempre viene? –Afortunadamente es un recuerdo mucho más leve. –¿Se siente hoy día más tranquilo, en paz con la vida, que cuando era más joven? –Tengo una suerte, que espero conservar, y es que mi padre y mi madre –y creo mucho en la genética– envejecieron bien. Cada vez eran más sabios, más pacientes. Mi papá, cuando tenía ya más de 60 años, decía que era la mejor época de su vida. Decía que lo único que tenía de tristeza en la vida era la muerte de su hija, pero que era muy feliz. Espero llegar a esa serenidad que él decía sentir. Y mi madre es una mujer de 90 años y de una alegría increíble, lleva la alegría por dentro. Está llena de ganas de vivir. La mato en el principio de La Oculta, pero es para que no se muera, es un intento imposible de que no se muera. –¿Es optimista? –Soy optimista, pero veo que el mundo es horrible al mismo tiempo. Mi libro es el Cándido de Voltaire, mostrar los horrores del mundo pero creer que vale la pena cultivar el propio jardín. –Suele citar el poema de Borges… –Los Justos es el poema de mi padre (lo recita). Es un poema bellísimo. –La descripción que hace de su padre es de un hombre bueno, generoso, solidario. ¿Busca ser así? –Y justo, muy justo. Pues no, no soy bueno como mi padre. No dedico mi vida a ayudarles a los demás. Yo hago lo que más o menos sé hacer, que es escribir, y mucha gente me ha dicho que mis libros les ayudan a vivir, pero directamente no soy bueno para eso. Tal vez más adelante. Cuando mi papá se jubiló le preguntaron: ¿qué vas hacer ahora? Me voy a dedicar a cultivar rosas y amigos, dijo. Y así fue. Hizo un rosal en la finca que teníamos. –¿Todavía queda el rosal? –Queda algo, porque no hay nadie que lo cultive, pero quedan algunas rosas. Ya no es como cuando estaba. Ninguno de nosotros cultiva el jardín de mi padre. Cultivamos el nuestro, que es otro. “Sobrevivimos por unos frágiles años, todavía, después de muertos, en la memoria de otros, pero también esa memoria personal, con cada instante que pasa, está siempre más cerca de desaparecer. Los libros son un simulacro de recuerdo, una prótesis para recordar, un intento desesperado por hacer un poco más perdurable lo que es irremediablemente finito”, apunta Héctor Abad en el último capítulo de El olvido que seremos. –¿Piensa en lo que va a dejar? ¿Si le seguirán leyendo? –No creo en ninguna inmortalidad, no creo en la vida después de la muerte, no creo que me vaya dar cuenta de nada, no voy a estar mirando por un ojito del paraíso o del infierno. Sé que es muy ingenuo y tonto, pero sí me gustaría que mis hijos y mis nietos siguieran con una memoria viva de mí. Me parece muy importante –más como persona, que como escritor – dejar un buen recuerdo. Que la gente que entró en contacto conmigo no se lleve un mal recuerdo. No quiero ser un hijo de puta. –Tampoco tiene la pretensión de ser alguien bueno como su padre… –No es que yo vaya a ser generoso como él, o entregar mi vida a los demás, pero sí seguir un precepto muy claro de mi padre y de los médicos: lo primero es tratar de no hacer daño, ni en el amor. Hacer el menor daño posible.

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Ensayo. “La aventura comunista de Jorge Semprún” historiza la actividad clandestina del autor durante el franquismo.

Las muchas vidas de un escritor isidoro gilbert

R

uth von Mayenburg integró el grupo de informaciones más ilegal del Partido Comunista alemán. Recogía novedades en el alto mando de las FF.AA., antes de Hitler y con él, y contaba lo que sabían al Ejército Rojo. Después de la guerra y superadas las purgas de Stalin la entrevistó el bávaro Hans Magnus Enzensberger para su libro sobre el (casi) único general anti nazi, Kurt von Hammerstein. Le dijo que a pesar de lo ocurrido con la URSS y sus propias penurias “alejarme del comunismo no fue para mí un drama. Yo no tengo alma de conversa”. Tampoco tuvo esa alma Federico Sánchez el personaje de La aventura comunista de Jorge Semprún . Exilio, clandestinidad y ruptura, la historia que escribió Felipe Nieto para Tusquets (no hay versión local). Semprún, hijo de republicanos obligados a exiliarse adhiere al Partido Comunista de España en París en 1942 y estará acríticamente en esa organización hasta abril de 1964, cuando es separado del Comité Ejecutivo y de a poco, el comunismo entró en su pasado. Nieto cuenta una historia detallada sobre el paso de Sánchez-Semprún por el PCE, desde su participación en la resistencia francesa al nazismo, su internación en el campo de Buchenwald donde integra una célula comunista internacionalista. Ya en libertad, se define por la militancia antes de dedicarse a sus cualidades literarias; no obstante escribe una obra de teatro Soledad bajo la impronta del realismo socialista. En pleno terror del franquismo acepta ser enviado a España ilegalmente a dirigir o ilustrar de la línea partidaria y de marxismo-leninismo-estalinismo a los incipientes acercados a la organización clandestina en el ámbito universitario e intelectual. Nieto en su detallismo de hecho rinde homenaje a numerosos nombres que aparecen junto a SánchezSemprún durante algo más de diez años,

con presencias prolongadas sobre todo en Madrid (pero también en Barcelona o San Sebastián), difícil e insegura militancia cortada por regulares regresos a París para informar a su organización no solamente lo que se consideran éxitos sino de los cambios que se operan en la economía y en la vida de España. Nieto no da noticias de encuentros de Semprún con trabajadores de las cada vez más influyentes Comisiones Obreras (su presencia está detectada en 1948, nuestro personaje comienza sus actividades en 1955). Tampoco, salvo un caso, narra sobre el aparato de seguridad que le permitió a S. S. no ser detectado nunca por el régimen. En esos años, Semprún encuentra ayuda del ex torero Dominguín, hombre generoso y rico, que financiara películas a Bardem, a Berlanga. Sánchez Semprún es partícipe de los primeros movimientos de lucha estudiantil con repercusión nacional, huelgas por distintos motivos o marchas nutridas por las calles homenajeando a muertos ilustres de esos días: Ortega y Gasset, un liberal nada cercano al marxismo o Juan Ramón Jiménez cuando gano el Nobel de Literatura; buena ocasión para enfrentarse al régimen en las calles por dos intelectuales que Franco detestaba. Otra gran empresa antifranquista promovida por el PCE, dentro y fuera de España, fueron los homenajes a Antonio Machado con ocasión del vigésimo aniversario de su muerte. Fue Juan Goytisolo quien lo organizo en París. Empaparse con los cambios, entrevistar a falangistas arrepentidos como Dionisio Ridruejo, a otros opositores, le dio a Semprún matices para enriquecer su visión sobre España. El y Fernando Claudín llegan a la conclusión de que el capitalismo español podía prescindir de Franco, enfoque calificado como reformista y los apartaron. Ironías: Santiago Carrillo más tarde con el mismo enfoque apoyó la transición post Franco. Semprún cuando abandona la visión estalinista del marxismo vuela su talento literario y narra su paso por el comunismo.

La aventura comunista de jorge semprun Felipe Nieto Tusquets 632 págs. $ 365 Semprún. Este ensayo sobre su vida mereció el XXVI Premio Comillas.


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