Bonsái, 8

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BonsĂĄi Literatura mĂ­nima

ocho


Directorio Editores Miréia Anieva Herson Barona

Consejo editorial Belinda Ortiz Graciela Romero Jezreel Salazar Rafael Zamudio

Bonsái. Literatura mínima. Año 2. Número 8. Agosto 2012. México.

Asesores Alberto Chimal Cristina Rivera Garza Blanca Rodríguez Gaona Liliana Weinberg

Bonsái es una publicación electrónica independiente sin fines de lucro. El contenido de esta publicación puede ser distribuido y compartido libremente siempre que se reconozcan los créditos del autor y de la revista.

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Lo que cuelga del รกrbol es el viaje Francisco Hernรกndez


Contenido POESÍA Otis elevator company, 7 Apagón , 8 La vida por vivir o ya vivida, 9 Luis Vicente de Aguinaga Sonata mandala al ave penumbra, 14 Rocío Cerón

, 25 Daniel Malpica

Tres poemas, 35 Arseni Tarkovsky (versiones de Natalia Litvinova)

Muchacha en invierno, 42 Nadia Escalante El hijo único, 45 Chris Talbott (versión de Ezequiel Zaidenwerg) Alumbrar Se, 50 Karla Villapudua


CUENTO

TUITS

Estación Soledad, 10 Edgar Adrián Mora

Miscelánea, 20 Sergio Espinosa Proa

Big band, 23 Antonio Sonora

El ruido de la soledad, 39 Vicente Forte

La mujer violeta y el hombre jaguar, 29 Mariana Carbajal 3 insectos, 44 Enrique Ángel González Cuevas Mis mejores tardes como faquir, 48 Carlos Robles Lucena

RESEÑA Tres

apuntes

reporte,

51 José Luis Prado

para

un



POESÍA

Luis Vicente de Aguinaga

Otis elevator company En caso de temblor o incendio; en caso de tormenta eléctrica, maremoto, aerolito, inundación, huracán, ola de frío, epidemia o eclipse, divorcio, asalto a mano armada, desprendimiento de terreno, desprendimiento de retina, no tomaré las escaleras ni reptaré hacia la salida ni, mucho me temo, dejaré que otros me salven mientras nadie averigüe si el ascensor —llamado elevador en mi dialecto— sube o baja, va o viene, cena o desayuna, me protege o detesta, me resguarda o encierra, es mi casa o mi cárcel, mi país o mi féretro.

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POESÍA

Apagón Sospeché, al despertar, que algo no andaba bien con la mañana. El último segundo de la noche, demasiado seguro de su propia verdad, sencillamente se detuvo sobre la punta de los pies entre dos postes del servicio eléctrico,

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a falta de horizonte. Si fuera un ruiseñor, oírlo en esta orilla del Atlántico no me sorprendería: las dos mitades del mundo compartieron ayer un pobre jirón de madrugada y ninguna insistió, por una vez, en aguardar el día.


POESÍA

La vida por vivir o ya vivida para Teresa, en 2011

A qué podrán sonar cuarenta campanadas. A qué “Las mañanitas” en cuarenta versiones monocordes. A burla o a sinceras condolencias. A música de alcoba o Escenas infantiles tarareadas con acompañamiento de sartenes. A qué sabrán cuarenta pasteles de cumpleaños. A más o a menos pan, a más o a menos fuego en las velitas. Qué abrelatas o escobas harán falta para estrenar edades o barrerlas debajo del tapete, para brindar o ahogarse con sorbos de champán o en vasos de agua en las postrimerías o en las vísperas de una vida vivida o por vivir.

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CUENTO

Edgar Adrián Mora

Estación Soledad

—Nos dejaron solos.

La voz de Iván me irrita cada vez más. Sólo abre la boca

para quejarse. Para confirmar algo que los demás sabíamos. Los hijos de puta nos han olvidado.

—Estación R467, transmitiendo. Si alguien escucha

este mensaje, responda por favor.

La voz de Giordano. Intenta encontrar a alguien que nos

pueda sacar de este hoyo, como si no hubiera sabido desde el principio que estábamos condenados a morir aquí, que el

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precio de explorar este rincón del universo era precisamente perder todo lo que nuestra vida normal representaba.

—Hoy tenemos pepinos, monstruos. Bueno, sobrecitos

de pepino. ¿Quién va a querer que se los prepare?

Diego. De todos, creo que es el más imbécil. Es el

psicólogo de la misión y parece el más loco de todos. Trata de mostrarse alegre, optimista. Hace bromas a la tripulación y se ríe de sus chistes simplones. Funciona como una máquina. Una jodida máquina de juegos, la más inútil de todas.

—Tendremos que salir, colegas. Es probable que si

movemos el equipo de transmisión a una zona con menos in-


CUENTO

cidencia de tormentas de arena, alguien nos pueda ubicar y baje a buscarnos. No arreglamos nada acá encerrados.

El buen John, siempre tiene un plan. Siempre sabe qué

es lo que hay que hacer. Tiene calculado todo, pero nunca se atreve a ir más allá de la punta de su lengua. Observa con atención si alguien secunda su idea. Todos le dirigen miradas de soslayo, pero nadie le contesta. Él retorna a una especie de mutismo que dura unas cuantas horas, antes de retornar con la cantilena que los demás nos sabemos de memoria.

—Las probabilidades de sobrevivir se han reducido en

un 45/700 con respecto de la guardia de ayer. Tendremos que administrar oxígeno de manera tal que podamos garantizar un estado de lucidez por lo menos durante los siguientes once meses. Después no se puede hacer nada. Habrá que evacuar…

Los cálculos de Wolf, eficiente como la mejor

computadora. Él y su tabletita llena de estadísticas y funciones de probabilidad son la pesadilla de cualquiera que se precie de ser un poco normal. Wolf vuelve a hacer sonar su tabletita y nos muestra la gráfica de riesgo. La pendiente ha disminuido dramáticamente durante los últimos cuatro meses.

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CUENTO

—Desátenme, hijos de puta. No pueden tenerme así,

desgraciados. Si me logro soltar los mataré a todos, pueden estar seguros. Son unas mierdas. Piltrafas. Parias. Malnacidos.

Le arrojo un tornillo a Jorge, el loco. Unas semanas

antes intentó degollar a John mientras éste dormía. Llevaba una espátula de las que utilizamos en las expediciones de campo. El musculoso Iván impidió que el homicidio se consumara. Con la muerte de Mariana, en la tercera salida programada, tuvimos más que suficiente. Las tormentas de

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arena son frecuentes, azotan sin avisar y arrastran consigo piedras enormes. Mariana no tuvo oportunidad. Una piedra rompió la visera del casco y la cabeza le explotó antes de que se enterara de lo que le había ocurrido. Probablemente fue lo mejor que le pudo pasar. No puedo imaginar cómo la hubiera pasado de haber permanecido aquí, encerrada entre hombres, en medio de este calor y con la tensión rompiendo los límites de todos. El otro día sorprendí a Giordano (pues compartimos habitación) masturbándose mientras miraba uno de los manuales de montaje de las antenas exteriores. Se percató de mi presencia. Me mostró el pene y sonrió. Salí de ahí.


CUENTO

Todos están volviéndose locos. Pareciera que las cosas

marchan, pero no es así. En cualquier minuto alguno explotará y sus sesos salpicarán a los demás. Alguno tomará el boleto de ida y nos arrastrará por la escotilla. No estoy dispuesto a que otro decida mi destino. Sé que voy a morir, lo tengo claro.

—Nos dejaron solos.

Otra vez la voz de Iván. Me ha irritado lo suficiente.

Giordano mueve por enésima vez los controles de la radio. Diego me acerca un sobre con pepinos “preparados”; niego con la cabeza, sus enormes dientes me sacan de quicio. John se mueve hacia el interior de la estación, finge buscar su equipo de exploración. Entonces escucho la voz de Wolf, siempre en búsqueda de la eficiencia:

—Marco, ¿dónde pusiste los explosivos que sobraron

de la última salida?

Lo miro fijamente.

—Nos dejaron solos— le digo.

Aprieto el botón.

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POESÍA

Rocío Cerón

Sonata mandala al ave penumbra Estímulos eléctricos interpretados por el cerebro. Bioelectricidad. Simulación ¿Qué es verdad, qué ficción?

Cortical. Subcortical. Formas y representaciones. Pulsación de fuerzas. Vibración. (((( ))))

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Olor sobre el tapete (urdimbre y trama, sin nudos, afgano, antigüedad: 135 años), pista o souvenir. Olor hiperboreal: almizcle de civet, silvestre, atomizado. Paisaje simple de cuerpo, aura dérmica,

muerte.


POESÍA

Olor de té y puntas de estrella. Se tiene como algia una astilla. Asedio. Asedio. —Ese espacio dejarlo intacto. Olor de tierra y raza. Sacar la tapa, ver lo suficiente. Contracción: “cuente los segundos, respire poco a poco”. A esta hora, en este olor, cualquier hombre se perdería. : Cortical. Subcortical. Una vez tras otra cayendo. Tentativa y miel sobre los labios. Sobre el césped, las hojas. Encima de ella penden astros. Esa mujer (vista en Baden Baden) enreda cada pliegue de piel para que otros entren.

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POESÍA

¿Por qué pelear? Para pelear. Curiosidad intensa: ¿hacia dónde se mueve la imposibilidad, el interior arenoso de un hombre, el vórtice solar, la visión, el autismo, la mano posada sobre la núbil rodilla, el cuerpo celeste no identificado, la ostra, el tiempo, el soplo que agita apenas el mar Báltico, el cuerpo herido, el progreso, las violetas, el romero? ¿A dónde se mueven las intensas partículas de azul Berlín?

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Gotea aún el rompevientos. Tejido que cubre apenas el monte. Nada queda sobre el césped. Acaso hiel sobre vértice cresta cimera. Cardencha. Entonces la desembocadura del río: Camuflaje. Suspensión, sangre en suspensión. Cortical. Subcortical. Formas y representaciones. Pulsación de olores. Espectro luminoso de presente.


POESÍA

Galoxolide. Plasma artificial. Campo de gravitación aérea. Millones de metros cúbicos de aire por una sola partícula —Ciervo. Sexual, Fétida. Sintética.

17 Pleura.

Entre la estampida reposa la mano sobre el talud de una rodilla. Linde. Oxígeno para abastecer el cerco. Cercanía de pieles ante el viento. Jaula. (((( )))) Lo suficiente, lo implícito. Éramos tres huérfanos radiantes.


POESÍA

Todo el cielo acampaba en nuestros ojos. Refracción de rayo de luz. Saciedad a los pies del lenguaje —Ave penumbra.

Sonata que retumba en dormitorios: ylospájarosentraronenloslabios, mandala aural. Ave fauce. Hipodérmica. Ave espacio. Aurora boreal. Sistema. El más hermoso. Ave celofán. Erguida. Macizo de calta palustra. Ave foso. Metal vajilla. Ave ópalo. Ovillo púrpura. Red y plumaje enterrados en sangre.

18 Guirnaldas y fósforos. Sobre tu cuerpo mi dedo índice: el pensamiento hiende hígado cerviz pleura pulmonar; todo es transitorio me repito: imágenes: repito: imágenes. Todo es transitorio. Abierto al cielo. Seco, suave, untoso. Púrpura; amargo a la lengua. Persistente. Olor.


POESÍA

Cortical. Subcortical. Formas y representaciones. Pulsación de rastros. Pulsación de rastros. Pulsación de rastros. Pulsación…

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TUITS

Sergio Espinosa Proa, @SergioEspinproa

Miscelánea 1. Un pensamiento se reconoce cuando no es ni una oración ni una sentencia. 2. Difícil que un sentimiento profundo emerja de algo que no sea de una avería del pensamiento. 3. Por vivir mejor nuestra vida solemos olvidar lo importante que es tener sólo una.

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4. Estar de acuerdo con alguien es la forma más civilizada de faltarle al respeto. 5. Nada que no haya sido escrito por desesperación merece ser leído. 6. Si no sientes que de algún modo estás siempre de más, jamás podrás ser más o menos bien recibido. 7. No se puede ser fiel a lo que es inagotable —¡pero sólo a ello sería legítimo serlo!


TUITS

8. La normalidad es exasperante porque nos ha acostumbrado a no exasperarnos con lo insoportable. 9. La fuente del arte es la misma que la de la religión: para llegar a ella hay que cruzar un inmenso desierto de escombros. 10. La amistad es lo mismo que el amor —pero con la luz prendida. 11. Despojada del sentido del humor, la filosofía no se distingue de la plegaria. 12. Pensar es escribir —pero con lápiz. 13. Tener convicciones es tonto; externarlas, patético. 14. Las creencias anidan en nosotros con la secreta pero firme esperanza de llegar a ser desmentidas.

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TUITS

15. Escribir, amar: tallar la materia. 16. Escribir pertenece menos al orden de la concepción que al de la decepción. 17. Para nosotros ya sólo es válido seguir la pista a aquellos que no podrían estar entre nosotros. 18. «El cielo estrellado dentro de mí, la ley moral lejos de mí»…

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19. Se llega a madurar a fuerza de ya no poder progresar. 20. El concepto de una mosca nunca zumba en los oídos.


CUENTO

Antonio Sonora

Big band Entraban a los bancos con sus bordados, sus gruesas gafas de lectura y sus rosarios en las manos. Unas preguntaban sobre cuentas de ahorro, otras sobre seguros de gastos médicos mayores. Eran amables, dulces, amorosas. Pedían que les hablaran más fuerte, del lado de la oreja donde llevaban los aparatos para la sordera. Enseñaban las fotos de sus nietos, hablaban de la más reciente Navidad. Eran pequeñas y se movían lentamente, en un vals con su bastón y su andadera. Los empleados las recibían con aburrimiento sin prestarles importancia. Ellas actuaban en sincronía, en la más perfecta complicidad. Ocupaban uno a uno a los ejecutivos, a las cajeras y a los guardias de seguridad.

Pacientes, blandían sus mejores trucos. Todo se hacía en

el tiempo planeado, metódicamente. En la oficina del gerente, una abuela de rostro amigable soltaba sus muletas al tiempo en que sacaba de su gran bolso una preciosa Mágnum color plata, disparando una gran carcajada de forajida adolescente. Con los guardias ocupados en anotar las recetas para el pay de manzana, las abuelas se transformaban al darse la señal. Armas automáticas, escopetas. Todo el arsenal suficiente para

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CUENTO

tomar una ciudad entera salía del interior de sus morrales de costura.

Las octogenarias actuaban rápido y antes de que alguien

pudiera tocar la alarma, salían con el botín de la bóveda por el frente del banco, donde las esperaba el autobús del asilo de ancianos.

En estos crímenes sueñan y suspiran las bisabuelas,

mientras ven en el televisor las películas de los espías y ladrones más buscados, las series de los detectives de Miami.

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Cuando llega la hora de apagar el televisor, cada una regresa a su dormitorio para planear, mientras duerme, el atraco del día siguiente.


POESÍA

Daniel Malpica

Recorriendo las cimas entre dimensiones, entre los espacios-tiempo donde los olvidos de la materia, me encontré múltiples veces a

,

tocaba una flauta haciendo que aflorara de la piel una horticultura del universo, tronando mis folículos en pinturas, partituras del paisaje, ilusiones vivas de algo más grande e inentendible; yo, entonces, le decía que se detuviese, que después de tantos eones, de tantos poemas expansivos e infinidad de visiones frigoríficas de las estrellas le tenía miedo a la vida; y él, con su sonrisa de arena, me miraba como si todo fuera evidente, totalmente orgánico pero no lo era Antes de recordar, del primer gran viaje, los poetas nos reuníamos, juntitos todos con los cabellos espeluznados, tristeando sobre cómo el Planeta Serpentino no recordaba nuestra juventud

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POESÍA

sobre cómo muchos de la manada satelital olvidarían a nuestros niños En una noche, cuando la luna amanecía detrás de los montes de amatista y las auroras de halógeno se encendían con las casitas de una ciudad azarosa, un poeta me escribió una frase: “¿has visto sonreír al diablo?” y mucho después, cuando

me sonreía, sólo supe

responderle con las mismas palabras de aquella ocasión

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y él dijo -todo el tiempo Miles de años posteriores al abismo, en una de las cuevas donde se originó la poesía escrita, y yo observamos las caricaturas que loquitas develaban su filosofía, en una acústica, que reactivaría sus partículas incontables veces “la gente sobre estima el valor de la perfección, considero sabio que hayas optado el amor”- retumbaba en el eco y

sonrió característicamente


POESÍA

Cuántas veces tropecé entre senderos cosmogónicos y cuántas veces, guiado por las estructuras mentales, cometí el equívoco de subirme a los cometas más artificiales de celofán cuántas veces desconocí a

porque yo no era el mismo

en cada sitio pero al final renuncié a lo mundano para unirme a la orden mandálica de las constelaciones, al universo como un tejido en la cabeza-venado huichol Hice muchos poemas que se perdieron como mantarrayas en los mares de asteroides; le hice el amor a mujeres tierra, agua, aire y fuego pero por más que buscaba, el big bang y las eras del universo me fueron ajenos hasta que lo conocí a él , durante nuestro último encuentro, hizo sonar la siguiente melodía:

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POESÍA

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Él morirá y yo también:

el bunjin existe por los caligrafistas.

el bunjin

es la palabra, la poesía vuelta bonsái:

el bonsái es un arte dinámico, vivo, inacabable;

de ahí su condición de inmortal:

yo soy la continuación del universo:

las manos de corteza

la corteza escrita

palabra estelar:


CUENTO

Mariana Carbajal

La mujer violeta y el hombre jaguar ... la voz le dijo que se lanzara al vacío con los brazos abiertos y los ojos cerrados. No puedo, le temo a la oscuridad Cantos al hombre jaguar XXI

–Soñé.

–¿Mmm?

–Soñé que me inscribía a una carrera de bicicletas.

Era un lugar alejado, lleno caminos de tierra, yo tenía una y me subía en ella, empezaba a andar hacia el punto de inicio y de un momento para otro, desaparecía. Me encontré a la mitad del camino. Entonces se me ocurre robarle la suya a un hombre que vivía en una cinta de película en blanco y negro, me subo en ella y, luego ya no era sólo yo, tú también ibas conmigo. Entonces, montados, vamos a iniciar la carrera; ya estábamos en la línea de inicio cuando aparece el hombre de la película, va caminando y señalando hacia nosotros, haciendo un ruido como de celofán, su imagen era intermitente y bidimensional, sus palabras acusadoras crujían pero los jueces las entendieron muy bien. Nos descalificaron

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CUENTO

y comenzaron a perseguirnos, así que salimos pedaleando y nos internamos en una arboleda, pero de repente tú ya no eras tú, sino otro, uno con el que te fui infiel hace mucho tiempo. Entonces iba yo y el otro que ya no era tú y llegábamos a una especie de desván-granero hecho totalmente de madera, ahí comenzábamos a besarnos y ya estábamos preparados para el sexo, pero él no traía protección, entonces no quise e intentó forzarme, luego… de no sé donde, sacó un arma, pensé que me iba a disparar, pero para mi sorpresa lo hizo contra sí

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mismo, directamente en la sien.

Escuché que un grupo de personas se acercaba y en la

carrera no pude encontrar mi ropa, así que tomé dos cuadros que encontré recargados sobre la pared del granero-desván y en un parpadeo ya estaba afuera de ese lugar, era de noche y yo corría por una explanada de pasto corto, corría con ambas pinturas bajo los brazos, cubriendo mi desnudez, hacia un grupo de árboles; al llegar, vi a un niño junto a un caballito, le intercambié las pinturas por su animal, me subí a pelo, desnuda sobre él, y emprendimos el camino hacia la espesura, era tan bajito que mis pies se arrastraban por la hierba.


CUENTO

Fue muy vívido, el contacto de su cuerpo entre mis

piernas, mi mano agarrando su crin áspera y enredada, la inercia de su trote, su ojo manso. Después de un largo rato, las copas fueron abriéndose para dar paso a un claro en el que la luna llena delineaba la silueta de las formas, fue un camino de calma. Luego, una sombra redonda comenzó a cubrir el ojo lunar, un ligero viento se levantó de entre la hierba y desperté.

–No sueñes más, Mujer. Ya lo sabes, van a venir por

nosotros y ya no tengo fuerzas para implorar– dijo con pesadumbre el hombre jaguar.

–Abrázame– murmuró la mujer, acercando su cuerpo

tiritante, arrastrando su piel violácea y sus cabellos purpúreos hacia el hombre que ama. Él abrió sus brazos y la recostó en su pecho.

–Duérmete ya, amor, pero en silencio… sin sueño… en

oscuridad.

–¿Recuerdas cuando éramos felices…?

–No, mujer, calla, no vueles…

–Vivíamos en una casa en la playa y paseábamos

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CUENTO

desnudos por la calle, tomándonos del sexo. Comíamos con los amigos, bebíamos vino y nos alimentaban las frutas, siempre sonriendo…

–No, mujer, eso no pasó, cállate ya…

–¿Te acuerdas que bailaste aunque no bailas y que nos

besábamos en las mejillas unos a otros, sin pudor ni lascivia…?

–No vueles más, mujer, no sueñes, cierra los ojos y no

mires a lo lejos.

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–¿Te acuerdas que la sal de mar salpicaba nuestros

cuerpos y el sol acariciaba nuestros labios, pechos y nalgas?, ¿ y que el océano nos llamaba hacia su regazo con voces múltiples?

–Mujer… no, eso no pasó.

El hombre jaguar la tomó en sus brazos, tomó su cuerpo violeta y tiritante de ensoñación, la oprimió contra su pecho y ella acarició el pelaje de su rostro.

–No iré hacia las sombras, en mis ojos aún hay luz.

El sonido lejano de pasos se coló entre los rumores

marinos, entre las voces de los amigos; una puerta se abrió con un sonido mecánico y dos seres anencefálicos acorralaron


CUENTO

a la mujer violeta que ya no era violeta, y al hombre jaguar que ya no era jaguar, los patrones en su piel se esfumaron, el clamor del mar dio paso a engranes y voces lacrimosas, el sol ya no era el sol, sino una lámpara incandescente, en una celda inmunda, poblada de alimañas.

Los dos seres los tomaron de los tobillos y los arrastraron

aún abrazados, gimoteando. Los llevaron por el piso hasta otra habitación geométrica, con instrumentos esterilizados y planchas de acero. A la mujer la subieron sobre una de ellas, le arrancaron el vello del cuerpo y con una llama azul le secaron la humedad de entre las piernas, le cortaron los párpados y le trepanaron el cráneo. Entre fluidos iridiscentes, navegando en las profundas circunvoluciones del cerebro, vivía un gusanillo ciego e incoloro; lo extrajeron con una pinza micrométrica, lo arrojaron dentro de una máquina y dejó de existir con velocidad y sufrimiento espeluznantes.

El hombre fue empujado hacia la otra plancha, no

tenía sentido pedirles misericordia, los seres autómatas ni parpadeaban. Miró de reojo el cuerpo a su lado y cerró los ojos. En la oscuridad camina hacia la mujer violeta, el mar los

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CUENTO

llama y el sol los acaricia, ĂŠl le toca la cara para asirla.

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–Siempre vuelas mujer, siempre vuelas.


POESÍA

Arseni Tarkovsky

Se apaga la vista

(versión de Natalia Litvinova) Se apaga la vista —mi fuerza, como dos invisibles lanzas de diamante. El oído ensordece, lleno de trueno remoto y de respiración de la casa paterna. Se debilitan los nudos de los músculos firmes, como canosos bueyes sobre el arado. Y ya no brillan de noche las dos alas detrás de mis hombros. Soy una vela que se consumió durante la fiesta. Recojan mi cera por la mañana, esta página les dictará, cómo llorar y de qué enorgullecerse, cómo repartir el último tercio de la alegría y morir ligera, y a la sombra de un techo casual póstumamente encenderse, como la palabra.

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POESÍA

Paul Klee Había una vez un pintor llamado Paul Klee en algún lugar más allá de las montañas, sobre el prado. Sentado, solo, en la vereda, con lápices de colores dibujaba cuadrados y ganchitos, África, un niño sobre el andén, al diablo con camisa azul,

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estrellas y animales en el cielo. No quería que sus dibujos fueran un documento exacto de la naturaleza donde se ordenan, obedientes, las personas, los caballos, las ciudades y las aguas. Quería que las líneas y las manchas hablaran claramente como los grillos entre los sonidos de julio. Y una mañana, sobre el cartón, se asomó el ala y luego el rostro,


POESÍA

del ángel de la muerte. Klee supo que había llegado la hora de despedirse de sus amigos y de la Musa. Klee se despidió y se murió, y no podría ser más triste. Si Klee hubiera sido un malvado, el ángel de la muerte, un poco más natural. Junto al pintor nosotros también podríamos desaparecer y el ángel esparciría nuestros huesos. Pero díganme, ¿para qué? Si el cementerio es peor que el museo, donde a veces deambulan los vivos y cuelgan en fila los cuadros de Klee, celestes, amarillos, benditos...

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POESÍA

Bajo el corazón del pasto crece el rocío, un niño va descalzo por el sendero, lleva fresas en su canasto abierto. Yo lo miro desde la ventana, es como si en el canasto llevara el alba. Si hacia mí se desplegara ese sendero, si en mi mano se balanceara ese canasto, no miraría la casa bajo la montaña, no envidiaría otra tierra,

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no volvería a casa.


TUITS

Vicente Forte, @vforte

El ruido de la soledad 1. el órgano más grande de nuestro cuerpo es la soledad 2. al menos esta soledad es mía 3. tengo muchas ideas haciéndome fila en la soledad 4. esta soledad ganaría primer premio en un concurso de rasgado 5. la palabra soledad es plural 6. a Dios lo creó la soledad 7. la soledad es el idioma que hablamos cuando los otros no nos entienden 8. el traje de soledad siempre es a la medida 9. todo lo que es individual, pertenece al reino de la soledad 10. el silencio, la soledad, la indiferencia: la mayor violencia

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TUITS

late en las cosas quietas 11. la soledad nunca miente 12. la soledad es la manera como se pudre lo invisible 13. en la casa de la soledad todo silencio es enfático 14. la soledad siempre es multitud

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15. me inquietan las cosas que no hacen, como la soledad, el espacio o el silencio 16. la soledad es llenura, es sentir demasiado en nada 17. al menos la soledad nunca ignora 18. soledad no es que el silencio te acompañe, soledad es que tú le acompañes a él


TUITS

19. la soledad es el hueco que se le descose a lo no habitado 20. la peor soledad es la de las cosas que sí están 21. la mínima expresión de un hombre es la soledad 22. la puerta se bate ante el empuje revuelto de la soledad 23. no hay soledad con mala dicción

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POESÍA

Nadia Escalante

Muchacha en invierno I Cubre la mesa con el mantel, y la hendidura permanece. Debajo del encaje que estira sobre la madera, se intuye el pequeño vacío entre las tablas. El frío hace grietas en su tacto, reseca la flexibilidad de los objetos; la casa se acerca más al polvo, a nublarse; las paredes arrinconan la respiración de los días húmedos de antes hacia una gotera solitaria que a veces suena, impredecible, en la cocina. Sus largos dedos giran dos anillos por la mesa, intentan encerrar en circunferencias

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confiables algo en su respiración que quiere surgir, escaparse, abrir una grieta del entrecejo al estómago, de una puerta a otras puertas, de la tierra que tiembla al tejado que resiste la paralela inmovilidad de las paredes. II Alisa las arrugas del mantel como a certezas de ángulos deformes; las líneas se obstinan en su voluntad de surco, de contraída superficie que intenta replegarse en una irregular sensación de estancamiento. En algunos tramos, el tejido del encaje se deshace tras segundos, terceros remiendos; hay


POESÍA

huellas más pequeñas, cicatrices de manchas antiguas en los hilos más delgados que resguardan la madera de las marcas. No hay un centro en esa mesa, no se encuentra; no hay un centro en esa casa, las grietas por donde el frío visita a la materia se bifurcan en líneas que unas a otras se repelen. III Bajo la luz nebulosa de la lámpara, la muchacha abraza la mesa de cedro. Hay algo de tierra ahí que permanece, de crecimiento humilde hacia los cielos, de tronco fiel a los círculos del tiempo, de raíz que busca un camino entre las piedras.

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CUENTO

Enrique Ángel González Cuevas

3 insectos Curiosidad El parásito llega al punto preciso del cerebro. Una pequeña mordida y el anfitrión morirá. Atento, el parásito decide esperar a que acabes de leer este cuento. * Formica scribens Según los estudiosos, la cantidad de palabras que es capaz

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de transportar y acomodar este insecto en una jornada es exactamente del tamaño del presente text * Fosa Un grupo de larvas se mueve por los cuerpos hasta que da con tu ojo. De inmediato lo comen y nadan en él, a pesar de su extraño sabor. Prensado bajo un montón de cadáveres, tú continúas vivo.


POESÍA

Chris Talbott

El hijo único

(versión de Ezequiel Zaidenwerg) Lo veo chapotear en el estanque de la infancia, luchando por no hundirse con flotadores en los brazos flacos; de vacaciones con su madre, miro cómo lee de un tirón una novela en la cama, con sus anteojos gruesos, mientras afuera brilla el sol y todos los demás chicos juegan en el patio; podría imaginármelo recluido en su cuarto, escapando de la furia de la madrastra joven; o en la escuela, comprimiendo la panza en un intento frustrado por atarse los cordones; lo contemplo aturdido en la cocina mientras, en algún lado, carretea el avión que está a punto de llevarse su niñez para siempre; lo descubro precoz, temblando junto al río, mientras aprende en medio de la noche helada una gimnasia nueva en otro cuerpo;

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POESÍA

vuelvo a encontrarlo sobre el pasto húmedo, bajo la bruma blanda de las drogas, borracho, parloteando sin parar, fumando un cigarrillo tras de otro con un único amigo; lo sorprendo atormentado por el sexo, a solas frente al amor y su atavismo, lúcido en ser ingenuo sin saberlo; miro cómo se abren sus músculos y crece

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la flor de su estatura; cómo, mientras se va cubriendo de deseo ajeno, lo quema como un rayo silencioso el suyo propio; en la universidad, lo veo con la mano levantada hacer una pregunta inconveniente; lo miro convertirse, en poco tiempo, en un novio serial, en el marido más probable; lo encuentro con los ojos abiertos, en la noche conyugal, mirando las esquirlas de la luz


POESÍA

que pasan a través de la persiana entrecerrada y flotan por el techo; lo veo suspendido por el aire en su asiento asignado, sin poder dormir, con el estómago revuelto por su futura decisión, y un vaso de plástico en la mano; lo descubro solo otra vez, perdido entre la música, con los dientes cubiertos de cemento, intentando aprender cómo se vive de un fogonazo cegador a otro; observo cómo flota entre lo frágil, de espaldas, mansamente; lo contemplo recluído en sí mismo, encaramado al borde de su propia juventud.

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CUENTO

Carlos Robles Lucena

Mis mejores tardes como faquir Mis mejores actuaciones como faquir llegan durante algunas noches de junio en las que, un poco aburrido del espectáculo, decido rizar el rizo y añado a mi catálogo de torturas el de engullir una de las bombillas de Edison.

La originalidad de la performance no radica en su

volumen -la bombilla que trago es más bien pequeña- sino en que, mediante una tenue luz al principio, el bulbo va iluminando las diferentes cavidades de mi cuerpo.

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El número da inicio en la tráquea con su anaranjada

nuez para, instantes después, dirigirse hacia mi frágil caja torácica y encender el bosque incandescente de alveolos que me resguarda el corazón.

Corazón que palpita todavía con más fuerza cuando logro

conducir la bombilla por el vientre consiguiendo alumbrar así cada uno de los órganos del sistema digestivo. Como en una brillante deglución, como si me hubiera zampado una luciérnaga enorme.

Justo en ese preciso momento un espectador del

segundo palco se levanta y manda parar el espectáculo.

Ante el sobresalto del respetable se identifica como


CUENTO

Doctor y, mesándose el provecto bigote, se me acerca para observar más detenidamente mi costado izquierdo.

Aclarándose la voz se dirige hacia el respetable y le hace

notar la ligera mancha pardusca que destaca en mi intestino grueso. Mientras pone cara de espanto me diagnostica precozmente el inicio de una extraña clase de tumor.

Afortunadamente extirpable –añade el doctor con una

enorme sonrisa- mediante una sencilla operación.

Tres segundos después el público estalla en el mejor de

los aplausos. No deja de hacerlo hasta que el Doctor abandona la sala. Realizamos siempre dos sesiones.

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POESÍA

Karla Villapudua

Alumbrar Se Alumbrar es. Vivir __ metáfora perpetua. Pensar juzgar pensar juzgar pensar juzgar. Son frecuencias de baja vibración: Juegos del inframundo. Alumbrar pegada___ al cielo todo el día. Sin juzgar pensar comparar. Desear. ____yoyoyo… Sí. Vivo el absoluto entre mi carne. Yoyoyoyo_______no tengo la culpa de la pérdida de aureola de la pérdida de aureola. De la pérdida de aureola. Cuando dejamos de vivir poesía. De ser poesía. A mí me gusta el cielo. Vivo cielo. Respiro cielo. Soy orgón al cielo.___¡Vivan las frecuencias binaurales! El cere-

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bro lúcido al amanecer. Anochecer… Adivinando cosas. Vivan los videntes inmortales. Alumbrar es vivir Me. ¡Yo! Me canto a mí misma. Me respiro, me voy al cielo, y no bajo de allí. Demasiado purgatorio. Me parece tan superfluo. _________ Voy arriba, estoy arriba y ya. ______ALUMBRA___DA.


RESEÑA

José Luis Prado

Tres apuntes para un Reporte Los desequilibrios de toda índole, en tanto compliquen el problema humano, siempre serán propicios para la literatura. Alain Paul Mallard

1. Apresurarse despacio Hay libros que mantienen su propio tiempo de coacción. En 2010 apareció en Río Grande Review, revista de la Universidad de El Paso Texas, en el número dedicado a la “Obsesión”, una primera muestra del Reporte Barrymore (IMACP, 2011). En las versiones de un presente que se ha formado perpetuo en la escritura, en el parpadeo del cursor ante la pantalla en blanco como un símil de lo inacabado, todo se ha convertido en libertad y no se consignan las formas finales de un texto. Recuerdo ver a Yussel Dardón trabajar durante varios días con la idea de este libro. Lo que encuentro ahora es que se han desvanecido cada una de las tachaduras y correcciones de esas primeras versiones que vi: han quedado como leves

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RESEÑA

marcas en los espacios que dividen cada fragmento que lo componen. Tenemos un libro limpio, casi con el acomodo perfecto, un sentido de responsabilidad ante el lenguaje y el tiempo. 2. Lo cotidianamente fracturado en pinceladas cósmicas Al leer el texto de Yussel encontramos esa estructura quebrada, cercana al tweet. Nos dice Dardón: “la verdad

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infinita se encuentra en el espacio blanco que se forma entre los caracteres”. Pero no sólo eso, tenemos en el Reporte Barrymore una cantidad de espacios que deben ser llenados, como el mismo espacio entre la espera del cursor y otra espera, que se ha formado en el susurro del olvido por parte de su protagonista, “pues el individuo que se parte, por lo regular, no sabe qué hacer con los restos”.

Libro excéntrico, libro accidentado, Reporte Barrymore

es una muestra de soltura, de ensamblaje sonoro, un paseo por los géneros literarios y más aún, una apuesta por la obsesión.

Reporte Barrymore cuenta, de cierta forma, la historia


RESEÑA

de una despedida. Tenemos algunos fotogramas de corte poético que en voz del personaje nos narran una especie de delirio amoroso. Sin embargo, el texto no se queda ahí, existe a la par una grabación que nos hace pensar en un psicoanalista, mientras con un tono mordaz nos va dando cierto conocimiento de la neurosis obsesivo-compulsiva del personaje. Dice un fragmento de la grabación: “El sentido de ausencia se fundamente en el vacío, mientras la presencia encuentra confort en la obsesión”. Uno más: “Es probable, de hecho es seguro, que sus sensaciones encuentren origen en una obsesión que no le gustaría reconocer porque hacerlo le causaría un vacío que, mediante el enfrentamiento a una realidad carente de significados para él y para la que él mismo carece de significado, lo arrastraría al reconocimiento de su existencia como una paradoja: existe porque ama, pero no lo aman porque no existe”.

De esta forma el texto nos va envolviendo en una

estructura que ha sido desquebrajada, pero que, con la incidencia de los aportes psicoanalíticos nos produce una extrañeza ante la poesía de la que habíamos sido partícipes.

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RESEÑA

Encontramos en cada pieza fragmentaria un pequeño

regalo: el autor trabaja con el detalle, esquirlas poéticas que demuestran el tallado en papel: “Drew Barrymore, entre pisada y pisada escucho un papalote cruzar el cielo disfrazado de colibrí, justo como tu mirada errante en los minutos de nuestra noche.”

Por otra parte, lo cotidiano adquiere cierta dimensión

cósmica, diría que se vuelve universal, pero eso sería restarle espacio a la metáfora. Dardón crea pequeñas puertas hacia el

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infinito, siempre eludiendo la congestión en el texto. “Drew, si en algún punto del universo me escuchas prometo tomarte de la mano siempre, esperando que la realidad a la que me lleves sea el límite espiral de la galaxia, porque si no es así, Drew Barrymore, tomaré una camioneta y conduciré al oeste para observar cómo juntas flores de vainilla con tus manos”.

Yussel nos da muestra de cómo mezclar ideas elevadas

con movimientos sutiles de la naturaleza. Es en esos destellos donde encontramos ideas profundas, impresiones que han sido capturadas por el ojo del narrador, todo esto creado con un fraseo cristalino: “Alguna vez creí escucharte que me


RESEÑA

transformaría en un cuervo que vuela entre cada partícula de tiempo y espacio. Ahora, y en verdad lo digo, sé que estar a tu lado es la única manera de saberlo, porque al fin y al cabo esperaré el día en que bailes para mí con un átomo de memoria entre los labios y me beses, entregándome la totalidad de esta o cualquier otra galaxia”, opina el personaje, en un discurso elaborado a manera de soliloquio. Reporte Barrymore no sólo está lleno de poesía, sino que resulta una incomparable lección de escritura.

En una muestra de trabajo en cada frase, en la que cada

palabra parece insustituible, Yussel ha buscado la idea concisa, única y memorable. En este sentido, el texto significa para Dardón una especie de tallado perpetuo, una maquinaría que debe ser pulida y al momento de darle cuerda, pueda seguir trabajando de manera limpia, así es como entiendo el paso del tiempo entre el primer Reporte… y el que ahora tenemos en nuestras manos. 3. La enfermedad, un motor narrativo Difícil será mostrar en la escritura de Yussel qué se debe a la

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RESEÑA

obsesión y qué a la perseverancia. Lo que queda claro es que ambas conviven en el mismo fenómeno de la escritura del joven Dardón.

Pero, ¿cómo opera la obsesión en la escritura del

autor? Estuve revisando la primera versión del Reporte... y encontré, no con sorpresa, aquello que intuía en su escritura. Una vez publicado, Yussel Dardón se vuelve a acercar a ese entramado de signos que había dejado. Decía que se acerca a la página de la computadora y produce varios cambios de

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orden léxico, algunas variantes nimias pero, no obstante, cruciales. Hay una que llama puntualmente mi atención, un cambio de sustantivos. Encontré: “Pero hay una necesidad de ser de mi parte y una negación tuya a aceptarlo, que sin duda me convierten en el artefacto ideal para el olvido.” El olvido que en la primera versión sonaba a “...artefacto ideal para la negación”.

En la primera versión la palabra negación se puede

obviar, dado el contexto en que está enmarcada, pero la corrección del autor produce la dimensión del texto: el olvido es algo irrecuperable, es la palabra justa, a la manera


RESEÑA

de Flaubert. Si no tuviera el texto anterior en mis manos, podría parecer inadvertido, pero como decía antes, Reporte Barrymore está hecho de secuencias que han sido borradas por el autor. En palabras de Calvino, podría decirse que se trata de una paciente búsqueda de la palabra, la búsqueda de una densidad particular que encuentra su medida en la página única. Este tipo de literatura breve debe componerse —y Yussel lo sabe— de palabras que penetren como un cuchillo afilado por las entrañas de cada idea en que desea mostrarse. Se trata, entonces, de una coherencia textual. Ese es el tipo de detalles que construyen la literatura del joven Dardón, un laborioso trayecto que muestra cómo el fondo emerge de una estructura fragmentaria. Algo queda claro de todo esto: un texto va creando sus propias grietas y son necesarios, siempre, el tiempo, la paciencia y un alto grado de introspección, a la par de un amplio sentido del escarnio. Así, lo que parece ineludible es que la enfermedad nos acerca a la literatura.

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Colaboradores Luis Vicente de Aguinaga cofundadora Guadalajara, México, 1971. Es licenciado en letras hispanoamericanas por la Universidad de Guadalajara y doctor en letras románicas por la Universidad Paul-Valéry de Montpellier. Ha sido becario del Consejo Estatal de la Cultura y las Artes de Jalisco, del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México. Entre sus obras destacan La cercanía, Por una vez contra el otoño, Reducido a polvo y Séptico, entre otras.

Mariana Carbajal

Córdoba, México, 1985. Ha vivido del tingo al tango pero en todos sus caminos ha prevalecido su amor al cine. Estudió letras para convertirse en una mejor lectora y ahora se dedica a buscar el cine desde la literatura. Le gusta el tiempo libre y hacer de cuenta todo va a estar bien.

Rocío Cerón

México, DF, 1972. Ha sido becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las ArtesJóvenes Creadores. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2000. Es

del colectivo MotínPoeta y editora de El billar de Lucrecia. Ha publicado los libros de poemas Litoral, Basalto, Soma, Apuntes para sobrevivir al aire y Tiento. Es coautora de El decir y el vértigo.

Nadia Escalante

Mérida, México, 1982. Estudió la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Veracruzana. Fue becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas (2008 y 2009). Su plaquette Adentro no se abre el silencio fue publicada por la colección La Ceibita de Tierra Adentro.

Sergio Espinosa Roa

México, DF, 1952. Obtuvo los títulos de Licenciado en Antropología Social por la ENAH, Maestro en Filosofía e Historia de las Ideas por la UAZ y Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Autor de libros como El deshielo y la nube. Incursiones sobre la Universidad y la crisis de la modernidad, Decápites, El misterio de las Universidades, La fuga de lo inmediato. La idea de lo sagrado en el fin

de la modernidad, Pensar la experiencia estética, Nada puede allí. Desviaciones sobre lo imaginario, etc.

Vicente Forte Sillié

Caracas, Venezuela, 1975. Abogado, escritor, pintor, cineasta y otros enredos existenciales. Proletario y tuitero como mecanismo de defensa. A veces escribe de corrido en higadoencebollado.blogspot.com

Enrique Ángel González Cuevas

México, DF, 1986. Estudió Filosofía en la UNAM. Ha publicado en las revistas Penumbria, La hoja de arena, Asfáltica, Punto en línea, Axxón (Argentina) y en la Antología virtual de minificción mexicana (con el nombre de Ángel Cuevas). Ganador del concurso de Ciencia Ficción y Fantasía “Todo puede cambiar” en 2011, fue publicado en una antología con el mismo nombre a cargo de la Brigada para Leer en Libertad.

Natalia Litvinova

Gómel, Bielorrusia, 1986 Reside en Buenos Aires, Argentina. Traduce a los poetas rusos.


En el 2010 publicó un libro de poemas, Esteparia (Ediciones del Dock), tradujo la antología de la poeta Shajriza Bogatyreva, Rumbo a Karachay (Casa Refugio Citlaltépetl / Bonobos, México, 2011).

Daniel Malpica

México, DF, 1988. Director del proyecto cultural MOLINO de CUENTO y editor del fanzine digital de literatura [Radiador].

Edgar Adrián Mora

Tlatlauquitepec, México, 1976. Es profesor de Historia de América Latina y Literatura. Ha publicado Memoria del polvo (México, UACM, 2005), Claves para comprender a América Latina (México, Unión Radio/ Lazo Latino, 2007) y Agua (México, Tártaro, 2011). Su blog es fabricadepolvo.blogspot.com

José Luis Prado

Puebla, México. 1981. Ha sido antologado en el libro de cuentos Puebla directo. Serie los urbanos. Buap/IMACP, México, 2010. Fue becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes del Estado de Puebla en 2011, en el área de

narrativa. Publicó en diversas revistas, tanto nacionales como internacionales. Mantiene el blog: pepepradodesaparece. blogspot.com

Carlos Robles Lucena

Terrassa, España. 1977. Cuida una antología tímida de Monterroso que pronto entregará a Random House. En abril, “Quimera” publicó su relato “Último peón de reina”. Fue cofundador,coeditor y fotocopiador en exclusiva de los fanzines difuntos “Sedhante” y “Hebdomadario”. Debutó sobre papel a finales de los 90 con el drama en un acto “¿equilátero?”, rescatada y estrenada hace un par de meses por los estudiantes del Aula de Teatre de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

Antonio Sonora

Monclova, México, 1979. Autor de los libros de cuentos El diario de los lienzos, Piezas para un anticuario, Adiós a Rocamadour y Souvenirs. Premio nacional de cuento corto 2011 de la DGEST. Textos suyos han aparecido en diversos medios entre los que destacan El Norte, La Jornada

Semanal, la revista Punto de Partida y el periódico cultural La Manzana. Divide su tiempo entre el trabajo universitario, la lectura, su familia y la escritura de una novela sobre orquídeas.

Karla Villapudua Culiacán, México, Filósofa, dirige revistaespiral.org

1979. www.

Ezequiel Zaidenwerg

Buenos Aires, 1981. Traduce y escribe poesía. Ha publicado los poemarios Doxa (2007) y La lírica está muerta (2011). Administra el blog zaidenwerg. blogspot.com


BonsĂĄi Literatura mĂ­nima

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