Revista Jalea 7

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Los Miserables, en entrevista con Revista Jalea: “La gente no se educa y sólo se conforma”.


® Jalea es una publicación de Les Sardines. Los derechos se reservan según lo señalado en Creative Commons. Los textos son de cada uno de los autores señalados, reservándose cada uno de sus derechos; Editor: David Guerrero Valenzuela. Redacción: Cula Álvarez Villegas, Natalia Oróstegui Burgos, Juan Pablo Valdés Guerrero, Pía Arellano Moraga. Website: Andrés Correa Guerrero. Fotografía e imágenes: David Guerrero Valenzuela a excepción de las señaladas: página 12 por Francisco Vega; página 17 por Karla; página 25, fotografías proporcionadas por José Emilio Cea; 26 y 27 por Camila Madariaga; y páginas 10, 28, 32 y 38 encontradas a través de Google. Contacto: revistajalea@gmail.com | twitter.com/revistajalea | facebook.com/revistajalea www.revistajalea.com


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Editorial.

David Guerrero Valenzuela

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Editorial.

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Los Versos del Gobierno.

Sara Silva

La Indiferencia, según Los Miserables.

Rocknrolla Gutiérrez

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No me preguntes a mi. Francisco Vega

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La Nada Indiferente. 0010110

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Ciclo de calumnias hechas de forma autodidacta.

Bandas.

ASOMA + Jalea

6.854.196.000. Camila Madariaga Poema.

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Reflexión.

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Gabriel V. Sáez

Fotografías.

Ilustración.

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La Indiferencia. Reflexión.

Entrevista.

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Carla Castillo Cuento.

Décimas.

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La pipa de la Indiferencia

Pasaje Número Tres. Elena

Cuento.

30

Rocknrolla Gutiérrez

Donde no miramos, violentamos. Cerozoom. Reflexión.

Reflexión.

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Ley del Hielo. Karla

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La mirada de Mateo. Doménico Mora

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Cuento.

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En no pensar (o La Indiferencia). Hualpén Suárez

Ejercicio número ninguno. Hualpén Suárez Reflexión.

No somos hijos de esta democracia. Silvia Gutiérrez Crónica.

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Despoticus, el fenomeno de la indiferencia de ricos y pobres. Juan Pablo Valdés

Poema.

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Daniela Vergara Poema.

Ilustración.

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Mi desprecio, tu apatía.

Ensayo.

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Jalea Recomienda. Cea, 0010110, Silva Disco, Película, Libro.


Editorial. David Guerrero Valenzuela Muchos viejos (que en realidad no lo son tanto, pero eran mayores en los noventas) se refieren a la juventud con una frase muy característica del tenista Marcelo Ríos: “No estoy ni ahi”. Precisamente en los noventa, algunos noticieros incluso nos bautizaron como la generación “no estoy ni ahi”. Qué paradoja. Qué error.

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Esa década, políticamente, se trató de la época de post dictadura. Todo estaba bien, aunque no lo fuera. Pero por el sólo hecho de estar viviendo ese nebuloso sueño llamado democracia, hacía que todos los problemas no importaran tanto. El dictador se había ido. Había vuelto al congreso, pero se había ido de nuevo, y había empeorado de salud. Lo retuvieron en Inglaterra, y luego de dar jugo por harto rato, murió. La Concertación hizo lo que quiso, total eran la alegría que había llegado. Esa década, económicamente, fue pujante. Se nos vendió la pomada de que Chile crecía a pasos agigantados, jaguares de latinoamérica y cuánta cosa más. ¿Crisis Asiática? Chile parecía estar bien preparado. Afírmense por la turbulencia y chao. Esa década, socialmente, experimentó una explosión en las tendencias, la televisión se apoderó del lugar que le correspondía, con programas estupidizadores. Apareció la farándula, desapareció el Profesor Rossa. La indiferencia como concepto es interesante de desmenuzar. La siempre mal ponderada opción de la ignorancia. Dicen que en la ignorancia está la felicidad. Y es éste factor me parece preocupante. Precisamente nos quieren como la generación “no estoy ni ahi”. Precisamente les molesta que a nosotros no nos gusten determinadas cosas y salir y hacerlo saber. Precisamente no nos interesa el modelo del Chino Ríos. Nunca fuimos eso. Sospecho que el fenómeno postdictadura que nos reflejaban los grandes sobre nosotros, (que éramos más chicos) nos llevó a tener una infancia linda, indiferente. Pero ahora se supone que tenemos el criterio formado. Lo siento, señores poderosos, pero indiferentes no somos. Si estamos ahi. Y ahi. Y allá. Y sobre ti. Mirándote. Hueveándote. Con los cinco sentidos, enteros. La revista de éste mes la dedicamos para la gente que precisamente no es indiferente, y está en las calles manifestándose. La nueva edición de Jalea, tratará el tema de “La Distancia”. ¡Disfruten y aporten!


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“Movement”, by Carolina Rs Rz.




Los Versos del Gobierno. Sara Silva San Martín

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I ¿Qué me importa que tu hijo no estudie, si mi auto es del año lleno de joyas mis manos paso las penas en High Clubes y vivo soñando en las nubes? ¿Por qué me tendría que preocupar, si a mis hijos yo les puedo pagar los mejores colegios y aficiones? Tu problema es hacerte ilusiones con que ésta sociedad puede cambiar. II La Clase media está predestinada. No hay por qué marchar, saltar, gritar o protestar. Hay que aceptar que está condenada a vivir siempre endeudada con tarjetas, créditos y rebajas. Media-Alta, Media-Media, Media-Baja. La Media-Media es la que más sufre, pero a mí poco es lo que me urge si de la situación no puedo sacar ventaja. III RESISGNACIÓN es la consigna de ustedes, mientras los ricos nos hacemos más ricos achicando así el abanico de las personas que tenemos el poder adrede, generando afianzadas redes entre amigos, jefes y gerentes. Lo digo así, abiertamente (porque en algo hay que ser honestos) y que no les dé desaliento, que manejamos sus impuestos muy afectuosamente.


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La Indiferencia, según Los Miserables. Entrevista de Rocknrolla Gutiérrez

“La gente no se educa y sólo se conforma”.

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Chile está pasando por un momento histórico. Las manifestaciones de todo un pueblo en las calles clamando por sus derechos no ha dejado indiferente a nadie. Menos a la banda de rock-político más importante de nuestro país. Son Los Miserables, que a dos décadas de su formación siguen aún mas vigentes con un nuevo disco a punto de lanzar: “Chile S.A.” es la nueva propuesta de la banda que dejó un espacio entre grabaciones y tocatas para conversar con nosotros.


¿En qué están Los Miserables en este momento, cuando hay un país movilizado? Tratando de aportar en lo que se pueda, apoyando a los chicos, en lo que más podamos, pero solamente eso, pues este movimiento es sólo de ellos y no hay que politizarlo ni nada. Creemos que a eso se debe la simpatía que genera. Chicos, ¿Qué es la indiferencia para ustedes? Es parte de la ignorancia. Creo que todo parte porque la gente tiene miedo o paja a informarse, y siempre sale un “no estoy ni ahí”. Pero es más por mala información… O simplemente la gente no se educa y sólo se conforma. ¿Cómo interpretan la apatía de la clase política, a los temas puestos hace un montón de años en sus canciones? Es fácil: los políticos son los dueños eternos de este país. Las mismas familias aburguesadas tanto de izquierda como de derecha. A todos sólo les preocupa producir y mantener a sus “trabajadores” tranquilos. Les da lo mismo mejorar, pues por largos años han vivido así, a costa de la clase obrera. ¿Cómo ven el movimiento social, estudiantil, como manifestación del pueblo, hasta dónde creen que llegará? Ojala llegue a conseguir lo que históricamente no se ha conseguido, y ojala no se politice… pues son los mismos políticos de siempre los que se quieren colgar de este movimiento para revivir sus consignas añejas que nunca lograron nada.

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¿En el próximo disco de Miserables, Chile S.A., con qué nos encontraremos? Con un disco con rabia, desilusión y a la vez fuerza es muy difícil sobrevivir con rock entre tanta mierda de cumbia que hay. Es un disco que se podrá descargar desde la página de la banda y también se venderá en formato CD a precios muy populares. ¿Qué sentimientos les genera que todas las acusaciones que han hecho en sus canciones, estén siendo descubiertas por la mayoría de los chilenos?, y con eso me refiero casi a la totalidad del disco Alegría y Subversión, y a toda una historia de música ligada a desenmascarar a los verdaderos delincuentes. Es reconfortante, sobre todo porque mucha gente nos trató de vendidos, los comunistas nos dicen anarkos, los anarkos nos dicen fachos, los fachos nos dicen comunistas, en fin, sólo somos una banda que dice cosas, una banda que se denomina de izquierda, pero de la izquierda antigua la de los ‘70, no esta “Whiskierda” burguesa de hoy, y siempre cantamos lo que la gente sentía en el momento.

¿Cómo sienten la indiferencia de montones de pares músicos que no se involucran con los temas país?

Por último, ¿qué le dirían al Presidente de la República?

La mayoría de los músicos chilenos se creen el cuento de “artistas” y solo aparecen cuando hay cámaras o flash. Cuando tocan para los estudiantes es sólo cuando los contratan para las fiestas “mechonas” a muy buen precio, luego sólo mandan saludos por sus páginas web o Twitter.

Qué se le puede decir a un tipo que sólo por capricho se mete a ser político, a un tipo que sólo sabe de negocios, que no tiene cultura, que todo lo mide en porcentajes... Sólo le podríamos decir que se vuelva a sus empresas, y gracias por demostrar que ¡¡¡¡¡la derecha no sirve para gobernar!!!!!


No me preguntes a mi. Francisco Vega

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La Nada Indiferente. 0010110

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Me recuerdo una imagen en especial ocurrida hace unos años atrás. 31 de octubre en la noche, ya sabido que los infantes salen a por sus dulces y por un momento gratificante mezclado con la mística plástica estéril de una actividad que en la forma puede considerárselo nefasto, pero que en el fondo pasa a ser un espacio de socializad en los pequeños, sus padres y vecinos. Volviendo a la retrospectiva, me encontraba viendo tele, ya tenia 16 años así que hace varios años ya no era partícipe de la reencarnación de brujas, vampiros y zombies, sólo veía tele, esperaba alguna película de terror de un ciclo de terror en algún canal de cable, y esa vez no había carrete que me evitara presenciar lo que se produjo: tocaron la puerta, y como estaba solo en casa y sin dulces que entregar, fui a abrir con el fin de que no me molestaran, que me dejaran tranquilo en mi situación de inoperancia (o pereza o aburrimiento), cuando eran dos pequeñas hadas, una que me llegaba a las rodillas, otra hasta mi codo, pidiendo dulces. Ya en su esencia la escena era extraña, en el condominio de apenas 12 casas mi hermana y yo éramos los únicos menores de edad en ese entonces que vivíamos en ese lugar, por lo que podría haber sido indiferente con esas hadas que llegaron de sopetón a mi puerta. Al decirles que no tenía dulces, la verdad mirando a la madre de ambas excusándome cordialmente, el escenario cambió completamente, como si incluso los colores de las ropas rosadas, los cabellos castaños de las pequeñas,

la ropa azul de la madre, los ojos fijos y persistentes, todo hubiese sido puesto en una olla roñosa de cual bruja pueda ser imaginada, y mezclada con sapos y culebras, haya resultado una mezcla amarga y difícil de ingerir, pero que inevitablemente tenía que beber. Las hadas ahora eran sólo niñas, niñas que dejaron de estar alegres, con algún suspiro bajo, sus ojos mirando a la nada, siendo despertadas de su letargo. La madre sólo le quedó mirar a las niñas, decirles que no importa, que iban a seguir buscando dulces (discurso que se sobreentendía como una búsqueda ya infructuosa), y así como llegaron, adivinen, se fueron, se esfumaron entre la penumbra de la calle y el color café de la puerta que inundaba la imagen. Me volví a sentar a mirar la tele, pero ya no miraba nada. No podía seguir mirando después de aquello. No podía sobreponer mi indiferencia frente a la sensación que aquella familia emanaba y que colmó la casa, como si hadas de verdad hubieran sido. Sin embargo, no hice nada al respecto, sólo me quedé sentado. Para las mujeres fui el ogro que con su avaricia doblegó la ilusión de tal ocasión. Para mí, una escena que no he podido eliminar de mis instantes, instantes que en la búsqueda de detalles, que han concluido de forma similar. Síntesis: indiferencia para unos, apego y dependencia para mí.


No mede Ciclo preguntes calumnias a mi. hechas de forma autodidacta. Francisco Vega Rocknrolla GutiĂŠrrez

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indiferencia con la televisión, la prensa en general y las multitiendas ellas deberían rendirse ante todos nosotros, pero claro eso no pasará. Nos gusta la maldita cajita rectangular, que promueve todo lo que nos molesta, así que busqué las mejores frases en Facebook y esto es lo que encontré: “yo odio a los violadores, pero me gusta la nocturna de TVN”, “me carga la gente tonta, pero voy el sábado a la disco a ver a los chicos Yingo,” “no al abuso animal, pero casualmente el circo Los Tachuelas es el más visto en Chile”, “todos contra la estafa de las tiendas, pero hay más gente comprando en ellas que ciudadanos 15 marchando por educación de calidad y sin lucro”.

Sin duda la frase más escuchada en los últimos tiempos con respecto a la política y sus vueltas, la puta apatía con lo que nos rodea y la descalificación de la vida diaria producto de la ignorancia, sí, digo ignorancia, pues creo que la mayor parte de las personas que dicen la madre de todas las frases respecto a la indiferencia “no estoy ni ahí”, es simplemente producto del poco conocimiento de temas tangentes o coyunturales o, simplemente, para evadir responsabilidades individuales que aquejan a la sociedad entera. No hablemos de fútbol, política y religión, la verdad me importa muy poco si los curas violan niños, si los políticos me roban o si el balompié es un negocio. Prefiero llevar mi vida tranquila, sin preocupaciones. Hasta que llega el momento en que tu problema le es indiferente al resto, es ahí cuando reclamas, cuando necesitas la fuerza de muchos para poder conseguir el éxito de lo que sea. Pero es endémico, funcionamos de esa manera tan impasible, y nos cagamos en quien piense lo contrario. Y es paradójico puesto que si nos interesa mucho el morbo, es complejo sospechoso y contradictorio que el maldito concepto de solidaridad esté tan anclado en nuestras vidas, casi como un ideal de lucha y nos sea indolente el cómo solucionar los temas de raíz. Cuando empecé a escribir esta columna siempre supe que sería difícil criticar la indiferencia, sé que todos caemos en actos de pereza con los otros, pero mi teoría es más simple y menos rebuscada que algo intelectual, si utilizáramos la

Por años las cosas no han sido distintas, nos sumergimos en la misma rueda cíclica que nos entorpece y nos vuelve indolentes a las frustraciones de la masa. El pueblo es subyugado por los mismos de siempre, pero no nos importa, seguimos alimentando las ansias de poder de un grupo que representa las inquietudes de millones de personas con la expectativa de que esta vez las cosas cambiarán, con las esperanzas puestas en los verdaderos enemigos, aquellos que sin piedad nos mienten y engañan para satisfacer sus egos y cuentas bancarias. Pero no se preocupe usted siga en lo suyo, ojalá le aprueben un crédito bancario y se compre la casa más linda, el auto del año, y pague por la educación de sus hijos en algún colegio con nombre extraño y muy particular. Siga conmoviéndose una vez al año y rompa el chanchito frente a las cámaras, siga el juego, aumente las desigualdades exigiendo que los pobres vivan cada vez más lejos de su ventana, préstese para que la educación pública siga perteneciendo a los ricos, y los hospitales sean sociedades anónimas. Y ¿sabe qué? Es muy fácil, sólo debe seguir mirando al suelo cuando un niño pide ser enseñado y un profesor marcha por un aula en condiciones, aléjese de los obreros que luchan por garantías mínimas laborales, exclúyase de cualquier movimiento terrorista de los universitarios que luchan por sus hijos, por los de ellos y por los míos. En realidad, nada de lo que diga causara efecto, este día y todos los demás serán tan iguales cada mañana y tan deprimentes cada noche…


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Escribe. Dibuja. Opina. Ilustra. Fotografía. Crea. Únete.


Ley del Hielo. Karla

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La mirada de Mateo. DomĂŠnico Mora

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Mateo comió un poco de la comida de su plato, estaba inapetente. Caminaba despacio y recto, y casi sin esfuerzo saltó al estante. Era el puto amo del lugar. Movía su cola blanca majestuosamente, esquivando muñequitos de porcelana, y sus ojos despectivos miraban sin mirar. “I don’t give a single fuck”. Saltó desde el estante, aterrizando en el tosco sofá de la Vieja Carla. Ella estaba sentada al otro extremo del sofá, inmóvil. La salita estaba decorada con papeles murales sesenteros. De líneas rectas y diagonales rojas y naranjas, sobre un podrido color amarillento. Cortinas cerradas. Una lámpara vitraux estaba encendida en una esquina, al costado del sofá, alumbrando débilmente el lado derecho de las arrugadas facciones de la Vieja Carla. Al medio de la salita, una mesa de centro, superficie de vidrio y patitas encorvadas de acero. Sobre la mesita, cientos de fotografías familiares sobre carpetas tejidos a crochet, todas apuntando al sofá. Al otro costado de la salita, un equipo Aiwa noventero, con cinta adhesiva en las caseteras. Sonaba la Bio-bío, el eterno Mosciatti ahora despellejando a un Senador.

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Mateo observó las fotografías. Rostros felices, vidas pasadas. Trajes de baño, personas abrazadas, niños y matrimonios. Algunas a color, algunas en blanco y negro. Mateo miró, siempre sin mirar. Su desinterés lo llevó a notar una delgada capa de polvo sobre los portarretratos, sobre la mesita. Sobre los muñequitos de porcelana. Sobre el estante del que saltó. Lamió su pata. Su entrepierna. Respiró el aire que súbitamente lo notó viciado. Giró sus orejas, luego su cabeza. Caminó por sobre el sofá, en dirección a la Vieja Carla. Ella seguía inmóvil, mirando al frente, con una tacita vacía en su mano derecha y el platito en la izquierda. Mateo se detuvo. Miró los muslos de la anciana, y de un salto se encaramó. La tacita y el platito cayeron al suelo. Mateo miró a su ama, sin mirarla. Su desinterés lo llevó a notar una delgada capa de polvo sobre sus manos, sobre su ropa, sobre su desfigurada cara. Mateo giró y se echó sobre el cadáver de la Vieja Carla. Miró al frente, con sus ojos incólumes, despectivos. Movió su cola majestuosa. Y durmió. Mientras tenga comida en su plato, no le importa ni una huevá.


En no pensar (o La Indiferencia). Hualpén Suárez

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No tengo tiempo para esperar A la paciencia No hay minutos Y la historia se forja A mi lado El paisaje ha variado Ya no hay lagunas Para remojar la vista. Quizá pasaré luego Cuando ya no me importe Ni la gente Ni mi vida Ningún lugar es tan perfecto Como aquellos espacios de la mente.


Ejercicio número ninguno. Hualpén Suárez

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“Un anacoluto, la historia de mi vida. El canto de una época en curso transformada en mi nombre. Hagan de sus oídos lo de Juan Luis, voltear dicho órgano para que solo escuchemos el silencio, no nada, el silencio. La reunión de palabras, querido lector, el montón de letras ubicadas en un espacio arreglado y dirigido, atrayente, estilizado, que es esto y los otros montoncitos (las otras rumitas de letras). Esta es mi forma, un aparecido, el fantasma de las maneras fonéticas infinitas del nombre de Shrek. Quizás ya es muy tarde para dejar de leer, la suerte esta en que esto es mucho peor que aquella coprofagía del órgano volteado que sigue las recomendaciones de un sordomudo que le susurra al oído. Es una paradoja, además mi nombre. Si no decís nada, mejor no lo hagáis y si sí, bueno, llena un vacío, un nombre en la lista, un Dios en la fe, una butaca de algún cine. Quizás ya es muy tarde para dejar de leer, a menos que sean las instrucciones de cómo nacer de nuevo. Mi nombre es un solecismo y cumplo la misma función que la estructura entre una universidad y Paicaví, a orillas de la laguna “Las tres pascualas”.”


La Pipa de la Indiferencia. Carla Castillo

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Te hablo, al parecer no escuchas, te toco, al parecer no sientes, apagas tu pipa, toses, me miras y sonríes. Paso mi mano por tu cara a modo de lograr una caricia, pero tus ojos siguen impregnados en el televisor y tan sólo al contacto, me esquivas. Dices ver la araña bajo el mueble otra vez, haz fumado, me asustas e intento hablar de otra cosa. Te observo mientras duermes, estás tan quieto, tan tranquilo, eres irresistiblemente hermoso, me acurruco a tu lado y te abrazo, tomas mi mano y cierras tus ojos para seguir con tus sueños. Vemos el mismo programa a la media noche, me llamas para que me acueste, intento buscar tus labios sutilmente siempre insinuantes para que tú seas quien me bese. Me duele otra vez el pecho, no lo soporto, las lágrimas caen, he decidido abrir la botella de vino que me regalaron, la ocuparé para embriagarme y dormir, así no pensaré en ti. Tres de la tarde, te escuchas preocupado y algo ebrio me confiesas tener pena, una hora más tarde entro a tu cuarto estás roncando y tapado hasta la cabeza, es verano el aire está caliente y sofocante, abro la ventana, pero es peor. Lloras desconsolado, intento calmarte con algunas palabras vagas sin saber la razón de tu tristeza, limpio tus lágrimas, sufro tanto al verte así.

Llueve muchísimo, nos ha tocado la mala suerte de venir un temporal justo el día del concierto que esperábamos tanto, estamos empapados y el viento sopla como nunca aumentando el frio, intento ocultarme de la madre naturaleza acercándome a ti, pero me das la espalda y enciendes tu pipa. Es invierno, es de noche y una espesa neblina inunda la ciudad, lo noto al mirar por la ventana. Te quiero - ni siquiera me miras - ¿no vas a decir nada? - esas cosas nacen; es tarde te doy la espalda, prefiero dormir. El día está iluminado, es una mañana de verano estupenda, bajamos del colectivo, caminas mirando siempre el suelo, escuchas mis reclamos pero no contestas. Ya no puedo seguir así- ¿así como?-me siento mal, es mejor dejar las cosas hasta aquípero…yo te quiero, me abrazas, me das un beso en la mano, camino y me alejo. Te escribo para que no sigas siendo indiferente a lo que siento, han pasado meses, sólo ahora puedo decir que te amo, intente demostrártelo pero nunca te diste cuenta.


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La Indiferencia. Gabriel V. Sáez

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Aunque uno quiera pensar en el mundo como el lugar ideal, donde la hermandad y fraternidad son los valores predominantes, donde la solidaridad es el motor de las acciones humanas, la verdad, es que no lo es. No digo que estas actitudes sean inexistentes, pero siendo realistas, son escasas, por decir lo menos. La verdad de las cosas es que el mundo en el que nos movemos es un lugar hostil, individualista, no muy diferente de lo que es la selva. Tal como los animales, nosotros salimos diariamente a pelear por lo que es nuestro, sin piedad ni compasión. El débil se queda atrás y es así como vamos día a día construyendo una sociedad más desigual y más competitiva. En un mundo donde las cosas materiales e intrascendentes son las importantes, un lugar donde la posición en la cadena y las apariencias son nuestras preocupaciones. Vivimos día a día fuera de nosotros, con miedo a mirar dentro, buscando en los numerosos distractores la escapatoria a nuestros sentimientos, llenando con bullicio nuestra cabeza y espíritu, para no escuchar las voces internas que

nos llaman a ser humano, voces de sabiduría que nos haría bien escuchar para entender el mundo que nos rodea, primero entendiéndonos a nosotros mismos. Pero preferimos no entender, el saber la profundidad de las cosas nos trae tristezas, al descubrir como funciona todo, como dice Gracián: “…el que añade sabiduría, añade amargura…” En un mundo así no nos queda más que seguir con la cabeza bien agachada, los dientes bien apretados, temiendo siempre a los que nos rodean, ya que son nuestros enemigos por definición, dado que se encuentran en la misma lucha. La indiferencia, en el mejor de los casos, nos proporciona una salida pacifica al lidiar con nuestros propios demonios reflejados en aquellos a quienes ignoramos. La palabra hermano quedará cada vez más fuera de uso. La palabra solidaridad saldrá paulatinamente de nuestros vocabularios. La indiferencia nos ayuda a avanzar sin peligros, sin lastres, sin ataduras en nuestro camino a la victoria.


Charro NuĂąez.

Five to One. 25

CĂ­rculos de Furia.

Mario Parra junto a Gonzalo Pincheira.

Sewria.

Zapatilla de Piano.


6.854.196.000. Camila Madariaga

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Pasaje número tres. Elena

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Mientras Alicia caminaba por una de las angostas calles de Torca, una pequeña ciudad escondida de un país que no vale la pena mencionar, el día ya se estaba terminando. Las luces comenzaban a prenderse una por una como si supieran que ella iba avanzando y debían iluminar su camino. Todos los días Alicia pasaba por ese pasaje que le quedaba de camino hacia donde se dirigía, su casa. Una casa más bien grande donde vivía junto a su familia: padre, madre y dos hermanas chicas, una más revoltosa que la otra. Ese día que volvía de su trabajo, no tenía por qué ser distinto, pero lo fue.


aquel día. Los recuerdos de esa única vez que lo había visto la calmaban un tanto, ya que aquel día sí la había mirado, sí le había sonreído y lo que ella había sentido ese día estaba segura que él también lo había sentido. Pasa que dado el tamaño de la ciudad, no habían personas que no se conocieran y que no esbozaran un sonrisa en señal de saludo a la hora de toparse con otra, en las mimas calles en direcciones opuestas o acompañándose en la misma dirección. A eso de las siete de la tarde, Alicia recorría el pasaje número tres, contando desde la avenida hacia el cerro, como de costumbre. Estaban las mismas tres casas de la derecha, el mismo kiosco de diarios a la izquierda, justo al lado de la florería, que ya se encontraba cerrada. Todo era exactamente igual al día anterior y al anterior. Sin embargo, alguien venía caminando en dirección opuesta. Era un hombre, de mediana estatura, pelo negro y mirada pegada al suelo. Alicia, hizo memoria y estaba segura de que lo había visto en otra parte, no sabía dónde ni cuándo, pero le era muy familiar. Continuó caminando, lo miró fijamente para saludarlo y sonreírle como era de costumbre en el pueblo. Cuando estaban ya muy cerca el uno del otro, éste pasa por su lado sin siquiera levantar la mirada, con sus pasos firmes y tal vez un poco más rápido aumentando el ritmo que venía trayendo. Alicia quedó perpleja. No entendía que había pasado. Su cara era de desconsuelo en los primero segundos. - “¿Qué se cree este tipo, que ni siquiera levanta la mirada para saludar?, para decir un ¡Buenas noches!, un ¡Qué tal! o por último hubiese asentido con la cabeza como señal de cortesía, que se yo… Seguro que no es de aquí, ¡afuerino levantado! -pensaba Alicia mientras continuaba su camino, sin mirar atrás- ¡arrogante!. No sabía por qué le había molestado tanto el hecho de que no la hubiese saludado. O tal vez sí lo sabía. En sus recuerdos estaba la vez en que lo había visto, bajando de un barco, era primavera. El sol estaba tibio, y sus miradas se habían cruzado por largos segundos. Lo encontró lindo. Y nunca más lo había vuelto a ver, hasta ahora. Sí. Por eso le había molestado tanto el que no la saludara. Alicia continuó caminado, mientras en su cabeza volaban las palabras de rabia por lo sucedido

Cuando llegó a su casa, sus hermanas chicas se lanzaron encima de ella para saludarla, entre cosquillas y risas, se acercó a saludar a sus padres y se sentó en el sillón que quedaba justo frente de la televisión. Ya era la hora del noticiero y la once estaba servida. Se hizo un té como de costumbre y comenzó la clásica conversación familiar. Hablaron del cumpleaños de la Tía Mónica que ya se acercaba y lanzaban ideas de regalos posibles, hablaron de política un tiempo corto, de fútbol otro poco y 29 cuando el tema de conversación era el colegio de las “niñitas”, como les decían tiernamente a las hermanas chicas, se escuchó en las noticias que mencionaban la ciudad de Torca, por lo que la atención de Alicia y la de su familia se volcó hacia la televisión: - El día de ayer a eso de las cinco y media de la tarde falleció el joven escritor Mauricio Caro, en la ciudad de Torca, su lugar de origen, al cual se había dirigido para pasar unos días de fin de semana con su familia. El trágico accidente ocurre dentro del barco en el cual había abordado para regresar a la ciudad donde vivía. El barco sufrió un desperfecto técnico y ardió en llamas. Dentro de las pertenencias que se lograron rescatar, se encuentra el último libro que estaba a punto de publicar, denominado “Pasaje número tres”. Dicho libro, según cuentan las personas cercanas a él, será publicado de todas formas el mes que viene, como su obra póstuma. Su madre, entre lágrimas, nos adelanta un fragmento del libro donde el joven escritor, de mediana estatura y pelo negro, deja las que son sus últimas líneas: - “…en aquel tercer pasaje por el que pasaban todos los días Pilar y José se ven por segunda vez en la vida, segunda vez... ambos lo tenían claro, porque se acordaban perfectamente de esa primera vez en que se habían encontrado, en el muelle, miradas intensas y una explosión de sentimientos fulminante...” - Yo creo que esa niña tiene que existir, por como se narra la historia, por como la describe, con cada detalle... - comenta la madre, con su mirada desconsolada.


Donde no miramos, violentamos. Cerozoom

Hablar de lo que solemos ignorar, es levantar los escombros de una sociedad que se ha dedicado paulatinamente a abandonar diversos espacios y temas en beneficio de otros. Este intento no 30 busca ser un ejercicio arqueológico, ni una misión bondadosa de cubrir los espacios perdidos, si no de constituir una forma de pensamiento que cuestione nuestras propias costumbres y nuestra complicidad en ciertas hegemonías representativas, que invisibilizan otros discursos posibles. Esta es una situación bastante agresiva para quienes intentan mantener un discurso que no pertenezca al régimen y que tiene que luchar, por lo tanto, contra su propia extinción. Para establecer algún punto de partida, sería importante considerar la naturaleza de la elección, pues esto nos permite entender que su naturaleza es siempre ambivalente, pues por un lado, elegir implica renunciar, considerando que existe una posibilidad que es abandonada y opacada en beneficio de la otra. Así, una opción logra el éxito a medida que la otra es derrotada; pero por otro lado, la elección es también el ejercicio de una voluntad, hacernos cargo de algo y actuar, es por lo tanto una acción. Es en esta estrecha relación donde la renuncia y la voluntad se entretejen en diferentes discursos, y es el lugar desde donde podemos platearnos los costos de una decisión, no solo como productores de discursos sino como sostenedores de los actuales regímenes representativos. Es entonces conflictiva la naturaleza de la elección que funciona a partir de esa doble intención, que parece lógica y sencilla, pero en su expansión se vuelve riesgosa y coercitiva, pues donde no miramos, olvidamos y peor que ello, violentamos a tal punto de hacer desaparecer aquellas miradas y realidades que son necesarias en una sociedad justa. El cuestionamiento del actual régimen visual, no es un problema ajeno, sino que estamos inversos

en la configuración del régimen que apunta a la fuerte presencia de ciertas temáticas en los medios de comunicación, como televisión, diario, radio y cine. En este proceso se construyen relaciones entre los medios y los espectadores, y también constituye parte fundamental de las relaciones entre los mismos espectadores, que ven a través de los medios, la instancia para verse ellos mismos representados. Fenómenos como la construcción de identidad, proyección, estereotipos y prejuicios se nutren a través de los diversos mecanismos con que funciona una hegemonía representativa. Pues quienes son representados, los ciudadanos, no controlan, ni participan en las decisiones que permiten construir un imaginario que sea democrático y pluralista, sino que actúa por medio de una dictadura mediática. Aquí lamentablemente participamos como espectadores, como garantes, como producto e inconscientemente como defensores. Pero es en su cuestionamiento, creación de alternativas y empoderamiento de las instancias públicas donde nacen las fisuras que podrían poner en crisis este modelo social. En este campo también surgen alternativas mediáticas en un contexto donde junto con la tecnología y la expansión de redes digitales, los roles entre productor y espectador se estrechan aun mas, permitiendo la formación de un usuario que no solo puede ser un observador, sino que ahora puede participar en el proceso creativo en las diversas formas y funciones. Es un nuevo camino a la transformación del paradigma que ha ocultado y silenciado por tanto tiempo a aquellos que no tuvieron la oportunidad, ni el espacio necesario para transmitir y compartir su mirada. Es internet un nuevo espacio que libera a los usuarios de los distintos obstáculos que habían ocultado su participación, y que permite la alternativa de la comunicación y la acción social.


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Mi desprecio, tu apatía. Daniela Vergara

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No me mires, no me culpes por lo que no quiero aceptar caminos errantes por los que no quiero pasar, en mi mente no existes, ni siquiera como un malestar mirada indolente, aire de despreciar. No te miro, no te culpo, tú decides si quieres aceptar no me inquieta, no me influye, pues no pienso cambiar sonrisa en mi rostro vislumbran tu malestar elijo mi camino, allá tú con tu andar.


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Escribe. Dibuja. Opina. Ilustra. Fotografía. Crea. Únete.


No somos hijos de esta democracia. Silvia GutiĂŠrrez

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criticando al capitalismo en su expresión neoliberal, desde su base, y con las bases. Nos caracterizamos por sacar del camino a dirigentes oportunistas y ministros incompetentes, ¡Cuidado!

Chile hoy podrá ser cualquier cosa, menos un país indiferente. Muchas veces se ha dicho que el miedo, fue el gran triunfo de la dictadura, la doctrina del shock en su más siniestra expresión, fue la fórmula de la Junta Militar para seguir estando en el poder de una manera subjetiva. Seguir teniendo el poder de una manera objetiva y concreta, eso ya estaba pactado. El traspaso del poder entre militares y civiles. Senadores designados, vitalicios, los mismos privilegios de siempre para los militares y la misma Constitución de Guzmán. (Esa fue la letra chica del plebiscito del Sí y el No) Sin embargo, por más que hayamos nacido o crecido en los noventa, no somos hijos de esta democracia. La generación derrotada no es la nuestra, es la de nuestros padres. Herederos del miedo de la dictadura, concertacionistas, los que olvidaron a punta de balazos, toque de queda y televisión la importancia de la organización vecinal y sindical. Una generación que se había vuelto indiferente a todo, una generación que se volvió competitiva, por el miedo a perder el trabajo. Que se volvió “asegurada”, por el miedo de vivir peor. Que se volvió conformista, votando por el “mal menor”. Pero ahí aparecimos nosotros, los mismos de la Revolución Pingüina, los mismos que hoy estamos en la universidad, endeudados, pero peleando y

No obstante, no hemos olvidado que la 35 universidad es una etapa corta es nuestras vidas, y la lucha una etapa muy larga. La pelea continua con los hermanos pequeños, con nuestros primos y sobrinos, y esa es una tarea difícil. Ellos, son una generación que tiene arraigado el capitalismo en su corazón, porque se les han invisibilizado los problemas sociales y familiares. Vivimos en una sociedad que ha tratado de hacer invisible su pobreza a través de los créditos, pero que sigue siendo igual de pobre. Lo bueno es que este movimiento social ha permitido que la gente despierte de la inercia, que salga a marchar; con sus colegas o con sus hijos, que se asome al balcón, a la ventana o salga al patio a tocar bien fuerte las ollas (Es bueno si uno a la base de la olla le pega la foto Piñera o de Hinzpeter). Que el tema de conversación en la mesa sea el conflicto estudiantil. Que todos nos demos cuenta de que la tele miente y que nos estamos solos, que somos mayoría. Pero que sin embargo, una mayoría como rebaño no sirve, sino una que se levanta y se organiza. El desafío es enorme. Pero ya estamos claritos: Las instituciones no funcionan, los políticos no nos representan, Concertación y Coalición la misma cuestión, Solo el pueblo defiende al pueblo. Pues también hay que saber, que después de este conflicto se tendrán que desatar muchos más, y de los cuales también pretendemos salir victoriosos. Vamos a seguir interpelando a un Estado que hace rato nos dejó guachos, robándonos hasta la tierra y las semillas. (Aunque nos queda nuestra dignidad). Queda en evidencia que no somos hijos de esta democracia, no le debemos nada a nadie, nosotros SOMOS PADRES DE ESTA REVOLUCIÓN.


Despoticus, el fenomeno de la indiferencia de ricos y pobres. Juan Pablo Valdés

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Siempre me ha fascinado el poder. No lo dudemos, todos gozamos con el poder: dinero, estatus, sensualidad, etc. Nos confieren amplias zonas de poder, y la sociabilidad no es otra cosa que negociación y guerra entre áreas de poder. La mujer tiene áreas bien delimitadas en casa al igual que el hombre, los niños crecen de estas áreas, pero a lo largo de la adolescencia buscan sus propias zonas que los legitimen como persona. Sucede en el ambiente social y político otro tanto: políticos con poder, empresarios gigantes con otro tanto poder, sacerdotes, obispos, etc., detentan un poder temporal. Famosos, artistas gozan su poder. Y en la pirámide social cada poder está sobre otro y así sucesivamente hasta la caca de uñas de la sociedad: los desposeídos, los indigentes, los dalit. ¿Cómo es que unos pocos detentan tanto poder y miren a los pobres y no les surja la pregunta de que la torta este mal repartida?, ¿de que el sistema es desigual, que es injusto, de que tienen derechos a ser felices como todo ser humano que por desgracia viene a este mundo? La respuesta es la indiferencia. Desde los jefes altivos de las primeras ciudades en el Indo, en Mesopotamia, en Egipto, hasta los grandes emperadores, papas, príncipes, reyes, zares, presidentes, dictadores y revolucionarios. Analicemos este interesante y despótico fenómeno.


Cuando en Egipto Antiguo los esclavos levantaron las pirámides, o cuando los chinos obedecían ciegamente los mandatos del Hijo del Cielo, o cuando miles de mitimaes acarreaban piedras para el Inca, no se tenía más que la obligación de obedecer al que ostentaba el poder, y nada más que con un beneplácito ultra terreno, eran dioses. Bien esta decir y no olvidar que no eran dioses, eran humanos, y vivían y sufrían y de igual modo morían como toda la gente. ¿Cómo es que se legitima que unos ordenen y los otros obedezcan? Analizamos en mi artículo anterior acerca de la sumisión del cómo se debieron haber gestado las primeras sociedades organizadas. Y del como la especialización determino en la jerarquía progresiva, que atrajo todos los males. Ahora bien, esto no nos ayuda tanto, e incurrimos en la misma problemática ¿Por qué no hubo freno?

De esta forma, hoy, después de mucho tiempo, estas ideas de orden han prevalecido y han permitido el asenso de imperios y como no emperadores. Hoy los llamamos bajo otro nombre, pero al igual que antes las divinidades en la tierra se tapan con un velo, hoy pasa algo similar. Los imperios son IBM, Coca Cola, Fed Ex, Microsoft, GM, etc. Sus líderes son esa masa monstruosa de nueva jerarquía imperial. Ellos son os que crían a sus hijos en un mundo que está en desorden y que sus cupos y todo cuanto hacen es por el bien. Desde la cúspide pueden ayudar a los pobres ¿cómo no? ¿No es más fácil para un rico ayudar que para una clase media? Ellos deberían poder hacer un mundo mejor. No creo que hayan planes como las teorías conspiracionistas aseguran. Este monstruo es más nefasto aun: es inconsciente de sí mismo, y ahí radica el mal.

Debemos aventurar opciones. Primero, que como sociedades antiquísimas y primitivas técnicamente, este cambio debió ser muy lento. Hablo de decenas de miles de años. Lo suficiente para que se formara una quimera lo suficientemente antigua para hacerla aceptable por todos. Es tan antiguo que para que cambiar. Es por tanto la costumbre y el tiempo los hijos de la derecha política, la prevalecedora. Con los dioses y las fuerzas de la naturaleza de quienes pueden mantener el debido orden, ¿quién tendrá la razón siquiera para objetarle? Debió por tanto ser además de lento, tanto como la evolución. Diríase pues que se inicia el germen de hombres de poder y hombres de servicio. Evolutivamente social. Los hijos de reyes crecen desde pequeños en un mundo en el cual se da sentido al derecho de gobernar y de que así es el orden de las cosas.

Los ricos no son consientes de cuan ricos son, no son consientes de cuan pobre es la gente, y no dimensionan la desigualdad como lo pensaríamos que será. Ellos han vivido así por siempre, es legítimo que sea así de desigual. Trabajan su fortuna desde tiempos inmemoriales en el real sentido. Por todo esto, este monstruo inconsciente es el que con su picadura ha deformado un tumor legendario de la humanidad. Es la indiferencia tras el palanquín, tras los velos de una figura sacra, por derecho divino, inconsciente e indiferente al dolor ajeno indiferente a bajar del trono. Es justo que esté en la cúspide, porque lo mereció, porque si se baja habrá caos, porque es así nomas. Y en ese aspecto, es mejor no abrir la cortina del carruaje. “Por favor Alfred, sigue rápido, no quiero ver esa gente pobre”.

No vayamos lejos. Hoy mucha gente asume como normal tener que pagar por todo. Mucha gente aun asume en el mundo que Dios es amor y que te ordena no ser como quienes debes alejar de ti mismo. Hoy mucha gente se siente en el deber de alejar orientaciones sexuales no afines. Y todo porque “no debería ser así”. Este deber de las cosas es el orden que absolutamente todos les otorgamos al mundo y nos ayudan a legitimar nuestra conciencia y razón. Pensemos en un joven Luis XIV, en un retoño Huáscar, en un Ramsés educándose: todos creciendo con un mundo de orden, en el cual el orden prevalece sobre el caos, que es el mal. La anarquía, lo malo, la demagogia, el crimen.

No quiero decir que sea una constante absoluta, sería un absolutismo. Basta con recordar que en un camino similar, Siddartha viajaba en su palanquín y le pregunto a sus criados por qué el mal del mundo, por qué las enfermedades, la vejez y la muerte. Se bajó, y buscó la verdad. Pedirlo del resto de los beneficiados es una quimera.


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Cortacuerdas Before the EP. Devil Knows Jerónimo You’re Dead. 2011 Director: Sidney Lumet http://soundcloud.com/bandajernimo/sets/cortacuerdas#

Con mucho trote ya en las pistas, Jerónimo lanzó su primer EP este año. Como si estuviera predeterminado o incluso confabulado, el clima los ha acompañado, un disco perfecto para el invierno. Cortacuerdas deja en claro los sonidos británicos que siempre han acompañado a esta banda. El uso de elementos como el noise en los temas, -sobre todo al comienzo de Tierra y Mar- lo deja bien en claro. En ocasiones, las guitarras de Gonzalo Pincheira y Moisés Carrasco, nos transportan a lo más depresivo de lo que fue el britpop, Frío Negro destaca por aquellos riffs. Sin embargo, Jerónimo no pierde el sello distintivo de una banda chilena, y eso es lo que destaca en ellos. Los ritmos que Raúl Ortega contribuye en batería, junto al afiatamiento al ritmo del bajo de Laura Carrasco, dejan entrever unos guiños a la sonoridad de la música nacional de la década de los 70 y los 90, Disparo al Cruzar cuenta con esos tips. Por ultimo, la gran voz de Estaban Aedo, que se acentúa en Cortacuerdas,-tema que le da nombre al disco-, sobre sale su timbre y gran calidad vocal, en todo el disco favorece con melodías y letras complementarias al juego de los instrumentos. Lo que hace que este híbrido llamado Jerónimo destaque en la escena local, como algo bien distanciado al resto de las bandas de la zona. Como resultado queda un disco bien logrado, no solo en la parte sonora, sino también en la composición de los temas. Esperamos que no pase mucho tiempo para tener más noticias de este grupo Talquino.

José Cea.

Elenco: Philip Seymour Hoffman, Ethan Hawke, Albert Finney, Marisa Tomei.

2007 Cuando existe tal momento en que te sientas frente al televisor y sólo te pre-dispones a ver una película de principio a fin, sin que exista una interrupción siquiera de tu mente presente que te desvincule de la trama reproducida en pantalla, se pone en juego esa espera de que una buena película te desmembre de tu imaginario y te enfrente a nuevas formas de concebir las pequeñas cosas. “Antes que el diablo sepa que estás muerto” desmembra y aplasta con el nivel de indiferencia que sus personajes presentan, como nota mayor lo acontecido con Andy Hanson (Philip Seymour Hoffman) y su codicia que atropella las concepciones éticas que se puede tener de una familia con el fin de conseguir dinero, que pasaría a ser su propia familia, trasladando la noción emocional que se presenta en el núcleo familiar al hecho de conseguir tal satisfacción que con su familia no fue desarrollado, hecho que devela que aquí no se puede hablar de sólo indiferencia, que se presenta como una primera impresión, pero que en verdad desnuda un objetivo que no condice con el resto de los estamentos de su vida, que representan el resto de los personajes de la película. Quizás se puede hablar de esta película como el apogeo de la indiferencia y el “todo vale callampa”, pero yo creo que se puede hablar más que eso. En definitiva, se habla de ser indiferente con la propia indiferencia de la vida y la impulsividad que choca con todo, pero con un fin. En pocas palabras la película muestra que se puede ser indiferente con todo el universo, pero no con uno mismo.

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Un muchacho del siglo XX. Volodia Teitelboim. 1997

La indiferencia resulta ser la madre de gran parte de los problemas que nos afectan como sociedad. La poca importancia que le damos a los problemas cuando no nos tocan me parece la piedra angular del gran conflicto que vivimos como país, por sólo mencionar un ejemplo. También está la indiferencia con que enfrentamos nuestro pasado y presente pensando sólo en futuro, más puntualmente, en el éxito que esperamos venga con el. Se nos pasa la vida reflexionando en lo que puede ser, en vez de disfrutar lo que fue y lo que es. En “Un muchacho del siglo XX”, Volodia Teitelboim (Q.E.P.D), aparte de dejarnos a merced del placer literario, nos ofrece un tutorial de cómo resulta el andar precisamente si lo vivimos a la inversa de lo que plantea el mundo (sin indiferencia), en un infinidad de historias en las que el otrora “colorín y vagabundo por honra” hace un repaso profundo por su anécdotas infantiles, adolescentes y adultas, marcadas absolutamente todas por una mezcla de inocencia, picardía y amor. El relato es de un detallismo envidiable si pensamos que lo escribió a los 80 años, lo que nos podría llevar a pensar en dos opciones; la primera es que es pura ficción y adornó cada historia de una manera prodigiosa y le segunda es creer que de tanto disfrute se fueron tatuando a pulso los hechos en su memoria. Mi corazón se queda con esta última opción. Los acontecimientos se suceden casi en su totalidad en ésta región maulina, donde más de un gran alma literaria pena en su geografía, incluyendo a Don Teitelboim que ahora nos mira desde el cielo. O el infierno. Juzgue usted.

S.S.S.M.

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pr贸ximo n煤mero:

la distancia.


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