Revista Jalea 4

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® Jalea es una publicación de Les Sardines. Los derechos se reservan según lo señalado en Creative Commons. Los textos son de cada uno de los autores señalados, reservándose cada uno de sus derechos; Edición: David Guerrero Valenzuela. Website: Andrés Correa Guerrero. Fotografía e imágenes: David Guerrero Valenzuela a excepción de las señaladas: página 11, por Compulsivo; páginas 14 y 15 fotografías de Ignacio Flores; página 19, por Francisco Vega; página 24 por Mauro Navarro; página 33 manuscrito por Cula Álvarez; página 37, 39, 41 por Juan Pablo Valdés; y páginas 21, 33, 34 y 46, encontradas a través de Google. En el link hacia la revista, hay una cita extraída (gráficamente) de la película Irreversible. Contacto: revistajalea@gmail.com | twitter.com/revistajalea | facebook.com/revistajalea www.revistajalea.com Les sardines.


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Editorial.

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Extraña Cronología.

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Apartado sobre la eternidad,que no es eterna sino mas bien se acaba.*

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Tiempos.

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Diez Minutos.

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Fotografías.

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El tiempo pasa, nos estamos volviendo borregos.

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Prohibido olvidar.

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2012.

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Va y Ven.

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Tiempo.

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Patitas pa’ que te Quiero.

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Cronos.

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Discusiones sobre el tema de la eternidad I.

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Ese rato.

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El Tiempo es Oro.

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¡Arriba el Matriarcado!

34

En tu boca.

36

El hito humano en el concepto del tiempo cósmico.

42

Santería en Agadez.

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Jalea Recomienda.

David Guerrero

Uri Lastra

Hualpén Suárez

Compulsivo

Domínico Mora

Ignacio Flores

Rocknrolla Gutiérrez

Lio Fumacarne

Francisco Vega

Gonzalo Laureano

Daniela Vergara

Carla Castillo

Mauro Navarro

Hualpén Suárez

Domínico Mora

Gabriel Vidal Sáez

Silvia Gutiérrez

Angélica Méndez

Juan Pablo Valdés

Cula Álvarez

Libro, disco y película.


Editorial. David Guerrero Valenzuela - David, sabemos qué es Jalea. Siento que tengo claro el tema. Pero realmente ¿qué es? - ¿...? - El otro día me preguntaron en qué consistía. Y tenía tantas ideas en la cabeza... - ¿...? - ...Y al final no supe qué es. - Pero si es fácil, viejo... - Escríbelo. Date el tiempo. 4

Sí, luego de que mi cabeza explotara varias veces frente a la pantalla en blanco, intentaré darme el piscinazo. Mojarme el potito. Jalea es una revista creada bajo la premisa de buscar que la gente lea y escriba. Resulta cómodo alegar de que nuestra sociedad actual está perdiendo estos hábitos. Lo difícil es hacer algo en contra de aquello. Nos consta. Es difícil hacer algo así, con tan poco tiempo. Es muy difícil reventar rutinas, sacar una alita fuera a respirar aire puro dentro de lo viciado y veloz que transcurre todo. Jalea es una revista libre y soberana, donde se comprende la diversidad de la gente que podría animarse a aportar. Un espacio vácuo, dispuesto al debate y a la exposición de calidad literaria o artística de la gente. Jalea no es estática. Como línea editorial, como hilo conductor del asunto, es que la Jalea sólo propone un tema, un concepto. Una idea, cuya gracia es que es lo suficientemente amplio como para poder ser abarcado de cualquier manera. Ahi va la mano del autor, que disparatado o no, plantea una manera distinta. Jalea es lo que el que aporta quiere que sea. Jalea es el resultado de un grupo de seres humanos (pues tenemos pulgar oponible y un encéfalo desarrollado) que busca generar algún movimiento, una breve reflexión frente a un tema mensual para el lector. Una salida de rutina. Bienvenidos a Jalea, ahora orgullosamente http://www.revistajalea.com. ¡Únete!


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“El tiempo y la luz en la madera”, by dvl.


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Extraña Cronología. Uri Lastra

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La puerta volvió a ver pasar a la misma mujer por su umbral, hacía lo mismo que hace tantos años: se sentaba en el borde de la cama, abría el cajón de la mesita de noche, y sacaba una libretita y un lápiz. Siempre había una nueva expresión en su cara al momento de anotar. Esta vez escribió “1116” con letra grande y clara, seguido de una detallada descripción algo calentona de aquél mil ciento dieciseisavo beso que daba en su vida. La primera vez que besó a un hombre, o más bien a ese espinillento niño de su misma calle, ella descubrió que había algo oculto en ese acto. Y cuando pensó que todas esas sensaciones podían desaparecer de la faz de la tierra al transcurrir el tiempo, decidió plasmarlas, dejarlas para el recuerdo. Eso era lo que hacía ahora, anotaba cada movimiento y sensación del beso que acababa de dar. Pero en aquella libreta no había ningún nombre repetido. Ella estaba totalmente segura de que el primer beso es siempre el mejor, y no quería malgastar tiempo tratando de mantener relaciones duraderas y perezosas. Le gustaba el amor furtivo, los amoríos escandalosos, ser la otra. Llevaba cincuenta y dos años de aventuras de besos, y nunca pero nunca había siquiera pensado en pasar a algo más, sólo se conformaba con besos duraderos, de aquellos que pueden tomar horas, pero que terminaban súbitamente cuando las manos se volvían inquietas. De ahí que se familiarizó con


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el correr repentino sin siquiera despedirse de sus amantes circunstanciales, dejando que todo fuera parte de la espontaneidad que la caracterizaba. Cada beso anotado en aquella libreta tenía algo de especial, un aroma, un sabor, una caricia, una situación nueva. Cada rozar de labios era una explosión de placer, una exploración, un mundo. Pero a pesar de querer gritarle a la humanidad todo lo que había sentido, tenía un tanto de vergüenza. Le intimidaba el hecho de ser mal catalogada, y mucho más ahora a sus años. ¿Qué diría la gente? Sería un escándalo. Pero eso la inspiraba aún más. Hacer algo a hurtadillas, sentir adrenalina. Terminó de escribir, releyó con orgullo la historia de su reciente beso, cerró el cuadernillo y lo puso en su lugar. Se dejó caer hacia atrás y comenzó a reír a carcajadas. Ya eran 1116, ¡1116! Y quedaban más. Inició un inventario cronológico de sus numerosos ósculos, cada historia, cada hombre, una que otra fémina. Había tanto, tanto que recordar. El tiempo ya la estaba haciendo vieja y pronto comenzaría a olvidar, por eso cada cierto tiempo releía esas páginas, para mantener todo vivo. Le fascinaba la idea de que en algún remoto momento, siempre y cuando ella no estuviese viva, alguien leería todo, sintiendo todas las fogosas sensaciones que ella intentaba plasmar en la hojas. ¡Qué divino sería! Su rostro se invadió de expresiones de gozo, sentía la intensidad de mil orgasmos a la vez, sentía todo y a la vez nada. Amaba ese librillo, lo amaba tanto como no había sido capaz de amar a alguien. Se

repetía en la mente “1116, y quedan más”. Había una gama de percepciones que le quedaban por conocer. Un montón de números y nombres que debía anotar. ¿Quién sería el 1117? Tal vez ese hombre de apariencia oscura que tanta curiosidad le causaba al verlo todos los día sentado en el paradero de la placilla. Ella podía ir mañana mismo, acercarse, hablarle un poco, echar a andar todas sus estrategias de conquista y como es de predecir, conseguir antes del atardecer un nuevo integrante para su colección. Tenía un nuevo plan, una nueva víctima, una nueva boca. Se incorporó, era hora de dejar su faceta oculta y volver a su día, a su rutina, a ver pasarlas horas en el reloj, mientras ahí junto a su cama, guardaba un tesoro siniestro. Era hora de salir por la puerta y volver a lo suyo. - Hermana Evangelina, la estaba buscando, ya vamos a empezar con los rezos de media tarde. La madre Facunda preguntó por usted.- pronunció una de las novicias que pasaba por fuera de la alcoba. - Enseguida voy, buscaré el rosario, creo que lo olvidé. La anciana de negros hábitos cogió presurosa la cajita burdeo que tenía en su velador, justo al lado del oculto libro. Al salir, antes de cerrar la puerta miró hacia adentro y con una reverencia se persignó ante el crucifijo que colgaba tras su cama. Siempre le estaría agradecida por guardar tan bien su secreto. Le guiñó un ojo y cerró la puerta.


Apartado sobre la eternidad, que no es eterna sino mas bien se acaba.* Hualpén Suárez

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La eternidad meada es una eternidad finita, su tiempo puede y varía según el huésped al que este adjetivo esté aleado.

No así los que pierden los dientes Una vez más Todo esto hasta la muerte

¿Cómo se evidencia lo eterno?

Si bien la muerte es inevitable Es parte de la vida Marca un algo, Fin o intermedio Como sea Una eternidad dura hasta allí Una vez muerto nada de nuestro cuerpo sirve Y ya no importa mucho que se haya usado protesis

Piense en alguna cosa que nunca más, U otra que para siempre, (Los para siempre son a menudo ideas tonterías) Por ejemplo; Aquel que perdió su mano Nunca más la recuperará A menos que la tecnología Y aun así no sería lo mismo El hecho de sentir el tacto dactilar con lo que ya no hay Nos supone que no tendrá mano para siempre y nunca más Se va a poder limpiar la raja con ella (Sentir la mano podría, ya que testimonios cuentan que a veces mancos sienten como si aun tuvieran dicho extremo)

En el plano biologico superficial, La eternidad no es eterna Bien En el plano espiritual Nadie tiene la certeza (aunque la tenga no es totalmente aceptada) Asi que la eternidad goza de su verdad romantica Pero al fin y al cabo Tiene sus cimientos en la fe, y la fe Son los ojos de un ciego.

*Pasaje altamente cuestionable.


Tiempos. Compulsivo.

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Diez Minutos. Doménico Mora

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1/ - Chutéala, guatón. Faltaban diez minutos exactos para las doce del día. El sudor en la frente del Retamal. Nunca había sido arquero, ni siquiera había jugado a la pelota. Sus piernitas tiesas. Estiró sus brazos, cubriendo el arco. El guatón en frente de él, con el ceño fruncido. Silencio en la cancha. - Hazlo por el Carlitos, guatón. - ¡El Retamal es malo, el Retamal es malo! El guatón agarra vuelo. El polvo se levanta violento, se acerca a la pelota. Arqueó su pierna. Chutea. El Retamal salta. 2/ La señora Matilda está en su cocina. Cazuela, por segundo día consecutivo. La tele sonaba despacio, quedaban diez minutos del matinal. Desde que se separó, a la señora Matilda se le complicaron los días. Criaba y alimentaba a dos, con lo que ganaba trabajando en la cocinería. La puerta se abrió de golpe. Carlitos entró llorando. Su hermano mayor lo traía en brazos. - ¡¿Qué pasó, Carlitos?! ¡Mira tu pierna, hijo por Dios! - Mamá me pegaron y me caí. – Entre sollozos- ¡Me duele! La pierna estaba ensangrentada, y algo hinchada en el tobillo. La señora Matilda no lo dudó,


- Toma a tu hermano, Felipe. Nos vamos al Hospital ahora. Tomó su bolso. Cerró la puerta. Olvidó la olla. 3/ - Si es rentable, hueón. - Cómo chucha va a ser rentable, hueón. - Vendo todas mis sopaipillas. Todos los días. Es cosa de pararme aquí todos los días. Por aquí pasa harta gente. - ¿Y cuándo vives, loco? ¿Hasta qué hora trabajas? Pásame la mostaza pa’ acá, hueón cagao’. - Mmm… hasta las nueve… Toma. - Tardas una hora y media en llegar a casa. -Mmm. - Ni ves a la Carla ya… - Hace dos años que no me da la pasada. Para qué quiero verla, si no me deja tocarle ni una tetit… ¡Cuidado hueón! Una pelota cayó en la olla de aceite caliente, salpicando peligrosamente. - Quién mierda fue. ¡Por poco nos quema, huevón! - ¡Mi corbata, mi camisa! - Pendejos de mierda hueón. Es lo único malo. Sabía que un día le iban a achuntar a la olla, wn. - Putas, me voy a tener que cambiar, y con cuea tengo tiempo para comer. - ¡Chao Carlos! Nos vemos mañana. 4/ El guatón, luego de ser puteado al tirar la pelota a la cresta, tuvo que ir por ella. El Retamal se apiadó de él, y lo acompañó. - Me tenías pa la cagá, guatón. - Sí, culiao. Ríete nomás. - Caballero, ¿no vio pasar una pelota por acá? - Pendejos de mierda, miren como me dejaron. - ¡Oiga, qué le hizo a la pelota caballero! - La tiraron dentro de la olla, hueón. - Se la vas a tener que pagar al Carlitos, Guatón. Mira como quedó. - Discúlpenos, caballero. Nunca más. - ¡Ya ahora váyanse! - Cacha, cacha, está saliendo humo de la casa del Carlitos. 5/ Eran casi las doce, el sol pegaba fuerte. Por las manchas de aceite, Carlos tuvo que devolverse

a la casa. Se tomaba su camisa. Garabateaba en silencio. Corrió largo, pero se tomaba sus descansos. Si llegaba tarde de nuevo, lo despedían. Sólo una llamada a su celular detendría su camino. 6/ Carlitos aún sollozaba, en los brazos de Felipe. La señora Matilde alcanzó a mirar pasar al señor de la camisa manchada desde la micro. Cómo no lo iba a reconocer. Si seguía igual que antes. Usaba la misma chaqueta que ella tantas veces le planchó. Se quedó mirando la mancha del aceite. Sintió esas 13 súbitas ganas de abrazarlo y protegerlo. Frunció el ceño, ya no era su hombre. Su Carlos. Su Torpe Carlitos, como le decía cariñosamente. Sonrió con ternura. Miró a Carlitos. Era el más igual a su padre. Los dos torpecitos. Qué torpes. Ella siempre los protegía. Protección. Aceite. Ropa. Carlos. Carlitos. Hospital. Amor. Felipe. La olla. Mierda, la olla. 7/ -¡Carlos hueón! ¡La casa de la Matilda se está quemando! El viejo de las sopaipillas cortó rápido y guardó su celular. El humo inundaba firme el barrio. La gente salió a ver, nerviosa. Los niños que jugaban a la pelota se pusieron detrás del carrito de las sopaipillas. El guatón no evitó llorar, pensando que quizás Carlitos estaba todavía dentro de la casa. Se abrazaron entre todos, esperando que no pasara lo peor. Frente a ellos, Carlos llegó corriendo. - ¡Dónde está la Matilde hueón! - No ha salido nadie de la casa. Los bomberos están por llegar. - ¡Cómo no ha salido nadie! - Hueón, quédate acá, ¡Hueón! ¡Carlos! Carlos empujó a las vecinas curiosas, y corrió dentro de la casa. Empujó la puerta con el hombro, mientras una cortina de humo cubrió su silueta. Fue después de que los bomberos ya habían bloqueado el acceso, cuando llegó la Señora Matilda corriendo, estallando en llantos. Había dejado a Felipe con Carlitos camino al hospital. Todo terminó para ella cuando supo que no sólo había perdido su casa, sino que además su ex esposo había entrado a sacar a ella y a sus hijos, y que no había salido hasta ese momento.


Fotografías. Ignacio Flores

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3/ Tiempo Análogo. 4/ Tiempo Digital.


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3/ El Tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos al ritmo del foxtrot. 4/ Es Tiempo de Engordar.


El tiempo pasa, nos estamos volviendo borregos. Rocknrolla Gutiérrez

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Michimalonco, Carrera, Rodríguez, Neira, Lautaro, Recabarren, Balmaceda, Allende, etc.

Montones de años han pasado y hay cosas que no han cambiado en nada, más bien se han disfrazado en nuevos ropajes. Pienso que definitivamente no hemos avanzado mucho en materias importantes… Hace unos días vi “Avatar” una película que es ambientada en el futuro, pero que sin dudas me dejó claro que el conflicto mapuche no es un atentado terrorista. Cuando miramos conmovidos el tema de los mineros en la mina San José, recordé que hace 100 años unos mineros del salitre fueron cobardemente asesinados en la escuela Santa María de Iquique. Quizás la situación no sea la misma, pero en el fondo siguen existiendo pocas garantías laborales para los trabajadores del norte. Montones de manifestaciones en contra de las plantas termoeléctricas, pero eso ya sucedió antes con las celulosas y cementerios ancestrales en el alto Biobío, y ¿saben cuál fue el resultado? El mismo que usted piensa. Ahí están instaladas hace ya mucho tiempo, sin importarles un carajo lo que realmente pasa con las decisiones personales de cada uno de nosotros. Con el paso del tiempo me he dado cuenta que las cosas siguen intactas, que no hemos sido capaces de hacer mucho, que de cuando en cuando aparece un determinado grupo de personas queriendo hacer una revolución, desde

El tema está en que cada cierto tiempo pasa algo que nos hace pensar en que las cosas pueden ser diferentes, revolución pingüina, ciclistas furiosos, pasajeros del transantiago… ¿Y en qué queda todo esto? ¿en el cambio de la LOCE por la LGE?, ¿en que hay mas ciclovias?, ¿en que el sistema de Santiago en transporte público debe ser financiado por todos nosotros? Yo no entiendo la sociedad. Quizás ni deba entenderla, pero puta que cuesta vivir en ella. Pero hay algo que tengo claro, y es que cada cierto tiempo nos da con algo y nos obsesionamos. Por ejemplo nos dijeron por ahí que éramos campeones mundiales de la solidaridad, y un día al año se hace una Teletón. Millones de pesos se juntan en una cuenta bancaria que miles de chilenos han hecho propia, y ese famoso numero al pasar de los años toma relevancia magnánima para todo un país, ese mismo país que no ha sido capaz de hacer una política clara con respecto a los discapacitados, y elige elección tras elección a incapacitados para que nos representen. Son montones de años en lo mismo, glorificando un país que ve como cada invierno miles de chilenos anegados por la lluvia y el frío sufren la indiferencia del campeón mundial de la solidaridad. Vemos como callan los católicos y ocultan a los pedófilos. Veo con cierto pavor que los femicidios suben en cifras cada año, y que en cada entrevista que se da al caso, todo el mundo sabía que aquella mujer era golpeada sistemáticamente.


El tiempo de verdad pasa. Todo el mundo dice saber que es estafado por las casas comerciales, todo el mundo dice saber sobre la colusión de las farmacias y ¿qué ha cambiado? ¿Qué es lo que nos hace sentir tan orgullosos en el tiempo, en los 200 años de vida republicana? Los dictadores, los militares en sus altos mandos repitiendo la tradición familiar, nuestros gobernantes, nuestros antepasados chilenos. Que nos caracterizamos por no tener identidad, ¿cuál de todas estas cosas nos hace sentir mejor? Tal vez la guerra del Pacifico, o la traición a los peruanos cuando Pinochet traficó armas con Ecuador. O algo más local como la muerte de 44 conscriptos en Antuco, el asesinato de los comuneros mapuches, Matías, Rodrigo o Alex por nombrar algunos. Y esto no termina bien, la cosa cada año se pone peor. Cómo olvidar el Chile Ayuda a Chile, después del terremoto. 45 mil millones se reunieron para comprar 15 mil casas de emergencia (medias aguas) y ¿Dónde quedo ese dinero? ¿Dónde quedó la reconstrucción de la que tanto se habló? Por supuesto. Ya no es necesario. La popularidad de los políticos se medirá por las tonteras que hagan de aquí en adelante, porque para atrás ya se nos olvidó. Somos animales de costumbre y ya nos adaptamos a pasarnos la historia por la raja. Con el tiempo nos volvimos más sedientos de poder, mas enajenados, productivos, serios, emprendedores, idealistas, tolerantes y reflexivos, pero con nada de eso esta sociedad ha cambiado un carajo.


Prohibido Olvidar. Lio Fumacarne

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En la plaza hay una estatua de un sacerdote muy malogrado. Pasó que un vecino lo encontró abusando sexualmente de Cuquita, una niña de 7 años. Enfurecido, el vecino salió con el sacerdote y la niña llorando gritándole a todo el pueblo lo que había visto, después de múltiples golpizas al sacerdote, el pueblo decidió amarrarlo en el medio de la plaza y tratarlo como a una paloma. Cuando estabas aburrido en la plaza podías tirarle unas migas de pan o espantarlo, otros lo pateaban cuando tenían un mal día, pasado el tiempo el sacerdote dejó de ser algo extraordinario y paso a convertirse en algo sumamente cotidiano, comenzó a pasar hambre ya que nadie se animaba a lanzarle nada, los únicos que tenían alguna relación con el, eran los de la basura, porque retiraban la caja con tierra donde hacia sus necesidades. Siempre me pregunté por qué no se suicidaba y una anciana una vez me dijo que solo los humanos se suicidaban. Un día llegaron unos gringos turistas y al ver lo que sucedía en la plaza quedaron espantados, sabiendo que podrían traer a las autoridades y causar muchos problemas Manolito tuvo una genial idea: “brochetas de gringo” la idea fue aprobada por todos y ejecutada. Nunca he comido carne tan mala como aquella vez. Juramos nunca más comernos a alguien. El sacerdote ya no hablaba nuestro idioma, sus gritos y conversaciones en voz alta que de seguro eran con el mismo eran algo así: “trutapoltiporistemanisplantrista hueramicnu tratratraski burr psss burr prrr bla blacata mortificadora flestamen tortuosa grrr fffssss tertun malagua”. Lo gracioso era que en medio de esos disparates decía palabras en español como “mortificadora” o “tortuosa” , palabras creo yo, que no eran al azar, después de todo algo quería comunicar con eso. Una mañana amaneció muerto, llamamos a una bruja para que lo convirtiera en piedra. Así con el paso del tiempo, no olvidaríamos lo que había sucedido. Porque es ése precisamente el problema del tiempo. Te hace olvidar. Lo bueno y lo malo. Acá quisiéramos no olvidarnos de nada…


2012. Francisco Vega

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Va y Ven. Gonzalo Laureano ¿Y si pudiéramos jugar con el tiempo?

20 Los años, los meses, los días,

las horas acompañadas por el pasar de los minutos, en el va y ven de los segundos. La misteriosa y profunda ciencia que se encierra en el tiempo, que viene, se va y no vuelve, cargando las espaldas de las almas infinitas, que se atraviesan en estas encrucijadas llamadas ciudades. En ocasiones el tiempo se ha hecho humo, y con mis propias manos he querido estrangularlo, como aquella noche en la que tu piel de seda se enredó entre mis sábanas. He deseado degollar al tiempo, cuando mi sangre se vuelve de piedra, cuando el corazón deja de latir por algunos segundos, cuando me duele respirar, cuando quiero que las horas se vuelvan minutos, pero son los minutos los que se transforman en horas inacabables, ANGUSTIOSAS, por sobre todos los hechos. Los cuestionamientos y las justificaciones, son tan ligeros como las plumas sueltas de un gorrión, que se pierden por ahí con el viento. Aún no he conocido a alguien que viva pronosticando como el hombre de TV Tiempo, calculando los sucesos venideros. Solo nos movemos, sin importar el tiempo, ni la lluvia, ni el calor, ni el sudor de sangre, ni las lágrimas de hielo.

Pablo Neruda volvería a leer el omnipotente Canto General, pero no en el exilio, sino en alguna ciudad de esta patria infame. Las almas en pena de Vicente Huidobro y Enrique Lihn se harían carne, perdiéndose por las calles del fantasmal Santiago. Roberto Bolaño terminaría su asesinato en 2666. Pablo nos daría en plena mollera con sus duros versos de Rokha. El Valle del Elqui posaría como nunca para inspirar las letras de Gabriela Mistral. Yo no hubiera sido tan estúpido como para quedarme con esta soledad, y seguramente tú estarías emborrachándote perdidamente, en algún bar del puerto en turno. Ahora, mientras todo sigue marchando, me como esta paila de huevos, pensando en lo que puedo llegar a odiar al tiempo, que con el pasar de cada segundo se lleva mi vida, me arruga las manos, me carga la espalda con pesadas leyendas, y con las consecuencias de mis malas decisiones de antaño, de antaño la vida, el error, la cuenta y el precio del Karma, y la ruda caída al pozo escéptico. Que el tiempo se encargue ahora de destruir estas palabras. Que el tiempo se limpie el culo con los papeles que sostienen esta tinta. Al tiempo no le pido respuestas. Incredulidad severa en dar tiempo al tiempo. Al tiempo le pido un día más, solo un día más, para volver a caer sin reparo y hacerme cargo de mis malas decisiones una última vez, para no tener que volver a este lugar a pasearme entre los mortales, para no tener que venir a recuperar todo lo que alguna vez he perdido.


Tiempo.

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Patitas pa’ que te Quiero. Carla Castillo

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Como cada verano de cada año mi familia y yo partíamos a nuestro querido Pelluhue, emocionados por volver a la cabaña a orillas de la playa. El abuelo llegaba de comprar el pan para el desayuno y con su “dulce voz” decía:¡ a levantarse el día esta precioso vengan a tomar desayuno! Y uno con esa caña del terror! Nos movíamos medios dormidos aun a la mesa, después del desayuno bajábamos a la playa para pasar la resaca mientras los niños jugaban. Los cuatro enanos se llevaban de maravilla y las niñas adolescentes salían a caminar por las rocas, desde la arena podía ver a mi abuelo leyendo el diario, mis tíos preparando el asado y los autos de los veraneantes que iban y venían por la carretera. Por la tarde fui al centro con dos de mis primas. Nos sentamos en la playa principal. El día estaba abochornado, con mucho viento. El aire tenía un color extraño y las personas lo percibían pero no nos preocupábamos. Era fin de semana y planeábamos una salida. Pero esa noche preferimos quedarnos, porque esa noche se presentaba Ricardo Arjona en el Festival. Después de corear todos sus temas sólo quedamos dos: con una de mis primas observábamos la luna y su bello reflejo en el mar, por un momento pensamos en bajar a caminar ya

que estaba muy iluminado, le entregue mi pequeña linterna para que no despertara a nadie en la pieza. Yo me fui a dormir en una carpa que instalamos en el patio con mi primo. No pasaron ni quince minutos cuando comenzó a moverse la tierra. Me senté rápidamente y desperté a mi primo que parecía un tronco, me pidió calma, pero el ruido era horrible, así que nos paramos y salimos a la entrada, la familia ya se movilizaba, los niños estaban dentro de la camioneta pero las llaves no aparecían así que alguien gritó -¡al cerro! Y todos comenzaron a correr -¡y los niños!mi mamá gritaba, así que tome a uno y se lo pase en los brazos para q se fuera mientras yo me abrochaba las hawaianas para poder correr mejor y llevarme a mi pequeña hermana y cuando note q no quedaba nadie alrededor me asuste y apareció una tía y le dije-¡espéreme no quiero correr sola! .Cuando iva cruzando la carretera vi a mi prima que se lanzaba como loca a cruzar así que le grité -¡Cony cuidado el auto!- y alcanzo a moverse hacia un lado, los autos bajaban descontrolados tocando las bocinas; pasaba por mi lado un tío envuelto en una sabana sin zapatos y con los ojos que se le salían y me dice -pásame a la niña, yo subo con ella-


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Más adelante estaba mi primo con su polola cuando se les cruzo un hombre algo ebrio que les pedía por favor llevaran a su hijito que no tenía más de dos años. Se lo entregó en los brazos y corrieron hasta mitad del cerro. Cuando mire hacia atrás vi a mi abuelo caminando lentamente y como no, con una operación en el talón, otra en la cadera y su sobrepeso era imposible que se moviera más rápido, así que bajé a ayudarlo con una tía, caminamos como una cuadra y les vinieron los apuros de baño a los dos al mismo tiempo, así que después de esa pausa llegamos a las poblaciones que hay en el cerro “El Torreón” al abuelo casi se le salía el corazón y la boca se le secaba. Comenzamos a pedir agua pero las personas solo se asomaban por las ventanas temerosas , así que la panchi furiosa comenzó a gritar a mitad de la calle -¡viejas de …… como no son capaces de dar un vaso de agua!- así que salió una señora y le convidó. Como mi tío, el de la sábana amarrada a la cintura tenía tanto susto quería llegar hasta la punta del cerro, así que seguimos avanzando. Logramos reunirnos casi todos en un lugar plano donde mi abuelo deserto de la misión ya cansado. En un lado descansaban las madres con los peques y el extra que entregaron, y en otro lugar se presenciaba la histeria de la Feña que lloraba y gritaba, situación

que fue calmada por la panxi de una sola bofetada. Seguíamos subiendo, en un punto ya era mucho agotamiento y nos sentamos en el camino, y me di cuenta que estaba muy asustada y tiritaba no sé si de frio o de miedo o de las dos cosas juntas, cuando la Xavi comenzó a cantar, me pareció estar en la película “El Señor de los Anillos” yo era Frodo y ella una especie de elfo cantarín. Mientras subíamos era imposible no escuchar el sonido del mar, que se asimilaba al de un monstruo gruñón, de repente se sintió cuando reventó la ola y el “sssssssssssssssssss” de la espuma era eterno; al llegar a la punta del cerro nos encontramos con una escena dramática de gritos, llantos y mil preguntas entre la gente, sobre lo que nos llamó más la atención -¿Qué son aquellas luces en el mar?-y un pescador dijo -Son los autos que se llevó hacia dentro. Nosotros nos sentíamos a salvo y a pesar de la preocupación y el miedo agradecíamos poder haber arrancado a tiempo, y que no colapsaron nuestras mentes y todos recordamos que desde pequeños los abuelos decían: si hay terremoto, recuerden, hay que subir al cerro, sin importar nada, corran al cerro.”El tiempo es vida”


Cronos. Mauro Navarro

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Discusiones sobre el tema de la eternidad I. Hualpén Suárez

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Escribe. Dibuja. Opina. Ilustra. Fotografía. Crea. Únete.


Ese rato. Domínico Mora

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[inhalo]

No sé. Es un lujo ponerse a escribir mientras afuera

se acaba el mundo. [sonrío]


El Tiempo es Oro. Gabriel Vidal Sรกez

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Me toca hablar del tiempo… lo malo es que todas las reflexiones que logro hilar las hago durante el día, y al llegar la noche estoy tan cansado, que al sentarme frente al computador estoy en blanco. Eso es porque no tengo tiempo para mí, sino hasta tarde en la noche…le debo a cada santo una vela en términos de tiempo, así que debo declararme una víctima más del ajetreo de la vida de adulto. Juro que las reflexiones eran muy buenas, aunque, sin embargo, terminé escribiendo sólo cosas obvias y sin rumbo. El tiempo es, en su calidad de relativo, subjetivo ¿no? Entonces para todas las personas corre de forma diferente. Es que lo invierten de manera diferente y tiene distintos niveles de importancia. Incluso, siguiendo la misma lógica, el tiempo corre en ciertas oportunidades, más lento o más rápido para la misma persona. Hay gente que siempre está apurada, que siempre les falta tiempo para las actividades que tiene que cumplir, sin dejar (o sin pensar siquiera) en que tiene que dejar tiempo para sí. Se lo regalan a todo y a todos, en realidad no les pertenece. Siempre su cabeza está en otro lugar, corren detrás del reloj, consumidos por la rutina y la presión. Una

noticia

me

llevó

a

reflexionar

(nuevamente) en la necesidad de algunos por tener hijos. Hoy me revelaron con franca felicidad que dos de mis compañeras van a encargar un bebé, una por segunda vez y la otra por primera. No comprendí la felicidad de la decisión que estaba por tomarse, ni el entusiasmo que mostraron al contarme. Supongo que me podrían llamar amargado o pesimista, sin duda no podría rebatir tales adjetivos, pues para mi significa una verdadera desgracia. Al ritmo con que se vive hoy (sobre todo en la gran ciudad), donde lo que menos hay es tiempo, suena ridículo querer tener un hijo, sabiendo de antemano las circunstancias en la que llegará a este mundo. Sin contar las posibilidades económicas, ni las oportunidades en este vecindario pobre para los tercermundistas. Sus padres no podrán estar con él, tendrá que pasar a las manos de sus educadores desde pequeño. Lo prepararán para ser uno más, otro idéntico a los otros, y le inculcarán lo necesario para sobrevivir en este país, en este mundo. Pero vamos de vuelta a los padres. ¿Qué le pueden entregar además de su tiempo? No el que ocupan en ganar lo necesario para que viva “bien”… No ir a meterse a un mall el fin de semana, no a la recompensa material por soportar la soledad, no a hacer la tarea en la noche, preguntarle dos o tres


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cosas y a la cama, hablo de tiempo real. Me refiero a la calidad de lo que se puede compartir. En otros tiempos en que la vida era más llevadera, cuando se necesitaban menos cosas para estar bien y contentos, cuando era todo más sencillo, podría ser… pero hoy, ¿hoy? Tener un hijo para apenas verlo… pobre muchacho. Hay otros para quienes el tiempo tiene un valor inmenso, ya que estas personas saben que el tiempo corre y no se detiene. Sienten que la vida es un regalo, que es corta y más vale disfrutarla mientras se pueda. Cada lugar, cada persona, cada actividad, cada situación, jamás volverá. Para estos el tiempo no corre. Es como si estuviera quieto. Es sólo el presente lo que los ocupa. No sienten aprehensión respecto del pasado, ni ansia respecto de lo que viene, solo viven el minuto, disfrutando o sufriendo lo que el momento presente les entrega. Quizás ellos hayan descubierto una buena forma de sentir el paso del tiempo. El tiempo es oro en nuestros tiempos de modernidad y progreso. El tiempo como cualquier otro objeto o producto, se intercambia en el mercado. La oferta, la demanda y la autorregulación también echan sus poderosas manos encima de este preciado “elemento”. De ahí que todos

estemos obligados a tranzarlo al mejor postor. Lamentablemente, por culpa del mercado, las personas no pueden vender su tiempo en el precio que quisieran. La mayoría lo vende muy barato, por lo que tiene que entregarlo casi todo, sin poder ver a sus niños crecer, como traté de reflejar anteriormente, ni poder descansar apropiadamente, ni perderlo o desperdiciarlo como les plazca. Dependiendo del uso que le demos a los días, se nos califica. Los que ocupan (o entregan) menos de su tiempo, en lo que para la mayoría seria de utilidad, se les llama flojos. A los que hacen lo contrario se les llama “trabajólicos”. Los que están en término medio, mediocres. Y así… Cómo invertir nuestro tiempo, sin llegar a un punto en que al mirar atrás no sintamos arrepentimiento, es una cuestión que nos debiera preocupar. Sin embargo, a la mayoría, a la masa inidentificable, homogénea, no parece preocuparles. Aceptan de buena gana ser exprimidos hasta la última gota, hasta cuando se atrofian y ahí es cuando el sentido del tiempo carece de valor. Buscan sedientos unos pocos momentos para celebrar aceleradamente, disfrutan eufóricos las pequeñas oportunidades. Desde que el hombre inventó el reloj se


hizo esclavo de él, se entregó a su magnético poder, se entregó a los horarios y a las agendas. Se obliga, o peor aún, se adoctrina a cada nacido respecto de esta regla universal. Horarios para dormir, para comer, para estudiar, para trabajar, para amar, para recrearse... Todos ellos INQUEBRANTABLES. Inviolables, inevitables, diría yo también. ¿Qué catástrofe tan gigantesca ocurriría si por un día la gente no tuviera un reloj en la mano, en la pared, en el teléfono, en las calles, que le dijera que está atrasado para lo que tiene que hacer? Comerían cuando tuvieran hambre, trabajarían cuando sintieran deseos, descansarían cuando estuvieran cansados, dormirían solo cuando tuvieran sueño… ¿tan terrible es esto? Recuerdo una vez, en que no estaba en mis cinco sentidos, que me imaginé un tigre en plena selva. Probablemente cazando o comiendo. Lo vi mejor y noté que usaba un reloj de pulsera, comiendo apurado porque tenía “asuntos” que atender. Me di cuenta en ese momento que somos los únicos animales que tenemos asuntos que atender, que siempre tenemos otra cosa que hacer… que mañana hay una urgencia, que el mes que viene hay una reunión de algo, que a fin de año hay una fiesta, que en diez años más tenemos que estar casados, que en treinta tenemos que tener nietos… somos los únicos en atormentarnos con la finitud del tiempo, y nos imaginamos en la infinitud. Desperdiciamos esta vida en estupideces, con la esperanza de pasar la eternidad en la casa de nuestro padre que nos provea de lo esencial y así por fin nosotros podamos dedicarnos a aquello que amábamos. En esta vida, nos hacemos esclavos del trabajo, de las cuentas, de la vivienda, del auto, de la apariencia, del esquivo “éxito”, de la juventud, de la vejez. Tomamos en nuestras manos la sensación del tiempo, le dimos significado y medida, le pusimos nombre y nos sentimos animales superiores. No es lo mismo perseguir comida, abrigo y prole como cualquier animalucho por ahí. NO. Nosotros lo hacemos con clase.

En nuestra sociedad actual el ocio (tiempo perdido) es una mala palabra. Es un insulto, es un desperdicio, es un antivalor. Ya nadie confía en el ocio como algo positivo. Yo diría que desde que el concepto de “trabajólico” pasó a ser una cualidad, 31 un valor, un piropo. Yo creo que el ocio es un peligro, tener tiempo libre en que sin duda la mente buscará algo productivo en que entretenerse es un peligro… para el desarrollo, el progreso, el país, qué se yo. Si las personas trabajaran menos y tuvieran de todos modos un buen pasar, de tal manera que el resto del día lo dedicara a leer, estudiar, recrearse, hacer ejercicio, pensar… sería horroroso. Que lamentable forma de desperdiciar la vida. Mejor doparnos con sexo, nimiedades, religiones y todo esto verlo en un maravilloso aparato que ha revolucionado la historia humana como pocas cosas, la televisión. Allí además de todo lo mencionado, se pueden ver múltiples programas, nada serio. La idea es no aburrirse. Podemos pasar horas frente a la pantalla sólo para levantarnos a comer, y si es muy necesario, al baño. Nos enseñan que sin ella la vida no tiene sentido, que cualquier otra actividad superior es aburrida. Nos enseña a invertir nuestro tiempo en actividades con premio económico, a gastar dinero que no tenemos en basura que no necesitamos, nos entretiene, todo esto mientras- sin darnos cuenta- se nos va el poco, pero valiosísimo tiempo que nos queda. Le doy mi voto al ocio, a ese ocio productivo. Al ocio como regalo al alma y a la mente. Al ocio de compartir con nuestra gente, con nuestros niños. Al ocio que nos invita a ver la vida como lo único que tenemos que es totalmente nuestro. La vida que corre afuera de las oficinas, la vida que como dijo un grande: “Es aquello que ocurre mientras estamos ocupados haciendo otros planes”.


¡Arriba el Matriarcado! Silvia Gutiérrez

El desarrollo de las fuerzas productivas durante la sociedad primitiva provocó que la 32 agricultura fuese la proveedora principal de los medios de subsistencia, ahora en manos de los hombres, desplazando a la mujer desde su rol protagónico en el matriarcado a las ingratas tareas del hogar. Tras la industrialización, el hombre va a recibir un salario, como precio monetario de su fuerza de trabajo, con lo que podrá conseguir en el mercado lo indispensable para su subsistencia y la de su familia. Pero la mujer debe comprar los alimentos en estado bruto y elaborarlos antes de comerlos, la ropa debe ser lavada, cosida, planchada. Además la mujer debe dedicar muchas horas a amamantar, criar, educar y cuidar a sus hijos, los cuales serán los futuros explotados y perpetuarán esa venta de fuerza de producción por generaciones. La fuerza de trabajo del hombre se reproduce en forma social, mientras que la de la mujer en forma íntima, dentro de esa empresa privada que es el hogar, en cuyo seno se ejerce la fuerza de trabajo de ella, a través del contrato matrimonial. Esta fuerza es utilizada en forma gratuita, sin sueldo ni remuneraciones, y sólo bajo la premisa de que es su “rol biológico e histórico”. Este trabajo gratuito es la plusvalía que gana el capitalista. Con el paso de los años, y el mejoramiento en el proceso de industrialización, las empresas comenzaron a crear una serie de artículos para el hogar. Esto no para facilitar directamente el trabajo de las mujeres, sino para aumentar sus ganancias enfocadas a un nuevo consumidor potencial. Entre esos productos estaban las primeras lavadoras automáticas, cuyas marcas le prometieron a las

dueñas de casa “no tener que hacer nada”. Un sentimiento de culpa invadió a las potenciales compradoras. Guiadas por el ejemplo de sus madres, mujeres del pueblo, trabajadoras y esforzadas, que daban todo su tiempo al trabajo de la casa. Sintieron que no podían comprar esas maravillosas lavadoras automáticas que hacían solas el trabajo, porque se sentirían inútiles en su propio hogar. Tras el fracaso de esta primera campaña, los sicólogos de las fábricas de lavadoras pensaron en una nueva premisa para poder venderlas. Se modificó el discurso, y se les dijo a las señoras: “Ahora, con estas nuevas lavadoras, usted tendrá más tiempo para criar a sus hijos”. Las ventas comenzaron a dispararse. Es que con ese mensaje las mujeres se estaban sintiendo útiles, sentían que su rol dentro del hogar era importante, que su tiempo invertido en las tareas del hogar seguía teniendo sentido. Esto porque la mujer se acostumbró al discurso hegemónico de los hombres, que le dan una connotación positiva al trabajo de la mujer, pero sólo dentro del hogar. Siempre considerándolo como una obligación biológica, que a ellos no les corresponde realizar. El director de investigaciones de una agencia de publicidad resumió así la situación: “El ama de casa de hoy día, hasta cierto punto, se encuentra liberada, por lo que se siente culpable al no trabajar tanto como lo hacía su madre. Usted no dará en la tecla si le ofrece más libertad. Lo que debe hacer, en cambio, es subrayar el hecho de que sus artefactos le dejan más tiempo libre para sus hijos y ser mejor madre”.


Hoy en día la mayoría de las dueñas de casa deben salir a vender su fuerza de trabajo, debido al aumento en el costo de la vida y la necesidad de no depender económicamente del hombre, pero debiendo soportar una doble explotación: de género y de clase. Las condiciones casi siempre son las peores, prolongándose muchas veces más allá de los límites del día natural. La tendencia inmanente de la producción capitalista es apropiarse del trabajo durante las veinticuatro horas del día. Las personas no pueden decidir libremente cuánto tiempo de su trabajo vender, sino que están obligados a venderlo hasta el último nervio y gota de sangre. Las mujeres hoy día quizás no podrían vivir sin esas lavadoras automáticas y un montón de tecnologías más, que tanto ayudan a “ahorrar tiempo”. Ahorrado para ayudar a sus hijos en la tareas o para la vida de pareja, ahorrado para las demás tareas de la casa o conversar con las vecinas. No importa para qué se utilice, lo importante es que el tiempo debe dejar de ser patrimonio exclusivo de los patrones. Lo importante es que la mujer deje ser doblemente explotada, deje de ser la primera en ser despedida en momentos de crisis, de recibir sueldos inferiores y de ser relegadas a trabajos de menor importancia. La mujer trabajadora, es capaz de trabajar ocho horas diarias en la empresa y todas las demás al servicio de su hogar y de su familia, siendo la más perjudicada y maltratada dentro de la sociedad de clases. La mujer es de naturaleza fuerte e insumisa y no siempre estuve relegada a las tareas del hogar ni a obligaciones inferiores. La mujer fue desplazada a ese rol en la sociedad por culpa de la religión y la economía capitalista, llena de contradicciones que es urgente develar. La mujer debe pelear el doble y no olvidar el mundo no es posible sin nosotras.

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En tu boca. Angélica Méndez

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Escribe. Dibuja. Opina. Ilustra. Fotografía. Crea. Únete.


El hito humano en el concepto del tiempo cósmico. Juan Pablo Valdés

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Seguramente ya habréis leído o escuchado la ya centenaria frase “no somos nada” en funerales, aniversarios, licenciaturas, cumpleaños o noticias añejas. En verdad la miniaturización de la importancia del ser humano ha sido revelada y señalada en múltiples aspectos. Vivimos una pequeña fracción existencia, somos débiles, sin armas naturales, y somos un minúsculo grano de arena en el universo. Probablemente sea la muerte nuestro mayor aviso de humildad que podamos concebir y presenciar. En verdad no hay dios que nos pueda venir y señalar nuestra mortalidad tanto como lo hace un hecho que todos debemos enfrentar: muerte. Y la muerte llega con el tiempo, en realidad lo que mata es el tiempo a un ser vivo, no importa si hay o no accidentes, con el tiempo todos moriremos. No es concebible de hecho la inmortalidad, es una quimera fantasiosa del misterio de cada uno, culturas distintas, edades diversas. Y no obstante a este límite especifico, a lo poco que es el ser humano, es mucho. El ser humano no es ni más ni menos que otra especie de las millones que existieron, existen y existirán en la tierra. Ahora bien dentro de esta gran amalgama, es el ser humano el único que puede jactarse de tener la real noción y comprensión de lo que significa la existencia. En su breve lapso en la Tierra, el ser humano ha escalado con ayuda del


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razonamiento, de la duda y la aventura de imaginar escalones acelerados que lo llevan de una u otra forma a la comprensión del recipiente donde existe, el universo. En palabras de Carl Sagan, el ser humano es la herramienta por la cual el universo de conoce a sí mismo. ¿Y qué otra cosa somos sino un apéndice racional del universo mismo? Una parte por la cual revelar los abismos y fronteras de lo que no se sabe y lo que se busca por saber, el afrontar lo desconocido y con la humildad de alguien que por primera vez contempla una tormenta inmiscuirse en el cosmos, en el átomo y las fuerzas subatómicas. Pensemos un instante en la importancia de esta pequeña franja de historia de la Tierra, en este ínfimo segmento de la historia realmente universal y su significado. En lo cósmico de esta revelación. Porque debido a que no existe otra especie de esta inteligencia racional, debido a que no podemos conversar con otros, a que aunque sea natural que existan otras formas de vida y la posibilidad de que en una de ellas pueda desarrollarse vida inteligente y con la premisa de que no hay pruebas de tal fenómeno, por el momento estamos solos. Téngase presente por tanto el papel y el deber como parte de este gran todo. De que en medio de toda a nada de vida, en medio de los maravillosos y monumentales fenómenos de supernovas, agujeros negros, galaxias y polvo cósmico del espacio vacío, una especie germine de la tierra, el planeta Tierra, y pueda exclamar: soy el ser humano, existí y he conocido mi alrededor. Nadie hasta ahora puede decir algo semejante, nadie puede decirnos que no es así, fuera de nuestro mundo no hay absolutamente nada, y de la historia geológica y biológica no hemos sacado más que evoluciones naturales sin la escala tan repentina y elaborada técnicamente como ha llegado a ser la nuestra.


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Y es que en medio de este escenario, lo inmediatamente visto por nuestra huella ha sido una sucesión de desastres y malas actuaciones para el universo. Desde la prehistoria hemos sido capaces de actos como la guerra, el asesinato, la mentira, la violación a toda libertad de otros. La megalomanía de cada rey, el farsante de autobiografías religiosas, el descontrol de las multitudes iracundas y hambrientas, el pillaje, la persecución, la indiferencia de la desigualdad. Nuestro siglo precedente no nos evidencio otra mejor cara prometedora del futuro, dos guerras mundiales que acabaron con la vida de más de 60 millones de personas, y que al finalizarla nos equipamos para estar preparados para la auto aniquilación antrópica absoluta de nuestro planeta. Y no obstante todo lo anterior fuimos plenamente consientes en la elaboración de bellezas y hitos de grandeza que nos elevaron por sobre todo el resto de vidas: la música, el arte, las letras, la ciencia y más profundamente del amor. Es por esto que en medio de todo nadie más puede jactarse de este maravilloso y trascendental suceso. En medio del nacimiento de estrellas, la destrucción de galaxias, la proliferación de asteroides y planetas estériles, en uno en particular el hombre ha podido vivir plenamente consciente. Por esto, en medio del cosmos ya es un hito nuestra existencia.


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Santería en Agadez. Cula Álvarez

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“Esa noche calurosa de Abril la luna brillaba y se reflejaba en el lago. Me sentí atraída y vulnerable, extendí mis alas sin poder volar, estas se deshacen en un polvo gris dejando su estructura expuesta, unos segundos… y esta también caería. Mis antenas dejan de funcionar descalibrando los sentidos, se nubla la vista, sangre… no es mía”

Otra vez despierto con pesadillas, ya ni siquiera me pregunto qué significaran los sueños. He tenido tantas pesadillas que ya no me alteran, ya no asustan, son parte de mí, como lo es la piel morena, como lo es el pelo azabache y el verde en la pupila. Después del mal sueño siempre me visita la angustia, derivando en dolores estomacales severos que se someten solo ante calmantes y fármacos sin prescripción. No recuerdo el día en que empecé a tomarme el frasco como si fueran sorbos de bebida. Seguir durmiendo siempre es una opción, pero me supera el insomnio, también cuento con pastillas para eso. Mientras hacen efecto los “remedios” tengo tiempo para pensar, lo cual en realidad no me ayuda nada. Esperar debe ser una de las más tristes agonías, despertarse sintiendo que nada de lo que has vivido tiene algún sentido no es alentador para levantarte. Quizá esperar no sea tan trágico, pero esperar por algo que ni tu sabes qué es, eso duele. Empiezo a sentir como me difumino en el cóctel de relajantes, creo estar dormida… Después de la conversación sobre psicomagia en el “bar de Juan” con la Anita, accedo por fin a visitar a esas brujas de magia “blanca”, iré mañana, sin falta.

- Oye Anita, ¿Dónde me aconsejas ir para ver mi suerte?, lo que conversamos el viernes en el bar. – siempre sueno tan desagradable en el teléfono, tan apática. - Eehh, hola… pero no es ver la suerte, es psicomagia. - Bueno eso… decidí ir mañana, ¿me acompañas?. - No te puedo acompañar a las sesiones, tienes que ir sola, es parte del proceso necesario. – La Anita se pone tan seria cuando se trata de cosas esotéricas. - Bueno, dame la dirección. - Anota. Me esperaba algo medio apartado, pero no pensé que tanto. La dirección me llevó a orillas de la carretera, una casa blanca de pequeñas proporciones es el fin de mi búsqueda. Acogedora y muy simple, fue la primera impresión de la sala de recepción. Almohadones en el piso reemplazan las sillas, una alfombra muy gruesa roza mis pies que están descalzos desde la entrada, y una gran gama de artefactos “psicomágicos” colgados en las paredes de la sala adornan el lugar. - Magdalena, buenos días. - Buenos días. – no entiendo por qué sabe mi nombre. - Anita me dijo que venias así que te estaba esperando. - por eso sabe mi nombre, y el crimen está resuelto. - Si, que chismosa la Anita. – esbocé una sonrisa -


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Bueno, no sé cómo empezar, nunca he estado en algo así antes. - No te preocupes, no hay nada raro que tengas que hacer. Cuéntame tu problema, ¿por qué viniste hasta acá?. Le conté vagamente lo que me sucede, obviando algunos detalles vergonzosos, que no tiene por qué saber, como mi adicción. - Necesitas una metamorfosis, algo que de un nuevo comienzo en tu vida. ¿verdad? – dijo acomodándose en su colchón, para darle naturalidad al asunto. - Si, algo así. - Ok, piensa en una mariposa. Antes de ser una mariposa esta era una larva, la cual se encierra en un capullo para su gloriosa transformación. En estos momentos, comienzas a entrar en tu capullo, desde el momento que entraste acá comienzas tu transformación. - ¿Y que se supone que tengo que hacer para transformarme? ya comenzaba a sentirme incómoda. - Bueno ese proceso se cumple durante las sesiones que tengamos. – eso fue todo lo que necesitaba para perder total atención a la mujer. - Pero siempre hay un episodio que simboliza el cambio. - Exacto, durante las próximas sesiones debes traer algo que consideres hermoso. Finalmente debes

destruirlo, dejando atrás todo lo anterior, esto simboliza la transformación y la nueva vida que tendrás. La sesión se extendió durante cerca de una hora. Al salir ya tenía claro que no volvería a ir a ese lugar. Mientras camino hacia la carretera, mi atención se posa sobre una pequeña casa, un nombre en su puerta es la razón, “Agadez”. Mientras camino, una mujer oculta tras un portón me sale al paso. - Magdalena, ¿qué tal la sesión?. – Ahora veo que la Anita parece que le contó a todo el mundo que venía. - Hola, ¿quién es usted?. – no me gustan los extraños. - Miranda, una amiga. ¿y qué tal la sesión con mi hermana?. – ahora entiendo el parecido entre ambas. - Eehmmm… bien. – la mujer sonrío en el acto. - Creo que yo podría ayudarte más con tus problemas – dijo mientras se apoyaba con su cuerpo en el portón. – claro que lo mío no es la psicomagia y esas cosas, ¿conoces la santería? - No, ¿es algún tipo de magia negra?. - Eehhm… puede ser, pero es mucho más efectiva. Si quieres puedes entrar, te cobraré solo la mitad. Sin muchas negaciones entré. En esta casa ya no hay artefactos “psicomágicos”, a cambio


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encuentras velas de todo tipo encendidas, tampoco hay alfombras, la tierra está en contacto directo con mis pies. Sin decirme palabra alguna la mujer me invita a sentarme en un círculo pintado en la tierra y adornado con cirios rojos. Una música de raíces africanas comienza a inundar el lugar con tambores y palabras que no entiendo. Sin ningún tipo de conversación la mujer comienza derramando un polvo en un fuego que arde en un pequeño altar, desatando un humo incontrolable y desagradable. Luego comienza a bailar y a desnudarse al ritmo de los tambores. La verdad no me desagrada la exposición, un collar es lo único que cubre su cuello sonando al ritmo de la música, mientras su cuerpo se mece en el desenfreno hasta caer en un trance del cual me hago parte. Los ojos de la mujer parecen estar perdidos, y su cuerpo me provoca, mientras baila se me acerca finalizando con un beso. En el acto me dijo “tienes 3 días para destruir algo hermoso, y el tiempo es Salí del lugar algo confundida, algo excitada, pero con la misma angustia de siempre. Destruir algo hermoso en mi mente… Ya van 2 días desde aquella sesión y no hay ningún cambio, quizás deba hacer caso, aún tengo 12 horas, ahora la pregunta es qué destruir. Llevo muchas cosas al viaje al lago que planeamos con

la Anita para hoy, desde juguetes hasta fotos, pero nada me parece primordial. Anita y su pololo arman la carpa y aún no sé qué es lo hermoso, espero no salirme del margen, aún me quedan unas horas. Cae la noche y mi paseo solitario por el lago no logra aclararme. Vuelvo a la carpa y me encuentro la pareja teniendo sexo, mi mente se aclara, y comienzo a recordar los tambores y el cuerpo de esa mujer moviéndose entre voces difusas, vuelvo al mismo trance en “Agadez”. El amor es la respuesta. Mientras la música suena en mi mente un cuchillo corta la garganta del novio de Anita, casi no escucho los gritos, corro por el lago en busca de mi próxima víctima, aún tengo tiempo, aún tengo tiempo… Dos cuerpos en la orilla del lago me demuestran que cumplí con la misión. La escena de mi pesadilla se pone ante mi mente, soy una mariposa en una última transformación. La Luna dejó de atraerme y la angustia dejó de atacarme, ya no necesito alas, ya cumplí con el tiempo, y cumplí con Miranda, ahora me siento viva y puedo comenzar.


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recomienda


Buena Vista Social Club

Buena Vista Social Club 1997

Sueños de Libertad. Frank Darabon (Director) 1994

El Perseguidor

Julio Cortázar. 1959, (Las Armas Secretas) 47

Sabroso. Suena añejo. Siento que es un enorme relajo escuchar un tema cantado por Compay o Ibrahim en alguna fiesta casera. Es un relajo al oído, y a la vez que, lo admito, me hace mover los pies. El entusiasmo del músico gringo Ry Cooder provocó Buena Vista Social Club, una reunión de varios próceres cubanos como locos para la música. Es que resulta que el Buena Vista Social Club, por ahi por la década ‘40 ~ ‘50, fue un club social de La Habana, donde la temática era el baile y la música. Muchos de los integrantes de Buena Vista son de ésa época. El resultado de esa reunión es este discazo. Celebro el notable inicio del álbum: “Chan Chan”, con un ambiente suave, caluroso, anunciando que el disco claramente propone una experiencia muy interesante. Para la buena fiesta, “El Cuarto de Tula”, “Candela”. Para dedicar, “Dos Gardenias”, una canción realmente sinceramente preciosa. Básicamente porque puede pasar todo el tiempo que se quiera, pero este disco siempre tendrá un peso. Un peso de un buen grupo de formidables músicos cubanos reunidos. Disponible también el DVD, que es documental de la preparación del disco. Mis más profundos respetos a la calidad humana y musical del grupo. In memoriam a Don Compay Segundo. D.A.G.V.

En la historia de los premios de los OSCAR se ha cometido alguna que otra injusticia y para mi una de ellas ocurrió con esta película en el año 1994, que siendo siete veces nominada no obtuvo ninguna estatuilla. Pasado el tiempo recibe los aplausos y consideraciones de los amantes del 7º arte. El tema carcelario tiene muchos adeptos entre los cinéfilos, habiendo llevado en numerosas ocasiones, pero nunca de una forma tan magistral como en esta ocasión, secuenciando los conflictos de una forma ordenada ganando interés a medida que va transcurriendo la historia.

El tiempo es abstracto. Tratar de explicarlo más allá de una magnitud física es muy complejo y resulta que lamentablemente es mucho más que una de las partes de un problema cuántico. Eso bien lo sabía Julio Cortázar cuando tuvo la maravillosa gran visión de “El Perseguidor”. El Perseguidor es uno de los cinco cuentos que forma parte del libro “Las Armas Secretas” y me incliné a recomendar sólo este cuento en vez del libro completo por la capacidad tan fácil que tiene de sobresalir del resto.

El tiempo puede pasar y no en vano, esta magnífica película deja más de una moraleja, no sé si es eso lo que me gusto de la película pero sin dudas es un clásico que hay que ver, como después de algo tan macabro, siempre se puede hacer algo mejor. Es difícil poder decir más argumentos de una película que simplemente es excelente, decir más sería una injusticia para la obra, este film sin dudas puede provocar más de una catarsis en cada uno de nosotros, por ahora solo véala…

Bruno es un periodista y crítico de música que se encuentra realizando una biografía de un saxofonista muy famoso llamado Johnny Carter, quien le debe a esa gran fama y a la adicción a las drogas sus constantes trastornos emocionales, adicionándole un delicado estado psicológico. Su refugio es la música, el jazz, en el que busca crearse una realidad propia, donde el tiempo cronológico ya no lo determine más una manecilla de reloj sino las notas de su saxofón. Y como el tiempo se encarga de transformar todo en recuerdo, Johnny pasa los segundos como si fueran horas evocando su pasado y a sus amigos. Mucha de la atemporalidad en la que vive se la debe a la gran soledad que lo rodea, aunque halla cientos a su lado glorificando al cielo sus jam sessions. Mientras escribe, Bruno hace críticas en contra de su accionar y hasta lo envidia, pero hay algo que no puede envidiar: el gran dolor en el alma de Johnny cuando dice “esto ya lo toqué mañana”.

R.G.O.

S.S.S.M.

Excelente interpretación de Tim Robbins “Andy” y de Morgan Freedman “Red”, que acentúa a un gran prestigio a estos dos actores. Sin olvidar alcaide (Bob Gunton) que bordó su papel, siendo este menos vistoso ya que el personaje durante la trama no está identificado con el espectador, debido a la crudeza del papel que desarrolla.


pr贸ximo n煤mero:

la rabia.


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