Diferencias entre hábitos, prácticas y costumbres alimentarias

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RED PERUANA DE ALIMENTACIÓN Y NUTRICIÓN (r-PAN) PUBLICACIÓN VIRTUAL 001 TITULO: DIFERENCIAS ENTRE ALIMENTARIAS

HÁBITOS,

PRÁCTICAS

Y

COSTUMBRES

AUTORA: JIMÉNEZ RAMOS, FAVIOLA SUSANA FECHA: LIMA, ENERO 2005

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DIFERENCIA ENTRE HÁBITOS, PRÁCTICAS Y COSTUMBRES ALIMENTARIAS Jiménez Ramos, Faviola Susana Nutricionista. Magíster Scientiae en Nutrición. Estudios Doctorales en Salud Pública. Diplomada en Promoción de la Salud. Directora Red Peruana de Alimentación y Nutrición (r-PAN) , Enero/2005.

 Hábito, “disposición adquirida por actos repetidos; una manera de ser y de vivir”; es el más cercano a la conducta alimentaria final.  Práctica, “ejercicio de un arte o facultad” y “la destreza que se adquiere con dicho ejercicio”; “el uso continuado; un estilo”  Costumbre; además de equivaler a hábito y a práctica, significa también “práctica que adquiere fuerza de ley”, es decir, un hábito colectivo que forma parte de la cultura local. Es por ello que algunos especialistas, reservan costumbre para lo social y emplean hábito para lo meramente individual.  Conducta alimentaria; ejercicio de un comportamiento alimentario , manera de alimentarse, expresión final de alimentación resultado de la combinación

de

diversos

elementos

como:

hábitos,

prácticas

y/o

costumbres alimentarias.

ELEMENTOS QUE INFLUYEN EN LA CONDUCTA ALIMENTARIA DE UNA PERSONA

Hábitos

Prácticas

Costumbres

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Dentro de este contexto podríamos afirmar también que el estado nutricional a nivel individual y colectivo depende de la compleja combinación entre la conducta alimentaria y la conducta fisiológica; de acuerdo a este mismo enfoque se nos facilita comprender la dificultad del logro de intervenciones educativas exitosas para la mejora del estado nutricional de las poblaciones, pues se ha comprendido que la conducta alimentaria obedece más a la influencia de los hábitos y las costumbres que a la del razonamiento o a la de los instintos. El fracaso de muchos proyectos se explicaría entonces a que la mayoría de ellos apela sólo al razonamiento.

CONDUCTA ALIMENTARIA

CONDUCTA FISIOLÓGICA

ESTADO NUTRICIONAL

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HÁBITOS ALIMENTARIOS: ANÁLISIS Si el hábito resulta de la repetición de una conducta una vez instaurado es parte central de la conducta misma y determina en gran medida la conducta subsecuente; este triple papel de efecto, parte y causa, complica mucho más el análisis de los hábitos.

CONDUCTA ALIMENTARIA

CAUSA

PARTE

EFECTO

HÁBITOS ALIMENTARIOS

Los hábitos están estrechamente ligados con las costumbres y representan en buena medida su individualización. Aunque algunos hábitos pueden diferir y hasta ser contrarios a las costumbres, en general son iguales o parecidos a ellas, con apenas algunos ajustes de orden personal.

Hábito es más individual

Costumbre es más social

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NATURALEZA El conocimiento profundo sobre la naturaleza de los hábitos y de cómo se generan y evolucionan, es la piedra angular para comprender la conducta alimentaria y modificarla en caso necesario.

Lamentablemente, esta área

científica ha sido poco explorada, incipiente y se encuentra en el reconocimiento apenas de la magnitud de la tarea y sus componentes y en el intento de integrar su infraestructura conceptual. La alimentación tiene muchos factores susceptibles de habituación, los cuales pueden referirse a qué y cómo se come, cuánto, cuándo, dónde y con quién. Los hábitos alimentarios se pueden relacionar con el número de comidas al día, sus horarios, los alimentos de consumo más frecuente, los aspectos emocionales (estéticos, de confianza o de temor, etc.), los platillos o preparaciones de mayor uso, los acentos sensoriales (sabor, color, aroma, textura, temperatura) preferidos o más empleados, las cantidades, la composición final de la dieta resultante, o bien, los hábitos de higiene, de compras, de almacenamiento y manejo de alimentos, los ritos que se siguen, los tabúes, los acompañantes que se seleccionan, la forma en que se decide cuanto come cada miembro de un grupo. FACTORES DETERMINANTES Los factores que se han detectado como determinantes de los hábitos son numerosos y pertenecen tanto a la fisiología y sicología del individuo como su entorno familiar, social y físico. Una conducta se vuelve hábito cuando se repite con tanta frecuencia que acaba por permanecer; las fuerzas que la conservan deben ser, por tanto, cotidianas, estables y poderosas. Un hábito implica cierto automatismo, que sin duda existe, pero también está determinado por elementos conscientes. Una conducta se repite cuando es satisfactoria en algún aspecto: a los sentidos, a las emociones, a los valores y a los principios, a la autoestima, al deseo de comodidad, a las creencias

religiosas o de otro tipo, a la

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interacción con los demás miembros del grupo familiar, comunal o nacional y a las relaciones con el entorno físico y económico. En otras palabras, el hábito debe ser coherente con el resto de la vida diaria y se conserva por ser agradable, cómodo o útil, ya sean estos atributos reales o aparentes y se perciban de manera consciente o no; en general, en la conducta que se repite no se advierte perjuicio inmediato, aún cuando éste exista. Los hábitos y costumbres alimentarias están fuertemente condicionadas por la disponibilidad de alimentos, la cual puede analizarse en diversos niveles: el hogar, la comunidad, la región, el país, etc. Wenkam, hace una interesante distinción entre la disponibilidad física (con que alimentos se cuenta y en qué cantidades) y la disponibilidad cultural que no es otra cosa que el concepto que cada cultura tiene sobre la aceptabilidad de los alimentos. Es fundamental tomar en cuenta que la bondad o inconveniencia de un hábito alimentario no puede juzgarse de manera exclusiva con base en los términos simplistas, generales y fríos que aconsejan los libros de fisiología. Siempre es necesario valorar el entorno físico, ecológico, sociocultural y económico, en el que un hábito tiene lugar. Según la consecuencia de los hábitos, cabe adoptar diferentes acciones. Los hábitos benéficos, que son la mayoría, deben reforzarse y los neutros soslayarse. Los claramente perjudiciales merecen ser combatidos si existen opciones viables. No debe olvidarse que, si se cambia un hábito, se suele afectar el resto del modo de vivir. Como la cultura es aprendida, puede aprenderse de nuevo. En otras palabras, como fenómenos fundamentalmente culturales, las costumbres y los hábitos son , por su propia naturaleza, modificables; la educación, que es “el cambio de conducta”, es la estrategia a seguir. A menudo se sostiene, con ánimo de capitulación, que “es muy difícil cambiar los hábitos” y es cierto, los hábitos no están ahí por casualidad, sino como resultado de fuerzas muy poderosas, pero no son más inmutables que sus causas.

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FACTORES QUE DETERMINAN LA ADQUISICIÓN DE UN HÁBITO ALIMENTARIO

Entorno Familiar

Entorno Social

Entorno Físico

Fisiología y Psicología de un Individuo

EDUCACIÓN ALIMENTARIA Y NUTRICIONAL Por naturaleza, los hábitos son modificables, pero además, al estar en continua evolución, regenerándose día a día, son aún más susceptibles de cambio. La educación puede acelerar, retardar y redirigir esa evolución continua, siempre que se entiendan bien las fuerzas que la producen y éstas permitan ser modificadas; si no son modificables, probablemente ese hábito, aunque malo, sea “el mejor posible”. Para educar es necesario motivar y ofrecer la información pertinente. Pero la información y la motivación no bastan, pues los hábitos, en especial los alimentarios, obedecen más a factores subconscientes o externos que a la razón. Un grave error , muy frecuente, es confiar en la simple información, en la prédica, como agente de cambio. Peor aún, se confía en información de tipo biológico, compleja, de difícil comprensión, irrelevante a menudo, que tal vez logre motivar a cierto tipo de personas afectas a ella y con la capacidad de

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entenderla, pero no a la mayoría de la gente; y aun en quienes produce motivación, se requiere algo más para provocar el cambio de hábitos. Si los hábitos se forman de la práctica repetida, su modificación es un asunto práctico. En consecuencia, el hábito erróneo debe ser sustituido mediante la práctica reiterada del hábito adecuado.

“La forma de alimentarse llega a ser sello distintivo de cada país, de cada comunidad, de cada familia y hasta de cada individuo” Bourges, H. 1990

“No basta detectar un hábito malo; debe analizarse en forma detallada su naturaleza y su dinámica y sólo entonces, si es posible tratar de modificar sus causas” Bourges, H. 1990

“A comer se aprende comiendo; a comer bien se aprende comiendo bien” Referencias: Bourges R H. 1990. Cuadernos de nutrición Vol 13 No 2.1990. México.

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